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El sistema educativo necesita directivos-líderes que armonicen adecuadamente

los factores de calidad con los procesos de aprendizaje y sean movilizadores del
cambio pedagógico, pues las actitudes conservadoras ya son limitantes; quienes
no se esfuerzan por cambiar su estructura mental de jefe a líder, jamás podrán
optimizar sus logros de gestión y acción educativa.
Gallegos (2004), Relacionado al liderazgo directivo, señala que por mucho
tiempo, los sistemas educativos siempre estuvieron conformes con la figura del
directivo al frente de una Universidad, que cumpliendo con las formalidades del
caso, se encargaba de las tareas administrativas y pedagógicas (amparado en una
abultada y confusa reglamentación), actuando de un modo u otro de acuerdo al
grado de confianza de sus colaboradores, prevaleciéndole estilo burocrático,
donde lo pedagógico se ve afectado por decisiones y mecanismos de corte
administrativo, lo cual parece ser que el gran “nudo” que se interpone entre la
organización escolar y su eficiencia está en la ruptura de la gestión con la
pedagogía, que existe en las escuelas de administración más tradicional, cuyo
patrón se ajusta en mayor medida al control y la supervisión.
En los momentos actuales hay una revaloración del rol del directivo, que es
considerado junto con los docentes como elementos claves para impedir o
promover cambios y/o innovaciones en los centros educativos, siempre y cuando
existan nuevas actitudes que aseguren condiciones necesarias para que los
aprendizajes puedan darse de la mejor manera posible, en función a que los
alumnos aprendan lo que se supone deban aprender, para garantizar la calidad.
En la actualidad, se espera que las instituciones educativas sean eficaces,
eficientes y efectivas considerando en un primer momento el aspecto relacionado
al servicio que brindan, específicamente vinculado al proceso de aprendizaje –
enseñanza y en un segundo momento para lograr mayor y mejor productividad
de los colaboradores en la Universidad. Para que esta eficacia y efectividad se
vislumbre en la realidad educativa, es necesario, por un lado, el ejercicio de
liderazgo efectivo, y por otro, la convivencia en un clima organizacional estable,
tornándose ambos en factores esenciales en el proceso de gestión de las
organizaciones educativas.
En el contexto de la Universidad “San Pedro - Sede - Huaraz” ubicada en el
Distrito de independencia, provincia de Huaraz, perteneciente a la Región
Ancash, se observa que los docentes perciben que los Directivos, ejercen un
liderazgo en función de la situación que tienen que resolver, de las contingencias
que se le presentan en la gestión, no existiendo una gestión planificada del
liderazgo. Muchas veces asume actitudes autoritarias, generalmente asume
actitudes de líder democrático y el tipo liberal. Es decir, siempre hay una
combinación según las situaciones y ocasiones de gestión (proceso de matrícula,
desfiles, ceremonias, exámenes, capacitación, reuniones, eventos académicos,
indisciplina, etc.).
Sin embargo, la apreciación de los administrativos, como la percepción de un
directivo que asume un comportamiento muy suave frente a asuntos de
indisciplina, conflictos, etc. Ante tal comportamiento los administrativos exigen
un comportamiento “duro”, “fuerte” con lo cual solucionaría los problemas que
se presentan en la actualidad con el estudiantado.
Y la percepción de los estudiantes, se da en función de la edad de los mismos,
unos perciben como un directivo suave y liberal, no haciéndose problemas con
el estudiantado, asumiendo la actitud de estar de lado de las exigencias de los
estudiantes. Finalmente, los actores involucrados en la comunidad universitaria,
refiere una constante situación de conflictos internos (entre docentes, docentes
con alumnos, directivos y administrativos, así como docentes y administrativos).
Por otro lado, se percibe un inadecuado manejo de las relaciones interpersonales,
generando, distorsión en las comunicaciones y en el trato con los diferentes
miembros de la comunidad universitaria; en lo referente al proceso de
identificación institucional, se emplea la coerción como medida de dirección y
control en la gestión; y por último, existe una desorganización en la solución de
los problemas institucionales, lo que indicaría que la toma de decisiones no es la
más correcta, tornándose todos estos aspectos en factores que no generan un
entorno laboral que favorezca la optimización de los niveles de calidad educativa.

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