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Indicaciones sobre la descripción de paisajes, documento para el

profesorado, número 2.

Un paisaje es una determinada extensión de espacio visible desde un punto


concreto. De modo que casi todo lo que vemos puede ser considerado, en cierto sentido,
un “paisaje”. Es cierto, sin embargo, que cuando pensemos en un paisaje nos vienen a la
imaginación representaciones de la naturaleza (conjuntos de montañas, ríos, valles o
bosques). Pero existen paisajes urbanos, claro está.

El encuadre de las imágenes (lo que vemos y observamos).

La descripción de un paisaje exige, a diferencia de la presentación de objetos o


personas, una situación espacial inicial del observador. A partir de aquí, además,
conviene identificar los elementos orográficos más destacados (sendas, caminos, paseos,
valles, vaguadas...), los accidentes del terreno (accesos, vías, riscos...) y la localización
y ubicación de los componentes de la imagen (en primer plano, en el fondo, a lo lejos,
más cerca...). En cierto sentido, diremos que conviene que el lector sitúe nuestra
descripción en relación a ciertas coordenadas del encuadre del paisaje (derecha,
izquierda, centro, parte superior, inferior...). Así que, por ejemplo, en la imagen que
sigue deberíamos indicar que el paseo entre árboles se orienta hacia el fondo a la
derecha de la imagen, o que el punto de fuga de la perspectiva está situado en la parte
superior derecha de la imagen y expresiones por el estilo. O que a la izquierda del
observador se aprecian un grupo de personas con un animal. O que en primer plano
nos encontramos restos de las hojas de los castaños.

El vocabulario en la descripción de paisajes: adjetivos y precisión léxica.


Para referirnos a los objetos, los elementos del paisaje (naturales o artificiales),
sus componentes o partes, las formas, los volúmenes y los colores es imprescindible ser
precisos y adecuados en el uso de los nombres y en el empleo de los adjetivos que los
acompañan, precisan y califican. En caso de tratar de un árbol sería adecuado poder
decir su especie y si nos referimos a sus partes poder hablar de ramas, hojas, frutos,
tronco, corteza, copa, rugosidades o raíces. En el caso de los colores conviene,
igualmente, que seamos precisos. Es evidente, por ejemplo, que en la imagen que sigue
predomina el color azul. Pero debemos aclarar si es azul claro, oscuro, intenso, marino,
blanquecino, cielo o hacer comparaciones más o menos metafóricas del tipo azul como
un atardecer de verano o como la luz de invierno sobre el horizonte. Se trata de mejorar
nuestra aproximación lingüística a las imágenes.

El proceso de la descripción de paisajes.

1. Preparación y observación.

Después de elegir (o que elijan por nosotros) el paisaje que debemos describir,
nos dedicaremos a observar todas las partes de la escena, los elementos, su
distribución, los detalles formales: color y volumen. Apuntaremos, si es
necesario, alguna anotación inicial que nos permita el posterior trabajo.

2. Ordenación, reflexión y selección.

Estableceremos un orden de presentación. Si es preciso haremos un esquema que


orden los elementos de mayor a menor (de mayor presencia a menor).
Propondremos, también, listas donde recordemos los elementos lingüísticos
precisos para la posterior redacción: nombres concretos, adjetivos, conectores
textuales, y giros o locuciones específicas.
3. Redacción y corrección.

Encuadrar la imagen con deícticos espaciales en relación al observador.


Situar los elementos compositivos más destacados.
Describir las cualidades de esos elementos: colores, formas, volúmenes, y
detalles específicos.

La corrección de los textos descriptivos

Junto a los aspectos habituales de la corrección textual, la adecuación, la coherencia, la


cohesión y la corrección, es importante establecer dentro de los aspectos de léxico y vocabulario
la precisión y oportunidad en el uso de los adjetivos. Los ítems de corrección que utilicemos
contemplarán este aspecto que puede, en el transcurso de la corrección compartida,
ejemplificarse para que todos los alumnos comprueben que es preferible, por ejemplo, decir que
el color de las nubes es levemente blanquecino y anaranjado, en contraste con el azul liliáceo
del cielo, frente a las nubes son blancas y naranjas. Debemos intentar hacer ver a los alumnos
que en el caso de las descripciones es preciso ser meticuloso en el uso de unas palabras. En este
punto, es adecuado recordar que un buen diccionario de sinónimos nos puede ayudar a mejorar
las prestaciones expresivas de nuestro texto.

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