AUTORA: ESTHER DIAZ. Hacia una visión critica de la ciencia. Biblos. Bs. As.
XI EL DESARROLLO DE LA CIENCIA
El conocimiento es una mediación de la realidad, una manera de relacionarnos con las
cosas, en última instancia, una interpretación. ¿Quién puede saber que es la realidad?, ¿quién puede asegurar que los fenómenos son tal como se nos aparecen o que son apariencia de otras cosas? ¿Quién – seriamente - puede afirmar que la realidad es como conocemos? El solo hecho de que la conocemos a través de nuestras percepciones y de nuestro razonamiento está demostrando la mediación, la distancia que existe entre la realidad y nosotros, sin perder de vista que nosotros también formamos parte de la realidad. A ellos hay que agregar el lenguaje, ¿el lenguaje constituye nuestra capacidad de razonamiento o somos racionales porque podemos articular lenguaje? La tendencia de las actuales teorías interrelacionan las dos alternativas. De todos modos sigue en pie el carácter mediador del lenguaje. Las teorías también mediatizan lo dado, son hipótesis conjeturas sobre la realidad, enunciados que pretenden explicar los hechos. Si las hipótesis “son científicas, se pondrán a prueba. Si salen airosas serán leyes”. Pero aun así tendrán una validez provisoria. No hay garantía de verdad para una hipótesis científica. Una hipótesis científica es una explicación de una porción de la realidad, es una toma de distancia entre nosotros y las cosas. Se trata, pues, de una interpretación. No solo la ciencia interpreta la realidad. También lo hacen la filosofía, el arte, la religión, el mito, el sentido común y otros lenguajes. Aunque a los lenguajes no científicos, en general, no se les exige corroboración empírica. En cambio, la ciencia debe “ponerse a prueba” empíricamente. Si el enunciado que se intenta examinar obtiene éxito, será aceptado en el corpus de la ciencia. Esto no quiere decir que se lo considere verdadero, ni definitivo. Quiere decir simplemente que por el momento ha resistido la prueba. Ahora bien, la historia nos revela, por un lado, que las teorías cambian, y por otro, que para una misma “realidad pueden existir diversas teorías o distintas interpretaciones de un mismo fenómeno. Si no hay coincidencia respecto de lo que se puede considerar un mismo objeto es porque ante el mismo estimulo podemos tener sensaciones diferentes. Las sensaciones se conforman a partir de los valores, los intereses, los sistemas de fuerzas, los prejuicios, el lenguaje, la educación y todo aquello que van conformando cada subjetividad. No hay hechos “puros”. Por lo menos, no para nosotros. La captación de un fenómeno tiene que ver con la grilla a través de la cual lo captamos. Construimos nuestra experiencia. Esta no es igual para todo el mundo, por lo tanto no es objetiva, de manera absoluta. Vamos hacia los hechos precedidos por nuestra propia visión de la realidad. Lo captamos en función de esa visión. Para mi es evidente que la luna es un satélite de la tierra. Era evidente también para un egipcio antiguo que se trataba de una diosa. Como fue evidente durante siglos – incluso para los científicos – que su superficie era lisa. Aquello que consideramos evidente tiene que ver demasiado con nuestros supuestos culturales como para constituir una base indiscutible. Estamos ahora en condiciones de decir que ante un mismo estímulo podemos tener sensaciones diferentes y distintas manera de conocerlos. Una consecuencia de esta aseveración es que las teorías científicas, en tanto son una interpretación de la realidad de pretenden ser del orden del conocimiento cambian. Es decir, no siempre explican los mismos hechos de la misma manera. Los cambios en la ciencia parece preocupar más a los filósofos que a los científicos. Los científicos hacen la ciencia normalmente no teorizan sobre ella. Teorizan sobre la porción de la realidad que estudian (átomos, agujeros negro, ADN, etc.). Los científicos para poder desarrollar su labor, parten de supuestos. Suponen por ejemplo, que la realidad existe y que el mundo es tal como ellos se representan. Cuando se producen cambios a nivel científico, los resisten o los aceptan según el giro que tomen las corrientes de opinión surgidas de arduas y complicadas relaciones de saber y poder. La ciencia además es un representación del mundo, es un instrumento para su manipulación. Es decir que su función no es solamente teórica, sino también instrumental. En estos momentos resultaría ingenuo hablar de una ciencia “pura” en contraposición a una ciencia “aplicada” habida cuenta de que la mas pura de las ciencias necesita tecnología para corroborar sus hipótesis. Asimismo, la tecnología mas 2aplicada” necesita teorías auxiliares para poder desarrollarse. La tecnología cuesta mucho dinero y, en función de ello, la orientación que se quiere dar a una investigación estará condicionada por los decididores. Ahora bien las consideraciones de este tipo no pertenecen al nivel científico. Son meta científicas. La filosofía no es una ciencia. Es una disciplina humanística que intenta pensar la realidad. La ciencia forma parte de la realidad, por lo tanto, la filosofía reflexiona también sobre la ciencia. Se puede interesar por el aspecto interno, esto es, por su desarrollo racional (lógica y metodología) . Ello se inscribe en una visión tradicional de la epistemología. La reflexión sobre la ciencia puede ocuparse, en cambio, de la historia externa del quehacer científico. En tal caso se consideran aspectos y relaciones más abarcadoras. Se trata, por consiguiente, de una epistemología ampliada, preocupada también por las conexiones de la ciencia con la sociedad. Uno de los problemas que se plantean la filosofía de la ciencia y la epistemología es el de los cambios científicos. ¿Por qué cambia la ciencia?. Se consideraran algunas respuestas posibles. Existe una posición que concibe la ciencia como infalible. Esto, hoy, es casi indefendible. Pero pueden, encontrarse vertientes modificadas que giran en torno de la convicción de la infabilidad de la ciencia. Explican el cambio científico por medio de la acumulación. Los conocimientos se van acumulando. Según se adicionan nuevos conocimientos la ciencia va cambiando. La ciencia actual, para esta postura teórica, es una sumatoria de conocimientos. Esta perspectiva proviene del inductivismo, del empirismo y de algunos positivismos. Estuvo representada, paradigmáticamente por el Circulo de Viena. Esta interpretación teórica es falseada por la historia de la ciencia; en la cual se registran errores aceptados como verdades, cambios de rumbos, choque o supervivencia de teorías rivales, así como el triunfo de una teorías en detrimento de otras (que se olvidan para siempre a pesar de haber estado vigente mucho tiempo). No siempre el conocimiento es acumulación. Otra respuesta ante la pregunta del cambio en la ciencia es la proporcionada por Popper. Esta concepción se extiende prácticamente por todos los estratos culturales: la ciencia cambia porque progresa. La ciencia avanza por ensayo y error, por conjeturas y refutaciones. Cada superación de un error cada refutación de una conjetura por medio de otra conjetura más audaz, representa un progreso. Popper entiende por progreso avance hacia la verdad, “acercamiento a la verdad”. Supone que acercarse a la verdad es mejor que estar lejos de ella. Asimismo, da por descontado que la verdad existe, y que es dable a la ciencia acceder a ella. La posición de Popper, a pesar de ser mucho mas sólida que la anteriormente mencionada, es objeto de cuestionamiento. Algunos de ellos podrían ser ¿ qué es la verdad? ¿ por qué acercarse a la verdad es mejor que no acercarse? ¿ qué error superaban teorías rivales que mantuvieron sus respectivos éxitos en forma paralela?¿ cómo se puede considerar superación de un error a ciertas teorías triunfantes que, a su vez, fueron refutadas?. Que la ciencia cambia e indiscutible. Que tal cambio sea un progreso, en el sentido de que se acerque a una verdad mas satisfactoria para la humanidad es discutible. Algunas de las aplicaciones científicas de nuestro siglo dan cuenta de ello. Las dos respuestas anteriores provienen de epistemologías que se atienen a la historia interna de la ciencia. Ahora se considerará el análisis de Foucault, el cual se orienta hacia la historia externa. Se confrontará con el de Kuhn. Este último autor se ocupa de la historia interna, pero no descarta la externa. Para Foucault, no existe una verdad inamovible que persista a través del tiempo. Las prácticas sociales de una época determinada generan dominios del saber (por ejemplo la ciencia). A partir de ellos se constituyen nuevos objetos de estudios, nuevos conceptos y nuevas técnicas. Estos elementos, a su vez configuran nuevos sujetos de conocimientos. El saber y el poder están en relación directa aunque no se determinan mutuamente, más bien, interactúan entre sí. El poder tiene primacía sobre el saber. Alas condiciones de posibilidad para el surgimiento de un saber determinado, Foucault las llama episteme. Los cambios de estrategias que producen un cambio de época producen, también una fractura epistémica que dará lugar a otras configuraciones del saber. De este modo, los cambios científicos se explican por su relación con las prácticas sociales. Por su parte Thomas Kuhn (1922) acepta (como Popper) que la ciencia siempre parte de problemas, se origina en un conflicto no resuelto. Pero se va a oponer al resto de la postura popperiana, sobre todo a la afirmación del progreso de la ciencia (con excepción de una coincidencia parcial que se considera más adelante). Kuhn llama preciencia al momento en el que las teorías científicas no pueden solucionar los problemas existentes. Cuando por fin, se logra imponer una solución, aceptada por la comunidad científica, se inicia una etapa de ciencia normal bajo el reinado del paradigma vencedor. Cuando comienzan a producirse fracasos en la aplicación del paradigma vigente y esos fracasos se tornan intolerables (anomalías) se produce una crisis en la ciencia. Durante la crisis se intentan nuevas soluciones. Se produce un choque entre teorías rivales, una revolución científica. La teoría ganadora establece su paradigma instituyendo, así, un nuevo periodo de ciencia normal. Cada paradigma es inconmensurable respecto de los otros paradigmas. Entre uno y otro no se puede establecer una comparación y valoración. Simplemente, son diferentes. En función de esto el desarrollo de la ciencia no presenta un progreso, sino cambios. La coincidencia acotada (mencionada más atrás) que presenta esta visión con la de Popper es que Kuhn acepta la noción de progreso. Pero únicamente en los límites de un mismo paradigma, de ningún modo entre un paradigma y otro. Así, pues, el cambio de la ciencia, para Kuhn obedece a revoluciones científicas. Cotejaremos, ahora, los conceptos de Kuhn y de Foucault respecto de los cambios científicos. Tanto uno como el otro parecen ignorarse mutuamente de hecho, sus perspectivas de análisis, son distintas. Si bien, es cierto que revisten algunos puntos en común. A Kuhn le interesa la historia interna de la ciencia, aunque no se detiene únicamente a lo metodológico. Produce más bien, una sociología de la ciencia. Por su parte, Foucault no analiza aisladamente los problemas internos de la ciencia, ni de la comunidad científica. Incluye esta problemática dentro de las consideraciones acerca de las condiciones de posibilidad del saber. Según Foucault entre una época y otra se producen fracturas epistémicas. Esto ocurre por el interjuego de factores internos y externos a la ciencia. Kuhn no niega las “influencias” externas que inciden en el éxito o el fracaso de las teorías. No obstante, no se ocupa de ellas. Se remite, en cambio, a la incidencia fundamental de la comunidad científica para los cambios de “visión del mundo respecto de las teorías científicas. Bajo el reinado de un paradigma coexisten ( o pueden coexistir) lo que Kuhn llama distintas reglas ( nosotros las denominamos distintas corrientes científicas). Los expertos se dedican a perfeccionar la teoría vigente. Pero cuando, después de una revolución científica, se acceda a otro paradigma, no se lo considerara una superación del anterior. La teoría de Einstein no es un progreso respecto a la de Newton. Es una manera distinta de ver el mundo obedece a otro paradigma. La crisis entre paradigmas podría asimilarse a las fracturas epistémicas. No obstante, las epistemes son más abarcativas. Por lo tanto, no dependen solamente de las decisiones de los especialistas en ciencias. Abarca complejo procesos sociales. Un paradigma está constituido por realizaciones científicas universalmente reconocidas, las que durante cierto tiempo proporcionan modelos de conocimientos a una comunidad científica. Comprende los supuestos teóricos, leyes, técnica, generalizaciones simbólicas, métodos y analogías y ontologías, problemas y soluciones. Dentro de un mismo paradigma subsisten anomalías. No existe teoría tan perfecta que no presente alguna anormalidad. Pero mientras los inconvenientes sean manejables, se los “soporta” o se trata de superarlos. El paradigma entra en crisis cuando la cantidad de ejemplos en contra de la teoría se hace abrumadora. Luego vendrá la revolución y la instauración de un nuevo paradigma (o matriz disciplinaria), es decir un nuevo periodo de ciencia normal. Todo esto para Kuhn, ocurre en los límites de una comunidad científica. Ella es la que obliga a la naturaleza a entrar en los cuadros conceptuales proporcionados por la educación profesional. La investigación no se podrá llevar a cabo sin esos marcos referenciales propios de cada época científico histórica. A Kuhn no le interesa el “ elemento de arbitrariedad que forma parte de los orígenes históricos y, a veces, de su desarrollo subsiguiente”. Foucault en cambio, no privilegia la decisión de los científicos. Se pregunta, más bien, ¿cuáles fueron las condiciones de posibilidad para que unos discursos accedieran al estatus de verdaderos, en detrimento de otros que se reinician, se transforman o mueren para siempre? En la medida que Foucault toma en cuenta los factores de poder de cualquier cuño (jurídicos, educativos, médicos, religiosos etc.) su visión se aparta sensiblemente la de Kuhn. Este epistemólogo no desdeña los factores de poder, prestigio, aleatoriedad, etc. pero los relega a limites exteriores de su análisis. La coincidencia mas estrecha entre ambos autores es, posiblemente, el rechazo a leer la historia de la ciencia como la historia del progreso de la racionalidad. Tanto para Kuhn como para Foucault no hay mayor racionalidad en una teoría que “vence” a otra. El éxito se produce dentro de una reestructuración que no obedece a un acercamiento a la verdad, sino a un cambio de paradigma, en Kuhn, y a la nueva disposición de fuerzas y estratificación del saber en Foucault. Mientras Kuhn pone el acento en la ciencia, aceptando la existencia de presiones externas pero sin considerarlas, Foucault trata de abarcar las practicas y los discursos, aceptando la incidencia del conocimiento científico, pero sin limitarse a él. A grandes rasgos se podría decir que la “voluntad de verdad” de Foucault correspondería al paradigma de Kuhn. Aunque solo en la medida en que conforman una especie de “marco” para la producción de discursos verdaderos (considerados verdaderos por determinada época histórica). Por otra parte Kuhn se restringe a la historia de las ciencias naturales. En cambio Foucault atiende a las diversas realidades históricas: locura, clínica, cárcel, sexualidad, en general sus problemáticas son del orden de las ciencias humanas. Los dos autores dan razones de sus predilecciones teóricas. Kuhn es egresado de la carrera de física. Su toma de conciencia acerca de la carencia de conocimiento de los científicos de las ciencias duras sobre la epistemología y la historia de la ciencia, lo movilizo para dedicarse a estas últimas disciplinas. En el caso de Foucault, su interés por las ciencias blandas obedece a que el bajo nivel epistemológico que éstas revisten le posibilita encontrar, con mayor nitidez, aquello que subyace en las ciencias. Afirma que trata de encontrar en la historia de las ciencias algo así como su inconsciente. Considera que la historia del conocimiento no obedece simplemente a una ley del progreso de la razón. La conciencia o la razón humana no dirigen las leyes de la historia. Existe por debajo de lo que la ciencia conoce de sí misma algo que desconoce. Foucault trata de analizar estos aspectos desconocidos. Si bien esta postura no es contradictoria con la de Kuhn, tampoco es coincidente. A este último no le interesa lo que la comunidad científica no tiene consciente, sino el accionar de la misma: el poner a prueba y aprobar – o rechazar- modelos, axiomatizaciones y teorías (soluciones a problemas concretos). Se podría hacer un juego de palabra y decir que así como los paradigmas son inconmensurables entre si, las concepciones de Kuhn y Foucault también lo son. Pese a que existen puntos de contactos, Kuhn niega que exista un progreso del conocimiento (entre un paradigma y otro), Foucault niega el progreso de la racionalidad (entre un episteme y otra). En ninguno de ellos se encuentra un acercamiento a la verdad (como en Popper), sino una producción de verdades (aun cuando en Kuhn no aparece esta expresión). Afinando el análisis se puede decir que para Kuhn la ciencia normal es una práctica en las que los científicos argumentan mediante referencias a “ejemplares” compartidos. El acuerdo entre ellos es posible porque no hacen ningún intento de racionalizar los paradigmas. Los aceptan en tanto conjunto de suposiciones compartidas. Se discuten los enunciados científicos y sus corroboraciones, no en el marco referencial, en el que dichos enunciados se inscriben (se discutía porque la trayectoria de Urano presentaba “irregularidades", no se ”discutía la mecánica celeste de Newton, ni su fundamento racional, es decir el contenido racional de su paradigma. Es precisamente la falta de interés en el procedimiento racional lo que hace posible la comunicación racional sobre el contenido de las teorías entre los miembros de la comunidad científica. En este aspecto la teoría de Kuhn coincide con las conclusiones de Foucault. Ambas posturas, a su vez, se diferencian notablemente de cualquier discurso que defienda una racionalidad a ultranza por ejemplo el de Habermas quien sostiene que una evaluación racional puede hacer explícitos los trasfondos de cualquier discurso que llega a ser considerado verdadero.