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Nombre: Curso:
Del lat. heros, -ōis, y este del gr. ἥρωςhḗrōs; la forma f.,
del gr. ἡρωΐνη hērōḯnē.
Un héroe o heroína es una persona que se diferencia del común de la gente por haber
realizado alguna proeza, virtud o hazaña que se considere de valor. No obstante, un héroe
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también es un término muy utilizado en la literatura para definir a una persona que posee
poderes sobrenaturales y que, gracias a estos, realiza diferentes obras de bondad en defensa
de la raza humana. De este modo, el concepto de héroe puede estar dividido según el
contexto en el cual se le nombre.
Héroes de la literatura son: Aquiles, Hércules, Heneas, El cid campeador, Perseo; y en el
mundo del comic y cine: El increíble Hulk, Batman, los 4 fantásticos, la Mujer Maravilla,
SpiderMan, etc.
Héroes sociales son: Un hombre que salva de un incendio a una familia, una persona que
siente empatía frente al hambre ajeno y actúa para disminuir las condiciones de pobreza de
éstas.
Desde el punto de vista psicológico y social, un héroe enmarca rasgos o características que
todo hombre/mujer desea y admira. Por tanto muestra las debilidades del ser humano (a
nivel social, cultural) y permite reflejarlas en grandes hazañas para ser reconocidos como
tales héroes. En síntesis, un héroe debe ser siempre un ejemplo a seguir, realizar una hazaña
o virtud hacia otras personas de forma desinteresada, enfrentarse a grandes peligros y salir
airoso (aunque herido) por dicho riesgo que él mismo ha decidido correr.
Características:
En todos los casos el héroe arriesga su propia vida para salvar a otras personas.
Generalmente son personas desconocidas por él. Sin embargo al héroe lo llama una fuerza
interior y una característica particular para modificar aquello que se considera injusto a
nivel social
El héroe siente una profunda y absoluta empatía y, frente a un acto de injusticia, se propone
como “la única posibilidad de salvación”. En líneas generales un héroe no quiebra las leyes
sociales o morales. Por el contrario las defiende. Además ellos tienen un fuerte
pensamiento positivo que los caracteriza.
Generalmente un héroe encarna rasgos idealizados que valora la sociedad a la que ese héroe
pertenece. Esta idealización permite que el héroe se ubique en un lugar del imaginario
social y pueda, de este modo, salvar a personas de peligros e incluso de la muerte. Son
desinteresados completamente y actúan siguiendo su corazón y el sentido de verdad. A
menudo pueden ser inesperados, actuar de forma violenta pero nunca descortés o
injustamente.
Todo héroe debe tener un enemigo ya sea en la literatura, en el arte cinematográfico,
historietas, etc. El enemigo, se personifica como una figura malvada, cruel, sin sentimientos
que ambiciona algo sin importar las consecuencias de sus actos sobre los demás.
Los héroes sociales (o reales) también tienen enemigos. A menudo la naturaleza, por su
fuerza y destrucción puede ser considerada un enemigo del héroe. Otras el enemigo (o
antihéroe) está representado por la figura del estado, nobleza, rey o monarca.
Poseen una confianza en ellos mismos que destaca en relación a otras personas. Asimismo
confían en las personas. Tienen un sexto sentido que logran distinguir a aquellas personas
con buenas intenciones y diferenciarlas de las personas que mienten o engañan. No
obstante, a menudo el héroe se equivoca y de allí surge la traición que recibe
frecuentemente.
Todo héroe se enfrenta a peligros que, para otras personas, son imposibles de sortear. Así,
teniendo o no determinadas características o dotes físicos, mentales o psíquicos (en el caso
del héroe literario) hace uso de estos poderes para vencer las dificultades.
Es sencillo distinguir los poderes que tienen los héroes en la literatura fantástica. Estos son:
poderes de visión láser, elasticidad corporal atípica, fortaleza física desmesurada, volar,
nadar respirando bajo el agua, etc.
No obstante estos poderes también se presentan en los héroes sociales (o reales) puesto que
ellos tienen determinados poderes que utilizan a su favor. Así, el ingenio, la inteligencia, las
habilidades físicas se convierten en poderes que los héroes usan en función de la resolución
del conflicto.
Tipología de héroes:
PASOS DEL HÉROE: Corresponde al “viaje” que todo héroe realiza, son 12 etapas en la
cual lo ayudará a estar preparado para asumir los retos y dificultades que se acercan y así
poder sortearlos de una mejor forma.
EL HÉROE A TRAVÉS DE LA HISTORIA:
Víctor Hugo
Guía de ejercitación:
Conflicto narrativo
La muerte en Samarra
Gabriel García Márquez
El criado llega aterrorizado a casa de su amo.
-Señor -dice- he visto a la Muerte en el mercado y me ha hecho una señal de amenaza.
El amo le da un caballo y dinero, y le dice:
-Huye a Samarra.
El criado huye. Esa tarde, temprano, el señor se encuentra a la Muerte en el mercado.
-Esta mañana le hiciste a mi criado una señal de amenaza -dice.
-No era de amenaza -responde la Muerte- sino de sorpresa. Porque lo veía ahí, tan lejos de Samarra, y
esta misma tarde tengo que recogerlo allá.
1. ¿Quién es el narrador?
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4. ¿Qué habrías hecho tú en lugar del protagonista? Fundamenta
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CONTINUIDAD DE LOS PARQUES
de Julio Cortázar
Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla
cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los
personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una
cuestión de aparcerías volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los
robles. Arrellanado en su sillón favorito de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una
irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo
verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las
imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi
perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza
descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la
mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra,
absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y
adquirian color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba
la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama.
Admirablemente restallaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido
para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos
furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo
anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido
desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y
disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había
sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo
minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano
acariciara una mejilla.
Empezaba a anochecer.
Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña.
Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para
verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir
en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no
ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró.
Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul,
después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación,
nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano. La luz de los ventanales, el
alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.
1. ¿Quién es el narrador?
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