El conócete a ti mismo adquiere en Abelardo un sentido claramente moral. Sólo quien se
conoce bien a si mismo puede saber lo que es una falta moral, a diferencia de un impulso natural o un deseo. Sólo quien se conoce a si mismo sabe autocontrolarse. Ése ha sido el modo como tradicionalmente se ha interpretado esa sentencia. Los consejos que Don Quijote da a Sancho cuando éste quiere hacerse cargo del gobierno de la ínsula Barataria, comienzan así: «Primeramente, ¡oh hijo!, hasta de temer a Dios; porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada. Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey, que si esto haces, vendrás a ser feos pies de la rueda de tu locura la consideración de haber 17 guardado puercos en tu tierra». Este sentido de la expresión es sin duda importante. Pero no es el único, ni probablemente el más original. Hay muchas razones para pensar que no era esto lo que quería decir la sentencia del templo de Delfos. Una de esas razones es que los oráculos en general, y los de Delfos en particular, solían encerrar siempre más de un sentido. Eran casi juegos de palabras, muchas veces de doble significado, que después había que interpretar. Lo más lógico es suponer que esta expresión encerraba algún menaje más recóndito. Y tal mensaje no puede ser otro que el de que ese tal conocimiento, el de uno mismo, es imposible. La paradoja que el aforismo querría transmitir, de ser esto así, es que el conocimiento de uno mismo es necesario a la vez que imposible. Conócete a ti mismo como programa filosófico Una de las veces que Platón cita este dicho, la del Cármides, lo hace en un párrafo en el que Criticas dice a Sócrates: El dios dirige a los que llegan [al templo] un saludo muy superior al de los hombres, y así lo ha entendido el autor de la inscripción, si no me equivoco; en realidad, el dios les dice, a manera de saludo: sed sabios. Pero lo dice, en su calidad de adivino, en una forma enigmática; 'sé sabio' o 'conócete a ti mismo' es, en el fondo, la misma cosa, como se infiere del texto y como yo sostengo; pero es posible engañarse en ello, y esto es lo que les ha ocurrido a los autores de las inscripciones siguientes, nada en demasía' y 'la fianza llama la desgracia'; al ver ellos en el conócete a ti mismo' un consejo y no un saludo del dios, han querido aportar a su vez buenos consejos y han hecho de ellos inscripciones dedicadas.