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sus proveedores y la localidad donde está situada”. Con esta frase comienza el
primer capítulo del libro la globalización de Zygmunt Bauman. Esta frase que, que
no pertenece a Bauman, da inicio al capítulo uno. Se nos plantea aquí un aspecto
muy interesante de su teoría con respecto a la nueva forma de hacer negocios,
donde las grandes decisiones, como menciona la cita, son tomadas por una elite,
muchas veces desconocida e intangible, o como el mismo Buman plantea:
incorpórea.
Otro de los autores que cita a Bauman es Paul Virilio quien plantea que “las
distancias ya no importan y la idea de limite geofísico es cada vez más difícil de
sustentar en el mundo real”. La distancia es una de las consignas más en boga de
la globalización, es la bandera que flamea en los vientos de la post modernidad,
es la solución que ha llegado para solucionar el mundo y ara quedarse. Sin
embargo esto plantea una paradoja, suprimir las distancias provoca un daño
colateral muchas veces imperceptible para el ojo no especializado. Quien tiene el
poder o la facultad de suprimir las distancias goza de todos los beneficios de la
globalización, ¿Pero qué pasa con quién no cuenta con este don? Quien no goza
de las bondades de la globalización sufre sus males. Quienes habitan sus lugares
físicos de trabajo dependen del espacio físico y aquí es donde la globalización les
juaga una mala pasada. Si la globalización es la des-sitiacion, se hace evidente
que quien se aferra a su comunidad realmente no se aferra a nada porque lo
propio ya casi no existe y de existirlo no es posible para quien no tiene los medios,
económicos por su puesto, para retenerlo.
Quien tiene los medios para insertarse en este nuevo paraíso puede disfrutar de
parte de estos beneficios, acrecentando las arcas de los ya ricos. En cambio
quienes no cuentan con los medios para hacerlo se ven relegados y marginados
de la sociedad viviendo literalmente en un infierno donde lo público, y al menos
esta es la realdad de chile, no tiene punto de comparación con lo privado, ya sea
en salud, ya sea en vivienda, a sea en educación, ya sea en lo que sea, está claro
que la globalización no beneficia a todos por igual porque lo que a unos les da a
otros les quita, lo que a unos ata a otros desata y lo que a unos les hace valorar lo
poco y nada que tienen a otros los hace desvalorar lo mucho y todo que tienen, y
esta la antítesis que me queda de esta sobrevalorada globalización.