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Es bueno estar en casa.

Mis conciudadanos, Michelle y yo nos sentimos conmovidos por


todos los buenos deseos que hemos recibido en las últimas semanas. Pero esta noche, es
mi turno para decir gracias. Ya sea cuando nuestras posturas hayan coincidido o cuando
no hayamos estado de acuerdo en lo absoluto, mis conversaciones con ustedes, el pueblo
estadounidense.
Eso es lo que queremos decir cuando decimos que Estados Unidos es excepcional. No es
que nuestra nación haya sido impecable desde el inicio, sino que hemos demostrado la
capacidad de cambiar y mejorar la vida de aquellos que vienen después.
Es cierto, nuestro progreso ha sido desigual. La labor de la democracia siempre ha sido
difícil, polémica y a veces sangrienta. Por cada dos pasos adelante, a menudo se siente que
damos un paso atrás. Pero el largo recorrido de Estados Unidos ha sido definido por el
movimiento de avance, por una constante ampliación de nuestro credo constitucional para
aceptar a todos, y no sólo a unos cuantos. Pero no estamos donde debemos estar. Todos
tenemos más trabajo que hacer. Después de todo, si cada cuestión económica se enmarca
como una lucha entre una clase media blanca trabajadora y las minorías indignas,
entonces los trabajadores de la más diversa índole terminarán luchando por migajas
mientras los ricos se retiran aún más en sus enclaves privados. Si nos abstenemos de
invertir en los hijos de inmigrantes, sólo porque no se parecen a nosotros, disminuyen las
perspectivas de nuestros propios hijos - porque esos niños morenos representarán una
mayor proporción de la fuerza laboral de Estados Unidos. Lo que me lleva a mi último
punto - nuestra democracia se ve amenazada cada vez que damos por sentada su
existencia. Todos nosotros, independientemente del partido, deberíamos darnos a la tarea
de reconstruir nuestras instituciones democráticas. Cuando las tasas de votación están
entre las más bajas entre las democracias avanzadas, deberíamos simplificar, no dificultar,
el voto. Cuando la confianza en nuestras instituciones es baja, debemos reducir la
influencia corrosiva del dinero en nuestra política, e insistir en los principios de
transparencia y ética en el servicio público. Cuando el Congreso es disfuncional, debemos
hacer que nuestros distritos alienten a los políticos a satisfacer el sentido común y no los
extremos rígidos.
Y todo ello depende de nuestra participación; de cada uno de nosotros acepte la
responsabilidad de la ciudadanía, independientemente de la forma en que se mueva el
péndulo del poder. Mis conciudadanos, ha sido el honor de mi vida servirles. No me
detendré; de hecho, voy a estar ahí con ustedes, como ciudadano, para todos los días que
me queden por vivir. Por ahora, si ustedes son jóvenes o jóvenes de corazón, tengo que
periles una última cosa como su Presidente - lo mismo que les pedí cuando me dieron la
oportunidad hace ocho años.
Les pido que crean. No en mi capacidad para lograr el cambio, sino en la suya.
Les pido que se aferren a esa fe escrita en nuestros documentos constitucionales; esa idea
susurrada por esclavos y abolicionistas; ese espíritu cantado por inmigrantes y colonos y
aquellos que marcharon por la justicia; ese credo reafirmado por quienes plantaron
banderas en campos de batalla extranjeros y en la superficie de la luna; un credo en el
núcleo de cada estadounidense cuya historia aún no está escrita: Sí podemos.
Sí lo logramos.
Sí podemos.Muchas gracias. Que Dios los bendiga. Y que Dios continúe bendiciendo a
Estados Unidos de América.

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