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Cuando se produce un exceso de radicales libres, los sistemas antioxidantes del organismo se

ponen en marcha para contarrestarlos; es lo que se llama equilibrio oxidativo.

El estrés oxidativo es una de las consecuencias de una serie de procesos que se llevan a cabo
en el organismo. El aumento de este nivel puede ser el comienzo de otras dolencias de mayor
gravedad, por lo que resulta imprescindible que conozcas los siguientes conceptos para poder
combatirlo con efectividad.

DEFINICIÓN

El aumento de radicales libres y de oxígeno en el cuerpo provoca que las células se oxiden y
resulten destruidas. Los radicales libres son electrones que no dejan de interactuar con todo
tipo de moléculas. La única forma de controlar su crecimiento es ingiriendo antioxidantes que
eviten esta circunstancia.

CAUSAS

– Dieta pobre en antioxidantes. El escaso consumo de frutas y verduras, de frutos secos y de


bebidas tan recomendables como el té, o un abuso de carnes rojas y bollería industrial,
provoca la escasez de antioxidantes.

– Ejercicio físico de alta intensidad. Al necesitar más energía para llevar a cabo tu actividad,
más oxígeno consumirás. El resultado directo es un aumento directo de la oxidación celular.
Como además consumirás más proteínas animales para recuperarte, el resultado será un
considerable aumento incontrolado de los radicales libres.

– El entorno. Los niveles de contaminación ambiental y el ser fumador (activo o pasivo) son
factores decisivos para el aumento del estrés oxidativo.

– Los malos hábitos. El tabaquismo y el consumo de alcohol aceleran la oxidación celular


provocando consecuencias que detallamos a continuación.

SÍNTOMAS

Puedes conocer si estás padeciendo esta dolencia si presentas los siguientes síntomas:

– Notas tu piel envejecida y comienzas a tener enfermedades que no se corresponden con tu


edad. Es el envejecimiento prematuro, tu organismo comienza a fallar y la piel, el órgano más
grande, es la primera en dar la señal de alarma.

– Alteraciones en la tensión y pérdida de fuerza muscular. Puedes notar arritmias y que te


cuesta más trabajo llevar a cabo una actividad que, hasta hacía poco tiempo, desempeñabas
sin problemas.
– Problemas de memoria y de claridad mental. Los olvidos son cada vez mayores, tu mente
no funciona bien y te notas más lento que nunca.

– Cambios físicos. Sientes rigidez, tus articulaciones no son ya tan flexibles y notas problemas
de movilidad ante movimientos que, antes, eran habituales y sencillos para ti.

CONSECUENCIAS DEL ESTRÉS OXIDATIVO

La mitocondria es la parte de la célula que recibe los nutrientes y la que nos da energía. Si no
tomas los antioxidantes correspondientes, la antedicha usará lo que reciba para evitar otro
tipo de problemas por lo que notaremos un descenso en la energía habitual.

Este daño se va extendiendo de forma progresiva por el cuerpo. Primero notarás cambios en
el metabolismo y los síntomas arriba expuestos. La muerte celular conlleva daños en los
tejidos y la aparición de tumores. La salud cardiovascular, debido a que las células son
incapaces de procesar la grasa que se acumula en las arterias, se resiente de forma directa
dando lugar a trombosis, infartos y dolencias de mayor gravedad.

Una de las consecuencias más severas de esta afección es la ralentización del funcionamiento
cerebral. Esta circunstancia puede dar lugar a enfermedades degenerativas como el alzhéimer
o el parkinson.

Es importante que tengas en cuenta que la oxidación se esparce por el cuerpo desde el
corazón al aparato respiratorio, al digestivo, al urinario, al gastrointestinal, a los ojos y al
corazón

El estrés oxidativo es la situación de exceso de radicales libres, debido a:

1. Exceso de producción.

2. Saturación de los sistemas antioxidantes, que ya no son capaces de eliminarlos.

La situación contraria es el reposo oxidativo: si la actividad antioxidante es excesiva (porque el


paciente recibe un exceso de antioxidantes), se reducen los niveles de radicales libres por
debajo del estado de equilibrio.

¿Por qué el estrés oxidativo cursa con inflamación?

El sistema inmunitario activa un proceso inflamatorio para defendernos de cualquier


microorganismo invasor. Pero cuando aumenta la producción de radicales libres, éstos activan
la inmunidad innata, dando lugar a un proceso inflamatorio agudo que puede hacerse crónico
mientras que dichos radicales sigan elevados. Durante el proceso inflamatorio se dispara la
producción de óxido nítrico y otros factores proinflamatorios, desencadenando la producción
elevada de radicales de nitrógeno. Por tanto, el estrés oxidativo es una causa importante de
inflamación y generación de más radicales que mantienen un daño crónico en el organismo.

Un exceso de RL (moléculas o porciones de ellas, que presentan al menos un electrón


desapareado en su orbital más externo y son extraordinariamente reactivos) rompen el
equilibrio produciendo el llamado estrés oxidativo. Se producen durante las reacciones
metabólicas, mientras las células del organismo transforman los alimentos en energía
especialmente en situaciones de hiperoxia, ejercicio intenso e isquemia y también por
exposición a determinados agentes externos como las radiaciones ionizantes o luz ultravioleta,
polución ambiental, humo del tabaco, etc (4,5). De los RLO inorgánicos los más importantes
son el oxígeno molecular O2, el radical-anión superóxido (O2-), el radical hidroxilo (HO-) y su
precursor inmediato el peróxido de hidrógeno (H2O2). De los secundarios u orgánicos, el
radical peroxilo (ROO-), el hidroperóxido orgánico (ROOH) y los lípidos peroxidados (5-9)

Cuáles son las fuentes de radicales libres?

Existen unas fuentes endógenas (cuando son generados por reacciones de nuestro organismo)
y unas exógenas (cuando proceden de agentes externos). Entre las endógenas la más
importante es la cadena de transporte de electrónico mitocondrial (ver Enfermedades
mitocondriales), cuyo funcionamiento incorrecto genera la formación de radicales libres de
oxígeno.

Existen también enzimas oxidantes (xantina oxidasa) y células sanguíneas con actividad de
defensa (macrófagos, etc..).

Entre los agentes exógenos destacan las radiaciones ionizantes y la luz solar, el humo del
tabaco, el choque térmico, la oxidación de algunos fármacos y otras sustancias
oxidoreductoras.

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