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“Plexo América. Poesía y gráfica.

Chiapas-Chile” (2018): diálogos artísticos en una

realidad continental común

Benjamín Escobar

En una tarde calurosa de nuestro “desconsuelo neoliberal” (Herrera 31) llegó a mis manos

este ejercicio de gráfica y poesía. En los dos prólogos con que se da inicio al libro, surge

inmediatamente la preocupación de los editores por desmarcarse de una literatura como mero

bien de consumo. Por lo que, en su propuesta estética disputa formas de representación,

(re)pensando las imágenes (o palabras) que nos rodean y nos moldean culturalmente. Dejo

abierta la interrogante ¿Basta el plano estético para que un poemario no sea reproductivo de

las lógicas del mercado? Hace un par de años le preguntaron a Diamela Eltit, si su forma de

construcción estética era política, ella respondió diciendo que “si no es el arte el que debe

pervertir la imagen y el lenguaje ¿Quién lo iba a hacer entonces, TVN?”. En el caso de este

libro, la representación se clasifica bajo el concepto de “Plexo”. Es decir, un arte que produce

una hibridación entre la tradicional occidental y las identidades locales. Un deseo de

encontrar un “no-lugar”, alejado de las corrientes artísticas, que reproducen formas de

conocimiento moldeadas por una única matriz cultural.

La antología se compone de un trabajo colaborativo entre el Grupo Casa Azul (Chile) y

ArteSanaMente (México). En estas páginas artistas mexicanos y chilenos ponen su atención

en su propia realidad local, y en base a esta observación, colocan en marcha su imaginación

para diseñar modos de representación. Como plantea Sayak Valencia, en los intersticios

enunciativos del mundo relegado es donde surgen perspectivas y reinterpretaciones, las

cuales son capaces de imaginar en la maquinaria del capitalismo, nuevos usos del poder, el
cuerpo y el deseo. Por un lado, se genera un diálogo entre la letra escrita (poesía) y una

propuesta gráfica que saca las imágenes de las relaciones de poder en que se encontraban

posicionadas. Por otro lado, como propone el mismo libro, se produce un vaso comunicante

entre las regiones urbanas de Chile y el Sur de México. Ambas enmarcadas bajo la violencia

y las consecuencias de la mundialización de la economía. En efecto, todos estos elementos

se encuentran operando en esta posibilidad de mezclar y re-significar que entrega el arte.

En la primera parte los poetas chiapanecos (Flores, Carámbura, Trujillo, Morales, Rivera,

Teomitzi y Gumeta) son acompañados por la serie “Vacío del cuerpo” del artista chileno

Leonardo Soto Calquín. Dentro de las características artísticas de ambos formatos,

encontramos descrita la relación entre la comunidad (el sujeto) y una realidad moldeada por

el sentido que le otorga la maquinaria neoliberal. En el caso de la serie gráfica, se compone

de diversos fragmentos que en su unidad construyen nuevos significados. En la primera

imagen (página 18) se juega con nuevas formas de representar a los referentes simbólicos

que construyeron la modernidad: el hombre común, la iconografía cristiana, la animación

mediática y un cuerpo sin rostro e inorgánico. En lo que respecta a la poesía, escritores como

César Trujillo, plantean la pérdida de una potencial utopía: “no hay futuro aquí” (45)

producto de la violencia del sistema sobre los cuerpos: “perdieron su valor y fueron exhibidos

colgando de los postes” (46). Esta desesperanza nace de una observación de la realidad

situada, que se encuentra presa de la violencia del sistema económico, el negocio del

narcotráfico y la biopolítica de los estado neoliberales. Sin embargo, en esta desolada

sociedad, un poema es ese espacio de escape: “siembro esta ramita de geranio” (45), que se

enseña a las nuevas generaciones: “para dar flores en lugar de balas” (45).
En la segunda parte aparecen versos de poetas chilenos (Bruna, Soto Calquín, Odgers y

Suárez) y las acuarelas sobre papel del mexicano Juan Carlos Villegas. Estas últimas

representan un diverso imaginario de animales/maquinas o humanos/arboles, que se arman,

desarman y se vuelven a armar por medio del delirio. En “Caballo en el cielo”, se expresa la

manipulación del hombre sobre la naturaleza y la utilización de esta en la industrialización

que sufrieron las metrópolis latinoamericanas. Este tipo de imágenes viene acompañada por

versos como “No tenemos por donde” de Patricio Bruna, en los cuales se advierten las

consecuencias del golpe y la irrupción del mercado en la sociedad chilena: “la cruel red

arrastre del mercado y su masiva carnada nuestra falsa pero única oportunidad” (109). O por

versos como los de Ingrid Odgeres, en que se representa una lucha (o fricción) entre los

“buitres” (134) del sistema que se escurren “al borde y al fondo de la ley (134) y un sujeto

común que a través de su corporalidad construye memoria y poesía.

La edición, el prólogo, las imágenes y los poemas de “Plexo América. Poesía y gráfica.

Chiapas-Chile” proponen una forma de resistencia y denuncia frente a la violencia del

sistema. Esta se puede presentar según el contexto, ya sea bajo la forma del narcotráfico o

las imposiciones del mercado. El cuerpo se presenta como un nuevo espacio de disputa para

el control social; a la vez que se convierte en una forma de liberación y hasta en la poesía

misma. En este libro, que se puede leer o interpretar como conceptual, se inscriben las nuevas

(o eternas) disputas o preguntas del arte en la representación de la realidad continental.

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