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Benjamín Escobar
En una tarde calurosa de nuestro “desconsuelo neoliberal” (Herrera 31) llegó a mis manos
este ejercicio de gráfica y poesía. En los dos prólogos con que se da inicio al libro, surge
inmediatamente la preocupación de los editores por desmarcarse de una literatura como mero
(re)pensando las imágenes (o palabras) que nos rodean y nos moldean culturalmente. Dejo
abierta la interrogante ¿Basta el plano estético para que un poemario no sea reproductivo de
las lógicas del mercado? Hace un par de años le preguntaron a Diamela Eltit, si su forma de
construcción estética era política, ella respondió diciendo que “si no es el arte el que debe
pervertir la imagen y el lenguaje ¿Quién lo iba a hacer entonces, TVN?”. En el caso de este
libro, la representación se clasifica bajo el concepto de “Plexo”. Es decir, un arte que produce
para diseñar modos de representación. Como plantea Sayak Valencia, en los intersticios
cuales son capaces de imaginar en la maquinaria del capitalismo, nuevos usos del poder, el
cuerpo y el deseo. Por un lado, se genera un diálogo entre la letra escrita (poesía) y una
propuesta gráfica que saca las imágenes de las relaciones de poder en que se encontraban
posicionadas. Por otro lado, como propone el mismo libro, se produce un vaso comunicante
entre las regiones urbanas de Chile y el Sur de México. Ambas enmarcadas bajo la violencia
En la primera parte los poetas chiapanecos (Flores, Carámbura, Trujillo, Morales, Rivera,
Teomitzi y Gumeta) son acompañados por la serie “Vacío del cuerpo” del artista chileno
encontramos descrita la relación entre la comunidad (el sujeto) y una realidad moldeada por
imagen (página 18) se juega con nuevas formas de representar a los referentes simbólicos
mediática y un cuerpo sin rostro e inorgánico. En lo que respecta a la poesía, escritores como
César Trujillo, plantean la pérdida de una potencial utopía: “no hay futuro aquí” (45)
producto de la violencia del sistema sobre los cuerpos: “perdieron su valor y fueron exhibidos
colgando de los postes” (46). Esta desesperanza nace de una observación de la realidad
situada, que se encuentra presa de la violencia del sistema económico, el negocio del
sociedad, un poema es ese espacio de escape: “siembro esta ramita de geranio” (45), que se
enseña a las nuevas generaciones: “para dar flores en lugar de balas” (45).
En la segunda parte aparecen versos de poetas chilenos (Bruna, Soto Calquín, Odgers y
Suárez) y las acuarelas sobre papel del mexicano Juan Carlos Villegas. Estas últimas
desarman y se vuelven a armar por medio del delirio. En “Caballo en el cielo”, se expresa la
que sufrieron las metrópolis latinoamericanas. Este tipo de imágenes viene acompañada por
versos como “No tenemos por donde” de Patricio Bruna, en los cuales se advierten las
consecuencias del golpe y la irrupción del mercado en la sociedad chilena: “la cruel red
arrastre del mercado y su masiva carnada nuestra falsa pero única oportunidad” (109). O por
versos como los de Ingrid Odgeres, en que se representa una lucha (o fricción) entre los
“buitres” (134) del sistema que se escurren “al borde y al fondo de la ley (134) y un sujeto
La edición, el prólogo, las imágenes y los poemas de “Plexo América. Poesía y gráfica.
sistema. Esta se puede presentar según el contexto, ya sea bajo la forma del narcotráfico o
las imposiciones del mercado. El cuerpo se presenta como un nuevo espacio de disputa para
el control social; a la vez que se convierte en una forma de liberación y hasta en la poesía
misma. En este libro, que se puede leer o interpretar como conceptual, se inscriben las nuevas