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Congreso Internacional Ponencia

Región Lima-Callao
“Reformas y Escuelas para el Nuevo Siglo”
EDUCACIÓN EN VALORES Y DEMOCRACIA

El tema de los valores, sobre todo de la educación en valores morales, ha sido una
inquietud permanente de la humanidad; una preocupación del pasado, una demanda
exigente del presente y un reto constante del futuro para que los proyectos y
aspiraciones de desarrollo personal social y las decisiones que se tomen para ello, no
pierdan su sentido primero, que es la realización del hombre y su comunidad.

Sin embargo, entendemos que esta preocupación por la educación en valores, requiere
de un sustento práctico que permita trascender del mundo de las ideas, al mundo de las
conductas. Los valores por los que optamos, sólo se hacen evidentes en la convivencia,
en la forma en que interactuamos, en el encuentro con el otro; desde el espacio micro-
social que es la familia, hasta el espacio del ejercicio ciudadano. La democracia como
construcción social, es el marco en el que se hacen realidad los valores que aspiramos
desarrollar.

Lo que estamos viviendo en el mundo, pero sobre todo en nuestro país, es una fuerte
crisis ética cada vez más globalizante, multidimensional, que atraviesa y afecta todas las
esferas de nuestra vida pública y privada. Nuestra definición como nación y sociedad
que busca vivir en democracia, muestra contradicciones que cuestionan nuestra manera
de entender y vivir valores que afirmamos. Lo evidencian los hechos mostrados
recientemente en el informe presentado por la Comisión de la Verdad y la
Reconciliación, la poca credibilidad en las instituciones, las consecuencias de la
corrupción en el ámbito político, y algunos rasgos presentes en la vida escolar como en
el núcleo familiar.

Es necesario enfrentar decididamente esta crisis. Creemos que una herramienta fecunda
para lograrlo es el campo educativo escolar, donde nos encontramos como personas y
como colectivo, desde los inicios de nuestra vida. La sociedad pone su esperanza de
vida y de desarrollo en ella. La escuela establece un tejido social de relaciones para la
convivencia que permite el crecimiento de las personas. Para desarrollarnos plenamente,
todas y todos necesitamos vivir y convivir en armonía, encontrarnos con otros,
necesitamos organizarnos para tener un ambiente que nos permita vivir en colaboración
al interior de un ambiente democrático. La escuela, que duda cabe, puede y tiene la
responsabilidad de contribuir a este propósito.

1. ¿POR QUÉ EDUCAR EN VALORES Y EN DEMOCRACIA HOY EN EL


PERÚ?

Afirmamos que nuestra aspiración como sociedad es el desarrollo humano, desde el


marco de un desarrollo sostenible que posibilite la coexistencia de todos y todas.

Sin embargo, algunos acontecimientos cotidianos en todos los ámbitos sociales, desde
las instituciones hasta el núcleo familiar, nos llevan a evidenciar una crisis en la
vivencia de la democracia y los valores:

La intolerancia que no permite un intercambio humano respetuoso y desprejuiciado,


más bien, discriminador y excluyente. Muestra de ello son las posturas políticas

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extremistas como la de Sendero Luminoso y el MRTA que marcaron la historia del Perú
en las décadas pasadas, pero también pautas de convivencia permitidas en muchas
instituciones que privilegian la discriminación y la marginación excluyendo a muchos
peruanos por razones de raza, género, condición económica, educativa, creencias, etc.
La escuela en muchos casos muestra aún tener un rol reproductor de la discriminación.
Los resultados de estudios realizados por Save the Children sobre percepciones y
actitudes frente a la discriminación de niños, pertenecientes a 6 departamentos del Perú
-San Martín, Piura, Junín, Cuzco, Ayacucho y Lima-, fueron muy reveladores. Se
muestra que las expectativas de los maestros hacia los alumnos resultan ser también
fuente de discriminación.
Los estudiantes lo perciben y expresan de diversas formas:
“Los inteligentes se sientan adelante, los burros atrás. Los directores y maestros deciden
quienes son más inteligentes” (Adolescente urbano-Junín).
“Mi profesora da todas las preferencias a una compañera porque es su niña ejemplo. Para ella
las demás no valen nada” (Niña urbana de Lima).
“Mi amiga salió embarazada y el director la expulsó del colegio diciendo que iba a ser un mal
ejemplo para los demás” (Adolescente rural de Junín).

La violencia y el autoritarismo como ejercicio de poder, que se impone y controla. Esto


se evidencia en el ámbito familiar, en el trato, en la pareja y con los hijos; en la escuela
cuando aprueba y hace práctica una relación vertical y autoritaria entre sus agentes sin
reflexión y análisis; en la comunidad, en situaciones que mereciendo sanción, son
soslayadas prevaleciendo la impunidad.

La desigualdad de género, evidente no sólo en la desigualdad de oportunidades para


hombres y mujeres sino sobre todo en el poco acceso de las niñas en zonas rurales, a la
educación escolar, por privilegiarse una cultura que educa a las mujeres para la
maternidad y la vida doméstica.

La crisis de valores morales, donde la “viveza” ha reemplazado a la honestidad, de las


maneras más sutiles y cotidianas, a las más complejas y dañinas como la evidencia de
corrupción en el ejercicio de lo público, desde Montesinos a la coima y la estafa, y en
espacios aparentemente simples como el transporte público.

La escuela no está ajena a esta situación, en ella podemos reconocer una crisis ético-
moral que se evidencia en una educación excluyente que no respeta las diferencias, es
homogenizadora en el currículo y discriminadora en el trato, permisiva a situaciones de
violencia y a los actos de inmoralidad (venta de notas, abuso sexual, maltrato físico,
psicológico, etc.), pero al mismo tiempo la escuela se constituye en una herramienta y
factor interpelador y formador de una nueva sociedad.

Merece prestar atención a los medios de comunicación que en este tiempo han jugado
un rol importante en la creación de una conciencia colectiva de la crisis de valores. Nos
ha permitido constatar la corrupción flagrante a todo nivel, evidenciar cómo se
corrompe el poder, cómo se compra y vende la conciencia, cómo la palabra pierde su
valía y sentido, cómo se negocia el manejo psicosocial, cómo se enmarca la información
desde la oferta y la demanda de quienes conducen un programa o una empresa de
comunicación. El oportunismo, el sensacionalismo, la primicia, se han apoderado y han
deteriorado el sentido de los medios de comunicación y del comunicador.

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La escuela cumple un rol fundamental en los países, pero no es la única responsable de


la formación del hombre y de la nueva sociedad Asume su responsabilidad de manera
compartida con los otros órganos vivos de la sociedad encaminando su accionar a la
creación de una ciudad educadora.

El desarrollo y cultivo de los valores son una necesidad, un derecho, una obligación,
una responsabilidad de las instituciones que se dedican a la formación: escuela, familia,
medios de comunicación, sociedad, gobierno, estado.
Entendemos que la razón primera y última de la educación en democracia y valores es
la persona. Ella necesita desarrollarse, es su razón principal como sujeto, como ser
individual, pero también como ser colectivo que demanda y exige procesos educativos
que vayan más allá de lo establecido, de lo formalizado. La persona se hace y se
transforma a lo largo de toda su vida; toda transformación tiene un norte que orienta,
que perfila a la persona. En este sentido, los valores como aspiración de totalidad juegan
un rol importante en el desarrollo humano.

2. ¿QUÉ SIGNIFICA EDUCAR EN VALORES Y EN DEMOCRACIA?

Esta pregunta nos invita a pensar sobre el modelo educativo y los valores que queremos
promover.

Toda persona ya sea como ser humano, ser vivo, tiene una forma única de ser a partir de
la cual puede descubrir y reconocer que el otro es igualmente valioso, puede amar esa
calidad de persona y aprender que esa otra persona tiene derechos, responsabilidades y
obligaciones.

Plantear una educación en valores es señalar la preocupación de la educación por


reencontrar la razón primera y última de su misión: hacer crecer a la persona hacia su
desarrollo pleno.

Si hacemos una lectura de la realidad podemos constatar que es necesario resaltar algo
que la educación ha dejado de lado y que es imprescindible que ésta retome sus
principios originales.

Hoy la realidad nos reta a nosotros educadores, a promover desde la escuela, la vivencia
de los valores que nos ayuden a recuperar la centralidad de la persona, creemos que es
fundamental promover un ambiente de confianza que crea en las posibilidades de
crecimiento y de transformación del otro, que respete las diferencias. Se hace necesario
generar actitudes abiertas y transparentes de comunicación, lazos de solidaridad y
colaboración en una tensión permanente de búsqueda de la verdad y la vivencia de la
dignidad en todo su sentido.

Pensamos que deben ser pilares centrales en una educación democrática, sin negar otros
temas que pudieran ser considerados, el desarrollo de la autoestima, la participación,
la convivencia y resolución democrática de conflictos y la equidad de género. En
ellos se asienta el modelo de educación que se intenta como respuesta para la
constitución de una escuela democrática, con vocación de avanzar hacia una sociedad
también democrática.

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La autoestima es la suma de la confianza y el respeto que hemos de sentir por nosotros
mismos y refleja el juicio de valor que cada uno hace de su persona para enfrentarse a
los desafíos que presenta nuestra existencia. La autoestima es la visión más profunda
que cada quien tiene de sí mismo, es la aceptación positiva de la propia identidad y se
sustenta en el concepto de nuestra valía personal y de nuestra capacidad. La autoestima
es pues, la suma de la autoconfianza, del sentimiento de la propia competencia y del
respeto y consideración que nos tenemos a nosotros mismos.

Se entiende la participación como la intervención de personas o grupos de personas en


la discusión y toma de decisiones que les afectan para la consecución de objetivos
comunes, compartiendo para ello métodos de trabajo específicos. Participar implica,
por tanto, la integración colectiva y democrática en un grupo con el propósito de
alcanzar determinados objetivos, y tomar parte activa en cada una de las fases que
afectan el funcionamiento del equipo.

La convivencia se define como la organización del grupo desde el respeto mutuo y la


determinación y aceptación de unas normas, que tengan en cuenta al mismo tiempo el
funcionamiento más satisfactorio del grupo y las necesidades de cada uno de sus
miembros. Es una situación dinámica ya que las normas de convivencia son perfectibles
y modificables en cualquier momento.

La propuesta de educación en democracia supone la promoción, defensa y recuperación


de una educación en valores mínimos, entendidos como garantía de convivencia en
sociedades pluralistas y democráticas. Esta exigencia pedagógica de mínimos no puede
entenderse jamás como una propuesta de un modelo de persona. Ha de entenderse como
la garantía de una construcción personal en la que influirán otros agentes educativos
además de la escuela. La iglesia, las organizaciones políticas, el mundo del trabajo y el
de los sindicatos, los medios de comunicación, los modelos de connotación moral que
presentan los líderes sociales, culturales y políticos, y, por supuesto, los iguales y la
familia, incidirán sobre la infancia y adolescencia procurando la reproducción y
conservación de sus matrices de valores de forma natural, lógica en ocasiones e incluso,
legítima en algunas de ellas.

Estos mínimos son valores morales, es decir, valores que, a diferencia de otros,
dependen de la libertad humana, sólo pueden referirse a seres humanos, y contribuyen a
hacer más humana nuestra convivencia social. Nos estamos refiriendo a valores como
libertad, justicia, solidaridad, igualdad y honestidad.

Es necesario que la escuela, entendida como institución de aprendizaje por excelencia,


esté impregnada de los valores que pretendemos sean apreciados por las personas que
en ella aprenden. Para ello, las relaciones interpersonales entre el profesorado, otros
profesionales de la educación y entre los propios estudiantes deben estar gobernadas u
orientados por los criterios antes mencionados. Todo ello no sólo supone un esfuerzo
importante por ofrecer recursos metodológicos al profesorado, sino que además,
requiere un perfil de profesor y profesora con vocación y, sobre todo, compromiso
profesional con responsabilidad social..

La equidad de género: mirada preferente que es necesario dar al problema de género


-componente cultural fundado sobre una diferenciación basada en la desvaloración de la
mujer frente al varón. La incorporación de la mujer al mundo del trabajo, de la

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educación y a otras instancias del acontecer público no se ha traducido necesariamente
en beneficios ni oportunidades iguales para todos ni en la eliminación de
discriminaciones de género. La equidad sólo será lograda si se consigue tener éxito en
ofrecer a todos un nivel básico común de escolaridad con calidad, incluyendo a las niñas
especialmente las del área rural, quienes por tradición son postergadas en privilegio de
los niños. El objetivo en materia de equidad es que las niñas culminen con éxito la
educación escolar, haciendo que la escuela se convierta en un espacio accesible,
acogedor y propicio al aprendizaje de las niñas.

Muchas escuelas han asumido el reto de educar en democracia y valores, no se quedan


en enunciados de un ideario sino que se plasman en la práctica cotidiana. Podemos
mencionar por ejemplo, al C.E. 171- Juan Velasco Alvarado del AH. José Carlos
Mariátegui de San Juan de Lurigancho, en el cual se elaboró un programa de desarrollo
de valores para ser trabajado de todas las áreas curriculares enfatizando el respeto, la
responsabilidad, la solidaridad y la vida en democracia. En Matemática se trabajó la
“Balanza de la vida” en la que los alumnos identificaban los aspectos negativos y
positivos de sus vidas, luego hicieron asociaciones, relaciones, ecuaciones e igualdades;
en Comunicación publicaron una revista con diferentes artículos, dibujos que aludían a
la distorsión de valores a través de los medios de comunicación social; se promovió el
cuidado y valoración de su cuerpo a través del área de Educación Física, y así las otras
áreas desarrollaron actividades singulares.
En otros casos como la experiencia de escuelas de Fe y Alegría y escuelas estatales en
Lima y Ayacucho, y el proyecto de Educación Democrática de CIDE - colegio José
Antonio Encinas, se han validado recursos metodológicos que posibilitan prácticas
educativas y climas relacionales en el aula, basados en los pilares antes señalados.

Con estas experiencias pueden mostrarse las grandes posibilidades que tiene la escuela
para abordar desde todas las áreas la promoción de los valores y no reducirlas a una
responsabilidad de los tutores y de la dirección.

3. ¿CUÁLES SON LOS FACTORES QUE FAVORECEN Y OBSTACULIZAN LA


EDUCACIÓN EN VALORES Y LA DEMOCRACIA?

Desde las diversas experiencias institucionales TAREA, EDUCA, CISE,CIDE, IPNM,


podemos señalar los siguientes factores, que según el entendimiento y la práctica que
tengamos de ellos, serán favorables o serán un obstáculo:

 La Gestión de la escuela con criterios éticos: la gestión se basa en procesos de


maduración y valoración colectiva por eso debe ser planificada y conducida de manera
coherente con esos planteamientos. Si la escuela es capaz de diseñar e implementar
procesos de aprendizaje dirigidos a sus alumnos, ha de ser una escuela que reflexiona
sobre sus propios procesos y en tanto lo hace, estará propiciando un espacio ético. Cabe
preguntarse: ¿Son nuestras escuelas espacios de construcción en función de la realidad
local? ¿Son espacios que facilitan el trabajo colectivo y la toma de acuerdos y
responsabilidades conjuntas?

 El sentido de autoridad: el ejercicio de la autoridad es un acto al servicio de lo


colectivo y de la promoción de procesos educativos renovadores. Tiene gran repercusión
pues define los estilos, las apreciaciones, la dinámica de una comunidad, de ahí que no

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pase desapercibido. Por ello decimos que el sentido de comunidad se puede ver
fortalecida o resquebrajada desde el sentido de autoridad, puede hacer posible una
marcha a favor o en contra de una educación en valores.

Las prácticas educativas están frecuentemente sustentadas en el ejercicio de una


autoridad legal, desde donde se desarrollan las relaciones verticales, autoritarias,
dominantes, que traen como consecuencia en los estudiantes actitudes de dependencia–
sumisión o reacción. La ascendencia es mínima, lo que se observa es un sometimiento
por temor, que genera una pobreza en la capacidad de autocontrol.

La actitud de servicio y la coherencia del educador es por el contrario un camino que va


progresivamente generando en el estudiante, el dativo de autoridad moral al maestro.
Este tipo de autoridad propicia la autonomía porque se reconoce en él una persona
íntegra, este maestro alienta por tanto, la madurez e independencia del alumno, ayuda al
desarrollo de una conciencia interna. Se es autoridad para hacer crecer, no para controlar
el crecimiento.

 El sentido de participación y comunicación: El valor de la palabra como fuerza


ética da una expresión de identidad, por su capacidad de ser puente y fuente de relación,
de encuentro. La palabra explícita valores y valoraciones.

Muchas veces nos encontramos que anteponemos el valor de los hechos antes que el
diálogo o la comunicación. El afán de la eficiencia nos lleva a no ser tolerantes y a
perder calidez humana, se evita reflexionar ante la fuerza de los hechos. El encuentro
del pensar con el hacer creativo y concertado se hace urgente. Recuperarlo demanda un
proceso de reaprendizaje, de revaloración a todo nivel y en múltiples instancias.
Cada vez estamos enseñando pero también, aprendiendo, a ser más lejanos y ajenos a lo
público, a aquello que atañe al bien común, ¿a quién le importa hoy que al otro le
suceda algo o se vea afectado por algo? La solidaridad, la responsabilidad social se
diluye o es negada porque resulta más cómodo y facilista el no comprometerse, el “no
meterse” y es que lo común se está fragmentando, se privatiza y mal usa.

Resulta difícil percibir los procesos de participación y de cooperación que son los que
construyen y reconstruyen la colectividad. Recuperar el sentido de la participación, es
recuperar la capacidad de deliberación, de diálogo, de discusión de lo público, de
compromiso en lo que nos es común, sobre la base del reconocimiento de la persona y
de los otros.

Los aspectos mencionados anteriormente pueden ser considerados como obstáculos si


no están presentes en la dinámica escolar y de allí la necesidad de recuperar su auténtico
sentido. Si están presentes han de ser considerados como potentes dinamizadores de
cambio y de un mejoramiento incesante.

Encontramos experiencias educativas creadoras de nuevas relaciones y nuevos


procesos. El C.E. Ramiro Prialé de San Juan de Lurigancho realizó una experiencia
colectiva de fortalecimiento de la identidad personal y cultural con el Proyecto “Se
quién soy, no lo dudo, mis padres son mi orgullo”. Los estudiantes tomaron conciencia
del valor de las costumbres y tradiciones heredadas de sus ancestros.
La reflexión se hizo involucrando a todas las áreas académicas. En matemáticas se
partió de investigar la forma de vida para llegar a recrear restos arquitectónicos

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utilizando el sistema geométrico y numérico y también los quipus. En el área de
comunicaciones se recrearon cuentos tradiciones y canciones que los alumnos y sus
familias trajeron de sus lugares de origen y en su lengua materna. En ciencia tecnología
y ambiente se prepararon platos con alimentos autóctonos. En el área de estudios
sociales se presentó un módulo itinerante de turismo que relacionaba los restos
arqueológicos locales con la vida familiar de los antiguos pobladores. Idiomas elaboró
trípticos sobre diversos temas culturales. Educación Física rescató juegos recreativos
tradicionales de la época incaica, colonial y republicana, Educación artística preparó
danzas autóctonas.

A través de esta actividad colectiva se logró que los alumnos tomaran conciencia de ser
herederos de una gran riqueza cultural, científica y tecnológica que formaba parte de su
propia identidad.

Se fomentó la participación organizada de los padres de familia, recuperando sus


experiencias y conocimientos, integrándose a las actividades pedagógicas de la escuela,
Los profesores vivenciaron una experiencia de trabajo en equipo interdisciplinario.

Se concretó un currículo cuyos contenidos tenían significatividad para los estudiantes,


un currículo distinto, abierto al saber cotidiano, al saber de la identidad cultural propia,
al saber popular, al saber de la socialización. Saberes por mucho tiempo relegados y
excluidos, aduciendo que son saberes primarios, primitivos e intrascendentes. Prejuicio
enraizado en una racionalidad positivista que sostiene que lo que otros piensan y crean,
no tiene rigor científico, evitándose así que no se eleve la experiencia cotidiana al nivel
del saber abstracto y universal.

4. ¿CÓMO EDUCAR EN VALORES Y DEMOCRACIA?

Al haberse declarado la Educación Peruana en “Emergencia Educativa” queremos


entender que se trata de una voluntad firme y una decisión política, de impulsar
procesos de participación y corresponsabilidad, en la tarea de educar integralmente a
todas y todos.

El involucramiento multisectorial y del conjunto de actores sociales, es fundamental


para garantizar de manera más sostenida, que la educación de calidad para todas y todos
es una utopía más posible que probable.

Tal como se señala en la exposición de la Presidenta del Consejo de Ministros ante el


Congreso de la República, en julio pasado, los objetivos a lograrse en el mediano y
largo plazo, serían:
 Frenar el deterioro en la calidad de la educación y revertirlo;
 Priorizar la educación básica;
 Enfatizar en la formación continua y actualización de maestros;
 Evaluar y reparar la infraestructura escolar.
Estas expectativas implican abordar y considerar diversos aspectos para ser logrados.

Estimamos que la calidad de la educación pasa por:

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 Identificar los niveles de rendimiento escolar o aprendizajes alcanzados por los
estudiantes. Los resultados de las pruebas nacionales e internacionales en las áreas de
comunicación, matemática, ciencia y ambiente señalan serias deficiencias en nuestros
alumnos y docentes.

 Priorizar el logro de la comunicación. La comprensión lectora es necesaria y


urgente y puede alcanzarse sin desdeñar otros aprendizajes.

 El ejercicio de una ciudadanía humana, diferente a la que estamos hoy habituados,


o habituándonos, que necesita de una formación ético moral sólida y sostenida en la que
todos somos responsables.

 Desarrollar capacidades de comunicación y comprensión lectora con los


contenidos explícitos de una educación en valores y en especial de valores morales,
teniendo en cuenta los procesos de maduración y desarrollo de los estudiantes.

Hemos constatado que las relaciones entre los miembros de la organización escolar son
fuente importante de formación en valores, de imitación y ejercicio de la práctica
democrática. Impactan más en las y los estudiantes lo que viven, perciben con sus
sentidos y sobretodo cuando encuentran correspondencia entre el obrar y la palabra. Por
ello se hace urgente:

 Una gestión participativa, transparente y ética: esta evidencia nos estaría


indicando que tenemos que atender con especial interés las formas de participación y
organización que se favorecen en la escuela, cuidar el clima de relaciones entre
docentes, directores, alumnos, padres de familia, pues es una fuente principal de
conflictos que, en muchos casos, entorpece los procesos de cambio.

 Una práctica pedagógica que considera cuatro entradas que la experiencia nos
señala:
a) Desarrollo de estrategias dentro del aula (hora de OBE–tutoría–hora de reflexión):
estrategias dirigidas al autoconocimiento–estrategias dirigidas al autocontrol–estrategias
dirigidas al desarrollo de la socialización-estrategias dirigidas a la comprensión y
transformación de la realidad.

b) Prácticas educativas y de gestión que promuevan el ejercicio de la convivencia y el


aprendizaje democrático, desde los proyectos institucionales: contenidos transversales–
clima institucional–capacitación–trabajo con padres de familia etc.

c) Formación docente en valores morales: generación de espacios reflexivos–grupos


de estudio–intercambio de experiencias.

d) Procesos organizativos: redes educativas con gestión participativa, democrática,


colaborativa, colegiada, representativa, cogestionaria; organizaciones estudiantiles;
intercambios de experiencias.

Es importante contar con propuestas prácticas y teóricas que tornen en realidad las
grandes aspiraciones señaladas. El contar en el aula así como en la gestión
administrativa y pedagógica, recursos prácticos, es de mucha utilidad para evidenciar

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que es posible transformar las formas de interactuar, en otras más satisfactorias y
gratificantes.

Así por ejemplo, en una de las experiencias de CIDE en escuelas estatales de Lima y
Ayacucho, se llevaron a la práctica algunos recursos de gestión que posibilitaron climas
saludables creados a partir de la posibilidad de participar en la gestión pedagóe todo en
nuestro país, es una fuerte crisis ética cada vez más globalizante, multidimensional, que
atraviesa y afecta todas las esferas de nuestra vida pública y privada. Nuestra definición
como nación y sociedad que busca vivir en democracia, muestra contradicciones que
cuestionan nuestra manera de entender y vivir valores que afirmamos. Lo evidencian los
hechos mostrados recientemente en el informe presentado por la Comisión de la Verdad
y la Reconciliación, la poca credibilidad en las instituciones, las consecuencias de la
corrupción en el ámbito político, y algunos rasgos presentes en la vida escolar como en
el núcleo familiar.

Es necesario enfrentar decididamente esta crisis. Creemos que una herramienta fecunda
para lograrlo es el campo educativo escolar, donde nos encontramos como personas y
como colectivo, desde los inicios de nuestra vida. La sociedad pone su esperanza de
vida y de desarrollo en ella. La escuela establece un tejido social de relaciones para la
convivencia que permite el crecimi, con una mirada más objetiva y un criterio de
justicia en las decisiones que se tomen como consecuencia.

- Las responsabilidades, recurso que favorece la participación equitativa en las


diversas tareas que requieren atenderse en el aula, independientemente del ser
varones o mujeres.

Más allá de estos ámbitos al interior de la escuela, es importante considerar la


interacción con la comunidad, aportando de acuerdo a las fortalezas con que ella cuenta
y vinculándose con ella como soporte frente a sus necesidades de acuerdo a las
instancias organizativas existentes (DEMUNA, Municipio, Centros de Salud, Mesas de
trabajo y Redes Interinstitucionales).

Finalmente el tema de la educación en valores y en democracia es amplio y


controversial pero a la vez, convocante, proactivo porque nos desafía
permanentemente a estar alertas, a reencontrar los sentidos de nuestro propio ser
personal y comunitario y en este proceso construir país.

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