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La comunicación social. Elementos, claves


y proyecciones
Mabel S. Marro y Amalia B. Dellamea.
Editorial Docencia. Buenos Aires. 2001 (Páginas 40 a 44).
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3. Características psicológicas de la percepción humana.

3.1. La percepción sensible de mensajes.

En cuanto al fenómeno de la percepción, se dice que las fuentes de mensajes


sensibles son para el hombre génesis de la comunicación. El hombre, por su naturaleza,
vive permanentemente rodeado de personas, animales, plantas y objetos que conforman
su mundo exterior. Sus experiencias ocurren en un todo característico, que es su entorno
y que él reconoce cuando lo vivencia.
Una vivencia se concreta cuando el intercambio de mensajes entre el ser humano y
el mundo circundante va seguido de un darse cuenta, de un percibir.
Ese darse cuenta o reparar en algo se efectúa en diversas etapas de la actividad
psíquica del hombre, ya sea como primera aprehensión sensorial, como percepción
consciente o como comprensión inteligente.
En los distintos momentos de esa percepción, el hombre en sus encuentros con el
mundo y toma de conciencia del mismo, experimenta la recepción de mensajes
vivenciales, desde lo más elemental hasta lo más cognoscitivo. Estos mensajes lo
orientan en el ambiente al ponerlo en contacto con el mundo circundante. A través de
ellos toma conocimiento del mundo. Un mundo integrado por objetos y seres hacia los
que el hombre se proyecta para vivir.
Las sensaciones son estímulos que dimanan del medio circundante a la persona.
Estos estímulos son mensajes sensibles que proceden del mundo exterior. La percepción
sensible es un fenómeno complejo de propagación y recepción de señales. Los mensajes
emitidos al medio exterior son recibidos por los órganos sensoriales humanos. Sin
embargo, sólo una parte de las emisiones del mundo circundante es captada por los
órganos de los sentidos: oído, vista, tacto, olfato y gusto. Dicha limitación es estudiada
por la física, la química, la fisiología, la psicología, la sociología y la psicología social,
entre otras disciplinas.
Del área de la física, por ejemplo, se sirven los mensajes emitidos por el mundo
exterior en un vehículo transparente (ondas luminosas) o en un vehículo elástico (ondas
sonoras), correspondientes a estímulos habituales destinados a los sentidos de la vista y
del oído.
Pero quizá la parte más rica de este proceso se explica por la curiosidad, que aún en
la vida de relación más elemental es la expresión de una tendencia provocada por la
necesidad de sensaciones nuevas y constituye, a la vez, la causa de un comportamiento
de búsqueda que proyecta la actividad del individuo hacia el exterior.
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La actividad sensorial es selectiva, es decir que se orienta en ciertas direcciones


determinadas por la constitución fisiológica y psicológica de los individuos y de sus
intereses y motivaciones. Así, las personas se diferencian por prestar una atención
selectiva que les permite elegir entre todos los estímulos del mundo exterior, de los
mensajes y las informaciones. los sentidos eligen con preferencia la información que
lleva significación para el sí mismo de la persona; aunque no rechazan por ello aquella
que tienen que descifrar.
Se ha dicho que hay un filtro sensorial entre las cosas y el sujeto que las percibe.
Conocer el mundo es, desde este punto de vista, proyectar sobre él un haz de atención y
fijarlo en los puntos en los que la información que ofrece se corresponda con aquello
que el hombre necesita o espera de manera más o menos consciente.
Respecto de la sensación, hay que señalar que la conciencia es más o menos opaca,
es decir que el individuo no es capaz de adquirir toda la información contenida en su
entorno.
En el momento en que la sensación se convierte en percepción, la adquisición
de informaciones se hace consciente, y está aislada de las manifestaciones afectivas o
motrices que la acompañan. Es inmediatamente organizada e interpretada, asociada
a imágenes y recuerdos. La información no es aquí sólo un conocimiento nuevo, sino
algo que hay que tratar para descubrir en ella lo que tiene en común con los
conocimientos anteriores, o viejos.
En este sentido, se dice que la información no llega directamente a las personas,
sino que es la actividad de comunicación humana la que le confiere significados y le
otorga un sentido que permite a la conciencia integrar la información vieja con la nueva.
Para que un mensaje emitido por un comunicador tenga alguna probabilidad de ser
percibido, atendido y tomado en consideración por el receptor, a alguna parte del
mensaje o su totalidad ha de corresponder a la satisfacción de algún tipo de deseo o
necesidad del receptor.
Se habla de motivación en el emisor, el mensaje y el perceptor.
La motivación puede ser interna o externa. Es externa cuando el mensaje ha sido
tratado por el emisor de modo tal que logra llamar la atención del destinatario. Se habla
de motivación interna cuando, mas allá de todo, el destinatario desea o necesita ese
mensaje, y por lo tanto lo reconoce y se apropia de él.
Se ha reconocido precisamente una tendencia de las personas a exponerse o tomar
contacto con aquellos mensajes que son congruentes con su modo de pensar, es decir
que existe una tendencia a la exposición selectiva.
En síntesis, como se ha señalado más arriba, la percepción es siempre selectiva y
es una actividad que se realiza por medio de los sentidos para conectar a las personas
con su entorno. Pero además, las personas retienen selectivamente aquella información
del entorno que se adapte mejor a sus actitudes y opiniones. En este sentido, se habla de
una tendencia a la retención selectiva.
Puede decirse entonces que la percepción como elemento clave de la
comunicación humana es selectiva y configurativa. A lo que hay que agregar el rasgo
proyectivo, por el cual los individuos extrapolan a los mensajes elementos que no están
en esos mensajes pero sí están en su mente. Así, el receptor suprime lo que no le gusta o
no le conviene y puede llegar a "desvirtuar" el mensaje según su parecer.

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