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EXORDIO
L
a oración es uno de los medios eficaces para comunicarnos con
nuestro Creador, el mismo Jesús, siendo Dios necesitaba beber
de la fuente de la verdad y a través de la oración se comunicaba
permanentemente con el Padre Celestial para así poder adquirir la
fortaleza necesaria para implantar el Reino Divino en medio de los
hombres, y poder, cumplir la misión encomendada. Además, era
menester que pudiese resistir a toda tentación y sólo alimentándose
del germen mismo del amor eterno por medio de la oración, la fuerza
del Poder Divino se derramaba sobre El en cantidades necesarias para
poder salir ileso del fango en el cual la humanidad se hallaba inmersa.
Fue entonces Jesús quien le comunicó a sus discípulos la ingente
necesidad de la oración, porque sólo a través de ella podemos discenir
la voluntad Divina.
Y al igual que un tierno padre que es incapaz de resistir el llanto
lastimero de sus más pequeño hijo, acudiendo solícito a brindarle
ayuda, y está dispuesto a no negarle nada con tal de que deje de
llorar. También nuestro Papá del Cielo está dispuesto a concedernos
todo aquello cuanto le pidamos en nuestras oraciones.
La oración debe ser confiada (es la petición de un hijo a un Padre),
constante, sencilla, tierna, y sobre doto debemos estar seguros que
todo cuanto pidamos se nos concederá siempre y cuando sea para
nuestro bien.
“El que persevera alcanza”, reza el dicho popular; y el mismo
Jesús lo confirma cuando dice“Pedid y se os dará; llamen y se os
abrirá la puerta. Porque el que pide recibe; el que busca encuentra;
y se abrirá la puerta al que llama.” Mt. 7,7-8
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ORACIONES DIARIAS
(I)
Ofrecimiento del día
Señor, Dios omnipotente, que nos has hecho llegar al principio de
este día, fortalécenos hoy con tu virtud para que no caigamos durante
el día en pecado, sino que todas nuestras palabras, pensamientos y
obras se dirijan a practicar tu santa Ley. Por Nuestro Señor Jesucristo
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Dígnate, Señor, Dios del cielo y de la tierra, dirigir y santificar, regir
y gobernar en este día nuestras almas y nuestros cuerpos, nuestros
sentidos, palabras y acciones, según tu voluntad, para que merezcamos
ser salvos y libres, Salvador del mundo, que vives y reinas por los siglos
de los siglos. Amén.
El Padre Nuestro
Padre Nuestro que estás en el Cielo,santificado sea tu Nombre,
venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como
en el Cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas,así
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos
dejes caer en tentación, y líbranos del mal. Amén. (Mt. 6, 9-13)
El Avemaría
Dios de salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo,
bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu
vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora
y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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Gloria
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén
La salve
Dios te salve, Reina y Madre de
Misericordia, vida, dulzura y esperanza
nuestra, Dios te salve. A ti clamamos
los desterrados hijos de Eva. A ti
suspiramos gimiendo y llorando en este
valle de lágrimas. Ea, pues, Señora,
abogada nuestra: vuelve a nosotros
esos tus ojos misericordiosos. Y
después de este destierro, muéstranos
a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh
clemente, oh piadosa, oh dulce ¡Virgen
María! Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos
dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
El Angelus
Presidente. El Ángel del Señor anunció a María
Respuesta. Y ella concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
Dios te salve, María...
P. He aquí la esclava del Señor.
R. Hágase en mí según tu palabra
P. Dios te salve, María...
R. Santa María...
P. Y el Verbo se hizo carne.
R. Y Habitó entre nosotros.
P. Dios te salve, María...
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R. Santa María...
P. Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias
de Nuestro Señor Jesucristo.
Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros que, por el anuncio del
Angel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos,
por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo
nuestro Señor. Amén
Oración
Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
has llenado el mundo de alegría; concédenos por intercesión de su
Madre, la Virgen María, llegar a alcanzar los gozos eternos. Por nuestro
Señor Jesucristo. Amén.
(Se debe rezar todos los días a las 6:00, a.m., a las 12:00 m. Día
y a las 6:00 de la tarde)
Ofrecimiento de obras
Divino Corazón de Jesús, por medio del Corazón Inmaculado de
María Santísima, te ofrezco las oraciones, obras y sufrimientos de
este día, para reparar las ofensas que se te hacen, y por todas las
intenciones por las que tú te inmolas continuamente en el Altar.
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Te las ofrezco, en especial por las intenciones recomendadas al
Apostolado de la Oración en este mes.
Plegaria de la mañana
Esclarece la aurora el bello cielo, otro día de vida que nos das;
Gracias a Dios, creador del Universo, oh tierno Padre que en el cielo
estáis.
Nuestras voces unimos al concierto, que el universo eleva en
nuestro honor;desde la tierra al cielo más profundo, tierno Padre
magnífico Hacedor; conservad nuestras almas sin pecado, a nuestro
cuerpo dad fuerza y salud; y nuestra mente ilumina piadoso con un
rayo benéfico de luz.
Por nuestra amada patria suplicamos, por la Iglesia elevamos
oración; por nuestro queridos padres y familia, siempre dichosos los
hagas Señor. En vuestro Santo nombre comenzamos, este día de vida
que nos das; haced que lo acabemos santamente, oh Padre nuestro
que en el cielo estás.
El credo
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido
por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen,
padeció pajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre
los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios,
Padre todo poderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los
santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la
vida eterna. Amén..
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LAS VERDADES PRINCIPALES
DE LA FE
(II)
¿Qué es pecado?
Es rechazar libre y concientemente el amor de Dios. Es hacer mi
voluntad y no la voluntad de Dios.
Los Sacramentos
1. Bautismo
2. Confirmación
3. Penitencia o Confesión
4. Eucaristía o Comunión
5. Unción de los enfermos
6. Orden Sacerdotal
7. Matrimonio
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La Obras de Misericordia son:
Siete espirituales y siete corporales
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Los frutos del Espíritu Santo:
Los frutos del Espíritu Santo son ciertos actos de virtud que
acompañan a las personas que tienen verdadera devoción al Divino
Espíritu y son doce: - Caridad, - Paz, - generosidad, - Fe, - Dominio de
sí mismo, - Alegría, - Paciencia, - Bondad, - Mansedumbre, - Humildad,
- Castidad,- Piedad.
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ORACIONES A LA SANTÍSIMA
TRINIDAD
(III)
Trisagio a la Santísima Trinidad
P. Señor , abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
P. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
P. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Acto preparatorio
Dios, Uno en Esencia y Trino en personas: aquí tienes una de tus
humildes criaturasa que reconoce en sí la venerable imagen de tu
Trinidad Santa. Confieso que no he cumplido con las obligaciones a
que me empeña el honor de tu Divina semejanza. He pecado, Dios mío;
pero nunca negué, sino he creído constantemente en el Padre, en el
Hijo, y en el Espíritu Santo: que el Padre no tiene principio alguno; que
el Hijo es producido por el Padre, a quien es consustancial, y que el
Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo; de cuyo amor recpíproco
es término también consustancial a ambos. Que el Padre no es
primero que el Hijo, ni los dos primero que el Espíritu Santo. Adoro al
Padre como Dios, al Hijo como Dios y al Espíritu Santo como Dios. Yo
no entiendo, Señor, este misterio; pero cautivo mi entendimiento en
obsequio de la fe, para mayor gloria tuya y mérito mío. Ofrezco estos
profundos sentimientos de religión, de reverencia y amor, como unos
votos gratos a tu santidad, para que por ellos perdones tantas ofensas
cometidasa por mí contra tu Magestad increada. A ti suspira la trinidad
miserable de mis potencias: mi memoria enferma de fragilidad, mi
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entendimiento apestado de ignorancia, mi voluntad contagiada de
inclinación al mal. Sánala, santífícala y dame auxilio para que jamás
falte a los propósitos que te has dignado inspirarme. Yo prometo de
todo corazón dedicarme desde hoy en adelantea mantener la nobleza
de costumbres que corresponde al carácter de ti mismo con que me has
sellado, y hacer todo lo que me sea poisible para procurar tu gracia y
la devoción a tu Augusta Trinidad, en quien espero hallar misericordia,
piedad y beneficiencia para siempre. Amén.
Oración al Padre
Omnipontente y Sempiterno Dios Padre, que con tu Unigénito Hijo
y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, Uno en la esencia y Trino
en las personas. Yo te adoro, venero y bendigo con las tres angélicas
Jerarquías; y con los tres coros de la primera, amantes Serafines,
sabios Querubines y excelsos Tronos, te aclamo Santo, Santo, Santo,
Poderoso y Eterno Padre del Verbo Divino, principio del Espíritu Santo,
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Señor de los Cielos y de la tierra, a quien sea dada la gloria por los
siglos de los siglos. Amén.
(Padre nuestro y gloria al Padre, etc.)
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R. Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal. Ten misericordia de
nosotros.
Oh Trinidad Santísima
Te adoro, Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres
Personas y un solo Dios. Me postro ante el abismo de mi nada, ante
tu divina Majestad. Creo firmemente y estoy dispuesto a dar la vida
en testimonio de todo lo que nos has revelado en la Sagrada Escritura
y de los misterios que por medio de tu Iglesia nos has manifestado.
En Ti deposito mi confianza; y de tu mano, Dios mío, vida y
única esperanza mía, deseo, espero y quiero recibir todos los bienes
espirituales o corporales, que pueda alcanzar en esta vida o en la otra.
Te prometo no consentir jamás en cuanto esté de mi parte, en que
se infiera la más mínima ofensa a tu Divina Majestad.
Propongo firmemente dedicar toda mi existencia, mis dificultades
y energías a tu servicio y gloria.
Estoy dispuesto a sobrellevar todas las adversidades que tu mano
paternal quiera imponerme para dar gusto a tu corazón.
Quiero esforzarme con todo mi ser para que todos sirvan,
glorifiquen y amen a Dios su Creador.
Me gozo intensamente de la eterna fidelidad, y me siento jubiloso
por tu gran gloria en el cielo y en la tierra.
Te doy infinitas gracias por los innumerables beneficios concedidos
a mí y al mundo entero, y por los que continuamente, día tras día,
concedes benigna Providencia.
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Amo tu infinita bondad por sí misma con todo el afecto de mi
corazón y de mi alma: y desearía si me fuera posible, amarte como te
aman los Angeles y los justos, con cuyo amor uno al mío.
A tu Divina Majestad, en unión de los méritos de la Pasión, vida
y muerte de Jesucristo, de tu bienaventurada siempre Virgen María y
todos los santos, ofrezco desde ahora y para siempre todas mi obras y
pensamientos por la preciosísima Sangre de Nuestro Redentor Jesús.
Quiero también ofrecer, en la medida de mis fuerzas, satisfacción
y penitencia por todos mis pecados.
Dios mío, siendo Tú infinitamente digno de todo amor y servicio,
por ser quien eres: me arrepiento de todo corazón de mis pecados, y
los detesto más que todos los males puesto que tanto te desagradan a
Ti Dios mío, a quien amo sobre todas las cosas; te pido humildemente
perdón, y bajo firme propósito de nunca más ofender a tu Divina
Bondad. Amén.
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y los sacramentos, en comunión cada vez más íntima con las tres
divinas Personas, para que toda mi vida sea un “Gloria al Padre y al
Hijo y al Espíritu Santo. Santiago Albernione.
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ORACIONES A DIOS PADRE
(IV)
Oración de la mañana
Te adoro Dios mío, y te amo con todo el corazón. Te doy gracias
por haberme creado, hecho cristiano y conservado en esta noche, te
ofrezco las acciones del día: haz que sean todas según tu Voluntad
y para tu mayor gloria. Presérvame del pecado y de todo mal. Que tu
gloria esté siempre conmigo y con todos mis seres queridos. Amén.
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Aunque sea un pecador empedernido, si reza esta Coronilla, aunque
sea una sola vez, logrará la gracia de mi infinita misericordia”.
Cada día se reza un Padre Nuestro, un Ave maría y un Credo, y
luego con las cuentas del Rosario se rezan 5 decenas. Comienza cada
decena así:
“Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la
Divinidad de tu amadísimo Hijo Nuestro Señor Jesucristo, como
propiciación por nuestro pecados y los del mundo entero”.
Continúa e implora al Padre Eterno 10 veces, en cada decena:
“Por su dolorosa Pasión ten misericordia de nosotros y del mundo
entero”
Al terminar cada decena repite: (Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo
y la Sangre...)
Al finalizar las cinco decenas se repite tres veces:
“Santo Dios, santo Fuerte, Santo inmortal, ten misericordia de
nosotros y del mundo entero”.
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ORACIONES A JESUCRISTO
(V)
Consagración del género humano al Sagrado Corazón de Jesús
Dulcísimo Jesús, Redentor del género
humano, míranos humildemente postrados
delante de ti. Tuyos somos y tuyos queremos
ser. Y afín de poder vivir más estrechamente
unidos contigo, todos y cada uno nos
consagramos en este día a tu sacratísimo
corazón. Muchos, por desgracia, jamás te
han conocido; muchos, despreciando tus
mandamientos, te han desechado. Jesús
begninísimo, compadécete de los unos y
de los otros y atráelos a todos a tu corazón
santísimo, Señor, sé Rey, no sólo de los
fieles que jamás se han alejado de ti, sino también de los hijos pródigos
que te han abandonado; haz que vuelvan pronto a la casa paterna para
que no perezcan de hambre y de miseria. Sé Rey de aquellos que por
seducción del error y por espíritu de discordia viven separados de ti,
devuélvelos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe para que en
breve se forme un solo rebaño para un solo pastor.
Concede, Señor, incolumidad y libertad segura a tu Iglesia, otorga
a todos los pueblos la tranquilidad del orden. Haz que del uno al otro
confín de la tierra no resuene sino esta voz: Alabado sea el Corazón
divino, causa de nuestra salud: a Él la gloria y el honor por los siglos
de los siglos. Amén.
Acto de confianza al Corazón de Jesús
¡Oh Corazón de Jesús, Dios y hombre verdadero, refugio de
los pecadores y esperanza de los que en ti confían! Tú nos dices
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amablemente: “venid a mí”; y nos repites las palabras que dijiste al
paralítico: “Confía, hijo mío, tus pecados te son perdonados”; y a la
mujer enferma: “Confía hija, tu fe te ha salvado”; y a los apóstoles:
“Confiad, yo soy, no temáis”.
Animado con estas palabras, acudo a ti con el corazón lleno de
confianza, para decirte sinceramente y desde lo más íntimo de mi
alma: corazón de Jesús en ti confío.
- En mis alegrías y tristezas (Corazón de Jesús, en ti confío)
- En mis negocios y empresas. (Corazón de Jesús...)
- En mis prosperidades y adversidades. (Corazón de Jesús...)
- En las necesidades de mi familia. (Corazón de Jesús...)
- En las tentaciones del demonio. (Corazón de Jesús...)
- En las instigaciones de mis propias pasiones. (Corazón de Jesús...)
- En las persecuciones de mis enemigos. (Corazón de Jesús...)
- En las murmuraciones y calumnias. (Corazón de Jesús...)
- En mis enfermedades y dolores.(Corazón de Jesús...)
- En mis defectos y pecados. (Corazón de Jesús...)
- En la santificación y salvación de mi alma. (corazón de Jesús...)
- Siempre y en toda ocasión. (Corazón de Jesús...)
- En vida y muerte. (Corazón de Jesús...)
- En tiempo y eternidad... (Corazón de Jesús...
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Oración para obtener la gracia de todas las misas en el mundo
Padre Eterno, humildemente os ofrecemos la oferta de nuestra
pobre presencia, y la de toda la humanidad, desde el principio hasta
el fin del mundo. Deseamos asistir a todas las Misas que ya se han
celebrado en el mundo, y a todas las que se celebrarán en el futuro.
Os ofrecemos todas las penas, los sufrimientos, oraciones, alegrías y
horas de reposo en nuestra vida. Ofrecemos todo en unión con estas
mismas acciones de nuestro dulce Jesús, durante su estancia aquí en
la tierra. Esperamos que toda la preciosísima Sangre de Cristo, todas
sus llagas, y toda su agonía nos salven. Os ofrecemos esta petición por
medio del doloroso e inmaculado Corazón de María. Amén.
Alma de Cristo
(se reza después de recibir la Eucaristía)
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
Oh buen Jesús, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame,
y mándame que vaya a Ti,
para que con tus Angeles y tus Santos de alabe y te bendiga
por los siglos de los siglos. Amén
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Comunión espiritual
(Se puede rezar varias veces al día, y tiene el mismo valor que la
comunión Sacramental).
“Oh Jesús mío, Divino Prisionero de amor, yo creo firmemente que
estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar, con tu Cuerpo,
Sangre, Alma y Divinidad. ¡Cuánto desearía recibirte en este momento!
Pero no pudiendo comulgar ahora, te invito a venir igualmente a mí...
(uno momento de silencio). Habiendo ya venido te amo y te ruego que
invadas todo mi ser y tomes de él posesión. He aquí mi lengua, guárdala
que sólo exprese lo que a Ti te guste y que mi silencio te hable. He aquí
mis oídos, que escuchen la voz del deber y tu voz, oh Jesús. He aquí
mi oídos, que te contemplen a Ti en todas las caras y en todo trabajo.
He aquí mis manos y mis pies, hazlos ágiles, que sólo se muevan a tu
servicio ejecutando tus deseos. He aquí mi mente, que tu Luz la invada
toda. He aquí mi corazón, que lo inunde tu amor y allí descanse. Amén.
Oración Eucarística
Señor nuestro Jesucristo, que en este sacramento admirable nos
dejaste el memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal modo los
sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos
constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y
reinas por los siglos de los siglos. Amén.
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que yo tenga Tú la suavizarás. Sobre todo, a la hora de la muerte, ¡OH!,
PRECIOSA SANGRE sé Tú mi paz y esperanza. Que tu insignia sea mi
pasaporte a la Eterna Morada, tu Voz mi mediadora delante del Trono
de la justicia de Dios, abriéndome las puertas de la Ciudad Inmortal,
donde por siempre te amaré y gozaré en Ti.
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El santo Via crucis
Se inicia con la señal de la cruz).
Primera estación
Jesús es condenado a muerte
Guía: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
Todos: Porque por tu santa cruz redimiste al
mundo.(Se repite después de cada estación)
Consideración: ¡Oh suavísimo Jesús, que con infinita humildad
y rendimiento quisisteis parecer cual vil esclavo, atado con duras
cadenas, en presencia del pueblo sacrílego, y guardar la injusta
sentencia de muerte que contra vuestra Divina Majestad pronunció
aquel juez inicuo!: concédeme, Señor, que con vuestro ejemplo
mortifique yo mi orgullo; y sufriendo con humildad las afrentas de esta
vida, quede libre de las cadenas de los pecados con que el enemigo
quiere atar mi alma; para que libre de ellos por vuestra gracia, pueda
llegar a gozar de las delicias de la gloria. Amén. (Padre nuestro, Ave
María, Gloria al Padre...).
Segunda estación
Jesús carga con la Cruz.
Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos...
Cuarta estación
Jesús se encuentra con su Madre.
(Te adoramos oh Cristo y te bendecimos...)
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Quinta estación
Jesús es ayudado por Simón de Cirene.
(Te adoramos o Cristo y te bendecimos...)
Sexta estación
La Verónica limpia el rostro de Jesús.
(Te adoramos o Cristo y te bendecimos...)
Séptima estación
Jesús cae por segunda vez.
(Te adoramos o Cristo y te bendecimos...)
Consideración: ¡Oh santísimo Jesús!, por aquella gran fatiga que sintió
vuestro delicado cuerpo, que, no pudiendo ya resistir al gravísimo peso
de la cruz, os hizo caer en tierra por segunda vez, os suplico, esposo
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de mi alma, que iluminéis mi entendimiento, a fin de que conozca el
inmenso peso de los pecados que cometo, y que me deis gracia para
que no me arrastren a una eterna pena, antes viva siempre en mí el
deseo de amaros, serviros y alabaros en esta vida y en la gloria. Amén.
(Padre nuestro, Ave María Gloria al Padre...)
Octava estación
Jesús se encuentra con las mujeres de Jerusalén.
(Te adoramos o Cristo y te bendecimos...)
Novena estación
Jesús cae por tercera vez.
(Te adoramos o Cristo y te bendecimos....)
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Décima estación.
Jesús es despojado de sus vestiduras.
(Te adoramos oh Cristo y te bendecimos...)
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ORACIONES PARA ANTES DE LA
CONFESIÓN
(VI)
El Yo pecador
Yo confieso ante Dios
Todopoderoso y ante vosotros
hermanos, que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra
y omisión; por mi culpa, por
mi gran culpa. Por eso ruego
a Santa María siempre Virgen,
a los ángeles y a los santos
y a vosotros hermanos que
intercedáis por mí ante Dios
Nuestro Señor. Amén.
Acto de contrición
Jesús mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos mi pecados
que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón porque con ellos
he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a
pecar, y confío en que por tu infinita misericordia, me has de conceder
el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén.
Salmo 50 o Miserere
(compuesto por el Rey David, después de reconocer su pecado)
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por
tu inmensa compasión borra mi culpa; lava
del todo mi delito, limpia mi pecado.
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Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra Ti, contra Ti sólo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
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Líbrame de la sangre, oh Dios,
¡Dios, Salvador nuestro!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen,
si te ofreciera un holocausto,
no lo querrías,
mi sacrificio es un espíritu quebrantado,
un corazón quebrantado y humillado,
Tú no lo desprecias.
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ORACIONES AL DIVINO NIÑO
(VII)
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que de la nada te gustó crear.
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luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
El santo Rosario
Se hace la señal de la Cruz.
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Madre intacta, ruega por nosotros.
Madre virgen, ruega por nosotros.
Madre inmaculada, ruega por nosotros.
Madre amable, ruega por nosotros.
Madre admirable, ruega por nosotros.
Madre del buen consejo, ruega por nosotros.
Madre del Creador, ruega por nosotros.
Madre del Salvador, ruega por nosotros.
Virgen prudentísima, ruega por nosotros.
Virgen digna de veneración, ruega por nosotros.
Virgen laudable, ruega por nosotros.
Virgen poderosa, ruega por nosotros.
Virgen clemente, ruega por nosotros.
Virgen fiel, ruega por nosotros.
Espejo de justicia, ruega por nosotros.
Trono de sabiduría, ruega por nosotros.
Causa de nuestra alegría, ruega por nosotros.
Vaso espiritual, ruega por nosotros.
Vaso de honor, ruega por nosotros.
Vaso insigne de devoción, ruega por nosotros.
Rosa mística, ruega por nosotros.
Torre de David, ruega por nosotros.
Torre de marfil, ruega por nosotros.
Casa de oro, ruega por nosotros.
Arca de la alianza, ruega por nosotros.
Puerta del cielo, ruega por nosotros.
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Estrella de la mañana, ruega por nosotros.
Salud de los enfermos, ruega por nosotros.
Refugio de los pecadores, ruega por nosotros.
Consuelo de los afligidos, ruega por nosotros.
Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros.
Reina delos ángeles, ruega por nosotros.
Reina de los patriarcas, ruega por nosotros.
Reina de los profetas, ruega por nosotros.
Reina de los apóstoles, ruega por nosotros.
Reina de los mártires, ruega por nosotros.
Reina de los confesores, ruega por nosotros.
Reina de todos los santos, ruega por nosotros.
Reina concebida sin pecado original, ruega por nosotros.
Reina asunta al cielo, ruega por nosotros.
Reina del santísimo rosario, ruega por nosotros.
Reina de la paz, ruega por nosotros.
Reina delmundo, ruega por nosotros.
Cordero de Dios, que quitas
el pecado del mundo, perdónanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas
el pecado del mundo, óyenos señor.
Cordero de Dios, que quitas
el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
Todos: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro
Señor Jesucristo.
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Los siete Dolores de la Virgen María
Por la señal de ... Acto de Contrición.
Primer dolor
Profecía de Simeón
Madre afligida. Por el dolor que padeciste al oír de los labios del
santo profeta Simeón, que una espada de dolor había de atravesar tu
alma, no permitas que yo con nuevos pecados atraviese tu alma tan
adolorida. Avemaría.
Segundo dolor
La huida a Egipto
Virgen angustiada. Por los trabajos que padeciste, huyendo con tu
Hijo Jesús a Egipto, no consientas que yo destierre de mi alma por el
pecado a Cristo. Avemría.
Tercer dolor
El Niño perdido
Madre desolada. Por las amargas penas que sufriste en la pérdida
de vuestro Hijo dulcísimo, haz que si yo le perdiere por mis pecados, no
descanse hasta hallarle de nuevo por medio de una sincera confesión.
Avemaría.
Cuarto dolor
La calle de la amargura
Madre atribulada. Por el dolor que sentiste viendo a tu querido Hijo
con la Cruz a cuestas, no permitas que yo con nuevas ofensas aumente
el peso de aquella Cruz, y lastime más tu corazón maternal. Ave María.
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Quinto dolor
La Crucifixión
Reina de los mártires. Por los dolores con que fue crucificada
tu alma, cuando contemplabas a tu Hijo clavado en la Cruz, has
que mortifique yo mis malas pasiones, y viva crucificado en Cristo.
Avemaría.
Sexto dolor
El Descendimiento
Madre dolorosa. Por las lágrimas que tú mezclaste con la Sangre
de tu Hijo, cuando le tenías muerto en tus brazos; alcánzame luz del
Cielo para conocer la gravedad del pecado, que fue la causa de su
muerte y de tu dolor. Avemaría.
Séptimo dolor
La Sepultura
Virgen tristísima. Por la soledad en que dejaste el cadáver de tu Hijo
en el sepulcro, alcánzame la gracia de llevar con cristiana resignación
las penas que por mis culpas he merecido, esperando que se han de
cambiar pronto en las alegrías de la Gloria. Avemaría.
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Quiero vivir y morir bajo tu manto.
Quiero que mi vida te haga sonreír.
Mírame con compasión, no me dejes Madre mía.
Y, al fin, sal a recibirme y llévame junto a Ti;
Tu bendición me acompañe hoy y siempre.
Amén: Aleluya. (Una Avemaría)
Consagración a María
Oh Señora mía, oh Madre mía,
yo me ofrezco enteramente a vos,
y en prueba de mi filial afecto,
te consagro en este día y para siempre,
mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón,
en una palabra todo mi ser,
y ya que soy toda vuestra, oh Madre de bondad
guardadme y defendedme,
como hija y posesión tuya . Amén.
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A la Madre de las Misericordias
Oh Madre de Misericordia, socorro de lo los cristianos, ministra
fidelísima de la Divina Providencia, tesorera de todas las gracias,
acordaos de que nunca se ha oído decir que hayáis dejado sin
consuelo a los que devotamente han acudido a vos; ved aquí por que
llena de confianza en vuestra liberalísima generosidad, me prosterno
humildemente a vuestros pies, para que os dinéis escuchar mis
súplicas. Alcanzadnos la santa Providencia, es decir, las gracias en
todas nuestras necesidades espirituales y también la Providencia
temporal necesaria para dirigir nuestra vida en este valle de lágrimas.
A vuestro corazón afectuoso y maternal encomiendo fervorosamente
la santa Iglesia, el Romano Pontífice, los agonizantes, la conversión
de los pecadores, y en fin, las almas que sufren en las crueles llamas
del purgatorio; esposas elegidas del Señor, para que sean pronto
consoladas por la entrada en el Eterno Refrigerio. Amén.
(Monseñor Miguel angel Builes)
Madre Santísima
Madre Santísima que al pie de la Cruz nos adoptasteis por hijos,
mostrad ahora y siempre que sois en realidad nuestra Madre. Disponed
de nuestras vidas, bendecid y santificad todos los instantes, asistidnos
con vuestro Esposo en la agonía, y sed con vuestro Hijo nuestro premio
en la eternidad. Amén.
(Mons. Miguel Angel Builes)
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Porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí;
su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
Dispersa a los soberbios de corazón;
derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia
como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham
y su descendencia por siempre. Amén.
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ORACIONES A LOS SANTOS
ANGELES
(IX)
Oración a San Miguel
San Miguel Arcángel defiéndenos en la pelea, sé nuestro amparo
contra la maldad y las asechanzas del demonio.
Reprímele Dios, como rendidamente te lo suplicamos.
Y tú ¡oh príncipe! de la Milicia Celestial armado del poder Divino,
precipita al infierno a Satanás y a todos los espíritus malignos que para
la perdición de las almas andan por el mundo. Amén.
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Te pido también por la Iglesia, los gobernantes, los trabajadores
y los enfermos; obtén bendiciones y salvación a cuantos buscan la
verdad, la justicia y la paz. Amén.
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ORACIONES A SAN JOSÉ
(X)
Siete Domingos de San José
1. Glorioso san José, esposo de María
Santísima; a la manera que fue grande la
angustia y el dolor de tu corazón, en la duda
de abandonar a tu purísima Esposa, así fue
inexplicable la alegría cuando te fue revelado
por el ángel el soberano misterio de la Redención
(Mt. 1,18-25).
Por este dolor y este gozo, te rogamos nos consueles en las
angustias de nuestra última hora y nos concedas una santa muerte
después de haber vivido una vida semejante a la tuya en medio de
Jesús y de María.
Padre nuestro, Avemaría, Gloria...
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Por este dolor y este gozo te rogamos nos obtengas la gracia de
que, quitando de nuestro corazón todo vicio, tengamos la dicha de
morir con el Santísimo Nombre de Jesús en los labios y en el corazón.
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria...
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tranquilizado por el ángel, viviste contento con Jesús y María en Nazaret
(Mt. 2,19-32)
Por este dolor y este gozo, alcánzanos la gracia de vernos libres de
temores nocivos, que gozando de la paz de conciencia, vivamos seguros
con Jesús y María y así poder morir en su compañía.
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria...
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NOVENAS
(XI)
Novena de la confianza al Divino Niño
Niño amable de mi vida.
Cosuelo de los cristianos.
La gracia que necesito pongo en tus benditas manos.
Padre nuestro...
Tú que sabes mis pesares
Pues todos te los confío
Da la paz a los turbados
Y alivio al corazón mío.
Dios te Salve María...
Y aunque tu amor no merezco, no recurriré a ti en vano, pues eres
Hijo de Dios y Auxilio de los cristianos. Gloria al Padre...
Acuérdate oh Niño Santo que jamás se oyó decir, que alguno te haya
implorado, sin tu auxilio recibir. Por eso con fe y confianza, humilde y
arrepentido. Lleno de amor y esperanza. Este favor yo te pido: (Pedir la
gracia que se desea y decir siete veces). Divino Niño Jesús bendícenos.
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escuchado por Ti, pero pongo, por intercesora a tu sierva y abogado
mía Santa Rita de Casia. Atiende, Señor, a sus ruegos en mi favor y haz
que, lo que por mi indignidad no puedo obtener, lo consiga mediante
su poderosa intercesión. Amén.
Lección espiritual
Nació Rita en el Castillo de Rocca Porena (Italia) en el año del
Señor de 1386.
Su nombre era Margarita, pero el cariño de sus padres y de la
servidumbre del castillo lo convirtió en Rita; diminutivo consagrado
por la veneración de la Iglesia y del pueblo critiano.
Nada le faltó en su infancia y niñez: ni cariño, ni vestidos de seda,
ni joyas de plata, ni oro, ni esmerada educación.
Entre esplendores señoriales, corría a través de los amplios salones
del castillo, rodeada de doncellas, de domésticos, de pajes. Todo hacía
pensar que aquella niña había de ser feliz, pues no le faltaría ninguno
de aquello elementos que puede ambicionar una mujer: belleza, riqueza,
honores, admiradores.Sin embargo ¡misterios de la vida humana que
sólo Dios conoce! Rita fue feliz pero no por los caminos que hacían
presumir los esplendores humanos de su nacimiento y de su niñez,
sino por los sembrados de espinas y de cruces que le señaló el dedo
de la Providencia y que Rita siguió con una fortaleza que es el asombro
del mundo.
Si “El hombre propone y Dios dispone”, acepta las tachas o
correcciones que Él introduzca en tus propios planes.
Oración final
Para todos los días
Oh Dios, que te has dignado constituir a tu sierva Rita de Casia
abogada especial en los casos más difíciles de nuestra vida; muestra,
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Señor, tu poder en esta gracia que por mí te pido y has que sea para
tu mayor gloria y bien de mi alma. Amén.
Día Segundo
Lección Espiritual
(Todo como el primer día)
La primera estación del calvario de Rita fue su matrimonio a la
temprana edad de doce años. Aquí ya se derrumbaron los sueños
de su felicidad.. La pobre niña en manos de un demonio, vestido de
hierro: un caballero para quien no hay más ley que su capricho, ni
más ejercicio que el de las armas, ni más razón que la fuerza bruta.
Fuera de casa las mujeres y la “tomadera” los duelos y el juego; en
casa gritos, blasfemias y golpes.
Al principio, Rita creyó que había caído en el infierno; lloró días
enteros y suspiró por la muerte. No tardó sin embargo, en reaccionar.
Educada en los más sólidos principios del Evangelio, comprendió
claramente su misión: callar, sufrir, rezar. Nada podía alterar la dulzura
infinita de su alma; a los insultos contestaba con amables sonrisas;
a las infidelidades, con muestras de un cariño infatigable. Al mirar
su rostro, no solamente parecía, resignada , sino también contenta.
A pesar de los combates de su interior, logró ser considerada como
la esposa más sumisa, más dulce, más complaciente, logró algo más:
poco a poco la fiera iba domesticándose. De la violencia, su marido
había pasado a la admiración, al respeto, del respeto al cariño. Cuentan
sus biógrafos que a fuerza de paciencia el lobo se convirtió en cordero.
Por muy difíciles que sean las circunstancias en que te veas, nunca
te entregues al pecado de la desesperación. Dios siempre deja una
puerta abierta por la que podamos salir con bien.
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Día Tercero
Lección Espiritual
(Todo como el primer día)
Un día, cuando la condición de su marido había mejorado
tan extraordinariamente le llegó a Rita la noticia de que había sido
asesinado en una encrucijada.
Sin embargo, perdona sinceramente a los asesinos. Le quedan
dos hijos que, sin la caridad heroica de su madre, empiezan a tramar
la venganza de su padre. Ella lo averigua, e impotente para hacerlos
desistir de sus propósitos, pide a Dios que, antes que se cometa un
nuevo crímen los saque de este mundo. Y Dios escuchó su ruego.
Desde entonces vive sola en su castillo entregada a la oración y
a la penitencia. Sus pajes son ahora los ángeles, y los pobres sus
amigos. Enamorada de Jesús, quiere entregarse a El enteramente.
Varias veces al día las campanas suenan allí abajo, en la torre de las
Agustinas de la Magdalena.
Aquellas campanas son su tormento. Llaman a adorar a Dios;
pero, ¡ay! No la llaman a ella, tres veces se ha postrado de rodillas
ante las Madres pidiéndoles una túnica y un velo, y tres veces ha sido
rechazada. ¿Por qué? En la pequeña ciudad de Casia se había traslucido
algo de sus éxtasis, de sus grandes penitencias, de su prologada
contemplación. Quizás fuera por esto, pues si admiramos a los santos,
hay en ellos algo que nos intimida, y nos induce a vencerlos.
“El perdón es la mejor limosna que podemos hacer a nuestro
prójimo. Nunca es imposible perdonar. Jesucristo en la Cruz y Rita en
su castillo nos lo demuestran”.
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Día Cuarto
Lección Espiritual
(Todo como el primer día)
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Día Quinto
Lección Espiritual
(Todo como el primer día)
Ya tenemos a doña Rita convertida en Sor Rita. Y fue como antes;
humilde, sufrida obediente, amante del dolor hasta el delirio.
Los fenómenos extraordinarios despiertan siempre el recelo y la
desconfianza, y así sucedió en la Comunidad de Santa María Magdalena
de Casia. Rita conoció las pruebas duras, las miradas desconfiadas,
las sonrisas del desprecio y el sarcasmo. Durante meses regó por
obediencia un tronco seco que había en el jardín.
Naturalmente aquel tronco nunca dio peras, pero en el alma de la
hortelana crecía un rosal maravilloso.
Rita había aprendido a sonreír siempre en le escuela del
matrimonio; no iba a olvidar la lección en la vida religiosa.
Pero ahora tenía que librar otros combates que antes no se
habían hecho sentir; el del demonio y el de la carne. Cuando la carne
se revelaba, Rita cogía la candela y la aplicaba al pie o a la mano, y
mientras la carne chisporreteaba mordida por el fuego, ella sonreía.
Más fácil le era triunfar de los asaltos del demonio, refugiándose en
la oración y en la humildad, las dos armas más aconsejadas por los
maestros de la vida espiritual.
Día Sexto
Lección Espiritual
(Todo como el primer día)
Grandes son las pruebas que el alma cristiana tiene que soportar
cuando ha profesado fidelidad absoluta a Dios. El Discípulo amado
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las reduce a tres: combate contra la soberbia, combate contra la
ambición y combate contra la carne. Pero no son estas las únicas
pruebas a que Dios somete a las almas escogidas; en sus manos posee
recursos infinitos para purificarlas hasta de las más leves sombras de
imperfección. Y esas pruebas, sean del espíritu o del cuerpo, que el
cristiano corriente tiende a considerar como castigo, cuando no como
injusticias, son tenidas por los santos como muestras de la divina
predilección que los acerca más y más al supremo modelo de toda
santidad, Cristo Jesús.
Fue Rita, en este orden, uno de los ejemplos más admirables de
la historia del cristianismo. No nació en un pesebre ni en un tugurio,
más parece que Dios permitió la felicidad de los primeros años para ir
después despojándola, pieza a pieza, de cuanto poseía: de su marido,
ya convertido, de sus hijos, de sus bienes, de su salud, hasta dejarla
empeñada en aquel combate espiritual, que, según los santos, es más
doloroso que la misma muerte.
Día Séptimo
Lección Espiritual
(Todo como el día primero)
La “Espina”. Sí, la espina de Santa Rita fue otra de sus grandes
pruebas. Parece como si el Esposo Celestial siguiera con ella los
métodos que tan buen resultado le dieron al esposo en la tierra. A
fuerza de místicos besos, hizo brotar en la frente de la amada una
fuerte sangre y pus, una herida hedionda, que no tardó en convertirse
en un nido de gusanos blancos y monstruosos. Un olor apestoso salía
de aquel hervidero, y las hermanas huían horrorizadas de la santa
tapándose las narices.
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Semanas enteras se pasaba la paciente sin ver a nadie, sin probar
bocado, sin aparecer en público más que para comulgar. Y cuando
alguien le decía que desalojase a los parásitos que corrían por su cara,
ella sonreía y decía dulcemente:
“Dejadlos, son mis angelitos” Ante este ejemplo de infinita
paciencia, ¿Dónde queda la del santo Job, que maldecía el día en que
había nacido? Rita había llegado a la más íntima unión con Dios en la
que el alma casi desprendida ya de la corteza terrestre, no se contenta
con decir: “O padecer, o morir”, sino que, con hambre insaciable de
identificarse con su divino Esposo, prorrumpe en aquella exclamación
parecida al “Sitio” de la Cruz: “No morir sino padecer”. Es la expresión
de otra alma gemela de la suya, Catalina de Siena, que al entregar su
alma a Dios exclamaba: ¡Sangre! ¡Sangre!.
Día Octavo
Lección Espiritual
(Todo como el primer día)
La mansedumbre de Rita llegó a conmover al Esposo Celestial. Al fin
Jesús se prestaba a todos sus caprichos. Ya en su última enfermedad,
Rita pidió que le trajeran una rosa del jardín de su castillo.
Como era en enero, las hermanas creyeron que deliraba, pero en
el tallo más alto del rosal, apareció una rosa fragante y hermosa. Al
día siguiente se le antojaron dos higos, y la higuera de Roca Porena,
dio los higos deseados. Cuando Rita murió la llaga resplandecía en su
rostro como una estrella en un rosal.
¡Cuan preciosa es en la presencia del Señor la muerte de sus
santos! Dios los zarandea en vida como el trigo en la era; los purifica
como el oro en el crisol; los prueba de mil maneras, hasta el punto
70
de que santa Teresa ha podido decir graciosamente: “!Señor, que mal
tratas a tus amigos; por eso tienes tan pocos”!. Pero si los dos seres
más amados de Dios, Jesucristo y la Santísima Virgen, recorrieron la
vía dolorosa con la cruces más pesadas, ¿qué otro camino podrá llevar
el verdadero cristiano? Sobre todo teniendo en cuenta que cuando Dios
impone una cruz, El mismo es el que da la fortaleza para llevarla; y
El es también el premio que se da a los justos por toda la eternidad.
Día Noveno
Lección Espiritual
(Todo como el primer día)
La devoción a Santa Rita de Casia está extendida por todo el
mundo cristiano.
No es fácil averiguar el por qué de las preferencias de los fieles en
su devoción por unos santos u otros, pero cuando uno llega a penetrar
profundamente en el corazón y en la confianza del pueblo, hay motivos
para creer que su intercesión ante Dios se deja sentir eficazmente.
Santa Rita es llamada vulgarmente “Patrona de los imposibles”.
Ahora bien, lo “imposible”, propiamente dicho, lo que envuelve alguna
contradicción, no hay quien lo alcance, ni quien lo haga; mejor le
cuadra el de “Abogada de las cosas difíciles”, fundado este título en
la facilidad con que la santa obtenía de Dios favores extraordinarios
como los descritos en esta Novena.
¿De dónde le viene a Santa Rita ese poder extraordinario? De su
conformidad absoluta con la voluntad de Dios. Dicha conformidad en
vida ha merecido en la gloria como premio especial que la voluntad
toda poderosa de Dios esté pronta a escuchar los ruegos de la santa
a favor a sus devotos. Dios no se deja vencer en su generosidad, al
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que generosamente le entrega su voluntad. Ejemplo de esta especie
de subordinación divina lo tenemos multiplicados en la vida de santa
Catalina de Siena, cuando se presentaba a su Esposo y le decía
simplemente: “quiero”.
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Primer día
¡Oh Santísima Señora de Guadalupe! Esa corona con que ciñes tus
sagradas sienes, publica que eres Reina del universo. Lo eres, Señora,
pues como Hija, como Madre y como Esposa del Altísimo tienes un
absoluto poder, y un justísimo derecho sobre todas las criaturas. Siendo
esto así, yo también soy tuyo: yo también pertenezco a Ti, por mil títulos;
pero no me contento con ser tuyo por otro título más, esto es, por la
elección de la voluntad. Ves, aquí, pues, que postrado delante del Trono
de tu Majestad, te elijo por mi Reina y mi Señora, y con este motivo,
quiero doblar el señorío y dominio que tienes sobre mí; quiero depender
de Ti y quiero que los designios que tiene de mí la Providencia divina
pasen por tus manos. Dispón de mí como te agradare: los sucesos y
lances de mi vida quiero que todos corran por tu cuenta. Confío en tu
begninidad, que todo se enderezará para el bien de mi alma y honra
y gloria de aquel Señor que tanto se complace en todo el mundo te
reconozca por su Reina. Amén.
Segundo Día
¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Qué bien se conoce que eres
Abogada nuestra en el Tribunal de Dios, pues esas hermosísimas
manos que jamás dejan de beneficiarnos, las juntas ahora ante el
pecho en ademán de quien suplica y ruega, dándonos con esto a
ver, que desde el trono de la gloria en donde asistes como Reina de
los Angeles y hombres, haces también oficio de Abogada, rogando y
procurando a favor nuestro. ¿Con qué afectos de reconocimiento y
gratitud podré pagar tanta fineza? Más pues no hay en todo mi corazón
suficiente caudal para pagarlo, a Ti recurro para que me enriquezca
con los dones preciosos de una caridad ardiente y fervorosa, de una
humildad profunda, y de una obediencia pronta al Señor. Esfuerza tus
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súplicas, multiplica tus ruegos, y no ceses de pedir al Todopoderoso
me haga suyo, y me conceda ir a darte las gracias por el feliz éxito de
tu abogacía en la gloria. Amén.
Tercer día
“Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! ¡Qué puedo creer al
verte cerca de los rayos del sol, sino que estás tan íntimamente unida
al sol de la Divinidad, que no hay en Ti cosa alguna que no sea luz,
que no sea gracia, y que no sea santidad! Qué puedo creer sino que
estás anegada en el piélago de las divinas perfecciones y atributos,
y que Dios te tiene siempre en su corazón! Sea para bien, Señora,
tan alta felicidad. Yo, entre tanto, arrebatado del gozo que ella me
causa, me presento delante del trono de tu soberanía, suplicándote te
dignes enviar uno de sus ardientes rayos hacia mi corazón: ilumina
con su luz mi corazón: ilumina con su luz mi entendimiento: enciende
con su luz mi voluntad: has que acabe yo de persuadirme de que vivo
engañado todo el tiempo que no empleo en amarte a Ti y en amar a mi
Dios: has que acabe de persuadirme de que me engañó miserablemente
cuando amo alguna cosa que no sea a mi Dios, y cuando no te amo
a Ti por Dios. Amén.
Cuarto Día
¡Oh Santísima María de Guadalupe! Si un ángel de cielo tiene
por honra tan grande suya estar a tus pies que en prueba de tu gozo
abre los brazos y extiende las alas para formar con ellas repisa de tu
Majestad, ¿qué deberé yo hacer para manifestar mi veneración a tu
persona, sino ofrecerte, no ya la cabeza ni los brazos, sino el corazón y
mi alma para que santificándola con tus divinas plantas se haga trono
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digno de tu soberanía? Dígnate, Señora, de admitir ese obsequio: no lo
desprecies por indigno a tu soberanía, pues el mérito que le falta por mi
miseria y pobreza, lo recompenso, con la buena voluntad y los deseos.
Entra a registrar mi corazón y verás que no lo mueven otras alas sino
las del deseo de ser tuyo, y el temor de ofender a tu Hijo divinísimo.
Forma trono de mi corazón, y ya no se envilecerá dándole entrada a la
culpa, y haciéndose esclavo del demonio.
Has que no viva en él sino Jesús y María. Amén.
Quinto Día
¡Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! ¿Qué otro vestido le
correspondía a quien es un cielo por su hermosura, sino uno todo de
estrellas? ¿Con qué podía adornarse una belleza toda celestial, sino
con los brillos de una virtudes tan lúcidas y tan resplandecientes
como las tuyas? Bendita mil veces la mano de aquel Dios que supo
unir en Ti hermosura tan peregrina con pureza tan realzada, y gala tan
brillante y rica, con humildad tan apacible. Yo quedo, Señora, absorto
de hermosura tan amable y quisiera que mis ojos se fijaran siempre
en Ti para que mi corazón no se dejara arrastrar de otro afecto que
de amor tuyo. No podré lograr este deseo, si esos resplandecientes
astros de que estás adornada, no infunden un ardiente y fervorosa
caridad, con que ame de todo mi corazón y con todas mis fuerzas a
mi Dios, y después de mi Dios a Ti como único objeto digno de que la
amemos todos. Amén.
Sexto Día
¡OH Santísima Virgen de Guadalupe! ¡Que bien dice a tu soberanía
ese tapete que la luna forma a tus sagradas plantas! Hollaste con
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invicta planta las vanidades del mundo, y quedando superior a todo lo
criado, jamás padeciste el menguante de la más ligera imperfección:
antes de tu primer instante estuviste llena de gracia. Miserable de
mí, Señora, que no sabiéndome mantener en los propósitos que hago,
no tengo estabilidad en la virtud, y sólo soy constante en mis viciosas
costumbres. Duélete de mí, Madre amorosa y tierna, ya que soy como
la luna en mi inconstancia, sea como la luna que está a tus pies,
esto es, firme siempre en tu devoción y amor, para no padecer las
menguantes de la culpa. Haz que esté yo siempre a tus plantas por
el amor y devoción, y ya no temeré los menguantes del pecado sino
que procuraré dar el lleno a mis obligaciones, amando de de corazón
a mi Dios. Amén.
Séptimo Día
¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Nada, nada veo en tu
hermosísimo retrato que no me lleve a conocer las altas perfecciones
de que dotó el Señor a tu alma inocentísima. Ese lienzo grosero y
despreciable; ese pobre, pero feliz ayate que se ve estampada tu
singular belleza, dan claro a conocer la profundísima humildad que le
sirvió de cabeza y fundamento a tu asombrosa santidad. No desdeñaste
de tomar la tilma del pobre Juan Diego, para que en ella se estampase
tu rostro, que es encanto de los ángeles, hechizo de los hombres y
admiración de todo el universo. Pues ¿Cómo no he de esperar yo de
tu begninidad, que la pobreza y miseria de mi alma no sean embarazo
para que estampes en ella tu imagen graciosísima?
Yo te lo pido Señora y para esto te ofrezco las telas de mi corazón.
Tómalo, Señora, en tus manos, y no lo dejes jamás, pues mi deseo es
que no se emplee en otra cosa que en amarte y amar a Dios. Amén.
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Octavo Día
¡OH Santísima Virgen de Guadalupe! Qué misterios y qué acertada
anduvo la mano del Artífice Supremo, bordando tu vestido con esa
orla de oro finísimo, que le sirve de guarnición. Aludió sin duda a
aquel finísimo oro de la caridad y del amor de Dios con que fueron
enriquecidas tus operaciones. ¿Y quién duda Señora, que esa tu
encendida caridad y amor de Dios estuvo siempre acompañada del
amor del prójino y que no por verte triunfante en la patria, te has
olvidado de nosotros? Abre el seno de tus piedades a quien es tan
miserable: dale la mano al caído que te invoca para lenvantarse; tráete
la gloria de haber encontrado en mí una miseria proporcionada, más
que todas, a tu compasión y misericordia. Amén.
Noveno Día
¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¿Qué cosa habrá imposible
a tu poder, cuando multiplicando tus prodigios, ni la tosquedad, ni la
grosería del ayate le sirven de embarazo para formar tan primoroso tu
retrato, ni la voracidad del tiempo en más de tres siglos ha sido capaz
de destrozarlo ni borrarle? ¡Qué motivo tan fuerte este para alentar
mi confianza y suplicarte, que abriendo el seno de tus piedades, y
acodándose del amplio poder que te dio la Divina omnipotencia del
Señor, para favorecer a los mortales, te dignes estampar en mi alma
la imagen del Altísimo que han borrado mis culpas! No embarace a tu
piedad la grosería de mis perversas costumbres, dígnate sólo mirarme,
y ya con esto alentaré mis esperanzas; porque yo no puedo creer que si
me miras, no se conmuevan tus entrañas sobre mi miseria. Mi única
esperanza, después de Jesús, eres Tú, sagrada Virgen María. Amén.
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Novena a
Santa Teresa del Niño Jesús
Primer día
Jesús nos muestra cómo y cuánto nos
ama Papá Dios
Vida de Santa Teresita
En la época en que vivía Teresita,
mucha gente pensaba en Dios con
miedo porque lo veían como Alguien que
juzgaba y castigaba, Y no como el Padre
bueno y misericordioso que se desvela
por nosotros.
Pero Teresita había ido comprendiendo
que Dios es mucho mejor de lo que
nosotros creemos. «Es más tierno que una madre.»
Y esto le agrandaba el corazón y la hacía vivir con una confianza
y una paz que nada ni nadie le podía quitar.
Ni siquiera se amargaba por sus propias limitaciones. Sabía que
Dios es justo, y que esto quiere decir que conoce lo que somos y que
tiene en cuenta nuestras debilidades, por eso es compasivo y lleno
de dulzura, lento en castigar y abundante en Misericordia. Por tanto
no podía tener miedo. y aún más, dice: «Estoy segura de que aunque
tuviera sobre la conciencia todos los pecados que pueden cometerse,
iría, con el corazón roto de arrepentimiento, a arrojarme a los brazos
de Papá Dios, porque sé muy bien cuánto ama al hijo pródigo que
vuelve a Él.»
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Veía también que a veces era difícil descubrir el Amor de Dios
cuando nos tocaban situaciones humanamente incomprensibles.
Lo sabía por experiencia. El último año y medio de su vida pasó por
momentos de gran oscuridad, no sentía ninguna alegría al pensar en
Dios, es más, parecía que Dios no estaba o estaba muy lejos.
Pero estaba segura de que Él no podía abandonarla en los
momentos de peligro. y que creer en Dios y creerle a Dios no consistía
en sentir o entender, sino en volver a decirle sí cuando tenía ganas
de decirle no.
Comentario :
Esto es lo más importante que nos enseña Jesús: que Dios es Papá
y nos ama. y con esto nos dice que no vivamos como huérfanos, sino
que nos sintamos Y vivamos como hijos, porque lo somos.
Y que Él siempre nos espera con los brazos abiertos. No importa
que nos sintamos con las manos vacías... si, al fin de cuentas, todas
nuestras obras son imperfectas. Pero no es eso lo que valora el Corazón
de un Padre.
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Oración final
Acuérdate, oh bienaventurada Teresita del Niño Jesús que mientras
viviste en este mundo pronunciaste estas dulcísimas palabras: «Quiero
pasar mi cielo haciendo bien sobre la tierra... »
Ven, pues, amante esposa de Jesús, ven a hacerme el bien que con
tantas ansias solicito, concediéndome la gracia que vengo a buscar
a tus pies. No desatiendas mis súplicas, oh florecilla privilegiada de
Jesús; enjuga mis lágrimas brindándome tu sonrisa de esperanza,
acógeme bajo tu protección para que siguiendo tus ejemplos pueda
un día llegar a la Patria donde el Amor florece y las lágrimas son
desconocidas. Amén.
Segundo día
Jesús nos Invita a confiar en Él
Vida de Santa Teresita
Teresita nació en Francia el 2 de enero e 1873, y a los dos días fue
bautizada con el nombre de María Francisca Teresa.
Era la última de 9 hijos, 4 de los cuales habían muerto muy
pequeños, quedando 5 hijas mujeres.
Jesús la llamó a la vida ya su Amor en una familia como tantas
que también llevaban el peso de las preocupaciones de cada día.
Sus padres, Luis Martín y Celia Guerin con sus valores y limitaciones,
construyeron este hogar dando lo mejor de sí, con la serena confianza
de estar bajo la amorosa mirada de Dios. Vivían del trabajo que les
daba un buen pasar económico: el papá con la relojería que requería
mucha paciencia y precisión; y la mamá llevando adelante su taller
de encajes que le absorbía, a veces, demasiado tiempo y esfuerzos.
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Con una fe a toda prueba sabían descubrir el Amor de Dios en los
acontecimientos de todos los días; rezaban en familia y tenían un amor
grande a la Santísima Virgen.
Educaban a las hijas con firmeza en un ambiente de profundo cariño
aunque con cierta rigidez propia de la época. Les inculcaban con su
ejemplo el respeto y la generosidad hacia los pobres.
Aquí fue creciendo Teresita en medio de sencillas alegrías y fue
aprendiendo a conocer y a amar a Jesús que vivía con ellos y estaba
detrás de cada cosa que les pasaba.
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objeto de mi deseo y hallé estas palabras salidas de la boca del buen
Dios: «Si alguno es PEQUEÑITO, que venga a Mí.» (Pr 9, 4).
Me acerqué por lo tanto adivinando que había encontrado lo
que buscaba. Y deseando saber lo que haríais ¡oh Dios mío!, con
el PEQUEÑITO que respondiese a vuestra llamada, continué mis
pesquisas, y he aquí lo que hallé: «¡Como una madre acaricia a su
hijo así os consolaré Yo. Os llevaré en mi regazo y os meceré sobre
mis rodillas!» (Is 66, 13).
¡Ah, nunca palabras más tiernas, más melodiosas, me alegraron
el alma! IEI ascensor que ha de elevarme al cielo son vuestros brazos,
oh Jesús! Por eso, no necesito crecer, al contrario, he de permanecer
pequeñita y empequeñecerme cada vez más.»
Padre nuestro - Avemaría - 24 Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu
Santo ... en acción de gracias a la Santísima Trinidad por los favores
y gracias concedidos a Santa Teresita durante los 24 años de su
existencia terrena.
Oración final
Acuérdate, oh bienaventurada Teresita ...
Tercer día
Jesús está siempre con nosotros
Vida de Santa Teresita
Teresita tenía 23 años cuando empieza a contar su vida. Echando
una mirada sobre el pasado ve que ha madurado en medio de las
pruebas, y que se realizan en ella las palabras del Salmo 22. Jesús
ha estado siempre con ella, tanto en los momentos de alegría como
en las horas difíciles.
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Los primeros recuerdos de su infancia tienen la huella del cariño
y la ternura que la rodeaban. Era inteligente, decidida, franca, de
carácter agradable, sensible y de buen corazón, aunque también capaz
de violentas cóleras y testaruda.
Tenía sólo 4 años cuando murió la mamá. Fue un golpe demasiado
duro para Teresita.
Espontáneamente buscó en Paulina, una de sus hermanas mayores,
a la mamá que había perdido. Pero su carácter sufrió un cambio total.
Ella, que era tan expansiva, se volvió tímida y extremadamente sensible,
llorona y encerrada en sí misma.
Más adelante, cuando la pusieron a estudiar en una escuela no
supo relacionarse con sus compañeras y esta dificultad la llevó a
encerrarse cada vez más.
Cuando tenía 9 años, Paulina, la hermana que había ocupado el
lugar de la mamá, entró como monja al convento de las carmelitas.
Sintió tanto esta segunda separación que se enfermó. Pensaban que
se moría. Un día, mientras ella y sus hermanas suplicaban por su
salud ante la estatua de la Virgen que tenían en la casa, Teresita se
sintió curada. Siempre lo considera un regalo de la Santísima Virgen.
Pero el gran regalo para ella, fue el de la Navidad de 1886. Tenía
casi 14 años y una extremada sensibilidad que la hacía insoportable.
Se le presentó una situación difícil y pudo vencer su egoísmo. «Jesús
había cambiado mi corazón», dice. La había hecho madurar. Dejaba
de ser la niña mimosa que buscaba llamar la atención, para abrirse a
los demás y adquirir una gran fortaleza.
«Sentí que entraba en mi corazón el amor: la necesidad de
olvidarme de mí misma por complacer a los demás: desde entonces
fui dichosa.»
83
Lectura Bíblica (Salmo 22)
Comentario:
Mi buen Dios «se humilló a sí mismo y se hizo Hombre; se hizo ese
buen Pastor que viene a buscar las ovejas extraviadas y que, para
apacentarnos, alimentarnos y reparar nuestras fuerzas, «nos amó hasta
el extremo» ofreciendo su vida en reparación por nuestros pecados y
«Quedándose con nosotros todos los días hasta el fin del mundo» en
la Eucaristía, porque lo dijo: «El mundo no me verá pero vosotros si me
veréis, porque Yo vivo y vosotros también viviréis», también: «El que
me coma vivirá por Mí» porque «Yo Soy el Pan vivo bajado del cielo. Si
uno come de este Pan vivirá para siempre: Y el Pan que Yo les voy a
dar es mi carne por la vida del mundo» Por eso podemos vivir seguros
aun en medio de persecuciones, peligros y angustias porque el buen
Pastor prepara su mesa eucarística para alimentarnos y fortalecernos
frente a nuestros adversarios: el demonio, el mundo y la carne.
Por tanto, si Dios va conmigo, si su Amor y su gracia me acompañan
todos los días de mi vida, aunque pase por oscuras quebradas, ningún
mal temeré.
Santa Teresita nos dice:
« ....vengo a confiar la historia de mi alma ... No es, pues, mi vida
lo que voy a escribir, sino mis pensamientos acerca de las gracias
que Dios se ha dignado concederme. No voy hacer otra cosa sino
comenzar a cantar lo que he de repetir eternamente: ¡Las misericordias
del Señor ... ¡»
Padre nuestro - Avemaría - 24 Gloria al Padre y al Ho y al Espíritu
Santo ... en acción de gracias a la Santísima Trinidad por los favores
y gracias concedidos a Santa Teresita durante los 24 años de su
existencia terrena.
84
Oración final
Acuérdate, oh bienaventurada Teresita...
Cuarto día
Jesús nos llama a seguirlo
Vida de Santa Teresita
Teresita fue creciendo y abriéndose cada vez más al Amor de Dios
que la colmaba. Un día leyendo: «Habiendo subido Jesús a un monte,
llamó a sí a los que quiso; y ellos acudieron a Él.» «He aquí, en verdad,
el misterio de mi vocación, de toda mi vida; y el misterio, sobre todo,
de los privilegios que Jesús ha dispensado a mi alma. Él no llama a
los que son dignos; sino a los que le place.»
Por su parte, no quería más que amarlo y que todos lo amaran.
Iba descubriendo que Jesús la llamaba a estar con Él y a darle la vida
por todos los hombres.
Para responder a este llamado de Jesús quiso entrar en el Carmelo,
en esa comunidad de monjas donde unos años antes habían ingresado
sus hermanas Paulina y María, llevando una vida de oración, amando
y sirviendo al Señor en la sencillez de las cosas de todos los días, y
presentándole las necesidades, penas y alegrías de los hombres.
Tuvo muchas dificultades para ser admitida, porque tenía sólo 15
años, y a todos les parecía muy chica. Pero Dios pensaba distinto. Y
así fue como pudo entrar el 9 de abril de 1888. Sintió una paz muy
profunda, esa paz no la abandonó nunca, ni siquiera en medio de los
mayores sufrimientos.
Desde el principio tuvo muy clara la dimensión misionera. Al tiempo
de entrar decía «He venido para salvar a las almas y, sobre todo, para
orar por los sacerdotes.»
85
Y esta conciencia fue creciendo con ella. Sabía que no estaba
separada de los hombres al contrario, los abarcaba a todos.
«La caridad me dio la clave de mi vocación: comprendí que si la
Iglesia tenía un cuerpo compuesto de diferentes miembros, no le faltaría
el más necesario, el más noble de todos. Comprendí que la Iglesia tenía
un... Corazón, y que este Corazón estaba ardiendo de Amor.
Comprendí que sólo el amor era el que ponía en movimiento a
los miembros de la Iglesia: que si el amor llegara a apagarse, los
apóstoles no anunciarían ya el Evangelio, los mártires se negarían a
derramar su sangre ...
Comprendí que el amor encerraba todas las vocaciones, que el
amor lo era todo, que el amor abarcaba todos los tiempos y todos los
lugares ... +
En una palabra, ¡que el amor es eterno ... !
Entonces en el exceso de mi alegría delirante, exclamé: ¡Oh
Jesús Amor mío…! por fin he hallado mi vocación, ¡mi vocación es
el amor…!
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tiempo que a cada florecilla en particular como si sola ella existiese,
en la tierra; del mismo modo se ocupa nuestro Señor particularmente
de cada alma como si no hubiera otras.
Oración final
Acuérdate, oh bienaventurada Teresita ...
Quinto día
Jesús nos pide amar a nuestros hermanos como Él nos amó
Vida de Santa Teresita
A Teresita le impresionaron mucho estas palabras de Jesús «Como
yo los he amado, ámense entre ustedes.»
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Seguramente las había leído muchas veces, pero nos cuenta que
el último año de su vida Dios le concedió la gracia de comprender lo
que es el amor.
«Antes lo comprendía, es verdad, pero de una manera imperfecta.
Me dedicaba principalmente a amar a Dios.»
Mirando cómo amaba Jesús a sus discípulos, la ternura con que
los llamaba sus hermanos, sus amigos, queriéndolos como eran, se
dio cuenta que poco amaba ella a sus hermanas. Es más, que ella sola
no podría. Pero que éste era justamente el regalo de Jesús: hacemos
capaces de amar de verdad.
Comprendió que el amor consistía en alegrarse con todo lo
bueno que Dios había puesto en el corazón de esas hermanas con
las que vivía, en soportar sus defectos, en no escandalizarse de sus
debilidades, en no juzgarlas. Incluso veía que muchas veces bastaba
con acercarse, tener una palabra de cariño, una sonrisa, dar un poco
de su tiempo, sin buscar nada a cambio. Todo esto le traía paz.
Y también que no era cuestión de sentir simpatía o antipatía, porque
eso no lo podía evitar, sino obrar con amor. Lo sabía por experiencia,
porque a ella también le pasaba:
«Hay en la comunidad una hermana que tiene el don de disgustarme
en todo. Sus modales, sus palabras, su carácter, todo eso me desagrada
en gran manera. Sin embargo, se trata de una santa religiosa, que debe
ser muy agradable a Dios.
Por eso no queriendo dejarme llevar por la antipatía natural que
experimentaba, me dije a mí misma que el amor no debía consistir en
los sentimientos sino en las obras. Entonces, me apliqué a portarme con
dicha hermana como lo hubiera hecho con la persona que más quiero.
Cada vez que me la encontraba, pedía por ella a Dios, ofreciéndole
todas sus virtudes y todos sus méritos.
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No me contentaba con rogar mucho por la hermana que era
mi motivo de tantas luchas interiores, sino que procuraba también
prestarle todos los servicios posibles”.
Oración final
Acuérdate, oh bienaventurada Teresita ...
89
Sexto día
Jesús nos enseña a orar
Vida de Santa Teresita
Teresita tenía el corazón grande y libre porque vivía convencida de
la Buena Noticia que nos trajo Jesús: que Dios es Padre y nos ama, y no
nos puede fallar. Por eso, para ella, rezar no era cuestión de métodos
complicados, sino de vivir como hijos y estar ante Dios simplemente
como somos.
Se la pasaba largos ratos pensando lo bueno que era llamar a
Dios Padre nuestro. Le encantaba rezar esta oración muy despacio,
en su corazón. Se sentía como un niño con su padre. Y sin rebusques,
hacía «como los niños que no saben decirle: ‘te amo’, ni componer
bellas frases, y siempre entiende ... Para mí, la oración es un impulso
del corazón, una simple mirada, un grito de agradecimiento, tanto en
medio de la pena como en medio de la alegría.»
Lo que la sostenía durante la oración era el Evangelio ¡Cómo le
gustaba leerlo! Ahí encontraba todo lo que necesitaba. Jesús mismo
se lo enseñaba. Y de estar con Él, se le iban pegando sus gestos de
paciencia y humildad, de misericordia y comprensión. Y de Él iba
aprendiendo que ser hijo de Dios es ser hermano de los demás.
Teresita se había hecho monja para rezar por todos. Y aunque nunca
salió de su convento, no se sentía al margen de lo que pasaban los
demás hombres: al contrario, su corazón, cada vez más parecido y
unido al de Jesús, los abarcaba a todos, y pedía por ellos en su corazón,
confiaba en Jesús que «nos enseña que basta llamar para que se nos
abra, buscar para encontrar, y tender humildemente la mano para
recibir lo que se pide.»
Lectura Bíblica (Lc 11, 1-4)
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Comentario: Jesús era, para sus discípulos, un Amigo cercano
al que le podían decir sin vueltas lo que les pasaba y cuanto sentían.
Les había impresionado cómo oraba y le pidieron que les enseñara.
Y Jesús les enseñó a hacerla con sencillez y confianza.
Oración final:
Acuérdate, oh bienaventurada Teresita...
Séptimo día
Jesús da valor a todo lo que hacemos con amor
Vida de Santa Teresita
Jesús le hizo comprender que Él no se fijaba en las cosas que
hacíamos porque fueran importantes, sino en el amor que les poníamos.
y esto la llenaba de alegría, porque se sentía «un alma muy pequeña
que sólo podía ofrecer a Dios cosas muy pequeñas.»
Le gustaba pensar en la vida de Jesús, José y María en Nazaret,
tan plena de Amor y santidad y tan semejante a todas las familias de
su pueblo, sin cosas extraordinarias, ganándose el pan con su trabajo.
Porque su vida en el Carmelo era muy sencilla. Ella era una más
entre esas monjas, que rezaba y trabajaba. No sobresalía por nada
91
en especial. Hacía como todas, las tareas más comunes: lavar, barrer,
coser un hábito, ayudar a una hermana enferma. Eso sí, ponía todo su
amor Y dedicación. y a veces le pasaba como a la viuda del Evangelio,
que tenía que dar de su pobreza: poniendo lo mejor de sí cuando se
encontraba sin ánimo y sin fuerzas; contestando amablemente cuando
sentía ganas de callarse o poner cara enojada, aceptando con paciencia
sus propias limitaciones y debilidades.
Y veía que no sólo estos pequeños sacrificios hechos por amor
agradaban a Jesús, sino también nuestras alegrías vividas con amor.
Y lo más importante: que no había gesto de amor que se perdiera.
Porque todo gesto de amor, aun el más 96 escondido y aparentemente
sin valor, era grande y útil a los ojos de Jesús, y Él lo hacía siempre
fecundo para el bien de los otros.
92
y gracias concedidos a Santa Teresita durante los 24 años de su
existencia terrena.
Oración final
Acuérdate, oh bienaventurada Teresita ...
Octavo día
Jesús nos acompaña y valora nuestros sufrimientos
Vida de Santa Teresita
Teresita era muy vital y gozaba con las pequeñas alegrías de la
vida. Sin embargo había sabido desde niña lo que es sufrir: la muerte
de la mamá y la separación de las hermanas, la triste enfermedad y
muerte del papá. Y había sentido también el dolor de esas cosas que
todos vivimos: las propias limitaciones, las incomprensiones o malos
entendidos con aquellos que tenemos cerca, y tantas circunstancias
que no buscamos.
Pero aún sin comprender a veces, sabía que Jesús estaba con ella
y por eso podía mirar con serenidad el dolor.
Hablando con su hermana sobre lo que estaban viviendo a raíz
de la enfermedad de su papá, le decía que no tenía sentido que
pretendieran sufrir grandiosa mente cuando el mismo Jesús había
sufrido con tristeza. Pero que aun sufriendo, sin sentir alegría, podían
sufrir en paz. Bastaba encontrar a Jesús que estaba acompañándolos,
y querer lo que Él quería.
Quizás por eso el sufrimiento no la encerraba ni le secaba el
corazón. Lo ofrecía con amor a Jesús, segura de que para Él no se
perdía y que lo hacía redundar en bien de muchas personas.
93
Tenía 23 años cuando empezaron a manifestársele los primeros
síntomas de la tuberculosis de la que moriría año y medio después.
Los últimos meses sufrió muchísimo. Tanto que llegaría a decir:
«¡Oh cuánto hay que rogar por los agonizantes! ¡Si se supiera ... ¡»
Sabía que Jesús había muerto en la cruz entre angustias, y se sentía
comprendida por este Jesús hermano, capaz de sufrir.
En medio de sus terribles dolores su confianza se hacía más fuerte:
«El sufrimiento podrá llegar hasta sus últimos límites pero estoy segura
de que Dios no me abandonará nunca.»
Murió el 30 de septiembre de 1897, sus últimas palabras, mirando
al Crucificado, fueron: «¡Oh le amol ¡Dios mío, os amo!» Y entró en
la Vida.
Porque Teresita comenzaba la mejor y más fecunda etapa: la de
caminar con nosotros; como nuestra hermana y compañera hasta que
lleguemos todos a la casa del Padre. Ese había sido su deseo. Dice
Teresita: «Dios no me daría este deseo de hacer el bien en la tierra
después de mi muerte, si no quisiera realizarlo. No puedo hacer del
cielo una fiesta regocijante mientras haya almas que salvar, así que si
Dios escucha mis deseos, pasaré mi cielo en la tierra hasta el fin del
mundo. ¡Oh, ... ya lo veréis, será como una lluvia de rosas!
Oración final:
Acuérdate, oh bienaventurada Teresita ...
Noveno día
Jesús nos da a la Virgen por Madre
Vida de Santa Teresita
De la Virgen tendríamos que haber hablado desde el primer día
porque desde entonces está en la vida de Teresita, como en la de todo
cristiano.
La conoció y aprendió a quererla, en su casa, con su familia. La
Santísima Virgen vivió con ellos. Le rezaban juntos y se sentían seguros
con su protección.
Y con los años fue creciendo su confianza y su cariño. Por lo que
nos cuenta ya siendo monja, que la Virgen era su Madre y su amiga. A
ella le abría su corazón, no le ocultaba nada. Se sentía comprendida,
por la Virgen, ya que ella sí que sabía del sencillo y oculto trabajo diario,
de sufrimientos y de muerte.
Teresita decía que le habría gustado ser sacerdote para predicar
sobre la Virgen, y mostrar, tomando el Evangelio, lo sencilla que era su
vida real, tan parecida a la de las mujeres de su pueblo.
95
Le molestaba que la presentaran como alguien inalcanzable Y
lejano. ¡Si la Virgen había vivido de fe como nosotros, tantas veces
sin entender los caminos del Señor!
«Sabemos muy bien que la Santísima Virgen es la Reina del Cielo,
pero es más Madre que Reina. Y éste era el orgullo de Teresita. Por
eso, al llegar al final de su vida, sabiendo que había sufrido con ella
decía: «quiero cantar en tus rodillas, Virgencita, porque te amo ... ¡Y
repetir por siempre y para siempre que soy tu hija!»
Oración final
Acuérdate, oh bienaventurada Teresita...
96
ORACIONES POR LOS
ENFERMOS
(XII)
Oración de sanación
Cristo divino, cúranos, estamos enfermos, necesitamos que Tú
pases tu mano de médico divino sobre nosotros. Pon tu mano sobre
nuestra cabeza y purifica nuestros pensamientos, sana nuestrasa
intenciones. Posa tu mano sobre nuestro corazón y sánanos de las
pasiones enfermizas que brotan continuamente en él. Sananos de
cualquier enfermedad de nuestro cuerpo, Tú milagroso, Tú poderoso,
Tú amante del hombre.
¡Oh Cristo, te pedimos alivio!
Nosotros creemos en tu infinito poder sanador, nosotros los débiles,
nosotros los enfermos, nosotros los convalecientes, nosotros los
desalentados. Ahora acudimos a Ti. Desde la tierra tendemos hacia Ti
temblando de amor y de esperanza. En este momento , te suplicamos,
haya muchos que reciban salud por el infinito poder, por el adorable
poder que Tú tienes de sanar al hombre. ¡Cristo infinito! ¡Cristo eterno!
¡Cristo amigo! ¡Cristo cercano! ¡Cristo compasivo! ¡sánanos!
99
A LAS ALMAS DEL
PURGATORIO
(XIV)
Oración
Señor Jesús, Juez universal, ante quien toda culpa debe ser
castigada en esta vida o en la otra, danos gracia para no pecar y
ten Misericordia de las almas del Purgatorio, miembros de tu Cuerpo
místico, muertos ya en tu Gracia. Acepta y aplica los sobreabundantes
padecimientos tuyos, de tu Madre dolorosa y de todos los Santos, como
expiación de sus pecados, llévalos pronto a gozar de tu compañía.
Especialmente te pedimos por...
María, Madre de Misericordia, acuérdate de los hijos que tienes en
el Purgatorio y presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo,
intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas
tinieblas a la admirable luz de su Gloria, donde gocen de tu vista
dulcísima y de la de tu Hijo bendito.
Glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa
ante tu Hijo por las Almas del Purgatorio.
No te acuerdes, Señor, de mis pecados. Cuando vengas a purificar
el mundo en fuego.
Dales, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos. Cuando vengas
a purificar al mundo en fuego.
Dales, Señor, el descanso eterno, y luzca para ellos la luz eterna.
Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
Señor, ten piedad. Cristo ten piedad.
Señor, ten piedad. (Padre Nuestro...)
100
De la puerta del Infierno. Saca, Señor, sus almas. Descansen en
paz. Amén
Señor, oye mi oración. Y llegue a Ti mi clamor.
Oremos:
Oh Dios, de quien es propicio compadecerse y perdonar: te rogamos
suplicantes por las almas de tus siervos que has
mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el
Purgatorio, sino que mandes que tus Santos Angeles las tomen y las
lleven a
la Patria del Paraíso, para que, pues murieron esperando y creyendo
en Ti, no padezcan las penas del Purgatorio, sino que posean los gozos
eternos. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Dales, Señor, el descanso eterno. Y luzca para ellos la luz perpetua.
Descansen en paz. Amén..
Y a vosotros benditas almas, que ya habéis ganado el Cielo con
vuestros méritos y estáis esperando para entrar en él sin mancha
alguna, os rogamos intercedáis por nosotros para que el Señor nos
conceda... Pues sois el medio más poderoso, sed nuestro amparo
amoroso, Madre de Dios del Carmelo.
(Padre nuestro, Ave María y Gloria)
101
102
ÍNDICE
Exordio............................................................................................3
104
Adoración a la Sangre de Cristo.....................................................27
Oración Eucarística........................................................................27
Oración del Cardenal Newman.......................................................27
Oración a Cristo Rey......................................................................28
Oración de la Sangre de Cristo.......................................................28
Acto de Consagración a la Preciosa Sangre....................................29
Novena a la Preciosa Sangre.........................................................30
El Santo Viacrucis..........................................................................31
105
ORACIONES A LA SANTÍSIMA VIRGEN (IX)
El Santo Rosario............................................................................46
Letanías de la Virgen.....................................................................47
Los siete dolores de la Virgen María...............................................50
Un minuto con María.....................................................................51
Consagración a María....................................................................52
Bendita sea tu pureza....................................................................52
A la Madre de las Misericordias.....................................................53
Madre Santísima...........................................................................53
Cántico de la Santísima Virgen......................................................53
NOVENAS (XII)
Novena al Divino Niño....................................................................63
Novena a santa Rita de Casia........................................................63
Novena a Nuestra Señora de Guadalupe........................................72
Novena a Santa Teresita del Niño Jesús.........................................78
106
ORACIONES POR LOS ENFERMOS (XIII)
Oración de sanación......................................................................97
Oración a la Virgen por los enfermos..............................................97
Oración para alcanzar una buena muerte......................................98
Oración por un moribundo.............................................................98
Oración para ayudar a buen morir.................................................99
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IMPRESO POR:
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