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Laura Estefany Corredor Santana

Andrea Carolina Maldonado Medina

Para el caso de la delincuencia juvenil consideramos una mejor alternativa de


tratamiento un trabajo psicosocial sin privación de la libertad porque se ha demostrado que
los tratamientos y la intervención psicológica tienen un efecto significativo en la reducción
de tasas de reincidencia (Redondo y Pueyo, 2007), mientras que las medidas de internamiento
aplicadas a jóvenes delincuentes aumentan la probabilidad de reincidir tanto en el sistema
judicial juvenil como posteriormente en el de adultos, como se evidenció en una
investigación realizada en Cataluña por Capdevila, Ferrer y Luque que analizaba la
reincidencia delictiva (como se citó en Loeber, Farrington y Redondo, 2011), la mayoría de
las investigaciones demuestran que ni las sentencias más largas ni los periodos de
encarcelamiento más prolongados, que son las medidas habituales, reducen la reincidencia
de los delincuentes, ni que se puedan considerar como medios eficaces para disminuir los
índices de criminalidad, ni para resolver los conflictos que provocan los hechos delictivos
(Loeber, Farrington y Redondo, 2011; Morant, 2003). Esto pone en evidencia que la
delincuencia juvenil no se soluciona abriendo más cárceles y retirando a los jóvenes de su
vida social llevándolos a la cloaca de la sociedad, ni con la brutalidad policiaca o el sobre
endurecimiento de las penas aplicables a los jóvenes delincuentes, hay que dar prioridad a la
participación de los jóvenes como protagonistas de su proceso, debido a que esto resulta
eficiente para superar factores de riesgo que los llevan a cometer el delito en un primer
momento y a reincidir posteriormente (Jiménez, 2005).

Con los jóvenes infractores el objetivo debe ser la rehabilitación social y no ceñirse
únicamente a la readaptación social por encarcelamiento, de acuerdo a esto son
fundamentales procedimientos alternativos como: casas hogar, escuelas de artes y oficios y
talleres, teniendo en cuenta que los jóvenes tienen mayor posibilidad de cambiar su conducta
ya que su personalidad está en proceso de formación (Jiménez, 2005). Si menos jóvenes son
encarcelados y expuestos a las influencias criminógenas de la prisión podrían recibir penas
alternativas, que permitirían la participación en programas paralelos orientados al desarrollo
de habilidades positivas, por medio de servicios especiales para delincuentes jóvenes que
incluyan programas como intervención cognitivo-conductual, justicia restaurativa, tutoría,
educación y formación profesional (Loeber, Farrington y Redondo, 2011).

De igual manera es importante tener en cuenta las causas que propician que los
jóvenes incurran en conductas antisociales, que los lleva a cometer delitos, antes de
criminalizarlos (Jiménez, 2005). Conforme se tiene conocimiento de esos factores de debe
implementar estrategias de prevención, pues esta ayuda a que no se cometa el crimen, estos
estrategias consisten en intervenciones psicoeducativas dirigidas a jóvenes en riesgo de
delincuencia, con el objetivo de reducir los factores de riesgo que se asocian a la actividad
delictiva (Redondo y Pueyo, 2007)
Referencias

Jiménez, R. (2005). La delincuencia juvenil: fenómeno de la sociedad actual.​ Papeles de


población 43, 215-261.

Loeber, R., Farrington, D., y Redondo, S. (2011). La transición desde la delincuencia juvenil
a la delincuencia adulta. ​Revista Española de Investigación Criminológica (1)​9, 1-41.

Morant, V., J. (2003). La delincuencia juvenil. ​Noticias jurídicas

Redondo, I., S., y Pueyo, A. (2007). La psicología de la delincuencia. ​Papeles del Psicólogo,
28​(3), 147-156.

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