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Editorial Redacción
Meditación sobre los cuatro actos Bodhidharma (Ta-Mo)
La Santísima Trinidad Catequesis cristiana
Tratado de fisiognomía (II) Ibn Arabi
Entendiendo y relacionando al pensamiento (I) Ajahn Amaro
Zohar: Interpretación de las Sagradas Escrituras Mosé Sem Tov de León
Editorial
Hace unos días uno de los miembros de la redacción de esta revista tuvo la oportunidad de asistir a unas
charlas sobre Teología en su estado actual. Tras la exposición, uno de los presentes quiso saber de qué manera
podría extenderse y/o enseñarse la fe cristiana. El ponente respondió señalando que, como en cualquier otra
religión, existen varios grados de enseñanza y distintos ámbitos de actuación, pudiéndose resumir, uno y otro
caso, en tres niveles. Para la enseñanza: iniciación ética y moral, filosofía y metafísica, y espiritualidad. En
cuanto a los ámbitos: la propia familia; un grupo de amigos, condiscípulos o colegas; y la sociedad en general.
La situación puede extrapolarse a cualquier Tradición. Es cierto que las hay, como la Vedanta Advaita, o el
Budismo Ch´an –entre otras- que no asumen, por obligación, el que la iniciación del individuo deba darse por
fases. A este respecto es un ejemplo muy conocido el modo en que “despertó” el sexto patriarca del Ch´an, Hui
Neng, pues, como se ha mostrado aquí, ocurrió mientras estaba trabajando en un mercado y un predicador
ambulante se paró por allí y recitó el Sutra del Diamante. Sin embargo, esas mismas Tradiciones reconocen
que, salvo casos excepcionales, lo habitual es encontrarse con personas que crecen, o maduran,
paulatinamente, o, quizás para dar más gusto a otros, por pequeños saltos o iluminaciones repentinas. La meta,
el Conocimiento de Dios –que, por otra parte, siempre ha estado ahí-, constituye el Despertar de las
Tradiciones orientales.
Aprovechando varios niveles, traemos a este número textos de distintas tradiciones. Especialmente interesante
el extraído del Zohar sobre la interpretación que se debe dar a las Sagradas Escrituras.
…lo más importante es tener una mente estable y decidida. Cuando la tengas, pronto
surgirá una duda auténtica. Cuando esta duda siga su curso y se asiente firmemente en
tu mente, terminará ocupando toda la extensión de tu conciencia. Sin que le prestes
una atención especial, estará siempre presente. Desde la mañana a la noche, deja que
la cabeza siga a la cola, y que la cola siga a la cabeza en una sucesión continua hasta
que todo asuma una continuidad sólida e indivisible. El zarandeo no la dislocará, su
persecución no dará con ella. ¡Qué serenamente luminosa! Siempre está presente en la
mente. Este será el momento en el que habrás progresado positivamente en el manejo
del koan.
Koho Gemmyo (¿?-1295), del monasterio de Temmoku.
El primer grado del hombre interior y nuevo tiene la característica de que el hombre
vive según el ejemplo dado por personas buenas y santas, pero al hacerlo marcha
todavía apoyándose en las sillas y se mantiene cerca de las paredes y se refresca aún
con leche.
La característica del sexto grado consiste en que el hombre, luego de haberse
desnudado de su propia imagen, ha sido transformado en la imagen de la eternidad
divina y ha logrado un olvido totalmente perfecto de la vida perecedera y ha temporal,
y ha sido atraído por una imagen divina transformándose en ella, y así ha llegado a ser
hijo de Dios. Más allá de esto no existe grado más sublime y allí hay tranquilidad y
bienaventuranza eternas, porque la meta final del hombre interior y del hombre nuevo
es: la vida eterna.
Maestro Eckhart (1260-1328), Liber benedictus, Del Hombre noble
Pensando (I)
Ajahn Amaro
Se trata de la primera parte de una charla dada durante un retiro –seshin- de
diez días, en el año 2001