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BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA

FUNDADA POR
DÁM ASO ALONSO
III. MANUALES, 76

£> GLORIA CORPAS PASTOR, 1996


EDITORIAL GREDOS, S. A., Sánchez Pacheco, 81, Madrid, 1996

Diseño gráfico e ilustración:


Manuel Janeiro

D epósito Legal: M, 972-1007


IS B N 8 4 -2 4 9 -1 82‘>-<l
Im preso en España. Printcd in S | kuii
G ráficas C óndor, S. A,
EsIchan T etrad as, 12. Polígono Industrial. I,q»:uiLis (M adrid), 1996
GLORIA CORPAS PASTOR

MANUAL DE FRASEOLOGIA ESPAÑOLA

PR Ó LO G O D E

MANUEL ALVAR EZQUERRA

<$>

G R E D O S

B IliU O T& C A ROMÁNICA HISPÁNICA


A mis padres
PRÓLOGO

Los estudios lexicológicos y lexicográficos del español no resultan


muy abundantes, pese a la riqueza y tradición de la lengua. Esa escasez
se ve aumentada cuando tratamos de encontrar trabajos de carácter con-
traslivo con otras lenguas, e incluso en el interior del ámbito hispánico.
Por esa sola razón el libro que hoy nos llega a las manos sería importan­
te; cierra un periodo de ausencias.
El empuje de la autora ha ido muy lejos, más allá de lo que resulta
habitual, para adentrarse en el complicado campo de la fraseología, en el
que no se habían atrevido a entrar los investigadores españoles por la
broza que había y la cantidad de añagazas con que se encontraban los
estudiosos. Fue precisamente Julio Casares, el maestro de nuestra lexi­
cografía, uno de los primeros en abordar los difíciles problemas que
plantea el deslinde de las distintas unidades fraseológicas. Pero las cosas
entonces no quedaron deí todo claras, y ha habido que esperar a que so­
plaran vientos de fuera para que se reavivaran los rescoldos de la llama
que alumbró Casares, hasta llegar a la almenara de este Manual de fra­
seología española.
La falta de estudios que hemos venido sufriendo no hubiera tenido
mayor importancia, con ser grave, que la de dejar en barbecho, o total­
mente abandonada, una tierra sin duda fértil. Pero es que todo lo que to-
ca al léxico, sea cual fuere la parcela, repercute, debe repercutir, en los
diccionarios. Y ahora nos tenemos que lamentar de no haber querido la­
brar esos campos por miedo a los terrones y piedras que pudieran apare-
ccr. Cuando se está produciendo una profunda transformación en la lexi­
cografía, tanto en la teórica como en la práctica, los diccionaristas echan
de menos que no se hayan delimitado y definido con claridad los diver­
sos tipos de unidades fraseológicas, para saber cuáles habrían de apare­
cer en sus obras y cuáles han de ser el objeto de otra clase de repertorios;
y las que se han ido incluyendo no responden a un programa metódico y
coherente, sino a la buena intención y al saber hacer de los redactores de
los diccionarios.
Es cierto que poco a poco nos han llegado recopilaciones fraseológi­
cas, algunas de ellas sorprendentemente tempraneras, pero no poseían
un carácter sistemático y poco se ha aprovechado de ellas. El interés pa­
recía despertado. También nos han venido trabajos teóricos que han Ido
fertilizando el campo. Peto era necesario un estudio de conjunto en el
que se diera cuenta de una manera global de los cambios producidos en
nuestro dominio. Ese es el libro que publica ahora Gloria Corpas.
En este Manual de fraseología española se rastrean y analizan los
antecedentes teóricos de la fraseología, y la situación actual Sin embar­
go, lo que para mí es más importante, se hace una caracterización de las
unidades fraseológicas y se definen, de manera que desde este momento
hemos de saber a qué atenernos cuando queramos hablar o dar cuenta de
una u otra construcción. Ya no cabe el titubeo, ni el dejar las cosas a
media luz, hay candelas suficientes. Pero no sólo es eso. La autora anali­
za desde distintas perspectivas, léxica, semántica, morfosintáctica., prag­
mática, el comportamiento en la lengua de las unidades fraseológicas, lo
que la hace llegar hasta algunos tipos 110 entrevistos hasta ahora. Reco­
miendo al lector un examen previo del excelente cuadro recapitulativo
que figura en las págs. 270-271, pues actúa como guía para la lectura del
libro, por más que sea el resultado del análisis que precede. Si el estudio
110 se hubiese realizado con rigor, difícilmente se habría llegado a esc
cuadro, que, de este modo, se transforma en el eje vertebTador de la
obra.
El libro no sólo posee interés por la proñindidad de la exposición
teórica, sino también por la gran cantidad de materiales agavillados.
Cuando los medios electrónicos facilitan las tareas a cualquiera, Gloria
( mpas ha tenido que ir espigando los ejemplos de sus lecturas y dcl
examen de los principales diccionarios de la lengua. Los repertorios en
( 'D-ROM han llegado demasiado tarde para ser aprovechados en el tra­
bajo. De la riqueza de las fuentes da buen testimonio no sólo el corpus
de lextos utilizado — la relación se encuentra en las páginas prelimina­
res- —, sino también la presencia de variantes do numerosas unidades
examinadas. Ya 110 quedan excusas, los lexicógrafos, ios autores de dic-
donaiios habrán de acudir a este Manual tanto para asegurar los princi­
pios de lo que deberán poner en ellos, como para buscar informaciones
para enriquecer sus obras.
Quizás hubiera debido decir antes de las líneas que anteceden las
t elaeiones personales que me unen con el trabajo y su autora, pero ha­
brían perdido parte de la objetividad con que he querido escribirlas. C o­
nocí a Gloria Corpas cuando se sentaba en los bancos de una elase del
primer año universitario, en una promoción de alumnos de singular ca­
pacidad y dedicación. Ella prefirió seguir los estudios de Filología Ingle­
sa. Sin embargo, algo debió quedar de aquellas horas de clase, pues
acudía con asiduidad a mi despacho, y conmigo trabajó, ya licenciada,
en varios proyectos. Realizó su tesis doctoral sobre fraseología compara­
da del inglés y el español, lo que le facilitó la docencia en los Estudios
do Traducción e interpretación de la Universidad de Málaga. De aquel
extenso estudio se deriva este Manual. Siempre ha compaginado los tra­
bajos sobre las dos lenguas, por lo que nunca la he dado como perdida
para los estudios hispánicos. Por ello, el hacer esta breve presentación
para mí no es una obligación surgida del trato habitual, sino que es algo
más, y diferente. Me honra poner las palabras preliminares a un buen
estudio lexicológico, me produce una especial satisfacción que sea de
quien, primero, fue alumna mía, y, después, colaboradora infatigable; y
me alegra, sobre todo, que el entusiasmo por el trabajo y el amor por la
lengua se hallen prendidos en los más jóvenes. Gracias a ello cobran
sentido y continuidad los desvelos de tantos y tantos que nos han prece­
dido, y el empeño del profesor por dar a quienes ie siguen todo lo que
licne.
M a n u e l A lvar E z q u f r r a
ABREVIATURAS

1, A b r e v i a t u r a s g e n e r a l e s

Adj. adjetivo
Adv. adverbio
ár. árabe
ai* alemán
Fij. fijación
fr. francés
Frag. fragmento
FWG jlxiertes Wortgefüge
GGT gramática generativa transformacional
hin, hindú
ing, inglés
it. italiano
1,1 ]engu a m aterna o nati va
L2 lengua extranjera, segunda lengua
MLU mulii-word lexicalunit
MLUS mülli-word lexical units
RAE Real Academia Española de la Lengua
S Sustantivo
Spricht. sprichtwórtUch
UF unidad fraseológica
UFS unidades fraseológicas
V verbo
2. A b r e v i a t u r a s d i - d i c c i o n a r i o s

UBI ///^ BHí Combinalory Dicüonctr)! oj English: A (juide to Word


Combination.s, poi' M . B en so n et al. (1 9 8 6 b ).
BLM TB Lingüistica Moderna. Terminología y Bibliografía, por W. W d tc
(1 9 8 5 [1 9 7 4 ]).
CSD The Collins Spanish Dietionary . Spamsh-English, English-Spanish,
por C. Sm itb (1 9 9 4 [1 9 9 2 ]).
DALE Diccionario actual de la lengua española , por M . A lvar Ezquerra
(1 9 9 0 ).
DCE Dictionnaire E xplicatif et Combinatoire du Frangais Contení-
porain (3 v o K ) , por I. A , M c l’cuk et a i (1 9 8 4 , 1988.» 1992).
DDC Diccionario de citas, por A , Bartra (1 9 8 6 ).
DDDDL Dictionnaire de Didactique des Langues , por R. G allison y D.
C o ste (1 9 7 6 ).
DDL Diccionario de Lingüística, por R. Cerda M assó (1 9 8 6 ).
DDL], Diccionario de Lingüística, p or G. M ounín (1 9 7 9 J1 9 7 4 j).
DDRM Dichos, dicharachos y refranes mexicanos, por J. M artínez Pérez
(1 9 7 7 ).
DDTF Diccionario de Términos Filológicos, por F. L ázaro Carretel'
(1 9 7 4 [1 9 5 3 ]).
DFLM Diccionario fraseológico del español moderno, p o r F. V arcla y H.
Kubarlh (1 9 9 4 ).
D G IL E Diccionario General Ilustrado de la Lengua Española, p or M.
A lvar Ezqucrra (co o rd .) (1 9 8 7 ).
DILF Diccionario ideológico de la lengua española* p or J. C asares
(1 9 9 2 [1 9 5 9 ]).
DL1 Dictionnaire de Linguistique, por J. D u b o is et al. (1 9 7 3 ).
DL2 Diccionario de Lingüí$ticay por J. D u b o is et a i (1 9 7 9 ).
DR Diccionario de refranes, p or G . C am pos y A . B arella (1 9 9 5
[1 9 9 3 ]).
DRAE Diccionario de la lengua española, por la R eal A cad em ia
E spañola {1 9 9 2 ).
DTLA Diccionario de Terminología Lingüística Actual, por W . Abraham
(1981 [1 9 7 4 ]).
DUE Diccionario de uso del español , p or M - M olincr (1 9 8 8 ).
DVUA Diccionario de Voces de Uso Actual , por M A lvar Lzquerra ídir.)
(1 9 9 4 ).
HDR Espasa Diccionario de Refranes, por L. Jim ceda (1 9 9 6 ),
U1 D R E / L /óro de los Refranes (1 9 9 1 ).
1-lilLSC Fraseología española en su contexto, por J. M . D o m ín g u ez
(1915).
GDLE Gran Diccionario de ía lengua española, por A. S án ch ez Pérez
(1 9 9 1 [1 9 8 5 ]).
U SD H arrap's Spantsh D icftonary o f Idioms, por L. i . R odrigues y J.
B ernct de R odrigues (1 9 9 1 ).
I .D D L Diccionario de JA n g ü istica ^ o r T . L ew a n d o w sk i (19K2).
L D PL Larousse Diccionario práctico de locuciones , por E. I'ontaníllo
M erino ( e d ) (1 9 9 3 ),
RE Refranero Español y por A . d e Barrios (1 9 9 2 ).
SW SD Stilistisch-pkraseologisches Wdrierbuch spanisch-deutsch, por W,
B eínhauer (1 9 8 2 ).
VHES Vox-Harrap's Diccionario Manual. Engíish-Spanlsh. Español-
inglés ( 1993).

3. A b r e v i a t u r a s d m l c o r p u s u t i l i z a d o

ABC ABC.
ABCA A B C Análisis.
ABCC A B C C ultural
A D JL Aventuras de Juan Lucas y d e M . H alcón (1 9 8 7 [1 9 6 6 ]).
AODG Ágata ojos de gato , d e J. M . C aballero B onald (1 9 7 4 ).
RAM Bajarse al m oro ? d e J, L. A lo n so de Santos (1 9 9 0 [ 19851).
BEN Bene, de A . G arcía M orales (1 9 8 9 a [1 9 8 5 ]).
B ÍB A Biba.
BN Blanco y Negro.
C’H C M Cinco horas con M ario, de M . D e líb e s (1 9 7 1 ),
C ió Cambio 16.
DM Diario Málaga Costa del Sol.
D ló -M Diario 16 Málaga.
ED FA Diario.
EJDLD Eljardín de las delicias, de F. Ayala (1978a).
EM El Mundo.
ES El siglo.
ESS ABC Sup lenteuto Semanal,
ETYY El tiempo y yo, de F. Ayaía (1978b).
EXTR El periódico Extremadura,
HDK Historias del Kronen, de J. A, Mañas (1995 [1994]).
HDUE Historia de una escalera, de A. Buero Vallcjo (1985 [1975]).
RED Sur, Hoy es Domingo,
JMB Milagro en Londres, de J. M. Bellido (1973).
LC La Colmena, dc C. J. Cela (1980 [1951]),
LDB Luces de bohemia, de R. del Valle-lnclán (1971 [1961]).
LBDV La estanquera de Vallecas, dc J. L. Alonso de Santos (1988a).
LOSN Los ochenta son nuestros, de A. Diosdado (1988).
OC Otoño caliente, de l\ Vizcaíno Casas (1990),
P El País.
PR Petra regalada, dc A. Gala (1980[1980]).
RCDJ Reivindicación del Conde DonJulián, de J. Goytisoío (1985
[1970]).
S Sur.
SC Sur Cultural.
STV Suplemento TV.
SUR El Sur, dc A. García Morales (1989b [1985]).
TNB El País. Temas de Nuestra Época.
TNT El País, Temas de Nuestro Tiempo.
VDND Viva el duque nuestro dueño„ dc J, L. Alonso dc Santos (I9S8b).
PRESENTACIÓN

La fraseología, como disciplina científica, se originó en la antigua


URSS en la década de los cincuenta con los trabajos de V, V. Vino-
gradov, Precisamente, de esa época data uno de los trabajos más im­
portantes aparecidos en español: nos referimos a la aportación de Ju­
lio Casares.
Desde entonces poco se ha avanzado sobre el tema. Tan sólo se
encuentran estudios parciales centrados en la idiomaticidad, o bien
clasificaciones incompletas dc diverso grado de sofisticación salpica­
das, frecuentemente, de una confusa profusión terminológica. Esta
situación ha incidido negativamente en la lexicografía, hasta el punto
de que, en palabras de M artínez Marín (1991: 121), «un tratamiento
objetivo y sistemático de la fraseología sigue siendo prácticamente
imposible hoy por hoy por no haberse realizado los estudios descrip­
tivos previos».
El panoram a actual no parece haber cambiado demasiado, a la luz
de los contenidos dc las obras lexicográficas de reciente aparición.
No sólo se observan deficiencias en los diccionarios generales, pues
incluso ]os especializados no aplican criterios claros de inclusión ni
dc clasificación.
No obstante, la proliferación de diccionarios y repertorios fraseo­
lógicos dc los últimos tiempos da fe del creciente interés que suscita
esta parcela dcl saber lingüístico. Citemos, por ejemplo, los trabajos
de Fontanillo M erino (J993), Varela y Kubarlh (1994), Doval (1995),
M oreta T.ara y Álvarcz Curiel (1995) o el de Candón y Bonnet (1994
[1993]), que en sólo tres años ha conocido ya cinco ediciones.
Esta situación nos ha llevado a plantearnos la necesidad de un
estudio teórico de ta fraseología, cuyos resultados puedan ser aplica­
dos de forma práctica tanto en la lexicografía como en otras discipli­
nas relacionadas, como, por ejemplo, la enseñanza de idiomas o la
traducción.
Para tal fin hemos analizado un corpus de citas (escrito), extraído
de periódicos, revistas, novelas y obras de teatro. Las lagunas ob­
servadas las hemos suplido con material procedente de diversos dic­
cionarios. La razón de no haber utilizado un corpus textual com pu­
terizado se debe a que aún no se dispone de uno apropiado para el
español: los que existen son extremadamente reducidos, han sido con­
cebidos para fines muy específicos, o son simplemente sectoriales*
dedicados a alguna variedad diatópica (cf, A lvar Ezquerra y V illena
Ponsoda, 1994).
Hemos dividido este trabajo en seis capítulos. En ei prim ero perfi­
lamos los límites de la fraseología, establecemos el término abarca­
do!, damos cuenta de las características comunes dc todas las unida­
des incluidas, al tiempo que hacemos un repaso de las diversas
clasificaciones propuestas con objeto de lle g a ra una propia.
Los capítulos II, III, IV y V están dedicados a la subdivisión y
análisis lingüístico de los distintos tipos de unidades eneuadrables en
las tres esferas en las que hemos dividido eí sistema fraseológico del
español. Hemos procurado dar una estructura hom ogénea a los cuatro
capítulos con objeto de facilitar la comparación entre los distintos ti­
pos de unidades,
Kn el capitulo VI examinamos el funcionamiento real de tales
unidades en el discurso mediante las nociones de deixis, ímplicatura,
presuposición y acto de habla. Desde la pragm ática se explican,
también, las frecuentes modificaciones que presentan, así como las
consecuencias derivadas de su empleo en el discurso.
Seguidamente ofrecemos unas consideraciones finales en las que
expresamos las ideas principales desarrolladas en este trabajo, y ex­
traemos las conclusiones más importantes.
El presente m anual aspira a convertirse en una obra de referencia
¡íara lodos aquellos que se interesan seriamente por la lengua españo­
la y desean navegar por las procelosas aguas de nuestro caudal fra­
seológico.
EL ÁMBITO DE LA FRASEOLOGÍA

l.L INTRODUCCIÓN

La formación, el funcionamiento y el desarrollo del lenguaje es-


tán determinados no sólo por las reglas libres del sistema, sino tam-
bien por todo tipo dc estructuras prefabricadas de las que se sirven
los habíanles en sus producciones lingüisticas. Dentro de este aspecto
más fijo tienen cabida las combinaciones estables dc palabras, muy
generalizadas en la lengua, y de importancia capital en la adquisición
y el procesamiento de la L1 (lengua materna) y Ja L2 (segunda len-
gua).
Las pruebas sobre la existencia de tales combinaciones provienen
de dos disciplinas interrelacionadas: la lingüística y la psicolingüísti-
ea. Por un lado, el estudio computerizado de córpora extensos ha re­
velado el papel central de las combinaciones dc palabras en la pro­
ducción lingüística (Cowie, 1990; Sinclair, 1991).
Por otro lado, diversas investigaciones sobre la adquisición y eJ
procesamiento de la L1 y la L2 (Hakuta, 1974; Krashen y Scarcella,
1978; W ong-Fillmorc, 1979; Peters, 1983; Pawley y Syder, 1984,
Steinberg, 1984; Vcsterbacka, 1991, entre otros) han mostrado la pre­
sencia significativa de dichas combinaciones, en calidad de fórmulas
que ios niños que adquieren la L1 o los estudiantes dc L2 extraen y
almacenan redundantemente; fórmulas de las que los adultos se sir-
ven para centrarse en aspectos sociales o en la planificación del dis­
curso, usándolas también por motivos de econom ía y rapidez en el
procesamiento del lenguaje.
La extensa aparición de combinaciones frecuentes de palabras ha
puesto en tela de juicio la libertad de la que, teóricamente, gozan los
hablantes en la construcción del discurso (cf. Becker, 1975; y Nagy,
1978). Aunque el hablante vaya formando sus frases libremente, hay
mucho de automático e inconsciente en dicho proceso. No todas las
combinaciones de palabras son enteramente libres, ya que existen una
gran cantidad de bloques prefabricados que se usan en la construc­
ción del discurso, como han señalado Casares (1992 [1950])1, Bolin-
|.',er (Í975 [1968]), Alexandrova y Ter-Minasova (1987), Hasan (1987),
García-Page Sánchez (1990a), N attinger y DeCarrico (1992), o Svárt-
vik (1993), entre otros.
El aspecto más estable de las lenguas comprende desde las se­
cuencias memorizadas, hasta las combinaciones de palabras más o
menos fijas, pasando por las estructuras de frase lexicalízadas y los
patrones léxicos combinatorios.
A lo largo de este trabajo nos vamos a centrar, precisamente, en
un subtipo dentro de estos fenómenos léxicos, cuyo límite va del
sintagma formado por al menos dos palabras gráficas a la oración
com puesta2. Es decir, nos ocuparemos de aquellos grupos de palabras
que entran de lleno en la snbdisciplina de la lexicología que se viene
denominando fraseología.

1 En las referencias bibliográficas indicamos tanto Ja fecha de la edición que ma­


nejamos, como la de la primera edición (entre corchetes).
2 Al igual que Zuluaga (1980: 19), nos acogemos al consenso general de la in ves-
ligación fraseológica en ctumto al establecimiento dcl límite superior se refiere.
Siguiendo las teorías expuestas por la RAE (1986 [1973]: 500-504) en el Esbozo,
coiisiderarcjnos oraciones compuestas tanto a aquellas que presentar una relación
«isindética, como a las que presentan relación paraláctica o hipotáctica.
1.2, LOS LÍMITES DE LA FRASEOLOGÍA

El término fraseología, al igual que ios fenómenos léxicos indivi­


duales a los que denomina en general, no está libre de controversia.
Los lingüistas no se ponen de acuerdo sobre cuál deba ser el término
genera) que abarque tales fenómenos, y mucho menos aún, sobre ia
clasificación que se deba emplear en su análisis. De hecho, la profu­
sión terminológica y las distintas clasificaciones constituyen uno de
los problemas fundamentales en esta disciplina (Matesic, 1983b; K-ühn,
1985).
Conviene señalar, no obstante, la existencia de cierta hom ogenei­
dad con respecto a la nomenclatura utilizada para referirse al estudio
de Jas combinaciones de palabras. Como hemos indicado más arriba,
esta suhdiscipliua de la lexicología se ha venido denominando fraseo­
logía (Casares, 1992 [1950]); Zuluaga, 1980; Hacnsch et a i , 1982)
[jfhraseology en Cowic, 1981, 1991, 1992. Phraseologie en Bogus-
lawski, 1979; Burgschmidt eta j., 1985;G Iasert J 986b, etc,].
A la luz de la definición que da el DDL, se observa que dicho
término, en su acepción prim era y más general, designa las caracte­
rísticas específicas de Jas construcciones propias de un determinado
individuo, grupo o lengua (cf acepción núm. í del termino en el DRAE
y en el DDLL), aunque, debido a la existencia del término idiolecto,
últimamente se restringe a las construcciones propias dc una lengua
( c f D L l). La segunda acepción dcl término que nos ocupa se restringe
al ámbito de la lexicografía, donde designa el «conjunto de usos o
contextos en los que normalmente aparece una entrada léxica» (DDL;
cf. la acepción núm. 2 en el DDLL).
Ninguna de las dos definiciones anteriores son satisfactorias para
el presente trabajo, pues se apartan de nuestro ámbito de estudio. Una
definición algo más acorde con nuestros objetivos ía encontramos en
un diccionario general de la lengua, no cspccialÍ7ado en lingüística,
como es el DRAE. El tema fraseología se define por extensión en su
acepción tercera como «Conjunto de frases hechas, locuciones 11-
uuradas, metáforas y comparaciones fijadas, modismos y refranes,
existentes en una lengua, en el uso individual o en el de algún gru­
po».
Cabe precisar, no obstante, que, por una parte, nuestra concep­
ción de fraseología es más amplia porque incluye todas aquellas com ­
binaciones que presentan las características expuestas en el apartado
1.4. y subapartados siguientes, y que, por otra parte, es más restringi­
da, ya que se excluyen todos los posibles usos o maneras individuales
que no pertenecen a la lengua en general.
En cuanto a la denominación genérica que reciben los distintos
tipos de combinaciones de palabras, se da una gran disparidad en
cuanto a cuál sea el térm ino común aglutinador de todos ellos. En es­
pañol se han propuesto los siguientes:
—Expresión pluriverbal (Casares, 1992 [1950]); unidad píariverbal
lexicalizada y habitualizada (Hacnsch et al., 1982; Corpas Pastor,
1995 [1994]) o unidad léxicapluriverbaly en Hernández (1989).
[Multiword imit (Cowie, 1985, 1989a, 199)); multiword lexeme
(Gates, 1988); multiword lexical (Zgusta, 1967, J971;C ow ie,
1992; Verstraten, 1992; W inter, 1992)].
- - Expresión fija (Zuluaga* 1980; García-Page Sanche/, 1990a; Mar­
tínez Marín, 1991).
[Fixed expression (Alexander, 1978, 1979, 1984, 1989; Moon,
1992a, 1992b); phrase figée (Gross, 1988); set expression (Ar-
nold, l c]73); set phrase (Winter, 1992); Fixiertes Wortgefüge
(TJiim, 1978)].
Unidad fraseológica o fraseologismo (Zuluaga, 1980; Hacnsch et
al., 1982; Carneado M oré, 1985c; Tristá Pérez, I98S; Martínez
López, 1996).
[Phraseologische Einheit (Kühn, 1984, 1985); Phraseologismus
(Scliaeder, 1979; Babkin, 1981; Glaser, 1986b; D obrovorskij,
1988; Burger, 1989; Kromann, 1989b; y Schrníd, 1989b, entre
otros); phraseologische Ausdmcksverhindung (Boguslawaky, 1979);
phraseologische Wortverbindung (Burger, 1983); Phraseolexeme
(Braasch, 1988; B. Wotjak, 1989, J992; G. Wotjak, 1989); Phra-
seme (Matesic, 1983b; Braasch, 1988)].

1.3. ELECCIÓN DE U N TÉRMINO GENERAL

La variedad term inológica a la que aludíamos en el apartado an­


terior pone de manifiesto la inestabilidad que se siente en esta parcela
dcl saber lingüístico. De todas las denominaciones generales vistas
anteriormente, habría que descartar la de expresión fija porque hace
hincapié en una única característica (Ja fijación), que, además, se pre­
senta en diverso grado en los distintos tipos, ya que sólo en algunos
casos excepcionales estas expresiones son totalm ente lijas (M* Gross,
1988: 22). En este sentido, cabe recordar la posibilidad de variación
léxica y gramatical de muchas de estas unidades, así como las m ani­
pulaciones, modificaciones y acortamientos que éstas sufren en el
discurso (cf. 1.4.5.).
En cuanto a las otras dos denominaciones propuestas, ambas son
suficientemente genéricas para abarcar los distintos tipos de unida­
des, y, al mismo tiempo, suficientemente concretas para indicar el ca­
rácter unitario que, en grado diverso, muestran dichas combinaciones.
Tanto unidad pluriverbal lexicalizada y hahtiualizada como su ver­
sión acortada (unidad pluriverbal) contienen una indicación explícita
sobre la naturaleza multiverbal y las características más sobresa­
lientes de dichas unidades, a saber:
(i) Constan de al m enos dos palabras ortográficas.
(ii) Presentan cierto grado de lexicalización.
(iii) Se caracterizan por la alta frecuencia de coaparición en la
lengua.
No obstante, en este trabajo hemos optado por la denominación
unidad fraseológica (U F ) por una sencilla razón: este término genéri­
co, que va ganando cada vez más adeptos en la filología española,
goza de una gran aceptación en la Europa continental, la antigua
URSS y demás países del E ste3, que son, precisam ente, los lugares
donde más se ha investigado sobre los sistemas fraseológicos de las
Irnguas.

1.4. CARACTERÍSTICAS l i n g ü í s t i c a s d e l a s u n i d a d e s
FRASEOLÓGICAS

Aunque no existen apenas caracterizaciones globales de las uni­


dades fraseológicas, algunas indicaciones diseminadas por los traba­
jos sobre el terna permiten vislumbrar las características lingüísticas
más sobresalientes de estas unidades:
(a) Se trata de una expresión formada por varias palabras (Ca­
sares, 1992 [1950]; Matesic, 1983b; Cowie, 1985, 1989a,
1991; Braasch, 1988; Gates, 1988; Hernández, 1989; Jack-
son, 1989 [1988]).
(b) Ésta se caracteriza por estar institucionalizada (Cowie, 1985,
1989a, 1991; Gtáser, 1986b; Ilougaard, 1986; Alexandrova
y Ter-M inasova, 1987; Braasch, 1988; Gates, 1988).
(c) Por ser estable en diverso grado (Cowic, 1985, 1989a; Kühn,
1985; Glaser, 1986b; Braasch, 1988; Jackson, 1989; Cárter,
1989b [1987]; Nuccorini, 1992; Moon, 1992a; Verstraten,
1992; W inter, 1992).
(d) Por presentar cierta particularidad sintáctica o semántica
(Cowie, 1985; Kühn, 1985; Glaser, 1986b; Braasch, 1988;

3 Se distinguen tres grandes bloques en la investigación fraseológica: (1) el estruc-


turalismo europeo occidental — especialmente la escuda de Genfer— y sus desarro­
llos más recientes; (2) la lingüistica de la extinta Unión Soviética y sus estribaciones
en otros estados del antiguo bloque oriental; y (3) la lingüística norteamericana, que
incluye tanto ía gramática generativa transfonnacíonal como otras teorías competido­
ras (cf. Thun, 1978). No obstante, es posible agrupar los dos primeros bloques en uno
solo, dadas Jas estrechas relaciones entre ambos (cf. Glaser, 1986b: vn; y Levinson,
1989 [1983]: vn). Baste recordar trabajos sobre fraseología alemana de clara base so­
viética, com o ios de Háusermann (1977) y Dobrovorskij (1988), por ejemplo, o las
compilaciones de Wolski (1982).
Gates, 1988; Cárter, 1989b [1987]; Nuccorini, 1992; Moon,
1992a; Verstvaten, 1992; Winter, 1992).
(e) Y por la posibilidad de variación de sus elementos integrantes,
ya sea como variantes lexicalizadas en la lengua o como
modificaciones ocasionales en contexto (Gláser, 1986b;
Gross, 1988; Sypnicki, 1991; W otjak, 1992).
De (odo lo anterior se desprende que las unidades fraseológicas
(UFS) — objelo de estudio de la fraseo lo g ía-- son unidades léxicas
formadas por más de dos palabras gráficas en su límite inferior, cuyo
limite superior se sitúa en el nivel de la oración compuesta. Dichas
unidades se caracterizan por su alta frecuencia de uso* y de coapari­
ción de sus elem entos integrantes; por su institucionalízación, enten­
dida en términos de fijación y especialización semántica; por su
idiomaticidad y variación potenciales; así como por el grado en el
cual se dan todos estos aspectos en los distintos tipos.
En los subapartados que siguen a continuación trataremos breve­
mente estos aspectos, a excepción de la polilexicalidad de estas uni­
dades, por entender que ello ya viene implícito en la propia defini­
ción.

1,4.1. FatcurN C íA

En una primera aproximación, la frecuencia de las unidades fra­


seológicas parece ser uno de sus aspectos más sobresalientes. Esta ca­
racterística presenta dos vertientes: (a) frecuencia de coaparición de
sus elementos integrantes y (b) frecuencia de uso de ía UF com o tal.

a) Frecuencia de coaparición.— En estadística lingüística se uti­


liza el térm ino frecuencia de aparición para referirse al «número re­
lativo de apariciones de un determinado elemento en una m uestra
representativa de contextos» (DDL). Por analogía, entendemos p o r
«frecuencia de coaparición» la que presentan aquellas UFS cuyos
ciernen los constituyentes aparecen combinados con una frecuencia de
aparición conjunta superior a la que cabría esperar según la frecuen­
cia de aparición individual de cada palabra en la lengua
b) Frecuencia de aso.— Barker y Sorhus (1975: 8), en un estudio
sobre el inglés canadiense, han demostrado la altísima frecuencia de
aparición de las expresiones fijas en general: en un corpus de más de
131.536 palabras, se registra una expresión fija por cada cinco pala­
bras emitidas*
La frecuencia dc coaparición tiene una consecuencia inmediata:
desde el momento en que una combinación de palabras, constituida
libremente a partir de las reglas del sistema lingüístico, se emplea en
alguna ocasión particular, está disponible para ser asada en el discur­
so por el mismo hablante o por otro(s) como una combinación ya he­
cha (cf, Lyons, 1977: 536 y ss>).
Cuanto m ás frecuentemente sea usada esta combinación, más
oportunidades tendrá para consolidarse como expresión fija, que los
hablantes nativos almacenarán en la memoria (cf. Pawley y Syder,
1984). Este aspecto está íntimamente relacionado, pues, con la insti-
tucionalizacíón,

1.4.2. In s t it u c io n a l iz a c íó n

El uso, la repetición y la frecuencia dc aparición son los factores


que perm iten el paso de las expresiones neoiógicas del discurso a la
lengua (Guilbert, 1975: 53), De ahí que la repetición de una UF — es
decir, su uso frecuente— pueda desembocar en su convcncíonaíiza-
ción o institucionalizacíón (cf. Bally, 1951; Coulmas, 1979; Alexan-
drova y Ter-M inasova, 1987). Esta característica de las UFS también
ha recibido la denominación de reproducibtlidad (reproduclibUiiy,
Reproduzierbarkeit) (cf. Boguslawski, 1979; Glaser, 1986b; Alexan-
drovay Ter-M inasova, 1987).
En opinión de Zuluaga (1980), el factor constitutivo de esta clase
de unidades — a las que denomina indistintamente expresiones fijas o
unidades fraseológicas— constituye un tipo especial de repetición,
denominado reproducción (o repetición sin alteración de la forma),
que conduce a la fijación de la expresión en una forma determinada,
quedando excluidas por la norm a lingüística social otras formas que,
según el sistema, tam bién serian posibles.
De lo anterior se desprende que en la génesis de tales expresiones
se da una repetición díacrónica que desemboca en fijación. En este
sentido, dicho proceso está íntimamente relacionado con el de la
aglutinación4, el cual también es general y característico de las len­
guas naturales (Darmesteter, 1967: 3),
Precisamente esta m stítucíonalización5 caracteriza las. produccio­
nes lingüísticas de los hablantes» los cuales, p o r lo genera), no van
creando sus propias combinaciones originales de palabras al hablar,
sino que utilizan combinaciones ya creadas y reproducidas repetida­
mente en el discurso, que han sido sancionadas por el uso.
Las combinaciones repetidas funcionan como unidades del lexi­
cón mental, es decir, se almacenan y se usan como entidades com ple­
tas en m ayor o menor grado (cf. el apartado 1.1,). El hecho de que di­
chas combinaciones vengan registradas en los diccionarios avala el

4 La aglutinación es un concepto saussureano, que explica la formación Je pala­


bras. Según Zuluaga (1980) se trata de un lento proceso diacrónico debido al contacto
frecuente de los componentes originarios, formando sintagma en el interior de la fra­
se, de forma que dos o más palabras, originariamente autónomas y diferentes, se unen
constituyendo una nueva entidad absoluta o difícilmente analizable. Según Saussure
(1964 [1915J), la aglutinación culmina con la creación de la palabra simple. Para Zu-
luaga, la aglutinación explica ima parle importante de los fenómenos de fijación, par­
ticularmente en el surgimiento de las locucioncs.
5 El concepto de institucionalización también tiene mucho que ver con lo que
Bejornt ( 1989:1) ha denominado codedness a partir de la noción de codé(e) («codifi­
cado») de la lexicografía francesa: una secuencia de grafemas o fonemas está codifi­
cada cuando ésta es reconocida com o vma unidad por una determinada comunidad
hablante. Los dos criterios definidores de esta noción son, precisamente, la frecuencia
y la rigidez sintagmática. Es decir, las expresiones codificadas están institucionaliza­
das en la comunidad hablante, por lo cual presentan cierta fijación formal y semántica.
carácter de reproducibilidad de las mismas (Alexandrova y Ter-
Minasova, 1987).

1 . 4 ,3 . E s t a b i l i d a d

Hem os titulado a este apartado estabilidad porque, siguiendo a


Bauer (1983: 50), nos sirve para abarcar tanto los fenómenos de insti-
íucionalízacióii como los de lexicalización.
La institucionalizacíón presenta dos características esenciales: la
fijación y la especialización semántica. Ambos aspectos están inter-
relacionados* pues la fijación formal conduce al cambio semántico
(Cowie, J 988; Béjoint, 1989).

L4.3.L Fijación
Ésta es la característica de las UFS sobre la cual se han centrado
los lingüistas del bloque soviético y europeo continental inmersos en
la investigación fraseológica. Entendemos por fijación o estabilidad
formal aquella «propiedad que tienen ciertas expresiones de ser re­
producidas en el hablar como combinaciones previamente hechas»
(Zuluaga, 1975b: 230). Se trata de una fijación arbitraria, establecida
por el uso, que? no obstante, no es homogénea para todos los hablan­
tes (Bustos Gisbert, 1986: 138).
La fijación puede ser de diversos tipos. Según Thun (1978), las
UFS pueden presentar fijación interna o fijación externa. Por fijación
interna se entiende la fijación material (imposibilidad de reordena­
miento de los componentes; realización fonética fija; restricción en la
elección de los componentes) y la fijación de contenido (o peculiari­
dades semánticas). Es a la fijación interna material a la que se refiere,
pues, Zuluaga (1975b, 1980) cuando establece para eL español los si­
guientes tipos: (a) fijación del orden de los componentes; (b) fijación
de categorías gramaticales (de tiempo, persona, número, género); y
(c) fijación en el inventario de los componentes, con la consiguiente
im posibilidad de insertar, suprimir, sustituir — marca fundamental de
fijación, según el autor— o aplicar transformaciones a sus com po­
nentes (cf. Fraser, 1970).
Yin cuanto a la fijación externa, Tbun (1978) distingue, a su vez,
varios subtipos. E n prim er lugar, este autor habla de fijación «situa-
cional» para referirse a la que se da como combinación de ciertas
unidades lingüísticas en situaciones sociales determinadas» como
ocurre en las expresiones de saludo del tipo Encantado de conocerle.
Por fijación «analítica» se entiende aquella que se da como con­
secuencia del uso de determinadas unidades lingüísticas para el aná­
lisis ya establecido del mundo, frente a otras unidades igualmente
posibles teóricamente.
El tercer subtipo de fijación externa es Ja «pasematica», esto es,
aquella fijación originada en el empleo de unidades lingüísticas se­
gún el papel del hablante en e( acto comunicativo. Por ejemplo, en
francés un hablante no se referiría generalmente a sí mismo mediante
la expresión crier cornme un putois («gritar desaforadamente»).
El cuarto y último subtipo es el de la fijación posicional, entendi­
da com o la preferencia de uso de ciertas unidades lingüísticas en de­
terminadas posiciones en la formación de textos, como ocurre en los
encabezamientos y despedidas de las cartas, por ejemplo,

l .4.3.2, Especializacion semántica

La fijación lleva aparejada, en muchos casos, la segunda caracte­


rística de la institucionalizacíón: la especialización semántica. Como
afirma David (1989), para que el repertorio léxico de una lengua se
renueve es necesario que las expresiones no idiomátícas se conviertan
en idiomáticas. Previamente, dichas expresiones han de globalizarse
y estabilizarse.
Una ve?, que, a diferencia de lo que ocurre con las combinaciones
libres de palabras, se establece una asociación directa y unívoca entre
la UF y su interpretación semántica por parte de la comunidad hablan­
te, dicha unidad ya está lista para sufrir un cierto cambio semántico.
La íntima conexión existente entre ambos procesos se atestigua en la
siguiente definición.
fijación Lex Proceso de graimticalización mediante el cual se
consolida paulatinamente el uso, exclusivo o no, de ciertas palabras
en una expresión dada hasta formarse un significado conjunto inanali­
zable; p. ej. más o menos, a fin de cuentas. (DDL)

La especialización semántica, también denominada lexicaliza-


oión6, presenta dos vertientes principales (cf. LeecVi, 1977 [1974];
Lyojis, 1977) que reflejan fenómenos con carácter de universales fra­
seológicos 7;
a) aquella lexicalizaeión que se obtiene como resultado de ía ad i­
ción de significado, del tipo poner el dedo en la llaga
(*acertar con el verdadero origen de un mal, o con aquello
que más afecta a una determinada persona', DlLE)*, donde

6 Downíng (1977) denomina lexicalizdtion a ío que Lyons (1977) líama senumtic


specialization o shrinkage, mientras que Baucr ( í 983) lo denomina imütuiionaliza-
íion. En cuanto al español, para algunos autores, com o Gil Jiménez (1988; 39, 40), el
termino lexicaiizacián es sinónimo de desmotimción. Por otra parte, íexicalizatiau ea
la terminología de Bauer corresponde afossilization en Lyons (1977: 547), puesto que
/ exicaüzation se refiere a Ja creación de nuevos lexemas en este autor. Para im intento
de redcfmicíón y aclaración do los términos imtitutionalization y Icxicalizatian, véase
el estudio de Lipka (1992).
7 Así* Dobrovorskij (1988), en un estudio pionero en el novedoso campo de los
universales fraseológicos, clasifica como un tipo de universal fraseológico conceptual
(es decir, determinado extralíngüísticainente) las operaciones de pensamiento univer­
sales que determinan, diuerónícamente, la dirección de la interpretación: de lo concre­
to a lo abstracto, como se observa en los ejemplos aducidos para el primer tipo de es-
pecialización semántica. De igual forma, Wciureieh (Í969) considera que el segundo
lipo de lcxicalización, al cual denomina semantic depleíion> es un universal semánti­
co, ejemplificado medíante unidades com o whtfe wine («vino blanco») o take offence
(«ofenderse»). La espccialización semántica con .supresión de significado también
guarda una estrecha relación con los universales léxico-fraseológicos referentes al se-
mantismo amplio de muchas unidades (Dobrovol’skij, 1988).
8 A lo largo de este trabajo vamos a ofrecer aclaraciones semánticas de las ur.s cu
cuestión, registrando las acepciones que figuran en los diccionarios consultados. No
se pasa dc lo particular, físico y concreto a lo general, p sí­
quico y abstracto;
b) aquella lexicalizacíón que se obtiene como resulíado de la su­
presión de significado, como en el caso de hacer alusión
(‘aludir’)-
De lo anteriormente expuesto se deduce que prim ero se produce
la fijación y posteriorm ente, como consecuencia de ello, se puede dar
un cambio semántico. Por esta razón, toda expresión que presente
espccialización semántica es fija, pero no ocurre necesariamente lo
mismo a la inversa.

1.4.4. Id i o m a t i c i d a h

El término idiomaticidad se viene reservando para denominar


aquella espccialización o lexicalizacíón semántica en su grado más
alto. Para la corriente de investigación fraseológica anglo-norte-
americana representa el rasgo esencial de las UFS. Esta característica
se refiere a aquella propiedad semántica que presentan ciertas unida­
des fraseológicas, por la cual el significado global dc dicha unidad no
es deducible del significado aislado dc cada uno de sus elementos
constitutivos (cf. Makkaí, 1972; W allace, 1979, 1982; Fem ando y
Flavell, 1981; Benson, Í985; etc.).
El término idiomático se ha empleado en dos acepciones: (a) en
el sentido etimológico de propio y peculiar a una lengua determinada
y (b) en el sentido de característica semántica de ciertas com binacio­
nes fijas dc palabras:
idiomático Relativo al idioma. |j Dícese dc la pronunciación, vo­
cablo, construcción, etc. peculiar a una lengua. || Lex Rasgo semánti­
co propio de ciertas construcciones fijas cuyo sentido global no cqui-

obstante, tales aclaraciones solamente afectarán a las unidades dc significado traslati­


cio total o parcial. En aquellos casos en los que mencionem os repelí da mente una uni­
dad, sólo se ofrecerá la aclaración semántica una vez, general mente la primera.
vale a la combinación del sentido de sus componentes elementales, p.
ej. lágrimas de cocodrilo, a ojos vista. V. LEX1A. (DDI.)

Tradicionalmente, la idiomaticidad se ha considerado corno uno


de los aspectos esenciales de una unidad fraseológica. Tanto es así,
que el prototipo por excelencia de estas unidades han sido durante
mucho tiempo, y especialmente en la tradición anglo-norteainericana,
aquellas caracterizadas por la presencia de opacidad semántica o
idiomaticidad.
Las unidades fraseológicas pueden presentar dos tipos de signifi­
cado denotativo: significado denotativo literal y significado denotati­
vo figurativo o traslaticio, es decir, idiomático. Es precisam ente el
segundo el responsable de la idiomaticidad que presentan la mayor
parte de estas unidades. En este sentido, conviene recordar que no to­
das las UFS son idiomáticas, pues se trata de una característica poten­
cial, no esencial, de este tipo de unidades.
Los significados traslaticios son producto de procesos metafóri­
cos o metonímicos (o ambos conjuntamente), por lo que se puede
hablar de transferencia del significado literal.
Se da, además, otra posibilidad asistcmática de idiomaticidad.
Hste es el caso de unidades del tipo Vaya con Dios (fórmula de des­
pedida) o ¿Cómo está usted? (fórmula de saludo), donde el significa­
do global de la unidad, con respecto al de sus elementos integrantes,
se ha visto oscurecido diacrónicámente.

1 .4 .5 , V a r i a c i ó n

La fijación de las UFS e s relativa (cf. 1.4.3.1.). Muchas presentan


cierta variación icxica, como en el caso de alzarse/car za r con el
santo y la limosna ( ‘apropiarse de lo que a uno le corresponde y,
además, de lo ajeno1, LDPL). Zuluaga (1975b, 1980), interpretando la
noción de variación en un sentido estricto, denomina variantes a las
alternativas de este tipo. Junto a las variantes están las variaciones,
n<ASi:oLüüÍA.-2
en el sentido amplio del termino. Finalmente, también hay que dis­
tinguir las posibles modificaciones ocasionales que puedan presentar
1as UFS en el discurso.
La variación fraseológica constituye un universal lingüístico
(D obrovol’skij, 1988: 159), a partir del cual se puede m edir eí grado
de regularidad de un sistema fraseológico dado: cuantas más varia­
ciones, transformaciones y modificaciones presenten los fraseologis-
mos de una lengua, más regular es su sistema fraseológico.

1.4.5.1. Variantes

Para que dos unidades fraseológicas sean consideradas variantes,


éstas deben darse dentro dc una misma lengua funcional, no presentar
diferencias de significado, ser libres c independientes de los contex­
tos en que aparecen, ser parcialmente idénticas en su estructura y en
sus componentes, y ser fijas, en el sentido de que formen parte de una
serie limitada y estable (Zuluaga, 1975b, 1980)- Por ejemplo, pode­
mos decir Todo queda en casa (y la variante familia)9 pero no * Todo
queda en hogar.
Aquí entrarían las variantes estructurales y parte de los sinónimos
estructurales de Dobrovol’skij (1988). Al primer tipo corresponden
aquellas variaciones concernientes al uso de preposiciones, artículos,
número y orden de constituyentes, formas acortadas de constituyentes
o número gramatical dc los mismos, que no cambian la organización
interna de las unidades fraseológicas, del tipo p o r obra fv gracia] de
(‘medíante, debido a, gracias a ’, FEESC) e irse defa picos pardos
(Irs e de juerga’, DU E). En el segundo tipo se encuadran sinónimos
fraseológicos que se distinguen por la congruencia estructural com ­
pleta y la identidad parcial del componente léxico, como poner a uno
las paras a cuarto/ocho (‘amonestar, reprender, ajustar las cuentas,
poner las cosas en su sitio’, LDPL).

g Quedar todo en msa/JamiUa: «Resolverse un asunto sin que trascienda del ám ­


bito fam iliar» ( ldpí,).
A las variantes hay que distinguirlas de las simples variaciones
i>or derivación, corao [serJan citlo/vuUUo de mal asiento ['(vulgar o
humor). Se aplica a la persona que cambia mucho de empleo, resi­
dencia, e le /, DUE]; o transformación, como metedura de pala a partir
de meter la pata ('fr. fig. y fam. Intervenir en alguna cosa con dichos
<> hechos inoportunos’, DRAE), que corresponden, parcialmente, a los
.sinónimos estructurales de D obrovol’skij (1988), Tampoco son va­
riantes aquellas UFS que forman parte de series, presentando frecuen­
temente un signiñcado opuesto, como cabeza abajo y cabeza arriba,
es decir, los antónimos estructurales, series fraseológicas y Konversi-
vert en DobrovoPskij (1988).
Así mismo, tampoco se pueden contar entre las variantes las va­
riaciones diatópicas como, por ejemplo, la expresión española hacer
dedo ('hacer auto-stop’, DALE), frente a su versión hispano-americana
ir at dedo (cf. CSD); ni las variaciones diafásicas, como tirar dedo
Irente a la expresión anterior ir al dedo , pertenecientes respectiva­
mente a los planos neutro e informal del español de América, según
s e registra en el CSD. De igual forma, las UFS con casillas vacías, co­
mo }A tu (su, vuestra t etc.) salud! no constituyen variantes.

1.4,5.2. Modificaciones

Las variantes no deben confundirse con la modificación creativa


de estas unidades. El grado de modificación que permiten las UFS p a ­
ra que sigan siendo reconocibles es directamente proporcional al gra­
do de fijación de las mismas. Así, cuanto mayor es su fijación, y por
ende su institucionalizaeión, más posibilidades hay de que sufran m o­
dificación en el discurso, y de que tal modificación y su efecto sean
reconocidos por los hablantes*
Esta realidad es parcialmente explicable a partir del concepto de
palabra potencial (potential word) de Alexandrova y Ter-M inasova
( E987: 31). Estas dos autoras rusas consideran que los componentes
de las unidades fraseológicas no constituyen palabras en sentido cs-
Ificto, sino que empiezan a funcionar como palabras potenciales, es
decir, adquieren un nuevo significado en virtud del significado global
de la unidad.
Tal significado potencial se actualiza en ciertas expresiones que
se consideran deformaciones de estas unidades léxicas. Alexandrova
y Ter-M inasova hacen uso del siguiente ejemplo lomado de J. D. Sa-
linger; Ske said not to look ai her when sha comes in. She ju st aróse
from the sack, para mostrar cómo el significado potencial de sack
(«saco») pasa a ser Lb ed ’ («cama»), ya que la unidad fraseológica to
hit the sack significa 'to go to bed’ («irse a la cama, irse a dormir»).
Ahora bien, 110 es necesario que se dó esta peculiaridad semántica
pava que la variación produzca el efecto deseado: la sola institucio-
nalización y fijación de una UF es suficiente para que una variación
sobre la misma sea efectiva. En el ejemplo que mostramos a conti­
nuación, referido al desencanto de la juventud española con respecto
a los grupos de pop nacionales, se consiguen determinados efectos
expresivos por alusión a la unidad Más vafe lo malo conocido que lo
bueno p o r conocer. ('D ice que es más cuerdo conservar aquello que
se tiene, aunque no sea satisfactorio, que arriesgarse a salir chasquea­
do en el cambio*, EDR).
A la ju ven tu d p o stfelip ista Ic quedan p o c o s íd o lo s y no le tiran
c o m o para llenar una plaza. N o hay ya m iles d e jó v e n e s qu e suden
ju n io s bajo una m ism a ca n ció n ... El h astío ló g ic o ante lo b u en o esp a­
ñol c o n o c id o les su m erge en garitos y salas en busca de lo bueno por
co n o cer. (S , 6 /7 /9 5 , 3)

1.4.6. G r a d a c ió n

La mayoría de los autores han coincidido en señalar cómo las


u f s , a las que se refieren con distintos términos, presentan muchas de

las características anteriores en diverso grado (cf. Bugarski, 1968;


Bolinger, 1975 [1968]; Cowie, 1981; Fernando y Flavell, 1981; Wa-
Hace, 1982; Glaser, 1986b; Osselton, 1988, etc.). Esta escala gradual
se observa no sólo en la estructura semántica de dichas unidades, sino
ímnbién en sus otras características, como Ja institucionalizado!!, la
variación y la fijación estructural permitidas.
Para dar una idea de la importancia que tiene la gradación a este
n'specto> baste m encionar que ha sido utilizada por diversos autores
l>ara fundamentar su clasificación de unidades fraseológicas (c f
líaensch et al., 1982). Precisamente, Cárter (1989b [1987]) se sirve
de la gradación para clasificar las UFS del inglés. Los criterios más
importantes a su juicio son el grado dc restricción colocacional
(ausencia de restricción, restricción parcial y restricción total)» de fi­
la cion sintáctico-estructural (regular, regulai con restricciones e irre­
gular) y de opacidad semántica o idiomaticidad (semánticamente trans­
parentes , metafóricas, semi-transparentes y opacas).
Las unidades fraseológicas —fixed exprcssions en su term inolo­
g ía - se dividen en grupos, siguiendo una escala de mayor a menor,
aegíui el grado en el que presenten las características anteriores. Cada
1-rupo forma un conünuum en el que se distinguen puntos sobresa­
lientes, que marcan los elementos más claros, y puntos intermedios
i|iic indican categorías intermedias.
Así, por ejemplo, Fat chance yon ’ve gol («tienes muchas posibi­
lidades», en sentido irónico) ocuparía uno de los lugares más altos de
esta escala tridimensional, mientras que to take a chance («arries­
garse», «correr un riesgo»), quedaría mucho más abajo, al presentar
menor restricción colocacional y sintáctico-semántica, así como me-
ilor opacidad semántica.
La escala de opacidad semántica de Cárter (1989b [1987]) coin-
i ¡de en buena parte con la establecida por Zuluaga (1980) para el es­
pañol: unidades que presentan significado literal — dicho y hecho, lo
|ue se realiza con prontitud, sin dilaciones’ ( l d p l ) — ; transferencia
Id significado literal o sem i-idiom aticidad— tira y afloja, ‘manera
le conducir un asunto con prudencia y tacto, o alternando el rigor
;on la suavidad" (G D L E )- - y significado peculiar o idiom ático10, co­

10 Zuluaga (1980: 131) incluye dentro dc las idiomálicas unidades como sin mi-
hargo, a pesar dc haber dicho previamente que carece dc significado lingüístico.
mo dar en el busilis (Tr. fig. y fam. Comprender o acertar el punto de
la dificultad’, d r a e ).

1.5. a .A S lF rC A C JO N E S

Si bien no parece haber acuerdo acerca de cuáles sean las unida­


des que comprende la fraseología y el íérmino abarcador do todas
ellas, tam poco se puede decir que exista m ayor consenso a la hora de
clasificar estos fenómenos léxicos.
Las clasificaciones de unidades fraseológicas, al igual que los
estudios sobre el sistema fraseológico español, son poco numerosas.
Por lo general, la mayoría de las clasificaciones existentes han surgi­
do como resultado de los problemas prácticos a los que se ha tenido
que enfrentar el lexicógrafo al incluir la información fraseológica en
la confección de diccionarios.
Cronológicamente, Jas investigaciones globales sobre la fraseo­
logía en español se hau sucedido de la siguiente manera. A com ien­
zos de los años cincuenta, Casares daba la prim era clasificación de
unidades fraseológicas. En la década de los sesenta, Coseriu (1966)
establece la distinción entre la técnica libre del discurso y el discurso
repetido. A finales de los setenta aparece el trabajo de Thun (1978)
sobre la fraseología de las lenguas romances. Dos años después, Zu-
luaga (1980) publicaría su tesis doctoral de 1975, en la que mejora y
complementa la clasificación de Casares. Para ello, al igual que
Thun, se basa en las investigaciones alemanas y soviéticas sobre el
tema.
Esta misma influencia germano-soviética se observa en el trabajo
de Haensch et a i (1982), y, muy especialmente, en los trabajos que
sobre fraseología se han ido realizando en Cuba. Nos referimos a las
diversas aportaciones de autoras como Carneado M oré (1985a,
1985b, 1985c) y Tristá Pérez (1979-1980, 1985a, 1985b, 1985c,
1988, etc.), del Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia
de Ciencias de Cuba,
A continuación vamos a resumir y evaluar las distintas clasifica­
ciones anteriores, con objeto de ofrecer una propuesta alternativa y
globalizadora.

1 .5 .1 . J. C asares

La tipología que presenta Casares (1992 [1950]) sigue teniendo


una gran importancia para el estudio de las UFS en español. Por
ejemplo, Zuluaga (1980) y A. M. Tristá Pérez (1985a) la tom an como
punto de partida en sus respectivas clasificaciones, así como H um ber­
to Hernández (1989), quien, en un trabajo más reciente, se basa fun­
damentalmente en dicha clasificación para estudiar el tratamiento que
las diccionarios escolares dan a las unidades léxicas pluriverbales.
Casares distingue entre locuciones y fórmulas pluriverbales (es
decir, frases proverbiales y refranes). Según este autor, no resulta
fácil decidir cuándo estamos ante un tipo u otro, dadas las relaciones
diacrónicas que mantienen entre sí (pág. 187). Una locución, según
Casares (1992 [1950]: 170), es una «combinación estable de dos o
más términos, que funciona como elemento oracional y cuyo sentido
unitario consabido no se justifica, sin más, como una suma del signi­
ficado normal de los componentes». Son locuciones conexivas aque­
llas formadas por palabras gramaticales, como con tal que (con­
juntiva) y en pos de (prepositiva). Son locuciones conceptuales o
dignificantes aquellas cuyos constituyentes, formados por palabras
léxicas, presentan unidad conceptual.
Estas últimas se dividen en varios tipos según la categoría gra­
matical a la que equivalgan. Así, cabe distinguir entre locuciones
conceptuales nominativas, verbales, participiales, adverbiales, pro­
nominales y exclamativas. Casares (1992 [1950]: 183) resume en eí
siguiente esquema los distintos tipos de locuciones que se dan en es­
pañol:
.Nominales
1
-dcnomi- — geminadas = tren botijo.
nativas

_.complejas = tocino del cielo.


.singulares = /a carabina de Ambrosio.
Signifi­
cantes
infinitivas = coser y cantar.

Adjetivales = de brocha gorda.


Verbales - tomar el olivo.
Participiales = hecho un brazo de mar.
Locu­ Adverbiales = en un santiamén.
ciones Pronominales = cada quisque.
Exclamativas - /Ancha es Castilla!

Conjuntivas = con tal que.


.Conexivas

Prepositivas = en pos de.

F ig u r a 1

La lrase proverbial es una entidad léxica autónoma que se dife­


rencia de las locuciones por el hecho de no funcionar como elemento
oracional, ya que, a lo sumo, funciona como cláusula principal. Éste
es el criterio que nos permite distinguir la locución en menos que
canta un gallo de la frase proverbial otro gallo me cantara en los si­
guientes ejemplos:

El árbitro decidió la cuestión en menos que canta un gallo.


Si yo fuera bachiller, otro gallo me cantara.

La frase proverbial tiene su origen en textos escritos o hablados


que se han hecho famosos y que muestran ejemplaridad, como Las
paredes oyen, S i te vi no me acuerdo, No se ganó Zamora en una ho­
ra, eic. Tiene, pues, carácter de cita y se emplea en situaciones sim i­
lares a la original.
En realidad, las frases proverbiales constituyen un auténtico ca­
jón de sastre a donde van a parar todas aquellas unidades que no se
dejan encasillar fácilmente como locuciones o refranes. De ahí que
estas unidades presenten semejanzas con ios dichos, especialmente en
aquellos casos que están a caballo entre una y otra categoría (pág.
190).
Dentro de las frases proverbiales, Casares incluye expresiones
como Que te crees tu eso, A ver si va a p o d er ser, No hay derecho, a
las que denomina «timos». Esta categoría de la frase proverbial se ca­
racteriza por incluir expresiones de vida efímera, que gozan del favor
de los hablantes durante un período breve de tiempo y que terminan
por desaparecer.
Los refranes, a diferencia de las frases proverbiales, expresan una
verdad universal. Constituyen oraciones completas e independientes
que relacionan por lo menos dos ¿deas» y que se caracterizan formal­
mente por su artificiosidad, traducida en rima, aliteración, paralelis­
mo, etc.; A quien madruga. Dios ayuda.
Relacionados con los refranes, están los dialogismos. Se trata de
muletillas que se han unido permanentemente a ciertas frases. Así,
uno de loa interlocutores dice: ¡No es nada ío del ojo!, mientras que
el otro comenta: ¡Yl o llevaba en la mano!
Casares también se ocupa del modismo. Tras hacer un repaso de
su definición, anomalías gramaticales, intraducibilidad, tropología,
inalterabilidad, y vitalidad del elemento semántico en sentido directo
o traslaticio, el autor afum a que tal término no puede ser admitido en
la nomenclatura lingüistica como tal, ya que, en lenguaje común, se
refiere tanto a las locuciones como a las frases proverbiales de signi­
ficado traslaticio.

1.5.2. E. C oseiuu

El primer congreso internacional sobre lingüística aplicada {Nan-


ey, 1964) sirvió a Coseriu (1966: 194 y ss.) de escenario para pre­
sentar su distinción entre lo que denominó «technique du discours»
y «discours repelé», y que posteriormente tradujo al español por
«técnica del discurso» y «discurso repetido» (Coseriu, 1978, 1986
[1977]).
La técnica libre dcl discurso «abarca las unidades léxicas y gra­
maticales (lexemas, categoremas, morfemas) y las reglas para su
modificación y combinación en la oración»; mientras que el discurso
repetido «abarca todo lo que tradícionalmente está fijado como ‘ex­
presión’, 'g iro ', ‘m odism o', 'frase’ o ‘locución’ y cuyos elementos
constitutivos no son reemplazables o re-combinables según las reglas
acluales de la lengua» (Coseriu, 1986 [1977]: 113).
Las unidades dcl discurso repetido se dividen en tres tipos según
el nivel estructural en el que se combinen;
(a) Unidades equivalentes a oraciones, que son conmutables en el
plano oracional y textual: por ejemplo, Cada palo aguante
su vela ( ‘Frase con que se expresa que cada uno debe
aguantar la parte que le corresponda en una responsabilidad
o las consecuencias de sus propios actos’, DUE). Propone la
denominación tentativa de «textemas» o «Irasemas», Aquí
entran refranes, «wellerismos», dichos, sentencias, frases
metafóricas, proverbios, citas de autores conocidos, e, in­
cluso, fragmentos literarios, poem as y oraciones religiosas.
Su estudio corresponde más bien a la teoría literaria, por
más que estas unidades vayan incluidas en los diccionarios
por razones pedagógicas,
(b) Unidades equivalentes de sintagmas, que son combinables en
la oración y conmutan, precisamente, con sintagmas. A lter­
nativamente, podrían recibir la denominación de «sintag­
mas estereotipados». El autor no proporciona ejemplos en
español de este tipo, sólo en francés: así, sans coup je r ir
( Lsin esfuerzo alguno, sin com bate’) puede oponerse a
ciprés une dure bataille o avec de grandes diffictdtés
(Coseriu, 1986 [1977]: 116).
(c) Unidades equivalentes de palabras, que también se combinan
dentro de la oración y que son conmutables con palabras
simples, como a boca de jarro (*(£) [Disparar o herir] a
muy corta distancia’, acepción 1; ‘[Decir algo] bruscamen­
te, sin previo aviso’, acepción 2, DFRM); no dar abasto
( ‘( f .) No producir o vender lo necesario', DFEM); hacer
hincapié ('insistir en algo, resaltarlo’, LDPL), etc. En tanto
funcionan como lexemas, propone denominar a estas uni­
dades «perífrasis léxicas».
Resumimos la clasificación de Coseriu mediante el siguiente es­
quema:
— T cxtem as: Cada palo aguante su vela

Unidades dcl -Sintagmas estereotipados: .mns coup férir


d iscu rso repetido

■Perífrasis léxicas: hacer hincapié

F ig u r a 2

Resulta evidente que estamos ante una clasificación rudimentaria


y poco rigurosa. En primer lugar, no esgrime criterios de clasifica­
ción propiamente dichos. En segundo lugar, incluye dentro de los
[externas unidades que quedan fuera de los límites de la fraseología,
Y, en tercer lugar, la distinción entre sintagmas estereotipados y perí­
frasis léxicas es, cuanto menos, artificial, subjetiva, y poco clara, co­
mo parece reconocer el autor:
Provisionalmente se podrían hasta reunir en un solo tipo nuestros
dos tipos b) y c): lo importante, por el momento» es que se reconozca
la no estructurabilidad léxica de los elementos dcl «discurso repetido»
y de las unidades del primer tipo de tal discurso (Coseriu, 1986
[1977]: 118.)

No obstante, la aportación de Coseriu ha sido especialmente


fructífera en la investigación fraseológica española porque, por un la­
do, hizo prestar atención a la parte más fija y estable del léxico espa-
ñoí, y, por otro, ha influido poderosamente en los trabajos sobre fra­
seología de autores como Garcia-Page Sánchez (1990a, 1990b) o
Martínez López (1996).
j

1.5*3. H . T i t u n

En el trabajo que nos ocupa, Thun (1978) investiga la fraseología


de las lenguas romances. Parte de la repetición y la fijación como fe­
nómenos generales de la lengua, dentro de los cuales se insertan las
unidades fraseológicas o fixierles Wortgefüge (FW G ), que es la d e -
nominación genérica que utiliza.
Primeramente, las FWG son estudiadas desde su estructura interna,
A continuación se observan las relaciones sintagmáticas y paradig­
m áticas de estas unidades, así como su actualización en el discurso.
En cuanto a la estructura interna, este autor se ocupa fundamen­
talmente de la fijación y del aspecto semántico de dichas unidades.
Se establecen varios tipos de fijación interna y externa. La fijación
interna se refiere a la fijación material y a la fijación de contenido. La
fijación externa presenta cuatro subtipos: situacional, analítica, pa-
somática y posicional en el texto (cf. 1*4.3.1.).
Según el autor, las unidades que presentan fijación externa sitúa-
cional o posicional pertenecen al acervo lingüístico de la comunidad
cultural. Sin embargo, las que presentan el segundo tipo de fijación
externa, la analítica, pertenecen, por un lado, a este m ism o acervo
lingüístico; mientras que, por otro lado, sus componentes conservan
el estatus de unidades del sistema lingüístico.
En cuanto al aspecto semántico de estas unidades, se distinguen
FWG que no presentan peculiaridad semántica, como guardar las apa­
riencias; FWG con peculiaridades semánticas en todos sus componentes
(tipo homogéneo), como dorar la píldora (Lfr, fig. y fam. Suavizar con
artificio y blandura la mala noticia que se da a vino o la contrariedad
que s e le causa’, DRAE); y FWG con peculiaridades semánticas en algu-
no(s) de sus componentes (tipo heterogéneo), como vivir como un rey
(vivir muy bien, cómodamente y sin que falte de nada).
Por otra parte, siguiendo las nociones coserianas de sistema, nor­
ma y habla, Thun hace una división entre FWG del sistema, FWG de la
norma y FWG de) habla. Básicamente se ocupa de las primeras, que
corresponden grosso modo a las locuciones de Casares (1992 [1950]),
Estas unidades fraseológicas se caracterizan por presentar fijación inter­
na y externa (algunas lo presentan del tipo pasemálico). Puede ocurrii*
que todos sus elementos integrantes estén semánticamente ausentes
(tipo homogéneo), o bien sólo alguno(s) de ellos (tipo heterogéneo), o
bien que se den casos intermedios. Se trata de FWG del sistema, a las
cuales no estudia de acuerdo con su significado categorial, ni con el
de sus elementos integrantes, aunque deja abierta dicha posibilidad.
Thun se ocupa también, muy brevemente, de algunos tipos de
unidades fraseológicas con fijación interna y externa, situacional o
posicional — las FWG del habla— , como son los refranes y los de­
nominados pragmatische Idioma, entre otros tipos -com o los dichos
{d icto n s o Redemarten), parte dc las citas (geflügelte Waríe), etc.- ,
los cuales no trata por razones de espacio. Estas unidades pueden
presentar peculiaridades semánticas (tipos homogéneo y heterogé­
neo) o no. Se trata de FWG externas a la lengua.
M ayor atención presta Thun a las FWG de la norma o colocacio­
nes (como armar un escándalo), aunque no las estudia en detalle.
Únicamente menciona que se traía de FWG fijadas sólo en la norma,
con fijación externa analítica y sin peculiaridades semánticas, que,
desde el punto dc vista del sistema, constituyen sintagmas completa­
mente libres.
Las FWG del sistema lo son a la vez de la norma, así como las
FWG de la norma lo son del habla al mismo tiempo. Los tres tipos de
FWG pertenecen a la comunidad lingüística y cultural. Bn la página
siguiente ofrecemos la clasificación11 propuesta por Thun (pág. 252)
mediante el esquema que presenta el autor:

11 Damos la traducción de ios términos alemanes al español (excepto los pragma-


uscht hliotncy para los cuales no hay equivalente en español). En el esquema repro­
ducido no hemos incluido los ejemplos por estar éstos en lengua francesa.
Fijación externa
(en parte con fijación «pasemática»)
___________ A_________ —
N
\
FWG d d
sistema
en ci - tipo
sistema homogéneo
zona
intermedia
- tipo
heterogéneo f'WGdeta
norma
-presente
en la semántica­
norma mente
(«Bcvorzugten
Analysen»)
«sitúa- (qyosi- con
cíunal» cional» fijación
interna
FWG de¡ habla

«prugma- Rcfru-
tische nes,
Idiomc» etc.
en el
habla
(semánti camcnte presentes o
ausentes: tipo homogéneo
o heterogéneo)

y \ /
v -------------- v
FWG (le la lengua FWG externas a la lengua
\______
—— v ___________ /
----------------------------

FWG de la comunidad lingüística y cultural

Fig u r a 3
J ,5.4. A . Z u lu a ü a

Bajo el denominador común de expresiones fijas o unidades fra­


seológicas, Zuluaga (L980) estudia unidades fraseológicas que com ­
prenden desde combinaciones de al menos dos palabras (y palabras
formulístieas), hasta combinaciones formadas por oraciones com ple­
tas, cuyos componentes están o han estado en relación sintáctica. Di­
chas unidades se caracterizan por la fijación — fraseológica o prag­
m ática— que presentan, así como por la idiomaticidad en cierto
grado de muchas de d ías.
Al igual que Casares (1992 [1950]), Zuluaga (1980) tampoco
contempla la inclusión de las colocaciones como parte integrante de
la fraseología, a pesar de que en el informe teórico sobre la fijación
fraseológica menciona autores que de forma implícita o explícita sí lo
hacen, como es el caso de Paul, Bally, Nagy, y, muy especialmente,
Bugarsky, Esta situación resulta cuanto menos sorprendente toda vez
que la noción de colocación parece estar implícita en ei propio Zu-
luaga cuando éste habla de contextos léxicos o de las relaciones entre
la fijación fraseológica y la implicación léxica.
Zuluaga hace una doble clasificación de las unidades fraseológi­
cas según (a) los rasgos de su estructura interna y (b) su valor semán-
tico-funcional al ser empleadas como unidades en el discurso.
Según su estructura interna {fijación e idiomaticidad), las unida­
des fraseológicas pueden ser fijas y no idiomáticas, como dicho y he­
cho; sem iidiom áticas12, como tira y afloja\ e idiom áticas11, como a
ojos vistas (‘loe. adv. Visible, clara, patente, palpablem ente1, DRAE).

u Se entiende ‘tijas y seImidion)áticas, y ‘fijas e idiomáticas’, puesto cjue, según


Zuluaga (1980: 135), «la idiomaticidad presupone la fijación».
n Dentro de las idiomáticas distingue varios subtipos, mezclando criterios semán­
ticos, sintácticos y mctalingüísticos, sin homogeneidad alguna.
Para estudiar el valor semántico-funcional de las expresiones fi­
jas, Zuluaga tiene en cuenta las funciones sintácticas desempeñadas
por éstas en el discurso, analiza sus posibles combinaciones y oposi­
ciones, así como el nivel de la estructuración gramatical en el que
pueden combinarse. El autor distingue dos grandes grupos de expre­
siones fijas: (a) los enunciados fraseológicos, que son expresiones
fijas capaces de constituir por sí mismas enunciados completos; y (b)
ias locuciones (siguiendo la term inología de Casares), que son ex­
presiones fijas que necesitan combinarse con otros elementos en el
interior de la frase para poder constituir un euuncíado.
Ambos grupos de unidades fraseológicas quedan sintetizados en
el siguiente esquema (pág. 139):

. 4 . ... prepositivas
instrumentos r r
. ' 'g r a m a tic a le s ''--- ......conjuntivas
dativas
*

..nominales
locuciones ...........................unidades - .............. adnominales
I^ * k,
v
lcxicas ...... -..adverbiales,........
*
.cláusulas
* ♦ *k
‘« * *%
• .' * x\ V'^circunstanciales
i
‘ • sintagmas..................... verbales 'adverbios

... clichés
.frases ........................ fórmulas

- dichos
enunciados.:; ' '

•%%

‘ ^.textos............................... refranes

F ig u r a 4

Si se compara este esquema con el de Casares en el apartado


1.5.1., se observan más similitudes que diferencias con respecto a la
clasificación de las locuciones. Las diferencias se reducen a incluir
un nuevo tipo dentro de las locuciones equivalentes a unidades gra­
m aticales14: las locuciones elativas13, que se caracterizan por iuncio-
nar como instrumentos relaciónales que intensifican y elativizan 1c-
xemas. Así, como un cosaco ("mucho1) puede clativizar al verbo be­
ber, por ejemplo.
Hn cuanto a las locuciones equivalentes a unidades léx icas16, dis­
tingue cuatro tipos: nominales, como cabeza de turco ( ‘persona a
quien se imputa algo, generalmente sin m otivo’, D1LE); adnominales,
como de pelo en pecho ( ‘dic. de la persona vigorosa y denodada1,
DALE); verbales, como dar calabazas ('rechazar un requerimiento
amoroso; suspender en un examen, FEESC); y adverbiales, como con
pelos y señales ( ‘con todo detalle, LDPL), correspondientes a las cua­
tro categorías básicas.
A diferencia de Casares, Zuluaga considera que no es necesario
distinguir entre locuciones participiales y locuciones adnominales,
por lo que las primeras pasan a incluirse dentro de las segundas;
mientras que las locuciones pronominales dejan de constituir un gru­
po aparte, y se asimilan al tipo de locución al cual pertenezcan según

14 Ésta es la denominación que reciben dichas expresiones a lo largo de todo ei


trabajo, aunque en el esquema aparezcan como «instrumentos gramaticales».
b Tal distinción resulta, además de innecesaria, poco acertada. Las locuciones
dativas equivalen a un morfema. Si la locución tiene estatus de palabra por definición
(cf. Zuluaga, 1980: 23), aquella que no lo tenga no será, pues, una unidad fraseológi­
ca, es decir, no será una locución. En este sentido, hay que tener en cuenta que Zu­
luaga reconoce que las unidades fraseológicas de significado elatívizado pero homo­
géneamente idiomáticas o semi idiomáticas, aun cuando tengan la misma estructura
que las mixtas, no son locuciones equivalentes a unidades mínimas gramaticales, sino
a unidades léxicas, ya que no se puede separar sin más la parte; portadora del signifi­
cado léxico y la parte portadora del significado elativo. De hecho, Zuluaga incluye
«locuciones elativizadas» de este tipo, como más papista que el Papa o del tiempo da
Maricastaña, dentro de las locuciones adnominales. Además, este supuesto morfema
elativo no es privativo de las locuciones, puesto que también se da en otros tHios de
unidades, piénsese en una colocación como enemigo acérrimo, por lo que quizá sea
más conveniente hablar del efecto intensificado!' de las UFS en general.
16 Ésta es la denominación genérica y global que reciben todas estas locuciones a
lo largo dcl trabajo de Zuluaga, a pesar de la distinción que hace entre unidades léxi­
cas y sintagmas en el esquema.
su significado categorial. Las locuciones exclamativas, por su parte,
pasan a formar parte de los enunciados fraseológicos.
Zuluaga ofrece varias clasificaciones de los enunciados fraseoló­
gicos. Pero es la clasificación según su relación con el contexto la
que se refleja en el esquema anterior. Eí autor distingue entre: a)
enunciados fraseológicos funcionaliiiente libres, que son considera­
dos textos; y b) enunciados fraseológicos contextualmcnte marcados,
qnc no son considerados textos porque dependen del contexto lin­
güístico o pragm ático para su funcionamiento,
Al primer grupo — «textos» en el esquem a— pertenecen los re­
franes, como Un clavo saca otro clavo (‘Expresión con que se indica
que una preocupación o pena hace olvidar otra o que una adquisición
hace olvidar u n a pérdida’, DIJE), y los enunciados fraseológicos inter­
jectivos, como ¡La órdiga! ( Évulg. Interjección con que se denota
sorpresa o adm iración’, DALE). Estos últimos equivalen a las locucio­
nes exclamativas de Casares, y, curiosamente, no aparecen en el es­
quema anterior. Al segundo grupo — «frases» en el esquem a— per­
tenecen los dichos o frases hechas — Aquí fu e Troya (‘fig., expr, con
que se indica un acontecimiento desgraciado o ruidoso1, D A LE)— ;
los clichés — Cómo no (‘expresa asentim iento', G D LE) — ; y las uni­
dades del tipo Erase una vez (‘frase con que se empieza frecuente­
mente la narración de un cuento \ DUE), a los cuales denomina en el
esquema de forma global clichés; así como las fórmulas de fijación
pragm ática del tipo Buenos días (fórmula de saludo).

1.5.5. G. HahNSCII ETAf,.

Los au to res17 distinguen dos tipos de unidades léxicas pluriverba­


les lexicalizadas y habitualizadas:

17 Aunque nos referimos en todo momento a «Haensch et ai» y a «los autores» en


plural, debemos indicar que, concretamente, el capítulo dedicado a las combinaciones
de palabras corrió a cargo dc lino solo de los autores; S. Ettingcr.
a) Las colocaciones, que se caracterizan por Ja relativa libertad
de combinación que aún presentan sus elementos integran­
tes.
b) Las combinaciones fijas de lexemas, donde entran todas
aquellas unidades fraseológicas que no constituyen colo­
caciones. Las distintas clases, como unidades fraseológicas,
m o d i s m o s c ita s , refranes, etc., se establecen a partir del
grado de libertad que presentan sus elementos constitu­
yentes.
Dentro de la categoría de combinaciones fijas de lexemas, los
autores dan la caracterización que hace Chafe (1968) del modismo,
así como los tipos de fijación más frecuentes en español según Zu­
luaga (1975b). Por otra parte, también presentan dos de las clasifica­
ciones más importantes para las combinaciones fijas de lexemas: la
de Vinogradov y la de Háusermann, aunque sin adaptarlas para el es­
pañol .
M ás adelante, los autores parecen seguir una clasificación distinta
al indicar los tipos de unidades léxicas que se deberían registrar- en
los diccionarios de lengua española. Entre estas unidades mencionan:
colocaciones usuales {éxito clamoroso, soltero empedernido); unida­
des fraseológicas, de significado transparente (dar un paseo, abrir
una cuenta); modismos, de significado no transparente, como matar­
las callando ('fr. fig. y fam. Hacer cosas indebidas con secreto y
apariencias de bondad’, DRAE) y estar en el ajo (‘(inf.) Figurar entre
los que intervienen o conocen un asunto, intriga o secreto1, DFEM); y,
finalmente, fórmulas de la vida social (pésame, saludo, despedida,
etc.) y todo tipo de frases habituales, como ¿Qué tal?. Le acompaño
en el sentimiento, ¡Largo de aquí!, Su carta obra en mi poder, etc.
Resumimos su doble clasificación en el siguiente esquema:

18 Los autores traducen el termino ingles idiotn por «modismo». Contra la utiliza­
ción de este término, véase í.5.1.
Colocaciones usuales

unidades fraseológicas
modismos
C o m b in a cio n es fijas citas
de lexemas — refranes
fórmulas de la vida social
frases habituales

F igura 5

M erece la pena señalar la falta de consistencia en cuanto a las


colocaciones. En prim er lugar, los autores no dan ejemplos dc este ti­
po de unidades en español. En segundo lugar, no se aperciben de un
hecho muy significativo; tanto Vinogradov como Hüusermann inclu­
yen ejemplos de colocaciones en sus respectivas clasificaciones, aun­
que les den denominaciones distintas.
En términos generales, el tratamiento que estos autores dan a las
UPS dista mucho de ser sistemático. Por un lado, la propia división en
colocaciones y combinaciones fijas de lexemas constituye uno de sus
puntos débiles. Los autores afirman que tal división obedece a m oti­
vos prácticos. No obstante, no especifican cuáles son éstos. Además,
si tenemos en cuenta que la única diferencia entre una categoría y
otra es el grado dc restricción combinatoria, y que este es, precisa­
mente, el criterio que esgrimen para distinguir tipos dentro de la se­
gunda categoría, no vemos ninguna razón convincente para hacer tal
división.

1,5.6. Z. V, Carneado M or¿ y A. M. T r i s t á P í ,r h z

Los estudios de fraseología en Cuba constituyen un campo bas­


tante fructífero en cuanto a la investigación lingüística se refiere. Kn
concreto, el Instituto de Literatura y Lingüística do La Habana, perte­
neciente a la Academia de Ciencias de Cuba, realiza una importante
labor en este terreno. Diversos autores asociados al mencionado Insti­
tuto están aplicando los principios de la fraseología rusa a la descrip­
ción y caracterización del español. Quizá Zoila Carneado y Antonia
María Tristá sean los miembros más representativos de la escuda cu­
bana de fraseología,
Zoila Victoria Carneado M oré parle d d estudio de los fraseoio-
gismos en los diccionarios cubanos (1985b, 1985c). Tras advertir la
falta de criterios sistemáticos de clasificación, la autora pasa a anali­
zar las deficiencias en la descripción semántica de estas unidades, asi
como el tratamiento de la polisemia, la sinonimia y las variantes fra­
seológicas. Para la taxonomía de UFS que propone sigue m u y de cer­
ca los modelos rusos, y> muy especialmente, las obras de V. V. Vino-
gradov (1947) y N. M. Shanski (1963), aunque sin perder de vista los
postulados de Casares.
De acuerdo con el grado de motivación y la estructura gramatical
del fraseologismo, distingue entre:
a) adherencias, es decir, unidades completamente inmotivadas,
de significado unitario traslaticio, que cumplen funciones
oracionales, como perder la chaveta ( ‘volverse loco1);
b) unidades, que se diferencian de las anteriores por su carácter
relativamente motivado, como, por ejemplo, buscar la bo­
ca {'provocar, buscar pelea5);
e) combinaciones, formadas por varias palabras entre las cuales
figura una que actualiza una acepción especial en virtud de
su relación con las demás, como en reinar el silencio.
d) expresiones fraseológicas, donde se incluyen refranes, pro­
verbios, clichés y otras formaciones, esto es, com bina­
ciones predicativas de palabras y oraciones, d d tipo Chivo
que rompe tambor con su pellejo paga ( ‘cada uno debe ser
responsable de sus actos y obrar en consecuencia7).
Se ocupa principalmente de las adherencias y las unidades, ias
cuales clasifica doblemente según sus rasgos léxico-gramaticales,
tomando como base la monografía do N. N, Kurchatkina y A. V. Su-
prun (1981) sobre el sistema fraseológico del español.
Asi, Carneado Moré (1985a) habla de fraseologismos verbales
(pasar a mejor vida, ‘m orir5, FEKSC); reflexivos (agarrarse a un cla­
vo ardiendo> V alerse de cualquier recurso para evitar un mal o con­
seguir un fin’, LDPL); proposilivos (hacérsele a alguien la boca agua,
'pensar con delectación en una cosa, especialmente de com er’, DUE);
con el participio hecho/a (hecho polvo, ‘cansado y abatido’, GDLE);
conjuntivos (nadar y guardar la ropa, ‘aprovecharse de una cosa sin
arriesgarse dem asiado’, FEESC); con los pronombres la/las (diñarla,
‘(in f) m orir7, DFEM); nominales (luna de miel, 'prim era época del
m atrim onio’, DUE); adjetivos (de marca mayory ‘fig. y fam., excelen­
te, muy grande \ DALE); y adverbiales (a horcajadas, ‘loe. adv. Díce-
se de la postura del que se monta en una caballería o en una persona
o cosa echando cada pierna por su lado', DRAE).
El esquema que sigue a continuación refleja la clasificación se­
guida por ía autora:

F ra seo lo g ism o s verbales


F ra seo lo g ism o s reflex iv o s
A dheren cias F ra seo lo g ism o s prop ositivos
Frasco] o g ism o s c o n hecho/ -a
U nidades — fr a s e o lo g is m o s con ju n tivos
Fraseol ogism os con la/las
F ra seo lo g ism o s n om in ales
F ra seo lo g ism o s adjetivos
F ra seo lo g ism o s adverbiales

C om b in acion es

E xpresion es fra seo ló g ica s

F ig u r a 6
En el trabajo dc Antonia M aría Tristá Pcrez (1979-1980, 1985b,
1985c, 1988), la influencia de los antiguos estudios soviéticos se deja
sentir sobre todo en lo relativo al aspecto semántico y la motivación
dc la s UHS. Tristá mantiene la clasificación de Casares (locuciones,
frases proverbiales y refranes), pero amplía la parte relativa a las lo­
cuciones, estableciendo dos tipos fundamentales a partir de la estruc­
tura interna dc estas unidades:
a) Fraseologismos en cuya estructura interna se encuentra un
«indicador mínimo» o «elemento identificador» que indica
su condición de unidad fraseológica19. Este indicador fra­
seológico puede ser de carácter semántico o léxico. En el
prim er caso están aquellas unidades que tom an como base
una imagen incongruente, como en jarabe de pico (‘FIO
COL palabrería \ GDLE) y / quererj comerse el mundo
(‘alardear, aparentar, jactarse’, DFEM), Al segundo caso
pertenecen aquellas unidades que contienen entre sus com ­
ponentes palabras desusadas fuera de la UF: hacer el paripé
(e(inf.) Simular, fingir [generalmente un afecto o sentim ien­
to por alguien para lograr algo]’, DFEM); elementos onoma-
topéyicos : estar en un tris ('estar a punto de5, DUE); prés­
tamos: el dolce far niente ( ‘dulce ociosidad', DUE); y
arcaísmos: parar mientes [en] (‘fijarse en una cosa, exam i­
nar una cosa1, FEESC),
Desde un punto de vista semántico, se trata de unidades
muy heterogéneas, que van desde fraseologismos con ele­
mentos carentes de sentido fuera de la unidad hasta aque­
llos cuyos elementos adquieren un nuevo significado fra­
seológico.
b) Fraseologismos en cuya estructura interna no se encuentra el
elemento identificador. En estos casos, la UF tiene una se­
cuencia literal homónima, de la cual se diferencia, precisa­

19 Véase a este respecto la presencia dc palabras diacríticas en las locuciones, así


como otras características formales de estas unidades, en el capitulo 111,
mente, por la estabilidad y metaforicidad de la primera. El
significado unitario de estas unidades suele ser parcial­
mente deducible del de sus elementos constitutivos. A lgu­
nos ejemplos son pisarle a alguien los talones (‘Ir. fig. y
fam. Seguirle de cerca’, DRAE) y tender la mano ('ofrecer
ayuda', l d p l ).
Aquí se encuadran también aquellas UFS derivadas de com bina­
ciones libres cíe palabras pertenecientes a esferas especiales20, como
arrojar la toalla ( '( M ) abandonar o claudicar ante la dificultad de
alguna em presa’, DFEM ), que procede del mundo del boxeo.

1.6. NUEVA PROPUESTA DE CLASIFICACIÓN DE LAS UNIDADES


FRASEOLÓGICAS EN ESPAÑOL

Las clasificaciones vistas hasta ahora resultan incompletas e, in­


cluso, esquemáticas. Como criterios básicos se han adoptado los si­
guientes: (1) elemento oracional u oración completa; (2) fijación en
el sistema, en la norma o en el habla; (3) fragmento de enunciado o
enunciado completo; (4) restricción combinatoria limitada o total; y
(5) grado de motivación semántica.
No obstante, ninguna de las clasificaciones vistas hasta ahora uti­
liza criterios claros que permitan establecer una taxonomía razonada
de las unidades fraseológicas de nuestra lengua. Así mismo, ninguno
de los criterios básicos aludidos sirve por sí solo para vertebrar una
clasificación global del sistema fraseológico español. Por esta razón,
proponemos combinar el criterio de enunciado - y, por consiguiente,
de acto de habla— con el de fijación (en la norma, en el sistema o en
el habla). Ambos criterios nos proporcionan la base para establecer
un prim er nivel d e clasificación de las UFS en tres esferas.

20 En 1985b, Tristá Pérez las encuadra dentro del prim er grupo de fraseologismos
con anomalías léxicas, mientras que en 1985c las considera casos intermedios entre
los grupos ( d) y (b).
Entendemos poT enunciado una unidad de comunicación mínima,
producto de un acto de habla, que corresponde generalmente a una
oración simple o compuesta, pero que también puede constar de uu
sintagma o una palabra (cf. Zuluaga, 1980; 191). De acuerdo con este
criterio, se establecen dos grupos de unidades fraseológicas: aquellas
UFS que no constituyen enunciados completos, y aquellas que sí lo
son ( c f Gramley y Patzold, 1992: 54).
El tipo de fijación que presenten estas unidades nos permite se­
guir pcrfdando nuestra taxonomía. Como se desprende de lo anterior,
en el prim er grupo se incluirían aquellas UFS que no constituyen actos
de habla ni enunciados, es decir, aquellas que necesitan combinarse
con otros signos lingüísticos y que equivalen a sintagmas. Sin em ­
bargo, no se trata de un grupo homogéneo, puesto que se mezclan
entidades de índole distinta: UPS que constituyen unidades en el sis­
tema y UFS que, desde el punto de vista del sistema, son sintagmas
completamente libres, generados a partir de reglas, pero que, al m is­
mo tiempo, presentan una fijación determinada por el uso.
Este prim er grupo se subdivide, por tanto, en dos: la esfera I, que
incluye aquellas UFS fijadas sólo en la norma, que denominaremos
colocaciones; y la esfera II, que engloba UFS del .sistema, que deno­
minaremos locuciones.
Por otro lado, en el segundo grupo se encuadran aquellas UFS que
pertenecen exclusivamente al acervo socio-cultural de la comunidad
hablante (es decir, son unidades del habla). En esta esfera III de
nuestra clasificación tendrían cabida, pues, el resto de UFS, a las cua­
les denominaremos enunciados fraseológicos. Estas unidades se ca­
racterizan por estar fijadas en el habla y por constituir actos de habla
realizados por enunciados completos, dependientes o no de una si­
tuación específica.
Resumimos* el prim er nivel de clasificación propuesto en el si-
guíente esquema:
u rs

- en u n ciad o + en u n ciad o
[- acto d e habla] [ > acto de habla]

““ 1
Fij. norma Fij. sistem a Fij. habla

E SF E R A I E S F E R A 11 E S F E R A III

colocaciones locuciones en uneiacios fraseológicos

F ig u r a 7

En un segundo nivel de clasificación, cada una de las tres esferas


es susceptible de ser dividida* a su vez, en distintos tipos, de acuerdo
con una serie de criterios complementarios. En los capítulos que .si-
guen a continuación nos ocuparemos de ello, ofreceremos una carac­
terización de estas unidades en términos lingüísticos, y estudiaremos
su funcionamiento en el discurso.
a
ESFERA 1: COLOCACIONES

2.1. INTRODUCCIÓN

La prim era esfera de nuestra clasificación comprende colocacio­


nes, es decir, unidades fraseológicas que, desde el punto de vista del
sistema de la lengua, son sintagmas completamente libres, generados
a partir de reglas, pero que, al mismo tiempo, presentan cierto grado
de restricción combinatoria determinada por el uso (cierta fijación
interna). Este rasgo esencial distingue las colocaciones de las com bi­
naciones libres de palabras (cf. Liang, 1991-1992; 154).
Al igual que las locuciones, no constituyen enunciados ni actos
de habla por sí mismas. A diferencia de estas, las colocaciones son
unidades estables, combinaciones «prefabricadas» en la norma, no en
el sistema (Thun, 1978; Hausmann, 1985; 118). Presentan .fijación
externa analítica, al ser empleadas como combinaciones de determi­
nadas unidades léxicas para el análisis ya establecido del mundo,
frente a otras unidades teóricamente posibles en la misma medida.

2.2. ORÍGENES DEL TÉRMINO Y LA NOCTÓN DE COLOCACIÓN

El término colocación y la noción recubierta por éste constituyen


una adquisición relativamente reciente en la filología española. Sus
orígenes hay que situarlos en el análisis del significado propuesto por
la escuela sistémica británica. El término collocaüon no aparece co­
mo tal hasta la década de los cincuenta, y m uy concretamente en los
trabajos cíe J. R. Firíh: en Papers o f Linguistics, 1939-1951 introduce
por prim era vez la noción de colocación, como parte de su teoría ge­
neral de] significado, dándole carácter científico al término.

2.2,1. P recursoras

La noción de colocación como tal no es algo completamente nue­


vo, pues ya se vislumbraba en los trabajos de Saussure de primeros
de siglo (Sirjudja, 1989: 163, 164) o en les groupemenls usuels y les
series phraséologiques de las que hablaba Bally (1951). Además, a
mediados de este siglo, Porzig (1957 [1950]) estaba ya tratando
cuestiones intimamente relacionadas con lo que posteriorm ente se
estudiaría bajo el término colocación. De hecho, este autor ha sido
considerado, aunque no sin cierta reserva, como uno de los precur­
sores del estudio de este fenómeno léxico (cf. Lyons, 1966, 1977;
Downing, 1982; Bahns, 1987).
En oposición a las teorías de Tricr sobre campos conceptuales,
Porzig trató de explicar la estructura léxica de las lenguas a partir de
las relaciones de significado existentes en sintagmas bipartitos a los
que denominaba campos semánticos elementales {elementare Bedeu-
timgsfelder). Dichos campos estaban compuestos normalmente por
un sustantivo y un verbo o un adjetivo, relacionados entre sí a tra­
vés de una relación semántica esencial (wesenhafie Bedeutungsbe-
ziehung).
Según Porzig (1957 [1950]: 124), la relación semántica esencial
entre palabras es m uy importante para la construcción del discurso,
porque facilita la combinación plenamente significativa de las m is­
mas en la oración. Todas las palabras tienen, en cierto modo, un
«campo de fuerza» alrededor que determina su posibilidad combina-
loria. Así, cada verbo sólo puede lener un determinado círculo de
posibles sujetos y, si es transitivo, de objetos.
El núcleo de un campo implica una serie de palabras relacionadas
semánticamente desde un punto de vista sintagmático. A menudo el
verbo o el adjetivo son considerados núcleos, puesto que son los que
predicen la aparición de un determinado sustantivo: por ejemplo,
blond («rubio») implica Haar («cabello»), y nehmen («coger») im­
plica Hand («mano»); pero esta univocidad se pierde en sentido con­
trario; Hand, a su v e /, puede implicar nehmen, zerbrechen («romper
[con la mano]»), etc.
Conviene señalar que P or/ig mezcla dos fenómenos distintos bajo
una misma denominación. Por un lado, habla de la relación entre pa­
labras como fallen («tallar») y Buitm («árbol»), que tiene estrecha
conexión con el fenómeno de léxico de la colocación. Pero, por otro
lado, incluye en sus campos semánticos elementales unidades como
beissen («morder») y Zdhnen («dientes»), que no suelen coaparecer
en el discurso, y cuya relación semántica es de inclusión.
Además, la noción de campo de Porzig incluye las implicaciones
dadas por el conocimiento de las cosas y la cultura. Por ejemplo,
weiss («blanco») y schmulzig («sucio») son los dos adjetivos típica­
mente asociados a Schnee («nieve») en alemán (Porzig, 1957 [1950]:
i 24). También tienen cabida las relaciones de derivación, como boh-
ren («taladrar») y Bohrer («taladro»); así como otros fenómenos
gramaticales, como es el hecho de que Pferd («caballo»), considerado
como unidad, no pueda ser el objeto de einfüren («introducir», «im ­
portar»), aunque sí pueda en calidad de 'especie anim ar.

2.2,2, L a h s c u k l a s is t é m ic a b r it á n ic a

A pesar de que fue precisamente J. R. Firth (1957) el introductor


del término c o llo c a ü m 5 como uno de los niveles de análisis o modes

1 Fiith (1957, 1968a, 1968b, 1968d) introdujo también ios siguientes términos:
coilocabilHy {colocobiHdad, en el sentido dc propiedades combinatorias de las pala-
para descubrir el significado de los elementos léxicos (meaning hy
collocation), así como para referirse a la coaparición de unidades lé­
xicas, este autor nunca aclaró de forma explícita que entendía por
colocación. De hecho, parecía estar más interesado en el valor esti­
lístico de estas combinaciones, ya sea en el análisis literario, con la
distinción entre colocaciones generales o usuales frente a las idiosin­
crásicas (Firth, 1957), ya sea como rasgo característico de los lengua­
jes restringidos {Firth, 1968a).
Por este motivo, la noción de colocación lia sido reelaborada
posteriorm ente por sus discípulos más cercanos, los denominados
«neo-firthíanos» de la escuela sistémiea británica. Las primeras in­
vestigaciones sobre el tema fueron de carácter estadístico y formal.
Para Halliday {1966b), por ejemplo, el fenómeno de la colocación pa­
rece reducirse a la mera coaparicíón frecuente y lineal de las palabras
léxicas en el discurso. Define la colocación como una asociación
sintagmática de unidades léxicas, textualmente cuandficable como la
probabilidad de que ocurran o aparezcan en n intervalos, es decir, una
distancia de n unidades léxicas, desde una unidad a; las unidades a , h,
c, etc., independientemente de la categoría gramatical de éstas (pág.
158).
También en Ja década de los sesenta, J. M. Sinclair (1966) propu­
so estudiar la coaparición lineal de palabras mediante recuentos es­
tadísticos de córpora extensos. En su trabajo de 1974 en colaboración
con S. Jones (Jones y Sinclair, 1974: 19) considera colocaciones sig­
nificativas las formadas por dos elementos léxicos cuya frecuencia de
coaparición es m ayor de lo que se podría deducir a partir de las fre­
cuencias individuales de ambos elementos y de la longitud del texto
en el que se insertan.
Dentro de esta corriente, no hay diferencia de estatus entre los
miembros de una determ inada colocación, denominados colocados

bras), ío colíoctítc {colocarse) y collocationaí {colocacionat). Se ocupó, así mismo, de


la noción de coHigcüion (coligación), que hacía corresponder con las relaciones gra­
maticales entre las distintas partes dcl discurso (Firth (I968d: 178). F,l termino fue re-
definido posteriormente por M ildiell (197 1: 53) y Greenbaum (1988: I 16).
{coUocates). No obstante, uno de ellos constituye el núcleo (nodc), es
decir, la unidad léxica cuyo patrón colocacional se estudia (Jones y
Sinclair, 1974: 16).
En posteriores trabajos, Sinclair (1987b, 1991) ha ahondado en la
noción de frecuencia estadística como característica básica de las
combinaciones objeto de su estudio, refínando la teoría colocacional
con la inclusión de dos nuevos conceptos: colocaciones descendentes
y ascendentes (downward and upward collocations). Colocaciones
descendentes son aquellas donde una palabra A se coloca significati­
vamente con una palabra 13 de menor frecuencia. En las ascendentes
se da la relación inversa: B es el núcleo y A el colocado; en este caso
la colocación es mucho más importante para la descripción léxica del
núcleo.
H1 enfoque de Sinclair, estadístico y basado en córpora textuales,
luista cierto punto está orientado hacia el tratamiento de los elemen­
tos léxicos aislados, sin tener en cuenta consideraciones de tipo se­
mántico o sintáctico, en consecuencia con los postulados de Firth
(1957), Ésta es aproximadamente la misma línea que siguen otros
autores de la escuela sistémica como A. Mclníosh (1966) y T. F.
M itchdl (1966, 1971), entre otros.
Distinta orientación es la que presenta S. Grcenbaum (1970,
1974, 1988). Este autor también se centra en la investigación de los
patrones colocacionales de lexemas aislados, pero teniendo en cuenta
las relaciones sintácticas y semánticas que se dan entre los colocados.
De hecho, Grcenbaum (1970, 1974) se ocupa de las colocaciones
formadas por verbos y adverbios. Por otro lado, el autor no emplea
recuentos estadísticos de frecuencia a partir de córpora, sino que se
vale de experimentos de clicitación realizados a hablantes nativos
ingleses. Las colocaciones forman parte de la competencia de los
hablantes y tienen gran importancia en la adquisición de la lengua
materna (Ll). La dimensión psicolingüística de la colocación, que
concuerda con las apreciaciones de Bolinger (1975 [1968], 1976) so­
bre el tema, sería retomada posteriormente por autores como Cowie
(1985), Hausmann (1984) y Kjelhner (1984).
En cuanto a la distancia entre colocados (span) — uno de los as­
pectos más controvertidos de la teoría colocacional desde sus co­
mienzos Greenbaum (1988: 114) considera que, desde un punto
de vista psieolingíiístico, se puede decir que dos unidades léxicas se
colocan entre sí, cuando éstas, independientemente de la distancia
que las separe en un fragmento de discurso, se recuerdan como un to­
do unitario.
Entre los refinamientos de la teoría colocacional por S. Green­
baum, destaca la incorporación de la noción de colocado principal
(principal collocaié) y colocado extendido (extended collocale), El
colocado principal es la palabra que se coloca más frecuentemente
con el elemento léxico cuya extensión colocacional se está estudian­
do, aunque tal relación no sea biunívoca en todos los casos (c f tomar
una decisión frente a conciliar el sueño). Greenbaum (1970: 6 0 )
ilustra la noción de colocado extendido mediante un ejemplo: cuando
el colocado principal de un adverbio es un verbo casi delexicalizado
como lo be («ser») o to have («haber», «tener»), el complemento que
sigue ai colocado principal se considera parte de éste, como por
ejemplo He reallv + is [a fo ol] («Es un verdadero idiota»).

2 .2 .3 . O t r o s d e s a r r o l l o s

Muchos han sido los estudios que se han ocupado del tema colo-
cacional a partir de las enseñanzas de la escuela sistémica. La m ayo­
ría de estos trabajos se han limitado a poner en práctica alguna de las
anteriores líneas de investigación. Otros, sin embargo, han contribui­
do a retinar la teoría colocacional.
Especialmente centrado en los diccionarios pedagógicos, Cowie
(1981) se ha ocupado de distinguir los diversos grados de restricción
colocacional, estableciendo una categoría puente entre colocaciones e
idioms (locuciones idiomálicas). Este autor define las colocaciones
mediante un criterio de fijación, pues, siguiendo a Mitchell (1971),
afirma que la colocación es una unidad compuesta (composite uni.t)i
que permite la sustitución dc al menos uno de sus elementos consti-
luíivos, sin que dicha sustitución afecte al significado de los restantes
elementos (1981: 224).
Da como ejemplo lo run a husiness («llevar un negocio»), donde
husiness puede ser sustituido por theatre («teatro»), bus company
(«empresa de autobuses»), etc., sin que el significado de to run, en la
;iccpción «estar al cargo de», se vea alterado.
También procedentes del campo de la lexicografía, Benson
(1985) y Benson et al. (1986a, 1986b) distinguen entre colocaciones
léxicas, formadas por dos palabras léxicas, y colocaciones gramatica­
les, formadas por una palabra léxica y otra gramatical. Los autores
proponen una taxonomía en la que se tienen en cuenta la categoría
gramatical y la relación sintáctica entre los colocados, así como
cuestiones de índole semántica.
Las relaciones gramaticales entre colocados también son relevan-
les para Kjellmer (1982, 1990), Considera el autor que el criterio de
frecuencia para extraer colocaciones de un corpus es insuficiente,
pues debe combinarse con el criterio gramatical: sólo aquellas se­
cuencias de palabras de frecuente coaparición que además estén re­
lacionadas sintácticamente reciben el nombre de colocaciones.
Otro autor que tiene en cuenta las relaciones gramaticales entre
los componentes de una determinada colocación es F. J. Hausmann
(1989), quien sólo se ocupa de colocaciones léxicas, para las eualcs
proporciona una taxonomía casi idéntica a la de Benson et a i (198óa,
1986b), Pero su contribución más importante al desarrollo de la teoría
colocacional es de orden semántico. Según Hausmann (1979, 1981,
1984, 19&5), los colocados no tienen un estatus similar, puesto que
uno de ellos determina la elección del otro. En este sentido, hay que
distinguir entre la base (Basis), la palabra que determina con qué pa­
labras puede combinarse, y el colocativo (Kollokator): el (los) ele­
m ento^) detenninado(s). Generalmente el sustantivo es la base, salvo
en las colocaciones formadas por verbos y adverbios» o por adverbios
y adjetivos, donde lo son los verbos y adjetivos respectivamente. Esta

MMSI-OI.OGÍA.-3
distinción queda patente en la producción lingüistica, donde se parte
de la base al colocativo (cf. Grcenbaum, 1970: 4).
Otras contribuciones a la teoría colocacional desde la perspectiva
semántica son las de Bácklund (1977, 1978, 1981) y las de M el’cuk y
colaboradores (M cPcuk, 1973, 1982, 1994; M el’cuk et aLy 1981;
M el’cuk y Polguére, 1987; Gentilhoinme, 1992; Michicls y Noel,
1983, etc.). Bácklund ha demostrado que las colocaciones más res­
tringidas suelen presentar cierta redundancia semántica. Ello se pro­
duce porque uno de los colocados, el monopolizado^ deja su impron­
ta semántica en el otro, su satélite: así, en la colocación hectic fever,
hectic significa algo así como ‘marcado por una actividad febril’
(Bácklund, 1977).
En el seno de la Teoría Sentido-Texto (Meaning-Text M odet)1,
M ePcuk y sus colaboradores han desarrollado la noción de función
léxica (FI.) para describir la coaparición restringida de palabras y los
fenómenos de derivación. Una función léxica, al igual que cualquier
función matemática, asocia a una «cantidad» dada (el argumento o
palabra llave) una «cantidad» variable (su valor), dependiente de
aquélla (MePcuk, 1982: 428).
Por ejemplo, la FL Magn ('m uy', ‘intenso’) 3 asocia al argumento
o palabra llave enemigo el valor acérrimo [enemigo acérrimo]:

M'dgn(enemígo) =■acérrimo

2 Vid, la descripción sistemática que hacen M el’cuk y Pertsov (1987) de este en­
foque. Hoy por hoy, la descripción más complcta de la Teoría Sentido-Texto cu espa­
ñol es la de Margarita Alonso Ramos (1993).
-\ t
Para glosar el significado de las funciones léxicas de M el’cuk tomamos como
refevencia la lista alfabética de funciones léxicas que da Alonso Ramos (1993: xv-
xv¡i) al com ienzo de su trabajo.
Magn es una función estándar simple de las 62 señaladas por
Mel’cuk (1982). Todas ellas son susceptibles de formar funciones
léxicas compuestas4. Una función léxica compuesta es una combina­
ción de simples que tiene una sola expresión léxica que cubre el sig­
nificado de toda la combinación. Por ejemplo, la función léxica com ­
puesta CausQper? asocia el valor llenar a la palabra llave (alegría):
Henar a alguien de alegría (cf. Alonso Ramos, 1993: 477).
A M el’cuk se le ha criticado frecuentemente por ser excesivamen­
te teórico y formalista (c f Liang, 1991-1992, y Piotrowski, 1990).
A pesar de ello, es innegable la influencia que ha tenido en la teo­
ría colocacional y en la lexicografía (c f Benson, 1989c; Ilson y
MeFcuk, 1989; Meyer, 1990; Fontenelle, 1994).

23. LA NOCIÓN D E COLOCACIÓN EN EA FILOLOGÍA ESPAÑOLA

Tradicionalmente, el fenómeno léxico de la colocación ha recibi­


do escasa atención en la filología española. Las primeras referencias
al término se dan a finales de los años setenta. En la década de los
ochenta asistirnos a un tímido avance que no se consolida hasta las
primeras investigaciones desarrolladas en los noventa.

2.3. L I n t r o d u c c ió n d e l t é r m in o

El término colocación en español fue introducido por Seco (1978:


218), quien dice haberlo tomado de J. R. Firth (1957), para denotar lo
que más tarde llamaría contornos en la definición lexicográfica, to­

4 Además de estas, también se dan fimciones léxicas de lipo no estándar. Estas


funciones describen unidades do significado traslaticio (idioms) y se escriben en el
lenguaje natural estandarizado (McEcuk, 1982).
5 Crnts ( ‘causar’) y Oper; ( ‘verbo semánticamente vacío que toma í como sujeto
gramatical y C como primer complemento') son nombres de fimciones léxicas. La
primera sólo so emplea en combinación con otras funciones léxicas.
mando este termino, a su vez, de J. Rey-Debove (Ahumada Lara,
1989: 121). Con anterioridad a esta lecha, el término colocación no
aparece siquiera en diccionarios de lingüística españoles, como el
Diccionario dc Términos Filológicos de Lázaro Carreter.
Posteriormente, este término aparece en la filología española en
ios diccionarios dc lingüística traducidos al español, como el d o l í , o
el DL2. Como se desprende de las definiciones dc colocación en di­
chos diccionarios, el tennino es utilizado para denotar: (a) un mcíodo
para descubrir el significado, y (b) la coaparición sistemática de uni­
dades léxicas. Estas mismas acepciones presenta el término en las
traducciones al español del LDDL (1982) y el BLMTB (1985).
En la década dc los ochenta, este término sigue siendo de uso
muy restringido: sale de la esfera de los diccionarios especializados
para ser utilizado dc nuevo como tennino y noción por especialistas
en lexicografía. Así, Hausmann (1981) aplica el término Kolloka.ti.on
al estudio dc la mierocstructura dc los diccionarios dc español; m ien­
tras que Haenscli ct a l (1982) traducen el término alemán por colo­
cación, hablando de este fenómeno léxico al referirse al tratamiento
lexicográfico de las unidades fraseológicas (capítulo V).
También desde los estudios de traducción se lian tenido en cuenta
las colocaciones por los problemas prácticos que plantean. García
Yebra (1982: 578) se ocupa de ellas al constatar que colocaciones
inglesas como fa t contení pueden ser traducidas al español mediante
la estructura sustantivo -f adjetivo: contenido graso; pero mucho mas
frecuentemente mediante la construcción con complemento preposi­
cional: contenido de grasa.
La descripción más completa de este fenómeno procede del cam­
po de la lingüística. Downing (1982) fue la primera en presentar de
una forma coherente y precisa los fundamentos de la teoría coloca­
cional de Firth en español, aplicándolos al estudio contrastivo inglés-
español, como ilustra su comparación de la distribución colocacional
de las parejas malo/ bad^ y narrow/cs trecho.
A p a r t i r d e e s t a f e c h a , el t é r m i n o c o l o c a c i ó n y a a p a r e c e crt lo s
d i c c i o n a r i o s e s p a ñ o l e s d e t e r m i n o l o g í a l i n g ü í s t i c a , c o m o e n el DDL
(1986), denotando (a) un tipo de significado lexcmático y (b) la coa-
parición de palabras. Pero este termino no siempre se ha interpretado
correctamente. Por ejemplo, Ahumada Lara (1989; 73) lo emplea pa­
ra referirse a las «particularidades de colocación». Según este autor,
se traía de la información que expresa la ubicación obligada de la en­
trada léxica:
sic. Adv. lat. que se usa en impresos y manuscritos españoles, por
lo general entre paréntesis, para dar a entender que una palabra o fra­
se empleada en ellos, y que pudiera parecer inexacta, es textual.

Desde «que se usa» hasta «entre paréntesis» sería la información


sobre las particularidades de colocación. Es evidente que Ahumada
Lara sólo tomó el término, pues la noción firthiana no tiene nada que
ver con lo que postula este autor.
Finalmente, en la primera mitad de los noventa hemos asistido al
florecimiento de diversos estudios en español sobre el tema, bien
desdo ia corriente estadística (cf, Aguílar-Amat Castillo, 1993), la
íuncionalista de M ePcuk (cf Alonso Ramos y Tutin, 1992; Alonso
Ramos, 1993), o la corriente semántica de Hausmann, la lexicografía
pedagógica y los estudios contrastivos (c f Corpas Pastor, 1989?
1992a, 1992b, 1995 [1994]; Calderón Campos, 1994).

2.3.2. L as s o l id a r id a d e s lé x ic a s

Aunque el término colocación se haya introducido recientemente


en la filología española, lo cierto es que esta noción aparece ya esbo­
zada en la teoría semántica de Coseriu (1966, 1978, 1986 [1977]),
concretamente dentro de las denominadas solidaridades léxicas. So­
bre esta noción han trabajado, desde una perspectiva fraseológica,
autores como Zuluaga (1980) y García-Page Sánchez {1990a, 1990b).
Coseriu (1986 [1977]: 148) reconoce a Porzig como precursor,
pues la mayoría de sus ejemplos constituyen solidaridades; aunque
no considere como tales las combinaciones dadas por la realidad ex-
tralingiíística, los fenómenos gramaticales o la composición y la deri­
vación de palabras.
Las solidaridades léxicas han sido definidas como sigue:
Una solidaridad léxica puede [...] definirse co m o determinación
sem ántica de una palabra por m edio de una clase, un archi lexema o
un lexema, precisamente, en el sentido de que una clase determinada,
un determinado archilcxcma o un determinado lexema funciona com o
rasgo distintivo de la palabra considerada. (Coseriu, 1986 [1977]:
148).

La solidaridad léxica es considerada como una relación orientada.


Así, se habla de un lexema determinante (aquel cuyos rasgos distinti­
vos forman parte del/los otro(s) lexema(s) que forma(n) la solidari­
dad) y un lexema determinado (aquel en el que se encuentran los
rasgos distintivos del lexema determinado). El lexema determinado
implica al determinante, pero no a la inversa, de forma que, por
ejemplo, alazán implica a caballo^ pero caballo no tiene por qué
implicar a alazán.
Las solidaridades, según Coseriu, yon de dos tipos: unilaterales y
multilaterales6. En las solidaridades unilaterales (tipo morder/diente)
se da determinación interna, ya que el rasgo del lexema determinante
incluido en el lexema determinado no tiene valor opositivo en el eje
paradigmático. En las solidaridades multilaterales (tipo caballo/relin­
char) se da determinación externa, pues en tal caso el rasgo del le­
xema determinante se añade al contenido del lexema determinado,
posibilitándose la oposición paradigmática: caballo/relinchar, p erro /
ladrar, gallo/cacarear, león/rugir, etc.

6 Desarrollos recientes de Ja lcxcmática lian puesto en tela de juicio la distincióji


entre solidaridades unilaterales y multilaterales. Por ejemplo, Salvador (1989-90)
considera que tal distinción no tiene una base lingüística» sino extralingüística, y pro­
pone denominar «solidaridades rcfcrcncialcs» a todos los ejemplos aducidos por Co­
se riu para distinguir ambos tipos de solidaridades que indiquen relaciones basadas en
la realidad, no en la lengua.
Por otro lado, si la clase del lexema determinante funciona como
nisgo distintivo — tipo essen (‘comer [seres humanos]1) y fressen
(‘comer [animales]’), en alem án— * Coseriu habla dc afinidad; si es
d archílexema — tipo fahren ( ‘viajar [en algún medio de locomo­
ción]’) y Jliegcn (‘viajar [en avión]’), en alem án— , de selección; y si
;¡c trata de todo un lexema (tipo hayo, que significa 'rojo aplicado a
caballos’), de implicación.
En general, la noción de colocación se correspondería con la no­
ción dc solidaridad léxica multilateral, ya sea en forma dc afinidades,
.selecciones o implicaciones. No obstante, la noción de colocación es
más amplia que la de solidaridad, puesto que no es posible explicar
una colocación como radicalmente opuesto a partir dc esta última: ni
radicalmente implica a opuesto, ni viceversa.
Este tipo de fenómenos lingüísticos, colocaciones en nuestra ter­
minología, responderían, según Cosería (1967: 111, 113), a oposicio­
nes en la norma. Así pues, si la relación entre dos unidades léxicas
supone implicación semántica dcl tipo anteriormente expuesto, nos
hallamos frente a solidaridades léxicas (Las cuales constituyen, ade­
más, colocaciones), y en caso contrario, ante realizaciones de la nor­
ma, es decir, simplemente colocaciones.
Por otra parte, las colocaciones y las solidaridades difieren en el
aspecto de frecuencia. Mientras que esta parece ser un rasgo distinti­
vo en el seno de la corriente estadística (Krishnamurthy, 1987:70),
para Coseriu (1986 [1977]: 160} la frecuencia probabilística de las
combinaciones no tiene prácticamente nada que ver con las solidari­
dades léxicas y ello 110 es prueba de su existencia. Así, mientras que
caballo blanco es mucho más frecuente que caballo bayo, caballo
blanco no es una solidaridad, puesto que blanco no implica caballo,
mientras que bayo sí, independientemente de que caballo aparezca en
el contexto o 110 .
2,4. iTAXONOMIA

Do las nociones fundamentales que cubre el termino colocaciónr


entendemos por colocación aquella propiedad de las lenguas por la
que los hablantes tienden a producir ciertas combinaciones de pala­
bras entre una gran cantidad de combinaciones teóricamente posibles
(cf. IJaensch et al., Í982: 251).
También denominaremos colocación a las combinaciones asi re­
sultantes, es decir, a las unidades fraseológicas formadas por dos uni­
dades léxicas en relación sintáctica, que no constituyen, por sí m is­
mas, actos de habla ni enunciados; y que, debido a su fijación en la
norma, presentan restricciones de combinación establecidas por el
uso, generalmente de base semántica: el colocado autónomo semánti­
camente (la base) no sólo determina la elección del colocativo, sino
que, además, selecciona en éste una acepción especial, frecuente­
mente de carácter abstracto o figurativo.
Dependiendo de la categoría gramatical y de la relación sintáctica
existente entre los colocados, estableceremos una taxonomía de los
mismos, siguiendo, para ello, las propuestas de Benson et al. (1986a,
1986b) y Hausmann (1989: 1010). Esta tipología es válida para el
inglés, el alemán, las lenguas romances y las eslavas (Heid, 1994:
230). De los seis tipos que distinguimos, el segundo y el tercero son
los más frecuentes en nuestros materiales, lo cual concuerda con los
resultados obtenidos por Bahns (1987) y Hausmann (1979) para el
inglés y el francés respectivamente.
En la caracterización de cada tipo también tendremos en cuenta
ciertos aspectos semánticos relevantes. Las funciones léxicas de la
Teoría Sentido-Texto están concebidas, entre otros menesteres, para
dar cuenta dcl fenómeno léxico de la coaparición restringida. De he­
cho, Alonso Ramos (1993: 155, 160), en su aplicación del modelo al
español* establece un paralelismo entre las colocaciones léxicas del
BBI y las funciones léxicas sintagmáticas del DCE. M el’cuk ha dado
un paso mas al identificar la palabra llave y el valor de una FL con la
base y el colocativo de una colocación (M el’cuk y Warner, 1994:
n ó).

2,4. 1. S u s t a n t iv o ( su jeto ) + v lrro

Según Benson et a i (1986a: xxvn), en este lipo de colocaciones


el verbo denota una acción característica de la persona o cosa desig­
nada por el sustantivo. Algunos ejemplos de este tipo son correr un
rumor, acuciar un problem a, estallar una guerra y zarpar un barco,
una flota7y etc:
Los barcos de lu flotilla que zarpó p o r la m añana desde Cayo
H ueso (Florida), bajo protección de guardacostas y fuerzas aéreas de
Estados Unidos, no pudo llegar hasta el punto previsto p o r culpa de
los fuertes vientos y el peligroso oleaje. (P, 3/3/96, 3)

También se incluyen en este apartado las construcciones prono­


minales impersonales del español, porque muchas de ellas entran en
colocaciones del tipo declararse una epidemia, declararse un incen­
dio y desatarse una polém ica:
L o cierto es que, desde hace algunas semanas, se ha desatado la
polém ica sobre la efectividad real de las incursiones aéreas de la fuer­
za multinacional, (BN , 10/2/91,22)

Rstc tipo de colocación realiza las funciones léxicas Func*


(‘verbo semánticamente vacío que toma C como sujeto gramatical e i

7 No ofrecemos las acepciones individuales de cada colocación por entender que


estas unidades son (parcialmente) compositivas y, en su gran mayoría, transparentes.
R El subíndice i (actualizado en un número determinado, por ejemplo, 0r i, 2, etc.)
se refiere al número de actantes de la palabra llave, mientras que C representa a la
propia palabra llave (M el’cuk, 1982; Mel’cuk y Pertsov, f 987). Vid. Alonso Ramos
(1993: 271:283) sobre actantes e índices actanciales.
c o m o s u p r i m e r c o m p l e m e n t o ’) y Facti ( ‘r e a l i z a r s e ’, 'l l e v a r s e a c a ­
bo*);

— Func.fvíenlo)=soplar,
— F a e t f,sospecha)=confirmarse, corroborarse .

N o o b stan te, ta m b ié n son frecuentes otras fu n c io n e s léxicas s im ­


p l e s y c o m p u e s t a s c o m o las s i g u i e n t e s :

Degrad ( ‘e s t r o p e a r s e ’): D^?ic\(leché)=cortarse, agriarse .


—Excess ( ‘f u n c i o n a r d e u n a m a n e r a e x c e s i v a ’): F x e c s s (cora-
zón)= palpitar.
— Son ( ‘e m i t i r u n s o n i d o t í p i c o 1): S on(gato) = maullar.
— Incep ( ‘c o m e n z a r ' ) t Funcf: I n c e p F u n c ^epidem ia)^decla­
rarse.

E n este tip o de c o lo c a c io n e s se su e le dar, a d e m á s , a lg u n a c la se de


s o l i d a r i d a d lé x ic a . A s í , t e n e m o s i m p l i c a c i ó n — y , p o r t a n t o , s e l e c c i ó n
y afinidad en e je m p lo s c o m o tostar el sol , s e g ú n s e d e s p r e n d e d e
la d e fin ic ió n del co locativo:

to s ta r . (2) [...] Poner el sol y el aire libre la piel de una persona


de color m oreno o bronceado. (D D E )

2 .4 ,2 , VrcRBO + su st a n tiv o (oR jrT o)

L o s v e r b o s d e e s t a s c o m b i n a c i o n e s , e n su c a l i d a d d e c o l o c a t i v o s ,
p rese n tan u n as ex te n sio n e s c o lo c a c io n a le s de p ro p o rc io n e s variab les:
le s d e p r á c t i c a m e n t e i l i m i t a d o s a p r á c t i c a m e n t e f ijo s , c o n c a t e g o r í a s
nterm edias.
Al p r im e r tip o c o rre sp o n d e n c o lo c a c io n e s q u e c o m p a rte n c o lo c a ­
des-
d o y u n a base p e rte n ecie n te al m ism o c a m p o sem án tico , c o m o
npeñar un cargo , una función o un papel ; y zanjar un desacuerdo ,
na polém ica „ una discusión, etc.
¿Es que Don Moncho renuncia a ser lo que es o yo a ser Jo que
soy? En este mundo cada cual tiene su sitio, cada cual desempeña su
papel. Hasta el final, pervertida. ¿Qué te imaginabas? «Ya no quiero
ser ramera». (PR, 35)
Newt Gingrich, que inicia su ario decimoséptimo en el escaño,
zanjó la discusión señalando que «los seis años de aprendizaje resul­
tan demasiado cortos». (ABC, 13/01/95, 38)

En el extremo opuesto de la escala se hallan colocaciones cuyas


bases presentan un patrón combinatorio muy limitado, como conci­
liar el sueño (no *atraer el sueño), y acariciar una idea (no * tocar
una idea).
Entre los casos intermedios (por ejemplo, asestar un golpe, asu­
mir una responsabilidad, o entablar amistad), forman un grupo bas­
tante homogéneo las formadas poi* un verbo delexicalizado (delexical
verhs en Moon, 1987: 94), casi gramaticalizado9, y un sustantivo,
generalmente deverbal, que aporta la carga semántica fundamental H1.
Se trata dc verbos altamente polisémicos como dar, tomar, hacer ,
o poner , cuya carga semántica sólo añade determinados aspectos ver­
bales, como comienzo, final, duración y causatividad (Elena, 1991).
En esto se distinguen de los verbos simples equivalentes, del tipo lo­

9 Decimos que los verbos de este tipo están gramaticalizados poique su significa­
do léxico no está presente o está debilitado, por lo que dicho verbo desempeña más
bien funciones auxiliares.
m Coseriu (1986 [Wll]: I 17) denomina a este tipo dc unidades «perífrasis léxi­
cas», y considera que pertenecen a la norma, Wierzbicka (19KK: 295) también las de­
nomina «pcriplirastic verbal eonstructious», y considera que están gobernadas por re­
glas semánticas sistemáticas y coherentes. Por su parte, Pastor Milán (1990: 183) se
ocupa de verbos desemantizados que forman lexías compuestas donde el significado
principal corresponde al elemento nominal. Elena (1991), siguiendo la tradición ale­
mana sobre el tema, las denomina «locuciones verbonominales», y «verbos funciona­
les» a Eos verbos dc tales unidades. Para Alonso Ramos (1993: 559 y ss.) no se trata
dc locuciones verbales, sino de «construcciones con verbo soporte», es decir, coloca­
ciones que evidencian la función léxica Oper.
mar una decisión/decidir; dar comienzo!comenzar, y tener repercu­
sión/repercutir.
La proliferación de este tipo de colocaciones puede deberse a que
los sustantivos, en claro contraste con los verbos, presentan mayores
posibilidades de modificación, como muestran nuestros materiales:
Arbitrando fórmulas donde los hijos reciban una información
rccta y verdadera que les permita, sin conductismo, discernir y en
consecuencia tomar decisiones acertadas, (EXTR, 19/5/91, 15)
V IR G O 23 agosto/21 septiembre. TCn el día de hoy tendrás que
ser paciente porque el entorno está algo agresivo, Virgo. N o tomes
decisiones rápidas. ( D l ó - M , 2/3/96, 36)

Generalmente se trata de especificaciones cualitativas, como en


los anteriores ejemplos, o cuantitativas, frecuentemente combinadas
entre sí (cf. lomar varias decisiones acertadas).
Por otra paite, también se dan colocaciones donde el sustantivo
constituye el micleo de un grupo preposicional de características se-
mojantes, como son poner en funcionamiento, poner a prueba y re­
dundar en beneficio [de]:
Y otro dato a reseñar, es que se va a crear un nuevo c l u b — C,N<
Metilla— que servirá para estimular una rivalidad sana en los colé-
giaJes, Jo que p u e d e redundar en beneficio de este deporte. (S,
16/7/91,27)

Desde un punto de vista semántico, las colocaciones de este se­


gundo tipo pertenecen bien a la categoría de creación/activación o a
la de erradicación (Benson et a i, 1986a; xxv-xxvi). A la primera ca­
tegoría corresponden las funciones léxicas CausFL. (‘causar'), ()pers
('verbo semánticamente vacío que toma i como sujeto gramatical y C
como primer complemento') y Real{ ('realizar1, ‘llevar a cabo’):

— CmsF{incii(dificultad) = crear.
~- Opcr^aíención) = prestar.
— Kc'dljcarga) ^ desempeñar.
A la segunda categoría corresponde la función léxica LiquFLt
(‘liquidar’):
— LiquFutic ^(contrato)-cancelar, rescindir,

Pero las funciones léxicas típicamente realizadas por las coloca­


ciones de verbo más sustantivo (objeto) no se reducen a las anterio­
res, puesto que también están presentes frecuentemente las que indi­
camos a continuación:
— Cont (‘continuar5) + Opcri: ContOperl (conversación)^m an­
tener, sostener,
— Incep: IncepOper ^conversación)7^ entablar, trabar,
— Fin ('cesar’): FinOper,(control) =perder.
- Labor., ('verbo semánticamente vacío que toma i como sujeto
gramatical, j como primer complemento y C como segundo
complemento’): Labor ^(consideración)-tornar [algo en ~].

Por último, cabe señalar que también se observan en esta catego­


ría fenómenos de solidaridad léxica, como en el caso de cobrar fu e r­
za:
cobrar. (5) Adquirir o empezar a tener ciertas cosas: Áni­
m os, fuerzas o cosa semejante, ( d u e )

2.4.3, A d je t iv o + s u st a n t iv o

Según Coseriu (1978: 234), «la mayoría de los adjetivos pertene­


cen al léxico ‘clasemáticamente’ determinado». Por ello no e.s de ex­
trañar que tengan estatus de colocativos en este tipo de colocaciones.
Algunos ejemplos son: fuente fidedigna , enemigo acérrimo , igno­
rancia supina , importancia capital , error garrafal, éxito fulgurante o
relación estrecha.
Es una de las constantes de su mandato, a pesar de las cstrcchas
relaciones que en determinados momentos pueda mantener con algu­
nas personas, a lo largo de estos años ha ido prescindiendo de valores
fundamentales para dar paso a gente nueva. (Ció, 11/2/91, 37)

La definición de los adjetivos suele implicar las bases con las que
pueden combinarse. De ahí que se aprecien casos de solidaridad léxi­
ca, como en la UL momento crucial.
crucial. (2) (fig.) Se aplica a algo, particularmente a «momento»,
que es decisivo en la cosa de que se trata; por ejemplo, en la vida de
una persona, ( d u e )

Estas definiciones no sólo muestran la existencia de solidaridad


léxica entre colocados, sino que también ilustran un fenómeno se­
mántico característico de este tipo de colocaciones: el adjetivo (co­
locativo) suele intensificar a su base, ya sea en sentido positivo o ne­
gativo en una determinada escala, como en el siguiente ejemplo con
error garrafa!:
González ha tenido conmigo errores garrafales, descortesías te­
rribles, desprecios que retratan la propia personalidad del personaje.
(D16-M, 2/3/96, 10)

De ahí que una de las funciones típicas asociadas a este tipo de


colocaciones sea Magn (‘m uy1, 'intenso5):

— Magn (error)-garrafal^ Magn {odio)—mortal.

Las otras dos funciones típicamente asociadas con este tipo de


colocación so n ü o /i ( ‘bueno*) y Ver ('tal como debe ser’):
— Bon {clima) —benigno.
— W^{cuchillo) —afilado.

Junto a éstas, otras funciones frecuentes son:


—Pos2 ( ‘estimación positiva del vsegundo actante de C').
— Po sfopinión}^ alta, favorable.
Epit (‘epíteto semánticamente vacío5).
— Ep)t(océano)—vasto, inmenso.

En muchos casos, el valor (o colocativo) es compartido por toda


una serie de sustantivos (palabras llave o bases) pertenecientes a un
mismo campo semántico. Así, por ejemplo, fino se coloca con sus-
i.mtivos que denotan sentidos, como oídoTvista u olfato.
Otros colocativos presentan una extensión más limitada, por lo
que forman unidades bastante compactas con sus bases, de forma que
insulta particularmente difícil distinguirlas de las locuciones. Por
rjcmplo, en el caso de mercado negro estamos ante una colocación,
pues permite la sustitución paradigmática de la base (cf. dinero ne-
itro), sin que por ello el adjetivo pierda el significado figurativo que
presenta en dicha combinación ("ilegal*).
En el extendido mercado negro de la Unión Soviética tom an parte
hasta las am as de casa que, con «oído fino», aprovechan también la
situación d ó n d e y cuándo se plantee. (HED, 5/3/89, 13)
¿Son los jueces, los bancos, los contribuyentes y sus asesores los
únicos responsables de que baya billones de pesetas de dinero negro?
¿De todos m enos de Hacienda? No puede ser. (C16, 11/2/91, 68)

Dentro de este tercer tipo incluimos, así mismo, aquellas coloca­


ciones formadas por dos sustantivos, donde uno de ellos modifica al
otro (Benson et al., 1986a, 1986b), a pesar de que Hausmann (1989)
las haya encuadrado dentro del tipo siguiente. Algunos ejemplos son
visita relámpago y hombre' clave. Que no son locuciones se com­
prueba por la posibilidad de sustitución paradigmática: limpieza/
guerra/ viaje relámpago, cuesiián/decisión/retinión clave.
2.4.4. S u s t a n t i v o -i p r e p o s i c i ó n + .s u s t a n t i v o

Las colocaciones de este tipo indican la unidad de la que forma


parte una entidad más pequeña o bien el grupo al que pertenece
un determinado individuo (Benson et a i , 1986b: xxvn). El primer
sustantivo (el grupo o la unidad) constituye el colocativo, mientras
que el segundo es la base (el individuo o la entidad más pequeña).
Al primer tipo corresponden colocaciones como una rebanada de
p a n , una pastilla de jabón, una tableta de chocolate y un diente de
ajo, que ilustran la función léxica Sing ('u n a porción/unidad d e ?):
Sing(¡7rr0z)-gra/2O.
Las colocaciones del segundo tipo se asocian típicamente a la
función Mult (‘conjunto d e’): lA\x\\(pveja)-rebaño. Otros ejemplos
son ciclo de conferencias, banco de peces, enjambre de abejas y
bandada de aves:
Pájaro invernante com ún en nuestra costa, do nde hem os observa­
do, bastante cerca dc la playa, bandadas dc varios centenares dc aves
tratando de atrapar el pescado apresado en las redes de los copos.
(H E D , 5/3/S9, 18)

También en este caso se dan a menudo relaciones de solidaridad


léxica entre los colocados, donde el primer sustantivo (el colocativo)
está determinado semánticamente por el segundo (la base), tal como
se observa en la siguiente definición lexicográfica:
ban co. (9) Conjunto de p e c e s, p o r ejemplo sardinas, que van
juntos en gran número, (d u e )

2.4.5. VnRRO -h ADVERBIO

Los adverbios que entran a formar parte de estas colocaciones


son, según la terminología de Seco (1982 [1972]: 175), adverbios de
modo y de intensidad, como caer pesadamente* felicitar efusivamen­
te. desear fervientemente, fracasar estrepitosamente, negar rotunda­
mente, llorar amargamente, rogar encarecidamente o prohibir ter­
minantemente.
Rogamos encarecidam ente al A yuntam iento que arregle estos
desperfectos para que todos nos quedem os tranquilos. (S, 8/4/89* 6)
Él tiene ochenta años y un cáncer de pulmón. El cáncer y la edad
íc están echando una carrera para ver quién acaba con él antes. Le han
prohibido term inantemente fumar, pero yo le veo con un pitillo en la
m ano cada vez que voy a visitarle. (H D K , 47-48)

Las características semánticas de los adverbios que entran a for­


mar paite de estas combinaciones explican la presencia de ía función
léxica M agn: M agn(rechazar)=categóricamente.
En estas colocaciones también se puede hablar de solidaridad lé­
xica entre los colocados. Así, e l DUE proporciona las siguientes defi­
niciones:
r o g a r . [...] «Suplicar». Pedir a alguien, com o favor o gracia, que
hag a cierta cosa.
e n c a r e c i d a m e n te . C on encarecimiento.
encarecim iento* Insistencia o interés con que se pide, se encarga
o se recom ienda una cosa.

2*4.6. A d j e t i v o -t- a d v e r b i o

Aquí incluimos colocaciones de participio en función adjetival y


adverbio. Los adverbios pertenecen a las mismas clases vistas en el
apartado anterior, como muestran los ejemplos profundamente dor­
mido, firmemente convencido y estrechamente ligado:
Hoy ya no tiene sentido enfrentar al desarrollo con la ecología.
A m b o s conceptos deben ir estrecham ente ligados. (TNE, 19/3/89, 8)
En cuanto a las colocaciones formadas por un adverbio y un ad­
jetivo, la tipología adverbial se repite: rematadamente loco, diame-
traímenle opuesto, en español. En todos ellos se da intensificación de
Ja base (el adjetivo) por parte del colocativo (ei adverbio):
El caráetcr com plicado y difícil del príncipe C arlos y .sus pasio-
nes diametral mente opuestas han hecho que la pareja se distancie,
m anteniendo únicamente en común el am or a sus dos hijos. (MED,
2 8 /7 /9 1 ,7 )

Es decir, nuevamente nos encontramos con la presencia cusi ex­


clusiva de la función Magn: Magn[opuesto)-diametralmente. Y, en
esta misma linea, también aquí se dan relaciones de solidaridad léxica
entre los colocados:
d i a m c l r a l m c n t e , Con los adjetivos « opuesto, distinto» o equiva­
lentes, «com pletam ente». (DUE)

2.5. ASPECTOS FORMALES

Como indicábamos al comienzo de este capítulo, las coloca­


ciones, desde el punto de vista del sistema, no se distinguen de los
sintagmas libres formados a partir de ias reglas creativas de la lengua.
Sólo a nivel de norma se observan diferencias, por cuanto las colo­
caciones ilustran preferencias de combinación y restricciones impues­
tas por eJ uso. Siendo esto asi, no es de extrañar que las colocaciones
no presenten ni la artificiosidad formal (recursos fónicos, disposicio­
nes rítmicas, esquemas sintácticos, etc.) ni los rasgos arcaicos propios
de un considerable número de UFS pertenecientes a Jas otras dos esfe­
ras.
Dentro de los aspectos formales de las colocaciones vamos a tra­
tar las relaciones paradigmáticas y sintagmáticas de estas unidades.
Como ha señalado Greenbaum (1974: 79), el fenómeno de la coloca­
ción ha sido considerado generalmente como un tipo de relación léxi­
ca responsable de la creación de series léxicas (lexical sets) en el eje
paradigmático y de patrones léxicos combinatorios en el sintagmati-
1:0 . Ambos ejes se pueden estudiar en relación a la extensión coloca­
cional de los elementos integrantes de estas unidades.

2.5.1. R el a c io n e s p a r a d ig m a t ic a s

El tema dc las relaciones paradigmáticas de los elementos léxicos


.susceptibles de formar colocaciones no ha sido tratado exhaustiva­
mente en la teoría colocacional. Halliday (1966a) se ocupó muy de
pasada de ello al advertir la existencia de series léxicas formadas por
palabras que presentan el mismo rasgo colocacional. Dichas series, a
juzgar por los ejemplos ofrecidos por el autor (Halliday, 1966b: 151),
pueden ser gramaticalmente heterogéneas: ...argued slrongly , the
strength o f his argument, hts argument xvas strengíhened , etc.
Otras contribuciones parecen corroborar este punto. Mitchell (1971:
51) proporciona, además, los siguientes ejemplos: He is a heavy
drinker, He is putting in same heavy drinking y He is drinking pretty
heavily, donde lo que se coloca es el significado léxico11 de las uni­
dades correspondientes. Consideraciones dc este tipo llevan a Mit­
chell (1971) a afirmar que no son las unidades léxicas las que se co­
locan, sino los significados léxicos de éstas, que el llama roots (raí­
ces) y que representa gráficamente mediante el símbolo matemático:
Vl-lhAV-, Vdríñk T.
Ejemplos de este tipo son frecuentes también en español. Compá­
rense si no los siguientes fragmentos, donde parecen colocarse los
significados léxicos de VñoTñega- y Vrotund-:

M Entendemos por «significado léxico» lo siguiente;


El significado léxico corresponde al «que» dc lo aprehendido, sin ningu­
na determinación ulterior. Así, por ejemplo, en las series vico-riqueza-
enriquccer%pobre-pobreza-empobrecer, el significado léxico es el que es c o ­
mún a las unidades de cada una de estas series, pero distinto en rica-poJyrc,
riqueza-pobreza>enriqu€cer~empobrecer. (Coseriu, 1978: 208)
Pero lo que niego con rotundidad es que yo consum a drogas de
forma habitual. (I1ED, 5/3/89, 19}
El po.stmodcrno se aboca a la m ás rotunda negatividad del ser.
(A B C , 3 /5 /8 9 ,2 2 )
Sham ír reitera su «no» rotundo al plan de la ONU para conseguir
Ja paz. (EXTR, 19/5/91,48)

A lem ania se negó rotundam ente a participar cor» fuerzas militares


en el conflicto, ¡llegando motivos constitucionales. (S, 8 /2 /9 1, 22)
— Tu padre, [sic] fue periodista. ¿No sentiste nunca apetencia de
serlo?
- Rotunda pero segura: ¡No! Escribir para los demás, es com o
en los toros, «dar el paso alante», y yo que lo he vivido io considero
m uy difícil. (EXTR, 19/5/91, 27)

En otro orden de cosas, cabe señalar que, a pesar de la frecuento


similitud semántica de los elementos integrantes de una serie léxica,
los coJiipónimos relacionados con el mismo hiperónimo no siempre
comparten igual extensión eolocacional. Por ejemplo, conferencia se
coloca con pronunciar* pero ponencia no.

2 .5 .2 . R e l a c io n a s s in t a g m á t ic a s

La noción de colocación responde a una visión esencialmente


sintagmática de la lengua. Como ya hemos indicado más arribadla
extensión colocacional de una palabra dada determina significativa'
mente sus patrones léxicos combinatorios, es deeir, las relaciones
sintagmáticas de dicha unidad. Una de las cuestiones cruciales a este
respecto es la referente al concepto de disíancia eolocacional (collo-
cational spati). Según Hausmann (1985: 127), la distancia entre colo­
cados indica el grado de proximidad sintagmática entre los compo­
nentes de una colocación.
La teoría eolocacional no especifica la distancia a la cual dos uni­
dades todavía pueden ser consideradas miembros de una misma colo-
ió ii. A este respecto, Crcenbaum (1988: 114) ha señalado que los
lacados no tienen por que aparecer siquiera en una misma frase,
ludiendo aparecer, incluso, en frases dichas por diferentes hablantes,
i t hecho, las cifras barajadas responden a decisiones más o menos
.uhitrarias.
Por ejemplo, en uno de los artículos pioneros en este campo la
distancia entre colocados fue establecida en 4 posiciones
*
a la derecha
i«a la izquierda del núcleo (Jones y Sinclair, 1974). Esta ha sido la ci-
ha mantenida por Sinclair (1987b, 1991) en posteriores estudios, a
jk sar de que el tope fuera fijado en 5 unidades para el proyecto co-
lüiil.D (Krishnamurthy, 1987: 70),
Berry-Rogghe (1973) también aplica la distancia de 4 posiciones,
.muque la restringe a 2 en el caso de los adjetivos. Fíaskel (1972)
,t[tlíca una distancia de H/-3; Al-Madi (1986) de +/- 1, pero extensible
.i 5 ó 6 según los casos; Smadja (1989) se decanta por 5 posiciones
Inicia la izquierda. Posteriormente, Miall (1992) ha estimado que la
distancia de cinco unidades a partir del núcleo es insuficiente para
estudiar las colocaciones de la prosa de Coleridge, por lo que la ha
ampliado a 15, aunque la distancia colocacional media empleada es 9
unidades.
Por otro lado, la proximidad sintagmática o la expectativa mutua
{mutual expectancy) entre colocados de la que habla Firth (1968a)
puede deberse a causas extralíngüísticas y lingüísticas (c f Baslcevic y
Levickij, 1991). Así, las restricciones pueden venir determinadas por
la proximidad y relación de las entidades denotadas en el mundo real.
Cuanta mayor asociación presenten en el mundo físico, mayor fre­
cuencia de coaparición y de restricción presentarán en la lengua
(Schwalm, 1991). Por ejemplo, glasear, en el sentido de «cubrir con
una capa de glaseado» (GDLE), se coloca con palabras como pastel,
bizcocho o tarta. Si esta técnica dc repostería ampliase la variedad de
productos a los que pudiera aplicarse, seguramente la extensión colo­
cacional del verbo en cuestión cambiaría igualmente.
Las restricciones entre elementos dependen también de conven­
ciones lingüísticas a dos niveles. En el prim er nivel se hallan aquellas
convenciones establecidas a partir de las Teglas del sistema, del tipo
/H-hum/ en *La lámpara tiene sueño ,z. Tales restricciones se corres­
ponden grosso modo con las reglas do subcategori/ación y las de
restricción selectiva de la gramática generativa13.
Sin embargo, estas últimas no profundizan en hechos como los
que se dan cu momento crucial o cancelar una reserva , donde se ob­
servan relaciones de colocación idiosincrásicas. Es en este punto
donde entra en juego el segundo nivel de restricción: el nivel coloca-
cional, que viene determinado por preferencias de uso específicas.
En cuanto al grado de restricción entre los colocados, las coloca­
ciones se dividen en libres, restringidas, estables y categoría puente
(Cowie, 1981). Las primeras son combinaciones facultativas de pala­
bras cuyos elementos constitutivos mantienen su significado constan­
te. Dichos elementos pueden aparecer, a su vez, en una gran variedad
de colocaciones, como en el caso dc provocar una pelea:
— provocar, empezar, ganar, perder , e tc . una pelea ♦
— provocar una pelea, una discusión, una guerra, una ruptura, etc.

Las posibilidades combinatorias de otras colocaciones como co­


rrer peligro, suerte, aventuras, etc. están más limitadas no sólo por
razones semántico-gramaíieales, sino también por el uso establecido.
Según Aisenstadt (1979), la coaparición restringida de palabras es
uno de los universales del lenguaje. Se trata de colocaciones restrin­
gidas donde Ja acepción en la que se usa uno de los colocados viene
determinado por el otro. Es decir, el significado de correr (‘estar ex­
puesto a ciertas contingencias’) en tales combinaciones viene deter­
minado por la clase de sustantivos con los cuales se coloca.
En cuanto a las posibilidades combinatorias de los colocados,
puede ocurrir bien que los colocados tengan una capacidad de coapa-

12 No tenemos en cuenta las violaciones de restricción en las metáforas.


° De hecho, Grccnbaurn (1970; 3) y Roos (1975, 1976) han propuesto incorporar
las restricciones de colocación a la g g t . En opinión de Bolinger (1976: 8 ) , las reglas
ele rcsiriceión selectiva constituyen un tipo de restricción colocacional.
iic ion muy limitada {fruncir el ceño), o bien que sólo uno de ellos
presente tal restricción (llegar/adoptar/alcanzar un acuerdo).
Cuando las restricciones limitan la extensión colocacional a uno o
Jos colocados, estamos en presencia de colocaciones estables. Un
ejemplo sería conciliar el sueño, que no permite la sustitución sinoní­
mica del verbo.
En la línea divisoria entre las colocaciones y las expresiones
idiomáticas se encuentran unidades como levantar una calumnia.
l istas unidades están formadas por un colocado con significado figu­
rativo o especializado (levantar), y una base cuya aparición viene
determinada contextualincnte (calumnia) y que no admite sustitución
(cuasi-)sinonímica: ^levantar una falsedad es, inaceptable. Se parecen
;i las colocaciones por su relativa composicionalidad semántica y por
la posibilidad de ser modificadas libremente, por ejemplo:
Le han levantado una calumnia.
horribles calumnias.
calumnias terriblemente desagradables.

N o obstante, este tipo de colocaciones presenta otras característi­


cas propias de las expresiones idiomáticas, ya que sus elementos
constitutivos deben aparecer juntos, no permitiendo interrupciones
del tipo:
*No sólo fe han levantado, sino que también fe han imputado ho­
rribles calumnias.

2.6. ASPECTOS SEMÁNTICOS

Desde el terreno de la enseñanza de segundas lenguas se ha veni­


do considerando tradicionalmente que las colocaciones plantean pro­
blemas sólo en la codificación, pues resultan transparentes en la
dcscodificaeión (c f Brown, 1974; Cowie, 1978a; Hussein, 1990;
Mackin, 1978; Martin, 1984). Calderón Campos (1994) ha compro-
hado este extremo mediante el análisis de las composiciones escritas
dc estudiantes holandeses de español en la Universidad de Utreeht.
Entre sus ejemplos de errores colocacionalcs figuran:

— «La gente tiene que pensar bien antes dc hacer una decisión
importante sobre su vida» (pág. 75) (cf. tomar una deci­
sión).
-— «Ellos deben pagar muchísimo dinero y tomar riesgos enor­
mes hasta la posibilidad de morirse antes de llegar a Euro­
pa» {pág. 76) (c£ correr un riesgo).
— «... cómo se comportan los Estados entre sí y cuáles son. los
factores que in te rp re ta n un papel en eso, por ejemplo, la
política, la cultura, la economía, etc.» (pág. 77) (cf. desem­
peñar un papel).
«Segundo, si no ha sido la guerra, por lo menos hay cuestión
de malgerencia financiera y social por las clases rein an-
tes» (pág. 78) (cf. clases dirigentes).

La supuesta falta dc peculiaridades semánticas atribuidas a estas


unidades ha llevado a su separación de las expresiones idiomáticas en
base a la composicionalidad del significado de las primeras (Rahns,
1989, 1996). No obstante, las colocaciones presentan aspectos se­
mánticos importantes a tener en cuenta.
En primer lugar, muestran diversos grados de redundancia e in­
tensificación l4. En segundo lugar, los trabajos de Hausmann sobre el
tema han puesto de manifiesto que Jos colocados 110 tienen el mismo
estatus semántico: la base presenta autonomía semántica y selecciona
frecuentemente en su colocativo una acepción especial que éste prc-

14 Según Dobrovorskij (19S8), se notan preferencias cualitativas y cuantitativas


con respecto a las categorías universales de pensamiento en el uso de frasco! ogismos;
éstos son especialmente apropiados para denominar fenómenos que supongan intensi­
dad de la experiencia emocional o simpatía y valoración internas. El autor encuadra
lodo esto dentro de los universales fraseológicos determinados extralingüísticamente
(o seinántico-cognitivos).
sonta únicamente en coaparición con ella. Salvo en los casos de íes
iticción casi ilimitada, generalmente el colocativo presenta:
a) una especialización semántica que restringe sus posibilidades
de conmutación, como en fruncir el ceño;
b) un significado abstracto o figurativo, como en sofocar una re­
vuelta;
c) o un significado casi gramatiealizado, como ocurro en las colo­
caciones de verbo delexicalizado, del tipo dar comienzo.
Es decir, las bases suelen .seleccionar acepciones secundarias,
abstractas o figurativas de sus colocados. Por tanto, podemos decir
que el significado de una colocación es parcialmente composicional
(cf. Alonso Ramos, 1993: 162; y I-Ieid, 1994: 232).
Y, en tercer lugar, las relaciones semánticas entre los colocados
son hasta cierto punto sistematizables mediante la noción de función
léxica, concebida, principalmente, para dar cuenta de la coaparición
léxica restringida de las lenguas.
Se dan, sin embargo, algunos problemas al respecto. Benson et a i
(1986b: 256 y ss.) han observado que ciertas funciones pueden dar
como resultado valores que se combinan libremente con sus respec­
tivas palabras llaves. Igualmente, en el trabajo de Alonso Ramos
(1993) se observan casos de funciones típicamente asociadas a algu­
no de los seis tipos de la taxonomía anterior, que, aplicadas a deter­
minadas palabras llave, dan como resultado valores que en combi­
nación con las anteriores no constituyen colocaciones. Este es el
caso de Síng (hiblioteca)=libro, volumen (pág. 410) o Real, (escue­
la) = enseñarse en (pág. 455), por citar sólo algunos. Así mismo, se
detectan funciones sintagmáticas que difícilmente pueden dar como
resultado colocacioncs, como, por ejemplo, Instr ( 4por medio d e’) y
Result ('estado que resulta de la complcción de un proceso'): Resull
(aprender)-saber, Result (comprar) -ten er, poseer (pág. 455); Instr
(palo)=^a [~s] (pág. 553).
2.6A. L a d im e n sió n m e ta f ó r ic a

La dimensión metafórica de las colocaciones fue advertida por


Brownmg (1967) en un trabajo pionero sobre eí tema. Desde ima
perspectiva contrastiva, la autora dividió las colocaciones del inglés y
del hindú en básicas y extendidas. Las primeras delimitan los signifi­
cados centrales de sus elementos, como a ripe mango (*un mango
m aduro') y su equivalente de traducción hindú pakkaa aam (pág.
110). Las segundas delimitan sus significados traslaticios a partir de
i;eglas de interpretación como las siguientes: «de/a un lugar más alto
=> de/a una cantidad mayor», y «[-i- lugar] o [+ estado emocional]».
Un tales casos puede ocurrir que la extensión se dé en. archas len-
gnas, como muestran los ejemplos ofrecidos por la autora: ripe (oíd)
age y su equivalente en hindú pakkii umartakQcA ad m adura’); o bien
en una sola, como ripe en colocación extendida con time en la frase
The time seemed ripe. to try fo r independence, en inglés; y pakkee
baal (literalmente ‘cabellos maduros’^ 'canas1), en hindú (Browning,
1967: 111).
Las reglas de interpretación anteriores presentan relaciones eví^
dentes con las metáforas que conforman nuestra concepción del
mundo. ¿\sí, por ejemplo, la regla «de/a un lugar más alto => de/a una
cantidad mayor» nos recuerda a la de «Más es arriba» de Lakoff y
Johnson (1980).
Del mismo modo, «[+ lugar] =s> [+ estado emocional]» tiene que
ver con los sistemas metafóricos que conectan el vocabulario de las
acciones, los movimientos, los espacios físicos con ios dominios de
los estados mentales. También guardan relación con parte de los uni­
versales fraseológicos determinados extralingüísticamenle (o semán-
tico-cognitivos) de los que habla DobrovoLslcij (1988) [S: diacróni-

15 La investigación acerca dc los universales fraseológicos es un terreno aún poco


explorado. Dobrovorskij (1988) ha dedicado una monografía a estudiar los uní versa­
les lingüísticos en el ámbito dc la fraseología, comparando tres lenguas germánicas; el
inglés, el alemán y el holandés. V.\ autor distingue tres tipos principales de universales
camente, las operaciones de pensamiento universales afectan a la di­
rección de la interpretación (por ejemplos de lo concreto a lo abstrae-
lo).

A este respecto, Sweetscr (1991 [1990]) ha señalado que tanto los


actos mentales como los actos de habla son tratados como viajes a
través del espacio (cf. llegar a una conclusión, alcanzar un acuerdo).
La acción de hablar se conceptualiza también como transferencia de
objetos de un interlocutor a otro, siendo dichos objetos formas lin­
güisticas, que constituyen recipientes para el significado (cf. palabras
vacias, tomar/aceptar una oferta/una disculpa).
La metáfora «El argumento racional es una guerra» en Lakoff y
Johnson (1980) también se vislumbra en colocaciones como defender
una opinión/una postura. Por otro lado, la idea de que la actividad
mental se contemple como la manipulación de objetos se ve reflejada
en colocaciones del tipo coger una idea, acariciar una idea/un plan.
La metáfora «Enfadarse es acalorarse» se refleja en colocaciones co­
mo debate acalorado , caldearse el ambiente , encender pasiones o
calentarse los ánimas.
Relacionado con todo lo anterior, M atisoff (1986) ha proporcio­
nado ejemplos de colocaciones coincidentes en lenguas tan alejadas
como las del sudeste asiático y el inglés, que, sin embargo, ilustran la
misma metáfora: «La mente es el cuerpo». Desde una perspectiva
claramente cognitíva, Diller (1991) se ha ocupado de la coherencia
metafórica de la acción verbal y la acción mental en francés con res­
pecto a colocaciones que ilustran el esquema cognitivo de los alimen­
tos y su relación con las palabras (cf. en español, palabras agridul-

frascológicos: (a) universales fraseológicos determ inados extralingüísticamente , que


reflejan las categorías y operaciones de pensamiento universales; (b) universales léxi­
co-fraseológicos t entre los que se incluyen Jas relaciones léxicas paradigmáticas, los
tipos de contenidos semánticos do los frascologismos y la motivación; y (c) universa­
les propiam ente fraseológicos, que comprenden las categorías y características de la
fraseología c|iic dan como resultado la divisibilidad adicional de los frascologismos,
así como su carácter de denominación secundaria.
ces ); a s í c o m o d e la d i m e n s i ó n v i s u a l d e la a c t i v i d a d m e n t a l (cf.
ideas/pensam lentos brillantes/nebulosos).
La equivalencia existente entre las colocaciones metafóricas en
varios idiomas se deben a la existencia de imágenes conceptuales
compartidas por las lenguas. A este respecto cabe señalar los estu­
dios de Fabcr y Pérez Fernández (1993), quienes, desde la lingüística
cognitiva han extraído conclusiones similares sobre el campo semán­
tico de la luz y de la percepción en inglés y español,
En el terreno de Jos estudios eontrasíivos, quizá la aportación más
interesante sobre el tema sea la de Fontenelle (1994). A partir de la
versión ele soporte informático del diccionario Collins-Robcrt, en la
Universidad de Lieja se está construyendo una base de datos coloca-
cional, cuya estructura sigue los postulados semánticos de llausm ann
y M el’euk. Inspeccionando la base de datos a partir de una determi­
nada función léxica, es posible determinar la estructuración metafó­
rica de las lenguas a la luz de los colocativos o valores realiza­
dos para una determinada base o palabra llave. Así, ejemplos como
Mult (arrow)=cloud, rain> shower, stonn; Mulí (bulletj^raln; Mult
(missile)=storm; o Mult (stone)=shower ilustran la metáfora «Un
proyectil es un fenómeno meteorológico» en inglés. La comparación
con la parte francesa permite establecer las similitudes y divergencias
metafóricas (y de realización léxica) en los dos idiomas.

2 .6 .2 . L a c o n n o t a c ió n

L a s c o l o c a c i o n e s n o s o n u n i d a d e s d e l s i s t e m a d e l a l e n g u a , s in o
d e la n o r m a . P o r e llo , n o p o d e m o s h a b l a r p r o p i a m e n t e d e l s i g n i f i c a d o
d e n o t a t i v o y c o n n o t a t i v o d e ta le s u n i d a d e s . N o o b s t a n t e , e s i n n e g a b l e
q u e l o s a s p e c t o s s e m á n t i c o s d e e s t a s UFS q u e d a n i n c o m p l e t o s s i n h a ­
c e r r e f e r e n c i a a lo s a s p e c t o s c o n n o l a t i v o s d e las m i s m a s .
Desde los primeros estudios sobre el tema se observó que deter­
minadas colocaciones tienen preferencias por determinados tipos de
texto o registro (Sinclair* 1966; Firlh, 1968a). Por ejemplo* coloca-
c iones como chubascos ocasionales, vientos flojos o nubosidad va­
riable se emplean típicamente en la información meteorológica de los
periódicos y cic los programas informativos de la televisión:
A N D A L U C ÍA . Ciclo nuboso, con intervalos m uy nubosos en la
m itad este, con chubascos ocasionales. (P, 30/3/89, 32)
Vientos flojos dc com ponente oeste aumentando a m o derad os por
la tarde; en el Estrecho y litoral oriental soplarán dc m oderados a
fuertes. (S, 19/2/96,2)

En este sentido, algunas colocaciones aparecen casi exclusiva­


mente en un determinado registro. Éste es el caso de los lenguajes
restringidos o de especialidad. Por ejemplo, implementar un progra­
ma o crear un directorio son colocaciones propias del registro infor­
mático; interponer un recurso y presentar una demanda lo son del
jurídico; mientras que soltar amarras y levar anclas pertenecen al
lenguaje de la náutica.
En cuanto a las preferencias de género, no tenemos constancia dc
que existan estudios sobre el tema en español. De nuestros materiales
se desprende que las colocaciones están presentes en todos los géne­
ros, aunque abundan especialmente en la prosa periodística, donde se
necesita dar la impresión de información objetiva; mientras que en
literatura se favorecen las combinaciones más inusuales y personales,
las más alejadas de la norma. Estas apreciaciones concucrdan con
los resultados obtenidos para el inglés por Haskell (1972), Kjellmer
(1987), Cowie (1992), Mial (1992), y Howarth (1996).
En cuanto a las connotaciones gcográfico-sociales, se observan
diferencias diatópicas en el uso de determinadas colocaciones (el.
hacer dedo frente a ir al dedo). Así, en Venezuela se dice tomarse
prisa, en el sentido de ‘apresurarse’ (Pastor Milán, 1990: 313), mien­
tras que en español peninsular el colocativo es distinto: darse prisa.
Por último, algunas colocaciones presentan fijación en grupos
sociales específicos: por ejemplo, risa retozona ( cIa que está pronta a
brotar’) se aplica, generalmente, a mujeres y niños, según se afirma
en el DUE.
ESFERA II: LOCUCIONES

3. IN T R O D U C C IÓ N

A lo largo de este capítulo vamos a dar cuenta de la segunda es­


fera de nuestra clasificación. Es decir» nos ocuparemos de las locu­
ciones l9 unidades fraseológicas del sistema de la lengua con los si­
guientes rasgos distintivos: fijación interna, unidad de significado y
fijación externa pasemática. Estas unidades no constituyen enuncia­
dos completos, y, generalmente, funcionan como elementos oracio­
nales.
Casares (1992 [1950]: 170) define la locución como: «combina­
ción estable de dos o más términos, que funciona como elemento
oracional y cuyo sentido unitario consabido no se justifica, sin más,
como una suma del significado normal do los componentes».
Las distintas definiciones de locución en español han seguido
fielmente esta caracterización, coincidiendo en señalar la fijación de
tales unidades, así como su función sintáctica unitaria. Por ejemplo,
la Academia en su Esbozo (1986 [1973]: 351) las considera frases

1 Hemos optado por el término tradicional y bien establecido de locución. La de­


nominación alternativa expresión ídiomática presenta el riesgo de indicar erróneamen­
te tjue todns estas unidades tienen significado traslaticio. En cuanto al término modis­
mo, Casares (1992 [1950]: 234:235) se ha opuesto tajantemente a su uso, calificándo­
lo de ((superfino», «irresponsable c inservible».
lü-rhas, fónnulas fijas con distintos valores catcgoriales; mientras que
mi diccionario de lingüística como el DDL ofrece la siguiente definí-
■khi en su acepción segunda:
locución. (...) 2 Msin Construcción fija integrada por un conjunto
de palabras con significación unitaria y gramaticalmente equivalente,
por lo general, a un elem ento único capaz d e desem peñar distintas
funciones gramaticales.

U . DELIMITACIÓN DE LAS COMBINACIONES LIBRES DE PALABRAS

Las lo cu cio n es p re se n ta n m u c h o s p u n to s d e co n tacto c o n las


c o m b i n a c i o n e s lib r e s d e p a l a b r a s y o t r a s u n i d a d e s c o m p l e j a s . Fun-
i l a m c n l a l m e n l c , e s t e t i p o d e UFS se d i f e r e n c i a d e las c o m b i n a c i o n e s
libres d e p a l a b r a s p o r s u i n s t i t u c i o n a l i z a c i ó n , su e s t a b i l i d a d s i n t á c t i -
r u - s c m á n t í c a y su f u n c i ó n d e n o m i n a t i v a .
La estabilidad es la característica esencial para deslindar unos fe­
nómenos de otros. Bajo este concepto se incluyen tanto los aspectos
léxico-semánticos como los morfosintácticos. Por tanto, no es de ex­
trañar que se haya recurrido a una variedad de pruebas para compro­
bar la cohesión semántica y morfosintáctica de las locuciones. La
c o h e s i ó n s e m á n t i c a se refleja en el carácter de unidad de
significación en la lengua que presentan dichas unidades, ya tengan
significado compositivo (sano y salvo, ‘loe. Sin lesión, enfermedad o
peligro’, DRAE) o traslaticio (meterse en camisa de once varas, ‘fam.
inmiscuirse en lo que no nos incumbe o no entendemos’, DALE).
El criterio semántico se complementa con el de c o h e s i ó n
m o r f o s i n t á c t i c a , traducido en la aplicación de determinadas
pruebas y operaciones formales, que comprueban no sólo la estabili­
dad formal de las locuciones, sino también su integridad sem ántica2.
Las principales pruebas aducidas son las siguientes:

2 Zuluaga (1980: 96) afirma que la aplicación a las combinaciones fijas do opera­
ciones posibles según el sistema de 1<i lengua produce efectos de dcsautomatización,
además de ía alteración irregular dei significado de la unidad.
J) Sustitución:

Esta es la prueba más importante. Consiste en sustituir uno de los


constituyentes de la unidad por un sinónimo, un hipónimo o hipetóni-
mo, o por un tertium comparationis. El resultado es una secuencia
gramatical y posible, pero que ya no conserva la cohesión semántica
de la locución en cuestión: por ejemplo, de mírame y no me toques
( ‘frágil, débil, endeble; muy vistoso', FEESC) frente a «*de obsérvame
y no me toques».

2) Eliminación:

Se suprime uno de los constituyentes, de forma que la secuencia


resultante sea gramatical pero no conserve el signiñcado de la UF* Por
ejemplo, matar dos pájaros de un tiro (4fr. fig. y fam, Hacer o lograr
dos cosas con la misma diligencia’, DRAE) frente a «*matar pájaros
de un tiro». Tampoco se permiten adiciones: «*matar dos pájaros blan­
cos de un tiro».

3) Deficiencias transformativas:

Junto con las anteriores, se han aplicado otras pruebas subsidia­


rias, fundamentalmente a las locuciones verbales. Entre ellas figura el
criterio de imposibilidad de reordenación de los elementos integran­
tes; cf. «*dar liebre por gato», frente a dar gato p o r liebre {‘fig fam
engañar dando una cosa por otra de más valor’, GDLE); o el cambio
de artículos: c f «*esürar una pata», frente a estirar la pata (‘ fr. fig. y
fam. M orir’, DILE).
Es decir, el orden de palabras no puede someterse a los cambios
permitidos por las combinaciones libres de palabras de estructura y
categoría similares. Así, estirar ta pata no permite la transformación
pasiva: El borracho estiró la pata «*La pata fue estirada por el
borracho», frente a E l borracho estiró el brazo => El brazo fu e esti­
rado p o r el borracho.
Las deficiencias transformativas han sido aducidas como criterio
•^limitador por autores como Chafe (1968), Fraser ( J970), Zuluaga
( l()B0) y Viettri (1990 [1985]), entre otros.

3.3. DELIMITACIÓN DE LOS COMPUESTOS

Resulta bastante más complicado diferenciar las locuciones de


ni ras unidades píurilexemáticas con función designad va y cohesión
mioma: las palabras compuestas. La confusión dc límites se explica
por las similitudes observables entre dichas unidades léxicas: ambos
tipos constituyen entidades denominativas para referentes concretos o
;il>stractoss que cubren una laguna en el sistema denotativo de la len­
gua. Gracias a su institucionalización, tanto unas como otras llegan a
iommr parte del acervo lingüístico de la comunidad hablante, al cual
iinriqueccn continuamente.
En realidad, los criterios utilizados para delimitar los compuestos
de las combinaciones libres de palabras son a menudo prácticamente
l o s mismos que se emplean para separar a estas últimas de las locu­

ciones* Valga como ejemplo el trabajo de Lang (1990), quien identi­


fica los compuestos sintagmáticos (es decir, sin unión gráfica) como
unidades léxicas plurivcrbales dc alta frecuencia de coaparición y
uso, con cohesión semántica, que se traduce en la imposibilidad de
;;ustiluir, eliminar, rcordenaro manipular sintácticamente sus elemen-
los integrantes (cohesión morfosintáctíca y deficiencias transforma­
tivas)3.
Por lo general, en los estudios de composición de palabras en es­
pañol se incluyen las locuciones como nn tipo más de compuesto (c f
Seco, 1982 [1972]: 199; Martincll, 1984; Bustos Gisbert, 1986: 72;
Alcoba, 1988; Lang, 1990; Sleiner, 1994). En cambio, desde los es-

3 Otros criterios secundarios aducidos por Lang son la traducción del compuesto
Numismático por un lexema simple o compuesto en otras lenguas (cf, el criterio de
((aducción para las MLirs en Zgusta, 1967, 1971) y la inflexión del píuml en los com ­
puestos ortográficos del español.

l-kASHOJ.OOÍA. 4
indios de fraseología si se ha intentado deslindar las locuciones de los
compuestos. Los criterios esgrimidos para separar unos fenómenos de
otros son de carácter semántico, morios iníáct ico, acentual y ortográ­
fico. Pero la validez de dichos criterios es muy discutible.
Rn primer lugar, tanto las locuciones como los compuestos pre­
sentan c o h e s i ó n s e m á n t i c a , como corolario de su función
denominativa.
En segundo lugar, ambos tipos de unidades presentan integridad
formal, es decir, c o h e s i ó n m o r f o s i n t á c t i c a . Ni los com­
puestos ni las locuciones permiten modificaciones parciales de sus
elementos constitutivos, inserciones, sustituciones ni manipulaciones
formales de ningún tipo4.
En tercer lugar, el c r i t e r i o a c e n t u a l tampoco resulta fia­
ble (Lieber, 1992: 83). Rainer y Várela (1992) han llegado a negar
categóricamente la existencia de una regla que determine la unión
acentual de los compuestos, argumentando que los diversos tipos
compositivos muestran patrones distintos.
Por último, el c r i t e r i o o r t o g r á f i c o ha sido empleado
tradicioTialinente en la filología española para separar ias locuciones
de los compuestos (cf. Alonso, 1974): todos los ejemplos de com­
puestos aducidos por la Academia en el Eshozo se escriben juntos.
En este sentido, Seco (1982 [1972]: 198-199) opina que la única
diferencia entre compuestos y locuciones radica, precisamente, en la
ausencia de solidificación ortográfica de las últimas. Desde las teo­
rías generativistas, Rainer y Varela (1992: 120) excluyen los com­
puestos sintagmáticos5 del tipo telón de acero, media lima, lima nue­

4 Además, ííi presencia de arcaísmos léxicos o sintácticos' caracterizan tatito a los


compuestos como a las locuciones (cf. terrateniente)? y el criterio de aparición de infi­
jos sólo es aplicable a los compuestos solidificados, es decir, con unión ortográfica,
como boquiabierto (cf. Rainer y Varela, 1992); al igual que los morfemas gramatica­
les: pusodobíc, plural pasodohles, no *pasosdobhs; (cf. medianoche, con morfema tle
plural en ambas bases: mediasnaches, no *medianoches, en Seco, 1982 [1972], 194).
5 Siguiendo las nociones de iexía compleja y compuesta (cf. Pottier, 1970, 1977),
sinapsia (cf. Rcnvcniste, 1966, 1967) y ¿interna (cf. Martinet, 1967) de la lingüistica
va, etc., dcl ámbito de la composición en español, por considerar que
l;i estructura interna de estas combinaciones sigue estrictamente las
icglas sintácticas del sintagma nominal en español. Proponen consi-
llorarlos, pues, frases Jexicalizadas, afínes a las expresiones idiomáti-
i ;is, con objeto de evitar la duplicidad de las reglas sintácticas en el
<•<>mponentc 1ex ic o 6.
Por razones prácticas, y ante la falta de criterios adecuados que
[termilan deslindar claramente los compuestos sintagmáticos (sin
unión ortográfica) de las locuciones, hemos decidido considerar com­
puestos a todas aquellas unidades léxicas formadas por la unión grá­
fica (y acentual) de dos o más bases; y locuciones, a aquellas unida­
des que, presentando un grado semejante de cohesión interna, no
muestran unión ortográfica,

3.4. TAXONOMÍA

Las locuciones se han dividido tradicionalmente según la función


oracional que desempeñen, independientemente de que sean conmu­
tables por palabras simples o por sintagmas. Y éste es el criterio que
vamos a seguir, sin olvidar la existencia de locuciones que podríamos
denominar plurifuncionales, al igual que ocurre con ciertas unidades
léxicas simples (cf. Bosque Muño?, 1989). Por esta razón, también
íendremos en cuenta el criterio de clase basado en e! núcleo del sin­
tagma de que se trate,

francesa, las unidades anteriores, así como otros ejemplos dcl tipo cama nido o pájaro
carpintero se han incluido como distintos tipos dentro de los estudios de composición
de palabras dcl español (vid. Alcoba, 1988; Alvar Ezquerra, 1994 [1993]), aunque se
reconoce que la lcxicalización y la cohesión total sólo se da en los compuestos con
unión ortográfica.
6 No obstante, Rainer y Varela (1992) admiten como compuestos combinaciones
formadas por dos sustantivos, como tren mercancías o ciudad dormitorio, que consti­
tuyen casos prototípicüfi, frente a otros como problema clave>donde el segundo sus­
tantivo cumple una función adjetiva (cf. 2.4.3.), y clérigo poeta, que es una combina­
ción no institucional izada de dos sustantivos interpretables en una situación concreta.
Así, distinguimos locuciones nominales, adjetivas, adverbiales y
verbales, que pueden constituir el núcleo de sintagmas nominales,
adjetivos, adverbiales o verbales, respectivamente. Se trata de cons­
trucciones endocéntricas cuyo núcleo o elemento principal del sin­
tagma podría sustituir, desde un punto de vista estrictamente formal
(que no semántico), a la estructura entera y desempeñar sus mismas
funciones sintácticas. En algunos casos (por ejemplo, las locuciones
adverbiales), el criterio de clase revela una gran diversidad estructu­
ral.
Dentro de nuestra clasificación tienen cabida, así mismo, aquellas
locuciones constituidas por sintagmas prepositivos (las locuciones
prepositivas), de estructura exoccnlrica, donde ambos elementos (el
núcleo prepositivo y su término) presentan un estatus gramatical
idéntico. También se encuadran aquí unidades fraseológicas que pue­
den constituir el núcleo de tales sintagmas.
De igual forma, incluimos como un tipo aparte las locuciones
conjuntivas, por entender que encajan perfectamente en nuestra con­
cepción de locución, al tiempo que han sido consideradas tradício-
nalmente como tales en fraseología. Por último* también se dan lo­
cuciones complejas, formadas por varios sintagmas, uno de ellos
verbal. Constituyen cláusulas, no oraciones completas. Se trata de lo­
cuciones que no presentan equivalencia funcional a las partes del dis­
curso, aunque también responden a los criterios de identificación de
locuciones.

3 .4 .1 . L o c u c i o n e s n o m in a l e s

Las locuciones nominales están formadas por sintagmas nomina-


les de diversa complejidad7. Los patrones sintácticos más producíl-

11
Los patrones sintácticos dc las locuciones han recibido, tradicional me le, muy
poca atención en la filología de las lenguas romances (López García, 1990). Véase, no
obstante, el rccicntc estudio de Martínez López (1996) sobre las locuciones significan­
tes del españoJ.
vos son ios formados, básicamente, por sustantivo -i adjetivo y por
sustantivo + preposición I sustantivo. Al primer tipo corresponden
los siguientes ejemplos: vacas flacas (‘Período dc escasez, de penu-
ria \ LDPL); golpe bajo (‘(inf.) Acción que completa la de matar o
¡irruinar a alguien'; DFEM); mosquita/mosca muerta ('Se aplica a la
persona que encubre mala intención o malignidad bajo una apariencia
de persona mansa o inofensiva1, d u e ) ; retrato robot ( ‘imagen de un
individuo realizada a través dc la descripción de otra u otras perso­
nas1, DALE); tela metálica ('malla hecha con alambre1, DALE); la so­
pa boba ('Junto con «comer, andar- a» o verbos semejantes, vivir sin
trabajar o a costa de alguien’, DUE); mala uva ('fig. y fam. Mal genio,
mala intención', DALE); telefonía celular/móvil (‘telefonía que perini-
(c a sus usuarios efectuar y recibir llamadas desde cualquier sitio en
ei que se halle, siempre que eslen dentro de su área de cobertura1,
DVUA) y tela asfáltica fíe la que se aplica a los pavimentos, compues­
ta dc fibras de asbesto, pigmentos colorantes de origen mineral y
material de relleno, que sirve para impermeabilizar1, D V U A ).
Ejemplos del segundo tipo son cero a la izquierda ( ‘(in f) Una
nulidad, persona que desempeña un papel irrelevante’, DFEM ); alma
d(: cántaro (‘persona falta de discreción y sensibilidad’, DALH); cues­
ta de enero ('Período de dificultades económicas que coincide con
este mes a consecuencia de los gastos extraordinarios hechos durante
las fiestas de N avidad1, DRAE); cortina de humo ('masa de humo que
sirve para ocultarse dcl enemigo; fig,, acción, gesto, etc., p ara distraer
la atención de otro', DALE); patas de gaüo ( ‘(inf.) Arrugas o surcos
en los ángulos externos de los ojos’, DFEM); el huevo de Colón ('fig.
Cosa que tiene, al parecer, mucha dificultad, y es en realidad muy
fácil5, DlLE); lágrimas de cocodrilo (‘(fíg ) Las que vierte una perso­
na aparentando un dolor que no siente1, DRAE); paño de lágrimas
(‘(in f) Persona en quien se encuentra consuelo o protección1, DFEM);
conejillo de indias ( LPor analogía, se aplica este nombre a las perso­
nas a las que otras utilizan para probar en ellas los efectos de una de­
terminada situación peligrosa o desfavorable1, LDPL); y tabla de sal­
vación ('últim o recurso para salir de un apuro', GDLE).
Otro patrón frecuento es el formado por dos sustantivos (ocasio-
nalmcnte dos verbos) unidos por la conjunción^, como la flo r y nata
(‘lo mejor y más selecto’, LDPL ), santo y seña ('contraseña que sirve
a los centinelas para identificar a las personas que se acercan al pues­
to de guardia’, GDLE) y tira y afloja:
Su redacción consensuada (como también se decía) convirtió la
Carta Magna en una irregular mezcla de aciertos y ambigüedades,
consecuencia forzosa de los liras y aflojas mantenidos. (OC, 133)

Dentro ele las locuciones nominales se engloban también las <do~


cucioncs infinitivas» de Casares (1992 [Í950])> cuyos constituyentes
verbales nunca toman forma personal, del tipo coser y cantar (efr. fig.
y fam. con que se pondera la facilidad de alguna cosa’, D1LE); cláusu­
las sustantivadas, como el qué dirán ('respeto a la opinión pública’,
DALE); asi como las expresiones deíctíeas carentes de otro signiñcado
léxico, del tipo menda lerenda (‘se refiere a la primera pera de modo
aún más expresivo’, GDLE), el mismo que viste y calza ( ‘fr. fig. y fam,
con la que se corrobora la identidad de la persona que habla o de
quien se habla', DRAE), cada quisque (‘Todos sin excepción, cada
uno’, LDPL), ni torta/jota (‘Nada en absoluto’, LDPL), ni dios (‘Abso­
lutamente nadie’, LDPL) o todo dios ( ‘Todo el mundo, todos sin ex­
cepción’, LDPL).
Las locuciones nominales pueden desempeñar las mismas funcio­
nes que un sustantivo o un sintagma nominal. Por ejemply, Zuluaga
(1980; 154) admile no haber encontrado locuciones nominales con
verdaderas restricciones sintácticas, sino sólo ciertas preferencias o
tendencias en la norma. Así, afirma el autor que una locución como
el mejor postor «funciona preferentemente como objeto indirecto de
un grupo de verbos ablativos ... (vender, ofrecer, dar, entregar)». De
igual forma* borrón y cuenta nueva (‘Olvido o perdón para una deu­
da, falta, etc.’, LDPL) suele desempeñar la función de objeto directo,
frecuentemente del verbo hacer> a tenor de los ejemplos que mane­
jamos:
Pero, ¿no habíamos hecho la Transición para superar las dos lis-
pañas? ¿N o había un acuerdo entre los demócratas para hacer borrón
y cuenta nueva? (EM, 23/2/96, 16)

3.4.2, L o c u c io n e s a d je t iv a s

Las locuciones adjetivas, al igual que los adjetivos, desempeñan


las funciones oracionales básicas de atribución y de predicación. G e­
neralmente están constituidas por uii sintagma adjetivo compuesto,
físicam ente, de adjetivo/participio + preposición -f- sustantivo, como
listo de manos (£loc. fig. y fam. Diestro en hurtar o en sacar provecho
ilícito de un cargo’, D R A E ) ; cario de m edios ('loe. Escaso do caudal’,
d k a e ) ; cortados p o r el mismo patrón (‘Se aplica a cosas y, parücu-
húmente, a personas, que se parecen mucho o, sobre todo, que tienen
la misma manera de ser’, D U E ) ; limpio de p o lvo y p a ja ('neto; descon­
tado todo lo secundario; claro’, F E E S C ) ; o por dos adjetivos unidos
p o r la conjunción y , como sano y salvo y corriente y moliente ("total­
mente común u ordinario1, G D L E ) :
[...] con lo que a m í me gusta la gente corriente y moliente, nor­
mal, no se cóm o decirte, que no de tanta importancia a las bobadas.
(C H C M , 147)

Dentro de las locuciones adjetivas se incluyen también muchas de


las comparaciones estereotipadas. Las locuciones adjetivas sobre la
base de una comparación estereotipada se construyen en español bien
mediante el adverbio como entre el adjetivo y el sustantivo, o bien
mediante el morfema discontinuo dcl comparativo de superioridad
más... que}. Algunos ejemplos, de carácter elatívo, son blanco como
la p a r e d (o más blanco que la p a red ), fu erte como un to r o 9 (o más

8 y id. Ohantrainc de van Praag (1982) sobre las diferencias semánticas que cncic-
rra esta doble posibilidad de construcción de ciertas locuciones españolas,
9 Según Casares (1992 [1950]), fuerte como un toro no sería locución, porque (on)
lleva ya implícito el valor semántico de fortaleza. Nosotros lo hemos considerado Ui-
fuerte que un toro), más muerto que vivo (lrrruy asustado, angustiado;
muy fatigado; gravemente enfermo’, F E E S C ) , más suave que la seda,
[fuertej como un roble , y más feo que Picio ( ‘Feísimo’, L D P L ) . Tam ­
bién se encuadran en esta clase aquellas locuciones encabezadas por
un relativo, como que no se lo (la, los} las) salía un gitano/un galgo
(‘[superlativo] grande, extraordinario’, F E E S C ).
Desde un punto de vista sintáctico, gran parte dc las locuciones
adjetivas están más restringidas que las expresiones lingüísticas con
las cuales conmutan. Así, mondo y lirondo (‘desnudo, sin accesorios,
descarnado; limpio, neto’, FEESC) desempeña exclusivamente la fun­
ción de atribución, mientras que sano y salvo se restringe a funciones
predicativas tras verbos como llegar , salir (cf. d u e ) .
Junto con las anteriores, distinguimos otro grupo de locuciones
adjetivas formadas por un sintagma prepositivo, es decir, una prepo­
sición (generalmente de) y su término correspondiente (con modifica­
ción opcional) que funciona como elemento clausal: de baja estofa
(‘(inf.) de ínfima clase, cualidad o categoría', D F E M ) ; de perros
('M uy malo, muy riguroso o muy trabajoso’, D U E ) ; de postín ( ‘Ele­
gante, lujoso, de alta categoría', L D P L ) ; de armas tomar (‘decidido,
resucito, (demasiado) atrevido, peligroso", D F E M ) ; de la cáscara
amarga ( ‘(fig. e inf.). Se aplica a las personas de ideas izquierdistas',
D U E ) ; de pelo en pecho ( ‘díc. de la persona vigorosa y denodada",
D A L E ) ; de/para andar p o r casa (‘loe. adj, que, por metáfora de la in­
dumentaria casera, se aplica a procedimientos, soluciones, explica­
ciones, etcétera, de poco valor, hechas sin rigor, e tc .\ D R A E ) ; y de
padre y muy señor mío (‘[superlativo ] enorme, respetable \ F E E S C ) .
Suelen modificar al núcleo del sintagma nominal, o bien cumplen
la función de atributo, como ilustran los ejemplos que siguen a conti­
nuación:

cución en virtud de su institucionalización en la lengua. Como señalara Coseriu


(1966) hace ya tres décadas, el conocimiento dc las cosas y sus asociaciones desetn-
peña un papel crucial en la fraseología metafórica.
U n a herniosa rubia de sorprendente elasticidad corporal, capaz de
pasar en u n instante de ser una futurista amita de casa y complaciente
esposa a convertirse e n una señora de arm as tomar. (E X T R , 19 /5/9 1,
64)
Los americanos son de arm as tom ar y disponen de las más m o ­
dernas, pero nosotros seguimos creyendo que no hay nada com o una
buena puñalada de picaro y preferim os una navaja de Albacete a un
Smith W esson del 38. (S, 8/6/91, 68)

3.4,3. L o c u c i o n e s a d v i -r u i a l r s

Los estudios d e fraseología clasifican tradicionalmentc como lo­


cuciones adverbiales a UFS de estructura muy diversa. Frecuentemen­
te se trata de sintagmas prepositivos que» por cuestiones d e Índole
semántica o funcional, parecían tener cierta relación con la categoría
¡gramatical de adverbio.
La mayoría de las «locuciones adverbiales» o «modos adverbia­
les» tradicionales de la filología española son sintagmas prepositivos.
Así, el D R A E etiqueta como loe. adv. locuciones formadas por sintag­
mas prepositivos del tipo a bordo ('En la embarcación’), a brazo
partido (‘2. fig, A viva fuerza, de poder a poder1), a buen seguro
('Ciertamente, en verdad’), a la vez ( ‘A un tiempo, simultáneamen­
te’), con la boca abierta ('Suspenso o admirado de alguna cosa que
se ve o se oye’), y de improviso (‘Sin prevención ni previsión), entre
otras.
Este grupo de locuciones adverbiales es particularmente abundan­
te y engloba unidades de distinta complejidad sintáctica. Algunos
ejemplos más son: a todas luces (‘Por cualquier lado o de cualquier
manera que se m ire1, D U E ) ; a la p o stre ('A lo último, al fin’, D A L E ) ;
con p e lo s y señales ('M uy detall adamen te \ DUE); a las claras ( ‘con
claridad', G D L E ) ; en vilo (‘2. Con indecisión, inquietud y zozobra1,
D R A C ); p o r lo p ro n to ('de momento* en prin cipio\ L D P L ) ; a renglón
seguido ( ‘Seguidamente; en particular, implicando inconsecuencia’,
L)UE); a la chita callando ( ‘de forma secreta o con mucho disim ulo’,
GDLE); con el corazón en la mano (‘con toda franqueza y sinceridad’,
DALE); con los brazos abiertos (‘Con agrado, con la mejor disposi­
ción1, LDPL); de p a r en p a r (*(£) [Referido a puertas y ventanas],
abrir completamente, DFEM); de Pascuas a Ramos O (inf) Muy de
vez en cuando, rarísima vez, con largos intervalos de tiem po’, DFEM);
contra viento y marea (lo e . adv. fig. Arrostrando inconvenientes y
dificultades', DILE); al pie de la letra ( ‘Literalmente’, DUE); y de gol­
p e y porrazo ( lde pronto, súbitamente’, LDPL).
Bn c u a n t o al a s p e c t o s e m á n t i c o s e r e f i e r e , c o n v i e n e t e n e r e n
c u e n ta q u e estas lo c u c io n e s e x p re sa n distin to s valores referen cialc s,
e s p e c i a l m e n t e m o d o (de tapadillo , É( i n f ) . A e s c o n d i d a s , e n s e c r e to ,
c o n d i s i m u l o ’, DFEM); c a n t i d a d (a espuertas , L(f.) B n a b u n d a n c i a 5,
DF l m ); l o c a l i z a c i ó n e n el t i e m p o (a ratos , ‘a v e c e s , c o n i n t e r v a l o s 1,
FEESC); y l o c a l i z a c i ó n e n el e s p a c i o (al lado , ' M u y c e r c a , e n la i n ­
m e d i a t a p r o x i m i d a d ' , LDPL).
A m e n u d o s e tr a ta d e c i r c u n s t a n c i a s n o i n h e r e n t e s al p r o c e s o e x ­
p r e s a d o p o r el v e r b o d e la o r a c i ó n d e la c u a l f o r m a n p a r te . P o r e llo ,
n o d e b e s o r p r e n d e r q u e , e n c a l i d a d d e e l e m e n t o s o r a c i o n a l e s , e s te ti­
p o d e l o c u c i o n e s s u e l a n c u m p l i r la f u n c i ó n d e c o m p l e m e n t o s c i r c u n s -
t a n c i a l e s , c o m o de p ies a cabeza ( ‘T o d o el c u e r p o (= d e a r r i b a a
a b a j o ) ’, LDPL) en el s i g u i e n t e e j e m p l o :

Recuerdo q u e el rostro de Bene se transformó al coger el libro.


Sus ojos brillaron con ferocidad y un ataque de cólera la conm ovió de
pies a cabeza- (BEN, 104)

O c a s i o n a l m e n t e se e n c u e n t r a n l o c u c i o n e s a d v e r b i a l e s p l u r i f u n -
c i o n a l e s e n el d i s c u r s o , q u e b i e n c u m p l e n la fu n c ió n d e c o m p l e m e n t o
c i r c u n s t a n c i a l , o b ie n m o d i f i c a n a u n s u s t a n t i v o , c o m o e n el c a s o d e a
raudales ( ‘c o n m u c h a a b u n d a n c i a ' , GDLE):

La luz entra a raudales por los ventanales y a sus pies se extienden


com o hormigas coches y peatones inmersos en el caos de la gran ciu­
dad. (BN, 10/2/9 L 86)
T A U R O 21 abril/20 mayo. [.„] Vivirás emociones m u y intensas.
Suerte a raudales, no la desaproveches. (DI 6-M, 2/3/96, 36)

Fuera de la estructura oracional propiamente dicha se dan ciertas


locuciones que, a modo de comentario, modifican a la oración ente­
ra, mostrando la actitud o la opinión del hablante* Es decir, cumplen
la función de modificadores oracionales (c f Alarcos Llorach, 1995
[1994]: 299). Éste es el caso dc la locución según mi (tu etc.) leal s a ­
ber y entender , definida en el D U E como «Expresión con que alguien
introduce la exposición de su opinión dejando a salvo que puede no
ser aceitada, o con modestia».
Otro grupo dc locuciones adverbiales lo constituyen aquellas UFS
formadas por sintagmas cuyo núcleo es un adverbio, como aquí mis­
mo 0 ( % e inf') M uy cerca de aquí’, D U E ) ; m ás tarde o más tem pra­
no (£sc aplica a sucesos que ocurrirán inevitablemente aunque no se
sepa cuándo’, G D L E / - m ás y más (‘cada vez m ás1, G D L E ) ; y más de la
cuenta (‘demasiado’, G D L E ) .
A nivel oracional, estas locuciones expresan circunstancias op­
cionales de tiempo, lugar, modo, cantidad, etc. Ahora bien, conviene
señalar que pueden desempeñar, igualmente, funciones atributivas.
Por ejemplo, más y m ás puede modificar a adverbios (Corría más y
más d ep risa ), a sustantivos (P edia más y más dinero) o a adjetivos
(Seguía más y más enfadado).
U n tercer grupo de locuciones adverbiales es el formado por sin­
tagmas sustantivos tales como p a ta s arriba ('Desordenadamente,
colocando arriba lo que debe estar debajo’, L D l’L ); boca con boca
(cloc. adv. Estando muy juntos", D R A E ) ; gota a gota ( ‘poco a poco1,
D A L E ) ; y punto p o r punto (‘fig., expresa el modo dc referir una cosa
muy por menor y sin omitir circunstancia5, D A L E ) . Suelen constituir
elementos opcionales para la expresión de circunstancias 110 esencia­
les en la estructura sintáctica de las oraciones en las cuales aparecen,
Rs decir, funcionan típicamente como complementos circunstancia­
les:
¿C óm o podría referir, reconstruir punto por punto y paso a paso
lo que siguió a lo largo de la noche? (EJDLD, 132)

No obstante, algunas de estas locuciones pueden aparecer tam­


bién como sujetos, objetos — a nivel de oración— o, a nivel de sin­
tagma, incluso en función atributiva (cf. «un combate cuerpo a cuer­
po») o como términos de una preposición («Discutieron en un mano a
mano memorable», GDLE).
Y, por último, también incluimos dentro de las locuciones ad­
verbiales aquéllas formadas por un sintagma adjetivo, que, en térmi­
nos gramaticales, conmutarían con adverbios, como en el caso de
largo y tendido (‘expr. fam. Con profusión*, DRAE).

3.4.4. L o c u c i o n e s v k k jía les

Las locuciones verbales expresan procesos, formando los predica­


dos, con o sin complementos. Presentan una gran diversidad morfo-
sintáctica. Por ejemplo, se dan binomios formados por dos núcleos
verbales unidos por conjunción, que pueden llevar complementos, del
tipo nadar y guardar ¡a ropa , ir y venir [en] (*fr. fig, y fam. Insistir en
ella [ - una cosa], dándole vueltas en la imaginación'’, DRAE); llevar y
traer ( ‘fr. fig. y fam. Andar en chismes y cuentos’, DRAE); o dar y
tomar ('discutir, altercar, o bien, en equitación, aflojar y tirar alterna­
tivamente de las riendas’, DALE).
A este tipo pertenecen también las locuciones compuestas de ver­
bo y pronombre, como cargársela ( ‘(inf.) Recibir un gran castigo ,
DFEM), y diñaría ( ‘fam loe morirse*, GDLE); de verbo, pronombre y
partícula (no asimilable a la rección verbal), como tomarla con
(alguien/algo) ( ‘Profesarle antipatía, buscar continuamente la ocasión
de reñir, reprender, perjudicar, e tc .\ LDPL); o, simplemente, de verbo
más partícula asociada a éste, con complementación opcional, como
dar de si (‘Extenderse, ensancharse. Producir beneficios. Dar rendi­
miento una persona o c o s a \ LDPL); dar sobre (alguien) Cfr. Acome-
lorie con furia’, D R A E ) ; dar tras (alguien) (*fr. fam. Perseguirle, aco­
sarle con furia o griterío’, D R A E ) ; dar con (alguien/algo) ('fr. Encon­
trarla’, D K A E ) ; tomar (algo/a alguien) p o r 10 ( ‘Creer equivocadamente
que cierta cosa es otra o que es de cicrta m anera’, D U E ) ; e ir con
(uno) (‘(f.) Referirse n. c. a alguien’, DFEM):
Los famosos, ya se sabe, creen que estas historias no van con
ellos y sus chóferes colocan sus «haigas» allá donde les viene en ga­
na. (S, 16/7/91, 17)

N o obstante, abundan especialmente las locuciones verbales que


presentan patrones sintácticos más complejos, formados por verbo
copulativo + atributo: ser el vivo retrato de alguien ('fr. fig. Pareeér-
sele m ucho’, D R A E ) , ser la monda 0(irvf.) Sei* algo fuera de lo co­
rriente9, acepción 1; '[Expresión enfática] ser ridículo’, acepción 2,
D F E M ); por verbo + complemento circunstancial: dormir como un
tronco ('Dormir profundamente, sin que nada perturbe el sueño1,
L D P L ) , meter a alguien en cintura ( ‘fr. fig. y fam. Hacerle entrar en
razón', D I L E ) ; por verbo -t- suplemento: oler a cuerno quemado ( ' o l e r
mal, sentar mal; poner nervioso; ser sospechoso', F E E S C ) ; y, funda­
mentalmente, por verbo h- objeto directo con complcmentación op­
cional
Las siguientes locuciones constituyen ejemplos del último patrón
mencionado: costar un ojo de la cara (‘Tener un precio muy eleva­
do’, LDPL); lomar las de Villadiego ('ausentarse de un lugar para huir
de algún riesgo’, GDLH); chuparse el dedo (‘Ser o fingirse simple, in­
capaz para comprender a íg o \ LDPL); mover/revolver cielo y tierra
(*fr. Jíg. y fam. Solicitar con suma diligencia la ayuda de cuantos
pueden cooperar al logro de una cosa’, Di LE); llevar la voz cantante
(‘ser la persona que se impone a las demás en una reunión, o que di­
rige un negocio’, DALE); poner a alguien como chupa de dómine

10 Tomar por, lexía compleja según Pastor Millán (1990: 229), admite dos o b j e ­
to direelo y el olro preposicional (por ejemplo, Le tornaron p o r el presiden te efe
tos, uno
<> r

kt compañía).
\
(‘(inf.)’. Insultar, reprender a alguien con dureza’, DI-km); dar cien
\mellas a alguien ('aventajarle mucho’, DALH); tirarse los trastos a la
cabeza ('discutir violentamente, pelearse y reñir’, G D L E ); nombrar la
soga en casa del ahorcado 0(f.}. Suscitar la memoria de algo que
avergüence o moleste a alguien que está presente5, D FE M ); saber de
qué p ie cojea alguien ('Conocer sus defectos’, D U E ); poner una pica
en Flandes ( ‘creer hacer algo extraordinario u obtener algo difícil’,
FEESC), etc.
Muchas de estas unidades son susceptibles de formar, por si m is­
mas, los predicados de las oraciones en las cuales se inserten, como
es el caso dc oler a cuerno quemado'.
— Oye, esto dc los alemanes va dc cabeza.
— Sí, a mí me empieza a oler a cuerno quemado. (LC, 143)

Otras, en cambio, incluyen casillas vacías que representan aetan-


íes que han de ser actualizados obligatoriamente para la realización
semántica de la unidad en cuestión, como, por ejemplo, poner a al­
guien como chupa de dómine:
Ha sido casi una moda poner como chupa de dómine a la Orques­
ta Nacional de fcspafía, sobre todo desde que Jesús López Cobos pegó
la espantada un 3 de noviembre de 1988, dejando a esta formación
acéfala y desmoralizada. (C 16, 11/2/91, 104)

Finalmente, gran parte de estas locuciones suele presentar fija­


ción fraseológica en negativo, como atestiguan los siguientes ejem­
plos: no tener vuelta de hoja (‘Ser clara e indiscutible [una cosa],
DUE); no tener dos dedos de frente ( ‘ser dc poco entendimiento',
LDPL); no tener un pelo de tonto ( L(f.) Ser listo \ DFEM); no saber de
la misa ¡a media (‘creer saber u/c ignorándola", FEESC); no pegar ojo
f n o poder dormir en toda la noche % DALE); no poder ver ni en pintu­
ra a alguien (‘Odiarlo, tenerle antipatía o aversión', DUE); no saber a
qué caria quedarse ("loe. fam. Estar indeciso en el juicio o en la reso­
lución que se ha de tom ar’, DRAE); no irle ni venirle nada algo a al-
i>uien ( cN o i m p o r t a r l e ’, DUE); y no tener oficio ni beneficio (‘No de
:¡ e m p e ñ a r n i n g ú n tr a b a jo , n o teneT u n m e d i o d e vida’, LDPL):

Es lo que yo me digo, ése, al fin y al cabo, le da igual. No tiene


oficio ni beneficio, así que... Pero a mi hijo le podían haber metido un
paquete gordísimo. Hasta le podían haber expulsado del cuerpo, fíja­
te. (BAM, 160)

3-4.5. L o c u c io n e s p re p o sitiv a s

T r a d i c i o n a l m e n t e s e h a r e s e r v a d o e! r ó t u l o d e « l o c u c i o n e s p r e ­
p ositivas» p a ra aq u e lla s u n id a d e s fra se o ló g ic a s su sc e p tib le s d e c o n s -
litu ir el n ú c l e o d e u n s i n t a g m a p r e p o s i t i v o , c o m o en pos de o a pesar
de ( T e s e a. E n c o n t r a d e la s c i r c u n s t a n c i a s a d v e r s a s 1, LDPL). A lo
íargo d e e s t e t r a b a j o c o n s i d e r a r e m o s la s UFS a n t e r i o r e s c o m o l o c u ­
ciones p re p o sitiv a s, p u e s, salv o el h ec h o de no co n stitu ir sin tag m as
p o r s í m i s m a s , s a t i s f a c e n lo s d e m á s c r i t e r i o s id e n t i f i c a t iv o s .
Las locuciones prepositivas están formadas por an adverbio (o
sustantivo adverbializado) seguido de una preposición o bien por un
sustantivo (o dos coordinados) seguido de una preposición, y, opcio-
nalmente* precedidos por otra. Según Atareos Llorach (1995 [1994]:
215), existen dos tipos de unidades; las que están formadas por un
adverbio capaz de funcionar como tal por sí solo (encima de, delante
de, etc.); y aquellas que necesitan siempre un adyacente especifica­
do^ como a causa de, con arreglo a (‘loe. adv. Conformemente, se­
gún5, DRAE), etc.
Los elementos iniciales de estas últimas no pueden desempeñar
por sí mismas Amelones adverbiales. Algunos ejemplos más son gra­
cias a (Toe. prepos. Por intervención de, por causa de, una persona o
cosa', DRAE); con objeto de (‘Para’, DUE); en torno a (Moc. prepos.
alrededor\ DRAE); y con vistas a (Moc, prepos. Con la finalidad de,
con el propósito d e1, DRAE).
Dado, pues, el primer paso de elegirla pura su estudio, esto es,
singularizar por decisión intuitiva un texto literario como objeto de
atención crítica con vistas a fijar la medida de su valor, el crítico debe
proceder a su examen. (ETYY, 233)

Las locuciones prepositivas del segundo tipo presentan distinto


grado de integración. Muchas de ellas son el resultado de un proceso
de lexicalizacíón y especial izac ión semántica» por el que el sintagma
correspondiente ha perdido su valor léxico para conservar ua signifi­
cado gramaticalízado y operaeionaí.
Por esta razón, se da frecuentemente una gradación entre esta cla­
se de locuciones y ios sintagmas con estructura similar de la sintaxis
libre (cf. Bosque Muñoz, 19H9: 209). Por ejemplo, se dan distintos
grados de integración léxica en locuciones prepositivas como en lu­
gar de (lo e . prepos. en vez d e \ DRAE) y en vez de ('loe, adv. En sus­
titución de una persona o cosa, 2 AI contrarío, lejos ¿ í z \ DRAE), pues
mientras la segunda no admite posesivos (* «en su vez»), la primera
sí lo hace, lo cual indica un menor grado de integración.
Por último, conviene distinguir las locuciones prepositivas de las
meras agrupaciones de preposiciones, donde la primera preposición
establece la relación entre el elemento inicial y el todo que forman la
segunda preposición y su término. Cada una de estas preposiciones
introduce una determinada relación, o bien refuerza el sentido del
término prepositivo. Se trata de preposiciones agrupadas, como de i
eníre/hacia/por/sohre (A lcinay Blecua, 1983 [1975]; 837; RAE, 198ó
[1973]).

3.4.6. L o c u c io n e s c o n ju n tiv a s

En el terreno de la fraseología las locuciones conjuntivas presen-


tan un estatus vacilante. En la filología española se ha incluido tradi­
cionalmente este tipo de locución, como atestiguan las clasificaciones
de Casares (1992 [1950]) y Zuluaga (1980).
Las locuciones conjuntivas se diferencian del resto de locuciones
en que no forman sintagmas por sí mismas ni pueden ser el núcleo de
é s to s; p e r o , e x c e p t u a n d o el c r i t e r i o d c c la s e , e s ta s u n i d a d e s s a t is f a c e n
i'í r e s to d e la s c a r a c t e r í s t i c a s d e f í n i t o r i a s d e las ÜFS e n c u a d r a d a s en
i'sla s e g u n d a e s fe ra .
Las locuciones conjuntivas son o bien coordinantes o subordi­
nantes, aunque no se da una separación tajante entre unas y otras,
lintre las coordinantes figuran las conjuntivas distributivas o disyuu-
livas, como ora... ora {'conj. (Aféresis de ‘ahora1) Tiene valor dis­
tributivo; se emplea delante de cada miembro, en frases literarias',
(rOLE),ya... ya {'conj. Con valor distributivo y antepuesto a cada uno
de los dos términos de una alternativa, indica q u e ambos conducen a
la misma consecuencia', GDLE); y las adversativas: antes bien ( ‘equi­
vale a «sino que» u otra conjunción adversativa y expresa algo que se
í i p o n e a lo dicho en una oración negativa anterior’, D U E) o más que
(‘loe. conjunt. sino, denotando idea de excepción', DRAE).
En cuanto al segundo grupo con función subordinante, se da una
gran variedad de locuciones, que en su mayoría introducen cláusulas
finitas» como con tal de ('loe. conjunt. condic. En el caso de o de que,
con la precisa condición de o de que’, DRAE) y por... que n ('E xpre­
sión concesiva [...] Aunque’, DUE), mientras tanto ('loe. adv. t. entre
ta n to \ DRAE), según y como (’loc. conjunt. De igual suerte o manera
que1, DRAE), tan pronto como ('Enseguida d e1, DITE), o para que
(equivalente a a fin de que, según el D U E), locución esta última que,
¡unto con otras del tipo a que (‘para’) o a fin de que u (io c . conjunt.
final. Con objeto de que; para que- Únese con el subjuntivo1, DRAE),
omiten el «que» cuando introducen cláusulas no finitas (R A E, 1986
[1973]: 548): compárese Vino a que se lo dijeras (clausula finita) y
Vino a decírtelo (cláusula no finita).
Las locuciones conjuntivas presentan valores condicionales: siem­
pre que, siempre y cuando ('Expresiones condicionales equivalentes

n Esta locución constituye un ejemplo dc discontinua. Debe l l e v a r intercalados


uf

b i e n un adjetivo o un adverbio: «por listo que sea, no sabrá resolverlo», «por muclio

que corra, no llegará a tiempo».


12 Para Akircos Llorach (1995 [1994]: 371) se trata dc una oración transpuesta
donde Ja preposición viene regida por el verbo nuclear.
a «si», DDE); concesivos: aun cuando (‘Equivale exactamente a «aun­
que»', D U E); causales: dado que, qac puede tener también un valor
condicional (cf. DUE); consecutivos: así que ('«D e modo que». Sirve
de conjunción consecutiva, expresando que la oración a que afecta es
consecuencia de algo dicho antes’, D U E ); finales: a fin de que, a que;
modales: según y conforme ('loe, conjunt. según y comoy DRAE);
comparativos: asi... como (‘Expresión comparativa’, DUO); tempora­
les: a medida que (‘Según’, DUE), etc,:
Nada más hablaron, mientras iba yéndose la luz a medida que se
entraban por una colína de pinos piñoneros. (AODG, 58)

A menudo una misma locución puede tener distintos valores a la


ve/. Por ejemplo, puesto que tiene una acepción adversativa ("aun­
que’), otra causal ( ‘pues") y una tercera continuativa (cf. DRAE); ya
que encabeza cláusulas subordinadas causales, condicionales, conce­
sivas y temporales (cf. Alcina y Blecua, 1983 [1975]: 1009-1010).
En ocasiones las locuciones conjuntivas seleccionan un determinado
modo o tiempo verbal: como si, con valor modal y condicional, re­
quiere el verbo en subjuntivo (Gilí Gaya, 1982 [1961]: 316).
Por último, mencionaremos en este apartado la existencia de lo­
cuciones que, bajo la forma de sintagmas prepositivos, cumplen la
función exfraoracional de relacionar párrafos, oraciones o partes de
ellas, expresando, al mismo tiempo, la relación semántica existente
entre las mismas. Entre ellas figuran a fin de cuentas (*En fin, al fin y
al cabo', DUH), sin em bargo13 ( ((f.) [Locución adversativa] no obstan­
te, a pesar de ello', DFEM ), con todo (‘loe. conjunt. N o obstante, sin
em bargo’, DRAE), y al fin y al cabo (‘expresión con que se introduce

n La locución sin embargo ha recibido tradicional mente un tratamiento muy dis­


par, Así, la Academia (1986 [1973]) la denomina «locución conjuntiva adversativa»;
Alcinn y Blccua (1983 11975]: 1185) la consideran un «ordenador léxico coordinan-
le»; mientras que Seco (1982 [1972]: 175) la incluye dentro de los adverbios del tipo
dos, que indican la relación de oposición con algo dicho previamente.
u n a c i e r t a o p o s i c i ó n a lo q u e s e e s t á d i c i e n d o , p e r o q u e t a m b i é n s ir v e
p a r a a p o y a r l o ’» GDLE):

— El abuelo está solo en su casa. Me gustaría que le hicieras una


visita. Ya sé que el pobre está muy deprimido últimamente y es difícil
hablar con el. Pero al fin y al cabo es tu abuelo. ¿Comerás mañana
con él? (HDK, 67)

3 .4 .7 . L o c u c i o n e s cLAi.JSAr..ns

En este apartado se encuadran locuciones de diversa índole for­


madas por varios sintagmas, de los cuales al menos uno de ellos es
verbal. Se trata de cláusulas provistas de un sujeto y un predicado
que expresan un juicio, una proposición (c f ías locuciones prepositi­
vas de Carneado Moré, 1985a, y de Kurcliatkina y Suprun, 1981).
Estas unidades no constituyen oraciones completas porque: (a) ne­
cesitan actualizar algún actante en el discurso en el cual se insertan;
o (b) son cláusulas finitas, restringidas a funcionar como elementos
oracionales, Al igual que el resto de las unidades de esta esfera, las
locuciones clausales no pueden formar enunciados por sí mismas.
Al primer tipo corresponden aquellas unidades cuya única casilla
vacía corresponde al objeto o al complemento de la expresión (c f los
festgeprágte pradikative Einheiten del alemán, en Wotjak, 1992). En
español abundan las locuciones de este tipo. Algunos ejemplos son
hacérsele a alguien la boca agua, revolvérsele a alguien las tripas
('sentirse mal; sentir una gran repugnancia’, FEESC); caérsele a al­
guien el alma a los pies ('Sentirse uno decepcionado, perder el áni­
m o’, LDPL); no llegarle a alguien la camisa ai cuerpo ( c(in f) Estar
lleno de inquietud o temor', DFEM); subírsele a alguien la sangre a la
cabeza ('alterarse, airarse*, FEESC); írsele a alguien el santo al cielo
(Mr. fig. y fam. Olvidársele lo que iba a decir o lo que tenía que ha­
c e r , DRAE); antojársele/hacérsele a alguien los dedos huéspedes
('hacerse ilusiones imposibles’, FEESC); llevarle a alguien los demo­
nios ( ‘Encolerizarse’, DUE); salirle a alguien el tiro p o r la culata
('Recibir un daño cuando pensaba causarlo u obtener un beneficio’,
DUE); y caérsele a alguien la cara de vergüenza (‘Sentirse extraordi­
nariamente avergonzado. Se emplea particularmente en reconvencio-
n e s \ DIJE):
A m ar en el siglo x x , mira quién fue a hablar, un h o m bre que ia
noche de bodas, m edia vuelta y hasta mañana, que hasta se te debiera
cuer la cara de vergüenza, vamos, un feo a s í ... (C H C M , 156)

Al segundo tipo corresponden locuciones formadas por cláusulas


enteras, que no tienen independencia textual, y carecen de fuerza ilo-
cutiva. Aquí se encuadran locuciones del tipo como quien dice (*(£)
Aproximadamente, más o menos, casi', DFEM); como quien oye llo­
ver ("sin hacer caso de lo que oye u ocurre’, GDLE); como Dios le da
a alguien a entender (‘Arreglándoselas como uno puede', DUE); o
como Dios manda (‘Como es debido’, LDPL). Generalmente funcio­
nan como clásulas subordinadas complementando ai núcleo de un
sintagma nominal:
A ver si una vez que acaben los fastos estos del 92, alguien se
toma en serio, en el 93, que hay que tener una capital como Dios
manda. (BN, 17/5/92,154)

O bien complementan al núcleo del predicado mediante la expre­


sión de una circunstancia: Estudia inglés como Dios manda, cada día
(GDLE). La locución como Dios le da a entender a alguien está res-
tringida a esta segunda función.

3.5. ASPECTOS FORMALES

Las locuciones sostienen una relación dialéctica entre sus compo­


nentes individuales y el todo que conforman en calidad de unidades
léxicas del sistema de la lengua. Cualquier estudio de ellas ha de par-
V

tir, pues, de este doble nivel de análisis (Cermak, 1988): por u n lado,
se han dc lener en cuenta las relaciones individuales entre los com­
ponentes de las locuciones (plano A); y, por otro lado, las relaciones
que presentan dichas unidades cuando se las contempla como todos
dentro del sistema lingüístico en el cual se insertan (plano B).
En este apartado vamos a tratar las características fónicas en ía
expresión material de estas unidades, donde básicamente cumplen
funciones mnemotécnicas. La aliteración es uno de los recursos fóni­
cos más comunes en estas unidades, como ilustran los siguientes
ejemplos; dejado de la mano de Dios (/d/) ('Abandonado, olvidado a
su suerte’, LDPL); levantar la liebre (/l/) (*(inf.) Descubrir un secreto,
revelar algo que constituye escándalo’, DFFM); y rizar el rizo (/r/,
/O/) ( l LOC complicar algo más de lo que es o está ya1, GDLE); aunque
predominan los casos de similicadencia del tipo menda lerenda, co­
rriente y moliente. hecho y derecho ('loe. con que se explica que una
persona es cabal, o que se lia ejecutado una cosa cumplidamente',
DRAE), mondo y lirondo o no tener arte ni p arte ('no tener nada que
ver en algo1, GDLE).
Estrechamente relacionadas — y frecuentemente combinadas -
con lo anterior se dan también disposiciones rítmicas, del tipo a cal y
canto ('loe. con la cual se expresa que la acción de cerrar, encerrar o
encerrarse en un local se realiza con intención de que nadie pueda
entrar (o salir, sí hay alguien dentro)1, DRAE), y a cara o cruz ('Al
azar', LDPL), causadas, a veces, por la simple repetición de compo­
nentes; como cara a cara ( Cdc frente* >FEESC) y paso a/por paso (‘(f.)
lenta y metódicamente, sin saltarse ningún estadio intermedio1,
DFEM).
Dentro de los aspectos formales vamos a considerar también las
relaciones paradigmáticas y sintagmáticas observables en ambos p la­
nos, aun cuando se trate dc relaciones semánticas, reservando el apar­
tado dedicado a aspectos semánticos para tratar las clases de signifi­
cados expresados por las unidades que nos ocupan.
3 .5 .1 . R e l a c i o n e s p a r a d í o m á t i c a s

La fijación interna material de las locuciones limita la elección


paradigmática de sus miembros integrantes, imponiendo restricciones
en el inventario y en la inflexión interna de los componentes. Fre­
cuentemente se trata de paradigmas cenados, cuyos máximos expo­
nentes son las palabras diacríticas (cf. 3,5.2.).
Los componentes individuales de las locuciones pueden presentar
relaciones de sinonimia, bien entre sí dentro de 1a propia locución o
bien mediante sus distintas vanantes. El primer caso es extremada­
mente frecuente en los binomios irreversibles (de golpe y porrazo).
Bn cuanto a las variantes, aunque es posible encontrar sinónimos
(parciales) que lo sean también en el sistema de la lengua, como col­
gar/ahorcar los hábitos ('dejar la profesión, sobre todo eclesiástica’*
FFJ-íSC), la situación más corriente es que dichas variantes funcionen
como sinónimos institucionalizados sólo con respecto a las locucio­
nes en las cuales aparecen. Aquí se engloban las variantes estructura­
les (irse de/a picos pardos), debidas a la alternancia de distintos
componentes gramaticales o a diferencias concernientes a la morfo­
logía inflexiva; así como parte de las variantes que implican palabras
léxicas alternativas (jjoner a alguien las petan a cuarto/ocho). La
división entre variantes estructurales y léxicas dista mucho de ser ta­
jante, pues a menudo ambos tipos aparecen combinados: alzar!le­
vantar pendón!pendones (‘fr, fig. Convocar gente de guerra’, DGILE).
Algunas locuciones presentan relaciones de antonim ia14 entre sus
elementos integrantes: antónimos, como ni muerto ni vivo (‘loe. pon­
derativa que se usa para significar que una persona o cosa no aparece,
por más diligencias que se han hecho para encontrarla’„ DRAG); con-

]A Sobre antónimos complementarios, contrarios, inversos, y otros tipos vid. Cruse


(1986, capítulos 9, 10 y 11), Gutiérrez Ordoñez (1989: Hl - 1 3 3 ) , y Lyons (1977: 270-
2X7).
irnrios, como p o r malas o p o r buenas ('loe. adv. A la fuerza o volun-
hri ámente \ DRAE); y opuestos o inversos (llevary ¿raer).
En cuanto a este tipo de relaciones léxicas entre las «alternativas»
■le las locuciones, hay que decir que, en primer lugar, no constituyen
variantes porque conllevan un cambio gramatical (cf. el uso transitivo
>[r poner a alguien al corriente frente a estar al corriente [‘(f.) Estar
u.f). enterada/informar u.p, a alguien’, Dí'UMj) o semántico: mirar con
Unenos ojos, mirar con malos ojos ( ‘(f.) Mirar/considerar a alguien/
.1 l;;o con simpatía/antipatía’? DFEM), y al por mayor (LOC ( OM Se
;i]jI ica a los intercambios comerciales que se realizan con una gran
'.mtidad de mercancía’, GDLE), al p o r menor (1. COM Se aplica a
l;i venta dc mercancías en pequeñas cantidades directamente a los
mtisnmidores. 2, Con detalle’, GDLE). Hay que tener en cuenta, no
nbslaute, que tales oposiciones léxicas — debido fundamentalmente
il significado traslaticio dc la unidad implicada (Gross y Miller,
l'JW)— no son siempre posibles, pues se dan casos como mala uva
líente a *buena uva ♦
En el segundo nivel de análisis, las locuciones, al igual que el
iL-sto de las unidades léxicas del sistema, entran a formar parte dc es-
fmoturas paradigmáticas específicas, es decir, campos léxicos15 de-
m minados. Entendemos por campo léxico «un paradigma léxico que
il.;ulta de la repartición de un contenido léxico continuo entre dife-
ii ntes unidades dadas en la lengua como palabras y que se oponen de
iminera inmediata unas a otras, por medio de rasgos distintivos m íni­
mos» (Coscriu, 198ó [1977]: 146). Los componentes de un mismo
i niipo coinciden en nn archisemema, o formula archiseméinica u\ que
l«iicde estar realizado por un archilexema concreto.

IS Utilizamos las dc nominaciones «campo léxico» y «campo semántico» índistin-


i-imcntc, pues no parccc haber diferencia alguna entre ambos términos (cf. Fcrnándcz-
1
-. -villa, 1974: 23; Pastor Milán, 1990: 29).
Para Wotjak{1992: 14), la fómiula archisemcmica (Archiseniforme!) constituye
•mi prototipo en el sentido dc que comprende todos los rasgos distintivos o semas co-
.......i* a todos los representantes dcl campo léxico. Generalmente funciona como el
inp»TÓnimo (b'MvberbegrijJ) ú archisemema del campo» aunque no constituye nccc-
Para ilustrar este fenómeno hemos tomado la fórmula archise-
mémica 'hablar mal de alguien/algo’, donde se incluyen junto a pala­
bras como censurar , criticar , desacreditar , despellejar , zaherir , rf/-
fumar, ctc., locuciones como cortar a alguien un sayo ( ‘Murmurar de
él en su ausencia’, DALE); poner a alguien a parir ( ‘(inf.) Reñir, re­
prender o criticar ásperamente a alguien’, DF£M); poner a alguien
como un trapo ( ‘insultarlo o desacreditarlo', DUE); poner de vuelta y
media a alguien (‘fr. fíg. y fam. Tratarle mal de palabras; decirle
ofensas', DILE)> etc.
Las unidades anteriores guardan entre sí relaciones de sinonimia
(más o menos parcial). No obstante, tal y como ocurre en todo campo
semántico, Jas locuciones, además, pueden guardar entre sí y con el
resto de los componentes relaciones de antonimia y polisemia u ho-
monimia (Roos, 1985: 77-78; Wotjak, 1992: 12)s que constituyen
parte de las características universales compartidas por las locuciones
en todas las lenguas (Dobrovol’skij, 1988; G. Wotjak, 1989).
La antonimia entre locuciones y entre éstas y otras unidades
abunda en relaciones de contrariedad entre las mismas. Así, a medios
pelos ('algo borracho', DUE) presenta antonimia parcial con sobrio ;
de pelo en pecho , en su acepción primera (‘Valiente. Se dice dcl que
no se asusta ante los peligros o las dificultades*, d i j e ) , es antónimo
de cobarde.
Esta misma relación léxica se da entre locuciones como andarse
p o r las ramas (‘fig. detenerse en lo menos sustancial de un asunto,
dejando lo más importante’, DALE) e ir al grano ( ‘Tratar o referir lo
fundamental de un asunto, sin entretenerse en lo accesorio1, DUE). En
menor medida se dan relaciones de oposición inversa entre locucio­
nes y unidades léxicas simples o compuestas, como en el caso de to­
mar tierra , en su acepción tercera ( ‘Aterrizar, descender a tierra un
aparato de aviación o sus ocupantes1, DRAE), con respecto a despe -
gar.

síiríflmcjHe el centro semántico dcl mismo, pues puede tratarse igualmente de un com­
ponente periférico.
A lo largo de este y otros apartados anteriores hemos señalado
distintas acepciones de las locuciones en cuestión. Y es que las UFS
de esta esfera son frecuentemente p olisémieas. Por ejemplo, salirlc. a
alguien al encuentro es definido por el DRAE medíanle tres acepcio­
nes: 1) 'salir a recibirle’, 2) 'hacerle frente o cara; oponérsele5, y
3) ‘prevenir, adelantarse a uno en lo que quiere decir o ejecutar’.

3.5.2. R el a c io n e s s in t a g m á t ic a s

La fijación material interna de las locuciones afecta tanto al eje


paradigmático como al sintagmático. Las limitaciones combinatorias
de los componentes de las locuciones provienen de relaciones de de­
pendencia recíproca muy parecidas a las de implicación de las soli­
daridades (c f García-Page Sánchez, 1990a): como un cosaco implica
a beber y pies en polvorosa a p o n er17. Un caso extremo de restric­
ción contextual lo constituyen las denominadas palabras diacríticas,
palabras idiomáticas o componentes únicos.
Se trata de elementos que carecen de autonomía en el sistema de
la lengua y cuya capacidad de aparición se limita a las locuciones de
las cuales forman parte, con cuyos componentes mantienen una rela­
ción de implicación: así, hurtadillas exige la preposición Las
palabras diacríticas pueden ser de varios tip o sl9:
a) Arcaísmos léxicos, es decir, palabras que han sobrevivido en
sincronía provenientes de otros periodos diacrónieos. Por ejemplo,
García-Page Sánchez (1990b: 285) señala en español junto a las lo­
cuciones con elementos obsoletos como a la topa tolondro ('loe. adv.
Sin reflexión, reparo o advertencia ss DRAE), otras con signos de tran­

17 Poner pies en polvorosa (*fr, fig. y fam. Huir, escapar’, drae ).


A hurtadillas ( ‘loe. adv. Furtivamente; sin que nadie lo note’, dkalí|
10 Züluaga (1980) señala cinco tipos, de los cuales Garcia-Page Sánchez (1990b)
excluye dos: las palabras de uso casi exclusivo en las locuciones pero comprensibles
para el hablante fuera de ellas (a gatas), y aquellas procedentes de otras lenguas fun­
cionales dentro de la misma lengua histórica (estar al quite, del mundo de los toros).
sición hacia el arcaísmo como a diestra y siniestra ( ‘sin mirar a
dónde, sin método; hacia todos los lados, en todas las direcciones',
FHESC).
b) Significantes difíciles de asignar un significado, como la pala­
bra Mazagatos , que está restringida única y exclusivamente a la
locución la de Mazagatos ( ‘situación difícil, ocasión arriesgada, pen­
dencia, riña', DRAE), fuera d e la cual no es posible asignarle s i g n i f i ­
cado independiente alguno.
También constituyen palabras diacríticas aquellos componentes
que han sufrido deformaciones formales y juegos fónicos de cual­
quier tipo. Por ejemplo, mor - -aféresis de amor , DRAE — es una pa­
labra idiomática restringida a la locución p o r mor de , 4por causa d e \
c) Préstamos léxicos de otras lenguas históricas, como p o r fa s o
p o r nefas en español, también relacionada con el grupo anterior, por
cuanto supone una alteración de la locución latina fa s atque nefas , 'lo
lícito y lo ilícito’ (cf. DUE). Otros ejemplos son al bies ( ‘Al sesgo,
oblicuamente', LDPL), del francés, y bel canto (‘Se llama así la escue­
la de canto de las óperas clásicas', Clarasó, 1978 [1970]: 967), del
italiano.
Menor grado de restricción sintagmática presentan, sin embargo,
las locuciones con casillas vacías que deben ser rellenadas por ele­
mentos variables, como a mi (tu, su , etc.) manera ('del modo que
quiero o me gusta’, GDLE), por mi (tu, su, etc.) cara bonita ( ‘Se dice
de quien recibe algún beneficio sin haberse hecho acreedor a c l \
LDl'L); y aquellas locuciones que admiten una versión larga y otra
acortada, como en cueros (vivos) ( ‘Completamente desnudo’, LDPL) y
poner a alguien [depatitas]en la calle (‘despedir, expulsar’, FEESC).
Como último punto dentro del primer nivel de análisis, cabe rese­
ñar la existencia de series de locuciones, que comparten un mismo
componente. Especialmente prolííícas en todas las lenguas son aque­
llas que contienen sustantivos referentes a animales o a partes dcl
cuerpo (Makkai, 1978; Roos, 1985; Dobrovol’skij, 1988; Wotjak,
1989), como ilustran los siguientes ejemplos:
— P iík r o : atar los perros con longaniza (‘fig. vivir con abun­
dancia o esplendidez', DALE), llevarse como el perro y el
gato ('avenirse muy m al’, FEESC), echarle los perros a al­
guien ( ‘(inf.) Reprender severamente a alguien1» DFEM),
tratar a alguien como un perro (*ft. fig. y fam. ‘M altra­
tarle, despreciarle1, DRAE), estar como los perros en misa
(*fr. fig. y fam. Estar fuera de lugar, estorbar’, DRAE), in­
flarse el perro ( ‘exagerar, presumir’, FEESC), echar algo a
perros ('fr. fig. y fam. Emplearla [una cosa] mal o malbara­
tarla’, DRAE), perro faldero ( ‘ LOC COL persona que gusta
de ir siempre pegada a otra', GDLE), etc.
— O j o : andarse con ojo ('(inf.) Tener cuidado, prestar atención’,
DFEM), a ojos cerrados ('sin pensarlo’, GDLE), clavar los
ojos ( ‘Fijar la vista’, LDPL), costar un ojo de la cara
('Costar muy caro, en dinero o en otra cosa’, d u e ) , bailarle
a ano los ojos (‘fr. fig. Ser bullicioso, alegre y vivo1,
DRAR), a ojos vistas (‘Perceptiblemente’, DUE), comerse
con los ojos algo/a alguien ( ‘ir. fig. y fam. Mostrar en las
miradas el incentivo vehemente de una pasión; como codi­
cia, amor, odio, envidia5, DRAE), ser el ojo derecho de al­
guien ("el preferido, el favorito’, FEESC), en un abrir y ce­
rrar de ojos ('con suma rapidez, en un instante1, FEESC),
traer entre ojos (‘observar a uno, por el recelo que se tiene
de él5, DALE), etc.

Las series de locuciones que comparten un elemento relativo a las


parles del cuerpo, denominadas somatismos (en alemán Somatismen),
han sido estudiadas en español por Trístá Pérez, Carneado Moré y
Pcrez González (1986) con respecto a la variedad cubana; Clay y
Marlineü (1988) desde ía perspectiva contrastiva, y más recientemen­
te por Martínez López (1996: 198-239).
Por otra parte, y entrando ya en el segundo nivel de análisis, las
locuciones contraen relaciones con el resto de las unidades léxicas
del sistema de la lengua con las cuales combinan en el eje horizontal
o sintagmático. La lexicografía española ha dado cuenta de las com­
binaciones recurrentes asociadas a determinadas locuciones mediante
expresiones como «dícese de», «aplícase a», «úsese con» y, similares.
Aparte de ciertas locuciones adjetivas que presentan restricciones
de colocación con respecto al sustantivo al cual se aplican, como de
cuchara ('[Militar] de graduación, pero sin estudios en la Academia
Militar*, DFEM), que se coloca con sustantivos como teniente , capi­
tán,, etc., y como contante y sonante, que se utiliza generalmente con
dinero, son las nominales y las adverbiales las que suelen presentar
más frecuentemente restricciones coiocacionales y suelen afectar a la
elección verbal.
Por ejemplo, una locución nominal como la sopa boba se combi­
na frecuentemente con comer, andar a o verbo semejante (cf. DUE).,
al tiempo que sangre gorda > calificativo que se aplica a una persona
pesada por calmosa, generalmente con el verbo tener (D U E). De la
misma forma, la locución adverbial largo y tendido lo hace respecti­
vamente con verbos como hablar y semejantes:
Van a su casa, hablan largo y tendido y al final d ecide que su
vuelta al plato ya es una realidad. (A B C , 10 /1 1 /9 1, 149)

Aquellos estudios teóricos que han tocado este tema, como los de
Zuluaga (1980) y García-Page Sánchez (1990a, 1990b), han asimila­
do el fenómeno a las solidaridades léxicas coserianas. Como ilustra­
ción mencionaremos las relaciones de selección entre verbos de co­
nocimiento o de lengua como decir, contar , saber , conocer , etc., y la
locución de p e a pa (‘desde el principio hasta el fin’, DUE).
En ocasiones la extensión colocacional se reduce a dos alterna­
tivas, como a rajatabla (‘Estricta o rigurosamente. Sin benevolencia,
atenuación o concesiones’, D U E ), que se combina con los verbos
cumplir y llevar. Estos ejemplos se acercan ya a las relaciones de
implicación, donde una locución dada se coloca con una determinada
unidad léxica: a ciencia cierta (‘Con toda seguridad, sin duda alguna,
LDPh) se combina con el verbo saber, a carcajadas suele formar un
enlace frecuente con reírse (c f DUE).
En aquellos casos donde se da un alto grado de restricción colo-
cacional resulta difícil decidir si se trata dc elementos pertenecientes
a l a locución o no: por ejemplo, el DUE presenta corno locuciones
distintas echar a alguien a patadas ( ‘Echarle violentamente y deni­
grándole o insultándole’) y a patadas ( ‘En mucha abundancia1; ‘con
desconsideración*), para la cual recoge como combinaciones frecuen­
tes tratar o verbos semejantes.
Conviene señalar, así mismo, las locuciones que muestran conca­
tenaciones de colocados: de p a r en par se coloca con el verbo abrir,
que a su vez lleva como objeto directo opcional en tales casos los
sustantivos puerta o ventana.

3.6. ASPECTOS SEMÁNTICOS

En cuanto a los aspectos semánticos de los elementos individua­


les que forman paite dc las locuciones, sólo se puede decir que con­
tribuyen a formar el significado global de éstas (Heller, 1980: 183),
aunque siempre de forma variable y según los casos. El significado
unitario de las locuciones, correspondiente al segundo plano de aná­
lisis, es tratado en los apartados que siguen a continuación.

3.6.1. S ig n if ic a d o d e n o t a t iv o

Gláser (1986b) identifica el significado denotativo de las locucio­


nes — también denominado significado en sentido estricto por Wot-
jale (1992)— con el centro semántico dc cada semema global, el cual
abarca tanto la referencia a la clase denotada como el significado lin­
güístico del mismo. El significado denotativo puede ser, a su vez, de
dos clases: literal y traslaticio o ídioinático.
En el primer caso se trata de locuciones literales que presentan,
sin embargo, cierta peculiaridad semántica. Son el resultado dc ía so­
lidificación, en cuyo desarrollo el significado denotativo de los ele-
menlos integrantes experimenta d erla delexicalización o gramatical!-
zación, aunque siguen siendo perfectamente reconocibles en la repre­
sentación del nuevo estado de cosas (Schmid, 1989; 122). Por ejem ­
plo, arma defensiva no se refiere a cualquier instrumento, medio o
máquina destinados o utilizados para defender(se), sino que denomi­
na a un tipo de arma blanca (cf. DRAT*). Igualmente, falso testimonio
es algo más que no decir la verdad, según se desprende de su defini­
ción en el DRAE (acepción segunda): ‘Der. Delito que comete el tes­
tigo o perito que declara faltando a la verdad en causa criminal o en
actuaciones judiciales de índole civil’.
Otros ejemplos lo constituyen ir de mal en p eo r ('empeorar pro™
gresivamente un asunto, enfermedad, etc.’, GDIX) y en teoría ( ‘Teóri­
camente, en hipótesis, por lo que conocemos especulativamente, con
independencia de su aplicación práctica', LDPL). También se englo­
ban dentro de esta categoría muchas de las locuciones prepositivas y
conjuntivas, como en lugar de o a fin de (que),
ün el segundo caso, el significado de la locución ya no es com­
positivo y deducible del de sus elementos constitutivos. Ahora bien,
la idiomaticidad de las locuciones puede ser pardal* como en el caso
de guerra sucia ('(inf.) Se refiere a la que realiza el gobierno contra
organizaciones terroristas o criminales sin respetar las leyes del esta­
do de derecho’, DFEM), o total, como en la locución a la pata la llana
(‘sin cumplidos, sin gran esmero’, FEESC). En la idiomaticidad par­
cial, sólo algún(os) elemento(s) prescnta(n) significados idiomáticos
o figurativos. Aquí se engloban parte de las comparaciones estereoti­
padas: más feo que pegarle a un padre (‘Feísimo’, LDPL); parte de los
binomios: v iv ito y coleando (‘lleno de vida o de energía5, FEESC); así
como otras locuciones del tipo arma blanca (‘La que hiere con el filo
o con la punta*, DUE), costar un riñón ( £r,OC ser muy cara [—una co­
sa]’, GDLE) y horas muertas (‘expr. ponderativa para aludir al mucho
tiempo gastado en una ocupación’, d k a e ).
La idiomaticidad de estas UFS se puede deber a varias causas.
Primeramente, puede ocurrir que la locución incluya palabras diacrí­
ticas, como ocurre en dar en el quid ('acertar en cualquier cosa',
DIJE). O bien que el significado compositivo de la locución resulte
imposible por la existencia de irregularidades gramaticales internas,
del tipo a cierra ojos\ 4a duermevela" (DRAE).
El tercer tipo de locuciones traslaticias son aquellas que deben su
origen a hechos históricos, aspectos culturales, citas y anécdotas dc
todo tipo. Hste es el caso de a la chita callando, ‘sigilosamente1, que
hace referencia a la prohibición bajo el reinado de Alfonso X de ca­
zar con chitas — especie de gato montés, del árabe «siita» -- , lo cual
siguió realizándose clandestinamente (Barrios, 1991: 18). Con la
mosca en/detrás de la oreja (‘receloso y prevenido5) tiene su origen
en la antigua costumbre del arcabuquero de descansar la mecha o
‘m osca’ sobre la oreja entre disparo y disparo (Barrios, 1991; 47).
Dcl mismo modo, la locución atar los perros con longaniza pro­
viene de una anécdota acaecida a finales del siglo xix en el pueblo
salmantino de Candelario, en el taller de embutidos de un rico co­
merciante, donde ataron a un perro con una larga ristra de longanizas
(Doval, 1995: 77). Valer un Potosí ( ‘ser de mucho precio, valor o es­
timación3) tiene su origen en la riqueza minera (plata, oro, etc.) del
departamento del mismo nombre de Bolivia, cuya fama se remonta a
la época precolombina (Candón y Bonnet, 1994 [1993]: 30); mientras
que la locución hacerse el sueco ('hacerse el desentendido’, ‘hacerse
el que no entiende ío que se le dice') hace referencia al proceder de
los marinos suecos, quienes, por desconocer nuestra lengua, hacían
oídos sordos a cuanto ye les dijera en los puertos en los que desem­
barcaban (Iribarren, 1994 [1954]: 98).
Otro grupo muy numeroso dc locuciones idiomáticas lo constitu­
yen aquellas cuyo significado denotativo traslaticio proviene de un
cambio semántico originado en una transferencia de base figurativa.
Tales procesos no constituyen un hecho lingüístico gratuito y aislado,
sino que tienen que ver directamente con el papel del pensamiento
analógico y la motivación en el lenguaje (el'. L akoffy Johnson, 1980;
Lalcoff, 1987). Una parle inherente de los lexicones humanos está
formada por principios de motivación metafórica, es decir, categorías
dc infonnación que explican por qué resulta natural que una dctcrmi-
nada unidad U, y 110 otra, signifique X, y viceversa (Lakoff, 1987).
La categoría de molivución más importan le para nuestro trabajo es
la de carácter semántico, que presenta los siguientes tipos (Lakoff,
1987);
a) sistemas de creencias, donde se incluyen los mitos y la sabidu­
ría popular sobre el reino animal o el mundo de los senti­
mientos básicos;
b) figuras e imágenes convencionales, que son imprescindibles
para la creación de nuevas expresiones idiomáticas (semi­
transparentes) o para la interpretación de las ya existentes;
c) transformaciones de los esquemas figurativos, motivados por
experiencias visuales o cenestésicas;
d) metáforas convencionales y sinestesias que dan origen a las
expresiones idiomáticas, y que son muy productivas en el
uso activo de las lenguas;
e) y relaciones de metonimia, que determinan la extensión se­
mántica de muchas unidades léxicas.

Así, al igual que las colocaciones, muchas locuciones también


reflejan metáforas cognitivas. Por ejemplo, la metáfora «Enfadarse es
acalorarse» no solamente se expresa en una colocación como debate
acalorado , sino también en locuciones del tipo a sangre caliente
('Sin dejar que se pase el apasionamiento o la irritación producida
por la causa i]ue impulsa a hacer la cosa de que se trata’, DUE); su­
bírsele a alguien la sangre a la cabeza ( ‘alterarse, airarse’, FHESC);
echar fuego p o r los ojos (‘fi\ fig. Manifestar gran furor o ira’, DRAE);
echar chispas ( ‘fr. fig. y fam. Dar muestras de enojo y furor; pro­
rrumpir en amenazas5, DRAE); echar leña al fuego ( ‘Contribuir de
cualquier manera a que aumente el enfado de alguien o se agrave una
discordia5, DUE); atizar el fuego ("Avivar una disputa, fomentar dis­
cordias’„ LDPL), etc.
Teniendo en cuenta los distintos tipos de motivación semántica,
no resulta extraño que sean precisamente la metáfora y la metonimia
los mecanismos transpositores más importantes. No obstante, tales
mecanismos, que constituyen una de las características universales de
la fraseología (Dobrovol’skij, 1988), no se circunscriben solamente a
los tropos anteriormente mencionados, sino que también se dan otros
recursos expresivos, entre los que destacan la sinécdoque, la compa­
ración, el eufemismo, o la hipérbole.
Tradicionalmente se ha considerado que las locuciones idiomá­
ticas constituyen m etáforas20 «muertas» o «petrificadas». Una gran
proporción de locuciones idiomáticas se han originado en metáforas,
que, con ciertas variaciones en distintos hablantes, han perdido ya su
motivación primigenia, o bien la conservan en cierto grado, lo que las
convierte en expresiones (semi-)transparentes. Por ejemplo, de la Ce­
ca a la M eca/ de Ceca en Meca ( ‘De una parte a otra; de aquí para
allá’, DRAE), cuyo significado original hacía referencia al gran reco­
rrido existente entre la mezquita de Córdoba y el lugar de nacimiento
de Mahoma (Barrios, 1991: 60),
En estrecha relación con la metáfora, la comparación también
desempeña un papel muy importante como base de ciertas locuciones
(parcialmente) idiomáticas (frío como el hielo); así como otra figura
muy nombrada en los estudios de fraseología: la metonimia, que no
es siempre fácil de distinguir de los casos de metáfora o de sinécdo­
que. Por ejemplo, en la locución romper una lanza p o r / en favor de
alguien ("defender a otra persona abiertamente y con todas sus con­
secuencias’) se hace referencia al hecho simbólico por lo significado.
Dicha locución proviene de los duelos o combates judiciales de la
Edad Media en los que los paladines coznbatían con lanzas por el ho­
nor de otra persona (Candón y Bonnet, 1994 [1993]: 230).
Conectados con los grafísmos (recurso expresivo que describe
gráficamente contenidos abstractos), pero constituyendo un grupo
aparte, se hallan aquellas locuciones que iucoiporan un gesto físico,
el cual se expresa de dicto y potencialmente de re. Se trata de accio­

20 Para In caracterización de los tropos hemos seguido a Marcos Alvarcz (1989),


Nash (1989) y Lausberg (1993).

t K A S I íO L O G Í A . 5
nes simbólicas específicas do las distintas culturas, cuyo significado
está institucionalizado. Este es el caso de una locución como enseñar
los dientes (‘demostrar a alguien que uno es capaz de resistirle o ata­
carle7, D U E ), donde la realización es generalmente sólo lingüística,
aunque la acción física queda latente, pudiendo ser actualizada en
contexto.
De igual modo, la locución bajar la cabeza, en ausencia dcl gesto
físico, denota ia idea simbolizada por éste: *conformarse, humillarse,
acceder a lo que se le impone’ (LDPL). Otros ejemplos son darse ca­
bezazos contra la pared (‘Hacerlo así materialmente, por desespera­
ción. En general, se emplea simbólica e hiperbólicamente, significan­
do estar furioso’, DUE); con la lengua fuera 0(inf.) muy cansado,
agotado (debido a un esfuerzo físico), DFEM); sacar la lengua ('fam
(se emplea con referencia a los niños), hacer burla de alguien',
GDT.E), que suele ir acompañado del gesto físico correspondiente, etc.
Distinto es el caso de las locuciones que sólo presentan un gesto
asociado sin valor simbólico: por ejemplo, ni tanto así (‘nada’), al
emplearse en el discurso hablado, suele ir acompañada del gesto de
unir la uña del dedo pulgar con la yema o uña del índice (GD1,B).
También se dan locuciones que tienen como base semántica una
sinécdoque (la parte por el todo). Se dan, entonces, relaciones de
sustitución metonímicas, como atestiguan casco azul ('m iem bro de
las tropas internacionales dependientes de la O .N.IL’, DVUA), cuyo
uniforme reglamentario incluye un casco de color azul, y tapete verde
(‘(por el color del paño que suele cubrirlas). Mesa de ju eg o 5, DUE).
También se dan ejemplos de antonomasia, un tipo especial de sinéc­
doque que consiste en usar el nombre propio por el genérico y vice­
versa: por ejemplo, un don Juan, ‘galanteador audaz y pendenciero'
(DRAE).
Por otra parte, la intensidad y la exageración caracterizan a un
buen número de estas locuciones (cf. Bally, 1951, Alexander y Plein,
1991), como ilustran definiciones como la siguiente: hinchársele a
uno las nances, ‘fr. fig. y fam. Enojarse m ucho' ( d u .h) Por todo ello
no debe extrañarnos la presencia de la hipérbole en algunas locucio-
ucs: liso como la palm a de la mano, l o c u c i ó n *con q u e s e e x a g e r a y
p o n d e r a q u e u n a c o s a e s m u y l la n a y s in o b s t á c u l o n i t r o p i e z o 1
(DRAE); y comerse a alguien a besos: ‘b e s a r l o r e p e t i d a m e n t e y c o n
v e h e m e n c i a ’ (LDPL).

3 .6 .2 . S ig n if ic a d o c o n n o t a t iv o

Al igual que el resto de las UFS, las locuciones pueden presentar


un significado denotativo enriquecido con componentes afectivos y
expresivos, donde aparece un importante número de sememas adicio­
nales diferentes junto al núcleo semántico al cual modifican. A esüis
connotaciones valoralivas, codificadas, intersubjetivas, y, por tanto,
institucionalizadas, junto con el significado denotativo, es a lo que ha
denominado Wotjak (1992) significado lato de las locuciones.
A este respecto, hay que tener en cuenta que el significado conno-
tativo dc las locuciones puede llegar a ser asimilado al denotativo,
por lo que en numerosos casos tal distinción resulta si no imposible,
como postula Kühn (1984: 207), sí al menos muy difícil.
Entre los tipos de connotaciones que, de forma general, pueden
presentar las locuciones se hallan los siguientes:

A) Connotaciones estilísticas. Muestran las preferencias por de­


terminados tipos de texto y de registro o bien proporcionan informa­
ción sobre Jos niveles de estilo y la situación dc la comunicación en
la que se usa la locución: situación oficial, formal, descuidada, etc.
(Wotjak, 1992: 29).
E n el primer caso se dan locuciones que pertenecen a registros
determinados, o son frecuentes en éstos ( c f Roos, 1985: 79), aunque
pueden pasar por extensión o no al acervo común. Por ejemplo, f u ­
mar la p ip a , en el sentido de 'correr con poca velocidad, especial­
mente por parte dc los que forman un pelotón ciclista1 (Rodríguez
Diez, 1981: 223), pertenece al registro de la prensa deportiva.
En el segundo caso se trata de los distintos niveles de estilo (cf.
RooSj 1985: 79) — es decir, diferencias diastráticas y pai te de las dia-
fásicas (cf. Coseriu, i 978: 220; Ettinger, 1989: 98)— a los que pue­
den pertenecer las locuciones de una determinada lengua histórica. Se
han identificado tres niveles de estilo primarios (neutro, elevado y
bajo), con ulteriores subdivisiones (Gláser, 1986b: 33).
Estilo neutro, se trata dcl nivel no marcado, y por tanto no se
suele indicar de forma especial en los diccionarios. Algunos ejemplos
son caído de cultivo (((f.) Ambiente propicio’, FBM), de punta en
blanco ('muy acicalado y con los mejores vestidos’, GDLE) y a la
larga (l«Al final». Después de pasar tiempo o de ocurrir todo lo que
tiene que ocurrir’yDUE).
Estilo elevado, que se subdivide en distintos tipos:

a) Connotaciones formales. Los diccionarios monolingües espa­


ñoles no suelen catalogar las locuciones con esta etiqueta»
aunque bien es cierto que unidades como en virtud de
( l LOC a consecuencia á c \ GDLE) suelen aparecer en textos
de carácter formal.
b) Connotaciones literarias o poéticas. Al igual que en el caso
anterior, no hemos encontrado locuciones eon tal etiqueta
en los diccionarios espaiíoles consultados. Sin embargo,
una locución eomo entre Escita y C a n tá is ('entre dos peli­
gros, de manera que es difícil evitar uno sin caer en el
otro’, DALE) suele presentar ese tipo dc connotaciones de­
bido a sus reminiscencias clásicas.
c) Connotaciones anticuadas u obsoletas, como las que se dan en
el siguiente ejemplo: de so capa (Moc. adv. ant. Secreta­
mente, con soborno’, DRAE).
d) Connotaciones foráneas, que indican los préstamos proce­
dentes de otras lenguas, como el francés (tour de fo rcé ,
'proeza, hazaña5, LDPL); el italiano (boceato di cardinal7,
‘se aplica especialmente a aquellos alimentos exquisitos y
muy caros1, c f Do val, 1995); el latín (grosso modo , ‘a
grandes rasgos’, Clarasó, 1978 [1970]: 976); ad líbifuni
('En una extensión sin límites, a nunca acabar1, Clarasó,
1978 [1970]; 970); y, muy especialmente, d ingles, (arito
en su forma original (reality show, ‘programa televisivo que
muestra como espectáculo los aspectos más crudos, morbo­
sos, escandalosos o marginales de la realidad1, D V U A ), co­
mo mediante calcos; correo electrónico {eíectromc mail,
'sistema de transmisión de documentos por ordenador a nn
'usuario concreto’, D V U A ) y patata caliente (hot potato,
'asunto o situación que requiere una solución urgente',
DVUA).

— Estilo bajo, con los siguientes subtipos:


a) Connotaciones coloquiales, informales o familiares. La mayo­
ría de las locuciones pertenecen a este subestilo. Algunos
ejemplos son: hala perdida ("fig. y fam. tarambana, perso­
na sin juicio’, DRAF,), no pegar una cosa ni con cola (‘(m f)
No tener ninguna relación con otra cosa con la que se pre­
tende relacionarla’, DUH) y al p ie de ('(coloquial; no frec.).
Aproximadamente1, DUE).
/
b) Connotaciones vulgares o argóticas. Este es el subtipo de con­
notación estilística que informa locuciones como darle (a
uno) la gana ("Vulgar, rudo o usado con enfado. Q uerer’,
DUE). A este nivel pertenecen aquellas locuciones que in­
cluyen entre sus componentes individuales palabras del
léxico religioso, las cuales adquieren un carácter irreve­
rente en tales contextos, como? por ejemplo, mala hostia
('(restr.21) Mal humor, mal carácter1, DFEM) y darse!pe­

21 La abreviatura restr. (~ restringido), en contraposición a f (= fonual) e inf. (~


informal), hace referencia al ámbito de aplicación de la unidad fraseológica, que en
este caso «se refiere a todas aquellas situaciones en las que se pueden o quieren rom­
per todas las barreras y contenciones que imponen las conveniencias sociales» (Varóla
y Kubarth, 1994: xiv).
garse una hostia (‘(restr.) Sufrir un accidente aparatoso’,
DFEM).

Aquí se encuadran, especialmente, aquellas locuciones que con­


tienen denominaciones para los órganos sexuales: estar en el quinto
cono (‘(restr.) Estar en lugar muy distante o apartado', d f e m ) ; estar
una hasta los ovarios de algo (‘(restr.) Estar (una mujer) harta de al­
g o DFEM); tocarse uno las pelotas (‘(restr.) Holgazanear, no hacer
n a d a \ DFEM); estar hasta las bolas ( ‘(restr.) Estar harto de alguien/
algo', DFEM); hinchársele los huevos a alguien (‘(restr.) Agotársele la
paciencia a alguien*, DFEM); con la punta de la polla (‘(restr.) Con
gran facilidad y maestría’, DFEM ), entre otras muchas, de marcado
nivel bajo, vulgar y grosero.

B) Connotaciones geográfico-sociales (c f Roos, 1985; Ettinger,


1989; Palm, 1989; Wotjak, 1992). Indican las diferencias diatópicas
que se dan entre los distintos dialectos de una misma lengua históri­
ca; por ejemplo, recuérdese la diferencia entre hacer dedo (español
peninsular) e ir al dedo (español de América), mencionados más arri­
ba. Otras locuciones restringidas diatópicamente son de la calidad de
la panocha ( ‘Se dice de una cosa que es muy buena’, d d rm ), de la
variedad mejicana; y chuparle el rabo a la ju tía ('em borracharse’, en
Carneado Moré, 1985), ni ají cachucha ( ‘nada') o de yuca y ñame
O difícir) (en Cárdenas Molina y Pérez González, 1986), pertenecien­
tes a la variedad cubana.
También se incluyen bajo este apartado las connotaciones de fi­
jación en grupos sociales específicos, que se corresponden en parte
con las diferencias diastráticas concernientes a estilos de lengua iden­
tificados como ‘lenguaje de/para referirse a las mujeres', ‘lenguaje
de/para referirse a los niños7, etc. A este último subgrupo pertenecen
locuciones como ser la p iel del diablo (‘se aplica [...] sobre todo a
los niños traviesos y revoltosos’, LDPL) y de rompe y rasga ( lDe
ánimo resuelto, de carácter decidido, que no elude los enfrentamien-
los. T i e n d e a a p l i c a r s e m á s a l a s m u j e r e s ( a c a s o p o r q u e a q u e l l a s c u a ­
l i d a d e s y a s e d a b a n p o r s u p u e s t a s e n lo s h o m b r e s ) ’, LDPE).
Por razones obvias, muchas de las locuciones con connotaciones
vulgares y groseras vistas más arriba presentan, así mismo, restric­
ciones diastráticas en virtud dcl sexo: compárese salir le algo del
cono a alguien ( ‘(restr.) [M uy enfático] querer [una mujer] algo, en­
capricharse en a lg o \ DFEM ) con dejar(se) los huevos en casa (‘[Re­
ferido aí hombre] mostrar una actitud sumisa’, etiquetada «inf.» en el
DFEM).
No resulta raro, sin embargo, encontrar UFS en el discurso que
violan, consciente y abiertamente, tales restricciones. Bn estos casos
se busca deliberadamente un efecto expresivo, tal como muestran los
fragmentos que reproducimos a continuación;
Oña, cantatriz dc villancicos, los tiene muy bien puestos, lo cual
es impropio de mujer, pero nadie le censura sus dotes de hombría.
O ña lleva los pantalones en el Ayuntamiento, lo cual constituye [...]
un caso de maseulinidad. (S, 29/12/91, 20)
Si fu era h o m bre habría que decir de ella; «que los tiene bien
puestos». Lis feminista y lo lleva a gala. En este terreno es intransi­
gente. Puede rozar el fundam entalism o, reminiscencias dc un pasado
próxim o com bativo en favor dc la mvijer. (D16-M , 2/3/96, 48)

Por último, algunas locuciones pueden presentar restricciones


diastráticas, diaíasieas y diatópicas a la vez. Éste es el caso de la uni­
dad dar una caradita ("hacer una visita breve, pero cariñosa’), locu­
ción muy antigua, casi en desuso, perteneciente a la variedad cubana
del español, y empleada exclusivamente por mujeres (Carneado M o­
ré, 1985b: 41).

C) C on no t aciones h i stóri c o -cul t urai e s (Glaser, 1986b: 32; Palm,


1989: 321). Este tipo de connotación se da en aquellas locuciones
motivadas por acontecimientos históricos, aspectos culturales, citas,
anécdotas, ct ce. por ejemplo, p o r la puerta grande ('En triunfo, con
el aplauso y el reconocimiento de todos [...]. Símil taurino. El máxi­
mo honor que se concede a un matador iras una faena particularmente
lúcida, consiste en sacarlo a hombros por la puerta grande’, LDPL) y
poner a alguien un par de banderillas de fuego (‘Decirle algo que le
írrita m ucho’, DUL). Estas locuciones están estrechamente ligadas a la
significación de la fiesta nacional en la cultura hispánica.
A veces, la conexión a la realidad nacional o local viene a través
del uso de topónimos (cf. Diaz, 1986), como en el caso de la locución
estar entre Pinto y Valdemoro ('estar indeciso'), donde los dos nom­
bres propios de lugar se refieren a sendos municipios de Madrid sepa­
rados por un riachuelo sin nombre (Candón y Bonnct, 1994 [1993]:
33).

D) Connotaciones expresivas. Reflejan el enfoque emocional del


hablante hacia el objeto de la comunicación y los participantes en la
misma y constituyen convenciones sociales de uso (Palm, 1989: 320-
321).
Pueden ser positivas, negativas o neutras. Se dividen en cinco ti­
pos principales (Glascr, 1986b: 31), que se corresponden a grandes
rasgos con las diferenciaciones que encontramos en los diccionarios
monolingües españoles. En muchos casos la adscripción a una cale-
goría u otra depende de factores subjetivos:
— Connotaciones despectivas, como en la locución tener buenas
espaldas (‘Tener aguante para sufrir vejaciones, abusos o burlas de
otros. Puede tener o no sentido despectivo', DUE), que presenta este
tipo de connotación opcionalmente. Otros ejemplos son estirar la
pata (‘M orirse’^ que, según recoge el LDPL, «es locución despectiva
e irrespetuosa»; y limpiarse el culo con algo , también de connotacio­
nes vulgares ( ‘(restr.) [Muy despectivo] despreciar algo', DFr-M).
— Connotaciones descorteses y ofensivas^ que son asimilables a
las connotaciones estilísticas bajas y vulgares vistas más arriba. Por
ejemplo, romperle a alguien las narices (‘Expresión vulgar empleada
en primera persona, como amenaza hiperbólica', DUE). Frecuen­
temente este lipo de locuciones constituyen insultos explícitos, como
hijo de puta ( ‘expr. injuriosa y de desprecio’, DRAF).
— Connotaciones eufemísticas, que son extremadamente difíciles
de separar del significado denotativo de la locución, como, por ejem­
plo, donde la espalda p ie rd e su recto nombre ('Eufemismo jocoso
con que se alude a las nalgas', D D E ) ; salva sea la p a rle (‘eufemismo
para aludir a las nalgas1, G D L E ) , y decir!echar!soltar un ajo!ajos (y
cebollas) ( ‘[Eufemismo] decir tacos’, D F E M ) ,
Connotaciones humorísticas o jocosas, como en la locución
derecho a l p a ta leo (‘(humor,)- Frase que se refiere al único recurso
que le queda a alguien para consolarse de un perjuicio o mal trato su­
frido por decisión de otros, que consiste en desahogarse protestando
violentamente’, d u e ) .
-Connotaciones positivas o apreciativas para las cuales no hay
etiqueta equivalente usada en los diccionarios monolingües españo­
les. De hecho, en ciertas locuciones la valoración positiva forma

parle del significado denotativo de la misma. Este es el caso de la lo­
cución de chuparse los dedos (‘Se aplica como expresión calificativa
a una cosa que está muy buena o que causa gran placer o gusta mu-
cho’j D U E ) , o de p u ta m adre (‘muy bien*), de carácter ponderativo
(L D P E ), también con connotaciones vulgares.
ESFERA III: ENUNCIADOS FRASEOLOGICOS
(PAREMIAS)

4.1. INTRODUCCIÓN

Las UPS de la tercera esfera son enunciados completos en sí mis-


mas, que se caracterizan por constituir actos de habla y por presentar
fijación interna (material y de contenido) y externa. Denominamos a
estas unidades enunciados fraseológicosy siguiendo la terminología
de Zuluaga (1980), quien las ha caracterizado de la siguiente manera:
Las unidades que en nuestro análisis llam am os enunciados fra­
seológicos funcionan, pues, com o secuencias autónom as de habla, su
enunciación se lleva a cabo en unidades de entonación distintas; en
otras palabras, son unidades de com unicación m ínim as, (pág. 192)

Otra caracterización global de estas unidades la hallamos en Her­


nando Cuadrado (1990: 5 4 1), quien se expresa en términos casi idén-
ticos: «constituyen cadenas autónomas del habla y, en cuanto a tales,
se formulan con entonación independiente, como corresponde a su
carácter de unidades mínimas de comunicación».
Dentro de los enunciados fraseológicos distinguimos entre p a ­
remias y fórmulas rutinarias. Ambos tipos se diferencian funda­
mentalmente, en dos aspectos. En primer lugar, las paremias poseen
significado referencial ' Kleiber (1989) habla de «fijación referen-
cial»- --, mientras que en las fórmulas rutinarias el significado es dc
tipo social, expresivo o discursivo fundamentalmente. Y en segundo
lugar, las paremias gozan de autonomía textual, mientras que las
fórmulas vienen determinadas por situaciones y circunstancias con­
cretas.
Sin embargo, la separación entre unas unidades y otras no es ta­
jante. Hay subtipos de paremias como los enunciados dc valor espe­
cífico, los lugares comunes o los eslóganes que se encuentran ya muy
próximos a las fórmulas (Gláser, 198ób). Igual ocurre en sentido in­
verso: Alcina y Blecua (1983 [1975]: 1193), por ejemplo, llaman re­
franes unimembres a fórmulas de recusación (c f capítulo V) como A
oíro perro con ese hueso (‘Réplica que se da a quien propone algo
difícilmente aceptable o engañoso’, l d p l ).

4.2. DELIMITACIÓN DE LAS LOCUCIONES

A pesar dc que los enunciados fraseológicos constituyen enuncia­


dos completos, a veces resulta difícil distinguirlos de las unidades .de
la esfera II. Hay casos problemáticos de fórmulas como ¡Buenos d í­
a s! o ¡Buena suerte/, que por sus características estructurales podrían
ser confundidas con locuciones.
Así mismo, otras expresiones del tipo ¿Quién te (le/os, etc.) ha
dado vela en este entierro? (y las variantes No le han dado o Nadie te
ha dado vela en este entierro) aparecen como fórmulas en el SWSD,
pero en forma de locuciones en otros diccionarios: dar (a alguien)
vela en este (ese, etc.) entierro (DUE); no darle (a uno) vela en, o p a ­
ra un entierro (DRAE); no darle a uno vela en un entierro (DALE); dar
u.p. vela en/para ese/este/aquel entierro a alguien (DFEM); no darle a
uno vela en este entierro (LDPL); y dar/no dar a alguien vela en
un/este/ese... entierro (GDLE).
Con respecto a las paremias, la situación es más complicada. R e­
sulta particularmente difícil separarlas de las locuciones dc significa­
do traslaticio. Ambas encierran una imagen expresiva, intensa e iin-
pactante, y comparten tropos y recursos fónicos de todo tipo. De he­
cho, tradicionalmentc las locuciones han aparecido diseminadas en
las obras paremiológicas del español (cf. Campos y B arella1, 1995
[1993]: x í i ; Fernández-Sevílía, 1985: 198).
No en vano muchas locuciones se han originado frecuentemente a
partir de una paremia (Amold, 1973; Casares, 1992 [1950]); y vice­
versa, aunque en menor medida (Mlacek, 1983). Por ejemplo, el
parto de los montes (‘cualquier cosa insignificante y ridicula que su­
cede cuando se esperaba una grande o importante') procede, según
Iribarren (1994 [1954]: 161), de la frase latina «Parturient montes,
naseetur ridiculus mus», atribuida a Horacio. Aún hoy día es posible
encontrar alusiones al origen de esta UF:
Pero siem pre pare la m ontana este ratón: el que remite al rep ug­
nante a la justicia, el que quería esperar a septiem bre para exp licarse
(lo hará el jueves: forzado), mientras baila sobre sus c la v o s d e faquir
despierto d e pronto. (P, 2 2 /7 /9 5 , 4 7)

N o o b s t a n t e , y a p e s a r d e la s e v i d e n t e s s i m i l i t u d e s e n t r e l o c u c i o ­
n e s y p a r e m i a s , a m b o s t ip o s d e UFS se d i f e r e n c i a n p o r lo s i g u i e n t e :
a) las paremias ofrecen un alto grado de generalidad frente a las
locuciones, que se refieren a situaciones precisas (Conenmi,
1988);
b) las p a r e m i a s c o n s t i t u y e n e n u n c i a d o s i n t r o d u c i d o s c o m o t a l e s
en el discurso, y no permiten cambios salvo los de concor­
dancia; mientras que las locuciones permiten ciertas trans­
formaciones e inserciones, funcionando como elementos
sintácticos de las oraciones en las cuales se integran,
e) las locuciones forman parte del sistema de la lengua, mientras
que las paremias son unidades del habla. Se trata más bien
de un fenómeno cultural que de un fenómeno lingüístico en

1 Esta obra fue publicada por primera vez en 1971 en los «Anejos dcl Boletín de
la Kenl Academia Española XXX» (Madrid). Citamos, sin embargo, por la edición
que manejamos.
sentido estricto (Zgusta, 1971; Thun, 1978; Conenna,
1988), por más que Grzybek (1992) haya reivindicado su
carácter de signo. Según Gláser (1986b: 103), las paremias
no son lexemas formados por un grupo de palabras {Wort-
gruppenlexeme), sino combinaciones de palabras (Wortver-
bindungen) que expresan la declaración de un estado de co­
sas.

4.3. TAXONOMÍA

Tras los trabajos de Charles Bally y V- V. Vinogradov, las pa­


remias dejaron de ser el centro de la fraseología; se las ílegó a ex­
cluir por completo de los trabajos fraseológicos, para, posteriormen­
te, brindarles un tratamiento distinto, lo cual dio origen a las diversas
concepciones que de tales unidades se tienen en la actualidad (Míá-
cek, 1983).
El término parem ia, como tal, no aparece recogido en ninguno de
los diccionarios de lingüística consultados, aunque éstos sí se ocupan
de la paremiología: «Disciplina que estudia los refranes» (DDL). La
definición del término en cuestión hay que buscarla en los diccio­
narios generales de la lengua, donde aparece por extensión como
«Refrán, proverbio, adagio, sentencia» (DRAE); «Sentencia o refrán»
(DUL); «Proverbio (sentencia). SIN. V. Refrán» (DALE).
Hemos optado por el término paremia porque, a tenor de las de­
finiciones anteriores, tal término es sinónimo de refrán e hiperónimo
de los subtipos de esta categoría, y porque esta denominación ha sido
empleada en la filología española como término abareador (cf. Olí-
ver, 1983) o bien en sinonimia con otras denominaciones (cf. Cam ­
pos y Barella, 1995 [1993]).
No todas las paremias pueden ser incorporadas a la fraseología
(cf. Mlacek, 1983): el término designa distintos subtipos, entre los
cuales se hallan parte de los refranes (aforismos, sentencias, adagios,
etc.), las citas, los lugares comunes, los esióganes, o los enunciados
fraseológicos textuales. Además, tampoco resulta fácil distinguir cla­
ramente entre los distintos tipos de paremias. Entre otras razones,
tales divisiones se apoyan en consideraciones de muy diversa índo­
le - frecuentemente de carácter diacrónico, etimológico y semánti­
co*—, ya que, como afirma Burger (1983), sólo una clasificación
mixta es válida para deslindar las diferentes categorías de paremias.
Con objeto de efectuar tal división, aplicaremos las tesis de Arnaud
(1991). Este autor ha propuesto cinco criterios que, actuando a modo
de «filtros» sucesivos, permiten llegar por eliminación a Jo que de­
nomina proverhes:

1. Lexicalizaeión.
2. Autonomía sintáctica.
3. Autonomía textual.
4. Valor de verdad general.
5. Carácter anónimo.

Por definición, toda unidad fraseológica cumple el primer requisi­


to. El segundo criterio elimina aquellas unidades que necesitan com ­
binarse con otros elementos en el discurso, salvo cuando se las men­
ciona de forma autónoma o funcionan metalingüísticamente (Arnaud,
1.991: 8). Las unidades de ía tercera esfera se separan, así* del resto
de las UFS.
Por otro lado, la autonomía textual nos ha servido anteriormente
(ef. 4.1.) para separar dentro de los enunciados fraseológicos a las
fórmulas rutinarias {formules conversationnelles en Arnaud).
El tercer criterio nos permite, pues, identificar a las paremias co­
mo unidades fraseológicas susceptibles de funcionar como enuncia­
dos con carácter de texto. Para Fleisclier (1994: 156), los refranes son
«(Mini-)Texte» («textos mínimos») que representan un tipo de texto
concreto, en el sentido de los «Texlsorten» del alemán y los «text
types» del inglés.
El carácter de enunciado textual es evidente no sólo en los cam­
bios de entonación que sufren tales unidades al ser insertadas en el
discurso hablado, sino también por la presencia de elementos deícti-
eos contextúales, denominados «presentadores»2. Se trata de frases o
palabras, acompañadas alternativamente de indicaciones formales o
prosódicas3, que cumplen dos funciones primordiales. Por un lado,
distancian al emisor de lo enunciado, librándole de parte de su res­
ponsabilidad; y, por otro lado, introducen estas unidades en el discur­
so resaltando su carácter pareiniológico.
Entre los presentadores paremiológicos más frecuentes figuran
términos como refrán , dicho, frase, eslogan..., así como frases del ti­
po como dice el refranero , como asegura el refrán , se dice eso de , ya
lo dice el refrán , como decía el poeta (mi abuela, mi padre, etc.), di­
cen que, ya se dice , como ellos dicen y similares.
Por lo que m ás se interesan estos c h ic o s, estos sociatas nuestros,
es por las cabras. Será solidaridad, porque ya lo d ice el refrán, por
donde la cabra pasa, todo lo arrasa, y cabra en sem brado, peor que
nublado. (A B C , 2 9 / 1 2 / 9 1 ,2 7 )

4 .3 .1 . E n u n c i a d o s d e v a l o r e s p e c íf ic o

Las paremias, por su institucional ización, denominan una situa­


ción, al relacionar lo comentado (o un aspecto de ello) con una clase
de situaciones. Sin embargo, muchas de ellas tienen, además, valor
de verdad general, independientemente de la situación a la cual se
aplican (criterio cuarto).
A aquellas paremias que no cumplen este cuarto criterio, pero que
aun así constituyen enunciados fraseológicos textuales, las hemos de­
nominado enunciados de valor específico , inspirándonos en la termi­
nología propuesta por Arnaud ( 1 9 9 1 : 1 1 ) : énoncé phrastique lexicali-

2 Vid. sobre los presentadores de las paremias Arnaud y Moon (1993), Campos y
Barella (1995 [I993[), Combet (1971), Connena (1988), Cram (1983), Fernándcz-
Se villa (1983) y Gimthner (1 9 9 1).
J Vid. Zf'usta (1971), Grcimas (1960) y Grzybek (1992) sobre la inserción de las
paremias coino lodos en la cadena hablada o escrita.
sé á valcur spéciftque. Con objeto dc detectar qué paremias tienen
valor de verdad general, nos hemos servido de la prueba sugerida por
este autor, que consiste en aplicarles la frase introductoria «Ceci est
vrai en soi», que hemos traducido al español como «Esto es verdad
en sí mismo».
Para ello hemos tomado dos paremias, a saber, Los duelos con
pan son menos ( ‘Da a entender que son más soportables los trabajos
habiendo bienes y conveniencias’, DR) y Si te he visto no me acuerdo
( ‘Expresión con que se comenta el comportamiento desagradecido de
alguien hacia una persona de la que se ha solicitado y obtenido un fa­
vor o la ausencia definitiva de nn sitio donde se ha dejado algo pen­
diente', DUE).
— listo es verdad e n sí mismo; «Los duelos con pan son menos».
— ?Esto es verdad en sí mismo: «Si te he visto no m e acuerdo».

La segunda paremia, que no pasa la prueba, constituye un enun­


ciado de valor específico. Los enunciados lexicalizados de este tipo
son particularmente abundantes en español: Ahí le duele 0(fig> e in f).
Frase con que se alude a la cosa que constituye el quid o punto deli­
cado dc una cuestión o a lo que constituye eí motivo de disgusto o
enfado de alguien’, DUE); Las paredes oyen (*(■..) dondequiera es im ­
prudente decir en alta voz aquello que pudiera comprometer’, EDR);
Dentro de cien años, todos calvos (‘Frase popular que es expresión
dc lo poco que puede importarnos ahora lo que sucederá dentro de
cien años, usándose también muy a menudo con sentido de consola-
ción, para indicar que todos, unos antes y otros después, tenemos los
días contados y acabaremos igual5, Do val, 1995: 25); El que no co­
rre, vuela (‘indica que todos se interesan vivamente por alcanzar u/c
[~ una cosa]’, FEESC); Éramos pocos y parió la abuela (‘(inf.) Ex­
clamación que indica que a un mal ya existente se añade otro aún
mayor; frecuentemente se aplica al aumento inoportuno del número
de gente’, DFEM); El diablo las carga4 ('Expresión con que se mani-

1 Cf, también la u f Arma de fuego, alejarla, que el diablo suele cargarla.


tiesta temor de que cierta cosa, aparentemente inocente, resulte peli­
grosa', DUE); A buenas horas mangas verdes ('Exclam ación que
suscita aquello que llega tarde, que ya carece de utilidad por haber
pasado el momento adecuado1, LDPL), etc.;
Marta Sánchez asegura ahora; «Mientras m e d esnu daba pensaba
en mi familia». ¡A buenas horas, m angas verdes! ¡Lo podía haber h e ­
cho antes!, pensarán sin duda sus desconsolados padres. (HED,
2 3 /6 /9 1 ,3 2 )

Aquí entraría, pues, gran parte de Jo que Casares (1992 [1950])


denomina «frases proverbiales», ya sean habladas en forma de monó-
Eogo, como iAllí fu e Troya! (*{in£) Expresión con que se alude al
momento en que estalla un conflicto o problema', DFEM), Contigo,
pan y cebolla (T rase proverbial que indica la voluntad de vivir ju n ­
tos un hombre y una mujer, aunque por ello tengan que padecer mi­
serias y dificultades’, RE); o descriptivas, como El coche de San Fer­
nando, un raüto a pie y otro andando ('A ndando’, DUE) y La purga
de Benito, que desde la botica estaba obrando ('Metafóricamente se
dice de todo lo que produce efectos prontos e inmediatos. También se
aplica a los impacientes que se quejan de no ver los resultados de un
remedio que acaba de aplicarse o que todavía no se ha aplicado1, Iri-
barren, 1994 [1954]: 211). Estas últimas presentan una tendencia
muy marcada al acortamiento (de hecho, aparecen registradas de tal
forma en los diccionarios consultados), por lo que, en sincronía, fun­
cionan más bien como locuciones.

Considerado com o bálsamo, el tiem po es m uy superior al de Fie­


rabrás, y considerado com o laxante es más eficiente que la purga de
Benito. (S 3 14/7/90,60)

De las tres clases de frases proverbiales que distingue Combe!


(1971), quedarían excluidas por razones estructurales, ya que sobre­
pasan el límite superior de las UFS, la frase proverbial hablada e n
forma de diálogo (cf. los dialogismos de Casares, 1992 [1950]), como
¿Qué haces, viejo? — Hijos huérfanos, y los «wellerismos»^ (¡Pobre
de ti, ToledoTcómo te despueblas! Y salía un sastre).
Los enunciados de valor específico se hallan muy próximos a
las fórmulas rutinarias psico-socialcs, como veremos en el siguiente
capítulo, y, por otro lado, a las locuciones clausales. Así, se encua­
dran aquí UFS de estructura oracional, con carácter de enunciado, cu­
yo núcleo verbal es conjugable en cuanto a tiempo, persona, modo y
aspecto. Algunos ejemplos son Juntarse et hambre con las ganas de
comer (‘Frase que se usa para indicar que coinciden las faltas, nece­
sidades o aficiones de dos personas’, Doval, 1995: 404); No llegar la
sangre al río (‘N o tener una cosa consecuencias graves’, LDPL); No
estar el horno para bollos (‘(fig, e inf,). Frase con la que se da a en­
tender que alguien no está de buen hum or o en buena disposición de
ánimo para aguantar bromas o para cualquier otra cosa’, DUE); así
como aquellas construcciones impersonales del lipo Llover sobre
mojado ('V enir una cosa desagradable después de otra que ha dejado
el ánimo dispuesto para sentir más el efecto de aquélla5, DUE); Iíaber
moros en la costa (‘Haber alguien vigilando, por lo que es preciso
obrar con precaución*, LDPL); y Haber gato encerrado ('fig fam ha­
ber algo que a alguien le interesa que se mantenga oculto1, GDLE):
Se ha descubierto que M arta Chávarri p aga cuatrocientas mil
mensuales por el alquiler del piso donde vive, mientras que el m a r­
qués de Cubas sólo le pasa cícn mil de pensión. Aquí, o hay gato e n ­
cerrado o econom ía sumergida. (H E D , 2/9/91 „ 23)

A e s t a c a t e g o r í a p e r t e n e c e n t a m b i é n p a r t e d e las c ita s , q u e , a u n
c u a n d o se a p o s i b l e l o c a l i z a r s u p r o c e d e n c i a , n o h a n d e s a r r o l l a d o p o r
ab stra cc ió n u n a v a lid e z g eneral, sie n d o e m p le a d a s c o m o c o m e n ta rio s
acerca de ac o n tec im ien to s o circu n stan cias precisas, h a c ie n d o refe­
r e n c i a m á s o m e n o s d i r e c t a a s u o r i g e n 6, c o m o , p o r e j e m p l o , París

s El wcllcrismo procede del ingles wellerism, que toma su nombre a partir de Sam
Wcllcr, famoso personaje de Dickcns (Conibct, 1971: 40).
(>Conviene recordar la estrecha relación que une a las frases proverbiales con las
citas (cf. Casares, 1992 [1950]).
hien vale una misa , frase atribuida a Enrique IV de Francia, el cual,
para ser rey, abjuró del calvinismo y se convirtió al catolicismo (Cía-
rasó, 1978 [1970]: 965)7.
Otro subtipo dentro de los enunciados lexicalizados específicos lo
constituyen los denominados eslóganess o consignas9. Al igual que
otras unidades no anónim as10, los eslóganes se encuadran dentro de
los enunciados de valor específico, y no dentro de las citas, poi* el he­
cho de hacer referencia a una situación, a un hecho o a un producto
determinado, y no cumplir, por tanto, el quinto criterio. Atendiendo a
su función específica, se distingue entre eslóganes políticos y eslóga­
nes publicitarios (Francesclnni, 1976). Los eslóganes políticos, usa­
dos preferentemente en manifestaciones públicas, cumplen funcio­
nes de exhortación e invitación con un contenido político. Aunque la
transmisión de estas unidades es de tipo oral, también apaiecen fre­
cuentemente en textos escritos, donde asumen el carácter de fragmen­
tos reproducidos, como en el caso de La imaginación al poder , el
lema de las famosas revueltas parisinas de mayo del 68, que surgió
como pintada.
El conocido lema de mayo del 68 («La imaginación al poder») se
ha puesto en práctica en numerosas actividades empresariales. Educa,
la firma juguetera que dirige José María Muntaner, es una de ellas.
(BN, 12/1/92, 87}

7 Para determinar la procedencia de estas unidades, así como las citas del apartado
siguiente, me he basado en el DDC> salvo indicación expresa de otros autores o diccio­
narios.
8 No todos los eslóganes de la vida diaria se pueden considerar uivs t pues no
cumplen las características expuestas en el capítulo I. Por lo general tienen una dura­
ción limitada (GLáser, 1986b), que, en muchos casos, es más bien efímera.
Vid. a este respecto la distinción que hace Rebouí (1975: 36 y ss.) entre h sin­
gan, la consigne, le woí d'ordre y h devise en francés.
!í) Según Arnaud (1991: 11), aunque el autor individual del eslogan no sea cono­
cido, se percibe como producto de un grupo concreto con fines publicitarios o didácti­
cos.
Muchos de estos eslóganes, aun desgastados por el tiempo, pue­
den ser citados en el discurso sin más, haciendo referencia a su signi­
ficado denotativo, o bien pueden conservar su fuerza política intacta.
Una misma unidad puede ser utilizada de ambas formas. Como ilus­
tración, reproduciremos tres fragmentos en los que aparece la UF No
pasarán, consigna del Frente de Madrid durante la guerra civil espa­
ñola (Iribarren, 1994 [1954]: 346). En el primer caso, tan sólo se hace
referencia al significado denotativo de la unidad.
Para empezar, el Grupo de Contacto ha claudicado de antemano
al colocar el «No pasarán» en Gorazde. D c suerte que no sólo dan por
perdida a Srebcnica, sino tam bién a Zepa, que aun no ha caído en
m anos serbias. (EM, 24/7/95, 3)

En el segundo, se evoca toda una serie de connotaciones políticas


e históricas, la vieja herida de las dos Españas, cuya reminiscencia
es objeto de crítica por su total improcedencia e inoportunidad tras
veinte años de probada democracia:
La llegada de Felipe González al Palau Sant Jordi de Barcelona
coreando el lema «No pasarán», recibió una durísima critica por parte
de Aznar. (D lfi-M , 2/3/96, 11)

El tercer ejemplo ilustra más claramente, si cabe, la idea de las


dos Españas, que aún hoy sigue asociada a esta paremia:
Y algunos nostálgicos dc otros tiempos y otra izquierda todavía
hoy siguen entonando el «no pasaran». Otros nostálgicos de otra cosa,
m em oriosos dc Celia Gámez, también siguen esperando cantar el «ya
hem os pasado». (P, 3/1/96, 16)

El es logan político dc las campañas electorales guarda un gran


parecido con los eslóganes publicitarios. Éstos desempeñan funciones
persuasivas y de reclamo,
f
dando continuación y duración a una cam-
paña publicitaria. Este es el caso de una unidad como España es dife­
rente, acuñada a mediados de los años sesenta como reclamo publici-
(ario para el lanzamiento turístico de España dentro de una campana
auspiciada por el Ministerio de Información y Turismo, siendo minia­
do Manuel Fraga Iribarne (Doval, 1995: 272). Fue criticada en su día
|ior hacer referencia a la España trasnochada, a la España «de pande­
reta»:
España em pieza a no ser diferente, aunque todavía se .siente en
algunos aspectos distinta. (ES» 30/12/91, 6)

Otro ejemplo es el eslogan Haz el amor, no la guerra, que surgió


en los Estados Unidos en tiempos de la guerra del Vietnam (Make lo-
ve, not war) en los ambientes hippies y pacifistas. De ahí pasó a ser
lema de la revolución sexual propugnada por el movimiento hippie
(Doval, 1995: 275).

4 .3 .2 . C it a s

N o todas las paremias con valor de verdad general constituyen re­


franes. Casi todas las definiciones de refrán hacen mención explícita,
además, a su carácter anónimo y a su pertenencia al acervo cultu­
ral de la comunidad hablante {cf Conenna, 1988; Jackson, 1989). El
quinto y ultimo criterio general nos permite identificar, pues, otro ti­
po de paremias: las citas. Se diferencian de los refranes fundamen­
talmente por tener un origen conocido. Se trata de enunciados extraí­
dos de textos escritos o de fragmentos hablados puestos en boca de
un personaje, real o ficticio. Casi todas las citas presentan un conte­
nido denotativo de carácter literal.
Las citas tienen una procedencia muy variada. Por un lado, m u­
chas de ellas tienen su origen en la literatura nacional: Ande y o ca­
liente, y ríase la gente (de una letrilla de L. de Góngora), Verde, que
te quiero verde (F. García Lorca), La vida es sueño (P. Calderón de la
Barca), Poderoso caballero es don Dinero (F. de Quevedo), que apa­
rece manipulada creativamente en el siguiente fragmento (cf. capítulo
VI):
La culpa de todo la tiene el dinero, el poderoso caballero queve-
diano, el maldito parné de la copla, la llave de todas las puertas, el ta­
lismán de cualquier hijo tic vecino. (S, 29/11/92,80)

Otras se han incorporado al español a partir de las obras de la lite­


ratura internacional, como, por ejemplo, Errar es humano, perdonar
es divino (Pope, An Essay on Criticism); Fragilidad, tu nombre es de
mujer (W. Shakespeare, Hamlet); o Mi reino p o r un caballo (W. Sha­
kespeare, Richard JIf), que ejemplificamos a continuación, manipu­
lada, como gran parte de las paremias al introducirse en el discurso, y
«presentada» indirectamente por la referencia explícita a su origen:
El primer ministro no espera «la ley de punto final» para ese
asunto, tan pesadito, de los g a l Da, como Ricardo III, su reino
por un caballo: el mutátil caballo del tiempo y la fortuna-.. No habrá,
pues, puntos finales. Sólo suspensivos, hasta que salga este gobierno
anodino. (EM, 21/7/95, 2)

Algunas citas provienen, incluso, de zarzuelas, como Hoy las


ciencias adelantan que es una barbaridad^ paremia usada para amor­
tiguar la sorpresa causada por un adelanto técnico y que procede de
La Verbena de la Paloma, con letra de Ricardo de la Vega (Clarasó,
1978 [1970]). Al igual que en el ejemplo anterior, la referencia al
origen de esta UF resalta, a modo de presentador, su carácter paremio-
lógico:
La despampanante Catherine Fulop ya ha visto la cara de su hija
antes de nacer. O está agilísima y se contorsiona de «alucina vecina»,
o como en el libreto de la Verbena de la Paloma «hoy las ciencias
adelantan que es una barbaridad». (ABC, 23/2/96, 97)

Un grupo muy numeroso dentro de Jas citas lo constituyen los


fragmentos extraídos de la Biblia: Dios creó al hombre a su imagen y
semejanza (Antiguo Testamento. Génesis y 1: 27); E l que esté libre de
pecado que tire la primera piedra {Nuevo Testamento. Evangelio se­
gún San Juan, 8: 7); No hay nada nuevo bajo el sol (Antiguo Testa­
menta. Eclesiastés, 1: 9); No sólo de pan vive el hombre (Nuevo
Testamento. Evangelio según San Maleo, 4: 4); No juzgues y no serás
juzgado (Nuevo Testamento. Evangelio según San M ateo, 7: 1), etc.
De lo dicho basta ahora, [...] sólo alcanzo a extraer una co nse­
cuencia hum anam ente razonable, que ya fue bastante bien por aquel
«loco de la p az» antes aludido: «El que esté libre de pecado, tire la
primera piedra». (ABCA, 10/2/91, VII)

Abundan, asimismo, las afirmaciones atribuidas a personajes fa­


mosos de todos los tiempos: Si Dios no existiera, sería necesario in­
ventarlo (Voltaire); El hombre propone, pero Dios dispone (T. de
ICempis, D e Imitaíione Cristi); La religión es el opio del pueblo (Karl
Marx); Tras de nosotros el diluvio (Luis XV de Francia); Sangre, su­
dor y lágrimas (W, ChurchiU).
Si en los m o m e n to s m ás duros del bom bardeo de Londres, Chur-
chill pudo vaticinar la victoria al precio de «sangre, sud or y lágri­
mas», RucJdngbam puede m ucho m ás fácilmente reducir a la acomc-
tedóra duquesa con algunas lagrimillas y algún que otro sudor.
¡Fcr^uie no es Hitler! (S, 8/4/92, 19)

Los fragmentos de autores clásicos también son fuente de inspi­


ración: El hombre es un lobo para el hom bre1] (Planto, Asinaria, 2:
4); El hombre es un animal político (Aristóteles, Política, 1); y Pien­
so, luego existo (Descartes, El Discurso del Método).
Catalogar una unidad de esto tipo no es tarea fácil, pue¿% aunque
el origen de las citas sea conocido c identifícable, a menudo se ne­
cesita mucha erudición para ello (Zgusta, 1971)l2. Al ser las citas un
bien cultural, su conocimiento depende directamente de la formación

11 Aunque originariamente se trata de una cita de Plauto, fue popularizada poste­


riormente por el filósofo inglés T. Hobbcs (Iribarrcn, 1994 [1954]; 318).
12 Por esta razón, los lexicólogos y lexicógrafos lian recurrido al concepto de win-
gc¿f uo/rh o gcjlügei/c Worle para dar cuenta de estas unidades. Estos términos, to­
mados de las palabras de Homero en La ¡liada y La Odisea, fueron elegidos por
Gcorg Bíichmann como titulo para su famosolibru de citas (Vapordzicv, 1981),
de los hablantes, por lo que su estatus varía de unos individuos a
otros. Según Burger (1983), se pueden dar cuatro alternativas: a) el
hablante reconoce la expresión como cita y reconoce su origen; b) el
hablante la reconoce como expresión lija, y tiene idea de su origen,
aunque no de forma exacta, variando de individuos a individuos; c) el
hablante la reconoce como expresión fija sin ser consciente de su ori­
gen; y d) el hablante la interpreta como un grupo libre de palabras.
Los ejemplos que presentamos a continuación ilustran los casos
«a» y «c», respectivamente. Así, en el segundo ejemplo, el hablante
ya no identifica la famosa cita de Rubén Darío, asimilándola a la ca­
tegoría de refranes:
¡Juventud! ¡Noble apasionamiento! ¡Divino tesoro, com o dijo el
vate de Nicaragua! ¡Juventud, divino tesoro! Y o tam bién Ico, y algu­
nas veces admiro a los genios del modernismo, (LDB, 61)

Juventud divino tesoro, así dice el refrán y así lo ha querido ver


T ELE5 con este program a presentado por Jesús V ázquez y en el que
con buen h u m o r y m ucha m archa se invita a cinco jóvenes a. exponer
sus ideas. (ST V , 7-13/9/91, 20)

Para que un fragmento de texto con carácter de enunciado extraí­


do de una fuente conocida se convierta en cita es necesario que tal
unidad sea «popular» o «familiar» (Al-Kasimi, 1992), o lo que es lo
mismo, que presente un grado considerable de mstitucionalizacióiL
Kn relación directa con lo anterior, es necesario que se produzca un
proceso de «fraseologización» (Vapordziev, 1981): es decir, dicho
fragmento debe perder su ligazón a un contexto único y adquirir un
carácter abstracto, que posibilite su aplicación generalizada a cual­
quier contexto o situación con objeto de caracterizar a una parte de la
realidad (de ahí la pertenencia de parte de los fragmentos extraídos de
otros textos a los enunciados de valor específico del apartado ante**
rior).
4.3.3. R efranes

Diversos autores han resaltado el carácter de cita de los refranes


(cf. Cram, 1983; Kleiber, 1989; Al-Kasimi, 1992); aunque otros, co­
mo Coseriu (1966) y Crrassegger (1989), han dado uu paso más al con­
siderarlos como una misma categoría.
El refrán se diferencia de la cita en que su origen es desconocido.
Ahora bien, muchas paremias están a medio camino entre ambas ca­
tegorías. Ésto es el caso de A enemigo que huye, puente de plata
(‘Dícese cuando se procura allanar las dificultades que pueda encon-
trar un adversario, en primer lugar por ser una ventaja para el vence­
dor, y también para evitar el ensañamiento a que puede dar lugar su
derrota1s Candón y Bonnct (1994 [1993]: 303), atribuido a Fernández
de Córdoba, que aparece recogido como eila en el DDC, pero como
refrán en el EDR y en el RE.
Significativo es también el apartado «Frases atribuidas a persona­
jes, ya convertidas en dichos proverbiales» que encontramos en Cía-
rasó (1978 [1970]: 963-968), entre las cuales figuran unidades como
Vísteme despacio, que tengo prisa ('C o n esta frase se encarece la
conveniencia de no proceder atropelladamente cuando se tiene prisa,
pues aún se pierde más tiem po’), que ha sido atribuida a varios, entre
los que figuran Fernando VJI, Carlos III, y Lord Bnimmel, entre
otros, y cuya generalidad la hace merecedora de aparecer en los re­
pertorios de refranes (c f EDR), Otras, en cambio, se encuadrarían más
bien dentro de los enunciados de valor específico, por cuanto se trata
de citas que no han desarrollado, por abstracción, carácter de validez
general. Algunos ejemplos son Manos blancas no ofenden (palabras
pronunciadas por Calomardc, ministro de Fernando VII, al recibir un
bofetón de la infanta Carlota por cuestiones políticas); El rey reina,
pero no gobierna (‘Aforismo de Thiers que define la misión de los
reyes constitucionales1); Yo no hay Pirineos (frase atribuida a Luis
XIV al despedir a Felipe d'Anjou, quien reinaría en España con el
nombre de Felipe V) y Envié mis naves a luchar con los hombres, no
con los elementos (palabras atribuidas a Felipe II tras la derrota de ía
A m a d a Invencible).
E s e v id e n te , p u e s , q u e la s e p a ra c ió n e n tre a m b o s tip o s d e p a r e ­
m i a s e s u n a c u e s t i ó n d e g r a d o , q u e d e p e n d e , e n ú l t i m a i n s t a n c i a , d el
n i v e l c u l t u r a l d e lo s h a b l a n t e s ( la c o m u n i d a d l i n g ü í s t i c a c o m o ta l a ú n
r e c o n o c e c l a r a m e n t e e l o r i g e n d e la UF), y d e l g r a d o d e a b s t r a c c i ó n y
g e n e r a l i d a d d e l a u n i d a d e n c u e s t ió n .
El refrán es la paremia por excelencia, pues en el se dan las cin-
co características defmitorias mencionadas anteriormente: lexicalí-
zaeión, autonomía sintáctica y textual, valor de verdad general y ca­
rácter anónimo. Algunos ejemplos son: Agua que no has de beber,
déjala, correr ('Reprende la intromisión en aquello que no nos con­
cierne o ha dejado de concernirnos’, EDR); La ocasión hace a l ladrón
('Significa que muchas veces se hacen cosas malas que no se habían
pensado» por verse en oportunidad para ejecutarlas*, D r); El galo es­
caldado,, del agua fría huye ( ‘el que ha sufrido un escarmiento siem­
pre teme volverlo a sufrir’, ELDR); En Domingo de Ramos, quien no
estrena, no tiene manos ( ‘Es decir, 110 las tuvo para trabajar y obtener
dinero necesario con que comprarse alguna prenda de estreno para
ese día tan señalado, EDR); A falla de pan buenas son tortas ("Dice
que careciendo de lo mejor se debe uno conformar con lo que haya1,
RE); Al freír será el reír, y al pagar será el llorar (‘Censura al que da
por seguro lo que es ilusorio o contingente, u obra sin previsión ni ti­
no', DR.); Algo tendrá el agua cuando la bendicen (‘Da a entender
que el encomiar a persona o cosa a quien nadie culpa, o cuando no
viene al caso, es señal de haber en ella alguna m alicia5, D R ); Lo poco
agrada, y lo mucho enfada (‘Enseña que todo, hasta lo más placente­
ro, debe estar templado por la moderación para que no acabe por can-
s a r \ EDR); Alábate, mierda, que el río te lleva ('S e dice de los que no
valen nada y se envanecen por cosas fútiles5, ELDR); El que no llora,
no mama (‘Denota que para conseguir una cosa conviene pretenderla,
y hasta pedirla inoportunamente1, DR); A Dios rogando y con el mazo
dando ('Frase con que se recomienda que 110 se abandone a la ayuda
do otros lo que uno puede hacerse por sí mismo*, DIJE), ele.
— Y a veremos si tiene suerte, mamá. Yo he ofrecido dos velas si
saca una Notaría de primera, y una si no saca más que una de segunda.
— Muy bien hecho, hija mía, a Dios rogando y con el m a z o dan­
do, y o ofrezco también lo mismo. (LC, 301)

.listas unidades han recibido multitud de denominaciones: refrán*


proverbio, dicho, máxima, adagio, aforismo, apotegma o sentencia.
A pesar de los esfuerzos por separar unos términos de otros (cf., por
ejemplo, las definiciones del DGILE13 y las aclaraciones de Femán-
dez-Sevilla, 1985), también se utilizan como sinónimos (cf. Láza­
ro Carrcter, 1980: 222; y las definiciones correspondientes en el
DKAEl4), Asi lo indica E l libro de los refranes (1991: 12) en la intro-

13 refrán (prov. refrán, estribillo) m. Dicho agudo y sentencioso de uso común.


Sin. Dicho, en gral. Ks esencial en el refrán su carácter popular y tradicional. Prover­
bio, comprende además /as frases sentenciosas de autor conocido; es voz nús lií., lo
mismo que adagio. Aforismo, encierra gralte. la idea de aplicación a alguna ciencia o
arte: los aforismos de Hipócrates. Apotegma, voz gr. aplicada a dichos o anécdotas de
hombres celebres de la antigüedad clásica, y a imitación suya, del Renacimiento: un
apotegma de Temístodcs, Máxima, dicho sentencioso que se erige en norma intelec­
tual o de conducta. Sentencia, sugiere gravedad de tono y contenido moral o doctrinal.
REL.V. Proverbio, ( d g ill)
14 Refrán; «Dicho agudo y sentencioso de uso común».
Dicho; «Palabra o conjunto de palabras con que se expresa oralmente un concepto
cabal».
Proverbio: «Sentencia, adagio o refrán».
Máxima: «Sentencia, apotegma o doctrina buena para dirigir las acciones mora­
les».
Adagio: «Sentencia breve, comúnmente recibida, y, la mayoría de las veces, mo­
ral».
Aforismo: «Sentencia breve y doctrinal que se propone como regla en alguna
ciencia o arte».
Apotegma: «Dicho breve y sentencioso; dicho feliz. Llámase así generalmente al
que tiene celebridad por haberlo proferido o escrito algún hombre ilustre o
por cualquier otro concepto».
ducción: «Asimismo, el refrán recibe varias denominaciones, todas
ellas sinónimas [...]: proverbio, adagio, máxima, axioma, dicho, sen­
tencia, frase y moraleja».
Si bien el refrán es la paremia por excelencia, el prototipo de re­
frán, verificablc empíricamente, presenta otras características adicio­
nales, como son significado metafórico, particularidades fónicas,
anomalías sintácticas o estructuras sintácticas particulares en las que
sus miembros mantienen relaciones precisas, carácter tradicional y
propósito didáctico o dogmático (Arnaud, 1991: 22).
A este prototipo de reirán corresponde la caracterización de
Combet (1971: 58): «el refam es ima frase independiente, anónima y
popidar que, en forma elíptica, directa o preferentemente figurada,
expresa, poéticamente, una enseñanza, un consejo moral o un consejo
práctico »l5.
Kn el extremo opuesto a los refranes prototípicos, y a medio ca­
mino entre las paremias y las fórmulas rutinarias (Olaser, 1986b), se
encuentran I o r denominados lagares comunes. Esta denominación
procede del griego koino] tópoi y del latín loci communes^ que en la
retórica clásica designaban las frases temáticas iniciales a partir de
las cuales se maniobraba dialécticamente. Aunque actualmente este
término ha adquirido tintes peyorativos, lo cierto es que durante m u­
cho tiempo los lugares comunes constituyeron verdaderos depósitos
de sabiduría y experiencia compartidas (c f Nash, 1989: 7).
Los lugares comunes comparten las características definitorias
básicas de los refranes, pero no las adicionales. Al igual que las citas,
este tipo de paremias suele presentar un significado denotativo literal.
Éste puede ser una verdad generalmente aceptada (Sólo se vive una
vez), una cuasitautología (Un día es un día), o ía expresión de una

Sentencia: «Dicho grave y sucinto que encierra doctrina o moralidad», ( orar )


15 «Le refrán serait, en definitíve, une pfirasc índépendante anonymc el notoire
qu¡, sous une fomie eliptiquc, directo ou de préférencc flgurcc, exprime poctiquement
un cnscignement ou un avís d’ordre moral ou practique».
experiencia (La vida da muchas vueltas) (Gülich, 1978; G láser,
1986b; Gramley y Patzold, 1992).
Usted habrá oído decir que la vida da m uchas vueltas, ¿no? Pues
la que ha dado aquí es una vuelta de campana. (PR, 24)

Los hablantes emplean este tipo de unidades con objeto de redu­


cir la complejidad del acto comunicativo — de ahí su relación con las
fórmulas rutinarias— : las utilizan, por ejemplo, para mantener la
comunicación, para suavizar situaciones conflictivas o para justificar
el propio punto de vista (cf. Heller, 1980; Wardhaugh, 1989 [1985]).
Por ejemplo, la unidad Asi es la vida es usada para contrarrestar la
crítica velada que el primer interlocutor hace al segundo en el frag­
mento de entrevista que ofrecemos a continuación lñ:
— Podía volver a los escenarios, cantando o interpretando; sin
em bargo, lo hace com o presentadora de televisión y del «cuponazo».
— Así es !a vida. Evidentemente, ofertas nunca me han faltado
para hacer cine o cantar. Pero no me seducía. (S, 10/11/91, 6)

4.4. ASPECTOS FORMALES

Al igual que muchas locuciones, gran parte de las paremias se ca­


racterizan por presentar una cierta artificiosidad form al17. Estas uni­
dades tienen, en general, carácter de fragmentos reproducidos a lo
largo del tiempo, por lo que muchas de ellas reflejan estadios anti­
guos de la lengua, lo cual se traduce en rasgos arcaicos de tipo léxico
o sintáctico.

16 fiste fragmento proviene de una entrevista realizada a Ja artista Carmen Sevilla


a raíz de su reaparición en e{ mundo del espectáculo como presentadora de televisión,
por lo cual recibió muchas críticas al principio, habiendo sido objeto, así mismo, de
numerosas parodias.
17 Sobre éste y otros aspectos relacionados en español, véanse los estudios clási­
cos úc Rodríguez Marín (1926) y Martínez K.leiser(1986 [1953]).
Asi, la paremia Dime con quién paces y decirte he qué haces
(equivalente a Dime con quién andas y te diré quién e r e s ,s) presenta
la forma perifráslica de obligación más antigua, que fue el origen, por
aglutinación, d d futuro romance tras la desaparición del futuro latino
(ct. Gilí Gaya, 1982 [1961]: 111); A donde fueres, haz como vieres
(‘Refrán muy usual que aconseja adaptarse cada cual al modo de ser
y a las costumbres del país donde se halle', Iribarren, 1994 [1954]:
299) contiene un futuro de subjuntivo cuyo uso «está anticuado y
únicamente aparece en el lenguaje jurídico y administrativo» (Seco,
1982 [1972]: 159); Otro gallo le cantara. si buen consejo tomara
(‘Alude a Jas consecuencias que suelen derivarse de actuar sin tener
en cuenta la opinión ajena’, EDR) también incluye entre sus coinpo-
nentes una forma verbal arcaizante — «cantara»— en lugar de «can­
taría» (Alarcos Llorach, 1995 [1994]: J59), Otra unidad como Peor
es menea!lo (‘Comentario con que se invita a C3llar o no seguir ha­
blando sobre cierto asunto que muestra más lo que hay en 61 de cen­
surable cuanto más se remueve', DUF.) presenta la asimilación obsole­
ta de ‘r l V l P en uno de sus componentes («meneallo»).
En cuanto a los aspectos sintagmáticos de la elección de los com ­
ponentes léxicos de las paremias, se dan arcaísmos, como «do» (‘a
donde') en Allá van leyes, do quieren reyes ('Refrán que significa
que los poderosos hacen las leyes y se las aplican a sí mismos como
quieren', DUE); «condadura» (‘condado') en Conde y condadura, y
cebada para la muía (‘Zahiere al que, no contento con lo razonable,
quiere cosas excesivas5, DR); y «lacerio» (‘trabajo, fatiga') en No hay
dátil sin hueso, ni bien sin lacerio ('D enota que los bienes — tanto
materiales como espirituales— no suelen obtenerse sin esfuerzo y sa­
crificio5, DR). Destacan, así mismo, otros tipos de palabras diacríti­
cas, entre las cuales figuran los significantes difíciles de asignar un
significado, como «busilis», que procede posiblemente por etimolo­
gía popular de la expresión latina «in diebus illis», en Ahí está el

'Dice que las personas con quienes se trata frecuentemente se aprenden sus
costumbres y su modo de ser’ ( re ).
busilis ('A hí está la dificultad del asunto5, íribarren, í 994 [1954]:
123); así como los prestamos de otras lenguas19, generalmente el la­
tín: Alca ¿acta est (‘La suerte está echada’); pero también el francés:
Laisez fairer, laisez passer ( ‘Dejad hacer, dejad pasar’); <sl inglés:
Time is money (‘Kl tiempo es dinero’); o el italiano: E pur si muove
(‘Y, sin embargo, se m ueve1).
Estos préstamos pueden ser introducidos en el discurso tal cual,
acompañados, a veccs, por su traducción al español (como en el pri­
mer ejemplo); o bien traducidos sin mas, como ilustra el segundo
ejemplo, donde la paremia funciona, además, como elemento oracio­
nal:
«¿Vae vícíis!» ¡Ay de los vencidos!, es el paradigma de una hu­
manidad que no lia salido todavía de esta primaria concepción y no
sabe que, a veces, la razón también puede estar de parte det derrotado.
(ABCA, 10/2/91, VII)
A estas horas, cuando la suerte está echada, cuando los políticos
se disponen a machacar por última vez los axiomas que supuestamen­
te los favorecen, quizá convenga diferenciar el grano de la paja. (S,
1/3/96, 16)

También abundan los dialectalismos. Éstos pueden ser de carácter


fonético, como ilustra la pérdida de la d intervocálica de «cornás» en
Más com as da el hambre, la frase favorita del torero apodado El Es­
partero con la que contestaba a quienes le reprochaban su temeridad
en los ruedos (Iribarren, 1994 [1954]: 245); y de «entrá» y «salía» en
De Almejía, el que no la pega a la entrá, la pega a la sa lía 20; o bien
de carácter léxico, como ilustran los siguientes ejemplos: «galgas» en

19 A este respecto véase, por ejemplo, la sección de expresiones Latinas en Santa­


maría et al. (1989), así como Clarasó (1978 [1970]) en los siguientes apartados:
«Frases que se suelen citar en otros idiomas» (págs. 967-968) y «Frases o textos co­
rrientemente usados en latín» (págs. 969-984),
20 Aímojiti es un pueblo de la provincia de Málaga, Et refranero local atribuye a
sus gentes la fama de timadores, reflejando así las puyas vecinales (cf. Moreta Tara y
Álvarez Curicl, 1995). Pegaría significa ‘engañar’ ( diíf.).
Galgas en la Centenera, aguas en tierra aunque Dios no quiera, que
es la denominación que dan en Jaén a unos nublos pequeños y alai-
gados (Rodríguez Marín, 1926); y «cencivera», nombre con el que se
conoce en Aragón una clase de uva menuda y temprana, y que apare-
ec en el siguiente refrán: Cuando la mora envera, cerca está la cen-
civera21 (‘Ref. de sentido claro y recto, que puede aplicarse a lo m o­
ral cuando de un hecho se infiere otro’, DR).
A esle respecto también cabe reseñar la existencia de variantes de
paremias: como El muerto, al hoyo/a la sepultura, y el vivo, al bo­
llo/hogaza ( ‘p ° r honda que sea la pena causada por ia muerte de un
ser querido, los deudos de éste deben reanudar las exigencias ordina­
rias de la vida', EDR) y Más sabe el diablo p o r viejo que p o r diablo
('Encarece lo mucho que vale la larga experiencia’, Campos y Bare-
ha, 1995 [1993]: 130), que conoce, entre otras, las siguientes varian­
tes: No sabe el diablo por diablot sino p o r viejo; El diablo sabe más
p o r viejo que por diablo; y Más sabe el diablo p o r ser viejo que por
ser diablo. Algunas de estas unidades son susceptibles, así mismo, de
presentar casillas vacías: Otro gallo me (te, le, etc,) cantara ('Frase
con que se expresa que las cosas hubieran ocurrido mejor para la per­
sona de que se trata de haberse realizado algo que se dice', DIJE).
Relacionado con la elección de los componentes, se encuentran
todo tipo de figuras sintácticas o esquemas. Entre ellas figuran el iso-
colon^2: Al pan, pan, y al vino, vino ( LSe usa en alabanza del que
habla sin rodeos y llamando a cada cosa por su n o m b re \ EDR); la
aníanáelasis23: La mujer aténgase al huso, y no al uso ( ‘Conforme al
sentir machista del pasado, recomienda que las mujeres se dediquen
exclusivamente a las labores del hogar7, EDR); el quiasm o24: Comer
para vivir, no vivir para comer; el paralelismo y la anáfora: Hijo mi­
mado, hijo mal criado; la antitesis o contraposición: Vísteme despa­

21 fjjvurar significa ‘empezar a tomar Jas frutas color de maduras5.


*ia
Estructura y longitud similares entre dos elementos coordinados.
73 Repetición de homófonos o de palabras polisémicas cu acepciones distintas.
24 Disposición cruzada de elementos paralelos.
ció que tengo prisa ('Advierte que el apresuramiento a menudo retar­
da’, EDR), etc.
Desde el punto de vista sintáctico, las unidades que nos ocupan
pueden ser oraciones completas o frases carentes de un núcleo verbal.
Deníro del primer tipo se encuentran tanto oraciones simples como
complejas. Los siguientes ejemplos muestran paremias constituidas
por una oración simple: La música amansa las fieras; El hábito no
hace al monje ('Enseña que el exterior no siempre corresponde al in­
terioré DR); El hombre es un lobo para el hombre; A nadie le amarga
un dulce (‘Denota que cualquier ventaja que se ofrece, por pequeña
que sea, no es de desperdiciar’, DR); El mundo es un pañuelo ('D e
claro sentido exclamativo, se usa cuando en algún lugar remoto to­
pamos inesperadamente con alguna persona conocida, también cuan­
do en el curso de una conversación sale a cuento una tercera persona
casualmente conocida de las otras d o s \ DR); Las apariencias enga­
ñan; Dádivas quebrantan peñas (‘Da a entender que con los dones o
presentes se suelen vencer las mayores repugnancias1, DR), etc.
Al segundo tipo corresponden paremias sintácticamente comple-
jas:
— Yuxtapuestas: Juego de manos, juego de villanos ('Reprende a
los que, por diversión o travesura, gustan de trabarse y hacer presa
tenaz entre s í \ EDR).
— Coordinadas, generalmente copulativas, como Apaga y vámo­
nos (‘Empléase al ver que una cosa toca a su término, y también
cuando se oye o se ve algo disparatado o absurdo’, Iribarren 1994
[1954]: 106), y El hombre propone y Dios dispone ('Se dice cuando
inesperadamente surgen dificultades invencibles que imposibilitan
lo s proyectos trazados d e antemano’, r e ).
— Transpuestas sustantivas y adjetivas: Quien roba al ladrón tie­
ne cien años de perdón ( ‘Es disculpa deJ que hace daño al m alo1, RE);
Quien mucho abarca, poco aprieta ('Significa que quien toma a su
cargo muchos negocios a un tiempo, no suele desempeñar bien nin­
guno’, DR); y No hay más cera que la que arde ('Frase con que se

HkA5»l-X>LOGÍA.- 6
denota que uno no tiene más que lo que se ve de aquello de lo que se
trata’, Doval, 1995: 407).
Comparativas: Más vale ser cabeza de ratón que cola de león
('Quiere decir que es preferible ser humilde, pero independiente, an­
tes que poderoso y subordinado1, RE).
Consecutivas; Tanto quiso el diablo a su hijo, que le sacó el
ojo ( ‘Se dice de los excesivos cariños, que d a ñ a n ’, RE).
- Adverbiales: Cuando seas padre, comerás huevo ('S e dice
que se le niega lo que pide, aduciéndole que no tiene suficiente auto-
ridad o importancia pina conseguirlo’, RE), Muerto el perro se acabó
la rabia ( ‘Dice que quitando la causa u origen dei daño, cesa aquél’,
KI )•
Finales: Para no morir ahorcado, el mayor ladrón de España
se vistió de colorado 25; concesivas: Aunque la mona se vista de seda,
mona se queda ( ‘Dice que lo natural en cada persona, por mucho que
líale de encubrirse, siempre aparece tai cual e s \ RE); condicionales:
jSV no eres casto, se cauto ('Aconseja al libertino y al donjuán que
procuren al menos evitar el escándalo y actuar con discreción*, EDR.).
Por otro lacio, un número importante de paremias constituyen,
desde el punto de vista sintáctico, frases carentes de un núcleo verbal:
por ejemplo, Perro ladrador, poco mordedor (‘Enseña que de ordi­
nario los que hablan mucho hacen poco1, DR); A luengas vías, luen­
gas mentiras ( ‘Dice que el que cuenta cosas de países lejanos y poco
v i s i lados puede mentir impunemente’, RE); y A río revueltot ganan­
cia de pescadores ('Expresión con que se indica que las confusiones
o revueltas son útiles para algunos que saben aprovecharlas’, DUE).

^ 1*1 origen de esta paremia se sitúa en el reinado de Felipe 111, durante el cual el
duqm: ilu l.erma tomó fas riendas deJ poder en provecho propio. A su caída, el nuevo
valido, el conde-duque de Olivares, enemigo acérrimo de aquel, intentó procesarlo por
los delitos cometidos. Ello no íue posible debido a la condición de cardonal de Lerma.
I-] «ve si irse de colorado» se refiere a la veste, capelo y birreta rojos cardenalicios.
Aeínalmenie imce referencia a la actitud de algunas personas que, al verse en peligro
de oiuciic o cu trance de perder sus privilegios» reniegan de sus ideas y principios
{('andón y Bonnet, 1994 [1993]: 297).
Según Alarcos Llorach (1995 [1994]: 389), en este tipo de frase
bimembre asindética se pueden dar los siguientes casos; en primer
lugar, que los dos miembros yuxtapuestos concuerden en sus refe­
rencias, formando una especie de ecuación semántica, con pausa in-
lermedia e inflexión melódica en contraste, como Año de nieves, añu-r
da bienes', Año lluvioso, campesino dichoso; Ni sábado sin sol, ni
mocita sin amor.
En segando lugar, cuando uno de los miembros es un sustantivo
(o equivalente) y el otro, también sustantivo, viene introducido por
una preposición, la pausa intermedia y la entonación realzan el carác­
ter contrapuesto de cada miembro- Éste es el caso de unidades como
De tai palo, tal astilla ( ‘Refrán con que se expresa que las cosas que
proceden de otras sacan las cualidades de éstas; especialmente, los
tiijos las de los padres5, d u e ) ; Entre col y col, lechuga ('recomienda
alternar, como hace el hortelano, las labores serias con las recreati­
vas1, E D R ) ; En casa del herrero, cuchillo de palo ('Frase con que se
comenta que precisamente en la casa donde, por profesión, se hace o
se trabaja en algo, se carece de ello', D U B ) ; y A grandes males, gran­
des remedios ('D ice que cuando la desgracia es muy honda, debe
oponérsele un ánimo muy esforzado y un remedio proporcionado a su
magnitud1, R E ) .
En tercer lugar, en aquellos casos en los que el sustantivo (o
equivalente) está determinado por el segundo término (también sus­
tantivo introducido por preposición), no suele darse la pausa inter­
media: Genio y figura hasta la sepultura ( ‘Que en lo esencial de la
manera de ser nadie cambia en toda su vida’, Clarasó, 1978 [1970]:
1020); Vivir para ver ( ‘1. Frase que indica asombro ante algo. 2. Ex­
presión que señala la creencia de que en el futuro sucederá algo im­
portante’, G D L E )26; Cada mochuelo a su olivo ( cSe utiliza para dar a

20 E s e v id e n t e ki r e la c ió n d e c s le lu g a r c o m ú n c o n la s fó r m u la s p s ic o - s o c iu le s (e l.

cap ítu lo V ) . L a se g u n d a a c e p c ió n d e esta uf re fle ja su situ a ció n , a m e d io c a m in o cn irc

la s p a r e m ia s y las f ó r m u la s ru tin a ria s.


entender que ya es hora de retirarse a descansar. También para m a n ­
d a r a cada cual al sitio donde le corresponde estar’, LDPL).
En cuarto lugar, los dos términos contrapuestos van unidos por
una conjunción (son en realidad grupos frásticos), cada uno de los
cuales presenta la misma estructura de tema y tesis: Hoy casamiento
y mañana cansamiento ( £Con donosa expresión, dice que la rutina
acaba por quebrantar el vínculo del matrimonio’, EDR), Las cosas
claras y el chocolate espeso ( ‘(mf.) expresión con que se enfatiza la
necesidad de conceptos ciaros, informaciones precisas, e tc .\ D F E M ) .
En otro orden de cosas, y en contraposición a la simplicidad for­
mal de muchas paremias, muchas de estas unidades presentan, al
igual que las locuciones, una serie de recursos prosódicos que, junto
con los esquemas y estructuras rítmicas anteriores, cumplen funcio­
nes mncmolécnicas y estabilizadoras. Entre ellos destacan la alitera­
ción, Día pardo, día pesado (/d, p/); la rima y la asonancia: Cada
maestrillo tiene su librillo (‘Dice que cada individuo tiene su modo
peculiar de dar a entender y resolver las cosas", KE); Quien fue a Se­
villa perdió su silla (‘Se dice del que habiendo abandonado un lugar
o cargo voluntariamente cuando vuelve lo encuentra ocupado9, R ' E ) ;
Las cosas de palacio van despacio (*Expresión con la que se alude a
la lentitud con la que suelen ir las cosas en las oficinas publicas’,
DUE).

4.5. ASPECTOS SEMÁNTICOS

Tradicionalmente se han clasificado las paremias según presenten


significado denotativo literal o traslaticio27. Así, Más vale larde que
nunca presenta en teoría significado denotativo literal, mientras que
el significado de Quien fu e a Sevilla perdió su silla sería traslaticio.
Norrick (1985: 50), sin embargo, propone hablar de usos figurativos

%n
C f. la d is t in c ió n so b re esta b a se entre dictons y prover bes d e O r e irn os ( 1 9 6 0 ) ;

cutre proverbs y maxims de B a rle y (19 7 2 ); y entre re fra n e s d e e x p re sió n d irecta y de


e x p re s ió n in d irecta e n C o m b c t ( 1 9 7 1 ) .
v literales de las paremias, en lugar de distinguir entre unidades lite­
rales y metafóricas. N o obstante, tales parámetros no son suficientes
para dar cuenta del significado de las paremias, pues no se contem­
plan aspectos tales como la rcíación de estas unidades con el pensa­
miento simbólico o su interpretación estándar.

4.5.1. L a d e n o ta c ió n

Las paremias tienen mucho que ver con el prototipo 2\ con el


pensamiento simbólico y analógico (Cram, 1983) que informa nues­
tra concepción del mundo. Estas unidades, al igual que las locucio­
nes, están motivadas semánticamente a partir de dos de los principios
mencionados por Lakoff (1987). Por un lado, reflejan aquellos prin­
cipios de motivación metafórica basados en las figuras e imágenes
convencionales, cuya validez es reconocida por toda la comunidad
hablante* Son paremias cuya traslación semántica proviene de meca­
nismos transpositores que operan de lo concreto a lo abstracto: de ahí
la plasticidad y el carácter figurativo de muchas paremias.
Generalmente se trata de personificaciones: Afición ciega razón
(‘el amor apasionado ofusca el entendimiento y encubre todas las ta­
chas del objeto amado', E D R ) , y metáforas convencionales, incluyen­
do sinécdoques y metonimias, del tipo Juntáronse los delantales, y
no quedó vecina sin señales ('Reprende ía murmuración y el chism o­
rreo de las mujeres cuando se juntan para conversar’, E D R ) . Frecuen­
temente son metáforas de animales referentes a conductas y situacio­
nes humanas, como No es tan fiero el león como lo pintan ('D enota
que una persona no es tan áspera y temible como se creía, o que un
negocio es menos arduo y difícil de lo que se pensaba’, D R ) ; A perro
flaco, todo son pulgas ('Dice que el desdichado suele atraer sobre sí
toda clase de infortunios*, E D R ) ; A cada cerdo/puerco le llega su San

28 Vid. K .le ib e r ( 1 9 9 0 ) a c e r c a d e e s t a s n o c io n e s .
M artín29 ('Denota que no hay persona para quien no llegue la hora de
la tribulación', DR).
Por otro lado, las paremias guardan relación con los principios do
motivación semántica concernientes a los sistemas de creencias, don­
de se incluyen los mitos y la sabiduría popular. Cabe recordar que las
paremias, y especialmente los refranes, se han definido tradicional-
mente por esta característica, al considerárseles fórmulas conden-
sadas de sabiduría popular (Greimas, 1960; Güntliner, 1991; Jackson,
1989, etc.). Estas unidades, al igual que ios mitos, proporcionan, por
analogía, una forma de captar realidades que, de otra manera, resul­
tarían escurridizas y difíciles de aprehender.
Estos principios aluden a las creencias ancestrales (FA tiempo todo
lo cura); a valores y conocimientos compartidos (Lo prometido es
deuda); y a la mitología antigua. Por ejemplo, La ocasión la pintan
calva es una paremia de procedencia romana, basada en la diosa
Ocasión, que era representada como una mujer muy bella con abun­
dante cabellera en tomo de la frente, pero calva por detrás, y que
simbolizaba la dificultad de aprovechar una ocasión cuando ésta ya
ha pasado (Iribarren, 1994(1954]: 110).
Las paremias también guardan una relación genética con deter­
minados hechos históricos o anécdotas de todo tipo a través de los
cuales se interpreta la realidad presente. Por ejemplo, Salga el sol p o r
Antequera (y póngase p o r donde quiera / y la luna p o r donde quie­
ra), más frecuente hoy día en su forma acortada, indica una total des­
preocupación por las consecuencias o resultado de algo. Su origen lo
sitúa Iribarren (1994 [1954]: 114) en el campamento de los Reyes
Católicos durante ia conquista de Granada. El sentido irónico de la
unidad deriva de la ubicación geográfica de Antcquera, al oeste de
Granada, por lo que el sol nunca podría salir por ahí.
La unidad Arrieros somos y en el camino nos encontraremos
surgió como advertencia con promesa de venganza en el ambiente de

2>f P o r San M artín (II át n o viem b re) hay costum bre de celeb rar la m a t a n z a del

cerdo,
Ins arrieros y luego pasó a incorporarse al acervo general. Los arric­
ias transportaban mercancías con bestias de carga, haciendo siempre
i*l mismo itinerario, por lo que generalmente coincidían a la ida o a la
vuelta (Condón y Bonneí, 1994 [1993]: 95).
Otra paremia, como Aún queda el rabo p o r desollar (‘Se suele
usar para hacer ver que hasta ahora todo va bien., pero aún queda lo
más difícil de todo, y que, p o r tanto, no conviene descuidarse’), alude
al antiguo oficio de desolladores de animales: se solía terminar el tra­
bajo por el rabo, precisamente lo más difícil (Doval, 1995: 19).
La sabiduría popular expresada en las paremias se traduce en la
declaración de un determinado estado de cosas o la identificación de
situaciones ya tipificadas (Cram, 1983; Gláser, 1986b; Kleiber,
1989). En el caso de los enunciados de valor específico, su significa­
do consiste, básicamente, en relacionar determinadas situaciones o
hechos del presente con situaciones o hechos pasados a los cuales ha­
cen referencia30.
Por ejemplo, la unidad No se ganó Zamora en una hora alude a lo
mucho que le cosió al rey Sancho 11 de Castilla arrebatar a su herma­
na doña Urraca la ciudad de Zamora (Clarasó, 1978 [1970]: 1039).
Esta UF, que relaciona el hecho histórico con el hecho presente, hace
referencia al largo tiempo necesario para poder conseguir alguna cosa
difícil, por lo que recomienda tener paciencia para poder tener éxito
con alguna cosa o empresa de cierta importancia.
En las citas y refranes 1a sabiduría popular se expresa mediante
verdades generales de validez atemporal. Este aspecto semántico se
pone de manifiesto en la estructura sintáctica de las unidades que nos
ocupan. O son frases sin núcleo verbal {De tal palo, tal astilla), o
bien son oraciones cuyos verbos suelen ir en presente de indicativo,
que es la forma verbal neutra (Al perro flaco iodo son pulgas), en
imperativo, como instrucción o recomendación atemporal (No dejes
para mañana lo que puedas hacer hoy); en futuro, con sentido

™ N o obstante, h a y q u e ten er en cu en ta q u e este carácter d e u n id ad rcpctuki nl*


e n m a se a r a e n el eslo g n n (R c b o u l, 19 7 5 ).
exhortativo atcmporal (Más dura será la caída) y en calidad de adver­
tencia (Arrieros somos y en el camino nos encontraremos) o como
consecuencia de alguna acción (Quien se pica, ajos come, ‘Refrán
con que se expresa que alguien que se resiente por una cosa que se
dice en general debe de tener motivos para creerse aludido’, DUE).
Al igual que las oraciones genéricas, estos tipos de paremias tie­
nen carácter de referencia a una determinada norma (Rodegem, 1972)
— lo cual explica el carácter didáctico de muchas de e lla s --, pero no
son verdades universales, sino verdades por defecto: permiten hacer
inferencias no estrictas del tipo «en ausencia de toda información
contraria es lícito creer/suponer que...» (Kleíber, 1989).
De ahí que, en determinadas circunstancias, sea posible poner en
tela de juicio el contenido semántico de alguna paremia, como mues­
tra el siguiente ejemplo:
Y déjate de puntaditas y de que si del dicho al hecho va un tre­
c h o 31 enredador, que siempre disfrutaste buscando las vueltas al p ró ­
jim o , porque lo que yo digo, si en Madrid no hay negros, que no v e n ­
ga. (C H C M , 167).

Y más concretamente, mediante el uso de otra paremia que c


trarreste la autoridad de la anterior:
A unque se diga eso de que m ás vale tarde que n u n c a , los poetas,
que suelen disentir del refranero, piensan que las cosas que se han es­
perado tanto no debieran llegar jam ás. A buenas horas, m angas ver-
dcs. (S, 31/5/92, 84)

En este sentido, no se puede hablar de contradicciones en refranes


aparentemente contradictorios, como, por ejemplo, A quien madruga
Dios le ayuda (‘Advierte que la buena diligencia suele tener feliz
éxito en las pretcnsiones1, DR) y No p o r mucho madrugar amanece
más temprano (‘Refrán que significa que no sirve de nada querer an­

31 D el dicho a! hecho va un gran trecho: ‘refrán r e f e r i d o a la d istan cia q u e e x i

entre lo p r o m e t i d o y l o q u e e n realidad s e c u m p l e * ( g d l e ) .
ticipar cosas que tienen que ocurrir en el tiempo debido1, DUE), pues
no se trata de verdades opuestas, sino de verdades generales por de­
fecto que se aplican a realidades distintas.

4 . 5 .2 . L a in t e r p r e t a c ió n e st á n d a r

Dado que las paremias denotan de forma indirecta por analogía


(Grzybek, 1992; Rodegem, 1984; Zgusta, 1971), su significado no se
agola en los principios semánticos mencionados arriba. La interpre­
tación estándar de estas unidades no es nunca de tipo literal, ni la su­
ma composicional de los significados de los componentes. La pará­
frasis correspondiente nunca expresa por completo el significado de
tales unidades, al faltar, entre otras cosas, la base implicativa, que su­
pone un elemento fundamental del significado de estas UFS (Kleiber,
1989).
La comprensión del significado estándar de las paremias depende
exclusivamente de la competencia del hablante. No obstante, su in­
terpretación en el discurso, variable en cada caso y sensible a factores
contextúales, viene condicionada por la interacción de diversos pa­
rámetros, como son la activación de mecanismos de inferencia basa­
dos en el conocimiento enciclopédico de los hablantes, el reconoci­
miento de la intención comunicativa del hablante, la atención al
contexto situacional, y el desencadenamiento de operaciones cogniti-
vas (abstracción, generalización, inferencias analógicas, etc.) que
facilitan la comprensión de significados traslaticios o indirectos.
La comprensión de estas unidades en contexto va, pues, más aíiá
de su interpretación estándar, que suele ser bastante imprecisa. Algu­
nos estudios han señalado cómo el hablante, al emplear un refrán,
descodifica su carácter metafórico para aplicarlo al tema en cuestión
(Günthncr, 1991); y cómo la indeterminación semántica de estas uni­
dades les permite hacer referencia a varios temas a la vez (Grzybek,
1992).
Así pues, una misma paremia puede ser utilizada en diferentes
situaciones, las cuales modulan su interpretación estándar o signifi­
cado básico. Parte del significado de las paremias ío constituyen,
pues, los contextos y situaciones en ios cuales se emplean. Como
ilustración sirva el siguiente ejemplo, donde se empica la paremia A
rey muerto, rey puesto. En un prim er nivel semántico su interpreta­
ción hace referencia a la línea sucesoria de las monarquías. En este
sentido, guarda estrecha relación con otra paremia que se podría
considerar parcialmente sinónima: ¡El rey ha muerto} viva el rey!
En el segundo nivel, su inteipretación estándar tiene que ver con
un proceso de generalización y abstracción de la unidad, que el DUE
describe de la siguiente forma: «frase con que se comenta que el
puesto o el vacio espiritual dejado por una persona queda pronto
ocupado por otra».
Y, por último, la interpretación estándar se refina y se concreta en
contexto, el tercer nivel de interpretación. Esta aprehensión del sig­
nificado global de la paremia en el discurso varía segím las circuns­
tancias de emisión de la unidad, así como la situación en cada mo­
mento, como ilustran los ejemplos que siguen a continuación:
La segunda de las hijas de dona Visi, Visitación, acaba de reñir
con su novio, llevaban ya un año de relaciones [...] Ahora, desde hace
una semana, la chica sale con otro muchacho, también estudiante de
medicina. A rey muerto, rey puesto. (LC, 183)
¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! Total: ¿que es lo que pasa? ¿Que el pueblo va a
cambiar esta noche de amo? Es normal y ya está acostumbrado: a
amo muerto, amo puesto, (PR, 55)

En el primer ejemplo, el «rey muerto» es, por analogía, el antiguo


novio de la chica; mientras que el «rey puesto» es su nuevo novio.
Ambos comparten un mismo estatus («estudiantes de medicina»).

rey muerto :: stt novio ( - antiguo, estudiante de medicina)


rey puesto :: otro muchacho (= nuevo, estudiante de m edicina)
El vacío íísíco o espiritual de la interpretación estándar se trasla­
da a la esfera del amor y de los sentimientos: en este caso se traía,
pues, de un vacio emocional que llena el nuevo novio. La celeridad
con la que se ha producido la sustitución («una semana»), da pie a la
crítica velada y la valoración que esta paremia encierra en esta situa­
ción concreta, es decir, en el contexto general de la novela y los valo­
res sociales de la España retratada por Cela a comienzos de la década
de los 50. De ahí que la paremia, a modo de broche ideológico, cierre
el párrafo y sentencie la interpretación del mismo.
En el segundo ejemplo, la interpretación analógica en contexto se
conjuga con la manipulación creativa de la unidad en cuestión: se so­
breentienden los componentes individuales que hacen referencia a la
monarquía, y son sustituidos en contexto por la palabra «amo»:

[rey muerto] :: < = amo muerto


[rey puesto] :: <■-amo puesto

En este caso, el vacío que llena el «nuevo amo», es decir, el nue­


vo señorito que se va a convertir en el dueño del pueblo, es de carác­
ter político, económico y social. Pero la crítica no parte de la celeri­
dad del cambio, como en el fragmento anterior, sino que más bien
sanciona el carácter establecido y rutinario de las jerarquías sociales
en el ambiente rural, al tiempo que destaca la supuesta imposibilidad
de acabar con este ritual.

4.5.3. La c o n n o t a c ió n

Según Obelkevich (1988: 47), los refranes constituyen un tipo de


paremia sin restricciones estilísticas ni de registro. Esto parece ser
cierto para determinadas lenguas, como en malgache, donde las ex­
presiones proverbiales conforman una especie de «segunda lengua»
que funciona a un nivel distinto de la lengua común, y, junto con las
metáforas convencionales» constituyen un género poético particular
utilizado con fines argumentativos o lúdicos (Paulman, en Hainm,
1989).
En el caso del español, el uso de paremias lleva aparejado conno­
taciones de diverso tipo, por más que éstas no suelan recogerse en los
diccionarios. En primer lugar, y en cuanto a las «connotaciones esti­
lísticas» se refiere, gran parte de las paremias (110 así las citas y algu­
nos tipos de enunciados de valor especifico) se asocian con niveles
culturales bajos y con inferioridad social.
Como bien explica Combet (1971) en su obra monográfica sobre
el refranero castellano, esta situación viene de largo. Ya en el siglo
xvi se detecta cicrla reticencia a usar refranes «vulgares» por in­
fluencia del pensamiento humanista. La critica abierta al uso de re­
franes comienza en el siglo xvn con Baltasar G radan y se agudiza en
el xviii, con el padre Fcijoo. Durante el siglo xix se produce cierta
revitalización por influencia del Romanticismo y el interés de los
folkloristas.
Hoy día, opina Combet, las paremias están en claro retroceso en
la mayor parte de las lenguas europeas: el empleo de estas unidades
se resiente sobre todo en las jóvenes generaciones, pues las paremias
se perciben como marca de retraso cultural y de inferioridad social
(pág. 300).
No estamos totalmente de acuerdo con Combet en este último
extremo, pues las paremias gozan de una excelente salud a juzgar por
lo que encontramos en nuestros materiales. Así, en cuanto a las prefe­
rencias por determinados tipos de textos y de registros, nuestros ma­
teriales revelan la abundancia de paremias en la prosa periodística de
editoriales y comentarios, así como en obras literarias donde se recrea
la lengua coloquial. Quizá la particularidad más sobresaliente sea
que tales unidades suelen aparecer manipuladas creativamente en el
discurso. Como dato comparativo, merece la pena señalar el estudio
de Arnaud y M oon (1993) sobre el uso actual de las paremias, el cual
demuestra que, en inglés, estas unidades predominan en los textos de
ficción, mientras que en francés escasean en las obras literarias con­
sideradas «serias».
Por otro lado, los diccionarios consultados apenas incluyen eti­
quetas de nivel de estilo para las paremias. Algunas paremias corres­
ponden al nivel elevado, como en el caso de algunas citas» especial­
mente aquellas tomadas del latín, con connotaciones foráneas, como
O témpora, o mores! {‘¡Oh tiempos, oh costumbres!1), Noli me tan-
gere (‘No tocarm e’) y Mens sana in corpore sano ('U na mente sana
en un cuerpo sano’).
Pero la mayoría de ellas pertenece a los niveles neutro y bajo. Los
diccionarios, en cambio, suelen registrar tan sólo aquellas connota­
ciones estilísticas pertenecientes al bajo. Fundamentalmente se trata
de paremias con connotaciones coloquiales o familiares del tipo A
buenas horas mangas verdes (Jam. en el ORAE), y connotaciones a l­
géticas o vulgares, como la UF Arjonillera, puta y perchera (en M ole­
ta Lara y Álvarez Curiel, 1995), que presenta, además, connotaciones
expresivas de tipo descortés y ofensivo.
Las paremias pueden presentar, además, «connotaciones geográ­
ficas» por restricción diatópica: éste es el caso de las siguientes pa­
remias, pertenecientes a la variedad mexicana: Al nopaP2 se le va a
ver sólo cuando tiene tunas™ (‘Si no, nadie se acuerda de el. Así hay
gente que sólo visita a los amigos cuando necesita algún favor: de lo
contrario los echan al olvido’, D D R M ) ; E s bueno raspar, pero no
arrancar los magueyes M ('E s permisible usar las cosas y utilizar las
. posibilidades, pero no es aconsejable el abuso’, DDRM); y Ni totopo,
\ m tortilla, mejor una gordita de la villa*51 que presenta, además,
connotaciones estilísticas obsoletas o anticuadas, así como restriccio­
nes diastráticas, según se desprende de su definición en el DDRM:
‘Piropo, casi en desuso, que se decía al paso de una chica cuyo cuer-

32 Nopal: ‘ ( i n e j , nopal ti) m . C h u m b e r a ’ ( d a i . e ) .


n Tunal: ‘ ( v o z carib e) f. N o p a l y su f r u t o * ( u a lí:) .
¡Maguey: \ V o z a n t i l l a n a ) m . Amér. P i t a , p l a n t a ’ ( d r a r ) .

^ Totopo: ‘tortilla dorada y endurecida1; gordita de la Villa de Guadalupe : ‘tor­

t i l l a hecha c o n masa d e m a í z a z u c a r a d a ' ( M a r t í n e z Pérez, 1 9 7 7 : 1 9 1 ) .


po estaba adornado por graciosas redondeces en... en donde debe ha­
ber redondeces*.
Al igual que las unidades de la segunda esfera, con las que guar­
dan una estrecha relación, gran parte de los refranes, las citas y los
enunciados de valor específico conservan ias «connotaciones hislóri-
co-culturales» que Ies confieren aquellos acontecimientos, aspectos
culturales y anécdotas que les dieron origen, como Jas paremias cita­
das anteriormente: .La ocasión la pintan calva, Salga el sol p o r An­
tequera, Arrieros somos y en el camino nos encontraremos y Aún
queda el rabo p o r desollar, entre muchas otras. Tales connotaciones,
sin embargo, valían mucho de unos hablantes a otros, dependiendo
en algunos casos (por ejemplo, en las ciías) del nivel cultural de los
mismos.
En relación a lo anterior, el uso de topónimos conecta la paremia
con la realidad local. La unidad A Segura lo llevan preso (‘cualquier
precaución es poca cuando se puede correr algún peligro') liace refe­
rencia al castillo de Segura de la Sierra, provincia de Jaén, que sirvió
de prisión a donde iban a parar tanto pobres como ricos (Doval, 1995:
18). Otro ejemplo es Ya estamos en líaro, que se ven las luces ("se
aplica a la terminación de un viaje, un trabajo, etc.'), unidad restrin­
gida diatópicainente a la Rioja que hace referencia a la población de
Haroy la segunda de España en adoptar el tendido eléctrico público
(1890) (Iribarren, 1994 [1954]: 109). Otros muchos ejemplos del uso
de topónimos en las paremias se encuentran en la colección de refra­
nes sobre andaluces de Moreta Lara y Alvarez Curicl (1995)
Las convenciones sociales de uso que rigen las paremias adoran
en las «connotaciones expresivas» de estas unidades. Se dan algunas
connotaciones apreciativas, como Al buen callar llaman Sancho
('C on esta frase se elogia el silencio y la discreción’, Candón y Bon-
net, 1994 [1993]: 188), y humorísticas: / Qué tres pies para un banco!
('Exclamación jocosa con que se critica benévolamente a lies perso­
nas, como si se dijera «jque tres buenas piezas!»’, DUE).
No obstante, abundan las negativas, es decir, las despectivas y
descorteses. Por ejemplo, Dios los cría y ellos se juntan: ‘Expresión
con que se da a entender que los que son semejantes
*
en las inclina-
d o n es y en el genio se buscan unos a otros. «Usase generalmente pe­
yorativamente»’ (Doval} 1995: 397). Otra paremia como A buenas
horas mangas verdes, presenta, así mismo, este tipo de connotación
negativa: 'Expresión que ha pasado al lenguaje coloquial con el sen­
tido peyorativo del auxilio que llega tarde, o el reconocimiento a los
méritos que no llega en el momento oportuno’ (Candón y Bonnct,
1994 [1993]: 39)- r

A este respecto, Moreta Lara y Alvarcz Curíel (1995: 63), quie­


nes hablan de «una poética de la agresión», han llegado a afirmar lo
siguiente:
Con el refranero se puede dibujar toda una geografía dcl insulto,
concluir una gramática de la injuria o asistir a una exhibición de la
violencia más sádica.

Ejemplos no faltan: En Adra™, el que no muerde, ladra; Quien


tiene an tío en Granó ni tiene tío ni tiene ná\ En Laja21\ la que no es
puta es coja; D e Aragón, ni hembra ni varón; Putas, cabrones, bata­
tas y boquerones^\ inglés, pirata es; Ignorante graduado, asno ai-
b a r d a d o Q u i e n bien te quiere te hará llorar; La letra con sangre
entra 40; La mujer en la casa y con la «pata quebró».,.

% Adra es un pueblo de la provincia de Almería.


37 Loja es un pueblo de la provincia de Granada.
Esta paremia se suele aplicar i\ las gentes de la provincia de Málaga (Morela
Lara y Álvarez Curíel, 1995)*
39 ‘Las titulaciones no siempre son sinónimo de sabiduría, y en ocasiones, pues,
sólo encubren la falta de inteligencia’ ( f.dr ).
40 ‘Aforismo qLie recomienda castigar para enseñar’ ( díil).
ESFERA III: ENUNCIADOS FRASEOLÓGICOS
(FÓRMULAS RUTINARIAS)

5.1. INTRODUCCIÓN

EJ segundo tipo de enunciado fraseológico perteneciente a la ter­


cera esfera de nuestra clasificación lo constituyen las denominadas
fórmulas rutinarias'. Se trata de UFS del habla, con carácter de
enunciado, las cuales se diferencian de las paremias por carecer de
autonomía textual, ya que su aparición viene determinada, en mayor
o menor medida, por situaciones comunicativas precisas.
En español se ha tratado este tipo de unidad fraseológica de una
forma muy superficial, casi testimonial. A pesar de ello, se dan distin­
tas denominaciones para este mismo fenómeno: recuérdense, por
ejemplo, los timos de Casares (1992 [1950]), las fórmulas de la vida
social y las frases habituales de Haensch et al. (1982), los giros in-
terjeccionales y las fórmulas estereotipadas de Reinhauer (1985

1 Estas unidades han sido investigadas fundamentalmente para ei alemán (Rou-


tineformein, pragmatische ídiomé) y el inglés (routine formulae, pragmaiic idioms),
donde lian recibido, ¿demás, las siguientes denominaciones: sememic idioms (Makkai,
1972), cowv'tí^fíííortíi/ rouiines (Coulmas, 1981a, 1981b, 1981c, 198ld, 1985; Wills,
]990), social formula?. (Femando y Flaveil, 1981). conversational formulae, fundió-
nal idioms (Covvic, 1984, 1985 ), politeness formulan (Ferguson, 1976), y verbal ste-
reotypes y pragmatic idioms (Wills, 1990).
[1978]), las oraciones rituales (ritual sintetices) de Steel (1985), y,
más recientemente, las fórmulas de las que se ha ocupado Cascón
Martín (1995) en su estudio del español coloquial.
Todas estas denominaciones tienen en común su carácter des­
criptivo, pues a partir de ellas se puede deducir que tales unidades
constituyen fórmulas de la interacción social habituales y estereoti­
padas que cumplen funciones específicas en situaciones predecibles,
rutinarias y, hasta cierto punto, ritualizadas. Éstas son precisamente
las características más sobresalientes de dichas unidades a tenor de
ías distintas descripciones propuestas, Quizá una de las caracteriza­
ciones más completas sea la que proporciona Coulmas (1979; 240) en
uno de los estudios pioneros sobre el teína;
Las fórmulas rutinarias son expresiones cuya aparición está estre­
chamente ligada a determinadas situaciones sociales, a partir de las
cuales resultan altamente predecibles en el transcurso de un acto co­
municativo z.

Posteriormente describe las fórmulas rutinarias como expresiones


prefabricadas y convencionales cuya aparición depende de situacio­
nes comunicativas más o menos estandarizadas (Coulmas, 1981c: 3).
Ferguson (1976: 137), por su parte, afirma que tales UFS constituyen
pequeños trozos del ritual empleado por los hablantes en ía com uni­
cación diaria. En esta misma linea, Sleel se refiere (1985: 19) a estas
UFS como unidades sintácticas y semánticas especiales y ritualizadas
que se usan frecuentemente como respuestas o para iniciar un inter­
cambio conversacional, ya sea en calidad de oraciones independien­
tes o acompañando, de forma parentética, a otras oraciones.
Según Wills (1990: 378), las fórmulas rutinarias se caracterizan
por los siguientes rasgos esenciales, a saber, su repetición, su depen­
dencia de la situación, su carácter predecible, su (mono-) funcionali­

2 «RFs routine formulas] are expressions whose occurrcnce is closcly bound to


spccifíc social situations and which are, on the basis o f an evaluation o f such sitúa-
tions, highJy predictabíe ín a communicative coursc o f cvents.» (Coulmas, 1979: 240).
dad pragmática y su normativídad interindividual. Por otro lado, estas
unidades reflejan modelos de conducta psico-sociales especialmente
importantes para las actividades lingüísticas de Jos hablantes, los
cuales las emplean con un propósito social determinado, y 110 como
medio para cambiar la concepción del mundo de sus interlocutores1.

5.2. EL ESTEREOTIPO EN LA COMUNICACIÓN

«Interactíon in everyday life loves ritual, convention, and routi-


ne». Así expresa Coulmas (1981b: 3) la íntima relación existente en­
tre la comunicación diaria y el estereotipo. Para que tal interacción
transcurra por los cauces normales, para que haya cooperación entre
los interlocutores, es necesario que éstos sean capaces de comportar­
se adecuadamente en cada momento, y que tal comportamiento se
ajuste a las reglas que facilitan la armonía social4. En palabras de
Cascón Martín (1995; 61):
La convivencia social ha obligado al establecimiento de unas
normas que regulen las relaciones entre los hombres. Dichas normas
tienen su manifestación lingüística en una serie de fórmulas de las
que el hablante puede echar mano en cada situación, aun estando a
menudo llenas de insinceridad.

3 <cVS [ - verbal sterwíypes] may be regarded as cognitivcly Linambiguous stock


phrases or set formulas; thcy refiect socio-psychologieíd modos oí'behaviour particu­
01
lar! y importan! for everyday linguistic actívities o f the language uscr. VS aic pcri' -
med wilh some specific social purpose in mind; they are noí intended to modify theit
users’ model o fth e world» (W ills, 1990; 378).
4 Sobre este tema, véase* por ejemplo, el análisis de las conversaciones telefónicas
que hace Schcgloff (1986) en un artículo de título muy supérente: «The rouline as
achievemcnl». En opinión de Wardhaugh (1989 {1985]: 21-22), la convivencia social
se vería seriamente entorpecida de no existir maneras rutinarias y estereotipadas de
hacer las cosas y ciertas normas de comportamiento establecido y sancionado por la
comunidad.
til estereotipo también se refleja en la comunicación diaria, una
de las parcelas concretas de la interacción. Por una parle, las situa­
ciones comunicativas repetitivas propician temas estereotipados y ri-
lualizados hasta tal punto que la banalidad de la mayoría de las con­
versaciones hace pensar que muchos de los intercambios cumplan
más bien una función fática, en lugar de la función informativa
(Wardhaugh, 1989 [1985]: 47).
Por otra parte, es innegable la importancia de las secuencias pre­
fabricadas en el componente léxico de las lenguas y en la producción
lingüística de los nativos (cf. capítulo I). Dichas secuencias facilitan
un rápido procesamiento del lenguaje, de forma que los hablantes
pueden dedicar más tiempo a planificar unidades del discurso más
largas y a cuidar los aspectos sociales de la comunicación.
Pues bien, las situaciones repetitivas a las que hemos aludido an­
tes determinan, además, la presencia de ciertas secuencias de pala­
bras, altamente predecibles en contexto. Drazdavskiene (1981) habla
de la frecuente aparición de estereotipos en el habla, unidades dis­
cursivas convertidas en rutinas, cuyo origen está en las condiciones
de comunicación estandarizadas y en los contextos de situación idén­
ticos, Una gran parte de tales unidades la constituyen las fórmulas
rutinarias.
Las fórmulas rutinarias comparten con el estereotipo su capacidad
de mantener la armonía social, por lo que tienen una gran importan­
cia en los patrones conversacionales occidentales, como se desprendo
del estudio clásico de Ferguson (1976) sobre las fórmulas de cortesía.
En este sentido, dichas unidades contribuyen a mantener el orden
de la comunicación, pues regulan situaciones emocionales y reaccio­
nes en situaciones sociales y facilitan la selección de medios comuni­
cativos en la producción lingüística, proporcionando los instrumentos
verbales adecuados y reduciendo, de este modo, la complejidad de la
interacción social (Coulmas, 1979: 254).
Constituyen una especie de gramática social o de etiqueta lin­
güística, un subsistema comunicativo para las situaciones de interac­
ción, que viene motivado por el deseo de un funcionamiento coheren-
le, económico y Huido del discurso, basado en una norma aceptada
por la comunidad hablante.
Estas unidades, por tanto, están estereotipadas doblemente: por
un lado, y al igual que el resto de ias UFS, constituyen secuencias de
palabras estables que representan formas fijas de analizar y concebir
ia interacción comunicativa (de ahí la fijación analítica de estas uni­
dades); por otro lado, al constituir formas de comportamiento acepta­
das por el conjunto de la comunidad hablante, reflejan valores cultu­
rales (Ameka, 1987; Kuiper y Tan (jek Lin, 1989), y se hacen eco, al
mismo tiempo, de los cambios sociales que pudieran acaecer
(Coulmas, 1981c).

5 .2 .1 . L a d e p e n d e n c ia s it u a c io n a l

La razón del uso de fórmulas rutinarias hay que buscarla, funda­


mentalmente, en el conocimiento colectivo acerca de los tipos de
enunciados que se esperan en ciertas situaciones discursivas (Wills
1990: 378): precisamente se diferencian de las paremias en que su
aparición es predecible a parlir de circunstancias concretas.
La dependencia situacional de las fórmulas rutinarias constituye,
pues, uno de los aspectos más significativos de estas unidades. Tales
situaciones implican, la mayor parte de las veces, intercambios con­
versacionales. No obstante, las fórmulas rutinarias aparecen también
en textos escritos, bien porque reflejan dichos intercambios, o bien
porque determinadas fórmulas están restringidas a éstos.
Sii-va como ilustración la unidad Dios guarde a UdJV.E.fV.L mu­
chos años. Esta era 1a fórmula de despedida habitual en las cartas
formales y los escritos presentados ante organismos públicos hasta la
aprobación de la Constitución de ó de diciembre de 1978, en la que
se garantiza la libertad religiosa y de culto de los individuos y la
aconfesionalidad del Estado español (art. 16).
Como hemos indicado más arriba, las fórmulas rutinarias son
enunciados prefabricados, listos para ser utilizados — de forma más o
menos obligatoria en determinadas situaciones comunicativas (o
en textos escritos, bien porque estén restringidos a ellos o bien (jor­
que sean reflejo de la lengua hablada). Tales situaciones pueden pre­
sentar una dimensión subjetiva u objetiva, de ahí que Roos (1985: 77)
fiable de fórmulas sociales (soziale Formeln), de fórmulas estructura-
doras del discurso (diskursstrukturierende Formeln) y de fórmulas
expresivas (expressive Formeln),
Las primeras, también llamadas frecuentemente fórmulas de cor­
tesía, del tipo Buenas tardes, se emplean en situaciones prototípicas
para saludar, disculparse o dar las gracias, por ejemplo, independien­
temente del estado emocional de los hablantes. Coulmas (1985: 64-
65) las divide a su vez en fórmulas rutinarias de la esfera marginal de
la interacción (saludos, despedidas, presentación, etc.) y fórmulas ru­
tinarias para otras situaciones semi-ritualizadas (peticiones, discul­
pas, felicitaciones, etc.).
Las fórmulas sociales son quizá las que mayor grado de obligato­
riedad presentan, pues su uso forma parte del protocolo de una socie­
dad dada, la cual las considera como marcas de cortesía (El-Sayed,
1990). El segundo tipo de fórmula, fórmulas de dirección del discur­
so en Coulmas (1985), ordena los intercambios conversacionales,
desempeñando funciones de organización, como, por ejemplo, Tú/
Usted dirá(s)\ ‘(f-) Expresión con que se invita a hablar a quien ha
solicitado permiso o ha anunciado la intención de hacerlo’ (DFEM).
Los sentimientos y la disposición del hablante se expresan me­
diante el tercer tipo de fórmulas (fórmulas psico-ostensivas en Coul­
mas, 1985): por ejemplo, / Habráse visto! expresa asombro, disgus­
to, enfado, indignación, protesta, o sorpresa por una acción abusiva,
atrevida o desaprensiva (DIJE).

5.2.2. LOS MARCOS SOCtO-OÚLTURALnS

Para comprender e interpretar el conocimiento que las fórmulas


rutinarias encierran se hace necesario tener en cuenta los aspectos
socio-culturales de la comunidad correspondiente, así como las si­
tuaciones que propician el uso de las mismas. Coulmas (1979) pro­
pone dar cuenta de todo ello mediante situationalframes5, que hemos
traducido por marcos socio-culturales o marcos de situación.
Los hablantes conciben las fórmulas rutinarias como parte de
marcos concretos, es decir, de estructuras conceptuales que contienen
información acerca de los objetos y situaciones estereotipadas aso­
ciadas a estas unidades, la sccuenciación y las partes constitutivas de
la situación, así como los roles semánticos que desempeñan los dis­
tintos participantes.
Según Coulmas (1979; 244) Jos marcos de situación para las fór­
mulas rutinarias son esquemas cogntlivos que (a) comprenden la in­
formación necesaria para el uso correcto de una fórmula, o una clase
de fórmulas, y (b) motivan el uso de la(s) misma(s) en un momento
dado. Dichas estructuras de conocimiento representan la percepción
prototípica y convencional de tales situaciones por parte de los
miembros de la comunidad hablante, siendo un fiel reflejo de su cul­
tura.
Esta última característica es la razón de que haya fórmulas sin
equivalente de traducción en otras lenguas, especialmente cuando se
trata de situaciones no sancionadas como tales en alguna de ellas. Por
ejemplo, en árabe se dice la fórmula Na ‘Man ( ‘Que Dios te bendiga1)
a quien acaba de darse un baño o de cortarse el pelo (ELSayed, 1990:
9), mientras que esta misma situación no requiere ningún comentario
específico en inglés, francés, alemán o español. No obstante, en el
español coloquial hablado existe la formula Quien se pela se estrenaf
de carácter opcional. Esta unidad está rcsüingida al habla de los más
jóvenes, y generalmente va acompañada de un pequeño cogotazo
propinado por el emisor al receptor (la persona que acaba de cortarse
el pelo).

* No obstante, se han propuesto otros tres métodos alternativos: (a) especificación


rigurosa deí conjunto de condiciones de cada fórmula a ¡a Jackemtofj; (b) semántica
cié los prototipos; y (c) descomposición en primitivos semánticos independientemente
de la cultura de que se trate (Ameka, 1987: 302).
Para ilustrar la codificación social y cultural presente en las fór­
mulas rutinarias, así corno las situaciones que las provocan en mayor
o m enor grado, vamos a analizar la unidad ¡A la orden!

[A LA ORDEN!

1. P a r t i c i p a n í e s

género La fórmula puede ser usada independientemente del género


edad de los interlocutores. En cuanto a la edad, los interlocutores
son personas adultas (dado que esta fórmula se restringe al
uso profesional).
papel social El emisor es un militar de menor jerarquía que contesta a
jerarquía otro militar de grado superior6— o bien a aigún cargo de je­
autoridad rarquía superior, como por ejemplo un magistrado, un go­
bernador civil, etc.— que tiene autoridad sobre él.
Comentario: cuando esta fórmula se usa entre militares, va
seguida de mi (más, opcionalmcntc, el tratamiento, cuando
éste es de excelencia o señoría) y el empleo del superior je­
rárquico: por ejemplo, ¡A la orden (su excelencia) mi gene­
ralf 7.
familiaridad La fórmula indica la ausencia de familiaridad entre los ha­
blantes.
2. EsCHNAftlO
tiempo No hay restricciones temporales.
lugar No hay restricciones de lugar. No obstante, es requisito im­
prescindible que ambos interlocutores se hallen a corta dis­
tancia el uno del otro, de forma que no haya problemas de
audición. También se usa en conversaciones telefónicas.
ii

6 Todo lo referente al saltido militar está recogido y codificado en las Reales Or­
denanzas para las Fuerzas Armadas (Talleres del Servicio Geográfico del E j é r c i t o ,
Madrid, 1984), tratado tercero, título XIII, artículos 282 a 291 inclusive. Las formas
de tratamiento vienen recogidas en los artículos 301 a 305 inclusive.
7 Vid. artículos 287 y 302 de las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas.
3. M o t i v a c i ó n

razón El hablante A (inferior jerárquico) desea expresar al hablan­


te B (su superior jerárquico) que el canal de comunicación
está abierto, que le reconoce como superior , y que aguarda
sus órdenes o la información que le vaya a transmitir. Olra
motivación puede ser el deseo de A de saludar a B y d e ini­
ciar así la transmisión de información.
4. TCfcSTRJOCJONJAS
CONTEXTUALLS

secuendación El hablante A usa esta fónnula inmediatamente después de


que el hablante B se haya dirigido a él. Cuando la motiva­
ción es el saludo y la posterior transmisión de información,
es el hablante A quien se dirige a B, Al despedirse el hablan­
te A utilizará la fórmula «ordena (tratamiento) alguna cosa
mi (empleo del superior)».
estilo Lista fórmula está marcada como formal» y restringida al uso
de militares.
obligatoriedad Esta fónnula es obligatoria.
5. A cciones
c o n c o m it a n te s

La acción asociada a esta fórmula es la siguiente: el hablante


A (de rango inferior), generalmente de uniforme, se queda
quieto y erguido, con Jos pies juntos, al tiempo que pronun­
cia la fórmula. Si el hablante A lleva prenda de cabeza, éste
debe saludar, tocando ligeramente el botón derecho o prenda
equivalente con la mano derecha. En conversaciones tele­
fónicas esta acción no se realiza.

Los diccionarios consultados no siempre recogen toda esta infor­


mación, como puede apreciarse en las siguientes definiciones:

8 Coincidimos con Ferguson (1976: 144) en que las fórmulas de cortesía sirven
para marcar el estat us social de los interlocutores.
o rd en . o a las órdenes, expr. de cortesía con
a la o rd en ,
que uno se ofrccc a la disposición de otro [...] a la urden. Com. Lx-
presión que denota ser transferiblc, por endoso, un valor comercial.
(DRATi)

orden. [...] \A l a o r d e n ! Frase con que saluda un m ilitar su b al­


terno a un superior, a la vez que se cuadra, ( d u e )

orden [,.,] ;A la orden!, saludo militar que se dicc al cuadrarse


ante u n superior, ( g d l h )
orden [...] a la % expr. que denota ser cndosablc un valor co­
mercial 9, (dale)

5.3. ASPECTOS FORMALES

Las fórmulas rutinarias se caracterizan por la petrificación formal


y semántica que presentan. En el primer caso, la petrificación se re­
fleja en el desgaste fónico en diacronía y en la conservación de es­
tructuras sintácticas arcaicas, que transgreden las reglas actuales del
sistema. Por ejemplo, Beinhauer (1985 [1978]: 203) da cuenta de este
fenómeno al señalar el grado de petrificación tan alto que una fórmu­
la como ¡Ya lo creo! (‘expresa total afirmación a algo’, GDLE) debe
tener para admitir una construcción con «doble acusativo» del tipo
¡Ya lo creo que ¡o pasaremos!
La irregularidad sintáctica de muchas fórmulas queda patente en
la unidad Y usted (tú, yo, etc.) que lo vea ( ‘(inf.). Expresión con que
se hacen votos por que la persona a quien se refiere viva cuando se
realice cierto suceso halagüeño que se anuncia, pueda presenciarlo o
participe/en éP, DUE), la cual presenta un orden d e palabras anómalo
en español. Al ser una oración optativa (o desiderativa) puede llevar
el que anunciativo antepuesto a toda la oración, «indicando quizás

9 El dale recoge esta t’F en la acepción núm. 13 dei Jema correspondiente n o r ­


den; «Mandato que se debe obedecer como emanado de ana autoridad competente»,
junio con otras expresiones militares como consignar las órdenes y orden del día.
una subordinación a un deseo mental» (Gili Gaya, 1982 [1961]: 56).
Siendo esto así, el orden del sujeto de la oración está dislocado, pues
se antepone al que, frente al orden «normal» de una oración de tales
características: «¡Y que usted lo vea!».
Ahora bien, no todas las fórmulas rutinarias constituyen oraciones
^gramaticales con anomalías sintácticas. De hecho, la mayor parte de
éstas están formadas por frases unimembres, generalmente formadas
por sintagmas (Hasta más ver, 'Fiase familiar de despedida, no muy
frecuente’, DUE) y de carácter interjectivo (¡Válgame Dios!, ‘Excla­
mación de sorpresa o de disgusto*, LDPL); así como oraciones com ­
pletas de todo lipo: Que te sea leve (fórmula para desear a alguien
buena suerte ante un asunto pesado o de cierta dificultad), No es para
tanto (fórmula para apaciguar o conformar a alguien), ¿Qué te habrás
creído? (‘Expresión enfática de incredulidad, rechazo o negación1,
DFEM). Mira quien fue a hablar ('(raí.) Expresión utilizada contra al­
guien que critica a otro por un defecto que é l mismo tiene', DFEM),
etc.
D e s d e e l p u n t o d e v i s t a d e la e l e c c i ó n s i n t a g m á t i c a d e c o m p o n e n ­
te s , h a y q u e d e c i r q u e l a s f ó r m u l a s r u t i n a r i a s , e n g e n e r a l , p r e s e n t a n
m e n o r fija c ió n q u e la s p a r e m ia s o la s lo c u c io n e s . A sí, s e d a n la s v a ­
r i a n t e s d e f ó r m u l a s , c o m o a t e s t i g u a n l a s v e r s i o n e s c o r t a y l a r g a d e la
s ig u ie n te u n id a d : ¡Benditos/dichosos los ojos [que te/le ven]! ( ‘e x ­
p re sió n d e a le g ría o s o rp re sa q u e se u tiliz a a l e n c o n tr a r a a lg u ie n a
q u i e n n o s e h a b í a v i s t o d e s d e h a c í a c i e r t o t i e m p o ’, GDJ.E).
L a lib e rta d s in ta g m á tic a in te rn a d e la q u e g o z a g ra n p a rte d e e s ta s
u n i d a d e s h a c e , a v e c e s , d if íc il d e c i d i r si se t r a t a d e u n a f ó r m u l a o d e
u n e s q u e m a f r a s e o l ó g i c o . A l g u n a s d e e s t a s UFS c o n s t a n d e u n m a r c o
s in tá c tic o co n c a s illa s v a c ía s , q u e p u e d e n s e r o c u p a d a s p o r d is tin ta s
u n i d a d e s , y q u e v a n d e c o m p l e t a m e n t e f ij a s e i n v a r i a b l e s a m u y v a ­
r ia b le s .
Beinhauer (1985 [1978]: 220) se ha ocupado de este tipo de fe­
nómenos al tratar los giros estereotipados con Ni que 4- subjuntivo
(‘(inf.) Exclamación que rechaza una propuesta inadmisible; excla­
mación de contrariedad1} DFEM), del tipo NI que fuera robado, Ni que
fuera uno de piedra, etc). Steel (1985: 79 y ss.) considera que las
unidades de esta clase, a las que denomina emotional comment sen-
íence patterns, constituyen patrones oracionales de carácter no están­
dar que se usan para hacer comentarios y expresar reacciones emo­
cionales de forma concisa y espontánea, como ¡qué de -i sustantivo!
(equivale a «¡cuántu(s)!» e indica sorpresa, admiración o enfado) y
¡Vaya con i X / (Exclam ación que expresa la causa del disgusto, en­
fado, e le /, DUE).
Aunque tas fórmulas rutinarias, a diferencia de gran parte de las
locuciones y paremias, no presentan, por lo general, recursos retóri­
cos ni prosódicos, los eufemismos y la ironía son, sin embargo, fre­
cuentes, La unidad ¡Me cago en diez! (‘(inf.) Exclamación que indica
fuerte disgusto1, DFEM), contiene una deformación eufemística del
nombre de Dios y constituye un ejemplo del primer tipo (Beinhauer,
1985 [1978]: 172 ); mientras que otras como ¡Lo que faltaba! ('(uif.)
Exclamación qr*e indica disgusto ante el hecho de que a una dificul­
tad dada se le añade otra’, DFEM) y ¡No faltaría más! 0 (¡ n f) Expre­
sión enfática para rechazar categóricamente una pretensión inadmi­
sible5, acepción 1, DFEM) presentan cierto grado de ironía (Beinhauer,
1985 [1978]: 234).

5.4. ASPECTOS SEMÁNTICOS

El estereotipo en la comunicación diaria y los marcos de situación


son elementos clavc en la descripción semántica de las fórmulas ruti­
narias. Parte del signiñcado de estas unidades lo constituyen elemen­
tos contextúales que nada tienen que ver con su significado denotati­
vo origínárío. En los siguientes apartados vamos a tratar de éste, así
como denlos significados connotativos de estas unidades,

5 .4 .1 . L a p e t r if ic a c ió n s e m á n t ic a

La petrificación formal de las formulas rutinarias presenta una


vertiente semántica: el significado denotativo de tales unidades queda
relegado a un segundo plano, de forma que éstas adquieren un signi­
ficado especializado en virtud de su uso en contexto. Se trata de la
posibilidad asistemática de idiomaticidad a la que nos referíamos en
el primer capítulo: las fórmulas rutinarias presentan oscurecimiento
diacrónico de su significado denotativo primario, el cual es sustituido
generalmente por el uso contextual de la unidad. El desgaste del sig­
nificado originario constituye una de las características semánticas
más sobresalientes de las unidades que nos ocupan, hasta el punto de
que el significado de éstas llega a ser una función de su uso (cf.
Wittgenstein, 1968). A partir de ahí, dichas unidades desarrollan
significados en virtud de su uso en el discurso como invitaciones,
saludos, etc. Presentan, pues, especializacíón pragmática y funcionan
como señales en determinadas situaciones comunicativas,
A estos significados discursivos y contextúales es a lo que Coul-
mas (1979: 253 y ss.) ha denominado funciones generales y específi­
cas de las fórmulas rutinarias. Las primeras conciernen al papel p o ­
tencial general que tienen las fórmulas en la interacción social,
agrupándose según mantengan el orden de la comunicación o bien re­
fuercen la identidad del grupo. Las segundas se refieren a la carga
funcional que presentan las fórmulas rutinarias en los sistemas indi­
viduales de comunicación verbal.
Las funciones específicas de las fórmulas rutinarias consisten en
proporcionar a los hablantes los medios lingüísticos necesarios para
desenvolverse en situaciones específicas, como dar el pósame en un
funeral, disculparse por haber pisado a alguien o dar las gracias.
A pesar de ello, y aunque compartan cierta especialización se­
mántica, conviene señalar que no todas las fórmulas rutinarias son
idiomáticas en el sentido corriente dcl término. Coulmas (1979) y
Roos (1985) distinguen entre fórmulas idiomáticas especializadas
pragmáticamente (¡Naranjas de la China!, ‘COI, expresión de extrá­
ñela o rechazo’, GDLE) y fórmulas no idiomáticas en función p r a g ­
mática (Abróchense los cinturones o Les rogamos hagan uso del
cinturón de seguridad™, fórmulas que dirigen los auxiliares de vuelo
a los pasajeros durante el trayecto), aunque en la práctica traten am­
bos tipos como una única clase.

5,4.2. L a c o n n o t a c ió n

Las fórmulas rutinarias presentan «connotaciones estilísticas» que


revelan las preferencias textuales o de registro y las situaciones de
comunicación (c f ¡A la orden!). En cuanto a los niveles de estilo, la
mayoría de ellas pertenece al neutro (no registrado en los dicciona­
rios) y al bajo, y dentro de éste al familiar o coloquial. Algunos
ejemplos son Ya lo creo (‘expr. fam. Es evidente, no cabe duda',
DRAE); Apaga y vámonos, Oexpr. ílg. y fam, que se emplea al cono­
cer que una cosa toca a su termino» o al oír o ver algo muy absurdo,
disparatado o escandaloso5, DRAE); y Con perdón ( ‘Fórmula, que va
quedando relegada al uso popular, con que alguien se disculpa cuan­
do se ve obligado a causar una molestia a otra persona o a decir una
palabra inconveniente", DUE). Dentro del estilo bajo se dan también
fórmulas argótieas o vulgares: \Tu madre f, fórmula que sirve para in­
sultar a la otra persona o para expresar enojo hacia ella, es «vulgar»
según Steel (1985: 32); La madre que te (le, la, etc.) parió es otra
fórmula con connotaciones vulgares, de carácter imprecatorio, que
viene etiquetada como «rest.» en el DFEM; es decir, esta fórmula se
aplica en situaciones donde se desea romper con las barreras y con­
venciones sociales.
Al estilo elevado corresponden también fórmulas restringidas al
uso formal. Por ejemplo, Á sus pies se reserva a fórmulas ceremonio-
7
10 Compárense» por ejemplo, otras expresiones similares» posibles en cuanto al
sistema de la lengua, pero que no son probables por no estar institucionalizadas en

que se abrochen los cinturones», «Sería conveniente que lucieran uso de los cinturo­
nes», «Hagan el favor de abrocharse el cinturón», «Les pedimos que liagnn uso del
cinturón de seguridad», etc.
sas de cortesía, donde el emisor es un hombre y se dirige o se refiere
a una mujer. La fórmula de réplica usada por la mujer en esta situa­
ción es Beso a usted la mano. Ambas fórmulas están muy restringi­
das en su uso hoy en día (DUi;). Es justicia [que pido/se pide/espero
alcanzar] en (localidad) a (fecha) es la fórmula convencional de des­
pedida de los escritos y recursos interpuestos ante los órganos juris­
diccionales españoles.
Algunas fórmulas anticuadas u obsoletas catalogables en este
grupo son: Dios guarde a VdJV.E./VJ, mencionada más arriba;
¡Cuerpo de tal! (‘Exclamación antigua, que supone enojo o amena-
za', en Clarasó, 1978 [1970]: 1003); ¡Si tal! ('casi desusada; se em­
plea especialmente para reafirmar algo negado por otro’, DUE); ¡Vive
Dios!, ¡Voto a Dios! ('Exclamaciones desusadas de enfado o cólera \
DUE); y la fórmula de despedida de las cartas comerciales o ceremo­
niosas Me ofrezco a usted de atento y seguro servidor que estrecha
su mano, sustituida modernamente por Le saluda [a Vd.] muy aten-
lamente más firma {Beinhauer, 1985 [1978]; 139).
A este respecto, vale la pena señalar el caso de una fórmula ruti­
naria muy restringida tanto en cuanto al registro, como a su posición
dentro de un texto: Su seguro(a) servidor(a) que besa su mano (y sus
versiones acortada y abreviada: Beso su mano y S. s. s. que ¿. ,v. m.y
Según consta en el DUE, se trata de una fórmula de cortesía «usada en
las despedidas de cartas de mucha ceremonia dirigidas a hombres [„.]
Se usa cada vez menos».
En nuestros materiales no hemos encontrado fórmulas con conno­
taciones poéticas o retóricas, ni prestamos procedentes de otras len­
g u a s11.

11 No obstante, las fórmulas se copian, mediante calco, de unas culturas a otras


{vid. Fcrguson, 1976; y Kuipcr y Tan Gck Lin, 1989). En español también se puedo
observar este fenómeno: así, he ruego acepte la expresión de mis sentimientos más
distinguidos (dcl francés Veuitic2 agréer, MsJMme., Vexpression de mes senthnents
les plus distingues) es un galicismo que se encuentra a veces como despedida en las
cartas con cfccto expresivo (M. Alvar Ezqucrra, comunicación personal).
Rn cuanto a las «connotaciones geográñco-sociales», se dan dife­
rencias diatópicas entre las fórmulas: ¿Cómo no? es una fórmula de
asentimiento del español de América cuyo uso se está extendiendo a
la Península Ibérica (Beinhauer, 1985 [1978]; 204), y Ni qué pan ca­
liente es una fórmula de recusación restringida diatópicamente a los
países de la América Central, a Colombia, Ecuador y Puerto Rico (cf.
CSO), Por otro lado» las fórmulas rutinarias no presentan tantas «con­
notaciones histórico-cultuiales» como las locuciones o las paremias,
pero se puede decir que todas ellas reflejan, en mayor o menor grado,
la cultura que lia determinado su aparición. Valga como ilustración la
fórmula para desear buena suerte y animar a alguien ¡Suerte y al to­
ro!, la cual procede de la jerga taurina y refleja la importancia del
mundo del toreo en la cultura española.
Las «connotaciones expresivas» son muy frecuentes en las unida­
des que nos ocupan. No debe olvidarse que un nutrido grupo de ellas
lo constituyen las fórmulas expresivas o psico-ostensivas medíanle
las cuales el hablante expresa sus sentimientos y emociones de forma
convencional. Abundan las connotaciones irónicas y humorísticas,
del tipo Dios nos coja confesados ('Expresión, generalmente jocosa,
con que se manifiesta miedo por las consecuencias de un acto que se
juzga disparatado o por algo fastidioso o pesado que se ve sobreve­
nir1, DUE) y Pies, ¿para qué os quiero? ('Expresión humorística que
se emplea para significar que alguien o el mismo que habla huye, ha
huido o está dispuesto a huir velozmente de un sitio", DUE).
Especialmente numerosas son aquellas fórmulas que presentan
connotaciones despectivas, descorteses u ofensivas, como veremos
más adelante. Entre ellas figuran Vete a tomar por el culo ( ‘(rest.)
[...] indica rechazo violento de alguien/algo1, OFEM), ¡Me cago en tu
madre/padre! (catalogada «grosera» en Steel, 1985: 51 y ss.) y simi­
lares: Me cago en Dios, Me cago en tus muertos, Me cago en los
muertos de Mahorna, etc., que son fórmulas para expresar enojo o in­
sultar.
En el caso de las «connotaciones apreciativas», éstas no suelen
venir recogidas en ios diccionarios consultados, aunque se dan en
cieñas fórmulas, como algunas de asentimiento y aprobación del tipo
¡Así se habla! o ¡Eso es!, mediante las cuales el emisor manifiesta
estar de acuerdo con algo dicho por su interlocutor, congratulándose
por ello. Las «connotaciones eufemisticas», por su parte, resultan
particidarmente difíciles de distinguir de otros aspectos semánticos
de estas unidades. Aquí se incluirían los ejemplos de eufemismos
vistos anteriormente, junto con otros del tipo ¡Qué mal café!, fórmula
que comenta y reprueba el mal humor o el mal carácter de alguien,
que resulta menos grosera que otra similar como ¡Qué mala leche!
(cf. Steel, 1985: 53).

5.5. TAXONOMIA

Atendiendo a la situación de uso de las fórmulas rutinarias, Coul-


mas (1985) y Roos (1985) han distinguido entre fórmulas discursivas,
fórmulas sociales y fórmulas expresivas. Frente a este criterio funcio­
nal, otros autores como Gláser (1986b) y Steel (1985) se han servido
más bien de criterios semánticos para la elaboración de los distintos
subtipos.
La tipología que ofrecemos a continuación pretende compaginar
ambas posturas. Así, distinguiremos on primer lugar entre fórmulas
discursivas (funciones organizadoras del discurso) y fórmulas psico-
modales (funciones expresivas y «protocolarias»). Bajo el rótulo de
fórmulas psico-sociales trataremos conjuntamente las fórmulas psico-
ostensivas y las de cortesía vistas anteriormente. La razón de que no
hagamos distinción entre ambas se debe a la dificultad de hacer una
separación tajante entre unas fórmulas y otras. De hecho, una misma
unidad puede pertenecer a una u otra categoría simultáneamente. Con
objeto de establecer distintos subtipos de fórmulas» recurriremos a
criterios pragmáticos y semánticos.
5.5.1. Fórmulas discursivas

Uno de los tipos de fórmula rutinaria que distingue Coulmas


(1985) son las fórmulas de dirección del discurso, que dependen de la
situación discursiva, dentro de la cual cumplen funciones organizado­
ras y mantienen la fluidez de los intercambios, al tiempo que pueden
mostrar la actitud del emisor hacia lo que se dice.

5.5,1.1. Fórmulas de apertura y cierre


Como ya liemos indicado más arriba, una parte importante de las
fórmulas rutinarias operan en los límites de la interacción, en calidad
de secuencias de apertura y cierre, o de transición, habiéndose espe­
cializado pragmáticamente en virtud de ello. Es decir, su función pri­
mordial consiste en facilitar el transcurso ordenado y reglado de los
intercambios conversacionales.
La mayoría de las culturas señala el comienzo de un encuentro
mediante algún tipo de enunciado fático, generalmente formulaico
(por ejemplo, un saludo), que puede ir seguido de intercambios que
establecen o confirman las relaciones sociales (McCarthy y Cárter,
1994: 64). Por tanto, no debe extrañar que entre estas secuencias se
encuentren «fórmulas de apertura» del tipo ¿Cómo estás?, ¿Qué hay?,
y ¿Qué tal?, las cuales constituyen saludos y fórmulas de informa­
ción, como veremos más adelante.
Qué hay abuela, dijo Pedro titubeando, ¿te encuentras mejor?, a
lo que replicó la abuela que se encontraba la mar de bien. (AODG,
291)

Otros tipos de actividades necesitan también rutinas que marquen


el comienzo de alguna forma. Así, las interacciones conversacionales
que tienen lugar en los locales comerciales suelen abrirse, en forma
de pares de adyacencia12, con un ofrecimiento de servicio, como, por
ejemplo, ¿Desea alguna cosa?, ¿Puedo ayudarle?, en el ámbito co­
mercial; o fórmulas como ¿Qué va a tomar?, ¿Qué va a ser?y en el
ámbito de la hostelería (restaurantes, cafeterías, etc.), que ya llevan
implícita la aceptación de tal servido:
¿Va a ser?
— Solo. Orliz trajina un poco con la cafetera, prepara la sacarina,
el vaso, el plato y la cucharilla, y sale del mostrador. (LC, 131)

En este caso, se acepta el ofrecimiento de la fónnula de apertura,


por lo que cabe suponer que se conforma el patrón típico de este gé­
nero: ofrecimiento de servicio aceptación del servicio => transac­
ción => saludo (de despedida). Otras veces sigue el rechazo del emi­
sor o posible comprador:
— ¿Desea alguna cosa?
— No gracias, sólo estaba mirando.

Tales secuencias de apertura sirven para señalar y establecer entre


los participantes el tipo de actividad que está a punto de tener lugar.
Otras fórmulas de apertura tan sólo tienen como objetivo captar la
atención de los interlocutores, como en el caso de A ver, que, a su
vez, puede indicar simplemente curiosidad por parte del emisor (cf.
DFEM) y, en ocasiones, se usa de forma similar a la fórmula Vamos a
ver, que marca el inicio de la observación o realización de alguna co­
sa ( ü d l e ).
— Vamos a cnfalopamos, ¿no? Venga, coño, que hay que meter
marcha a esta ciudad. A ver. ¿Rn qué coche vamos? Roberto, coño,
anima esa cara, que vamos a meter un poco de polvo por esas napias.
Venga, ¿en qué coche vamos?, ¿en que coche vamos? (HDK, 103).

i? Los paies de adyacencia consisten en una secuencia formada por dos enuncia­
dos adyacentes pero emitidos por hablantes distintos, que mantienen una relación pe­
culiar y complementaria: por ejemplo, pregunta-respuesta; saludo-saludo, etc. (Schc-
g lo ffy Sacks, 1973: 295 y sigs ).
Las «fórmulas de cierre» y «fórmulas preparatorias» n cumplen la
delicada misión de terminar una conversación de forma satisfactoria
para los participantes cuando éstos lo consideren oportuno, sin ofen­
der a ninguno de ellos ni lesionar sus intereses (McCarthy y Cárter,
1994: 65). Se trata de anular el mecanismo por el cual un punto de
transición relevante da lugar a un nuevo turno, es decir, el problema
consiste en organizar la terminación de la conversación de manera
que el silencio final no se interprete como una invitación a seguir
hablando (Schegloff y Sacks, 1973: 294-295).
Una posible solución pasa por el empleo de un «intercambio
terminal» (terminal exchange), que consta de algunas partes conven­
cionales, como, por ejemplo, un intercambio de secuencias de des­
pedida (Hasta la vista, Hasta luego), mediante las cuales los partici­
pantes se ponen de acuerdo para terminar su conversación.
Aunque la mayoría de las fórmulas de cierre sean, a su vez, fór­
mulas de despedida, no todas lo son necesariamente. Algunos ejem­
plos más son Que te mejores. Cuídate muchol4, Gracias por todo, Ha
sido un placer, Y en paz (‘ Expresión conclusiva que denota que algo
so da por terminado7, LDPL):
Jesús, qué cosa más tonta. Terminad de una ve?. Que se largue y
en paz. Yo ya he cumplido. (Inicia la salida.) (PR, 34)

5.5.1.2. Fórmulas de transición

Junto con ías fórmulas anteriores, tas «fórmulas de transición»


desempeñan un papel muy importante en la estructuración de los in­
tercambios conversacionales, regulando la interacción, organizando y
precisando lo que se dice, resaltando alguna parle, enlazando unos

13 Las fórmulas preparatorias inician una sección de cierre, al tiempo que ofrecen
la oportunidad tyíos interlocutores de seguir hablando sobre el mismo Lema u otro dis­
tinto, siempre que ello sea considerado apropiado para la conversación en cuestión
(Schegloff y Sacks, 1993: 303 y sigs.).
11 Posiblemente se trata de un calco de la fórmula de despedida inglesa Takc (ft¡tx
oj) ccu e.
tópicos con oíros, y permitiendo a los interlocutores tom ar la palabra,
mantener d turno u orientar el cambio de éste. Algunos ejemplos son
A eso voy/iba (‘expresión con la que la persona que habla indica su
intención de tratar lo que la otra persona le presenta como olvidado’,
GDLE); Para que te enteres {‘En un contexto admonitorio: para que lo
sepas, loma buena nota, tenlo en cuenta’, LDPL); No sé qué te diga
('expresión de vacilación cuando se tiene que emitir una opinión7»
<iüuí); Vamos a ver ('fórmula para iniciar la observación o la reali­
zación do a Ig o \ GDLE); Oído al parche ( ‘COL expresión que se utiliza
para pedir atención a lo que se va a decir’, GDLF); Es más ('expresión
que añade otra razón de peso a lo dicho anteriorm ente\ GDLE); Qué
digo {l(í‘) Expresión enfática de aclaración o precisión; se antepone a
Ja repelición do una palabra imprecisa o falta de claridad que se co-
rrij.’e o aclara después', DFEM); y ¿Qué te digo yo ? t fórmula de ¡signi­
ficado parecido al de la anterior, que introduce una ejemplificación:
( llaro. Ten en cuenta que si tienes, qué te digo yo, a lo m ejor diez
kilos en varas de hachís cortado en ramas, da sólo doscientos gramos
¡> así de doble cero. (B A M , 121)

lisie lipo de fórmulas se han estudiado como paite de los deno­


minados gambits (Keller, 1979, 1981; Keller y Warner, 1988), que
han s i d o traducidos por gambitos en español (cf. Gallardo Pauls,
1991), Se trata de unidades que introducen cambios de nivel en la
conversación o preparan a los interlocutores para el turno siguiente*
No lodos los gambitos constituyen fórmulas rutinarias porque: (a)
algunos constan de una sola palabra; (b) muchos de ellos admiten un
alto grado do variación, permitiendo modificaciones c inserciones; y
(c) algunas locuciones constituyen gambitos.
1,os gambitos desempeñan cuatro funciones básicas:
1) Inlroducen la información semántica, indicando de qué fo
ha de entenderse lo que sigue. Aquí entran tanto fórmulas rutinarias
como locuciones. Por ejemplo, Dicho sea de paso advierte que se va
a hacer un a observación secundaria aprovechando la ocasión (DFEM );
Y que no enfatiza l a a u t e n t i c i d a d d e l o q u e s e d i c e a c o n t i n u a c i ó n
(GDLE); ¿Sabes lo que te digo? s i r v e p a r a i n t r o d u c i r i n f o r m a c i ó n q u e ,
d e a l g u n a m a n e r a , p u e d e s o r p r e n d e r a l r e c e p t o r ; Vamos, digo yo y
Para mí [que...] i n d i c a n q u e s e i n t r o d u c e u n a o p i n i ó n s u b j e t i v a
(PFJiM):
— ¡Huy, hija! ¡Y qué retortijones! ¡Tenia el vientre como la caja
de los truenos! Para mí que cené demasiado. Ya dice la gente, de
grandes cenas están las sepulturas llenas. (LC, 277)

Locuciones que funcionan en calidad de gambitos son, entre


otras, de mí para li, que suele acompañar la comunicación de un se­
creto (DFEM); por mi, en forma suspensiva o seguido de una oración,
indica que lo que sigue deja indiferente al emisor (DIJE); y en resumi­
das cuentas9 o sea, es decir, que indican que lo que sigue es un resu­
men o explicación de lo mencionado anteriormente.
2) Señalan las relaciones sociales entre los hablantes, como pue­
de ser el deseo de abandonar el grupo conversacional: por ejemplo,
Ha sido un placer hablar con usted; conseguir que otro interlocutor
tome el turno: ¿O no?, que insta al interlocutor a que diga si tiene
una opinión contraria a lo dicho por el emisor, mientras que ¿Te ha
comido la lengua el gato? invita a hablar a un interlocutor que guarda
silencio; y, por último, dar por finalizado un tema, una discusión, una
narración o una actividad: Y aquí paz y después gloria, Y fuera, Y
listo, Y en p a z, A otra cosa, mariposa L\ En este respecto se corres­
ponden con las fórmulas de cierre (y preparatorias) y con las fórmu­
las de transición.
Y tras visitar distintos lugares se fueron como llegaron, cada uno
por su lado, él a su hotel y ella al suyo. Y a otra cosa mariposa.
(IIED, 12/1/92,20)

15 La forma canónica de esta fómiula es A otra rosa, mariposa, según consta cu


el edr, que ofrece la siguiente definición: «se utiliza metommieamente como subra­
yado de toda acción que implique término o liquidación definitiva, si bien, por corrup­
tela, ha dado en sustituirse cl/Sustantivo rosa por cosa».
3) Señalan la actitud de los interlocutores ante la información y la
expresión de sentimientos» como en el caso de las fórmulas psico-
socíaies. Vaya p o r Dios o Toma ya indican asombro y sorpresa;
mientras que las fórmulas Para que lo sepa/sepas y Para que te/se
enteres/entere refuerzan una afirmación, una advertencia o una crítica
destinada al interlocutor (DFEM),
Pues no te las voy a dar, para que te enteres. No las tengo, pero si
las tuviera tampoco te las daría* Y ya te puedes ir metiendo a Alberto
por donde te quepa. (BAM, 183)

4) Y, por último, controlan la comunicación, asegurando que el


hablante esté preparado para la transmisión de información — por
ejemplo, ¿Me sigiles?, ¿Me oyes? y otras más agresivas como ¿Te
enteras? y ¿Me has entendido?— ; o se emplean de forma imprecisa,
dando por supuesto que los interlocutores comparten la misma infor­
mación, o, simplemente, como material de relleno mientras se busca
la expresión adecuada, como Ya sabes y [Tú] ya me entiendes, al
igual que parte de las fórmulas de transición.
Yo 1c hubiera hecho el boca a boca, pero si te digo mi verdad no
lo he visto más que una vez en el NO-DO y no me atreví, porque son
de esas cosas, ya sabes, que ni prestas atención, como quien ve a los
bomberos, a mí plin, (CHCM, 16)

5.5.2, F ó r m u l a s p s ic o -s o c ia l iís

Las fórmulas pertenecientes a este tipo desempeñan funciones


facilitadoras del desarrollo normal de la interacción social, o bien
funciones de expresión del estado mental y los sentimientos del emi­
sor. Estas U F S se han subdividido generalmente mediante criterios de
tipo semántico. Conviene tener en cuenta que la carga semántica de
estas unidades está en función de su uso, lo cual determina su espe-
ciali/ación pragmática. Si analizamos los distintos tipos de fórmulas
que presenta Gláser (1986b), observaremos que los pretendidos cri­
terios semánticos se reducen, en realidad, a criterios pragmáticos,
pues las denominaciones propuestas se corresponden en gran medida
con las diferencias de fuerza ilocucionaria detectables en tales unida­
des.
Por esta razón, y aunque dedicamos el siguiente capítulo a las ca­
racterísticas pragmáticas de las UFS, hemos ordenado los distintos t i ­
pos propuestos según la carga ilocucionaria y ios tipos de actos de
habla que realizan las unidades en cuestión.

5.5,2. i. Fórmulas expresivas

Las fórmulas expresivas, como su nombre indica, constituyen


primordialmente actos de habla expresivos. E! emisor emplea estas
unidades para expresar su actitud y sus sentimientos. Faerch el al.
(1984) incorporan estos actos de habla a los actos actitudínales, den­
tro de los cuales distinguen cuatro subgrupos, según se proyecten
hacia el pasado o el futuro, y según recaiga la responsabilidad en el
emisor o en el receptor.
Al primer subgrupo dentro de estos actos de habla actitudínales
- caracterizado por la proyección hacia el pasado y la responsabilidad
del emisor, es decir, que implican al emisor en un hecho del pasa­
do— pertenecen las «fórmulas de disculpa», cuya fuerza ilocuciona­
ria representada por un verbo performativo equivalente16 es ‘dis­
culparse1. Con perdón es una fórmula frecuente para disculparse por
haber dicho algo ofensivo o inconveniente, pero que en ese momento
es preciso nombrar (LDPL):
El egoísm o de unos cuantos lo fue cam biando todo. De convento,
a casa de putas, con perdón; de m uchas putas;, con perdón, a una sola
para evitar problemas; de bienes de la fundación, a fincas personales.
(PR, 24)

1(3 Recuérdese que, según Austin (1962), un acto ilocucionario debe poder ser tra­
ducible a un verbo performativo (cf. Aícaraz Varó, 1990a: 150).
Otras fórmulas do este tipo constituyen, más bien, « p seu d o
disculpas», porque su función principal consiste en atraer la atención,
e iniciar o terminar un intercambio conversacional, del tipo Perdone
que le moleste/interrumpa. La fórmula Lo siento [mucho] tiene la
doble función de disculpa y solidaridad ante algo negativo acaecido
al receptor, Wardhaugh (1989 [1985]: 124) explica la existencia de
este tipo de fórmulas porque, según la autora, en un intercambio con­
versacional de esta clase, en el que el emisor interrumpe a su interlo­
cutor con objeto de preguntarle, informarle o pedirle algo, el hecho
de hablar equivale a invadir el espacio vital de la otra persona y a
romper el silencio que le rodea. De allí que el emisor deba pedir dis­
culpas por su intromisión.
Al segundo subgrupo de actos de habla expresivos o actitudinales
corresponden fórmulas caracterizadas por implicar al receptor en un
hecho deJ pasado mas o menos reciente. Entre ellas están las «fórmu­
las de consentimiento», cuya fuerza ílocucíonaria traducida a un ver­
bo performativo es 'estar de acuerdo* y 'aprobar’>entre otros.
Las fórmulas de este tipo en español sirven fundamentalmente pa­
ra indicar el acuerdo del emisor con lo dicho anteriormente por su
interlocutor, como A ver 0 (m f ) Expresión enfática de asentimiento1,
acepción 3, D F E M ) ; Y tanto (‘Exclamación de asentimiento a lo que
dice o pregunta otro’, L D P I , ) ; Ya lo creo {'Exclamación muy frecuen­
te con que se asiente enérgicamente a algo*, D U E ) ; ¡Éso digo yo!
(‘(in f) Expresión, generalmente irónica, con que se refuerza una
afirmación del interlocutor5, D F E M ) ; ¡Dí/diga que sil (‘Expresión en­
fática con la que se aprueba lo dicho o hecho por alguien', d k e m ); lSY,
seriar {'Exclamación con que se afirma enérgicamente, por ejemplo
en una discusión’, D IJE ); Y que ¡o diga(s) (‘(inf.) Expresión enfática
de asentimiento’, D F E M ):
- -No me cxtmña, la diarrea es algo que rinde.
— ¡Y que lo diga! Yo ya lo tengo pensado: si de aquí a mañan
no me pongo mejor, aviso a que venga el médico. (LC, 162)
En otros casos, el asentimiento se refiere a algo que alguno de los
interlocutores (generalmente el emisor) aprecia por sí mismo, como
Ya lo veo (indicación para señalar que se está de acuerdo’, GDLE),
I Si lo sabré yo (él, etc.)! (‘se expresa que la persona a que se refiere
el verbo sabe muy bien la cosa de que se trata’, DUE) y ¡Dímelo/
dígamelo a mi! (y sus variantes A mí me lo vas/va a decirt Me lo
vas/va a decir a mí), fórmula que, además, expresa de forma enfática
que el emisor conoce mejor que el interlocutor un asunto o problema
mencionado por este último (DFEM), Fórmulas del tipo ¡Claro que
si!, ¡Claro está! y ¡Pues claro! (‘Exclamaciones de afirmación o
asentimiento, DUE); Desde luego ( ‘Sin duda alguna, se da por supues­
to’, LDPL); Con mucho gusto (‘expresión frecuente de asentimiento
cortés o de complacencia’, DUE); Con/de mil amores ( ‘expr. fam. Con
mucho gusto, de muy buena voluntad', DRAE) suponen una respuesta
positiva a una pregunta o proposición. ¡Está bien/, por su parte, im­
plica cierta desgana a la hora de acceder a una petición (GDLE).
¡A la orden!, f ó r m u la q u e h e m o s tratado m á s arriba, im p lic a la
a c e p t a c ió n d e u n a d e te r m in a d a jera rq u ía ; Lo que usted diga r e fle ja
s u m i s ió n a n te u n su p erio r; y Lo que usted mande t ie n e u n s ig n i f i c a d o
sim ila r , a u n q u e su e m p le o e s a lg o d is tin to , y a q u e s u e le u sa r se d e
fo r m a j o c o s a (GDLE),

M o n c h o . — Después de un par de siglos sin insubordinación, a


nadie se Ic ocurre hacer nada que merezca la pena denunciarse, ¿no,
Arévalo?
A r é v a l o . — Yo, como alcalde...^ lo que usted diga, Don Moncho.
(PR, 17)

En el polo opuesto se hallan las «fórmulas de recusación», cuya


fuerza ilocucionaria es 'negar', ‘rechazar’. Este tipo de fórmulas abun­
da en español. En general, expresan desacuerdo con lo dicho por el
interlocutor, aunque con diversos matices. Por ejemplo, las siguientes
fórmulas niegan de forma enfática: De ninguna manera ('A bsolu­
tamente no*, LDPL); No f ie ] creas ( ‘(in Q Expresión enfática de in­
credulidad, recha/.o o negación’, acepción 2, DFEM); De ningún modo
('D e ninguna manera. Negación categórica’, DIJE); ¡Que no! ('nega­
ción enfática’, GDLE); Qué va (‘(inf.) Negación enfática’, DFEM);
¡Nada de ¡Nada de eso! (‘negaciones enérgicas de lo expresado o
Jo dicho y hecho por el interlocutor’, GDLE); D e eso, nada [monada]
(‘(inf,) Negación enfática’, DFLM); y Ni hablar [del peluquín] (‘se
usa para negar o rehusar", FEESC).
¡Ah, no, de eso ni hablar! Una cosa es una cosa y otra es otra.
A mí no me metas en eslo. ¡Encima de que venís a robarme, casi
me matáis y el estanco medio chamuscado! ¡Vamos, anda! (LLDV,
153)

Otras fórmulas como Naranjas de la China, [No] fallaba/faltaría


más ('(inf.) Expresión enfática para rechazar categóricamente una
pretcnsión inadmisible’, ‘Fórmula con que se declina cortésmentc un
favor o atención’, acepciones 1 y 2, DFEM), y ¡Vamos, anda! ( (COL
(con valor enfático), expresión con que se rechaza o desecha algo que
se considera inaceptable o no creíble’, GDLE) sirven para rehusar, con
diversa intensidad y connotaciones estilísticas, una determinada pro­
posición o petición. Algunos ejemplos más son ¡Qué bien!, fórmula
que, además de poder indicar complacencia, expresa, de forma iróni­
ca, la disconformidad del emisor (GDLE), al igual que ¡Eso s i que es-
íá/eslaría bueno (‘Expresión irónica con que se comenta algo que se
considera intolerable o falto de razón', DIJE). Otras fórmulas que ex­
presan un rechazo tajante son ¡Estaría bueno!, ¡Estaríamos buenos!
('Expresión con que se anuncia la decisión de no tolerar cierta cosa',
DHL); ¡Sobre mi cadáver! y fórmula similar a las dos anteriores, que
expresa el rechazo categórico del emisor al tener noticia de un plan o
acontecimiento que le afecta de algún modo; Y un jamón feon cho­
rreras] (‘Locución que denota rechazo, y que se emplea como nega­
tiva tajante a algo que se considera excesivo’, LDPL); ¡Qué... ni qué
huevos/pollas/puñetas! (‘(rest.) Expresión enfática de incredulidad
> rechazo violento', DFEM) y ¡Qué... ni qué narices/niño muer-
í o [1iocho cuartos! ( ‘ (in f.) E x p r e s ió n e n f á t ic a d e in c r e d u lid a d o re­
c h a z o v i o l e n t o \ DFEM);

¡Qué timidez ni qué ocho cuartos!, pues buenos sois los hombres»
en la primera ocasión, zas, si te he visto 110 me acuerdo» la mujer y los
hijos un cero a la izquierda. (CfICM, 149)

Cuéntaselo a tu abuela/padre/madre (‘expresión informal o vul­


gar de incredulidad’, DUE), A otro perro con ese hueso ('Réplica que
se da a quien propone algo difícilmente aceptable o engañoso’, LDPL),
y Sí, pero menos (/Expresión jocosa, de introducción reciente, con
que se hacer ver a otro que exagera, o se muestra incredulidad5, DUE.)
indican incredulidad ante algo que se rechaza por ello (cf. ¡Vamos,
anda!)', mientras que Tararí que te vi puede indicar recha/o, incredu­
lidad y desconfianzats:
Pero cuando Felipe González le insinuó que tragara el amargo ja­
rabe de la dimisión, Barrionuevo dijo que tararí que te vi. (ABC,
24/11/95, 19)

Las fórmulas/5we/io está lo bueno! ('Exclamación de protesta o


impaciencia por cierto abuso o por la excesiva insistencia en algo que
se viene tolerando’, D U E ) y ¡Qué disparate! ('Exclamación de desa­
probación, de protesta o de disgusto1, D U E ) indican, además de recha­
zo, protesta, disgusto o impaciencia. ¡Hasta ahí podríamos llegar!
('Exclamación de protesta o indignación por un presunto abuso1,
D U E ) conlleva indignación por parte del emisor al rechazar algo que
considera inadmisible; y ¿[A] dónde vas/va usted a parar? ("Excla­
mación que indica reprobación ante alguna opinión errónea’, D F E M )
desaprueba algún hecho, afirmación o situación que el emisor consi­
dera erróneo o abusivo. Mira quién habla/fue a hablar 0(inf.) Ex­

17 ¡Qué... ni qué niño muerto! ( ‘ Expresión despectiva con que se responde a 1111:1
demanda ajena’ , i.dpl).
ls Cf. ¡tararira! (‘ Interjección con que se denola incredulidad o desconfianza',
DAI.R).
p r e s ió n u t iliz a d a c o m o r e p r o c h e c o n tr a a lg u ie n q u e c r itic a a. o tro p o r
u n d e f e c t o q u e é l m i s m o t i e n e ’, DYEM) y ¿[Y ] tú (él, ellos, e t c .) qué
sabes (sabe, saben, e t c .)? ( 'e x p r e s i ó n c o n q u e s e h a c e u n r e p r o c h e a
a lg u ie n q u e afirm a o m a n if ie s t a u n a c o s a s in f u n d a m e n t o ’, DOLE) p o ­
n e n en te la d e j u i c i o la a u torid ad d el in te r lo c u to r p a r a h a c e r u n a d e ­
term in a d a a fir m a c ió n :

— Pues menuda le perdiste, tronco. Kspera que ahora te cuento.


¿Que quieren por allí los jóvenes?
— Tampoco te perdiste tanto. Fueron (res tíos que entraron aquí a
armar bronca...
— Eran tres crios.
— Y lú que sabes, Pedro, .sí no estabas.
— Pero me lo has contado, (HDK, 102)

Para in d ic a r q u e n o s e sa b e la r e s p u e sta a u n a p r e g u n ta s e usan


fó r m u la s c o m oNi idea, ¡Yo qué sé!, Vaya usted a saber ( y su v a r ia n ­
te Vete [tú] a saber), q u e p u e d e n in d ic a r , a d e m á s , cierta c o n tr a r ie d a d
p o r n o p o d e r a v e r ig u a r a lg o (DFKM ), ¡Qué se yo! ( ‘s e u tiliz a p ara
m o str a r ig n o r a n c ia o p e r p le jid a d a n te a l g o q u e se le p r e g u n t a 1,
GDLtt), y ¡Cualquiera/quién sabe!, u n a fó r m u la m u y p o l i s é m l c a , q u e
p u e d e e x p r e sa r d u d a , te m o r , e s p e r a n z a , in tr a n q u ilid a d , ig n o r a n c ia o
in c r e d u lid a d (GDLE).
D e n t r o d e e s t e s e g u n d o s u b g r u p o se e n c u a d r a n la s « f ó r m u la s d e
a g r a d e c im ie n t o » , c u y a fu e r z a ílo c u c ío n a r ia e s ‘a g r a d e c e r 7, ‘d a r la s
Muchas gracias, [Es usted/Eres] muy
g r a c i a s 1. A l g u n o s e j e m p lo s s o n
amable. y Muy agradecido, y la s i n v o c a c i o n e s a la d e id a d , [Que] Dios
te (le, e tc .) bendiga ( 'E x p r e s ió n m u y fre cu en te d e a g r a d e c im ie n t o
h u m ild e o d e b e n d ic ió n ', DUE), [Que] Dios te (se, e tc .) lo pague
( 'E x p r e s i ó n d e a g r a d e c im ie n t o h u m ild e ', d u e ) y su v a ria n te j o c o s a
[Que] Dios te (se, e t c .) lo pague en hijos.
E s t r e c h a m e n t e u n id a s a é s ta s está n las « f ó r m u la s d e r é p lic a » , q u e ,
g e n e r a lm e n t e en fo r m a d e p a re s d e a d y a c e n c ia , s ir v e n p a ra c o n te s ta r
c u a n d o a u n o se le dan la s g r a c ia s o s e l e p id e n d is c u lp a s . F ó r m u la s
d e e s t e tip o so n De nada ( 'F ó r m u la d e c o r t e s ía c o n q u e s e r e s p o n d e a
alguien que manifiesta agradecimiento’, LDPL) y No faltaba/fallan a
más (‘(inf-) Fórmula con que se contesta a la manifestación de agra­
decimiento por una atención prestada \ DFEM).
—-Adiós, siga usted bien. Hasta mañana y que Dios le de mucha
suene, le esloy a usted muy agradecido.
— D e nada, hombre, de nada. El caso es que sepas trabajar, {IX,
246)

Las fórmulas Ha sido un placer, Es un placer, No las merece y


No hay de qué sirven para indicar que el emisor considera innecesario
que le hayan dado las gracias. En este sentido, resulta bastante ilus­
trativa la definición que ofrece el LDl'L para la última unidad mencio­
nada: «No hay razón alguna. Fórmula de cortesía con que se suele
responder a una fórmula de agradecimiento (= no se justifica eí agra­
decimiento)». A mandar expresa, además, la disposición del hablante
a volver a hacer algo por su interlocutor. En cuanto a las replicas a
disculpas, algunas como No faltaba más y No es/ha sido nada indi­
can que el emisor considera tales disculpas innecesarias.
Otro tipo de fórmulas dentro de este subgrupo lo constituyen las
«fórmulas para desear buena suerte», cuya fuerza ilocucionaria está
incluida en su propio título. Aquí se incluyen todo tipo de felicitacio­
nes y expresiones de buenos deseos hacia el interlocutor, así como
expresiones de solidaridad o sentimiento. Algunos ejemplos son Feliz
Navidad, Felices Pascuas, Feliz Año Nuevo, Feliz cumpleaños/
santo/aniversario, Muchas felicidades.
L1 viejo está en su cuarto quitándose la corbata: acaba de llegar
de la oficina. La gorda le da el regalo y se le lanza al cuello.
—]Feliz cumpleaños!
-Feliz cumpleaños—murmuro yo, (HDK, 46)

Aquí se encuadran todo tipo de fórmulas en las que el emisor


manifiesta sus buenos deseos para con su interlocutor o una tercera
persona, como Suerte y al toro, [Que lenga/tengasj buena suerte,
Dios te (se, etc.) la depare buena ( ‘Expresión informal e irónica do
bendición o de deseo dirigida a alguien que se ha metido en una em­
p r e s a o asunto d e l que no tiene probabilidades de salir bien’, DUE), y
la fórmula usual en los b rin d is^ tu (su, vuestra, etc.) salud:
Piíira; Se refería a lo bien guardada que esioy yo con vosotros.
(Sirve vino.) Toma. (A Bürnabé, mirándole a los ojos.) lome usted.
( B r i n d a n . ) A vuestra salud. Por lo listo de [sic] sois. (PR, 34)

O tras fó r m u la s m e d ía n t e la s c u a le s e l e m is o r tr a n sm ite s u s b u e ­
n o s d e s e o s para c o n e l r e c e p to r s o n Que aproveche y Buen provecho,
d ic h a s p or el e m is o r al r e c e p to r q u e e s tá c o m i e n d o o b ie n v a a e m p e ­
zar ;i h a c e r lo (la r e s p u e s ta s u e le se r ¿Quiere (usted)/quieres comer? y
¿(justa usted? o ¿Gustas?);
Que aproveche. Encima, siempre hay alguien que comete la
ordinariez disfrazada de cortesía de dccir eso. Nos desea que engor­
d e m o s , que nos cunda el gasto y se nos pegue al riñón y a la cintura.
(S. 26/1 2/9 1, 56)

l a fórmula Y usted que lo vea se refiere a una persona concreta*


deseándole que este viva, presencie o participe en el suceso halagüe­
ño que se anuncia (DUE); Que en p a z descanse hace referencia a un
dirimió. \ a) fórmula [Que] Dios te (le, etc.) oiga es empleada por el
emisor como réplica a los buenos deseos dcl interlocutor (‘Expresión
con que se manifiesta deseo de que se cumpla un buen deseo o augu­
rio de alguien1, DUH). Otras unidades como Que te diviertas^ Que te
mejores, < uidate mucho y Que descanses pueden funcional; como ya
liemos indicado, en calidad de fórmulas de cierre y fórmulas prepara­
torias.
También corresponden a este tipo las «fórmulas de solidaridad»,
medíanle las cuales los hablantes expresan su solidaridad y com­
prensión para con sus interlocutores. Entre ellas figuran ; Qué mala
sm rtr! y ¡Qué se le va a hacer! (y su variante ¡Qué le vamos a ha­
cer!), que indica resignación ante algo inevitable, ya afecte al emisor,
ni iulerjociiior, a ambos, o a una tercera persona.
El^na. Gracias, Chusa. Eres una tía.
C husa. Una madre es lo que soy. Lis mi cruz, qué le vamos a ha­
cer. Hala, vamos. (BAM, 126)
Pues lo siento, tío, Elena se viene conmigo. Nos vamos juntos, y
nos vamos. Y ya está. Qué se le va a hacer. La vida es así, no me la
he inventado yo. (BAM., 173)

Aquí tienen cabida las fórmulas de pésame, como Le (te) acom­


paño en el sentimiento, [Reciba usted] mi más sentido pésam e,
[Reciba usted] mi más sincera condolencia y Lo siento [mucho]-.
¿Se acaba de morir tu abuelo?... Sí. Anteayer por la noche. Hoy
le llevan al crematorio... Ah, pues lo siento. De veras, ¿lis el viejecito
que vi una vez contigo en Santa Bárbara?... Sít ese... Ay. Me impre­
siona pensar que hace unas semanas le vi yo con vida y que ahora
esté muerto. (HDK, 182)

En el polo opuesto se hallan las «fórmulas de ínsolidaridad», me­


díante las cuales los hablantes expresan, precisamente, lo contrario de
las anteriores: insoiidaridad, incomprensión, desprecio e indiferencia
hacia lo que les ocurre a los demás, lo que dieen o lo que hacen. En­
tre ellas figuran ¡A mí, plin! ("Expresión que es utilizada para mostrar
un tola) desdén y una completa indiferencia hacia cualquier situación
sugerida por otro a quien la pronuncia, demostrando así que la cosa
no va con él1, Doval, 1995: 12); ¿Y qué? ( ‘expresión con que se de­
nota que lo dicho o hecho por otro no importa o no interesa’, GDLE),
que suele implicar un cierto desafío; ¡Allá tú (él)! 0(¡nf.) Expresión
que indica indiferencia ante e l apuro de quien ha sido prevenido a
tiem po5, DrEivl); ¡Allá se (le, etc.) las arregle/componga! ('tendrás
que solucionar los problemas tú solo1, GDLE); ¡Allá se ias entien­
da/gobierne/haya con alguien/algo! ( ‘Exclamación con que se indica
indiferencia con respecto a lo que haga otra persona’, DFEM); ¡Allá
películas! (‘Allá cuidados. Dicho con que se manifiesta desinterés
por algo o se transfiere a otros la propia responsabilidad', l d p l ); y
Con su (tu) pan se (te) lo coma (comas) (‘Frase con que se expresa
in d ife r e n c ia p o r lo q u e le ocu rre a a lg u ie n , b u e n o o m a lo , o p o r lo
q u e le p u e d a ocu rrir c o m o c o n s e c u e n c ia d e s u c o n d u c t a ’, DUE):

I’ucn 110 señor, mejor los paletos y los muertos de hambre, ¡con tu
pan te lo comas, querido!, pero luego no te quejes si estás solo, que
quitas a Lsthcr, I'jicama y los dc la tertulia y para dc contar. (CI ICM,
134)

5,5.2.2, ¡‘an u id a s i 'omisivas

líl torcer subj'.rnpo de actos actitudínales (caracterizados por su


referencia al futuro y la responsabilidad del emisor, es decir, por
implicar al emisor n i un hecho futuro) se corresponde grosso modo a
los actos de habla romjsivos dc Searle (1986 [1979], 1987 [1969]),
por los que el emisor se compromete a hacer algo en el futuro para
alguien o a alguien, respectivamente.
Aqni se encuadran las «fórmulas para prometer y amenazar», cu­
ya liicr/a ilocucionaria viene expresada en su propia denominación.
Tara promotor ;dj>u cu español se usan fórmulas como Te/le doy mi
palabra, jJ'tdidmf dc honor! (‘Exclamación con que se asegura vigo­
rosamente alj'o que se afirma o promete. Se emplea también sin ex­
clamación, m u el verbo «dar», con posesivo o sin é l’, DUE), y Pala­
brita di ] Nina Jesús, que tiene, básicamente, el mismo significado
denolalivo de las dos anteriores, de las cuales se diferencia por estar
reslriii)’ida al lenguaje infantil, fuera del cual presenta connotaciones
hnmorisl ieas;

A Ini «le cuentas, Gil sólo se ha entrevistado «con algún árabe


qur li.ihia por allí», Cuando vaya de veras, como una tumba. Palabrita
del unto Jesús. Lojuro. (Ss 8/2/94, 3)

Mediante la fórmula Cruz y raya ('alusión al deseo de no querer


volver n halar con una persona o volver a tener que ver con cierto
asinilo\ IX iJ L), ol emisor se promete a sí mismo no volver a hacer
algo niim i más. Lleva asociado un gesto que consiste en cruzar los
dedo??.
P o r otro la d o , en tre ia s f ó r m u la s p ara a m e n a z a r fig u r a n ¡Ya te
acordarás!, ¡Te vas a acordar! ( ‘e x c l a m a c ió n q u e c o n t ie n e u n a a m e ­
n a za d e c a s t i g o ', GDLE); ¡Ya te arreglaré [yo]! { 'u s a d o c o m o a m e n a ­
z a 5, GDI/ti); ¡Ya te (le, os, e t c .) apañaré fyojl { ‘« Y a te a rreg la ré» . E x ­
p r e s ió n d e a m e n a z a d ir ig id a p a r tic u la r m e n te a c h i c o s 1, d u e ); Ya te
daré [yo a ti]; Ya me las pagarás {pagará, pagarán, e le .) ( 's i r v e para
a m e n a z a r 5, DUK); Te vas (se va, van, e tc .) a enterar ( ' P r e v e n c i ó n o
a m e n a z a d e q u e se v a a a m o n e s ta r o a d ar su m e r e c id o a a l g u i e n ’ ,
LDPL); así c o m o a lg u n a s l o c u c i o n e s q u e , fija d a s e n fu tu ro, c u m p le n la
m is m a fu n c ió n : Nos veremos las c a ra s 19 y Ya ajustaremos cuentas 2(l.
A v e c e s , e s ta s UFS s e u s a n d e b r o m a , c o m o m u e str a e l s ig u ie n t e
e je m p lo ;

P e t r a . — Si lo que quiere esa p écora es trabucarme. (Manoteando


en el aire, roza a A r l v a l o en las bajeras. Con picardía.) ¡Lo toque! y
el as de bastos 110 era. Ha sido Arevalillo.
A r í ív a i. o . — (Mientras se aleja d e ella.) Va ajustaremos cuentas,
descarada. (PR, 10)

5.5.2,3. Fórmulas directivas

E l cu a rto g r u p o d e a c to s d e h a b la a c titu d in a le s, c a r a c te r iz a d o s p o r
su p r o y e c c ió n h a c i a e l fu tu r o y la r e s p o n s a b ilid a d d e l r e ce p to r , s e c o ­
r r e sp o n d e c o n io s d e n o m in a d o s d ir e c t iv o s p o r S e a r le ( 1 9 8 6 [ 1 9 7 9 ] ,
1 9 8 7 [ 1 9 6 9 ] ) . T o d a s la s fó r m u la s e n c u a d r a b le s aq u í c o m p a r te n eL
9
o b j e tiv o d e q u e e l r e c e p to r h a g a a lg o . E s t e e s e l c a s o d e las « f ó r m u la s
de e x h o r ta c ió n » , c u y a fuerza ilo cu c io n a ria e s ‘p ersu ad ir1, 'ex h o r ta r 5. E 11
e s p a ñ o l s e u s a n a tal e f e c t o u n id a d e s fo r m a d a s p o r l o c u c i o n e s , q u e ,
s in e m b a r g o , s e h a lla n in s t itu c io n a liz a d a s e n e s ta fu n c ió n , c o m o [ir]
al grano. En ta le s c a s o s r e su lta d if íc il s a b e r a c ie n c ia c ie r ta sí s e trata
d e u n a l o c u c i ó n q u e d e s e m p e ñ a e s a fu n c ió n , o d e u n a f ó n n u la h o -

Verse tas caras; «Avistarse una persona con otra para manifestar vivamente
enojo o para reñir» (í.dpl).
2y Ajustarte fas cuentas a alguien: «(inf.) Reprender a alguien amcnn/ándolc»
(E)PR M ).
¡Al grano! E j e m p lo s d e e s te tip o d e u r son: ¿Te ha comido
m o m o r fa :
la lengua el gato?, f ó r m u la e m p le a d a p o r e l e m is o r para in sta r a su
in te r lo c u to r a q u e d ig a a lg u n a c o s a , tras e l p r o lo n g a d o s i l e n c i o d e
e s te ú ltim o ; ¿En qué quedamos? ( 'e x p r e s i ó n c o n q u e se in v ita a a l­
g u ie n a aclarar u n a c o n tr a d ic c ió n o a p o n e r té r m in o a una i n d e c i s i ó n ’,
GDLE); y Usted/tú dirá/dirás ( ‘( in f .) E x p r e s ió n c o n q u e s e in v ita a
h a b la r a q u ie n ha s o lic it a d o p e r m is o o a n u n c ia d o Ja in t e n c ió n d e h a ­
cerlo", DFEM):

P iítka.— N o se quede ahí, pase.


M a r i o . — U sted dirá, señora. (PR, 2 1 )

O tras fó r m u la s s ir v e n p a ra h a c e r q u e el r e c e p to r s e m a r c h e o d e je
Cómprate un desierto y lo barres y Cómprate
d e m o le s t a r al e m iso r :
un bosque y te pierdes, e n c la v e d e h u m o r , in sta n al d e s tin a ta r io a
d eja r d e in sis tir s o b r e un te m a o u n a p e t ic ió n q u e e l e m is o r c o n s id e r a
in a c e p ta b le o in v ia b le . O tr o s e j e m p lo s , t a m b ié n c o n c o n n o t a c io n e s
Largo de aquí ( 'R e c l a m a c i ó n d e r e c h a z o , c o n la q u e
c o lo q u i a l e s , s o n
se m a n d a a una p e r s o n a o a n im a l a q u e s e a l e j e ’, LDPL); Corta el ro­
llo, fó r m u la c o n la q u e el e m is o r p id e a su in te r lo c u to r q u e te r m in e
c o n una c o n v e r s a c ió n o u n a s u n to fa s tid io s o ; Quítate de mi vista,
fó r m u la q u e d e n o ta c ie r to e n f a d o y c o n la q u e le p id e q u e s e v a y a al
Quítate de en medio >c o n la q u e s e le p i d e q u e n o e sto r b e ; y
r e c e p to r ;
Déjame en p a z :
- A ver cuándo te cortas el p elo también. Estarías tan guapito
con el pelo corto,,. N o entiendo yo esas nuevas estéticas. Si estáis to­
dos m ucho m ejor con...
— Q ue m e dejes en paz, mamá, (H DK , 161)

E s tr e c h a m e n te r e la c io n a d a s c o n la s a n te r io r e s, está n las « f ó r m u ­
las d e in f o r m a c ió n » , c u y a fu e r z a ilo c u c io n a r ia e s 'p e d ir ', 'r e q u e r ir 1.
D e h e c h o , a lg u n a s d e e lla s , c o m o Usted/tú dirá/dirtis (ta m b ié n c o n s i ­
d era d a g a m b it o d en tr o d e la s fó r m u la s d e tr a n sic ió n ), s e p o d r ía n e n ­
cu a d ra r ig u a lm e n t e a q u í. L a s UFS d e e s t e tip o s o n u s a d a s p a ra p e d ir al
r e c e p to r q u e d íg a lo q u e t e n g a q u e d ecir.
Esta clase de fórmulas, como se desprende de su denominación,
se emplean para pedir información al receptor, aunque resulta muy
difícil generalizar sobre sus posibles usos. Muchas de estas fórmulas
suelen empicarse para pedir permiso, como Con su permiso, ¿Me
perm ite?, Con la venia y ¿Se puede? ( ‘frase con que se pide permiso
para entrar en un sitio’, GOLF,). ¿Cómo dice? se emplea para pedir al
interlocutor que repita lo que acaba de decir; ¿Qué pasa? es una fór­
mula que sirve para preguntar por una anormalidad o bien para iniciar-
una conversación coloquial entre amigos (GDLE). La UF ¿Qué mosca
te (le} os, etc.) ha picado? ( l(mf.) Expresión de asombro ante el
comportamiento de alguien1, d f h m ), con connotaciones coloquiales y
familiares, demanda información acerca de lo que le ocurre a alguna
persona, expresando, al mismo tiempo, cierto disgusto o sorpresa por
la actitud de ésta.
— Si quieres que te lleve, te quedas hasta que me apetezca y no
me jodas la noche.
-S i lo llego a saber, hubiera traído mi coche,
— -Haberlo traído.
Ramón se levanta y se va del Ágapo.
— ¿Qué mosca le ha picado a ése? — le pregunto a Roberto.
— Nada, que es un niño mimado. Lo mejor es pasar de el. Déjale
que se vaya. (HDK, 115-116).

Las «fórmulas de ánimo» también forman parte de este subgrupo.


Su fuerza ilocucionaria es ‘animar1, ‘alentar’ o 'apaciguar’. Para tran­
quilizar al interlocutor se usan fórmulas como No te pongas/se ponga
así y No es para tanto, que tiene cierta conexión con las fórmulas de
recusación vistas más arriba.
'Señora, no es para tanto. Aquí no hay jeringuillas ni nada de e.so.
Puede mirar lo que quiera1. (BAM, I 10),

5.5.2.4. Fórmulas asertivas

Ciertas fórmulas rutinarias constituyen actos de habla informati­


vos, según la terminología de Facreh et a i (1984), o asertivos, según
Scarle {1986 [1979], 1987 [1969]). Es decir, el hablante los utiliza
para transmitir información que declara verdadera, sea factual, o
concierna a sus creencias y sentimientos. No obstante, se diferencian
de los actitudinales o expresivos en que dichos actos no implican al
emisor o al receptor en un acto pasado o futuro (cf. Faereh et al.,
1984: 49), Aquí se encuadran las «fórmulas de aseveración», cuya
fuerza ilocucionaria está presente en la propia denominación {'afir­
m ar’). Los hablantes las emplean para reforzar la sinceridad de sus
afirmaciones21 (Gláscr, 1986b: 149). Por ejemplo, Ni que decir tiene
(4(f.) Obviamente, evidentemente’, DFEM) indica la gran seguridad
que asiste al hablante al introducir algún tipo de información.
Otras fórmulas de este tipo son: Que me aspen si [no] ('E xcla­
mación con que se asegura algo’, due); Que venga Dios y lo vea
('Expresión con que se pone a Dios por testigo de algo que se afirma
o con que se expresa con enfado que algo que otro niega es muy pa­
tente1, D U E ) ; Palabra que sí y Palabra que no {'sirve para asegurar lo
que se afirma/niega', h'LitiSC); Lo dicho [dicho] (‘para dar a entender
que hay que mantener lo que lia sido dicho anteriormente’, GDLE); Lo
que yo te diga, Se/te lo digo yo (É(f.) Expresión enfática para subrayar
la veracidad o importancia de lo dicho, aunque parezca extraño1,
DFEM); ¡No [te]creas! ('(in f) Expresión exclamativa utilizada para
subrayar la veracidad de lo dicho, aunque parezca ex trañ o\ acepción
1, DFEM); y ¡No te (te, etc.) digo más/, que presenta, además, carácter
ponderativo:
[„.] y las ehavalas así e i s í : que me comían vivo: casadas, solteras
y hasta vírgenes!: ná, que tuve que tomar reconstituyentes, no te digo
más í (RCDJ, 224)

Las fórmulas Por mis muertos, de connotaciones vulgares, y Por


mis siete hijos pelones, de nivel familiar y coloquial con connotacio-
nes humorísticas, suelen ser empleadas por el emisor para reafirmar

>
A l g u n a s lo c u c io n e s , del tip o en mi (tu, su, etc.) opinión , c u m p l e n u n a fu n c ió n
p arecida.
lo que se acaba de decir o tratar. Como oyes, Como lo oyes, Contó
oye usted, Lo que oyes (‘se utilizan para reafirmar la autenticidad de
lo dicho’, G D L E ) pueden implicar, al mismo tiempo, cierta sorpresa
por parte del receptor ante lo que el emisor le acaba de comunicar. A
decir verdad ( ‘La verdad es que, en realidad1, L D P L ) y Las cosas co­
mo son (E xpresión con la que se enfatiza la necesidad de contar la
verdad, a pesar de los inconvenientes que esto pueda reportar1, D F E M )
¿icentúan la sinceridad del emisor:
[...] a decir verdad, hasta el último instante, es decir, hasta el sá­
bado por la noche, cuando una vez más y ya estaba sin esperanzas,
intente en vano hablarle por teléfono, no me convencía de que ahora
iba de veras. (EJDLD, 139)

O bien suponen una concesión por pai te de este, que no es sincera del
todo pues forma parte de una estrategia para conseguir la aprobación
y el acuerdo del interlocutor:
Eso de dialogar supone un esfuerzo, las cosas como son, pero por
lo menos estás sentadíto, con tu agua mineral, tu aíre acondicionado,
tus rcccsos y tu vestuario y tu pintura impecable. (EM, 14/9/95, 2)

Por último, hay fórmulas de promesa que también podrían englo­


barse en esta categoría, como Palabra de honor o Palabrita del Niño
Jesús.

Dentro de los actos de habla asertivos o informativos se incluyen


aquellas «fórmulas emocionales» a través de las cuaLes los hablantes
hacen partícipes de sus sentimientos a sus interlocutores. La fuerza
ilocucionaria de dichas fórmulas equivaldría a la frase ‘expresar un
estado de ánim o’. Aunque dichas unidades pueden transmitir una
gran variedad de sentimientos, las más frecuentes son aquellas que
expresan asombro y sorpresa, o enfado y contrariedad.
Para expresar sorpresa, la lengua española dispone de un amplio
repertorio de fórmulas emocionales que presentan diferencias de nía-
tiz. Entre ellas figuran las siguientes; Parece mentira ( ‘Exclamación
de sorpresa, incredulidad o escándalo’, L D P L ) ; ¿Pero has visto?
('expresión de sorpresa y enfado’, G D L E ) ; Mira por dónde ('Locución
que se intercala entre dos frases, para denotar que la segunda es una
consecuencia significativa, casual o curiosa de la prim era1, L D P L ) ; Lo
que son las cosas O(inf-) Exclamación que indica asombro, admira­
ción o sorpresa’, D F E M ) ; ¡Habrúse visto [cosa igual]! (‘expresión de
sorpresa, disgusto, etc., por un hecho o dicho de otra persona’, G D LE);
y No me digas (‘(f.) Exclamación que indica asombro o sorpresa’,
Wí-m), que frecuentemente se emplea de forma afectada e, incluso,
irónica:
— ¡ D a m e la b a n d e j a ! — L e o r d e n ó — . T ú n o t i e n e s q u e e n t r a r
ra n a d a e n e s e d o r m i t o r i o — le d i j o d e s p u é s c o n su d e s p o t i s m o h a b i ­
t u a l . — ¡ N o m e d i g a ! — r e s p o n d i ó la m u c h a c h a , a l z a n d o la c a b e z a y
m i r á n d o l a i n s o l e n t e d e s d e a r r ib a , ( Í 3 E N , 7 3 )

Abundan también en nuestra lengua las fórmulas emocionales


que expresan enfado o contrariedad, como ¡Me cago en diez!\ ¡Me
cago en la mar [salada]! (‘(inf) Juram ento\ D F E M ) ; ¡Maldita sea!
( ‘ C O L expresión de enfado cuando algo no marcha como era de espe­
rar’, G D L E ) ; ¡T u/ su madre/padre! (X ^f-) Fórmula de insulto o excla­
mación de enojo’, D F E M ); ¡Maldito(-at -as, -os) sea (seas, sean, etc.)!
('expresión de mucho enfado contra alguien o a lg o \ G D L E ) ; ¡[Pues]
estamos bien! ('indica disgusto por a lg o \ G D L E ) ; ¡La hemos cagado!
('(inf.) Exclamación de contrariedad ante algún resultado imprevis­
to1, D F E M ) ; ¡Buena la has/hemos hecho! ('exclamación de disgusto,
de susto o de lamentación de un desacierto o torpeza*, D D E ) ; ¡Lo que
faltaba!, ¡Lo que faltaba para el duro! ('Exclamación suscitada por
un nuevo inconveniente que se suma a una situación ya de por sí des­
favorable’, L D P L ) y ¡Eso faltaba! ( ‘(inf.) exclamación que indica dis­
gusto ante el hecho de que a una dificultad se le añade otra’, D F E M ) .
A m enudo se trata de fórmulas que combinan el sentimiento de con­
trariedad con el de sorpresa o asombro. Éste es el caso de ¡Hay que
fastidiarse! ('(in f) Exclamación que indica asombro, sorpresa o in­
dignación ante algo considerado negativo’, D F E M ) ; ¡No le fastidia!
(‘expresión con que se manifiesta sorpresa y desagrado por algo que
sucede’, G D L E ) ; y No te digo 0 ( ú i f . ) Exclamación que indica asom ­
bro, sorpresa o indignación’, D F E M ) , entre otras.

C h u s a : E s t e e s J a im it o , m i p r im o . T i e n e u n o jo d e c rista l y h a c c
s a n d a lia s .
Euína : ¿Qué tal?
Jaimito: ¿Quieres también mi número de carnet de identidad?
¡No te digo! ¿Se puede saber dónde has estado? (BAM, 101)

U n grupo bastante numeroso de fórmulas emocionales lo consti­


tuyen las invocaciones a la deidad. Estas U F S no sólo sirven para ex­
presar sorpresa o contrariedad, sino que también permiten al emisor
exteriorizar sus sentimientos de dolor, miedo, preocupación, impa­
ciencia, etc,, como ilustran las siguientes unidades: ¡Alabado/Bendito
sea Dios! (‘expr. de enfado, o de conformidad en un contratiempo',
D A L E ) ; ¡Válgame Dios! (‘Exclamación de soq>rcsa o disgusto1, L D P L ) ;
¡Virgen Santísima!, ¡Santísima Virgen! ( ‘Exclamación de susto, p e­
na, protesta, súplica a la Virgen1, D U F ) ; ¡Por Dios! (‘Locución inter­
jectiva muy común, que se aplica a las más variadas situaciones:
súplica, rechazo, aquiesccncia, sorpresa, etc.1, L D 1JL ) ; ¡Dios mío!
(Unterj. de admiración, extrañeza, dolor o sobresalto’, D A L E ) ; ¡Por
los clavos de Cristo! ('Exclamación de protesta o impaciencia, o ex­
clamación con que se da tono patético a un ruego o mandato’, d i j e ) ;
y ¡Por amor de Dios! ( ‘exclamación de protesta', G D L E ) , etc.

-Y cuídate mucho, Julita, ¡por el amor de Dios! No le des con­


fianza ninguna, te lo suplico. Los hombres son taimados y van a lo
suyo, no le fíes jamás de las buenas palabras. (LC, 276)

Por ultimo, la intensidad emocional de estas unidades se traduce,


a veces, en las connotaciones groseras, vulgares y ofensivas de mu­
chas de ellas. Como ilustración mencionaremos las siguientes Ul’s:
¡No jodas! O (inf) Expresión que indica rechazo categórico o violen­
to’, ‘Exclamación de sorpresa o admiración’, D F E M ) ; ¡No te jode!,
¡Hay que joderse! ( ‘(rest.) Exclamación que indica asombro, sorpresa
o indignación1, DFEM); ¡Me cago en Dios! (((rest. Exclamación que
indica fuerte disgusto', D F E M ) ; Me cago en la pitia [leche] ('(rest.)
Juramento’, D F E M ) ; Me cago en tus muertos/tu padre (abuela, madre,
cic.) ('(rest.) Fórmula de insulto o exclamación de enojo', D F E M ) ;
Vete al cuerno/a la mierda/a la eme, Vete a tomar viento, Vete a to­
mar p o r el saco/culo y Vete a freír espárragos/monos/monas21. Estas
últimas van dirigidas directamente al receptor.
I,o que a mí me hace falta es que me den cuerda, y si no, no
aguanto. Pero así es la vida, tronco. Esperemos a. que pase h sequía...
Me cago en la puta, ya hay uno allí que ha tenido que hacer la gracia
de romper la copa. Me cago en su.s muertos. (HDK, 175)

5.5.2.5. Fórmulas rituales

Faereh et al. (1984) distinguen, además, un tipo de acto de habla


que denominan ritual y que subdividen en saludar y despedirse, se­
gún se relacionen con las secuencias de apertura y cierre del acto co­
municativo. Al primer subgrupo corresponden las «fórmulas de salu­
do», cuya fuerza ilocucionaria viene expresada en su denominación
(‘saludar'). Fórmulas de saludo con o sin prosecución de diálogo son
Buenos días ('Saludo empleado antes de mediodía D U F ) ; Buenas

C f. las locuciones dar a alg. p o r e! saco/culo (*(iest.) Fastidiar, m olestar, per­


ju d icar a algu ien ’ , acepción 2, d t e m ) ; mandar a a!g. a dar p o r ef saco/cuto ( ‘ (resí.)
R echazar d e forma categórica o violenta a alguien/algo1, d i l m ) ; m andar a alguien/
algo a tomar viento (‘ (rest.) R ech azar a alguien/algo de form a categórica o violenta’ ,
d frm ); mandar a alguien/algo a fre ír espárragos ( ‘ (rest.) R e ch a z a r a alguien/algo de
form a categórica o violen ta', dm-m); mandar a alguien/algo a fre ír monos/mot w$
C (inf.) R ech azar a alguien/algo de form a categórica o violenta’ , orr.M); m andar a a!~
gukn /algo a! cuerno ( ‘ (inf.) R echazar o despreciar a alguien/algo’ , dfem ); m andar a
alguien/algo a ¡a míenla ( ‘ (iuf.) R ech azar o despreciar a alguien/algo de form a cato-
górica o violenta’ , mandar a alguien/algo a la eme .(‘( m f ) R ech azar a al­
guien/algo de form a categórica o violenta*, o f r m ).
tardes ('Fórmula (le saludo, que se emplea desde mediodía hasta que
anochece. Generalmente, se usa después de comer1, D U E ) ; Buenas
noches ('Saludo de encuentro o de despedida cuando ya es de noche1,
D U E ) ; ¿Qué hay? ( ‘(inf.) Fórmula de saludo’, DFI.SM); ¿Qué tal?
('Expresión de saludo más informal que «¿cómo estás [está usted?,
etc.]», D U E ) ; y ¿Cómo esíásfestá [usted]?
Fórmulas de saludo con prosecución de diálogo son: ¿Qué es de
tu (su, etc.) vida? ('Expresión muy familiar de saludo que se emplea
con una persona a la que hace algún tiempo que no se v e \ D U E ) ;
¿Qué [le] cuentas/cuenta usted? {'Expresión familiar de saludo’,
D I J E ) ; ¿Qué pasa?, que también es una fórmula directiva de infor­
mación, ¡Cómo tú p o r aqu¿!y ¿Qué te trae p o r aquí?, fórmulas de
saludo que indican sorpresa del emisor al encontrarse con el receptor
en ese lugar donde se hallan; Dichosos los ajos [que te ven] (‘Ex­
clamación frecuente de sorpresa y alegría al ver a alguien que hacía
mucho tiempo que no se veía’, D U R ). Fórmulas para presentaciones
son ¿Cómo estás/está [usted]? y ¿Qué tal?, además de otras como
Encantado de conocerle, Mucho gusto ^etc,
EtjíN a: (Se a ce rc a a J a i m i l o y 1c tiende la m an o presen tán d o se.)
Mucho gusto. (BAM, 101)

Las «fórmulas de despedida» constituyen el segundo subgrupo,


cuya fuerza ilocucionaria es ‘despedirse*. Entre los numerosos ejem­
plos en español, se dan los siguientes: Le saluda atentamente (fórmu­
la restringida a la correspondencia); Hasta luego, I-fasta ahora y
Hasta después, que pueden ser, a su vez» fórmulas de saludo y des­
pedida ( D A L E ) ; Ilasta mañana (el viernes, el mes que viene, ele.);
Ilasta más ver ('Frase familiar de despedida, no muy frecuente1,
D U E ) ; Hasta pronto (‘(inf.) fórmula de saludo para despedirse de al­
guien1, D F E M ) ; A seguir bien ('Fórmula de despedida ( - que usted si­
ga bien, que usted lo pase bien, etc,)', l d p l ) , que presenta muchas
semejanzas con las fórmulas para desear suerte; [Ve/Vaya (usted)/
Ande (anda)] con D ios, fórmula esta última que, en su versión acor­
tada (Con Dios) también puede ser una fórmula de saludo.
Po l ic ía . Ya me han oído. Ojo. Miren por dónde andan.
A huiíla. Anda con Dios, hombre, anda con Dios. ¡Que vida es­
ta!, ¿verdad hija? (LEDV, 165)

Como hemos indicado más arriba, en las secuencias de cierre y


preparatorias de los intercambios conversacionales se mezclan toda
clase de fórmulas rituales de despedida y de fórmulas expresivas para
desear buena suerte, como se observa en el siguiente ejemplo;
— Adiós, señor Ramón, hasta el próximo día.
A seguir bien, González, hasta más ver. Que cumpla muchos
la señora y todo con salud,
— Gracias, señor Ramón, y usted que lo vea. (LC, 122)

5.5.2.6. Miscelánea

Junto a los distintos tipos de fórmulas rutinarias vistos hasta aho­


ra, se dan otras fórmulas para las que no existe verbo performativo
que traduzca su fuerza ilocucíonaría. Entre ellas, podemos citar algu­
nas unidades, como Más claro, agtia> fórmula con la que el emisor
enfatiza que una cosa no puede estar más clara y ser más fácil de
comprender (cf. DFEM); Al agua, patos t que invita a meterse en el
agua (DFEM); y Pelillos a la mars que invita a olvidar algún asunto
desagradable, enfrentamiento o altercado y a restablecer el trato amis­
toso. Esta fórmula aparece manipulada creativamente en el fragmento
que mostramos a continuación:
A r h v a l o . — Vamos,
vamos, pelillos a la mar.
Mario.-- U stedes podrán echar a la mar los pelillos que quieran,
pero yo no veo tan clara la razón de su jubilo. A mi entender, la duda
persiste. (PR, 49)

Al igual que los enunciados de valor específico — las paremias


más próximas a las fórmulas rutinarias— , las fórmulas cataiogables
como «miscelánea» se aproximan bastante a las paremias. De hecho,
algunas de ellas también proceden de anécdotas, hechos y acontecí-
míenlos de lodo tipo. Así, por ejemplo, la uF anterior tiene su origen
en la autigua costumbre que tenían Jos muchachos de atrancarse cada
uno un pelo de la cabeza y soplarlo mientras pronunciaban la citada
fórmula, como promesa de no faltar a lo que hubieran pactado (Iri-
barren, 1994 [1954]: 45-46).
ASPECTOS PRAGMÁTICOS DE LAS UNIDADES
FRASEOLÓGICAS

6.1. I N T R O D U C C I O N

A lo largo de los cuatro capítulos anteriores nos hemos ocupado


do la delimitación y caracterización lingüística de los distintos tipos
de unidades que entran a formar parte de cada una de las tres esferas
señaladas en fraseología. Sin embargo, tal caracterización resulta in­
suficiente si no se contemplan las directrices que gobiernan el uso de
U F S en el discurso: nos referimos a los aspectos pragmáticos d e estas
unidades.
De ellos daremos cuenta mediante las nociones de deixis, implí-
catura, presuposición y acto de habla desarrolladas, entre otros, por
Brown y Lcvinson (1987 [1978]), Leecli (1983) y Levinson (1991
[1983]). Así mismo, trataremos desde la pragmática uno de los rasgos
más llamativos del empleo de las U F S en el discurso: la manipulación
creativa de estas unidades, estableciendo sus tipos principales.

6.2. L A D EÍX TS

6.2.1. DriXIS TEMPORAL Y LOCATIVA

Según se desprende de los materiales que manejamos, las deixis


temporal y locativa no resultan especialmente significativas para el
uso de las UFS: no aportan ningún tipo de información sobre las pa­
remias en tanto que unidades — recuérdese que estas UFS se caracte­
rizan por no estar enclavadas en un tiempo y espacio determinados
(Zuluaga, 1980; Lopes, 1991)— ; mientras que las colocaciones y lo ­
cuciones 1 que componen nuestro corpus se rigen por las m ism as re­
glas de concordancia de tiempo que los sintagmas libres de la lengua.
La situación es distinta en el caso de las fórmulas rutinarias. Los
marcos de situación dan cuenta de los aspectos deícticos de las fór-
muías: concretamente, la información sobre el escenario, es decir, el
contexto físico, hace referencia a las restricciones temporales y loca­
tivas de estas unidades. En este sentido, incluyen las dcixis de tiempo
y lugar que, a diferencia de lo que ocurre en las paremias, son impor­
tantes para este tipo de unidades fraseológicas, pues son altamente
predecibles en determinadas situaciones de las cuales dependen. Aun­
que resulta difícil generalizar acerca de los aspectos deícticos de las
fórmulas rutinarias — por cuanto éstos varían de unas fórmulas (o
clases de fórmulas) a otras— , es posible detectar restricciones tem­
porales en algunas fórmulas de saludo, pues su uso viene determina­
do por la hora del día en la que se empleen: ésta es la diferencia
existente entre Buenos días y Buenas tardes, por ejemplo.

6,2.2. Dmxis s o c ía t . y nn persona

En cuanto a la deixis de persona se refiere, conviene tener en


cuenta que ésta suele manifestarse conjuntamente con la dcixis so­
cial. Liang (1991-1992: 166), por ejemplo, se ha ocupado de las dife­
rencias pragmáticas que se dan con respecto a algunas colocaciones
francesas. Considera el autor que la diferencia entre entreprendre un
affaire y sidvre un affaire reside en las peculiaridades pragmáticas de

1 S ó lo algunas locuciones conjuntivas seleccionan un determinado modo o tiempo


verbal. Por ejem plo, la locución como si requiere el verbo en subjuntivo, com o hoííji-

laníos en el capítulo 111.


la segunda, pues cuando ésta se emplea con un sujeto en segunda
persona es siempre un superior el que da la orden (en este caso, de
emprender u ocuparse de un determinado negocio) a un in ferior jerár­
quico. iín nuestros materiales, sin embargo, no hemos encontrado
colocaciones euyo uso en contexto permita extraer conclusiones simi­
lares.
Las locuciones — salvo las prepositivas y las conjuntivas, en las
que no se da este tipo de deixis— suelen usarse con referencia a la
tercera persona gramatical, ya sea una persona, cosa o situación, co­
mo ilustra el siguiente ejemplo con no tener uno dónde caerse
muerto ("hallarse en la mayor pobreza’, L D P L ) :

Un tarambana, Eso sabrá hacer él---, hablar. Poro no tiene dónde


cacrsc muerto. Hazme caso, hija; tú te mereces otra cosa. (riDUR, 36)

Cuando estas unidades se usan con referencia a una primera o se­


gunda persona, hay que tener en cuenta el papel de la deixis social,
que codifica la existencia de una jerarquía social implícita entre los
participantes en la comunicación. Generalmente las locuciones son
empleadas por hablantes del mismo nivel social, bien sea para referir­
se a ellos mismos, en primera persona, singular o plural, como ilustra
el siguiente ejemplo con no llegarle a uno la camisa al cuerpo:
A mí no me llega la camisa al cuerpo de alegría y de emoción
porque yo debí haberlos acompañado, no me llevaron porque me so-
braban años y arrobas; a lo mejor acertaron, aunque a mí me duele
haber engordado (S, 16/2/92, 68);

o bien para referirse a su interlocutor (segunda persona), como en el


siguiente ejemplo con saber de qué p ie cojea alguien (‘fr. fig. y fam.
Conocer a fondo e l vicio o defecto moral de que adolece’, D R A E )
Un hombre enamorado* en esa circunstancia, roba, mata, o hace
algo* Mario, todo menos tener a una chica bien en esc plan [...] que
h a s t a se me saltan las lágrimas de pensar en el desprecio, que tiempo
tuve para ver de qué pie cojeabas, y ni por esas. (CHCM, 145)
Según Strássler (1982), cuando se da distancia social entre los
1tablantes, el uso de locuciones queda restringido a la primera perso­
na, en el caso del habíanle de menor jerarquía, o a una tercera perso­
na u objeto; mientras que la referencia a la segunda persona sólo es
posible para el interlocutor de mayor rango social. No obstante, los
ejemplos encontrados en nuestros materiales no muestran tal distan­
cia social, por lo que no nos permiten comprobar las afirmaciones
anteriores.
Las paremias también codifican ciertas distinciones sociales re­
ferentes a la relación entre los interlocutores y entre éstos y un refe­
rente (deixis social). Los hablantes las usan para referirse a ellos
mismos, ya sea narración (estilo directo o indirecto) o diálogo, inde­
pendientemente del estatus social. Como ocurre en el siguiente ejem­
plo, donde la paremia Mala hierba nunca muere (‘Enseria que lo ruin
suele gozar de más arraigo y duración que lo bueno’, EDR) aparece
acortada:

Á n g e l e s .— Es q u e no quicio que t e pase nada.


T o c h o , - - ¡A mí! ¡Qué me va a pasar a mí! Hierba mala...
(L E D V , 150}

En estos casos, y al igual que ocurre en usos semejantes de locu­


ciones, el emisor está observando la máxima de modestia («mini­
mizar la alabanza de uno mismo») del principio de cortesía (cf.
Leech, 1983), que, junto con el de cooperación, intcractuan para con­
seguir la mayor efectividad comunicativa posible. Tanto en narración
como en diálogo (independientemente del estatus social de los inter­
locutores) las paremias también se emplean prolotípicamente para re­
ferirse a una tercera persona, cosa, situación, acontecimiento o idea.
Generalmente presentan una valoración negativa de forma indirecta,
por lo que se respeta la máxima de aprobación («minimizar la no ala­
banza del otro») del principio de cortesía.
En español se da cierta preferencia en el uso de paremias para re­
ferirse de forma global a una determinada situación o a un comenta­
rio, propio o ajeno. En el ejemplo siguiente, el interlocutor de rango
superior (una estanquera anciana a la que están robando) contesta con
la paremia Más vale solo que mal acompañado ('Dice que es prefe-
rible la compañía de uno mismo que la de gente molesta o malinten­
cionada’, EDR) al comentario que el delincuente — de rango infe­
r i o r - hace acerca de su compañero:
Leandro.— Más solo que la una. Bueno, tengo al Tocho, eso sí.
A b u h l a . — Pues si q u e —, más vale solo q u e mal acompañado.
(LíiDV, 152).

Hn los casos de desigualdad social, ambos interlocutores pueden


utilizar, pues, una paremia para referirse a una tercera persona, cosa o
situación.
La deixis social, en conjunción con las máximas de aprobación y
de tacto del principio de cortesía (cf. Lcech, 1983), causan cierta fi­
jación pasem ática2, que, en aquellos casos en los que no es respetada,
proporciona información complementaria sobre modificaciones del
estatus social de los participantes en la comunicación.
En cuanto a las fórmulas rutinarias se refiere, los marcos de si­
tuación a los que aludíamos antes también proporcionan información
sobre los participantes en la que se incluyen datos sobre el genero, la
edad, el papel social, las relaciones jerárquicas, la autoridad y el gra­
do de familiaridad existente entre ios interlocutores, aunque, como ya
hemos advertido, resulta difícil hacer generalizaciones sobre este as­
pecto debido a las marcadas diferencias que van de unas fórmulas a
otras.

6 .2 .3 . D e i x i s d i s c u r s i v a

L a s UPS no sólo codifican ciertas distinciones sociales referentes


a la relación entre los interlocutores y entre éstos y un referente, sino

L a fijación pasem ática tiene su origen en el em pico de determinadas unidades


lin* 'iiísticas dependiendo del papel del hablante en el acto com unicativo (Thun, 1978).
que también hacen referencia a alguna parte del discurso en el cual se
insertan (deixis discursiva). Por ejemplo, Halliday y Hasan (1990a
[1976]: 284 y ss.) han demostrado que el uso de colocaciones produ­
ce un tipo de cohesión léxica. Más recientemente, Rothkegcl (1994)
ha estudiado el papel reservado a las colocaciones en la creación del
discurso. La autora, tras haber analizado un considerable número de
textos alemanes, concluye que estas UFS no sólo proporcionan cohe­
sión y coherencia al texto, sino que también cumplen funciones es-
truc t tirador as y temáticas.
Las locuciones funcionan generalmente como elementos anafóri­
cos referidos a acontecimientos, situaciones o comentarios hechos
previam ente3, como se observa en el siguiente ejemplo con la locu­
ción más solo que la una ('completamente solo’, FCESC):
Cris.— [..,] ¿Qué haces ahí detrás?... ¡Venga, sal!... ¿O no estás
solo?
José.— Más solo que la una. ¡Joder, qué frío! (LOSN, 12)

A veces, tales unidades tienen más bien una proyección catafórica


aunque sigan guardando relación con lo dicho o expuesto anterior­
mente, com o ocurre con de tapadillo ( ‘loe. adv. fig. A escondidas,
con disim ulo', DRAE), que se refiere al apoyo de los partidos políti­
cos, mencionado a continuación, ai m ism o tiempo que guarda rela­
ción con la información dada al principio del artículo periodístico so ­
bre alianzas entre formaciones de izquierdas.

Casi de tapadillo aparece en varios periódicos la noticia de que


pequeños partidos de la izquierda real han decidido respaldar las
candidaturas socialistas en determinados municipios. (EXTR, 19/5/
91,6)

Ciertos tipos de locuciones, como las prepositivas y las conjunti­


vas, suelen presentar fijación de deixis discursiva. Por ejemplo, urii-

** De ahí que las locuciones verbales y clausalcs no suelan insertarse cu el discurso


en tiem po futuro.
dados como por el contrario (‘LOC contrariamente, al revés’, GDLE),
ante todo (‘primera y principalmente5, DALE) y no obstante (Moc.
eonjimt. Sin embargo, sin que estorbe ni perjudique para una cosa’,
DRAE) indican la relación entre el enunciado que las contiene y la
porción de discurso anterior,
Al igual que las UFS que acabamos de ver, las paremias hacen re­
ferencia a determinadas paites del discurso en el cual se insertan.
Suelen ir acompañadas, además, de elementos cieícticos contextúales
o «presentadores» (cf. capítulo V). Dado que las paremias suelen
emplearse como comentarios rítualizados acerca de una situación o
manifestación previa, no resulta extraño que, generalmente, tengan
carácter anafórico, como en el caso de las dos paremias que aparecen
en el siguiente ejemplo: A lo hecho, pecho (‘Expresión que muestra o
recomienda decisión para, una vez que se ha hecho algo desacertado,
afrontai' las consecuencias y sacar el mejor partido posible’, DUE) y
Agua pasada no mueve molino (‘Se aplica a las cosas que perdieron
su oportunidad, valor o eficacia, o con que se censura el traerlas a
cuento', DR).

Martín tiene aún vagos, imprecisos, difuminados respetos fami­


liares. Lo que pasó con su hermana.., ¡Bien! A lo hccho, pecho y agua
pasada no corre molino. (I,C, 255)

No obstante, también es frecuente encontrarlas como elementos


catafórleos, especialmente cuando constituyen el título (generalmente
manipulado) de un artículo o de una columna de opinión, uno de los
usos más frecuentes de las UFS en la prensa. Por ejemplo, durante el
conflicto de los Balcanes, se publicó un editorial con el título de
Bosnia: a grandes males... (em, 24/7/95), sobre la base de la UF A
grandes males, grandes remedios. El citado articulo versaba sobre la
decisión de ios aliados de frenar la ofensiva serbia en el enclave de
Gorazne (^= «el gran mal») utilizando para ello, si fuera preciso, una
acción mililar a gran escala (= «el gran remedio»). Del mismo modo,
las paremias suelen servir de frase temática, que, a comienzo del pá­
rrafo, introduce un nuevo tema. Esto se puede observar en el siguien­
te fragmento, donde se emplea la UF Por ¡a boca muere el p e z :
Por la boca muere el pez. Por culpa de una indiscreción de don
Luis Ramal lo ya se ha enterado Sadam de la marca de tabaco de pipa
que fumaba Cal vino y de los calzoncillos que se compraba en Locwe.
(ABC, 10/2/91T23)

Conviene señalar, así mismo, que algunas paremias son usadas en


el discurso con una doble función anafórica y catafórica. Se trata de
UFS — bien en su forma canónica o bien manipuladas - cuya repeti­
ción constituye el hilo conductor que vertebra todo el texto. Como
botón de muestra reproducimos el siguiente fragmento de un artículo
de opinión titulado «Los indecisos, objetivo de última hora», que
apareció un día antes de las elecciones generales y andaluzas del tres
de marzo de 1996. Con objeto de conseguir un mayor impacto visual,
hemos subrayado todas las veces en las que se ha usado o se ha hecho
referencia a la paremia en cuestión: Por el interés te quiero Andrés*.
Todavía queda una bolsa de indecisos, avergonzados y adictos al
voto oculto. Suele decir mi director que ahí estará la clave, y algo de
razón debe llevar porque ayer estos especímenes, hijos del día de la
reflexión, fueron el centro de todas las peticiones,,. Y es que «por el
interés te quiero Andrés». Los populares quieren a Andrés para acer­
carse, y acariciar, la mayoría suficiente. Los socialistas, sin embargo,
jo quieren para satisfacer el deseo de vencer a las encuestas [...],
mientras que lu se desvive para que Andrés la saque del condenado
tercer puesto y los andalucistas se frotan las manos al pensar que pro­
bablemente sea el tal Andrés el que les de la llave,
[...] Gritos, insultos, aliños y demás artimañas electorales falle­
cieron ayer (RIP, per fin otra vez), para dejar paso a la caza y captura
de los indecisos, de aquel Andrés del interés por el que pugnan hasta
mañana los candidatos. Hasta mañana, por fin. Pobre Andrés. (DI 6-
M. 2/3/96,2)

A Esta paremia, que hemos encontrado únicamente en el l d r y com o ¿Por que im>
quieres, Andrés? Por el interés, denuncia la naturaleza interesada del hombre.
Por último, la deixis discursiva en las fórmulas se corresponde en
cierto modo con la secuenciación y la obligatoriedad dentro de Jas
restricciones contextúales, pero abarca también otros aspectos del
discurso, pues una parte importante de las fórmulas rutinarias opera
en los limites de la interacción. En cuanto a la parte del discurso a la
que hacen referencia las fórmulas, éstas no suelen presentar restric­
ciones, ya que una misma fórmula puede funcionar anafórica, catafó-
rica o exofóricamente. No obstante, ciertas unidades del tipo Para mí
[que,..] y ¿Sabes lo que te digo? suelen tener carácter cala fótico, da­
do que su función consiste en introducir información:
Furnanpo.---(Más calmado y levemente despreciativo.) ¿Sabes
lo que te digo? Que el tiempo lo dirá todo. Y que te emplazo.
(Ukbano le mira.) Sí, te emplazo para dentro de... diez años, por
ejemplo. (HDUF.,41)

6.3. L A S 1 M P L I C A T U R A S Y L A S P R E S U P O S I C I O N E S

Distintos autores han señalado la existencia de un valor adicional


(denominado Mehrwert en alemán) en las U P S generalmente en las
traslaticias— que falta de sus correspondientes literales, y que consti­
tuye la razón de su uso (Koller, 1985; Strassler, 1982). Por ejemplo,
la locución alemana jemandem au f die Finger gucken significa algo
más que ‘vigilar (con cuidado) a u n o \ pues el hablante indica al
mismo tiempo; a) que sospecha o está convencido de que tal persona
no se comporta como debiera; b) que tiene indicios que le llevan a
tener tal sospecha o convencimiento; y c) que considera dicha vigi­
lancia útil e importante (Kiihn, 1985: 43).
Las U P S tienen como dominio de designación preferente las valo­
raciones de la interacción y comportamientos sociales, siendo usados
predominantemente para la expresión de valoraciones negativas (G.
Wotjak, 1989: 479). Este hecho se explica por el principio de corte­
sía, norma reguladora que mantiene el equilibrio social y las relacio­
nes amistosas que permiten asumir la cooperación efectiva de los in­
terlocutores, observando las máximas corteses de lacio, acuerdo y
simpatía.
Los componentes valora ti vos específicos de las unidades fraseo­
lógicas 110 son encuadrables dentro de las connotaciones, como tam ­
poco lo son sus implicaturas y presuposiciones. Con referencia a las
locuciones, Chitoran (1986: 841) ha mostrado en las unidades trasla­
ticias que el desarrollo semántico se explica a partir de la estandari­
zación de las implicaturas conversacionales de tales unidades en el
discurso. Al derivarse directamente del significado global de estas
unidades léxicas, y no a través de los principios conversacionales,
nos encontramos con implicaciones convencionales en el sentido gri-
ceano del término.
Como hemos indicado más arriba, frecuentemente son opiniones
negativas que pudieran considerarse descorteses o inapropiadas en
caso de ser expresadas directamente. Por ejemplo, la locución nom i­
nal la ley del embudo indica que se trata de una acción favoriíista, y
por tanto reprobable moralmetUc, como se desprende de la definición
que da el DITX: ‘fig. y fam. La que se emplea con injusticia, aplicán­
dola con rigor a unos y ampliamente a otros5.
También las implicaturas generadas por las paremias explican en
paite por qué ni los significados coinposicionales de las «literales» ni
las paráfrasis atribuidas a Jas «traslaticias» concuerdan con la inter­
pretación global de éstas. Ilasta cierto punto se trata más bien de
implicaturas convencionales, cuyo valor semántico está codificado y
forma parte inherente de la interpretación estándar de dichas unida­
d e s5:
entendedor, -a. Sólo se usa corrientemente en [a expresión a
BUEN Í-NTLNDLDOR CON POCAS PALABRAS liASTA, g e n eralm e n te l'C-
d u c id a a a b i j c n e n t e n d e d o r . , , , con la cual se da a en ten d er que el
que habla calla p ru den tem en te cierta cosa su p on iend o que el q u e la
escu cha tiene b asta nte perspicacia para su p o n e rla . (DIJE)

s No obstante, tas implicaturas generadas por las parem ias no siempre están co d i­
ficadas previamente: a menudo reciben especificaciones concretas a partir de co n tex­
tos determinados.
En el caso de las fó rm ulas rutinarias asistimos de nuevo a la es»
tandarización de im plicaturas conversacionales. Los aspectos semán­
ticos de estas unidades están en función del uso de las mismas en
contextos de situación determinados. Por ello, hablar de implicaturas
convencionales en las fórm ulas equivale a hablar de los aspectos se­
mánticos de las m ism as.
Como ilustración, b asíe contrastar la interpretación estándar de
una paremia com o É ram os pocos y parió la abuela para comprobar
que la implicatura convencional de é s ta — el aumento inoportuno de
la concurrencia de g en te allí donde ya hay mucha provoca «contra­
riedad» en el em isor— constituye la caiga semántica de una fórmula
como ¡Lo que faltaba!, que expresa disgusto o contrariedad.
Las valoraciones e im plicaturas convencionales que acabamos de
mencionar forman p arte de la información codificada de forma indi­
recta y solapada, de la cua) es responsable el emisor, y que se basa en
el conjunto de conocim ientos previos compartidos por los hablantes
de una determinada com u nidad lingüística, así como las ideas, creen­
cias y modos de actuación sancionados y compartidos por los partici­
pantes en la com unicación.
En este sentido, las unidades fraseológicas reflejan determinadas
presuposiciones p ra g m á tic a s6 que facilitan la interacción social dia­
ria. Las unidades de la prim era esfera (especialmente las dependien­
tes de las relaciones e n tre las entidades del mundo real, como el sol
brilla) guardan una ín tim a relación con determinados marcos lingüís­
ticos que representan fragm entos predecibles y estereotipados de una
pa:1e del conocim iento d e l m undo (Schwalm, 1991).
Por otro lado, cabe señalar que una parte importante de las locu­
ciones (generalmente la s de significado traslaticio) permiten expresar
comentarios personales de forma más aceptable que su correspon­
diente expresión libre literal (Lattey, 1986: 224). Muchas locuciones
constituyen, pues, descripciones valorativas que comentan a la vez,

* Vid. A íc a ra z V a ró ( 1 9 9 0 a : í 5 3 ) sobro el concepto de presuposición pragmática.


de forma indirecta, escudándose en valores sociales comparlidos y
aceptados por la comunidad hablante.
La interacción social se ve facilitada no sólo por la codificación
de determinados valores, sino también por la regulación del com por­
tamiento social de los individuos de una determinada comunidad.
Koller (1985) señala la existencia de un componente instructivo en
las locuciones que determina la aceptación de un determinado com ­
portamiento de acuerdo con ciertas nonnas sociales. Por ejemplo,
apretar las clavijas a alguien significa «reprenderle o exigirle con
severidad el cumplimiento de su deber» (Clarasó, 1978 [1970]: 63).
En este sentido, la autoridad implícita en las paremias les confiere
frecuentemente carácter didáctico: a menudo expresan experiencias o
razonamientos que pueden ser tomados como modelos de compor­
tamiento individual o de orden social, con delimitación y fijación de
roles7:

su I ' a k i í t a . Recomendación para que


o v e ja . [„.] c a d a o v f ja c o n

cada uno se asocie o tenga trato con los de su misma clasc. (DUR)

Las fórmulas rutinarias, por otro lado, forman parte del uso social
y lingüístico sancionado y aprobado por toda la comunidad hablante.
Junto con las distintas funciones generales para mantener el orden de
la comunicación, estas unidades cumplen funciones de reforzamiento
de la identidad del grupo (función fática); es decir, presuponen la con­
ciencia colectiva, los valores y costumbres de la comunidad hablante,
las relaciones sociales y el estatus social de los interlocutores, así
como el grado de familiaridad y aceptación de la norma por éstos.
Usar una fórmula rutinaria equivale, pues, a reforzar y perpetuar los
valores anteriores e indicar una jerarquía determinada.
Con frecuencia las fórmulas rutinarias vehiculan verbalmente pa­
trones de actuación muy delimitados, casi ritualizados, exigidos por
ia sociedad en cuestión: De nada constituye un patrón de interacción

/ Vid. a este respecto ei trabajo de Daniels (1985) sobre c] papel de la mujer en Ion
refranes alemanes, cuyas conclusiones son totalmente cxírapolables al español.
verbal institucionalizado en situaciones donde al interlocutor se 1c han
dado las gracias previamente.
Pero el carácter ritual no es privativo de las fórmulas. Los esque­
mas metafóricos conceptuales, así como las valoraciones e instruc­
ciones, que, de forma más o menos solapada, presentan gran parte de
las unidades fraseológicas, condicionan la estrecha relación de estas
con la cultura y el ritual de la comunidad lingüística a la cual perte­
necen, pues, según LakoíTy Johnson (1980: 234), las metáforas con­
ceptuales se perpetúan a través del ritual. Además, las unidades fra­
seológicas desempeñan dos de las tres funciones características del
ritual señaladas por Cárter (1991): a) crean un sentimiento de comu­
nidad entre los participantes y b) los guían en su vida.

6,4. LOS ACTOS DE HABLA

Las unidades de la primera y segunda esfera, por definición, no


pueden constituir actos de habla en sí mismas, pues no son enuncia­
dos independientes. No obstante, pueden formar paite de enunciados
que sí constituyan actos de habla. En el caso de las colocaciones,
apenas se ha dicho nada sobre el tema, salvo por la apreciación de
Backlund (1981: 287) acerca de la fuerte carga asertiva que contienen
las colocaciones restringidas.
Con respecto a las unidades de la segunda esfera8, Strássle'r
(1982: 128) considera que en las locuciones idiomáticas (a las que
denomina idioms)^ el acto ilocucionario consiste en una valoración de
la estructura social de los participantes en la comunicación, mientras
que el acto perlocucionario serían las consecuencias de implicar tal
jerarquía, así como la reacción de los participantes ante ésta.
A este respecto, conviene tener en cuenta las tesis de Koller
(1985: 32), según el cual las locuciones — que denomina Redensar-

3 Striissler (1982: 131) afirma que no existe relación alguna entre los actos de ha­
bla indirectos y las locuciones traslaticias o idiomáticas.
ten- - presentan semánticamente tres componentes: a) uno descripti­
vo, que comprende los estados de cosas, las situaciones o las acciones
descritas; b) otro valorativo, donde los estados de cosas, las situacio­
nes o las acciones anteriores se juzgan sobre una escala positiva o
negativa; y c) un último componente instructivo que muestra el pa­
trón de conducta adecuado a cada caso. Según los componentes an­
teriores, la locución hacer la vista gorda (*fi\ fam. Fingir [uno] con
disimulo que no ha visto una cosa1, DRATC) sería analizable de la si­
guiente manera:
a) una persona finje no haber visto u oído algo;
b) es negativo e irresponsable que alguien se comporte de esa ma­
nera;
c) la persona cuya acción o comportamiento se comentan median­
te la locución debería haber tomado nota de lo ocurrido y
haber obrado en consecuencia.

El componente (c) determinaría en gran parte la fuerza ilocucio-


naria de los enunciados en los que se insertan las locuciones. Así
pues, mediante el empleo de esta UF el emisor censura una determi­
nada conducta, recomendando implícitamente un cambio de la mis­
ma. Compárese la definición que hallamos en el DUE: «Hacer alguien
como que no se entera de cierta cosa que tendría que reprender o co-

En tanto que el componente instructivo de estas unidades afecta a


la conducta ajena, se puede decir que un buen número de locuciones
tiene, además, un efecto perlocucíonario: formulan de manera fácil
situaciones de interacción complejas, estableciendo así patrones de
conducta que facilitan la comunicación (Koller, 1977: ó).
Por otra parte, las unidades de la tercera esfera se caracterizan,
entre otras cosas, por constituir enunciados. Son susceptibles, pues,
de constituir actos de habla por sí solas. En el caso de las paremias,
su comprensión en contexto va más allá de su interpretación estándar,
como hemos señalado en el capítulo IV. Es decir, el hablante, al lililí-
zar una paremia, dice lo que dice y algo más: en esto se asemejan a
los actos de habla indirectos (cf. Scarle, 1986 [1979]).
Precisamente oí refrán, la paremia por excelencia, ha sido consi­
derado por diversos autores como un acto de habla. Cram (1983: 62),
siguiendo Ja dicotomía de Austin (J962) entre enunciados constata-
livos y performativos9, afirma que los refranes son «citados» o
«invocados» d e forma especial: (T E D I G O Q [ J K ( S K N O S D JC E [Ojos que
no ven, corazón que no sien tel(>])). De ahí que, a pesar de su aparien­
cia de constatativos, se parezcan mas a los performativos primarios
por su autoridad supraindividual.
Norrick (1985) y Hamni (1989) han ahondado en el carácter de
cita de estas unidades y el consiguiente distanciamiento del emisor,
lo cual genera implicaturas conversacionales (junto con las conven-
cionales) que suponen un elemento adicional en la interpretación de
éstas. El alejamiento que ello supone por parte del emisor le facilita
eximirse de la responsabilidad de tales implicaturas ".
Según se desprende del corpus que manejamos, las paremias
constituyen fundamentalmente actos de habla informativos y actitu-
dinalcs, en la terminología de Faeieh et al. (1984); es decir, asertivos
y directivos en la terminología de Searle (1986 [1979], 1987 [1969]).
Fn el primer caso, el hablante (a) simplemente comenta algo, hacien­
do al mismo tiempo una determinada valoración, generalmente nega­
tiva (ef. el uso de paremias y otras unidades fraseológicas como rea­
lización de la evaluación12 en el modelo de narración de Labov,
!972):

fJ Seguimos la traducción de estos términos en Lozano ct al. (1989),


10 Ojos que no ven, corazón que no siente: «Refrán con que se comenta que las
,Kisas- de disgusto que no están presentes o que se ignoran no ío producen» (nui:).
11 Vid. a este respecto Brown y Lcvinson (í 987 [1978]: 226) sobre el uso de pa-
•ivims com o estrategia pragmática en los denominados «face threatemng acts», es
'cir, actos que pudieran dañar la imagen del destinatario de la comunicación.
12 Para Labov (1972), el estadio de evaluación (evaluarían) indica dentro de Ja na-
ición la finalidad del relato.
Tanto va el cántaro a la fuente que acaba por romperse. Tantas
veces ha sido cogida in fraganti con el novio de turno que lo lógico es
que un espermatozoide haya llegado a prender en sus entrañas como
flor de invernadero13 (HED, 31/5/92, 20);

(b) aclara o explica algo:


Victoria no sentía deseos ningunos de golfear, pero a la fuerza
ahorcan 14 (LC, 226);

(c) apoya una determinada postura o afirmación, tal y como


muestra el siguiente fragmento, en el que se utilizan dos paremias,
Nunca falta un roto para un descosido15 y A falta de pan, buenas son
tortas u\ para justificar la opinión de la protagonista, que esta expone
más arriba en la novela; la catadura moral de los hombres deja mucho
que desear porque, por lo general, no tienen reparo en mantener re-

13 Tanto m cántaro a ¡afuente que a] final se rompe: «advierte que el que fre­
cuentemente se expone a las ocasiones de peligro al final acaba por salir dañado»
(f,dk). Esta paremia, frecuentemente, aunque no necesariamente, hace alusión a ciertas
conductas sexuales no aprobadas por la sociedad. Compárese el siguiente ejemplo to­
mado por Steel (1985: 364) de una obra de J. M. Bellido:
— ¿Es usted casada?- - ¿Viuda?,.. ¿Divorciada?...
— Soltera y con un hijo de cuatro meses.
— ¡Claro!... ¡Tanto va id cántaro a lafuente...!
La misma situación se observa en francés. Por ejemplo, Beaumarchais transforma
el equivalente al refrán que nos ocupa (Tant va la cruche á i can t}u’á la fin cl!e se
casse) en «Tant va la cruche á Teau qu’á la fin elle s’emplú» para referirse a las ma­
dres solteras (Riffatcrre, 1976: 202).
H A la fuerza ahorcan: «Da a entender que uno se ve o se ha. visto obligado a ha­
cer alguna cosa contra su voluntad» (dr).
15 Nunca falta un roto para un descosido: «Da a entender que los pobres y desva­
lidos suelen hallar alivio y consuelo entre los que igualmente lo son, Lo suele decir,
como en desquite, la persona que por su escaso haber o poco mérito se ve desdeñada.
Aplicase también cuando se unen dos personas que son tal para cual» (ük).
10 A falta de, pan buenas son tortas: «Dice que careciendo de lo mejor se debe uno
conformar con lo que haya» (RR).
lacioncs con una mujer de la que no están totalmente enamorados,
siempre y cuando ésta acceda a sus deseos carnalesl?:
[...] a Galíi le gustaba yo cien mil veces más que Julia, pero a los
hom bres nunca os falta un roto para un descosido y, com o diría la p o ­
bre m am á, a falta de pan, buenas son tortas (C IIC M , 139);

d) o, en estrecha relación con el punto (a), sirve de resumen o


comentario global acerca de una determinada situación o estado de
cosas.
Y, com o Jos ojos del Guadiana, van y vienen, suben a la superfi­
cie y bajan a las profundidades, aparecen y desaparecen, Pero, com o
ellos dicen, las apariencias engañan. (BN, 29/12/91, 36)

Como apuntan Schcgloffy Sacks (1973: 306 y ss.), el uso de pa­


remias y otros tipos de fórmulas constituye una de las técnicas (la
técnica «aforística») para indicar la finalización del tema («topic
bounding») que tiene lugar previamente a la secuencia de cierre de
una conversación. Las paremias (al igual que algunas fórmulas) des­
empeñan una función semejante en los géneros narrativos, concreta­
mente como realización de la co d a]Ren el modelo de Labov (1972).
En el segundo caso, menos frecuente, se trata de verdaderos actos
de habla directivos, generalmente con apariencia de asertivos, que
determinan la existencia de al menos dos interlocutores. Sirva como
ilustración el siguiente fragmento, donde el primer interlocutor pide
al segundo que 'hable, primero abiertamente y a continuación median­

17 La protagonista está recordando aquel episodio de su vida en eí que Galíi, un


militar italiano de paso por Kspaña, deja embarazada a su hermana Julia. Las dos pa­
remias no sólo apoyan la opinión de la protagonista sobre los hombres en general, si­
no que también ponen en tela do juicio la valia personal, física y moral de hi her­
mana.
iS Según Labov (1972), la coda {coda) es el último de los estadios de Ja estructura
de una narración, y sirve para conectar y poner en perspectiva los acontecimientos
relatados en la historia con las circunstancias actuales en las que se rcalua la narra­
ción.
te dos paremias: Hablando se entiende la gente, que insta a la com u­
nicación entre los interlocutores, y Más vale prevenir que curar (‘Es
mejor conocer con anticipación un daño o perjuicio, que ser adverti­
dos de él y tener que remediarlo’, DR):
Y tú, Cojo, no sé porqué te pones así,.., vam os a hablar, que h a ­
blando se entiende la gente y más vale prevenir que curar. (V D N D ,
98)

Los actos ilocucionarios realizados por las paremias producen en


el receptor determinados efectos perlocucionarios, constituyendo, en
muchos casos, actos perlocucionarios. Así, en el primer caso, las pa­
remias sirven para convencer, persuadir, o instruir al receptor, como
se les ha reconocido tradicionalmente; en el segundo caso sirven para
lograT, además, que el interlocutor haga algo determinado o actúe de
cierta forma. De este modo, la paremia Las paredes oyen se emplea
típicamente para conseguir que el interlocutor proceda cautamente:
«Expresión con que se recomienda extremar la cautela cuando se
trata algún secreto» (DUE).
No obstante, algunas paremias sólo tienen efecto ilocucionariol9,
No constituyen actos perlocucionarios por cuanto no persiguen nin­
guna acción o reacción en el receptor: más bien cumplen una función
fática, facilitadora de la comunicación, como mostramos a continua­
ción.
— Hace usted m uy bien, hablando se entiende la gente. Tara lo
que yo quiero hablarle a usted, nada importa que sea casada o soltera,
(LC, 229)

La relación entre las unidades fraseológicas de la tercera esfera y


determinados actos de habla es especialmente estrecha en el caso de
las fórmulas rutinarias. De hecho, la clasificación que hemos ofrecido
en c¡ capítulo anterior se basa en gran medida en los distintos tipos <Je

Vid, S c a r l e ( 1 9 8 7 [ 1 9 6 9 ] : 4 7 y ss.) sobre ta distic i ó n entre efeelo ilocucionario


l<> y

pcrlocucionano.
fuerza iloeucionaría de tales unidades. Así, las fórmulas de disculpa,
de consentimiento, de recusación, de agradecimiento, de desear suerte,
de solidaridad y de insolidaridad constituyen actos de habla expresi­
vos o actitud inales. Las fórmulas para prometer o amenazar consti­
tuyen actos de habla coinisivos (un subgrupo de los actitudinales en
Faercb et a i , 1984); mientras que las de exhortación, las de informa­
ción y las de ánimo son actos de habla directivos (equivalentes a otro
de los subgrupos de los actitudinales en Faerch et al., 1984). Por úl­
timo, las fórmulas de aseveración y las emocionales constituyen actos
de habla informativos (o asertivos), al tiempo que ias fórmulas de
saludo y despedida constituyen actos rituales20.
En cuanto a la cueslión de si constituyen actos de habla directos o
indirectos, El-Sayed (1990) considera que, una vez separado el con­
tenido proporcional de la fuerza ilocucionaria en las fórmulas de corte­
sía, muchas de ellas constituyen verdaderos actos de habla indirectos:
por ejemplo, Perdone que le interrumpa no sólo puede servir para
disculparse, sino también para llamar la atención21.
La mayoría de estas fórmulas se han establecido convencional­
mente como formas institucionalizadas e idiomáticas (en el sentido
etimológico del término) para realizar determinados actos de habla
indirectos, de manera que las operaciones de inferencia propias de
estos casos se hacen innecesarias. En este sentido, se diferencian de
las paremias, puesto que los hablantes necesitan llevar a cabo tales
operaciones para poder adaptar la interpretación estándar de las mis­
mas a las distintas situaciones comunicativas.
Otra diferencia con respecto a las paremias es que sólo algunos
tipos de fórmulas rutinarias constituyen actos de habla perlocuciona­
rios. Es decir, sólo algunas de ellas llegan a producir efectos perlocu­
cionarios en el receptor: éste es el caso de fórmulas como ¡Largo de
aquí!, mediante las cuales se pretende conseguir que el interlocutor se

No debemos olvidar la existencia de ciertas fórmulas rutinarias para jas cuales


no existe verbo performativo equivalente (cf. capítulo V).
¿l Un numen) considerable de fórmulas constituyen actos de habla directivos, pero
esencialmente corteses (cf, Searle, 1986 [1979]: 60 y ss.).
vaya. Otras fórmulas de este tipo son las de información, las de áni­
mo y las de aseveración.
Por el contrario, la mayoría de las fórmulas no persiguen ninguna
acción o reacción en el receptor, sino tan sólo la expresión de deter-
minados sentimientos o actitudes (¡Buena la hemos hecho!, Dios se
lo pague) o la realización verbal adecuada para encuentros rítualiza-
dos (Vaya usted con Dios). Bn este sentido, las fórmulas facilitan la
interacción verbaí, cumpliendo más bien funciones de carácter m e­
ramente fático. Por ello, dichas fórmulas sólo tienen un efecto ilocu-
donarlo: se trata de que el hablante comprenda que se le están dando
las gracias, se le está felicitando o saludando.

6.5. LA MANIPULACIÓN CREATIVA

No todos los usos de Jas UFS en el discurso se pueden explicar a


partir de las nociones pragmáticas de deixis, iinplicatura, presuposi­
ción y acto de habla. Un número muy importante de unidades fraseo­
lógicas suele presentar algún tipo de modificación en contexto. Tanto
es así que cabe pensar que dichas manipulaciones creativas no consti­
tuyen casos aislados y ocasionales. De hecho, muchos estudiosos del
lema han llegado a afum ar que no se trata de usos incorrectos, sino
más bien todo lo contrario (Taimen, 1987: 221; Wotjak, 1992).
La modificación en contexto de las UFS, además d e constituir un
uso característico de las mismas, no está reñida con la estabilidad (se­
mántica y formal) de la que gozan estas unidades, es más, precisa­
mente depende de ésta y del conocimiento previo de las unidades
originales que les sirven de base. La mayoría de estas manipulaciones
ocurren en textos periodísticos, generalmente en los editoriales y co­
lumnas de opinión. Según Sypnicky (1991: ó), éste es el recurso pre ­
ferido dei periodismo satírico. O I tos autores como Arnaud (1992),
KoiJer (1977), Grassegger (1989) y Wotjak (1991) han confirmado
este extremo. También se dan frecuentes modificaciones de tJI s c\\
los textos literarios y en la publicidad (Bürli-Storz, 1980; Pape, 1985;
García-Page Sánchez, 1990a; Sánchez Corral, 1990).
En cnanto a qué unidades son más propensas a presentar tales
modificaciones, hay que decir que todas ellas lo son, aunque quizá
destaquen las modificaciones de paremias (fundamentalmente refra­
nes) y locuciones, tal como ilustran los ejemplos vistos anteriormen­
te. Los que signen a continuación muestran el uso creativo de pare­
mias, locuciones, colocaciones y fórmulas en el discurso con fines
expresivos.

— La cabra siempre tira al monte (paremia):


En general esos hijos de extranjeros suelen dar malos resultados,
que Armando dice que son una incógnita y yo le doy la razón no se si
por la mezcla de sangre o qué, pero todos tiran un poquito al monte.
(CHCM, 137)

— Estar a las duras y a las maduras22 (locución):


Por otro lado, no podemos estar a las maduras y no a las duras.
No podemos este año cobrar 300.000 o 400.000 millones de ayudas
europeas y decir «bueno, esto es gratuito». No. Estamos en Europa.
(C16, 11/2/91,29)

— M al endémico1* (colocación):
En el filme, el realizador británico contabiliza el cine como es­
pectáculo con el cine de autor, en una película de dos mujeres solas
ante el maehismo endémico en Estados Unidos. (HED, 10/11/91, 10)

^ _
Estar a ios Juras y a ¡as maduras: «Aceptar una situación incondicionalmente,
con lo que de bueno o de malo pueda acarrear» ( ldpl ).
23 Endémico'. «Se aplica a cualquier mal social que se ha hecho habitual y perma­
nente en un sitio» (dui:).
—/ Qué... ni qué niño muerto!2* (fórmula rutinaria):
No es noticia que maten a un niño en edad de empezar a hablar.
Por hache o por be, por HB, es algo que ocurre con frecuencia. Ya no
creemos un negociaciones. Qué negociaciones ni que niño muerto. (S,
9/11/91, 64)

6 .5 . 1 . T i r o s d e M o n i r r c A c i o N E s

Los ejemplos anteriores muestran una amplia gama de manipula­


ciones encaminadas a realzar la expresividad de las UFS, que van de
la simple sustitución (machismo endémico), a la combinación de va­
rios procedimienlos: adición y acortamiento en todos tiran un poqui­
to al monte; adición y cambio de orden en estar a las maduras y no a
las duras; y juego con el plano semántico por influencia del eontexto
en qué negociaciones ni qué niño muerto.
Las modificaciones semántico-formales efectuadas a estas unida­
des en el discurso muestran un variado abanico de posibilidades. En
los apartados que siguen a continuación nos ocuparemos de los ti­
pos principales, siguiendo parcialmente los propuestos por Coppens
d ’Eeckenbrugge (1989) y Sypnickí (1991) para el francés, y por Wot-
jak (1989, 1991, 1992) para el alemán.
En primer lugar, distinguiremos entre modificaciones externas y
modificaciones internas, es decir, entre manipulaciones de UFS que
no afectan a su estructura formal y modificaciones que afectan a la
estabilidad y estructura de sus componentes individuales.

ó. 5.1.1. Modificaciones externas


Desde muy antiguo se lia utilizado la modificación externa tic
unidades fraseológicas como recurso expresivo: se encuentra ya, por

7A Nótese, además, la manipulación creativa de ia locución por hache o ¡h»v be


{‘( i n t ) Por u n motiva o por o t r o ’, or&M), a partir del jtiego con las siglas <M l u a / u
político d e la banda terrorista b t a , Herri Batasnna ( h b ) .
e je m p lo , o n las comedias de Aristófanes (Pape, 1985: 3). Mediante
e s t e tipo d e manipulación se respeta la estructura formal, pero el
co n te n id o semántico se ve alterado, pues, con ayuda del contexto,
r e c ib e prom inencia uno de los planos semánticos o ambos a la vez.
D e b id a a su ambigüedad potencial, muchas de estas expresiones
co n stitu y e n secuencias de palabras altamente poliscmicas en contex­
t o . Precisam ente, yon las unidades fraseológicas que presentan varias
lectu ras potenciales — de carácter compositivo y unitario— las úni­
c a s que perm iten la reliteralización o remotivaeíón de sus elementos
in te g ra n te s 25-
Las m odificaciones debidas a contrastes semánticos sin cambios
form ales d e UFS se dividen a su vez según el tipo de actualización
sem ántica q u e presenten.

6.5.1.1.1. Prom inencia del significado unitario

Ésta es la clase de modificación externa más frecuente en nues­


tro s materiales. Se trata de la interpretación unitaria y global de una
determ inada UF, acompañada de la activación simultánea del signifi­
c a d o com positivo, y por tanto independíente, de uno {o algunos) de
su s componentes individuales o de la unidad entera por efecto de al­
gún elemento del contexto.
En el siguiente fragmento asistimos a la actualización simultánea
d e ambos planos, el literal y el traslaticio» sin que para ello sea nece­
sario hacer referencia a un elemento léxico contextúa!. En estos casos
se trata de un juego con la imagen que sirve de base a la unidad, co­
m o ilustra el siguiente ejemplo con la UF tener la sartén p o r el mango

25 David ( 1 9 8 9 ) ha defendido la existencia del significado compositivo al lado del


global, lo cual parece tener un correlato psico-lingüístico. Por ejemplo, Aplick y To-
bin ( 1 9 8 3 ) detectaron errores de interpretación en sujetos nativos hebreos jóvenes de­
bido a la percepción del significado literal de estas unidades. No obstante, hay que
tener en cuenta t|uc el procesamiento del significado figurativo de una unidad fraseo­
lógica no implica necesariamente el procesamiento de su significado literal completo
(Nccdham, 1992).
(‘fr. ñg. y fam. Predominar, asumir el principal manejo y autoridad
e n una dependencia o negocio’, DRAE):

Rooney no pasará a la historia de la literatura erótica, aunque ar­


da eí párrafo dedicado a Marilyn Monroe. Rooney se derrite con el
mito. Como un helado de fresa en una sartén que Marilyn tenía por el
mango. (BN, 12/1/92, 50}

De entre la variedad de procedimientos empleados para esto (ipo


de modificación destaca la repetición de uno de los componentes in­
dividuales de la u f tomado en su significado independiente; de esta
forma se revitaliza al mismo tiempo el significado traslaticio de la
unidad por remisión al significado de la misma como combinación
libre de palabras. Valga como ilustración el siguiente fragmento,
donde se reliteraiiza la paremia A burro muerto, la cebada al rabo
(£Se dice cuando se llega tarde a remediar algo’, RE) sobre la base del
componente burro:
Todo lo que se le ocurre al Gobierno para cumplir «in extremis»
su promesa de acabar con la corrupción es una travestida y abortiva
ley contra el despilfarro del dinero público [...] Después de escánda­
los que nos han saltado los tímpanos, diccti que quieren «curarse en
salud». Además, choteos. A burro muerto, la cebada al rabo. Ojalá el
burro los coccc, aunque sea lo último que haga. (BM, 14/9/95, 3)

Abundan los casos de elementos repetidos que sólo guardan re­


laciones de identidad parcial, ya se trate de palabras compuestas y sus
respectivas bases, o do palabras de significado léxico idéntico, pero
categoría gramatical distinta (del tipo cena-cenar, lleno-llenar)?<\
como se observa en eí siguiente ejemplo, sobre la base de otra pare­
mia: De grandes cenas están las sepulturas llenas (‘Los abusos en el
comer, en lomar el sol o en los placeres carnales, son causa de enfer­
medades’, DR):

26 Nótese ki repetición, así mismo, de la palabra sepultura.


De grandes cenas están las sepulturas llenas, pero siempre hemos
c reído q u e han llenado más sepulturas los que no han cenado y son
los que no comen caliente los primeros en ir a la tumba fría. (S,
23/2/92, 76)

La actualización del significado compositivo de una UF también


se consigue a través de otras unidades léxicas que guardan determi­
nadas relaciones semánticas con respecto a algun(os) componente(s)
de la unidad fraseológica. Uno de los procedimientos más utilizados
consiste en presentar en el contexto inmediato de una determinada
unidad una palabra con la que se coloca uno de sus miembros consti­
tutivos cuando aparece fuera de la combinación correspondiente, del
tipo llevar/hacer la cuenta:
Por eso siempre nos ha extrañado oír dccir que alguien bebe más
de la cuenta, ¿Cuál es la cuenta? ¿Quién la hace o quién la lleva? (S,
21/6/92,84);

o bien una palabra que comparte la pertenencia a un campo semánti­


co con algún componente individual de la UF, como en el ejemplo
que mostramos a continuación, sobre la base de ia UF Polvo eres y en
polvo le convertirás, que alude a la caducidad del ser humano. La
presencia de la palabra tierra en contexto posibilita la doble interpre­
tación de la unidad, creando, así, un efecto humorístico en ei discur­
so:
¡Me ha llenado usted la carpeta de tierra!
D on F ilib o rto .—
D o rio dd G adex. l i s m i lección de filosofía. ¡Polvo eres, y en
polvo te convertirás! (LDtí, 68)

Otras veces se trata de relaciones de metonimia, es decir, relacio­


nes parte-todo, del tipo caballo-casco:
Si Incita tus fue nombrado cónsul por Calígula, no veo por que
Imperioso no puede ser diputado si es capaz de votar con los pies co­

27 «IncilaUis» e «Imperioso» son los nombres de dos caballos


mo el que más y es menos ligero de cascos que algunos», ha comen­
tado al respecto Gil y Gil. (BN, 13/9/92, 103)

6.5.1.1.2. Prominencia del .significado compositivo


En el extremo opuesto se hallan aquellas manipulaciones creati­
vas de carácter alusivo, en las que se utilizan combinaciones libres de
palabras homónimas de una determinada UF. El mecanismo se basa
en la interpretación unitaria (y, por consiguiente, errónea) de dicha
secuencia, aun cuando en el texto esté empleada en su significado
compositivo. Tal interpretación es posible fundamentalmente por la
tendencia de ios hablantes a procesar globalmentc cualquier secuen­
cia potencialmente polisémiea en su significado traslaticio; así como
por la forma sintáctica inusual que presentan muchas de ellas. De esta
forma se defraudan las expectativas del receptor. Aunque el error de
interpretación es subsanado a partir del contexto, la actualización del
significado unitario de la UF homónima contribuye al significado to­
tal de la expresión.
Por ejemplo, el siguiente fragmento muestra la secuencia Pies,
¿para qué os quiero?, usada literalmente para comentar un episodio
de pitidos, palmas y pateos en el Congreso, y no para significar que
alguien ha huido o tiene intención de hacerlo.
Píes, ¿para qué os quiero?, se preguntaron los que acordaron
sustituir silogismos por decibeíios. Y siguieron pateándose mutua­
mente. (S, 17/11/91, H0)

El segundo fragmento, donde se manipula la unidad de tarde en


tarde ( ‘loe, adv. De cuando en cuando, transcurriendo largo tiempo
de una a otra vez’, DRAE), muestra cómo la defraudación de expecta­
tivas puede ir indicada de forma explícita:
Después de dar a conocer que los españoles, en su mayoría, be­
ben de tarde en tarde, o sea, todas las tardes, se habla de absentismo
laboral y se culpa a los mostradores de las deserciones. (S, 21/6/92,
84)
ó.5.1.2. Modificaciones internas

Además del juego alusivo representado por el simple cambio de


planos semánticos, las manipulaciones creativas de las UFS en el dis­
curso incluyen procedimientos — generalmente en combinación—
que atañen directamente a la estructura formal de las mismas, afec­
tando bien al inventario de sus componentes o bien a las relaciones
sintácticas que se dan entre dio s. Tales operaciones tienen, así mis­
mo, consecuencias semánticas que se traducen frecuentemente en
distintas actualizaciones y matizaciones diversas.

6.5.1.2.1. Adición

La adición es uno de los procedimientos más comunes. Consiste


en un aumento del número de componentes de una UF mediante la in­
serción de diversos elementos externos a la misma: adjetivos, sustan­
tivos y sintagmas prepositivos que modifican a algún componente de
la unidad fraseológica, como en el siguiente fragmento sobre la base
de la unidad pasar et Rubicán ( ‘fr. fíg. Dar un paso decisivo arros­
trando un riesgo', DRAE):
Ahora esos analistas ya están un poco más escarmentados, pero
no acaban de pasar su propio Rubicón ideológico: aún creen que la
clase social predetermina el voto. (ABC, 27/3/93, 19)

En aquellas paremias que, sintácticamente, constituyen frases ca­


rentes de núcleo verbal, este procedimiento suele situarlas en unas
determinadas coordenadas espacio-temporales, de manera que la uni­
dad bimembre queda escindida, cumpliendo ambos miembros fun­
ciones oracionales en contexto, como ocurre en el siguiente ejemplo
con la UF Mal de muchos, consuelo de tontos (‘Se niega que sea más
llevadera una desgracia cuando comprende a crecido número de per­
sonas', DR):
Y ahí precisamente, en este mal de muchos, radica el consuelo de
tontos que nos embarga cuando vemos que alguien más importante
que nosotros cae también en la estupidez colectiva. (Dló-M, 27/1/96.
48)

6.5.1.2.2. Reducción
La reducción es el fenómeno opuesto a la adición, pues consiste
en la eliminación de atgím(os) componente(s) de una UF determinada,
bien por acortamiento o bien por alusión. La prim era posibilidad es
típica de las unidades de la tercera esfera, hasta el punto de que
constituye la forma más corriente de usar muchas paremias: es tal su
institucionalización que con sólo mencionar una parte se evoca la
unidad entera, como se observa en los siguientes ejemplos sobre la
base de Cria cuervos y te sacarán los ojos ('A m arga expresión de
desengaño, aconseja no excederse en la práctica del bien, pues suele
generar ingratitud’, EDR) y El hombre es fuego; la mujer estopa; lle­
ga el diablo y sopla (‘Señala el riesgo del (rato frecuente entre dos
personas de diferente sexo, habida cuenta de la debilidad hum ana’,
e d r ):

Pero los hijos, no dan más que disgustos desde que se abren paso,
desgarrándola a una, vientre abajo; cría cuervos. Ya ves, Mario, ni
una lágrima. Ni luto por su padre, ¿quieres más? (CHCM, 15)
Mientras haya hombres y mujeres, habrá siempre líos: el hombre
es fuego y la mujer estopa y luego, ¡pues pasan las cosas! Eso que le
digo yo a usted de la plataforma del 49 es la pura verdad. ¡Yo no sé a
dónde vamos a parar! (LC, 91)

A veces el reconocimiento de la UF completa a partir de su re­


ducción se ve facilitado por la presencia de presentadores, como ocu­
rre en el siguiente ejemplo, sobre la base de la unidad Genio y figura
hasta la sepultura:
Ya ves qué plan para un niño, que luego saldrá Encarna con que
si hago o dejo de hacer, que sabrá ella, que si de niño hacías eso, de
mayor idem de lienzo, ya se sabe, genio y figura. (CHCM, 136)
La reducción por alusión se puede conseguir también mantenien­
do el significado literal en un primer plano, mientras que la homo-
nimia parcial con la Uf y ciertos elementos contextúales {barco, en
este caso) permite la activación simultánea d d significado unitario de
tal unidad: Donde hay patrón no manda marinero (‘Afirma que
mientras haya un jefe, nunca debe arrogarse el mando ningún subor­
dinado', EDR):
Si no hay patrón, los marineros no pueden obedecer ni insubordi­
narse [...] Si no hay barco, no puede darse esta circunstancia y es
precisamente lo que puede llegar a pasar entre nosotros: podemos lle­
gar a ser el país de mayor paz laboral del mundo cuando nadie tenga
trabajo. (S, 29/3/93, 4K)

Finalmente, la reducción de una Uf puede llevar a asignar un


nuevo significado unitario, figurativo, al elemento que se mantiene,
dando lugar a toda serie de connotaciones y juegos alusivos. Como
ejemplo aduciremos el siguiente fragmento, donde se manipula la
unidad tirar de la manta ( ‘Equivale a descubrir lo que se mantenía
secreto; descubrir algo grave e importante', Clarasó, 1978 [1970]:
1060):
La manta [titular]
[...] Pienso en el hombre traído de Laos y su vieja manta, aquella
de la que iba a tirar, que se ha quedado en nada. Es un destino absur­
do el de este personaje: tras su escándalo que entonces parecía el úl­
timo, amenazó a todo el mundo y ahora el mundo le ha olvidado,
abrumado en pocos días con tantas mantas que ya no se sabe de que
tironero hacer caso. (ABC, 26/7/95,46)

Este tipo de manipulaciones creativas refleja la tendencia de los


hablantes a asignar un significado traslaticio independiente a los ele-
mentos constitutivos de una determinada Uf. Así, en tirar de la
manta asistimos a la siguiente ecuación semántica:
tirar de :: [- «revelar»!
la manta [- «algo importante y peligroso que
se debía haber mantenido en secreto»]

6.5.1.2.3. Sustitución

F1 tercer mecanismo importante de manipulación de UFS consiste


en la sustitución de alguno(s) de sus componentes por otru(s) uni­
d a d e s ) léxica(s) en virtud de su relación semántica o de su relevancia
textual. Este tipo de modificación no suele darse en estado «puro»,
puesto que suele combinarse con otros procedimientos como la adi­
ción o Ja modificación gramatical.
Solamente cuando la sustitución de elementos se sustenta en una
relación de carácter semántico entre ellos, es posible la comprensión
de la unidad aislada, fuera de contexto. Generalmente se trata de ele­
mentos parcialmente sinónimos con los que se pretende revitalizar la
imagen original, actualizando el significado independiente del ele­
mento al cual reemplazan.
Éste es el caso del ejemplo que sigue a continuación, sobre la ba­
se de la unidad a cara descubierta ('Sin disimulo1, I.DPL). Se produce
un juego complejo de actualizaciones, pues, por un parte, fa z alude al
significado compositivo de la expresión ('sin cubrirse el rostro'), al
tiempo que se actualiza predominantemente el significado global de
la misma, que, a su vez, alude al significado unitario y compositivo
d q plantar cara (‘Desafiar’, LDPL) por la repetición de un elemento
formalmente idéntico (cara):
Hoy, habíanles cuidadosos plantan cara a muchos extranjerismos
por el hecho de mostrarse a faz descubierta y, en genera], oponen me­
nor resistencia a otros que entrar [sic] de matute, revestidos de cásca­
ra — sólo de cáscara— española. (S, 16/7/91, 29).
Este mismo efecto de rcvitalización, unido a un cierto humoris­
mo, se consigue al sustituir un elemento cié la en tanto elemento
independiente con significado literal, por su equivalente de traduc­
ción en otra lengua. En eí fragmento que reproducimos a continua­
ción, sobre la base de la unidad p o r si las moscas ( ‘l'r, fig. y fam. Por
si acaso, por lo que pueda suceder’, DRAE), se observa, además, adap­
tación fonética: fiáis es la pronunciación figurada de flie s («moscas»,
en inglés):
Claro que con Glcz, nunca se sabe y yo, por si las fiáis, tengo la
respuesta preparada. (EM, 27/7/95, 64)

A veces la sustitución no afecta simplemente a componentes ais­


lados, sino a toda una parte de la unidad fraseológica. Esto es lo que
ocurre en la siguiente modificación, donde la segunda parte de la pa­
remia En boca cerrada no entran moscas (‘Se dice en alabanza de la
discreción y de lo importante que es, a veces, saber callar', EDR) es
reemplazada por una paráfrasis parcialmente sinónima. El efecto hu­
morístico y expresivo se consigue, entonces, gracias al elemento de
sorpresa de la variación, aumentado por la presencia de elementos
contextúales (bocazas, mordaza) y de rima asonante (cerrada/cho­
rradas):
¡Usted es un bocazas! Usted es un bocazas, se lo digo yo. Venga,
a tapar. Que en boca cerrada se dicen menos chorradas. (Le pone la
mordaza y lo lleva a un rincón,). (LEDV, 138)

En e l siguiente fragmento, sobre l a base de la UF Ojo p o r ojo,


diente p o r diente2*, la relación entre ambos elementos (ojo/hoja) se
establece a partir de su semejanza fónica, pero, al mismo tiempo, la
actualización simultánea de planos parte de las relaciones semánticas
que el nuevo elemento (hoja) guarda con palabras del contexto, como
bosque y arboleda:

A>i IJ ld r ofrece la siguiente definición: «E xtraído del libro del Exudo, este pre­
cepto venido n refrán propugna la venganza como norma de justicia».
Siempre hay un enemigo de la vida con una tea por los bosques
españoles Habría que hacerles pagar por el destrozo de las arbo­
ledas. Hoja por hoja y diente por diente. (S, 6/K/91, 56)

Cuando la sustitución corre a cargo de nombres propios o apelli­


dos, se persigue un efecto humorístico y de censura más o menos
explícita a las personas o entidades implicadas, como se observa en el
siguiente ejemplo, donde se juega además con la semejanza formal
entre uno de los componentes de la unidad — tener más conchas que
un galápago (‘fr. fig. y fam. Ser muy reservado, disimulado y astuto’,
DRAK)— y el apellido de la primera persona aludida:
121 socio de don Manuel de la Concha, que tiene más conchas que
Ludolfo Paramio, se ha embolsado 144 miílonc^ en un tatito, mien­
tras que la Asociación para la Defensa del Accionista pide la dimisión
de Mariano Rubio. (S, 15/2/92, 56)

Por ultimo, en los casos en los que la sustitución es totalmente


involuntaria y no persigue ningún fin determinado, el emisor puede
llegar a «dañar» su imagen, y, con ello, afectar a las relaciones socia­
les que se establecen entre los interlocutores. Por ejemplo, en el si­
guiente diálogo, u n camarero utiliza una UFS para referirse a sí mismo
y apoyar su propia postura: haber sido cocinero antes que fr a ile 20.
Sin embargo, trastoca tas palabras y muestra que no conoce la uni­
dad, por lo que uno de los clientes le corrige. El resultado es que di­
cha sustitución hace aún más patente la distancia social que separa al
emisor de sus interlocutores: unos chicos tic familia bien con los que
comparte la afición a las drogas.
— Joder, Lo que hay que hacer es legalizar el jachis. Como en
Ainstcrdam.
-Tengo yo unas ganas de ir a Amsterdam, tronco...

?l> El dul define así esta unidad; «Se dice de quien sabe de cierta cosa por Iiaberht
practicado antes que aquella a que se dedica en el momento de que se trata; particu­
larmente, al que antes de dirigir alguna actividad la ha practicado por sí mismo».
— Tú, Manolo, lo que tenías que hacer es montar un chíringuito.
Ya sabes lo que te digo.
-Pero si yo, chavalote, antes de fraile fui monaguillo, antes de
ser fraile fui monaguillo y muy monaguillo...
— Pon nos algún pin chito, Manolo.
—Y todavía conservo mucho de monaguillo. Vamos, que soy
más monaguillo que fraile,
— C ocinero, M anolo.
-¿Q ué pasa con el cocinero?
— Que el refrán es: antes de fraile fui cocinero.
— Bueno, eso es igual Oye, qué movida más guay la de! sábado,
¿no, tronco? Habrá que repetirla... (HDK, 62-63)

6.5.1.2.4. Modificación gram atical

Este tipo de manipulación se refiere a aquellos casos de cambios


ocasionales concernientes a los aspectos morfológicos de los m iem ­
bros integrantes de una determinada unidad fraseológica o a las rela­
ciones sintácticas entre los mismos. En nuestros materiales hemos
encontrado algún caso de formación neológica del tipo tironeo (‘el
que tira de la manta’), visto anteriormente, y sambenitado a partir de
la unidad ponerle/colgarle a alguien un sambenito ('desacreditarle o
difamarle1, GDLE):
[...] por haber andado en malos pasos, a lo lejos, a lo cerca, meti­
dos en un monipodio singular contra algunos guapos y sambenitados
del barrio, feroces y sin escapularios. (ABC, 13/1/95,25)

Abundan las modificaciones gramaticales que recurren a la afija-


ción mediante superlativos; o aquellas que echan mano de los sufijos
diminutivos emotivos™ (generalmente -ito), los cuales presentan un

A.*
y Acerca de la distinción entre sufijos emotivos y sufijos nocionales, sus respecti­
vos valores y otros aspectos relacionados, véanse, entre otros, el estudio clásico de
Alonso (1954a) y los de algunos de sus seguidores, como, por ejemplo, Fernández
Ramírez (1962), (iooch (1970 [1967]), Lang (1990), Monge (1965) o Montes Giraldo
(1972). Una opinión algo distinta comparten Coscriu (1966, 1986) y Zuluaga (1970).
valor de intensificación y carácter afectivo, como se observa en el si­
guiente ejemplo con la UF a ratos (Moc. adv. Con algunas intermisio­
nes d e tiempo', DRAE):
El pobre, como que se encuentra perdido, y con esos dolores que
110 lo dejan descansar más que a ratitos, se pone de penoso como un
niño chico, y no es capaz de figurarse lo que su enfermedad supone
para los demás. (EJDLD, 89)

Otro grupo importante de modificaciones gramaticales lo consti­


tuyen aquellos casos en los que una fórmula o una paremia sufre al­
guna manipulación interna con objeto de incorporarse a la frase como
elemento oracional. Es decir, las unidades de la tercera esfera pasan a
asimilarse a las de la segunda. Por ejemplo, en el siguiente fragmen­
to, un refrán como Nadie escarmienta en cabeza ajen a31 aparece re­
ducido como nominalización y en calidad de sujeto de la cláusula
transpuesta en la cual se inserta:
Quienes creen que es posible el escarmiento en cabeza ajena, que
no otra cosa es «la ejemplaridad del castigo», muestran su coherencia
al querer que se televisen los últimos estertores de los condenados. (S,
14/7/91, 80)

Del mismo modo, en el ejemplo que mostramos a continuación,


la fórmula ¡Dios nos coja confesados! se reduce para formar el predi­
cado de la cláusula de relativo en la cual se inserta:
Los Secretos, esa banda sonora del mundo derrumbado entre las
cuatro paredes deí «teenager», que debe pillarte confesado. Si no, co­
rres peligro de acabar aprendiéndote sus nuevas canciones. (RM,
21/10/95,56)

3J Esta ijk viene recogida como locución en el DRAF y el ni je: escarmentar en ca­
beza ajena (Mr. Tener presente el suceso adverso ajeno para evitar la misma suerte’,
DUAL).
6.5.1.2.5. Combinación

Muchas de las manipulaciones creativas de las unidades fraseo­


lógicas recurren al empleo simultáneo de varios procedimientos. Eí
siguiente ejemplo muestra adición y cambio de plano semántico so­
bre la base de arrimar (uno) el ascua a su sardina (‘fr, fig. y fam.
Aprovechar [alguien], para lo que le interesa o importa, la ocasión o
coyuntura q u e se le ofrece*, D R A E ) , además de alusión por reducción
y modificación gramatical de género {hortelano) a la U F FJ perro del
hortelano [que ni come las berzas ni las deja comer] ( ‘Se aplica co­
m o expresión calificativa o como término de comparación a la perso­
na que no toma o aprovecha una cosa para si misma y tampoco con­
siente que la tomen o aprovechen otros’, D U E ) :
A don Felipe González se le ha ocurrido, ¡qué ideal!, traer el as­
cua endecasílaba, hortelana y volcánica del poeta Miguel Hernández
a su sardina socialista, que ya navega hacia las puertas del cementerio
m arino. (A B C , 2 /7 /9 3 , 19)

A veces la sustitución léxica - en este caso sobre la base de la


paremia Pienso, luego existo'— se comprende por el contexto (asesi­
nato de un niño a manos de la banda terrorista ETA). El cambio de
persona del primer elemento determina el cambio de persona del ele­
mento coordinado para mantener la concordancia.
Sólo asi, contando con la extraordinaria repugnancia que pro­
mueve el infanticidio, aseguran hoy día su voz en los medios de co­
municación. Matan, luego existen y se habla de ellos, de sus fines y
de su paranoia militarista. (S, 19/11/91,27)

Sustitución y adición también se unen para conseguir efectos ex­


presivos basados en la actualización del significado compositivo de
los miembros integrantes, como en el siguiente fragmento basado en
la UF El perro es el mejor amigo del hombre.
Hay demócratas que quieren amordazar a la prensa para seguir
siéndolo [...] Un periodista con bozal es el mejor amigo del hombre
político. (S, 25/1/92, 52)
Por otra parle, los mecanismos de reducción suelen combinarse,
además, con cambios de orden de los elementos conservados, como
se observa en la manipulación creativa de la unidad fraseológica El
muerto al hoyo y el vivo a l bollo en el fragmento que sigue a conti­
nuación:
Luego lo [ = el búnker] llenan de comida -—el vivo al hoyo y al
bollo—, de so Ais, de grupos electrónicos y de depósitos de agua y se
disponen a resistir heroicamente, aunque estén obligados a ver el
mundo por un agujero. (S, 8/2/91, 64}

A veces se emplean varios procedimientos conjuntamente en la


manipulación creativa de una misma unidad. Éste es el caso de las
modificaciones efectuadas a la unidad Salga el sol p o r Antequera,
donde se combinan los procedimientos de reducción y sustitución, así
como el cambio de orden de los elementos conservados:
Por Antequera ha salido muchas veces el sol de la literatura, al
menos desde cí siglo xvn con aquella pléyade de poetas que fueron
Pedro Espinosa, Carvajal y Robles, Tejada o Martín de la Plaza.
(ABCC, 31/12/92, 7)

Por ultimo, algunas manipulaciones creativas de UFS ponen en


juego una complicada red de procedimientos. En el siguiente frag­
mento asistimos a la reducción por alusión y adición (Barbas com­
partidas) de la unidad Cuando las barbas de íu vecino veas pelar,
pon las tuyas a remojar ('Dice que a la vista de los males ajenos, lo
juicioso es tomar las medidas necesarias para evitar el riesgo de pa­
decer el mismo daño*, EDR). Ésta se divide posteriormente en dos
partes a modo de locuciones verbales, las cuales presentan, además,
adición de nuevos elementos. Todo ello crea una serie de círculos
semánticos concéntricos que se superponen, con el consiguiente ju e ­
go de planos semánticos y alusiones en contexto32:

.12 Estefragmento critica que el presidente del Partido Popular insistiera en los ca­
sos de corrupción del psof., sin advertir la corrupción existente en el seno de su propia
formación.
Barbas compartidas [titular]
Aznar debería de haber puesto hace mucho tiempo sus barh;i?,
— y su bigote —a remojar. Sobre todo sabiendo que era el el que Ir;i
taba de rapar las barbas de su vecino. Hay demasiados puntos nc^nv.
— el de Baleares es deslumbrante; ¿dónde llevará el túnel de Ni>
11er?— en la financiación y en la derivación del PP. (EM, 14/7/95, M

6.5.1.2.6. Fusión

La fusión de unidades fraseológicas constituyo un tipo especial dr


combinación de procedimientos, pues implica el acortamiento de v;i
rías unidades que se unen para formar una sola. Generalmente se traía
de dos unidades que comparten un elemento formalmente i d é n t i c o ,
que es elidido en el proceso. Éste es el caso de los siguientes ejem
píos. En el primer fragmento, las locuciones sacar algo a la luz (‘Tij'
Descubrir, manifestar, hacer patente y notorio lo que estaba ocullo\
acepción 2, D R A E ) y sacar los trapos sucios [a relucir}2i (Tr> fig. y
fam. Echar a uno en rostro sus faltas y hacerlas públicas, en especial
cuando se riñe con é l acaloradamente’* D R A E ) se unen a partir del
elemento común a ambas (sacar); mientras que en el segundo lo ha
cen dejarse la p ie l [en algo] {‘esforzarse al máximo’, G D L E ) y piel dr
loro ( ‘España’):
No merece la pena seguir sacando a la luz los trapos sucios dr
esta humanidad nuestra, pero debe saberse que están ahí. Si no, vivi
remos en un engaño permanente. (ABCA, 10/2/91^ v t t )
Este país siempre se ha dejado la piel de toro por alguna clase dr
unidad o de destino, (P, 29/5/92, &4)

Ligeramente distinto es este otro ejemplo, donde no se puede ha­


blar propiamente de fusión, a pesar de la elisión del elemento coni
partido por ambas unidades (harina): Donde no hay harina todo es

Oirás variantes de esta locución son sacar los trapos, o iodos ¡os trapos, a la
colada, o a relucir, o al sol. (dkaü).
mohina ( ‘D ic c q u e la m is e r ia e s o r ig e n d e m u c h o s q u e b r a n to s y d is ­
p u ta s ’, RC) y ser harina de otro costal ( ‘ ser otra c o s a , se r d is t in t o ’,
hLUSC).

D onde no hay harina, ni siquiera de otro costal, todo es m ohína,


palabra que alude al m ohín, la m ueca o el gesto de disgusto. (S ,
10/9/92, 56)

6 . 5 , 1 , 3 . Ilustraciones

E n e s te a p artad o n o s o c u p a m o s d e u n tip o d e m o d if ic a c ió n c r e a ­
tiv a q u e d ifie r e c o n s id e r a b le m e n te d e lo s v is t o s h asta a h o ra , p u e s r e ­
curre a la a y u d a d e i c o n t e x t o e x tr a v e r b a l (r e p r e se n ta c ió n g r á fic a ),
s o lo o en c o m b in a c ió n c o n e l c o n te x to v erb a l. L a m a n ip u la c ió n d e
UFS m e d ia n te ilu s tr a c io n e s e s u n r e c u r so t íp ic o d e la p r e n sa e sc r ita y
de h p u b lic id a d . E n c o n c r e to , lo s p e r ió d ic o s h a c e n u s o d e e l l o para
c o m e n ta r la a c tu a lid a d , y , m u y e s p e c ia ím e n t e , lo s a v a ta res p o lít ic o s .
En cu a n to a la p u b lic id a d s e refiere, la s ilu str a c io n e s sir v e n p a ra a fia n ­
zar la im a g e n d e u n d e te r m in a d o p r o d u c to e n la m e n te d e lo s c o n ­
su m id o r e s.
E ste p r o c e d im ie n to p o d r ía e n g lo b a r s e ta n to en las m o d if ic a c io ­
n e s e x te r n a s c o m o en la s in te r n a s, p u e s a v c c c s s e recu rre al s im p le
c a m b io d e p la n o s e m á n tic o s in m o d if ic a c ió n fo r m a l, m ie n tr a s q u e en
otras s e c o m b in a c o n a lg u n o d e lo s tip o s a n te r io r e s d e m o d if ic a c io n e s
in tern as. S e p u e d e n dar v a r ia s p o s ib ilid a d e s a te n d ie n d o a la s s ig u ie n ­
tes v a ria b les:

— L a UF a p a r e c e e n u n a ilu str a c ió n a isla d a .


— L a UF a p a r e c e e n u n a ilu str a c ió n q u e h a c e r e fe r e n c ia a u n te x to
d e te r m in a d o c u y a in te r p r e ta c ió n m a tiz a .
“ L a UF está v e r b a liz a d a e x p líc ita m e n te , y a s e a m a n ip u la d a o en
su fo r m a c a n ó n ic a .
— L a u f n o está v e r b a liz a d a e x p líc ita m e n te , p e r o e s d c d u c ib lc a
partir d e l c o n t e x t o g r á fic o y te x tu a l.

I UAISUOM K’iÍA. - 9
a) En primer lugar* la UF forma parte de una ilustración aislada y
aparece vcrbalizada explícitamente en la imagen o dibujo, ya sea en
su forma canónica o con alguna modificación34. El dibujo del ejem ­
plo núm, í muestra a los líderes del psorc y el p p jugando un partido
de baloncesto. La locución de rebote actualiza» indisolublemente y de
forma polisémica, sus dos acepciones: la imagen pone el énfasis en el
plano físico (*En el segundo choque’, DUE); mientras que las palabras
puestas en boca de José María Aznar dan prominencia a la dimensión
abstracta y figurativa de la unidad ( ‘De rechazo. Como segundo efec­
to’, nuii).
b) En segundo lugar, la UF figura en una ilustración aislada, pero
no va escrita, por lo que debe ser deducida a partir de la representa­
ción gráfica. El ejemplo núm. 2 apareció en 1995, tras el escándalo
de la implicación de algún miembro del Gobierno en la creación del
GAL. Por aquel entonces, Convergencia i Unió exigió explicaciones
al PSOE, su socio político, como condición para seguir prestándole s u
apoyo parlamentario. De ahí las palabras de Jordi Pujol a un Felipe
González que se echa a las espaldas una pesada y larga columna sal-
picada de círculos oscuros, es decir, los asuntos delicados o puntos
negros de la legislatura socialista, que empiezan en 1983, con la fi-
nanciación ilegal del partido (caso Filesa), y que culminan en 1985,
con la organización de una banda armada (caso GAL).
c) En tercer lugar, la UF figura (manipulada o no) tanto en la ilus­
tración como en el texto al cual acompaña. El ejemplo núm. 3 contie­
ne la alusión a una UF (vender la burra coja), que presenta acorta­
miento y cambio de orden de sus componentes. Vemos en portada a
Felipe González caracterizado de gitano35, y llevando una burra atada
de lina cuerda.
Se produce la actualización inmediata del significado compositi­
vo de la UF: ía burra del dibujo está, literalmente, coja y lleva una

™ Todos los ejemplos de ilustraciones aparecen recogidos en uti apéndice al final


de este capítulo.
3S Es la ui; constituye una de esas expresiones que se aplica, de forma xenófoba, n
las transacciones comerciales de los gitanos.
pata de palo, por inás que Felipe González intente disfrazar la situa­
ción. Al mismo tiempo, la alusión simultánea al significado unitario y
traslaticio ('timar, engañar a alguien’) prepara al Icctor para el si­
guiente interrogante: ¿qué trata de vender González, negando, al
mismo tiempo, la evidencia? La respuesta hay que buscarla en una
columna de opinión situada en las páginas interiores, titulada La bu­
rra co ja , donde se puede leer lo siguiente:
La sociedad española 110 puede descubrir esa «Lspaña en positi­
vo» que para González podría cifrarse en el moho que recubro nuestra
economía con una tasa tan prominente de pato como una cordillera
y ios fundamentos de la quiebra más estrepitosa del Estado de
Bienestar como resultante-
Lo peor no es que González nos quiera vender ahora la burra coja
con la que el trazo sagaz de Mingóte ilustra nuestra portada. (ABC,
23/2/96, 19)

d) En cuarto lugar, la UF es mencionada en la ilustración, pero no


en el texto al que hace referencia. En el ejemplo núin. 4, la UF apare­
ce como pie de foto. Forma parte de un anuncio publicitario de las
compañías de seguros del Grupo Winterthur, pero no se incluye en el
texto principal. En este caso se activa el significado unitario de la
unidad por influencia del eo-texto, al tiempo que el dibujo remite al
significado compositivo de ésta. La incongruencia de la imagen y el
uso irónico de la locución refuerza el humorismo producido por el
súbito cambio de planos.
La unidad es interpretada simultáneamente en sus significados
unitario y compositivo. Ello hace que el receptor centre su atención
en la descodifícación de la UF: dar a alguien gato p o r liebre ('e n ­
gañar, dar una cosa por otra mejor', FEESC). El esfuerzo de procesa­
miento que elio conlleva supone una carga informativa adicional que
filtra la interpretación que el receptor hace del texto que figura al pie
de la fotografía, y que no contiene alusión alguna a la UF: los signifi­
cados directos c implícitos de la unidad sirven, pues, de leit motiv y
resumen del mensaje publicitario.
c) En quinto lugar, la UF no es mencionada de forma alguna en la
ilustración, pero si en el texto al que hace referencia. En el ejemplo
núm. 5 podemos ver el dibujo de un podio ocupado en su segunda
posición por el Papa. Acompaña a un artículo titulado M ás católicos
que el P apa que versa sobre el catolicismo ultraconservador y orto­
doxo de los irlandeses. De nuevo asistimos a la superposición de pla­
nos semánticos; el dibujo alude ai significado compositivo de Ja uni­
dad m ás p a p ista que el P a p a , mientras que el texto al cual sirve de
apoyo la imagen abunda en el significado unitario de esta UF: 'm os­
trar más celo en un asunto que los directamente interesados en él'
(I.DPL).
f) En sexto lugar, la UF no aparece escrita en la ilustración, ni en
el texto al que hace referencia. El ejemplo núm. 6 muestra a Felipe
González vestido de torero enfrentándose a un toro de enormes pro
porciones llamado Filesa. Esta ilustración acompaña a un artículo so­
bre el escándalo Filesa, en clara alusión a una de las locuciones más
utilizadas por los medios de comunicación a la hora de comentar eslr
caso: co g e r el toro p o r los cuernos ( ‘fr. fig. y fam. Afrontar un
asunto difícil con valor y decisión’, DRAE).
La unidad completa es evocada a partir de la representación grá
fica del significado compositivo de uno de sus miembros integrankvi
y gracias al contexto verbal. La manipulación asocia el significad! i
‘asunto difícil* al caso Filesa. Así mismo, se señala la cobardía de un
González vacilante quien, en la siguiente viñeta, no ataja el problema
directamente, sino mediante uno de los socialistas implicados en el
caso.
Dos ilustraciones enfrentadas, la primera con una oveja negra y la
segunda con siete ovejas blancas, acompañan a un texto publicitario
de Telefónica sobre la polémica suscitada en la opinión publica p<n
las denominadas «líneas eróticas» y «parly lines» del servicio 903. v
la decisión de suprimirlas finalmente por parte de la compañía. El di
bujo de una oveja de color oscuro en la primera ilustración evoca rhi
ramente a la UF la oveja negra ('persona que en una familia o c o l a
tividad difiere desfavorablemente de los demás’, DALE), la cual ,ic
refiere a las líneas arriba mencionadas. El texto del anuncio dice lo
siguiente:
Algunos de los servidos 903 han dejado de funcionar. Telefó­
nica, bajo su exclusiva responsabilidad, ha decidido suspender las
llamadas «líneas eróticas» y los servicios de tertulia telefónica. Una
decisión motivada por la amplia contestación social a través de los
medios de comunicación, el Parlamento y el Defensor del Pueblo. No
obstante, Telefónica quiere aclarar que nunca ha decidido el conteni­
do de los servicios 903, sino que se ha limitado a aportar la infraes­
tructura tecnológica necesaria pra su funcionamiento. Esta suspen­
sión, que ya ha entrado en vigor, es fruto de la sensibilidad social de
Telefónica, como prestadora de un servicio público, y estará vigente
en tanto no exista una normativa que se encargue de regular dichos
servicios.

En la segunda ilustración asistimos a un procedimiento de crea­


ción analógica de unidades fraseológicas que da por resultado una
unidad nueva, en relación de coinplementariedad semántica con la
anterior. El dibujo representa un grupo de ovejas de color blanco re­
feridas al resto de las líneas cubiertas por el servicio 903. La compa­
ñía Telefónica desea que taíes líneas sigan gozando del favor de los
usuarios, por lo que esta imagen sirve para desencadenar toda una
serie de implicaciones a partir de los valores culturales de los colores
blanco y negro en fraseología: compárese magia blanca (‘Arte de pro­
ducir efectos de apariencia maravillosa con medios naturales1, DIJE),
de valoración positiva, y magia negra ('Hechicería', DUE), de valo­
ración negativa. El texto íntegro dice así:
El resto sigue funcionando tan bien como antes. Sin embargo, las
líneas 903 son un servicio de utilidad pública, que no se reduce a telé­
fonos «eróticos» y tertulias telefónicas, y que cada día ofrece un
abanico más amplio de posibilidades. Desde la información inmobi­
liaria hasta la deportiva, desde los movimientos de la Bolsa hasta re­
cetas de cocina. Servicios que se han implementado hacc ya algún
tiempo en el resto de Europa y que han gozado de una respuesta posí-
liva. Esperamos que su desarrollo nos depare servicios cada vez más
útiles y prácticos. En beneficio de todos.

6 .5 .2 . R e t ó r i c a y p r a g m á t i c a

Todos los tipos de modificaciones anteriores ponen de relieve la


importancia de las manipulaciones creativas para el uso de las UPS en
el discurso. Ahora bien, cabe preguntarse si existen razones para ello,
y qué fundones desempeñan. Según Wotjak (1989), el uso de unida­
des fraseológicas constituye un medio de construcción del discurso y
de proporcionar coherencia a éste en gran medida mediante combi­
naciones manipuladas creativamente a través del juego lingüístico. Y
es que el humor, la comicidad y la agudeza tienen mucho que ver con
el empleo creativo de estas unidades.
Las modificaciones creativas de las UFS se insertan en la tradición
de la retórica del humor. Según Nash (1989), este tipo de retórica en­
tró en decadencia a finales del siglo xvni. Desde entonces se ha visto
desplazada progresivamente de una posición central en la literatura a
otras posiciones más marginales, conservándose hoy tan sólo en el
trabajo de los ensayistas y columnistas de periódicos y otros autores
cuyo propósito es enteramente humorístico y paródico. De ahí que
muchas de las unidades modificadas que hemos visto provengan de
alguna fuente periodística. Como ha señalado Block de Behar (1973:
172): «La incidencia de una alteración sobre la frase hecha procura
cierta complicidad irónica con el oyente-lector vchículando la des­
carga humorística favorable a la recepción».
Es decir, también la retórica de la distracción y la retórica de la
persuasión36 tienen mucho que aportar a este respecto (cf. Sanche/
Corral, 1990: 849). En la retórica de la distracción se busca reavivar
la atención del receptor, distrayéndole. Este efecto es muy común en
las manipulaciones que nos ocupan, pues, generalmente, se suele ju-

^ Seguimos en este punto las teorías de Nash (1989).


g a r c o n d o s p la n o s s e m á n tic o s a la v e z , r e fr e sc a n d o la im a g e n s u b y a ­
c e n te o e l s ig n if ic a d o c o m p o s it iv o d e a lg ú n m ie m b r o d e la UF.
La retórica de la persuasión se sirve de las unidades fraseológicas
para convencer al lector. Al usar este tipo de unidad como premisa,
se recurre a las presuposiciones pragmáticas que estas tienen. Dado
que se trata de estructuras de conocimiento aceptadas y compartidas
por la comunidad hablante, ios receptores no pueden negar la validez
de éstos, que se constituyen, por ello, en bases sólidas para la infe­
rencia. En cierta medida, fuerzan a los receptores a aceptar el mismo
punto de vista del emisor y, opcionalmente, a actuar en consecuencia.
Por esta razón, las manipulaciones de UFS son frecuentes en los me­
dios de comunicación de masas, en los textos argumentativos y en la
publicidad.
De lo anterior se deduce que las funciones desempeñadas por las
unidades modificadas son principaímente las de producir efectos có­
micos, provocar hilaridad, apoyar el hilo argumentativo, persuadir, o
conseguir ciertos efectos estilísticos.
Por otro lado, además de la influencia de la retórica en el uso de
UFS en el discurso, otros principios procedentes del campo de la
pragmática también ofrecen aportaciones a este respecto. En primer
lugar, todas estas modificaciones implican la defraudación de expec­
tativas, la introducción del elemento sorpresa y la ruptura de un sis­
tema estable, que diría Bousoño (1970). Tales rupturas persiguen un
fin único: llamar la atención del lector hacia la forma y el significado
de la unidad originaria, haciendo al texto más interesante, más evo­
cador.
Cuando se manipula conscientemente una de estas unidades se
está empleando el principio de interés al que se refiere Leeeh (1983):
todo lo impredecible suscita interés. Pero, dado que el mero hecho de
emplear una unidad fraseológica ya supone la aplicación de tal prin­
cipio (Moon, 1992a), se hace necesario buscar otras causas que pu­
dieran aclarar la razón de estas manipulaciones creativas de unidades
fraseológicas. Quizá la clave de tales usos haya que buscarla en las
teorías de relevancia pragmática, tal como han sido desarrolladas por
Sperber y Wilson (1988).
Mediante la manipulación creativa de las UFS el emisor aspira a
atraer de forma ostensiva la atención del receptor, creando una pre­
sunción de que el estímulo es óptimamente relevante. Para que esto
ocurra, es necesario que un enunciado, interpretado de una forma da­
da, produzca efectos adecuados que no supongan un esfuerzo injusti­
ficado para el receptor. Cualquier esfuerzo extra ha de verse com pen­
sado de alguna manera para que sea pertinente. En el caso de las
modificaciones que nos ocupan, el aumento deliberado del esfuerzo
de procesamiento exigido se debe a la presencia de efectos contextúa­
les adicionales, a través de continuas actualizaciones de planos y ju e ­
gos alusivos.
La eficacia del procedimiento radica en el hecho de que, a partir
del recuerdo de la unidad original, se provoca una doble lectura si­
multánea: se actualizan tanto los elementos distorsionados (la unidad
original) como las modificaciones presentes. De esta manera, junto a
la sensación de reconocimiento de la UF y las expectativas lingüísti­
cas creadas, se produce la «adaptación» de la unidad original a las
nuevas circunstancias comunicativas, lo que genera toda una serie de
sentidos inesperados y evocadores.
No se trata simplemente del aspecto persuasivo e irónico que lie­
mos señalado más arriba: las manipulaciones creativas de las unida­
des fraseológicas constituyen verdaderos estímulos ostensivos, pues,
de acuerdo con la teoría de la relevancia pragmática, suponen la ma­
nera más económica de conseguir el efecto deseado.
APÉNDICE
IDIGORAS

m CIUDAD JARDÍN
PABELLON

I l u s t r a c i ó n 1: De rebote (S , 2 2 / 2 / 9 6 , 4 ).
I l u s t r a c i ó n 2: Puntos negros. © E l Pais ( 2 2 / 7 / 9 5 , 5 1 ) ,

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h f t v « '► : i u * r n ; i r ; j ; n ‘ C u C O K C f J r r QOí ni^sUí o !¿ui¡ n e c e s i d a d e s . f ^ i r ^ . n 011^ il;in **ifi|ui $Mrv¡i;*o y t u á ei¿ s o n l a s m i u
DSíóffn &))í (trifiot> u ‘.'it'*) íc* 'joc* 0-3.10 v art s securas.
Po*quo r> '• Wis m j ii iu*> n i r i r m i u o gvO lo precise* p a r a r«>n*.>l«/i*?i su*
pí OÍ 11111» frtúr; ^¡il;fín yo l»&niJ'OS. pr Gb ‘* . ^ a s . V iirmjuis ü^Iu e l l o s *iaoon, e n Et rtWrtSHi* dé V flnlttttw , Sthvteti y £qult4tWft.
i ' c i q u r ^olo V 1'.^ i o n lo¿ I* **'■ r ^ M i ^ r V
winterthur
G rup o W ihiorthur *stá loim ad o p or WíiUúrlhun, Suhw eiz, Equitativa o Ktspasúlud.
Grupo W intfiithttt

Il u s t r a c i ó n 4: £tor /jr>r liebre (EM, 14/7/95, 25).


. *• ^
*. •’>. .-v

-*V; * *'
> N¿
i-u4^ Ü A S
W EG O A M AN Rigc/t-

R A LPH
Más católicos que el Papa
S oplan vientos irlandeses sobre la industria ediío- temía que d p artid o com unista ganara las eleccio­
rial: la próxim a celebración del 150° anivesario tic nes en Italia: la diplom acia dublinesa contactó «>
la gran ham bruna irlandesa —y el lento proceso cretam entc co n Pío X II para ofrecerle Irlanda
de paz en Irlanda del N orte— garantizan un m er­ como nueva Santa Sede sí triunfaban los ateos.
cado para los textos dedicados el País Esm eralda, N o ocurrió así, en parte gracias a los generosos
lis una buena oportunidad p ara ro m p er co n una donativos de los irlandeses, que tuvieron como
tradición de secrctismo que todavía m antiene m u­ destinatario* a los dem ocristianos. A pesar de los
chos aspectos de su historia bajo llave, La reciente ardientes deseos irlandeses do ganar puntos ante
accesibilidad de los archivos nacionales está p ro ­ Su S antidad, el V aticano siempre trató a su país
piciando libros como hciand and the Vatican, de con exquisita displicencia.
D erniot K eogh, un estudio cstrem cccdor de 1» re­ El libro de K cogh revela Ja audacia d e Rom a,
lación entre Dublín y la santa m adre Iglesia. que insistió seriam ente en que Irlanda debería p e r­
Une» relación un tan to vergonzosa. Los creado­ m anecer dentro d t la Com m onw calth británica, y
res del E stado Libre Irlandés estaban convencidos anos años después se em peñó en que se uniera a la
de la necesidad de construirse un lugar especial en O TA N . Tales organizaciones chocaban fronlal-
el corazón de ios papas de la misma, form a que de­ mente con el espíritu nacionalista de fcamon de
sarrolla bit n una relación Trate m al con E stados Valcra y sus sucesores, que se negaron.
U nJidos. P ara acentuar su devoción, D ublín rega­ A pesar de d io , los papas hsn seguido conside­
ló un edificio al nuncio papal, se ocupaba de su ran d o a los gobernantes irlandeses com o súbditos
m antenim iento y pagaba hasta los gastos de viajes y presionando p ara atajar la liberali/ación que
<te los enviados vaticanos. La pasión rom ana de está transform ando irrem ediablem ente “eí único
los irlandeses alcanzó su cénit en 1948, cuando se país católico que nos q u ed a” (Pablo VI, en 1977).

I l u s t r a c i ó n 5: Más papista que el Papa. €> El País {2 2 /7 /9 5 , 20),


I l u s t r a c ió n 6: Coger el toro por los cuernos (S, 1 1 /4 /9 3 , 18 ).
Quisiéramos agradecer a la compañía de seguros Winterthur y a
los periódicos Sur, ABC y E l País su autorización para reproducir las
ilustraciones. Sentimos no poder reproducir las ilustraciones del anun­
cio de Telefónica (a las que se hace referencia en las págs. 254-256)
por no haber recibido hasta la fecha de impresión del presente M a­
nual contestación escrita a nuestra petición.
CONCLUSIONES

A lo largo de estas páginas hemos defendido una concepción


amplia de la «fraseología», como subdisciplina de la lexicología que
estudia aquellas combinaciones estables de unidades léxicas forma­
das por más de dos palabras gráficas y cuyo límite superior se sitúa
en el nivel de la oración compuesta. Denominamos de forma genérica
«unidades fraseológicas (UFS)» a tales combinaciones, cuyos rasgos
distintivos son: (1) su polilexicalidad; (2) su alta frecuencia de apari­
ción como unidades habituales de la lengua y de coaparición por
parte de sus elementos integrantes; (3) su institucionalización o con-
vcricionalización derivada de su reproducción reiterada; (4) su esta­
bilidad, entendida en términos de fijación (interna o externa con
diversos subgrupos) y de espccialización semántica; (5) su idioinati-
cidad y variación potenciales. Los últimos cuatro rasgos se dan en di­
verso grado (gradación) en los distintos tipos de unidades.
El sistema fraseológico español se divide en tres esferas: esfera I
(colocaciones), esfera II (locuciones) y esfera III (enunciados fraseo­
lógicos: paremias y fórmulas rutinarias). La adscripción de una uni­
dad fraseológica a una esfera determinada depende de su fijación en
el sistema, en la norma o en el habla; así como de su capacidad de
constituir actos de habla y enunciados por sí mismas. Cada una de las
esferas se subdivíde, a su vez, en diversos tipos de UFS en virtud de
una serie de criterios adicionales (categoría gramatical, función s in ­
táctica, carácter de enunciado, independencia textual, etc.).
Resumimos y ejemplificamos nuestra clasificación en el siguiente
esquema:

FRASEOLOGÍA

L C o l o c a c io n e s

1. V + S (sujeto): correr un rumor, declararse un incendio,


2. V i- (prep. +) S (objeto): asestar un golpe, poner enfuncionamiento.
3. Adj./S + S: momento crucial, visita relámpago.
4. S -h prep. + S: banco de peces.
5. V -t- Adv.: negar rotundamente,
6. Adj. H- A dv.: opuesto diamctralmente.

II. L o c u c i o n e s

1. Loe. nominales: mosquita muerta, paño de lágrimasf el qué dirán.


2. Loe. adjetivas: corriente y moliente, más papista que el Papa, de rom­
pe y rasga.
3. Loe. adverbiales: gota a gota, de tapadillo, a raudales.
4. Loe. verbales: llevar y traer, nadar y guardar la ropa, meterse en
camisa de once varas.
5. Loe. prepositivas: gracias a, en lugar de.
6. Loe. conjuntivas: antes bient como si.
7. Loe. clausules: salirle a alguien el tiro por la culata, como quien oye
llover.

111. E n u n c i a d o s fr a se o l ó g ic o s

1. E nu nciados de valor esp ecífico : Las paredes oyen; Ahí. le


duele.
Paremias 2. Citas: El hombre es un lobo para el hombre.
3* Refranes: Por la boca muere el pez; Un día es un día.
F órm ulas 1. Fórm. de apertura y cierre: ¿Qué
discursivas hay?; Hasta luego,
2. Fórm. de transición: A eso voy.

1. Fórm. expresivas
- de disculpa: Lo siento.
Fórmulas - d e consentim iento: Ya lo creo.
rutinarias - d e recusación: Ni hablar.
- d e agradecim iento: Dios se lo pa­
gue,
- d e desear suerte: Y usted que fo vea.
- de solidaridad: Qué se le va a ha­
cer.
- d e insolidaridad: ¡A mí, plinf

2. Fórm. com isivas: (d e prom esa y


am enaza): Ya te apañaré.
F órm ulas
p sieo -so cialcs 3. F ó r m directivas:
- de exhortación: Largo de aquí.
- de inform ación: Tú dirás.
- de ánim o: No es para tanto.

4. Fórm. asertivas:
- d e aseveración: Por mis muertos.
- em o cio n a les: No te digo,

5. Fórm. rituales:
- de saludo: ¿Qué es de tu vida?
- de despedida: Le saluda atenta­
mente.

6. Miscelánea: Pelillos a la mar.


Las unidades de la segunda esfera y parto de las unidades de la
tercera — las paremias (especialmente los refranes)— guardan seme­
janzas formales. Ambas presentan una variedad de recursos fónicos
que, junto con las figuras sintácticas o esquemas propios de las pa­
remias, cumplen funciones mnctnolécnicas y estabilizadores. Este ti­
po de recursos prosódicos 110 es frecuente en las fórmulas rutinarias,
donde a lo sumo se observa un cierto desgaste fónico en diacronía.
Bn conexión con los aspectos formales se encuentran las particu­
laridades paradigmáticas y sintagmáticas de ias UFS. Salvo la exis­
tencia de unidades con casillas vacías y de vanantes léxicas o estruc­
turales en sentido estricto (componentes alternativos de una U F, que
pueden ser sinónimos en el sistema de la lengua o presentar tal rela­
ción léxica sólo cuando aparecen como miembros de tales unidades),
la fijación interna material limita la elección paradigmática de los
componentes, imponiendo restricciones en el inventario y en la in­
flexión interna de éstos. Frecuentemente nos hallamos ante paradig­
mas cerrados, cuyos máximos exponentes son las palabras diacríticas
o componentes únicos de las locuciones y las paremias.
La restricción es menor en el caso de las unidades de la primera
esfera: los colocados permiten la sustitución paradigmática. No obs­
tante, hay que tener en cuenta que las seríes léxicas así resultantes no
son idénticas a las series semánticas correspondientes. Además, la
extensión colocacional es variable en cada caso, por lo que se regis­
tran colocaciones libres, restringidas, estables y categorías puente,
situadas ya en la línea divisoria con las unidades de la segunda esfe­
ra. Lo mismo ocurre con respecto a la elección sintagmática de los
componentes de ias fórmulas rutinarias, las cuales presentan menor
fijación que las locuciones y Jas paremias. Tanto es así que las distin­
tas alternativas y la presencia de numerosas casillas vacías plantean
dudas a la hora de determinar si una unidad dada es una fórmula o un
esquema fraseológico.
Dejando a un lado las posibles relaciones léxicas que se pueden
dar entre los componentes individuales de las UFS, únicamente las
pertenecientes a la segunda esfera se oponen, en calidad de unidades
del sistema, a otras unidades léxicas de la lengua. Así, las locuciones
pertenecen a estructuras paradigmáticas específicas, es dccir, a cam ­
pos léxicos determinados, donde entran en oposición no sólo con
oirás UFSj sino también con otras palabras pertenecientes a ese mismo
campo léxico, con las cuales presentan relaciones de sinonimia, an-
tonimia y polisemia.
Por otra parte, las locuciones se combinan también coa otras uni­
dades léxicas en el eje horizontal o sintagmático. Forman, pues, colo­
caciones en toda regla; e incluso se llegan a formar concatenaciones
colocacionales (cf. abrir ana ventana de p a r en par).
En cuanto a los parámetros tradicionales de literalidad e idiomati-
cidad resulta evidente que éstos no son totalmente válidos para dar
cuenta del contenido semántico de ías UFS, ya que todas ellas presen­
tan algún grado de traslación. Las colocaciones son sólo parcialmente
composicionales: las bases seleccionan las acepciones abstractas, fi­
gurativas, delexicaiizadas o gramalicalizadas de sus respectivos colo­
cativos, Igual ocurre con las locuciones «literales», cuyos componen­
tes muestran gramaticalización o abstracción semántica. Del mismo
modo se entiende que la interpretación estándar de las paremias no
coincida con la suma del significado independiente de cada uno de
sus componentes individuales; y que, debido a un proceso diacrónico
de petrificación semántica, las fórmulas rutinarias hayan adquirido
nuevos significados contextúales y situacionales, en detrimento de su
significado denotativo primario.
Con respecto a las unidades tradicíonalmente etiquetadas «idio-
máticas» (ya sean parciales o totales), la traslación semántica se pue­
de deber a la presencia de palabras diacríticas o de irregularidades
gramaticales internas que imposibilitan una interpretación literal de la
secuencia, a la pérdida de conexión con las referencias histórico-
culturales que le dieron origen, o a la acción de mecanismos de trans­
ferencia semántica, entre los cuales se encuentran recursos expresivos
tales como la comparación, el eufemismo, la hipérbole, el grafismo,
la antonomasia o la personificación, asi como los transpositores más
importantes: metáforas, metonimias y sinécdoques.
El cambio semántico originado en una transferencia de base figu­
rativa (fundamentalmente en locuciones y paremias) refleja el papel
del pensamiento analógico y de los principios de motivación semán­
tica que informan nuestra concepción dei mundo: por un lado, las
transformaciones de los esquemas figurativos y los procesos metafó­
ricos, a los que no son ajenas las propias colocaciones, o el significa­
do denotativo indirecto por analogía típico de las paremias; y, por
otro lado, aquellos principios concernientes a los sistemas de creen­
cias y a las imágenes convencionales, donde se incluyen los mitos y
la sabiduría popular, los valores y conocimientos compartidos, las
anécdotas y hechos históricos de todo tipo a través de los cuales se
interpreta la realidad presente.
El significado denotativo se complementa con el aspecto conno-
íativo de estas unidades. Las UFS reflejan en mayor o menor medida
la cultura que ha determinado su aparición. Además, hemos observa­
do casos de diferencias diatópicas (y a veces diafásicas) en las tres
esferas. Las mismas restricciones se aplican a las preferencias de re­
gistro y a los niveles de estilo. Sin embargo, en las tres esferas, y
principalmente en aquellas unidades cuyo contenido semántico se ba­
sa en algún tipo de mecanismo de transposición, priman fas connota­
ciones expresivas: aunque se dan connotaciones apreciativas, pre­
dominan las humorísticas e irónicas y, especialmente, las despectivas,
las descorteses y las eufemísticas.
El predominio de las connotaciones expresivas guarda una estre­
cha relación con el valor adicional presente en muchas UFS, espe-
cialmente en las de transferencia figurativa. Recuérdese que en los ti­
pos 3, 5 y 6 de las colocaciones, la carga semántica aportada por el
colocativo suele ser la intensificación de su base correspondiente, así
como su estimación positiva o negativa con respecto a una determi­
nada escala. Gran parte de las locuciones y las paremias tienen como
dominio de designación preferente la valoración indirecta, general­
mente negativa, de la interacción y los comportamientos sociales.
Se trata de implicaturas convencionales y codificadas, frecuente-
mente opiniones negativas que podrían considerarse descorteses o
inapropiadas en caso de ser expresadas directamente (lo cual se relíe­
la en su comportamiento con respecto a las dcixis social y de perso­
na). Así se respeta el principio de cortesía, mediante el cual se m an­
tiene el equilibrio social y las relaciones amistosas que permiten
asumir la cooperación efectiva de los interlocutores, observando las
máximas corteses de aprobación, tacto, acuerdo y simpatía.
Las valoraciones e implicaturas convencionales forman parte de
la información codificada de forma indirecta y solapada de la cual es
responsable el emisor, y que se basa en el conjunto de conocimientos
previos» ideas y patrones de conducta compartidos por los hablantes
de una determinada comunidad lingüística: es decir, las presuposi­
ciones pragmáticas, que facilitan la interacción social y refuerzan ia
identidad de grupo.
Mediante la utilización de las unidades de la tercera esfera se
persiguen, además, otros objetivos adicionales. Las paremias, debido
al distanciamiento del emisor (por su carácter de cita y la presencia
de presentadores o indicadores deícticos), generan implicaturas con­
versacionales de cuya responsabilidad se exime a este. En tanto actos
de habla, realizan actos ilocucionarios que producen en el receptor
ciertos efectos perlocucionarios, constituyendo en muchos casos actos
perlocucionarios: sirven para convencer, persuadir e instruir al recep­
tor, o para conseguir que éste haga algo o actúe de una forma deter­
minada; aunque, cuando no se persigue reacción alguna, las paremias
cumplen más bien una función fática.
Las operaciones de inferencia necesarias para adaptar la interpre­
tación estándar de las paremias a las distintas situaciones comunicati­
vas no son necesarias en el caso de las fórmulas rutinarias. Dado que
son formas establecidas convencionalmente para realizar determina­
dos actos de habla, estas UFS persiguen primordialmente fines socia­
les y facilitadores de la interacción. En su mayoría sólo tienen efecto
ilocucionario, pues se limitan a constituir la expresión de sentimien­
tos y actitudes canalizados socialmente o la realización verbal ade­
cuada para encuentros ritualizados. Tan sólo algunas fórmulas psico-
sociales de los tipos 3 y 4 (de información, de ánimo y de asevera­
ción) constituyen actos de habla pcrlocucionarios.
Las unidades de la primera y la segunda esfera, al combinarse con
otras unidades léxicas en el discurso, muestran también diversos gra­
dos de fuerza ilocucíonaría. Ésta es de tipo asertivo en las colocaciones
cuando la relación semántica entre los colocados es la de intensifica­
ción o estimación subjetiva; y de valoración de la jerarquía social en
las locuciones de transferencia semántica u origen histórico-cultural,
las cuales, además, contribuyen a la realización de ciertos actos per-
locueionarios, que tienen que ver con el establecimiento de patrones
de conducta sancionados socialmente.
La manipulación creativa de las UFS (fundamentalmente de locu­
ciones y paremias) en el discurso cumple otros objetivos importantes.
Se trata de modificaciones externas o internas. AI prim er tipo corres-
ponden manipulaciones que respetan la estructura formal de la uni­
dad, cuyo contenido semántico se ve alterado por efecto del contexto
verbal, al recibir prominencia uno de los planos semánticos: bieii el
unitario o el compositivo.
Al segundo tipo corresponden manipulaciones que afectan a la
estabilidad y estructura de los miembros integrantes de la unidad. Son
operaciones formales que tienen consecuencias semánticas. Entre
ollas figuran la adición, reducción o sustitución de componentes* las
modificaciones gramaticales, y las combinaciones de procedimientos
y fusiones. Las ilustraciones, a medio camino entre las modifica­
ciones externas y las internas, recurren al contexto extraverbal úni­
camente (representaciones gráficas) o en combinación con el verbal.
Las manipulaciones creativas revelan el potencial discursivo de
estas unidades en la creación de textos. De esta manera no sólo se
persiguen efectos humorísticos o irónicos, así como determinados
efectos expresivos* con objeto de reavivar el interés del receptor me­
diante la distracción, sino que también sirven para apoyar el hilo ar­
gumentativo al recurrir a las presuposiciones pragmáticas de las UFS
como bases sólidas para la inferencia. Además, desde la relevancia
pragmática, el aumento deliberado del esfuerzo de procesamiento
exigido no resulla injustificado: responde a la presencia de efectos
contextúales adicionales y de actualizaciones simultáneas de planos
semánticos que 110 habrían tenido lugar de forma más efectiva y eco­
nómica de haberse utilizado otros procedimientos alternativos. De allí
que tales manipulaciones sean frecuentes en los medios de comuni­
cación de masas, en los textos argumentativos y en la publicidad.
Por regla general, la comprensión de una UF manipulada creati­
vamente lleva aparejado, necesariamente, un conocimiento profundo
de la cultura, los acontecimientos y la vida pública, no ya de la co­
munidad lingüística de que se trate, sino también, y muy especial­
mente, de la realidad local. Es decir, a menos que se esté muy al día
de los avalares políticos, artísticos y sociales de un país resulta muy
difícil apreciar todas las reverberaciones semánticas que, a modo de
ondas concéntricas en un estanque, se originan a raíz de tales modifi­
caciones.
Aún queda mucho por hacer en fraseología antes de que los resul­
tados descriptivos puedan aplicarse satisfactoriamente a la lexicogra­
fía y, más específicamente, a la fraseografía. Confiamos en que muy
pronto, cuando dispongamos de córpora extensos, se pueda profundi­
zar en la investigación de! sistema fraseológico español. De esta for­
ma, será posible establecer, a partir de ios datos estadísticos de fre­
cuencia, la forma canónica real de Las UFS, sus manipulaciones más
frecuentes, los patrones fraseológicos más productivos, las unidades
fraseológicas que van cayendo en desuso, así como las creaciones
neológicas.
Solamente entonces podremos valorar las implicaciones que con­
lleva el uso (y la manipulación) de estas unidades en el discurso. Los
resultados obtenidos constituirán Ja base para la elaboración de m a­
teriales didácticos orientados a la enseñanza del español como lengua
extranjera, servirán de materia prima para el establecimiento de bases
de datos fraseológicas (monolingües y plurilingües, generales y ter­
minológicas), enriquecerán los sistemas de procesamiento natural y
serán una ayuda inestimable en la traducción automática.
fin definitiva, el estudio serio y profundo de la fraseología del es­
pañol impulsará tanto la investigación en nuestra propia lengua como
la comparación interlingiiística. Todavía nos queda un largo camino,
pero, como dijo el poeta, se hace camino al andar.
B IB L IO G R A FÍA

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ÍN D IC E D E U N ID A D E S F R A S E O L Ó G IC A S 1

a boca de jarro, 37. a carcajadas, 118.


a bordo, 99. a causa de, 105.
a brazo partidot 99. a ciencia cierta, 118.
A. buen entendedor con pocas pala­ a cierra ojos, 121.
bras basta, 223. A decir verdad, 207.
a buen seguro, 99. o diestra y siniestra, 116.
A buenas horas mangas verdes, 139, A Dios rogando y con el mazo dan­
162, 167, 169, do, 148-149.
A burro muerto, la cebada al rabo, A donde fueres, haz como vieres,
237. 152.
A cada cerdo/puerco le llega su San ¿[A] dónde vas/va usted a parar?,
Martín, 159-160. 197.
a cal y canto, 111. A enemigo que huye, puente de pla­
a cara descubierta, 243. ta, 147.
a cara o cruz, 111. A eso voy/iba, 190, 271.

1 Las unidades fraseológicas mencionadas a lo largo de esta obra aparecen por or­
den alfabético según el primer componente, sea opcional o no. Para evitar la confu­
sión con Jas colocaciones formadas por verbo + sustantivo (objeto), el sustantivo
(sujeto) de las colocaciones de] primer tipo aparece entre paréntesis angulares y tras el
verbo correspondiente.
a espuertas, 100. a pesar de, 105.
A falta de pan buenas son tortas. a que, 107, 108.
148,229. A quien madruga Dios le ayuda, 35,
a fin de cuentas, 25, 1OH. 162.
a fin de [que], 107, [08, 120. a rajatabla, I 18.
a gatas, 115. a ratos, 100,247.
A grandes males, grandes remedios, a raudales, 101, 102, 270.
157, 220. a renglón seguido, 99.
a horcajadas, 48. A rey muerto, rey puesto, 164.
a hurtadillas, 115. A río revuelto, ganancia de pescado­
a la chita callando, 100* 121. res, 156.
la fuerza ahorcan, 229. a sangre caliente, 122.
a ¡alarga, 126. A seguir bien, 211,212.
//I ¡a orden!, 177, 179, 183, 195. A Segura lo llevan preso, 168.
¡Y/<2 /í7 120. A sus pies, 183.
a /« /wjfre, 99. a todas luces, 99.
¿7 /c? tolondro, I 15. ,4 ¿w (kw, v itara, ctc.) jízW , 29,
Í7 /« V£ÍZ, 99. 200 .
í7 las duras, 99. A ver, 188, 194.
/í A? hecho, pecho, 220. A ver si va a poder ser, 35,
^4 luengas vías, luengas mentiras, abrir una cuenta, 45.
156. Abróchense los cinturones, 182.
A mandar, 199. acariciar un plan, 85.
medida que, 108. acariciar una idea, 69, 85.
a medios pelos, 114. acuciar <un problema>, 67.
A mí me lo va/vas a decir; 195. ad libitum, 127.
mí,plinl, 201 *271. 4/íV'í<ó/í razón, 159.
«« f/w, .vwTetc.) manera, 116. agarrarse a un clavo ardiendo, 48.
A nadie le amarga un dulce, 155. Agua pasada no mueve molino, 220.
a ojos cerrados, 117. Agua que no has de beber■ déjala
a ojos vista, 27. correr, 148.
a ojos vistas, 41, 117. Ahí está el busilis, 152.
A otra cosa, mariposa, 191. Ahí le duele, 138,270.
A otra rosa, mariposa, 191. ahorcar/colgar los hábitos, 1 12.
A otro perro con ese hueso, 133, ajustarle las cuentas a alguien, 203.
197. Al agua, patosf 212.
a patadas, 1 19. al bies, 116.
Al buen callar llaman Sancho, 168. andarse con ojot 117.
alfin y al cabo, 108. andarse por las ramas, 114.
Al freír será el reír; y al pagar será Ande yo caliente, y ríase la gente,
el llorar, 148. 143.
¡Al grano!, 204. Año de nieves, ano de bienes, 1 5 7 .
al fado, 100. Año lluvioso, campesina dichoso, 157.
al pie de, 127. ante todot 220.
al pie de la letra, 100. antes bien, 107,270.
AI nopal se le va a ver sólo cuando antojársele/hacérsele a alguien la
tiene tunas, 167. boca agua, 109.
Ai pan, pan, y al vino, vino, 154. Apaga y vámonos, 155, 1 83.
Áfl] perro flaco, todo son pulgas, apretar las clavijas a alguien, 225.
159, 161, ¡Aquífue Troya!, 44.
al por mayor, 113. aquí mismo, 1 0 1 .
ai por menor, 113. Arjonillera, puta y perchera, 167.
¡Alabado/bendito sea Dios!, 209. arma blanca, 120.
Alábate, mierda, que el rio íe lleva, Arma de fuego, alejarla, que el dia­
148. blo suele cargarla, 138.
alcanzar un acuerdo, 85. arma defensiva, 120.
Alea iacta est, 153, armar un escándalo, 39.
Algo tendrá el agua cuando la ben­ Arrieros somos y en el camino nos
dicen, 148. encontraremos, 160, 162, 168.
¡Allápelículas!, 201. arrimar (uno) el ascua a su sardina,
¡Allá se (te, etc.) las arregle/com­ 248.
ponga!, 20 i . arrojar la toalla, 50.
¡Allá se (te, etc.) las entienda/go­ asestar un golpe, 69, 270.
bierne/haya con alguien o algoi, así., como, 108.
201. Así es la vida, 151.
¡Allá tú (él, etc,)l, 201. así que, 108.
Allá van leyes, do quieren reyes, ¡Asi se habla!, 186.
152. asumir una responsabilidad, 69.
¡Allífue Troya!, 139. atar los perros con longaniza, 11 7 ,
alma de cántaro, 95. 121.
alzarse/cargar con el santo y la li­ atizar el fuego, 122.
mosna, 27. aun cuando, 108.
alzar/levantar pendón/pendones, 112, Aún queda ei rabo por desollar, 161,
¡Ancha es Castilla!, 34. 168.

I K A S S íO L O G Í A . n
Aunque la mona se visla de seda, Cabra en sembrado, peor que nu­
mona se queda, 156. blado, 137.
¡Ay de los vencidos!, 153. cacarear <un gallo>, 64.
Cada maestrillo tiene su librillo,
bailarle a uno los ojos, 117. 158.
bajar la cabeza, 124. Cada mochuelo a su olivo, 157.
bala perdida, 127. Cada oveja con su pareja, 225.
banco de peces, 74, 270. Cada palo aguante su ve la, 36, 37.
bandada de aves, 74. cada quisque, 34, 96.
beber como un cosaco, 43, 115. caer pesadamente, 75.
beber más de la cuenta, 238, caérsele a alguien el alma a los pies,
¡Benditos/Dichosos los ojos [que te 109.
(le, etc.) venj!, 180. caérsele a alguien la cara de ver­
Beso a usted la mano, 184. güenza, 110.
Beso su mano, 184. caldearse <el ambiento, 85.
blanco como la pared / más blanco caldo de cultivo, 126.
que la pared\ 97. calentarse <los ánimos >, 85.
blondas Ilaar [a!.], 55. cancelar una reserva, 80*
boca con boca, 101. cancelar/rescindir un contrato, 71.
boccato di cardinal! [it.], 126. cara a cara, 111,
borrón y cuenta nueva, 96. casco azul, 124,
brillar <el sol>, 224. cero a la izquierda, 95.
Buen provecho, 200. Chiva que rompe tambor con su pe­
¡Buena la has/hemos hecho!, 208, llejo pagaf 47.
233. chubascos ocasionales, 87.
¡Buena suerte!, 133. chuparle el rabo a la jutia, 128.
Buenas noches, 211, chaparse el dedo, 103.
Buenas tardes, 175, 211,215. ciclo de conferencias, 74.
¡Bueno está lo bueno!, 197. ¡Claro está!, 195.
Buenos días, 44, 133, 210, 215. ¡Claro que sí!t 195.
buscar la boca, 47. clase dirigente, K2.
clavar los ojos, 117.
caballo alazán, 64. clima benignof 72.
caballo bayo, 65. cloud/rain/sh ower/storm o f a rro iv^
cabeza abajo, 29. [ing.], 86.
cabeza arriba, 29. cobrar fuerza, 71.
cabeza de turco, 43. coger el toro por los cuernos, 254.
coger una idea, 85. con pelos y señales, 43, 99.
coigaric/poneríe a alguien un sam­ Con perdón, 183, 193.
benito, 246. Con su permiso, 205.
Comer para vivir, no vivir para co­ Con su (tu) pan se (te) lo coma
mer, 154. (comas), 201.
comerse, a alguien a besos, 125. con tal de, 107.
comerse con ios ojos algo/a alguien, con tal que, 33, 34.
117. con todo, 108.
¿Cómo dice?, 205, con vistas a, 105.
como Dios le da a alguien a enten­ conciliar el sueño, 58, 69» 81.
der, 110. Conde y condadura, y cebada para
como Dios manda, 110. la muía, 152.
¿Cómo está usted?, 27. conejillo de indias, 95.
¿Cómo estás/está [usted]7, 187, 211. confirmarse/corroborarse <una sos­
Como [lo] oyes/oye [usted], 207. pechan, 68.
¿Cómo no?, 44, 185. contante y sonante, 118.
como quien dice, 110. Contigo, pan y cebolla, 139.
como quien oye llover, 110, 270. contra viento y marea, 100.
como si, 108, 215, 270, convencido firmemente, 75.
¡Cómo íü por aquí!, 2 1L correo electrónico, 127.
Cómprate un bosque y te pierdes, correrpeligro/suerte/aventuras, 80.
204, correr un riesgo, 82.
Cómprate un desierta y lo barres, correr <un rumor>, 67, 270.
204. corriente y moliente, 97, 11l, 270.
con arreglo a. 105, Corta el rollo, 204.
Con/de mil amores, 195. cortado por el mismo patrón, 97.
Con Dios, 211. cortar a alguien un sayo, 114.
con el corazón en la mano, 100. cortarse/agriarse d a lech o, 68.
con la boca abierta, 99. cortina de humo, 95.
con la lengua fuera, 124. corto de medios, 97.
con la mosca en/detrás de la oreja, coser y cantar, 34, 96,
121 . costar un ojo de la cara, 103, 117.
con la punta de la polla, 128. costar un riñón, 120.
Con la venia, 205. crear un directorio, 87.
con los brazos abiertos, 100. crear una dificultad, 70.
Con mucho gusto, 195. Cria cuervos y te sacarán los o/os,
con objeto de, 105. 241.
crier comme un putois [fr. j» 24. dar y tomar, 102.
Cruz y raya, 202, darle a uno la gana, 127.
¡Cualquiera sabe/quién sabe!, 198. darse cabezazos contra la pared,
Cuando la mora envera, cerca está 124.
la cencivera, 154. darse prisa, 87.
Cuando las barbas de fu vecino veas darse/pegarse una hostia, 127.
pelar, pon las tuyas a remojart De Álmogía, el que no la pega a la
249. entray la pega a la salía, 155.
Cuando seas padre> comerás huevo, de/para andar por casa, 98.
156. De Aragón, ni hembra ni varón, 169.
cuchillo afilado, 72. de armas tomar, 98.
Cuéntaselo a tu abuela/padre/madre, de baja estofa, 98.
197. de brocha gorda, 34.
cuerpo a cuerpo, 102. de calidad de la panocha, 128.
¡Cuerpo de tal!, 184. de ch uparse los dedos, 131.
cuesta de enero, 95. r/ecuchara, I I 8.
cuestión clave, 73. eso, [monada], 196.
Cuídate mucho, 189, 20Í). de golpe y porrazo, 100, 112.
Otí ^/{V/íífc cenas están las sepultu­
Dádivas quebrantan peñas, 155. ras llenas, 237.
dado que, 108. de improviso, 99.
dar a alguien gato por liebre, 253. de la cáscara amarga, 98.
dar a alguien por el saco/culo, 210. de la Ceca a la Meca/de Ceca a Me­
dar a alguien vela en este (ese, ctc.) ca,, 123.
entierro, 133. de marca mayort 48,
dar calabazas, 43. de mi para ti, 19L
dar cien vueltas a alguien, 103, de mírame y no me toques, 90.
dar comienzo, 70, 83. De nada, 198,225.
dar con alguien/algo, 103. De ningún modo, 195-196.
dar de sí, 102. De ninguna manera, 195,
dar en el busilis, 32, de padre y muy señor mío, 98.
dar en el quid, 120. de par en par\ 100, 119, 273.
dar gato por liebre, 90. de Pascuas a Ramos, 100.
dar sobre alguien, 102, de pe a pa, 118.
dar tras alguien, \ 03. de pelo en pecho, 43, 98, 114.
dar un paseo, 45. de perros, 98.
dar una caradita, 129. de pies a cabeza, 100.
de postín, 98. ¡Di/Diga que sí!, 194.
de punta en blanco, 126. Día pardo, día pesado, 158.
de puta madre, 131. Dicho sea de paso, 190.
de rebote, 252. dicho y hechot 31,41.
de rompe y rasga, 128, 270. Dichosos los ojos [¿fue te ven], 211.
de so capa, 126. diente de ajo, 74.
De tal palo, (al astilla, 157, 161, Dime con quién andas v te diré
de tapadillo, 100,219,270. quién eres, 152 .
de tarde en tardet 239. Dime con quién paces y decirte he
de yuca y ñame, 128. qué haces, 152.
debate acalorado, 85, 122. /Dimetofdigamelo a mí!, 194.
decir/echar/soltar un ajo/ajos [y ce­ dinero negro, 73.
bollas], 131, diñarla, 48, 102.
decisión clave, 73* Dios creó al hombre a su imagen y
declararse <un incendio>, 67, 27U. semejanza, 144.
declararse <una epidemia>, 67, 68. Dios guarde a Ud./V.E./V.l, muchos
defender una opinión, 85. años, 174, 184.
defender una postura, S5. Dios ios cría y ellos se juntan, 168.
dejado de la mano de Dios, III. ¡Diosmio!, 209.
Déjame en paz, 204. ¡Dios nos coja confesados/, 185,
dejarse la pieI [en algo], 250, 247.
dejar[se] los huevos en casa, 129. Dios se lo pague, 233, 271.
Del dicho al hecho va un trecho, Dios te (se, etc.) la depare buena,
162. 200 .
del tiempo de Maricastaña. 43. Donde hay patrón no manda mari­
delante de, 105. nero, 242.
Dentro de cien años, todos calvos, donde la espalda pierde su recio
138. nombre, 131.
derecho al pataleo, 131. Donde no hay harina, todo es mohí­
desatarse <una polémicas, 67. na, 250-251.
Desde luego, 1 95. dorar la píldora, 38.
¿Desea alguna cosa?, 188. dormido profundamente, 75.
des ear fei vientem ente, 15. dormir como un tronco, 103.
desempeñar un cargo, 70.
desempeñar un cargo/una junción/ E pursi muove [U], 153.
un pape!, etc., 68. echar a patadas, 119.
desempeñar un papel, 82. echar algo a perros, 117.
echar ch ispas, 122. el qué dirán, 96, 270.
echarfuego por los ojos, 122. El que esté libre de pecado que tire
echar leña al fuego, 122. la primera piedra, 144.
echarle los perros a alguien, 117. El que no corre, vuela, 138.
einen Baum fallen [al.], 55. El que no llora, no mama, 148.
el bel canto, 116. El rey reina, pero no gobierna, 147.
El coche de San Femando, un ratita ¡El rey ha muerto, viva el rey!, 164.
a píe y otro andamio, J39. El tiempo todo lo cura, 160.
El diablo las carga, 138. En Adra, el que no muerde, ladra,
El diablo sabe más por viejo que por 169.
diablo, 154. En boca cerrada no entran moscas,
el doice famiente [it.], 49. 244.
El gafo escaldado, de! agua fría hu­ En casa del herrero, cuchillo de pa­
ye, 148. lo, 157.
El hábito no hace al monje, 155. en cueros [vivos], 116.
El hombre es juego; la mujer estopa; En Domingo de Ramos, quien no
llega el diablo y sopla, 241. estrena, no tiene manos, 148.
El hombre es un animal político, En Loja, la que no es puta es coja,
145. 169.
El hombre es un lobo para el hom­ en lugar de, 106, 120,270.
bre, 145, 155,270. en menos que canta un gallo, 34.
El hombre propone y Dios dispone, en mi (tu, su, ctc.) opinión, 206.
145, 155. en pos de, 33, 34? 105.
el huevo de Colón, 95, ¿En qué quedamos?, 204.
el mejor postor, 96. en resumidas cuentas, 191,
el mismo que viste y calza, 96. en teoría, 120.
El muerto ai hoyo y el vivo al bollo, en torno a, 105.
249. en un abrir y cerrar de ojos, 117.
El muerto, al hoyo/a la sepultura, y en un santiamén, 34.
el vivo, al bollo/hogaza, 154. en vez de, 105,
El mundo es un pañuelo, 155. en vilo, 99.
el parto de los montes, 134. en virtud de, 126.
El perro del hortelano [que ni come Encantado de conocerle, 24, 211.
las berzas ni las deja comer], encender una pasión, 85.
248. encima de, 105.
Eí perro es el mejor amigo del hom­ enemigo acérrimo, 43, 60, 71.
bre, 248. enjambre de abejas, 74.
enseñar ¡os dientes, 124. estar en el quinto cono, 128.
entahfar/trabar amistad, 69. estar entre Pinto y Valdemoro, 130.
entablar/trabar conversación, 71. estar hasta las bolast 130.
Entre col y col, lechuga, 157. estar una hasta ¡os ovarios de algo,
entre Escila y Caribdis, 126. 128.
entreprende un affaire [fr,], 215. ¡Estaría bueno!, 196.
Envié mis naves a bichar con los ¡Estaríamos buenos!, 196.
hombres, no con los elementos, estirar la pata, 90, 130.
148. éxito clamoroso, 45.
Éramos pocos y parió la abuela, éxito fulgurante, 71.
138,224.
Erase una vez, 44. falso testimonio, 120.
Errar es humano, perdonar es divi­ fas atque nefas, 116.
no, 144. Fat chance you've got [ing.], 31.
error garrafal, 71, 72. fat content [ing.], 62.
Es bueno raspar, pero no arrancar Felices Pascuas, 199.
los magueyes, 167. felicitar efusivamente, 75.
es decir, 191. Feliz Año Nuevo, 199.
Es justicia [que pido/se pide/espero Feliz Navidad, 199.
alcanzar] en (localidad) a (fecha), Feliz cumpleaños/santo/aniversario,
184. 199.
Es más, 190. fracasar estrepitosamente, 75.
Es un placer, 199. Fragilidad, tu nombre es de mujer,
[Es usted/Eres] muy amable, 198. 144.
¡Eso digo yo!, 194. frío como el hielo, 123.
¡Eso es!, 185. fruncir el ceño, 81, 83.
¡Eso faltaba!, 208. fuente fidedigna, 71.
¡Eso sí que está/estaría bueno!, 196. [fuerte] como un roble, 98.
España es diferente, 142. fuerte como un toro/más fuerte que
¡Está bien!, 195. un toro, 97.
estallar <una guerra>, 67, filmar ¡apipa, 125.
estar a las duras y a las maduras,
234. Galgas en la Centenera, aguas en
estar a¡ corriente, 113. tierra aunque Dios no quiera,
estar al quite, 115. 154.
estar como los perros en misa, 117. Genio y figura hasta la sepultura,
estar en el ajo, 45. 157, 241.
glasear un pastel/bizcocho/tarta, 79. Hasta más ver, 180, 2 1i T212,
golpe bajo, 95. ¡Hay que fastidiarse!, 208.
gota a gota, 101,270. iHay que joderse!, 210.
gracias a, 105,270. Haz el amor, no la guerra, J43.
Gradas por todo, 189. heavy drinker [ing.], 77.
grano de arroz, 74. heavy drinking [ing.], 77.
grosso modo, 127. hecho polvo, 48.
guardar las apariencias, 38. hecho un brazo de mar, 34.
guerra relámpago, 73. hecho y derecho, 111.
guerra suda, 120. hectic fever [ing.], 60.
¿Gustas/gusta, usted?. 200. hijo de puta, 130.
Hijo mimado, hijo malcriada, 154.
Ha sido un placer, 189, 199. hinchársele a uno las narices, 124.
Ha sido u/i placer hablar con usted, hinchársele los huevos a alguien, 128.
191. hombre clave, 73.
Haber gato encerrado, 140. horas muertas, 120,
Haber moros en la costa, 140. Hoy las ciencias adelantan que es
haber sido cocinero antes que fraile, una barbaridad, 144.
245.
Hablando se entiende la gente, 231. ideas/pensamientos brillantes, 86,
¡Habióse visto [cosa igual}!, 175, ideas/pensamientos nebulosos, 86.
208, ignorancia supina, 7 1.
hacer alusión, 26. Ignorante graduado, asno albarda­
hacer dedo, 29, 87, 128. do, 169.
hacer el paripé, 49. implementar un programa, 87.
hacer hincapié, 37. importancia capital, 71.
hacer la vista gorda, 227. inflarse el perro, 117.
/wcem? tf/ sueco, 121. Inglés, pirata es, 169.
hacérsele a alguien la boca agua, interponer un recurso, 87.
48, 109. ir al dedo, 29, 87, 128.
¡Hasta ahí podríamos llegar!, 197. ir al grano, 114, 203.
Hasta ahora, 211. ir con uno, 103.
Hasta después, 211. ir de mal en peor, 120.
Hasta la vista, 189. ir y venir [en algo], 102.
Hasta luego, 189,211,271. irse de/a picos pardos, 28, 112.
Hasta mañana (el viernes, el mes írsele a alguien el santo al cielo,
que viene, etc.), 211,212. 109.
jarabe de pico, 49. La vida es sueño, 143.
jemandem auf die Finger gucken ladrar <un perro>, 64.
[al.], 222. lágrimas de cocodrilo, 27, 95.
Juego de manos, juego de villanos, Laisezfairer, ¡aisez passer [fr.], 153.
155. ¡Largo de aquí!, 45, 204, 232, 271.
Juntáronse ios delantales y no quedó largo y tendido, 102, 118.
vecina sin señales, 159. Las apariencias engañan, 155, 230.
Juntarse eí hambre con las ganas de Las cosas ciaras y el chocolate espe­
comer, 140. so, 158.
Juventud, divino tesoro, 146. Las cosas como son, 207.
Las cosas de palacio van despacio,
La cabra siempre ¿ira al monte, 234. 158,
¿a carabina de San Ambrosio, 34. Las paredes oyen, 34, 138, 231, 270.
la de Mazagatos, 116. Le acompaño en el sentimiento, 45.
la fiesta nacional, 130. Le ruego acepte la expresión de mis
la flor y nata, 96. sentimientos más distinguidos, 184.
¡La hemos cagado!t 210. Le saluda atentamente, 211, 271.
La imaginación al pod&r, 141. Le saluda fa Vd./ muy atentamente,
La letra con sangre entra, 169. 184.
la ley del embudot 223. Ia' (te, ctc.) acompaño en el senti­
La madre que te (le, la, etc.) parió, miento, 200.
183. Les rogamos hagan uso del cinturón
La mujer aténgase al huso, y no al de seguridad, 182.
uso, 154. levantar Ja liebreT111.
La mujer en la casa y con la «pata levantar una calumnia, 81.
que.brá», 169. levar anclas, 87.
La música amansa las fiaras, 155. ligado estrechamente, 75.
La ocasión hace al ladrón, 148. ligero de cascos, 239.
La ocasión la pintan calva, 160, 168. limpiarse el culo con algo, 130.
¡La órdiga!, 44. limpieza relámpago, 73.
la oveja negra, 254. limpio de polvo y paja, 97.
La purga de Benito, que desde la liso como la palma de la mano, 125.
botica estaba obrando, 139. listo de manos, 97.
l a religión es el opio del pueblo, llegar a una conclusión, 85.
145. llegar/adoptarfalcanzar un acuerdo,
la sopa boba, 95, 118. 81.
La vida da muchas vueltas, 150. llenar a alguien de alegría, 6 1.
¡levar la voz cantante, 103. mandar a alguien/algo a freír espá­
llevar y traer 102, 113,270. rragos, 210.
llevarla a alguien los demonios, 109. mandar a alguien/algo a freír mo­
llevarse como el parro y el gato, nas/monos, 210.
I 17. mandar a alguien/algo a la eme,
llevar/hacer la cuenta, 238, 210.
llorar amargamente, 75. mandar a alguien/algo al cuerno,
L lo v e r s o b r e m o ja d o , 140. 210.
Lo dicho [dicho], 206. mandar alguien/algo a la mierda,
Lo poco agrada, y lo mucho enfada, 210.
148. mandar alguien/algo a tomar viento,
Lo prometido es deuda, 160. 210 .
¡Lo que faltaba!, 181, 208, 224. mano a mano, 102.
¡Lo que faltaba para el duro!, 208. Manos blancas no ofenden, 147.
Lo que oye/oyes, 207. mantener/sostener una conversación,
Lo que son las cosas, 208. 71.
Lo que. usted diga, 195. Más claro, agua, 212.
Loque usted mande, 195. Más comas da el hambre, 153.
Lo que yo te diga, 206. más déla cuenta, 101»
Lo siento [mucho], 194, 200, 271. Más dura será la caída, 162.
Los duelos con pan son menos, 138. más feo que Picio, 98.
luna de mieiy 48. más feo que pegarle a un padre, 120.
luna nueva, 92. más muerto que vivof 98,
más o menos, 25.
magia blanca, 255. más papista que el Papa, 43, 254,
magia negra, 255. 270,
Mal de muchost consuelo de tontos, masque, 107,
240. Más sabe el diablo por [ser] viejo
mal endémico, 234. que por [ser] diablo, 154.
Mala hierba nunca muere, 217. más solo que la una, 219.
mala hostia, 127, más suave que la seda, 98.
mala uva, 95, 113. más tarde o más temprano, 101.
/ Ma ldi ta sea f, 208. Más vale lo malo conocido que lo
¡Maldito(-os, -a, -as) sea (seas, sean, bueno por conocer, 30.
etc.)!, 208. Más vale prevenir que curar, 231.
mandar a alguien a dar por el saco/ Más vale ser cabeza de ratón que
culo, 210. cola de león, 156.
Más vale solo que mal acompañado, mirar con buenos ojos, 113.
218. mirar con malos ojosr 113.
Más vale tarde que nunca, 158, 162. momento crucial, 72, 80, 270.
más y más, 10). mondo y lirondo, 98, 111*
matar dos pájaros de un tiro, 90. mosquita/mosca muerta, 95, 270.
matarlas callando, 45. mover/revolver cielo y tierra, 103.
maullar <un gato>, 68. Muchas felicidades, 199.
¡Me cago en diez!, 181, 208. Muchas gracias, 198.
¡Me cago en Dios i 185,210. Mucho gusto, 211.
¡Me cago en la mar [salada]!, 208. Muerto el perro, se acabó la rabia,
¡Me cago en la puta [leche]!, 210. 156.
¡Me cago en ¡os muertos de Maho­ Muy agradecido, 198.
rna K 185.
¡Me cago en tu madre (padre, Na iman [ár.], 176.
abuela, etc.)!, 185, 210. ¡Nada de,..!, 196.
¡Me cago en tus muertos!, 185, 210. ¡Nada de eso!, 196.
¿Me has entendido?, 192. nadar y guardar la ropa, 48, 102, 270.
Me ¡o va/vas a decir a mí, 195. Nadie escarmienta en cabeza ajena,
Me ofrezco a usted de atento y segu­ 247.
ro servidor que estrecha su mano, Nadie te ha dado vela en este entie­
184, rro, 133.
¿M e oyes?, 192. Naranjas de la China, 182, 196.
¿Me permite?, 205, negar rotundamente, 75, 270.
¿Me sigues?, 192. ni ají cachucha, 128.
media luna, 92. ni dios, 96,
menda lerenda, 96, 111. M hablar [del peluquín], 196, 271.
Mens sana in corpore sano, 167. Ni idea, 198.
mercado negro, 73. ni muerto ni vivo, 112.
meter a alguien en cintura, 103. Ni que decir tiene, 206.
meter la pata, 29. Ni qué pan caliente, 185.
meterse en camisa de once varas, 89, Ni que 4 subjuntivo, 180.
270. Ni sábado sin sol, ni mocita sin
Mi reino por un caballo, 144. amor, 157.
miei itras tan to, 107. m tanto así, 124.
Mira por dónde, 208. ni torta/jota, 96.
Mira quién había/fue a hablar, 180, Ni totopo, ni tortilla, mejor una gor-
197. dita de la villa, 167.
no dar abasto, 37. no saber de la misa la media, 104.
No dejes para mañana lo que puedas No se ganó Zamora en una hora, 34,
hacer hoy, 161. 161.
-}No es nada lo del ojo! -¡Y lo lle­ No sé qué te diga, 190.
vaba en ¡a mano!, 35. No sólo de pan vive el hombre, 145.
No es para tanto, 180, 205, 27 L No [te] creas, 195, 206.
No es tan fiero el león como lo pin­ No te digo, 209, 271.
tan, 159. ¡No te fastidia!, 209.
No estar el horno para bollos, 140, No te han dado vela en este entierro,
No es/ha sido nada, 199, 133.
[No] faltaba/faltaría más, 196, 199, ¡No te jodeí, 210.
¡No juliana más!, 181. ¡No te (le, ctc.) digo más!, 206.
No hay dátil sin hueso, ni bien sin No te pongas/se ponga asi' 205.
laceria, 152. no tener arte ni parte7 111.
No hay de qué, 199. no tener dos dedos de frente, 104.
No hay derecho, 35. no tener oficio ni beneficio, 105.
No hay más cera que la que arder 155. no tener un pelo de tontot 104,
no irle ni venir nada algo a alguien, no tener uno dónde caerse muerto,
104-105. 216.
¡No jodas!, 210. no tener vuelta de hoja, 104.
No juzgues y no serás juzgado, 145. Noli me tangere, 167.
No las merece, 199. nombrar la soga en casa del ahor­
No llegar la sangre al rio, 140. cado, 104.
no llegarle a alguien la camisa al Nos veremos las caras, 203.
cuerpo, 109, 216. nubosidad variable, 87,
No me digas, 208. Nunca falta un roto para un descosi­
no obstante, 220. do, 229.
No pasarán, 142.
no pegar ojo, 104. ¿O no?, 191.
no pegar una cosa ni con cola, 127. osea, 191.
no poder ver ni en pintura a alguien* O témpora, o mores!, 167.
104. océano vasto/inmenso, 73.
No por mucho madrugar amanece odio mortal, 72.
más temprano, 162. oído/vista/olfato fino, 73.
No sabe el diablo por diablof sino Ojo por ojo, diente por diente, 244.
por viejo, 154. Ojos que no ven, corazón que no
no saber a qué carta quedarse, 104. siente, 228.
oler a cuerno quemado, 103, 104. patas arriba, 101.
opinión alta/favorable, 73. patas de gallo, 95.
opuesto diametralmente, 76, 270. patata caliente, 127.
opuesto radicalmente, 65. pegarla, 153.
ora... 107. Pelitlos a la mar; 212, 271.
Oí/r; ga/fo le cantara, si buen conse­ Peor es meneallo, 152.
jo tomara, 152. perder el controí, 71.
otro gallo me (te, le, cíe.) cantara, perder la chaveta, 47.
34, 154. Perdone que le interrumpa, 232.
Perdone que le moleste/interrumpa,
pakkaa aam [hin.]t 84. 194.
pakkee haai [hin.J, 84. ¿Pero has visto?, 208.
pakkü umartak [liín.j, 84. perro faldero, 117.
Palabra de honor, 202, 207. Perro ladrador, poco mordedor, 156.
Palabra que no, 206. piel de toro, 250.
Palabra que si' 206. Pienso, luego existo, 145, 248.
palabras agridulces, 85-86. Pies, ¿para qué os quiero?, 185,
palabras vaciast 85. 239.
Palabrita del Niño Jesús, 202, 207. pisarte a alguien los talones, 50.
palpitar <e¡ corazón>, 68. plantar cara, 243.
patio de ¡¿¡grimas, 95, 270. ¡Pobre de ti, Toledo, cómo te des­
Para mi [que], 191, 222. pueblas! Y salía un sastre, 140.
Para no morir ahorcado, el mayor Poderoso caballero es don Dinero,
ladrón de España se vistió de 143.
colorado, 156. Polvo eres y en polvo te convertirás,
para que, 107. 238.
Para que ¡o sepa/sepas, 192. poner a alguien a parir, 114.
Para que te enteres, 190. poner a alguien al corriente, 113.
Para que te (se, os, ctc.) enteres poner a alguien como chupa de dó­
(entere, enteréis, ele.), 190, mine, 103, 104.
parar mientes [en], 49. poner a alguien como un trapo, 114.
Parece mentira, 208. poner a alguien de vuelta y mediaf
París bien vale una misaf 141. 114.
pasar a mejor vida, 48. poner a alguien las peras a cuar­
pasar el Rubicán, 24Ü. to/ocho, 28, 112.
paso por paso, 111, poner a alguien un par de banderi­
pastilla de jabón, 74. llas de fuego, 130.
poner a alguien [de patitas] en Ja ¿Puedo ayudarle?, 188.
caliet 116. ¡Pues clara!, 197.
poner a prueba, 70, ¡[Pues] estamos bien!, 208.
poner el dedo en la Haga, 25. puesto que, 108.
poner m funcionamiento, 70, 270. punió negro, 252.
poner pies en polvorosa, 115. punto por punto, 101.
poner una pica en Flandes, 104, Putas, cabrones, batatas y boquero­
¡Por amor de Dios!, 209. nes, 169.
jPor Dios!, 209.
Por donde la cabra pasa todo lo Que aproveche, 200.
arrasa. 137. ¡Qué bien!, 196.
por el contrario, 220. /Qué de + sustantivo!, 181.
Por el interés te quiero Andrés, 221, Que descanses, 200.
por fas o por nefas, 116. Qué digo, 190.
por hache o por be, 235. [Que] Dios se/te lo pague, 198, 233.
Por la boca muere el pez, 221, 270. [ Que] Dios se (te, etc.) lo pague en
por la puerta grande, 129. hijos, 198.
por lo pronto, 99. [Que] Dios te (le, etc/) bendiga, 198.
¡Por ios clama de Cristo!, 209. [Que] Dios te (le, ctc.) oiga, 21)0.
por malas o por buenas, 113. ¡Qué disparate!, 195.
por mí, 191. Que en paz descanse, 200.
por mi (tu, su, etc.) cara bonita, 116. ¿Qué es de tu (su, etc.) vida?, 211,
Por mis muertos, 206, 271. 271.
Por mis siete hijos pelones, 206. ¿Qué haces viejo? Hijos huérfanos,
por mor de, 116. 139-140.
por obra [y gracia] de, 28. ¿Qué hay?, 187,211,271.
por... que, 167. ¡Qué le vamos a hacer!, 200.
¿Por qué me quieres, Andrés? Por el ¡Qué mal café!, 186.
interés, 221. ¡Qué mala leche!, 186.
por si las moscas, 244, ¡Qué mala suerte lt 200.
presentar una demanda, 87. Que me aspen si [no], 206.
prestar atenciónt 70. ¿Qué mosca te (le, os, etc.) ha pica­
prohibir terminantemente, 75. do?, 205.
pronunciar ana conferencia, 78. ¡Qué... ni qué huevos/pollas/púne­
provocar/empezar una pelea, 80. las!, 196.
provocar una pelea/discusiónfruptu- / Qué... ni qué narices/ocho cuartos!,
ra/guerra, 80. 196-197.
¡Qué... ni qué niño muerto!, 196- ¿Quiere [ustedj/quieres comer?, 200.
197, 235. Quítate de en medio, 204.
¡Que no!, 196. Quítate de mi vista, 204.
que no se lo (la, /os, etc.) sahct un
gitano/galgo, 98. rain ofhullets [ing.], 86.
¿Quépasa?, 205, 211. reality show [ing.], 127.
¡Qué se le va a hacer!, 200, 271. rebanada de pan, 74.
¡Qué sé yol, 198. rebaño de ovejas, 74.
¿Qué tal?, 45, 187. rechazar categóricamente, 75.
Que te crees tu eso, 35. [Reciba usted] mi más sentido pé­
¿Qué [te] cuentas/cuenta usted?, 211. same, 201.
¿Qué te digo yo?, 190. [Reciba usted] mi más sincera con­
Que te diviertas, 200. dolencia, 201.
¿Qué te habrás creído?, 180. redundar en beneficio [de], 70.
Que te mejores, 189, 200. reinar <el silencio >, 47.
Que te sea leve, 180, relación estrecha, 7 1.
¿Qué te trae por aquí?, 211. relinchar <un caballo, 64.
[ Que tenga/tengas} buena suerte, 199. rematadamente loco, 76.
¡Qué tres pies para un banco!, 168. retrato robot, 95.
Qué va, 196. reunión clave, 73.
¿Qué va. a ser?, 188, revolvérsele a. alguien las tripas,
¿Qué va a tomar?, 188, 109.
Que venga Dios y lo vea, 206. ripe mango [ing.], 84.
[querer] comerse el mundo, 49. ripe [oíd] age [ing.], 84.
Quien bien te quiere te hará llorar, ripe time [ing.], 84.
169. risa retozona, 87.
Quien fue a Sevilla perdió su silla, rizar el rizo, 111.
158. rogar encarecidamente, 75.
Quien mucho abarca, pocx> aprieta, 155. romper una lanza por/en favor de
Quien roba al ladrón tiene cien años alguien, 123.
de perdón, 155. romperle a alguien las narices, 130.
Quien se pela se estrena, 176. rugir <un león>, 64.
Quien se pica, ajos come, 162.
¿Quién te (le/os, ele.) ha dado vela saber de qué pie cojea alguien, 104,
en este entierro?, 133. 216.
Quien tiene un tío en Grana, ni tiene ¿Sabes lo que te digo?, 191, 222.
tío ni tiene ná, 169. sacar algo a la luz, 250.
sacar la lengua, 124, ¡Sí tal!, 184.
sacar ¡os trapos [a relucir], 250. Si te vi/he visto no me acuerdo, 34,
sacar [todos] los trapos a la cola- 138.
da/reíucir/al sol, 250. Si, pero menos, 197.
Salga el sol por Antequera, 249. Sí, señor, 194,
Salga el sol por Antequera [y pónga­ siempre que, 107.
se/la luna por donde quiera], 160, siempre y cuando, 107,
168.270. sin embargo, 31, 108,
salir le a alguien al encuentro, 115. ¡Sobre mi cadáver!f 196.
salirle a alguien el tiro por la adata, sofocar una revuelta, 83.
109.270. Sólo se vive una vez, 150.
sídirle del cono a alguien, 129, soltar amarras, 87.
salva sea la parte, 131. soltero empedernido, 45.
sangre gorda, 118. soplar <el viento: -, 68,
Sangre, sudor y lágrimas, 145. storm of missiles [ing.], 86.
sano y salvo, 89, 97, 98. Su carta obra en mi poder, 45.
sans coup férir [fr.], 36, 37. subírsele a alguien ¡a sangre a la
¡Santísima Virgen!, 209, cabeza, 109, 122.
santo y seña, 96. ¡Suerte y al toro!, 185, 199.
Se/te lo digo yo, 206. suivre un affaire [ f r ,] , 2 1 5 .
¿Sepuede?, 205. S. s. s. que b. s. m.7 184.
según mi (tu, etc.) leal saber y en­
tender, 101. tabla de salvación, 95,
según y como, 107. tableta de chocolate, 74.
según y conforme, 108. take offencefcharge fing.j, 25.
ser el ojo derecho de alguien, 117. tan pronto como, 107.
ser el vivo retrato de alguien, 103. Tant va la cruche á Veau qu'á fin
ser harina de otro costa!, 251. elle se casse [ f r .] , 229.
ser la monda, 103. Tanto quiso el diablo a su hijo, que
ser la piel del diablo, 128. le sacó el ojo, 156,
ser un culo/cuUllo de mal asiento, Tanto va el cántaro a la fuente, que
29. alfina! se rompe, 229.
shower ofstones [ing ], 86. tapete verde, 124.
Si Dios no existiera, serla necesario ¿Te enteras?, 192.
inventarlo, 145, ¿Te ha comido la lengua el gato?,
/Sí lo sabré yo (él, etc.)!, 195. 191,203.
Si no eres casto, se cauto, 156. Te/le doy mi palabra, 202.
¡Te vas a acordar!, 203. tomar las de Villadiego, 103.
Te vas (se va/van, etc.) a enterar, tomar tierra, 114.
203. tomar una decisión, 58, 69-70} 82.
tela asfáltica, 95. tomarla con alguien/algo, 102.
tela metálica, 95. tomarse prisa, 87.
telefonía celular/móvil, 95. tomar/aceptar una oferta/una discul­
telón de acero, 92. pa, 85.
tender la mano [a alguien], 50. tostar <el sol>, 68.
tener buenas espaldas, 130. tour deforcé [fr.J> 126.
tener la sartén por el mango, 236. traer entre ojos, 117.
tener más conchas que un galápagot Tras de nosotros, el diluvio, 145.
245. tratar a alguien como un perro,
tener repercusión, 70. 117.
tenerlos bien puestos, 129. tren botijo, 34.
the strength o f an argument [ing.], ¡Tu madre!, 183.
77. ¡Tu/su padre/madre!, 208.
Time is money [ing.], 153. Tú/usted dirá(s), 175, 204, 271.
tira y afloja, 31, 41, 96. [Túj ya me entiendes, 192.
tirar de la manta, 242, 243.
tirar dedo, 29. Un clavo saca otro clavo, 44.
tirarse los trastos a la cabeza, 104. Un día es un día, 150, 270.
to argüe strongíy [ing.], 77. un don Juan, 124,
to drink heavily [ing.]* 77. Usted/tú dirá/dirás, 204,
to hit the sack [ing.], 30.
to run a bus company [ing.], 59. vacas flacas, 95.
to run a business [ing.], 59. Vaevictls, 153.
to run a theatre [ing.]? 59, valer un Potosí, 121.
to strengthen an argument [ing.], 77, ¡Válgame Dios!, 108,209.
to take a chance [ing.], 31. Vamos a ver, 188, 190.
tocarse uno las pelotas, 128. ¡Vamos, anda!, 196, 197.
tocino del cielo, 34, Vamos, digo yo, 191.
todo dios, 96. / Vaya con + XI, 181.
Todo queda en casa/familia, 28. Vaya por Dios, 192.
Toma ya, 192. Vaya usted a saber, 198.
tomar algo en consideración, 71. Vaya [usted] con Dios, 27, 233.
tomar algo/a alguien por, 103. [VcJAnda/Vaya [usted]/Ande[usted]j
tomar el olivo, 34. con Diosf 21.

f r a s i :ü i . ( k ¡Í a . — 1 2
vender la burra coja, 252, 253. Yfuera, 191.
Verde, que te quiero verde, 143. Y listo, 191.
versa ¡as caras, 203, ¿Yqué?, 201.
Vete íi Jrcír espárragos/monos/mo- Y que lo diga(s), 194.
nas, 210. Y tanto, 194.
Vete a tomar por [el] culo/saco, 185, ¿[Y] tú (él, ellos, ctc.) qué sabes
210 . (sabe, saben, e lc .)7 , 198.
Vete a tomar viento, 210. Y un jamón [con chorreras], 196.
Vete ai cuerno/a la mierda/a la eme, Y usted (tú, yo, etc,) que lo vea, 179,
210 . 196, 200, 212, 271.
Vete [tú] a saber, 198. Ya ajustaremos cuentas, 203.
Vei.fiHez agréer, Ms./Mme., Vexpres- Ya estamos en liar o, que se ven las
sion de mes sentiments Íes plus luces, 168.
distingues [fr.l, 184. Ya lo creo, 179, 183, 194, 271.
viaje relámpago, 73. Ya lo veoy 195.
vientos jlojos, 87. ¡Ya me las pagarás (pagará, {fuga­
¡Virgen Santísima!, 209. rán, ctc.), 203.
visita relámpago, 73, 270. Ya no hay Pirineos, 147.
Kí.s'íííüh? despacio que lengo prisa, yfj que, IOS.
147, 154-155. Ya sabes, 192.
/ Vive Dios!, I S4. ¡Ya te acordarás!, 203.
vivir como un rey>38. ¡Ya te apañaré [yo]!, 203, 271,
Vivir para ver, 157. ¡Ya te arreglaré [yo]!, 203.
vivito y coleando, 120. ¡Ya te daré [yo a ti]!t 203.
¡Voto a Dios!, 184. ya», ya, 107.
¡Yo qué sé!, 198.
white wine [ir.], 25.
zanjar un desacuerdo/una polémi­
Y aquí paz y después gloria, 191* ca/una discusión, etc., 68.
Y en paz, 189, 191. zarpar <un barco/una ¡Jota: 67.
ÍNDICE GENERAL

Pá&L

P r ó lo g o ............................................................................................... 1
Abreviaturas ..................................................................................... 7

Presentación ..................................................................................... I^
I. El ámbito de la fraseología ....................................................... 14
1.1. Introducción ....................................................................... 14
1.2. Los límites de la fraseología ........................................... 16
1.3. Elección de un término g e n e ra l....................................... 18
1.4. Características lingüísticas de las unidades fraseológi­
cas ..................................................................................... 19
1.4.1. Frccucncia ................................................................. 20
1.4.2. Institucionalizado!!................................................... 2!
1.4.3. E sta b ilid ad ................................................................. 23
1.4.3.1. Fijación ............................................................. 23
1.4.3.2. Especialización sem ántica.............................. 24
1.4.4. Idiom atícidad............................................. *............. 26
L4.5. V ariación..................................................................... 27
1.4.5.1. V a ria n te s........................................................... 2K
1.4.5.2. Modificaciones ................................................ 29
1.4.6. G rad a c ió n ................................................................... 30
1.5. Clasificaciones ................................................................... 32
1.5.1. J. Casares ................................................................... 33
Pázs.
1.5.2. E. C o s e riu ................................................................... 35
1.5.3.H .T h u n .................................................................... 33
1.5.4. A. Zukiaga....................................................... 41
1.5.5. G. Haensch et a l , ....................................................... 44
1.5.6. Z. V. Carneado Moré y A. M. Tristá...................... 46
1.6. Nueva propuesta de clasificación de las unidades
fraseológicas en español ............................................ 50

II. Esfera /; colocacion es............................................................... 53


2.1. Introducción......................................................................... 53
2.2. Orígenes del término y la noción de colo cación .......... 53
2.2.1. Precursores................................................................. 54
2.2.2. La escuela sistémica b ritá n ic a ................................ 55
2.2.3. Otros desarrollos....................................................... 58
2.3. La noción de colocación en la filología e s p a ñ o la ......... 61
2.3. J. Introducción del térm in o ....................................... 61
2,3.2. Las solidaridades léx icas.......................................... 63
2.4. T ax o n o m ía........................................................................... 66
2.4.1. Sustantivo (sujeto) + v e rb o ...................................... 67
2.4.2. Verbo + sustantivo (objeto) .................................... 68
2.4.3. Adjetivo + sustantivo................................................ 71
2.4.4. Sustantivo + preposición + s u sta n tiv o .................. 74
2.4.5. Verbo + adverbio ..................................................... 74
2.4.6. Adjetivo + a d v e rb io .................................................. 75
2.5. Aspectos formales ............................................................. 76
2,5.]. Relaciones paradigm áticas...................................... 77
2.5.2. Relaciones sintagmáticas.......................................... 78
2.6. Aspectos se m á n tic o s......................................................... 81
2.6.1. La dimensión m etafórica.......................................... 84
2.6.2. La connotación............................................................ 86
III. Esfera //. locuciones................................................................. 88
3.1. Introducción......................................................................... 88
Púas.
3.2. Delimitación de las combinaciones libres de palabras . 89
3.3. Delimitación de los compuestos .................................... 91
3.4. T ax o n o m ía........................................................................... 93
3.4.1. Locuciones n o m in a le s.............................................. 94
3.4.2. Locuciones adjetivas ................................................ 97
3.4.3. Locuciones adv erb iales............................................ 99
3.4.4. Locuciones v e rb a le s................................................. 102
3.4.5. Locuciones prepositivas............................................ 105
3.4.6. Locuciones conjuntivas............................................ 106
3.4.7. Locuciones c la u s a le s ............................................... 109
3.5. Aspectos formales............................................................... 110
3.5.1. Relaciones paradigm áticas..................................... 112
3.5.2. Relaciones sintagm áticas......................................... 115
3.6. Aspectos semánticos ......................................................... 119
3.6, L Significado denotativo............................................. 119
3.6.2. Significado connotativo............................................ 125

IV. Esfera III: enunciados fraseológicos (parem ias)................ 132


4.1. Introducción......................................................................... 132
4.2. Delimitación de las lo c u c io n e s........................................ 133
4.3. T ax o n o m ía........................................................................... 135
4 .3 .í. Enunciados de valor e sp e c ífic o .............................. 137
4.3.2. C ita s ............................................................................. 143
4.3.3. Refranes ..................................................................... 147
4.4. Aspectos formales ............................................................. 151
4.5. Aspectos semánticos ......................................................... 158
4.5.1. La denotación............................................................. i 59
4.5.2. La interpretación estándar........................................ i 63
4.5.3. l a connotación........................................................... 165

V. Esfera III: enunciados fraseológicos (fórmulas rutinarias). 170


5.1. In tro du cción ..................................................................... 170
5.2. El estereotipo en la com unicación................................ 172
Págs.
5.2.1. La dependencia situacional..................................... 174
5.2.2. Los marcos socio-culturales.................................... 175
5.3. Aspectos formales ............................................................. 179
5.4. Aspectos se m á n tic o s......................................................... 18 í
5.4.1. La petrificación semántica ...................................... 181
5.4.2. La connotación ......................................................... 183
5.5. Taxonom ía........................................................................... 186
5.5.1. Fórmulas d isc u rsiv a s................................................ 187
5.5.1.1. Fórmulas de apertura y c ie rre ........................ 187
5.5.1.2. Fórmulas de transición.................................... 189
5.5.2. Fórmulas psico-soeialcs........................................... 192
5.5.2.1. Fórmulas ex p resiv as........................................ 193
5.5.2.2. Fórmulas com isivas.......................................... 202
5.5.2.3. Fórmulas directivas.......................................... 203
5.5.2.4. Fórmulas asertivas............................................ 205
5.5.2.5. Fórmulas ritu a le s............................................. 210
5.5.2.6. M iscelánea......................................................... 212
VI. Aspectos pragmáticos de las unidades fra se o ló g ic a s........ 214
6 . 1. Introducción......................................................................... 214
6.2. La d e ix is ............................................................................... 214
6.2.1. Deixis temporal y locativa ...................................... 214
6.2.2. Deixis social y de persona ...................................... 215
6.2.3. Deixis discursiva....................................................... 218
6.3. Las implicaturas y las presuposiciones.......................... 222
6.4. Los actos de habla ............................................................. 226
6.5. La manipulación c re a tiv a ................................................. 233
6.5.1. Tipos de m odificaciones.......................................... 235
6.5.1. L Modificaciones externas ................................ 235
6.5.1.1.1. Prominencia del significado unitario .. 236
6.5. L 1.2. Prominencia del significado composi­
tivo........................................................ 239
6.5.1.2. Modificaciones in tern as.................................. 240
Páss.
6.5.1.2.1. A dición..................................................... 240
6.5.1.2.2. R e d u c c ió n ................................................ 241
6.5.1.2.3. Sustitución................................................ 243
6.5.1.2.4. Modificación gramatical........................ 246
6.5.1.2.5. Com binación...................................... 248
6.5.1.2.6. F u s ió n ....................................................... 250
6.5.1.3. Ilustracio nes...................................................... 251
6.5.2, Retórica y pragmática ............................................. 256

A p én d ice............................................................................................. 259

C onclusiones..................................................................................... 269

B ib lio g ra fía ....................................................................................... 279


índice de unidades fr a se o ló g ic a s.................................................. 313

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