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Korotkoff definió en 1905 las cinco fases de la presión arterial que suelen
emplearse actualmente: la fase I es el sonido de golpeteo inicial que se escucha
durante al menos dos latidos consecutivos, y se considera como presión sistólica.
La fase 11 es el intervalo auscultatorio durante el cual los sonidos se hacen
siseantes, y crea un período de sonidos turbulentos de hasta 40 mm Hg, sobre
todo en individuos hipertensos. La fase III se caracteriza por la reanudación de los
sonidos. En la fase IV los sonidos se hacen apagados, y la fase V se define por la
total de comida, como ingesta calórica o de sodio, relacionados con la
hipertensión. El peso y el pliegue cutáneo o las medidas antropométricas
ayudan a determinar el índice de masa corporal o porcentaje de grasa del
cuerpo. Dado que la obesidad es un factor de riesgo independiente de cara a
la hipertensión, estas mediciones tienen una importancia crítica.
La historia farmacológica del paciente se valora durante el examen inicial. Puede
ser necesario ayudar al sujeto para que recuerde el nombre de los fármacos, las
dosis, la frecuencia de las mismas y los efectos secundarios. Es necesario anotar
cualquier efecto secundario y el tiempo durante el cual el paciente ha tomado las
medicinas. También es importante anotar los fármacos de venta sin receta y
otros medicamentos que haya tomado el paciente. El régimen de seguimiento
contribuye a evaluar la eficacia o el resultado de los regímenes farmacológicos
y de otros tipos. Estas medidas de evolución también tendrán en cuenta el costo,
la calidad de vida, los problemas sexuales, el cumplimiento y la satisfacción con
el tratamiento. La exploración física proporciona nuevas pruebas de lo ya se
sospechaba. Otras anomalías, específicamente cambios cardiovasculares,
pueden indicar complicaciones de la hipertensión, como hipertrofia ventricular
izquierda, insuficiencia cardiaca congestiva, melladuras artetiolanas y edema
papilar. Además, los datos de laboratorio proporcional al personal de enfermería
indicios y complicaciones en otros sistemas corporales que pueden estar
relacionados con la hipertensión.
Diagnóstico de enfermería
Dependiendo de la evaluación inicial o de seguimiento, los diagnósticos
habituales en el hipertenso incluyen los siguientes:
Alteración del mantenimiento de la salud relacionado con la falta de
conocimientos y capacidades para controlar la hipertensión, como la falta de
actividad física o falta de relaciones.
Incumplimiento terapéutico relacionado con los efectos secundarios o el costo
de los fármacos.
Déficit de conocimientos relacionado con la falta de experiencia previa sobre el
proceso patológico y los protocolos de tratamiento.
Nutrición alterada: superior a los requerimientos corporal en lo que respecta a la
elevada ingesta de sodio, calorías y grasas.
Perfusión tisular alterada por aumento de la resistencia vascular, consumo
elevada de nicotina, etc.
Afrontamiento individual ineficaz relación mitaciones percibidas al ser
diagnosticado como hipertenso, o con no aceptar la necesidad de introducir
modificaciones en la forma de vida.
Alto riesgo de disfunción sexual relacionado con efectos secundarios de los
medicamentos.
Planificación
Las intervenciones de enfermería van dirigidas a facilitar que el paciente controle
su presión arterial, modifique su forma de vida y potencie su independencia y control
por medio de medidas de autocuidado en conjunción con el régimen médico
prescrito. Los objetivos específicos pueden incluir los siguientes:
Modificación del estilo de vida para reducir el riesgo de lesión de los órganos diana
o para aminorar la presión arterial.
Cumplimiento del régimen de medicación sin efectos secundarios significativos ni
limitaciones económicas.
Conocimientos sobre la hipertensión, régimen terapéutico, riesgos potenciales y
efectos secundarios de las medidas farmacológicas, y sobre el uso de medidas no
farmacológicas.
Dieta con los niveles recomendados de calcio, sodio, calorías y colesterol.
Reconocimiento de los efectos secundarios y capacidad de tomar medidas
apropiadas para hacerles frente.
Verbalización de miedos y ansiedades sobre la hipertensión, empleando estrategias
de control del estrés apropiadas para controlarlos.
Establecimiento y mantenimiento de un adecuado nivel de ejercicio.
Ejecución
El personal de enfermería ayuda al paciente a desarrollar las capacidades
necesarias o bien les remite a grupos que puedan promocionar los cambios de
conducta. Además, anima al paciente a que asuma un papel activo en el tratamiento,
mediante la aceptación o expresión de su intención de establecer los cambios
necesarios. Se da oportunidad a los pacientes para que exploren y resuelvan
problemas, y tomen decisiones responsables; la enfermera les guía en esas tareas.
El personal de enfermería debe descubrir cualquier obstáculo para el cumplimiento
antes de instruir al paciente sobre la modificación de su estilo de vida.
Es importante restaurar una sensación de control, y es posible conseguirlo si el
paciente se encarga de tareas como el registro diario o semanal de la presión
arterial y la monitorización del número y el tipo de conductas protectoras sanas y del
régimen de medicación prescrita. Puede ser apropiado un registro de
automonitori&ción con fines de documentación. Las llamadas telefónicas y las
tarjetas enviadas al paciente por el personal de enfermería sirven para aclarar la
información, comunicar el deseo de ayudar y aumentar su interés y participación.