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II – JESUCRISTO
Como se indica en el siguiente texto: “La otra opción para abordar la comprensión de la
naturaleza en la que vivimos, necesaria para poder sobrevivir y, sobre todo para poder
progresar, tomó como punto de apoyo la realidad de la naturaleza, ciertamente
variopinta en sus manifestaciones, y pretendió su comprensión por la vía experimental y
racional.” (Vaamonde, 2011), así mismo no podemos estar exceptos de la creencia
religiosa que como lo mencionaba en el párrafo anterior es una tradición mundial que ha
trascurrido por muchos años con las que lo pueblos primitivos han arraigado y de las
cuales se busca una explicación verídica así esta no tengan un comprobación
experimental sino solo un soporte documental.
“…Sin embargo, sucede a veces que una determinada situación histórica posee obvias
semejanzas con una situación del pasado. Entonces, a pesar del largo intervalo de
tiempo, se siente uno de pronto capaz de ver esa situación pasada con mucha mayor
claridad que cualquier generación anterior. Y precisamente esto es lo que yo creo que
nos ha sucedido hoy con respecto a Jesús de Nazaret…”
Esto nos conlleva con la relación que le damos a Jesús dentro del cristianismo, debido a
que siendo él, la referencia documental que tenemos de Dios, no podemos centrarnos ni
fundamentar que él es la fuente de solución de problemáticas y tampoco así verlo como
la fuente de amor que une a todos como hermanos. Según la historia Jesús mostró el
verdadero rostro de Dios diferente a la imagen imperante hasta el momento, cambió la
visión de castigo, de cumplimiento estricto de la Ley, por la imagen de un Dios
absolutamente misericordioso, amoroso, cercano, acogedor y siempre de parte del
hombre, listo para perdonarlo. (Guerrero, 2012).
Volviendo a Jesús como ser ejemplar, el cual se esforzó siempre porque el hombre
conociera a Dios, habló con palabras comprensibles y cercanas a su audiencia, intentó
que todos comprendieran la causa del Reino, por ello se habla de él como un ser que
dejo de ser sí mismo para entrar en una convivencia contaste y de ayuda con los demás,
es por esto que se considera que el hombre al ser cristiano debe tener una relación
constante con el dejar de pensar en sí mismo y unirse a la existencia de Jesucristo, no
solo pensando en cumplir cierta cantidad de leyes sino que a su vez encaminar sus actos
diarios.
La necesidad del hombre de curar sus culpas, en cuanto a buscar un perdón y una
sanación rotunda, lo lleva a generar un paso a la redención, la liberación de sus pecados
para lo cual se encasillan en la reconciliación con Dios y con los hombres en particular,
todo ello para mantener una unión con Dios. De allí surge el termino del ser humano
como expiatorio el cual es mencionado por Murray (2007) donde indica esto como un
acto de amor por parte de Dios es necesario destacar este concepto del amor soberano.
Realmente Dios es amor. El amor no es algo accidental; no es algo que Dios puede
decidir ser o no ser. Él es amor, y ello de manera necesaria, inherente y eterna. Así
como Dios es espíritu y luz, también es necesaria y eternamente amor.
Lo cual lleva una amplia relación con el fragmento del credo “descendió a los infierno”,
debido a que en este momento se lleva a cabo el juzgamiento del abandono de Dios, la
perdida de la fe en él, ya que es el momento en el que el pueblo se siente perdido y sin
la guía de Dios, cabe resaltar una recopilación de Ratzinger en el cual indica la
radicación de este temor “ Pero aquí nos encontramos con algo mucho más profundo; en
su última soledad el hombre no teme algo determinado de lo que pueda huir, por el
contrario, siente el miedo de la soledad, de la inquietud, de la inseguridad de su propio
ser, que él no puede superar racionalmente.”
El sentido de zoé, es la misma vida que se nos ofrece. Y nuestra resurrección, incluso ya
en el bautismo, es una participación en la zoé divina. En este sentido, Dios es Dios de
vivos (zónton), no de muertos. De tal manera que no debemos presentar la vida de la
resurrección bajo los parámetros del bíos, sino de la zoé.
El párrafo anterior mencionado por (sabanasanta.org, 2005) se hace resaltar que Dios no
estaría presente como tal en una muerte como se reconoce desde el campo de la biología
sino que este se relaciona con la vida divina que sería fuente de Dios por lo tanto estaría
directamente relacionado a la vida a partir del amor, viendo esto como el amor más
fuerte que la muerte. Después de la resurrección surge la llegada a un “cielo”, como el
autor lo menciona no consiste en ver el mundo en tres dimensiones (Cielo, tierra e
infierno), sino que va más allá de esto, no de una mirada tridimensional.
Finalizando cabe mencionar el juzgamiento de los pecados, todos somos seres iguales,
iguales en el sentido que somos racionales a la hora de tomar decisiones propias y de las
cuales deberán ser vistas por el hombre como lo mencionaba anteriormente el hombre
ejemplar al cual Dios dio su parte para la corrección de los pecados, el cual al ser
hombre humano tiene la potestad para juzgar.
Para concluir se puede determinar como la historia ha generado que Jesucristo como
hijo de Dios y la documentación que se ha dejado a través de los años sean la base de la
creencia de la misma , y como fin poder determinar la verdad de la existencia de Dios
sin poseer una prueba experimental de este. Jesús como parte fundamental del
cristianismo y su entrega por los demás propone la base para la religión y así mismo
para mantener intacta su creencia.
REFERENCIAS
Guerrero, D. A. (2012). La encíclica Veritatis splendor de Juan Pablo II: lectura desde la
educación. Dialnet, 87-101.
Nolan, A. (1976). Quién es este hombre?» Jesús, antes del cristianismo (Presencia Teológica).
Sal Terrae.