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Presentación 7
Primera parte
Seminario Trabajo comunitario 15
1. De miradas e insinuaciones; retroalimentación
del seminario «Vigencia y perspectivas del trabajo
comunitario en Chile». 17
Elena de la Aldea y Alejandro Irurzun (argentinos)
Primer Lugar: 55
1. Víctor Muñoz (Camelido de los Andes Septentrionales).
«Sobre Diccionarios, apuestas de vida y conflicto
social; el trabajo comunitario con jóvenes y
sus ejes temáticos»
Segundo Lugar: 73
2. Cristóbal Duran (Pablo Mármol)l
«Pensar las drogas en el mas allá del mercado»
Tercer Lugar: 84
3. Ximena Birkner y Marlene Holländer
(Francisca de Lima y Antonia Urrutia)
«Trabajo Comunitario, Identidad Cultural y Globalización:
Entre lo propio y lo ajeno»
Nos parece importante y necesario relevar que con estas dos iniciativas
(Concurso de ensayos y seminario sobre Trabajo Comunitario) Caleta Sur
Nos acecha la certeza que los esfuerzos realizados en este ámbito cuen-
ta con las complicidades de quienes ven en el trabajo comunitario, mas
que un acción, una posibilidad, una oportunidad para refundar viejas y
gastadas palabras y recobrar antiguas y vitales practicas.
Dado que la cosa explicada nunca es la cosa en si, existen en los concep-
tos por todos manejados una multiplicidad de interpretaciones, lo que
imposibilita contar con una definición que, por una parte, no nos haga
perder de vista los objetivos de trabajo, y por otro, contar con una defi-
nición funcional, a la vez compartida por todos, que posibilite miradas
complementarias e integrales.
Alejandro y Elena:
Con todas estas ideas nosotros empezamos a mirar, por eso andábamos
de allá para acá, Ahora, lo que nosotros les queremos contar son algu-
nas ideas que nos parecieron fuertes desde el primer momento, algo de
esto es lo referido al clima del grupo, a la serenidad con que funcionó, a
Hay una definición de crisis, que dice: crisis es algo que todavía no termi-
na de morir y algo que no alcanza del todo a nacer.- En este momento,
esta disciplina que es trabajo comunitario, tiene algunas crisis de desa-
rrollo: lo que se hacía ya no va mas, pero todavía lo nuevo no esta plas-
mado lo suficientemente. Son los momentos más ricos, porque es en
ellos donde emergen las posibilidades de transformación, cuando todo
esta bien nada se transforma y cuando todo esta mal no se puede hacer
nada. En los momentos de crisis es justamente cuando aparece la rique-
za y las posibilidades de cambio y crecimiento.
Pensamos que si cada uno lo hace por que le gusta es una cosa, pero si
lo hace solamente por el bien de los otros vamos mal, Es necesario que
yo este presente en mi decisión y en mi acción, tiene que ser porque yo
quiero, por que lo deseo, por que a mi me sirve, por que yo me transfor-
mo y crezco haciéndolo y así nos sirve a todos, a los otros y a mi... si no
estoy implicado en mis intervenciones no me sirve ni a mi ni a los otros.
Había muchas mas miradas puestas sobre el exterior, que hacia el inte-
rior es decir miradas auto evaluativas, miradas sobre el como están fun-
cionando mis objetivos, mis principios, mi organización, para que quiero
hacer y que quiero hacer y porque quiero hacerlo. Nos parecía que esto
también tiene que ver con esta función de nuestra observación es decir
la necesidad de un trabajo de este tipo, de un trabajo de pensar repen-
sándose ya que es mucho mas difícil cambiar el aparato de pensar los
pensamientos que los pensamientos mismos. Nosotros estamos mas acos-
tumbrados a cambiar lo que pensamos: si es cambio social o transforma-
ción social o crisis social. Vamos cambiando los conceptos, nosotros en
los 90, como lo señalaba un compañero y en el 2000 mucho mas, tene-
mos que cambiar el aparato de pensar los pensamientos. Con este apa-
rato que tenemos es mas difícil pensar algo nuevo. Decían en la Argen-
tina: «con un pensamiento derrotado (el de 1976) no se puede pensar la
derrota, hay que pensarla desde un pensamiento nuevo» y me parece
que esta es la función y el objetivo de estos Encuentros: el poder juntar-
se para pensar un pensamiento nuevo y esto solo es posible en situación
En relación con este tema aparecen dos elementos con bastante fuerza,
el primero de ellos es el tema de la confianza que derivó hacia varios y
distintos caminos y el otro fue el de los valores. Agregamos un tercer
tema que dice relación con la superación de la pobreza. De esta forma
es posible armar tres dimensiones o categorías de análisis.
Como apuesta de todo este cuadro, toda esta síntesis, pensamos que el
desafío del trabajador comunitario actual, es recuperar la confianza en-
tre las personas. Creemos que re-vincular en un nivel básico y elemental
no es necesariamente trabajar en recuperar la confianza en la institu-
ción democrática, no es trabajar en recuperar la confianza en el mundo
político, no es esa participación la que creemos que debiera interesar a
los trabajadores comunitarios, no es la participación en los canales for-
males por las políticas públicas, vía proyectos, todo esto por una razón
muy simple, por que los temas asociados a los sectores populares no
pueden ni deben ser tema de proyectos concursables, la droga no puede
ser proyecto Concursable, la sexualidad de los jóvenes chilenos no pue-
de ser proyecto Concursable, eso es, por lo menos, una aberración. En
este punto esta la tensión, esta el nudo que sentimos que en tanto inter-
ventores sociales, ONG’s, y organizaciones sociales tenemos instaurado,
por lo tanto, nos parece que LA TAREA es, revincular, reconstruir los
vínculos a nivel de las personas.
• La tercera y última idea, dice relación con el tema del trabajo con
usuarios de droga, el cual, es relativamente nuevo. Existen experien-
cias en otros países, que dan cuenta de este proceso donde solo exis-
te la intención de favorecer a los propios jóvenes, como actores en su
problemática.
El tercer nivel acerca del cual se han dicho bastante, se refiere a la clien-
tización de las relaciones con la comunidad vía los fondos concursables.
El predominio de una lógica que enfatiza la gestión por sobre la cons-
trucción de procesos sociales, la gestión supone tener énfasis en los pro-
cedimientos burocráticos y la implementación de fondos concursables,
en criterios de accesibilidad en la normativa pero no hay una voluntad
para poder generar o abrirse a la posibilidad de construcción social de
los actores de la comunidad.
Hoy en día los jóvenes también tienen conflictos y ¿cómo los manifies-
tan?, si nosotros vamos a un estadio ahí están manifestándose con una
terrible agresividad. Nos están diciendo algo, por que ya se le cerraron
las puertas, no hay entrada en ninguna parte, no tienen salida, no hay
respuesta de ningún tipo. El conflicto se manifiesta en forma agresiva es
decir «¡putas aquí estoy! cachai?, en onda, esta es mi manifestación y
escúchame ya?» El sistema ha promovido el conflicto para que la gente
diga que el conflicto no es, el conflicto es negativo, no te ayuda a crecer,
no construye, se instala por lo tanto la negación de la posibilidad de
discutir en tanto la racionalidad dominante o lo «políticamente correc-
to» han terminado por imponerse como relaciones sociales legitimadas
y naturalizadas por la población.
Por ello, cualquiera haya sido la orientación que adquirió el trabajo co-
munitario durante los años 90s, su evolución debe ser pensado como
pugna de intereses, visiones políticas y valores culturales, en la cual, las
perspectivas de intelectuales y trabajadores sociales más proclives a la
percepción histórica popular han sido derrotadas, en un periplo que tie-
ne su primera batalla entre 1986 y 1989, y su segunda en lo primeros
años de los gobiernos de transición. Por ello, para comprender esta rela-
ción durante los años 90s -en la cual la corriente dominante ha impuesto
sus creencias -, debemos analizar su evolución como escenarios hegemo-
nizados por nuevas correlaciones de fuerzas.
A mi juicio ahí (en ese momento) germina esta ruptura entre intelectua-
les y sectores populares, que se va a reiterar en el tiempo, sobretodo en
los años 90s.
Los comienzos de los años 90s determinan una derechización del discur-
so político y en el campo del trabajo comunitario, este se inscribe pro-
gresivamente en el debate sobre la disminución de la pobreza y el rol
que cumple la política social, su pertinencia en comparación a otras
formulas para disminuir la pobreza tales como el control de los indica-
dores macro económicos, y el crecimiento económico.
Esa es la base teórica que opera durante los años 90s en los gobiernos
democráticos. El corolario más notorio de esta política, dice relación con
la institucionalización del distanciamiento de intelectuales y sectores
populares.
Tampoco podemos olvidar que esto es una disputa entre élites. Repre-
sentadas por grupos medios articulados al Estado, y enfrente grupos
poderosos articulados a la transnacionalización de la economía. Esto
corresponde a una disputa muy circunscrita o limitada del poder. Es la
disputa por el aparato estatal, el cual se encuentra en este período de
globalización, jibarizado y menguado.
Los años 90s marcan un cambio de escenario fundamental para las ONGs,
esto es que de la nula relación con el Estado pasan a establecer una
relación muchas veces intensa con el Estado. Demás está decir que las
expectativas que estas tenían no se cumplieron y debieron transitar un
camino complejo y difícil.
d) Esto implica que hay una suerte de agotamiento de las formas tradi-
cionales de participación ... Despolitización, Critica y desprestigio
creciente a los políticos, Clientelismo instrumental y oportunista ante
Esto puede ser entendido como el ritual que faltaba a la neo moder-
nización chilena, un signo histórico, se rompe con los actores clásicos
de la modernización nacional. Se trata de la banalización de la polí-
tica, da lo mismo quién gobierne si este me resuelve los problemas
concretos que yo tengo.
La segunda idea
Existe una serie de interrogantes sobre ¿qué es?, ¿qué busca?, que bus-
can solucionar problemas, integrar a un grupo marginado a un determi-
nado modelo, se busca desarrollar potencialidades, se busca superar
pobreza, con todas las conceptualizaciones que esta pueda tener, se busca
mayor participación, mayor eficiencia, disminución de costo, generación
de capital social, todo eso sale cuando uno esta hablando de trabajo
comunitario, se busca potenciar a hombres y mujeres para asegurar que
participen en las decisiones fundamentales de su vida, desarrollar sus
puntos mas fuertes, se busca generar capacidades en las personas y fa-
milias pobres y oportunidades en su entorno.
A fines de los años 80, surgió un debate que en que se planteaba que la
educación popular no propendia a una dinámica de fortalecimiento de
la sociedad civil y esto fue levantado precisamente por una intelectuali-
dad que planteaba otra lógica, el fortalecimiento del sistema institucio-
nal y dejar el trabajo popular, finalmente eso se impuso.
Dicen que hoy día ya no se hace educación popular, es algo que se aban-
donó desde las Ong’s, dado que estas ya no tienen la capacidad o la
posibilidad, por el sistema estructural de financiamiento, de seguir ha-
ciendo educación popular con un sentido estratégico mas de corte polí-
tico en la sociedad.
Existe hoy una ciudadanía que esta dada desde aquellos que son deno-
minados bárbaros y los otros civilizados. El primero no tiene espacio, no
tiene cabida y si es bárbaro es lógico. Pero, ¿que es la sociedad civil? o
¿quiénes somos la sociedad civil?, frente a otra sociedad civil que es bár-
bara. Existe una construcción desde fuera, desde el poder económico,
desde el poder político militar, desde el poder del conocimiento acadé-
mico, desde el poder mediático que produce la realidad que se quiere
producir, es decir, produce al drogadicto, produce al delincuente produ-
ce a ese otro bárbaro, ese otro bárbaro que difícilmente tiene alternati-
vas de dejar de ser bárbaro, para avanzar v en otras ideas, esto de algu-
na manera también nos refiere al tema de construcción de sentido, otro
termino que en este trabajo y en este que hacer pareciera ser un aspecto
una dimensión irrelevante.
Compromisos
• Política de voluntariado.
En este momento se tiene que avanzar en esa materia, pero sin duda
alguna, nuestro énfasis esta en la participación asociativa y desde allí
plantearse la política de seguridad ciudadana.
Primer lugar:
Víctor Muñoz (Camélido de los Andes Septentrionales)
Atahualpa Yupanqui.
Pero los conceptos no son simples palabras. Son las palabras en su con-
texto cargado de subjetividad, son las palabras en una constante dispu-
ta social donde cada pronunciación involucra tanto comprensión y lec-
tura de realidad, como apuesta de realidad a construir.
Cuando los años le fueron pesando, Garrido dejó el boxeo. Salió un tiem-
po de la escena publica hasta que unos hombres de terno le ofrecieron
una posibilidad para, desde otro trabajo, volver a sentir los gritos de
aliento y el sabor del triunfo materializado en derrotados contendores
2 Mientras que para 1960, los jóvenes que cursaban su educación hasta los 18
años en secundaria cubría un 62,8%, hacia 1970 llegaba a un 81,9% y en
1980 a un 88,2. En Holly Jonson. La juventud popular en Chile y el movimien-
to social. Página 21. FLACSO, Santiago de Chile, 1985.
Las llamadas ciencias sociales y los conceptos que acuñan, suelen preten-
der situarse al margen del mundo de las apuestas de sociedad. Es decir,
se plantea la idea de sociologías objetivas que pueden universalizar in-
dependiente de las cargas ideológicas de quien las sustenta, psicologías
que dan cuenta de normalidades y anormalidades en tanto estados in-
cuestionables y absolutos, o historiografías que temen al presente en
tanto algo de la humanidad del historiador pudiese verse reflejada en
Las lógicas comunitarias son distintas a las que emanan desde el estado,
el mercado y las orientaciones económicas internacionales para la foca-
lización de la pobreza. Es posible tomar las técnicas y trabajar con ellas,
pero si se cree ingenuamente que tales técnicas son sólo eso, técnicas, lo
más posible es que la gestión social comience a movilizarse por objetivos
y enfoques impuestos y no propios, dejando afuera un sin número de
aspectos importantes para los sujetos que actúan desde las bases socia-
les.
Introducción
Si bien la droga como lugar y como problema posee una larga trayectoria
a través de la historia de las distintas culturas que han ido poblando al
planeta, en Chile se ha vuelto un foco de especial interés para la opinión
publica desde la década recién pasada. Trataremos de sugerir a través del
siguiente trabajo como es que la droga nos permite hablar de algo que
va más allá de ella misma y que al mismo tiempo la contiene para locali-
zarla y posteriormente codificarla como problema social en permanente
urgencia.
8 El sujeto que aparece en los intersticios de los planes propulsados por orga-
nismos como Paz Ciudadana.
9 Podríamos decir que hoy el mercado vale en otro nivel de complejidad lo que
en la modernidad más temprana valían los Estados nacionales. Creemos que
este cambio de función obliga a pensar otros escenarios con relación a los
problemas sociales, entre ellos la droga, casi el paradigma del problema in-
ternacional, global.
Es posible sostener que «...el asunto drogas puede ser un fructífero tema
de debate público sobre la tolerancia cultural y la democracia política
para resolver los problemas de marginación social en la época contem-
poránea...» (p.53. De Rementería), un problema que da cuenta que la
modernización requiere de procesos de exclusión para mantenerse en
pie, procesos en los cuales el trabajador comunitario debe posicionarse
no solo como una víctima sino también como un cómplice (Pablo Tapia,
en Programa Cono Sur-Chile, p.65). Las propuestas quedan abiertas y no
se resisten a distintas tentativas.
Añadiendo que
Voces e Imaginarios
Lo que recibimos son las voces de una visión llamada «romántica» que
no se limitaba al discurso. Ellas buscaron también plasmarse en la ac-
ción, y aunque sus inspiradores no llegaron ni a constituirse ni a plan-
tearse en términos de desafíos revolucionarios, las miradas y acciones
de artesanos románticos y radicales se opusieron con tenacidad a la anun-
ciación del «Hombre Ávido». Esto llevaría al historiador social inglés E.
P. Thompson, a calificarlos como «un movimiento de resistencia».
(Rosaldo. R, 1991:169)
Según la autora una expresión de tal concepción puede leerse en: «La
Constitución Norteamericana [que] se crea adoptando un modelo mecá-
nico, es decir una máquina para gobernar, donde sus componentes de-
ben funcionar como un aparato de relojería». (Ibid, p. 98)
Con lo dicho hasta aquí, por una parte hemos querido puntualizar que
las ideas no son neutras, ellas resultan dependientes del lugar donde se
producen y a la vez impactan de manera diversa. Si aceptamos esto nos
cabe pensar nuestra situación social más inmediata, en donde atender a
6 Ibid., p.456
14 Ibid, Gamboa
15 Ibid, Menchú
Bibliografía
Sin duda, el miedo es uno de los rasgos más significativos de este perío-
do, además de la sensación de inseguridad y precariedad que provenían
tanto de la política represiva como de la política económica. «La política
represiva fue continua y combinó formas ‘selectivas’ y ‘masivas’, apuntó
no sólo a destruir las organizaciones políticas, sino también sociales y a
paralizar por el miedo las posibilidades de articulación de los sectores
populares (...) al miedo provocado por la represión se sumó así este otro
miedo, más cotidiano y más extendido: el miedo de la inseguridad, de la
precariedad de la vida; el miedo que golpeaba provocando abatimien-
to y desesperanza; el miedo que cotidianamente hacía perder la autoes-
tima a miles de pobladores.» (Castillo en Correa & Noé, 1998).
Así, la UCOSP surge como resultado del trabajo en este Primer Congre-
so, comprometiéndose como una instancia autogestionaria que unifica
y coordina las diferentes organizaciones sociales de la comuna, capaz de
efectuar un trabajo comunitario con organizaciones territoriales y fun-
cionales en conjunto (Fundación Nacional para la Superación de la Po-
breza, 2000).
La idea de contar con diez Unidades Vecinales apunta a facilitar las re-
des de comunicación entre una organización y otra, ya que como se
señaló, la comuna está conformada por amplios sectores rurales en los
cuales se ve obstaculizada la comunicación debido a las distancias. Así, el
Consejo Directivo local abarcará diez sectores geográficamente estraté-
gicos, de tal manera que se logre una mayor fluidez en la comunicación
entre los sujetos de las organizaciones y el poder central coordinador y
ejecutor de las demandas de las bases. Los Presidentes de cada Consejo
Directivo Local, conformarán el Consejo Directivo Comunal.
Lo anterior tiene relación al fin último que persigue la UCOSP con res-
pecto a la organización, no reduciéndola a la calidad de medio para
alcanzar un fin, - como por ejemplo la satisfacción de las necesidades
materiales de la organización - sino que otorgándole un sentido mucho
Introducción
Si se revisan los objetivos con que se planteaba la Psicología Comunita-
ria en sus inicios, y especialmente en Latinoamérica, aparece la Autoges-
tión como uno de los principales. En este sentido, podemos encontrar
un gran número de psicólogos comunitarios, que declaran que uno de
los roles de la disciplina es el de facilitar procesos autogestivos (Monte-
ro, M.; Asún, D.; etc.): «La autogestión aparece unida a la concepción
misma de Psicología Comunitaria adoptada en América Latina, que ape-
nas surgida definió los principios que la orientan...» (Montero, M. 1993).
Por otro lado, considerando aportes más recientes que integran al tra-
bajo grupal contribuciones de la teoría desarrollada por Guattari, pode-
mos decir que, además, las intervenciones comunitarias en grupo repre-
sentan una buena alternativa en la búsqueda del cambio social, pues se
ha entendido al grupo como «el lugar por excelencia de producción sub-
jetiva, de creación y reproducción de sentidos» (Del Cueto: «Grupos, Ins-
tituciones y comunidad», pág. 29), ya que en los grupos sería posible la
elaboración y aprendizaje de nuevos conocimientos, ocupando un lugar
estratégico en un espacio intermedio entre instituciones y organizacio-
nes. Por otro lado, en el grupo operan inscripciones históricas que evi-
dencian las significaciones imaginarias de una comunidad. Esto aparece-
ría a través de lo que se ha llamado imaginario grupal, el cual daría
cuenta del imaginario social instituido, es decir, de aquello que le otor-
garía identidad a una determinada comunidad, aquellas concepciones y
producciones que han sido cristalizadas y perpetuadas por los sujetos,
Las Demandas
La Demanda Histórica:
Ahora bien, la evaluación del grupo puede ser realizada en forma perió-
dica por el equipo de coordinación, la cual se centra en el análisis del
proceso grupal en torno a seis vectores: afiliación, cooperación y perti-
nencia por un lado, y comunicación, aprendizaje y telé, por otro. Dichos
vectores también resultan útiles permanentemente como pauta para la
observación del grupo.
Resumen:
En este ensayo se exponen conceptos clave a partir de los cuales se cons-
truye una propuesta dirigida a identificar un Cuarto Sector de la Socie-
dad Civil, y dentro de este específicamente a la Juventud Marginal a fin
de exponer la situación general de un asociacionismo juvenil Alternati-
vo que se da en los sectores juveniles urbano-populares de fines de los
90’s, así como algunas características clasificatorias de grupos y repre-
sentaciones sociales que circulan en torno al sujeto joven en tanto suje-
to social participativo y alguna propuesta metodológica de acercamien-
to a ellos desde lo promocional.
I. Cuarto sector:
A pesar de su creciente importancia en términos de tamaño e influencia
en la sociedad, no existe todavía en la actualidad una definición común-
mente aceptada del Tercer Sector de la sociedad civil, menos aún la exis-
te en el Cuarto Sector. Esto se debe a la gran cantidad y variedad de
organizaciones e iniciativas que los conforman, y que al parecer se trata
de conceptos nuevos que se encuentran en elaboración.
Ahora, al hablar del Cuarto Sector nos referimos a aquel otro sector de
la sociedad, no incluido en ninguno de los tres anteriores; exclusión dada
por falta de oportunidades, o por «opción» (ideológica, cultural, etc.),
en aquellos actores sociales caracterizados por un alto desencanto con
el sistema sociocultural y por una opción social alter-nativa. Como se
muestra en el siguiente cuadro.
Tal vez mas allá de esta visión maniquea o polar, un enfoque estadístico
nos mostrará que en este actor social, los(as) jóvenes, así como en todos
los demás actores sociales, los polos de bondad y maldad de distribuyen
normalmente (tipo campana de Gauss), con minorías ubicadas en ambos
extremos de la escala valórica. Cuestión esta que embarga un cuestiona-
miento de orden filosófico que desarrollamos en la tercera parte de este
ensayo.
Es así como cabe citar a Cristian Matus, cuando dice que «el asociacio-
nismo juvenil marginal surge como una respuesta asociativa alternativa
a un sistema en el que no se sienten reconocidos. Esto sumado al hecho
de que en sistemas sociales abiertos como el nuestro, en procesos cre-
cientes de globalización y cambio en la calidad de las relaciones sociales,
se desarrollan crecientemente a su vez procesos de cambio sociocultural
marcado por la tensión entre la masificación y el desarrollo de microgru-
pos o «Tribus», fenómeno que trasciende al tema juvenil, pero que en su
particularidad da cuenta de verdaderas ‘tribus urbanas’ como nuevas
formas de agrupación juvenil en las ciudades latinoamericanas» xiv.
Pandillas
Grupos Prosociales
Esto nos lleva a formular que los grupos juveniles no son sombras ni
luces, que los grupos juveniles poseen características diversas en su for-
ma y un denominador común que trasciende lo que hemos llamado «las
Convocatoria
Entre los motivos que los lleva a la larga o a la corta a retirarse de los
grupos está la falta de tiempo, problemas de permiso con sus padres,
(los catalogan de «vago», porque en vez de estar «perdiendo el tiempo»
en la calle, podría estar estudiando o ayudando en la casa), también si el
grupo de alguna manera no satisface las motivaciones iniciales, dificul-
tades con el o los líderes, o debido al mismo carácter transitorio de la
etapa juvenil, entre otros motivos.
Es así también como por ejemplo, desde las nociones clásicas de preven-
ción en drogas (provenientes de los modelos médico y legalista), se tien-
de a enfocar la actividad preventiva hacia un marco de evitación o erra-
dicación de la incidencia de problemas específicos. Desde estas perspec-
tivas la prevención está en enseñar a los jóvenes a decir simplemente
«NO» a las drogas en términos genéricos; cuando sin embargo, la reali-
«Más aún, sería tan gradual y lento este acceder o conocer la realidad
que no sólo no se agota en la evolución de un ser humano individual,
sino que éste es un proceso evolutivo intergeneracional, que postula
que el conocimiento de esta realidad requiere no sólo la interacción
transversal de los seres humanos en el proceso de conocer la realidad,
tarea de todos, sino que exige un corte longitudinal. Los seres huma-
nos le van entregando a las nuevas generaciones el conocimiento al-
canzado con la creencia de que éstas darán un paso más en este cono-
cimiento y así sucesivamente acrecentando la construcción de la ver-
dad y disminuyendo el error y la ignorancia». (Fernando Coddou. (1997).
«La Violencia en la ideología» xx.)
Más que reflejar un territorio, esta idea del uso de la fuerza representa o
es fiel, a la aceptación de la objetividad; es coherente con la defensa de
la verdad que o es aceptada por su evidente razonabilidad o no nos
queda más que imponerla con el uso de algún tipo de fuerza, para pro-
teger esa verdad y protegernos todos del error, la equivocación o la fal-
sedad. Infortunadamente, esto se traduce, si examinamos la historia, la
macro y la micro historia, en cómo la verdad y la razón tienden a estar en
manos de los poderosos y los equivocados y malos tienden a ser los débi-
les. Perfilando así una relación inevitable entre conocimiento y poder.
A este respecto diremos que lo que hace que un cuerpo sea identificado
como un individuo es ya un efecto del poder, por ejemplo, hacia fines
del siglo 18 se instaura una medicina cuya función será la higiene públi-
ca; posteriormente se añaden los seguros, ahorros, y otros servicios so-
ciales para protegernos de peligros externos e internos. Se produce una
asistencia masiva a diversas anomalías del existir humano, al momento
que aparece un elemento nuevo: la noción de población, desde donde
los fenómenos se tornan «colectivos», afectan al hombre especie u hom-
bre masa, ya no importa si como persona tengo o no tengo dinero, lo
que importa es la cifra país. A partir de lo anterior podemos hablar de
una bio-política en la medida que, como decimos anteriormente, sobre
el concepto de cuerpo se va a ejercer cierto nivel de control de masas.
vi Ibíd., pp 15
vii Ibíd., pp 16
xii Rivera, N., «Los Grupos Juveniles», en «De Mentes Jóvenes», (1998).
UCPI. Alcaldía Mayor de Santa Fe de Bogotá. Pp 35.
xiv Matus, C., (2000). «Tribus Urbanas: entre ritos y consumos, el caso
de la discoteque Blondie». En «Última Década» N° 13, pp 98. Viña
del Mar: CIDPA Ediciones. También se encuentran referencias al
tema en: Varios autores (1998). «De Mentes Jóvenes», UCPI. Alcal-
día Mayor de Santa Fé de Bogotá.