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Por una formación docente para maestros y maestras del siglo XXI

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Luis Bonilla-Molina
La formación docente (inicial y continua) no escapa a los problemas que se evidencian en el
sistema educativo. Por ello, defensor como he sido de una educación pública, gratuita,
popular, científica, laica y de calidad, presento un conjunto de ideas para el debate sobre la
transformación de la formación docente. Bienvenido el debate

Elementos para la calidad educativa en la formación docente

¿Es necesaria una reforma integral de la formación docente colocar la profesión


a tono con las demandas del siglo XXI y los propósitos del ODS4? ¿Cómo se
puede concretar esta?
Estas interrogantes no son fáciles de responder porque muchos centros y
universidades formadoras de docentes consideran que lo están haciendo bien.
Pero posponer el cambio por los temores a la turbulencia que pueda originar,
sería irresponsable con el futuro de la educación pública. Los decisores tienen
que conseguir el tono del lenguaje y la narrativa adecuada para cada país, que
les permita construir viabilidad a este proceso. Mi contribución en este caso,
se ubica más en el plano de la tecno política educativa, pero eso sí, con un
enfoque de pedagogías críticas. Los grandes elementos reorientadores para una
formación docente de calidad, incluyente y vinculada a un proyecto
emancipatorio se refieren a:
1. Actualidad: La mayoría de contenidos que se enseñan en las escuelas de
ALC están asociados a los requerimientos de la primera y segunda
revolución industrial. Es urgente que los contenidos que se modelen en
los centros de formación docente (inicial y continua) estén vinculados al
desarrollo científico, tecnológico y de las ciencias sociales en el presente.
No podemos seguir enseñando la física de las máquinas de vapor cuando
la mayoría de docentes y estudiantes han manipulado por lo menos una
vez en su vida un control remoto de televisor que son el resultado de
la física cuántica. No tiene sentido que los medios divulguen la
confirmación de los agujeros negros y la física escolar no aborde las
teorías de la relatividad y de las cuerdas. Esto ocurre en los contenidos
de todas las materias y unidades curriculares. Los centros de formación
docente tienen que asumir este desfase y el desafío de actualización para
los nuevos maestros y maestras;
2. Relevancia profesional: la evidencia empírica que he reunido en los últimos
años muestra la dificultad que tienen docentes para a) reconstruir el
concepto histórico y epocal de las pedagogías, b) identificar con claridad
los componentes de las pedagogías, c) reconocer la historicidad de las
teorías y corrientes pedagógicas, d) entender de manera práctica la
relación dialéctica entre los distintos componentes de las pedagogías
(didácticas, currículo, evaluación, planeación, gestión, investigación),
razón por la cual se ha dado por aceptada una especie de tizana
pedagógica que termina desdibujando la coherencia de la acción
profesional, e) conocer la relación de los modelos educativos con las
orientaciones económicas y políticas, el consenso sobre el modelo de
sociedad y los avances del conocimiento y la tecnología y, en consecuencia,
poder generar adaptaciones en tiempo real en un momento de la historia
de la humanidad en la cual la aceleración del cambio es el gran
determinante. Esto es una evidencia clara del proceso de
despedagogización de la actividad educativa que se ha instaurado en la
región, auspiciado con distintos argumentos tanto por la derecha política
como por algunas izquierdas;
3. Performance digital: la formación docente tiene que incorporar en su
cotidianidad el mundo digital, para que los maestros y maestras tengan
conocimiento, técnica y herramientas metodológicas para trabajar con
ello en las aulas. Me he encontrado con grupos de educadores y decisores
que señalan las limitaciones financieras para alcanzar este umbral, no
obstante, en esas reuniones compruebo que el 100% de ellos tienen en
sus manos un celular inteligente de última generación. El problema es
que no asocian su uso a la docencia, por el contrario, lo ven como un
obstáculo. Si es cierto, que en muchos de nuestros países un 50% de
los docentes poseen celulares de este tipo, se podría iniciar un gran
movimiento digital que se apoye en el uso de las redes sociales, los
videos, audios mp3, interactividad y otros, en las dinámicas educativas.
Hay aulas donde la mayoría de estudiantes tienen celulares con
conectividad y los docentes desaprovechamos esa oportunidad. Es urgente
hacer un censo nacional de estudiantes y docentes que poseen o no un
celular, par construir una estrategia educativa al respecto;
4. Pertinencia social: la percepción social de la docencia ha sido impactada
por el desfase entre lo que se enseña y lo que se necesita, lo que se
requiere y lo que se promueve. Es urgente establecer un mecanismo de
diálogo abierto y permanente con el país nacional para pulsar su
percepción y conocer sus expectativas. Esto no puede ser un diálogo de
sordos, sino un proceso de construcción de cultura para la participación
de todos y todas en la orientación estratégica de la formación docente;
5. Seguimiento inter institucional: los centros de formación docente le
tienen que decir a la ciudadanía al país cuáles han decido que serán sus
metas anuales y por periodos, para coadyuvar a construir una cultura
institucional del seguimiento, no como un esnobismo intelectual, sino
como un mecanismo para ir corrigiendo e introduciendo transformaciones
sobre la marcha. Este seguimiento deberá estar vinculado a cada uno de
los elementos que estoy enunciando;
6. Cambio incesante: la curva de aceleración de los cambios en la primera y
segunda revolución industrial permitía hacer reformas curriculares e
institucionales que duraban elaborándose cinco o diez años. Hoy ello
significaría que estaríamos en deuda por lo menos con cinco ciclos.
Tenemos que reconstruir la forma como abordamos las reformas internas
en los centros de formación docente, abriéndonos a la contingencia, no
huyendo de ella.
7. Pensamiento crítico: aunque critiquemos el pensamiento único, la realidad
es que hoy existe una hegemonía de una forma única de pensar en la
mayoría de centros de formación docente. Son honrosas las contadas
instituciones que no solo incluyen algunos contenidos en “contra
corriente” sino que enseñan a estudiar, analizar e incorporar lo diverso,
lo divergente en el pensamiento pedagógico. Ello le está restando fuerza
transformadora a las pedagogías.
8. Revaloración de la actividad gremial, sindical: el neoliberalismo se encargó
de construir una matriz de opinión contra los sindicatos y los gremios
que hoy incluso permea a las izquierdas. Ciertamente, muchas
organizaciones gremiales se han burocratizado y aunque siguen siendo
combativas tienen todas las deficiencias que describo en los siete
elementos anteriores. Pero los sindicatos, los gremios, por sus
estrategias de defensa de los maestros y maestras son hoy el referente
organizado más importante para iniciar una transformación radical. En
otro artículo breve, escribiré mi opinión sobre la deriva de buena parte
del sindicalismo, pero en esta oportunidad quiero destacar que sin ellos
no hay reforma educativa que pueda avanzar.
9. Visión sistémica: una especie de localismo o resignación provinciana recorre
los pasillos de buena parte de los centros de formación docente. Alguien
ha sembrado el cuento y muchos se lo han creído, que lo importante es
saber que se va a hacer en el país o la escuela, como si en la actual
etapa del capitalismo avanzado no tenemos que encontrar las pistas que
nos permitan develar los hilos invisibles de las relaciones entre las
políticas educativas nacionales y la orientación global del modo de
producción.
10. Esperanza: tenemos que retomar la certeza que es con la educación que
se pueden lograr las grandes transformaciones sociales. Debemos
recuperar nuestro orgullo de ser docentes y estudiar de manera
permanente para ello. Tenemos que volver a iluminar nuestros rostros
cuando se nos hable de un mañana de justicia, igualdad, bienestar e
inclusión.
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