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PRESENTACIÓN

La experiencia de la Pascua Juvenil en cada una de las parroquias de nuestra Diócesis es una
oportunidad para enfocar nuestra mirada no sólo en el Misterio de la Pasión, Muerte y
Resurrección de Jesús sino también en los principales destinatarios de ella: los jóvenes,
quienes muchos de ellos, hoy en día como los discípulos de Emaús están en la sociedad y
caminan por ella temerosos, llenos de dudas, desilusionados, tristes, dejando que todo esto
vaya opacando su vida pero también su corazón, cegándolos a tal grado que no son capaces
de recocer a Jesús quien camina y está siempre con ellos.

Tomando en cuenta este contexto, queridos jóvenes, es que ponemos en sus manos
este subsidio que, bajo la mirada especial puesta en ustedes pueda brindar las herramientas
para propiciar un verdadero encuentro con Jesús, y además, hacer que la experiencia de la
Pascua permita redescubrir que Jesús, Muerto y Resucitado quiere permanecer con
nosotros y ser como con los discípulos: nuestro compañero de jornada.

Y si Jesús nos acompaña al igual que lo hizo con los discípulos de Emaús nuestra
tarea primordial será identificarlo en el camino; pero para ello, debemos conocerlo primero
para luego encontrarnos con Él, puesto que si somos sus seguidores tendremos la
posibilidad de reconocerlo y así, no sólo dejar que Nuestro compañero actúe en nosotros
sino también nosotros comenzar a actuar y convertirnos en compañeros de camino de otros
jóvenes. Lograr lo anterior implica adentrarnos en el misterio Pascual desde una perspectiva
juvenil brindando verdaderas experiencias a los jóvenes donde sean capaces de redescubrir
que Jesús, en los momentos culminantes de su vida terrena nos amó hasta el extremo
invitándonos con ello a asemejarnos a Él.

Con este material se pretende que a la luz de la reflexión de las temáticas


organizadas de acuerdo a los sentidos de cada uno de los días que conforman la Pascua
Juvenil, los jóvenes se adentren en este Misterio y como los discípulos de Emaús sientan
que su corazón arde cuando escuchan hablar del gran gesto de amor que Dios tiene con
ellos y, posteriormente sean capaces de expresar un “Quédate con nosotros” y ponerse en
marcha para anunciar que sólo Jesús Resucitado puede transformar su vida.

Jóvenes ¡Cristo Vive! Y está presente en cada momento de nuestra vida, Él nos ama,
nos escucha y acompaña por el camino, es momento de redescubrir su presencia. No se
olviden de María, ella lo escuchaba y guardaba todo en su corazón, acompañó a Jesús hasta
la Muerte, es Nuestra Madre, y junto con su Hijo nos da la muestra de que es posible
escuchar a Dios, responderle generosamente y convertirnos en verdaderos compañeros de
nuestros hermanos.

Que la preparación de la Pascua Juvenil los impulse a transformar sus vidas y las de
otros jóvenes para que sean capaces de abrir su corazón al Señor Jesús, de escucharlo para
luego, en el contexto del Año del Anuncio en nuestra Diócesis ser jóvenes que anuncian al
Resucitado en su caminar cotidiano.

¡Cristo Vive! Escúchalo y acompaña a tu hermano

Sus hermanos en Cristo


Pbro. Juan Ortíz Reyes
Pbro. José de Jesús García Rodríguez
Asesores de la Pastoral Juvenil Diocesana
"¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!"
(Mt 21, 9)

El Domingo de Ramos marca el inicio de la semana santa. Se le llama así debido a que se
conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén cuando la multitud lo recibió con
hojas de palma.

Cuando llegaba a Jerusalén para celebrar la pascua, Jesús les pidió a sus discípulos traer un
burrito y lo montó. Antes de entrar, la gente tendía sus mantos por el camino y otros
cortaban ramas de árboles alfombrando el paso, tal como acostumbraban saludar a los
reyes.

Entró a Jerusalén, que era la ciudad más importante y la capital de su nación, mucha
gente, niños y adultos, lo acompañaron y lo recibieron como a un rey con palmas y ramos
gritándole “Hosanna” que significa “Viva”. La gente se preguntaba ¿quién es éste? y les
respondían: “Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea” (Cf Mt 21, 10-11). Algunas de
estas personas habían estado presentes en los milagros de Jesús y habían escuchado sus
parábolas.

Jesús entra a la ciudad en medio de personas que lo recibieron con gritos y aplausos,
podemos pensar en ellos como la voz del hijo perdonado, del enfermo curado, de los
olvidados, de los marginados, de los alejados, de los oprimidos, de los que no han
encontrado sentido a su vida y que de una forma u otra han sido tocados por Jesús, por su
amor y su misericordia, ellos gozan y viven desde su interior ese regocijo de compartir la
euforia de proclamar a un Rey, a un Salvador.

Mientras esto sucedía, todo este cúmulo de emociones también era motivo de irritación y
enojo por parte los sacerdotes judíos quienes buscaban pretextos para meterlo a la cárcel,
pues les dio miedo el ver cómo la gente lo amaba cada vez más y cómo lo habían
aclamado al entrar a Jerusalén, y buscaban de manera contundente desprestigiarlo y
llevarlo hasta la máxima pena: la muerte.
En la actualidad, existen muchas maneras de volver invisibles a los jóvenes, para que no
hagan ruido, que sus sueños no tomen vuelo, que se vuelvan prisioneros de sus propios
miedos e inseguridades, que se mantengan tranquilos y no se involucren en lo que está
sucediendo a su alrededor, sin embargo, un joven alegre es difícil de manipular, un joven
que se envuelve en el amor de Dios es muy complejo mantenerlo en silencio.
Es por ello que este día, es la gran oportunidad de proclamar a Jesús como nuestro Rey,
como centro de nuestras vidas, de sentirnos llamados por Él y seguirlo a costa de lo que
sea; es día de exclamar ¡“Viva Cristo Rey”!

Está en ustedes la decisión de gritar, está en ustedes el decidirse por el “Hosanna” del
domingo para no caer en el “Crucificalo” del viernes, está en ustedes el no quedarse
callados, si los demás se callan, si los mayores y los dirigentes callan, si el mundo calla y
pierde la alegría, les pregunto: ¿ustedes gritarán? Por favor, decidirse antes de que griten
las piedras (Papa Francisco).

Dinámica
1. Hacer equipos de 9 a 10 personas (a conveniencia) y pedirles que compartan entre
ellos cómo imaginan esta “entrada triunfal” en la actualidad (cómo imaginan que
llamaría la atención al entrar, cómo lo recibiría la gente y qué harían los que no lo
querían).
2. Darles material (papel, tijeras, pegamento, etc.) a los jóvenes para que ellos de
manera actual reciban a Jesús, con la misma alegría que en aquella época.
3. Pedirles que hagan una pequeña demostración de cómo imaginaron el momento y
lo compartan con el resto de los muchachos.

Para comprender mejor: https://www.youtube.com/watch?v=hi9pQ6tgQcI


Que los jóvenes conozcan y reflexionen lo sucedido en la entrada triunfal de Jesús a
Jerusalén y descubran que como aquellos que lo aclamaban, también ahora desde su
realidad juvenil pueden recibirlo y aclamarlo.

Dinámica 1: “Si yo fuera un Rey”

Materiales:
• Hojas
• Plumas o lápices

Instrucciones:
1. Repartir una hoja de papel a cada joven y realizar las siguientes preguntas brindando
cinco minutos para que las contesten (no es necesario que la hoja contenga el
nombre de quien escribió):
Si hoy fueras rey de una nación y tuvieras recursos en abundancia a tu alcance y
servicio ¿Qué harías con esos recursos?, ¿Qué lujo te darías?, ¿Qué vehículo te
comprarías?, ¿Qué ropa usarías? (Puedes agregar otras preguntas).
2. Las respuestas de los jóvenes servirán más adelante para reflexionar.
Dinámica 2: “Recreando en Plastilina”

Materiales
• Plastilina

Instrucciones:
1. Entregar un pedazo de plastilina a cada joven y pedirles que realicen una figura de
lo que conocen del Domingo de Ramos o lo que es más representativo para ellos de
esta celebración. Hacer hincapié en que sólo debe ser una figura.
2. Se dan 10 minutos para que el joven a su creatividad realice la figura de lo que
conoce o considera más importante del Domingo de Ramos.
3. Una vez terminada la figura, se les pide a los jóvenes o sólo a algunos si es un grupo
numeroso, que expliquen por qué hicieron dicha figura y qué significado tiene para
ellos.
4. El expositor sin adentrase ayuda para que se digan la mayoría de los elementos del
Domingo de Ramos.

Será muy interesante toparnos con figuras tal vez de un burro, palmeras, una imagen de
Jesús, ramos, mantos, etc. También será muy enriquecedor lo que piensan los jóvenes de
los diferentes elementos que se pueden vivir y observar en una celebración como lo es el
Domingo de Ramos.

Esta dinámica servirá para irnos adentrando en el tema a través de lo que el propio joven
conoce y también para darnos cuenta de qué tanto conocen del Domingo de Ramos y que
sepamos cómo será llevado nuestro tema para una mejor comprensión.

Puede haber jóvenes que no conozcan del tema y no puedan plasmar algo entonces será
importante en el siguiente apartado de este tema explicar a detalle el pasaje bíblico de la
entrada a Jerusalén y los elementos que se pueden apreciar.

Nota: Las actividades artísticas, culturales, deportivas, de destreza y juegos dentro de la


pascua juvenil, son instrumentos valiosos para que el joven se sienta parte de la dinámica
que se vive. Cuando usamos este tipo de actividades dentro de la pascua juvenil captamos
de una mejor manera la atención del joven y hacemos que ponga en práctica esos dones y
cualidades que tiene y también se hace más amena la charla en un compartir mutuo.
A continuación, se reflexionará la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén (Domingo de Ramos)
tomada del evangelio de Lucas analizando qué tipo de elementos y situaciones se describen
para tener una mejor comprensión y análisis de lo vivido. Se ha tomado el texto de Lucas
para este tema, pero se puede usar el pasaje de algún otro evangelio según lo considere el
expositor para un mejor manejo de los elementos y desarrollo del tema.

De igual forma se hará una reflexión de cómo esos diferentes elementos y acontecimientos
vividos en la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén aplican hoy en nuestra vida de jóvenes.

Se sugiere en primer lugar hacer una o dos veces la lectura general del pasaje bíblico y
después ir analizando los puntos marcados en negritas como reflexión para que el joven
vaya comprendiendo su sentido y la forma en que desde su realidad ahora se viven dichos
momentos y elementos.

Es de vital importancia para desarrollar nuestro tema, basarnos en las citas bíblicas, ya que
la biblia debe ser nuestra fuente principal de información y así evitemos confusiones en los
jóvenes y en nosotros mismos. Ya como otras opciones podemos utilizar fuentes como el
Catecismo, Docat, CAPyM, YouCat y páginas de internet confiables católicas.

Lucas
Capítulo: 19
Versículos: 28-44

28 Después de haber dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén.


29 Cuando se acercó a Betfagé y Betania, al pie del monte llamado de los Olivos, envió a
dos de sus discípulos, diciéndoles:
30 «Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que nadie
ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo;
31 y si alguien les pregunta: «¿Por qué lo desatan?», respondan: «El Señor lo necesita».
32 Los enviados partieron y encontraron todo como él les había dicho.
33 Cuando desataron el asno, sus dueños les dijeron: «¿Por qué lo desatan?».
34 Y ellos respondieron: «El Señor lo necesita».
35 Luego llevaron el asno adonde estaba Jesús y, poniendo sobre él sus mantos, lo hicieron
montar.
36 Mientras él avanzaba, la gente extendía sus mantos sobre el camino.
37 Cuando Jesús se acercaba a la pendiente del monte de los Olivos, todos los discípulos,
llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios en alta voz, por todos los milagros que
habían visto.
38 Y decían:»¡Bendito sea el Rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en
las alturas!».
39 Algunos fariseos que se encontraban entre la multitud le dijeron: «Maestro, reprende
a tus discípulos».
40 Pero él respondió: «Les aseguro que, si ellos callan, gritarán las piedras
41 Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella,
42 diciendo: «¡Si tú también hubieras comprendido en ese día el mensaje de paz! Pero
ahora está oculto a tus ojos.
43 Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te
sitiarán y te atacarán por todas partes.
44 Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre
piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios».

Puntos a resaltar y a reflexionar:

• Jesús envió a dos discípulos.

Discípulo es un seguidor de Jesús que sigue sus enseñanzas, las pone en práctica, las
vive y las enseña.

¿Si nosotros fuéramos esos discípulos de Jesús cumpliríamos los requisitos para
serlo?
¿Hemos seguido a Jesús?
¿Hemos puesto en práctica todas esas enseñanzas que nos ha dado?
(mandamientos, obras de misericordia, etc.)
¿Hemos compartido con los demás el evangelio, la vida de Jesús y sus enseñanzas?
¿Hemos predicado con el ejemplo?
O simplemente ¿No seriamos aptos para ser discípulos de Jesús?
Como jóvenes también debemos reflexionar que, en estos tiempos de tanto ajetreo,
donde la vida es acelerada, donde todo es subjetivo, donde hay tantos problemas
sociales, donde el joven tiene muchas tentaciones, también en estos momentos
Jesús nos invita a ser sus discípulos, ser esos jóvenes que hagamos la diferencia, ser
esos jóvenes discípulos que llevemos luz a quien no la tiene, llevemos esperanza al
más necesitado, prediquemos con nuestro ejemplo y ayudemos al prójimo. Aún en
estos tiempos se puede ser Santo y Discípulo de Jesús.

• Encontrarán un asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo.

Jesús monta un burrito para entrar a Jerusalén.

Jesús no decide entrar a Jerusalén en un hermoso caballo como un rey ostentoso ni


con vestidura elegante, sino todo lo contrario, elige un humilde burro para su
entrada triunfal. La razón es muy sencilla: Humildad.

En Jesús se cumple la profecía del libro de Zacarías, “Digan a la hija de Sión: Mira
que tu rey viene hacia ti, humilde y montado sobre un asna, sobre la cría de un
animal de carga” (Zac 9, 9).

Cuando tenemos la oportunidad de un trabajo mejor remunerado, con mayor


poder, con mayor jerarquía, ¿Cuál es el actuar de la mayoría de las personas? A caso
prepotencia, hacer menos al otro, malgastar el dinero, la corrupción. O realmente
seguimos el ejemplo de Jesús que, a pesar de tener el poder sobre las cosas, encausó
todo lo que tenía al servicio del prójimo.

Es muy triste ver en nuestros tiempos cómo la riqueza de nuestro país está mal
distribuida y cómo personas con poder político, social, deportivo o cultural se
aprovechan de su autoridad y cargo para enriquecerse a costa del pueblo, para hacer
menos al prójimo y para hacer mal uso de su poder.

Es muy difícil ver en nuestros tiempos a un rey, a un gobernante, a un artista, a un


futbolista, o a cualquier persona con poder, que sea humilde, que ayude al más
necesitado, que ponga su poder y abundancia al servicio de los demás. La mayoría
de las veces solo se busca el beneficio propio siendo egoístas con el prójimo.

Joven: Si hoy fueras Rey de una nación y tuvieras recursos en abundancia a tu


alcance y servicio
¿Qué lujo te darías?
¿Qué harías?
¿Ayudarías a los demás?
¿Lo mal gastarías?

Se analizan, reflexionan y comparten las respuestas que se tienen de la Dinámica 1:


“Si yo fuera un Rey”.

Muchas veces como jóvenes nos afanamos en cosas materiales, y desde muy
pequeños nos enseñan a que el dinero lo puede todo, la televisión no se cansa de
día a día mostrarnos que las personas más importantes son las personas que tienen
más dinero y más poder.

Jóvenes: luchemos por un mundo mejor, luchemos por conseguir nuestros sueños,
luchemos por seguir a Cristo, claro que se vale luchar por tener dinero, claro que se
vale luchar por tener un puesto político importante, claro que se vale luchar por
tener poder, pero cuando lo logremos pongamos los pies en la tierra y humildes
como Jesús encomendemos nuestro trabajo y servicio a Dios ayudando siempre al
prójimo, porque sólo así lograremos cambiar nuestro país y construir un mundo de
paz.

Como jóvenes somos tentados de diferentes maneras: el dinero, el libertinaje, las


drogas etc, pero sigamos el ejemplo de Jesús que a pesar de que fue tentado por el
demonio en el desierto, supo lidiar y superar esas pruebas rechazando las trampas
del demonio y confiando en Dios haciendo las cosas a su servicio.

• Cuando desataron el asno, sus dueños les dijeron: «¿Por qué lo desatan?». Y ellos
respondieron: «El Señor lo necesita».

Jesús toma el burrito, que después devolvería a su dueño, pero ese burrito era de
alguien que tal vez el mismo Jesús no conocía.

Jesús nos demuestra con esto que Él es el Rey, que Él todo lo puede, que debemos
confiar en su amor y en su misericordia, que Él es el dueño de cuanto existe.

¿Cómo reaccionamos cuando alguien extraño o que no es de nuestra confianza toma


nuestras cosas o pertenencias? ¿Nos enojamos? ¿Le reclamamos? ¿Qué hacemos?
¿Pero cómo reaccionamos cuando alguien de nuestra entera confianza o familiares
toma cosas nuestras? ¿Es una actitud diferente? ¿Prestamos incluso las cosas de
buena manera?

Así como estos ejemplos, Jesús día a día incluso sin que nos demos cuenta nos pide
tantas cosas y muchas veces nuestra respuesta es un rotundo NO. Jesús nos pide
amor, nos pide que ayudemos al prójimo, nos pide que lo sigamos, nos pide que
cumplamos sus mandamientos, nos pide que lo sirvamos, Jesús nos pide mucho
pero en la mayoría de los casos le damos poco o le damos lo que nos sobra.

Si como jóvenes reconociéramos que Jesús es nuestro Rey, no dudaríamos en


entregarle nuestro amor, nuestra vida, nuestros deseos, nuestros sueños, nuestros
anhelos, entregarle incluso nuestros problemas y dificultades.

Si como jóvenes supiéramos la grandeza del Señor no dudaríamos en poner todo lo


que somos y lo que tenemos al servicio de Jesús, confiando ciegamente en que todo
lo que hagamos por Él y todo lo que le entreguemos tendrá una mejor recompensa.

Jóvenes: Jesús lo vale todo, lo dio todo por nosotros, entonces es momento que le
respondamos de la misma forma, dándolo todo por Él.

• Mientras él avanzaba, la gente extendía sus mantos sobre el camino.

En la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén la gente que lo seguía extendía sus


mantos como signo de reconocerlo Rey, de confianza en él y como una forma de
glorificarlo.

¿Cuantos jóvenes en la actualidad de verdad reconocerán a Jesús como su Rey?

¿O acaso existen otros reyes en los cuales creemos y en los cuales confiamos?

¿Será que tenemos reyes falsos que nos prometen una felicidad pasajera y que lo
único que provocan es un vacío interior?

¿La televisión, el internet, el narcotráfico, el dinero, el poder, las drogas y el placer


no serán esos reyes falsos a los cuales como jóvenes estamos confiando y
poniendo nuestra fe?
No dejemos que las cosas pasajeras y las cosas del mundo opaquen en nuestra
mente y en nuestro corazón la felicidad que solamente nos puede dar el Rey de
Reyes: “JESÚS”.

• Todos los discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios en alta voz, por
todos los milagros que habían visto.

El entusiasmo de los discípulos que acompañaban a Jesús era tanto que gritaban de
júbilo con aclamaciones festivas.

Ese jubilo al reconocer a su Rey, en el que habían confiado al ver los milagros que
hacía, en el que habían puesto su fe y su esperanza por el ejemplo que predicaba,
esa felicidad de saber que Jesús los salvaría porque habían visto sus maravillas y su
actuar.

¿Será que nosotros como jóvenes no hemos visto los milagros que Jesús día con día
hace en nuestras vidas y por eso no nos hemos animado a darle un Sí sostenido al
Señor?

Si realizáramos un listado de los milagros y maravillas que Jesús hace en nuestras


vidas ¿Qué resultaría?

o Tengo vida
o Tengo salud
o Tengo una familia
o Tengo amigos
o Tengo un trabajo o estudio
o Tengo una casa digna
o Tengo alimento
o El lindo amanecer
o Los hermosos paisajes
o La lluvia
o El mar
o El sol

No terminaríamos esa lista de tantas cosas que Dios nos ofrece. Si yo como joven
ahora reconozco todos esos milagros que Dios hace por mí, que me da, que me
permite hacer, ¿no son justificación perfecta ahora si para reconocerlo como mi
único Rey, para seguirlo, para agradecerle y así como aquellos discípulos que lo
seguían y lo glorificaban también hacerlo nosotros desde nuestra juventud?

Jóvenes, veamos las maravillas que Jesús nos da por amor, para que seamos felices
y para que lo reconozcamos como nuestro Rey y confiados en su amor lo sigamos.

• Algunos fariseos que se encontraban entre la multitud le dijeron: «Maestro,


reprende a tus discípulos». Pero él respondió: «Les aseguro que, si ellos callan,
gritarán las piedras.

Los Fariseos no querían que los que seguían a Jesús lo aclamaran, no querían que
siguieran su ejemplo, no creían en el poder salvador de Jesús y buscaban el mínimo
error de los discípulos y del mismo Jesús para difamarlos y hacer que la gente se
alejara de Él.

Jesús les responde con una respuesta muy contundente: “Les aseguro que, si ellos
callan, gritarán las piedras”. Una respuesta que demuestra el poderío de Jesús, que
demuestra a los fariseos que sus discípulos confiaban totalmente en su amor y en
sus promesas. Y sin duda, la alegría que Jesús contagiaba en todos los que lo seguían
era motivo de enojo e irritación en muchos.

El Papa Francisco en su homilía del Domingo de Ramos de 2018 manda el siguiente


mensaje a los jóvenes:

Y a ustedes, queridos jóvenes, la alegría que Jesús despierta en ustedes es


para algunos motivos de enojo y también de irritación, ya que un joven alegre
es difícil de manipular. ¡Un joven alegre es difícil de manipular!

Hacer callar a los jóvenes es una tentación que siempre ha existido. Los
mismos fariseos increpan a Jesús y le piden que los calme y silencie.

Hay muchas formas de silenciar y de volver invisibles a los jóvenes. Muchas


formas de anestesiarlos y adormecerlos para que no hagan «ruido», para que
no se pregunten y cuestionen. «¡Estad callados!». Hay muchas formas de
tranquilizarlos para que no se involucren y sus sueños pierdan vuelo y se
vuelvan ensoñaciones rastreras, pequeñas, tristes.
Queridos jóvenes: Está en ustedes la decisión de gritar, está en ustedes
decidirse por el Hosanna del domingo para no caer en el «crucifícalo» del
viernes... Y está en ustedes no quedarse callados. Si los demás callan, si
nosotros los mayores y responsables (tantas veces corruptos) callamos, si el
mundo calla y pierde alegría, les pregunto: ¿Ustedes gritarán?

Por favor, decídanse antes de que griten las piedras.

No permitamos jóvenes que nos manipulen para no hacer las cosas o para hacerlas
mal, en la actualidad hay tantas formas de hacer que el joven no sobresalga, hacer
que el joven no proponga, que no cumpla sus sueños. Hay tantas maneras que el
mundo actual utiliza para que el joven no sea el motor de cambio de nuestra
sociedad.

Hay muchas maneras de apagar esos gritos de júbilo en los jóvenes:

o La drogadicción
o La pornografía
o La soledad
o La prostitución
o La televisión
o El narcotráfico
o La delincuencia
o El suicidio
o El soborno
o El aborto
o Las diferentes ideologías
o El pecado
o Las redes sociales mal usadas
o La música que daña
o Las malas amistades

Luchemos entonces por seguir a Jesús y pedirle su ayuda y misericordia para no caer
en esos problemas y tentaciones que nos pone el mundo que lo único que provocan
es callar al joven y convertirlo en una persona sin paz, sin amor, en una persona que
no le interesa el bienestar común y que no le importa tener un mundo mejor.
Luchemos también por ayudar al prójimo que se encuentra en estas situaciones tan
complicadas, ayudémoslo a salir de este vacío tan grande y oremos para que
tengamos un mundo mejor.

• Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella, diciendo: «¡Si tú
también hubieras comprendido en ese día el mensaje de paz! Pero ahora está
oculto a tus ojos.

En el nuevo testamento se relatan algunas veces que Jesús llora, por ejemplo, con la
muerte de su amigo Lázaro (Juan 11, 32-36). De igual forma cuando Jesús entra a
Jerusalén llora por el rechazo de muchos y al ver los pecados tal vez pasados y futuros
su corazón se rompe hasta llegar al llanto.

En estos episodios de llanto, Jesús siendo Dios, muestra su lado humano, muestra
que aún siendo Dios quiso ser como nosotros, con sentimientos, con miedos y en
ese aspecto humano de Jesús nos muestra la preocupación por un pueblo que no lo
reconoce, por un pueblo que lo crucificará a tal grado de llorar por esas situaciones.

Nosotros como jóvenes cuantas veces hemos hecho llorar a tantas personas:

o A mis padres por desobedecer, por no seguir sus consejos, por hacer cosas
que me ponen en peligro y sólo los mortifican.
o A mis familiares, por no ser ese hermano o familiar fraterno que ayuda, sino
que siempre está buscando la forma de pelear por cualquier motivo.
o A mis maestros, por ser una carga y hacerles pesada la clase en lugar de
poner dedicación y empeño.
o A mis amigos, por no ser esa persona en la cual ellos han puesto su confianza
o por llevarlos a situaciones de peligro.
o A mi pareja, por no ser fiel ante una relación.
o A mis compañeros de trabajo, por tal vez ser únicamente una piedra en su
camino en lugar de contribuir al trabajo en equipo.

Reconozcamos a Jesús en nuestro prójimo y seamos mejores personas día con día
desde nuestra realidad juvenil. Jesús está en nuestro prójimo y en el más necesitado,
entonces seamos mejores seres humanos viviendo en fraternidad con los demás.
Domingo de Ramos

Una vez analizado el pasaje bíblico sobre la entrada Triunfal de Jesús a Jerusalén, se sugiere
reflexionar y vivir lo propio del Domingo de Ramos.

En esta fecha es tradición la misa de Domingo de Ramos y el rito de la procesión de las


palmas, en que se bendicen los ramos con los que se aclama al Señor.

El directorio sobre la piedad popular y la liturgia mencionan lo siguiente sobre el Domingo


de Ramos:

Las palmas y los ramos de olivo o de otros árboles

139. "La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos "de la Pasión del
Señor", que comprende a la vez el triunfo real de Cristo y el anuncio de la Pasión".

La procesión que conmemora la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén tiene un


carácter festivo y popular. A los fieles les gusta conservar en sus hogares, y a veces
en el lugar de trabajo, los ramos de olivo o de otros árboles, que han sido
bendecidos y llevados en la procesión.

Sin embargo, es preciso instruir a los fieles sobre el significado de la celebración,


para que entiendan su sentido. Será oportuno, por ejemplo, insistir en que lo
verdaderamente importante es participar en la procesión y no simplemente
procurarse una palma o ramo de olivo; que estos no se conserven como si fueran
amuletos, con un fin curativo o para mantener alejados a los malos espíritus y
evitar así, en las casas y los campos, los daños que causan, lo cual podría ser una
forma de superstición.

La palma y el ramo de olivo se conservan, ante todo, como un testimonio de la fe


en Cristo, rey mesiánico, y en su victoria pascual.
Dinámica 3: “Recibiendo a Jesús con la Palmera de mi vida”

Se sugiere realizar esta dinámica antes de la procesión para que los jóvenes participen con
sus ramos o palmeras junto con la comunidad. Si el tema no se realiza el Domingo de
Ramos se puede recrear la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén en donde los jóvenes
puedan vivir ese momento y reflexionarlo desde su realidad.

Materiales:
• Trozos de palmeras pequeños, ramos de olivo, (pueden ser naturales o hechos de
papel)
• Postits pequeños de tiras
• Plumas o lápices

Instrucciones:
1. Se entregan varios postits pequeños a los jóvenes y su pluma o lápiz
2. Se pide que en los postits apunten las respuestas de lo siguiente:
o ¿Si hoy recibieras a Jesús en tu vida qué cosas malas encontraría en ti? (qué
problemas tienen en la familia, problemas personales, pecados que no te
han dejado estar en gracia, defectos, dificultades, malas actitudes, daño que
has hecho, etc)
o ¿Si hoy recibieras a Jesús en tu vida qué cosas buenas encontraría en ti? (tus
cualidades, virtudes, tus sueños, anhelos, agradecimientos, triunfos, cosas
buenas que has hecho por el prójimo, etc.)
3. Se entrega a cada joven un pedazo de palmera o un pequeño ramo
4. Se pide que en la palmera o ramo ya sea natural o de papel peguen de un lado los
postits donde pusieron las cosas buenas y del otro lado las cosas malas.

Al terminar, el expositor reflexionará junto con el grupo que, así como en aquellos tiempos
un pueblo con defectos y virtudes recibió a Jesús, ahora también nosotros como jóvenes lo
recibimos con todos nuestros defectos y con todas nuestras virtudes.
Se reflexiona también que este día de Domingo de Ramos se viven dos momentos
importantes: La entrada triunfal en donde la gente aclama al Señor con gritos de HOSANNA
y el contraste de la lectura de la Pasión de Jesús donde nos topamos con otros gritos
totalmente opuestos de CRUCIFÍCALO.

Con mis acciones de joven ¿Soy de los que le gritan HOSANNA o soy de aquellos que le
gritan con odio CRUCIFÍCALO?

Es momento de reflexionar qué rol estoy tomando como joven dentro de la sociedad, si
realmente mis acciones ayudan al prójimo, si realmente lo que hago es bueno o daña a los
demás.

Todo eso bueno y malo Jesús lo hace suyo en su pasión, para sanar, para curar, para
convertirnos y para morir por nuestros pecados.

Hacer énfasis en que Dios nos perdona, pero tenemos que ser los primeros en estar
convencidos de seguir a Cristo y confiar en su plena misericordia para día a día ser mejores
jóvenes que ayudemos a tener una civilización cimentada en el amor.

Una vez reflexionado lo anterior se invita a los jóvenes participar en la procesión y


celebración eucarística propia de Domingo de Ramos junto a la comunidad, invitándolos a
vivir con intensidad estos momentos de gracia y teniendo presente cada una de las cosas
que escribieron y llevarán en su ramo o palma.

Si no se participa en la procesión y eucaristía o se lleva a cabo el tema en otro día, se puede


hacer la representación de la entrada triunfal o hacer una entronización de una Cruz en
donde el joven pueda experimentar el recibir a Jesús con cantos, alabanzas, gritos de júbilo
y con esos ramos y palmas que representan la realidad que él vive.

En mesas de trabajo también se puede compartir cómo en la actualidad el joven puede


aclamar y glorificar a Jesús (haciendo obras de misericordia, participando en un grupo de la
iglesia, siendo honesto en su trabajo o estudio, obedeciendo a sus padres, etc.).
Se puede terminar este momento compartiendo en plenaria o que cada joven haga un
compromiso donde demuestre en su realidad la forma en que puede aclamar y glorificar a
Jesús.

Para terminar con el tema se puede hacer la siguiente oración:

Señor Jesús, con este mismo ramo te acompañamos hoy a recordar tu entrada en Jerusalén,
con nuestra presencia en el templo dijimos que somos tus seguidores y que tú eres el rey
de los reyes. Ahora te pedimos que protejas a nuestra familia de todo mal y nos conviertas
en testigos de tu amor y tu paz, para que un día podamos reinar contigo en la Jerusalén
celestial, donde vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

FUENTES Y APOYO BIBLIOGRÁFICO:

• Libro “Jesús de Nazaret desde el ingreso de Jerusalén hasta la resurrección” -


Benedicto XVI

• Homilías del Papa Juan Pablo II y Papa Francisco del Domingo de Ramos:

o http://w2.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2017/documents/p
apa-francesco_20170409_omelia-palme.html
o http://w2.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2016/documents/p
apa-francesco_20160320_omelia-palme.html
o http://w2.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2015/documents/p
apa-francesco_20150329_omelia-palme.html
o http://w2.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2014/documents/p
apa-francesco_20140413_omelia-palme.html
o http://w2.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2013/documents/p
apa-francesco_20130324_palme.html
o http://w2.vatican.va/content/john-paul-
ii/es/homilies/1986/documents/hf_jp-ii_hom_19860323_domenica-
palme.html

• Directorio sobre la piedad popular y la liturgia


o http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccdds/documents/rc_
con_ccdds_doc_20020513_vers-
direttorio_sp.html#Cap%C3%ADtulo%20IV (139)

• Catecismo de la Iglesia Católica


o http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/index_sp.html (557 a 560)
Pbro. Roberto Isaac Martínez Medina
Vicario de la parroquia de Pabellón de Guadalupe

Objetivo
Que en este día, los jóvenes se adentren al misterio pascual por medio de todos los
elementos que podemos contemplar: el lavatorio de los pies, la institución de la Eucaristía
y del Sacerdocio, así como la agonía del Getsemaní.

Nos reunimos para acompañar a Jesús a la Cena de Pascua con sus Apóstoles, que en aquel
tiempo era una costumbre, ya que año con año se celebraba la liberación ante los egipcios.
Los Apóstoles siguen las indicaciones del maestro y preparan todos los detalles para la que
sería la Última Cena del Señor Jesús; por lo que debemos nosotros esperar junto a Él la hora
de inicio de su Triduo Pascual; así como de recordar tres elementos fundamentales para la
vida del creyente; por lo que la Iglesia repite estos gestos del Maestro.

El lavatorio de los pies y la cena familiar en donde quiso quedarse entre nosotros en el pan
y vino, dejándonos su Cuerpo y su Sangre al instituir la Eucaristía y el Sacerdocio. Y al
terminar dicha cena, salió a orar al Huerto de los Olivos, donde fue entregado por Judas
Iscariote.

Desarrollemos un poco cada uno de estos signos:

1.- El lavatorio de los pies. El jueves siguiente a la entrada en Jerusalén –nos referimos al
Domingo de Ramos-, era día de Fiesta en el país. Jesús también quiso tener una cena con
sus discípulos, pero como no tenía casa en esa ciudad, tuvo que pedir prestada una sala
grande para poder reunirse con ellos; pero antes de cenar, Él tomó un recipiente con agua
y una toalla, acción totalmente impensable para un judío ya que sólo los esclavos lo
realizaban… ¡pero se trata del Señor Jesús!, que sin importarle lo anterior se arrodilló y les
fue lavando los pies a sus doce amigos, pies que estaban sucios de tanto caminar por las
calles polvorientas.

¿Por qué crees tú que Jesús les lavó los pies a sus amigos como si hubiera sido un criado de
ese tiempo?..

Siempre hemos dicho que Dios es amor y es algo tan real ya que el amor se ha manifestado
en Jesús, que nos ha amado tanto hasta entregar la vida por nosotros. Se trata de un amor
que debe de reinar en cada uno de nosotros, en tu familia, en tu escuela, en tu trabajo, en
el mundo entero para vivir así la fraternidad, el reconocernos todos como hijos de Dios,
hermanos de Cristo y de todos los seres humanos.
El gesto de “lavar los pies” por parte de Jesús refleja la actitud de amor y servicio hacia los
demás, que quiere enseñarles a ellos y a todos nosotros que debemos servir a cualquier
persona en cosas que a veces no nos gustan.

Y tú, ¿Qué entiendes por fraternidad?, ¿te atreverías a hacer lo mismo con tus amigos y
familiares?, ¿le lavarías la ropa a un vagabundo de la calle, lo peinarías?, ¿te atreverías a
perdonar a aquel amigo que se burló o habló mal de ti?, ¿dejarías tu orgullo para llevarte
mejor con tus papás y hermanos?... Ciertamente que Jesús bañaría, abrigaría, peinaría a las
personas que duermen en las calles... no se diga lo demás.

El lavatorio de los pies nos deja de manifiesto un nuevo mandamiento, el mandamiento del
amor que se manifestó a través de dicha acción en donde ¡el Señor, el Maestro, el Rey, el
Dueño del Universo se hace siervo (servidor) para lavarle los pies a sus discípulos!

2.- La institución de la Eucaristía. Ese mismo día, al anochecer, Jesús y sus discípulos
comieron la Cena Pascual, pero se trató de una cena distinta y muy especial ya que fue a
manera de despedida… te has preguntado alguna vez ¿qué es la Eucaristía?, ¿qué es lo que
celebramos en la Eucaristía? y ¿por qué le tenemos que dar importancia a la Eucaristía?

Cuando llegó la hora de cenar, todos se sentaron a la mesa pero en un momento de la cena
Jesús cambió las cosas… tomó un pan, dio gracias a Dios y lo partió para compartirlo con
todos. Del mismo modo lo hizo con una copa de vino, dio las gracias a su Padre por ella y la
compartió con sus discípulos. ¡Todos comieron y bebieron del mismo pan y del mismo vino!

Pero al repartir el pan Jesús dijo: “Este es mi cuerpo, que será entregado por ustedes” y
cuando compartió la copa de vino dijo: “Esta es mi sangre, que será derramada para
salvarlos”. ¿Te das cuenta que sólo a Jesús se le pudo haber ocurrido la idea de permanecer
en el pan y en el vino transformados en su Cuerpo y su Sangre para poder quedarse para
siempre con nosotros?

Precisamente eso es lo que hacen los sacerdotes al celebrar la Santa Misa para cumplir el
mandato del Señor: “Hagan esto en conmemoración mía”. ¿Te has fijado que en un
momento de la Misa el sacerdote levanta un pequeño pan blanco y redondo para enseguida
también levantar una copa para que todos lo adoremos? Se trata del momento justo en que
el mismo Jesús se hace presente sobre el altar en la forma de pan y vino.

La Misa no es un juego, la Eucaristía no es un símbolo. Es por esto que cada vez que pasamos
a recibir el cuerpo y la sangre de Cristo debemos ir preparados adecuadamente, -con un
buen examen de conciencia y luego acercarnos a la confesión sacramental, que no se trata
de un capricho por parte del Papa o de alguno de los sacerdotes, fue establecido por Cristo
en Juan 20, 21-23, debemos tener en cuenta que es la presencia real de Jesús. De lo
contrario sólo encontraremos vacío al asistir a la Misa.
San Pablo en una de sus cartas nos dirá: “El que come y bebe indignamente, come y bebe
su propia condenación por no reconocer el cuerpo. Y por esta razón varios de ustedes están
enfermos y débiles y algunos han muerto.” (1 Cor 11, 29). De modo que para estar
correctamente preparados a la hora de recibir a Cristo lo que tenemos que hacer es
acercarnos al sacramento de la confesión; ya que no puede haber una verdadera comunión,
sin arrepentimiento y sin una confesión; es por esto que el que lo recibe indignamente se
come su condenación.

De esta manera podemos decir que la Eucaristía es y debe ser siempre el centro de la vida
de fe de un creyente; ya sabemos que se trata de la presencia real y verdadera de Jesucristo
en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad; de ahora en adelante, cuando entres a un templo
saluda al Señor, que siempre está dispuesto a un encuentro personal con cada uno de
nosotros, siempre nos espera en el sagrario para escuchar nuestras alegrías, nuestras
penas, nuestros planes, nuestros propósitos… ¡te espera a tí!

3.- La institución del Sacerdocio. En esa misma cena que vamos a conmemorar este día, el
Señor Jesús también instituyó el Sacerdocio como sacramento.

Todos tenemos en claro que el Señor eligió a un grupo de personas para que lo siguieran de
una manera muy especial, ya que compartían con Él la mayor parte del día, por lo que
fueron testigos presenciales de su predicación, de sus prodigios, de su manera de actuar y
de las promesas hechas por Él.

Pues ese grupo que pasó a ser de discípulos a amigos, fueron también elegidos para
continuar la obra del mismo Maestro; para poder manifestar al mundo la buena noticia que
es la presencia de Dios en el mundo que Él creó y que ama de manera especial; además de
administrar el alimento de la Vida Eterna que es el Cuerpo y la Sangre de Cristo, así como el
mismo perdón de nuestros pecados que sólo Dios nos puede otorgar.

De tal manera, creo que sería muy sencillo responder a la pregunta ¿Quién instituyó el
sacerdocio? Y ¿Cuándo lo instituyó?; pero sería interesante que nos detuviéramos a pensar
sobre otra pregunta… ¿Con qué propósito lo hizo?

Se quiso quedar entre nosotros, en todo el mundo, hasta el fin de los tiempos. De modo
que le comparte esta tarea a algunos de manera especial y poder hacerse presente a través
de ellos en cada acción a ejemplo suyo. Y tú, si bien no eres sacerdote pero eres seguidor
del Único Maestro… ¿Cómo son tus pensamientos, tus palabras, tus sentimientos, tus
acciones?... ¿Se podría decir que actúas y haces presente a Cristo donde quiera que tu
estés?

Ya que el denominador común de estos tres acontecimientos –el lavatorio de los pies, la
Eucaristía y el Sacerdocio–, es el amor de Dios a los hombres en Jesús de Nazaret, ya que al
lavar los pies instituye un signo de encuentro con Él, a través del Pan y del Vino trasformado
en su Cuerpo y Sangre; a lo que elige a algunos de entre su pueblo para seguir presidiendo
la Eucaristía e impartir su Amor y Perdón.

Los discípulos prepararon lo necesario para su Cena Pascual; nosotros también debemos de
realizar nuestra propia preparación a ese banquete que Jesús te invita y que al igual que los
apóstoles desea que estés preparado, que asistas con mayor disposición a la Santa Misa
para aprender las enseñanzas de Cristo, o tal vez, visitar con más frecuencia el Sagrario
aunque sea un minuto; en otras palabras, que trates de manera personal al Señor para que
crezca en ti el amor hacia Él y poder llevarlo a quien lo conoce erróneamente o lo desconoce
completamente… además, es un tiempo propicio para acercarte al sacramento de la
penitencia y recibir el mismo Cuerpo de Cristo.

Él los amó hasta el extremo, sólo el Señor pudo hacerlo de tal modo, más allá de la muerte,
hasta lo que algunos considerarían locura porque la medida del amor es amar sin medida;
ya que se pone a los pies de los demás para servirlos, enseñándonos desde ahí, desde el
servicio y el ejemplo.

Pero para poder amar primero es necesario dejarse amar; para poder perdonar hay que
vivir el perdón; para poder servir el reconocer que Dios es el mayor servidor de todos siendo
el Señor. De modo que te podrías preguntar: ¿Cuál de las anteriores te falta practicar?

Para saber amar y servir necesitas quitar de tu corazón, de tu mente, de tu vida entera…
todo anhelo de protagonismo, de rivalidad, de soberbia.

La tristeza llega en el huerto

Luego de cenar, Jesús invitó a Pedro, Santiago y Juan a pasear por el Huerto de los Olivos.
El Señor se sentía angustiado ante la cercanía de su muerte, sus amigos tenían mucho sueño
y pronto se quedaron dormidos mientras que Jesús estaba arrodillado orando al Padre del
cielo… su angustia y su pena aumentan al darse cuenta que sus amigos no habían sido
capaces de acompañarlo en esas horas de tanto sufrimiento y angustia, sintiéndose solo y
abandonado. Y tú, ¿crees que los buenos amigos acompañan y están cerca cuando uno
sufre?

Jesús es arrestado

Al ver que sus amigos no fueron capaces de mantenerse despiertos los despertó con tristeza
cuando algunos hombres llegaron con gritos y antorchas para apresarlo con palos y espadas
como si fuera un delincuente, Pedro quiso defenderlo pero Jesús no se lo permitió, se dejó
arrestar sin poner resistencia y de ahí lo llevaron al tribunal donde sería juzgado. Sus amigos
llenos de temor huyen y lo abandonan.
Que los jóvenes comprendan a la luz del mandamiento del amor que, así como Jesús, ellos
están llamados a amar a Dios y a su prójimo para que se conviertan en verdaderos
acompañantes en su vida real.

Dinámica 1 “Corazones juveniles”


Dividir al grupo en 12 equipos, a cada uno entregar una hoja de rotafolio para que
representen un corazón y escriban dentro de él los sentimientos e intereses que los jóvenes
de su edad pueden tener. Posteriormente pegarlos en el lugar donde se realiza el tema y
comentar cada uno de ellos.
Reflexionar acerca de que cada corazón representa a una persona.
Elegir a algunos jóvenes al azar para que pasen al frente y cuestionarles lo siguiente:
• Imagina que los 12 corazones representan a cada uno de tus amigos ¿a cuál querrías
más? ¿Por qué?
• ¿A cuál de ellos eliminarías de tu grupo de amigos?
• ¿Cómo te comportarías con ellos?
• ¿Qué sentimientos y deseos tendría tu corazón hacia con ellos?
• Si en este momento pudieras ver el corazón e intenciones de tus amigos, ¿los
seguirías queriendo? ¿por qué?
Luego de preguntar lo anterior llevar a los jóvenes a analizar su propia vida, a representar
mentalmente su corazón y los sentimientos e intereses que habitan en él.
Finalmente cuestionar ¿en los corazones de los jóvenes aparece el amor a Dios? ¿el amor a
sus hermanos? ¿el amor a sus familias? ¿Cuál será la razón de ello?

Dinámica 2 “Analizando corazones”


Pedir a los jóvenes que comenten qué se celebra el Jueves Santo, llevándolos a reflexionar
acerca de la Última Cena, quiénes estaban presentes, qué sucedió ahí, qué palabras y actos
se desbordaron de este evento.
Posteriormente, dividir a los jóvenes en varios sub equipos para que analicen qué
sentimientos e intereses tendrían los corazones de algunos personajes: Jesús, Pedro, Juan,
Judas.

Hacer un panel donde un representante de cada equipo pase y exponga, desde el punto de
vista de su equipo los sentimientos e intereses que el personaje que se les asignó tenía
aquel jueves (Yo soy Jesús, mis sentimientos eran…, yo soy Judas, en mi corazón en esos
momentos habitaba…)

Reflexionar acerca de que todos los corazones de los discípulos eran diferentes y a pesar de
ello, Jesús los amó, no le importó, fue amigo, los conoció, los escuchó y los acompañó hasta
demostrarles su amor en esta cena.

Dinámica 3 “¿Por quién siente amor tu corazón?”


Pedir a los jóvenes que representen en una hoja blanca un corazón y dentro de él escriban
por quién siente amor su corazón. Posteriormente cuestionarlos considerando las
siguientes preguntas:
• ¿En tu lista están aquellas personas que te han hecho algún daño?
• ¿Dios aparece en tu lista?
• ¿Por qué será que Dios no está presente en la mayoría de los corazones?
• ¿Cuál es la razón de que nuestro corazón siente amor por aquellos a quienes más
cerca de nosotros están?
• ¿Crees que tu corazón, así como está se asemeja al corazón de Jesús?
• Si en este momento Dios nos preguntara ¿tu corazón está latiendo por amor? ¿qué
responderíamos?

Luego de los cuestionamientos se sugiere dar a conocer el objetivo del tema, enfatizando
que se reflexionará para poder conocer qué cambios necesita hacer a su corazón para
poderlo transformar en uno que lata por amor.
El contenido doctrinal del tema gira en torno al amor, para luego, analizar el amor a Dios y
al prójimo como el mandamiento más importante que nos dejó Jesús, para luego
relacionar ello con lo acontecido el Jueves Santo en la Última Cena y finalmente crear
conciencia en los jóvenes por trasladar ese amor a su vida personal y social, de manera
que le permita, escuchar y acompañar a sus hermanos.
Se sugiere tener preparado un corazón grande para que esté a la vista de todos y sobre el
cual se irán pegando algunas frases que el tema sugiere.
Para abordarlo, puede solicitar que los jóvenes se reúnan en equipos y entregarles cada
subtema del juzgar, así podrán analizar y conocer más para posteriormente, de manera
ordenada expliquen a los demás a través de distintas estrategias el contenido de cada
subtema (exposición, canción, representación, imagen, grafitti, entre otros de acuerdo a la
creatividad y posibilidades de los jóvenes; además se puede dar el tema trasladando éste a
una conferencia, donde al explicar el expositor sea capaz de involucrar a los jóvenes a
reflexionar, participar y finalmente tomar compromisos en referencia al amor).
El papel del expositor en este sentido será complementar la información que los jóvenes
mencionan a fin de lograr el objetivo propuesto. Se diseña de esta manera para hacer un
tema vivencial, dinámico y llamativo para los jóvenes. Pero, sólo son sugerencias que el
expositor deberá considerar y si él lo requiere modificar de acuerdo a la propia realidad del
centro pascua y de los jóvenes a quiénes dará el tema.

¿Qué es el amor?

El término “amor” se ha convertido hoy en una de las palabras más utilizadas y también de
las que más se abusa, a la cual damos acepciones totalmente diferentes (…) se habla de
amor a la patria, de amor por la profesión o el trabajo, de amor entre amigos, entre padres
e hijos, entre hermanos y familiares, del amor al prójimo y del amor a Dios. Sin embargo,
en toda esta multiplicidad de significados destaca, por excelencia, el amor entre el hombre
y la mujer, en el cual intervienen inseparablemente el cuerpo y el alma, y en el que se le
abre al ser humano una promesa de felicidad que parece irresistible, en comparación del
cual palidecen, a primera vista, todos los demás tipos de amor. Se plantea, entonces, la
pregunta: todas estas formas de amor ¿se unifican al final, de algún modo, a pesar de la
diversidad de sus manifestaciones, siendo en último término uno solo, o se trata más bien
de una misma palabra que utilizamos para indicar realidades totalmente diferentes?
(Benedicto XVI)
La respuesta a la pregunta anterior pareciese clara: una misma palabra que es utilizada para
indicar realidades diferentes, cada joven, cada persona interpreta el amor a su manera y en
muchas ocasiones a su propia conveniencia, considerando esto ¿eso es amor?
Indudablemente no lo es, amor es y debería ser una palabra con un mismo sentido y
significado para todos. Tomando como referencia el CIC podemos definir que “el amor es
la vocación fundamental e innata de todo ser humano” (FC 11) , el amor es la dinámica
escencial del ser humano, es la única razón que justifica la existencia de todos y cada uno.
El universo entero se creó por amor. El amor es el acto supremo de la libertad, la actividad
reciamente humana por la que una persona elige y realiza el bien del otro.

Si fuimos creados por amor, el amor es y deberá ser para uno y para todos una misma cosa:
nuestra vocación, por tanto, estamos llamados a dar ese mismo amor a los demás. En este
contexto ¿qué es lo que debe contener el corazón de cada uno de nosotros? No otra cosa
sino amor. (primer palabra o frase que se deberá escribir o pegar en el corazón que está a
la vista de todos los jóvenes).

¿Amar a quién?

Si ya se ha dicho que nuestra vocación es el amor, entonces nuestra vida debe girar en torno
a una acción indispensable: amar, pero ¿a quién?. Esta pregunta resulta ser muy sencilla
puesto que rapidamente se puede dar respuesta a ella: a mis padres, mis hermanos, mi
novia, mi novio, mis amigos, en fin, la respuesta biene definida por aquellas personas con
las que hemos compartido buenos buenos momentos, pero ¿qué pasa con aquellos con los
que no convivimos, con los que no hemos vivido buenas experiencias, aquellos con los que
me encuentro en el transporte, en la calle, en el parque, en el gimnasio, en la escuela? a
ellos ¿no debo amar? ¿Qué pasa con Dios?

Leer el Evangelio de Mateo 22 (34-40) para descubrir en este pasaje la respuesta a la


pregunta ¿amar a quién?

Jesús nos dice que los dos mandamientos más importantes son que amemos a Dios con
todo nuestro corazón, con toda nuestra mente, con toda nuestra alma y con todas nuestras
fuerzas, y que amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Por tanto la respuesta
a aquién amar es: a Dios y a nuestro prójimo, considerándo que el prójimo es todo aquel
con el que convives, aquel que te ama, el que te odia, el que no te habla, el que ves a diario
en el camino, el prójimo, querido joven somos todos.

En este momento se agregan dos frases más al corazón: amar a Dios y amar a nuestro
prójimo.
¿Cómo amar a Dios y amar al prójimo?

Jesús sabe que el amor no es fácil. Hay personas que no son agradables y que no son fáciles
de amar. Pero su amor nos llama a ir más allá de nuestra propia comodidad, de nuestros
propios prejuicios.

Por eso Jesús conecta el amor de Dios con el amor al prójimo. Porque Jesús sabe que no
podemos realmente decir que amamos a Dios si no amamos a nuestro prójimo. Cuando
cerramos los ojos a las necesidades de nuestro prójimo, cerramos nuestros corazones a
Dios.

San Agustín hace mención a ello al decir:

Quien no ama a su hermano no está en caridad, y quien no está en caridad no está


en Dios, porque “Dios es amor” (1 Jn 4, 8) Y el que no está en Dios no está en la luz,
porque “Dios es luz y en Él no hay tinieblas” (1 Jn 1, 5). Y el que no vive en la luz,
¿qué maravilla no vea la luz, es decir, no ve a Dios, pues está en tinieblas? Puedes
conocer al hermano de vista, a Dios no. Si al que ves en humana apariencia amases
con amor espiritual, verías a Dios, que es caridad, como es dado verlo con la mirada
interior. (…)

Y no debe preocuparnos cuánta ha de ser la intensidad del amor a Dios y del amor
al hermano. A Dios hemos de amarle incomparablemente más que a nosotros
mismos; al hermano como nos amamos a nosotros; y cuanto más amemos a Dios:
más nos amamos a nosotros mismos. Con un mismo amor de caridad amamos a Dios
y al prójimo, pero a Dios por Dios, a nosotros y al prójimo por Dios. (San Agustín. La
Trinidad, VIII, 12)

Por tanto, se puede amar a Dios y también al prójimo, el mandamiento del amor que Jesús
nos da, no es un mandato que no podamos cumplir, sino que gracias a un verdadero
encuentro con Dios, seremos capaces de amar también a nuestros hermanos.

Benedicto XVI en su primera carta encíclica “Deus Caritas Es” expresa que amar a Dios y
amar al prójimo es posible a partir de un encuentro íntimo con Dios. Entonces aprendo a
mirar a esta otra persona no ya sólo con mis ojos y sentimientos, sino desde la perspectiva
de Jesucristo. Su amigo es mi amigo. Más allá de la apariencia exterior del otro descubro su
anhelo interior de un gesto de amor, de atención, que no le hago llegar solamente a través
de las organizaciones encargadas de ello, y aceptándolo tal vez por exigencias políticas. Al
verlo con los ojos de Cristo, puedo dar al otro mucho más que cosas externas necesarias:
puedo ofrecerle la mirada de amor que él necesita. En esto se manifiesta la imprescindible
interacción entre amor a Dios y amor al prójimo (N. 18)

Si en mi vida falta completamente el contacto con Dios, podré ver siempre en el prójimo
solamente al otro, sin conseguir reconocer en él la imagen divina. Por el contrario, si en mi
vida omito del todo la atención al otro, queriendo ser sólo “piadoso” y cumplir con mis
“deberes religiosos”, se marchita también la relación con Dios. Será únicamente una
relación “correcta”, pero sin amor. Sólo mi disponibilidad para ayudar al prójimo, para
manifestarle amor, me hace sensible también ante Dios. Sólo el servicio al prójimo abre mis
ojos a lo que Dios hace por mí y a lo mucho que me ama

Amor a Dios y amor al prójimo son inseparables, son un único mandamiento. Pero ambos
viven del amor que viene de Dios, que nos ha amado primero. Así pues, no se trata ya de
un “mandamiento” externo que nos impone lo imposible, sino de una experiencia de amor
nacida desde dentro, un amor que por su propia naturaleza ha de ser ulteriormente
comunicado a otros. El amor crece a través del amor. El amor es “divino” porque proviene
de Dios y a Dios nos une y, mediante este proceso unificador, nos transforma en un
Nosotros, que supera nuestras divisiones y nos convierte en una sola cosa, hasta que al final
Dios sea “todo para todos” (cf. 1 Co 15, 28). (En este momento se agrega una frase más al
corazón que puede ser la que aparece líneas arriba en negritas u otra que el expositor
considere relevante agregar).

El mandamiento más importante presente en la Última Cena.

Los gestos hablan más que las imágenes y las palabras. Los gestos, mencionó el P.
Franciscoen su homilía de la Cena del Señor (2016). Jesús estaba cenando con los suyos en
la Última Cena y, dice el Evangelio: “Sabiendo que había llegado su hora de pasar de este
mundo al Padre”. Sabía que lo habían traicionado y que Judas lo habría entregado esa
misma noche. “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el
extremo”. Dios ama así: hasta el extremo. Y da la vida por cada uno de nosotros, y se
enorgullece de ello y lo quiere así porque Él tiene amor: “Amar hasta el extremo” . No es
fácil, porque todos nosotros somos pecadores, todos tenemos límites, defectos, tantas
cosas. Todos sabemos amar, pero no somos como Dios que ama sin mirar las consecuencias,
hasta el extremo. Y nos da el ejemplo: para enseñarlo, Él que era “el jefe”, que era Dios,
lava los pies a sus discípulos. Yo no os digo hoy que os lavéis los pies unos a otros: sería una
broma. Pero el símbolo, la figura, sí: os diré que si podéis dar una ayuda, prestar un servicio
al compañero o a la compañera, lo hagáis. Porque esto es amor, es como lavar los pies. Es
ser siervo de los demás. (P. Francisco, Celebración de la Cena del Señor, 2017).
Los gestos son pues la prueba y el ejemplo de que Jesús, siendo Dios cumplía durante la
Última Cena el mandamiento que Él mismo había dado: amar a Dios, puesto que era Dios,
había tenido un encuentro y era cercano a Él y al mismo tiempo, amar al projimo, porque
amó a cada uno de sus discípulos, a pesar de conocer las intenciones más profundas de sus
corazones. Amor a Dios y amor al prójimo son las dos caracrerísticas del Corazón de Jesús
presentes en la Última Cena.

Opción 1: “La Última cena es actual”

Se sugiere que cada jóven usando un trozo de papel o postit escriba una acción concreta
que le ayude en su vida diaria a poner en práctica el mandamiento más importante.
Posteriormente pasará al frente y lo pegará alrededor del corazón que el expositor ha
preparado.

Reflexionar en torno a que los sentimientos que cada joven ha pegado y plasmado son
acciones que se deben llevar a la vida diaria, y así, asemjarse a Jesús en la Última Cena.
Porque sólo y unicamente con esos sentimientos podrá acompañar y escuchar a su
hermano. Sin amor a Dios y sin amor al hermano no es posible escuchar ni acompañar a
mis hermanos. Es insdispensable transformar nuestro corazón para ser capaces de amar
y ser amados, de ser escuchados y acompañados y así dar a los demás de lo que nosotros
estamos llenos, es decir, de amor.

Opción 2: “Un corazón que late por amor”

Se sugiere entregar a cada joven un corazón que contiene en cada mitad los términos
analizados en el juzgar, es decir: amar a Dios y amar al prójimo y junto con ello un lápiz.

Meditar por un momento lo que el tema lo ha invitado: amar a Dios y amar al prójimo y
reconoce qué debe hacer desde su propia realidad familiar, social, profesional, académica
y personal para llevar a cabo ese mandamiento escribiendo en el corazón las acciones
concretas que deberá realizar a manera de compromiso.

El expositor deberá fomentar la reflexión de los jóvenes de tal manera que los ayude a
establecer la siguiente relación:
Quien tiene un corazón que late por amor (a Dios y al prójimo) escucha, y al escuchar es
capaz de acompañar a sus hermanos amándolos de tal manera que está siempre atento a
sus necesidades, porque, llevar a la práctica el mandamiento del amor es escuchar y
acompañar permanentemente a todos por igual.

Juego: “Te vendo un pato”

Utilizando un trapo (franela) los jóvenes van pasando éste (que debe estar enrrollado)
diciendo “te vendo un pato” mientras el otro joven contesta “te lo compro” así
sucesivamente hasta que la franela enrrollada se doble o pierda su estado vertical. A quién
se “le muera el pato” se le realizará una de las siguientes preguntas para revisar que el
contenido del tema haya quedado bien asimilado.

Ante todo lo expuesto en el tema:

1. ¿A qué nos invita Jesús en este Jueves Santo?


2. ¿Por quién debe latir nuestro corazón?
3. ¿Cómo se puede lograr amar a los demás?
4. ¿Cómo invitarías a alguien más a tener un corazón que late por amor?
5. ¿Tener un corazón que lata por amor es importante hoy en día? ¿Por qué?
6. ¿Qué compromiso te deja este tema?
7. Entre otras que el expositor puede agregar.

Luego de haber comprendido la importancia que tiene el amar a Dios y al prójimo es


momento de unirnos con Jesús Eucaristía, a quien en este día todo el mundo adorará.
Recuerda que entre más unido estés con Él mejor podrás llevar a cabo el mandamiento del
amor. Por ello, esta noche en adoración contempla a Jesús quién está ahí por amor a Dios
y por amor a nosotros y al contemplarlo recuerda las palabras del P. Francisco:
Y ahora, todos nosotros —estoy seguro que todos nosotros— tenemos ganas de estar
en paz con todos. Pero en nuestro corazón muchas veces hay sentimientos
encontrados. Es fácil estar en paz con aquellos a los que queremos y con los que nos
hacen el bien; pero no es fácil estar en paz con aquellos que nos han hecho mal, que
no nos quieren, con los cuales estamos en enemistad. En silencio, un momento, que
cada uno piense en aquellos que nos quieren y aquellos que nosotros queremos, y
también que cada uno piense en aquellos que no nos quieren y también en aquellos
que no queremos y también —es más— en aquellos de los que queremos vengarnos.
Y pedimos al Señor, en silencio, la gracia de tener un corazón que lata por amor.
Que los jóvenes descubran que un verdadero encuentro con Dios permite que sus vidas se
transformen y así se conviertan en personas que siguen a Cristo dándolo todo por amor.

“No me gusta que Dios me diga lo que tengo que hacer”

El Concilio Vaticano II enseñó sabiamente que “el divorcio entre la fe y la vida diaria de
muchos debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época”
(Gaudium et Spes. 43). Desde entonces tal expresión se volvió famosa y entró a todos los
ámbitos de la vida religiosa, percibimos tal divorcio en muchos ámbitos de la vida y más en
los jóvenes católicos que viven a base de eventos y no de procesos, porque los eventos son
atractivos, pero sin darnos cuenta que a veces son pecaminosos, por eso son atractivos;
mientras los sucesos implican esfuerzo, superación, continuidad.

Ahora, si nos dejamos guiar por lo primero, por los eventos, podemos decir que hemos
abrazado la mediocridad como un estilo de vida espiritual, ha ganado el divorcio, ya que no
nos gusta que Dios nos pida lo que debemos hacer y peor aún, no nos gusta lo que estamos
invitados a llegar a ser; nos agrada más pedirle a Dios lo que Él debe hacer como si no
supiera. En cambio, si abrazamos lo segundo, optamos por seguir creciendo, como un
alumno que día a día sin saber cómo, va avanzando por el camino de la ciencia. Por eso,
vale la pena recordar aquella frase que recoge la película “El extraordinario viaje de T.S.
Spivet: “La mediocridad es el moho de la mente. Hay que luchar constantemente contra ella
o se filtra por los lados”. Para ello es preciso y urgente saber si padecemos mediocridad, ya
que tenerla llega a ser asfixiante, nos nubla la inteligencia y podríamos hacer nuestra la
tentación de no aceptar que así somos.

¿Pero y cómo darme cuenta de que esto está sucediendo en mi vida, es decir, darme cuenta
que he abrazado la mediocridad y que ha triunfado en mí el divorcio entre fe y vida?
Vamos a recordar diez características de las personas mediocres, según Cáceres. Podría
fungir como un “test”. Para ello se requiere una seria autoevaluación, yo agrego una como
punto cero, que podría por ello no tener validez, y esta es: “la flojera, la desidia, el no desear
autoevaluarme, porque no quiero cuestionarme y darme cuenta de que puedo ser
mediocre”. Es la tentación de ver en otros lo que a continuación se va a describir.

Para tal actividad se sugiere que se escriban las diez frases en diez grandes pancartas y
que las traigan en la mano diez jóvenes, o bien que diez pequeños grupos o parejas
previamente elegidos expresen actuando de forma sencilla o exponiendo dichas frases con
ejemplos de la vida ordinaria en la que los jóvenes han caído en la mediocridad de la vida
ordinaria, consecuencia del rompimiento que han hecho para con la fe.

1.- Viven en un mundo de negativismo autodestructivo y se han propuesto consciente o


inconscientemente, contaminar la vida de los demás. Ahora le llaman personas tóxicas.
2.- Actúan en la vida tomando decisiones con el propósito (normalmente inconsciente) de
agradar a todos, por temor a perder el afecto de las personas que los rodean. Pierden
incluso su relación de amistad con Dios por ganarse al prójimo que sutilmente se ha
convertido en una faceta de enemigo.
3.- Actúan en la vida sin un foco mental claro, viviendo con la ilusión de que lo importante
es sólo el aquí y ahora, por lo tanto, se comportan de manera dispersa en sus asuntos
relevantes. Esa frase del “vive el momento” es la mejor arma para caer en la mediocridad,
dejando de lado el pasado sin aprender de él y sin deseos de proyectar el futuro porque
causa enfado.
4.- Recurren permanentemente a las excusas para explicar los “fracasos”, sin hacerse
cargo de la responsabilidad por los resultados que cada uno genera en su vida. Todos son
malos y culpables de lo que me pasa.
5.- Tienen el hábito de “escanear” lo negativo de situaciones y personas, generando
ceguera frente a lo positivo de la vida y de la gente con la cual interactúan. Dijo el Papa
Francisco: “quien siempre se la pasa acusando a los demás, es familiar de Satanás”.
6.- Se quejan literalmente por todo. Siente que la vida es injusta, que les juega mal y que
tienen una especie de “aureola de mala suerte”. Victimismo sutil. Llegan incluso a decir que
Dios es injusto.
7.- No se involucran en lo hacen ni en las interacciones que tienen. En sus trabajos hacen
únicamente lo que les toca, lo justo y necesario, no se esfuerzan ni un milímetro adicional
por hacerlo con entusiasmo y mejor. Con las personas, no generan escucha ni conexión
emocional.
8.- Sienten que el mundo está en deuda con ellos, que la vida es injusta y, por lo tanto,
están permanentemente esperando la ayuda de los demás para resolver “sus problemas”.
No son capaces de hacer suyos los acontecimientos, son irresponsables y para huir de sus
irresponsabilidades utilizan las mentiras.
9.- Sienten que la vida no les otorga oportunidades, que hay gente más talentosa que ellos
y creen que estos han sido premiados de manera especial sin merecerlo, lo que en ellos
genera un gran resentimiento. Podríamos decir que son personas miopes, que cuando se les
ofrece una oportunidad para crecer no la aprovechan porque implica esfuerzo, quieren todo
fácil.
10.- Sienten envidia por el éxito de los demás, cuando alguien les cuenta de sus proyectos
o ideas, esconden un secreto deseo que esas ideas fracasen, no soportan el éxito ajeno y
sufren por eso. Es lo que llamamos pecado capital de envidia.

De un Dios que no me pida lo que debo hacer, a un Dios que me pida lo que debo ser.
“Pasar del me gusta al me ayuda”.

Partimos de la cita bíblica en la que el Apóstol y evangelista san Juan nos refiere que Cristo
se ha dado todo a todos. “Pero uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza, y
al instante salió sangre y agua” (Jn 19,34).

Celebrar el misterio pascual es celebrar a un Dios que no se ha quedado con nada, que se
ha entregado todo por amor a cada ser humano que vive en este mundo, celebrar que en
la cruz no hay lugar para la venganza, para el resentimiento. Hoy viernes santo somos
invitados a contemplar este misterio de la cruz que abrazó Cristo, pero no como un acto de
violencia, de destrucción donde murió Jesucristo, sino que somos invitados a ver la fuerza
de la cruz, de la entrega, esto es algo fuerte, es la fuerza del amor, es a lo que nos invita el
relato de la pasión que escuchamos hoy en la Celebración de la Palabra, cuando Cristo dice
estando ya en la cruz “todo está cumplido” (Jn 20,30), da entender eso, que Él cumplió todo
porque se había entregado todo, sin reservas y era el momento de morir.
Entregarlo todo en nuestra vida cristiana, no significa ensalzar el sufrimiento, la miseria, el
dolor, las crisis y la muerte, ni es contemplar el fracaso del hombre hasta quedarse sin nada
y merecer ser burlado para poder ganar el cielo.
Entregarlo todo es un signo de salvación. Entregarse es contemplar un signo de triunfo y
amor. En la Sagrada Escritura el amor es representado por el vino, recordemos, en el mismo
texto del evangelio, san Juan nos ofrece el relato del primer milagro de Jesús en las bodas
de Caná (Cfr. Jn 2, 1-11), en él Cristo convierte el agua en vino, lo ordinario en
extraordinario, lo habitual en amor. A eso estamos llamados en nuestra vida a transformar
todo lo cotidiano en amor.

Es más, ¿a quién le gusta que se le dé poco? A nadie. A todos nos gusta que se nos dé todo,
queremos todo el amor de papá y mamá, queremos todo el amor de la familia, del novio o
la novia, el amor sincero y completo de los amigos, queremos todo, todo el amor, pues en
eso nos parecemos a Dios, Él nos quiere todos completos; pero, por el contrario, quien no
quiere darlo todo se hace semejante al maligno. Pero, viéndolo que Dios lo quiere todo, ¿no
será un acto egoísta de este gran Dios que quiere todo para sí? Por su puesto que no, Él lo
hace para que nos demos cuenta que cuando nos damos todo a todos, todo a Él en los
demás estamos dispuestos a querer todo el cielo, toda la salvación, la felicidad completa. El
darse todo es una oportunidad para ganarlo todo. Cristo al quedarse en la cruz sin una gota
de sangre, sin vino, quiere expresar que nos ha dado todo, todo su amor. Transformó lo
ordinario de la cruz en un instrumento de salvación.

Pero volvamos al texto, ¿qué es aquello que se cumple en la Cruz? En Cristo aquello que se
cumple es su vida terrena, la obra que el Padre celestial le confió. La Cruz es el cumplimiento
del amor, y hoy todos estamos llamados a experimentar ese cumplimiento de amar a los
demás, a darlo todo, hasta quedarnos sin amor. Por eso lo que hoy celebramos es un mismo
acto que se prolonga hasta la resurrección. La Pascua es amor.

Para ello es preciso hacer a un lado las egoístas frases “si me das, te doy”, “yo solo quiero
al que me quiere”, ¿“qué voy a ganar con eso”? “Como me traten así será como trate a los
demás”.

Seamos más prácticos, para lograr el cometido de darlo todo, de quedarnos con Dios y no
con el mundo, es preciso recuperar la unión permanente de la fe y la vida. Por ello vale la
pena preguntarse ¿cuándo hice en mi vida ese divorcio, de en el templo soy uno, pero
afuera en el trabajo, en la escuela, en el noviazgo, con los amigos soy otro? Yo soy católico
en el templo, voy a Misa cuando me nace, pensando así que eso es darlo todo. Eso no es
darlo todo, es un grave error, eso es mediocridad, mejor dicho. Por eso muchos ya no creen
en los católicos. ¿Cómo lograr tal unión entre mi fe y la vida cotidiana?

Intentemos responder con algunos ejemplos, que consisten en pasar del “me gusta al me
ayuda”. Primero está nuestra personalidad, dejar de ser tóxicos, dejar de pensar que no se
puede, dejar de culpar a todos de mi forma de actuar, el deber ser jovial, ese es el papel
principal de un joven, ser jovial, “Dios es siempre joven”, y no cualquier dios, “mi Dios es
joven”, el Dios en quien crees. Dios no juega a ser Dios, él asume su papel de Dios, así los
jóvenes, no jueguen a ser jóvenes, sean jóvenes mientras les toca ser jóvenes.

¡Jóvenes sean lo que son!


Porque el gran error de muchos jóvenes hoy es que les gusta jugar a “ser”, a ser católicos,
a ser estudiantes, a ser novios, a ser hijos, a ser amigos, a ser… buscando el amor en donde
convive el alacrán y la serpiente, en lugares y circunstancias equivocadas, por eso hay
muchos vacíos en el interior de los jóvenes, porque las cosas no llenan, las drogas, el alcohol,
la pornografía, las redes sociales, las ingenierías y licenciaturas no llenan, satisfacen sí, pero
no llenan. Los mismos seres humanos no llenan, porque el amor humano es imperfecto,
solo el de Dios es perfecto, Él nos invita a experimentar un amor más grande, el de Él.
No vayamos tan lejos, ¿cuál ha sido nuestra intención al vivir este encuentro pascua? Si
nuestra intención ha sido encontrarnos con Dios ¿qué estoy haciendo para lograrlo y
dejarme encontrar por Él? Y sino fue su intención encontrarse con Él, atentos, porque Dios
sí que tiene la intención de encontrarlos, quiere encontrase con cada uno, quiere
convencernos de su amor, Él quiere aprovechar tu mediocridad en esta pascua para
demostrarte la sabiduría de la generosidad.

Empezar a darlo todo, es darme a Cristo en esta Pascua, ¡ya! es dejarse encontrar, como
Zaqueo el del evangelio, aprovechar cada tema, cada dinámica, cada celebración, cada
silencio, cada acontecimiento de estos días, pues “Dios nos ama y murió por nosotros”, a
Dios no le importa nuestro pasado, le importa abrazarnos y vivir con él el futuro, y si nos
cuesta trabajo cortar con el pasado es porque lo estamos haciendo solos, sin Dios, y si no
creen los demás en que quieres dejar de hacer lo que te hace infeliz, Dios sí confía en que
lo lograrás. A Dios le gusta abrazar al pecador. ¿Qué pide él? Docilidad.

Para ello es necesario, lo repito, pasar del “me gusta al me ayuda”. ¡Ser radicales! ¿Cómo?
Dando saltos, unos grandes, otros pequeños, pero siempre dando saltos.

Hay que dar continuamente desde nuestro interior impulsos, pasar del ser tóxicos al ser
antídotos para los demás; del querer quedar bien con todos a granjearse a Dios; del vivir el
momento a desear corregir el pasado y enfrentar con valentía el futuro; del ver siempre los
defectos de los demás a vivir con paciencia sus limitaciones y descubrir lo bueno que Dios
ha hecho en ellos; del vivir quejándose de todo a encontrar la bondad de las cosas y las
circunstancias; del hacer lo que me toca a intentar ayudar al otro y dar el plus; de la violencia
justificada a la serenidad y a la paz; del querer siempre aparecer a vivir en silencio; del
orgullo a la sencillez; del querer hacer lo que yo quiero a lo que Dios me dice en cada
Eucaristía, en cada confesión, en las palabras sabias y a veces duras pero virtuosas de papá
o mamá; pasar de los lazos afectivos con amistades que me destruyen a la vida nueva con
personas que antes yo mismo maltrataba o criticaba; de la tentación de volver atrás y darle
más importancia al pasado al saber que adelante está algo nuevo, mejor y más valioso
aunque no lo vea, eso es crecer en la esperanza; de la tristeza al compartir la alegría; del no
querer ayudar a estar dispuesto a colaborar como la Virgen María; del saber que nuestros
dones no son para nosotros sino para Dios (aprender a no tener miedo a aparecer en las
cosas de Dios de la Iglesia); del tener nuestra habitación desordenada a hacer el intento día
a día a tender nuestra cama y ordenar la habitación; del hacer la tarea en el salón a hacerla
en casa; del tener malas notas a mejorar la calificación; del no ser honesto en los exámenes
a estudiar y aprobarlos por mi propia cuenta; del siempre traer caretas a ser sincero consigo
mismo y así serlo con los demás; del siempre quererle hablar a Dios a intentar escucharlo;
de la intención de faltar a Misa por cualquier motivo que para mí es importante a ir lo más
que pueda, no solo los domingos; de la intención de confesarme cada año o cada seis meses
a dejar experimentar la misericordia de Dios que me abraza y me comprende
constantemente. En ambos sacramentos está Dios, hasta que sienta en mí la incomodad de
no recibirlo constantemente. Del sentir vergüenza a profesar la fe delante de los demás a
formar un club de amigos de Dios o de algún grupo apostólico en la parroquia; del ser vulgar
por quedar bien a ser respetuoso; del deseo de ser siempre el centro y atractivo de todo a
pasar a ser parte de la periferia; del apetito sexual desenfrenado a abrazar la castidad; del
tener amigos con derechos al tener amigos sin placer; del noviazgo placentero y vacío al
noviazgo lleno de amor entregado; del ocuparme de mis cosas a ocuparme de las cosas de
Dios; del dedicar poco tiempo para Dios a dedicarle cinco minutos más para que no esté
solo (a solas con el Solo); del hacer mis planes sin Dios a planear siempre con Él; del guardar
algo para mí a entregarlo todo; en conclusión hacer mío el cántico de san Francisco de Asís,
que donde falte algo lo ponga yo… Si muchos lo han hecho ¿Por qué nosotros no?
Arriesgarme a dejar a Dios ser Dios en mi vida
Todos nos hemos dado cuenta de algo, a los jóvenes les gusta arriesgarse, les encanta la
adrenalina, pues seguir a Cristo y darlo todo, es eso, adrenalina pura, adrenalina celestial,
Cristo se arriesgó a dejar el seno del Padre, para hacerse carne; en cada uno de nosotros
consiste en dejar de tener el control de la propia vida y dejar que Dios la guie, como a Él le
plazca, Él nos ayudará a saber quiénes somos y lo que estamos llamado a ser. Solo en Cristo
el Verbo encarnado podemos descubrir el misterio que se encuentra en cada uno (Cfr. GS
22).
La Pascua juvenil es el tiempo propicio para volver a Dios. Es tiempo de corregir nuestra
vida, es tiempo de aplicar algunos remedios para dejar de lado la mediocridad y ser
plenamente católicos.

El primer remedio más fácil para salir de la mediocridad es la gracia de Dios, dejase abrazar
por Él, lo podemos hacer al recibir los sacramentos y los sacramentos son siete, no sólo el
Bautismo y la Eucaristía, en los siete sacramentos Dios actúa haciendo brillar en la
conciencia, en la inteligencia la belleza de las cosas buenas, al vivir los sacramentos nos dan
ganas de darlo todo. Por ejemplo, hoy no se quieren casar por la Iglesia, eso no es darlo
todo, vivir en unión libre es ser mediocres.
Otro remedio es la generosidad, a no sentir nostalgia de lo que perdimos, la motivación
interna nos favorece bastante, compitamos con nosotros mismos y luchemos por siempre
dar más. Dejar de lado la ley de la regla, que consiste en medir, siempre medir, porque
puede llegarnos la tentación como a los Apóstoles de preguntarle al Maestro “y nosotros
que lo hemos dejado todo, ¿qué nos va a tocar?” (Cfr. Lc. 18, 28). Eso es reclamarle a Dios,
como si no se diera cuenta de lo que damos, querer corregir después ya será quizá muy
tarde.

Un remedio más es el esfuerzo, sabiendo que la fortaleza viene del Espíritu Santo como un
don, luchar siempre, pues el cansancio, el decaimiento, manifiestan que hubo lucha, quien
no se cansa, es porque no se da, pero no podemos permanecer en ese estado, en una de
esas caídas, porque una mediocridad muy cultivada puede convertirse en tibieza. En
resumen, como dice Cristo, consiste en ser fieles en las cosas pequeñas.

¡Vamos que se puede! ¡Hagamos a un lado la tentación de no intentarlo!


Recordemos, no importan las circunstancias que vivamos puesto que la grandeza de la
persona no viene de las circunstancias sino de su origen, de ser amado antes de lo que
pueda suceder en su vida. Su consistencia y certeza nacen del descubrimiento de saber que
toda la vida depende de Alguien que la ha pensado y querido. Le ha dicho antes de que
existiera: “es bueno que tú vivas”. Y ese Alguien se llama Dios. Es urgente tomar conciencia
de este hecho, ya que hace que la vida adquiera un significado y, dentro de la
provisionalidad de las circunstancias, que experimente un agradecimiento y una
excepcional felicidad. Estamos llamados, a pesar de las dificultades, a ser leales con nuestro
origen, a darlo todo, para construir, con belleza y bondad, reconociendo y sirviendo a la
dignidad de cada persona y afirmando y amando la verdad de cada persona que
encontramos en la vida.
Darlo todo, consiste en ser famoso. Cristo te hará famoso. Eso es carácter de totalidad.

¿Estoy dispuesto a ser barro en manos del alfarero?


Para quien posee una fe viva y actuante, la pregunta clave está en ¿qué debo hacer? ¿Qué
quiere Dios de mí en este momento? ¿Qué me está causando miedo o perjudicando para
intentarlo? ¿Por qué quiero seguir teniendo el control de mi vida? ¿Qué voy hacer para
escuchar lo que Dios quiere de mí? ¿Prefiero el cielo o la tierra?

Quizá en este momento al joven le cueste trabajo responderse estas preguntas. Basta con
que conteste una, pero que sea antes de terminar el encuentro Pascua, que esté atento a
lo que Dios le va a responder, Él no es complicado, responde de muchas y por tanto variadas
formas, pero sus respuestas siempre vienen acompañadas de paz, de alegría, con un deseo
inmenso de arriesgarse. Sino están estas características, quien respondió no fue Él. Porque
no todos los deseos, incluidos los más espirituales vienen necesariamente de Dios; pueden
venir de la misma persona, o del Enemigo del alma, de la imprudencia o de la vanagloria. Lo
más grande para un joven será salir del encuentro Pascua convencido de que Dios lo quiere
transformar porque lo ama, pero lo quiere libre, lo quiere pleno.
Gozosos porque hemos descuboerto a un Dios que me ama no porque yo sea bueno, sino
porque Él es bueno.

Se sugiere para concluir, entregarles a todos los asistentes la letra de la oración de san
Francisco de Asís “hazme un instrumento de tu paz”, que se ha convertido en un himno o
canto. Que el grupo de música lo cante y que todos los jóvenes se unan. Que lo sientan
suyo, como coronación y muestra de la disposición que tienen de servirle a Dios.

HAZME UN INSTRUMENTO DE TU PAZ

Hazme un instrumento de tu paz


donde haya odio lleve yo tu amor
donde haya injuria tu perdón señor
donde haya duda fe en ti

Maestro ayúdame a nunca buscar


el ser consolado sino consolar
ser entendido sino entender
ser amado sino yo amar

Hazme un instrumento de tu paz


que lleve tu esperanza por doquier
donde haya oscuridad lleve tu luz
donde haya pena tu gozo señor
Maestro ayúdame a nunca buscar
el ser consolado sino consolar
ser entendido sino entender
ser amado sino yo amar

Hazme un instrumento de tu paz


es perdonando que nos das perdón
es dando a todos como tú nos das
muriendo es que volvemos a nacer
Maestro ayúdame a nunca buscar
el ser consolado sino consolar
ser entendido sino entender
ser amado sino yo amar.
Concientizar a los jóvenes acerca del gran amor de Dios desde su sufrimiento en el
Getsemaní y así reconozcan el valor de su propia cruz a la luz de Dios.

Se propone sensibilizar a los jóvenes para adentrarlos a lo que en tema analizarán, para
ello se sugiere el canto “Mi Getsemani” que puede encontrarse en el siguiente link:
https://www.youtube.com/watch?v=roqagx7VbzE&feature=youtu.be
Los jóvenes tendrán la consigna de meditar el canto mientras lo escuchan. Posteriormente
el expositor deberá interactuar con los jóvenes acerca de los puntos que a continuación se
mencionan (puede utilizar algunos ejemplos de la vida real para fomentar una mayor
reflexión de los asistentes).
• En ocasiones como jóvenes sentimos que nuestra vida no tiene sentido, y nos
hacemos la pregunta ¿soy feliz? ¿Me siento pleno con lo que hago?
• Siento que a mi alrededor sólo existen problemas y dificultades insuperables, ¿Por
qué siento carencias en mi corazón, que me hacen sentir un profundo vacío?
¿Nuestra experiencia de felicidad nos llena de paz?

La respuesta a nuestras preguntas anteriores no está a la mano sin que consultemos nuestra
propia experiencia personal, ¿Cuál será la felicidad que nos llena de verdadera paz?
Podemos partir de una realidad cotidiana, no disfrutamos cada momento de nuestra vida,
sentimos cansancio de vivir, ignoramos nuestro alrededor, porque sentimos que
encontramos que en nuestro entorno no hay ningún amigo en quien podamos poner
nuestra seguridad en plenitud.
Cada uno se encuentra preocupado por sus propios problemas y difícilmente toma en
cuenta el dolor o el sufrimiento oculto que padece nuestro corazón. Rehuimos el
sufrimiento, nos cuesta aceptar la experiencia del dolor, y cuando tenemos que hacer frente
a alguna pena, no sabemos cómo reaccionar, nadie nos ha enseñado a convivir con el dolor
y sacar provecho de él. Sentimos vacío en el corazón, y tendemos a recurrir a cualquier cosa
que intente suplir nuestros vacíos, en ocasiones no pueden ser la mejor opción, pues puede
tratarse de algo momentáneo o ficticio y que termina siendo hasta dañino para nuestra
persona y tristemente en algunos casos culmina con el acto desesperado de consumar la
propia vida.

Reflexionar a fondo lo anterior, permite descubrir que el principal sufrimiento para el


corazón humano es el no sentirse amado o tomado en cuenta, pues fuimos creados para el
amor, y precisamente nuestra alma siente una necesidad primordial de amar y ser amados,
de sentirnos importantes para “alguien”, sin muchas veces saber que la respuesta la
tenemos a la mano, pues quien nos creó vive tan cercano a nosotros, en nuestro interior y
a cada instante nos ofrece la verdad de su Amor, no nos deja solos ni un sólo instante, y nos
da su gracia para cada situación que se presenta en nuestras vidas.

Como jóvenes, no sabemos cómo actuar ni cómo reaccionar, no hemos aprendido a vivir el
sufrimiento como una etapa de crecimiento, pues no nos enseñaron el esfuerzo de buscar,
de resistir a las dificultades, de enfrentarnos a las negatividades. Es por eso que nos da
miedo el sufrimiento y ni siquiera queremos escuchar hablar de él, sólo lo sobrellevamos
porque no podemos eliminarlo. Pensamos que el sufrimiento tiene un sentido de castigo o
es consecuencia de alguna culpa, pero en realidad el sufrimiento tiene carácter de prueba
y siempre conlleva enseñanza en nuestras vidas, para hacernos volver nuestra mirada a
Dios, pues en esos momentos es cuando desde el fondo de nuestro corazón volvemos los
ojos al cielo; en cada prueba vivida el alma sale más fortalecida para las diferentes pruebas
que tendrá que sobrellevar durante su vida, pruebas que purificarán y refinarán nuestro
corazón, que nos fortalecerán el espíritu y nos darán temple. Así se ejercitan las almas
grandes.

Ninguna vida está exenta de dolor ya sea que optemos por el bien o por el mal, el
sufrimiento siempre será nuestro compañero de viaje, con la diferencia de saber que, en
los momentos que el sufrimiento toma un sentido sobrenatural en nuestra vida, adquiere
un gran valor, pues nos asemejamos a Áquel que quiso vivir, sufrir y morir sólo por nuestro
amor.

Ante el panorama de nuestra vida, muchas ocasiones podemos llegar a sentir miedo ante
las exigencias que se presentan, pues presupondrán desprendimientos, penas y
desconsuelos, en estos momentos no debemos perder de vista que en la historia de la
salvación todos han pasado por momentos de pruebas, desde los antiguos profetas hasta
los discípulos, junto con María Santísima; el mismo Jesús experimentó gran angustia en su
Corazón ante la Voluntad del Padre que lo llamaba a dar su propia vida en la cruz. “Porque
tanto amó Dios al mundo, que le dio su unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no
perezca, sino que tenga la vida eterna”. (Jn. 3, 16)

Ese momento es el que recordamos en este día especial. Aquella tarde, víspera de la Pasión,
gran día del amor, en que Jesús realizó el hermoso portento de querer quedarse con
nosotros, donde manifestó su gran ternura en la institución del gran Sacramento de la
Eucaristía para ser Compañero, Amigo y Hermano de nuestras almas por medio del
Sacrificio de su vida que comenzará al encaminarse al pie del monte de los Olivos, en el
Huerto de Getsemaní, ahí en la pequeña gruta, tiene lugar su agonía, la amargura que
experimentó es inexplicable, y fue tan fuerte la pena de su Corazón que su Cuerpo Santísimo
fue bañado en sudor sangriento, al grado de exclamar: “Padre, si es posible pase de Mi este
cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya” (Mt. 26,42).

Se nos revela el corazón de Jesús al dar su promesa de felicidad. “Cristo se acercó


incesantemente al mundo del sufrimiento humano. Era sensible a todo sufrimiento humano,
tanto al del cuerpo como al del alma. “Pasó haciendo el bien”. Al mismo tiempo instruía,
poniendo en el centro de su enseñanza las ocho bienaventuranzas, que son dirigidas a los
hombres probados por diversos sufrimientos en su vida temporal. Estos son los “pobres de
espíritu “, “los que lloran”, “los que tienen hambre y sed de justicia”, “los que padecen
persecución por la justicia”, cuando los insultan, los persiguen y, con mentira, dicen contra
ellos todo género de mal por Cristo. Cristo se acercó sobre todo al mundo del sufrimiento
humano por el hecho de haber asumido este sufrimiento en sí mismo”. (Carta Apostólica
Salvifici Doloris) Aquí podemos percibir el gozo de Jesús por su anticipación de lo que les
espera a quienes ponen su felicidad en Él: “Alégrense…y salten de gozo, su recompensa será
grande en el cielo”.

Cuán grande es su amor por nosotros, ¿quién sería capaz de demostrarnos su amor como
lo ha hecho Él? y lo que más nos asombra que habiéndonos podido salvar sin padecer ni
morir, eligió una vida de trabajos, humillaciones y padecimientos, una muerte amarga e
ignominiosa hasta morir voluntaria e inocentemente por nosotros en la cruz; por tanto no
debemos de temer, cuando sintamos tristeza en nuestro corazón, la mayor pena que
podemos sentir, decíamos, es no sentirnos amados, pero ante esta enorme prueba de amor
¿Cómo podemos dudar del amor que Jesús, Dios hecho Hombre tiene por cada uno de
nosotros? No existe amor más grande ¿Qué hubo de hacer por nosotros que no haya
hecho? “Nada falta” ¡Todo lo ha cumplido! Por tanto, con esta seguridad, nuestro corazón
jamás deberá sentir pena o abandono, Él está con nosotros y nos ama. Nos enseña a vencer
las penas con la oración y el santo abandono a su divina voluntad, ya que por medio de la
oración podemos encontrarnos con Él cara a cara y desahogar todo cuanto hay en nuestro
corazón ¿Cómo no podrá comprendernos y darnos el consuelo que necesitamos?

Cuando nuestras almas se encuentren tristes hasta la muerte sin saber a dónde volver los
ojos, cuando nuestra fe se debilita, se obscurece la esperanza y pareciera que Dios está
escondido, recordemos que Él es el Amigo fiel y leal, el único que sabrá ampararnos y dar
alivio a nuestras almas. Por medio de la oración se fortalecen nuestras almas, y nuestra vida
cobra sentido. Ocupémonos de las cosas de Dios, en esos encuentros de profunda amistad
donde podremos desahogar nuestro corazón y Él se ocupará de todo aquello que nos
preocupa y agobia, de todo lo que concierne a nuestra vida, ¿Quién mejor que Él para
ocuparse de nuestra vida? Él nos creó y nos conoce más que nadie en el mundo.
¿Cómo pagaremos tanto amor? Amor con amor se paga; consolemos su Corazón, ante tanto
desamor e indiferencia, seamos agradecidos y demos la verdad de nuestro ser a Quien tanto
nos ama y nos ha manifestado su infinito amor sin condiciones.

No desperdiciemos nuestros sufrimientos, ya que son un medio muy poderoso para ayudar,
si lo ofrecemos por la salvación de las almas y para disminuir las penas de nuestros
hermanos de la Iglesia purgante, no existe gesto de amor más grande que poder ayudar a
quien lo necesita y en este gesto de donación encontramos la verdadera alegría sabiendo
que estos pequeños sufrimientos voluntarios o involuntarios, físicos o morales,
proporcionan un gran consuelo. Cuando sufrimos podemos crecer en el amor y ganar
méritos, tenemos con esto un caudal de gracias, el ofrecimiento confiere un valor
extraordinario a nuestros sufrimientos, y más aún cuando los vivimos con paciencia, unidos
a los sufrimientos de Jesús por manos de María Santísima. Ella es quien mayor provecho
podrá sacar de ellos, Nuestra Buena Madre sabrá recompensarnos a la hora de nuestra
muerte, ¿vemos cómo los sufrimientos son nuestro tesoro más preciado en el mundo? Hay
que recordarnos unos a otros esta hermosa verdad, para alentarnos cuando suframos,
repitiendo continuamente desde el fondo de nuestro corazón: “Jesús confío en Ti”, porque
sé que padeciste por mí y me darás la fuerza necesaria para sobrellevar cuanto me pides.
Al encontrar nosotros la plenitud de nuestras vidas en Dios y en Él la fuente de nuestra
alegría, no podemos quedar indiferentes ante todos aquellos hermanos nuestros que no
han tenido la oportunidad de experimentar la grandeza del amor de Dios. Lo que hacemos
por el hermano, lo hacemos por el mismo Jesús, pues en ellos vemos el Rostro de Cristo
crucificado, a medida que el hombre toma su cruz, uniéndose espiritualmente a la cruz de
Cristo, se revela ante él el sentido salvífico del sufrimiento. Con el testimonio de nuestra
vida manifestemos que el sacrificio y las penas son una escuela de vida, en donde
encontramos la Belleza, que colma todos los anhelos, y que hace sentir en el fondo del
corazón, cómo lo que antes atraía y era considerado como consuelo momentáneo ante las
pruebas de la vida, ahora es pérdida y basura, pues reconocemos que nada en este mundo
puede darnos la verdadera felicidad, Dios es el Único necesario y Quien da sentido pleno a
nuestro existir.

El don de la fe pasa a través del sacrificio, la mejor manera de manifestar nuestro amor, es
por medio de la entrega de la propia vida, los mártires nos dan ejemplo con el testimonio
de su vida hasta la muerte; es probable que a nosotros nunca llegue a pedírsenos la entrega
de nuestra vida hasta tener que derramar nuestra sangre, pero la entrega de nuestra vida
puede darse en un “sí” cotidiano, en fidelidad día a día al amor de Dios, a imitación de
Nuestra Madre Santísima, que supo estar siempre junto a su amado Hijo, aún en los
momentos de gran dolor, pues comprendió que la cruz es redención y camino seguro para
dar gloria al Padre y consuelo y ayuda a nuestro prójimo. “Vivan una vida llena de amor,
siguiendo el ejemplo de Cristo. Él nos amó y se ofreció a Sí mismo como sacrificio por
nosotros, como aroma agradable a Dios.” (Ef. 5,2)

La cruz es la imagen de la confianza y del abandono de sí, nada como el don de nosotros
mismos, una vida de entrega nos hace felices, con una felicidad verdadera y perdurable que
no acaba jamás, pues está cimentada en la verdad de todo un Dios que nos dio ejemplo de
amor hasta la entrega de su propia vida por cada uno de nosotros. Dios es la Alegría que
sobrepasa todo gozo y deseo que podamos anhelar. Es la Salvación y Esperanza de todos
los que nos acogemos a Él. ¡Cuán grande es su amor y su infinita Misericordia!

Se proponen cuatro pasos para concretizar cómo poner en práctica la búsqueda de felicidad
aún en medio de nuestras propias cruces cotidianas.

1. Ser conscientes que el deseo de la felicidad no es algo “separado” a nosotros


mismos, algo que deba comprarse o buscarse fuera de nosotros, nacemos con la
“capacidad” de ser felices, todo lo que somos está condicionado y dirigido, en el
fondo por el deseo de la felicidad. Así reflejamos a nuestro Creador. Fuimos creados
para compartir la felicidad de Dios, por una simple razón: Su amor en nosotros. La
casa de la felicidad es el amor.
2. La felicidad como “vivencia” habla de la realización en lo que somos. Este gusto en
nosotros tiene su expresión gracias a nuestros sentidos corporales. Así nos
relacionamos con el mundo que nos rodea, pero también existe el mundo del alma
que vive bajo el mismo impulso de querer ser feliz. El alma se encuentra ante la
opción de conformarse con la vida que vive o atender al reclamo que sentimos
dentro de nosotros. ¿Cómo atender este reclamo? Por medio de la “Fe” dice que el
alma vive en continua atracción hacia Dios, pues la felicidad está en encontrar a
Dios, sin este encuentro, se le escapa al alma la paz que el mundo no puede dar.
3. ¿A qué lleva esta visión de la Fe? Depositar nuestra confianza en Dios, poner sólo en
Él nuestra esperanza como un árbol plantado junto al agua. (Jer. 17, 5-8) la felicidad
viene de la fe que se cautiva por la muerte en la suerte final de Jesús en la cruz.
4. La felicidad toma forma de “promesa”, se cree en ella con confianza total. La
felicidad nos llena de paz, pues Jesús es la razón de nuestra felicidad.
Revisar
Realizar una pequeña carta en la que enumeremos las penas o sufrimientos más grandes
que hayamos tenido durante nuestra vida y en otra lista a la par, enumerar las gracias que
Dios nos ha concedido por medio de estos sufrimientos y cómo enriquecieron nuestra vida
y de qué manera Dios nos manifestó su amor a través de estos acontecimientos y nos brindó
su fortaleza.

Hacer el compromiso de compartir con los jóvenes de mi entorno lo aprendido en este tema
y concretizar en acciones hechas vida, la manera de ayudar a los demás a sobrellevar los
sufrimientos de su vida.

Referencias
Sagradas Escrituras
Carta Apostólica Salvifici Doloris
Homilías del Pbro. James William Irwin Tona.
Sem. Juan Felipe Tavares de la Torre

Objetivo
Que el amor demostrado por Jesús en este día nos mueva a no permanecer indiferentes
ante su entrega y responder a ese mismo amor amando, entregando nuestro corazón
entero, sin límites, tal como lo hizo Cristo con los brazos abiertos en la Cruz.

I. Introducción
Actividad 1
Leer la siguiente historia de manera dramática.

Hubo un hombre que trabajaba como controlador del puente ferroviario de una
ciudad. Tenía un hijo al que amaba entrañablemente. Su hijo amaba observar los
trenes y a las personas que viajaban en ellos. Algunas personas vivían en soledad,
con ira, egoísmo, con heridas en el corazón y adicciones. Cierto día de trabajo, un
trágico error ajeno, lleva al hombre a una terrible elección… dejar que todos en el
tren mueran o tirar del control y permitir que su hijo muera aplastado por el puente.
El corazón del hombre se aceleraba, se le nublaban los ojos por la presión sentida y
sus manos temblaban porque sabía que la muerte estaba al acecho.

El hombre, empapado de lágrimas y con un fuerte alarido, tiró la palanca. El puente


bajó, el tren siguió adelante, pero su hijo murió. La salvación de todos requirió el
sacrificio del más amado. El sacrificio de uno compró la esperanza de todos para el
futuro.

Continúa la reflexión
Hoy, Viernes Santo, recordamos el cumplimiento de la frase evangélica: "Porque tanto amó
Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino
que tenga vida eterna" (Jn 3, 16). Hoy recordamos cuando Jesús muere en la cruz para
salvarnos del pecado y darnos la vida eterna. Recordamos aquel acto de amor tan grande
por parte de Dios Padre que envió a Jesús, su Hijo, a este mundo para abrirnos las puertas
del cielo con su muerte en la Cruz. Una muerte para bandidos, cuando Él era inocente. Una
muerte donde extendió sus brazos de extremo a extremo en señal de que la salvación es
para todos los que creen. Una muerte que nos muestra el alto precio que hay que pagar
para salvaguardar la vida de los verdaderos amigos. Una muerte a la cual estamos expuestos
día con día con el simple hecho de decir: “Creo en Dios, creo en Jesús, soy católico”.
II. Experiencia de la Pasión
Domingo de Ramos, Jesús entra a Jerusalén y es recibido por gran cantidad de personas que
se acercan para alabar a Dios por la llegada del Mesías. Un solo hombre, montado sobre un
burrito, es rodeado de mucha gente que únicamente quería verlo, contemplarlo y gritar:
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

Viernes Santo, Jesús entra a Jerusalén, después de orar en Getsemaní, pero esta vez… solo.
Esta vez, abandonado por sus amigos y discípulos. Esta vez, rodeado de algunos cuantos
que lo jalonean y golpean, abofetean y escupen para únicamente humillarlo, lastimarlo y
gritar: ¡Tú que te crees Rey y Mesías, dinos quién de nosotros te ha golpeado! ¡Anda,
levántate maldito!

Todo esto por amor a mí, por amor a ti, por amor a todos.

Actividad 2: RECUERDO DE LA CRUZ

Se recomienda hacer la siguiente actividad con tono dramático, como si se narrara


una historia. Puede ponerse algún audio del filme “La Pasión de Cristo” de Mel
Gibson como fondo en volumen adecuado.

Jesús, tú dejaste que tus apóstoles, Juan, Pedro y Santiago, te abandonaran en el


silencio de la noche oscura y tenebrosa. Solo y abandonado sudaste sangre, signo
del inmenso miedo que invadía tu alma. Dejaste que Judas Iscariote te diera un beso
en señal de traición y que te encadenaran, te golpearan brutalmente, te lanzaran
hacia un precipicio y que las cadenas te asfixiaran en la subida… todo esto por amor
a mí, por amor a todos.

Jesús, te dejaste acusar por los fariseos y Caifás, el sumo sacerdote. Hablaste con
verdad diciendo: “YO SOY, el Hijo de Dios, el Mesías.” ¿Y qué recibiste a cambio? Te
golpearon la cara, te escupieron, te traicionó Pedro, te gritaron maldiciones y tú
nunca te defendiste. Solamente llorabas y sufrías aquellos ultrajes contra tu divina
persona… todo esto por amor a mí, por amor a todos.

Jesús, que después de no dormir toda la noche, ser retirado a la fuerza de los tuyos
y estar de pie en la prisión, los judíos te llevaron ante Poncio Pilato. Tú que nada
hiciste y eras inocente de toda culpa, fuiste condenado a recibir latigazos como
primer castigo. Como cordero fuiste llevado al matadero… todo esto por amor a mí,
por amor a todos.

Te sujetaron a una columna, en una posición incómoda, desnudo y todo cubierto de


moretones. Recibiste 120 latigazos terriblemente brutales. Cuando el látigo te
golpeaba, te provocaban moretones y también cortaban tu bendito cuerpo
severamente. Los soldados trenzaron una corona con espinas de gran tamaño, que
penetraban en tu cabeza cada vez que caías en el camino hacia el Calvario… todo
esto por amor a mí, por amor a todos.

Tuviste que cargar un madero de 80 kilos por más de medio kilómetro, del pretorio
al Gólgota, y fuiste clavado en la cruz con clavos de 15 cm de largo. Cada martillazo
era un tremendo dolor, pero tú solo repetías una y otra vez: “Padre, perdónalos
porque no saben lo que hacen”. Sufriste sed, el desgarramiento de tu cuerpo, las
burlas de tus enemigos. Todo esto para finalmente decir: “Todo está cumplido.
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, e inclinando la cabeza, moriste ...
todo esto por amor a mí, por amor a todos.

Continúa la reflexión
III. Viernes Santo no fue hace 2000 años
Seguramente vienen muchas ideas a nuestras mentes. Ideas de tristeza, dolor, rareza,
reflexión profunda, silencio, entre otras. Pero una de ellas es quizás la de la indiferencia.
Me refiero a que creemos que lo anterior, la Pasión de Cristo, fue hace dos mil años. Algo
del pasado remoto que no vale la pena recordar y que ni siquiera sabemos el por qué
profundo que nos explica el vivir año con año la Semana Santa, especialmente hoy, Viernes
Santo. También viene a nosotros la idea de ser “criticones”. ¡Qué mala onda los judíos! ¿no?
Reciben y festejan a Jesús un día, y a los cinco días lo crucifican. ¡Qué mala onda los fariseos!
¿Qué les hizo Jesús como para llevarlo a muerte, pero antes maltratarlo como animal,
dejándolo todo ensangrentado? ¡Qué cobarde Poncio Pilato! ¿Acaso no tenía el poder para
liberar a Jesús? Realmente veía que la situación era injusta y aun así lo condenó.

¿Estás seguro que la Pasión fue hace dos mil años? ¿Crees que las autoridades y personas
que condenaron a Jesús ya no existen?

Hoy, Viernes Santo, vemos un Dios que experimenta dolor, que sufre, que fracasa, que es
abandonado por sus amigos. Un Dios que muere. ¿Qué pasa con la inmensa feligresía que
llenaba hasta el último pasillo del templo el Domingo de Ramos? Ya no se ven niños, son
pocas las familias que vienen, más bien vemos personas solas (en su mayoría adultos
mayores) que están con mirada solemne, avergonzada, cabizbaja.

Hoy en día, ¿repetimos la misma historia? Aunque haya pasado hace mucho tiempo,
créeme… somos muchos los que todavía seguimos tomando las mismas actitudes contra
Jesús. Yo lo escupí, yo me reí en su cara, yo blasfemé en su contra. Lo he mirado con
desprecio al ver su rostro deforme y he sacado cuentas con avaricia al mirar su túnica hecha
de una sola pieza. Yo estuve ahí. Aunque las metidas de patas son de ahora, dolieron ahí,
golpearon ahí, mataron ahí. Todo esto cuando criticamos a los demás, cuando no hacemos
caso a su invitación de acercarnos a Él en los sacramentos, cuando nos olvidamos de Dios
en nuestra vida. Cuando nosotros como jóvenes preferimos lo fácil y rápido, lo placentero
y lo superficial, en lugar del compromiso, esfuerzo, la felicidad plena y el amor. Preferimos
al mundo en vez de a Dios.

Sabemos que Cristo murió por nosotros, murió por mí, murió por ti… pero ¿cuántas veces
hemos sido agradecidos por este gesto tan grande de amor? Cristo murió por ti, y tú, ¿qué
has hecho por Él?

IV. Motivación a seguir a Cristo en el dolor y vivir la alegría de la fe en la Cruz.


La vida no es solo Domingo de Ramos. Es absurdo pensar que todo consiste en cantar
alegremente y esperar a que se nos reciba con alabanzas en cada lugar que lleguemos. Toda
vida es una Semana Santa, con entradas triunfantes, caminos de Cruz y calvario, y Domingos
de Resurrección. Contemplemos entonces, el regalo de la vida cristiana no como un castigo
o una resignada forma de ganarse el cielo a costa de sufrimientos y duras pruebas, sino
como la oportunidad de imitar a Jesús, quien vivió con amigos sufrimientos, milagros,
soledad, con días llenos de fe y otros de desierto y duda, con traiciones y nuevos y mejores
amigos.

Ahora, somos invitados a recordar día con día que Jesús entregó su vida para que todos
nosotros tuviéramos salvación eterna y algún día estemos con Él en el cielo. Un lugar donde
ya no habrá más dolor, ni sufrimiento, ni muerte, pues Cristo la ha vencido para siempre.
Cristo se levantó, no sólo tres veces, sino que, ante las muchas caídas hacia el Calvario,
siempre mantuvo la constancia y se levantó. ¡Te invito a levantarte! Levanta la cabeza ante
las dificultades de la vida. Levántate ante las diversas caídas que puedas tener. Levanta la
mirada hacia aquellos que sufren y necesitan ser amados por Jesús, necesitan ser amados
por ti. Levanta tus ánimos y sueños para luchar cada día para realizarlos, porque todo se
puede en Cristo que ha soportado todos nuestros males y pecados.

Qué libertad nos da el saber que Jesús cargó con nuestros pecados, los cuales nunca
seremos capaces de cargar, nos liberó de la esclavitud a la cual nos someten nuestras malas
decisiones, logró lo que nos parece imposible, pero a la vez borró, curó, sanó y limpió las
heridas de nuestro corazón pecador. Como dice San Pedro: “Por sus heridas hemos sido
sanados” (Pedro 2, 24). Cada una de las heridas de Jesús en la Cruz tienen nuestro nombre
y el nombre de cada uno de nuestros pecados. Cada una de las gotas de sangre que derramó
en este viernes de dolor están llenas de la esperanza del perdón. Tan valiosa es la vida del
hombre que costó la propia vida de Dios.

¿Por qué Jesús siendo Dios no escogió un camino menos doloroso, si pudo habernos salvado
de otra manera? De todas las explicaciones que podemos dar al respecto, creo que la que
mejor resume el sentido de este hecho es el Amor. Jesús tomó el camino de la Cruz, por el
gran amor que tiene por el hombre, Él quiso tomar sobre sus hombros el gran peso que
tiene nuestro pecado, porque al asumir el sufrimiento Jesús se hizo uno como nosotros en
el dolor que experimentamos día con día, o en momentos específicos a lo largo de nuestra
vida. La lógica de su pedagogía es la humildad. ¡Qué gran muestra de misericordia de Dios
Padre de regalarnos a su Hijo para que tengamos vida!, ¡qué amor más grande el de Jesús
al ofrecer su vida por cada uno de nosotros!
Sabemos que la historia no termina con la Pasión: después del sufrimiento y de la Cruz viene
la gloriosa Resurrección. Jesús vive, Jesús triunfa sobre el poder del mal.

Aprendamos de Cristo, a seguir sus pasos, y carguemos generosamente la Cruz. Así


podremos ayudar también a otros a cargarla. Esta es la expresión más grande del amor que
estamos llamados a vivir y ¡decirle a todo el mundo que es amado!, especialmente en este
Año del Anuncio. ¡Abracemos a Cristo que nos tiende su mano en la Cruz! ¡Abracemos
nuestra Cruz y caminemos junto a Él hacia la victoria que Él ya tiene asegurada!

Referencias:
• Páginas web Catholic-Link y Catholic.net
• Biblia de Jerusalén
Que a ejemplo de los personajes del viacrucis, el joven se comprometa a acompañar a Jesús
en su camino de manera más profunda y reflexiva y que este acontecimiento lo mueva a
tener un encuentro personal con Él y con los hermanos necesitados.

San Juan Bosco fue un sacerdote italiano, el cual logró ser ordenado después de vivir una
niñez áspera. Su pasión eran los jóvenes, sobre todo los más pobres y abandonados. Reunió
a un grupo de ellos los cuales los llevaba a rezar, a jugar y a menudo a comer con él. Don
Bosco, como le decían de cariño, se ganó el amor y el respeto de muchísimos jóvenes en
situación de completo abandono y soledad, ya que él les ofrecía lo que el mundo de aquel
entonces les negaba a jóvenes como ellos. Formó un espacio donde les enseñaba oficios
para que pudieran aprender a trabajar, los formaba en el arte y sobre todo en la vida
cristiana.

Se dedicó con todas sus fuerzas a acompañarlos en todos los aspectos de su vida. “Sus
jóvenes”, como él decía, eran lo más importante para su ministerio. Don Bosco gastó dinero,
energías, salud, paz, comodidad, todo para poder acompañarlos en su camino de vida. “No
basta amar a los jóvenes, es preciso que ellos se den cuenta que son amados”

Para profundizar más en el trabajo de acompañamiento de Don Bosco se recomienda


compartir con los jóvenes el siguiente video:
https://www.youtube.com/watch?v=a_pl460Gs7k “Don Bosco La Pelicula 10_21” que es un
extracto de la película dedicada a él y que muestra el proceso de acompañamiento que
tenía con los “jóvenes problema” de aquel entonces.

Después de ver el video se proponen una serie de preguntas para profundizar con los
jóvenes. Estas preguntas se pueden adaptar según la realidad que se viva en la comunidad.
Se recomienda hacerlo en forma de plenaria para que todos los participantes puedan dar
su punto de vista.

• ¿Qué cosas puedes resaltar de la actitud de Don Bosco hacia el joven preso?
• ¿Qué es lo que se merecía el joven después de lo que hizo?
• ¿Don Bosco juzgó o perdonó al joven?
• ¿Qué respuesta tuvo el joven hacia Don Bosco cuando vio que no fue juzgado por
él, sino escuchado, comprendido y perdonado?
• ¿Creen que si ustedes tuvieran a alguien que los acompañara en sus problemas las
cosas serían más fáciles y diferentes?

Después de analizar todo lo que conlleva el acompañamiento, nos damos cuenta que no es
nada fácil realizarlo. San Juan Bosco sufrió muchísimo para dar acompañamiento a tantos
niños y jóvenes que pasaban por momentos difíciles y de sufrimiento en sus vidas.

El joven no quiere ser juzgado, quiere ser acompañado, ser escuchado, sentir que le interesa
a alguien. Lo más fácil para la sociedad, es juzgarlos, pero si de verdad quisiéramos hacer
algo importante por ellos, lo que deberíamos hacer es acompañarlos.

¿Cómo acompañamos en sus sentimientos a los que sufren? Muchas veces nos abstenemos
de apoyar a quien sufre porque no sabemos qué decir ni cómo actuar.

Cuántas veces el acompañamiento es la única forma de apoyar a alguien que sufre. Tal vez
suena algo inútil, pero no lo es. Cuántas veces tenemos la necesidad de que alguien esté
junto a nosotros en los momentos difíciles y tristes de nuestra vida, aunque no nos digan
nada, pero que simplemente estén allí. Es difícil soportar el dolor solo, sobre todo cuando
es tan grande que no se ve la manera de cómo superarlo. Pero ese dolor se vuelve llevadero
cuando sientes la presencia de alguien más para acompañarte.
Esto mismo vivieron los apóstoles cuando apresaron a Jesús la noche del Jueves Santo, al
no saber cómo actuar frente a ese acontecimiento y ante el dolor de Jesús, prefirieron
dejarlo solo, pues no sabían qué hacer. Los evangelios de Mateo y Marcos cuentan, de
manera similar, como los discípulos huyeron y dejaron solo a Jesús. (Mt. 26, 56) (Mc. 14,
50).

Imagínate en una crisis pidiéndole a tus mejores amigos que te acompañen mientras luchas
por superarla. Todos prometen estar contigo, pero te abandonan y terminas enfrentándola
solo/a. Los amigos de Jesús hicieron lo mismo.

No tenemos palabras para expresar el misterio de la soledad de Jesús. Dice un escritor:


“Maldito el que cuelga del madero, quedo abandonado, aún del Padre de los Cielos: <Dios
mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?>”

Dice el Papa Francisco en su homilía del 03 de octubre de 2017: “Jesús estaba solo. Nadie lo
acompañó en esta decisión porque nadie comprendía el misterio de Jesús. Jesús estuvo solo
en el camino hacia Jerusalén hasta el fin. Pensemos en el abandono de sus discípulos, (en la
traición de su amigo Judas, en aquel pueblo que pocos días antes lo alababa con cantos y
palmas), en la negación de Pedro…Estaba solo. ”

La única manera que encontraron unos pocos de hacerle saber su amor y hacerle saber que
no estaba solo en este suplicio fue el de acompañarlo. Un acompañamiento silencioso, pero
enriquecedor y lleno de amor para Él.

El acompañamiento que tuvo Jesús por parte de ellos fue un acompañamiento sencillo, sin
palabras, sin hechos notables, fue un acompañamiento que nació del más puro amor: te
acompaño porque te amo. Los acompañantes de Jesús estuvieron con él todo el tiempo, a
distancia, mirándolo, estando, escuchando en silencio, mostrándose para que simplemente
los viera, quedándose hasta el final. Lo único que podían hacer era eso: responderle a su
amor acompañándolo.

Dos de esos acompañantes eran Juan y María Magdalena. Ellos habían experimentado el
amor de Jesús de manera personal y habían tenido un profundo encuentro con Él. Se
pudiera decir que su gran amistad con Jesús fue la que los movió a acompañarlo en esos
momentos de dolor para él. Pues, ¿quién de ustedes no acompañaría a sus amigos en
momentos difíciles?
La mayoría de nosotros reaccionamos de esta manera con nuestros amigos. Es fácil
demostrarles nuestro afecto acompañándolos en momentos duros para ellos. A ejemplo de
Juan y María Magdalena, los acompañamos muchas veces sin decir nada, simplemente
estando allí y haciéndoles saber que nos interesan con nuestra sola presencia. Eso es mucho
para ellos. ¿Cuántos de nosotros hemos experimentado un acompañamiento así de un
amigo?

Encontramos otro tipo de acompañamiento en la Pasión de Jesús. Uno que nace de la


negación, de la indiferencia por el dolor ajeno. ¿Se puede acompañar a una persona que no
conozco? ¿Puedo hacerlo con el mismo gusto y el mismo amor con la que lo haría con un
amigo? ¿Se me puede forzar para acompañar a alguien? Las respuestas las encontramos en
el evangelio de San Marcos: “Y a un tal Simón, natural de Cirene, el Padre de Alejandro y de
Rufo, que al regresar del campo pasaba por allí, lo obligaron a llevar la cruz de Jesús” (Mc.
15, 21).

Es aquí donde un hombre llamado Simón, originario de Cirene, entra en el drama de Cristo,
aun sin quererlo. Se dice que Simón estaba de paso por Jerusalén ya que había ido a vivir
las fiestas de la Pascua Judía. Su camino se cruzó con el de Jesús esa trágica mañana y
después ya nada fue lo mismo.

Su encuentro con Jesús, “dado por la casualidad” ese día, le cambio la vida. El evangelio nos
dice que venia del campo con sus hijos, es decir, venía de trabajar. Cuando lo obligan a
cargar la cruz de Jesús, lo más probable es que lo haya hecho con miedo, con enojo, con el
cansancio encima. No podemos determinar cuánto tiempo ni que distancia recorrió con la
cruz, lo que si podemos afirmar es que Simón, al momento que llega al final de su recorrido,
es otro. Es que cuantos colaboran con Cristo terminan identificándose con Él, llegando a
amarlo y comprometiéndose con su vida.

Es fácil suponer que el cambio en el corazón del Cireneo se debió tal vez a una mirada de
Jesús que le despertó simpatía, una palabra que le cambio el ánimo, o la simple presencia
de estar junto al Hijo de Dios. El desagrado por cargar la cruz pronto se le convirtió en una
afición por ayudar a Jesús. Es increíble como un encuentro no tan grato e inesperado con
Jesús como el que tuvo el Cireneo, le transformo la vida.

Cuantos de nuestros jóvenes no requieren ponerse en los zapatos del Cirineo para que
puedan ver sus dificultades con otros ojos, con otra perspectiva que los haga darse cuenta
que en lo malo de sus vidas también pueden encontrarse con Dios, ese Dios que permite
eso para poder transfórmarlos.
Vemos que para la soledad y la angustia que sintió Jesús en su camino con la cruz, hubo
distintas formas y maneras de acompañarlo y de acompañar con ellos también al hermano.

Si tu familia o amigos sufren, no los abandones. Tu sola presencia basta para sentirse
apoyados. Si después se abren contigo, compréndelos y aliéntalos. Eso es todo y aunque no
lo creas, es mucho.

La oración perseverante nos ayuda a enfrentar el dolor con fe en que su amor nos dará
fuerzas para aceptar el sufrimiento y seguir adelante en la vida. Cuando sufres tienes la
opción de vivir amargado, culpándote a ti mismo, culpando a Dios o a otras personas el
resto de tu vida, o tienes la opción de aceptar el sufrimiento como un desafío a superar.
También puedes sentirte víctima, manipular a otros con tu dolor o entrar en una apatía ante
la vida que perdura largo tiempo, o vivir el sufrimiento como un proceso de purificación y
madurez.

¿Cuál es tu actitud frente al sufrimiento? ¿Qué frutos da el vivir el misterio del sufrimiento
de la mano de Dios? ¿Qué efectos tiene el abandonarlo cuando estamos inmersos en
fuertes sufrimientos? ¿Estás dispuesto a seguir con tu relación con Dios en momentos de
intenso dolor? ¿Por qué si? ¿Por qué no? ¿Cómo te ayuda a llevar tu sufrimiento la
contemplación de Jesús en la Cruz?

Aunque no se entienda el sufrimiento y parezca que no se puede superar, una buena


relación con Dios es fuente de paz. No se trata de ignorar el dolor ni la tristeza que paralizan
la vida. ¡Tantos jóvenes tienen la tentación de suicidarse y es un número tan grande el que
lo hace! Entonces recuerda que es importante expresar la angustia, incluso con el llanto,
fortalecer la confianza en el amor de Dios y buscar el apoyo de una persona competente,
un acompañante.
Repasar las siguientes palabras del Papa Francisco con los jóvenes:

“Muchos rostros han acompañado a Jesús en su camino al Calvario: Pilato, el Cireneo,


María, las mujeres… También nosotros podemos ser para los demás como Pilato, que no
tiene la valentía de ir contracorriente para salvar la vida de Jesús y se lava las manos.
Queridos amigos, la Cruz de Cristo nos enseña a ser como el Cireneo, que ayuda a Jesús a
llevar aquel madero pesado; como María y las otras mujeres, que no tienen miedo de
acompañar a Jesús hasta el final, con amor, con ternura. Y tú, ¿cómo quién eres? ¿Cómo
Pilato, como el Cireneo, como María? Jesús te está mirando ahora y te dice “¿Me quieres
ayudar a llevar la cruz?”

Se entregara una hoja en blanco a los participantes, los cuales escribirán en ella las
respuestas a las siguientes preguntas de manera personal. Antes de contestarlas, se puede
escuchar el Canto de Jesús Adrián Romero “Si hubiera estado alli” para poder lograr una
mayor reflexión en las preguntas.

• ¿Cómo quién quieres ser?


• ¿Qué hubieras hecho tú si hubieran estado allí en el momento de la Pasión
y la Crucifixión?
• ¿Cómo quién de todos los presentes hubieras reaccionado?
• ¿Cómo quién de ellos actúo frente al Señor que se entrega por mí día a día?

Que ha ejemplo de los personajes que hemos revisado, nos comprometamos a acompañar
a Jesús en su Víacrucis de manera más profunda y reflexiva y que este acontecimiento me
lleve a tener un encuentro personal con Él y con los hermanos que necesitan de mí.
Señor, tu sabes lo que es ser golpeado, burlado, despreciado y rechazado. Por eso me
atrevo a confiar en ti en mi debilidad, angustias y mis temores.
A veces se burlan de mí, me rechazan por alguna razón y me critican por mis creencias.
Con frecuencia me siento solo/a y abandonado/a, y a que nadie me entiende.
Ahora sé que tu si me comprendes, Señor. Tú experimentaste lo mismo y me enseñas qué
hacer en esos momentos difíciles.
Tú que pudiste tolerar ese tormento, ayúdame. Dame fuerza para vencer mi
desesperación, fe para abandonarme en las manos de Dios como tú lo hiciste y esperanza
en una vida nueva más allá de los momentos de dolor.
AMEN

Fuentes:
• Biografía de San Juan Bosco: http://es.catholic.net/op/articulos/32170/juan-bosco-
santo.html#modal
• “La Soledad de Jesús”: http://www.arbil.org/111.serr.hmt
• Simón de Cirene: http://www.preguntasantoral.es/2015/04/san-simon-cireneo/
• Biblia Católica para Jóvenes
Que los jóvenes por medio de la contemplación de la muerte de Jesús, de su entrega al dar
la vida por nosotros en la cruz, aprendan también a entregarse a sus hermanos, en sus
diferentes realidades y necesidades, pero sobre todo por medio de la compañía y la
escucha.

Instrucciones: es el Centurión el que nos narra la experiencia con Jesús en el Calvario.


Se puede realizar una grabación de esta narración para que así nos ayude a adentrarnos en
el contexto del calvario y la muerte de Jesús. Los jóvenes vueltos rostro en tierra en
profundo silencio meditan la muerte de Jesús en la cruz como el acto de amor por cada uno
de nosotros; proponemos que esta dinámica se desarrolle a las tres de la tarde.

Dinámica: “Testimonio del Centurión”


Pertenecí al ejército romano, nuestra función era mantener la paz en el pueblo. Me levanté
muy temprano aquél viernes. Teníamos órdenes de Pilato de crucificar a un par de
criminales mientras se decidía el proceso legal de Jesús. Ese hombre había puesto de cabeza
a todo el pueblo judío. Unos le amaban mientras otros lo odiaban. Yo hubiera ofrecido mi
propia vida, por no estar presente. Me siento muy culpable. Sin embargo, algo me impulsa
a seguir a Jesús hacia el Calvario. ¿Si pudiera hacer cualquier cosa por él? Pero creo que es
él, quien está haciendo algo por mí.
¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen! Lc. 23, 34. Esta frase de Jesús penetró
profundamente en mi corazón. Por primera vez me sentí muy amado y … perdonado.

Jesús, desde su cruz, estaba triunfando sobre la terrible maldad humana. Su amor era más
grande que el odio; su vida, más fuerte que la muerte, su paz, más poderosa que la violencia.
Más que un ajusticiado, parecía todo un señor victorioso.

Al llegar al calvario permití que su madre y otras personas se acercaran a la cruz. Me


enterneció especialmente la fortaleza de su madre. Cuando dijo que tenía sed,
inmediatamente tomé de mi cantimplora algo de posca que es vinagre mezclado con agua
que todos los soldados llevamos y lo empape en una esponja. Al probarlo me vio, ¡sí, me
vio! E intentó sonreír - me agradeció.
Al verlo en la cruz con aquella expresión de dolor y de agonía yo me decía, ¿Por qué él está
sufriendo por mí? ¿Por qué pagas por nuestros pecados? ¿Por qué si eres el hijo de Dios no
bajas de esa cruz? De pronto, me di cuenta que mi cuerpo empezó a temblar porque parecía
que él escuchaba mis pensamientos, y en mi corazón resonaba su voz que me decía: “si no
bajo de esta cruz es por amor a ti”.

Entonces sucedió: una torrente de luz me invadió en medio de las tinieblas que se habían
formado y, cuando Jesús expiró, yo vi… ¡sí, vi y creí! ¡Verdaderamente este hombre era hijo
de Dios! (Mc. 15, 39). Exclamé. Caí de rodillas y lo adore.

Escuchamos y contemplamos la Palabra del Señor que nos ayudará a comprender la muerte
de Cristo como el acto de entrega para la humanidad.

Mt. 27, 45-50. Jn. 19, 28-30. Mc. 15, 33-39. 1ª carta de Juan 3, 16.

Podemos encontrar diferentes definiciones de lo que es el amor y su significado, pero esta


pregunta va desde nuestro ser de Hijos de Dios.

¿Qué entendemos por AMOR?


Es fácil encontrar diferentes definiciones y muestras que definen la palabra AMOR, pero
cada uno de nosotros debemos entender el amor desde la unidad Trinitaria, así lo definen
diferentes documentos de la Iglesia: “El amor es el interior más íntimo del Dios Trino y Uno.
En Dios hay intercambio constante y entrega perpetua. Por el desbordamiento del amor
divino los hombres participamos en el amor eterno de Dios.

El amor es lo que el Padre manifiesta por medio de su Hijo Jesucristo, así encontramos una
imagen del amor divino que los hermanos manifiestan como hijos de Dios”. (Youcat, p. 219)
El amor es entrega, servicio, escucha, respeto, compañía; el amor es aquello que recibimos
del corazón traspasado de Jesús: perdón y misericordia.

Para ti desde este momento de tu vida ¿Qué es el amor? ¿Qué tipos de amor conoces?
¿Cómo manifiestas el amor? ¿Has experimentado el amor de Dios en un momento de tu
vida?

La muerte de Jesús nos ayuda a saber darle un nuevo sentido a la palabra amor; no es un
amor hueco, superficial como el que en nuestros tiempos se quiere imponer, no es un amor
de conveniencia, es un amor de entrega y total, un amor único que estamos llamados a
manifestar en este momento de nuestra historia, en las diferentes realidades de nuestros
tiempos, en las que la indiferencia, la manipulación, la soledad y el desánimo se quieren
apoderar del corazón de los hombres.

Dios nos ama y nos hace ver y experimentar su amor, desde esa experiencia estamos
llamados a dejar penetrar nuestro corazón con el amor del corazón de Jesús, de ese amor
que transforma y nos impulsa a la entrega.

¿Qué es la ENTREGA?
Es estar abiertos con libertad a la gracia de Dios, a su amor, a los proyectos que Dios nos
pide a ejemplo de Jesús que se entregó en la cruz por nosotros, para que así nuestra vida
dé frutos abundantes en los corazones de los hermanos. Damos fruto si nos entregamos,
no si nos reservamos buscando nuestro propio deseo, sino buscando el bien del otro.

La entrega a los hermanos a ejemplo de Jesús nos permite ser personas con consciencia de
paz y cumplir con la voluntad de Dios. Retomando el Evangelio de San Mateo 10, 42: “Y
cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es
discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.” De esta manera, en el servicio
y en la entrega cumplimos con lo que Dios quiere y le demostramos nuestro amor al ver a
su Hijo en la entrega hacia el otro.

En este momento que contemplamos la muerte de Jesús como un acto de amor y de


entrega, proclamemos un humanismo cristiano activo. De tal manera que el servicio y la
entrega sean el poder, como lo indica el Papa Francisco. El poder para transformar a través
de la responsabilidad conjunta, de servir a la persona y a la sociedad para la animación
cristiana del orden temporal.

Aprendamos a ver a Jesús en el otro, en sus necesidades y problemas, en la amistad y en


las tristezas y dificultades; que el amor que tenemos a Dios se desarrolle en la entrega
desinteresada al hermano que nos necesita.

El verdadero amor a Dios se vive realmente en el prójimo. Jesús nos lo dice claramente
“Lo que hiciste a mis hermanos más pequeños, a mí me lo hiciste”. Esta caridad brota
naturalmente del amor a Dios
Dinámica “Desde lo más íntimo de mi corazón”

Esta dinámica nos hará reflexionar como está dividido el amor que hay en mi corazón, y así
ver qué tanto soy capaz de entregarlo a mis hermanos.

Se les reparte a cada uno de los jóvenes dos corazones, uno debe ser el corazón traspasado
de Jesús y otro elaborado de papel de un tamaño considerable, de modo que al ir
desarrollando los cuestionamientos los jóvenes vayan fraccionando (cortando con o sin
tijeras) el corazón considerando diferentes porcentajes según las preguntas (porcentaje que
tenga de amor de acuerdo a las preguntas que se hacen).

Viendo el corazón traspasado de Jesús y fraccionando el que tienen hecho de papel nos
preguntamos: ¿Cuánto amo a Jesús? ¿Cuánto amo a mi prójimo? ¿Qué tanto me entrego a
la voluntad de Dios? ¿Cuánto me entrego a mi hermano?

Después, cada uno une ambos corazones (el que representa al corazón traspasado y la parte
que le quedó del que frangmentó) formando uno sólo que entrega a alguno de los ahí
presentes como signo de su compromiso para tener un corazón que día con día se asemeje
mñas al de Jesús y así pueda tener una entrega desinteresada a los demás.

En este momento que contemplo la muerte de Jesús en la cruz y que descubro que yo
también estoy llamado a asemejarme a Cristo en su entrega generosa:

¿Qué debo hacer para tener un corazón dócil al Señor?


¿De qué manera ayudaré a mi hermano?
¿Cómo será mi entrega a mis hermanos?
Este tema nos adentra a la celebración de la Pasión del Señor y a la adoración de la Cruz en
donde cada uno de nosotros podemos comprometernos a dar la vida por los hermanos en
el amor y en la entrega.

Meditando sobre la Pasión, el filósofo Blaise Pascal escribió un día estas palabras: “Cristo
agoniza hasta el final del mundo: no hay que dormir durante este tiempo”. Hay un sentido
en el que estas palabras se aplican a la persona misma de Jesús, es decir a la cabeza del
cuerpo místico, no sólo a sus miembros. No, a pesar de que ahora está resucitado y vivo,
sino precisamente porque está resucitado y vivo. Pero dejemos a parte este significado
demasiado misteriosos para nosotros y hablemos del sentido más seguro de estas palabras.
Jesús agoniza hasta el final del mundo en cada hombre y mujer sometido a sus mismos
tormentos. “¡Lo han hecho a mí!” (Mt, 25, 40): esta palabra suya, no la ha dicho solo por los
que creen en Él; la ha dicho por cada hombre y mujer hambriento, desnudo, maltratado,
encarcelado que necesita de nosotros. ¡Como Cristo, atrévete a dar la vida por los
hermanos!
Descubrir a María como regalo de Jesús desde la cruz para qué, su fe se fortalezca y su
compromiso por el Reino se haga vida.

Alrededor del lugar de la reunión se colocan hojas grandes de papel bond y dos o tres
plumones por cada hoja. Los participantes pasarán a escribir, la realidad de los jóvenes de
su comunidad. Al terminar, darán lectura de lo que los demás escribieron.
Preguntas para la reflexión:

1. ¿Qué realidad puedes descubrir, de manera general, leyendo las diferentes


respuestas?
2. ¿Qué coincidencias y diferencias encuentras? ¿A qué crees que se debe?
3. ¿Qué cualidades crees que necesitan los jóvenes de tu comunidad para tener una
vida más plena?

Se concluye presentando diferentes imágenes de la Virgen María en los diferentes


misterios (anunciación, visitación, el niño perdido y hallado en el templo etc.) y
leyendo el siguiente texto de Jorge E. Rodríguez C. (2014):

“La joven María: un modelo para los jóvenes”.


María comprende a los jóvenes. Ella fue una mujer que vivió plenamente la etapa
de su juventud, compartió las ilusiones de los jóvenes de su tiempo y acompañó
atentamente la adolescencia y juventud de su Hijo, Jesucristo.

En María aparecen bien definidos los rasgos propios de la juventud de todo tiempo:
generosidad, entrega, compromiso arriesgado, ilusión, disponibilidad, apertura a lo
nuevo… Todo un ejemplo de cómo ser joven cristiano en el mundo actual.

1. María, se convierte en la figura femenina más importante del cristianismo, no


solo porque de ella nace el Hijo de Dios “nacido de una mujer…” (Gal. 4, 4)., sino
también porque, al pie de la Cruz, al crucificado le falta entregar “el mejor de sus
regalos a la Humanidad. El que nada tiene, desnudo sobre la cruz, posee aún algo
enorme: una madre. Y se dispone a entregárnosla”. (Martín Descalzo, 2008, p.
953)

2. Se hace la lectura: Jn. 19, 25-27.

3. Reflexión: Aunque hay en la escena varias mujeres, el centro del grupo de


quienes acompañan a Jesús, lo constituye María. Según Martín Descalzo (2008)
el pasaje, es “situado con agudeza psicológica, inmediatamente después del
reparto de las vestiduras y del sorteo de la túnica. Sin decirlo, Juan está
explicando que esta túnica era obra de la Madre de Jesús y que es precisamente
ese sorteo lo que hace brotar los recuerdos en la cabeza del moribundo y lo que
le empuja a fijar su atención en el grupo de amigos que hace guardia al pie de la
cruz” (p. 953).

El mismo autor propone que: “estaban, junto a la cruz, en el latín, indica que
permanecían de pie, que se mantenían firmes” (p. 954). Así María, la Madre,
seguramente “desgarrada por el dolor, estaba allí, entera, despierta para asumir
la tremenda herencia que iban a encargarle.” (p. 954)

Este pasaje y la reflexión que hace Martín Descalzo (2008), son imágenes que
confrontan interna y profundamente la propia vida. La vida de los jóvenes, esta
parte de la Humanidad necesitada de figuras valientes que sostienen, que están,
como María, acompañando en el momento del dolor, de la cruz, del desánimo
que parece habitar su corazón por tanta falta de oportunidad para despertar y
responder con todo su potencial a aquello para lo que fueron llamados.

El joven necesita encontrar en María una mujer que tuvo la oportunidad de vivir
en su juventud, cualidades de los jóvenes de todos los tiempos: “generosidad,
entrega, compromiso arriesgado, ilusión, disponibilidad, apertura a lo nuevo…
Todo un ejemplo de cómo ser joven cristiano en el mundo actual.”

María se convierte en regalo para la Humanidad porque nos enseña:


Generosidad en un mundo egoísta (Las bodas de Caná )
Entrega en un mundo que impide la vida, la amistad, el amor, la libertad, la dignidad, la
relación… (La Visitación Lc. 1, 36-44)
Compromiso arriesgado en una realidad con temor a asumir la propia responsabilidad (La
Encarnación Lc. 1, 26-38)
Ilusión en un mundo cargado de desánimo, estrés, desesperanza etc. (El Magníficat Lc. 1,
46-56)
La disponibilidad en un mundo estructurado incapaz de discernir para salir de nuestras
seguridades y comodidades. (La Visitación Lc. 1, 36-44)
Apertura a lo nuevo en un mundo que a todos nos ofrece las mismas respuestas con
posibilidad de cambio sólo si nos insertamos en estructuras ya diseñadas. (María al pie de
la cruz Jn. 19, 25-27)
Los jóvenes en la actualidad, afectados por realidades adversas a sus sueños, muchas veces
se ven obligados a vivir una vida sin sentido. Decepcionados por la falta de oportunidades
para una vida digna para ellos y los suyos, se dejan fragmentar por tantas propuestas falsas
que los hacen perderse o dejarse llevar por opciones que no dan vida plena.
Una Iglesia que cree en los jóvenes:
El ambiente actual hace que se olviden de que: “Por su generosidad están llamados
a servir a sus hermanos, especialmente a los más necesitados con todo su tiempo y
vida. Tienen capacidad para oponerse a las falsas ilusiones de felicidad y a los
paraísos engañosos de la droga, el placer, el alcohol y todas las formas de violencia.
En su búsqueda del sentido de la vida, son capaces y sensibles para descubrir el
llamado particular que el Señor Jesús les hace. Como discípulos misioneros, las
nuevas generaciones están llamadas a transmitir a sus hermanos jóvenes sin
distinción alguna, la corriente de vida que viene de Cristo, y a compartirla en
comunidad construyendo la Iglesia y la sociedad.” (DA 443)
4. Después de la reflexión de los textos anteriores, profundizar con las siguientes
preguntas:

¿Qué situaciones adversas viven hoy los jóvenes en la comunidad y en el mundo?


Como jóvenes, ¿cómo proponer la figura de María en la vida de otros jóvenes?
A manera de conclusión:
El camino que un joven recorre, es el camino de Jesús hoy y, María sigue siendo
modelo en nuestro andar. Es ella quien nos enseña: “con su fortaleza, el sentido
cristiano del dolor y nos anima a continuar con fidelidad y esfuerzo nuestra
responsabilidad de jóvenes cristianos.”

World Coffe (café mundial)


El objetivo es compartir en mesas redondas (o en equipos espontáneos), las preguntas que
se sugerirán más abajo, en relación al compromiso que cada joven se lleva, después del
tema.
Materiales: papel bond, plumones. O bien hojas tamaño carta y plumas.
Se hacen mesas redondas de acuerdo a la cantidad de jóvenes, poniendo de 5 a 6 personas
en cada mesa o espacio de reunión por equipo. En cada mesa habrá un anfitrión. Cuando el
que dirige, hace una pregunta, el anfitrión dará oportunidad para que cada participante la
responda. Ya que todos han contestado, el anfitrión hace una síntesis de las respuestas de
todos, anotando en una hoja, ya sea una palabra o frase.
Quien dirige la dinámica grita “World Coffe” ó “Café Mundial”, y es el momento de cambiar
de mesa (o equipo) para poder compartir la respuesta de otra pregunta. Los únicos que no
se mueven de lugar son los anfitriones. Los participantes cambian de mesa indistintamente,
tratando de quedar siempre con diferentes compañeros.
Al final, los anfitriones comparten al grupo la síntesis de lo que pudieron rescatar. Puede
haber participación de los demás, si hay el tiempo, para compartir al grupo la experiencia
que vivió en la dinámica.
▪ Preguntas para el World Coffe:
¿Por qué crees que los jóvenes de hoy no creen en sí mismos y en todas sus
capacidades?
¿Puede María ser hoy un modelo para la juventud?
¿Cómo puede hoy un joven, trasmitir la corriente de vida que viene de Jesucristo?
Comparte ¿qué otras cualidades, además de las mencionadas en el tema, tiene
María, que pueden alentar la vida de un joven de hoy?
¿Por qué la Iglesia sigue siendo un espacio de acogida para los jóvenes?
(se pueden agregar otras preguntas según se vea conveniente)

Objetivo: experimentar la presencia de María, que sigue alentando nuestra vida en las
luchas de nuestra vida diaria.
Materiales: imagen de la Virgen María; Cirio, encendedor, canción de Hna. Glenda “Ahí
tienes a tu Madre” (u otro canto apropiado), sonido, texto “María” tomado del Libro
“Testigos del Señor Jesús” de Enrique Ponce de León Sj.
▪ Puestos en círculo, se invita a los participantes a imaginar a María en la escena del
Calvario al pie de la cruz, acompañados del siguiente texto:

“Es más de media noche y hay gran alboroto en toda la casa. Juan, con el rostro
desencajado, me buscaba para decirme que a mi hijo lo habían tomado preso y lo había
condenado a muerte.
Era la hora.
Yo debía estar con él.
Corrimos juntos hacia la torre Antonia.
Por el camino me contó Juan más detalles. Me habló de la oración en Getsemaní: ahí había
vencido al miedo y a la angustia. Y con rostro sereno se entregó a sus enemigos.
Lo juzgó el consejo de ancianos y delante de todos se proclamó Hijo de Dios: ¡Dios mismo!
Sí, Jesús, mi hijo, había mostrado el verdadero rostro de Dios: el que conocí en Belén y
durante todos sus años en Nazaret; porque Dios se manifestó en plenitud en la humildad y
sencillez de Jesús.

Se detuvo por unos instantes y me vio. Me vio con una ternura infinita. Y yo le dije con mi
mirada todo el amor que le tengo.
Va sereno, en medio de su sufrimiento, rumbo al Calvario.
Mi hijo no es un hombre caído, sino alguien que siempre se levanta y con paso firme se dirige
al sacrificio.
Yo debo de seguirlo, también, con fortaleza, en medio de mi espantoso dolor de madre.

Estoy de pie junto a la cruz.


Han sido horas interminables de angustia. Varias veces han flaqueado mis piernas, pero Dios
me ha dado fuerzas.
Jesús está muriendo y … ¡yo con él!
Con frecuencia me ha mirado y sé que sufre por mi dolor que quisiera ahorrarme, pero me
necesita y agradece mi presencia.
Con un supremo esfuerzo, en medio de su asfixia, me dijo con ternura:
-Mujer, ahí tienes a tu hijo.
Y me señaló con la mirada a Juan que estaba junto a mí. Y añadió dirigiéndose a su discípulo:
-Ahí tienes a tu madre.
El muchacho me abrazó muy conmovido.

Siento una extraña maternidad y una enorme herencia.


El fin se aproxima. Jesús me miró agonizante y después levantó la cara hacia el cielo.
Lentamente inclinó la cabeza y se durmió en el regazo de su Padre.
Estuve a punto de desplomarme, pero mi fe me sostuvo.
Sé que Jesús ha vencido. Su Padre y yo estamos orgullosos de él, que fue fiel hasta el final.
Juan me señaló el pecho traspasado por la lanza; salía sangre y agua: ¡vida!
Esta tarde en medio de mi inmenso dolor y en completa oscuridad ¡creo! Creo en el triunfo
de la vida”. (Ponce de León, 2005, p. 329 ss.)

Después de escuchar el texto, dos personas pasarán frente cada uno con la imagen y el cirio
encendido respectivamente, permaneciendo un momento mientras otra persona le dice en
voz alta: “Mi hijo no es un hombre caído, sino alguien que siempre se levanta”. Se les invita
a experimentar que esa voz es la de María, su Madre, que los acompaña en sus dolores y
angustias, alegrías y éxitos.
Se termina rezando un Ave María tratando de saborear cada palabra de la oración.

Referencias bibliográficas:
Biblia Católica para Jóvenes
Martín Descalzo J. L. (2008). La cruz y la gloria. En Vida y misterio de Jesús de Nazareth (953-
956). Salamanca: Sígueme.
Ponce de León E. (2005). María. En Testigos del Señor Jesús (pp. 329-331). México: Buena
prensa.
Consejo Episcopal Latinoamericano. (2007). Familia, personas y vida. En Documento de
Aparecida (p. 204) Aparecida: CEV.
Rodríguez J. E. (2014). La Virgen María, modelo para los jóvenes de hoy. febrero, 19, 2019,
de Asociación de fieles Sitio web: https://corredentores.wordpress.com/organizacion/
Hna. Ana Laura de Santos Juárez
Discípula de Jesús Buen Pastor

El Sábado Santo, está en el corazón mismo del Triduo Pascual. Este es en verdad el día del
fundamento de nuestra Fe.

La Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su Pasión y su Muerte, su


descenso a los infiernos y esperando en oración y ayuno su Resurrección; y se abstiene del
sacrificio de la misa, quedando por ello desnudo el altar hasta que, después de la solemne
Vigilia se inauguren los gozos de la Pascua, cuya exuberancia inundará los cincuenta días
pascuales. En este día no se puede distribuir la Sagrada comunión, a no ser en caso de
viático.

* Reconociendo el dolor de María. El ambiente de silencio del Sábado Santo, nos invita a
reflexionar sobre el dolor que debió haber sentido la Virgen María por la pérdida de su
hijo y nos mueve a acompañarla desde el silencio de nuestro corazón. (Via Matris).

* La celebración de la Vigilia Pascual es esencialmente una larga celebración de la Palabra


de Dios y de oración, que culmina con la Eucaristía. Es la acción litúrgica más importante,
tanto del Triduo pascual como de todo el año. La acción se desarrolla en cuatro partes
bien definidas.

Primero el lucernario o rito de fuego y de la luz. La preparación del cirio pascual, que se
enciende con el fuego nuevo y es llevado en procesión.

Liturgia de la Palabra. El conjunto de los textos proclamados es un repaso a toda la historia


de la salvación. En el canto del Gloria se encienden todas las luces de la iglesia y se echan
al vuelo las campanas. El canto del Aleluya hace su aparición de una manera solemne.

Liturgia Bautismal. Después de la homilía la Iglesia, engendra en este día nuevos hijos en
virtud del Espíritu Santo, se hace la renovación de las promesas bautismales.

Liturgia de la Eucaristía. Tiene un encanto especial como anuncio eficaz de la muerte del
Señor y proclamación gozosa de su Resurrección en la espera de su venida.

Meta del día

Preparar la celebración de la Vigilia Pascual para que el encuentro con el Resucitado nos
lance al testimonio como agentes evangelizadores, que lleven la buena noticia del
Resucitado y así, como los discípulos de Emaús afirmemos: “con razón nuestro corazón
ardía cuando nos explicaba las escrituras” (Lc 24, 32), hoy este ardor será transmido, en la
alegría de sabernos salvados y enviados.

Dinámica

1. En actitud orante y de reflexión, pensemos en las diferentes problemáticas actuales que


hay en nuestra Iglesia y sociedad, reconociendo que cada una de ellas son la causa de la
muerte de Cristo, por lo que vino a salvarnos.

Problemas sociedad actual: https://www.youtube.com/watch?v=gzIDD2wbmzg

2. Ahora tratemos de pensar en el dolor que estas situaciones causan también al corazón
de la Virgen María, pues Cristo nos la ha dado como Madre, y así como la muerte de su
hijo Jesús le ha dolido, le duele también los padecimientos que cada uno de nosotros sus
hijos vivimos en el mundo.

El diario de María: https://www.youtube.com/watch?v=b2yLvl1QL80

3. Comprometernos a vivir este día un silencio interior ofreciéndolo a la Virgen María por
las diferentes problemáticas que hemos descubierto. Haremos nuestro compromiso
poniendo nuestra mano derecha sobre el corazón, y con los ojos cerrados, rezando juntos
el Ave María, expresándole nuestro amor filial y nuestra esperanza en la Resurrección de
su Hijo.
Que los/las jóvenes conozcan el momento de soledad, tristeza y dolor por el que pasó María
después de la muerte de su Hijo, para que sean conscientes de que ellos, desde su ser y
realidad de jóvenes la pueden acompañar y junto con ella acompañar también al hermano.

Opción 1

❖ Por medio de preguntas indagar los conocimientos y experiencias de los jóvenes con
relación a la realidad de dolor, sufrimiento y soledad por la que están pasando tantas
personas.
• ¿Sabes si actualmente hay algunas personas que sufren en soledad
experiencias de dolor?

❖ El ponente comparte una experiencia personal en la que vio como una madre vivió
la muerte de su hijo/a.

Cómo miró a la mamá cuando:


• Sacaron de la casa o de la funeraria a su hijo/a en el féretro.
• En el transcurso de la misa.
• En el panteón durante el entierro.
• De regreso a casa y cuando la familia ya se queda sola.
• En el novenario.
• Cuando van pasando los días, meses, años y…

❖ Reflexionar en base a las siguientes preguntas:

• ¿Qué significaría para esta madre vivir ese momento doloroso acompañada?
• Y ¿Qué significaría para esta madre vivir ese momento doloroso sola?
• De las personas con las que convives ordinariamente ¿Te das cuenta si alguna está
pasando por una situación similar o por cualquier otra situación difícil? ¿Lo viven
solas o acompañadas?
• ¿Quién las puede acompañar?

Opción 2

Realizar dinámica de acompañamiento:


• Organizar al grupo por parejas.
• Dar indicaciones. Por parejas recorrerán el espacio que se les indique, uno se venda
los ojos y el otro lo conduce. (Las reglas del juego serán tomando en cuenta a los
jóvenes que participan, puede ser que no los pueden tocar, los guiarán sólo con su
voz, etc.)
• Se lleva a cabo la actividad, dependiendo del tiempo que utilicen se pueden invertir
los papeles.
• Compartir en plenario formando un círculo: ¿Cómo se sintieron? ¿De qué se dieron
cuenta?...
• Hacer hincapié de la importancia de caminar acompañados y de lo grande que
puede ser acompañar…

Hacer consciencia de cómo María también perdió a su Hijo. Se puede observar el video “El
diario de María” (encontrado en: https://www.youtube.com/watch?v=b2yLvl1QL80)
María también pasó por situaciones de dolor, soledad, tristeza… las vivió acompañada (Jn.
19, 25-26 Junto a la Cruz de Jesús estaban…) y se volvió acompañante en aquel momento
concreto de la historia y hasta hoy en día sigue siendo compañera de camino.

María puede ser compañera de camino porque decidió escuchar a Dios (Lc. 1, 26-38 Hágase
en mí según tu Palabra) y le dijo sí al proyecto de amor que Él tenía para ella, decidió
escucharlo en cada momento de su vida y que su palabra fuera lo que iluminara su caminar
(Mt. 12, 50 Todo el que cumpla la voluntad de mi Padre…) claro que esto le implicó afinar
todos sus sentidos para poder descubrir lo que Dios le decía por medio de las situaciones
que pasaba y por las que pasaba su pueblo, sus hermanos. Empleaba todo lo que estaba a
su alcance para descubrir qué le decía Dios en la vida cotidiana.

Nosotros hoy, estamos llamados a acompañar a ejemplo de María.

En su reciente Exhortación Apostólica el Papa Francisco dedica nada menos que cinco
puntos a un solo tema: El acompañamiento personal de los procesos de crecimiento (La
alegría del Evangelio, nn. 169-173). Podemos leer las enseñanzas del Santo Padre de dos
maneras, no excluyentes entre sí sino complementarias. Por una parte, todos (sacerdotes,
laicos, padres o madres de familia, amigos de nuestros amigos) tendremos ocasión y
muchas veces el deber de acompañar a otros en su proceso de crecimiento. Por otra parte,
todos (sacerdotes y laicos, simplemente cristianos) tenemos la necesidad de ser
acompañados personalmente en nuestro caminar.

«La Iglesia tendrá que iniciar a sus hermanos —sacerdotes, religiosos y laicos— en este “arte
del acompañamiento”, para que todos aprendan siempre a quitarse las sandalias ante la
tierra sagrada del otro (cf. Ex 3,5). Tenemos que darle a nuestro caminar el ritmo sanador
de projimidad, con una mirada respetuosa y llena de compasión pero que al mismo tiempo
sane, libere y aliente a madurar en la vida cristiana», leemos en el n. 169 de la Exhortación
Apostólica del Papa Francisco “Evangelii Gaudium” y en el n. 171: «Más que nunca
necesitamos de hombres y mujeres que, desde su experiencia de acompañamiento,
conozcan los procesos donde campea la prudencia, la capacidad de comprensión, el arte de
esperar, la docilidad al Espíritu, para cuidar entre todos a las ovejas que se nos confían de
los lobos que intentan disgregar el rebaño. Necesitamos ejercitarnos en el arte de escuchar,
que es más que oír. Lo primero, en la comunicación con el otro, es la capacidad del corazón
que hace posible la proximidad, sin la cual no existe un verdadero encuentro espiritual».

Nota: Las etapas de actuar, revisar y celebrar se proponen realizarlas ante Jesús
Eucaristía. El expositor puede adecuarlas teniendo en cuenta la realidad propia del centro
pascua.

❖ Exposición: Canto entraré


https://www.youtube.com/watch?v=1eRchLGrMig
❖ Hacer consciencia de que nos encontramos ante la presencia real de Jesús Eucaristía
y de cómo nos sentimos, sincerarnos de cómo nos encontramos…Ponernos en el
corazón de Dios (Momento dirigido con música instrumental. (Parte 1 del Revisar).
❖ ¿Qué hago cuando me siento triste…y qué cuando veo la tristeza, dolor, necesidad
de las personas con las que me encuentro ordinariamente? (Parte 2 del Revisar).

“Si nos dejamos contagiar por el ejemplo de María, viviremos de manera


concreta la caridad que nos urge a amar a Dios más allá de todo y de
nosotros mismos, a amar a las personas con quienes compartimos la vida
diaria. Y también podremos amar a quien nos resulta poco simpático. Es un
amor que se convierte en servicio y dedicación, especialmente hacia los más
débiles y pobres, que transforma nuestros rostros y nos llena de alegría”

Mensaje del Santo Padre Francisco para la XXXIII Jornada Mundial de la Juventud
(Domingo de Ramos, 25 de marzo de 2018)

❖ Se reúnen en grupos de 3 personas y comparten una experiencia en la que ellos han


vivido momentos de soledad, tristeza, dolor, angustia, etc. y toman en cuenta en el
compartir quiénes estuvieron con él o con ella y lo que significó la presencia de esas
personas. (Puede ser un integrante del grupito o dos si alcanza el tiempo). (Parte 1
del actuar) Hacer ver la necesidad de atención, respeto, interés, empatía, etc. de
quien escucha.

Al terminar el compartir se les pedirá que cierren sus ojos y que vayan respondiendo
en su interior a las siguientes preguntas: ¿Cómo te sientes? ¿Cómo está tu corazón?
¿Es importante darnos la oportunidad de caminar acompañados? ¿Qué
decido/decides hacer para salir de tu estado de confort/conformismo y dejarte
acompañar y acompañar en la vida cotidiana? (Parte 2 del actuar). Plasmarlo en una
huella. Hacer hincapié de la importancia de dejarnos acompañar y poder acompañar
a en lo ordinario de la vida.

Mientras lo plasman dar lectura al siguiente mensaje (música instrumental).

“A María, joven, se le confió una tarea importante, precisamente porque era


joven. Vosotros, jóvenes, tenéis fuerza, atravesáis una fase de la vida en la que
sin duda no faltan las energías. Usad esa fuerza y esas energías para mejorar el
mundo, empezando por la realidad más cercana a vosotros. Deseo que en la
Iglesia se os confíen responsabilidades importantes, que se tenga la valentía de
daros espacio; y vosotros, preparaos para asumir esta responsabilidad”

Mensaje del Santo Padre Francisco para la XXXIII Jornada Mundial de la Juventud
(Domingo de Ramos, 25 de marzo de 2018)

❖ Hay alguien que nos ha acompañado a lo largo del camino, que siempre ha estado
con nosotros y siempre lo estará. En este momento acercar a Jesús Eucaristía a
donde están los jóvenes, que ellos puedan disfrutarlo de cerca (Celebrar) En el
transcurso de este espacio poner cantos que favorezcan el encuentro, para ello
tomar en cuenta la realidad de los jóvenes.

❖ En plenario compartir que significó esta experiencia, los sentimientos que surgieron
al compartir/escuchar y de qué se dieron cuenta.

❖ Concluir con el canto “que alguien se ponga de pie” de Cristóbal Fones SJ


https://www.youtube.com/watch?v=bItifD_Fsp0

❖ Material: Presentación en PowerPoint, una huella de papel por persona, cañón,


computadora, bocina, cantos, música instrumental y pañuelos (Estos si se elige la
actividad dos del ver).
Reconocer la disposición que hay mi corazón frente a la propuesta que Jesús me hace,
seguirlo con alegría a partir de la Resurrección.

A continuación se pretenderá interpelar a los jóvenes mediante una seria de preguntas,


con las cuales nos daremos cuenta del tipo de corazones que encontramos en nuestra
realidad; corazones dispuestos a todo, menos a Dios.

Es increíble cómo un órgano tan pequeño como lo es el corazón, sea tan indispensable e
importante para el buen funcionamiento del cuerpo. Si el corazón deja de latir,
sencillamente nos morimos. Uno puede vivir sin brazos, piernas y ojos; puede faltarte tal
vez un riñón y si el otro funciona, podrás vivir. Pero el corazón es una pieza irremplazable e
insustituible.

Es de vital importancia que guardemos nuestro corazón físico, pero si es tan importante el
corazón físico para la vida; es también igual de importante o aún más, proteger nuestro
corazón interiormente; pensamientos, sentimientos etc., ya que el corazón es el lugar de
donde pueden nacer las guerras, los pecados, las malas acciones y los deseos.

De nuestro corazón aflora la vida. Vida que es nuestra, pero que también compartimos con
otros, por eso debemos cuidar lo que hay dentro del corazón porque será lo que
compartimos y somos.

A lo largo de la historia se han realizado grandes revoluciones buscando la libertad, la


felicidad, pero muchas de ellas han fallado debido a que las verdaderas revoluciones se
hacen desde el interior, ya que un corazón convencido será constante en la lucha de los
verdaderos ideales que trasforman, que hacen revolucionar a la persona con amor desde
su corazón.
Dinámica “Del corazón”

Desde el inicio del tema se tendrá un corazón al centro; se pretende que sea un corazón
grande y que se pueda romper y volver a pegarlo. Puede ser un corazón de unicel, o cada
quien con su imaginación lo puede hacer mejor.

1.- MOMENTO.
Después de terminar las preguntas, se les pedirá que escriban en un pequeño papel
(postits) que previamente se les habrá entregado, las cosas (sentimientos, acciones etc.)
que cada uno considere le afectan para tener un corazón dispuesto a Dios.
Posteriormente irán pasando a pegar en el corazón lo que escribieron.

Preguntas
¿Qué crees que haya en el corazón de una persona que decide asesinar?

¿Qué sentimientos existen en el corazón de alguien que decide suicidarse?

Cuando alguien trata mal a otro, ¿Qué pasará por su corazón?

¿Qué sentimientos tendrá unos jóvenes que solamente esperan el fin de semana para
emborracharse?

¿Tendrá un corazón puro un joven que ve pornografía?

Un joven que engaña a su novia o viceversa, ¿Tendrá un corazón dispuesto a amar a una
sola persona toda la vida?

Alguien que se la pasa perdiendo el tiempo durante su día en las redes sociales. ¿Qué tendrá
en lo profundo de su corazón?

Alguien que consume drogas, ¿Qué sentirá su corazón al consumirlas; remordimiento,


indiferencia, alegría?

En un mundo lleno de guerras por el poder. En un mundo en que lo económico es lo


importante para muchos. En un mundo donde lo pasajero, lo banal, lo que está de moda
etc., es lo que parece la verdadera felicidad. ¿Qué habrá en todos esos corazones?

Hoy en día, en nuestra Diócesis de Aguascalientes, tenemos una generación llamada “los
embarazados”, porque van a misa, o se acercan a Dios “hasta que les nazca”. ¿Qué
consideras que hay en el corazón de estos jóvenes?
Finalmente

¿Qué consideras que hay en tu corazón que no te permite entregarte por completo a Dios?

“Convertir nuestro corazón a Jesús Resucitado”

Cuántos corazones vacíos encontramos en la sociedad, jóvenes llenos de todo menos de


Dios, corazones fríos buscando encenderse con las migajas que el mundo ofrece. Muchas
veces la falta de sentido, de plenitud, de felicidad, es debido a que no se ha tenido un
verdadero encuentro con Jesús, tener un encuentro con él es lo más maravilloso que nos
pudiéramos imaginar, solamente Cristo es capaz de llenarnos el corazón.

Los discípulos llenaron su corazón de Jesús porque vivieron la experiencia de la Pascua del
Señor, traduciéndola posteriormente en su vida cotidiana. En la Biblia encontramos
diferentes ejemplos que nos pueden ayudar a situar nuestro corazón en cuanto a la
disposición positiva o negativa en respuesta a Dios. Los primeros discípulos fueron los
seguidores de Jesús en el camino: los que vieron sus milagros, escucharon sus palabras y
recibieron sus mensajes. Ellos nos enseñan a disponer el corazón para hablar de una
experiencia fundamental y ser testigos del acontecimiento más importante de la historia,
la Resurrección del Señor. Para nosotros jóvenes que hemos vivido estos días la Pascua
Juvenil, ahora será momento de confrontarnos y prepararnos para dar un paso más hacia
Dios, no podemos quedarnos al margen, el Señor necesita jóvenes valientes a ejemplo de
los discípulos que dispusieron su corazón y siguieron a Jesús Resucitado.

Evidentemente de un momento a otro no fue que los discípulos siguieron al Señor, sino
que su corazón se fue disponiendo poco a poco, ellos fueron descubriendo lo que Jesús les
pedía hasta llegar a darse por completo a él. Un elemento fundamental para poder dar
ese paso tan importante en su vida, fue sin duda alguna la resurrección, porque es ante
todo una experiencia de fe, supieron poner su confianza en el Señor, se abandonaron en
sus manos, ya que la resurrección da esperanza, saber que existe una vida más allá en
donde tenemos un lugar que nos espera; un lugar lleno de gozo que no se termina, un
gozo como cuando vamos a tomar un buen café con alguien especial, un gozo como
cuando nuestro equipo favorito anota un gol y lo gritamos fuertemente, un gozo de esos
momentos con los amigos, en fin un gozo mucho mayor porque será estar ante Quien da
las mejores alegrías, Jesús.
Vayamos a los textos bíblicos para que ellos nos muestren los tipos de corazones que
tuvieron algunos personajes y así nos den luz para poder seguir al Señor que quiere entrar
en nuestro corazón.

1. UN CORAZÓN QUE ANUNCIA LO QUE HA VISTO


María Magdalena llegó al sepulcro por segunda vez, cuando ya se habían marchado Pedro
y Juan. Estaba fuera del sepulcro y lloraba. Entonces se le aparecieron dos ángeles que
intentaron consolarla, pero seguía llorando. Después tras ella se apareció el mismo Jesús
resucitado. María le confundió con el jardinero y le dijo que si sabía dónde estaba el
cuerpo de Jesús se lo dijese. Jesús le dijo: "¡María! Ella se vuelve y le dice en arameo
Rabbuní, que quiere decir Maestro” (Jn 20, 16). Después le dice Jesús: “Ve a mis hermanos
y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. María Magdalena
fue a anunciar a los discípulos, he visto al Señor, y las cosas que le dijo” (Jn 20, 17-18).

2. UN CORAZÓN INCRÉDULO
Estando reunidos los diez pues faltaba Tomás sin abrirse las puertas, se apareció ante ellos
en el Cenáculo y les dijo: “La paz sea con vosotros”. Quedaron sobrecogidos y llenos de
miedo, creían ver un espíritu. Pero Él les dijo: ¿Por qué se turban y por qué dudan sus
corazones? Vean mis manos y mis pies. Soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no
tiene carne y huesos, como veis que yo tengo. Como siguiesen incrédulos por la alegría y
admirados, añadió: ¿Tenéis algo que comer? Y ellos le dieron un trozo de pez asado. Él lo
tomó y comió delante de todos (Lc 24, 26-43) San Marcos precisa que les “reprendió por
su incredulidad y dureza de corazón, pues no habían creído a los que le habían visto
resucitado de entre los muertos” (Mc 16, 14).

3. UN CORAZÓN QUE PASA DE LA TRISTEZA A LA ALEGRÍA


Al caer la tarde del domingo en que resucitó Jesús, dos de los discípulos se marchaban a
su aldea, llamada Emaús. Volvían desesperanzados por los acontecimientos de aquellos
días y el triste final de la muerte de Jesús. Jesús se apareció a ellos mientras caminaban,
aunque no le reconocieron. Al caminar, Jesús les interrogó por la causa de su tristeza, y
ellos al contárselo descubrieron también que su fe en Jesús era insuficiente, pues
esperaban un Mesías rey que les librase del yugo de los romanos. Jesús aprovechó sus
palabras para explicarles el sentido de las Escrituras, y que convenía que sucediese de
aquella manera como lo habían anunciado los profetas. Además se los explicó de tal
modo, que después comentaron que les ardía el corazón mientras les explicaba las
Escrituras. Al llegar a la aldea, le invitaron a cenar, y al partir el pan le reconocieron.
Entonces desapareció de su presencia. Ellos volvieron a Jerusalén a contar lo sucedido (Lc
24, 13-35).

4. UN CORAZÓN QUE OBEDECE A JESÚS


Los discípulos obedecieron a Jesús y fueron a Galilea. Encontrándose juntos Simón Pedro,
Tomás, Natanael, Santiago, Juan y otros dos discípulos, salieron a pescar. Aquella noche
no pescaron nada. Al amanecer Jesús se apareció en la orilla estaban como a cien metros y
les dijo: “Muchachos, tenéis algo de comer. Ellos respondieron: No. Entonces él les dijo:
Echad la red hacia la parte derecha y encontraréis. Los discípulos obedecieron, la echaron
y no podían sacarla por la gran cantidad de peces. El discípulo a quien el Señor amaba, dijo
entonces a Pedro: Es el Señor” (Jn 21, 5-7).

5. UN CORAZÓN QUE COMUNICA LA BUENA NUEVA


Los discípulos se reunieron en un monte de Galilea como les había mandado Jesús. Allí el
Señor les dio los últimos consejos, encomendándoles un mandato importante: la obligación
de extender por toda la tierra la Buena Noticia que Cristo había traído a la tierra. Sus
palabras fueron: “Me ha sido dado todo el poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues,
enseñen a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, enseñándoles a observar cuanto yo os he mandado. Yo estaré con ustedes hasta la
consumación de los siglos” (Mt 28, 16-20). Después “alzó sus manos y los bendijo. Y
mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo” (Lc 24, 50-51).
Dinámica “Tipos de corazones”

A continuación se harán 5 equipos, los cuales representarán los 5 tipos de corazones


expuestos anteriormente:
1. UN CORAZÓN QUE ANUNCIA LO QUE HA VISTO
2. UN CORAZÓN INCRÉDULO
3. UN CORAZÓN QUE PASA DE LA TRISTEZA A LA ALEGRÍA
4. UN CORAZÓN QUE OBEDECE A JESÚS
5. UN CORAZÓN QUE COMUNICA LA BUENA NUEVA

Cada equipo tendrá un momento para planear la manera en que representará ahora de
forma actual, es decir, como se vive ese tipo de corazones hoy día, pretendiendo hacer
notar que podemos vivir con un corazón semejante a los que encontramos en las Sagradas
Escrituras. La forma de representar cada tipo de corazón será con mímica, de forma que
cada equipo al hacer su representación, el resto tendrá que identificar qué tipo de corazón
es el que están presentando.
4 elementos para tener dispuesto nuestro corazón a Dios

1. Dejarnos enamorar
Antes que nada debemos dejarnos fascinar por Dios, dejarnos sorprender, vaciarnos de
todo lo malo que hay en nuestro corazón para llenarnos del amor de Dios. Dicen que un
clavo saca a otro clavo, Dios quiere sacar todo lo malo que pudieras tener en tú corazón
para poner lo que más te hace falta para ser feliz. Démosle “chanza” a Dios de que nos
seduzca, déjate enamorar por Dios, repasa todo lo que te ha dado en todo este tiempo y
descubre su amor, no le digas que no, abre tu corazón.

2. Tomarnos un cafecito con Jesús


Así como sales a platicar con los amigos, también platica con Jesús, él es un Amigo que
siempre está dispuesto a escucharte, a guiarte, a motivarte. Cuéntale, chismorréale tus
planes; tus sueños, alegrías, tristezas, proyectos, frustraciones, etc., Jesús es una Persona,
cree en su compañía. Incluso si le has fallado, no importa, siempre estará dispuesto a
darte una nueva oportunidad porque él es compasivo, misericordioso, lento para enojarse
y generoso para perdonar.

3. Siempre adelante
Después de haberte encontrado con Jesús, por favor “ya no vuelvas atrás”, deja los
pretextos, ármate de valor, decídete por Jesús, “no tengas miedo”. ¡Seguir a Jesús es lo
más apasionante que pueda haber! Es momento de dejar atrás lo que te aleja de Dios.
Dios te creó para ser feliz, para tener plenitud de vida, para encontrar la verdad,
solamente en él tendremos vida eterna, porque él es el camino, la Verdad y la Vida.

4. Hablar de Jesús
A Jesús no se le debe esconder y luego sacarlo cuando lo ocupo, a Jesús se le lleva en la vida
diaria, llevarlo al trabajo, al estudio, a las convivencias. Debemos presumirlo no como mera
propaganda, sino como mi verdadera felicidad. Platicar no sólo de la vida de Jesús, sino de
la mía junto a él. Y si aún no tengo un encuentro tan profundo con él, hacerme acompañar
de alguien que ya se ha encontrado con Jesús.
Consecuencias de la pascua en mi vida

La Resurrección de Jesucristo para nosotros los jóvenes, es algo que al igual que a los
discípulos, nos debe cambiar nuestra forma de pensar, de creer, de sentir, y de actuar.
Nos debe tener un corazón dispuesto a Dios. Después de ésta Pascua Juvenil ¿Qué
compromisos me llevo?

“Reto de los 22 días”


En una hoja anota uno o varios compromisos que te propongas hacer a fin de vayas
quitando aquello que no te hace tener un corazón dispuesto a Dios, o también anotar lo
que sí te acerca a él. Comprométete de corazón y realiza tu compromiso por 22 días, y si
llegas a hacer un hábito tu compromiso, síguelo haciendo siempre.

Dinámica “Reparando corazones"

Con esta dinámica se pretende cerrar el tema, para ello se ocupará:

• Silicón frío con brillantina de color amarilla. La idea es que sean varios tubos
pequeños. (El silicón significará la gracias de Dios).
• El corazón que se utilizó en el primer momento (VER).
• Música de fondo.

https://www.youtube.com/watch?v=JfE_0BHJAnU

https://www.youtube.com/watch?v=f5Gp9igysL4
https://www.youtube.com/watch?v=Lp5trbSL0dw

Antes de comenzar con la dinámica, se reunirán nuevamente en círculo como al principio,


con el mismo corazón en el centro (con todo y postits que le habían puesto los jóvenes).
En ese momento otro joven entra y comenzará quitando los posticks y rompiendo el
corazón, diciendo que un corazón lleno de malos sentimientos es mejor tirarlo a la basura
porque no sirve.

En ese momento el expositor del tema dirá a quien rompió el corazón que está muy
equivocado y comenzará a decir la siguiente reflexión:

Cuando los japoneses reparan objetos rotos, enaltecen la zona dañada rellenando las
grietas con oro. Creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve
más hermoso.

El arte tradicional japonés de la reparación de la cerámica rota con un adhesivo fuerte,


rociado, luego, con polvo de oro, se llama Kintsugi. El resultado es que la cerámica no sólo
queda reparada sino que es aún más fuerte que la original. En lugar de tratar de ocultar
los defectos y grietas, estos se acentúan y celebran, ya que ahora se han convertido en la
parte más fuerte de la pieza.

Así es Dios con nuestros corazones, los repara con su gracia, nos quita el pecado cometido
y nos vuelve nuevas creaturas, haciéndonos más fuertes. Quizá muchas veces podemos
caer en pecado y manchar nuestro corazón de malos sentimientos, pero donde abunda el
pecado, sobreabunda la gracia. San Pablo se gloriaba de sus debilidades, porque cuando
se sentía débil, era más fuerte porque sabía que la gracia de Dios es más fuerte que
cualquier pecado humano.
Dios restaura las heridas del corazón para que amemos más y mejor.
Restaurar significa, volver a poner una cosa en el estado en que encontraba antes; pero
Dios va más allá, él es capaz de hacer brillar nuevamente nuestros corazones, su gracia
vuelve a los corazones dispuestos a seguirlo.

A continuación se invitará a restaurar el corazón roto que estaba puesto en el centro.


Indicar que la gracias de Dios es el silicón. El corazón roto puede ser el de cada joven. Se
debe hacer notar que entre todos podemos ayudarnos a tener un corazón dispuesto a
Dios

En este momento se pone música de fondo y se les invita a pasar a restaurar el corazón.

Para finalizar se abrazan todos con el corazón restaurado en el centro, comprometiéndose


a tener CORAZONES DISPUESTOS.
Que el joven descubra en la meditación del evangelio de la vigilia pascual y en algunos
momentos de la acción litúrgica el significado de esta noche: resucitar, significa asemejarse
a Jesús

Se propone que los jóvenes traigan a su memoria las emociones que provoca la noche y la
oscuridad y las cosas que se pueden hacer en la oscuridad. Se puede hacer la dinámica del
cuchicheo, donde los jóvenes dialoguen entre dos las siguientes cuestiones:
• Partimos de la experiencia de estar en la noche, en la oscuridad. ¿
• Cuáles son los sentimientos y emociones? En ciertos contextos se experimenta
miedo, inseguridad, incertidumbre. O en otros, serenidad, silencio o calma.
• ¿Qué cosas son propicias para realizar en la noche? Se puede hacer una fiesta, pero
también algo malo, como un robo, un asesinato. Pero también es el tiempo propicio
para el encuentro de dos que se aman. Puede ser para el descanso, el reposo. Y
también, es el momento donde puede crecer y desarrollar una semilla, una vida.

Vamos a hacer una meditación guiada sobre el Evangelio de la Vigilia Pascual:


Se lee Mc 16, 1-8. Se deja un momento de silencio.

Meditación: Las mujeres va a ungir el cuerpo de Cristo, más aún el cadáver. Pero es
completamente fuera de las costumbres de los hebreos. Los hebreos nunca han ungido un
cadáver, sólo rarísimas ocasiones. Por ejemplo, en 2Cr 16,14 es prácticamente el único
ejemplo donde se unge un rey como muerto.

Entonces estas mujeres van al sepulcro con una fuerte convicción que él era el rey esperado
desde todos los siglos. Que era el rey de su padre David, y no obstante que era un rey
fracasado, era de todas maneras el rey mesiánico esperado. Y, no importado que la
apariencia de Jesús era de muerte, ellas dentro de su corazón sienten el deber de hacerle
un gesto que sólo se le hace a un rey, porque era esperado como mesías.

Llegan al sepulcro lo ven a abierto, surge la pregunta: ¿quién abriría la tumba?... por el
evangelista Mateo sabemos que era un Ángel, en Lucas nos dice que eran dos hombres
«vestidos refulgentes». Ahora podían entrar para ver a Cristo, pero a Cristo como cadáver;
sin embargo, han visto un hombre de blanco. Si tomamos el libro de los colores, en el
Apocalipsis, el blanco es la gloria de Dios. Por tanto, el ambiente de la tumba ha sido
realmente transfigurada, porque no han visto un cadáver, sino que ha visto el color de la
gloria de Dios, y han escuchado el mensaje: «¡No teman!». Ustedes buscan a Jesús de
Nazaret, el Crucificado», este es el título de Cristo, «ha resucitado. No está aquí», si quieren
verificar, aquí está el lugar donde lo pusieron: está vacío. «Vayan ahora a decir a sus
discípulos y a Pedro que él irá antes que ustedes a Galilea; allí lo verán, como él se lo había
dicho».

Este era el mensaje. Es interesante que el mensaje comienza diciendo: «¡No teman! ¡No
tengan miedo!». El miedo es el signo de ser aún esclavo. Podemos recordar al pueblo de
Israel antes de atravesar el Mar Rojo, Moisés tenía que espantar del pueblo el miedo,
porque era totalmente inútil atravesar el Mar Rojo, y, por tanto, permanecer esclavo. Hasta
que no se libera alguien del miedo, no vive libre, permanece esclavo, y, por tanto, no se vive
como hijo. En efecto, el Hijo no tiene miedo, porque tiene al Padre, el Padre lo acompaña.
Volviendo al Evangelio, hay algo extraño después de recibir la fuerza de este mensaje: «¡No
tenga miedo!», ellas salen corriendo llenas de temor y de espanto. Pero aún, ¿Cómo es
posible que se hayan espantado después de ver a un joven así bello y vestido de Blanco, con
un mensaje tan extraordinario? ¿Por qué se asustaron?... Y esto es curioso, quizá ellas
dentro se preguntaban: ¿y si este joven tuviera razón? Y entonces, ¿quién nos defenderá?...
Viene seguramente un silencio largo, las ganas de revancha o de venganza, después de las
ofensas, de los insultos de las humillaciones… y viene la interrogante: ¿Y si este joven
tuviese razón? ¿Y si es verdad que la naturaleza humana sólo se puede salvar si viene
penetrada por un amor que hace de ella un don, que no pide nada para sí, que no toma
venganza, que aún y cuando tiene razón se traga la saliva? Entonces esto para tener miedo,
todavía más es para espantarse, porque todo eso que ha sido escrito en toda la grande
literatura del mundo de como el hombre pequeño se transforma en uno grande y vence, si
este joven tiene razón, todo es falso, tanto que las mujeres se han espantado demasiado.
Nosotros seguramente hemos vivido algo similar: te sucede una cosa terrible, te han herido,
no has podido dormir, tienes ganas de vengarte, y sucede que en la mañana alguien te ve y
te dice: no sirve para nada todo eso, porque se vive muriendo, se vive perdiendo, se obtiene
donando; y tú, obviamente te reusas a pensar así.

Así sucedió con las mujeres, que se han espantado, pensaban en su interior: - y si este joven
tiene razón, que el único camino de pasar, es aquella de amar esta naturaleza que nos ha
sido dada que después del pecado vivimos mal, pero que Dios en Cristo nos da un nueva
posibilidad de penetrarla con el mismo amor que Cristo a experimentado de su Padre,
porque él es el Hijo amado del Padre, entonces, ahora con el mismo amor que ha
experimentado del Padre se dirige a la humanidad que él ha asumido, que ha hecho suya, y
se ha dejado derrotar, vencer, más aún traspasar.

Entonces si esto es así, si es verdad el inicio de la Liturgia de esta noche: el fuego; es


necesario, pues, que el fuego te consuma, sólo así será posible ver la tumba como se verá
en el Evangelio del domingo de Pascua, como el tálamo nupcial que lo preparan los amigos
del esposo. Así será la tumba al final.

Jesús lo había dicho: «Quien quiera salvar la propia vida», (cf. Mc 8,35) es decir, quien tenga
ganas de vivir afirmándose a sí mismo, «arruinará la propia vida», no sólo la perderá, la
arruinará. En Mc 15, 30 se burlan de Jesús diciéndole: «has salvado a tantos, pues ¡sálvate
a tí mismo!». Dentro de cada uno de nosotros está el efecto del pecado, queremos pasar
como si fuéramos dioses, salvándonos a nosotros mismos. Por eso no se puede entender
que él ha venido a perderse a sí mismo, a donarse a sí mismo.

En realidad, encuentra el sentido de su vida en el cumplir la obra de su Padre (Jn 4, 34). Él


ha venido a cumplir sólo eso que ha oído del Padre, y hacer sólo eso que ve en el Padre (cf.
Jn 12, 50), con la finalidad que el hijo se transforme en la gloria del Padre (Jn 8, 54), es decir,
que en Cristo se manifiesta todo eso que se puede conocer del Padre, y todo lo que se puede
conocer del Hijo se concentra en la humanidad, en ese hombre Jesús. Es ahí donde se
encuentran estos dos amores: la fidelidad del Padre y del Hijo, en esta carne de Cristo, así
miserable, humillada como lo hemos visto en la pasión. Es ese del cual se dirá en Colosenses
en el capítulo 1: «es la imagen perfecta de Dios». Él mismo Jesús lo dijo en Jn 14: «Quien
me ve a mí ve al Padre».
Es una utopía lo que pretende Gn, que nosotros, así como somos podamos entrar en el
santuario del Padre. Nuestra vida biológica guiada por nuestro espíritu natural, nos hace
tener estas ganas de afirmarnos, no nos hará llegar a la vida eterna, se arruinará. En cambio,
cuando nuestra naturaleza humana viene vivida como hijo, se asemeja al Hijo (Jesús), y, por
lo tanto, se asemeja al Padre. Esto es asombroso, porque nuestra carne así de frágil, tiene
la capacidad de realizar los gentos, tener los sentimientos, de decir las palabras, de querer
de modo muy semejante al Evangelio, a Cristo: «tengan los mismos sentimientos de Cristo».
Todos nosotros estamos en condiciones, después del bautismo, gracias a la acción del
Espíritu Santo de hacer las cosas que nos asemejan a Cristo.

El Padre Marko Ivan Rupnik escribe: «Puedo decir que soy una copia perfecta de mi papá,
cuando él ha muerto, yo era un joven de 17 años. Después de muchos años que regresé a
mi casa cuando aún había vecinos vivos que conocieron a mi papá, me dijeron: - pero mira
nomás cómo te pareces a tu Padre. La misma facha, el mismo físico, el mismo modo de
hablar, de caminar, el tono de voz. En realidad, me veían a mí, pero cuando uno tiene algo
del otro, está en el otro: «como yo en el Padre, como ustedes en mí» (Jn 14,20). Esto es
nuestra resurrección.

Pensemos en nuestra muerte. Nuestro cuerpo será puesto en una tumba, después de no
existirá nada, ni huesos. Sin embargo, todo eso que en la vida hicimos, en el amor, aquel
amor que nos hace consumir por los demás, que nos hace ser don y no un obstáculo, se
asemejará a Cristo, por lo tanto, estará y existirá en Cristo. Ahora bien, el cuerpo estará
muerto, pero el grano germinará porque llegaremos a ser muy semejantes, en la muerte y
en la gloria de Cristo, esto es el amor Pascual que nos hace llegar poco a poco a la semejanza
del Hijo, donde nuestra humanidad nosotros la reconocemos en el bautismo como aquella
de Cristo, y si nuestros gestos se asemejan a Cristo, entonces entraremos en la memoria de
Dios. Por fin llegaremos a ser semejantes a Cristo.

En las lenguas eslavas el santo, es decir, san Antonio, San Juan, etc., no significa «hecho
santo», sino que significa «semejante al santo», y a María se le dice que es la «más
semejante». ¿Por qué? Porque su carne llegó a ser la de su Hijo, por eso es la más semejante
de todos.
Entonces, esto es nuestra resurrección: «Que nuestra vida se transforma en una memoria
de Cristo, porque hemos entrado en la memoria del Padre». Es lo que sucederá la noche de
la vigilia pascual, se hará la renovación del bautismo, la memoria bautismal: «vivimos en
Cristo». Después veremos en la Eucaristía cómo el pan, natural, cómo nuestra naturaleza
humana entra en el Cuerpo de Cristo, se transforma en cuerpo de Cristo. Esto es justamente
nuestro pan: nuestra vida y nuestra ofrenda. Es justamente así que se cumple nuestra
resurrección.

La última cosa curiosa del Evangelio que estamos meditando es que las mujeres
permanecieron calladas, no decían nada. Es interesante puesto que alguna vez algún
católico decía, casi nadie dice nada de la resurrección… también nosotros callamos.
Creo que nosotros todavía tenemos miedo. Más aún, no hablamos de la resurrección,
porque no hemos hecho la experiencia, nos falta la experiencia de la resurrección, de la
semejanza, de este paso del pan en el cuerpo. Preferimos hablar de los valores, negociables
o no negociables, buenos o no tan buenos, hasta ponemos nuestra escala de valores. Y no
hablamos de este pasaje abierto: ser semejantes a Cristo.

Veamos la última imagen de la liturgia de esta noche: el encendido de las velas y de las
luces. Recuerden como han pasado los hebreos por el mar Rojo: cuando se hizo de noche,
se creía que el sólo entraba en el mar, después en la noche pasa debajo del mar y en la
mañana regresa de nuevo a la otra parte, es decir, al oriente. Los hebreos pasan del
occidente hacia el oriente. Cuando entraron en el mar, que era propiamente al caer el sol,
la columna luminosa se hace hacia atrás, porque ellos preceden al sol, pues entraron antes
que el sol. Ahora el sol entra debajo del mar y los lleva hasta el otro lado. Cuando los
hebreos salen al otro lado, ellos ven el sol, y entonces Moisés dice: «ahora cerramos el
mar». Esto es hermoso, por eso es así de luminosa esta noche porque nosotros tenemos
esta noche a Cristo, el sol de la justicia, que pasa través de nuestra noche, con la finalidad
que nosotros podamos vivir verdaderamente como hijos, ahí donde todos piensan que no
se puede, precisamente ahí, en la oscuridad, en lo subterráneo, en la tumba, donde están
los demonios, las fuerzas oscuras, las bestias de todas las especies. Los cristianos han hecho
el sol el cielo bajo la tierra.

Por lo tanto, esta es una noche grandiosa, donde cada uno sabe donde está la oscuridad.
¡Jóvenes, estén atentos, porque hay detrás de ustedes un grande sol que los empuja a
seguir adelante, porque tenemos un amor tan grande en nuestros hombros que nos
empuja!
Por todo esto, esta noche cantamos:
Ésta es la noche
en que sacaste de Egipto
a los israelitas, nuestros padres,
y los hiciste pasar a pie el mar Rojo.

Ésta es la noche
en que la columna de fuego
esclareció las tinieblas del pecado.

Ésta es la noche
en que, por toda la tierra,
los que confiesan su fe en Cristo
son arrancados de los vicios del mundo
y de la oscuridad del pecado,
son restituidos a la gracia
y son agregados a los santos.

Ésta es la noche
en que, rotas las cadenas de la muerte,
Cristo asciende victorioso del abismo.
¿De qué nos serviría haber nacido
si no hubiéramos sido rescatados?

¡Que noche tan dichosa


en que se une el cielo con la tierra,
lo humano y lo divino!

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