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T-6 (Cap.

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APRENDIZAJE DE HABILIDADES TÉCNICAS

El aprendizaje de habilidades físicas incluiría la realización de movimientos corporales


concretos no específicos de un deporte, mientras que las habilidades técnicas se refieren a las
destrezas específicas de cada especialidad deportiva.
Sin embargo, tanto las habilidades físicas como las técnicas requieren unos movimientos
precisos y una intensidad apropiadas que determinan la calidad de su ejecución y que pueden
considerarse aspectos técnicos. Por ello muchos especialistas hablan de habilidades técnicas
refiriéndose a cualquier habilidad común o específica que implique la realización de
movimientos corporales concretos involucrados en el rendimiento.
Estas ejecuciones incluyen dos componentes: unos movimientos corporales y un esfuerzo que
regula la intensidad de esos movimientos y el aprendizaje puede dirigirse a uno u otro. El
capítulo se divide en dos bloques: uno dedicado al aprendizaje de movimientos técnicos
específicos y otro al aprendizaje de conductas de esfuerzo.

5.1.- Aprendizaje de movimientos técnicos específicos:


El aprendizaje de movimientos técnicos implica incorporar conductas más o menos
complejas, precisas y que se irán perfeccionando a lo largo de la carrera del deportista,
incluyendo muchas veces la sustitución de movimientos habituales por otros más eficaces.
Veremos dos tipos de programa para el aprendizaje de movimientos técnicos específicos:

5.1.1.- Programas que acentúan la utilización de la atención externa.


Destaca el programa de los cinco pasos de Singer para la adquisición y perfeccionamiento
de habilidades cerradas que incluye cinco pasos:
1. Prepararse para actuar: autorregulación del nivel de activación y conductas
preparatorias rutinarias.
2. Ensayar en imaginación la conducta a ejecutar justo antes de llevarla a cabo.
3. Centrar la atención intensamente en algún estímulo antecedente concreto, externo al
deportista, que se considere relevante.
4. Una vez listo para la acción, ejecutar la acción con decisión, sin pensar en los
movimientos que forman parte de la ejecución o el resultado de ésta.
5. Si es posible, evaluar la ejecución mediante feedback y realizar los ajustes oportunos
para la siguiente ejecución.
En este programa se combina la atención consciente antes de la ejecución con la atención
automática durante la propia ejecución. Según Singer, esta combinación es muy eficaz para
mejorar la precisión de la ejecución.

Zimmerman y Kitsantas en otro estudio sobre lanzadores de dardos observaron que mejoraba
la precisión cuando se seguía una rutina en el lanzamiento previamente acordada y que
incluía la atención a estímulos externos antecedentes. La secuencia de conductas incluía tres
pasos: mirar la diana, lanzar y seguir el lanzamiento. Este proceso resultaba efectivo según
los autores por dos motivos:
1. El control atencional que se consigue.
2. El aumento de la percepción de autoeficacia por dos vías:
a. El control que proporciona dominar un método para ejecutar la tarea.
b. Las atribuciones que suelen acompañar a las experiencias de rendimiento,
cuando la atención se centra en el proceso y no en el resultado.

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Zimmerman afirma que al centrarse en el proceso, los posibles malos resultados se atribuyen
a una estrategia de ejecución deficiente que puede mejorarse y no a una falta de recursos
personales, más difíciles de adquirir.

Comentario crítico:
Los trabajos mencionados acentúan el que los deportistas deben centrar su atención hacia
estímulos antecedentes concretos y externos en el momento de la ejecución, sin embargo sus
trabajos se han referido sólo a la ejecución de habilidades sencillas. Sin embargo, cuando se
trata de habilidades más complejas, suele ser necesario que los deportistas previamente
practiquen los movimientos de manera consciente centrando la atención en su propia
ejecución, en sensaciones corporales asociadas.
Para este tipo de habilidades más complejas se debe emplear una atención interna que
inicialmente les ayude a ejecutar el movimiento.
Esto no desestima las aportaciones de Singer o Zimmerman, puede ser interesante que, tras un
aprendizaje básico del movimiento (con atención interna), los deportistas pueden aprender la
secuencia de funcionamiento automático.
En los casos de perfeccionamiento de habilidades consolidadas también es necesaria una
atención consciente a las respuestas internas que constituyen o se asocian al movimiento a
modificar.

5.1.2.- Intervención progresiva para el aprendizaje de habilidades complejas:


La intervención para el aprendizaje de habilidades complejas se sitúa en la línea de atender
primero a sensaciones internas y progresivamente pasar a una atención externa. Veamos los
pasos:

Planteamiento inicial:
1. Debe decidirse si abordar el aprendizaje de la conducta-objetivo final desde el
principio o fraccionarla en segmentos más simples y usar técnicas como el moldeado
y el encadenamiento.
2. Explicar al deportista el objetivo del ejercicio instándolo a dirigir la atención a sus
movimientos y sensaciones y no a lo que sucede alrededor.

Modelado:
El entrenador puede actuar de modelo para mostrar el movimiento correcto y el movimiento a
modificar para que observe la diferencia entre ambos.

Identificación del movimiento correcto con palabras clave:


Designar una o dos palabras clave para identificar el movimiento correcto (p.ej. “codo
dentro”) que puedan ser usadas también a modo de autoinstrucciones por el deportista.

Control de estímulos:
1. Deben eliminarse todos los estímulos externos que puedan ser interferentes.
2. Deben eliminarse los estímulos internos que desvíen la atención o le obliguen a
repartirla. La atención debe ser reducida inicialmente y ampliarla progresivamente.
3. Las instrucciones del entrenador deben centrarse en el objetivo del ejercicio sin
distraer al deportista con otras cuestiones.

Identificación de sensaciones corporales discriminativas:


Inicialmente se aconseja trabajar a cámara lenta la conducta habitual a sustituir y la conducta
alternativa, fijándose en las sensaciones corporales de cada una. Con la ejecución de la

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alternativa puede autoinstruirse con las palabras clave de modo que estas sensaciones se
conviertan en un indicador discriminativo que proporcionen feedback inmediato sobre su
ejecución.
Para que el entrenador perciba si el deportista discrimina bien entre las conductas, puede
pedirle que cuando ejecute la alternativa diga “bien¡” y si ejecuta la habitual diga “mal¡”. Si
observa errores puede preguntarle “tú crees?” e indicarle “fíjate bien la próxima vez” para
que el deportista centre su atención en las sensaciones correspondientes.

Reforzamiento social:
Es conveniente reforzar la ejecución de la conducta con comentarios positivos (“bien”, “eso
es”) inicialmente en cada ejecución y después intermitente.

Práctica en imaginación:
Es importante que ,al realizar la práctica en imaginación como complemento a la real, el
deportista se repita las palabras clave antes de la ejecución y que perciba la sensación
corporal percibida como indicador.
Inicialmente se realiza la práctica real a “cámara lenta” identificando estas sensaciones y
después a velocidad normal, pero en los casos en que no es posible hacer el ejercicio a
“cámara lenta”, la práctica en imaginación cobra más importancia pues es la única vía para
regular la velocidad de ejecución.

Incorporación progresiva de estímulos externos:


A medida que el deportista domine la ejecución del movimiento, se pueden introducir otros
estímulos frecuentes en el ambiente en que se ejecutará la conducta pero siempre
manteniendo la repetición de la palabra y atendiendo a la sensación corporal dado que es un
momento crítico en el que puede volver a actuar automáticamente utilizando su conducta
habitual. Aquí será también importante una buena conducta del entrenador con preguntas
sobre su ejecución o reforzándolo. También puede resultar interesante introducir
autoregistros.
Cuando se observe un dominio adecuado de la habilidad, puede pasarse a una siguiente fase
alternando la atención interna y la externa o usar procedimientos como el de Singer o el de
Zimmerman. También pueden emplearse programas de economía de fichas.
Progresivamente, el deportista debe centrar su atención en aspectos externos ya centrados en
la decisión de ejecutar el nuevo movimiento con prácticas en situaciones ambientales
naturales.

Sesiones periódicas utilizando la atención interna:


Durante el proceso de consolidación puede ser recomendable realizar periódicamente
ejercicios volviendo a usar la atención interna a los detalles de la ejecución y, sobre todo, a las
sensaciones corporales asociadas.

Cuestiones fundamentales de la intervención:


1. Es trascendente el papel que desempeña la atención interna en una primera fase de la
intervención.
2. La incorporación de la estimulación externa es un momento crítico, es necesario
mantener la atención interna en esta fase durante un primer momento.
3. Es conveniente trabajar, en una fase intermedia, alternando atención interna y atención
externa.

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4. Es importante incorporar progresivamente estímulos externos del ambiente natural en
que debe realizarse la conducta adaptando la dificultad del ejercicio al grado de
consolidación de la conducta.
5. Durante las distintas fases de la intervención es posible incorporar diferentes
estrategias psicológicas.

5.1.3.- Es un ejemplo de aplicación de lo anterior. Leer, pero no añade nada nuevo.

5.2.- Aprendizaje de conductas de esfuerzo:


Estas conductas se refieren a la intensidad que el deportista debe emplear para ejecutar los
movimientos corporales cuya técnica específica domina o las acciones que requieren poca o
nula habilidad técnica y se basan en la intensidad del esfuerzo.
En ocasiones el aprendizaje de la técnica lleva emparejado el aprendizaje del esfuerzo
necesario para realizarla pero en otras ocasiones no es así. En estas ocasiones el
entrenamiento deportivo también debe contribuir a la adquisición y perfeccionamiento de
conductas de esfuerzo que sean beneficiosas y la eliminación y sustitución de otras que, por
exceso cualitativo o cuantitativo, resulten perjudiciales (conductas impulsivas o agresivas o
esfuerzos inútiles), pudiendo usarse para ello las estrategias psicológicas vistas en el capítulo
anterior y adaptadas al contexto particular de estas conductas.

5.2.1.- Definición y evaluación de las conductas de esfuerzo:


Al intentar definir y evaluar una conducta de esfuerzo debe delimitarse una intensidad y en el
segundo debe contemplarse la precisión de unos movimientos y, a veces, también su
intensidad.
En el caso de la intensidad, la definición operativa de la conducta-objetivo es importante ya
que su ausencia se propician interpretaciones variadas y confusas (“tienes que ser más
agresivo!” “¿porqué no has luchado?” qué significan?). Es difícil el aprendizaje de
conductas-objetivo que no han sido bien definidas y cuantificadas, pudiendo provocar en el
deportista un estresante estado de indefensión.
En el caso de la precisión de los movimientos la evaluación es más fácil pues basta con
concretar los movimientos específicos que delimitan cada conducta aunque también es
frecuente trabajar con conceptos ambiguos.

Estrategias para definir y cuantificar la intensidad:


1. Modelado de la conducta objetivo: Observar un modelo que ejecute la conducta con una
determinada intensidad.
2. Ensayos de la conducta a diferentes niveles de intensidad: Tras observar el modelo, el
deportista puede ensayar la conducta a la intensidad deseada y a otras dos (uno superior
y otro inferior) que le ayuden a discriminar la intensidad apropiada.
3. Obtención de feedback: Es interesante, durante los ensayos, que el deportista obtenga un
feedback de sus sensaciones asociadas a la intensidad correcta y un feedback verbal del
entrenador.
4. Autoevaluación del entrenador: El deportista puede evaluar sus ejecuciones con una
escala subjetiva (de 1 a 10) discriminando así cada intensidad.
5. Observación de los propios ensayos: Los ensayos a diferentes intensidades pueden ser
grabados en vídeo y observados por entrenador y deportista para obtener feedback.
6. Acuerdo sobre la conducta-objetivo: Deportista y entrenador deben llegar a un acuerdo
sobre la conducta-objetivo que incluya que los dos reconozcan la misma conducta y la
denominen de la misma forma, que se puedan comunicar con un lenguaje común.

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Si se trata únicamente de la intensidad, es conveniente que el entrenador use siempre la
misma palabra para evitar confusiones. El acuerdo entre ambos sobre la conducta-objetivo
puede ser mejor si el deprotista hace partícipe a su entrenador de la cuantificación subjetiva
que asigna a cada intensidad de forma que el entrenador en el futuro pueda hacerle
indicaciones del tipo “intensidad 8” o preguntas como “¿qué intensidad has usado?”. Este tipo
de valoraciones son intra-sujeto, pero que las conozca el entrenador puede ser de gran ayuda a
la comunicación entre ambos.

Analisis funcional de la conducta de esfuerzo:


La evaluación no debe quedarse en definirla y cuantificarla sino extenderse a la comprensión
de sus relaciones funcionales con circunstancias antecedentes y consecuencias.
En el caso de la intensidad es importante concrtar los estímulos antecedentes en presencia de
los cuales es necesario un determinado nivel de intensidad. Cuando se observen déficits o
excesos, el análisis funcional permitirá determinar las circunstancias concretas en que debe
producirse el ajuste, los estímulos presentes cuando se observan los desfases e intensidad y
decidir si el aprendizaje debe realizarse respecto a todos ellos o sólo en algunos casos.
Respecto a los movimientos que caracterizan las conductas basadas en el esfuerzo, si están
ausentes y se pretende que se adquieran, tienen que delimitarse con precisión los estímulos
antecedentes convenientes. Si se trata de movimientos habituales a eliminar, debe observarse
la relación funcional existente y decidir ante qué estímulos concretos debe producirse la
eliminación.
El análisis funcional debe completarse observando la relación entre las conductas de esfuerzo
y sus consecuencias, sobre todo en los casos de las conductas que deben modificarse. En el
caso que las consecuencias sean gratificantes para el deportista el cambio de las conductas de
esfuerzo es más complicado y el programa de intervención tendrá que debilitar la relación de
contingencia gratificante y propiciar, mediante un programa de reforzamiento, una relación de
contingencia beneficiosa entre la conducta alternativa a implantar y las consecuencias de ésta.

Activación y conductas de esfuerzo:


Los déficits y escesos de esfuerzo pueden estar influidos por el nivel de activación general del
deportista. La activación depende de variables psicológicas complejas como la motivación, el
estrés y la autoconfianza e inciden en el rendimiento del deportista tanto mental (su conducta
atencional y procesos de toma de decisiones y procesamiento de la información) como físico
(tensión muscular, movilización de energía y coordinación motriz).
Cada deportista tiene un nivel de activación óptimo que varía en función de la tarea a realizar.
El nivel óptimo será el que favorezca el mejor rendimiento mental y físico del deportista.
Respecto a las conductas de esfuerzo, el nivel de activación óptimo facilita que los deportistas
las ejecuten con la precisión e intensidad apropiadas, siempre que dominen esa ejecución.
Ejecutar una conducta con una intensidad determinada puede ayudar al deportista a regular su
nivel de activación y viceversa, ejecutarla conun nivel de activación puede ayudar a regular la
intensidad. Por ello la evaluación deberá tederminar si la cuestión central del problema es el
nivel de activación, la intensidad aplicada a la conducta o ambas.

5.2.2 y 5.2.3 son dos ejemplos de aplicación de lo anterior. Leer, pero no añaden nada nuevo.

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