El hincapié en el manejo de habilidades y destrezas especificas como dominio de evaluación

tiene una relación directa con una tendencia importante y relativamente reciente denominada
educación especial “no-categórica” (Hallahan y Kauffman, 1981). Esta tendencia resulta de
particular interés puesto que apunta hacia la creación de nuevas rutas en la evaluación e
intervención psicoeducativa. Los seguidores de esta tendencia proponen que se desechen las
etiquetas o clasificaciones con las cuales se ha catalogado a los individuos diferentes. Las
etiquetas representan problemas tales como: prestar más atención a la etiqueta que al
individuo, propiciar el rechazo social, inspirar las actitudes de sobreprotección por parte de los
padres, e incluso sirven como justificación de no realizar todos los esfuerzos posibles para
ayudar a una persona a superar una serie de dificultades.

La educación especial no-categórica le da importancia al análisis de compotamientos

específicos, al localizar a nivel de repertorios características comunes entre niños. Dos niños
considerados personas con un autismo moderado no siempre tienen las mismas necesidades
educativas ni tampoco habilidades o dificultades iguales. El análisis de los aspectos comunes
en términos de comportamientos particulares permite una agrupación más racional de los
niños y en consecuencia un mejor aprovechamiento de los recursos, asi como una mayor
eficacia de las estrategias instruccionales.

Al respecto de instrumentos que hacen hincapié en la determinación de destrezas y

habilidades, Douccette y Freedman (1980), realizan una de las revisiones más exhaustivas. Los
autores concluyen que los instrumentos más completos y de mayor utilidad son aquellos que
poseen características tales como el uso de términos objetivos y que posibilitan la medición
directa de las conductas involucradas en las áreas de dominio. Señalan además que los
instrumentos de mayor eficacia han resultado ser aquellos que permiten utilizar contenidos
evaluativos como base para la instrucción.