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CÉSAR CANSINO

Esteban Krotz, La otredad cultural entre máticas del autor desde hace varios años,
utopía y ciencia. Un estudio sobre el encontrará una propuesta sólida para repen-
origen, el desarrollo y la reorientación de la sar la antropología en la actualidad a partir
antropología, México, Fondo de Cultura de reconsiderar como parte de la pregunta
Económica/Universidad Autónoma antropológica un asunto que ha carecido
Metropolitana-Iztapalapa, 2002. hasta ahora, a excepción de los trabajos del
propio autor y de uno que otro antropólogo
¿ Es la antropología, en la actualidad, una contracorriente, del estatuto empírico o de
disciplina científica en crisis?, ¿qué tan cientí- las simpatías de los especialistas como para
fica es la antropología?, ¿qué asuntos dejó figurar en el cuerpo central de los asuntos
esta disciplina en el camino en el momento antropológicos: me refiero a la utopía, con-
de abrazar el canon científico a partir del si- siderada como forma específica de análisis
glo XIX?, ¿acaso aquellos tópicos que aban- social y que como tal contiene y aporta un
donó por ser empíricamente inconsistentes conocimiento invaluable de los fenómenos
o indemostrables, como el tema de la utopía, sociales, acerca del ser humano como ser so-
carecen de valor para explicar el fenómeno cial: el hombre-en-sociedad.
cultural?, ¿puede la antropología retomar al- En sentido estricto, Krotz no se propone
gunos de estos temas para enriquecer su bús- exponer un estado del arte de la antropología,
queda sin renunciar al rigor y a la cientificidad? aunque quien lee el libro contará con un pa-
Estas son tan solo algunas de las muchas norama muy completo y documentado del
preguntas que brotan a lo largo de las cerca pasado y el presente de esta ciencia; se propo-
de quinientas páginas que componen el libro ne más bien hacer una reflexión de la antro-
de Esteban Krotz, La otredad cultural entre pología desde dentro de la misma, apoyado en
utopía y ciencia. Se trata de una obra erudita, consideraciones metacientíficas que entienden
muy bien armada en su argumentación, qui- a la ciencia en sí misma como un fenómeno
zá muy especializada, en tanto se orienta, en cultural, lo que supone observar aspectos
primer lugar, a los cultores de la antropolo- muchas veces soslayados cuando los científi-
gía con el ánimo de alentar un debate, sin cos hablan de su quehacer o los filósofos ha-
duda necesario, en el seno de esta disciplina, cen filosofía de la ciencia, tales como las
pero suficientemente versátil y sugerente instituciones, las biografías, las obras, los re-
como para interesar a muchos públicos, so- ferentes simbólicos, las creencias dominantes,
bre todo a quienes nos ocupamos de temas las tradiciones, etcétera. De ahí el salto al tema
culturales en cualquiera de sus formas y ex- más específico del libro es inevitable, pues una
presiones. categoría central del fenómeno cultural es pre-
Quien se aproxime a esta obra excepcio- cisamente el de la otredad o la alteridad, que es
nal, síntesis madura de varias obsesiones te- inherente al contacto entre culturas.

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Reseña

Huelga decir que el tema de la otredad ha bito de las ciencias constituidas, no sólo no
sido analizado desde muchos puntos de vista: hace justicia a otras formas posibles de expe-
el filosófico, el sociológico, el antropológico, el rimentar la otredad, como la utopía, sino que
jurídico, el histórico, etcétera. La producción también termina perdiendo una fuente de co-
intelectual respecto de este tema es inconteni- nocimientos y saberes sumamente valiosa.
ble. A Krotz le interesa, en particular, el asun- Así, la propuesta de Krotz es tender puentes,
to de la otredad cultural en el campo de la mediante la categoría de otredad, entre la
antropología y desde el inicio perfila su argu- antropología y la utopía para caminar hacia
mento central. Antes de que la antropología una antropología cultural empírica.
se constituyera como ciencia, la pregunta en Obviamente, por ser un proyecto tan am-
torno a la otredad estaba contenida en el pen- bicioso, el autor debía emprender un largo
samiento utópico; es decir, la utopía, contra- recorrido para documentar la importancia de
riamente al lugar común que erigió al respecto la otredad como pregunta antropológica im-
la antropología científica, era mucho más que plícita ya desde el pensamiento utópico. Y en
una mera elucubración sin contacto con la este andar, Krotz nos regala un estudio sor-
realidad, una ficción absurda o una perorata prendente tanto de historia intelectual como
literaria, era una forma específica de análisis de sociología de la cultura y de antropología
de los fenómenos sociales que contiene mu- o etnoantropología, para ser precisos, acerca
chas claves para entender el fenómeno cultu- de la evolución de la pregunta por la otredad
ral. En la base de la construcción mental de desde el pensamiento utópico hasta nuestros
mundos mejores o distintos siempre subyacía días. Pero, ¿por qué la otredad como catego-
la pregunta por la otredad, por el otro o los ría central? La respuesta es contundente. Por-
otros, resultado de los contactos de Europa que la historia del mundo es una historia de
con otras culturas a lo largo de su desarrollo, contactos entre culturas, y la experiencia de
lo cual sugiere conceder a la otredad cultural la extrañeza, del asombro respecto de lo des-
contenida en el pensamiento utópico, de la conocido, o lo nuevo o lo otro es inherente a
utopía en general, un valor heurístico inhe- los pueblos, y por ello, también una perspec-
rente que suele soslayarse o ignorarse. Medir tiva útil para captar lo humano. La otredad
o interpretar, como intenta la antropología en el pensamiento utópico es lo que se desea
científica, todos los encuentros culturales e y que no se tiene, es una expresión de insatis-
intercambios simbólicos entre mundos diver- facción con lo cotidiano y de confianza en
sos con categorías construidas post factum y que puede haber algo mejor, es un referente y
asumidas como universales por su pertinen- una construcción mental más que una elucu-
cia empírica o explicativa, como los de barba- bración fantasiosa plenamente arraigada en
rie y civilización, o por criterios evolucionistas la realidad, al menos más de lo que suele acep-
igualmente rigurosos y aceptados en el ám- tarse, y en ese sentido, pese a que las utopías

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CÉSAR CANSINO

han sido históricamente poco exitosas desde nos requiere, nos arroja una responsabili-
el punto de vista de su realización, expresan dad que no deseamos. Bastante tenemos con
conocimientos imprescindibles acerca de los soportarnos a nosotros mismos como para
fenómenos sociales y culturales que la antro- tener que responder siempre a la miseria del
pología no debería desdeñar. otro. Pero el otro aquí juega un doble papel:
Hasta aquí, la propuesta y la apuesta con- es el infierno sin dejar de ser la salvación. En
tenida en este libro tan inteligente como ame- efecto, la salvación de poder salir de noso-
no. Una apuesta que en lo personal suscribo tros mismos, del ahí al que hace referencia
con entusiasmo. Creo que el libro de Krotz Levinas cuando uno se encuentra solo en la
está llamado a generar un debate muy cons- oscuridad y lo único que queda es el mur-
tructivo y saludable en la antropología con- mullo del ser, dejándonos en un estado de
temporánea. Por ello, no tengo críticas horror, con el tedio de tener que existir. El
mayores que hacer ni al argumento central otro es el que nos descarga de nuestra propia
ni al tratamiento, si acaso una extrañeza por carga, nos desvía y nos pierde; es una salida.
no ver en el libro referencias al debate que Sin el otro moriríamos de asfixia.
sobre este mismo tema se ha dado en el cam- Basta esta breve disquisición como ejem-
po de la filosofía, y que podían ilustrar no plo de lo mucho que se juega en la alteridad,
sólo la complejidad del tópico sino también algo demasiado serio como para dejárselo
que las controversias que suscita no son ex- solamente a los científicos duros y puros. ¿No
clusivas de la antropología. Pienso, princi- creen?
palmente, en los trabajos de Emmanuel
Levinas, quien es un referente obligado en CÉSAR CANSINO*
esta discusión, por cuanto coloca al otro no
sólo como un referente de identidad del yo, o
un referente para proyectarnos hacia fuera
desde nuestro yo, sino una responsabilidad D.R. © César Cansino, México D.F., enero-
ética. La alteridad es un abismo infranquea- junio, 2005.
ble; emboscada en la distancia jamás la po-
demos asir. Es la perfecta objetivación del
objeto del deseo, la eterna ausencia; esa au- • • • • •
sencia siempre presente que nos seduce y nos
desvía de nuestro supuesto trayecto original,
es decir, de nosotros mismos.
Ahora bien, ¿por qué para algunos pen-
sadores “el infierno son los otros”?, simple-
mente porque el otro, como señala Levinas, * cansino@cepcom.com.mx

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