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Profesor
Rubiel Antonio Gallo
Por otro lado, si bien es cierto que el sacrificio de Cristo en la cruz es lo que
permite que mis pecados puedan ser perdonados, no es menos cierto que la cruz
todavía estaba incompleta. De hecho, el apóstol Pablo nos dice en 1 de Corintios
15:13, “Y si no hay resurrección de muertos, entonces ni siquiera Cristo ha
resucitado; y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y
vana también vuestra fe”. ¿Por qué dice Pablo que vana es nuestra predicación?
Por un lado, ellos estaban predicando que Cristo había resucitado, pero por otro
lado ellos estaban predicando que las promesas que Cristo había hecho serían
cumplidas. La evidencia de esto es que Él tuvo el poder de volver de la muerte a la
vida y dejar la tumba vacía.(Nuñez-28 marzo)
Las cartas de san Pablo a los Colosenses y a los Efesios en sus himnos
cristológicos cuando hablan del cuerpo cósmico de Cristo indican que su cuerpo
transformado es también el lugar en el que los hombres entran en comunión con
Dios y entre ellos, participando así de una vida indestructible.
El hombre está llamado a una plenitud de vida que va más allá de las dimensiones
de su existencia terrena, ya que consiste en la participación de la vida misma de
Dios. Lo sublime de esta vocación sobrenatural manifiesta la grandeza y el valor
de la vida humana incluso en su fase temporal. En efecto, la vida en el tiempo es
condición básica, momento inicial y parte integrante de todo el proceso unitario de
la vida humana. Un proceso que, inesperada e inmerecidamente, es iluminado por
la promesa y renovado por el don de la vida divina, que alcanzará su plena
realización en la eternidad (cf. 1 Jn 3 , 1-2). Al mismo tiempo, esta llamada
sobrenatural subraya precisamente el carácter relativo de la vida terrena del
hombre y de la mujer. En verdad, esa no es realidad « última », sino « penúltima »;
ue se nos confía para que la custodiemos con sentido de
es realidad sagrada, q
responsabilidad y la llevemos a perfección en el amor y en el don de nosotros
mismos a Dios y a los hermanos.
La Iglesia sabe que este Evangelio de la vida, recibido de su Señor1, tiene un eco
profundo y persuasivo en el corazón de cada persona, creyente e incluso no
creyente, porque, superando infinitamente sus expectativas, se ajusta a ella de
modo sorprendente. Todo hombre abierto sinceramente a la verdad y al bien, aun
entre dificultades e incertidumbres, con la luz de la razón y no sin el influjo secreto
de la gracia, puede llegar a descubrir en la ley natural escrita en su corazón (cf.
Rm 2, 14-15) el valor sagrado de la vida humana desde su inicio hasta su término,
y afirmar el derecho de cada ser humano a ver respetado totalmente este bien
primario suyo. En el reconocimiento de este derecho se fundamenta la convivencia
humana y la misma comunidad política.
En América Latina vivimos en el último cuarto del siglo pasado el fin de las
dictaduras militares y gobiernos totalitarios de tipo populista, para dar paso a la
formación de regímenes democráticos con más o menos desarrollo y
consolidación, pero finalmente de inspiración demócrata.
7. Bibliografía
➔ https://www.revistaecclesia.com/la-resurreccion-de-jesus-y-nue
stra-resurreccion-nueva-reflexion-2014/
➔ http://integridadysabiduria.org/la-importancia-de-la-resurreccion
-de-jesus/
➔ Benedicto XVI. (2009). Jesús de Nazareth. (Tomo II). Madrid:
Planeta.
➔ Van Breemen, Piet. (1996). Como pan que se parte. Santander: Sal
Terrae.
➔ http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0041-86
332013000100002
➔ http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_j
p-ii_enc_25031995_evangelium-vitae.html