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es un concepto propuesto por el sociólogo francés Alain Touraine para denominar el fin del
modelo racionalista de la Ilustración.
Touraine denomina «desmodernización» a la disociación de los dos universos, el de
la racionalidad (producción, técnicas, mercados) y el de la libertad individual (alma, cultura,
identidad). Los procesos de racionalización e individualización funcionaban articulados por
el Estado de Derecho liberal. Como éste va perdiendo fuerza, debilitándose, los procesos
no trabajan coordinadamente.
La desmodernización se define, pues, por la disociación de la economía y las culturas y por
la degradación de la una y de las otras. Sus dos aspectos principales son la
«desinstitucionalización» y la «desocialización». Las instituciones, como la familia o
la escuela, están perdiendo su estructura clásica y comienzan a desaparecer normas y
valores sociales.
Touraine prefiere hablar de «desmodernización», en lugar de «post-modernismo».
Touraine nos da cuenta de la separación de cultura y economía, y la disociación de mundo
instrumental y mundo simbólico. Estas rupturas se dan también en un contexto
contradictorio: globalización por la comunicación y las redes globales de producción, por un
lado; y el regreso de la comunidad. Nos dice, “lo que denominábamos política, la gestión
de los asuntos de la ciudad o la nación se desintegró de la misma manera que el yo
individual. Gobernar un país consiste en que su organización económica y social sea
compatible con las exigencias del sistema económico internacional, en tanto las normas
sociales se debilitan y las instituciones se vuelven cada vez más modestas”. La política de
los estados se orienta al mundo global, y los ciudadanos centran su atención en la vida
privada, que también se mueve en un perenne conflicto entre los valores del consumo
mundial y los propios de la cultura de origen. Una economía globalizada frente a culturas
particulares, “la disociación entre la economía y las culturas [tiene como consecuencia] el
debilitamiento de todas las mediaciones sociales y políticas”. A este proceso, Alain le llama
“desocialización”.
Touraine apuesta hacia el camino donde los actores (individuales y colectivos) logren
generar la producción de sí-mismos (que se resiste al desmembramiento), y a esta acción
le llama ‘sujeto’. Y en esa auto-producción sienta la estrategia para la libertad amenazada
tanto por la globalización, como por las comunidades tradicionales. Este ‘sujeto’ se
construye en ámbito de la vida personal como del movimiento social. Alain Touraine se
pregunta “¿cómo podemos vivir juntos en una sociedad cada vez más dividida entre redes
que nos instrumentalizan y comunidades que nos encierran e impiden que nos
comuniquemos con otros?”. Y la solución práctica la ve por aquello que denomina ‘la
política del sujeto’, que es algo así como la creación de instituciones que permitan a los
actores convertirse en sujetos.
Adela Cortina,
Quienes producen verdadera fobia no son tanto los extranjeros o las gentes de una raza
diferente como los pobres. Los extranjeros con medios no producen rechazo, sino todo lo
contrario, porque se espera de ellos que aporten ingresos y se les recibe con entusiasmo.
Los que inspiran desprecio son los pobres, los que parece que no pueden ofrecer nada
bueno, bien sean emigrantes o refugiados políticos.
Y sin embargo no existe un nombre para una realidad social que es innegable. Ante tal
situación, Adela Cortina buscó en el léxico griego la palabra «pobre»,áporos, y acuño el
término «aporofobia», que se está imponiendo de forma exponencial. Además de definir y
contextualizar el término,
Adela Cortina explica la predisposición que tenemos los seres humanos a esta fobia y
propone caminos de superación a través de la educación, la eliminación de las
desigualdades económicas, la promoción de una democracia que tome en serio la
igualdad y el fomento de una hospitalidad cosmopolita.