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Para que estudiar si ya me destruyeron el futuro

Luis Bonilla-Molina

¡¡¡En 50 años ustedes estarán muertos, nosotros no!!! Fue una de las consignas que
retumbaron por todo el planeta el 15 de marzo de 2019. La huelga estudiantil global por la
defensa del clima, era solo un momento del movimiento juvenil mundial, que, desde
distintas latitudes, se viene articulando durante los últimos meses. Es una nueva corriente
contestaría que sorprende a buena parte de la izquierda radical, quien no esperaba una
tendencia de estas magnitudes, caracterizada por no tener un centro político unificado.
¿Por qué ocurre esta especie de despiste en las izquierdas? La llamada crisis
civilizatoria global tiene como una de sus fuentes principales la incapacidad de la política
clásica (incluida de las izquierdas) para entender la aceleración de las innovaciones
tecnológicas ocurridas en las últimas décadas y su impacto directo en los imaginarios,
rituales y proyecto de futuro de las nuevas generaciones.
Buena parte de los teóricos de las izquierdas construyeron sus narrativas y
planteamientos en el marco de la primera y segunda revolución industrial. Ciertamente
continuamos bajo la hegemonía del capitalismo avanzado, pero la tercera revolución
industrial trajo modificaciones sustantivas en la sociabilidad que aún la teoría marxista no
termina de interpretar totalmente. Y para colmo, se anuncia el desembarco de la cuarta
revolución industrial.
La izquierda sigue asumiéndose como la vanguardia revolucionaria. Los jóvenes no
tienen problema con ello, pero tampoco es que les interese mucho el asunto. No se trata
de aquello que despachábamos con la trillada frase de “están alienados”. No, para los chicos
y chicas de hoy, existe una concepción de la política que se fundamenta más en la praxis
que en las declaraciones y apuestas ideológicas, solo teóricas. Para ellos y ellas, la diferencia
entre políticos y politiqueros está en la praxis, no en el discurso; y eso cruza la mirada que
tienen sobre las derechas, pero también sobre las izquierdas.
Los jóvenes están cansados que las generaciones precedentes le hablen en la casa,
escuela, cine, revistas, música … en todo, del cambio climático. No entienden como los
adultos, ante una crisis ambiental de estas magnitudes, que amenaza el clima y la vida en
el planeta, no han generado una revuelta global.
La huelga por el clima nos está diciendo a las izquierdas, que ya no solo
conformemos redes de trabajo para hacer propaganda contra el cambio climático; los
jóvenes quienes cada vez son más anti sistema destructivo, quieren ver a los líderes de las
izquierdas, no solo hablándoles del cambio y la necesidad del socialismo para evitar la
barbarie; sino haciendo. Los y las jóvenes quieren ver a los políticos de izquierdas
marchando contra la inflación, pero también sembrando árboles o realizando acciones
directas contra la caza indiscriminada de ballenas.
La lógica anti sistema de los jóvenes pareciera moverse mucho más entre el
personaje de “V de venganza”, el movimiento político hippie de los sesenta, la crítica al culto
al dinero de los setenta, el militantismo ambiental de muchas ONGs internacionales de los
ochenta y el anticapitalismo de comienzos del siglo XXI; todo ello desde la praxis concreta.
Desconfían de políticos que tienen las cosas claras en el discurso, pero a quienes les cuesta
moverse en el terreno de la práctica concreta con la acción directa. Por ello gritan
desesperados ¿Para que estudiar si ya me destruyeron el futuro? ¿Entenderá la izquierda
radical este cambio? ¿o seguiremos hablando de politizar a los jóvenes y sacarlos de su
alienación? ¿Por fin les mostraremos en la práctica cómo se gestiona una empresa de
manera ecológica y con justicia social?

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