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Tiempos de Nuestras vidas

Para el físico es la cuarta dimensión, para el místico es la primera creación. Para la mayoría
de nosotros, el tiempo es simplemente un tirano sin rostro, una fuerza abstracta que nos
impele desde un pasado en retroceso a través de un presente efímero hacia un siempre
escurridizo futuro.

Pero visto desde la perspectiva de la Torá, la aparentemente


homogénea planicie del tiempo se revela como un terreno complejo y
multifacético. La hora, el día, la semana, el mes, el año, el milenio -
éstas no son rejillas arbitrarias impuestas al tiempo para hacerlo más
"manejable", sino demarcaciones intrínsecas a su naturaleza misma, cada
una de ellas definiendo un área de tiempo con sus características y
cualidades propias.
Así, la Torá nos dice que los siete días de la semana son la encarnación de
los siete atributos Divinos - amor, severidad, belleza, victoria, esplendor, fundamento y
soberanía - que definen la involucración de Di-s con nuestra realidad, como se estableciera en
los originales siete días de la Creación 1.
También aprendemos que las doce horas del día y los doce meses del año corresponden a las
doce configuraciones del Nombre de Di-s2 que sirven de canales para las diversas energías
Divinas que vitalizan nuestra existencia y dan forma a nuestras vidas.
Lo mismo se aplica a todas las designaciones del tiempo empleadas por la Torá: como plano
maestro de Di-s para la creación3, la Torá no delega meramente ciertas observancias y
experiencias a determinados tiempos, sino que, al hacerlo, también describe la naturaleza y
estructura del tiempo tal como fuera forjado por el Creador.

El mes

El concepto del mes como encarnación de una cierta característica o cualidad implica una
perspectiva única en el calendario judío.
El calendario es usualmente visto como una extensión de varios cientos de días ordinarios
"salpicados" con festividades y fechas de importancia especial. En verdad, sin embargo, las
festividades no son islas de conmoción en un mar de serenidad, sino expresiones del carácter
espiritual de sus respectivos meses.
Los ocho días de Pesaj representan una intensificación de la cualidad del mes de Nisán, el de
redención; Purím es la erupción de un día de regocijo desenfrenado que caracteriza al mes de
Adar; el temor de Rosh HaShaná y Iom Kipur, y el regocijo y la unidad experimentados en
Sucot, son diversos elementos en la "coronación" de Di-s como rey del universo, el tema
central del mes de Tishrei; y así sucesivamente.
En otras palabras, los doce meses del calendario son doce cualidades del tiempo que fluyen
unas a otras, cada cual con su carácter y personalidad únicos. Las festividades son los picos y
las mesetas de estas cualidades del tiempo, puntos en los que las propiedades particulares de
un mes logran un mayor énfasis e intensidad.

El Nexo

El último Shabat de cada mes es el Shabat Mevarjim HaJodesh, el "Shabat que bendice al mes".
En este Shabat se recita una plegaria especial que menciona al mes venidero, identifica al día
(o los días) de su Rosh Jodesh4, e implora a Di-s "renovarlo... para vida y paz, para alegría y
regocijo, para redención y consuelo"5
Conforme la enseñanza jasídica, la "bendición del mes" evoca el flujo de sustento y energía
espiritual para el mes venidero. Así, los días finales de cada mes conforman una unión en el
terreno del tiempo, en el que dos de sus cualidades se superponen. Por ejemplo, este Shabat
[en este año 5762] es el 25 de Av; como tal, es parte integral del mes de Av, un segmento de
tiempo cuya cualidad peculiar es duelo y consuelo; duelo por la destrucción del Gran Templo y
el quebranto en nuestra relación con Di-s que ello representa, y consuelo en el potencial de
renovación que se oculta detrás de cada regresión6.
Por otra parte, también es el Shabat que evoca las cualidades del venidero mes de Elul, un
mes caracterizado por la compasión Divina y la intimidad con Di-s.
Lo mismo es cierto de cada Shabat Mevarjím: arraigado en un mes y cualidad del tiempo,
evoca la cualidad de aquel del mes siguiente, estimulando el flujo de la energía espiritual que
satura al siguiente de los doce segmentos temporales que comprenden el calendario.
En ello hay una lección acerca de cómo debemos experimentar y utilizar los diversos períodos
de tiempo de nuestras vidas. Frecuentemente llegamos a un punto de nuestras vidas en el que
nos sentimos inspirados a "iniciar una nueva página": a reevaluar nuestro pasado, y reajustar, o
incluso transformar radicalmente, nuestro enfoque y visión anterior de la vida. Con demasiada
frecuencia esto se ve acompañado de una "ruptura" con el pasado, una renuncia a todo logro
anterior; es como si todo lo que hubiéramos hecho hasta ese momento debiera erradicarse
para abrir paso a nuestra "nueva" personalidad.
Pero como nos lo enseña el mensual Shabat Mevarjim, las cualidades diferentes e incluso
antitéticas del tiempo forman una cadena en la que cada eslabón es un desarrollo de su
predecesor. Sí, un año, mes, semana, día, hora o momento nuevo debe siempre incitarnos a
una nueva comprensión, un nuevo sentimiento, un nuevo logro: el hecho mismo de que
pasáramos de un mareo de tiempo a otro significa que debemos explotar el nuevo potencial
implícito en este nuevo entorno. Al mismo tiempo, sin embargo, debemos apreciar cómo cada
nuevo momento es "bendecido" por el momento anterior, que nutre y enriquece a su muy
diferente vecino con sus propias cualidades y logros.
Basado en una Sijá del 28 de Siván de 5735, y otras ocasiones

Notas:
1.Como lo son los siete anos del ciclo de shemitá, las siete shemitot del ciclo de iovel, y los
siete milenios de la historia. 2. Las letras hebreas iud, hei, vav, hei (I-H-V-H), que deletrean el
Nombre Inefable de Di-s, tienen doce configuraciones posibles (I-H-V-H, I-H-H-V, H-I-V-H,
etc.). 3. Midrash Rabá, Bereshit 1:2. 4.Cada mes comienza con uno o dos días de Rosh Jodesh
("cabeza del mes"; si el mes anterior tenía 30 días, entonces el 30 de aquel y el primero del
nuevo son el Rosh Jodesh del nuevo mes). 5. También es costumbre anunciar el momento
exacto del molad halevaná ("nacimiento de la luna") que marca el principio del mes venidero.
6. Así, el 9 de Av es tanto el día de la destrucción del Templo como el del nacimiento del
Mashiaj (véase Talmud de Jerusalén, Berajot 2:4).

Extraído de “El Rebe Enseña”,

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