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inapropiadas y poder establecer constantes para luego proveer herramientas de
adaptación al medio a la persona con TEA dentro del consultorio.
En una cuarta etapa, recién en los años 70, se integra a los padres al
trabajo en los equipos terapéuticos. Lo que parece sonar una obviedad, llevó casi
un siglo de quiebres y rupturas de resistencias profesionales para integrar a los
padres al equipo de trabajo con sus propios hijos. Esta visión que aún no se
encuentra vigente en todos los centros terapéuticos, toma a los padres y la familia
como potenciadores del trabajo que se realiza en el consultorio con la persona con
TEA.
En este enfoque se basa en el concepto de que los chicos están con sus
padres la mayor cantidad del tiempo y sólo el 30% en el centro de atención. Por lo
tanto se deduce de esta proporción que la mayor parte del trabajo y apoyo será
realizado por la familia, encargada de sostener y reproducir lo aprendido en el
espacio de terapia. Por otro lado, la escuela se convierte en un ámbito de doble
función, ya que si bien es concebido como ámbito de aprendizaje, para cualquier
niño con TEA se convierte a su vez en un ámbito de aplicación de las diferentes
habilidades adquiridas en el centro terapéutico. Por lo tanto estamos hablando de
un equipo de tres partes que sostienen a la persona con TEA. Ahora, ¿Cómo
funcionarían las tres partes en conjunto y cuáles serían sus roles? Veamos las tres
partes y su interrelación.
Es necesario en este punto saber que las familias con integrantes con TEA
son condicionadas de manera diferente a las otras familias con integrantes con
discapacidad. Las dificultades de socialización y comunicación, convierten a las
personas con TEA en personas muy difíciles de comprender, incluso para sus
propios padres. Por lo tanto, a mayor incapacidad de comunicarse entre padres e
hijos con autismo, mayor es el grado de frustración de los padres y más frecuentes
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son las conductas inadecuadas y estereotipias en los hijos. Es por esto que asumir
un compromiso como la escolaridad o un tratamiento terapéutico implican
involucrar al grupo familiar completo, en cuerpo y tiempo completo. Esto se refleja
en las rutinas que se deben sostener a diario para no generar reacciones en quien
tiene TEA debido a su inflexibilidad y dificultad por aceptar los cambios.
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La integración “resulta el medio de canalización que permite a la persona
con discapacidades a normalizar sus experiencias en el seno de su comunidad.
Pero, para la consecución del ideal de normalización en todos los aspectos de la
vida de un individuo no basta ser “insertado” físicamente en el lugar común. Es
imprescindible constituir una “parte integrante” de esa comunidad”. Por lo tanto,
ante la decisión de los padres de que su hijo concurra a una escuela común,
deben recurrir a diversos dispositivos, incluyendo la necesidad de tratamiento
terapéutico, para que la integración sea efectiva y que a su vez apunten a buscar
para cada alumno con necesidades educativas especiales las respuestas más
adecuadas a sus requerimientos y en el entorno educativo más ordinario posible"
(Ruiz 1988, p. 18)
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maestro integrador formará parte de los dispositivos de ayuda, tanto para el
alumno como para el docente de aula, así como de las estrategias y los formatos
para hallar formas de mediación alternativa que disminuyan las barreras al
aprendizaje y la participación. (VALDEZ, D. 2009)
Bibliografía
- Tratamiento de grupos familiares. Psicoterapia. El proceso grupal. Enrique
Pichón Riviere-.
- Atención a las familias en los servicios para personas con trastornos del espectro
autista. Educación y Futuro. Elisa Rodríguez Torrens
- Autismo. Tratamiento para la familia del autista. Centre Londres (1994)
- Apoyo y formación para familias de niños con TGD: Estrategias de intervención
desde el Programa Hanen para padres Prof. Carmen Monsalve (DELETREA,
Madrid)
http://www.psicologiagranollers.com