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Sobre los inicios de la educación pública

en el México independiente: la compañía lancasteriana

Lic. Victor Hugo Jiménez Bastián

La firma de los Tratados de Córdoba supone, desde cierto punto de vista, la culminación de la
lucha por la independencia en México comenzada por los conspiradores de Querétaro. El ascenso de
Agustín de Iturbide como Emperador en 1822 imprimió una nota distintiva al proyecto de nación
emergente.
La difusión y asimilación de las ideas europeas ilustradas entre intelectuales y políticos de la ex
colonia española, incluyó, entre otras, una visión de la educación como medio fundamental para la
solución de diversos problemas sociales y el progreso económico del país, por lo cual -aunque no fue el
primero ni el único tema de discusión-, la educación de las nuevas generaciones de mexicanos se
abordó en diversos espacios de opinión al ser considerada un instrumento esencial para la propagación
de los ideales considerados indispensables para la consolidación y desarrollo del nuevo Estado
mexicano.
Sin embargo, el régimen que nació políticamente independiente con la firma de los tratados
referidos surgió en medio de la pobreza económica, la desolación social y la incertidumbre política.
Falto de recursos para la reconstrucción de caminos, la inversión en empresas productivas y para la
generación de empleos, mucho menos se contaba con dinero para comenzar una tarea educativa distinta
y sin requerir de la experiencia y medios de que disponía la Iglesia católica mexicana en ese momento
respecto a una labor que ésta había realizado desde la conquista del México prehispánico y aún en las
primeras décadas del siglo XIX.
No obstante, en febrero de 1822, y previo a la coronación de Iturbide, Manuel Codorniú y
Ferraras, Agustín Buenrostro, Eulogio Villaurrutia, Manuel Fernández Aguado y Eduardo Torreau de
Linieres se reunieron para fundar la “Compañía Lancasteriana de México”, asociación civil cuyo
objetivo principal consistía en brindar instrucción elemental a la niñez “menesterosa” de la Ciudad de
México. Cabe destacar que la compañía contó desde su inicio con el apoyo del gobierno. La primera
escuela fue inaugurada el 1 de septiembre del mismo año.
No obstante, Eligio Moisés Coronado señala que dicho método de enseñanza recíproca ya había
sido ejercido antes por profesores privados y de escuelas conventuales gratuitas en México, por
ejemplo se practicaba en Puebla desde 1818, y a partir de mayo de 1819 funcionaba una escuela de
enseñanza mutua bajo la dirección del profesor Andrés González Millán; en diciembre 16 del mismo
año, La Gaceta de México mencionaba al profesor Andrés González Millán, director de la escuela
lancasteriana o de enseñanza mutua, en la calle de Capuchinas1.

El modelo educativo de la Compañía Lancasteriana se basaba en el método de enseñanza mutua


difundido por los británicos Joseph Lancaster y Andrew Bell. Dicha propuesta ya se había difundido
ampliamente en España, Francia e Inglaterra y ofrecía varias ventajas frente a las limitaciones del
contexto económico y educativo en México, entre las cuales destacan:

✓ El método mutuo llevaba aparejado el también llamado “método simultáneo”, con el cual se
podía enseñar a leer y escribir al mismo tiempo; dentro de la misma aula y el mismo día los alumnos
aprendían en una clase a leer y en la clase posterior a escribir en arena, pizarra o papel, según la
destreza que fueran adquiriendo.

✓ De acuerdo con sus promotores, con un preceptor se podía enseñar de 300 a 1000 alumnos, lo
cual reducía enormemente el costo de la instrucción elemental.

✓ Se apoyaba en la ayuda de monitores o instructores. Cada uno de ellos asesoraba el


aprendizaje de diez alumnos. Estos monitores eran niños de mayor edad y más aventajados, los cuales
eran previamente asesorados por el preceptor o Director de la escuela. Esta actividad facultaba a los
monitores para que en un futuro pudieran convertirse en preceptores, con base en la práctica
desarrollada.

✓ El sistema reduciría el autoritarismo hasta entonces característico de la enseñanza en virtud


de que promovía la participación de los educandos en el proceso educativo. El desarrollo de la
participación en la escuela, se vinculó con el aprendizaje y algún tipo de iniciación al “ejercicio de la
democracia política”.

✓ El método introdujo una serie de “Innovaciones tecnológicas” que auguraban mayor eficacia
en la enseñanza. Esta tecnología educativa incluyó las divisas de mérito y castigo, las cajillas de arena,

1 CORONADO, Eligio. “Una visita a la escuela lancasteriana”, en Quaderns Digitals, disponible en


http://www.quadernsdigitals.net/datos_web/hemeroteca/r_47/nr_526/a_7343/7343.html, visitado el 10 de septiembre de
2010.
los exámenes y la cartilla lancasteriana, entre otros, los cuales contribuyeron a crear una imagen
novedosa del sistema2.

Las actividades escolares se encontraban reguladas en detalle por la Cartilla Lancasteriana, en


donde se establecían las condiciones materiales y didácticas más idóneas para el desarrollo del
quehacer educativo. Dicho documento fue elaborado tomando en cuenta los conocimientos y
experiencias propios de los socios de la propia compañía (lo que induce a pensar que ellos mismos se
desempeñaron como instructores en los primeros años de existencia de la institución) así como diversos
textos publicados en Europa, La Habana y México.
En la Cartilla se puntualizó que el salón debía tener la forma de “paralelogramo”, y lo
suficientemente grande para dar cabida a centenares de niños. Se detallaba desde el tipo de terreno
sobre el que se debía construir el edificio escolar hasta las peculiaridades del proceso de enseñanza para
dar clase. Dentro del texto de la Cartilla se encontraban especificaciones materiales tan importantes
como: la necesidad de un patio cercado, suficiente ventilación e iluminación dentro del aula; la altura y
tamaño que debían tener ventanas, bancos, mesas y areneros; la altura a la que debían estar colocados
los carteles en los muros del salón de clases y las dimensiones de los semicírculos de alumnos, entre
otros elementos.
Las actividades de la Compañía Lancasteriana fueron financiadas mediante donativos realizados por
diversos personajes tanto particulares como del gobierno y algunos integrantes prominentes del clero
católico mexicano, aunque representaba un esfuerzo desde la iniciativa privada y al margen de la
Iglesia por difundir la instrucción pública conforme a nuevos métodos, también distintos de aquellos
vigentes en las instituciones educativas confesionales.
El método de enseñanza mutua supone -a la luz de los avances alcanzados desde el siglo XX en
materia educativa-, una propuesta de vanguardia, pues cabe recordar que la participación de los propios
estudiantes en el proceso de aprendizaje coincide con los principios de la teoría de la Zona de
Desarrollo Próximo propuesta por Lev Vigotsky, consistente en que la escuela debe trabajar con
aquellos conocimientos y actividades que implican un desarrollo posible dado el punto de partida en
que el niño se encuentra y gracias al apoyo que el adulto (o incluso, un alumno de su propio grupo de
aprendizaje que cuente con mayores habilidades de pensamiento) le ofrece3; la socialización implícita
durante el trabajo en grupo, entendida como el intercambio de experiencias culturales (pero también de

2 VEGA M., Ma. Isabel, La Compañía Lancasteriana en su Gestión como Dirección General de Instrucción Primaria,
1842-1845, México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora (tesis de maestría). 1996, pp 143-167.
3 ROJO g., Miguel. “Educación y Desarrollo: el constructivismo, Piaget y Vigotski”, en Materiales en línea. Proyecto
para el Desarrollo de Destrezas de Pensamiento. Universidad de la Habana, República de Cuba, www.pddpupr.org
informaciones, habilidades, actitudes y valoraciones) entre los individuos al interior de un grupo, se
constituiría como un medio a través del cual sería posible consolidar los contenidos y/o habilidades de
aprendizaje promovidas desde los contenidos de enseñanza por el docente. Igualmente, ubica al
estudiante como un participante activo en la construcción del conocimiento y genera las condiciones
necesarias para el desarrollo de los procesos psicológicos superiores4.
Además, al requerir de procesos tales como la organización del grupo de trabajo; el intercambio
de la información recavada o disponible; la participación plena de los integrantes y; la colaboración
activa para la realización de una actividad determinada (entre otros procesos), el trabajo en grupo
permitiría la elaboración de conocimientos propios5 así como el desarrollo de actitudes individuales
con repercusión en el ámbito social a través del encuentro, el reconocimiento y la valoración del otro,
el compañero de grupo6. Promovería igualmente el pensamiento convergente y divergente, es decir, la
capacidad de generar ideas y convicciones a nivel individual pero también de generar o identificar
coincidencias con los demás, al generar un ambiente de intercambio entre los estudiantes, apoyados en
sus propias experiencias y conocimientos, en el uso de un lenguaje, necesidades e intereses comunes,
con lo cual es posible superar la barrera que, en ocasiones, enfrentamos los docentes (incluso en la
actualidad) respecto a las diferencias conceptuales, lingüísticas y psicológicas entre profesores y
alumnos, que en muchas ocasiones limitan nuestra capacidad de explicar y hacer accesible un
conocimiento determinado.
Al respecto, Luz Ma. Márquez, señala que “… las situaciones de aprendizaje cooperativo son
superiores a las de aprendizaje competitivo e individualista en áreas y tareas muy diversas, tanto las
que implican adquisición, retención y transferencia de conocimiento, como las de naturaleza más
conceptual (adquisición de reglas, conceptos y principios). Además del rendimiento se observan
mejoras notables en las relaciones interpersonales de los alumnos que formaron parte de situaciones
cooperativas”, lo cual concuerda con los fines de la educación en el plano nacional e internacional, que
promueven el aprendizaje para la vida a partir del aprender a conocer, a hacer, a Ser y a vivir juntos7.
Un caso sin precedentes en la Historia de la Educación en México es el que vivió la Compañía
Lancasteriana, pues siendo una asociación privada, ejerció por más de tres años (1842 a 1845) una
responsabilidad estatal: La Dirección General de Instrucción Pública para toda la República. Tal vez

4 Vid. Vigostky, Lev. El desarrollo de los procesos psicológicos superiores, Barcelona: Ed. Crítica, 2a edicion, 2003, 226
pp.
5 “Educación y Desarrollo: el constructivismo, Piaget y Vigotski”, Op. Cit.
6 MÁRQUEZ, Luz M. “Aprendizaje en equipo”, en Revista Faces, Universidad de Carabobo, Venezuela, disponible en
http://servicio.cid.uc.edu.ve/faces/revista/a12n20/12-20-6.pdf, visitado el 7 de septiembre de 2005.
7 Vid. DELORS, Jacques et al. La Educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre
la educación para el siglo XXI, Madrid, Ed. Santillana-Unesco, 1996.
ello se debió a la novedad de sus métodos de enseñanza así como a que en comparación con las
necesidades materiales, pedagógicas y financieras de otros modelos pedagógicos hasta entonces
conocidos, el método de enseñanza mutua no dependía de grandes inversiones, la preparación de
nuevos docentes, la creación de nuevas instituciones o la reestructuración de éstas para la formación
magisterial y mucho menos de recursos didácticos caros o cuyo manejo fuese complicado.
La Dra. Anne Staples nos recuerda también que bajo el gobierno centralizado de Antonio López
de Santa Anna “la Compañía Lancasteriana logró, por lo menos sobre el papel, dos cosas: uniformar y
centralizar la educación en toda la República, darle un solo reglamento y un solo método, y extender
este sistema a todos los departamentos obligatoriamente”, así como “dotar al sistema de fondos,
cobrados a razón de un real por mes a cada jefe de familia, salvo en casos de notoria pobreza.
Lamentablemente la Compañía duró poco en la dirección de la educación primaria, y durante su breve
actuación no cumplió con muchas de sus propias metas. Pero dejó un poderoso precedente y en algunas
partes se formaron posteriormente juntas de instrucción pública que continuaron los métodos impuestos
por la Compañía”8.
En este siglo XXI, en el entorno de las reformas educativas que actualmente se aplican en el
Sistema Educativo Mexicano, y a doscientos años de una lucha que ya no se limita a la libertad política
sino a la búsqueda de mejores condiciones laborales y económicas en un marco de equidad y justicia
legal, política y económica, conviene recordar y revalorar las aportaciones de quienes podrían ser
considerados pioneros de la instrucción pública en México. La escuela lancasteriana representa, en este
sentido, uno de los primeros esfuerzos por transformar la dinámica en el aula hacia un conjunto de
relaciones basadas en el esfuerzo mutuo, la cooperación, la solidaridad, el reconomiento del otro, el
intercambio de conocimientos, experiencias, habilidades, necesidades, intereses, ideas y emociones. En
fin, se trata de una experiencia innovadora que aún hoy, si nos dedicamos a estudiar y revalorar,
promete muchas aportaciones en materia pedagógica y didáctica.

8 STAPLES, Anne. “Un lamento del siglo XIX: crisis económica, pobreza educativa”, en sitio web de la revista Estudios.
Filosofía-historia-letras, México: Instituto Tecnológico Autónomo de México, Número 8, Primavera de 1987,
disponible en http://biblioteca.itam.mx/estudios/estudio/estudio08/sec_9.html , visitado el 10 de septiembre de 2010.
REFERENCIAS:

DELORS, Jacques et al. La Educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la Comisión


Internacional sobre la educación para el siglo XXI, Madrid, Ed. Santillana-Unesco, 1996.
MÁRQUEZ, Luz M. “Aprendizaje en equipo”, en Revista Faces, Universidad de Carabobo, Venezuela,
disponible en http://servicio.cid.uc.edu.ve/faces/revista/a12n20/12-20-6.pdf, visitado el 7 de
septiembre de 2005.
ROJO G., Miguel. “Educación y Desarrollo: el constructivismo, Piaget y Vigotski”, en Materiales en
línea. Proyecto para el Desarrollo de Destrezas de Pensamiento, Universidad de la Habana,
República de Cuba, www.pddpupr.org, sitio web visitado el 22 de octubre de 2005.
RUBILAR S., Luis, Ignacia Klein y María José Valenzuela. “Teoría del aprendizaje (siglo XX) y
proceso educativo. Desde el discurso universalista al con-textualizado: L.S. Vygotski”, en sitio
web del Departamento de Formación Psicológica, Chile: Universidad Metropolitana de Ciencias
de la Educación, disponible en
http://www.umce.cl/~cipumce/educacion/teoria/fpedagogica/dad/print_dad_psicologia_educacion
al.html, sitio web visitado el 7 de julio de 2005.
STAPLES, Anne. “Un lamento del siglo XIX: crisis económica, pobreza educativa”, en sitio web de la
revista Estudios. Filosofía-historia-letras, México: Instituto Tecnológico Autónomo de México,
Número 8, Primavera de 1987, disponible en
http://biblioteca.itam.mx/estudios/estudio/estudio08/sec_9.html , visitado el 10 de septiembre de
2010.
VEGA M., Ma. Isabel, “La Cartilla Lancasteriana”, en Tiempo de Educar, revista interinstitucional de
investigación educativa, publicación semestral (documento electrónico), Toluca: México,
UAEM-Instituto Tecnológico de Toluca- Instituto de Ciencias de la Educación del Estado de
México, julio-diciembre, año/vol 1, Núm. 002, pp 157-179, disponible en línea en el sitio web de
la Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal,
http://redalyc.uaemex.mx/pdf/311/31100208.pdf, sitio web visitado el 11-sept-2010.
------------------------- La Compañía Lancasteriana en su Gestión como Dirección General de
Instrucción Primaria, 1842-1845, México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora
(tesis de maestría). 1996, pp 143-167.
VIGOTSKY, Lev. El desarrollo de los procesos psicológicos superiores, Barcelona: Ed. Crítica, 2a
edicion, 2003, 226 pp

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