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ALGUNOS APUNTES ACERCA DEL ACTO ADMINISTRATIVO

CONCEPTO:

El acto administrativo es una declaración, entendiendo por tal un proceso de exteriorización


intelectual que toma para su expresión y comprensión datos simbólicos del lenguaje hablado. Es
una exteriorización de la voluntad, que debe diferenciarse de los hechos administrativos. Estos
últimos son simples manifestaciones de la voluntad, que no son declaradas, son la realización
material, práctica, concreta de la voluntad administrativa que previamente ha sido expresada a
través de un acto.

Unilateral: En el acto administrativo la emanación y contenido de toda declaración depende de la


voluntad de un solo sujeto de derecho: El Estado. Se excluyen del concepto de acto administrativo
los contratos, que tienen un régimen jurídico específico. La circunstancia de que ciertos actos
unilaterales necesiten de la solicitud, notificación, aceptación, asentimiento o adhesión del
particular para producir sus efecto, no les quita la calidad de tales. La voluntad del administrado
no interviene en la integración del acto, a pesar de que puede ser causa de su formación (ej.
Petición).

Proveniente de sujetos de la Administración Pública: en este caso, de órganos competentes de la


UNER.

Realizada en ejercicio de potestades administrativas: se excluyen, por tanto, los denominados


actos políticos o de gobierno, es decir, aquellos que se dictan atendiendo a los fines primarios o
esenciales de la institución, en otras palabras, aquellos en los que se fijan las grandes líneas de la
vida de la Universidad.

Que produce efectos jurídicos: significa que crea derechos u obligaciones para ambas partes, la
Administración (en este caso la Universidad) y el administrado). Estos efectos deben ser actuales
(no potenciales), pueden ser respecto a particulares, agentes, órganos o entes administrativos. Por
lo tanto, los efectos jurídicos según los casos, se producen fuera o dentro del ámbito de la
Administración (pueden ser hacia afuera, hacia un administrado o interadministrativos).
Finalmente los efectos jurídicos del acto administrativo son directos, surgen de él mismo, no están
subordinados a la emanación de un acto posterior. Por ello los dictámenes, informes, pareceres,
proyectos, etc., no constituyen actos administrativos, sino meros actos preparatorios que se dictan
para hacer posible el acto principal ulterior.

ESTRUCTURA:

Sujeto: Este elemento hace referencia al emisor y al destinatario del acto, responde a las
preguntas ¿de quién emana? Y ¿a quién refiere? El acto en cuestión. Para que el acto sea
atribuible a la Universidad, es decir, para que pueda considerarse una declaración de su voluntad,
es necesario que provenga de un órgano competente.

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La competencia es el conjunto de atribuciones que las normas jurídicas reconocen a un ente u
órgano público. Es decir, el conjunto de facultades y obligaciones que un órgano puede y debe
legítimamente ejercer. La competencia es expresa (porque emana de la Constitución Nacional, de
la Ley General de Educación y del estatuto de la Universidad), es improrrogable o indelegable, ya
que no surge de la voluntad de los administrados ni del órgano-institución; es irrenunciable y
corresponde al órgano-institución y no al órgano- individuo.

La competencia puede clasificarse en razón de la materia (actividades o tareas que legítimamente


puede desempeñar el órgano), el territorio (por ej. Una secretaría académica de una facultad no
puede dictar actos administrativos referentes a materias de carreras que se dictan en otra
facultad), el grado (la organización administrativa se integra verticalmente y culmina en el órgano
supremo al cual se subordinan los órganos de rango inferior).

Objeto: El objeto del acto administrativo es la materia o contenido sobre lo que se decide,
certifica, valora u opina. Para determinar este elemento debemos responder a la pregunta ¿en
qué consiste el acto administrativo? El objeto del acto administrativo es aquello en lo que el acto
reside, lo que el acto decide, valora, certifica, registra u opina.

El objeto debe ser cierto y determinado o determinable, no puede dictarse en forma vaga e
imprecisa, debe precisar la decisión adoptada, el acto de que se trata, a quién afecta, tiempo y
lugar donde producirá sus efectos.

Debe ser jurídica y materialmente posible. Pueden concebirse ‘actos absurdos’, que no son
imposibles de hecho, por ejemplo cuando se niega la vista del expediente a un administrado
sancionado, o conferir sólo plazo de algunas horas para la defensa. Y otros actos imposibles de
hecho, como la licitación para proveer materiales que se han dejado de fabricar, o el
nombramiento como agente de una persona fallecida, entre otros.

Debe ser lícito, no prohibido por el ordenamiento jurídico. La ilegitimidad del objeto puede
resultar de la violación de la Constitución, ley, reglamento, circular, contrato, acto administrativo
anterior estable, etc.

Causa: Son los hechos y antecedentes del acto, las razones de hecho y derecho que justifican la
emisión del acto. Se trata de una cuestión ‘objetiva’ y no al propósito perseguido por quien emite
el acto. Como el acto administrativo es el ejercicio de una potestad sólo puede dictarse cuando se
verifica el presupuesto de hecho establecido por la norma jurídica que lo regula, siempre es un
elemento reglado del acto. La determinación de la causa es la respuesta a ¿por qué se emite el
acto?

Motivación: es la explicación del acto, explicación de las razones y circunstancias que llevaron a su
realización. Es la exteriorización de la existencia y relación de causa y finalidad y está contenida
dentro de lo que usualmente se denominan ‘los considerandos’. La motivación de los actos
administrativos es una necesidad tendiente a la observancia del principio de legalidad en la
actuación de los órganos estatales y, desde el punto de vista del administrado, traduce una

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exigencia fundada en una mayor protección de los derechos individuales, ya que de su
cumplimiento depende que aquél pueda conocer de una manera efectiva y expresa los
antecedentes y razones que justifican el dictado del acto.

La causa del acto administrativo son los antecedentes de hecho o de derecho que en cada caso
llevan a la emisión del acto, los cuales deben concurrir al tiempo de dictarlo. La falta de motivación
implica no sólo un vicio de forma, sino también y principalmente un vicio de arbitrariedad.

La motivación expresará sucintamente lo que resulte del expediente, las ‘razones’ que inducen a
emitir el acto, y si impusieren o declararen obligaciones para el administrado, el fundamento de
derecho.

Finalidad: este elemento hace referencia al ¿para qué?, a una relación objeto-fin. Debe tratarse
del fin previsto por la norma que le otorga facultades al órgano. El acto debe cumplir con la
finalidad que inspiró la norma que le otorga la competencia a quien lo emitió. Resulta viciado, por
ejemplo, un acto cuando el administrador utiliza su poder con una finalidad distinta de la prevista
en la ley, y, por el contrario, persigue una finalidad ‘personal’, o la de ‘beneficiar a un tercero’ o de
beneficiar a la ‘propia Administración’.

Procedimiento: Es la serie de operaciones legalmente previstas por la cual se forma la voluntad de


la administración. El procedimiento del acto administrativo se puede resumir en tres etapas o
momentos principales: certificación y valoración, determinación de la voluntad, declaración
externa. Es esencial: a) el dictamen previo del servicio permanente de asesoramiento jurídico,
cuando el acto pudiese lesionar derechos subjetivos; b) el debido proceso o garantía de defensa; c)
el informe contable, cuando el acto implique la disposición de fondos públicos y no haya una
circular referida al efecto.

Forma: es la manera en la que, según la ley, debe exteriorizarse la voluntad administrativa. Es


decir, es el modo de instrumentación y de dar a conocer esta voluntad. La omisión o
incumplimiento parcial de las formas de instrumentación (escritura, fecha, firma, etc.) o de las
formas de publicidad (notificación), pueden afectar en distintos grados la validez del acto, según la
importancia de la transgresión.

En principio, salvo excepciones, la voluntad administrativa debe expresarse en forma escrita.


Asimismo, los actos administrativos deben ser notificados al interesado. La publicación no suple la
falta de notificación.

CARACTERES Y EFECTOS:

Legitimidad: Es la presunción de validez del acto administrativo mientras su posible nulidad no


haya sido declarada por autoridad competente. Existe una presunción de regularidad del acto, es
la suposición de que el acto fue emitido conforme a derecho, dictado en armonía con el

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ordenamiento jurídico. Es decir, que los actos se presumen válidos y que respetan las normas que
regulan su producción. Por ello

El efecto de la presunción de legitimidad es que la anulación sólo se puede declarar a petición de


parte y en esta petición el administrado debe invocar o alegar y probar la ilegitimidad. Esta
petición se realiza mediante un recurso.

Ejecutividad: Es la obligatoriedad, el derecho a la exigibilidad y el deber de cumplimiento que el


acto importa a partir de su notificación. Todo acto administrativo regular tiene la propiedad de ser
esencialmente ejecutivo, es una cualidad genérica inseparable del acto, con independencia de que
el acto se ejecute o no, lo cual puede depender ya de la decisión adoptada por la misma
Administración, ya de la suspensión dispuesta por el órgano jurisdiccional.

La ejecutividad señala la fuerza obligatoria, el deber de cumplirlo y su posible ejecutoriedad.


Ejecutividad es sinónimo de eficacia del acto. No debe confundirse con ejecutoriedad, entendida
como la posibilidad de la Administración de ejecutar por sí misma el acto, pudiendo acudir a
diversas medidas de coerción para asegurar su cumplimiento. Exigibilidad, ejecutividad u
obligatoriedad inmediata significan lo mismo. La ejecutividad proviene de la validez del acto,
mientras que la ejecutoriedad se asienta en la ejecutividad.

Ejecutoriedad: es la atribución que el ordenamiento jurídico, en forma expresa o razonablemente


implícita, reconoce a la autoridad con funciones administrativas para obtener el cumplimiento del
acto. La ejecución administrativa no podrá ser anterior a la notificación del acto.

Estabilidad: es la irrevocabilidad del acto por la propia Administración. Es la prohibición de


revocación de los actos que crean, reconocen o declaran un derecho subjetivo, una vez que han
sido notificados al interesado.

Impugnabilidad: el acto administrativo en su calidad de acto productor de efectos jurídicos


directos, puede ser impugnado mediante la interposición de recursos administrativos o acciones y
recursos judiciales.

Cuando un particular se considere afectado por un acto administrativo, puede valerse de diversas
herramientas legales tendientes a su modificación, revocación o sustitución. La administración
debe resolver esa petición. Ello no implica que necesariamente deba hacer lugar al recurso, sino
que puede desestimarlo y ratificar o confirmar el acto atacado.

En sede administrativa:

Recurso de reconsideración: se interpone ante la autoridad que lo dictó (solicitando su


modificación, revocación o sustitución, expresando los motivos). El particular puede optar entre
plantear este recurso de reconsideración y una vez desestimado por la autoridad, continuar la
tramitación con un recurso jerárquico o bien plantear directamente el recurso jerárquico.

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Recurso jerárquico: también se interpone contra la autoridad que dictó el acto que se ataca, pero
será resuelto por el órgano superior a dicha autoridad. Según el Estatuto de la UNER (art. 14 inc. j),
el CONSEJO Superior es quien decide en última instancia.

En sede judicial:

Conforme lo establece el art. 30 de la ley 19549, sólo después de agotar la vía administrativa es
posible presentar una demanda judicial. Es competente en el asunto, según surge del art. 32, ley
24521, la Cámara Federal de Apelaciones

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