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Henri Becquerel
El fenómeno descubierto por Becquerel fue estudiado por los esposos Pierre y Marie Curie,
a quienes se deben las contribuciones más importantes al conocimiento del fenómeno.
Marie Curie investigó qué elementos emitían rayos Becquerel. Midiendo la intensidad de la
radiación emitida por todos los elementos conocidos, encontró que únicamente el torio y el
uranio emitían estas radiaciones (actualmente se conocen 40) y bautizó el fenómeno con el
nombre de radioactividad (hoy se prefiere la forma radiactividad). La intensidad de la
radiación era proporcional a la cantidad de elemento emisor, de lo cual se deducía que el
fenómeno era una propiedad atómica. Observó que algunos minerales de uranio eran más
activos de lo que hubieran debido serlo si toda la actividad emisora fuera debida al uranio y
supuso la existencia de un elemento desconocido con una capacidad emisora muy superior
a la del uranio. Esta hipótesis se vio confirmada con el descubrimiento de los elementos
número 84 y 88 de la tabla periódica, el polonio y el radio.
Todo núcleo atómico (con excepción del hidrógeno) contiene uno o más protones y uno o
más neutrones. Los núcleos de la mayoría de los átomos de carbono, por ejemplo,
contienen seis protones y seis neutrones. Los núcleos de los átomos suelen ser estables, es
decir, no experimentan espontáneamente ningún cambio. De aquí a cien años, o a un millón
de años, un núcleo de carbono conservará exactamente el mismo aspecto que hoy posee.
Algunos núcleos, sin embargo, son inestables. Un núcleo inestable es aquel que
experimenta espontáneamente algún cambio interno. Al producirse dicho cambio, el núcleo
emite una partícula subatómica, o desprende energía, o ambas cosas. Un ejemplo de núcleo
inestable es el del carbono-14, un isótopo del carbono cuyo núcleo consta de 6 protones y
de 8 neutrones (en lugar de 6). De un núcleo que emite una partícula o que desprende
energía se dice que experimenta una desintegración radiactiva o, simplemente, que se
desintegra.
Ernest Rutherford
En la mayoría de los casos, las formas de radiación emitidas por un núcleo radiactivo son
las partículas alfa, las partículas beta y los rayos gamma. Una partícula alfa es el núcleo de
un átomo de helio, que consta de 2 protones y 2 neutrones. Considérese el caso del radio-
226. El núcleo de un átomo de radio 226 consta de 88 protones y 138 neutrones; para que
dicho núcleo emita una partícula alfa ha de desprenderse de 2 protones y 2 neutrones, que
son los que forman la partícula. Tras la emisión de la partícula alfa, el núcleo resultante
contiene sólo 86 protones (88 - 2) y 136 neutrones (138 - 2). Este núcleo es el de un átomo
de radón, no el de un átomo de radio. Al emitir una partícula alfa, el átomo de radio-226 se
ha transformado en un átomo de radón.
Durante muchos años, la emisión de partículas beta por un núcleo fue motivo de
perplejidad para los científicos. Una partícula beta es un electrón. El problema reside en el
hecho de que los núcleos de los átomos no contienen electrones; éstos se encuentran en el
exterior del núcleo, pero no dentro de él. Entonces ¿cómo puede un núcleo inestable emitir
una partícula beta (un electrón)? La respuesta es que la partícula beta se produce por la
descomposición de un neutrón en el interior del núcleo atómico, formando un protón y un
electrón. Un protón transporta una unidad de carga positiva, y un electrón, una unidad de
carga negativa. Ello significa que un neutrón, que no transporta carga eléctrica alguna,
puede descomponerse formando dos nuevas partículas (un protón y un electrón) cuyas
cargas eléctricas suman cero.
Marie Curie
Muchos elementos más ligeros poseen también isótopos radiactivos; entre ellos están el
hidrógeno-3, el carbono-14, el potasio-40 y el telurio-123. También es posible conseguir
artificialmente isótopos radiactivos. Por lo general, para ello se procede a bombardear un
núcleo estable con protones, neutrones, partículas alfa u otras partículas subatómicas. El
proceso de bombardeo se puede llevar a cabo en aceleradores de partículas o en reactores
nucleares. Cuando una de las partículas utilizadas como proyectiles en el bombardeo choca
contra un núcleo estable, puede convertirlo en inestable y, por consiguiente, hacerlo
radiactivo.
Los numerosos escritos dedicados a la radioactividad por Pierre y Marie Curie figuran entre
las obras más importantes de la física del siglo XX. Son el resultado de una estrecha
colaboración que se remonta a 1895, fecha de su matrimonio. El descubrimiento de la
radioactividad fue objeto de una treintena de memorias, publicadas entre 1898 y 1906; seis
de estas memorias mencionan la explícita colaboración de Marie; otras citan a sus colegas
G. Bémont, G. Sagnac, A. Debierne, H. Becquerel, I. Danne, Dewar, A. Laborde, Ch.
Bouchard y V. Balthazard.
Las primeras notas sobre radioactividad escritas en colaboración con su mujer fueron Sobre
una sustancia nueva contenida en la pecblenda (Comptes rendus, tomo CXXVII, p. 175;
18 de julio de 1895); esta nota había sido precedida por una anterior (Comptes rendus, tomo
CXXVI, p. 1.101), comunicada únicamente por Marie Curie, que exponía la hipótesis de
que la gran actividad (superior a la del uranio y del torio) que presentaban ciertos minerales
que contenían estos metales (pecblenda, uranita, calcolita), podía deberse a una sustancia
contenida en muy pequeña cantidad en estos mismos minerales. Esta primera memoria da a
conocer las tentativas iniciales realizadas para aislar esta sustancia nueva a través de
reacciones químicas controladas por medio del electrómetro y el cuarzo piezoeléctrico.
Midiendo la actividad de los diversos sulfuros obtenidos de la pecblenda, los Curie llegaron
a la conclusión de la existencia de un nuevo metal, que llamaron "polonium" como
homenaje a la patria de Marie.
En los Efectos químicos producidos por los rayos de Becquerel (C. R., tomo CXXIX, p.
823; 20 de noviembre de 1899) se señala la transformación del oxígeno en ozono bajo la
acción de productos radíferos muy activos y luminosos y la modificación de coloración del
platino-cianuro de bario, entre otros fenómenos. La memoria La carga eléctrica de los
rayos desprendidos del radio (C. R., tomo CXXX, p. 647; 5 de marzo de 1900) completa
una nota precedente que distinguía dos clases de rayos emitidos por el radio, unos que se
desviaban por la acción de un campo magnético y otros que no, y afirma que los primeros
están cargados de electricidad negativa.
Finalmente, Las nuevas sustancias radioactivas y los rayos que emiten (Rapports présentés
au Congrès international de Physique, 1900, tomo III, p. 79), constituye la obra más
importante y la más completa de cuantas escribieron sobre este tema; los autores resumen
sus trabajos precedentes, proporcionan todos los detalles de sus experiencias y dan los datos
numéricos de sus investigaciones.
Una memoria posterior, Sobre los cuerpos radioactivos (C. R., tomo CXXXIV, página 85;
13 de enero de 1902), precisa las hipótesis sobre los orígenes de la energía de la
radioactividad. Las numerosas memorias que siguieron a éstas no hacen mención expresa
de la colaboración de ambos esposos, que se mantuvo, no obstante, hasta el trágico
accidente que puso fin, el 19 de abril de 1906, a lo corta pero gloriosa vida de Pierre Curie
(no contaba entonces todavía cuarenta años). Todos estos escritos fueron reunidos, junto
con sus restantes obras, en las Obras de Pierre Curie publicadas al cuidado de la Sociedad
francesa de Física (París, 1908), con un prefacio de su esposa.
El tratado comienza con una reseña sintética, pero completa, de las diferentes propiedades
de los electrones y de los rayos Röntgen. Sucesivamente son descritas las curiosas
manifestaciones que presentan determinados minerales y que motivaron las primeras
investigaciones sobre los cuerpos radiactivos, y se exponen los procedimientos seguidos
para aislar los elementos radiactivos, en particular el radio. Los capítulos siguientes
contienen la exposición de las propiedades de dichos elementos, entre los que se
encuentran, además del radio, el uranio, el torio, el actinio, el ionio y el polonio.
También se estudian las emisiones de los tres tipos de rayos: los rayos alfa (partículas de
helio con doble carga positiva), los rayos beta (electrones negativos) y los rayos gamma
(rayos X mucho más ricos en energía y por lo tanto mucho más penetrantes que los
obtenidos artificialmente), que pueden considerarse como los residuos de la destrucción del
núcleo de las sustancias radiactivas, y que, por consiguiente, siempre acompañan a las
desintegraciones de tales sustancias.
La autora enumera las propiedades de estas radiaciones y sus efectos, tales como la
impresión de las placas fotográficas, la fluorescencia y la fosforescencia provocada en
determinadas sustancias o la ionización del aire. Se describen por último las sucesivas
transformaciones de los elementos que, desintegrados, dan origen a elementos derivados,
los que a su vez generan otros elementos, en una cadena continua que no termina más que
con un elemento estable; el tratado detalla en toda su historia las tres familias de elementos
radiactivos (el uranio, el actinio y el torio), que terminan todas en un mismo descendiente:
el plomo.
Los otros escritos de Pierre Curie, pertenecientes a diversas épocas (de 1880 a 1906) habían
sido publicados en diferentes revistas y se ocupan de diferentes temas. El primero en el
tiempo trata de la determinación de las longitudes de onda de los rayos caloríficos de baja
temperatura; otros se refieren a la cristalografía, la piezoelectricidad, la piroelectricidad, la
simetría, la formación de los cristales y las constantes capilares, los movimientos
amortiguados y las ecuaciones reducidas, la conductibilidad de los dieléctricos sólidos, las
propiedades magnéticas de los cuerpos, etcétera.
Pierre Curie
Todos los escritos de Curie dan muestras del gran cuidado puesto en el texto, de una forma
perfecta y de una gran claridad y concisión en la precisa exposición de la materia. La
concisión se pone de manifiesto sobre todo en las memorias teóricas sobre las cuestiones de
orden y simetría: realiza un estudio completo y muy claro, introduciendo la noción nueva
de plano de simetría rotatoria o de traslación, generalizando las leyes de simetría por su
aplicación a los estados del espacio creados por los agentes físicos; establece
particularmente cuál es la simetría característica que es preciso atribuir a un estado de
campo eléctrico y a un estado de campo magnético. En el curso de una larga serie de
investigaciones sobre las propiedades magnéticas de los cuerpos, desde la temperatura
ordinaria a los 1.400º, estableció para los cuerpos débilmente magnéticos la ley que lleva su
nombre (el coeficiente de magnetismo es inversamente proporcional a la temperatura
absoluta).