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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONÓMA DE MÉXICO.

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS.

LICENCIATURA EN FILOSOFÍA.

SUA UNAM

ASIGNATURA: ESTÉTICA.

RESPONSABLE DE LA ASIGNATURA: DOCTORA SONIA RANGEL.

ALUMNO: OSCAR CRUZ SOSA.

GRUPO 9052.

JUNIO 2018
La Estética como protesta.

“Otras estéticas son en cierta manera recetas de libros de cocina, en los que por ejemplo
la receta de tragedia dice así: muchos gritos, nunca demasiados, tanta compasión como
sea posible y lágrimas sin número.”
Schelling.

El hombre ha vivido hace mucho tiempo de prestado en el mundo, haciendo lo


que otros hacen, y viendo lo que otros ven, pensando en cosas inútiles. Esta práctica la
ha llevado a cabo desde hace tiempo y cada vez se hacía más necesario. Sin embargo
con fuertes impulsos y con imágenes auxiliares recuerda montañas, cielos, olores y logra
sustraer de lo más lejano el reino olvidado, la unión fraternal que tenía con la naturaleza,
como una zona de pliegues de una misma piel. El hombre recuerda muy a lo lejos el
mundo que era él, hombre-naturaleza, hombre árbol, hombre lechuza, hombre-salvaje,
par de ropas que aun viste y que es un reflejo de su silencio callado por la revolución de la
humanidad, así como por las leyes de su vida. Ha olvidado por qué en un frio de lluvia
plasmo en un lienzo de piedra imágenes de temor, de honor y admiración. Olvido en el
reino olvidado su protesta, el enojo de no poder salir de la cueva, de que no todo está
bien, de guardarse por los espíritus malignos que lo devorarían, por eso pinto esas
imágenes. El grito, el aviso, la lucha por buscar su libertad y al mismo tiempo rogar a los
buenos espíritus que lo proteja y guarde en su regazo.

De ahí que el verdadero sueño se sitúa en un reino olvidado, en una zona


imprecisa, del lado de la falta de comprensión, una protesta desde lo estético que se sitúa
en el verdadero fin de la estética, buscar en lo humano una pureza, una ausencia
culpable. La búsqueda de la primera sensación humana en un entrelazamiento desde un
nosotros con el mundo que con el paso del tiempo la vida útil ha separado al hombre
naturaleza. El hombre como ser salvaje quiere impedir un adiós a la naturaleza. Una
continuidad del sujeto y el objeto, intercambio del uno y el otro, una sola carne, que desde
los primeros días del mundo, la estética ha sido algo más que lo bello en la formación de
la humanidad. En este sentido Merleau Ponty (1964) afirma:

“Mi cuerpo está hecho de la misma carne que el mundo, y que además esta
carne de mi cuerpo es participe del mundo, él la refleja, él la invade, y ella lo
invade a él, están en relación de transgresión o de traspaso” (p. 219).

Este mundo vivido bajo una estética revolucionaria antecede a toda reflexión donde
todos los mundos particulares se comunican, cada uno de ellos es una variante de un
mundo único, es una relación con las cosas donde el hombre se reconoce, como volverse
a sí mismo, bajo un signo de poner entre paréntesis oscuros espíritus que rondan su
sombra. Una estética de ataque, de compasión, honor y benevolencia que se sitúa en su
alma carnal.
Si bien es cierto que desde Platón, Aristóteles, Plotonio la estética es una reflexión
filosófica sobre lo que es bello o artístico, en ningún momento se habló sobre arte. Esta
reflexión de lo bello en relación con la naturaleza, actividades humanas y con la
naturaleza divina, es una experiencia sensible vinculada a lo bello. Esta es una
explicación adecuada en donde justifica la imperturbacion y que con ojos de únicos días,
el hombre observaba el mundo, la naturaleza como un camino más de su cuerpo, una
prolongación del hombre y mundo haciéndose uno, verse en lo sublime y en lo bello,
como verse en el mundo, como ser en el mundo. Sin embargo el hombre también
respiraba el aire furtivo, los vientos de caza le llenaban su estómago, y la noche junto con
su silencio invocaban a los espíritus no perecer ante las bestias.

El hombre desde su protesta ante los malos espíritus y bestias de la oscuridad, nace
a fuerza de imaginación una virtud creadora, el aviso, la cautela de no pisar un pelaje y
dientes que lo miran con un deseo de hambre. Se vio en la necesidad de romper la
noche, y buscar un cielo más oscuro, más negro, en donde las dudas y temores de vida,
hagan florecer una estética de protesta y de aviso. Sobre ello Bataiile
(1955) nos dice:

“Admitámoslo la respuesta que Lascaux nos ofrece en primer lugar permanece


en nosotros oscura, solamente inteligible a medias. Es la más antigua
respuesta, la primera, y la noche de los tiempos de la que proviene esta
apenas atravesada de inciertos resplandores de débil luz”. (p. 367)

Así pues, desde que el hombre se cree hombre, ha venido en su espíritu una
transformación evidente, desde la oscura flama de imágenes pictóricas que protestaban
cuidado, honor y lucha de caza, a un rápido y acelerado olvido de la embriaguez que
inducia a trazar esas imágenes eternas, quedando por ello solo la mirada placentera de
los ojos que miran una exhibición, exposición de figuritas mal hechas de un hombre
precario y triste considerado como un no-hombre quedando al final una imagen desollada,
muerta de lado de la necesidad, de la invocación y de la unidad de protesta. Bataiile
(1955) afirma:

“La estética no solo supuso la posesión de herramientas y la habilidad


adquirida para fabricarlas, o para manipularlas, sino que, en relación con la
actividad utilitaria, tiene además el valor de oposición, es una protesta contra
el mundo que existía.”(p.375).

Así durante mucho tiempo en sintonía con un mundo ordenado la belleza fue un
valor claro, limitado, objetivo e indiscutible, analizado desde una postura filosófica y
estética. Hoy en una época de diferenciación, fragmentación e hibridación, los límites de
lo bello se han transformado. Lo bello, lo feo, lo hermoso, lo sublime, todo lo que nos
rodea genera en nosotros una reacción estética, las cosas se nos presentan como bellas
o feas. Por tanto la estética cuestiona desde un punto de vista filosófico la belleza.
En este sentido y como consecuencia, el hombre se ha estetizado, es decir, hablar
de estética es hablar de lo bello. Así el hombre ha caído en un abismo de lo bello,
desollando a partir de lo bello el contacto que siempre tenía con la realidad.
La estética desde la mirada ontológica se pregunta por el ser, pero más aún se
pregunta por la relación de las cosas que palpitan con un ser desapegado, bajo un sentido
gnoseológico, es ahí donde se pregunta por lo bello, es decir, ¿porque una cosa es bella?
Ahora bien si la estética estudia lo bello y, si lo bello era admirado, venerado, amparo o
temor y magia, el hombre paso de un signo claro de protesta, de saltos, catástrofes o
revoluciones, a lo bello muerto de alma, sin un interior de lucha como esencia,
volviéndose así lo simple y bello nada más. Ahora bien ¿la belleza esta en las cosas o es
relativa a quien las experimenta? ¿Es objetiva o subjetiva? La belleza deja de tener que
ver con el arte y se vuelve en una sociedad consumista un criterio estructural.
En el mundo de hoy, todo es belleza, nuestra existencia se ha estetizado. La
belleza se impone en un momento histórico como mayoritario. La belleza no está en las
cosas, pero tampoco depende de cada uno, existen criterios temporales que silencia todo
presagio de un brote de una estética revolucionaria. Por tanto la belleza se impone como
una intención de producción, de exhibición para su contemplación. Abriendo una puerta
muy grande al arte, olvidándose de su signo de protesta olvidado y silenciado. Walter
Benjamín (2003) afirma:

“En su época el arte se encuentra en el instante crucial de una


metamorfosis. Se trata de una transformación esencial que lo lleva, de ser “un
arte auratico”, en el que predomina un “valor de culto” a convertirse en un arte
plenamente profano, en el que predomina en cambio un “valor para la
exhibición” o “para la experiencia””. (p.15).

Luego lo bello se ha mercantilizado, su coincidencia casi total, su aliento y la


misma habitación de gente burguesa que asiste a encuentros de galerías, bajo una misma
conjunción de estelas. Lo cual implica decir: ¿Qué es el arte? Si lo relacionamos con
nuestras experiencias estéticas, es decir, es una de las formas de relacionarnos con la
realidad de manera emocional que no posee un fin útil, el valor primordial que genera una
experiencia estética es la belleza.

La estética (del griego aristhesis) estudia la sensibilidad, como primera impresión,


captando primero y resaltando más las formas de sus cosas que sus contenidos. La
dimensión existencial de la estética se vuelve frívolo, con exceso labial y mal pintada. Así
el arte es una representación de la realidad, es una copia de la realidad, volver a ser
presente la realidad para nuestra contemplación, un buen cuadro es el que mejor copia al
realidad, la música es la reproducción de los sonidos naturales, la literatura son el
conjunto de relatos que mejor refleja la historias reales que queremos narrar, pero ¿qué
es lo imitable? ¿Lo real tal como es, o lo real como su expresión ideal? es decir como
idealmente no lo imaginamos, si es la segunda contradice su propia definición. Pero ¿qué
es lo real, desde donde vemos la realidad? La mimesis es ahora una destreza. El arte
ahora es como “expresión”, desplaza de la definición del arte al artista. Si la mimesis es
una duplicación de lo real o sea del objeto, la expresión es una duplicación del sujeto,
transportar el estado de ánimo de quien pinta a la obra.

Cualquier cosa es obra de arte, como las cajas de brillo de Warhol o hasta un
extintor. Todo se encuentra estetizado, se desborda, la política, la economía, la
educación. El valor más importante en la escuela es que no aburra, o en la política se
busca caer bien, eso es estatización. La estatización de la existencia humana convierte
cualquier acción humana en un acto estético, el mundo seduce para vender, el mundo nos
seduce de mil maneras. La música pierde melodía, la pintura pierde anécdota, la novela
pierde descrpcion. Cabe preguntar ante esto, si después de toda seducción ¿queda arte?
Pero no tradicionalmente, la multiplicidad y producción es ahora arte. Benjamín sostiene
que el arte se modifica, se socializa perdiendo su aura original, sin embargo su
reproductividad crea modos de expresión que antes eran imposibles Benjamín
(2003)afirma:

“Cuando Benjamín habla de decadencia y la destrucción del aura, se refiere a


algo que sucede con la unicidad y singularidad perenne y excluyente que es
propia solamente de las obras de arte cuyo valor se afinca en el servicio al
culto” (p.17).

Así se puede poseer cualquier arte en casa, gana o pierde la Gioconda? Hoy
vivimos una mayor estatización de la existencia, la estética se vuelve un valor
determinante, como acceso a cualquier experiencia. Nuestra existencia se estetiza por
parte de un proceso de transformación de la imagen, la imagen y contenido de difuminan.
La imagen dejo de ser algo aparente para convertirse en lo real mismo. Si todo es
imagen, los rasgos propios de la estética se vuelven los rasgos de cualquier cosa, Todo
es una obra de arte. Si todo es arte, nada es arte.

Por ello el concepto clásico de la belleza explota. La belleza ya no es medible,


razonado, ahora hay una desmesura. Sin embargo, hay un fin último, transgresor, lo
político. El aspecto político del arte está en las vanguardias, el arte como choque, como
revolución el vanguardismo, que es un modelo de arte contemporáneo, se rebela contra
las instituciones que separan el arte de la vida, buscan un arte que llegue a todos los
estratos de la sociedad, un artista revolucionario provocativo, que la pintura se escape de
los cuadros, la música que tenga olor, la poesía sabor y el teatro tacto. El vanguardismo
es un recurso para una conciencia social, además genera un choque en las instituciones
artísticas tradicionales, denunciando, que en nombre de la verdad del arte, se imponen
interés concretos, el arte ahora es un recurso de conciencia social, reconciliar el arte con
la vida, una vida creativo como también hacer del arte una arma para revolucionar la
existencia. Es ver la estética como revolución

Las vanguardias hechas abajo estas dos definiciones, gritan que hay que hacer
de nuestras vidas un acto creativo, un arte permanente, sin interposición de mitos,
religiones, sistemas, convencido de que el viejo dualismo se ha agrietado ante la
evidencia de una común reducción de la vida a materia y espíritu. Una realidad
mediatizada por los supuestos instrumentos cognoscitivos. El vanguardismo busca salirse
de los museos, rebelarse contra las instituciones que separan el arte de la vida que
elitizan el arte bello. Nietzsche dice que una estética de la existencia supone un ejercicio
de actividad permanente en un mundo sin verdades absolutas, nos recreamos
contantemente nosotros mismos, y cuando más experimentamos lo diferente, más
crecemos.
La estética es denuncia, según adorno, es una resistencia contra el orden
establecido y la alineación hacia la sociedad, una obra de arte no está para ser
comprendida si no para provocar una disonancia un disgusto, pero si triunfa en el
mercado, el arte se contradice. El arte lleva en centro la denuncia y emancipación busca
provocar, escandalizar. La vanguardia tiene sentido si se logra generar un choque radical
en el sentido común establecido, pero si el vanguardismo expresa risa y no terror, lo
vanguardia solo es un gesto y no un acto revolucionario. Así, la estética se vuelve a
alejar, y solo está para algunos especialistas. La estética se vuelve mercancía que marca
el valor del mismo. La vanguardia desaparece como movimiento revolucionario y se
vuelve estética, lúdico nada más, solo se experimente pero vaciadas de contenido
ideológico. El arte debe cambiar la realidad.

La estética pierde sentido, la contemplación de la belleza, ya no es un premio, un


acceso a la realidad absoluta. Solo hay una belleza que me puede dar acceso y esta es
como dice Deleuze, una belleza que constituya un acontecimiento que es merecedor de
un elemento esencial que es la creatividad que lo emparenta con la oposición, con
negaciones, con revoluciones. En este sentido, la estética se debe reinventar, renacer,
como un lugar de protesta y autenticidad, un poema no podrá cambiar el mundo pero lo
puede poner ente paréntesis. Así pues, la estética debe alcanzar su muerte, desear su
muerte como dice Nietzsche, en un eterno retorno.
Bibliografía:

Georges Bataille. (2003). Lascaux o el nacimiento del arte. Argentina: Alcion editora..
Gilles de Deluze y Felix Guattari. (1972). Elantiedipo. Buenos aires: Paidos.

Maurice Merleau Ponty. (2010). Lo visible e invisible. Argentina: Nueva visión.

Walter Benjamín. (2003). La obra de arte en la época de su reproductividad técnica.


México: Itaca.

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