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El ensayo para Adorno es dialectico, un género libre, que pretende conocer, pero se vincula con

la retórica, de hecho es notorio como a lo largo del ensayo no se señala una afirmación, si no
que primero para llegar a lo que es el ensayo en sí niega todo lo que es. Tal como expresa
Adorno el punto de partida es in media res, no en el inicio de los tiempos; así se debe comenzar
un ensayo filosófico, de lo contrario estaríamos hablando de un exordio literato, el ensayo no
pretende buscar la verdad absoluta. Interpreta conceptos de forma parcial y fragmentaria. Su
énfasis es acabado, puesto que para Adorno el humano no crea y su punto de referencia lo
guiara siempre a lo que ya existió.

 Es un género libre.
 No tiene limitaciones temáticas.
 Manifiesta lo que nos gusta y lo que no nos gusta.
 Está vinculado al deleite y a lo lúdico.
 Dice lo que quiere sobre lo que quiere.
 Termina cuando se le antoja.
 Se ocupa de saberes fundamentales e incuestionables sin depender del
conocimiento positivista.
 Es crítico de la noción de sistema y de las pretensiones de la ciencia, ya que es
consciente de la no identidad y sabe que no puede ser reducido a un principio.
 Explica conceptos de otros o conceptos propios, pero sin buscar llegar a lo último,
porque sabe que es imposible.
 No sigue las reglas de la ciencia o aquellas que indican cómo expresar una teoría de
forma organizada. No busca tener una estructura clausurada, ni deductiva ni
tampoco inductiva.
 Está a favor de lo efímero, de lo cambiante, de lo subjetivo, y en contra del dogma
de la abstracción, el cual sostiene que lo único válido filosóficamente son aquellos
conceptos invariables (¡Cómo si existieran!).
 No escinde verdad e historia como si fueran dos polos separados. Recurre a la
experiencia propia porque ésta es la referencia a toda la historia. Sabe que la
experiencia individual no es atómica, siempre está mediada por la historia de la
humanidad.
 Es contingente porque busca compensar la evaporación del pensamiento cuando
sólo se recurre a la abstracción.
 No busca “lo eterno en lo pasajero” ni pretende separar eso eterno de lo pasajero,
sino que quiere “eternizar lo pasajero”.
 Es derivado en el sentido en que penetra en un tema específico y lo analiza de
forma profunda, pero sin reducirlo a otro pensamiento. Analizar un fenómeno en
profundidad sin reducirlo a otro es más profundo que simplemente reducirlo.
 Busca la verdad. Sabe que la verdad no es un más allá, sino que es siempre
histórica.
 Debido a que es antisistemático, introduce los conceptos de forma directa. En este
punto se diferencia de la escolástica y del neopositivismo, donde está siempre
presente la obligación precrítica de definir.
 Toma como punto de partida los significados de los conceptos, que ya existen en el
lenguaje, y los hace avanzar. No los limita a las definiciones estrictas.
 Se expone al error del mismo modo en que se expone un extranjero cuando habla
una lengua que no es la suya. Para el extranjero, así como también para el ensayo,
la experiencia espiritual es fundamental, aunque esta experiencia no sea segura ni
reglada. En la experimentación, la prueba y el error, el extranjero y el ensayo son
capaces de comunicar.
 Protesta contra las cuatro reglas que René Descartes constituye, al comienzo
del Discurso del método, como los principios de la ciencia occidental moderna.
Las cuatro reglas del método cartesiano son:
1. Regla de la evidencia: Descartes afirma que no se debe admitir nada, ninguna
cosa, como verdadera sin saber con evidencia que es efectivamente verdadera. Esto
significa que se debe evitar la precipitación y la prevención. Sólo se debe
comprender aquello que se presente al espíritu de forma tan clara y distinta que no
pueda ser puesto en duda. Adorno no se refiere específicamente a esta regla en
cuanto al ensayo.
2. Regla del análisis: en su segunda regla Descartes sostiene que se debe dividir cada
una de las dificultades a examinar en tantas partes como fuera posible y como sea
necesario para resolverlas mejor. Según Adorno, en esta regla se hace patente el
análisis de elementos bajo el cual la teoría tradicional considera que los esquemas
de ordenación conceptuales y la estructura del ser son equivalentes. Pero el ensayo
no se inscribe en esta teoría tradicional. El objeto del que se ocupa el ensayo, es
decir, los artefactos, se resisten al análisis de sus elementos. El ensayo no tolera la
pregunta por los elementos o por lo elemental. Los momentos del ensayo, dado que
son conceptuales, apuntan más allá del objeto específico en el que se juntan los
conceptos. Sin embargo, el ensayo no persigue los conceptos hasta más allá del
objeto específico, donde los conceptos se legitimarían. En lugar de eso se acerca al
aquí y ahora del objeto.
3. Regla de la síntesis: la tercera regla, “conducir ordenadamente mis pensamientos,
empezando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir
ascendiendo poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más
compuestos, suponiendo incluso un orden entre los que se preceden naturalmente
unos a otros”, contradice rotundamente la forma del ensayo, según Adorno, porque
la forma del ensayo parte de lo más complejo, no de lo más simple. El ensayo
conserva la actitud de las personas que empiezan a estudiar filosofía teniendo de
antemano, de cierto modo, una idea acerca de la filosofía. Es raro que un ensayo se
dedique a los escritores más simples, sino que más bien recurrirá a los
supuestamente más difíciles, quienes proyectan retrospectivamente su luz sobre lo
sencillo y lo iluminan como una “posición del pensamiento respecto a la
objetividad” (La ciencia de la lógica, Hegel). La ingenuidad del estudiante que se
contenta precisamente con lo difícil es más sabia que la pedantería adulta que con
dedo amenazante obliga al pensamiento a entender lo sencillo antes de dedicarse a
lo complejo, que es en realidad lo más atrayente.
4. Regla de la comprobación: la cuarta regla cartesiana nos indica que tenemos que
“hacer en todo recuentos tan complejos y revisiones tan generales” para estar
seguros de no omitir nada. Esta regla defiende un principio sistemático, principio
que Kant defiende contra el pensamiento llamado “rapsódico” de Aristóteles. Este
principio le reprocha al ensayo no ser exhaustivo. El ensayo sólo podría hacer una
“revisión general” si estableciese de antemano que los conceptos que aparecen en
él absorben de forma completa el objeto tratado. Pero esto no es posible, porque el
objeto no se puede exponer a partir de una cadena ininterrumpida de deducciones.
El ensayo no adhiere a la filosofía de la identidad. El requisito de continuidad en la
organización del pensamiento tiende a sostener que el objeto es armónico. Para el
ensayo el objeto no es armónico: la continuidad al pensarlo también es
discontinuidad. En este sentido, el ensayo anula la necesidad de alcanzar una
integridad y una continuidad teóricamente superadas.
 Siempre es relativo: puede interrumpirse en cualquier momento.
 Piensa en fragmentos porque la realidad es fragmentaria, pero encuentra su unidad
a través de los fragmentos, no uniéndolos de forma artificial. La discontinuidad es
fundamental.
 Armoniza los conceptos entre sí, pero no busca un superconcepto que los subordine
a todos. Logra que en un aspecto puntual elegido o encontrado “brille la totalidad”.
 Corrige lo casual y aislado de sus intuiciones haciendo que éstas se multipliquen,
confirmen o limiten ya sea en su propio avance o en su relación con otros ensayos.
 Es escrito por alguien que ve en la redacción una forma de experimentación donde
puede interrogar, palpar, examinar y penetrar en su objeto mediante la reflexión. El
escritor aborda el objeto desde diferentes ángulos y reúne en su mirada espiritual lo
que observa. Después, traduce en palabras lo que el objeto permite ver bajo las
condiciones creadas en la escritura.
 Nunca concluye y pone al descubierto la incapacidad de realizar conclusiones
acabadas.
 Se rebela contra la idea de obra capital. Su forma se vincula al pensamiento crítico
que sostiene que el hombre no es creador: nada de lo humano es creación. El
ensayo siempre se refiere a algo ya creado y no se presenta como creación ni aspira
a abarcar el todo. Su totalidad es la de lo no total.
 Es más abierto y al mismo tiempo más cerrado de lo que le gustaría al pensamiento
tradicional. Es más abierto porque, por su estructura, niega la sistematicidad. Es
más cerrado porque trabaja de manera enfática en la forma de exposición.
 Debido a los conceptos que aparecen en él, los cuales traen un significado y una
referencia teórica, está emparentado a la teoría. El vínculo con la teoría es
cauteloso como el vínculo con el concepto. El ensayo no se deduce rigurosamente
de la teoría ni es una síntesis de ella. La experiencia espiritual se ve amenazada si
se esfuerza por consolidarse como teoría y adopta los gestos de la teoría. Sin
embargo, la experiencia espiritual también tiende a la objetivación. El ensayo
muestra esta contradicción (antinomia).
 Devora las teorías y tiende a liquidar las opiniones, incluso las opiniones que son
su punto de partida.
 No reconoce ningún punto de vista externo a sí mismo y, cuando se le reprocha su
falta de punto de vista y su relativismo, entra en juego la noción de la verdad como
algo “fijo”, como una jerarquía de conceptos que Hegel, opuesto a la idea de punto
de vista, destruyó. En ese punto el ensayo toma contacto con su extremo: la
filosofía del saber absoluto.
 El ensayo es más dialéctico que la dialéctica. Toma la lógica hegeliana al pie de la
letra: no puede afirmar la verdad de la totalidad contra los juicios individuales, ni
puede hacer finita la verdad convirtiéndola en un juicio individual, sino que la
aspiración a la verdad se toma literalmente hasta la evidencia de su no verdad. La
no verdad a la que se entrega el ensayo es el elemento de su verdad.
 Su tema propiamente dicho es la relación entre la naturaleza y la cultura. Se
sumerge, en vez de “reducirlos”, en los fenómenos culturales como en una segunda
naturaleza. La cultura no es un epifenómeno por encima del ser que haya que
destruir. Para el ensayo, todos los objetos están en cierto sentido a la misma
distancia del centro.
 Históricamente, el ensayo se vincula a la retórica. La retórica es el pensamiento
adaptado al lenguaje comunicativo. La retórica siempre apuntó al lenguaje
inmediato, a la satisfacción de los oyentes. En la autonomía de la exposición que
distingue al ensayo de la comunicación científica, el ensayo conserva huellas de lo
comunicativo que la comunicación científica no posee. El placer que la retórica le
brinda al oyente está presente en el ensayo como idea de la felicidad de una libertad
frente al objeto. La conciencia cientificista, en contra de toda representación
antropomórfica, siempre estuvo aliada al principio de realidad y fue enemiga de la
felicidad o del principio de placer. El ensayo, en cambio, salva a la sofística. La
hostilidad del pensamiento crítico oficial a la felicidad se encuentra en la dialéctica
transcendental de Kant, la cual buscaba eternizar la frontera entre entendimiento y
especulación e impedir el “vagabundeo por mundos inteligibles”. La razón que se
critica a sí misma pretende estar, en Kant, bien asentada, bien fundamentada. La
razón estaría impermeabilizándose a cualquier novedad y curiosidad. El objeto del
ensayo, en cambio, es lo nuevo en cuanto nuevo, no retraducible a lo viejo de las
formas existentes.
 Las transiciones chocantes de la retórica, en las que la asociación, la multivocidad
de las palabras y la omisión de la síntesis lógica le facilitaban la comprensión al
oyente, y lo sometían a la voluntad del orador, en el ensayo se funden con el
contenido de verdad. Sus transiciones están en contra de la derivación rigurosa y
privilegian las conexiones oblicuas (sesgadas, no obvias) entre los elementos que
no caben en la lógica discursiva.
 El ensayo utiliza los equívocos, pero no por negligencia, sino para llegar hasta
donde la crítica del equívoco, la mera separación de los significados, casi nunca
llega: al hecho de que siempre que una palabra cubre una diversidad, lo diverso no
es completamente diverso, sino que la palabra alude a una unidad en la
cosa. Ejemplo: polisemia de la palabra “cabeza”.
 El ensayo no se opone al procedimiento discursivo. No es ilógico. Sigue criterios
lógicos en la medida en que el conjunto de sus proposiciones tiene que ser
consistente. No puede tener meras contradicciones a menos que sean
fundamentadas porque tienen que ver con el tema del ensayo mismo. La cuestión es
que el ensayo desarrolla los pensamientos de una forma diferente a como hace la
lógica discursiva. El ensayo no deduce los pensamientos de un principio ni los
infiere de observaciones individuales coherentes, sino que coordina los elementos
en lugar de subordinarlos.
 Debido a la tensión existente entre la exposición y lo expuesto, el ensayo es más
dinámico que el pensamiento tradicional, pero como yuxtaposición construida es al
mismo tiempo más estático. En su quietud tiene afinidad con la imagen.
 La flexibilidad del orden de los pensamientos de un ensayista lo obligan a una
intensidad mayor que aquella del pensamiento discursivo, porque el ensayo no
actúa, como el pensamiento discursivo, de forma ciega y automática, sino que a
cada instante tiene que reflexionar sobre sí mismo. La reflexión no se extiende sólo
a su relación con el pensamiento establecido, sino que también se relaciona con la
retórica y la comunicación.
 El ensayo es anacrónico. Se encuentra entre la ciencia en la que se pretende
controlar todo, ciencia que excluye, con el elogio hipócrita de “intuitivo” o
“estimulante” lo que no se adapta al patrón del consenso; y entre la filosofía, la cual
se conforma con el resto vacío y abstracto de aquello que todavía no ocupó la
actividad científica. El ensayo se ocupa de lo ciego presente en los objetos de la
filosofía. Al ensayo le gustaría expresar con conceptos lo que no entra en conceptos
o que, por las contradicciones en las que los conceptos se enredan, revela que la red
de la objetividad es un dispositivo en realidad subjetivo. Al ensayo le gustaría
polarizar lo opaco y desatar las fuerzas latentes en lo opaco.
 El ensayo construye la imbricación (superposición) de los conceptos tal como los
conceptos se consideran imbricados en el mismo objeto.
 No se adhiere a las características de las ideas, descriptas en el Banquete como
“eternas en su ser, ni engendradas ni perecederas, ni sujetas a cambio ni a
disminución”. Sin embargo, sigue siendo una idea, porque no se entrega ante el
peso de lo que es, no se inclina ante lo que meramente es.
 Su ley formal más íntima es la herejía (sentencia errónea, injuria). Como obra
contra la ortodoxia del pensamiento, hace visible la herejía. El mantenimiento de la
invisibilidad de la herejía es la finalidad de la ortodoxia. El develar la herejía, en
cambio, es la finalidad del ensayo.

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