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TRATAMIENTOS PSICOLÓGICOS
1. UN POCO DE HISTORIA
2. EN TORNO A LA CONCEPTUALIZACIÓN
3. EL TERAPEUTA: ACTITUDES Y HABILIDADES
4. ÉTICA Y DEONTOLOGÍA EN LA INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA
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Tratamientos Psicológicos Tema 1: Introducción a los Tratamientos Psicológicos (Historia) Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
1. UN POCO DE HISTORIA
La mayoría de los historiadores señalan que las sociedades prehistóricas contemplaban las
conductas anormales como la obra de los malos espíritus. En particular, veían el cuerpo y la
mente humanos como un campo de batalla entre las fuerzas externas del bien y del mal. El
comportamiento anormal era visto como una victoria de los malos espíritus, y la cura obligar a
éstos a salir del cuerpo de la víctima.
Se ha dicho que este punto de vista sobrenatural comenzó ya en la Edad de Piedra, hace
medio millón de años. Se han descubierto cráneos en Europa y América del Sur, que muestran
evidencia de una operación denominada trepanación en la que se utilizaba un instrumento de
piedra para cortar una sección circular del cráneo con el fin de liberar los malos espíritus que se
creían eran la causa del comportamiento anormal grave (ej.: alucinaciones y melancolía).
a) Ceremonias para la restauración: parten de la creencia de que el hombre posee una especie
de doble o alma cuya presencia en el cuerpo es necesaria para su buen funcionamiento. No
obstante, este alma puede abandonarlo cuando se dan ciertas condiciones específicas
(miedo intenso, sustraída por fantasmas). La curación se produce cuando el hechicero
encuentra el alma perdida y la devuelve al cuerpo al que le pertenece.
b) Prácticas exorcistas: se enmarcan en la creencia de que los espíritus malignos han penetrado
en el cuerpo de la persona, tomando posesión de ella y provocando un cambio en su
identidad. Se plantean tres formas básicas de liberal al sujeto de una posesión: 1) a través
de procedimientos mecánicos (ruidos, malos olores, golpeando a la persona poseída); 2)
transfiriendo el espíritu maligno a otro ser, normalmente un animal, y 3) extraer el espíritu
por medio de conjuros o procedimientos psíquicos. Ésta es la forma que la Iglesia Católica
recogió y normalizó.
c) Confesiones.
d) Curaciones por incubación.
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Entre los años 500 AC. a 500 DC, en las florecientes civilizaciones griega y romana, los
filósofos y médicos comenzaron a ofrecer una explicación alternativa a los diferentes trastornos
mentales que identificaban (melancolía, manía, demencia, histeria, ignorancia, y alucinaciones).
De hecho, podemos decir que el origen de la psicoterapia actual hay que buscarlo en Grecia,
donde surge el pensamiento racional y la tradición filosófica y médica. Paralelamente se produce
el desarrollo del alfabeto y la transición de la tradición oral a la escrita.
Laín Entralgo (1958) comenta la transición entre los métodos de la medicina mágica y la
incipiente mentalidad racional. Así, cabe citar el famoso “conócete a ti mismo” de Sócrates (470
AC-399 AC), así como las observaciones de su discípulo Platón (427 AC-347 AC) acerca de los
efectos de la palabra sobre la vida anímica (“Si el discurso es bello, produce un estado de armonía
en todas las partes del alma”). La obra de Platón contiene reflexiones sobre las pasiones, los
sueños y el inconsciente que pudieran considerarse como antecedentes del pensamiento
freudiano. En la obra de su discípulo Aristóteles (384 AC-322 AC), se establecen los distintos usos
de la palabra utilizada en Grecia con fines curativos. Aristóteles denominó “ensalmo” a la palabra
persuasiva, indicando que el hombre cambia de condición bajo su influencia.
Grecia es también una de las cunas de la tradición médica occidental, en donde se asientan
las raíces de los tratamientos psicológicos modernos. Por ejemplo, Hipócrates (460 AC-370 AC), en
contraposición con las concepciones mágicas, afirmaba que las enfermedades mentales tenían su
origen en causas naturales. Más concretamente, planteaba que estas afecciones tenían su causa
en los desequilibrios de las cuatro sustancias básicas o humores que se encuentran en el cuerpo
humano (sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra) y que se asocian a temperamentos específicos
(sanguíneo, flemático, colérico y melancólico). La salud era concebida como un estado de armonía
o equilibrio (crasis) entre los cuatro humores, mientas que la enfermedad se entendía como
desequilibrio (discrasis). Por ejemplo, un exceso de bilis amarilla causaría la manía, mientras que
la abundancia excesiva de bilis negra desataría la melancolía. Los tratamientos propuestos
incluían el celibato, una dieta vegetal, y el ejercicio físico.
Los esquemas básicos de la medicina hipocrática fueron desarrollados por Galeno (129 DC-
200 DC), cuya obra determinó la práctica médica hasta la edad moderna. Galeno distinguió dos
clases de pasiones: las “sanas” (competencia de la moral) y las “enfermizas” (competencia de
medicina). Para curar éstas, Galeno acude a la razón, imponiendo a estos enfermos una especie
de tutor, pedagogo, censor y guardián porque entendía que “el consejo resulta insuficiente en la
mayoría de los casos”.
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Tratamientos Psicológicos Tema 1: Introducción a los Tratamientos Psicológicos (Historia) Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Esta tradición desapareció en la Edad Media (años 500 a 1350), en la que Europa se sumió
en el oscurantismo, y la religión ocupó el lugar de la ciencia, aún rudimentaria (Espina, 1988). Una
vez más, el comportamiento anormal fue atribuido a un conflicto entre el bien y el mal, en
particular, entre Dios y el diablo. La actitud de la Iglesia católica ante la enfermedad mental y ante
todo pensamiento libre durante la Edad Media fue despótica e inhumana, como se hacía patente
en muchas ocasiones en las prácticas inquisitoriales propias de la época.
Fue un periodo caracterizado por las terribles condiciones de guerra, insurrección urbana,
enfermedad (peste) que afectaron a las vidas de muchas personas. Durante este tiempo de estrés,
de ansiedad y lucha por la supervivencia, hubo brotes de locura masiva, en la que un gran número
de personas compartían delirios y las alucinaciones. Por ejemplo, en el trastorno denominado
“tarantismo”, grupos de personas empezaban repentinamente a saltar, bailar y convulsionarse. Se
creía que los que padecían este desorden habían sido mordidos y envenenados por una araña
lobo (tarántula). Nuevamente, el exorcismo a cargo de los clérigos se hizo popular. La hidroterapia
era otra forma de tratar a los pacientes "poseídos": eran llevados "de nuevo a sus sentidos" al ser
sumergidos en el agua helada.
Una excepción viene representada por el padre Gilaberto Jofré, a quien se le atribuye la
fundación de la primera institución de atención psiquiátrica en el mundo, en Valencia en el año
1410. En dicho hospital se trataba a los enfermos con dietas, ejercicios al aire libre y terapia
ocupacional. Su enfoque tenía influencias de la medicina oriental, con una concepción holista del
ser humano y una forma ecológica, preventiva, psicosomática e ideográfica (centrada en la
naturaleza única de cada individuo) de entender la enfermedad y la relación terapéutica.
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El cuidado de las personas con enfermedad mental continuó mejorando. En Inglaterra, los
enfermos mentales eran capaces de quedarse en casa mientras sus familias eran ayudadas
financieramente por la parroquia local.
Por desgracia, las mejoras comenzaron a desvanecerse. Los santuarios sólo podía albergar a
unos pocos residentes a la vez y los hospitales médicos eran muy pocos y distantes entre sí. Hacia
mediados del siglo XVI, los monasterios y hospitales fueron siendo convirtiendo en asilos,
instituciones con el propósito principal de dar cobijo y tratamiento a grandes cantidades de
enfermos mentales. Los asilos pronto comenzaron a desbordarse, convirtiéndose en prisiones
virtuales donde los pacientes eran mantenidos en condiciones insalubres y tratados con gran
crueldad.
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En el año 1769 el médico y químico escocés William Cullen acuñó el término neurosis, uno
de los más influyentes en la psiquiatría y psicología de los siglos posteriores. Para Cullen la
neurosis consistiría en irritabilidad, nerviosismo, estado de ánimo deprimido y otros síntomas
similares producidos por la alteración del sistema nervioso o, en su propia terminología, de los
fluidos neurales. Su concepción era parte de la llamada moda neurocéntrica que se dio en la
segunda mitad del siglo XVIII y que conceptualizó los trastornos emocionales como alteraciones
del sistema nervioso.
Existen cuatro puntos básicos que pueden resumir su teoría en la que sigue las modas
científicas de su época (la electricidad, el magnetismo y la astronomía):
a) Existe un fluido físico que es el vehículo de unión entre el hombre, la tierra y los astros
y también entre el hombre y el hombre.
b) La enfermedad se origina a causa de una distribución desigual del fluido en el cuerpo.
c) Con la ayuda de ciertas técnicas el fluido puede canalizarse, almacenarse y
transmitirse a otras personas.
d) Se pueden provocar “crisis” en los pacientes y curar las enfermedades.
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como un estado de “sueño nervioso”. Para Braid, este tipo de fenómenos se debían a la acción de
los nervios paralizados en respuesta a las sugerencias del operador.
En Francia, Liébeault (1823-1904) representa la figura de transición entre los viejos y los
nuevos métodos, empezando a tratar a sus pacientes mediante hipnosis. Fundador de la famosa
escuela de Nancy o “Escuela de la Sugestión” (para distinguirla de la escuela de Salpêtrière de
Charcot, o “Escuela de la Histeria”). La escuela de Nancy sostenía que la hipnosis era un fenómeno
normal inducido por sugestión, en contraste con otras escuelas de pensamiento que consideraban
los trances hipnóticos como manifestaciones del magnetismo, la histeria o fenómenos psico-
fisiológicos. Freud estudió en ambas escuelas y participó activamente en la polémica acerca de la
hipnosis.
Por su parte, la Escuela de Salpêtrière estuvo encabezada por Charcot (1825-1893) y Janet
(1859-1947) quienes sostenían que la hipnosis era sólo una variedad provocada de la histeria,
siendo la base de ambas una alteración patológica localizada en el sistema nervioso. Charcot
comenzó a estudiar en 1870 la histeria y el hipnotismo, sugiriendo que en las histéricas la
condición hipnótica se presentaba siguiendo tres etapas sucesivas: letargo, catalepsia y
sonambulismo. Consiguió demostrar que la histeria no era una enfermedad exclusiva de las
mujeres (encontró síntomas similares en hombres) y que las parálisis histéricas podían
reproducirse mentalmente mediante hipnosis lo que implicaba que también podrían eliminarse a
través de este procedimiento. Consideraba que todos los cuadros clínicos debían tener como base
una lesión neurológica específica y que la hipnosis solo servía para activar la lesión neurológica de
las histerias traumáticas. De hecho sostenía que la susceptibilidad hipnótica por sí misma ya era
un signo de degeneración neurológica.
Pierre Janet inició su carrera desde la filosofía y aprendió la técnica hipnótica para estudiar
la “mente subconsciente”. Invitado a trabajar con Charcot en la Salpêtrière, sus procedimientos
terapéuticos se anticiparon en muchos aspectos al método catártico, publicando en 1886 el “caso
Lucile”, considerado como la primera cura catártica de la historia.
Hacia final del siglo XIX, el término psicoterapia se utilizaba para hacer referencia al
tratamiento por sugestión y, por extensión, se convirtió en el término aceptado para todos los
procedimientos de curación por medio de la mente.
Sigmund Freud (1856-1939) contaba con una sólida formación neurológica. Los pacientes
que acudían a su consulta por lo general tenían “problemas nerviosos”. Sus síntomas eran
similares a los producidos por las lesiones neurológicas, pero el examen neurológico descartaba la
existencia de dichas lesiones. La histeria era la enfermedad de la época y Freud comenzó a aplicar
la hipnosis a estos pacientes. Su primera teorización sobre la histeria se basaba en la idea de que
el deseo de realizar una acción suscita dos representaciones opuestas (la de realizar la acción y la
contraria, no realizarla). La persona sana reprime o inhibe la voluntad contraria, pero las personas
que tienen una inseguridad subjetiva no consiguen reprimirla, existiendo un conflicto entres estas
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El paso decisivo para la creación del psicoanálisis fue el método catártico que supone la
transición desde los viejos métodos de la sugestión hipnótica al nuevo método psicoanalítico. El
método catártico fue usado y desarrollado por J. Breuer y S. Freud entre 1881 y 1895 como
terapia contra los síntomas de las afecciones histéricas. El método y su técnica fueron ilustrados
por los dos autores en su tratado clínico Estudios sobre la histeria, publicado en 1895, donde se
explica que fue Breuer el primero que lo utilizó en una terapia con una paciente histérica llamada
Bertha Pappenheim (Anna O.) en 1881 y 1882. Anna O. ha pasado a los anales de la historia del
psicoanálisis como un caso paradigmático, debido a la extravagante y sorprendente variedad de
síntomas que presentaba. Fue la propia Pappenheim quien denominó la terapia limpieza de
chimenea o cura del habla, aludiendo al efecto de limpieza y liberación del ánimo de la suciedad
que la bloqueaba.
Así, Freud pensó que el método catártico podía curar los síntomas de la enfermedad pero
no modificaba la predisposición a la histeria, de modo que los síntomas podían volver a aparecer.
Además, no todos los pacientes eran hipnotizables ni reaccionaban con la descarga emocional
deseada. Freud había descubierto los fenómenos clínicos de resistencia y transferencia, lo que le
llevó a desarrollar el método de asociación libre: con el paciente sobre un diván, le proponía un
tema de su biografía sobre el que debía hablar sin ejercer ningún control. Cuando la corriente de
ideas se agotaba utilizaba el apremio. Suponía que la fuerza de la resistencia ante la sugerencia
era idéntica a la fuerza de la defensa o represión. Freud desarrolló el psicoanálisis, la primera
escuela específica de psicoterapia, alrededor de la vuelta del siglo, e hizo contribuciones
profundas en el campo con sus descripciones del inconsciente, la sexualidad infantil, la utilización
de los sueños, y su modelo de la mente humana. Freud comenzó centrándose en problemas que
no parecían tener una base orgánica discernible, y teorizó que tenían causas psicológicas
originadas en experiencias infantiles y en la mente inconsciente. El tratamiento, principalmente a
través de escuchar al paciente y proporcionar interpretaciones, traería estas memorias al primer
plano, disminuyendo así los síntomas. Muchos teóricos y clínicos, incluyendo a Anna Freud, Alfred
Adler, Carl Jung, Karen Horney, Otto Rank, Erik Erikson, Melanie Klein y Heinz Kohut, entre otros,
se basaron en las ideas fundamentales de Freud y desarrollaron sus propios sistemas de
psicoterapia los cuales pasaron más tarde a categorizarse como “psicodinámicos”, haciendo
alusión a aquello implicado en la influencia que la mente consciente e inconsciente tiene sobre las
relaciones externas y el self.
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contraste con el enfoque más largo y basado en el insight de los enfoques psicodinámicos y
humanistas. Los enfoques cognitivos y conductuales se combinaron y fueron agrupados bajo el
encabezamiento denominado Terapia Cognitivo-Conductual en los años 1970.
Otros desarrollaron el enfoque, como Fritz y Laura Perls en la creación de la Terapia Gestalt,
Marshall Rosenberg, fundador de la comunicación no violenta, y Eric Berne, creador del Análisis
Transaccional. Posteriormente estos campos de la psicoterapia vendrían a ser reconocidos en la
actualidad como psicoterapias humanistas.
Las Psicoterapias postmodernas: A partir del último cuarto del siglo XX han surgido
nuevas formas de pensar en la psicoterapia que cuestionan muchos de los supuestos en
los que se ha basado esta disciplina a través de su historia. Este cuestionamiento ha
resultado en el desarrollo de prácticas terapéuticas que han recibido diferentes nombres, entre
otros: terapias “posmodernas”, “terapias narrativas”, “terapias discursivas”, “terapias
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postestructuralistas”, “terapias colaborativas”. Cada uno de estos términos subraya algún aspecto
importante de estos abordajes ya que éstos:
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Ellenberger, H. (1970).The Discovery of the Unconscious: The History and Evolution of Dynamic
Psychiatry. New York: Basic Books.
Espina, A. (1988). Proyecto docente de la asignatura “Técnicas de Psicoterapia”. Manuscrito no
publicado. Donostia-San Sebastián: UPV/EHU.
Laín Entralgo, P. (1958). La curación por la palabra en la antigüedad clásica. Madrid: Revista de
Occidente.
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TRATAMIENTOS PSICOLÓGICOS
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1. Introducción
2. El modelo psicoanalítico: aspectos conceptuales básicos
3. El diagnóstico desde el modelo dinámico
4. Aportaciones psicodinámicas a la clasificación psicopatológica
5. Perspectivas de futuro
6. El tratamiento psicoanalítico
6.1. Breve perspectiva histórica del desarrollo de la terapia psicoanalítica
6.2. La teoría de la técnica psicoanalítica
6.3. Los protagonistas del encuentro terapéutico: Terapeuta y Paciente
6.3.1. El encuadre
6.3.2. El analista: Reglas básicas, técnica y contratransferencia
6.3.3. El analizado: Alianza terapéutica, Transferencia y Resistencias
6.4. Factores favorecedores del proceso de cambio
6.5. Factores que obstaculizan el proceso psicoterapéutico
6.6. Fases o etapas del análisis
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1. INTRODUCCIÓN 1
Las posturas teóricas sustentadas dentro del psicoanálisis han sido y son muy variadas, y
precisamente por ello se hace necesario clarificar cuáles son los ejes conceptuales que sustentan
el modelo. La adhesión acrítica al modelo trazado por Freud y las perspectivas de plena
integración con otros modelos teóricos (Wachtel, 1977; Elderyi, 1985; Ollendick, 1998) en función
1
Este apartado ha sido extraído íntegramente del libro de Maganto, C. (2009). Tratamientos psicológicos. Modelos
teóricos y Ejercicios de Rol Profesional (pp. 51-52). Donostia-San Sebastián: UPV/EHU.
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del contexto de intervención y las variables socioculturales del momento serían las dos posiciones
más extremas entre un abanico de posibilidades. Factores externos como la convivencia e
integración con otras disciplinas que operan con puntos de vista diferentes sobre lo humano, la
salud y la enfermedad, unido a factores internos como la propia disciplina de trabajo, estudio,
reflexión y autocrítica de la comunidad psicoanalítica, han operado transformaciones en la teoría
y clínica psicoanalítica dando lugar a que surjan formas nuevas de entender el trabajo clínico con
las personas. Ambos aspectos son importantes porque la integración sin reflexión crítica
confundiría y haría perder identidad, pero la conservación a ultranza de los postulados iniciales
bajo una pretendida fidelidad, como dice Schutt (1991), transformaría en dogma de fe postulados
discutibles. Por ello podemos afirmar que en la actualidad la teoría psicoanalítica ha permanecido
fiel a sí misma en los principios básicos, pero ha incorporado aquellos «saberes» que otras
ciencias con las que convive aportan a su propio saber. El modelo psicodinámico del diagnóstico
que resulta de esta tradición, debe entenderse desde esta perspectiva de enriquecimiento y
transformación en base al diálogo interdisciplinar.
Los desarrollos teóricos fundamentales del mismo tienen que ver con el planteamiento
de la denominada “teoría topográfica” o primera tópica y la elaboración de la primera teoría
pulsional.
La Teoría Topográfica fue desarrollada alrededor del año 1900 a través del análisis de
los sueños y por medio del método desarrollado por el mismo. Siguiendo aquí a Anguera y
Giménez (1994), Freud plantea que el sueño “contiene en quintaesencia toda la psicología de
las neurosis”. Elaborará entonces “La interpretación de los sueños”(1900). Los sueños son para
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Freud, actos psíquicos completos, cuyo sentido hay que desvelar y cuyo mecanismo hay que
explicar. Para ello se sirve del modelo topológico del aparato psíquico que le permite situar las
tres instancias, Inconsciente, Preconsciente y Consciente, que constituyen la primera tópica y
explicar la represión. Todo ello pone de manifiesto la dinámica que se establece entre el deseo
inconsciente y la censura que sobre tal deseo impone el sistema consciente cuyo resultado es
el contenido manifiesto del sueño. Pero esta dinámica no es exclusiva del sueño. En
“Psicopatología de la vida cotidiana” (1904) mostrará que la represión es siempre un efecto de
la resistencia que se opone al avance de una idea hacia la conciencia y está en la base de la
formación de los actos fallidos y de los síntomas neuróticos. Unos y otros son productos
resultantes de la transacción entre los impulsos, deseos y fantasías inconscientes y las
exigencias de la conciencia.
El concepto central de esta primera tópica es que la mente humana constituye una
compleja estructura que opera en diferentes niveles, en relación con el grado de conciencia
mantenido sobre los diferentes acontecimientos. Establece tres niveles posibles de conciencia:
Inconsciente, Preconsciente y Consciente que ejercen tres grados de control sobre la conducta
humana.
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Este desarrollo transcurre en dos fases: la infantil (que abarca hasta los 6 años
aproximadamente y que se subdivide en oral, anal y fálica, por la prevalencia de cada una de
estas zonas corporales como fuente de placer y tensión) y la genital o adulta. Entre ambas
sitúa el aparentemente tranquilo periodo de latencia.
- La etapa fálica. Es denominada así por ser la región genital fuente de placer y tensión.
Se evidencia y constata la diferencia de los sexos y se establece el Complejo de Edipo.
El papel estructurante que tiene el Complejo de Edipo en la personalidad es defi-
nitivo para comprender cada estructura patológica por sus modalidades de
resolución. De la relación con los objetos, figuras parentales, devienen fuertes
sentimientos de amor y odio, envidia y rivalidad, identificación y oposición, que confi-
guran una etapa difícil para el niño, y en la que las fuerzas represoras juegan un papel
decisorio en su finalización.
- La etapa de latencia cubre desde los 6 años hasta la pubertad. En ella se internalizan
las identificaciones psico-socio-sexuales con los miembros del propio sexo a través de
las identificaciones con los padres, y se desarrollan las sublimaciones que permiten
las adquisiciones escolares, recreativas, lúdicas y culturales.
El progreso normal de una a otra fase puede ser alterado por defecto o exceso de
gratificación en cada uno, pudiendo quedar el niño fijado en alguna de ellas, lo que puede
llevar a que cuando sea adulto desempeñe determinados patrones característicos de conducta
o personalidad, así como distintas alteraciones conductuales. De las posibles fijaciones en el
desarrollo psicosexual del niño, la más significativa es la que ocurre en la fase fálica, ya que
según Freud, en ella se encuentra la base de los trastornos neuróticos. En esta fase fálica es
donde situará Freud, más adelante, el complejo de Edipo. En la superación del mismo,
aceptando las normas y preceptos impuestos por los padres, estará el origen del Superyó
(teoría estructural).
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Esta diferenciación en fases y los avatares del deseo sexual presentes en la ya citada
“interpretación de los sueños” puede entenderse como el primer bosquejo de la teoría Edípica
que se convertirá en piedra angular del psicoanálisis.
Otro tema destacado en las consideraciones teóricas de Freud en esta década es, sin
duda alguna, el de la transferencia. En “La dinámica de la transferencia” (1912), la
actualización de los deseos inconscientes infantiles sobre la persona del terapeuta es
interpretada como un mecanismo al servicio de la resistencia y en este sentido como un
obstáculo terapéutico, pero en 1915, en “Observaciones sobre el amor de transferencia”
sostiene que ha de ser puesta al servicio de la cura constituyendo uno de sus ejes
fundamentales.
- El Ello es fuente de toda energía y sede en donde radican los instintos. En el principio
de la vida la persona está configurada por el Ello, energía que tiende a descargarse y
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Es posible el conflicto entre estas tres instancias, y en base al tipo de conflicto y a los
mecanismos de defensa que se propicien, Freud explica la estructura y funcionamiento de los
trastornos psíquicos.
Por otra parte, su aportación clínica más importante en este periodo es tal vez la que
aparece en “Inhibición, síntoma y angustia” (1925) en donde va más allá de su primera versión
basada en la teoría pulsional, en la que conceptualizaba la angustia como libido transformada
por efecto de la represión, la explica ahora a partir del Yo que, amenazado por los impulsos del
Ello o por la presión del Superyó, emite sus señales a fin de desarrollar sus procesos de
defensa, uno de los cuales es, desde luego, la represión.
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Por metapsicología se hace referencia al número mínimo de supuestos en los que se basa la
teoría psicoanalítica (Rapaport y Gill, 1959). Siguiendo a Greenson (1978), en realidad, Freud sólo
formuló explícitamente tres puntos de vista metapsicológicos (el tópico, el dinámico y el
económico). El punto de vista genético parecía lógico. Aunque no definió el punto de vista
estructural, dio a entender que podría reemplazar al tópico. El punto de vista adaptativo está
también implícito y es esencial para el pensamiento psicoanalítico.
Las implicaciones clínicas de la metapsicología indican que para comprender un suceso psíquico
cabalmente es necesario analizarlo desde seis puntos de vista: tópico, dinámico, económico,
genético, estructural y adaptativo.
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lógica, y las contradicciones pueden existir sin anularse unas a otras. La condensación y
el desplazamiento son otras características del proceso primario. El designar un
acontecimiento psíquico como consciente o inconsciente implica más que una mera
diferencia de cualidad. Los modos de funcionar arcaicos y primitivos son característicos
de los fenómenos inconscientes.
• El punto de vista Dinámico entiende que los fenómenos mentales son resultado de la
interacción de fuerzas. Según el mismo, los fenómenos psíquicos se definen como la
manifestación de tendencias que aspiran a un fin definido y operan, a veces, en una
misma dirección y, otras, en direcciones opuestas. Este supuesto es la base de todas las
hipótesis relativas a los impulsos instintivos, las defensas, intereses y conflictos del yo.
La formación de síntomas, la ambivalencia y la sobredeterminación son ejemplos de la
dinámica.
• El punto de vista Estructural supone que el aparato psíquico puede dividirse en varias
unidades funcionales duraderas (Ello, Yo y Superyó). Está implícito siempre que
hablamos de conflictos interestructurales como formación de síntomas o de procesos
intraestructurales como la función sintética del yo.
De acuerdo con Maganto (2009, p. 55), “como síntesis diremos que el psicoanálisis tiene
un corpus teórico con entidad propia y una técnica muy específica (el tratamiento
psicoanalítico convencional), mientras que bajo la etiqueta de modelo psicodinámico se da la
convergencia de modelos teóricos explicativos de base psicoanalítica, en los que el psicoanálisis
es el marco conceptual básico, pero no la única teoría conceptual explicativa de su quehacer
clínico, ni sus técnicas se ajustan a las propias del tratamiento psicoanalítico convencional. La
distinción que estamos trazando excluye entrar en la polémica entre lo que es propiamente
psicoanalítico y lo que no, y acepta como idea de trabajo la diferencia entre el psicoanálisis
como método de autodescubrimiento y abordaje al inconsciente que se efectúa en una relación
singular y las amplias y muy variadas intervenciones clínicas y comunitarias que desarrollan los
clínicos con formación psicoanalítica, y que rotularemos como psicodinámicas. Pero no
aceptamos un uso muy amplio del término psicodinámico que incluya los abordajes
humanistas, fenomenológicos, existencialistas, rogerianos o incluso sistémicos. El término
psicodinámico queda para nosotros restringido a todo lo basado y derivado principalmente –
aunque no exclusivamente- del psicoanálisis, y que queda bien reflejado en la expresión “de
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Cambio: se define como algo estructural. Cambio: delimitado a un foco o a unas pocas
áreas.
Duración del trabajo clínico: más de 4 años. Duración de la intervención: de 6 a 12
sesiones o periodos breves
Intensidad del tratamiento: 5 días por semana. Intensidad del trabajo clínico: no más de 1 día
por semana.
Entrenamiento del profesional clínico: Formación del clínico: 2 a 4 años.
superior a 6 años.
Hay pocos.
Actitud del clínico en la relación: “pasiva”, Actitud del profesional: más activa, más
neutra, no directiva, “atención flotante”... directiva y focalizada.
Objetivo: conocer los orígenes de los Objetivo: comprender y cambiar los síntomas.
problemas
Marco conceptual: exclusivamente Marco conceptual de trabajo: psicoanalítico,
psicoanalítico. pero más flexible, integrando otras
perspectivas teóricas
Como señala Maganto (2009, p. 56-61), “aunque aparentemente las diferencias pueden
tener importancia, sin embargo los aspectos comunes son indudablemente más relevantes
como rasgos de identidad compartidos. Los presupuestos conceptuales teóricos y técnicos
comunes se han mantenido a lo largo de sus más de 100 años de historia, y a pesar de las
controversias, críticas y reformulaciones que fuera y dentro de la comunidad psicoanalítica han
existido. Estos presupuestos conceptuales son los siguientes:
b) El por qué del síntoma o la causa del malestar. El psicoanálisis es un modelo clínico
basado en la psicopatología, en el trastorno y el malestar psíquico, es decir, fuertemente
vinculado en su historia a un quehacer que busca las causas del “trastorno” como
explicación científica de los hechos clínicos. Entre sus limitaciones, aceptadas en la
actualidad como inherentes al propio modelo (Tizón, 1995) están el no ser un modelo que
se plantea la prevención. Es más, considera que puede ser inútil su esfuerzo. Sin embargo
plantea desde su constructo teórico la promoción de la salud, concepto éste que difiere del
anterior en aspectos significativos y que no vamos a abordar en esta ocasión.
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Siguiendo a Catalá (1991) sabemos que en los primeros momentos de la vida, el niño y su
madre constituyen una unidad de percepción en la que inicialmente no hay diferencia. La
repetida experiencia de «presencia - ausencia» permite adquirir la percepción de dos, la
diferencia entre uno y otro, la progresiva identidad diferenciadora.
Ese primer momento de unidad indiferenciada se supone como una relación en la que la
madre proporciona al niño todo lo que éste le pide. En el momento en que el niño necesita
algo y la madre no acude, o se retrasa, es decir, cuando por cualquier razón no hay
respuesta inmediata aparece un intervalo entre la demanda del niño y su satisfacción,
aparece la ausencia, la falla materna (Winnicott, 1958, 1965), el otro no está, está
separado. El niño puede darse cuenta de que eso que le viene, le viene del otro:
alimentación, cuidados, protección. «Así no es por la presencia que sepamos de la
ausencia, sino porque hubo ausencia en algún momento, sabemos de la presencia»
(Catalá, 1991 p. 17). Y porque no hay un objeto que nos complete totalmente es por lo
que podemos desear, pero es también por lo que aparece la frustración. El deseo se
dirigirá interminablemente, tal como comprobamos cada día en nuestra existencia, de un
objeto a otro y a otro, y a otro... con el deseo de sentir la completud.
El estadío del espejo configura la subjetividad humana. En ese lugar donde se reflejan las
cosas, una imagen se privilegia sobre las demás: su propia imagen que desde el espejo le
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mira. Esta escena de dos, la imagen del espejo que le mira y él, produce efectos de
estructura. Su vivencia previa de ser fragmentado y parcializado, se vuelve totalizadora,
globalizante, unificante. Además, la madre que aparece para introducirle en el lenguaje y
decirle «ese del espejo eres tú», le propicia el reconocimiento entre el otro y él mismo. De
este modo, para el psicoanálisis, la configuración de la imagen humana se realiza por la
intervención del otro. Ese otro completo del espejo permite la identificación primera,
elicita llegar a ser ese otro que ahora no es. Es el inicio de la agresividad entendida como
la rivalidad consigo mismo. Para lograr ser ese ser completo que la mirada le devuelve y la
palabra le confirma, debe dejar de ser ese ser fragmentado que es, se tiene que perder la
dimensión en que ahora se experimenta. Constituirse en ese otro, a partir de otro, lleva
siempre una pérdida, se paga un precio. Pero hay además dos factores que se vinculan a la
estructura de este estadío: la envidia (Klein, 1975) y los celos. La envidia encuentra su
basamento en la mirada, en la visión de algo que se desea y no se tiene. Ese ver al otro
como ser completo llena de regocijo en un primer momento, pero la fascinación que
produce deja «paralizado» al niño, lo inmoviliza. De la «función escópica proviene el deseo
de ser o tener lo que el otro es o tiene. Mirada y fascinación van unidos a la envidia»
(Catalá, 1991). La salida de la identificación imaginaria ocurre cuando la mirada del niño
se vuelva a otro lugar, a otra cosa, cuando su deseo se dirija a desear algo más allá de su
imagen. Es el paso a la «terceridad», si se puede llamar así. La madre mira a otra cosa
porque desea algo más que su propio hijo, y el niño mira a otro lugar porque quiere saber
cuál es el deseo de la madre, quién es ese otro que la madre desea. Así, los celos, rompen
la relación especular, dual, y permiten salir de la identificación primaria. Es este uno de los
factores que preludian el estadío del complejo de Edipo (Catalá, 1991).
El Edipo puede definirse como un universal que hace estructura. Hay que pensarlo como lo
prohibido frente a un objeto. Hace estructura porque coloca lo prohibido en la constitución
del sujeto humano. En este sentido es universal. Aunque no en todas las culturas sea la
madre lo prohibido, siempre hay algo que lo está para la constitución de sujeto frente a
esa prohibición. No vamos a desarrollar aquí el devenir del complejo de Edipo y sus
vicisitudes y salidas, pero sí apuntar los rasgos que intervienen en la propia constitución de
estructura. La función materna y paterna (no el padre y madre reales) intervienen en su
devenir, el hijo como función de ambos es el tercer elemento, y la función del falo-poder
(no el pene, ni el clítoris, ni ningún órgano) es el cuarto elemento que cuadrangula la
estructura, y que funciona como un eje organizador alrededor del cual se ordenan todos
los intercambios. Es el elemento que organiza, estructura, marca diferencias por presencia
y ausencia. La ausencia señala la falta, la castración, la limitación humana. La posición
ante ésta estructura al sujeto. Esta función paterna, es esencial para la estructuración del
mundo simbólico, y el que permite la salida de la fascinación del espejo y de la creencia en
la omnipotencia materna, que Winnicott (1958, 1965) propuso desde el lado materno
como la importancia de ciertas fallas en el sostenimiento materno para hacer viable el
desarrollo.
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Siguiendo a la misma autora, los síntomas que los padres definen como conflicto «con» el
colegio, conflicto «con» los compañeros, «con» el aprendizaje, deberían nombrarse como
conflictos «entre» representaciones amorosas y representaciones hostiles, «entre»
representaciones competitivas y agresivas y representaciones inhibidas, «entre» deseos
epistemofílicos y la inhibición por temor que imposibilita su ejercicio para el aprendizaje,
etc.
Sabiendo que, como dice Sales (1995), no hay cultura sin malestar, pero no todo malestar
es una enfermedad, el diagnóstico está al servicio de conocer los malestares de la cultura
que nos toca vivir y las respuestas que en la sociedad se propugnan. Debido a que en
nuestro momento «cultural» actual el médico de atención primaria recibe las «quejas» de
dicho malestar, la medicalización de la salud mental se ha incrementado, y desde el
biologicismo se da respuesta a dicho malestar. La farmacología es la respuesta al síntoma.
Y por eso es crucial no reducir el diagnóstico a lo médico sino considerar los dos planos:
biológico y psicológico, ambos expresados socialmente.
Los estudios llevados a cabo con los síntomas del malestar actual, abuso y maltrato físico y
sexual, los trastornos de alimentación, los desórdenes de la personalidad antisocial, los
problemas de violencia juvenil o racismo, las adiciones en cualquiera de sus
manifestaciones, el cáncer, el SIDA... han sido objeto de trabajos empíricos desde esta
perspectiva teórica y el modo de abordaje clínico ha demostrando ser de utilidad tanto a
nivel diagnóstico como terapéutico.
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Entre las características propias del diagnóstico en el modelo psicodinámico están las
siguientes:
Este apartado ha sido extraído íntegramente del libro de Maganto, C. (2009). Tratamientos psicológicos. Modelos
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y concluir sobre la particularidad del sujeto en dicha estructura. Ambos aspectos del
diagnóstico tienen efectos subjetivos en el profesional. Por ejemplo, la etiqueta
«psicosis» produce alerta, inhibe o invita al trabajo clínico, pero especialmente el
diagnóstico específico tiene efectos en dicho profesional porque no sólo se concluye
sobre la estructura de la persona, como dirá Soler (1996, p. 24) “sino sobre la estructura
del material clínico que el paciente presenta”. En este caso, sí merece la pena realizar un
diagnóstico» porque es una permanente fuente de orientación sobre el consecutivo
trabajo clínico.
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Esto nos lleva a hacer explícita la idea de que el tiempo del diagnóstico no se «acaba» en
una valoración sintomática ni en una etiquetación de estructura, sino que a lo largo del
trabajo clínico sigue la confirmación de cómo un sujeto ha articulado ambos aspectos.
En su devenir histórico y en su situación actual. Por ello se habla con más frecuencia de
trabajo clínico que de trabajo diagnóstico porque el primero incluye el proceso continuo
de valoración diagnóstica y de intervención terapéutica.
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La crítica que desde el modelo psicoanalítico se hace a estas guías es la de ser utilizadas
como fines absolutos y no como medios para ser completadas con otras perspectivas. Se han
convertido para muchos en una especie de esperanto de la salud mental, una lengua única que
homogeneiza y que no da lugar a ningún saber más allá de la estadística (Gómez-Franco,
1996).
Este apartado ha sido extraído íntegramente del libro de Maganto, C. (2009). Tratamientos psicológicos. Modelos
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Por ello los psicoanalistas y psicoterapeutas dinámicos las conocen, las utilizan, pero han
solicitado que se incorpore un eje donde codificar los factores dinámicos. Estas formulaciones
enriquecerían la comprensión de los sujetos y ayudarían a focalizar los objetivos terapéuticos.
De lo contrario la sola utilización del DSM aporta diagnósticos de homogeneidad, no de
singularidad. Como Cantwell dijo en 1980 el DSM es un libro sobre desórdenes, no un libro que
describe personas (adultos o niños).
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5. PERSPECTIVAS DE FUTURO 4
Al finalizar el siglo es común la pregunta acerca del futuro en cualquier ámbito, también
en nuestro contexto. Es difícil, dice Etchegoyen (1993), predecir el futuro del psicoanálisis por
la vitalidad que desarrolla, por las discusiones e incluso divisiones que se generan dentro del
propio movimiento que le imprimen la capacidad de reflexión crítica necesaria para avanzar.
Por otra parte, la expansión del mismo a geografías culturales tan diversas, transidas por
diversas culturas científicas asociados a lenguajes distintos, con metodologías y técnicas
diversas, explica la riqueza de revisiones y reformulaciones que se hacen y continúan
haciéndose a este modelo conceptual (Cassini de Vázquez, 1997). Se recogen aquí algunas de
las respuestas sobre el futuro o bien algunas de los signos actuales que permiten sugerir
predicciones.
Algunos aspectos han sido objeto de especiales controversias, por lo que siguen en
permanente estudio, revisión e investigación. Son temas que no están «acabados». Citamos
los de mayor discusión en la actualidad, porque presumiblemente serán objeto de
reformulaciones y precisiones en el futuro.
Para Etchegoyen, a las puertas del 2005, un siglo después de la publicación de «Tres
ensayos sobre la teoría de la sexualidad», es hora de revisar la teoría sexual del psicoanálisis.
Hay que valorar cómo ésta ha influido en la cultura de nuestro tiempo y cómo debe ser
comprendida en un mundo tan diferente al que se escribió. Analizar este constructo a la luz de
las variables de nuestro momento histórico caracterizado no por la ocultación de la sexualidad,
sino por la invasión de la violencia y sexo en los medios de comunicación, en el que el
concepto de familia se ha roto y los niños sufren de «ocupación parental», en un momento en
que las diferencias entre ricos y pobres, como personas individuales y como naciones, es cada
vez mayor, y donde la irritación y la intolerancia se incrementan a todos los niveles. Debemos,
esta es una tarea de futuro, repensar y reformular los presupuestos teórico-conceptuales a la
luz del contexto social y mejorar nuestra identidad y eficiencia profesional (Etchegoyen, 1993).
Este apartado ha sido extraído íntegramente del libro de Maganto, C. (2009). Tratamientos psicológicos. Modelos
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El debatido tema entre los clínicos de la psicología del yo y de la preferencia por los
factores inconscientes, proveniente ya de la división entre Ana Freud y Melanie Klein,
pretendiendo diferenciar los límites entre fantasía inconsciente y realidad psíquica, no ha
acabado, aunque las contribuciones en este punto se incrementan en los últimos años (King
and Steiner, 1991; Rangell, 1988; Blum, 1988; Wallerstein, 1988; Brenner, 1993; Laplanche,
1992).
El tema de realidad psíquica ha sido debatido en los últimos años desde una perspectiva
nueva. Las imágenes interactivas de la realidad virtual con la posibilidad de navegar por un
mundo creado por el propio sujeto, desdibuja la idea de realidad y fantasía. La revisión de este
concepto por parte de Pragier y Faure-Pragier (1995) abren una perspectiva de
reconceptualización de estos términos muy interesante. El goce de la fantasía inconsciente
proviene de elementos libidinales y eróticos, así como de figuraciones sádicas y agresivas que
el sujeto recrea a su deseo, aunque éste no sea deliberadamente consciente. La «inmersión»
en la virtualidad de los juegos que se presentan abunda en estas mismas fantasías, pudiendo
destruir miles de enemigos con armas supersofisticadas o tener relaciones con partenaires
virtuales. «Las combinaciones llamadas «Piel inteligente», que contiene millares de captadores
microvibradores y sensoriales, constituyen una red de telecomunicación que permite instalar a
los protagonistas en una situación de simulación en la que el sujeto puede realizar sus
fantasmas más improbables ¡y hasta encontrarse consigo mismo y gozar de su propio clon!»
(Pragier y Faure-Pragier, 1995, p. 55). Varias preguntas se abren en esta reflexión. Por una
parte la diferencia entre realidad física y realidad psíquica, funcionando lo virtual en el espacio
«transicional» de ambas según el concepto de Winnicott. Quizá el inconsciente, es así mismo
una realidad virtual, ya que ambos están estructurados como un lenguaje simbólico, y en el
caso de la realidad virtual este simbolismo cae del lado de la cibernética.
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Shapiro y Esman (1992) repasan los 25 últimos años de avances psicoanalíticos sobre el
desarrollo infantil y concluyen que muchas cosas han cambiado desde Freud hasta el momento
actual. En los 100 años de evolución los cambios han sido significativos especialmente en los
aspectos que siguen:
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Las investigaciones sobre cómo logran los niños las representaciones mentales de la
realidad han abierto un camino entre psicoanalistas y cognitivistas. Para Climan (1991) hay una
relación directa entre algunos psicólogos cognitivistas y las ideas de Freud acerca de cómo
«repetir» es una manera de «recordar», y cómo la repetición nos abre el camino para la
memoria. Se sabe que los niños son capaces de hacer cosas aunque no sean capaces de
explicar cómo lo hacen. Estas representaciones mentales han sido trabajadas en terapia de
juego sabiendo que pueden no ser pensamientos conscientes, pero que su repetición puede
llegar a hacerlos conscientes. Similar división ofrece la psicología cognitiva entre memoria
episódica y semántica con evidencia de que la primera se almacena como visualización y no
como pensamientos verbales. Al intentar poner en palabras estas representaciones el
psicoterapeuta ofrece reestructurar los patrones existentes que provocan en el niño malestar
o sufrimiento. Las proposiciones verbales propuestas por el terapeuta tienen efectos
beneficiosos incluso en niños orientados preferentemente a la acción. Cuando son incapaces
de nombrar sus sentimientos, el terapeuta dirige su atención a nombrar esos sentimientos
como una manera de «cortocircuitar» su acción impulsiva (Shapiro y Esman, 1992).
Otro punto de interés que apunta a un futuro cercano, en el que ya se han dado pasos
importantes, es la investigación empírica de presupuestos conceptuales desde otros
paradigmas teóricos.
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Crits-Christops y otros (1994) estudian cómo los individuos tienden a percibir temas
particulares en función de diferentes ambientes o escenarios. Presentan un nuevo método
para evaluar temas personalmente significativos que ocurren durante la terapia, aportando
«evidencia del concepto de repetición de temas interpersonales» (p. 499). Discuten la
extensión del contenido de la repetición y su relación con el tipo de terapia.
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Hughes y otros (1994) también presentan una nueva metodología para estudiar cómo la
expresión de emociones y el uso de estrategias defensivas diferentes podrían ser reflejados a
través de cambios momentáneos en la actividad del sistema nervioso autónomo. Los
resultados de su estudio presentan sugerencias concernientes a la «asociación entre procesos
de control y fisiología con implicaciones para la salud psicológica y física (Hughes y otros, 1994,
pág. 565).
El trabajo clínico desde parámetros teóricos y técnicos diversos plantea la cuestión del
eclecticismo y/o la integración. En nuestra opinión hay una diferencia esencial entre el
eclecticismo diagnóstico y el diagnóstico desde la integración psicodinámica. Al eclecticismo no
se le presupone una adscripción preferente, directriz, e integradora de los datos obtenidos
desde un paradigma teórico. Se usa lo más útil, beneficioso, más adecuado para este caso, etc.
integrando los resultados desde el objetivo diagnóstico y las técnicas preferentes que hayan
sido empleadas. A la integración desde un modelo teórico se le presupone que los objetivos
diagnósticos, las técnicas preferentes (aunque use otras necesarias en un caso concreto), el
método de trabajo (aunque requiera una metodología específica y diferente en un momento
del proceso), los presupuestos conceptuales en los que se basa (aunque realice hipótesis
complementarias provenientes de otros marcos teóricos), las clasificaciones nosológicas que
tiene in mente (aunque se sirva también de las taxonomías estadísticas no psicodinámicas), y
especialmente el modo de integrar los datos, con las inevitables inferencias que se hacen
sobre los mismos, así como las orientaciones terapéuticas consecuentes, provienen del marco
teórico conceptual psicodinámico. La integración no sólo no desdibuja la identidad, sino que la
reafirma. En el eclecticismo no se plantea este punto, se plantea la riqueza y capacidad de
integración desde lo tecnológico y metodológico, no desde lo conceptual. Los resultados son
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Siguiendo el esquema que ha mantenido este artículo, podríamos decir que existen
puntos débiles en cuanto a presupuestos conceptuales, en cuanto a las técnicas y metodología
y en cuanto a la propia investigación. No se trata de inventariar todas ellas a modo de índice,
sino de subrayar aquellas que son relevantes a éstos.
Los límites epistemológicos del psicoanálisis deben ser reconocidos de forma explícita,
dice Tizón (1995). Entre otros cabe señalar el propio conocimiento que aporta y el que no
aporta y esto se hace evidente en su convivencia con otras ciencias. El psicoanálisis no aporta
conocimientos biológicos o sociológicos, dos grandes grupos de ciencias con las que se
relaciona. Podrá proporcionar apuntes, datos, hipótesis, modelos, metáforas a esas ciencias y
recibirlos de ellas, pero tales aportaciones psicoanalíticas no tendrían el carácter de datos
científicos (comunicables y verificables) hasta no haber sido procesadas por la metodología
específica de esas ciencias.
6. EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO
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viéndose por ello abocado al uso de la hipnosis (diciembre de 1887) alcanzando resultados
positivos, aunque inestables, en el alivio de la sintomatología neurótica. Pero esta práctica
aburrió pronto a Freud, pues tenía que dedicar mucho tiempo a la repetición de las
sugestiones curativas, por lo que pasó a utilizar el método catártico que Breuer había
descubierto en el caso Anna O. Tras sumir a la paciente en el trance hipnótico, Breuer la
incitaba a hablar de sus síntomas, haciéndole rememorar todas las circunstancias que habían
rodeado su instauración, observando que esto conducía a la sucesiva eliminación de ellos, si el
recuerdo se acompañaba de las emociones retenidas. En 1889, Freud trató a Emmy von N.,
caso en el que por primera vez empleó la hipnosis con fines catárticos: hipnotizó a la paciente
y le ordenó que hablara del origen de cada uno de sus síntomas. La paciente respondió
sacando una serie de recuerdos, acompañados a veces de una gran cantidad de afecto. Al final
de algunas sesiones sugería a la que paciente que olvidara los inquietantes recuerdos surgidos.
Según dice Erdelyi (1985) el método catártico es fundamentalmente una técnica contra-
amnésica facilitadora de la recuperación para la consciencia de recuerdos inhibidos, así como
la descarga de emociones ligadas a ellos (abreacción). La catarsis, pues, no es similar a la
sugestión hipnótica, aunque entre ellas existan ciertas semejanzas: aquella puede estimarse
como un tosco prototipo del psicoanálisis, dado que su objetivo es eliminar las vivencias
traumáticas ocultas, olvidadas o reprimidas a través de la recuperación amnésica y de la
abreacción; la sugestión hipnótica implica justo lo contrario, ya que trata de desactivar las
causas que aparentemente originaron los síntomas, procurando que éstos se diluyan por la
influencia cognoscitiva y afectiva que deriva de lo que acontece en la relación terapéutica.
Para 1892 Freud comprendió que su capacidad de hipnotizar pacientes era muy limitada
y hubo de decidirse entre abandonar el tratamiento catártico o intentarlo sin llegar al estado
de sonambulismo. Para justificar este modo de proceder recordó que Bernheim había
demostrado cómo se podía lograr que los pacientes recordaran acontecimientos mediante la
sugestión en estado de vigilia. Así, se basó en la suposición de que sus pacientes sabían cuanto
tenía una importancia patógena y que sólo se trataba de hacer que se lo comunicaran.
Mandaba a sus pacientes a acostarse, cerrar los ojos y concentrarse. Aplicaba presión en la
frente en momentos dados e insistía en que aparecieran los recuerdos. Se penetra entonces en
el método de los apremios o la técnica de la concentración. Elisabeth von R. (1892) fue la
primera paciente que Freud trató por completo mediante la sugestión en estado de vigilia.
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asociación libre como en la interpretación, que había tomado protagonismo tras “La
interpretación de los sueños” (Freud, 1900). El procedimiento de la asociación libre se hizo
conocido como la regla básica o fundamental del psicoanálisis y ha seguido siendo el método
básico y exclusivo de comunicación para los pacientes en el tratamiento psicoanalítico. Y la
interpretación es todavía el instrumento decisivo y definitivo para el analista.
En los primeros años (ver “Estudios sobre la histeria”), los procesos terapéuticos eran la
abreacción y el recuerdo, con preferencia por la abreacción. “Los distintos síntomas histéricos
desaparecían inmediata y definitivamente en cuanto se conseguía despertar con toda claridad
el recuerdo del proceso provocador, y con él el afecto concomitante, y describía el paciente
con el mayor detalle posible dicho proceso dando expresión verbal al afecto”. Freud y Breuer
pensaban entonces que sólo por la abreacción podía un paciente lograr cabalmente un efecto
“catártico” y liberarse así del síntoma histérico.
Freud iba comprendiendo más y más que dentro de la paciente había una fuerza que se
oponía al tratamiento. Llegó a la conclusión de que aquella fuerza, que era una resistencia al
tratamiento, era la misma que impedía a las ideas patógenas hacerse conscientes. El fin era
defensivo. La tarea del terapeuta, para Freud, consistía en vencer esa resistencia y lo hacía
mediante el “apremio”, presionando, apretando la frente, interrogando, etc.
Reconocía Freud que la influencia personal del médico podía tener gran valor y proponía
que el terapeuta hiciera de elucidador, de maestro, de padre confesor... Pero también
comprendía que en ciertas condiciones la relación del paciente con el médico podía quedar
“perturbada” y ese factor convertía la relación en el “obstáculo más grave que puede oponerse
a nuestra labor”. Así descubrió Freud los fenómenos de la resistencia y la transferencia pero,
en lo esencial, los consideraba obstáculos para su labor. El objetivo principal era conseguir la
abreacción afectiva y recobrar los recuerdos traumáticos. Las reacciones de transferencia y las
resistencias tenían que evitarse o superarse.
Así, hasta 1905 Freud no se había planteado el tema del significado de la transferencia y
la necesidad de su tramitación analítica, por lo que las curas no eran consistentes e incluso
podían ser explicadas a la luz de la mera relación personal que se establecía en el encuentro
terapéutico. Freud vislumbró la importancia nuclear de los fenómenos transferenciales en el
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“caso Dora” (Freud, 1905), enfrentándose a tales hechos de igual forma que antes lo había
hecho con las otras resistencias, esto es, tratando de obviarlas con recomendaciones directivas
o no prestándoles atención analítica. Pero cuando cayó en la cuenta que constituían el campo
de batalla fundamental donde debía librarse la lucha por la recuperación de la salud mental,
cambió radicalmente de estrategia: “La transferencia, destinada a ser el mayor obstáculo del
psicoanalista, se convierte en su más poderoso auxiliar cuando el médico consigue adivinarla y
traducírsela al enfermo” (1905, p.117).
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El psicoanálisis aborda los elementos inconscientes por sus derivativos. Todos los
componentes repelidos del Ello y el Yo producen derivados, “híbridos” no conscientes pero
altamente organizados de acuerdo con el proceso secundario y accesibles al Yo consciente. El
procedimiento que el psicoanálisis quiere que el paciente emplee para facilitar la
comunicación de estos derivados es la Asociación Libre (llamada “regla básica” o “regla
fundamental” del psicoanálisis). Estos derivados aparecen en las asociaciones libres, los
sueños, los síntomas, los lapsus y las actuaciones (acting out) del paciente.
Se pide al paciente que trate dentro de lo posible de dejar venir las cosas y decirlas sin
importarle la lógica ni el orden; ha de comunicar incluso lo que le parezca trivial, vergonzoso o
descortés, etc. Dejando que las cosas le vengan a la mente, se produce una regresión al
servicio del Yo y tienden a salir a la superficie los derivados del Yo inconsciente, el Ello y el
Superyó. El paciente procede del pensamiento de proceso secundario estricto en dirección del
proceso primario. La tarea del analista consiste en analizar estos derivados.
Pero aunque el paciente con neurosis llega al tratamiento con deseos de cambio, hay
dentro de él fuerzas inconscientes que se oponen al cambio y defienden la neurosis y el status
quo. Estas fuerzas se oponen a los procedimientos y procesos y se llaman resistencias. Estas
resistencias proceden de las mismas fuerzas defensivas del Yo que forman parte del conflicto
neurótico. En el curso del tratamiento el paciente repetirá todas las diferentes formas y
variedades de las maniobras defensivas que empleó en su vida pasada. El análisis de estas
resistencias en una de las piedras angulares de la técnica psicoanalítica. Como la resistencia es
una manifestación de la función defensiva y desfiguradora del Yo, es la resistencia lo primero
que trata de analizar la técnica psicoanalítica. Sólo puede ser efectivo el insight si el paciente
puede tener y mantener un Yo razonable. Las resistencias interfieren con el Yo razonable y han
de ser analizadas antes de que pueda hacerse ninguna otra buena labor analítica.
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Conviene, llegados a este punto, señalar algo acerca de las actitudes relativamente no
neuróticas, racionales y realistas del paciente para con el analista: la alianza de trabajo. Es esta
parte de la relación paciente-analista la que permite al paciente identificarse con el modo de
ver del analista y trabajar con él a pesar de las reacciones neuróticas de transferencia.
La técnica psicoanalítica apunta directamente al Yo, porque sólo éste tiene acceso
directo al Ello, al Superyó y al mundo exterior. Nuestro fin es hacer que el Yo renuncie a sus
defensas patógenas o que halle otras más propias. La defensa nueva, diferente, o la ausencia
de defensa podrán permitir alguna efusión de los instintos sin sentimientos de culpa o
ansiedad. La descarga del Ello reducirá la presión instintual y el Yo tendrá entonces una
posición relativamente más fuerte.
El psicoanalista espera inducir los aspectos relativamente maduros del Yo del paciente a
contender con lo que antes desterrara de la conciencia por considerarlo demasiado peligroso.
El analista espera que bajo la protección de la alianza de trabajo y la transferencia positiva no
sexual el paciente considerará con una mirada nueva lo que antes le pareciera demasiado
amenazador, podrá reevaluar la situación y al fin osará probar nuevos modos de habérselas
con el antiguo peligro. Lentamente, el paciente comprenderá que los impulsos instintivos de la
infancia que eran abrumadores para los recursos del Yo infantil y deformados por el Superyó
pueden verse de otro modo en la vida adulta.
El psicoanálisis supone un encuentro particular entre dos seres humanos en los que los
aportes de uno, el que solicita ayuda (transferencia), se combinan con los del otro, el que la
brinda (contratransferencia y técnica), y en base a un acuerdo entre ambos (alianza de trabajo)
se produce un resultado que, en principio, se espera que sea beneficioso para aquel que
demanda la ayuda (y, cómo no, para el terapeuta que la ofrece) (Talarn y Maestre, 1994).
Los recursos técnicos de los que dispone el terapeuta están al servicio de los aspectos
emocionales sobre los que pivota la relación entre el terapeuta y paciente, contratransferencia
y transferencia, respectivamente. La comprensión y la dinámica de la relación que se crea
entre terapeuta y paciente es la base fundamental del psicoanálisis en cuanto tratamiento. Por
ello, conviene abordar para una comprensión mínimamente adecuada del tratamiento
psicoanalítico los “aportes” del terapeuta y los del paciente.
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Tratamientos Psicológicos Tema 2: Modelo Psicoanalítico Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
6.3.1. El encuadre
Partimos del siguiente axioma: no hay terapeuta sin encuadre, no hay paciente sin
encuadre, luego tampoco hay proceso terapéutico sin encuadre. Todos los modelos
terapéuticos (no sólo los psicoanalíticos) tienen el propio, más o menos explicitado.
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Tratamientos Psicológicos Tema 2: Modelo Psicoanalítico Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Estas condiciones se han de mantener con absoluto rigor y esto es lo que vamos a justificar a
continuación.
Cuanto más estable sea el marco donde se desarrolla el proceso terapéutico, más fácil
será observar las variaciones que aporta el paciente y que son las que interesa comprender.
Cuando el contexto externo es variable o imprevisible deviene una fuente de estímulos
procedentes del exterior, nos interesa los cambios que acontecen provocados por los
estímulos internos del paciente. Las funciones fundamentales del contexto son:
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La estabilidad y rigor del contexto terapéutico y del proceder del terapeuta es (o puede
ser) sentido por el paciente de forma ambivalente. Por un lado da seguridad y por otro le
despierta oposición y conflicto. Desde su posición más racional y madura, o a veces más
sumisa, el paciente acepta que este tema propuesto por el terapeuta es su técnica o
instrumento de trabajo como tal lo admite; pero puede también sentir el rigor del contexto
como unas reglas de juego impuestas por el terapeuta para controlarlo (en un sentido de
dominio). Esto despierta los viejos conflictos frente a las normas y poder parental. En la
rebelión del paciente seguramente hay algo de conflicto infantil inconsciente que se expresa
más o menos revestido de formas o sutilezas adultas. La transgresión del contexto puede ser
una manifestación más de su conflicto neurótico.
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Tratamientos Psicológicos Tema 2: Modelo Psicoanalítico Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Todas estas conductas serán debidamente consideradas por el terapeuta en vistas a ser
interpretadas o no, según el significado —sintomático, transferencial— que puedan tener.
El acuerdo económico puede constituir desde la perspectiva más infantil o neurótica una
especie de herida narcisista para el paciente aunque como adulto entiende que ha de pagar y
lo hace. El pago le confronta, no obstante, con la evidencia de que el trato que recibe tiene
que ver con lo profesional. Los infantiles desearían borrar la frontera de lo profesional y
mezclarlo lo amistoso, afectuoso o erótico. En tales condiciones el terapeuta podría ser amigo
o amante pero perdería su rol profesional y su capacidad terapéutica.
Por lo que se ha venido explicando hasta ahora vemos que las normas que establece el
terapeuta pueden chocar con las expectativas del paciente o con la idea que él se había
forjado respecto de lo que sería el trato terapéutico. Esto hace que se produzca una
confrontación entre dos encuadres distintos: el del terapeuta y el del paciente. Ambos tienen
que articularse o someterse el uno al otro o coexistir. Dentro de la flexibilidad y posibilidades
de adaptación del terapeuta (por ejemplo, en cuanto a horario, precio, usar el diván o cara a
cara, etc.) el marco dominante ha de ser el del terapeuta. A veces nos encontramos con
elementos que ha aportado el paciente y que llegan a formar parte del encuadre de forma más
o menos parasitaria. Imaginemos, por ejemplo, el paciente que por sistema paga con retraso o
llega con retraso pero que esto se ha instaurado como norma a la cual el terapeuta se adapta y
por lo tanto ya no cuestiona ni interpreta, o el paciente que tiene que ir al baño antes o
después de la sesión, o respecto al tuteo o trato de usted, que a veces viene impuesto por el
paciente al margen del uso y costumbre del terapeuta, podríamos seguir enumerando
ejemplos. Estos elementos tienen algo —o mucho— de acting in pero se mantienen por la
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tolerancia o dificultad del terapeuta para tratarlos, llegando a impregnar el propio encuadre o
a formar un encuadre paralelo.
Así, dado que las manifestaciones del inconsciente salen disfrazadas, deformadas, la
atención flotante constituye la única técnica objetiva para desenmascarar un discurso
esencialmente camuflado.
Por otra parte, Freud llegó a partir de 1915 a la conclusión de que la transferencia es
nuclear en el proceso de la cura y consecuentemente con ello estableció la regla de la
abstinencia para el terapeuta que hace referencia a que el analista no debe gratificar los
deseos del paciente (especialmente los sexuales), no debe avalar las satisfacciones sustitutivas
del paciente, ni imponerle un modelo de vida acorde con el del terapeuta.
Todos ellos se proponen alcanzar un cambio directo, inmediato, que apunta más a la
conducta que a la personalidad y se diferencian de los otros métodos que estudiaremos
porque están al servicio de la “psicoterapia represiva”. No tienen como finalidad abrir el
campo o levantar la represión, sino todo lo contrario. Aunque tengan un carácter limitado,
pueden tener un efecto curativo.
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• Manipulación (no señalada por Etchegoyen, sino por Greenson): se refiere a una
actividad evocadora que emprende el terapeuta sin conocimiento del paciente. Suele
emplearse para fomentar diversos procesos que se suscitan durante un análisis clásico.
Según Greenson (1978) es manipulación quedarse callado durante la consulta para
dejar que un afecto se robustezca hasta hacerse más demostrable. Es manipulación no
analizar la transferencia para dejarla alcanzar cierta intensidad o reducirse. Es
manipulación no mencionar la partida próxima cuando el paciente no la menciona.
Pero todas estas manipulaciones tienen un objetivo analítico indirecto, que es
favorecer el insight.
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si es consciente para él, aunque pueda serlo. Lo característico del señalamiento es que
contribuye a circunscribir un área determinada para la investigación ulterior. En los
actos fallidos el señalamiento cumple a veces simultáneamente la misión de llamar la
atención del analizado y de hacerlo consciente, de informarle que tuvo un lapsus que
él no advirtió. En el señalamiento el analista no lleva el propósito de informar
específicamente al paciente sino de hacerle fijar la atención en algo que ha aparecido y
que, en principio, el terapeuta mismo no sabe qué significado puede tener. Si el
analista conoce con seguridad de qué se trata, entonces el señalamiento es superfluo y
debe interpretar. Ejemplo, cuando luego de contar su primer sueño Dora ofrece sus
asociaciones, Freud le dice “Le ruego que tome buena nota de sus propias expresiones.
Quizá nos hagan falta. Ha dicho que por la noche podría pasar algo que la obligase a
salir” y acto seguido, al pie de página, explica Freud por qué subraya estas palabras, es
decir, por qué hizo a Dora este señalamiento (ambigüedad del material y que dicha
ambigüedad puede conducir a las ideas todavía ocultas tras el sueño).
Advierten Talarn y Maestre (1994) que, puesto que el terapeuta usará la confrontación
en estos casos, en los que hay desajustes entre la conducta del paciente y su propia
percepción de la misma, el terapeuta deberá estar especialmente atento para no caer
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B) La contratransferencia
El analista no formula interpretaciones sobre una base puramente intelectual, sino que
gracias al propio análisis ha de ser capaz de contener los sentimientos que el paciente suscita
en él en vez de descargarlos como hace el paciente, a fin de emplearlos en la tarea de
comprender el inconsciente de éste.
Estas respuestas emocionales del terapeuta son su aliado más fiel para entender,
“captar” y poder analizar la transferencia de aquél. Lo que viene a ser lo mismo que decir que
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Ahora bien, planteadas así las cosas, ¿cómo se logra que la respuesta emocional del
terapeuta ante su paciente no esté en exceso influida por las vivencias personales y conflictos
no resueltos del terapeuta? ¿Cómo hacer para que sean lo más “neutrales” y “objetivas”
posibles y vinculadas a lo que el paciente está comunicando?. Si las respuestas emocionales
del terapeuta están ligadas a sus conflictos infantiles no resueltos se produce un sesgo que
imposibilita comprender al paciente; hablamos, entonces, de “reacciones
contratransferenciales” (Eskelinen, 1981) o de “contratransferencia anormal” (Winnicott,
1949).
Se han ofrecido muchas definiciones del término. Talarn y Maestre (1994) proponen la
suya: “la capacidad de colaboración a la que son capaces de llegar el terapeuta y el paciente
para trabajar conjuntamente hacia el objetivo primordial de toda psicoterapia psicoanalítica: la
investigación sobre el funcionamiento mental del paciente”. El terapeuta y el paciente, por
tanto, se ponen de acuerdo sobre lo que quieren hacer. Sin embargo, esto no quiere decir que
puedan acordar cualquier cosa, al menos si lo que pretenden llevar a cabo es una psicoterapia
psicoanalítica. Si ésta es la idea del paciente, deberá poder aceptar las reglas básicas y el
encuadre de la misma.
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Así, una parte del paciente, del yo del paciente, colabora con el terapeuta, es realista y
capaz de, identificándose con el papel del terapeuta, observar y criticar su propio
funcionamiento; aun a pesar de que otra parte del sujeto no sea realista, esté en exceso
ansiosa, no tenga esperanza o incluso se oponga al trabajo terapéutico.
La alianza de trabajo no se pacta en una sola sesión y de una vez por todas. Es un
proceso constante a lo largo de buena parte del tratamiento, si bien, sus bases se asientan en
los inicios del mismo.
Entre los estudiosos de la alianza de trabajo ha surgido una intensa polémica acerca de
sus relaciones con la transferencia. Para unos la relación terapéutica se puede dividir en
“transferencial” y “no transferencial”, real, que se ubica en el presente y no es una repetición
irracional (lo que la distinguiría de la transferencia). En esta línea estaría Greenson y
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B) La transferencia
Una vez que Freud descubrió la transferencia, se preguntó porqué se convertía en una
resistencia a la cura, pasando a analizar la esencia de la transferencia. Para Freud, el fenómeno
de la transferencia es esencialmente erótico. En la vida erótica del adulto encontramos dos
partes: Una parte consciente que es volcada hacia la realidad, formando parte de la
personalidad. Otra, rechazada por la personalidad consciente, pasa a la fantasía reprimiéndose
en el inconsciente y orienta representaciones libidinosas (inconscientes) hacia personas
nuevas, lo que posibilita la transferencia.
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sus contenidos, y así poder vencer la atracción de los complejos inconscientes. Y es aquí donde
la transferencia empieza a constituirse en resistencia, fundamentalmente de dos modos:
- Haciendo coincidir el objeto de sus impulsos con el terapeuta, porque es más difícil
confesar un impulso a la persona hacia quien se siente.
- Transformando la transferencia en negativa, o de sentimientos hostiles por la frustración
por la negativa del terapeuta a entrar en la seducción de la transferencia positiva.
Rechazando así al terapeuta y todo lo que de él venga.
Al transferir a un objeto actual el deseo insatisfecho suscitado por otro objeto de otro
tiempo, permite hacer el duelo de tal deseo de satisfacción imaginaria.
C) Las resistencias
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Pero es justamente esta característica diferencial del manejo de las resistencias lo que
supone también el riesgo de las psicoterapias psicoanalíticas. La eliminación inadecuada de las
resistencias, que hacían de diques de contención de la tensión psíquica, acompañada de un
insuficiente manejo de la transferencia y contratransferencia pueden generar crisis de
angustia, momentos de pánico o descompensaciones psicóticas.
Entre los mecanismos de defensa que finalmente han quedado definidos como tales son
los siguientes:
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• Identificación Proyectiva: se refiere a las fantasías por las cuales el sujeto introduce su
propia persona o self (total o parcialmente) en un objeto para controlarlo, dañarlo o
poseerlo. Es una modalidad de proyección descrita por M. Klein. Se trata de un
mecanismo de defensa interpersonal que aparece característicamente en el trastorno
límite de la personalidad, donde se crea una escisión (división en partes, una buena y
otra mala) y se coloca en el otro una de estas partes, haciéndole sentir como si dicha
parte proyectada perteneciese realmente al otro. Ejemplo: una madre que ha
experimentado deprivación emocional en su infancia y cuando cuida de su bebé es
como si estuviera cuidando esa parte suya carenciada emocionalmente, es como si
hubiera colocado sobre su bebé esa parte deprivada de su self y actúa con el bebé
como si realmente dicha parte deprivada perteneciera al bebé y no a ella.
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• Punición: el sujeto tiende a llevar a cabo ciertas conductas tendentes a compensar los
sentimientos de culpa originados por la existencia de ciertos comportamientos, etc.
que la conciencia moral repudia.
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A) El «insight»
La palabra inglesa insight, que es un término usual del lenguaje, está compuesta del
prefijo «in» y del término «sight». Literalmente insight quiere decir visión interna, visión hacia
dentro de las cosas y más allá de la superficie, discernimiento y perspicacia. Según el
diccionario, insight es el poder de ver con la mente dentro de las cosas, la apreciación súbita
de la solución de un problema. Insight significa conocimiento nuevo y penetrante. El insight
sería ese momento de novedad, de comprensión inédita, de creación.
Según Etchegoyen, la palabra insight sólo llega a adquirir el valor de un término teórico
del psicoanálisis cuando se la emplea en sentido restringido, distinguiéndolo de otros insights
o conocimientos que podemos adquirir. Es decir, cuando nos referimos a un conocimiento
personal. Insight es el proceso a través del cual alcanzamos una visión nueva y distinta de
nosotros mismos. Cuando se emplea la palabra insight en psicoanálisis hay que destacar el
prefijo “in”, porque el insight es un conocimiento sobre nosotros mismos, no un conocimiento
cualquiera. En psicoanálisis el insight debe considerarse conceptualmente intransferible: yo
sólo puedo tener insight de mí mismo.
Aunque son diversas las tipologías sobre el insight, aquí sólo consideraremos, por su
utilidad posterior en el presente documento, el «insight» descriptivo y el «insight» ostensivo.
Esta distinción fue elaborada por Richfield (1954) después del Congreso de Edimburgo, punto
culminante de la investigación psicoanalítica sobre el insight, aunque ésta siga sin declinar la
actualidad.
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cuando se describen y comprenden con palabras los fenómenos psicológicos inconscientes hay
insight descriptivo, o verbal. Pero hay también un insight ostensivo en el cual la persona que lo
asume se siente de pronto en contacto directo con una determinada situación psicológica.
Estos dos tipos de insight, así como las dos formas de conocimiento a que se refieren, no sólo
no se excluyen sino que son complementarios e indispensables.
Avanzando y completando lo dicho hasta aquí sobre el insight nos parece oportuno
referirnos a M. Klein (1935, 1940) cuyos trabajos permiten relacionar el insight y la posición
depresiva infantil. Dentro de este marco insight queda definido como la capacidad de aceptar
la realidad psíquica con sus impulsos de amor y de odio dirigidos hacia un mismo objeto. El
insight resulta, pues, de la introyección del objeto y de la integración del yo, que caracterizan
la posición depresiva (Klein, 1950). En este trabajo la autora señala que el dolor depresivo es la
condición necesaria para que el insgiht alcance nueva comprensión de la propia realidad
psíquica (mundo interno), la cual contribuye a su vez a una mejor comprensión de la realidad
externa (mundo externo), ya que en cuanto el insight cambia la actitud del individuo frente al
objeto, aumenta su amor y su responsabilidad. Hanna Segal (1962) en la misma dirección de
Klein, señala que el insight consiste en adquirir conocimiento sobre el propio inconsciente, y
que opera terapéuticamente por dos motivos: en primer lugar, porque produce el proceso de
integración de las partes escindidas del yo y, en segundo lugar, porque transforma la
omnipotencia en conocimiento.
Para esta autora, el insight no sólo es conocimiento de las partes del self, que se habrían
perdido por identificación proyectiva, sino también incorporación de las experiencias pasadas,
lo cual refuerza el sentimiento de identidad y de fortaleza del yo. Al recuperar a través de
insight las partes perdidas de su self y las experiencias olvidadas y/o distorsionadas, el
individuo puede reestructurar y fortalecer su yo, confiar en los objetos buenos que pueden
ayudarlo y disminuir su omnipotencia y omnisciencia. De esta forma aumenta su salud mental
que le permite un mejor contacto con la realidad, interna y externa, así como poder aprender
de la experiencia y mejorar su mundo relacional.
En otro contexto teórico del psicoanálisis, la psicología del yo, pero en la misma línea de
relacionar el insight con los resultados terapéuticos, Kris (1956) señala que cuando el insight es
verdadero y genuino se le reconoce por sus frutos: decrece la tendencia al acting out y se
amplía el funcionamiento del área de la personalidad libre de conflictos, gracias al aumento de
la autonomía. El insight moviliza nuevos repertorios de conducta, con tendencia a producir
respuestas mejor adaptadas.
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Mientras los hechos confirman la teoría del paciente, no hay insight pero, en el
momento que la teoría se refuta, el insight aparece, y surge un nuevo conocimiento. El insight
es siempre un descubrimiento, una nueva conexión de significado.
Con lo referido hasta ahora sobre el insight cabría pensar la idea de que éste sólo
aparece en el proceso psicoterapéutico, o a partir de él. Hay personas que sin haber conocido
ningún tratamiento psicológico tienen un conocimiento de la vida y de sí mismos que a
muchos profesionales de la salud mental ya nos gustaría poseer.
Existe una gran relación entre el insight y la elaboración (de la que se tratará a
continuación) pero conviene señalar aquí que el proceso, en general, se inicia con el insight
ostensivo que deriva hacia el descriptivo, y por tanto a hacerse conocimiento intelectual
gracias al lenguaje. Este proceso de avance es la elaboración, que nos permite vivir sin un
continuo sobresalto de emoción en emoción. A veces se confunde el insight, como
conocimiento intelectual, con la intelectualización como defensa, y no son en absoluto lo
mismo. El insight verdadero y real es a la par conocimiento intelectual y emocional, como
hemos venido subrayando.
El insight implica verbalización, lo que equivale a decir que el insight está íntimamente
vinculado al proceso de simbolización, porque lo que realizamos en el momento de la
aparición del insight es una forma de conceptualizar la experiencia. De ahí la importancia
técnica que tiene en todo proceso psicoterapéutico alcanzar la verbalización de los conflictos
mentales, y mientras eso no se produzca no puede finalizarse el tratamiento.
B) La elaboración
Únicamente al final de esta penosa labor llegarán a descubrir, analista y analizado, las
pulsiones reprimidas que alimentaban la resistencia. Teóricamente, según Freud, se puede
equiparar la elaboración a la descarga emocional (abreacción) por medio de la cual un
individuo se libera del afecto aprisionado por la represión, proceso descubierto por Freud y
Breuer en sus estudios sobre la histeria y sin el cual el tratamiento hipnótico no habrá tenido
eficacia alguna.
Desde el inicio del trabajo psicoanalítico hasta que el paciente reconozca dentro de sí el
material reprimido pasa un largo tiempo. Es el tiempo para la elaboración. Como le dijo a
Fenichel un analizado que finalmente había podido tomar contacto con sus deseos edípicos:
«Yo sabía que el psicoanálisis era cierto pero nunca llegué a pensar que fuera tan cierto.»
Al final de su ensayo de 1914, como hemos señalado, Freud dice que la elaboración es la
heredera de la abreacción del método catártico. En este sentido, algunos autores piensan que
entre abreacción y elaboración hay sólo diferencias de grado y que los momentos de
elaboración, en cuanto sumatorio, representan la descarga total del afecto del método
catártico. Etchegoyen (1986) no cree en absoluto que sea así, y nosotros tampoco lo creemos,
porque el concepto ha cambiado. Entre el método catártico (sin libertad asociativa) y el
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Etchegoyen entiende que en esta descripción están implícitos el insight descriptivo (lo
que el terapeuta dice) y ostensivo (lo que resulta del trabajo sobre las resistencias), aunque
Freud no utilizara estos términos. Lo que en 1914 Freud llama elaboración no es pues otra
cosa que el trabajo en el tiempo que el paciente debe recorrer desde el insight descriptivo al
ostensivo. En este punto, siguiendo a Etchegoyen, es donde se puede articular la investigación
de Strachey de 1934. Desde esta perspectiva el segundo paso de la interpretación mutativa
configura un momento de insight ostensivo, en que el paciente toma contacto directamente,
no sólo a través de palabras, con la pulsión y su destinatario original. Por esto, como ya hemos
dicho, sostiene Etchegoyen que la interpretación mutativa contiene la mejor teoría explicativa
de cómo se logra el insight a través de la interpretación, y también el mejor ejemplo de lo que
Richfield (1954) llama insight ostensivo. Desde este punto de vista se puede afirmar que sólo la
interpretación transferencial puede proporcionar un conocimiento directo, ostensivo.
El movimiento que lleva del insight descriptivo al ostensivo es el que describió Freud en
1914 al describir el concepto de elaboración; ésta es solo la primera parte de un ciclo ya que la
elaboración tiene una segunda fase, donde estriba su radical diferencia con la abreacción. A
partir del momento crítico en que surge el insight, tomamos el camino que trata de dar
significado a nuestros afectos, ésta es la segunda fase de la elaboración, poniendo nuestras
emociones en palabras.
El momento del insight ostensivo es, sin duda, fundamental, pero para que perdure
debe manifestarse en palabras. Si este proceso no se cumple, insight ostensivo por muy
emocional y auténtico que sea queda como un proceso abreactivo que no lleva a la
integración. La primera fase de la elaboración tiene que ver con el proceso primario, con la
vivencia. La segunda fase al recubrirla de palabras, es integrarla al yo y al proceso secundario.
Las dos fases son indispensables para que la elaboración se dé y el proceso sea válido. La
elaboración es un proceso diacrónico, un proceso que tiene una duración en el tiempo. El
insight es un punto en este proceso, se trata de un fenómeno sincrónico.
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Hasta ahora hemos utilizado el concepto de elaboración que Freud nos dio en 1914 y
que como hemos observado tiene que ver con el de resistencia. Este concepto, como veremos
a continuación, cambió en Freud a partir de su trabajo de 1920, Más allá del principio del
placer y que culminó en Inhibición, síntoma y angustia de 1926, donde ofrece una nueva
versión de la resistencia. El concepto de elaboración que surge en 1914 como el necesario par
dialéctico de la compulsión a la repetición, en 1926 viene a cumplir con la finalidad de
oponerse a la pulsión de muerte, por lo que conviene, como adivierte Etchegoyen (1986),
distinguir claramente estos dos conceptos distintos de elaboración.
Finalmente, cabe señalar que la mayoría de los autores están de acuerdo en comparar la
elaboración con el proceso de duelo. Es decir, la elaboración se realiza como el duelo, a través
de un proceso, de una labor. M. Klein va incluso más lejos al afirmar que el propio insight
supone un momento de duelo al reconocer el sujeto que el objeto bueno interno ha sido o
puede ser atacado y destruido.
A) «Acting out»
Los psicoanalistas ingleses tradujeron el verbo agieren, utilizado por Freud (1905) para
explicar el comportamiento neurótico de la paciente histérica, a quien dio el nombre de Dora,
por to act out y la forma sustantiva das agieren por acting out. Esta expresión inglesa ha hecho
fortuna fuera de los medios anglosajones y la han adoptado la mayoría de psicoanalistas
porque probablemente vehícula mejor que otras traducciones el concepto nuevo introducido
por Freud con el neologismo agieren. Es decir, se recurre más fácilmente al término acting out
que a expresiones como actuar, actuación, actualización, también utilizadas en lengua
castellana en un contexto psicoanalítico. Por otra parte, conviene señalar que los medios
psiquiátricos se han apropiado del término como sinónimo de paso al acto. Todo esto y los
equívocos del propio Freud, como señalan Laplanche y Pontalis en su Diccionario de
psicoanálisis, hacen de este tema uno de los más complicados, imprecisos, discutibles y
difíciles de resolver en psicoanálisis. Como dice Etchegoyen (1986, p. 646) con cierta dosis de
humor, parece que «el único acuerdo posible en este punto es que no haya dos opiniones
coincidentes». En el breve espacio que a continuación dedicamos a este tema no
pretendemos, pues, resolver la cuestión. Intentaremos, sin embargo, no añadir más equívocos
a los que solemos encontrar en los textos que tratan esta materia.
Creemos (Bach i Comas y Notó i Brulles, 1994) en cambio, que el acting out debe
considerarse únicamente en el curso del análisis o de la terapia psicoanalítica, y aunque pueda
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Consideramos que esta importante cuestión teórica y técnica debería situarse dentro de
la problemática de los actos en general, de la capacidad humana de comunicación por el
lenguaje y del concepto de represión, descubierto por Freud. Como demuestra éste en
Psicopatología de la vida cotidiana, un acto puede ser una palabra ignorada, reprimida.
Ausencia, pues, de palabras sería la característica común del acting out y de paso al
acto. Pero, contrariamente al neurótico en el que palabra y acción se hallan inicialmente
inhibidas, y han sido sustituidas por fantasías que buscan otras vías de expresión como
síntomas y sueños, en el sujeto psicópata, que pasa al acto, falla totalmente la inhibición. Su
acto criminal no encierra ningún tipo de ambigüedad y su duplicidad simbólica, caso de existir,
es totalmente ignorada por el sujeto. De aquí que la dinámica subyacente del deseo suela
articularse, en ambos casos, con el mito freudiano del parricidio primitivo. En el neurótico,
paradójicamente, el acto no ha lugar. Su inhibición es fundamental y originaria, mientras que
el criminal actúa porque fracasa la inhibición y el olvido. Sus actos compulsivos podrían
considerarse quizá parricidios simbólicos. En algunos casos, como dice Gori (1991), parece
como si «fuera necesario realizar aquello que la cultura y el lenguaje, lo religioso y simbólico,
el síntoma y el pensamiento, deben al mito freudiano del parricidio de la horda primitiva y a su
inhibición».
Aquí, probablemente, podríamos situar el punto de contacto con el acting out que se
produce en el transcurso de la terapia, ya que con su agieren el analizando intenta escapar del
campo de la palabra. El sujeto sale out, out del campo de la palabra. Como dice Freud en el
epílogo del caso Dora, antes mencionado, «la paciente vivió [Freud utiliza el verbo agieren,
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traducido impropiamente por López Ballesteros] así de nuevo un fragmento esencial de sus
recuerdos y fantasías en lugar de reproducirlos verbalmente en la cura». Desde el lugar mismo
en que se produce la situación terapéutica, el acting out puede y debe reinsertarse en el
campo de la palabra, inserción aparentemente imposible en el caso del psicópata.
Vamos a mencionar otras diferencias importantes que existen entre ambos conceptos.
El paso al acto criminal produce en los testigos fuertes sentimientos de estupor, horror y
consternación. El acting out, en cambio, induce cierta culpabilidad, desasosiego e impotencia
en el analista que se ve implicado en él, al fallar la regla fundamental. Esto es fácilmente
observable en sus reacciones ante casos nada excepcionales de actuación agresiva o seductora
por parte del analizando, o ante otros, menos frecuentes, de intentos fracasados de suicidio
histérico u otros tipos de provocación extraterapéutica. El mismo Freud lo reconoció
explícitamente en el caso Dora: «Antes de que descubriera la importancia de las tendencias
homosexuales en los neuróticos, había fracasado en muchos tratamientos o caído en un
desasosiego completo.»
Se trata de un concepto defensivo (Szasz) ya que pone límites entre Freud y el acting out
de la paciente. Al crear el concepto, Freud se defiende del impacto de una emoción erótica y
de la solicitación amorosa, haciendo surgir entre su paciente y él mismo la virtualidad de una
tercera figura a la que el analista encarna y da consistencia.
El acting out, como apunta Gori (1991), es una mostración por la cual la paciente cree
reconocer en Freud un otro. Se trata de la figura de una reminiscencia obstaculizada, que se
actualiza ahora en la transferencia, ignorando su carácter infantil y repetitivo. La paciente va
hasta el final de lo que Freud llama agieren, es decir, de la traducción en actos, de la actuación
de un reconocimiento, como quien dice: «¡Es él!». Echarse en sus brazos es como decir: «Tú
eres él.» A lo que Freud, con su reacción, replica: «No, no soy yo, es otro; te equivocas de
persona.» Así se libera de la responsabilidad intersubjetiva inherente al método hipnótico,
como subyugación sexual y inventando el concepto de transferencia. Este descubrimiento
colocaba además en su sitio, en el campo de la palabra, en el espacio del tratamiento, lo que el
acting out intentaba excluir.
Siguiendo aún el perspicaz análisis de Gori (1991), señalemos que acting out y
transferencia tienen en común el hecho de resistirse al recuerdo en un movimiento sincrónico
pero contradictorio. El primero intenta excluir lo que el otro identifica. Aunque la transferencia
no es una acción propiamente dicha, sino aquello que permite una actuación en palabras, un
enunciado auténtico de verdad. En cambio, el acting out exterioriza el enunciado fuera, out o
de la palabra y agosta su virtualidad de expresarse en palabras de verdad. Esto constituye una
amenaza muy seria para la prosecución de la terapia. Es un intento de poner fin a la
frustración insoportable de la regla de hablar, que es regla de abstinencia. Es un intento de
poner fin a la obligación de traducir en palabras, en su duplicidad estructural, todo lo que no
es del orden del lenguaje y que se actualiza en la transferencia.
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El acting out sólo es posible cuando se ignora aquel tercer elemento, aquella tercera
dimensión, que el terapeuta hace surgir gracias al concepto de transferencia, como solución
urgente a las solicitudes actuales del paciente. Es la tercera figura que en la relación
intersubjetiva el acting out intenta ignorar. Por esto, el acting out es represión de esta tercera
figura. En el acting out el paciente intenta inducir al terapeuta a reaccionar más que analizar,
lo cual es precisamente su cometido. Es decir, intenta producir intersubjetivamente la
respuesta intrasubjetiva a su problema.
La noción de reacción terapéutica negativa (RTN) fue descrita por Sigmund Freud en su
obra de 1923 El Yo y el Ello, aunque fue descubierta antes por este autor. Es un concepto más
preciso y menos controvertido que el de acting out gracias a la claridad expositiva del
fundador del psicoanálisis. La RTN es una vicisitud del proceso psicoterapéutico que hemos
denominado estrategias del yo en cuanto que no son sólo mecanismos defensivos
(resistencias) sino de ataque al proceso mismo. En la RTN se realiza la tarea psicoterapéutica y
se logra el insight, pero después sobreviene una respuesta que lleva estos logros hacia atrás.
La RTN sólo es posible cuando la tarea ha sido cumplida, cuando hay un logro. Es importante
señalar que este logro es reconocido generalmente por ambas partes. Pero lo decisivo es que
el paciente lo reconoce así explícitamente porque registra un cambio positivo. Es justamente a
partir de este momento de alivio y progreso cuando empieza una crítica demoledora, que lleva
a veces casi instantáneamente a una situación paradójica: lo que un momento antes ha
aliviado resulta ahora ineficaz.La RTN es, pues, un empeoramiento paradójico que sobreviene
en el momento en que ha existido un progreso, un avance en el tratamiento psicoterapéutico.
La primera explicación de Freud acerca de que la RTN tiene que ver con un sentimiento
de culpa que surge de un Superyó muy severo, sigue vigente como en 1923. A esto se agrega lo
que Freud dice un año después ya imbuido por la idea de la pulsión de muerte, respecto del
masoquismo primario. Idea que complementa y no se opone a la anterior. Un Superyó severo
demanda un Yo masoquista que se le someta y apacigüe.
En 1936 aparecen los artículos de K. Horney y J. Riviére sobre la RTN que amplían lo
aportado por Freud. Horney señala la fuerte rivalidad de estos pacientes y su temor a
despertar la envidia de los demás (y del terapeuta en particular) si progresa. Riviére enlaza el
sentimiento de culpa con el altruismo inconsciente y con una gran labilidad frente a la posición
depresiva, que incrementa desmedidamente las defensas maníacas.
Melanie Klein en su trabajo Envidia y gratitud (1957) relaciona directamente la RTN con
la envidia. Nuestros pacientes nos critican por variadas razones, a veces justificadamente, pero
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A modo de resumen, sobre la RTN podemos decir que a partir de la clara definición de
Freud en 1923, donde nos la presenta como una de las vicisitudes del tratamiento, se
caracteriza por una respuesta paradójica donde el paciente empeora cuando tendría que
mejorar, y eso después de haber mejorado. Inicialmente Freud atribuyó la RTN al sentimiento
de culpa (Superyó severo y sádico), luego al masoquismo moral (yo masoquista) y por fin a la
pulsión de muerte, sin que estas explicaciones fueran excluyentes. Tampoco lo son las que
dieron después Karen Horney (rivalidad, temor a la envidia), Riviére (temor a una catástrofe
depresiva, altruismo inconsciente) y Melanie Klein (envidia). No sólo no son excluyentes estas
explicaciones sino complementarias como bien señala Horacio Etchegoyen (1986) quien
recoge además las aportaciones, entre otras, de Rosenfeld (1971, 1975), Betty Joseph (1975) y
sus compatriotas Fidias R. Cesio (1956) y José Bleger (1961), en el sentido de afirmar que la RTN
se produce por la acción conjunta de la envidia y el sentimiento de culpa, el cual surge de los
ataques al objeto por envidia, celos, rivalidad, etc. Los celos, la envidia y la rivalidad germinan,
por su parte, en la estructura narcisista y en la falta de autoestima que se potencian
recíprocamente produciendo confusión que es para Etchegoyen otro indicador importante y
discriminatorio de la RTN.
El acting out puede ser instrumentalizado como una forma de instaurar la RTN y ésta
puede conducir a su vez, a la reversión de la perspectiva. Este camino parece que sólo puede
transitarse en esta dirección, y no al revés, es un camino creciente.
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Tratamientos Psicológicos Tema 2: Modelo Psicoanalítico Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
reinterpretando lo que le dice el terapeuta para que haga juego con sus propias premisas, que
es también una forma de decir que las premisas de la psicoterapia tienen que ser calladamente
rechazadas. Calladamente, porque entre paciente y terapeuta hay un acuerdo manifiesto y un
desacuerdo latente, del que por lo general el terapeuta sólo se percata cuando advierte que el
proceso está totalmente estancado. Esto es, el impasse.
Terapeuta y paciente ven los mismos hechos pero con premisas diferentes. A nivel de
los hechos hay acuerdo, a nivel de las premisas nunca explicitadas el desacuerdo es total y
permanente. Esto es lo que singulariza a la reversión de la perspectiva, lo que la diferencia del
acting out y de la RTN, donde el desacuerdo es visible y las premisas no están sustancialmente
cuestionadas.
Las premisas que el terapeuta propone y las que acepta formalmente el paciente son las
que se establecen en el contrato psicoterapéutico, por esto Etchegoyen subraya que la
reversión de la perspectiva cuestiona y ataca el contrato. El paciente que revierte la
perspectiva contradice de forma permanente el contrato, y se atiene a otro que él mismo
establece sin por cierto explicitarlo, porque es inconsciente. Así se explica que la reversión de
la perspectiva aparezca de entrada.
Ésta se detecta cuando el terapeuta advierte que «todo va bien» pero el paciente sigue
igual. Es una buena definición de estancamiento o impasse.
Etchegoyen cree que este punto de la investigación de Bion nos lleva a uno de los
problemas más acuciantes de la investigación psicoanalítica de nuestros días: el narcisismo.
Para finalizar, una nota sobre el estancamiento (impasse). Éste es el resultado, o tiene
por causas el acting out, la RTN y la reversión de la perspectiva, que como se ha dicho se
producen en este orden y de forma creciente. Se puede definir el impasse como un concepto
técnico que comporta una detención insidiosa del proceso psicoterapéutico, tiende a
perpetuarse, el encuadre se conserva en sus constantes (externas) fundamentales, su
existencia no salta a la vista, arraiga en la psicopatología del paciente e involucra la contra-
transferencia del terapeuta. En este sentido, el impasse es un estancamiento crónico del
proceso psicoterapéutico e implica la colusión de la contratransfrerencia del terapeuta con la
negatividad transferencial del paciente.
Terminamos aquí la descripción de las estrategias del yo que actúan como vicisitudes
negativas en el proceso psicoterapéutico, las hemos diferenciado de las resistencias porque
éstas se inscriben en el amplio grupo de las modalidades y mecanismos defensivos. Estas
estrategias (acting out, RTN y reversión de la perspectiva) en cambio son modalidades más
complejas y globales porque incluyen modalidades defensivas y ofensivas, es decir, incluyen los
aspectos para atacar e impedir el desarrollo de la cura.
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Tratamientos Psicológicos Tema 2: Modelo Psicoanalítico Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Cuando se dice que en el tratamiento analítico hay etapas lo que se quiere significar es
que en la evolución del proceso psicoanalítico hay mentas con una dinámica especial que la
distinguen.
Las etapas que, clásicamente, se admiten como la típicas del tratamiento analítico son
las que delimitó Freud y que Glover (1.955) estudió en su conocido libro de técnica.
• 1ª Etapa o Apertura del análisis: Se inicia con la primera sesión y tiene una extensión
limitada que oscila entre dos o tres meses, según la mayoría de los autores, se
caracteriza por los ajustes que surgen entre el analizado y el analista, al plantear las
expectativas de ambos.
En la línea de Wenshel sobre el análisis de la resistencia como base del proceso analítico,
destaca el reciente trabajo de Abrams (1987). Este autor ubica el proceso en la mente del
paciente y atraviesa 4 fases sucesivas:
61
Tratamientos Psicológicos Tema 2: Modelo Psicoanalítico Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
sus componentes infantiles de los que surgieron. Cuando la transferencia está consolidada,
el sujeto se compromete en la labor analítica y encuentra un equilibrio de sí mismo en esta
situación. Esto constituye un obstáculo para el siguiente paso hacia la nueva
reorganización. Si éste nuevo equilibrio del paciente es retomado sistemáticamente por el
analista, aparece una nueva transición desequilibrante que nos lleva a la próxima etapa.
C) Resistencia del pasado revivido (Neurosis infantil): Aquí se revive el núcleo conflictivo de la
infancia. Mediante interpretaciones y reconstrucciones, el analista ayuda al paciente a
descubrir las experiencias hasta ahora relegadas al inconsciente o transformadas en rasgos
de carácter estructurado. Pero aunque esto es necesario e inevitable, puede llegar a
estabilizarse aquí el proceso y obstruir el camino hacia la curación, si se alienta de forma
permanente.
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Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
TRATAMIENTOS PSICOLÓGICOS
1
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3. MODELO COGNITIVO-CONDUCTUAL
1. MODELO CONDUCTUAL
1.1. Introducción
1.2. Evolución en el enfoque conductual
1.3. Evaluación
1.4. Revisión crítica
2. MODELO COGNITIVO
2.1. Introducción
2.2. Presupuestos teórico-conceptuales básicos
2.3. Revisión crítica
______________________________________________________________________
2
Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
1. MODELO CONDUCTUAL
1.1. INTRODUCCIÓN
Así, entre 1938 y 1958, etapa a la que Pelechano (1970) denomina periodo de latencia o
incubación, se desarrollan las grandes teorías neoconductistas del aprendizaje con autores
como Hull, Mowrer, Skinner y Tolman como más representativos. Los desarrollos de Hull
(1884-1952) suponen una influencia sobre el posterior trabajo de Wolpe en el desarrollo de su
psicoterapia por inhibición recíproca, publicada en 1958. Tolman (1896-1961), por su parte,
abrió las puertas a las orientaciones cognitivas. Skinner publica en 1938 su tesis doctoral en la
que establece el nuevo paradigma del aprendizaje conocido como “condicionamiento
operante”, según el cual el parámetro que gobierna el comportamiento reside en las
consecuencias que se siguen de éste o refuerzos (hechos ambientales que acompañan o se dan
con las respuestas y que cambian la probabilidad de que éstas aparezcan en el futuro).
3
Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
En los años 60 las técnicas de la modificación de conducta se aplican a una gran variedad
de problemas y campos, en los que los tratamientos tradicionales no parecían haberse
mostrado eficaces. Las aportaciones teóricas vienen de la mano de los autores del aprendizaje
social, que enfatizan la importancia de los aspectos cognitivos, mediacionales o de
personalidad en la explicación del comportamiento, siendo autores particularmente
relevantes: Bandura, Kanfer y Phillips, Staats y Mischel.
Durante los años 70, se incorporan las variables cognitivas en los modelos y técnicas,
surgiendo dos enfoques: uno más continuista en el sentido que considera que las variables
internas están determinadas por las mismas leyes que las conductas manifiestas, como resulta
patente en el Condicionamiento Encubierto propuesto por Cautela, y otro, más rupturista,
encarnado por los autores que consideran que las cogniciones tienen un papel causal en la
conducta y no se explican exclusivamente por factores de condicionamiento. Este último
enfoque dará lugar a las terapias cognitivas.
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Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Manteniendo con rigor el objetivismo formal, crítico y riguroso, sosteniendo los criterios
de verificabilidad y las definiciones operacionales en la aplicabilidad, comienza a tomar cuerpo
una nueva forma de condicionamiento, el llamado condicionamiento instrumental u operante,
cuyo máximo representante es Skinner (1953, 1971). Su radicalismo no ha variado apenas
desde sus inicios pudiéndose connotar como: renuncia al método hipotético-deductivo; no
aceptación de pretensiones teoréticas de la conducta; comprobación, con el máximo rigor
experimental posible, la relación entre el estímulo y la respuesta, el aumento o disminución de
probabilidad de una respuesta. Rechazo a las variables intermedias que comenzaron a
defender algunos neoconductistas y que provocará una escisión en el movimiento conductista.
Se utilizó en los años 30, según Maciá (1984), la expresión Análisis de Conducta de modo
sistemático para dar nombre al estudio de las relaciones funcionales entre estímulos y
respuestas. Según Skinner (1972) descubrir las relaciones funcionales que prevalecen entre
aspectos medibles de la conducta y diferentes circunstancias y hechos de la vida del
organismo, es lo que busca el análisis experimental de la conducta. Se trata de comprobar la
probabilidad en términos de frecuencias o tasa de respuestas. El manejo de las variables
independientes modifica las variables dependientes, es decir, la conducta. El análisis funcional
de las relaciones entre ambas variables permite especificar el tratamiento.
1
Este apartado ha sido extraído del libro de Maganto, C. (2009). Tratamientos Psicológicos. Modelos teóricos y ejercicios prácticos
de rol profesional (pp. 110-112). San Sebastián: UPV/EHU.
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Resultaría una lista interminable intentar enumerar los autores que más han trabajado
con esta metodología, por citar algunos: Bijou y Baer (1963), Hersen y Barlow (1976), O ‘Leary
(1977), Kazdin (1972), Fox y Azrin (1973), Patterson (1976), Christophersen y otros (1972).
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Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Esta teoría propone que las personas son capaces de adquirir determinadas conductas a
través de la observación de la ejecución de las mismas por otras personas (un modelo). Tratan
de explicar el aprendizaje de nuevas y complejas pautas de conducta independientemente de
los refuerzos, y analizan los procesos de adquisición y ejecución de las mismas.
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Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Enfoque Cognitivo-Conductual
La deriva hacia una mayor consideración de los factores cognitivos en la explicación del
comportamiento desemboca en la orientación cognitiva-conductual. Desde este enfoque, se
entiende que la actividad cognitiva juega un papel esencial en la determinación de la conducta,
admitiéndose asimismo un determinismo recíproco entre el ambiente (aprendizaje social), el
organismo (procesos cognitivos) y la conducta (manifestación externa).
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Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
1.3. EVALUACIÓN
El objetivo de los tratamientos conductuales es la modificación de la conducta
inadaptada. Para ello, antes de iniciar el tratamiento, se ha de realizar una evaluación
minuciosa de los parámetros y contingencias que controlan la conducta, donde se definen las
conductas en términos observables y se establecen sistemas de registro.
Los métodos de medición más utilizados son: productos permanentes (la conducta se
mide a través del número de productos a los que da lugar), métodos de frecuencia (se registra
el número de veces en que aparece una conducta en un intervalo de tiempo, para conductas
discretas, en donde se puede determinar bien el principio y el final, y con una frecuencia de
emisión no muy elevada: ej. fumar), método de duración (la observación se centra en el
tiempo total que dura la manifestación conductual, en conductas discretas cuando lo que más
interesa es el tiempo durante el cual se mantiene la emisión de ésta, o en conductas cuya
duración es muy variable, ej.: tiempo de estudio), método de intervalos (se divide el tiempo
total de observación en intervalos temporales iguales, y en cada intervalo se señala la
presencia o ausencia de la conducta, útil en conductas no discretas o en conductas con tasa de
frecuencia muy alta).
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Una vez realizado esto se lleva a cabo el análisis funcional, definido como la
identificación de relaciones funcionales causales, importantes y controlables aplicables a un
conjunto específico de conductas-meta para un cliente habitual. Las hipótesis propuestas,
especialmente las de mantenimiento, deben identificar las relaciones funcionales entre las
variables dependientes (conductas meta) y las independientes (determinantes).
Los problemas que han tratado de forma eficaz han sido múltiples y les debe ser
reconocido. Para Mackenzie (1977), citado por Yela (1980), uno de los críticos más incisivos, el
conductismo ha entrenado a los psicólogos especialmente en el análisis experimental de la
conducta, para percibir con suma finura las unidades significativas del comportamiento.
Retomando el análisis que en varios artículos realiza Yela (1970, 1973, 1978) sobre el
conductismo y el “saldo” de su influjo en la psicología, cuatro puntos son de destacar:
1- El inmenso repertorio de conocimientos rigurosos que ha aportado a la ciencia
psicológica.
2- La aportación tecnológica teórica y aplicada.
3- El influjo que ha tenido y sigue teniendo en las demás corrientes psicológicas,
especialmente en su interés por lo observable.
4- El haber desplazado el acento verificador desde la conciencia privada a la conducta
patente.
2
Este apartado ha sido extraído del libro de Maganto, C. (2009). Tratamientos Psicológicos. Modelos teóricos y ejercicios prácticos
de rol profesional (pp. 116-118). San Sebastián: UPV/EHU.
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Sin embargo, también ha recibido críticas negativas sobre todo en sus primeras
formulaciones debido a, como dice Pervin (1979, pág. 426):
1- Supersimplificar la conducta.
2- Olvidar áreas importantes.
3- No ser tan objetivo y riguroso como pretendió.
4- Desde su perspectiva de la “caja negra”, se ignoran aspectos de la vida psíquica como
la conciencia, los sentimientos y los procesos cognitivos.
5- Reduce la experiencia a un simple registro y acumulación de datos.
6- Se basa en gran parte en la experimentación animal, extrapolando los datos al
hombre, convirtiéndose en una etología más que en una psicología humana.
7- Reducir al aprendizaje toda la vida psíquica, es demasiado reduccionista y supone
considerar al sujeto como pasivo, reactivo, y condicionado desde fuera (Seoane 1981).
8- Se le ha criticado de intentar “moldear” niños obedientes, sumisos, pasivos, etc...
convirtiéndolos en seres despersonalizados, sin tomar en consideración los estados de
desarrollo y concibiendo al niño no como agente sino como receptor-pasivo. Bijou
(1983) presenta una dura crítica en relación a este aspecto.
9- La aplicación de técnicas conductuales en manos de inexpertos propició aplicar la
tecnología con entusiasmo inapropiado y en situaciones no adecuadas, extrapolando
los resultados y formulando afirmaciones injustificadas.
10- Los resultados favorables de las técnicas de modificación de conducta están en
relación inversa a la complejidad del problema. Los cuadros monosintomáticos se
benefician más de estas terapéuticas que los complejos polisintomáticos.
2. MODELO COGNITIVO
2.1. INTRODUCCIÓN
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múltiples conferencias, simposium, manuales y revistas que desde los años sesenta y setenta
se han ido desarrollando.
Sin embargo, como indica Rivière (1987), por muy interesantes que puedan ser los
índices cuantitativos de crecimiento, algunos sospechan que la Psicología Cognitiva tiene
profundos problemas epistemológicos de base sin resolver “como esos niños gorditos y de
mejillas rosadas, con buen peso y una anemia severa por debajo de tan reluciente desarrollo
(p. 18)”.
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que tener en cuenta que bajo esta etiqueta se encuentran modelos epistemológicos
diferentes.
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Por supuesto que el interés por los procesos cognitivos es inherente al desarrollo
histórico del modelo, especialmente los procesos mentales superiores como la atención,
percepción, memoria, lenguaje, pensamiento, etc. Estos procesos no son directamente
observables, pero pueden ser estudiados inferencialmente partiendo de la metáfora del
procesamiento de la información y considerando las entradas y salidas como mecanismos
mentales (Torres, 1987). Estas entradas y salidas (input y output) no pueden ser asemejables al
antiguo esquema E-R. Ahora, como indican Pelechano (1.975) y Carpintero (1975), en lugar de
estímulo y respuesta se ha pasado a estudiar la situación estimular y la respuesta integrada y
significativa.
En definitiva, el papel activo del sujeto cobra relevancia en la interpretación del estímulo
y en la organización de la respuesta. Este modelo, además de las diferencias que venimos
exponiendo con el conductismo, trata de explicar los procesos intermedios entre el estímulo y
la respuesta, procesos que tienen lugar en el interior del sujeto. Le interesan específicamente
los procesos intermedios cognitivos.
3
Este apartado ha sido extraído del libro de Maganto, C. (2009). Tratamientos Psicológicos. Modelos teóricos y ejercicios prácticos
de rol profesional (pp. 120). San Sebastián: UPV/EHU.
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Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Los supuestos básicos de la técnica son: principio de vigencia de contrastes (relajación vs.
tensión), relajación progresiva (se aprende paulatinamente a relajar los distintos grupos
musculares) y diferencial (la persona aprende a controlar la tensión de los diversos grupos
musculares).
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B) Entrenamiento Autógeno
Según Luthe son tres los elementos básicos que subyacen a la eficacia de la técnica: la
reducción de la estimulación aferente durante un periodo de tiempo, la concentración pasiva y la
repetición mental de las frases.
Los ejercicios del ciclo inferior del entrenamiento autógeno son: relajación muscular (“mi
brazo pesa mucho”), regulación vascular (“mi brazo está caliente”), regulación cardíaca (“mi
corazón late tranquilo”), control de la respiración (“mi respiración es tranquila”), regulación de los
órganos abdominales (“mi plexo solar está caliente”) y regulación de la región cefálica (“mi frente
está fresca”). Los ejercicios del ciclo superior se centran en el control de las funciones mentales a
través de diferentes ejercicios (ej.: imaginar un color, centrarse en un sentimiento propio,
representar a una persona, etc.).
C) Control de la respiración
Una respiración correcta que permita la oxigenación del organismo se ve dificultada por las
posturas, los ritmos de vida, los tipos de ropa y las situaciones de estrés. Todo ello fomenta que se
desarrollen patrones de respiración acelerados y de escasa intensidad. Los ejercicios de
respiración diafragmática están dirigidos a ejercer un control voluntario sobre la respiración, de
manera que el cliente pueda disminuir la activación fisiológica excesiva. El entrenamiento consiste
en la práctica de la respiración caracterizada por tasas bajas de inspiración, volúmenes elevados
de aire y respiraciones predominantemente abdominales, lo que incrementaría el control
parasimpático, con descensos importantes en la tasa cardíaca. Una vez hecho esto se animará al
cliente a practicar en diversas situaciones y posturas con el fin de automatizar y generalizar esa
forma de respirar a la mayoría de situaciones de su vida, o que sea capaz de respirar de esa
manera en situaciones concretas, favoreciendo un control sobre la activación.
La exposición en vivo a los estímulos fóbicos sin conducta de escape hasta que la ansiedad
remita de forma significativa es el tratamiento conductual más eficaz para hacer frente a las
conductas de evitación en los trastornos fóbicos. No obstante, parece ser que esta técnica no
obtiene resultados positivos en pacientes con trastornos de ansiedad generalizada o en aquellos
que presentan un ánimo deprimido.
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Se trata de un procedimiento creado por Wolpe (1958) que ha recibido gran atención
investigadora. La técnica se dirige a reducir respuestas de ansiedad y eliminar respuestas de
evitación. Se basa en la puesta en marcha de respuestas incompatibles con la ansiedad en el
momento en que ésta aparezca, impidiendo que se desarrolle.
Aunque se han ido ofreciendo explicaciones alternativas (ej.: Lader y Mathews, 1968;
Lomont, 1965 y Emmelkamp, 1975, entre otros), de acuerdo con el creador de la técnica (Wolpe),
la desensibilización sistemática se explica mediante la inhibición recíproca y el
contracondicionamiento. La inhibición recíproca subyace al hecho de que en presencia de una
respuesta incompatible, el estímulo ansiógeno no puede provocar ansiedad. Por otro lado, al
asociarse el estímulo ansiógeno a la respuesta incompatible, facilita el condicionamiento de una
respuesta contraria a la ansiedad, es decir, el desarrollo de un proceso de
contracondicionamiento.
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Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Existen diferentes variantes del procedimiento básico de la DS que han sido desarrolladas
por diferentes autores (DS in vivo, práctica reforzada, escenificaciones emotivas, etc.).
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Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Se han ido desarrollando una serie de técnicas terapéuticas basadas en los procedimientos
básicos del aprendizaje instrumental (reforzamiento positivo, negativo, castigo positivo y
negativo, extinción…). De manera muy resumida, podemos contemplar:
En el desarrollo de nuevas conductas hay que diferenciar dos formas de proceder básicas:
el moldeamiento y el encadenamiento. En ambos casos, se trata de disponer contingencias de
reforzamiento de manera que la conducta deseada sea reforzada en presencia de ciertas
condiciones discriminativas. En el caso del moldeamiento se realiza un reforzamiento de las
aproximaciones sucesivas a la conducta meta, promoviéndose un desarrollo gradual de la nueva
conducta, mientras que en el encadenamiento se refuerzan determinadas combinaciones de
conductas ya presentes en el repertorio comportamental del sujeto.
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Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Por otra parte, a raíz de que Cautela en 1966 presentase el procedimiento de sensibilización
encubierta, se fueron desarrollando técnicas encubiertas (basadas en la imaginación), con el
objetivo de alterar la frecuencia de la respuesta a través de sus consecuencias (aplicación
encubierta de técnicas que se basan en el condicionamiento operante, como las expuestas
anteriormente). Entre dichas técnicas destaca la sensibilización encubierta, que es análoga al
procedimiento operante del castigo positivo y pretende la disminución de la probabilidad de
ocurrencia de una conducta por medio de la presentación de un estímulo aversivo imaginado
(habitualmente la sensación de vómito) inmediatamente después de la ocurrencia imaginada de
dicha conducta.
Los orígenes del entrenamiento en HHSS suelen atribuirse a Salter (1949) quien fue el
primero en realizar una descripción de la conducta asertiva. Este autor señalaba varias técnicas
para aumentar la expresividad de los sujetos: expresión verbal y facial de las emociones, empleo
deliberado de la primera persona al hablar, estar de acuerdo cuando se reciben cumplidos o
alabanzas, expresar desacuerdo, y la improvisación y actuación espontáneas.
Por su parte, Wolpe (1958) utiliza por vez primera el concepto de conducta asertiva como
sinónimo de habilidad social al indicar que la ansiedad social excesiva impediría la ejecución de la
habilidad social.
- Entrenamiento en habilidades:
o Instrucciones: se informa al observador sobre las conductas que realizará el
modelo. Se dan indicaciones concretas sobre los aspectos a observar.
o Modelado: el observador atiende a la ejecución de las conductas del modelo así
como a las consecuencias de las mismas.
o Ensayo de conducta: el sujeto reproduce las conductas observadas previamente en
el modelo. Una variante es el ensayo de conducta encubierto (realizar un ensayo
en la imaginación como paso previo a la ejecución en vivo).
o Retroalimentación: se ofrece información al sujeto para moldear y perfeccionar la
ejecución de las conductas aprendidas.
o Reforzamiento: se refuerzan los aprendizajes de las habilidades sociales
aprendidas.
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Son muchas las dimensiones de la conducta socialmente habilidosa que suelen recogerse
en los diferentes paquetes de entrenamiento, tales como: iniciar y mantener conversaciones;
hablar en público; expresar amor, agrado y afecto; defensa de los propios derechos; pedir favores;
rechazar opiniones; hacer y aceptar cumplidos; expresión de opiniones personales, incluido el
desacuerdo; disculparse o admitir ignorancia…
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Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Es preciso tener en cuenta que las variables emocionales pueden facilitar o inhibir la
ejecución de la Solución de Problemas, dependiendo de variables como la cualidad subjetiva o
valor de la respuesta emocional, la intensidad de la activación emocional y la duración del
estrés emocional. Pueden jugar un papel importante en el reconocimiento del problema, el
marco de la meta de la SP, la evaluación de solución de alternativas y la evaluación de la
ejecución de la solución.
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La TRE parte de una serie de premisas y valores, con una profunda base filosófica, sin cuya
aceptación no es posible entender la terapia. Ellis y Bernard (1990) definen a la TRE como “un
sistema de psicoterapia diseñado para ayudar a las personas a vivir más, minimizar sus trastornos
emocionales y conductas autoderrotistas, y realizarse a sí mismos para que puedan vivir una
existencia más feliz y gratificante”. De este objetivo general, se derivan una serie de objetivos más
específicos:
Para comprender la TRE se necesita familiarizarse con los conceptos básicos de la misma y
sus significados:
- Pensamientos racionales (creencias o ideas racionales): son las ideas que se sustentan
en un pensamiento científico o hipotético-deductivo, y que permiten al individuo ser
feliz en la medida que le posibilitan alcanzar, en la mayoría de los casos, las metas que
se propone mediante métodos eficientes, flexibles y lógicos.
- Sentimientos negativos adecuados: son aquellos sentimientos que se producen cuando
los deseos y preferencias humanos son bloqueados y frustrados (ej: la pena, la
lamentación, el malestar, la frustración o el desasosiego). Se consideran adecuados
porque ayudan, funcionando como un motor, a reducir los obstáculos que interfieren en
el cumplimiento de los deseos y las metas. Obviamente, los sentimientos positivos
adecuados son los que se producen cuando se alcanzan las metas deseadas o se
satisfacen los deseos o preferencias personales (ej: amor, placer, felicidad, curiosidad…).
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Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Además de trabajar en los círculos viciosos como el que se acaba de describir, la TRE
fomenta en los pacientes la adquisición de una serie de valores que considera imprescindibles
para alcanzar la felicidad personal. Estos criterios de salud serían los siguientes:
- Auto-interés: las personas sanas se interesan por sí mismas, en el sentido de que ponen
sus intereses ligeramente por encima de los de los demás. Son capaces de sacrificarse
por aquellos que estiman, pero no completa o totalmente hasta el punto de anularse.
- Interés social: es una consecuencia racional del interés por uno mismo. En la medida
en que quiero alcanzar la felicidad, me resultaría muy difícil conseguirla en un
entorno donde hay una falta absoluta de preocupación por los demás.
- Auto-dirección: las personas sanas se responsabilizan de sus propias vidas, y
consideran que la responsabilidad de sus metas recae fundamentalmente en ellas.
Aunque no necesitan o demandan un apoyo importante de los demás, suelen preferir
cooperar.
- Alta tolerancia a la frustración: los individuos racionales se permiten a sí mismos y a
los demás el derecho a equivocarse. Luchan por cambiar aquello que pueden
transformar y aceptan aquello que no pueden modificar, sin condenarse por ello.
- Flexibilidad: los sujetos sanos no establecen reglas rígidas e inamovibles acerca de
ellos mismos ni de los demás.
- Aceptar la incertidumbre: las personas sanas aceptan que se vive en un mundo donde
existe la incertidumbre y las certezas se manejan en términos de probabilidades. No
consideran esto como algo terrible y no exigen certezas absolutas ni garantías totales
en la persecución de sus metas.
- Pensamiento científico: Desde la TRE se apuesta por este estilo de pensamiento
objetivo, racional y científico, en el sentido de que permite sentir profundamente y
actuar de manera concentrada, al tiempo que regula las emociones y acciones,
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Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
- Ansiedad del yo: cuando una persona se condena a sí misma por no satisfacer las
peticiones absolutas que se autoimpone o cree que le imponen el mundo o los otros.
- Ansiedad perturbadora situacional: cuando no se satisfacen peticiones
supuestamente creadoras de bienestar y condiciones de vida cómoda, demandas que
el individuo se ha dirigido a sí mismo, a los otros o al mundo.
Las personas por lo general luchan por alcanzar sus metas en un determinado ambiente
y se encuentran con una serie de activadores y experiencias (As) que tienden a ayudarles a
alcanzarlas o, por el contrario, dificultan su consecución. En las primeras versiones de la TRE,
los As eran conceptualizados como hechos externos (acontecimientos de la vida cotidiana),
pero actualmente se acepta que pueden ser también pensamientos, sentimientos o conductas
relacionados con dichos acontecimientos, e incluso recuerdos o pensamientos de experiencias
pasadas.
Ellis plantea que existe una predisposición a responder a estos As de manera ineficaz y
por tanto a bloquear el logro de las metas personales. Esta predisposición tendría sus raíces
en:
- Predisposiciones biológicas o genéticas.
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- Antecedentes constitucionales.
- Aprendizajes interpersonales y sociales previos.
- Patrones de hábitos adquiridos.
Este manejo ineficaz de los As tiene que ver con las Bs o creencias que los seres
humanos mantienen acerca de los mismos. Son también estas creencias las que ejercen una
fuerte influencia sobre las consecuencias (Cs) cognitivas, emocionales y conductuales y, sobre
todo, sobre las perturbaciones emocionales. Aparentemente, los acontecimientos activadores
(As) causan directamente las Cs, pero esto raramente es así, sino que las Bs actúan casi
siempre como mediadores importantes entre los As y las Cs. La teoría ABC conecta fácilmente
con los principales elementos de la TRE que vimos anteriormente: así los pensamientos
racionales acerca de los acontecimientos activadores conducirán a sentimientos positivos o
negativos adecuados, mientras que los pensamientos o creencias irracionales causarán
sentimientos positivos o negativos inadecuados, así como conductas inadecuadas o auto-
derrotistas.
Aunque Ellis ha elaborado varios listados de creencias irracionales, todas ellas se pueden
agrupar en tres tipos básicos, con sus múltiples derivaciones:
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Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
No hay que confundir las Creencias que se manejan en la TRE con las interpretaciones,
expectativas o inferencias de la realidad. Éstas pueden ser erróneas o acertadas, y por tanto se
pueden someter a contrastación empírica, pero no son las responsables directas de las
perturbaciones emocionales. Por ejemplo, supongamos que un paciente comunica al
terapeuta que está hundido emocionalmente porque el día anterior se cruzó con un antiguo
compañero de clase que no le devolvió el saludo y ha anotado en el registro “no me saluda
porque doy asco a la gente”. Independientemente de que esta interpretación sea cierta o falsa
(su compañero podría ir pensando en las musarañas y no haberle visto), de acuerdo a la TRE,
es insuficiente para hundir emocionalmente al paciente. Es la valoración de esa interpretación
la responsable de su estado de ánimo, dicha valoración o creencia bien pudiera ser: “necesito
que los demás me quieran para sentirme a gusto conmigo mismo, es terrible que alguien
pueda pensar que soy asqueroso, no puedo tener respeto por mí si alguien de mi entorno
piensa que soy detestable”. Las creencias son, por tanto, las valoraciones y evaluaciones que
las personas hacen de sus interpretaciones, expectativas e inferencias de la realidad;
evaluaciones y valoraciones que en el caso de las creencias irracionales son absolutas y rígidas.
Procedimiento terapéutico
El estilo del terapeuta se caracteriza por seguir el Diálogo Socrático (el eje central de la
enseñanza socrática, o mayéutica, es que el maestro no indica al alumno el conocimiento, sino
que lo guía hacia su descubrimiento a través de preguntas inductivas, siendo el alumno quien
extrae el conocimiento a través de este proceso de diálogo), aceptando incondicionalmente a
sus clientes como personas fiables, intentando ser genuino en la terapia (abierto y facilitando
información personal si el cliente lo demanda), empático, activo y directivo (para discutir las
ideas irracionales), activo verbalmente y, a la vez, facilitando que el paciente se exprese; el
terapeuta es didáctico, actúa como un modelo racional de sentir y comportarse, se usa el
sentido del humor para combatir las exageraciones de las ideas irracionales de los clientes.
Pero estas características deben de manejarse en función de las características de los
pacientes, ya que se puede correr el riesgo de reforzar la necesidad de amor y aprobación que
tienen los clientes, así como la baja tolerancia a la frustración que éstos suelen presentar. Así,
por ejemplo, se debería evitar un estilo demasiado emotivo y amigable con los clientes
histéricos, un estilo intelectual con los obsesivos-compulsivos, un estilo directivo con los que
temen ser autónomos y un estilo demasiado activo con los clientes pasivos.
29
Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Uno de los métodos principales de la TRE consiste en la técnica del debate racional-
emotivo. Esta técnica pretende que el propio paciente primero identifique, a partir de la
observación de sus sentimientos y conductas inadecuadas (Cs), las creencias irracionales (BsIr)
que está poniendo en juego ante los acontecimientos activadores (As) y que son responsables
de las perturbaciones emocionales y conductuales; en segundo lugar, el paciente debate activa
y racionalmente dichas creencias, demostrándose a sí mismo por qué son ilógicas y poco
realistas; en tercer lugar, sustituye dichas creencias irracionales (BsIr) por otras racionales
(BsRs). Por último, toma conciencia de los sentimientos y conductas adecuadas que surgen
gracias a la adopción de creencias racionales.
Además del debate racional emotivo, Ellis utiliza otros métodos para lograr el cambio
terapéutico, aunque siempre con la misma finalidad: lograr la superación y sustitución de las
filosofías irracionales del paciente. Estos métodos pueden clasificarse en dos grandes
apartados según su énfasis esté en la emoción (emotivos) o en la realización de conductas
(conductuales).
Métodos emotivos:
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Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
deberá a que está cambiando algunas de las creencias irracionales acerca de (A) que
le causaban (C). Habitualmente se estructura la técnica estableciendo periodos de
práctica diaria y distintas situaciones activadoras. El objetivo final es que cuando el
paciente se encuentre en la vida diaria con los acontecimientos (A) imaginados, logre
experimentar automáticamente emociones adecuadas en lugar de inadecuadas, al
haber cambiado algunas de las filosofías irracionales.
- Proyección en el tiempo: se trata de una técnica en imaginación en la que se pide al
paciente que se imagine una situación valorada como catastrófica por él.
- Autoaceptación incondicional: En la TRE se insiste en que las personas pueden, y es
conveniente para su salud, aceptarse a sí mismas de manera incondicional
independientemente de que su comportamiento sea estúpido o inmoral. Se hace
énfasis en la condena o rectificación de los comportamientos/creencias, pero no se
comete el error de evaluar a la persona por sus actos. El terapeuta anima al paciente,
especialmente cuando haya actuado de manera alocada, a decirse a sí mismo
autoinstrucciones del tipo “Yo soy yo. ¡Yo no soy solamente mis actos! ¡Tengo
perfecto derecho a ser yo mismo, no importa lo imperfectos que puedan ser algunos
de mis actos! ¡No estoy aquí para probarme a mí mismo, sino para ser yo mismo y
disfrutar de mi persona!”.
- Ejercicios para vencer la vergüenza: estos ejercicios pretenden ayudar a los pacientes
a vencer emociones del tipo de la vergüenza, ansiedad social, culpa, sentimientos de
inferioridad, de ridículo, etc. De acuerdo con la TRE este tipo de sentimientos no
dependen del tipo de conducta que se ponga en marcha, sino que son creados por la
persona al insistir (decirse a sí misma) continuamente que todo lo tiene que hacer
absolutamente bien, que no tiene derecho a actuar mal, y que se es un idiota si se
actúa de determinadas maneras.
- Ejercicios de toma de riesgos calculados: se le pide al paciente que realice alguna
acción que evita hacer por el temor a las consecuencias anticipadas.
- Ejercicios de autorrevelación: el terapeuta anima al paciente, en sesiones de grupo o
bien fuera del grupo, a que cuente algunos “secretos” a determinadas personas (sin
influencia sobre el paciente) que siempre ha guardado y que a él le atemoriza contar
por miedo a la desaprobación o rechazo de los demás. El objetivo es de nuevo
identificar las creencias irracionales que está detrás del temor a la desaprobación de
los demás.
- Dramatización: en sesiones de grupo o individuales se representa la situación temida
de manera que, al tiempo que se perfeccionan habilidades, se pueden descubrir
ideas irracionales y discutirlas activamente.
- Autoafirmaciones violentas y dramáticas: se anima al paciente a que combata la
tendencia a dirigirse mensajes irracionales, con la construcción de mensajes
racionales enérgicos, a modo de autoinstrucciones personales y directas que pueda
usar en todo momento cuando se sienta atemorizado, ansioso o deprimido.
- Inversión del rol racional: busca que el paciente desarrolle argumentos para vencer
su “sí mismo” más irracional.
- Métodos humorísticos: por ejemplo a través de canciones racionales humorísticas,
para que el paciente en caso de sentirse mal se cante la canción, con el objetivo de
poder distanciarse y reírse de la situación, recordando que son esas ideas irracionales
las que están en la base de su malestar.
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Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Métodos conductuales:
Siguiendo a Ellis (1983), parece ser que los sujetos que responderían mejor a la TRE
serían aquellos con una inteligencia elevada, que valoren los procedimientos del método
científico, y cognitivamente complejos. No se beneficiarían de ella sujetos que muestren
grandiosidad, ira frecuente y grave, con baja tolerancia a la frustración y que sean aversivos
para las otras personas, así como tampoco los individuos con trastornos de la personalidad.
Esta modalidad terapéutica tiene su origen oficial en 1976 cuando Beck publica su obra
“Cognitive Therapy and the Emotional Disorders”. Tiene elementos comunes con la TRE de
Ellis, como derivarse de una insatisfacción con el modelo psicoanalítico y dar a las cogniciones
distorsionadas un papel central en la generación de estados emocionales adversos
(particularmente depresivos). No obstante, también el modelo de Beck presenta aspectos
distintivos frente al de Ellis, como son:
Fundamentos teóricos:
Los esquemas depresógenos muestran además otras características que los diferencian
de los esquemas de los sujetos normales:
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Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Las operaciones cognitivas a las que conducen los esquemas depresógenos, terminan
por cristalizar en el tipo de cogniciones que es conocido como la tríada cognitiva negativa. A
diferencia de los esquemas, estas cogniciones tienen correlatos directamente observables en
el sujeto, y aparecen principalmente de dos maneras: pensamientos o imágenes voluntarias y
pensamientos automáticos. Estos últimos son ideas o imágenes estereotipadas de aparición
repetitiva y no voluntaria que no son fácilmente controlables y parecen plausibles al individuo
en el momento de su ocurrencia. Ambos tipos de cogniciones constituyen el diálogo interno
del sujeto, son relativamente accesibles a la conciencia y son dañinos psicológicamente,
puesto que interfieren tanto con las actividades que el sujeto realiza en ese momento como,
evidentemente, con su estado de ánimo.
En la medida que estas cogniciones son productos de los esquemas activados, giran en
torno a los temas de pérdida, fallo, rechazo, incompetencia y desesperanza ("soy un inútil",
"no puedo hacer nada", "no valgo para nada", etc.), configurando la tríada cognitiva negativa.
Es este elemento el factor causal más próximo de la depresión. Esta tríada se define por:
- Visión negativa de sí mismo: el sujeto se ve como alguien inútil, sin valor, indeseable
y culpable de todas las circunstancias negativas que le rodean.
- Visión negativa del mundo: el entorno se percibe pleno de demandas excesivas e
insuperables, y se considera que el mundo está desprovisto de interés y
gratificaciones.
- Visión negativa del futuro: el sujeto considera que ninguno de los aspectos negativos
del presente va a cambiar, al contrario, anticipa que es posible que empeore. El
resultado es la desesperanza, siendo éste el factor más predictivo del suicidio.
El conjunto de los elementos que configuran el modelo de depresión de Beck no hay que
entenderlos como factores aislados, sino que habitualmente se forman espirales o círculos
viciosos, donde los pensamientos automáticos, producto del procesamiento distorsionado,
sirven para confirmar y reafirmar a su vez los esquemas depresógenos, responsables de la
distorsión cognitiva. La terapia cognitiva de Beck, que examinaremos a continuación, pretende
romper este círculo vicioso.
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Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Procedimientos
Técnicas conductuales:
- Las tareas asignadas deben ser sencillas y han de dividirse en subtareas, comenzando
por las más fáciles.
- Las tareas deben prepararse para que supongan un desafío hacia las creencias del
paciente sobre su incompetencia personal; de esta manera los resultados de las
mismas pueden emplearse en la reestructuración cognitiva.
- Antes de llevar a cabo las tareas, paciente y terapeuta trazan un plan previo,
examinando los pasos que exige la ejecución de las mismas.
- Es preciso utilizar registros de expectativas de dificultad y de eficacia y grados reales
de dificultad y eficacia (ver Técnicas cognitivas). Esto permitirá desconfirmar
creencias previas que bloqueaban al sujeto.
- La tarea asignada debe tener una alta probabilidad de éxito, de este modo se
posibilitará la motivación en tareas futuras y permitirá al terapeuta reestructurar
ideas acerca de la valía y capacidad personal.
- La programación de tareas en la consulta debe aprovecharse para que salgan a la luz
las creencias o expectativas negativas del paciente. Esto permitirá una evaluación de
los pensamientos automáticos y las distorsiones cognitivas más comunes del
paciente.
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Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Las tareas graduadas deben extraerse de la vida cotidiana del paciente; son válidas acciones
sencillas como llamar por teléfono, arreglarse, preparar una comida sencilla, etc. Es muy
importante garantizar el éxito de estas tareas para romper la inhibición del paciente, y
ganar de él la suficiente motivación como para implicarse en actividades terapéuticas más
cognitivas.
Programación de actividades:
Terapeuta y paciente elaboran sobre un registro o agenda una programación completa (sin
que sea asfixiante) de las actividades del paciente en los días siguientes a la entrevista. Si es
necesario, en esta programación por escrito, se han de incluir tiempos estimados, horarios,
actividades alternativas, etc.
Esta técnica es útil en el inicio de la terapia, aunque requiere del paciente un nivel de
activación ligeramente superior al de la anterior técnica. El objetivo sigue siendo el mismo,
romper la inhibición del paciente e identificar aquellos pensamientos que están
interfiriendo en la ejecución de tareas.
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Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Los registros de placer y dominio permiten al terapeuta trabajar sobre las expectativas
negativas del paciente, las cuales pueden verse desconfirmadas por el placer y dominio
subjetivos registrados tras la ejecución de las tareas.
Ensayo cognitivo:
En consulta el terapeuta invita al paciente a imaginar que realiza todos los pasos de una
tarea, con dos objetivos principales:
En resumen, las tareas conductuales de la Terapia cognitiva de Beck cumplen dos objetivos
fundamentales:
1. Intervenir sobre la pasividad inicial del paciente (sobre todo en estados depresivos muy
graves), redundando en:
- Un aumento de la motivación por continuar en la terapia.
- Un incremento en el estado de ánimo, al proporcionar una fuente de reforzadores.
2. Evaluar los pensamientos automáticos negativos y las distorsiones que los mantienen, al
tiempo que los resultados de las actividades programadas pueden utilizarse para
desafiarlos.
Dentro de las técnicas conductuales pueden incluirse también otras como el "entrenamiento
en asertividad" o el "role-playing" tanto directo como inverso.
Técnicas cognitivas:
Reatribución:
El objetivo de esta técnica es disminuir la culpabilidad sentida por los pacientes analizando
los distintos factores que han podido contribuir al suceso concreto.
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Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Son posibles varios formatos de registro; en las primeras consultas se emplean formatos
muy sencillos, donde sólo se le pide al paciente que anote la situación, la emoción y los
pensamientos que tenía en ese momento. A medida que se van adquiriendo habilidades, se
van incluyendo más columnas hasta llegar a formatos más elaborados.
INCLUIR TABLA
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Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Pruebas de realidad:
En la TC se otorga un peso importante al contraste empírico como método de cambio de
cogniciones. En ocasiones es más útil plantear al paciente un "experimento" para probar la
validez de una creencia que discutir o debatir lógicamente ese pensamiento en la consulta.
En definitiva, una prueba de realidad es un experimento donde:
Registros de expectativas:
Las pruebas de realidad pueden ir acompañadas de los registros de expectativas de
ejecución o dificultad. Estos registros persiguen recoger información que cuestione la
validez de los pensamientos negativos. En estos registros se sigue la siguiente pauta:
- Al paciente se le pide que evalúe antes de llevar a cabo una tarea, el grado de
expectativa de eficacia que estima en la realización de la misma, así como el nivel de
dificultad, en una escala de 0-10.
- Se realiza la tarea acordada.
- Tras la realización de la tarea, se le pide que estime el grado de eficacia auto-
percibida en la ejecución real, así como la dificultad real que ha encontrado en su
ejecución. Se contrastan los valores esperados con los hallados.
- Es posible trasladar a un gráfico los dos grados (pre y post). Esto permite un registro
acumulativo de las diferencias entre las expectativas y los valores encontrados a
posteriori a lo largo de las diferentes pruebas de realidad que se abordan en la
terapia.
- Finalmente, estos gráficos pueden ser empleados en la terapia para que el paciente
saque conclusiones acerca de la fiabilidad de sus expectativas. ¿En qué medida
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Tratamientos Psicológicos Tema 3: Modelo Cognitivo-Conductual Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
puede fiarse de sus expectativas para decidir si afrontar una tarea, si generalmente
son excesivas en relación a las percepciones durante la realización de la misma?
Hasta ahora hemos expuesto las principales herramientas que se vienen empleando en
la TC de la depresión de Beck. Estas estrategias son extensibles a las demás patologías, puesto
que la finalidad es la misma, esto es, modificar los supuestos disfuncionales que están en la
base de la psicopatología.
1. Intervención preliminar
• Ejercicios graduados
• Planes de actividad
2. Intervención cognitiva
2.1. Identificar pensamientos automáticos
2.2. Generar ideas alternativas
2.3. Pruebas de realidad
3. Modificación de supuestos disfuncionales (esquemas)
• Identificando temas recurrentes en el sujeto
• Relacionando estos esquemas con las distorsiones cognitivas
• Modificando los esquemas mediante pruebas de realidad, experimentos, etc.
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Tratamientos Psicológicos Tema 4: Terapias de Familia y Modelos Sistémicos Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
TRATAMIENTOS PSICOLÓGICOS
Profesora: Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Curso Académico: 2015‐2016
DOCUMENTACIÓN DE APOYO A LA DOCENCIA TEÓRICA
TEMA 4: TERAPIAS DE FAMILIA Y MODELOS SISTÉMICOS
1
Tratamientos Psicológicos Tema 4: Terapias de Familia y Modelos Sistémicos Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
4. TERAPIAS DE FAMILIA Y MODELOS SISTÉMICOS
1. Introducción: Aproximación histórica
2. Conceptos básicos de la perspectiva sistémica en la Terapia Familiar
3. Objetivos de la Evaluación‐Intervención
4. Técnicas de intervención
5. Revisión crítica
2
Tratamientos Psicológicos Tema 4: Terapias de Familia y Modelos Sistémicos Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
1. INTRODUCCIÓN: APROXIMACIÓN HISTÓRICA
La Terapia Familiar, tal como la conocemos actualmente, comenzó a desarrollarse en
Estados Unidos, en la década de los 50. No obstante, conviene aclarar que la Terapia Familiar es
un amplio campo de intervención que se ha llevado a cabo desde diferentes perspectivas teóricas,
no siendo correcto identificar terapia familiar con modelo sistémico, ni tampoco equiparar
modelo sistémico a terapia familiar ya que éste tiene sus aplicaciones en ámbitos ajenos a la
familia como son la asistencia y bienestar social, las organizaciones o el ámbito educativo.
Puede decirse que los que suelen considerarse como sus pioneros provienen de dos
referentes claramente diferenciados (el psicoanálisis, por un lado y, por otro, el estudio de la
comunicación) que, no obstante, en bastantes casos convergieron en el interés por un mismo
cuadro psicopatológico: la esquizofrenia.
Así, desde el propio movimiento psicoanalítico algunos autores han realizado
aportaciones de interés al enfoque de la terapia familiar. Tal es el caso de Adler (1870‐1937) con
la relevancia que otorga a la “constelación familiar”(la posición de los miembros de una familia
con relación a su edad y rol) para el desarrollo psicológico del individuo. Igualmente, N.W.
Ackerman (1908‐1971) ha sido considerado como el precursor de la teoría de que las actitudes
actuales de los miembros de la familia pueden influir en los síntomas de uno de sus miembros. En
su “terapia integrativa”, postula que el conflicto interpersonal precede al conflicto intrapsíquico,
siendo éste el resultado de conflictos interpersonales interiorizados. Comenzó a trabajar con
familias como complemento de su trabajo como psiquiatra infantil. En 1957 fundó el primer
servicio de atención familiar, la Family Mental Health Clinic. En 1960 fundó, también en Nueva
York el Family Institute, que tras su muerte adoptó su nombre, y que hasta la fecha ha sido uno de
los principales focos de expansión de la Terapia Familiar. En 1961 se unió con Don Jackson de Palo
Alto, para fundar la que ha sido y es en la actualidad principal revista de Terapia Familiar: Family
Process.
Varios profesionales del campo del psicoanálisis que trabajaban con pacientes
esquizofrénicos con los que no obtenían buenos resultados con las técnicas psicoanalíticas,
comenzaron a trabajar con la familia en su búsqueda por hallar nuevas formas de abordar esta
patología.
Hasta los años 50, la teoría psicoanalítica, explicaba parcialmente la esquizofrenia como el
resultado de una simbiosis madre‐hijo, producida por una madre sobreimplicada que no permitía
la individuación del hijo. Esto sucede a nivel inconsciente, y el psicoanálisis tradicional no tomaba
en cuenta el aspecto relacional. En 1948, Frieda Fromm‐Reichmann, acuña el término Madre
Esquizofrenógena (Fromm‐Reichmann, 1942, 1962), y tres años más tarde, en 1951, John Rosen
dedica al término un capítulo de su libro Análisis directo, llamado La madre perversa (Rosen,
1953). Ambos autores van a tener gran influencia en el desarrollo de la Terapia Familiar, al
plantear dentro del psicoanálisis no sólo los aspectos intrapsíquicos, sino también los aspectos
interaccionales de la relación materno filial. El paso posterior dado por los pioneros arriba citados,
va a consistir en pasar de la díada madre‐hijo a la tríada padre‐madre‐hijo, y por último a toda la
familia.
Theodore Lidz, psiquiatra y psicoanalista, comenzó en 1951, junto con otros colegas, un
estudio intensivo de 16 jóvenes esquizofrénicos y sus familias, dando lugar a una publicación en la
que describían los hallazgos encontrados en la relación conyugal de los padres de esquizofrénicos.
Esta relación, gravemente desestructurada, sería, al menos en parte, la responsable del trastorno
de sus hijos. Lidz fue probablemente uno de los primeros psiquiatras en tratar familias completas,
siempre dentro del campo de la Esquizofrenia.
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Tratamientos Psicológicos Tema 4: Terapias de Familia y Modelos Sistémicos Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Lyman Wynne, también psiquiatra y psicoanalista, inicia en 1954 en el NIMH un programa
de investigación a largo plazo sobre la familia de pacientes esquizofrénicos, que se plasma en un
trabajo en el que se describe un tipo de relación encontrada con frecuencia en las familias de
jóvenes con cuadros psicóticos agudos (“pseudomutualidad”), relación que tendría parte
fundamental en el desarrollo de esos cuadros. La relación de pseudomutualidad se caracteriza por
el esfuerzo para mantener el acuerdo y evitar la confrontación emocional abierta, a expensas de
la diferenciación de la identidad de las personas que participan en la relación. La relación de
pseudomutualidad implica un dilema característico: la divergencia se percibe como un factor de
desquiciamiento de la relación, por lo cual es necesario evitarla, pero, al evitarla, se impide que la
relación crezca.
Murray Bowen, psiquiatra y psicoanalista, ha sido señalado por varios autores como el de
mayor influencia dentro de los provenientes del psicoanálisis. También se acercó al tratamiento
de las familias desde su trabajo con niños psicóticos. En 1954 se unió al equipo del NIMH, donde
conoció a Lyman Wynne. Ese mismo año comienza un estudio de las familias de esquizofrénicos,
en el que, a lo largo de cinco años, internó a siete familias completas por períodos que oscilaban
entre uno y tres años. Las familias eran observadas continuamente por un equipo de 20 personas,
entre psiquiatras, asistentes sociales y enfermeras, en turnos de ocho horas, siete días a la
semana. En principio se proporcionaba diferentes terapeutas individuales para los diversos
miembros de la familia, pero progresivamente el modelo fue derivando, de manera inevitable, a la
terapia familiar conjunta. A raíz de estos estudios, plantea que la esquizofrenia es un proceso que
requiere tres o más generaciones para desarrollarse, y concluye que la psicosis es un problema
familiar, pero en muchas formas básicas, debemos referirnos a ella como si se tratara de una
enfermedad del individuo.
Al igual que los anteriores, Ivan Boszormenyi‐Nagy es psiquiatra y psicoanalista, y
proviene también del trabajo con psicóticos. Fundador del Family Institute of Philadelphia junto
con Framo, Zuk, Spark, Rubinstein y otros, que ha sido y es uno de los centros de formación en
Terapia Familiar más importante de los EE.UU. Fue uno de los autores más representativos del
llamado Grupo de Filadelfia. Su trabajo más conocido es el libro editado en 1973 Lealtades
Invisibles, en el que desarrolla una teoría familiar basada en la ética y en la óptica
transgeneracional. Desarrolló su propia orientación, basada en unas técnicas terapéuticas que se
agrupan bajo el título de Terapia Contextual, y que contiene tanto bases sistémicas como
psicoanalíticas.
El segundo grupo de pioneros se configura en torno a la figura de Gregory Bateson,
antropólogo interesado en el estudio de la comunicación quien, focalizándose en los trastornos de
la comunicación, llegó a los pacientes esquizofrénicos como grupo de personas que presentan
alteraciones muy significativas en esta área. Cuando Bateson logró una subvención para el estudio
de la comunicación en esquizofrénicos, se trasladó al Hospital Psiquiátrico de Veteranos de Menlo
Park (California), y comenzó a reunir un grupo de trabajo que llegaría a conocerse como el Grupo
de Palo Alto. Con los primeros que contactó fue con Jay Haley, un experto en Comunicación, con
John Weakland, un ingeniero químico reciclado a antropólogo, y con un psiquiatra, William Fry.
Más tarde se unió al grupo, como consultor clínico, Don Jackson, psiquiatra y psicoanalista, que
por entonces, bajo la influencia de Sullivan, ya había desarrollado algunas teorías interesantes
sobre el funcionamiento familiar. La publicación por Bateson y otros en 1956 del artículo “Hacia
una teoría de la Esquizofrenia” tuvo una importancia decisiva en el desarrollo posterior de la
Terapia Familiar. Se postulaba una teoría etiológica de la esquizofrenia, basada en un trastorno
comunicacional llamado Doble Vínculo. En 1959, Jackson funda el M.R.I. (Mental Research
Institute) de Palo Alto (California), con la intención de dar continuidad al equipo del Hospital de
Veteranos, ya que se les había terminado la beca de investigación. Bateson no se sumó entonces
al proyecto, pero el resto del grupo continuó, sumándose posteriormente otros autores que han
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Tratamientos Psicológicos Tema 4: Terapias de Familia y Modelos Sistémicos Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
tenido gran relevancia en el campo de la terapia familiar, tales como Virginia Satir, quien inició la
fructífera participación de los trabajadores sociales en este ámbito, Jules Riskin y Paul Watzlawick.
Posteriormente pasaron por el MRI entre otros, autores tan conocidos como Richard Fisch, Arthur
Bodin, Antonio Ferreira, William Fry o Carlos Sluzki, y hoy en día continúa como un foco señero de
la Terapia Familiar.
El Grupo de Palo Alto, así como el MRI y sus diversas secuelas, se va a caracterizar por
tratar de plantear un nuevo paradigma explicativo de los trastornos de conducta, partiendo de la
Teoría de la Comunicación, la Cibernética y la Teoría General de Sistemas. Quizá el mejor ejemplo
sea el de Jay Haley, fundador de la Escuela Estratégica, que se ha esforzado durante toda su
carrera en diferenciar el modelo sistémico de los otros paradigmas existentes en el campo de las
Ciencias de la Conducta, especialmente del Psicoanálisis.
Durante los años sesenta y setenta, van a hacer su aparición numerosas escuelas de
Terapia Familiar, que van a ocupar un amplio abanico que oscila entre los sistémicos puros y los
psicoanalíticos, pero aceptando todos como base la teoría sistémica del funcionamiento del grupo
familiar.
Repasaremos las Escuelas más importantes, su origen y propuestas teóricas principales,
clasificándolas de un extremo a otro del arco sistémico, desde las sistémicas puras, a las que
mantienen una mayor influencia del psicoanálisis. Dentro de las sistémicas puras tendríamos las
Escuelas de Palo Alto, la Estratégica y la de Milán. Más centradas estarían la Estructural, la de
Roma y la Suiza. En el lado más psicoanalítico, el Ackerman Institute, Whitaker y sus seguidores, el
Grupo de Filadelfia, Bowen y su grupo, y la orientación Grupoanalítica.
Orientaciones Sistémicas Puras:
La Escuela de Palo Alto, es el nombre dado a los herederos directos de la Orientación
Comunicacional del Grupo de Palo Alto, organizados en torno al MRI creado en 1959 por D.
Jackson como una división del Palo Alto Medical Research Institute, y que desde su creación hasta
la actualidad se ha caracterizado por una actividad continuada en tres niveles: clínico, de
formación, y de investigación. En 1967 se crea el Brief Therapy Center (BTC), dirigido por Richard
Fisch, y con la participación de Watzlawick, Weakland y Bodin, con el fin de investigar los
resultados de la terapia familiar breve. La duración del tratamiento se limitaba a un máximo de 10
sesiones, sin selección alguna de la patología, focalizando las intervenciones en el problema
presentado, con técnicas activas y muy directivas. Es el BTC el que va a poner la marca al modelo
teórico comunicacional que se va a reconocer posteriormente como el de la Escuela de Palo Alto,
cuya base teórica fue formulada por Watzlawick, Beavin y Jackson en otro libro de titulado “Teoría
de la Comunicación Humana” (Watzlawick y cols, 1967).
El fundador de la Escuela Estratégica y su representante más cualificado es Jay Haley,
junto con su esposa Cloe Madanes. Es por lo tanto una escuela que tiene también sus raíces en el
Grupo de Palo Alto, y en el MRI, y que recibe una influencia decisiva de Milton Erickson
(hipnoterapeuta de gran éxito, que utilizaba además técnicas paradójicas en sus tratamientos,
que fueron muy influyentes en los autores de Terapia Familiar que prestaron una atención
especial a la comunicación). Haley abandona el MRI en 1967, y se traslada a Filadelfia, a la
Philadelphia Child Guidance Clinic, donde se encuentra y colabora durante muchos años con el
fundador de otra escuela: Salvador Minuchin. Este encuentro tiene gran importancia, pues de
alguna manera simboliza el encuentro entre dos concepciones de la Terapia Familiar desarrolladas
en extremos opuestos de Estados Unidos: el Grupo de Palo Alto en la Costa Oeste, y aquellos
quienes, con una orientación más social y ecológica, venían trabajando en la Costa Este. Tras unos
años decisivos, en los que con Minuchin y Montalvo va dando lugar al modelo estratégico‐
estructural, Haley se traslada a Washington (1976), donde funda junto a Madanes su propio
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Tratamientos Psicológicos Tema 4: Terapias de Familia y Modelos Sistémicos Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Centro de Terapia Familiar. Otros autores clasificados dentro de esta tendencia son Lynn Hoffman
y Duncan Stanton.
La Escuela de Milán comienza su andadura cuando en 1967 una psicoanalista, Mara
Selvini Palazzoli "tomó la drástica decisión de terminar para siempre con la psicoterapia individual
y fundar el Centro para el Estudio de la Familia" (Selvini, 1990). Paulatinamente van uniéndose al
Centro otros psicoanalistas interesados por el tema, que van experimentando en el trabajo con
familias, y van estudiando las aportaciones de los diversas autores norteamericanos, desde la
Escuela de Palo Alto a la de Filadelfia, pasando por Minuchin y Bowen. Durante los primeros años
el debate se centra en si continuar desarrollando las teorías familiares a partir del psicoanálisis, o
romper con ese modelo, y centrarse en la Comunicación y la Teoría General de Sistemas. Es
finalmente esta segunda opción la que triunfa, lo que supone que en 1971 se produzca la primera
de la larga serie de rupturas de este grupo, quedando el cuarteto más conocido, formado por
Selvini, G. Prata, L. Bóscolo y G. Cecchin, que se mantuvo unido durante siete años, hasta que en
1978 se escindió en las parejas Selvini‐Prata, y Bóscolo‐Cecchin.
Estas tres escuelas, agrupadas en esta etapa dentro de las sistémicas puras, tienen en
común, la elección, como objeto de estudio e intervención la unidad familiar, quedando relegado
el individuo a la condición de miembro del sistema familiar. Lo intrapsíquico se deja de lado,
utilizando el concepto cibernético de “caja negra” para encajarlo en la dinámica comunicacional,
sin necesidad de tener que estudiarlo, únicamente interesan las comunicaciones que mantiene
con su entorno. Los principales fundamentos teóricos, así como el lenguaje que utilizan,
provienen de la Teoría General de Sistemas, la Cibernética, la Teoría de los Juegos y la
Comunicación. La base es la Teoría General de Sistemas, formulada por el biólogo austríaco,
Ludwig Von Bertalanffy, que desarrolló una organización de los seres vivos basada en los sistemas
abiertos: Conjunto de elementos organizados en función de una finalidad, con características de
isomorfismo, equifinalidad, etc. La cibernética aporta los conceptos de, entre otros,
retroalimentación, homeóstasis, escaladas, círculos viciosos. La teoría de los Juegos de Von
Neumann y Morgenstern suministra los conceptos de juego relacional tipo suma cero
(estrictamente competitivos porque cualquier ganancia para un jugador siempre se equilibra
exactamente por una pérdida correspondiente para el otro jugador) o suma no cero
(cooperativos, situaciones en donde los participantes pueden beneficiarse o perder al mismo
tiempo). La Teoría de la Comunicación, por su parte, los de intercambio de información,
metacomunicación, redundancias, paradojas, etc. Una de las razones por las que el libro citado de
Watzlawick, Beavin y Jackson “Teoría de la Comunicación Humana” ha tenido tanta repercusión
es porque de alguna manera ordenó y sintetizó todas estas aportaciones en un único,
comprensible y accesible texto.
La familia es un sistema abierto, gobernado por reglas, que cumple los principios de la
retroalimentación positiva y negativa. Las reglas son metáforas acuñadas por el observador para
denominar secuencias redundantes de comportamiento, que caracterizan el funcionamiento de
cada sistema familiar concreto. Las familias se van dotando de reglas con el paso del tiempo a
través de ensayos y errores. Los síntomas son una forma más de comunicación, que surgen por la
tendencia cada vez más rígida a repetir compulsivamente las soluciones memorizadas
anteriormente. La observación de las redundancias conduce a la formulación de una hipótesis de
funcionamiento familiar, y al diseño de una estrategia que dé como resultado la modificación de
las reglas que no resultan útiles para un adecuado funcionamiento familiar. La terapia se centra
en la solución del problema presentado, y en el aquí y ahora. La pregunta que se debe realizar el
terapeuta no es por qué sucede, sino para qué. El paradigma causal deja de tener importancia, ya
que en la hipótesis de funcionamiento cibernético, el efecto es causa, y la causa, efecto. El modelo
de causalidad lineal da paso a la causalidad circular, que no tiene principio ni fin. Los terapeutas
son observadores del sistema familiar, que promueven el cambio desde el exterior. La terapia
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Tratamientos Psicológicos Tema 4: Terapias de Familia y Modelos Sistémicos Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
consiste en un salto cualitativo de un sistema de reglas a otro, para lo que se hace necesaria la
intervención de una agente externo. Las técnicas más utilizadas son la connotación positiva, la
prescripción de rituales, y la prescripción paradójica.
Orientaciones Mixtas
Dentro de las Escuelas más equidistantes tanto del modelo sistémico puro como del más
psicoanalítico, hemos nombrado a la Estructural, a la de Roma y a la Suiza.
Algunos autores datan el nacimiento de la Escuela Estructural en la publicación en 1967
del libro "Families of the slums: An exploration of their structure and treatment”, de Minuchin,
Montalvo, Guerney, Rosman y Schumer. El libro describía el trabajo de un grupo, liderado por
Salvador Minuchin, que incluía a E. Auerswald y C. King, y más tarde a R. Rabkin y B.Montalvo, que
obtuvo en 1962 una subvención gubernamental para experimentar con las teorías de la Terapia
Familiar ‐entonces en plena expansión‐ en la atención a familiares de bajo nivel socio‐económico,
en los guetos de Nueva York, concretamente en una escuela para jóvenes delincuentes llamada
Wiltwick School. El abordaje de los problemas debía tener en cuenta no sólo los síntomas, sino
también el contexto en que éstos aparecían, en familias que vivían en condiciones notables de
pobreza y marginación. Fue este contexto, diferente al que hasta entonces había visto el
desarrollo de la Terapia Familiar, el que marcó una orientación diferente. Tras su etapa en Nueva
York, Minuchin y Montalvo se trasladan a la Philadelphia Child Guidance Clinic, donde se van a
encontrar con Haley primero y Speck después. Ambos van a influir en las teorizaciones
estructurales, pero especialmente el primero, hasta el punto que, tras la etapa en común sería
más propio hablar de una orientación estratégico‐estructural. Posteriormente Minuchin volvió a
Nueva York, y en los últimos años ha sido, y es uno de los principales difusores de la Terapia
Familiar, dictando cursos y talleres por todo el mundo.
La teoría estructural se nutre también de las teorías sistémicas y comunicacionales,
poniendo igualmente el acento en la relación, y en la existencia innata de estructuras en las
relaciones humanas. Sin embargo, a diferencia de los sistémicos puros, no cataloga al individuo
únicamente como miembro del sistema familiar, sino que lo contempla como un "subsistema",
con su propia estructura psicológica, en interrelación con los otros subsistemas y con el medio
externo, con una visión ecológica. La estructuración de la familia se basa en tres dimensiones
básicas: Límites, Alianzas y Jerarquía. La funcionalidad de la familia dependerá de la adecuada
organización de la estructura familiar a las "circunstancias". Estas circunstancias hacen referencia
tanto a las necesidades individuales de sus miembros, como a la necesaria adaptación al medio
externo. Los objetivos de la terapia serán, no sólo resolver el problema presentado, sino también
modificar la estructura familiar disfuncional, a fin de que pueda enfrentarse con mejores defensas
a los problemas futuros. Para conseguirlo, el terapeuta se une a la familia. Ya no es el observador
externo, sino que se implica en el proceso familiar, actuando como agente de cambio, encargado
de reestructurar el funcionamiento familiar.
Las técnicas utilizadas son primero de unión a la familia (Joining), y posteriormente de
Reestructuración, con maniobras centradas en los subsistemas (adición o sustracción de
subsistemas), en el síntoma (focalización, recalificación, etc.) o en la estructura (provocando
conflictos, reorganizando, etc.). El mapa familiar se va a utilizar como hipótesis diagnóstica del
funcionamiento familiar, y como guía a lo largo del tratamiento. Se utilizan prescripciones, pero
no de tipo paradójico.
Posición similar es la mantenida por la llamada Escuela de Roma, nombre con el que se
suele conocer a Maurizio Andolfi y sus colaboradores (P. Menghi, A. Nicoló, C. Saccu y C. Angelo
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Tratamientos Psicológicos Tema 4: Terapias de Familia y Modelos Sistémicos Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
principalmente), aunque en Roma hay otros núcleos importantes (agrupados en torno a Luigi
Cancrini y Gaspare Vella como figuras más señeras, a quienes clasificaríamos en posiciones más
cercanas al psicoanálisis).
Andolfi fundó su Instituto de Terapia Familiar en Roma en 1974, tras unos años de
formación en Estados Unidos. Se reconoce fuertemente influenciado por Haley y Minuchin, con
quien estuvo trabajando en la famosa Philadelphia Child Guidance Clinic, aunque también
encontramos rastros de Whitaker, especialmente en el desarrollo de sus técnicas de provocación
y desafío. Refuerza la idea defendida por Minuchin del terapeuta como agente de cambio, pero
no por ello deja de afirmar que debe ser la familia artífice y protagonista de su propio cambio
fomentando a la manera de Haley las potencialidades terapéuticas que la familia guarda en su
interior. La familia es un sistema abierto en constante transformación, activo, con capacidad de
autogobernarse y abierto a la interacción con otros sistemas, y la patología surge cuando la rigidez
familiar impide la necesaria adaptación a la evolución intra y extrafamiliar. La terapia consistirá en
la búsqueda de un nuevo equilibrio dinámico entre la morfostasis y la morfogénesis.
Luigi Cancrini es otro de los psicoanalistas que entra en el campo de la Terapia Familiar sin
abandonar sus raíces, y tratando siempre de guardar un difícil equilibrio entre ambas
orientaciones. Fundó tardíamente su Centro de Studi di Terapia Relazionale de Roma, con
destacados colaboradores como Onnis, Coletti o Grazia Cancrini. Dentro de la Terapia Familiar
reconoce las influencias fundamentales de Watzlawick, Haley y Minuchin.
La llamada Escuela Suiza, se muestra como el corolario de lo que va a ser el desarrollo
posterior de la Terapia Familiar, tomando los aspectos positivos de las diferentes orientaciones, y
conformando un cuerpo teórico dentro de lo que se ha venido en llamar eclecticismo. Sus
representantes principales son L. Kaufmann y O. Masson, y se agruparon en torno a la revista
Thérapie Familiale. Todos ellos provienen del Psicoanálisis, y tratan de conjugar ambas
teorizaciones. Su principal aportación se centra en la conjugación de las técnicas de escuelas
diferentes, desde la de Bowen y Nagy, a la de Minuchin, Haley, Watzlawick y Selvini, mostrando
que todas ellas tienen aspectos positivos, y que no son excluyentes sino todo lo contrario. Otros
autores señalados de ésta orientación son G.Ausloos, E. Fivaz y P. Caillé.
Orientaciones psicoanalíticas:
La característica fundamental de las escuelas que se inclinan más hacia el polo
psicoanalítico es que, aunque prestan una atención especial a la familia, no dejan de considerar al
individuo en un primer plano. La familia está compuesta por individuos, cada uno de los cuales
tiene su propia identidad y su propia historia. Estudiarán a cada individuo, y a las interrelaciones
entre ellos dentro de la familia. Dentro de este grupo hemos nombrado al Ackerman Institute,
Whitaker y sus seguidores, el Grupo de Filadelfia, Bowen y su grupo, y la orientación
Grupoanalítica.
Como ya hemos señalado, Natham W. Ackerman fundó en 1960 el Instituto de Terapia
Familiar que tras su muerte, ocurrida en 1971, llevaría su nombre. Así como en la Costa Oeste la
Terapia Familiar se identificó con Bateson y su grupo, y con el MRI, en la Costa Este de Estados
Unidos, Ackerman y su instituto fueron sinónimos de Terapia Familiar durante muchos años.
Ackerman comenzó muy pronto a plantearse un abordaje familiar, y data de 1937 un artículo suyo
sobre la familia como unidad bio‐socio‐emocional.
Ackerman utiliza un lenguaje psicoanalítico para desarrollar sus teorías, y presta una
especial atención al individuo. Sin embargo desarrolló un modelo terapéutico muy personal, en el
que el terapeuta se muestra muy activo, y en ocasiones provocador, y en el que algunos autores
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Tratamientos Psicológicos Tema 4: Terapias de Familia y Modelos Sistémicos Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
creen ver una línea precursora del estructuralismo. Tras su muerte, el Ackerman Institute se alejó
del extremo psicoanalítico, centrándose en el espectro. Por sus despachos han pasado
importantes figuras, como D. Bloch, O. Silverstein o Peggy Papp. Estas dos últimas, junto con Betty
Carter y Marianne Walters han sido las principales impulsoras del llamado Proyecto de Terapia
Familiar de las Mujeres como parte de un movimiento que ha dado lugar en Estados Unidos a una
Terapia Familiar Feminista, que combate el ordenamiento jerárquico tradicional de la considerada
"familia normal", tratando de aplicar la teoría feminista y sus valores a la Terapia Familiar. Papp ha
destacado también por el desarrollo de una técnica relacionada con el psicodrama, denominada
Escultura Familiar.
Terapia Familiar Contextual ha sido el nombre que se ha dado a la aproximación a la
Terapia Familiar del Grupo de Filadelfia, liderado por Ivan Boszormenyi‐Nagy, que trata de
integrar las teorías sistémicas y las psicoanalíticas.
En 1957, Boszormenyi‐Nagy y sus colaboradores introdujeron la Terapia Familiar en un
proyecto de investigación sobre psicoterapia intensiva para pacientes psicóticos internados en el
Eastern Pennsylvania Psychiatric Institute. La orientación inicial era la Psicoanalítica de la
Psicología del Yo, y se fueron introduciendo progresivamente aportes de la terapia Familiar. Para
este autor, la estructuración de relaciones dentro de las familias está sujeta a ley, por lo que
puede deducirse a partir de su regularidad, reiteración y predictibilidad. La patología está
determinada por la naturaleza de las leyes que rigen las relaciones multipersonales, las
características psicológicas ‐estructura psíquica‐ de los miembros considerados en forma
individual y la relación existente entre esas dos esferas de organización del sistema. Cada familia,
como cualquier organización social tiene su propio sistema de lealtades, que regula la pertenencia
al grupo. En ésta, existen no sólo los compromisos horizontales de lealtad, entablados con la
pareja, hermanos o pares en general, sino también los verticales, que incluyen a otras
generaciones anteriores o posteriores. Estos dos tipos de compromisos entran en conflicto muy a
menudo, creando áreas conflictivas. Cada familia tiene su Libro Mayor, en el que a modo de un
libro de cuentas se anotan las deudas y los méritos de sus miembros. Este libro tiene la
característica de que se transmite de generación en generación, debiendo pagar los
descendientes, debido a los compromisos verticales de lealtad, las deudas contraídas por sus
antecesores. Esta óptica Transgeneracional es la que caracteriza la Terapia Contextual, en la que
el trabajo con el Genograma, será una de sus técnicas más utilizadas.
Aportaciones importantes a la Terapia Contextual se han realizado desde Europa,
concretamente con la inclusión en este campo de Helm Stierlin, Profesor de la Universidad de
Heildeberg, con aportaciones tan importantes como el desarrollo de los conceptos de Delegación,
Retención y Expulsión, como modos de explotación paterno‐filial, que estaría en la base de buena
parte de la psicopatología.
El nombre que ha recibido el abordaje familiar de Carl Whitaker, es el de Terapia Familiar
Simbólico Experiencial, aunque en realidad se ha asociado siempre, más que ningún otro (a
excepción del de Bowen, probablemente) con la personalidad de su autor. Como la mayor parte
de los psiquiatras de su generación se formó en Psicoanálisis, trabajando en principio en
Psiquiatría Infantil, y posteriormente con todo tipo de pacientes.
Whitaker ha desarrollado unas técnicas muy particulares. Se define a sí mismo en la
terapia como una "madre simbólica", y utiliza con frecuencia técnicas de confusión, provocación o
relatos de sueños (dormirse unos minutos durante la terapia y luego contar el sueño que
casualmente tiene que ver con la familia en algún aspecto difícil de comunicar). Whitaker quizá ha
sido, junto con Boszormenyi‐Nagy, el autor que más puso el acento en la Coterapia, es decir la
presencia conjunta de dos terapeutas delante de la familia.
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Terapia de los sistemas familiares es el nombre, muy genérico, que se le ha dado al
modelo desarrollado por Murray Bowen. En 1959, Bowen abandona el NIMH, y se traslada al
Departamento de Psiquiatría de la cercana Georgetown, donde va a desarrollar sus teorías, y va a
fundar su Escuela de Terapia Familiar.
La base teórica la encontramos en una exposición "anónima" de Bowen en una reunión
nacional de terapeutas familiares que tuvo lugar en Filadelfia en 1967 (Bowen, 1989). En ella
explica el trabajo realizado a lo largo de varios años, tratando de aplicar sus teorías a su propia
familia, y esforzándose en conseguir no ser absorbido por el sistema emocional de su propia
familia de origen. Se basa en seis conceptos básicos interrelacionados: la escala de diferenciación
del self, el sistema emocional de fusión del self en la familia nuclear, los procesos de proyección
familiar, los procesos de transmisión transgeneracionales, el perfil fraternal, y el funcionamiento
en triángulos.
La escala de diferenciación del self es un esfuerzo de clasificación de todos los niveles de
funcionamiento humano, que trata de medir el yo de base de cada persona, es decir la parte del
yo que no se encuentra en fusión emocional en un yo común con los otros: masa yoica
indiferenciada. Esta escala no tiene una significación patológica directa, pero cuanto más bajo se
está en la escala, es decir, cuanto más bajo es el grado de diferenciación, los individuos son más
vulnerables a las tensiones y la resolución de los síntomas es más difícil. En la familia nuclear es
donde más potente se da el yo colectivo familiar indiferenciado, que puede absorber mayor o
menor cantidad del self de los individuos que la conforman. Cuanto menos self propio disponga el
individuo, más difícil será su funcionamiento autónomo, y esto está determinado por los procesos
de proyección familiar, por los cuales los padres proyectan una parte de su inmadurez sobre uno o
varios de sus hijos, proceso que puede repetirse a través de varias generaciones (desarrollo del
modelo de Hill, por el cual hacen falta al menos tres generaciones de proyección y transmisión de
inmadurez para que aparezca un esquizofrénico en la familia).
El trabajo desarrollado con su propia familia es el que aplica Bowen en la formación de los
Terapeutas Familiares de su escuela. Es pues una terapia personal experiencial, que se centra
sobre la investigación familiar y el rol jugado por el paciente en la propia familia, el aprendizaje del
funcionamiento familiar mediante la observación de la familia propia, y la búsqueda de los medios
para modificar sus propias reacciones emocionales en el sistema familiar. Una variación de este
mismo modelo, adaptado a cada situación tipo, es el que utiliza en el trabajo terapéutico con los
pacientes.
La Orientación Grupoanalítica, tiene su principal representante en A. Robin Skinner,
fundador del Instituto de Terapia Familiar de Londres en 1976. Como los anteriores, trata de
conjugar las teorías sistémicas con las psicoanalíticas, éstas últimas especialmente influidas por J.
Bowlby y especialmente por S. Foulkes. Al ser su inicio más tardío, tiene también gran número de
influencias tanto de las escuelas familiares más psicoanalíticas, como de las estructurales,
estratégicas y comunicacionales. A partir de ahí desarrollaron un modelo de trabajo muy
personal, con un fuerte pragmatismo en su desarrollo, que introduce también el modelo de
desarrollo ecléctico que se va a generalizar a partir de la segunda mitad de los años setenta.
Durante los años 70 y 80, se inicia el gran debate que ha estado presente a lo largo de
estos años, el establecido entre los que defendían una línea de continuidad con el psicoanálisis, y
los que eran partidarios de una ruptura total, defendiendo que las teorizaciones sistémicas
conforman un nuevo paradigma explicativo de la conducta humana, excluyente de los demás. Ha
sido un debate complejo, frecuente, y que no ha desaparecido aún del campo de la Terapia
Familiar. Sin embargo, la evolución hacia abordajes más eclécticos e integradores, lo ha
desactivado en parte. Aún así, los modelos eclécticos más manejados, se dividen entre los que
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manejan conceptos de origen psicoanalítico, y los que tratan de ceñirse únicamente a lo
sistémico. Estos últimos, manejan un modelo que podíamos denominar estructuro‐estratégico‐
comunicacional, mientras que los primeros, además, utilizan abordajes transgeneracionales y
dinámicos.
Por otro lado, la práctica de la Terapia Familiar, sin la necesidad de guardar fidelidad
estricta a una u otra escuela, provoca que paulatinamente comiencen a definirse indicaciones
para las diversas técnicas, llegando a la conclusión más o menos consensuada, de que algunas de
ellas son más útiles en determinadas patologías, y que en otras es necesario utilizar
conjuntamente técnicas de diversas escuelas.
Desde la evolución del pensamiento sistémico viene también un proyecto unificador,
basado en las Dimensiones de los sistemas. Cualquier sistema tiene cuatro dimensiones,
complementarias entre sí: Génesis, Función, Proceso y Estructura (Giacomo, 1986). Si las
aplicamos a la conducta sintomática, podríamos poner el foco en la Génesis del síntoma, en el
Proceso requerido para que la conducta sintomática aparezca, en la Función que cumple el
síntoma, o en la Estructura que la sustenta de manera repetitiva. Así, según donde se ponga el
acento, encontraríamos a las escuelas más Psicoanalíticas (Génesis), a la Comunicacional
(Proceso), a la Estratégica (Función), y a la Estructural (Estructura).
La evolución de otro de los pilares de la Teoría Sistémica, la Cibernética, va a dar lugar a
un replanteamiento teórico general. Las aportaciones de Maruyama, Prigogine y Von Foerster
(Maruyama, 1973; Prigogine, 1983; Foerster, 1988), van a dar lugar a la denominada Segunda
Cibernética. En el planteamiento inicial en la Primera Cibernética, el observador externo estudiaba
el sistema, tratando de deducir las reglas disfuncionales para, desde fuera o dentro, impulsar el
cambio de las reglas o la estructura familiar. Sin embargo, se dejaba de lado la influencia ejercida
por el observador sobre el sistema. Esta influencia inevitable, modifica el funcionamiento familiar,
que se adapta a la nueva situación. En parte, esta evolución teórica se apoya de nuevo en la física,
en concreto en la Física Cuántica, que estudia las partículas subatómicas, y que había llegado a la
sorprendente conclusión de que algunas partículas sólo existen cuando alguien está mirando. La
objetividad se demuestra finalmente imposible de alcanzar, y aquellos estudios que no tengan en
cuenta la influencia del observador sobre el contexto, carecen de validez. Este principio, conocido
por el Principio de Incertidumbre de Heisenberg, físico alemán dedicado al estudio de la mecánica
cuántica, implica en palabras de G. Zukav, que “no podemos observar algo sin afectarlo. No existe
el observador independiente que pueda mantenerse al margen observando como la naturaleza
sigue su curso sin afectar al objeto observado” (Zukav, 1991, p. 123). La reflexión que se produce
en torno a estas teorizaciones, trae consigo una vuelta a Bateson, y una revitalización de las
teorías comunicacionales, dando lugar a la aplicación a la Teoría Familiar del Constructivismo,
posición epistemológica desarrollada en diversas orientaciones científicas. La afirmación básica es
la de que la realidad no existe como tal verdad absoluta a la que se aproximan los individuos
intentando descubrirla, sino que ésta es construida por cada uno de nosotros en nuestro contexto
social. Familia y Terapeuta forman una unidad que intentará construir una nueva realidad en la
que la conducta sintomática sea redefinida de manera que ya no resulte necesaria.
El Constructivismo:
Según algunos autores (Effran y Cols, 1988), el Constructivismo ha cambiado la Terapia
Familiar más que ninguna de sus orientaciones anteriores. De acuerdo con Manrique (1990), el
Constructivismo constituye un marco general en el que se inscriben las teorías e ideas
desarrolladas en torno a la 2ª Cibernética, las teorías de los sistemas observantes y de los sistemas
autónomos. Un sistema observante es aquel que incluye al observador como parte del sistema,
por lo tanto, éste participa en la definición de lo observado, lo que significa que no hay posibilidad
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de que las observaciones sean “objetivas”. El terapeuta “construye” una realidad junto con la
familia, por lo que el sistema así formado, “el sistema terapéutico”, será la unidad de tratamiento.
El Constructivismo es una posición epistemológica bastante antigua, que influye sobre
numerosas disciplinas, y que ”ha tomado, en las últimas décadas, una nueva importancia debido a
los excesos del positivismo por un lado y al apoyo que determinados conceptos de la física cuántica
le han proporcionado” (Manrique, 1990, p.205). El Constructivismo pone en cuestión nuestra
percepción de la realidad. Defiende que no hay una realidad única y objetiva, sino que cada
observador configura su propia interpretación de la realidad, su personal manera de entender el
mundo.
El terapeuta no aborda entonces un problema que le trae la familia, como algo objetivo,
externo a él, sobre el que hay que intervenir para modificarlo (1ª Cibernética), sino que selecciona
lo que le parece relevante de lo que cuenta la familia, no porque sea lo verdadero, o lo evidente,
sino porque le parece que puede resultar útil para modificar la visión del mundo del sistema
terapéutico de la manera que sea más satisfactoria para todos. “Los significados y no la conducta
se convierten en el eje del trabajo terapéutico” (Manrique, 1990, p.p. 205‐206) y los mitos
familiares devienen el eje en torno al cual se organizan los síntomas y el trabajo terapéutico.
La Narrativa:
La utilización de narraciones, historias, etc., como metáfora para describir las relaciones
familiares es antigua en la Terapia Familiar, aunque su evolución y desarrollo es reciente. Bóscolo
y Bertrando (1993) hacen referencia a Ferreira y su descripción de los mitos familiares como base
del desarrollo de las narraciones (Ferreira, 1971). El mito familiar, según Ferreira describe una
serie de “creencias bien sistematizadas y compartidas por todos los miembros de la Familia
respecto de sus roles mutuos y la naturaleza de su relación” (Ferreira, 1972, p. 156).
La base de las teorías del funcionamiento familiar basado en las narrativas es que las
narraciones que hacemos construyen nuestra realidad, hasta el punto de que pueden llegar a ser
la realidad misma. La familia deviene así en una historia contada por sus protagonistas, los
miembros de la familia, y en la que se integra todo lo ocurrido, lo que hubiera podido ocurrir,
todas las personas, contextos y situaciones pasadas, presentes (o incluso futuras) que llegan a ser
significativas para ese grupo familiar. Además de la historia de la familia, cada miembro tiene su
propia historia, que se entrelaza con las historias del resto de los miembros, construyendo entre
todos la vida familiar. Los conflictos surgen cuando se producen discordancias entre las diversas
historias.
El desarrollo de las teorías y técnicas basadas en la narrativa se ha producido en los años
80 con los trabajos de White y Epston (White y Epston, 1980), que proponen una concepción
narrativa basada en la capacidad de las personas para desarrollar historias alternativas. Cuantas
más historias distintas sea capaz de aceptar un sistema familiar, más posibilidades tienen sus
miembros de crecer, individualizarse, y desarrollar sus capacidades emocionales e intelectuales, y
también con los de Sluzki centrados en las visiones del mundo (Sluzki, 1983) y en sus posteriores
desarrollos que integran las Narraciones Familiares en contextos más amplios (Sluzki, 1996).
El abordaje psicoeducativo:
Aunque algunos descalifican este modelo desde el campo de la Terapia Familiar, lo cierto
es que ha supuesto una revitalización del trabajo familiar en el tratamiento de la Esquizofrenia,
cuando tras las esperanzas que inicialmente había despertado la Terapia Familiar en este campo,
se había llegado a una época de pesimismo en cuanto a su utilidad. Por otra parte, el modelo se
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ha introducido desde el principio en el campo de la psiquiatría tradicional, favoreciendo la
popularización de los abordajes familiares.
El modelo se basa en nuevos estudios sobre la comunicación en las familias de
esquizofrénicos. Tras los estudios iniciales de Bateson y su grupo, Wynne, Lidz, Bowen, etc. con
sus respectivos equipos, que no dieron los frutos apetecidos, los nuevos estudios realizados en los
EE.UU. se esfuerzan en conseguir instrumentos de investigación sistematizada para estudiar la
interacción en las familias de transacción esquizofrénica. Así Wynne y Singer (1965) desarrollan
uno para estudiar lo que llaman la Desviación Comunicacional en la comunicación de los padres
de esquizofrénicos, y Doane y otros (1981) elaboran otro que mide el Estilo Afectivo de las
relaciones paterno‐filiales. Ambos estudios, con ser de gran interés, no se han traducido hasta la
fecha en aplicaciones concretas para el tratamiento de las familias con pacientes esquizofrénicos.
Paralelamente, en Gran Bretaña se estaban desarrollando estudios de corte más sociológico y
económico, encaminados a encontrar el modo de disminuir el gasto hospitalario que suponía el
ingreso continuo de esquizofrénicos, que se descompensaban a pesar de seguir ‐supuestamente‐
un tratamiento ambulatorio. En el curso de estos estudios descubrieron, no sin cierta sorpresa,
que los pacientes que registraban un mayor número de recaídas eran aquellos que, tras el alta,
volvían a convivir con sus familias, en comparación con los que vivían solos, en una pensión, en un
piso protegido, etc. Escarbando un poco más comprobaron que esto sucedía especialmente en
familias en las que las críticas al paciente eran frecuentes, tales como descalificaciones
especialmente agresivas, con amenazas de abandono, o bien en aquellas otras excesivamente
sobreprotectoras. Definieron a estas familias como de Alta Expresión Emocional e hicieron un
importante esfuerzo para tratar de medir este constructo de la manera más objetiva posible.
Crearon así una herramienta, que consiste en una entrevista semiestructurada, llamada
Camberwell Family Interview, que se utiliza para medir la Expresión Emocional de las familias, y
como predictor de las recaídas de los pacientes esquizofrénicos. Así, pacientes en cuyas familias
se registra un alto nivel de expresión emocional, tienen más riesgo de descompensación que
aquellas otras en las que su nivel de expresión emocional se califica como bajo.
El constructo Emoción Expresada ha producido una cantidad ingente de literatura,
primero en torno a su capacidad pronóstica y después en torno a qué se podía hacer para
disminuirla. Así, se ha desarrollado un gran número de intervenciones familiares, agrupadas de
manera genérica bajo el epígrafe modelo psicoeducativo (Leff y otros, 1982 y 1985; Anderson,
1983; Falloon y Liberman, 1983; McFarlane, 1983). La base teórica se centra en que la etiología de
la Esquizofrenia sería multifactorial: genética, biológica y ambiental. La conjugación de estos tres
factores no sólo explicaría la aparición de la psicopatología esquizofrénica, sino también sus
recaídas y remisiones. La manifestación de síntomas psicóticos en un individuo "vulnerable",
puede aparecer bien al aumentar la vulnerabilidad biológica, o cuando los acontecimientos vitales
desborden las defensas del individuo, o cuando los soportes sociales disminuyen. La reagudización
de sus síntomas, en el curso de la esquizofrenia, parece claro que está relacionada con el aumento
del estrés ambiental, identificándose fundamentalmente dos tipos: contexto estresante, que se
refiere sobre todo al medio familiar, y acontecimientos vitales estresantes, que preceden al
cuadro en un corto espacio de tiempo.
Quizá lo que resulta más novedoso, y haya dado lugar al sufijo “educativo”, sea la
explicación clara y extensa a la familia sobre la enfermedad esquizofrénica, cuestión discutida y
verdadero tabú durante mucho tiempo. Sin embargo, estos abordajes han demostrado
claramente la utilidad del trabajo familiar para, en este caso, disminuir las recaídas en los
pacientes esquizofrénicos (Goldstein y otros, 1978).
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2. CONCEPTOS BÁSICOS EN LA PERSPECTIVA SISTÉMICA DE LA TERAPIA FAMILIAR
Las distintas escuelas de la Terapia Familiar Sistémica se apoyan en una epistemología
rica, aunque no siempre homogénea debido a que algunos de sus conceptos básicos provienen de
ámbitos relativamente independientes. Tal y como ya hemos señalado, son diversas las teorías
que han estado relacionadas con la aparición y desarrollo del modelo sistémico:
a) La Teoría de los Juegos (Von Neumann y Morgnstern, 1944) que desarrolla modelos para
predecir el comportamiento de los jugadores en una situación de juego, en función de la
búsqueda de obtención de las máximas ganancias. Supone tener en cuenta las estrategias
del otro jugador y cómo éstas afectarán a las propias. Bateson cita esta teoría en varias
ocasiones para referirse a los juegos de alianzas y coaliciones en la familia.
b) La Teoría de la Información (Shannon y Weaver, 1949) que aborda los aspectos formales
de la comunicación, independientemente de su contenido (Fuente/codificador/mensaje
canal/decodificador/destino).
c) La Teoría de los Tipos Lógicos (Whitehead y Russell, 1910) que se origina como forma de
resolver el problema de las paradojas lógicas, para lo que distingue entre dos tipos
lógicos, las clases y sus miembros. Es una de las más influyentes en Bateson, ya que es la
base de su formulación de los niveles de comunicación.
d) La Teoría General de Sistemas (von Bertalanffy, 1954) teoría acerca de los sistemas o
estructuras de elementos en interacción y su funcionamiento, que ha tenido gran
transcendencia sobre las ciencias naturales, aplicadas y las ciencias sociales.
e) La Cibernética (Wiener, 1948), el estudio interdisciplinario de los sistemas regulados. Se
centra en las funciones de control y comunicación, con especial atención a los
mecanismos de autorregulación.
f) La Teoría de la Comunicación Humana (Watzlawick, Beavin, y Jackson, 1967).
Además, los conceptos procedentes de enfoques evolutivos (p.e., Haley, 1981) y estructurales
(p.e., Minuchin, 1974) resultan claves para la concepción sistémica de la familia, por lo que los
hemos incluido junto a las fuentes anteriores. La resultante de estas aportaciones teóricas
aplicadas a la psicoterapia familiar constituye el denominador común de la Terapia Familiar
Sistémica.
Conceptos de la Teoría General de Sistemas:
La terapia familiar sistémica postula que ni las personas ni sus problemas existen en el vacío,
sino que ambos están íntimamente ligados a sistemas recíprocos más amplios, de los cuales, el
principal es la familia.
Un SISTEMA es un conjunto de elementos en interacción dinámica en el que el estado de
cada elemento está determinado por el estado de cada uno de los demás que lo
configuran. Para entender el comportamiento de un sistema, hay que tener en cuenta sus
elementos, sus propiedades y sus interacciones.
Un sistema es CERRADO cuando no intercambia materia, energía y/o información con su
entorno, esto es, está aislado de las influencias ambientales. Ejemplo: Hay pocos
ejemplos de sistemas cerrados en la naturaleza, dado que la mayoría están en interacción
dinámica con su entorno. Aun así, una reacción química en un tubo de ensayo
herméticamente sellado sería un caso de sistema (relativamente) cerrado.
Un sistema es ABIERTO cuando intercambia materia, energía y/o información con su
entorno. Por lo tanto, un sistema abierto es modificado por su entorno y al mismo tiempo
lo modifica. Ejemplo: Todos los seres vivos son sistemas abiertos ya que las
organizaciones celulares intercambian energía, materia e información con su entorno.
TOTALIDAD o NO SUMATIVIDAD: "El cambio en un miembro del sistema afecta a los
otros, puesto que sus acciones están interconectadas mediante pautas de interacción. Las
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pautas de funcionamiento del sistema no son reducibles a la suma de sus elementos
constituyentes" (Feixas y Miró, 1993, p. 258). Ejemplo: La independización de un hijo
puede desequilibrar las relaciones entre sus padres si éste cumplía la función de
mediador en los conflictos que se producían entre ellos (totalidad). Sin embargo, por
separado ninguno de los miembros del sistema familiar desempeña el rol que le
caracteriza en el sistema familiar (no sumatividad).
CIRCULARIDAD: Debido a la interconexión entre las acciones de los miembros de un
sistema, las pautas de causalidad no son nunca lineales (en el sentido que una "causa" A
provoque un "efecto" B), sino circulares en el sentido que B refuerza retroactivamente la
manifestación de A. Así, entre las conductas de los miembros familiares, existe una
codeterminación recíproca, con cierta tendencia a la repetición (redundancia), lo que
lleva a la noción de secuencia de conductas. Ejemplo: Las demandas de mayor intimidad
de un miembro de una pareja pueden chocar con las reticencias del otro, cosa que
aumenta las demandas del primero y así sucesivamente.
EQUIFINALIDAD: Un sistema puede alcanzar el mismo estado final a partir de condiciones
iniciales distintas, por lo que no resulta aconsejable buscar una única causa. Es decir, los
cambios observados en un sistema abierto no están determinados por las condiciones
iniciales del sistema, sino por la propia naturaleza de los procesos de cambio. Esta
definición no es válida para los sistemas cerrados, ya que éstos vienen determinados por
las condiciones iniciales. Ejemplo: Por cuestiones meramente pragmáticas o contextuales,
dos parejas pueden llegar a una forma de organización doméstica sumamente similar a
pesar de que las familias de origen de los cuatro miembros que las componen sean
extremadamente diferentes.
EQUICAUSALIDAD: En un sistema familiar, una misma condición inicial puede dar lugar a
estados finales distintos. Como consecuencia, hay que centrarse en el momento presente
y la evaluación se ha de dirigir a conocer los factores que contribuyen al mantenimiento
del problema.
Conceptos de la Cibernética:
FEEDBACK o RETROALIMENTACIÓN: En un sistema, las acciones de cada miembro se
convierten en información para los demás, de forma que favorecen determinadas
acciones en ellos (feedback positivo) o las corrigen (feedback negativo). Ejemplo: Una
pareja presta especial atención (feedback positivo) a su hijo adolescente cuando éste
manifiesta una actitud de oposición. De esta forma, consciente o inconscientemente,
favorecen el mantenimiento de la actitud opositiva. Sin embargo, le ignoran o reprenden
(feedback negativo) cuando plantea temas con connotaciones sexuales, corrigiendo así al
sistema en cuanto a su desviación de un parámetro del tipo "en esta familia no se habla
de sexo".
HOMEOSTASIS o MORFOSTASIS: Tendencia del sistema a mantener su unidad, identidad y
equilibrio frente al medio. Proceso de mantenimiento de la organización del sistema a
través de feedback negativo. Ejemplo: El incremento de la intensidad de las discusiones
entre una pareja parental puede ser detenido por la demanda de ayuda de un hijo
sintomático (por ejemplo, mediante la manifestación aguda del síntoma). De esta forma,
el feedback negativo que proporciona el síntoma mantiene la organización del sistema
familiar impidiendo que las discusiones entre la pareja parental alcancen un punto de
ruptura.
MORFOGÉNESIS: Tendencia del sistema a cambiar y a crecer. Proceso que facilita el
cambio en la organización de cualquier sistema mediante feedback positivo. Ejemplo: Los
miembros de una familia apoyan activamente la decisión de una hija adolescente de
marchar un año al extranjero por cuestiones de estudios, cosa que fomenta una postura
de mayor independencia mutua.
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desobedecer para poder cumplirla como, por ejemplo, “sé espontáneo y no seas tan
obediente”) y las predicciones paradójicas (se hace una predicción que sólo se cumple si
no se cumple y no se cumple si se cumple).
La definición de una interacción está condicionada por la PUNTUACIÓN DE LAS
SECUENCIAS DE COMUNICACIÓN ENTRE LOS PARTICIPANTES. Los sistemas abiertos se
caracterizan por patrones de circularidad, sin un principio ni un final claro. Así, la
definición de cualquier interacción depende de la manera en que los participantes en la
comunicación dividan la secuencia circular y establezcan relaciones de causa‐efecto. El
término “puntuación” designa la forma de organizar los hechos para que formen una
secuencia ordenada. La falta de acuerdo en puntuar provoca conflictos en las relaciones.
Ejemplo: Una hija adolescente se queja de que su madre la trata como a una niña porque
intenta sonsacarle información y ella reacciona ocultándole todo lo que puede.
Obviamente, la puntuación de la madre es diferente: se queja de que su hija no confía en
ella y de que le oculta cosas porque no es lo bastante madura como para gestionar su
propia vida. Como resultará evidente, la puntuación de una refuerza la puntuación de la
otra de forma que resulta imposible decir quién es la "responsable" del problema
interaccional.
Toda relación es SIMÉTRICA o COMPLEMENTARIA, según se base en la igualdad o en la
diferencia, respectivamente. Cuando la interacción simétrica se cronifica hablamos de
escalada simétrica; cuando se cronifica la interacción complementaria se habla de
complementariedad rígida. Desde este punto de vista lo disfuncional no es un tipo u otro
de relación, sino la manifestación exclusiva de uno de ellos. Ejemplo: Una pareja puede
basar su relación en la igualdad de estatus profesional (relación simétrica) de forma que
cualquier mejora en las condiciones laborales de uno de sus miembros obliga
subjetivamente al otro a igualarlo. En el caso de una escalada simétrica, la competencia
entre ambos puede llegar a desestructurar el sistema. Por otra parte, algunas parejas se
estructuran en roles complementarios tales como "racional" versus "emocional". Si esta
complementariedad se rigidifica puede dar lugar a una relación disfuncional en la que uno
de sus miembros debe siempre actuar de forma racional (y por tanto no se puede
permitir expresar sus emociones) y el otro debe siempre actuar de forma emocional (y
por lo tanto no se puede permitir reflexionar sobre sus acciones).
Conceptos Evolutivos:
La FAMILIA como sistema atraviesa una serie de FASES más o menos normativas y propias
de su CICLO VITAL (noviazgo y matrimonio; procreación; adolescencia, maduración y
emancipación de los hijos; nido vacío).
El sistema familiar se adapta a las diferentes exigencias de los diversos estados de
desarrollo por los que atraviesa, a fin de asegurar la continuidad y el crecimiento
psicosocial de sus miembros. La importancia de las nociones evolutivas en la Terapia
Familiar Sistémica no radica sólo en cada fase en sí misma, sino en las crisis a que puede
dar lugar el paso de una a otra. En este sentido, el proceso óptimo de superación de tales
crisis consiste en MODIFICAR la ESTRUCTURA del sistema familiar MANTENIENDO su
ORGANIZACIÓN.
Conceptos estructurales:
ORDENACIÓN JERÁRQUICA: En todo sistema familiar existe una organización dotada de
una jerarquía, existiendo miembros de la familia que poseen más poder y responsabilidad
que otros, pero también están jerarquizadas las conductas de apoyo, protección,
consuelo, etc.
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Un sistema se compone de SUBSISTEMAS entre los que existen límites que tienen como
objetivo proteger la diferenciación del sistema y facilitar la integración de sus miembros
en él. Ejemplo: En un sistema familiar se dan los siguientes subsistemas; (A) Conyugal:
entre los miembros de la pareja funciona la complementariedad y acomodación mutua:
negocian, organizan las bases de la convivencia y mantienen una actitud de reciprocidad
interna y en relación con otros sistemas. (B) Parental: tras el nacimiento de los hijos, el
subsistema conyugal ha de desarrollar habilidades de socialización, nutritivas y
educacionales. Se ha de asumir una nueva función, la parental, sin renunciar a las que se
caracterizan al subsistema conyugal. (C)Filial: la relación con los padres y entre los
hermanos (D: Fraternal) ayuda al aprendizaje de la negociación, cooperación,
competición y relación con figuras de autoridad y entre iguales.
Los LÍMITES o fronteras familiares internas son identificables por las distintas reglas de
conducta aplicables a los distintos subsistemas familiares. Ejemplo: Las reglas que se
aplican a la conducta de los padres (subsistema parental) suelen ser distintas de las que
se aplican a la conducta de los hijos (subsistema filial). Así, normalmente los padres tienen
más poder de decisión que los hijos.
Los límites pueden separar subsistemas del sistema familiar o a la totalidad del sistema
del exterior. En este último caso, los límites exteriores se denominan FRONTERAS. Las
fronteras del sistema familiar vienen determinadas por la diferencia en la conducta
interaccional que los miembros de la familia manifiestan en presencia de personas que no
forman parte de la familia.
Los límites entre subsistemas varían en cuanto a su GRADO de PERMEABILIDAD,
pudiendo ser DIFUSOS, RÍGIDOS o CLAROS. Límites difusos son aquellos que resultan
difíciles de determinar; límites rígidos son aquellos que resultan difíciles de alterar en un
momento dado; límites claros son aquellos que resultan definibles y a la vez modificables.
Se considera que los límites claros comportan una adaptación ideal.
Los límites difusos caracterizan a las FAMILIAS AGLUTINADAS; los límites rígidos
caracterizan a las FAMILIAS DESLIGADAS. Las familias aglutinadas no tienen límites
establecidos claramente y no saben cuál es el rol de cada uno de sus miembros. Las
características generales de las familias aglutinadas son: (a) exagerado sentido de
pertenencia; (b) ausencia o pérdida de autonomía personal; (c) poca diferenciación entre
subsistemas con poca autonomía; (d) frecuente inhibición del desarrollo
cognitivo/afectivo en los niños; (e) todos sufren cuando un miembro sufre; (f) el estrés
repercute intensamente en la totalidad de la familia. Las familias desligadas se
caracterizan por límites internos muy rígidos de forma que prácticamente cada individuo
constituye un subsistema. Comparten muy pocas cosas y, por lo tanto, tienen muy poco
en común. Las características generales de las familias desligadas son: (a) exagerado
sentido de independencia; (b) ausencia de sentimientos de fidelidad y pertenencia; (c) no
piden ayuda cuando la necesitan; (d) toleran un amplio abanico de variaciones entre sus
miembros; (e) el estrés que afecta a uno de los miembros no es registrado por los demás,
(f) bajo nivel de ayuda y apoyo mutuo.
El concepto de TRÍADA RÍGIDA se refiere a las configuraciones relacionales paterno‐filiales
en las que el hijo se usa rígidamente para desviar o evitar los conflictos parentales. Según
Minuchin (1974), se pueden dar tres configuraciones de tríada rígida. (A) Triangulación:
cada uno de los cónyuges trata de obtener el respaldo del hijo en su conflicto con el otro.
(B) Coalición: Uno de los progenitores respalda al hijo en un conflicto planteado entre
éste y el otro progenitor; esta situación tiene el efecto de crear un vínculo entre el
progenitor defensor y el hijo para ir en contra del otro cónyuge. (C) La desviación de
conflictos, que se produce cuando se define a un hijo como "malo" y los padres, a pesar
de sus diferencias mutuas en otros aspectos, se unen en su esfuerzo para controlarlo o
cuando se le define como "enfermo" y se unen para cuidarlo y protegerlo.
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3. OBJETIVOS DE LA EVALUACIÓN‐INTERVENCIÓN
Las diferentes orientaciones o escuelas de la Terapia Familiar presentan, sin duda,
formulaciones diversas a la hora de plantear los objetivos del trabajo con la familia. No obstante,
dada la imposibilidad de diferenciar aquí los planteamientos a este respecto de cada una de ellas,
tratamos en este apartado de presentar algunas cuestiones que, con ciertas matizaciones, pueden
considerarse como elementos comunes en la práctica de la Terapia Familiar.
A diferencia de otros enfoques tradicionales en los que la evaluación y el tratamiento
pueden ser separados en diferentes fases o incluso en diferentes esfuerzos en los que un
profesional puede encontrarse inicialmente con los clientes y después un terapeuta diferente
puede ser asignado al caso, la evaluación y el tratamiento son llevadas a cabo de manera
simultánea en la terapia familiar desde el comienzo. La evaluación es, por supuesto, un proceso
continuado en el que el terapeuta hace observaciones e intervenciones y subsiguientemente
cambia su evaluación y percepciones a medida que va recibiendo el feedback en su contacto e
interacción con el sistema familiar.
Asimismo, a diferencia de lo que sucede en el diagnóstico y la intervención tradicionales
en los que los problemas se consideran en términos lineales, de causa‐efecto, y la comprensión e
intervención sobre los mismos recae en el individuo afectado, en la Terapia Familiar el PACIENTE
IDENTIFICADO (miembro de la familia que es designado o etiquetado por ésta como el que tiene
problemas), sus “síntomas”, tienen un significado y cumplen una función para el sistema familiar.
Así, el interés de la evaluación se centra en lo colectivo, en la observación de las interacciones
entre los miembros de la familia, no en lo individual, es decir, en la explicación del caso tomado
aisladamente. Tampoco interesa como objetivo de evaluación la reconstrucción de la historia del
sujeto, el ir hacia atrás para rastrear orígenes explicativos, sino el analizar qué relaciones existen
aquí y ahora en el sistema familiar, aunque los datos se vinculen a la historia de la familia en un
mapa sistémico.
También es bastante frecuente que en lugar de usar el concepto de síntomas o etiquetas
diagnósticas… muchos terapeutas familiares prescindan de este tipo de formulaciones o, en
determinados casos, se refieren a ello como “reacciones patológicas”. De acuerdo con Framo
(1972) la psicopatología (o conducta patológica), no tiene que ser vista como un conflicto
intrapsíquico, sino como un tipo de relación específica o peculiar entre personas íntimamente
relacionadas. Las reacciones de ansiedad, depresión, y otras, incluyendo las psicosis, por ejemplo,
ocurren con frecuencia cuando los esfuerzos evolutivos del individuo se encuentran con presiones
opuestas de una familia disfuncional. Así, muchos terapeutas familiares rechazan la noción de
diagnóstico, porque es un constructo basado individualmente que entra en conflicto con la
comprensión sistémica del comportamiento humano. De hecho, no intentan clasificar a los
individuos en categorías de enfermedad, sino que procuran determinar o estimar la significación o
el valor de lo que observan con una familia y sus miembros.
Como muchos otros terapeutas, los terapeutas familiares en sus encuentros iniciales con
los clientes están preocupados por tomar contacto y establecer una relación de trabajo, averiguar
las dificultades presentadas por el cliente así como los recursos del cliente para afrontarlas y
formular metas y objetivos a corto y largo plazo.
En general los terapeutas familiares utilizan la entrevista y la observación como
herramientas de evaluación. Consideran que el mejor modo de conocer el sistema es verlo en
acción dentro de la sesión terapéutica. No hay una forma estandarizada de conducir las primeras
entrevistas, aunque la mayoría de terapeutas familiares probablemente desearían tener a la
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familia nuclear al completo o al menos a tantos miembros como fuera posible en la primera
sesión (aunque esto no es generalizable a todas las escuelas de Terapia Familiar).
La entrevista como técnica sistémica se ajusta a un proceso cuasi‐experimental y cumple
una función interactiva ya que posibilita:
a) Activar intercambios comunicativos entre los miembros.
b) Percibir información sobre estructura, roles, funcionamiento, comunicación y reglas.
c) Formular hipótesis sobre las secuencias funcionales y disfuncionales.
d) Definir objetivos terapéuticos.
e) Intervenir en las secuencias transaccionales controlando variables en la transacción, a fin
de poder evaluar los efectos de la intervención. Se convierte en mecanismo de feedback,
ya que al observar las reacciones de la familia se reinicia el proceso de nuevo.
Los conceptos principales para una evaluación y formulación en la terapia familiar han
sido identificados por Dare (1985) como los siguientes:
1. Ver la familia como teniendo una estructura general.
2. Entender el síntoma como teniendo una función potencial.
3. Entender la ubicación de la familia dentro del ciclo vital.
4. Comprender la estructura intergeneracional de la familia.
5. Realizar una formulación global uniendo los cuatro aspectos anteriores.
6. Ligar la formulación con intervenciones apropiadas.
Típicamente, una evaluación por parte de un terapeuta de familia está relacionada con explorar si
existe:
Demasiado distanciamiento entre los miembros de una familia que pueda
potencialmente conducir a un aislamiento emocional o una deprivación física.
Excesiva cercanía entre los miembros de la familia que pueda potencialmente
ocasionar una sobre‐identificación y pérdida de la individualidad.
Una incapacidad para trabajar sobre los conflictos, resolver problemas y tomar
decisiones.
Una incapacidad por parte de los padres para formar una alianza y trabajar juntos,
con efectos negativos en el matrimonio y/o en los hijos.
Una alianza a través de las generaciones (transgeneracional) que perturba la vida
familiar, como cuando un abuelo/a interfiere con las decisiones de la crianza de una
madre.
Pobre comunicación entre los miembros.
Un fracaso en responder apropiadamente a los sentimientos de cada uno.
Los terapeutas familiares recurren con frecuencia a la elaboración del GENOGRAMA
FAMILIAR que constituye una representación gráfica de una constelación familiar multi‐
generacional (por lo menos tres generaciones), que registra información sobre los miembros de
esa familia y sus relaciones. Su estructura en forma de árbol proporciona una rápida "gestalt " de
las complejas relaciones familiares y es una rica fuente de hipótesis sobre cómo un problema
clínico puede estar relacionado con el contexto familiar y su evolución a través del tiempo. Por lo
general el genograma se construye durante la primera sesión y luego se lo revisa a medida que se
obtiene más información. El genograma ayuda al terapeuta y a la familia a ver un "cuadro mayor",
tanto desde el punto de vista histórico como del actual: es decir, que la información sobre una
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familia que aparece en el genograma puede interpretarse en forma horizontal a través del
contexto familiar y vertical a través de las generaciones.
El objetivo prioritario y final, común a todos los modelos, es operar un cambio
significativo en el sistema relacional funcional, cambio que incida en todos los miembros del
sistema, proporcionando modelos transaccionales nuevos que eliminen los comportamientos
sintomáticos.
4. TÉCNICAS DE INTERVENCIÓN
Nuevamente nos encontramos con la dificultad de plantear las principales técnicas a las
que suelen recurrir los terapeutas familiares, sin referirnos a las diversas Escuelas de Terapia
Familiar existentes. No obstante, entendiendo que nuestro objetivo es posibilitar un primer
acercamiento a este enfoque de tratamiento, comentaremos de forma genérica las técnicas de
intervención más frecuentes de las que se sirven habitualmente muchos terapeutas familiares.
El terapeuta familiar suele convertirse en una persona que ayuda a la familia en
momentos de crisis, teniendo en cuenta no sólo las dificultades o déficits en el funcionamiento
familiar, sino también los puntos fuertes y los recursos que poseen los miembros de la familia
para crear una expectativa interna en ésta de la posibilidad de cambiar y solventar por sí mismos
los problemas que sufren. Con frecuencia, el terapeuta familiar basa su forma de trabajar en el
planteamiento de hipótesis relacionales previas y su posterior confirmación y/o replanteamiento.
En líneas generales, el trabajo terapéutico no busca modificar la conducta problema (“síntoma”),
sino las pautas relacionales que provocan la conducta disfuncional o el estancamiento relacional
presente en el sistema familiar. Habitualmente, el terapeuta familiar tiende a mantenerse
equidistante respecto a los diferentes miembros de la familia, para evitar posibles alianzas con
algún miembro (salvo que éstas se busquen con una intencionalidad terapéutica) y respetar la
causalidad circular.
Entre los recursos técnicos más utilizados, encontramos:
Acomodación: hace referencia a las acciones del terapeuta tendentes directamente
a relacionarse con los miembros de la familia, y a las adaptaciones del terapeuta
tendentes a lograr la alianza. De acuerdo a Minuchin, tres tipos de intervenciones
forman parte de la acomodación:
‐ Mantenimiento: Mediante esta técnica proporcionamos un apoyo
programado a la estructura familiar, tal como el terapeuta la percibe.
Ejemplo: cuando dirigimos las primeras preguntas a los padres ya que así,
reconocemos y confirmamos la posición ejecutiva del subsistema parental, o
cuando se destaca una metáfora adecuada que un miembro de la familia
utilizó, o se elogia la habilidad con la que alguno enfrentó una situación.
‐ Rastreo: Mediante la técnica del rastreo el terapeuta sigue el contenido de
las comunicaciones y de la conducta de la familia y los alienta para que
continúen. Convalida a la familia tal como es estimulando y aceptando sus
comunicaciones. Así, por ejemplo, cuando repetimos la última frase que un
miembro de la familia ha dicho; cuando se hace un comentario que estimula
la prosecución de lo que se dice; cuando realizamos una pregunta para
clarificar lo que un miembro ha dicho, etc.
‐ Mimetismo: comprende las intervenciones que buscan potenciar algunos
elementos de similitud entre terapeuta y familia, de forma verbal o no verbal.
Así, por ejemplo, cuando el terapeuta adopta el ritmo familiar de
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comunicación, disminuyendo su ritmo, por ejemplo, en una familia habituada
a pausas prolongadas y lentas respuestas.
La familia se modifica solamente si el terapeuta ha logrado incorporarse al sistema de un
modo sintónico a éste. Debe "acomodarse" a la familia e intervenir de un modo que la familia
pueda aceptar. En cambio, las operaciones de REESTRUCTURACIÓN son las intervenciones
terapéuticas que una familia debe enfrentar en el intento de lograr un cambio terapéutico. El
terapeuta debe acomodarse a la familia, pero también debe mantenerse en una posición de
liderazgo dentro de la unidad terapéutica. Debe resistir su absorción dentro del sistema familiar.
Debe adaptarse en grado suficiente a la organización familiar para ser capaz de incorporarse a
ella, pero también debe conservar la libertad de intervenir de un modo que cuestione la
organización de la familia, obligando a sus miembros a acomodarse a él de un modo que facilitará
el movimiento en dirección de los objetivos terapéuticos. Mencionaremos a continuación
distintas técnicas reestructurantes:
Intervención en las pautas transaccionales: Puede ser sumamente útil que la
familia actúe en lugar de describir. Con este tipo de técnicas se busca modificar la
forma en la que la familia se comporta habitualmente. El terapeuta actuará o dará
instrucciones a la familia para bloquear determinadas pautas de interacción (“no le
digas a tu madre lo que te molesta, habla con tu padre de ello”, en la situación, por
ejemplo, de una madre‐hija enzarzadas en una discusión). Particularmente, este
tipo de técnicas minimiza la tendencia de la familia a centralizar en el terapeuta la
solución de los problemas y ayuda a los miembros de la familia a experimentar sus
propias transacciones con una mayor conciencia. Desde el punto de vista del
terapeuta, también lo ayuda a ver cómo los miembros de la familia se comportan
unos con otros. Asimismo, la redistribución geográfica de los miembros de la familia
en la sesión puede ser otra forma de intervenir en las pautas transaccionales de la
familia. Por ejemplo: Si el terapeuta desea crear o consolidar un límite, puede
conducir a los miembros de un subsistema al centro de la habitación y ubicar a otros
miembros de la familia detrás, de tal modo que puedan observar pero no
interrumpir.
Intensificación del estrés: Las familias que acuden a tratamiento han desarrollado
habitualmente pautas transaccionales disfuncionales para enfrentarse al estrés. La
habilidad del terapeuta para producir estrés en diferentes partes del sistema
familiar le proporcionará a él, y en algunos casos a los propios miembros de la
familia, un indicio acerca de la capacidad de ésta para reestructurarse cuando las
circunstancias cambian. Se distinguen dos formas básicas de crear estrés durante la
sesión: a) Obstrucción del flujo de la comunicación a lo largo de sus canales
habituales (p.ej.: que el hermano menor pida los permisos a los padres a través del
hermano mayor) y b) aliándose de forma temporal a un miembro o subsistema de
la familia (desequilibración). Este tipo de técnica requiere del terapeuta una
cuidadosa planificación y la habilidad para desligarse posteriormente de tal modo
que recupere la neutralidad y no sea absorbido por los conflictos familiares.
Reencuadrar o Reformular, que consiste en cambiar el marco conceptual o
emocional en el que se produce la situación. Se busca introducir un nuevo contexto
en el que los hechos puedan explicarse de un modo alternativo. Lo que cambia a
resultas del reencuadre es el sentido atribuido a la situación, y no los hechos‐
concretos correspondientes a ésta. Algunas formas concretas de reformulación son.
‐ Redefinición: consiste en proporcionar una lectura relacional distinta de los
hechos que cuestiona la estructura del sistema. Se desafía las definiciones dadas
por la familia, entre las que se incluye el rol del paciente identificado,
cuestionando así su visión de la realidad. Por ejemplo, en vez de decir “¿cuáles
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creen Vds. que son las razones por las que su hija padece una anorexia
restrictiva? Puede preguntarse “¿por qué creen Vds. que su hija ha decidido
ponerse en huelga de hambre en casa?” Típicamente la redefinición va asociada a
una connotación positiva del síntoma o problema.
‐ Connotación positiva: atribuir un significado positivo a la conducta problema o
síntoma, a menudo en términos de un sacrificio generoso por parte del portador
del problema, ligándolo al contexto relacional donde adquiere su funcionalidad.
Ejemplo: una mujer agorafóbica cuya conducta de permanecer en casa sin salir de
la misma es redefinida como un enorme sacrificio para garantizar que todo en la
casa funcione a la perfección, aliviando así al resto de la familia de esa
responsabilidad.
Intervención paradójica: El uso de la paradoja terapéutica está motivado por el
hecho de que existen con frecuencia familias que solicitan ayuda pero que al mismo
tiempo parecen rechazar todo ofrecimiento en este sentido; el terapeuta termina
por lo tanto envuelto en un juego en el cual su intento de ubicarse como agente de
cambio es anulado por el grupo familiar. Es como si la familia diera el mensaje de
“Ayúdenos a cambiar pero dejando todo como está”. El terapeuta prescribe de
forma controlada y específica aquello que constituye el problema. Algunas formas
de hacerlo son la “petición de cambio lento” (mejor cambios pequeños advirtiendo
del peligro de cambiar rápidamente), la “prescripción de no cambio” (el experto
afirma que no es deseable un cambio y que la situación es aceptable como está) y la
“prescripción del síntoma” en coordenadas situacionales diferentes. Por ejemplo:
en el caso de un niño que tiene la costumbre de chuparse el dedo pulgar de la mano
derecha, podría prescribirse el síntoma de la siguiente forma: en presencia de su
madre, se le explica, con un lenguaje claro y persuasivo, que vivimos en una
democracia en que todos tenemos los mismos derechos y que, por tanto, no es
posible chuparse un solo dedo, en perjuicio de los nueve restantes. En adelante
deberá chuparse también los otros dedos, y todos por el mismo espacio de tiempo;
si es preciso la madre deberá vigilar con reloj en mano, para que a cada dedo se le
conceda el mismo espacio de tiempo. Lo que hasta ahora era una conducta
placentera, que reportaba la ventaja adicional de que los padres nada podían hacer
contra ella, toma ahora el aire de un deber, cuyo cumplimiento de pronto se
convierte en una carga.
Ilusión de alternativas: consiste en dar a elegir entre dos opciones, pero se trata de
una elección que, o bien es ilusoria porque ninguna de las dos es adecuada, o por
cualesquiera otras razones es imposible en la práctica. “¿Cuándo prefieren que
hablemos de la salida de su hija de casa, al principio o al final de la sesión?”.
Ordalía: Consiste en imponer una ordalía (medio o prueba que se utilizaba en la
Edad Media para comprobar si una persona era culpable o inocente o si decía la
verdad, p. ej., pruebas que en su mayoría estaban relacionadas con torturas con
fuego o agua) adecuada al problema que la persona quiere cambiar y que, a la vez,
sea más severa que el problema mismo. Por ejemplo, un paciente con insomnio al
que se le ordena que cuando se vaya a la cama piense en las cosas más terribles que
pueda.
Uso de analogías o metáforas: Cuando el terapeuta oye a un miembro de la familia
que habla del problema, tiene presente que éste está refiriendo hechos y opiniones
al respecto, pero que al mismo tiempo está comunicando indirectamente algo que
no se puede decir de un modo explícito (Ej.: el terapeuta puede oír cómo uno de los
padres se refiere al problema del niño en dos niveles: como afirmaciones sobre el
hijo, pero también como declaraciones concernientes al otro cónyuge y al
matrimonio). El terapeuta habla de un problema con similitud metafórica con el
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problema planteado por los clientes, siendo idéntico en su significación, como
forma indirecta de abordar una resistencia. Ejemplo: En el caso de un niño que
temía a los perros, el terapeuta averiguó que lo habían adoptado siendo aún un
bebé; aparentemente el niño ignoraba esta circunstancia, que los padres no
deseaban revelarle. Partiendo del supuesto de que el niño sabía que era adoptado,
el terapeuta se propuso abocarse a la cuestión de la adopción y también hacer que
la familia trajera un perro al hogar. Le habló al niño de "adoptar" a un perro que
tenía el problema de ser muy miedoso y luego discutió con él varios posibles
problemas, entre ellos que el perro se enfermara y tuvieran que llevarlo al "médico"
(situación análoga a la del niño adoptivo que es llevado al psicólogo). Cuando el niño
dijo que la familia tal vez debería deshacerse del perro si este se enfermaba y había
que pagar las consultas, el terapeuta insistió en que, una vez adoptado el animal, la
familia quedaba comprometida a cuidarlo y debía tenerlo con ella y pagar los
honorarios del médico pasara lo que pasara.
Prescripción de tareas: consiste en solicitar a la familia o a varios miembros de la
misma que, siguiendo las directrices del terapeuta, hagan algo o dejen de hacer
algo. Pueden utilizarse para obtener información, intentar que los miembros de la
familia se comporten de forma diferente, intensificar la relación entre el terapeuta y
la familia, promover que se formen alianzas alternativas a las existentes, etc. Se
distinguen entre las prescripciones directas (ordenar a alguien que deje de hacer
algo, pedir que se haga algo diferente) y prescripciones paradójicas, ya comentadas.
La Dramatización, es decir, la actuación de la situación conflictiva en el contexto de
la sesión, lo que implica recreación de los canales de comunicación y manipulación
del espacio.
Escultura familiar: La escultura familiar es un instrumento de diagnóstico y una
técnica terapéutica a través de la que se visualizan y se experimentan, espacial y
concretamente, las configuraciones relacionales de la familia. En la escultura
familiar queda simbolizada la posición emocional de cada miembro de la familia
respecto de los otros. La escultura consiste en solicitar a un miembro de la pareja o
familia que represente espacialmente las relaciones familiares actuando como un
escultor que modela actitudinalmente y sitúa en el espacio a los diferentes
miembros de la familia, creando un grupo escultórico que muestra cómo ve las
relaciones entre ellos.
Aunque no en todas las Escuelas de Terapia Familiar, es frecuente el uso de la Coterapia
(dos terapeutas interviniendo con una misma familia). Entre las ventajas propias de esta
estrategia se encuentran el hecho de que dos terapeutas pueden acumular datos, hacer
observaciones y registrar las interacciones más fácilmente. Asimismo, si los terapeutas son
hombre y mujer, los coterapeutas pueden ser modelos de rol para los padres. No obstante, es
importante que los coterapeutas tengan resuelta su propia relación y sus roles en el espacio
terapéutico estén claros. También en ocasiones, y de acuerdo a una perspectiva ecológica, los
terapeutas de familia incluyen en la terapia a personas significativas para la familia nuclear, sean
éstos familiares (p.ej.: familia extensa) o no (maestros, compañeros de trabajo, etc.).
5. REVISIÓN CRÍTICA.
El modelo sistémico de terapia familiar ha aportado una nueva perspectiva en el ámbito
de la psicología clínica, pudiendo considerarse como una forma de intervención sobre la familia
iluminando los conflictos desde la interacción de sus miembros y liberando al niño, identificado
con los problemas de su condición de chivo emisario.
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Tratamientos Psicológicos Tema 4: Terapias de Familia y Modelos Sistémicos Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Además ha evidenciado la importancia de los subsistemas, con su organización, reglas y
estructuras, en la manifestación de las disfunciones del propio sistema. También ha mostrado la
relación existente entre los problemas de esa familia específica y los de otros núcleos sociales, "en
un intento de romper el círculo vicioso del ostracismo social", Andolfi (1987, p. 35).
Sin embargo, se menciona en sus críticas que se termina por caer en un enfoque
nuevamente lineal de causa‐efecto, en el cual la familia es el motivo culpable de las dificultades
expresadas por el niño. También se ha criticado el descuidar las características del individuo,
aduciendo como argumento que las respuestas anoréxicas, fóbicas u obsesivas que se cronifican,
reflejan también tendencias del individuo que requieren atención individual.
En lo que se refiere a la investigación sobre la eficacia de la terapia familiar, como es
característico de la investigación sobre los principales modelos psicoterapéuticos, la eficacia global
del modelo sistémico se considera probada. Los estudios metaanalíticos realizados hasta la fecha
(Hazelrigg et al., 1987; Markus et al., 1990; Shadish et al., 1993) demuestran que las familias
tratadas con terapia familiar mejoran más que el 67% de las no tratadas. Este tamaño del efecto
es compatible (si bien menor, debido probablemente al menor número de estudios) con el
resultado de estudios metaanalíticos sobre la eficacia de la psicoterapia en general, que indica
que un 80% de los clientes tratados con psicoterapia mejoran más que los no tratados (Lambert,
1986).
Como es también habitual en la investigación sobre la eficacia genérica de la psicoterapia,
ningún modelo de Terapia Familiar ha demostrado una eficacia diferencial general superior a los
otros.
La investigación de resultados en Terapia Familiar se centra actualmente en la cuestión de
qué tipo de intervenciones familiares funcionan mejor con qué tipo de problemas clínicos y en
qué condiciones. La investigación de procesos, por su parte, se centra en intentar elucidar qué es
terapéutico en la Terapia Familiar, y cómo se relaciona el proceso de cambio con el resultado de la
terapia.
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Tratamientos Psicológicos Tema 5: Modelos Humanistas-Existenciales Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
TRATAMIENTOS PSICOLÓGICOS
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Tratamientos Psicológicos Tema 5: Modelos Humanistas-Existenciales Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
5. MODELOS HUMANISTAS-EXISTENCIALES
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Tratamientos Psicológicos Tema 5: Modelos Humanistas-Existenciales Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
En lo que respecta a las psicoterapias humanistas, éstas tienen sus raíces en sistemas
terapéuticos que se remontan a los comienzos de 1900, especialmente representados en las
figuras de Otto Rank, Alfred Adler, y el análisis existencial.
Otto Rank (1884-1939) fue el discípulo más cercano de Freud y sirvió como secretario de la
Sociedad Psicoanalítica de Viena. No obstante, rompió con Freud y el psicoanálisis en 1926. La
Terapia de la Voluntad de Rank, con su énfasis relacional y existencial, influyó en muchas de las
personas que luego se convertirían en fundadores y líderes en el campo de las psicoterapias
humanistas, incluyendo a Carl Rogers, Rollo May, Pauld Goodman, Frederick Allen, Carl
Whitaker e Irvin Yalom. Muchas de sus ideas anticiparon futuros desarrollos en psicoterapia,
incluyendo: a) un énfasis en la experiencia consciente y en la emoción, especialmente el miedo
y la culpa; b) el “aquí-y-ahora”; c) conciencia, elección, responsabilidad y auto-dirección; d)
creatividad y voluntad en el desarrollo del self; e) la relación “real” como el núcleo de la
terapia en oposición a la relación transferencial; y f) el miedo a vivir y el miedo a perder la
individualidad de uno y a volverse indefenso (miedo a morir). Rank veía la meta básica para el
cliente como “la aceptación del self con su ego individual y su autonomía volitiva y emocional”.
Carl Rogers reconocía que Otto Rank y sus seguidores, como Jessie Taft y Frederick Allen,
habían influido en su pensamiento. En particular, fue más influido por una de las estudiantes
de Rank, Jessie Taft, cuyo enfoque terapéutico ella identificó como Terapia Relacional. Rogers
comentaba que el mayor valor del enfoque de Taft era su énfasis en la no-interferencia y la
confianza en la tendencia del propio individuo hacia el crecimiento. Rogers también recogió de
Rank el énfasis en la postura de apoyo y aceptación del terapeuta y en el valor otorgado al self-
insight del cliente.
Las ideas de Alfred Adler (1870-1937) tuvieron un impacto en varios de los padres fundadores
de la psicología humanista, entre otros, en Rollo May, Carl Rogers, Abraham Maslow y Viktor
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Frankl. Rollo May estudió con Adler en Viena en los veranos de 1932 y 1933 y le cita
frecuentemente en su libro The Art of Counseling. May daba particular crédito al énfasis de
Adler en la empatía como medio por el cual el consejero llega a conocer y a identificarse con el
otro y a la postura de no juzgar a ningún otro ser humano. Estos dos esfuerzos terapéuticos, el
deseo de entender y la aceptación sin juicios, constituyen dos de los pilares básicos sobre los
que todas las psicoterapias humanistas están basadas.
Es sorprendente que Adler no tuviera una influencia más directa en el desarrollo de las
terapias humanistas porque anticipó muchas de las ideas, actitudes, y respuesta terapéutica
que luego los humanistas adoptarían. Estas características comunes incluyen: la subjetividad,
el holismo, la libertad, el énfasis en el significado, la fenomenología y empatía, el
existencialismo y el énfasis en la relación terapéutica.
Su conferencia suscitó muchas y diversas reacciones, algunas de sorpresa, otras críticas, otras
de alabanza… Lo que en un principio aparecía como una crítica a los métodos
psicoterapéuticos largamente usados, se convirtió a partir de los años 40 en una nueva escuela
de pensamiento.
Karl Jaspers (1883-1969) fue uno de los líderes del existencialismo alemán. Jaspers, filósofo y
psiquiatra, estuvo muy influenciado por el pensamiento de Nietzsche y Kierkegaard. Era un
absoluto defensor del subjetivismo planteando que la experiencia personal es la única fuente
de información sobre la realidad. Desarrolló y abogó una fenomenología descriptiva y enfatizó
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Tratamientos Psicológicos Tema 5: Modelos Humanistas-Existenciales Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Visión de la persona
Las terapias humanistas ven a la persona como auto-actualizante, dotada de una tendencia
inherente a desarrollar su potencial. Igualmente, se considera que las personas tienen
recursos, como teniendo la capacidad o el potencial para aprovechar sus experiencias internas
y recursos externos de manera que les conduzca al aprendizaje, al crecimiento y a un
comportamiento efectivo. Existe un optimismo implícito en la visión de la psicoterapia
humanista de la capacidad de la persona para el cambio constructivo. Aunque las terapias
humanistas, especialmente las existencialistas, no niegan los extremos de psicopatología que
existen en las personas o sus aspectos oscuros y destructivos, tienden a mantener su creencia
de que los clientes pueden ser habilitados para identificar y desarrollar sus recursos. Las
personas son vistas como resilientes y tenaces a la hora de manifestar su inclinación natural a
sobrevivir y crecer, incluso bajo las circunstancias más adversas.
Las terapias humanistas ven a las personas como auto-conscientes y libres de elegir cómo van a
vivir y responsables de las decisiones o elecciones que hacen. Aunque una variedad de factores
hacen difíciles y, en ocasiones, arriesgadas las elecciones de la gente, en la mayoría de los
casos experimentan la decisión y la agencia como formando parte de sus capacidades. Uno de
los principales esfuerzos de las terapias humanistas es fortalecer la creencia del cliente de que
puede ser autor de su propia vida. Las personas también son vistas, como limitadas, en alguna
medida por su constitución genética o física, circunstancias culturales y vitales, así como por
sucesos catastróficos.
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Tratamientos Psicológicos Tema 5: Modelos Humanistas-Existenciales Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Igualmente, las personas somos seres contextuales, de forma que hemos de ser entendidos
considerando nuestra relación con otros y con el ambiente de nuestro espacio vital inmediato.
Cada persona es vista como una unidad única, diferente de cualquier otra persona que haya
existido o existirá nunca. En consecuencia, cada cliente es entendido en el contexto de sus
características y experiencias únicas, y es respondido de una manera personalizada.
Las personas necesitan dar sentido a sus experiencias y encontrar significado a sus vidas. Esta
premisa es la base del foco de las terapias humanistas en clarificar el significado personal de
las experiencias de los clientes y su búsqueda de objetivos (finalidad). Similarmente, las
personas construyen sus realidades a partir de sus experiencias inmediatas, recuerdos del
pasado, cultura y valores. Su capacidad para la creatividad les permite desarrollarse a lo largo
del ciclo vital y volverse seres más complejos y diferenciados que pueden concebirse a sí
mismos y a sus entornos de nuevas maneras.
Las terapias humanistas también ven a las personas como seres primordialmente sociales, que
tienen una poderosa necesidad de pertenecer, de tener un lugar en sus familias y grupos
sociales y de sentirse valorados. Uno de los aspectos más fundamentales de las psicoterapias
humanistas es la idea de que la relación terapeuta-cliente es la principal fuente del cambio
constructivo en el cliente. Las personas promueven el crecimiento de los otros por la manera
en que se relacionan con ellos.
Valores
Un valor fundamental de las terapias humanistas es su creencia de que las personas, tienen el
derecho, el deseo y la capacidad para decidir qué es lo mejor para ellas y determinar cómo lo
conseguirán. Propio de las terapias humanistas es el compromiso con los principios
democráticos a la hora de negociar las diferencias y de resolver los problemas cuando las
personas están en conflicto. Por tanto, los terapeutas humanistas están fuertemente
inclinados a implicarse en conductas colaboradoras y que proporcionen la libertad óptima a
sus clientes. Por el contrario, no son partidarios de usar métodos que sean directivos,
persuasivos o encubiertos.
Tendencia Actualizante-Autorrealizadora
La premisa fundacional sobre la que se han construido las psicoterapias humanistas es que las
personas tienen una tendencia actualizante inherente, un fuerte impulso a mantener el self y a
desarrollar su potencial. El concepto rogeriano de tendencia formativa sugiere que en las
personas y en cualquier forma de vida existe un curso con una dirección inevitable hacia una
mayor complejidad, diferenciación, evolución, completud e integridad. Maslow desafió a la
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Énfasis relacional
Cada cultura enfatiza que la forma en que la gente se trata entre sí tiene una relevancia crítica
para su bienestar y su capacidad de funcionar en la vida. 60 años de práctica e investigación en
las terapias humanistas han establecido la validez de la poderosa inducción al crecimiento de
la relación terapéutica. La meta principal de las terapias humanistas es, por tanto, la creación
de unas condiciones terapéuticas óptimas para sus clientes. Tal y como señaló Rogers (1980, p.
115): “Los individuos tienen dentro de sí mismos vastos recursos para la auto-comprensión, y
para alterar sus auto-conceptos, actitudes básicas, y conducta auto-dirigida, estos recursos
pueden ser utilizados si se les provee de un clima definido de actitudes psicológicas
facilitadoras”. Este clima definido incluye la honestidad, autenticidad, transparencia, o
congruencia y auto-revelación apropiada; aceptación, cuidado no-enjuiciador, simpatía,
aprecio, afirmación, respeto, consideración positiva incondicional, cordialidad no posesiva; un
deseo genuino de entender la experiencia del cliente y una comunicación empática acertada
de dicha experiencia.
Otras cualidades y actitudes relacionales recogidas por los terapeutas humanistas incluyen una
relación colaboradora caracterizada por la confianza, seguridad y apoyo; contacto y
compromiso, encuentro Tú-Yo; la presencia del terapeuta y su inmersión en la experiencia del
cliente; una alianza terapéutica, vínculo, diálogo auténtico y encuentro; una visión optimista
sobre la capacidad del cliente para el cambio constructivo. Con una relación continuada como
su base, los terapeutas humanistas buscan crear ambientes inter e intrapersonales de
aprendizaje, creyendo que los clientes identificarán lo que necesitan para aprender y
“aprenderán cómo aprender”.
Fenomenología
El campo de la fenomenología ha tenido una profunda influencia en la psicoterapia humanista.
Spiegelberg (1970, p. 810) ha definido la fenomenología como “la investigación directa de y la
descripción de los fenómenos tal y como son experimentados en la conciencia, sin teorías sobre
su explicación causal y de forma tan libre como sea posible de preconcepciones y
presuposiciones no examinadas”. Las psicoterapias humanistas, especialmente las
existencialistas, tienen sus raíces fenomenológicas en los conceptos y métodos filosóficos de
los filósofos alemanes E. Husserl (1859-1938) y M. Heidegger (1889-1976). Husserl,
considerado como el fundador de la fenomenología, desarrolló un método filosófico que deja
a un lado las presuposiciones en un esfuerzo por describir los fenómenos (las estructuras de
conciencia) centrándose en “las cosas por sí mismas” sin interés por sus causas. Desarrolló el
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El interés principal de Heidegger era la ontología, o el estudio del ser o la existencia. Utilizó el
método fenomenológico para descubrir lo que él consideraba las categorías fundamentales de
la existencia humana (ej.: ansiedad, culpa) y para abordar las cuestiones esenciales sobre la
experiencia del ser humano (ej: autenticidad, significado). El método fenomenológico, tal y
como lo describe Spinelli (1989), tiene tres pasos básicos que pueden ser aplicados al esfuerzo
terapéutico:
Paso 3: Ecualización
Aquí el terapeuta se abstiene de asumir que cualquier experiencia revelada por el
cliente es más primordial o importante que cualquier otra. Por tanto, el terapeuta
evita asumir o actuar como si algunas de las experiencias del cliente fueran centrales y
otras fueran periféricas. En cambio, cada aspecto de la experiencia del cliente es visto
como si fuera potencialmente tan significativo como otros.
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Empatía
La empatía del terapeuta es un factor crítico para iluminar, profundizar y enriquecer de forma
apropiada la experiencia del cliente. La empatía puede ser concebida como el deseo y esfuerzo
del terapeuta de entender cómo es ser como el cliente y comunicar de forma exacta esta
experiencia al cliente. A la luz de la orientación fenomenológica de los terapeutas humanistas,
la empatía es una herramienta vital para captar la naturaleza y significado de la experiencia
para el cliente. La empatía del terapeuta es una respuesta que tiene un impacto
multidimensional en el cliente. La empatía apropiada permite al terapeuta y al cliente
entender el aspecto cognitivo de la experiencia, particularmente las opiniones, creencias
centrales y significados personales del cliente. La empatía permite al cliente centrarse y
descifrar los aspectos no claros de sus estados sentimentales. Debido a que las emociones
pueden ser entendidas como impulsos a actuar, iluminar la experiencia emocional ayuda al
cliente a tener mayor claridad sobre sus motivaciones, deseos y necesidades. Socialmente, el
acto de atender de forma cuidadosa a otros de forma desprejuiciada con un deseo de
entender es una experiencia poderosa que típicamente produce un sentimiento de ser
valorado y apoyado.
El Self
Un concepto y foco central de la teoría y terapia humanista es el SELF, el “Yo” o “Me” de la
existencia de uno. Ya en 1940 el auto-concepto fue reconocido como un aspecto generalizado
y esencial de la experiencia del cliente. Como señaló Mahoney (1991, p. 235), “todas las
psicoterapias son psicoterapias del self”. Los principales intereses del terapeuta humanista son
la auto-exploración, la auto-definición, la reinterpretación del self y el desarrollo del auto-
conocimiento. La creencia de que la conducta cambia a medida que el auto-concepto es
alterado tiene una influencia enorme en el esfuerzo terapéutico porque alerta a los terapeutas
y centra su atención en el sentido del self inmediato y continuado del cliente y en el papel que
este juega en mediatizar sus percepciones y conductas. Como seres humanos, todos luchamos
por descubrir quiénes somos y para formar una identidad que nos proporcione dirección,
estabilidad y valía.
Probablemente no haya nada que ocupe nuestra mente más que nuestro self y las opiniones
imaginadas o reales que los otros tienen de nosotros. Consecuentemente, el self de uno juega
un papel crítico en la opinión de nosotros mismos y en la manera de relacionarnos con los
otros. Las amenazas al self producen nuestra tendencia a preservarlo y defenderlo. La relación
de uno consigo mismo, con los otros y con el mundo físico constituye la esencia de nuestras
vidas cotidianas. Como han observado muchas terapias humanistas, requiere valentía ser uno
mismo, descubrir y vivir la vida desde el núcleo de uno mismo. El concepto de congruencia
está íntimamente relacionado con el self de las teorías humanistas debido a que implica
correspondencia entre el auto-concepto y la experiencia y entre el self y el self ideal. Cuando
existe discrepancia entre estas experiencias, el malestar y la disfunción aparecen. Por el
contrario, cuando la gente está integrada en todos los aspectos de sus experiencias, conductas
y visión del self, es probable un estado de funcionamiento óptimo. Los terapeutas humanistas,
por tanto, se esfuerzan para ayudar a sus clientes a ser conscientes de sus incongruencias y
ayudarles a encontrar maneras de moverse hacia la integración y totalidad.
Emoción
Uno de los rasgos más característicos de las terapias humanistas es su énfasis en la
importancia de la emoción. Los investigadores y terapeutas humanistas han estado al frente
de expandir nuestra comprensión del papel crítico que la emoción juega en la conducta
humana. En lugar de ver la emoción fundamentalmente como algo que interfiere con el
funcionamiento, los terapeutas humanistas han adoptado la importancia de la naturaleza
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Significado
El significado no es algo dado, sino que es construido a partir de los datos de la experiencia,
incluyendo la propia cultura, valores, perspectivas e historia personal. El dar sentido a la
experiencia parece ser una necesidad fundamental de todos los individuos. Las personas
tienen dificultades por lo que parece eludir su comprensión y buscan una forma de
entendimiento que les permita comprender sus conductas y sus vidas. A menudo el curso y los
propósitos de las vidas de los clientes son implícitos pero no claros. Los terapeutas humanistas
luchan por posibilitar que sus clientes logren patrones y significados más amplios de sus vidas.
El descubrir que hay hilos comprensibles de significado para sus vidas permite a los clientes
ganar un sentido de claridad, dirección y asentamiento. A medida que los significados y los
propósitos se vuelven claros, los clientes desarrollan un self más centrado y un sistema de
creencias y valores con los que funcionar.
El proceso de crear significado en el cliente ha sido informado por los teóricos y terapeutas
constructivistas cuyo enfoque es básicamente humanista. Los constructivistas humanistas han
basado sus ideas en la teoría de los constructos personales de G. Kelly que enfatiza que la
gente crea sus propios universos personales. Sobre la base de esta premisa, la meta de la
terapia es reestructurar el significado en el cliente. Existe un optimismo implícito en el
constructivismo porque el terapeuta adopta la posición de que los clientes tienen la capacidad
de crear nuevos significados y nuevas posibilidades de vivir.
Holismo
El organismo humano es concebido como interconectado de forma constante, como un todo
indivisible. La persona es vista como una gestalt, como un todo dinámico. Mente y cuerpo son
inseparables. Las visiones de las personas como “partes en funcionamiento”, tales como
cognición versus afecto o mente versus cuerpo, son conceptos usados por los psicólogos para
objetivos descriptivos y analíticos, en lugar de descripciones de los componentes reales de una
persona. Una visión holística de la persona esquiva las tendencias simplificadoras y
distorsionadas asociadas con la categorización y el reduccionismo. Cuando funcionan de forma
óptima, los clientes tienen la experiencia de sentirse “como un todo”, “de una pieza” e
integrados.
Ansiedad
La ansiedad es una parte inevitable de la vida y por tanto es de interés para los terapeutas
humanistas. Cada uno de nosotros debemos manejarnos de forma constante con las
incertidumbres de la vida y la realidad es que tenemos un control limitado sobre algunos
aspectos de nuestras vidas. Debemos lidiar con el temor de que nuestra vida es finita y que no
podemos predecir cuándo y cómo acabará. Si podemos crear nuestra vida en su forma actual,
entonces también podemos creerla de una forma distinta. Existe un optimismo inherente en
esta idea (ej: “Puedo cambiar mi vida”) pero también la posibilidad de la culpa existencial por
las oportunidades perdidas y de la ansiedad existencial por la incertidumbre. Los terapeutas
humanistas ven la ansiedad existencial como una fuente potencial de crecimiento que puede
incrementar la auto-reflexión y la motivación. Igualmente, aunque la ansiedad es vista con
frecuencia como amenazante y displacentera, también puede ser vista como un sistema de
alarma que nos alerta de peligros reales o imaginados para el self. Por tanto, atender a las
diversas manifestaciones de la ansiedad del cliente así como evaluar sus significados, es un
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esfuerzo crítico de las terapias humanistas. Antes que ver la ansiedad como simplemente algo
que es molesto y disfuncional, los terapeutas humanistas aceptan su presencia y luchan por
posibilitar que sus clientes hagan un uso constructivo de ella para el aprendizaje o para
manejarla de forma más efectiva cuando interfiere con su funcionamiento. Probablemente,
uno de los reconocimientos más frecuentes que los terapeutas humanistas hacen a sus
clientes es simplemente "tienes miedo".
Libertad-Elección-Responsabilidad
Los terapeutas humanistas ven a la gente como esencialmente libres para elegir la forma y
curso de su vida y su actitud hacia los sucesos. Al mismo tiempo que la gente es libre para
elegir, también son responsables de sus elecciones. Así, la libertad, la elección y la resultante
responsabilidad sobre nuestras elecciones están interconectadas. Cada elección significa
inevitablemente que otra elección no se ha realizado. Cualquiera que sea la elección de uno,
dicha elección y sus consecuencias no pueden ser evitadas. En la medida en que se posibilita a
los clientes a darse cuenta de que están constantemente eligiendo, en oposición a
simplemente dejarse llevar o reaccionar a sus experiencias, son empoderados. Reconocen que
otros caminos están disponibles para ellos. Cuestiones esenciales de las psicoterapias
humanistas tienen que ver con: " qué vida tengo" o "estoy siendo la persona que quiero ser".
Las raíces de la terapia centrada en el cliente se remontan a los 1920, cuando Carl Rogers
estaba en formación como psicólogo clínico en Rochester, New York. Durante su periodo de
formación en Rochester de 1928 a 1939, Rogers trabajó en el Departamento de Estudios
Infantiles de la Sociedad para la Prevención de la Crueldad a los Niños, llegando a ser su
director en 1929 con 27 años.
Rogers era un pragmático. Cuando se encontró a sí mismo enfrentado con un gran número de
niños y padres con problemas, su pregunta guía fue "¿esto funciona?". El enfoque de Rogers
en su trabajo clínico estaba basado en una observación sistemática cuidadosa en lugar de en el
ensayo y error. No contento con confiar en sus impresiones subjetivas, evaluó cuidadosamente
el efecto de su trabajo.
Hacia el final de sus años en Rochester, Rogers identificó en su primer libro, The Clinical
Treatment of the Problem Child (1939), algunos de los elementos básicos que formarían la base
de lo que luego se conocerá como la terapia centrada en el cliente. Tales elementos formarían
la base de lo que Rogers identificaría más tarde como las cualidades del terapeuta de
comprensión empática, consideración positiva incondicional y congruencia. Las experiencias
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Tratamientos Psicológicos Tema 5: Modelos Humanistas-Existenciales Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
de Rogers con niños y padres le llevaron a empezar a darse cuenta de que "Es el cliente quien
sabe qué le daña, a qué dirección ir, cuáles son los problemas cruciales... Empecé a darme
cuenta de que, al menos de que tenga una necesidad de demostrar mi propia inteligencia y
aprendizaje, haría mejor en confiar al cliente la dirección del movimiento en el proceso".
Rogers dejó Rochester y fue a la Ohio State University en 1939 como catedrático en el
departamento de psicología. Allí estableció un practicum en psicoterapia y consejo en 1940
para aprendices graduados, el cual fue aparentemente la primera formación supervisada
ofrecida en un contexto universitario. Mientras estaba en esta universidad, Rogers escribió su
libro Counseling and Psychotherapy: Newer Concepts in Practice (1942), un texto clásico sobre
cuestiones básicas en terapia, métodos, la relación terapéutica y el proceso de cambio.
Introdujo los términos "no directiva" y "cliente” para subrayar la creencia del terapeuta de que
la dirección y el locus de control en la terapia estaban claramente centrados en la persona que
busca ayuda. Esto suponía un cambio radical lejos de los métodos interpretativos y directivos
que entonces eran comunes.
Rogers y sus estudiantes fueron innovadores en los comienzos de los 1940, experimentando y
refinando los conceptos y métodos que luego emergerían como uno de los enfoques
terapéuticos más influyentes y controvertidos. En los primeros inicios del desarrollo de este
"nuevo" enfoque, un número de sus propuestas parecían centrarse en lo que Rogers pensaba
que el terapeuta no debía hacer o ser. Era firme en su creencia de que el terapeuta no debía
aconsejar al cliente, interpretar su conducta, o intentar dirigir o persuadirle para que llegara a
un determinado curso de acción. Rogers pensaba que la terapia centrada en el consejero
puede servir únicamente para hacer al cliente más dependiente, menos capaz de resolver
nuevos problemas de ajuste.
El enfoque terapéutico desarrollado por Rogers en los comienzos de 1940 tenía muchas
características propias, un número de las cuales continúan siendo básicas en la práctica de la
terapia centrada en el cliente y otros enfoques humanistas. Rogers hizo un cambio principal al
enfatizar en la terapia el centrarse en la persona del cliente en lugar de en el problema
expresado. Otro cambio fue el dar más importancia a los sentimientos expresados por el
cliente que a sus pensamientos. Las actitudes del terapeuta de respeto y confianza en la
capacidad del cliente para auto-dirigir su crecimiento produjo que el terapeuta desarrollara un
tipo de relación dramáticamente diferente con el cliente. Era una relación caracterizada por la
no intrusividad y la retención disciplinada. El terapeuta como individuo se mantenía fuera de la
relación. En cambio el terapeuta intentaba ser un oyente comprensivo y cuidadoso. Aunque la
aceptación del cliente por parte del terapeuta era considerada crítica, la exactitud y
efectividad de la reflexión y clarificación de sentimientos por parte del terapeuta eran
claramente el foco principal durante esta fase del desarrollo del enfoque.
En 1945 Rogers dejó la universidad de Ohio para crear y dirigir el Centro de Consejo
(Counseling Center) en la Universidad de Chicago. Allí continuó desarrollando la teoría y
práctica de la terapia centrada en el cliente a la vez que realizaba investigaciones sobre su
efectividad.
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Tratamientos Psicológicos Tema 5: Modelos Humanistas-Existenciales Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Entre 1943 y 1957, se realizaron aproximadamente unos 200 estudios sobre la terapia
centrada en el cliente y sus aplicaciones a niños, grupos, educación, industria y liderazgo. En
1954, los resultados de un grupo de estos estudios fueron publicados en Psychotherapy and
Personality Change, coeditado por Rogers y Rosalind Dymond. Estos estudios ofrecían un
apoyo moderado a las hipótesis centradas en el cliente. Debido fundamentalmente a sus
contribuciones a la investigación en psicoterapia, Rogers, recibió junto a Kenneth W. Spence y
Wolfang Kohler, el primer Distinguisihed Scientific Contribution Award de la APA en 1956.
En 1959, Rogers publicó A theory of therapy, personality and interpersonal relationships, que
sigue siendo la formulación más completa de la posición de Rogers. El quinto y más influyente
libro de Rogers, On becoming a Person fue publicado en 1961. Contiene los artículos más
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Tratamientos Psicológicos Tema 5: Modelos Humanistas-Existenciales Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
conocidos e influyentes de Rogers, e incluye algunas de sus ideas más provocativas e incisivas
sobre psicoterapia, investigación en educación, filosofía de la ciencia, relaciones
interpersonales, vida familiar, creatividad, el proceso de crecimiento y el funcionamiento total
de la persona.
En los últimos 15 años aproximadamente de su vida, Rogers se volvió cada vez más interesado
en cuestiones sociales más amplias, particularmente en la paz. Empezando en 1974, él y su
mujer Natalie junto con otros colegas, iniciaron una serie de talleres con grupos amplios (entre
75 y 800 personas), a veces de 2-3 semanas de duración, para explorar las implicaciones del
enfoque centrado en la persona para construir comunidades. En 1980 se publica A way of
being que representa una colección de artículos representando la evolución del pensamiento
de Rogers en los años 70. En 1986, la revista académica “Person-Centered Review” fue
publicada por primera vez con David J. Cain como editor.
Desafortunadamente, Carl Rogers no fue capaz de continuar adelante con sus compromisos
más fuertes de sus últimos años: contribuir en todo lo que pudiera a la prevención de la guerra
nuclear y el logro de un mundo en paz. El 20 de enero de 1987, el día de su caída y
hospitalización (se rompió su cadera), Carl Rogers, con 85 años de edad, fue nominado por el
congresista Jim Bates para el premio nobel de la paz de 1987. Unas pocas semanas después, el
4 de febrero de 1987, Rogers moriría como esperaba hacerlo: “con las botas puestas” y
siempre mirando hacia delante. Había sido relativamente saludable y activo hasta su muerte.
4. PSICOTERAPIAS EXISTENCIALES
En términos generales, los psicólogos existenciales han estado tan activamente inmersos en
sus tareas terapéuticas que se han conformado con disminuir el énfasis en la teorización, y han
ido tomando los conceptos de sus colegas filósofos a medida que los iban necesitando. Sin
embargo, las exigencias prácticas al hacer psicoterapia han estimulado a los psicólogos a
introducir diversas técnicas y conceptos asociados, según las cuales las personas pueden ser
ayudadas a enfrentar las crisis existenciales y a alcanzar un mayor desarrollo.
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Tratamientos Psicológicos Tema 5: Modelos Humanistas-Existenciales Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Con el foco en las visiones de sus clientes sobre el mundo y la experiencia inmediata,
Binswanger se esforzaba para posibilitarles captar el significado de su conducta, encontrar
dirección y descubrir una manera de vivir auténticamente en relación con el mundo, otros y
ellos mismos. Como terapeuta, Binswanger abogaba por la igualdad en la relación y por un
encuentro auténtico entre paciente y terapeuta. Consideraba que una relación Yo-Tú cariñosa
caracterizada por la mutualidad, apertura e inmediatez, en oposición a la técnica terapéutica,
promovía la expansión de la conciencia y el crecimiento del cliente. En contraposición,
Binswanger veía la pérdida de relación y el aislamiento como factores que hacen a las personas
vulnerables a la psicopatología.
Binswanger identificó tres dimensiones de la visión del mundo de una persona: a) Umwelt, el
mundo natural, incluyendo el mundo físico y nuestros estados corporales; b) Mitwelt, los
mundos interpersonales que habitamos en nuestros contactos cotidianos con otros, y c)
Eigenwelt, el propio mundo de uno, incluyendo la relación de uno consigo mismo y la
perspectiva personal de uno en relación a los significados de las cosas en relación al self.
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Tratamientos Psicológicos Tema 5: Modelos Humanistas-Existenciales Prof. Bárbara Torres Gómez de Cádiz
Uno de los principales esfuerzos de May era hacer surgir la duda donde antes había
certidumbre y restaurar la esperanza donde hay cinismo. Un tema central del pensamiento de
May era el que la gente era tanto libre como limitada. Como terapeuta, el enfoque de May
estaba caracterizado por: 1) un foco en liberar al cliente dentro de las limitaciones naturales y
auto-impuestas de la vida; 2) un énfasis en la libertad y en la limitación en lugar de en los
conflictos conductuales o infantiles como el contexto fundamental a ser abordado; 3) énfasis
en las técnicas que encajan con el paciente en lugar de con el terapeuta; 4) insistencia en el
contacto experiencial (incluyendo el facilitado por la relación terapéutica) para promover la
curación óptima; y 5) énfasis en la conciencia experiencial (comprensión corporalmente total
de uno) antes que en el insight, la decisión y el compromiso.
Una paradoja es una declaración en apariencia verdadera que conlleva a una auto-
contradicción lógica o a una situación que contradice el sentido común. La intención
paradójica confronta nuestro sentido común ya que es un proceso mediante el cual el paciente
es animado a hacer, o a desear que ocurra aquello que precisamente teme. Se instruye al
paciente a que intente reírse de su propio sufrimiento y de esta manera afronte el temor que
le provoca la expectativa de fallar. Por ejemplo, bajo este enfoque se le pide a la persona con
insomnio hacer exactamente lo contrario a lo que intenta. El paciente con insomnio dice: "me
acuesto y trato de quedarme dormido pero, por más que lo intento, no lo logro". En la terapia,
con la intención paradójica, se le dice a la persona: "acuéstese y trate lo más que pueda de
mantenerse despierto". Por alguna razón, la atención invertida le permite dejar la batalla por
dormir puesto que la orden le dice: “manténgase despierto”. Dejando de luchar, el sueño llega
más rápido.
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Esta técnica ha sido utilizada en contextos diferentes donde lo único en común es la angustia
por la expectativa de fracaso o por la expectativa de colapsarse por no poder responder
adecuadamente a las situaciones que se presentan. Esto último, parece ser especialmente
cierto en algunos tipos de obsesiones y fobias caracterizados por su gran despliegue de
angustia.
James F. T. Bugental es visto por muchos como uno de los más prominentes portavoces de la
psicología humanista-existencial. Bugental abogaba por psicoterapia de larga duración. Central
a su terapia es su fuerte creencia en una “fuerza vital” tenaz en toda vida que permite
sobrevivir en las condiciones más extremadamente adversas y manifestar su potencial. El
trabajo del terapeuta es ayudar al cliente a despejar el camino de su fuerza vital para abrir
posibilidades a su ser auténtico. Enfatizaba la importancia de reclutar al cliente para movilizar
su fuerza vital. Consecuentemente, implicaba a los clientes a identificar y explorar
preocupaciones vitales importantes.
En sus pensamientos más recientes sobre la psicoterapia Bugental enfatiza que el terapeuta
centre su atención en la experiencia subjetiva inmediata del paciente en lugar de en la
información sobre el paciente, siendo su objetivo el intensificar y expandir la subjetividad del
cliente y su consiguiente consciencia. La lógica de Bugental para este énfasis en el presente es
que la conciencia aumentada de nosotros mismos en el momento presente incrementa la
efectividad de la auto-dirección y una mayor satisfacción con la vida.
La fuerza que mueve el cambio terapéutico para Bugental es la apertura de nuestros límites
perceptivos, viendo los aspectos vitales de la vida de uno de formas distintas, frescas. Bugental
veía los síntomas y quejas del paciente como constricciones: los clientes experimentan
malestar porque se sienten limitados en aspectos críticos de sus vidas. Por tanto, una meta
esencial de la terapia será ayudar al cliente a identificar y eliminar las constricciones en sus
constructos del self y del mundo.
Irvin Yalom es el autor del libro publicado en 1980 Existential Psychotherapy, un texto
considerado por muchos como la descripción más completa y profunda del enfoque existencial
en la psicoterapia. Yalom definía la psicoterapia existencial como un “enfoque dinámico en la
terapia que se centra en las preocupaciones que están enraizadas en la existencia del
individuo” (1980, p. 8). En concreto, identificaba estas “preocupaciones últimas” con las que
todos tenemos que lidiar como: a) la muerte, b) la libertad, c) el aislamiento y d) la falta de
sentido. Cada una de estas preocupaciones esenciales juega un papel crítico en la patología del
cliente y en el proceso terapéutico.
La Muerte representa la verdad inevitable de que la vida desaparece y que todos tememos
perder la vida. En la medida en que aceptamos esta verdad, nos abrimos a la posibilidad de
volver a priorizar nuestras vidas y vivir de forma más completa, auténtica y con sentido. La
Libertad de elegir el curso de la propia vida implica la responsabilidad por las propias
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elecciones. Un esfuerzo vital de la terapia existencial es que los clientes reconozcan y acepten
la responsabilidad por sus vidas y empeñen sus voluntades en convertir sus elecciones en
acciones y compromiso. El Aislamiento se refiere a la experiencia de separación y soledad que
son fuentes de ansiedad, temor e impotencia. La terapia existencial señala lo que el cliente
puede y no puede conseguir de otros y que la última fuente de curación está la relación. La
Falta de Sentido es vista por Yalom y otros existencialistas como Frankl y otros, como un
sustrato significativo de muchas formas de psicopatología. Un dilema universal al que todos
debemos de enfrentarnos es que mientras el significado y el propósito parecen esenciales para
vivir, no existe un significado inherente en la vida. Por tanto, cada persona debe pelear por
encontrar un significado personal en sus metas y forma de vivir. Así, una tarea fundamental de
los terapeutas existencialistas es posibilitar a sus clientes implicarse totalmente en sus propias
vidas a la vez que también buscan propósitos más allá de ellos mismos.
Yalom (1980) estableció un contraste útil entre la psicología humanista con sus raíces
americanas y la psicología existencial con sus raíces europeas, articulando sus diferencias:
Clark Moustakas es mejor conocido por sus contribuciones al desarrollo de la terapia infantil,
quien junto con Frederick Allen y Virginia Axline fueron pioneros en lo que luego sería
conocido como enfoques humanistas en la psicoterapia infantil. Moustakas demostró la
importancia del uso creativo del self del terapeuta como componente curativo de la terapia
con niños. En años recientes, Moustakas ha articulado un modelo fenomenológico-existencial
de psicoterapia compuesto por los siguientes procesos: a) compromiso inicial, el desarrollo de
un ambiente de apoyo, seguro y relajado que alienta la libertad de expresión del cliente; b)
suspensión (epoché), un proceso en el que el terapeuta intencionalmente aparta las pre-
concepciones e intenta ver al paciente y a su experiencia de la forma más nueva posible; c)
reducción fenomenológica, proceso de descubrimiento del tema o problema central del
cliente, el tema principal que hace molesta o preocupa a la persona; d) variación imaginativa,
un proceso de considerar posibilidades, perspectivas, direcciones que pueden proporcionar
marcos de referencia novedosos y significados nuevos que potencian el self y permiten al
cliente avanzar en su manera de vivir; e) síntesis, un proceso integrador que aúna la
experiencia y los significados; y f) plan de acción, que implica transformar el descubrimiento
personal en una acción efectiva.
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5. TERAPIA GESTALT
Frederick Perls (1893-1970) trabajó como ayudante de Kurt Goldstein cuya perspectiva de
psicología de la Gestalt, enfoque holístico y concepto de auto-actualización influyeron en su
pensamiento. Asimismo, la teoría de campo de K. Lewin, la fenomenología y el existencialismo
también influyeron en el desarrollo de la terapia Gestalt por Perls. Perls se entrenó como
psicoanalista en los Institutos de Psicoanálisis de Viena y Berlín. Su analista en esta formación
en los comienzos de 1930 fue Wilheim Reich, quien influyó en Perls para que se centrara en la
experiencia corporal de sus clientes y en su relación con sus problemas y vida cotidiana. Otros
analistas con los que se formó e influyeron en él fueron Helene Deutsch, Karen Horney y Otto
Fenichel. Tras trasladarse a Sudáfrica en 1934 con su esposa Laura debido al auge del nazismo,
estableció el Instituto de Psicoanálisis de Sudáfrica en 1935. Durante los 12 años que pasó allí,
tuvo contacto con Jan Smuts cuyo libro Holism and Evolution influyó en su creación de la
terapia Gestalt. También el filósofo Sigmund Friedlander afectó el pensamiento de Perls con
sus escritos sobre las polaridades y la importancia del equilibrio entre éstas para el
funcionamiento personal.
En 1946 Perls se trasladó a Nueva York. En su obra de 1947 Ego, Hunger and Aggression, en
donde mezclaba conceptos holísticos con el psicoanálisis, articuló la meta de la psicoterapia
como “despertar al organismo para una vida más completa”. Pocos años más tarde, en 1951,
publicó junto con su esposa y otros colegas el libro Gestalt Therapy, fundando un año más
tarde en esta ciudad el Instituto de Terapia Gestalt. El libro quedó como el referente básico de
la teoría y práctica de la terapia Gestalt. Perls posteriormente estableció varios institutos de
formación en Terapia Gestalt en EE.UU. y Canadá.
Como muchos otros fundadores de las terapias humanistas, F. Perls reaccionó adversamente al
dogmatismo y restricciones del psicoanálisis clásico. Tomó de la psicología de la Gestalt la
noción de que la gente tiende a percibir de forma natural patrones globales en oposición a
trozos y piezas y que el todo no equivale a la suma de sus partes. Además, la percepción es
considerada como un proceso activo y creativo. Por tanto, para entender el comportamiento
de un individuo, uno debe comprender las percepciones subjetivas de la realidad de dicha
persona. El énfasis de la terapia Gestalt en aumentar la consciencia del cliente fue entonces un
paso crítico a la hora de entender la experiencia inmediata del cliente. Otro concepto
adoptado de la psicología de la Gestalt fue el de figura (lo que sobresale) y el de fondo (lo que
constituye el marco). Los terapeutas gestálticos implican a sus clientes en focalizar su
consciencia en lo que surge del fondo como una figura para ellos, con la asunción subyacente
de que lo que emerge a menudo representa una necesidad o algo que es problemático para la
persona. En contraste con el psicoanálisis, la terapia Gestalt practicada en sus comienzos (años
40 y 50) “enfatizaba el contacto con la realidad sobre la transferencia, la presencia activa sobre
la pantalla en blanco, el diálogo y la focalización fenomenológica sobre la libre asociación y la
interpretación, la teoría de campo sobre la teoría mecanicista, y la teoría del proceso sobre las
dicotomías newtonianas y aristotélicas” (Yontef, 1993, pp. 9-10).
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Durante los años 1960 emergió un nuevo modelo de terapia Gestalt, fundamentalmente
influido por F. Perls. Perls quien era un terapeuta con mucho talento que a menudo tenía un
impacto poderoso y constructivo sobre aquellos con los que trabajaba. Con frecuencia
elicitaba sentimientos de admiración y asombro por su brillantez, carisma y creatividad, pero
también suscitaba sentimientos de disgusto y rechazo. El estilo ostentoso de F. Perls se volvió
el modelo de la terapia Gestalt para mejor o peor. Su estilo terapéutico tendía a ser
confrontativo, dramático, basado en trucos, orquestado por el terapeuta, áspero, intenso e
insensible. No obstante, hacia el final de su vida Perls aparentemente llegó a reconocer el daño
que había causado la terapia Gestalt debido a sus extravagantes terapeutas y escribió: “Un
truco debería ser usado solo en un caso extremo… En la terapia Gestalt, estamos trabajando
para promover el proceso de crecimiento… y desarrollar el potencial humano. No hablamos de
un instante de alegría… [o] una cura instantánea. El proceso de crecimiento… toma tiempo”
(1969, p.2). Desde la muerte de Perls en 1970, la práctica de la terapia Gestalt se ha suavizado
y cambiado hacia un énfasis en la calidad de la relación terapeuta-cliente, diálogo,
sintonización empática, escuchando la sabiduría y recursos del paciente, una expansión de los
estilos terapéuticos y un desarrollo de la teoría, especialmente de la teoría de campo y la
fenomenología. Otro cambio iniciado en los 1970 y continuado posteriormente ha sido quitar
el énfasis en la técnica (ej.: silla vacía) que ha sido sobreidentificada con lo que era la terapia
Gestalt.
1. La importancia crítica del contacto con uno mismo, los otros y el ambiente de uno: En
la terapia Gestalt, el contacto se refiere al punto focal de la conciencia del cliente. La
experiencia de contacto implica un sentimiento de conexión con los otros, uno mismo
o el mundo externo, a la vez que se mantiene un sentido de separación. Los límites o
fronteras del contacto distinguen una persona de otra, entre la gente y los objetos, y
entre aspectos del propio self. El encuentro auténtico entre el cliente y el terapeuta
está en el corazón del proceso terapéutico. El terapeuta se relaciona con su presencia
e inmediatez, a veces compartiendo con el cliente su experiencia de éste/a. Se
entiende que la curación tiene lugar en este encuentro. Aparecen perturbaciones en
las fronteras de contacto cuando el límite entre el self y otros o entre el self y los
objetos se vuelve desdibujado o alterado, haciendo que el individuo pierda el
equilibrio y es frustrado por la no satisfacción de sus necesidades. Las perturbaciones
del contacto pueden adoptar la forma de aceptación de opiniones o valores de forma
acrítica (introyección), atribuir partes del self a otros (proyección), la inhibición de la
acción dirigiéndola hacia uno mismo: hacerse a sí mismo lo que querría hacerle a otro,
o hacerse a sí mismo lo que querría que otro le hiciera (retroflexión), evitación del
contacto en el sentido que se da un contacto frío, superficial (deflexión), o borrar o
minimizar las diferencias entre uno y los otros (confluencia). El ayudar a los clientes a
solventar las perturbaciones en el proceso de contacto es una meta básica de la
terapia Gestalt.
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realizar un contacto empático con el cliente. Yontef (1998, p.87) comentaba “el
diálogo es una forma especial de contacto en el que la gente está en contacto entre sí y
comparten lo que experimentan sin buscar un resultado, cada uno apreciando al otro
como una fuente separada de experiencia y valor, ambos diciendo lo que quieren decir
y dando sentido a lo que dicen. En el contacto dialogante el encuentro no es una acción
instrumental dada con el fin de alcanzar alguna meta, sino que el contacto con la otra
persona es un fin en sí mismo”. Debe señalarse que en la terapia Gestalt el self del
cliente es relacional. No existe un “Yo” o “me” o un “self” de forma aislada del
contacto con otros. Más bien el self emerge del campo en el cual es una parte cuando
interactúa con otro o el ambiente físico. El diálogo en la terapia Gestalt implica
confirmación, inclusión y presencia. La confirmación se refiere al terapeuta
imaginando cómo es ser como el cliente a la vez que confirma al cliente como una
persona separada, independiente y distinta. La inclusión implica desarrollar un
“sentimiento por” el punto de vista del cliente y captar su experiencia, sin evaluación o
juicio, mientras se mantiene un sentido separado del self. La presencia del terapeuta
es manifestada a medida que el terapeuta expresa observaciones, preferencias,
sentimientos, experiencias personales y pensamientos con el cliente en la medida que
parecen relevantes y con una discriminación apropiada. La confirmación, inclusión y
presencia del terapeuta están firmemente arraigadas en la calidez, respeto y cariño del
terapeuta hacia el cliente.
3. Teoría del campo, fenomenología y conciencia: en la teoría del campo, los sucesos son
entendidos mirando al campo completo del cual el evento es una parte. El foco está en
la descripción de la relación de las partes una con otra y con el todo. Debido a que
todas las partes del campo afectan a todas las demás, uno no puede entender el
comportamiento sin comprender el campo que existe en el momento en el cual la
persona que se comporta. Consecuentemente, un enfoque fenomenológico es
esencial en la teoría del campo porque la conducta del cliente sólo puede ser
entendida comprendiendo las percepciones subjetivas del cliente en el campo dado.
Una meta de la terapia Gestalt es incrementar la conciencia del cliente de “lo que es”
para alcanzar el insight. Por insight los terapeutas gestálticos quieren decir un diseño
del campo perceptual que clarifica las realidades significativas para el cliente a medida
que éstas pasan a primer plano. Esto significa ver de maneras distintas y frescas
nuevas Gestalts que se forman y que abren posibilidades alternativas de comportarse.
La conciencia del cliente de su experiencia inmediata es central en la terapia Gestalt.
De acuerdo con Yontef y Simkin (1989, p. 327): “La única meta es la conciencia… que
incluye conocer el ambiente, la responsabilidad por las elecciones, el
autoconocimiento y la autoaceptación, así como la capacidad para contactar”. Los
terapeutas gestálticos se centran en la conciencia del cliente sobre sus sensaciones, el
estilo de expresión verbal, la conducta no-verbal y el lenguaje corporal, la experiencia
afectiva y la conciencia sobre los deseos y valores del cliente. Enfatizan la
experimentación y procesamiento de la emoción en oposición a hablar de la emoción.
El proceso terapéutico implica a menudo la intensificación de la experiencia, un
aumento de la conciencia que posibilita la emergencia clara de la emoción y las
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