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un escándalo mediático debido a las lujosas adquisiciones de estos que se hicieron públicas
en las redes sociales, lujos producto del soborno y el contrabando de mercancías en el puerto.
Este tipo de noticias son comunes en Colombia, donde para la opinión publica la corrupción
y la política siempre van de la mano. Según la investigación de Camila Isaza citada por
Daniela Franco (2019) desde un análisis de prensa, los tipos de corrupción que más afectan
a los colombianos se dan en “la contratación, en la justicia, peculado, corrupción electoral y
clientelismo” sin embargo si se revisan las sanciones a delitos relacionados con corrupción
estos son: el soborno, la apropiación de bienes públicos, la extorsión y el nepotismo.
Todos estos hechos llevan a los ciudadanos a preguntarse ¿Por qué es tan común la
corrupción en Colombia? ¿Qué están haciendo los organismos públicos para evitarla? ¿es
posible evitar la corrupción? Todas estas son preguntas a la cuales se intentará dar respuesta
a lo largo de la presente reflexión. Para hablar de corrupción es necesario precisar el
concepto, cuando se habla de esta entonces se habla de “el abuso de posiciones, poder o
confianza, para beneficio particular en detrimento del interés colectivo, realizado a través de
ofrecer o solicitar, entregar o recibir, bienes en dinero o en especie, cambio de acciones,
decisiones u omisiones” (Vergara, 2006)
La corrupción en Colombia
La Fiscalía General de la Nación ha implementado diversas medidas con el fin de frenar la
corrupción, una de ellas por ejemplo es el Plan Bolsillo de Cristal: tolerancia cero con la
corrupción, que hace parte del plan de direccionamiento de los años 2016-2020. Hasta el
presente año este programa evidenció que 24.000 millones de pesos fueron apropiados de
manera ilegal por funcionarios públicos y particulares. (Caracol Radio, 2019). Sin embargo,
contabilizar la magnitud de un fenómeno como la corrupción o calcular sus costos es una
cuestión muy difícil por el carácter clandestino de las transacciones que se dan.
Estudios a nivel mundial indican que los países cuyos ingresos per cápita son bajos son
susceptible a niveles de corrupción más altos (Vergara, 2006). En Colombia, este fenómeno
no solo se produce por las condiciones económicas e institucionales sino por condiciones
sociopolíticas y culturales, inciden a su vez factores como el clientelismo y el narcotráfico.
(Calderón, 2018). “El mayor nivel de ingresos, la participación y libertad política, así como
la presencia y tamaño del Estado en la economía, aparecen como las variables más
estrechamente relacionadas con los niveles de corrupción”. (Vergara, 2006).
Los puestos públicos eran ampliamente apetecidos por las elites coloniales, “adueñarse de
las posiciones en la burocracia judicial de la colonia era una manera de capturar rentas”. En
el territorio colombiano, así como en muchos países que fueron colonias españolas, la
fragilidad de la autoridad de la metrópoli, los escases de garantías para el comercio y ante
una economía atrasada conforme a la del resto del mundo, “ocupar un puesto burocrático y
abusar de él, era una de las pocas actividades lucrativas disponibles para la clase dominante”
(Fajardo, 2002).
La metrópoli española no ofrecía la justicia como un servicio para todos y gratuito, la justicia
en las colonias españolas era “una valiosa prerrogativa subastada” a quienes tenían el poder
político o económico, siendo caldo de cultivo para el clientelismo, poco a poco se creo
entonces la creencia generalizada de que los servidores públicos no servían a la gente ni a las
instituciones sino a sí mismos.
Anticorrupción
La corrupción se convierte en una amenaza para el estado puesto que con fines económicos
genera por acción u omisión de los deberes de los funcionarios que se retarde y dificulte la
correcta administración de los recursos. Ante esto el Estado Colombiano, así como muchos
otros han implementado diversas normas con el fin de regular los actos de corrupción y darles
fin. Gómez (2018) afirma que “la Corte determina que la corrupción es taxonómica y
principalmente una amenaza, genera tensiones sociales y públicas, agrava la desigualdad y
se opone a la realización de los fines esenciales del Estado y su legitimidad política. Expresa
que la lucha contra ella es un propósito que no debe ser ajeno a ningún órgano del Estado”.
A continuación, se describen las principales medidas que desde la corte constitucional se han
dado en la lucha contra la corrupción. En 1995 se promulga el Estatuto Anticorrupción, el
cual buscaba el control de la corrupción en las actividades administrativas definiendo un
sistema de contratación y permanencia en el servicio público. Sin embargo, esta ley dio pocos
resultados y por el contrario logró que se especializara la corrupción. (Gómez, 2018).
La Ley Anticorrupción o ley 1474 de 2011, es una modificatoria al estatuto anticorrupción
la cual buscaba atacar directamente a las estructuras organizadas de corrupción, algunas de
las estrategias fueron:
Entre otros programas que se han implementado desde las diferentes estancias estatales,
programas que se han incentivado gracias a las normativas expedidas por la corte
constitucional. Como el ya mencionado Plan Bolsillo de Cristal y otras medidas que buscan
la transparencia del accionar publico administrativo, pues uno de los métodos para la
erradicación de la corrupción es la transparencia y la vigilancia tanto de los organismos
estatales como de la ciudadanía.
Conclusiones
A modo de conclusión es posible decir que la corrupción se vislumbra como un problema
estructural, que afecta la efectividad del Estado, la cual esta asociada con la incapacidad del
sistema judicial estatal.
Este problema se vincula con prácticas culturales que pueden asociarse con razones históricas
y que a su vez son prácticas que para la opinión publica son percibidas como social y
políticamente normales dentro de la función estatal.
Sin embargo, pese a los avances, estos instrumentos son insuficientes para acabar con las
dinámicas anticorrupción puesto que estas han evolucionado junto con la normatividad, las
maquinarias políticas en ejercicio del poder a su vez han aportado en la continuidad de la
corrupción.
Finalmente es posible decir también que la percepción de la corrupción no ha cambiado, y
para los ciudadanos del común esta es inherente a las actividades administrativas, y existe
desconfianza hacia el estado para frenar dicho fenómeno.
Bibliografía
Calderón, D. J. (2018). Redes de corrupción política: una revisión para el caso colombiano.
análisis político, 180-201.
Caracol Radio. (16 de 03 de 2019). Cada día se judicializan seis personas por corrupción.
Caracol radio, págs. 1-2.