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Dogmas de la Virgen María

1.- ¿En qué consiste el dogma de la maternidad divina de la virgen María?

La maternidad de María, dogma proclamado hacia el año 431 afirma que


María es la teotocos, es decir la madre de Dios. Este dogma reafirma la
unidad de la persona de Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre.

María es proclamada madre del hijo de Dios encarnado, su maternidad


divina se realiza por la humanidad de cristo, de este dogma se desprenden
todas las demás afirmaciones sobre María Santísima y se hace patente el
papel de María en el proyecto salvífico de Dios, en ella se cumplen las
promesas de Dios a su pueblo. Por ella Dios se hace hombre para redimirnos,
con ella Dios derrama su espíritu para todos sus creyentes, la grandeza de
María llega a tal punto que su disponibilidad de apertura a Dios se hacen tan
palpables que ella coge al salvador incluso antes de que este se encarnase en
su vientre. María acoge a Dios en su corazón, luego se encarna para darlo a
luz a todo el mundo.

A eso estamos llamados precisamente todos los cristianos a dar a luz a Cristo
por la Fe, María nos enseña a acoger y a dar a Cristo.

La virginidad perpetúa; este dogma fue definido en el segundo concilio de


Constantinopla en el año 573, tiene 3 componentes:

Primero, María concibió a por obra del espíritu santo.

Quiere decirnos que la encarnación de Jesús es una nueva creación de Dios,


la divinidad se hace presente en la humanidad, se anuncia una nueva
realidad radical del amor de Dios.

Segundo, la entrega que María hace a Dios de todo su ser.

Nos remite a la consagración que María hizo de si a Dios, una vida casta
pero realmente fecunda al amor de Dios.

Tercero, la cuestión del parto de María.


Tiene una gran fuerza simbólica, representa la pureza en la que fue
concebido y dado a luz nuestro salvador, así como el arca de la alianza que
contenía lo más sagrado para los israelitas, María nueva arca que contiene lo
más sagrado que es el verbo encarnado, es pura incluso después de darlo a
luz.

María es siempre virgen porque ella es terreno fértil para Dios en todo
momento, en María el cuerpo humano se convierte en espacio donde habita
el espíritu de Dios, ella nos enseña que somos templos de Dios.

La inmaculada concepción; definición dogmática declarada el 8 de Diciembre


de 1854, por el papa Pio Nono, el dogma afirma que María por ser la madre
del redentor fue enriquecida con una gracia especial que estuviera a la
medida de su misión, la sagrada escritura nombra a María como la llena de
gracia, fue preservada del pecado original, es decir remida antes de su
concepción, Dios le hizo santa desde su concepción libre de pecado y llena
del espíritu santo.

El privilegio de la inmaculada concepción es un don especial al que María


respondió con intensidad y pasión, lo puso al servicio de Jesús y de la
humanidad, conquistando su propia existencia y desarrollando su ambición y
sus capacidades humanas y espirituales, se hizo dueña de sí misma para estar
completamente abierta para Dios, este dogma nos enseña hacia donde
estamos llamados, hacer plenamente humanos dueños de nosotros mismos y
a vivir abiertos completamente a Dios que nos redime y trasforma nuestras
realidades de pecado en gracia.

La asunción a los cielos: este es el último dogma definido la asunción de


María a los cielos en cuerpo y alma, fue declarado por el papa PIO XII en
1950, presenta la glorificación de María en cuerpo y alma, ella ya participa de
la gloria de Dios de forma definitiva, este dogma afirma la primacía de la
salvación, que Dios otorga a toda la humanidad liberando de la muerte y la
corrupción eterna a todos los que creen en él.
María es la primera resucitada después de Jesús, Dios le ha otorgado una
bendición especial a toda su persona incluyendo su cuerpo, su ser se ve
trasformado por la gloria de Dios y ella vive de lo que Dios nos ha prometido,
participar del banquete de la vida y del amor.

Cada dogma nos dice que María es una persona humana como nosotros,
pero muy especial, acoge el misterio de Dios y se convierte en madre de su
hijo, nos enseña a coger el Don de Dios y a llenarnos de su gracia, a ser
discípulos de Jesús, a escuchar la palabra de Dios y a ponerla en práctica,
dejarnos transformar por Dios a tal punto de glorificarnos junto a su hijo
como ella lo hizo.

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