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Reflexión Sobre la libertad y el lenguaje

en Bertrand Russell.
Pedro Pablo Calvo Navarrete.
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

Introducción.
Libertad; cuestión humana, motivo de grandes luchas y motor de grandes hazañas. La
libertad al igual que la felicidad –conceptos, quizás íntimamente relacionados- parecen ser
el fin último al que tienden todas las acciones humanas. “¿Qué es la libertad?” pregunta el
filósofo, el artista, el hombre concreto quien vive diariamente buscando los medios para
emanciparse de aquello que lo oprime; y sin embargo no parece haber respuesta univoca,
aunque, por otra parte, parece absurdo realizar tal pregunta dado el carácter, evidente por sí
mismo, del concepto libertad.
A lo largo de este ensayo expondré la concepción acerca de lo bueno y lo malo en sí
mismo, así como el determinismo en la moral la ética de Russell; de esta manera pretendo
derivar, a partir de tales conceptos, una noción de libertad que si bien Russell no parece
exponer de manera explicita se trata de mantener fiel al pensamiento de dicho filosofo.
En su ensayo sobre los elementos de la ética, Russell afirma que el fin de ésta “es por sí
mismo, descubrir proposiciones verdaderas acerca de la conducta virtuosa y viciosa […]
tales proposiciones forman parte de la verdad […] El objetivo no es [entonces] la práctica,
sino las proposiciones sobre la práctica”1 tales proposiciones, a su vez, deben en primer
lugar, fundamentarse en ideas que permitan justificarlas, es decir, en razones; el filosofo –
menciona Russell- debe buscar las ultimas razones a las que sus posibilidades le permitan
llegar pues éstas resultaran ser suficientes cuando le permitan fundamentar sus argumentos.
Es preciso llegar entonces, a aquellas razones tan simples, sencillas y evidentes por si
mismas que no requieran prueba alguna para ser demostradas. Con respecto a este ¨método¨
propio de la filosofía analítica de Russell sería conveniente sacar a la luz un pequeño
párrafo que John Lewis escribe en su Bertrand Russell. Filósofo y Humanista:
En la esfera de la filosofía, Russell heredo la gran tradición de los empiristas británicos,
Locke, Hume, Bentham y Mill, […] estos hombres intentaron eliminar del pensamiento toda
entidad superflua y toda suposición arbitraria, […] esta corriente empirista tiene sus
orígenes en el filósofo medieval británico Guillermo de Ockham, que fue el primero que
enuncio lo que llegó a ser al principio guía de la filosofía de Russell –“no multiplicar la
substancias innecesariamente”-. De ahí proceden sus inacabados esfuerzos por reducir al
universo a un número cada vez menor de hechos irreductibles, un proceso que se logra
mediante la continua eliminación de los elementos no esenciales.2

1
Russell, B., Ensayos Filosóficos, p. 11.
2
Lewis, J., Bertrand Russell. Filósofo y Humanista, p. 13.
La investigación filosófico – ética de Russell consiste, en primera instancia, en analizar
datos o conceptos complejos para así construir, por así decirlo, proposiciones compuestas a
partir de constituyentes más simples; tales constituyentes o premisas resultan ser ideas o
nociones susceptibles de ser conocidas y comprendidas pero no definidas o probadas, pues
pretenden ser tan simples, abstractas y generales que podrían ser identificables con
cualquier noción que el razonamiento asimila de manera inconsciente. Tales razones a las
que se pretende reducir las cuestiones propias de la ética, en suma, constituirían los
supuestos necesarios para fundamentar toda proposición acerca de la práctica, objetivo
principal de la ética.
Desarrollo. Usar un subtítulo
¿Cuáles resultan ser estos supuestos, según Russell? Resulta evidente, –expone el filósofo-
que todas aquellas cuestiones de la ética acerca de la conducta, presuponen una noción
distinta de la conducta misma: son las cosas buenas o malas en sí mismas la que
constituyen tal noción, fundamental a toda ética. “Se llama buena conducta a aquella que es
un medio para otras cosas que son buenas por si mismas; de ahí que resulte necesario el
estudio de lo que es bueno en sí mismo antes de que podamos decidir sobre las reglas de la
conducta”3. Es de esta manera que Russell pretende mostrar que la ética debe dejar a un
lado el estudio de la conducta humana para enfocarse en el análisis de lo bueno y malo en sí
mismo, y partiendo de tales ideas ascender hacia el análisis profundo de la actividad moral
propia del hombre.
Indefinibilidad de bien y mal
En la sección segunda de sus Ensayos Filosóficos. Los elementos de la ética, Russell
demuestra que las ideas de bien y mal en sí mismo no pueden definirse, sino que solo es
posible demostrar una noción a partir de una caracterización en particular; “una
caracterización tal que sugiera la idea apropiada a la mente del interrogador. Esta
caracterización puede contener en sí misma, y probablemente la contendrá, la idea de bien
[o de mal]; lo cual aunque pueda ser un defecto en una definición, carece de peligro cuando
nuestro propósito es estimular la imaginación para que se suscite la idea que se desea”4; el
bien y el mal por sí mismos, en tanto nociones o ideas, resultan ser indefinibles e
indemostrables a partir de ideas más simples; incluso el referir las nociones de bueno o
malo a la totalidad de lo existente puede llegar a ser arbitrario, o en palabras de Russell:
Debe subrayarse una consecuencia muy importante de la Indefinibilidad de bueno, y es que
el conocimiento de las cosas que existen, han existido o existirán no pueden arrojar ninguna
luz sobre la cuestión de que cosas son buenas. En la medida en que la lógica lo permita,
puede haber una proposición general que diga que “todo lo que existe es bueno” o “todo lo
que existe es malo” o “lo que existirá será mejor (o peor) de lo que existe. Pero semejantes
proposiciones generales no pueden ser probadas considerando el significado de “bueno”, y
tampoco se puede llegar empíricamente, a partir de la experiencia, a tales proposiciones

3
Russell, B., op. cit., p. 13.
4
Ibídem, p. 14.
generales, dado que no conocemos el conjunto de todo lo que existe, ni de lo que ha existido
o existirá.5

Ante este panorama Russell parece adoptar una actitud racional que deviene en una
suspensión de juicio con respecto a la cuestión.
Subjetividad.
Esta aparente suspensión de juicio parece más bien estar dirigida hacia la imposibilidad de
una definición univoca del concepto de bien pero no así a una intuición subjetiva que según
Russell constituye un método6 para la valoración del bien y del mal. Ante las dificultades
que se presentan con respecto a la relatividad de lo que es bueno y malo en sí mismo
Russell argumenta: “a de admitirse, que en ultimo termino, el juicio “esto es bueno” o “esto
es malo” tiene que ser un juicio inmediato, que resulte simplemente de la consideración de
la cosa estimada y que no puede ser demostrado por argumento alguno”7 estos juicios
inmediatos referentes a lo que es bueno o malo en sí mismo no parecen basarse en otra cosa
que en una especie de intuición, en virtud de la cual el individuo, que está por decidir qué
acción debe llevar a cabo en determinadas circunstancias, aprueba dentro de su subjetividad
una determinada proposición con respecto a lo que es bueno o malo intrínsecamente.
Las evidentes diferencias que puede llegar a haber respecto de estos juicios inmediatos se
deben a múltiples elementos que, sin embargo, resultan evitables cuando se profundiza lo
suficiente en el lenguaje mismo, en palabras de Russell:
Creo que también ha de admitirse que, incluso después de haber tomado todas las
precauciones posibles contra el error, los juicios de valor inmediato de la gente difieren
todavía más o menos. Pero tales diferencias inmediatas me parecen la excepción; la mayoría
de las diferencias reales son de una especie tal que pueden disminuir mediante el
razonamiento [y más adelante escribe] concluiré que, aunque pueden admitirse algunas
diferencias éticas ultimas entre diferentes personas, la mayor parte, con mucho, de las
diferencias comúnmente observadas se deben a un planteamiento equivocado de la cuestión
o a la manera de una teoría apresurada que falsifica los juicios inmediatos. Se puede confiar,
por consiguiente, que de un pensamiento más claro puede derivarse una muy amplia medida
de acuerdo en cuestiones éticas8

Objetividad.
Es así como Russell parece descubrir cierta objetividad dentro de la propia subjetividad de
cada individuo capaz de llevar a cabo un juicio inmediato acerca de lo que puede ser bueno
o malo en sí mismo. Tal objetividad parece vislumbrarse a través del análisis profundo del
lenguaje. ¿Esta Russell apelando a una especie de Logos común y a su vez inherente a cada
individuo capaz de escucharlo a la manera de Heráclito? “Por tanto es necesario seguir lo
común; pero, aunque el Logos es común, la mayoría vive como si tuviera una inteligencia

5
Ibídem, p. 21.
6
Con respecto a este método es posible consultarlo en los Ensayos Filosóficos de Russell
7
Ibídem, p. 74.
8
Ibídem, p. 79.
particular.”9 Además “Los hombres deberían tratar de comprender la coherencia subyacente
a las cosas; está expresada en el Logos, la fórmula o elemento de ordenación de todas
ellas”10
¿De qué manera Russell apela a esta objetividad? Lo que es bueno y malo son cualidades
independientes de nuestros deseos u opiniones “de la misma manera que el cuadrado o
redondo”.11 Cuando se habla de algo que es bueno en sí mismo y no meramente como un
medio – expone el filósofo – “atribuimos al objeto una propiedad que puede tener o no, con
entera independencia de nuestra opinión sobre la cuestión, de nuestros deseos o de los de
otras personas” esta propiedad parece estar fuera del campo propio de la relatividad de los
deseos u opiniones propias y de otras personas; de esta manera la subjetividad que parece
estar implicada dentro de un juicio inmediato o aprobación subjetiva deviene en una noción
objetiva del bien en sí mismo; pues resulta absurdo –afirma Russell- una discusión acerca
de lo que es bueno cuando solo se quiere dar a entender una relación personal y subjetiva
en virtud de la cual un determinado objeto resulta bueno a cada quien.
Conclusión
De esta manera se ha llegado a una noción objetiva del bien, que, por un lado, es indefinible
y que, por otro, resulta posible intuir… ¿A priori? Russell parece tratar de llegar a esta
objetividad a través del análisis del lenguaje corriente, ¿es posible entonces, que se pueda
llegar a una noción universal de lo que es bueno y es malo a través del lenguaje? Y más allá
de esa cuestión, ¿se puede afirmar que, aun tomando en cuenta ciertos elementos
deterministas propios de la praxis humana tales como la causalidad, es posible sin embargo
llevar a cabo una libre deliberación con respecto a las posibles decisiones humanas? ante
todo y sin embargo, Russell apela a una noción intuitiva, no verbal, más bien experiencial
de aquello que es bueno en sí mismo, esta noción parece moverse entre la subjetividad y la
objetividad del lenguaje, concluyo que Russell apela quizá a aquello que queda oculto al
lenguaje, a aquellas ideas primitivas que parecen estar profundamente enraizadas en la
naturaleza de nuestro pensamiento; aquello que es posible comprender, pero no definir; a
aquello que quizá nos hace humanos libres de cualquier pretensión por cristalizar la
realidad a través del lenguaje.
Y volviendo a la pregunta, ¿Qué nos hace realmente libres? ¿No es acaso ya el lenguaje una
forma de determinación? Podemos preguntarnos ¿De qué podemos liberarnos? Pero
también es posible preguntarse ¿De qué no es posible liberarnos?

Bibliografía.
BERNABE, Alberto, Fragmentos Presocráticos. De Tales a Demócrito, ed Alianza,
Madrid, 2013.
KIRK, RAVEN, SCHOFIELD, James, John. Malcolm, Los Filósofos Presocráticos, ed.
Gredos, Madrid, 2005

9
DK 22 B 50 trad. G. S. KIRK, J. E. RAVEN Y M. SCHOFIELD p. 217.
10
DK 22 B 2 trad. G. S. KIRK, J. E. RAVEN Y M. SCHOFIELD p. 218.
11
Ibídem, p. 21.
LEWIS, John, Bertrand Russell. Filósofo y Humanista, ed. Ayuso, Madrid, 1972.

RUSSELL, Bertrand, Ensayos Filosóficos, ed. Alianza, Madrid, 2009.

COMENTARIOS:

 Es un excelente trabajo.
 El título es una especie de compromiso con el lector, entonces analizas la noción de
bien, pero no dices en qué consiste y tampoco trabajas el tema de la libertad.
CALIFICACIÓN: 10 (Diez)

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