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Entrevista. Romper reglas, esquivar lo recto, tomar desvíos dinamizan la obra del pensador
que publicó un ensayo donde mezcla filosofía y fábula.
“No conozco ningún método que haya jamás abierto el camino a una invención ni
ninguna invención a la que se haya llegado a través de un método –sentenció hace
unos días en el Salón Internacional del Libro de Turín, adonde vino a presentar el
libro–. Esto nos impulsa a liberarnos de lo abstracto, de lo fijo, de lo que ya está
formateado. Son los rengos y los zurdos quienes construirán el nuevo mundo
avanzando más allá de las reglas”.
–El libro se llama El zurdo rengo. El subtítulo en francés es “Potencia
del pensamiento” y en italiano, “Del método no nace nada”. ¿Cuál de
los dos subtítulos es más preciso con lo que usted postula?
–Me quedo con el italiano. En mi libro se habla del sendero recto, que sería el del
método, y del sendero que se desvía y se bifurca. Por eso lo represento a través de
un personaje que es zurdo y que no da un paso seguro y por eso renquea. Desde el
momento en que hay un método que se sigue, se avanza sobre una línea recta,
derecha. Un método no explica, significa un justo camino y listo, un camino que
nos llevará siempre a un destino determinado pero no nos permitirá jamás
desviarnos. No se inventa nada. Si queremos innovar deberemos dejar el camino
recto. De ahí la idea de desviación, de bifurcación. En vez de hablar de bifurcación
en general, he preferido hablar de un zurdo rengo que intenta todo el tiempo
desviarse. Con frecuencia me refiero a personajes de la mitología donde hay a
menudo rengos inventores.
–Para responder esta pregunta hay dos palabras clave, que son: equilibrar e
inadecuación. Justamente, la innovación requiere un desequilibrio, una
inadecuación, es decir que en estos procesos habrá una bifurcación; no se debe
seguir recto. Es una suerte de desequilibrio, y es esa la fuente propia del
pensamiento, pero ciertamente de la innovación y de la invención. Para innovar es
preciso salirse del camino previsto, bifurcar. Innovar significa bifurcar. Mi zurdo
rengo es alguien bifurcado en su propio cuerpo.
–Somos pesimistas porque estamos bien. Siempre habrá algún nostálgico que siga
sosteniendo que todo tiempo pasado fue mejor, pero tengo 85 años y, si miro hacia
atrás, compruebo que he visto la Segunda Guerra Mundial, la Shoah, Hiroshima y
todo lo que vino después. No siento nostalgia por un tiempo en el que moría una
infinidad de personas por día. Solo en Europa, hace setenta años que no hay
guerras, algo que no sucedía desde la guerra de Troya. Por eso sostengo que
vivimos una época que llamo “dulce”. Le propongo que busque en Internet cuáles
son las principales causas de mortalidad en el mundo. La guerra y el terrorismo
figuran entre las últimas. Los accidentes de tránsito y el tabaco provocan más
muertos.
–Suele ejemplificar su teoría a través de una historia o de un personaje.
¿La filosofía debe ser didáctica?
–Fuimos grandes amigos. Eran intelectuales irónicos, con un gran sentido del
humor, algo difícil de encontrar en Francia. Una vez viajé con Eco y me divertí
muchísimo. Recuerdo que le preguntaron: “Desde cuándo es célebre?”. Y él
respondió: “Lo he sido siempre, solo que la gente no se daba cuenta”.