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ARTÍCULO 11.-Los funcionarios públicos son simples depositarios de la autoridad.

Están
obligados a cumplir los deberes que la ley les impone y no pueden arrogarse facultades no
concedidas en ella. Deben prestar juramento de observar y cumplir esta Constitución y las
leyes. La acción para exigirles la responsabilidad penal por sus actos es pública. La
Administración Pública en sentido amplio, estará sometida a un procedimiento de
evaluación de resultados y rendición de cuentas, con la consecuente responsabilidad
personal para los funcionarios en el cumplimiento de sus deberes. La ley señalará los
medios para que este control de resultados y rendición de cuentas opere como un sistema
que cubra todas las instituciones públicas.

(Así reformado por el artículo único de la ley N° 8003 del 8 de junio del 2000)

En atención del deber de transparencia que debe caracterizar la función pública, según
dispone el artículo 11 constitucional, no puede la Administración negar el acceso a la
información que revista interés público, a menos que estemos ante secretos de Estado, datos
confidenciales o datos cuya divulgación puede afectar gravemente el interés general,
situación que en el presente caso no se demuestra. Sentencia 295-19

“El principio constitucional de legalidad, establecido en el numeral 11 de la


Constitución Política, es una piedra angular del régimen jurídico público y del Estado
de Derecho. La norma implica el sometimiento de la Administración Pública al
mandato de la ley, representando así una garantía para el administrado, al generar
previsibilidad en el actuar administrativo y brindar con ello seguridad jurídica. Sin
embargo, las derivaciones del principio no acaban ahí. En lo que interesa a este
proceso, resalta que los funcionarios públicos: deberán acatar con la ley y la
Constitución, rendirán cuentas y serán responsables por el cumplimiento o
incumplimiento de sus deberes. Cada uno de estos postulados se relaciona a su vez
con otros principios vinculados al ejercicio de la función pública, como se verá a
continuación.” Sentencia 7123-16

“La rendición de cuentas como el principio de legalidad funcional de los miembros


superiores de gobierno electos políticamente. En nuestro medio, tanto los
funcionarios públicos de elección popular como los ministros de Gobierno pueden ser
controlados en el ejercicio del poder que la Constitución Política y las leyes les han
conferido, sea directa o indirectamente por el Soberano (el pueblo); no hay duda que
estos funcionarios públicos –los ministros del Gobierno- tienen a su cargo asuntos de
interés público como de bien común, y deben ser controlados por el Parlamento
(como parte del sistema de los pesos y contrapesos entre los poderes de la
República). El principio de legalidad viene acompañado del principio de rendición de
cuentas, como instrumento de control de las actuaciones u omisiones de los
funcionarios públicos, como se ha dicho, también presente en el republicanismo.
Sentencia 3445-16

“es obligación de la policía municipal levantar un acta donde conste lo decomisado,


hacer constar que la persona afectada no quiso identificarse y entregarle copia de
dicho documento, precisamente para que tenga un respaldo, no solo de la legalidad
de la actuación, sino para que, si a bien lo tiene, gestione su reclamo”. SENTENCIA
16522-15

En el marco del Estado Social y Democrático de Derecho, todos y cada uno de los
entes y órganos públicos que conforman la administración respectiva, deben estar
sujetos a los principios constitucionales implícitos de la transparencia y la publicidad
que deben ser la regla de toda la actuación o función administrativa. Las
organizaciones colectivas del Derecho Público –entes públicos- están llamadas a ser
verdaderas casas de cristal en cuyo interior puedan escrutar y fiscalizar, a plena luz
del día, todos los administrados. Las administraciones públicas deben crear y
propiciar canales permanentes y fluidos de comunicación o de intercambio de
información con los administrados y los medios de comunicación colectiva en aras de
incentivar una mayor participación directa y activa en la gestión pública y de actuar
los principios de evaluación de resultados y rendición de cuentas actualmente
incorporados a nuestro texto constitucional (artículo 11 de la Constitución Política).
Bajo esta inteligencia, el secreto o la reserva administrativa son una excepción que se
justifica, únicamente, bajo circunstancias calificadas cuando por su medio se tutelan
valores y bienes constitucionalmente relevantes. Existen diversos mecanismos para
alcanzar mayores niveles de transparencia administrativa en un ordenamiento
jurídico determinado, tales como la motivación de los actos administrativos, las
formas de su comunicación –publicación y notificación-, el trámite de información
pública para la elaboración de los reglamentos y los planes reguladores, la
participación en el procedimiento administrativo, los procedimientos de contratación
administrativa, etc., sin embargo, una de las herramientas más preciosas para el logro
de ese objetivo lo constituye el derecho de acceso a la información administrativa.
Sentencia 15445-15

“el principio de legalidad constituye un presupuesto esencial del Estado de Derecho


y, por ende, del sistema democrático. Ergo, ningún ente ni órgano, que conforma la
Administración Pública, puede actuar si no existe una norma del ordenamiento
jurídico que lo habilite. Así las cosas, no es posible imputarle a la Administración
negligencia, falta de planificación, ineficiencia o ineficacia, toda vez que antes de la
entrada en vigencia de la Ley, sea a partir del 31 de octubre del 2014, la
Administración estaba jurídicamente imposibilitada para actuar; salvo que se
pretenda desconocer el principio de legalidad, tesis que, desde ninguna perspectiva,
puede validar la mayoría de este Tribunal”. SENTENCIA 4576-15
“…El artículo 11 constitucional, indudablemente, extiende el principio de
responsabilidad a los funcionarios, independientemente de su carácter -puede ser
imperativo, representativo, remunerado, permanente, o público, según lo
preceptuado en el artículo 111 LGAP-. Esto al establecer que ejercen sus funciones
como depositarios de la autoridad y, por tanto, sometidos al control de resultados y
rendición de cuentas. De otra parte, lo anterior se complementa con lo establecido
en los artículos 182 y 184 de la Constitución sobre el deber de responsabilidad de los
funcionarios por la administración de la Hacienda Pública. En este sentido, la Sala
Constitucional le ha reconocido a la CGR potestad sancionadora, no disciplinaria, ni
jerárquica, que puede ejercer en contra de todos los funcionarios públicos, en
ejercicio de sus competencias de vigilancia y fiscalización de la Hacienda Pública…”
Sentencia 1780-15

“…el principio general que la Administración debe estar sometida, de forma


permanente, a procedimientos de evaluación de resultados y rendición de cuentas.
Sin embargo, del texto Constitucional se desprenden muchos tipos de controles, por
ejemplo, el control de constitucionalidad (artículo 10), el libre acceso a los
departamentos administrativos con propósitos de información (artículo 30), el
establecimiento de una jurisdicción contencioso-administrativa con el objetivo de
garantizar la legalidad de la función administrativa del Estado (artículo 49), el control
político por parte de las Comisiones de la Asamblea Legislativa (artículo 121, inciso
23) y el control sobre la Hacienda Pública por parte de la Contraloría General de la
República (artículos 176-184); no obstante, debe indicarse que, en términos
generales, la forma en que la evaluación de resultados y rendición de cuentas ha de
realizarse no está constitucionalizada, sino que el propio texto constitucional admite
que debe ser una ley la que regule y detalle “los medios para que este control de
resultados y rendición de cuentas opere como un sistema que cubra todas las
instituciones públicas”. Consecuentemente, el establecimiento del tipo o modalidad
de control en esta materia es una cuestión que está librada a la libertad de
conformación del legislador…” Sentencia 13570-14

“…En el caso de las normas analizadas, la prohibición se encuentra dispuesta en leyes


de la República, lo cual se ajusta al principio constitucional de reserva de ley, que
significa que solamente mediante ley formal emanada del Poder Legislativo, por el
procedimiento previsto en la Constitución Política para la emisión de las leyes, es
posible regular y en su caso restringir los derechos y libertades fundamentales, todo
por supuesto en la medida en que la naturaleza, régimen de éstos lo permita, y
dentro de las limitaciones constitucionales aplicables. A su vez, el artículo 11 de la
Constitución Política establece el principio de legalidad y sienta las bases
constitucionales del deber de objetividad e imparcialidad de los funcionarios
públicos, lo que constituye el fundamento de las incompatibilidades. De manera que
el servidor público no puede estar en una situación donde haya conflicto o colisión
entre intereses públicos y privados. Asimismo, el régimen de prohibición para ejercer
la profesión tiene -ante todo-, un profundo contenido moral y ético, lo que se traduce
en la prohibición de que ningún funcionario público puede actuar para su propio
beneficio en el ejercicio de sus competencias públicas (en ese sentido ver sentencia
2000-00444 de las 16:51 horas del 12 de enero de 2000). Por ello, la prohibición
dispuesta tanto en el inciso c) del artículo 34 de la Ley de Control Interno y la frase
resaltada del artículo 14 de la Ley contra la Corrupción y el Enriquecimiento Ilícito en
la Función Pública tienen como objeto mantener la imparcialidad e independencia
funcionales de los auditores y subauditores internos y establece una restricción que
incluye todas las profesiones que dichos servidores ostenten. Dicha intención se
ajusta a los principios constitucionales de proporcionalidad, razonabilidad y legalidad,
pues los auditores internos en su condición de funcionarios públicos se encuentran
obligados a orientar su gestión a la satisfacción del interés público. De tal forma que
el legislador ha venido estableciendo en el ordenamiento jurídico los mecanismos
para prevenir, detectar, sancionar y erradicar la corrupción, no solo en la norma
cuestionada sino en el resto del ordenamiento jurídico (al respecto ver los artículos
18 y 38 de la Ley contra la Corrupción y Enriquecimiento Ilícito en la Función Pública y
la Convención Interamericana Contra la Corrupción). Indudablemente, este asunto
contiene un hondo contenido de los valores democráticos que informan al Estado
costarricense -artículo 10 de la Constitución Política-, en tanto imponen la necesidad
de la imparcialidad en el funcionamiento del Estado, como derivado del principio de
legalidad, objetividad y respeto de los derechos fundamentales de los ciudadanos. En
efecto, la independencia funcional que requiere la función de control a cargo de la
auditoria interna de las instituciones no podría lograrse si no existe un claro deslinde
entre estas funciones que tienen como objeto evitar que dichos funcionarios vean
disminuida su objetividad e imparcialidad de sus labores. A este efecto, debe tomarse
en cuenta dentro de una institución estatal, la auditoria interna proporciona a la
ciudadanía una garantía razonable de que la actuación del jerarca y la del resto de la
administración se ejecuta conforme al marco legal, técnico y a las prácticas sanas. De
modo que ambas actividades -la pública y la privada- en este caso, resultan ex cluy
entes, pues fácilmente pueden generarse incompatibilidades, conflictos de intereses,
superposición horaria, distracción de bienes públicos para fines particulares, etc. Bajo
esta inteligencia, el legislador consideró limitar en la norma cuestionada la libertad de
los auditores, subauditores y demás funcionarios de la auditoria interna de las
administraciones públicas de ejercer privadamente una profesión, por cuanto dicho
ejercicio resulta incompatible con el cargo público que se desempeña, y aunque
constituye una restricción a las libertades públicas, la finalidad es evitar el
surgimiento de conflictos de intereses, por lo que el interés público prevalece sobre
cualquier otro, justificación que resulta razonable y constitucional…” Sentencia
11454-13

“La eficacia como principio supone que la organización y función administrativa


deben estar diseñadas y concebidas para garantizar la obtención de los objetivos,
fines y metas propuestos y asignados por el propio ordenamiento jurídico, con lo que
debe ser ligada a la planificación y a la evaluación o rendición de cuentas.” Se
analizan los principios constitucionales de eficacia, eficiencia, simplicidad y celeridad
de la organización y función administrativas. Sentencia 3125-08

“El artículo 11 de la constitución política establece el principio de legalidad, así como


también sienta las bases constitucionales del deber de objetividad e imparcialidad de
los funcionarios públicos, que constituye el fundamento de las incompatibilidades; de
manera que el servidor público no puede estar en una situación donde haya conflicto
o colisión entre intereses públicos y privados.” Se analizan los principios de
irretroactividad de la ley, debido proceso e intangibilidad del patrimonio. Sentencia
444-00
“Los funcionarios públicos -todos, sin excepción- son simples depositarios de la
autoridad y no pueden arrogarse facultades que la ley no les concede, lo
correspodientes es acoger el amparo y anular el permiso que se concedió para la
construcción de esa vía; nulidad que no se extiende a las autorizaciones para "corta
de árboles" que ya fueron otorgadas -según consta en el proceso por tenérseles
como derechos adquiridos de buena fe. Sentencia 233-93

“El principio de legalidad que se consagra en el artículo 11 de nuestra Constitución


Política y se desarrolla en el 11 de la Ley General de la Administración Pública,
significa que los actos y comportamientos de la Administración deben estar regulados
por norma escrita, lo que significa, desde luego, el sometimiento a la Constitución y a
la ley, preferentemente, y en general a todas las otras normas del ordenamiento
jurídico -reglamentos ejecutivos y autónomos, especialmente-; o sea, en última
instancia, a lo que se conoce como el "principio de juridicidad de la Administración"
Sentencia 3410-92
“El principio de legalidad en el estado de derecho postula una forma especial de
vinculación de las autoridades e instituciones públicas al ordenamiento jurídico, a
partir de su definición básica según la cual toda autoridad o institución pública lo es y
solamente puede actuar en la medida en que se encuentre apoderada para hacerlo
por el mismo ordenamiento, y normalmente a texto expreso -para las autoridades e
instituciones públicas sólo está permitido lo que esté constitucional y legalmente
autorizado en forma expresa, y todo lo que no les esté autorizado les está vedado-;
así como sus dos corolarios más importantes, todavía dentro de un orden general: el
principio de regulación mínima, que tiene especiales exigencias en materia procesal,
y el de reserva de ley, que en este campos es casi absoluto.” Se analizan los principios
de intimación, imputación, inocencia, in dubio pro reo, legitimidad de la prueba,
inmediación de la prueba, identidad física del juzgador , publicidad del proceso,
valoración razonable de la prueba, pro sententia , doble instancia. Sentencia 1739-92

“Puede afirmarse que la potestad reglamentaria, esa competencia que se le asigna al


Poder Ejecutivo de desarrollar la ley (reglamento ejecutivo) no es un poder-deber en
sí mismo, puesto que depender del contenido de la propia ley, el que aquel se vea
obligado a desarrollar algunos de sus principios, pues correspondiendo al Ejecutivo
aplicar o velar por que la ley se aplique, en tanto sea necesario para ello decidir su
reglamentación. Es decir, la reglamentación se otorga al Ejecutivo como un
instrumento que facilita el ejercicio de administrar.” Sentencia 1463-90

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