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En los dos capítulos leídos de “Otra sociedad ¿otra política?

”, Subirats plantea la necesidad


del debate sobre la democracia que debería darse en el marco de una nueva realidad social
fundamentada en el desarrollo tecnológico (2011:66). El diagnóstico que hace Subirats es el
de un Estado social de derecho ecléctico, incapaz de responder, a través de las políticas
públicas, a las necesidades particulares de los ciudadanos (2011:78).

De modo que el primer paso que habría que dar hacia la constitución de una “nueva
democracia” es la separación de lo público/político de lo institucional y lo mercantil (Subirats,
2011:70). El interés común no puede depender de las decisiones de un Estado o de las
lógicas de la propiedad privada. Es ahí donde surge ese tercer espacio planteado por Subirats
y que refiere como el “espacio de lo común”. Se trata de una manera dinámica de ejercer la
ciudadanía en la que no se es un receptáculo de derechos reconocidos sino un agente activo
con responsabilidad sobre temas comunes (Subirats, 2011:86).

Quizá sea este el aspecto más destacable de la argumentación de Subirats: la defensa de la


capacidad creativa (en términos de gobernabilidad y organización) de los ciudadanos. Ahora,
también es cierto que, al menos en los capítulos leídos, y pese que sí lo menciona pero
superficialmente, no ahonda en esas contradicciones que el espacio de lo común acarrea
(evidentemente implica inclusión social, pero Subirats separa esta dinámica inclusiva de la
exclusión. Habría que preguntarse si toda inclusión no es, acaso, en un mismo gesto un
ejercicio de exclusión) ni en el papel que debe cumplir el Estado en esa nueva democracia
(Subirats sugiere que debe cumplir un rol posibilitador y no determinante, pero no ahonda la
forma de esa articulación entre un poder centralizado y un poder desde lo común basado en
el “policentrismo”).

En este escenario, el internet cumple un rol decisivo. Su uso puede potenciar las posibilidades
de la dispersión del poder y, por lo tanto, de una manera de entender la política y lo público
que escape a las lógicas autoritarias y capitalistas y se inserte en lógicas comunitarias
(Subirats, 2011:80). Frente a políticas públicas homogeneizantes que emanan de esa visión
anquilosada del ejercicio político (quisiera hacer hincapié en la responsabilidad ciudadana
respecto a la consolidación de este sistema de gobierno centralizado), el objetivo de estas
otras políticas públicas diseñadas desde colectivos capaces de autoagenciarse es luchar
contra la desigualdad y la injusticia “pero evitando la homogeneidad, reconociendo las
diferencias y planteando una fuerte defensa de la autonomía y la singularidad” (Subirats,
2011:83).

A modo de conclusión (¿y de interpelación?), Subirats reafirma lo que de fondo ya estaba


planteando en cada una de sus premisas y desarrollos argumentativos: “No habrá renovación
democrática sin ligarla a procesos reales de transformación social” (2011:94). Y, en todo caso,
esa renovación no está, y no puede estar, en manos del Estado o las leyes del mercado sino
en la capacidad de solidaridad de nosotros, ciudadanos, habitantes de muchos espacios
comunes.

BIBLIOGRAFÍA

Subirats, J. (2011). Otra sociedad¿ otra política?: De «no nos representan» a la democracia de lo
común. Barcelona: Icaria Asaco, 2011.

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