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SVETLANA ALPERS
EL ARTE DE
DESCRIBIR
EL ARTE HOLANDÉS
EN EL SIGLO XVII
Alpcrs, Svctlanir
t'l arte de describir:
el arte h<¡landés en el siglo XVll / Svetlana Alpcrs; cclitrrt¡r
Basarte; Ana Hib. - 1." ed..- Ciudad AutónJma de Buenos ¡r,r Arrr
eir.r, Á-plr.",,.i, Z0 la.
380 p.; 24 x 17 cm (Caleidoscópic a / Szir, Sandra M.¡
Svetlana Alpers llrrir vistrr rlt' t,rir i¡¡lt'siir 1l.r Vrrrr clcr I-lcytlcrr, lrr rrrcj'r tlc las
srryas; tkrs
It;rilcs rrr'¡1r0s sullicr¡tlo lir csc¡¡lcrrl. I,cst,lr r¡rrr,lrr «rbrrt cstií
¡crt6rrtlrr,
t oltlt¡ tlt' tosttttttllrt', ('()tt Brrllr tttirrrrcilt, tto hit olvirl¿ttl6 c¡¡¡sr.rv:1r..
rll
I' IL ARTE DE OEsCRIEIR
tNTRoDt,eclóN ll
t ' I rr¡t'rl lrtotttctttitt, l,as ttt¿ilras d'uuttcfitis (rccc1., l)rrrís, 196.5), p. 17.j. llixistcn vrrrirrs
Joshua Reynolds, The wo.rks^... containing bis D. iscourses... I r,t st,ttl'\ r's¡r;tttolits.
ders and Holland... ,4.^ ed.,3 vols. (Londr'er, [and] A Journey to Fran- I
2 lbid.,
1g09¡, z, iii, i-áó,,1e'rt_Zz, sel_eq.
' ll'1,1,, ¡r, .lt)4.
p. 369.
' ll't,1,, ¡r. l'l(),
TO EL ARTT D[ DESCRIRIR tNf noDUcclóN lt
Y Fromentin compara concretamente, desde esta perspe ¡r(.¡trll¡illl«rnial. l,«rs rrlc¡¡rcs hcbccl«rrcs s«rtr glotottcs, lrrtra¡¡itttcs «1, tlllís
holandesa con la "actual escuela" (francesa), heredera
ctiva, ra pintura l,r,,l,¡rblcntcntc, víctirrrlts clc los ¡llircercs clel serlticl<l dcl gusttl, colno ltls
académica de los Irrrrsitr»s s«lt víctill¿ts clc los placeres clel oído. b,ldespliegue de reloies o clc
italianos.
ll,,rr.s r.x«iticirs quc sc marchitan son ejercicios sobre la vanidad hurnrll.l¿t'
1 ,,,, rt orrrigrrrfos han sentado el principio de que en la pintura holandesrt
Aquí encontraréis fórmulas, una ciencia que se puede
poseer, un conoci- ,1,.1 ,,r¡ql«r xvtt, el realismo encubre bajo su superficie descriptiva un si¡¡ni-
miento adquirido que ayuda al examen y lo sustituirí,
en caso necesario Ir,,rtlo oculto.
¡ por así decirlo, le dice a la vista lo que tiene que
ver y al espíritu lo I't,r'o r,st¿t rnoda de apelar a Ia comprensión de sus entrañas literarirls
que debe sentir. Alrí, nada de esto: un arte que
se adapta ara naturareza lr,r rostrrclo muy cara a la experiencia visual. El propio arte holandés sc
de las cosas, un conocimiento que queda orvidado
,rrt. los pormenores lr,,,t\lr.rr clcjarse ver así. La cuestión dista mucho de ser nueva. Su origctt
de la vida, nada preconcebido, nada que preceda
a la simple, intensa y Irlrrc lrríccs profundas en la tradición del arte occidental.
sensible observación de lo que hay.7
lrr ¡,,rrr{o considerable, el estudio del arte y de su historia ha estacltr
,l,,rrrrrr,lrl«r por el arte de Italia y por su estudio. Esta es una verdad qttc
Es muy significativo, y sumamente acertado,
como veremos, que Fromen- 1,,,, luslori¿rclores del arte, en la actual fiebre especializadora de sus tem¿ls y
tin vuelva a un tema que también había anunciado Reynorás, ,,u,, ('\t rrrli«rs, corren el riesgo de ignorar. El arte italiano y la retórica para
que la rela-
ci«in de este arte con la realidad es iguar que la
de la propia visra. lr,rl,l,rl tk.i'l no solo se han impuesto en la práctica de los artistas dentrtr
En nuestro tiempo, los historiadores del arte han
áesai.ollado una rer- ,1,,1 tr',,neo ¡rrincipal de la tradición occidental; también han definido cl
minología y han entrenado su vista y su sensibiridad
para que reaccionen r.,,tlr(lro rlc sus obras. Al referirme a la idea del arte en el Renacimient«l ita-
sobre todo a los rasgos estilísticos que componen
el arte: ra artura del Ir,rno, t.stoy pensando en la definición del cuadro formulada por Albcrti:
horizonte en el cuadro, la corocación de un árbor
o una vaca, raluz. De r¡r,r rrr¡rt,rficie o tabla enmarcada situada a cierta distancia del espectaclor
todos esos rasgos se habla como aspectos del arte
tanto o más que como ,t tl,rvrrs rlc la cual contempla un segundo mundo, sustituto del real. F,n cl
observaciones de Ia realidad vista. óada artista
tiene su propia evolución l(,'rr.rtirrricltto, este mundo era un escenario en el que las figuras hulttatlas
estilística relativamente clara y nos es posibre ,..orro..i
la influencia de r,It('\(,nt,ll)irlr acciones significativas basadas en los textos de los poctils.
unos artistas en otros. En esto, como en la interpretación
de su temáti- | ,, r¡r ;¡'lr.¡rtrr¿rtivo. Y la omnipresente doctrina delutpicturapocsi.s sc itt-
ca, el estudio del arte holandés ha adoptado instrumenros
analíticos en \,,, ,tlrrt ¡rrtra cxplicar y legitimar las imágenes por su relación con prcvi«rs y
principio desarrollados para tratar el ,.ie italiano.
Al espectador que ad_ ,,,rr tr)\ilntos tcxtos. A pesar del hecho, bien conocido, de que fuer«ltt pocils
mira el brillo de un vestido de Ter Borch se re dice
que la mujer 1,r,, ¡,1¡¡l rlrrrs itrli¿rnirs re¿rliz¿rdas exactamente según las prescripci<lt-lcs tlc lit
del lustroso traje es_una prostituta, requerida o comprada^hár^
ojos; que las apesadumbradas mrrchachas que tan
ante nuestros l,r,r\P(.(tivrr albcrti¿urir, creo que es justo decir que esta definición ¡¡cttcrltl
a menudo vemos va- rlr,l trr¡rrlro r¡rrc hc cxpLrcsto resumidamente fue la que los artistas itsillli-
cilantes al borde de una cama o una silla mientras
las atiende el médico l,rrorr y lrr t¡rrc finirlltrcntc instalar«rn en el programa de la Acadcnriit' l)or
han quedad o embarazadas antes de casarse y que ",rllrr.r'tirr¡r1 ", pucs! tlo clttictlcl«r un tipo petrticular de pintr.rra del siglo XV,
las que se miran en un
,,nro rrr¡is hit.rr rrn nlorlcl<¡ gcn('rico y penttanentc. Fue l¿r base clc csa trit-
6 lbid., p. 183. ,lt, t,,lt r¡rrc los ¡rirrt«lrcs sc sinticr«rn «rhligacl«rs lt cltrttl¿tr («r lt rcftttltt') lrrrstlr
? Ibid., p.228.
l,l,.rr r.lrtrrrtl«r t,l si¡¡lo xtx. Iir¡c lrt trnclici«in, atlctttiis, c¡trc proclttj«l rt (ii«rr¡¡irr
\',r,,,rri. r.l ¡lrirrrcr ltistoriirrlor tlt'l ltrtt'y cl ¡rrirrrcr t'scrit«rr t¡ttc fortltttl«i ttttt¡
¡¡ ll Afrtt t)f nt 'i('Rtn[r tNllr()t)(,( ( t(')N tt
historia del arte autónoma. Muchas generaciones de artistas cn Occiclcnte ll,rrrt,u'l;t ;tsí, r¡ttisit'rrt sitrrrtr rrri trrtllltjo sollrc cl r¡rtc h«rlltnclós. Y si cn lrrs
y toda una corriente central de literatura artística se comprenden con estos l',rlIil;ts r¡ttt'sigttcn nrc ltclcntr<¡ cr, cstc artc cn pilrtc ll trltvós clc str r/l/i,-
parámetros italianos. Desde la institucionalización de la historia del arte tt'ut ttl to¡t t'l ¿trtc clc ltlrliit, n() cs p()r s()stcncr únic¿rrncntc rrna ¡l«rlariclitcl
como disciplina académica,las principales estrategias analíticas con que lrrtrc r'l n()r'tc y cl suq cntre Holancla e ltalia, sino por poner de rclicvc
se nos ha enseñado a ver e interpretar imágenes -el estilo, como propuso r rr,rlcs lir cr»llclici«'ln, ¿l n.ti parecer, de nuestro estudio sobre cualquier ti¡ro
Heinrich'Vfóffflin, y la iconografía, como propuso Erwin Panofsky- fue- nr r llrcl'lilrrr«r clc imiígenes.
,r
ron desarrolladas en relación con la tradición italiana.s ll,rv, sirr cnll)itrgo, una distinción pictórica y una situación histórica a
El puesto definitivo que el arte italiano ocupa tanto en nuestra tradición Lr,, rllr('¡rrt'strrri'especial atención. Uno de los temas principales de este
artística como en nuestra tradición crítica demuestra lo difícil que ha sido Irl'r,, r's t¡rrc l«rs aspectos fundamentales del arte holandés del siglo xvll
encontrar un lenguaje apropiado para tratar tipos de imágenes que no r ,lt'llt'cllo clc toda la tradición nórdica a que pertenece- se entienden
encajen en ese modelo. De hecho, del propio reconocimiento de esa difi- nr'lrlr'('()rn() un arte de descripción ¡ en cuanto tal, distinto del arte
cultad han surgido algunas obras y escritos innovadores sobre el tema de rr,u r.rlivo dc Italia. Esta distinción no es absoluta. Pueden enconrrarsc
la imagen. Se han hecho a propósito de tipos de imágenes que podríamos nulr('r'()slls vlrriantes, incluso excepciones. Y, en cuanto a las fronteras
llamar no clásicas, no renacentistas y que de otra forma habría habido ¡1r'rr¡ir,rfir'rrs, la distinción ha de ser flexible: algunas obras francesas «r
que considerar desde la perspectiva de las cotas italianas. Me estoy refirien- , .,¡',¡¡¡r¡l;¡*, incluso algunas italianas, pueden considerarse provechosa-
do a los escritos como los de Alois Riegl sobre los tejidos antiguos, el arte rn..nr('¡rrrrrícipes de la manera descriptiva, mientras que las obras de
tardoantiguo, el arte italiano posrenacentista o los retratos de grupo holan- l(1¡lrcrrs, trrl ntirdico iniciado en el arte de ltalia, pueden considerarse
deses; los de Otto Pácht sobre arte nórdico en general; de Laurence Gowing ',, ¡¡rrr lrr nr¡r'rcra que él adopta en cada caso. El valor de esta distinción
sobre Vermeer o, más recientemente, de Michael Baxandall acerca de la f'lt,r ('n lo c¡rrc pueda ayudarnos aver.La relación entre estas dos ma-
escultura alemana en madera de tilo y de Michael Fried sobre la pintura rlr,r\ (l('ntro clel propio arte europeo tiene su historia. En el siglo xvrr,
francesa "absorbente" o antiteatral (léase antialbertiana).e Aunque difie- r lrr,'¡i,, cn cl xtx otra vez, los mejores y más innovadores artistas de
ren en muchos aspectos, cada uno de estos autores sintió la necesidad Iru,¡rr¡ -()rrravaggio, Velázquez y Vermeer, después de Courbet y Ma-
de encontrar una nueva manera de considerar ciertos tipos de imágenes, rr't ¡rrrrt'ticrrrorr una manera de representación pictórica esencialmente
al menos en parte por la conciencia de su diferencia con respecto a las ,1,",. r'r¡rtivil . "l)escriptivo" es, en efecto, el adjetivo que puede caracte-
normas ofrecidas por el arte italiano. En esta corriente, si se me permite ur,rr rrruchrrs clc lers obras a las que solemos referirnos vagamente como
tt',tltxlrts, ('ntrc l¿ts que se incluye, como apunto en mi texto en vari¿rs
rrr,r,,r(,nt's, lrt nt¿1uer¿1 de representación de los fotógrafos. Enla Cruci-
8 Este punto se trata extensamente en Svetlana Alpers, "Style is §ühat You Make lt: The
Vsual Arts Once Again" , en The Concept of Style, coord. Berel Lang (University of It\ttttt tlt' ,\tttt l'cdru¡ de Caravaggío, El aguador de Velázquez,la Damu
Pennsylvania Press, 1979), pp. 9 5-1L7. 1,,'r,ttttlo ¡tarlts clc Vcrmeer y el Déjéuner sur I'herbe de Manet, las figu-
e Véase Alois Riegl, Stilfragen (Berlín 1893; en español, Problemas de estilo, Barcelo- r,r', r'\trrrt strspcrrclidas en l¿r ¿rcción que se ha de representar. La cualidacl
na, 1980); Spiitrómiscbe Kunstindustrie (Viena, 1901; hay una versión italiarra, Arte rl',t,urtiirrt'ir, clctcrriclrr, clc cstas <lbras es un síntoma de cierta tensitin
Tardorromana, Ttrín, 1959); Das holliindiscbe Gruppenportr1t (Yieía, 193t;1." ed., , nlrt' los sul)ucstos nirrrirtivos clcl ¿rrtc y la atención a l¿r presentirci«'rrr
1902), y Die Entstehwng der Barockkunst in Rom (Yiena, 1908), publicado póstuma-
mente; Otto Pácht, Methodiscbes zur kunsthistorischen Praxis: Ausgewiibbe Scbriften ,1r"., r'i¡rt ivrt. l)itrccc hrtbcr unrr proporci<in invers¿1 elltrc la descri¡rci«in
(Múnich, Prestel-Verlag , L977); Laurence Gowing, Vermeer (Londres, Faber and Faber, ,rt('nl;t y lrt itcci«itt: lit ¿ttcnci«in ¡ lit supcrficic clc la rcalicl¿rcl clcscritir sc
1952, trad. al español, Buenos Aires-Barcelona, Emecé, 1968); Michael Baxandall, I,ff,r',r rl ('xp('r'rs¡ls tlt'lit rt'¡rrcscntlrcirin rlc la acci«in n¿lrrativ¿r. l)lrnofsky
The Limewood Sculptors of Renaissance Germany (New Haven, Yale University Press,
1980); Michael Fried, Absorption and Theatricality: Painting and Beholdcr in thc Age ll lr¡rt't'sri r'ott t's¡rt'cirtl rtcit'rt«r lt ¡rr«r¡r«isit«r rlc.f irrr vitrr lrycl<, otro ilrristil
of Diderot (Berkeley y Los Angeles, University of Califr¡rnia Press, l9tl0). ,¡r' tl';tlr;tio t.n l¡r ru¡rrrt.rlr rlt.scri¡rtivlr:
I' tI ARTE DE DESCRIEIR
tN?RoDUeetON !¡
L,l problerna consiste en que, a diferenci¿r del italiano, cl rrrtc rr«irclic«r Irltltio stls lllilrilvilltlsits lltutr¡uc cxtrirñils irrriígcrrcs cr¡ pilrtc dc cstc l¡isr¡r¡
no ofrece un fácil acceso verbal. No produjo su propio estilo clc crítica. r,rtllit'to. I'lstc fructífcro intcrcanr[rir¡ entrc krs iclealcs cxtranjcros y la tra-
Se diferencia tanto del arte del Renacimiento italiano, con sus manuales y tlt' l,ll llativ¿r fue infrecuente. Algunos artist¿rs clc Utrecht, corno
H9¡tlr«rrst
tratados, como de los realismos del siglo xrx, que fueron objeto de exten- I lt'rtlrick ter Brugghen, son a menudo clasificados como seguidores cle
sos comentarios periodísticos y de frecuentes manifiestos. Es cierto que, (' ,rr.rvrrggi.. Pero lo que hicieron fue responder
a un artista italiano quc, ¿l
a las alturas del siglo xvIt, la terminología y los textos italianos habían \rr \'('zr sc sentía poderosamente atraído por la tradición del norte
de Eur«r_
permeado el norte de Europa e incluso habían sido adoptados por algu- I,r. ( lrrrrrvaggio, podríamos decir,los devolvió a sus propias raíces nór«licas.
nos artistas y escritores. Pero esto produjo un desdoblamiento entre el llllrl parte importante de esa diferencia que se veía entre el arte italia¡r<¡
carácter del arte que se producía en el norte (en su mayor parte por arte- r'l
¡ rrtirclico era el sentimiento de la superioridad de Italia y la inferioridac{
sanos que seguían perteneciendo a gremios) y los enunciados verbales de rl,'l,,r l)¿íses Bajos. La convicción de los itariano..orr r.rp.cto a la aut«¡-
los tratados con respecto a lo que era el arte y cómo tenía que hacerse. Un rr,l,r,l r'¡cional y la soberanía de su arte queda perfectamente clara
en unil
desdoblamiento, en suma, entre la práctica nórdica y los ideales italianos. l¡rrrr\rl crítica del arte flamenco que Francisco de Holanda atribuye nacl¿r
Tenemos pocos indicios significativos de la tensión que pudo producirles nrr.u()s r¡ue al propio Miguel Angel:
a los artistas holandeses vivir en una tradición pictórica originaria mientras
admiraban, o mientras se les decía que debían admirar, ideales extranjeros. I-a pintura de Flandes... gustará... a cualquier devoto más que
ningurrir
Tenemos a los artistas que empezaron sus carreras haciendo pintura de histo- cleItalia. '. Parecerá bien a las mujeres, principarmente a las muy viejas
. a
ria (el pintor de arquitecturas Emanuel de §7itte, los discípulos de Rembran- lrrsmuy jóvenes, y asimismo a fraires y a monjas y a argunos caballeros
si.
dt, incluso Vermeer) pero que luego se dedicaron (con resultados más posi- sentido de la verdadera armonía. pintan en Flandes propiamente para
er-
tivos) a lo que se llama genéricamente pintura de género. Sabemos del papel gañar a la vista o cosas que los alegren y de las que no se pueda
hablar mal,
que hizo el grupo de artistas holandeses establecido en Roma.13 Se llamaban así como santos y profetas. su pintura se compone de telas,
construccioncs,
a sí mismos Bentuweghels ('pájaros de una bandada'), adoptaban nombres verdes hierbas de campos, sombras de árbores y ríos y puentes,
que elros lla-
cómicos y se dedicaban ahacer ceremonias de iniciación báquica en que a rnan paisajes, y muchas figuras por allí y muchas por acá. y todo
esto, ¿¡url-
lavez se mofaban de la Antigüedad y de la Iglesia. Se negaban a someterse a que parezca bien a algunos ojos, está hecho sin razón ni arte,
sin simetrí¿r
las regulaciones de los pintores italianos y acostumbraban dejar señal de su ni proporción, sin criterio ni audacia g finalmente, sin sustancia ni fuerza.r{
presencia en forma de ingeniosos grafitis en las paredes convenientes. Esta
forma de entretenimiento para sí mismos y de diversión para la sociedad I I ¡r;¡¡'¡¡f1¡ que sigue inmediatamente a este (y que, como es lógico,
no se citir
que los rodeaba era acaso una reflexión, podemos suponer, sobre el hecho .rr krs cstudios dedicados al arte nórdico)remata con un nuevo
argumento el
de su diferencia. Con sus carnavaladas pretendían un efímero triunfo sobre ',r'\'('r'() juicio de Miguel Ángel: "prácticamente la
única pintura que podem«rs
su sentimiento de inferioridad. En un sentido muy distinto, podemos iden- ll.rru.' buena es la que hacen en Italia y por eso ilamamts
iulianaa la buen¡r
tificar esa tensión en la naturaleza misma del arte de Rembrandt. Aunque I'rrf rrrrl". Volveremos a servirnos del testimonio de Miguel Angel, que no tienc
cabe pensar que no congeniara con las pretensiones pictóricas de sus com- r h's¡x'rtlicio. Por ahora quiero señalar que mientras se ponen .n
.l hrb., de ltalia
patriotas, tampoco podía, sin más, adoptar la manera italiana. Rembrandt l.r r',rz«in y el arte y la dificultad que implica copiar las perfecciones
de Dios, lir a
* I-, o¡." clásica es G. J. Hoogewerff, De Bentuuegbels (La Haya, Martinus Niihoff, " l't;ltrt''isctr tlc Ilolrtrtclrr, llt.ltitt!ttrt,lrtqr¡,r (l.isb<lo, l9tl3; tcxt()
cn p¡¡rtuguós c6¡ irrtrt¡-
t952),y algunos otros ejemplos de sus procedimientos satíricos nos los da Thomas tlrtttiritl y ll()tils ctl cs¡rrtt)ol por Arr¡.icl ('io¡rzrilcz (iarcía), p.2.1 5.
Kren, "Chi non vuol Baccho: Roeland van Laer's Burlesque Painting about Dutch Ar- 1lixist1.¡rrrr vcrsi<i¡r t.s
l),ilr()l¡r ¡rrtil{u¡r rlc M:rrrt¡cl l)cnis, l.§6.1, rccclit¿rtlr, p,,, íi,t1i,r,.,.,,, y ti.f,.s,i,,.t'¡", ¡irrrrrirr
tists in Rome" , Simiolus 1 1 (1980), 63-80. rrr l',1 l,)
¡! I I Afill t)t Df li(.tiln[¿
lN I l{( )l r(,( ( l(')N 20
¿Cómo tenemos que ver, entonces, el arte holandés? Mi conclusión es: ¡ir,rrrrlt's r'()ntrilstcs tlr' r'scltlrt (rlorttlc n() ill)ilrcc(' cl hr¡lltllrc prtrlt clltr l;t
tenemos que verlo en su circunstancia. Esta estrategiahallegado a hacerse rrr,'.lrtllr, un griur r()r() () r.ln11 vrrcrl 1'lucclctt c()ntrap()ncrsc c()rt clcscnfltcl«l
habitual en el estudio del ante y la literatura. Por considerar las circuns- ,r l,r ,lirrinrrta torrc clc una iglcsia lcjana); la falt¿r clc urr nrarco prcvio (la
tancias no entiendo únicamente ver el arte como una manifestación social, r,,rlrrl,rrl rc¡rrcsentaclir cn l¿rs pinturirs holandesas a menud«¡ parecc cor-
sino también lograr acceso a las imágenes mediante la ponderación de su r,rrl,r ¡ror l«¡s borclcs dc la obra o, a la inversa, parece extenderse más allá
ubicación, papel y presencia en el marco cultural general. Empiezo con el ,1, ',ur línritcs, como si el marco fuera un retoque final y no un recurso
ejemplo de la vida y algunas de las obras de Constantijn Huygens, secre- lrr'r ro rlc lrr composición); un poderosísimo sentido del cuadro como
tario del estatúder, copioso escritor y epistológrafo, e importante figura ,,rl,r'rli('i(' (como un espejo o un mapa, pero no una ventana) sobre la
cultural en los Países Bajos. Su temprano descubrimiento de Rembrandt r rr,rl ¡r¡¡1'11¡1r imitarse o escribirse palabras junto con los objetos; una in-
y su dedicación a las artes han suscitado desde tiempo atrás el interés de ,,t.,rln( irr en el artificio de la representación (ostentada con derroche por
los historiadores del afte y la literatura. En el fragmento autobiográfico lrr K,rll, t¡ue reiteradamente reelabora en pintura la porcelana, la plata
sobre su juventud, el arte figura como parte de una educación humanís- rr r l vrtlrio clelartesano junto a los limones de la natualeza). Por último,
tica, reinstrumentada para él por su padre. Pero al repasar su educación lrr l,r ,,hrir de los artistas holandeses resulta difícil tÍazaÍ una evolución
científica, tecnológica o (como él dirá) filosófica, llevada a cabo como una r,,rrlr.,lrtrl, COrno acostumbramos llamarla. Hasta el espectador menos
digresión del programa fijado por su padre, Huygens vincula las imágenes ,rr r,,,r,1,, ¡rucde percibir la gran continuidad que existe en el arte nórdico
ir la vista y la visión, específicamente a la nueva información que se hace rlr',,11 Vrrrr lryck a Vermeer, y en muchas ocasiones volveré la vista des-
visiblc gracias a la reciente tecnología confiable de las lentes. Huygens rl' ,l ,,i¡11«r xvII hacia fenómenos similares en obras anteriores del arte
¿ltcsti!{u¿l, y la sociedad que lo rodea lo confirma, que las imágenes eran n,'r rlr(,r. l)cr<) no se ha escrito ninguna historia sobre él según el modelo
plrrte clc una cultura específicamente visual, en contraste con la textual. +r,lntrv,r cle Vasari, ni creo que sea posible. Eso se debe a que el arte
l,.s cscrit«rs clc Michel l"oucault echaron luz sobre la distinción entre la ilr,.,r'(()llstituyó como una tradición progresiva. No hizo historia en el
¡rrinracía de la vist¿r y la representación propias del siglo xvIr y el énfasis ,¡r ltrt(lo t'rr cl que la hizo el arte italiano. Para el arte, tener una historia
rcn¿rcentista en la lectura e interpretación.r8 Este fue un fenómeno euro- r r ,',,r('st'ntido italiano es la excepción, no la regla. Lamayor parte dc
peo general. Pero en Holanda esta manera de entender el mundo se mate- 1,r,, rr.rrlici«¡nes artísticas indican lo que persiste en la cultura y Io que la
rialízó de forma plena y creariva en la producción de imágenes. ,,r,,rurl;1, no lo que cambia en ella. Lo que me propongo estudiar, pues,
Los holandeses presentan su pintura como descripción de la reali- rr,, , ,, l,r ltislt¡ria del arte holandés, sino la cubwra uisual holandesa, uti-
dad visible más que como imitación de acciones humanas significati- Ir¡,rrr,l, rur tónnino que le debo a Michael Baxandall.
vas. Tradiciones pictóricas y artesanales ya establecidas, ampliamente I rr llolrurclir, la cultura visual era fundamental para la vida de la s«rcic-
apoyadas por una nueva ciencia experimental y una nueva tecnología, ,l.r,l. l',rtlrí¡nl«rsdecirquelavistafueunmedioprimordialdeautorrcprc-
confirmaron el papel de las imágenes como el vehículo para un nuevo ,,, rr.t( t()n! y ltr cultura visual, una forma primordial de autoconcicttciit.
y seguro conocimiento del mundo. Algunas características de sus imá- ',r .l rr',rtlo fuc cl ¿irll'rito en que la Inglaterra isabelina se representír nt¡is
genes parecen depender de esto: la frecuente ausencia de un punto de ,
"nrlrl('tilnlcntc ir sí misntrt, cn Holanda fueron las imágenes las que cttttt-
vista fijo, como si la realidad tuviera prioridad sobre el espectador (cuál l,lrlrrrr t'st'¡'xrpcl. I'.st¡ clifcrcncia cntre las formas adoptadas para curnplir
es nuestra posición como espectadores es una pregunta que nos costa- r',,r lunr'irin ('s rl'ruy rcvcl¿rcl«rrir dc la diferenci¿r entre ambas sociedaclcs.
ría responder ante un paisaje panorámico de Ruisdael); el juego con ln llolirrrtlir, si rrrir¿urros nlris allii clc l«l clue normalmente se considcrltn
,,1,¡,¡,, ,¡¡'1Ístiells, cncontrirrcnros (luc llrs inrlígcrtes prolifcran ¡ror cl«lc¡uicr.
ñ^r. en particular Michel Foucault, Las palabras y las cosas (México, Siglo XXI, I !t,nt intl)t'('slts ('n lihr«ls, rt'iirllrs cll lr¡s tit¡'riccs y cn l<ls t'ttrttrtclcs, ¡rirrtltrllts
1968). , rr ,ru rrlcjos y, nillrrrillnl('nl('r cnntitrc¡rltts cn l¡ts ¡tltrcclcs. Y sc rc¡trcsctttrt
12 II Al,llt t)t t)t .,( t{ln[{
todo: desde los insectos y las flores hasta los nativos del Brasil
en tama-
ño natural o los enseres domésticos de los habitantes de Amsterdam. \ r n l',('n('r'¡rl rlt'l rrtt¡rltk¡ natttrltl plrrccc ult carnino rnrís ¡rrovcclroso r¡trc
Los
mapas impresos en Holanda describen el mundo y Europa ,rr
l,,ru olt'irtttrlo
t cl ¡rtc c«rtr los principios clc l¡ fc. Ncccsit¿rnros clcscs¡rc-
para ella mis-
ma. El atlas es una forma decisiva de conocimiento histárico r,rrl,rr('nl('uttrt hist«rrirr social de la religión holandesa (y de la s«rcicclacl
a través de
la imagen cuya extensa difusión en la época se debe Ir,'l,rrr,l,'r,l). A cstc rcspecto, convendría tener en cuenta algunos hech«¡s
a los holandeses. El
formato del atlas holandés fue ampriado por Blaeu en el siglo ,,,ur,, l,r crtrrr«rrclinaria falta de prejuicios o intransigencias religiosrts crr
xvrr a doce
volúmenes impresos en folio y luego en ei siglo xrx pasó ll,,l,¡¡¡,1,r (tlcsPuí's dcl único estallido del Sínodo de Dordrecht en 16lti)
,i..ro-irr", .o- rr
lecciones enteras de imágenes impresas. Está implica
cuestiones tanto de ',,nrl'r,u'irci<in con el resto de Europa. Las discordias, acusaciones, il.t-
formas de representación pictórica como de función social. ,lrr,,,r,'¡r'r ur'i«rncs, que se produjeron en Inglaterra por artículos de fe o clc
Mientras que
en otros países una batalla sería relatada en una gran pintura rrr,,r,rl lrrt'r'r¡rr n«rtables por su escasez en Holanda. Y cuando se dieron, n«l
de histoiia
preparada para el rey y su corte, los horandeses hr.írn h lil t( illt('l'()n pr()vocando enérgicas reacciones entre los artistas o escritr¡-
un popular mapa
de noticias. Esras distintas maneras de representación impiican Ir'', l'.u t't it'r'il c¡ue los holandeses no vieron una amenaza tan grave, c()lll()
también
diferentes conceptos de la historia. uno va ligado al sentidt
heroico de la lr,ilrr tl|.t ()lr()s eLrropeos, en que existieran opiniones opuestas acercn clc
pintura italiana y da trato preferente a los acontecimientos l,r ',,,, r,',l,rtl y clc Dios. Un estudio reciente sitúa acertadamente el reflcj«r
excepcionales,
lo que no ocurre con el otro. rlr r',t,r ,rr titurl cn el arte al señalar el carácter ecuménico de los interi«rrcs
Después de decir tanto sobre lo que este libro va a r r lr ,,r,r,,tr( ()s (lc Saenredam: modifica algunos arcos para homogeneizirr
trataÍ) quizá debe_
ría mencionar algunas cuestiones de las que no va a ocuparse. ,lr,,trrrrr,, t'stil«rs rrrquitectónicos y así borrar las diferencias históricas «r
sobre el
tema de la religión este libro no tiene, directament., | *illr',,r,nrllt's.l"
embargo, nada de lo que digo acerca de la cultura visual
-r.há que decir. sin l,r l,lcr';urcia tiene su lado práctico. Como la insistencia de los correr-
holandesa es
inconsecuente con las ideas religiosas de los holandeses r l,ilrlr',, ('n nlll¡rtcner los tratos con el enemigo durante los incesantes coll-