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elaborado por
EL EQUIPO DE PROFESORES
DEL CENTRO DOCUMENTACIÓN
1.2 CEDE MÚSICA PRIMARIA
GUIÓN - ÍNDICE
3. PERCEPCIÓN Y EXPRESIÓN
3.1. Percepción musical
3.2. Expresión musical
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
BARCELÓ GINARD, S.J. El nacimiento de la música en el niño. Universidad de las Islas Ba-
leares. Facultad de Filosofía y Letras (Tesis doctoral no publicada),
1992.
COMENTARIO BIBLIOGRÁFICO
Se cree que existe un innatismo universal en la percepción del hecho musical, aunque
mediatizado por la propia cultura. Blacking (1971) sugiere un concepto de “competencia mu-
sical universal” en su discurso antropológico sobre el pueblo de los Venda africano, en el que
la música forma parte de toda la vida comunicativa de la colectividad. Del mismo modo, la dife-
rencia entre músico y no músico no deja de ser una inexactitud, más bien habría que hablar de
grados como si de una “continuum” se tratara (Zuckerkandl, 1973). En el sentido más popular
estos términos están referidos a los que han practicado de un modo profesional o no alguna
faceta musical. Sin embargo, en los orígenes resulta imposible diferenciar entre los elementos
musicales y los que no lo son (Fridmann, 1988). Lo que Ruth Fridmann denomina “protorit-
mos” (P.R.) sería la base universal de cualquier tipo de lenguaje, algo que investigadores como
Chomsky, Smith y Miller han concebido como estructuras universales aplicables a cualquier
cultura y que tienen su apoyo en la naturaleza neurofisiológica del cerebro humano. Estos P.R.
El estudio del contexto sonoro parece una línea de investigación apta para dotar de
significado a los sonidos, las notas y la propia composición armónica de la obra musical, for-
mando una red de entramados significativos distintos en cada momento, que ayudaría a com-
prender de modo más preciso las distintas maneras de percibir un mismo hecho musical. Jor-
dan y Shepard (1987) insisten en esta línea sugiriendo la significatividad a través de las es-
tructuras tonales basadas en la escala diatónica:
“El contexto musical y la propia experiencia dotará de significado a lo que por sí mismo
no son más que ondas acústicas” (Handel, 1993: 321).
Los elementos gramaticales musicales, siguiendo a Handel (1993: 331 y ss.), que un
adolescente puede comprender y asimilar son:
• Estrictamente hablando, las siete notas musicales que componen la escala, con sus
respectivas alteraciones, y las relaciones tonales entre ellas, de manera que la percep-
ción de la tónica y la subdominante sea clara en la emisión monódica de la escala, bien
por grados conjuntos o disconjuntos. Aquí hay que tener en cuenta aspectos interváli-
cos de una gran influencia cultural. La profusa utilización de la tercera menor descen-
dente en el folklore español (Pedrell, 1910), hace que la facilidad de empleo de este in-
tervalo en España sea superior al de otros países. Cierto es, sin embargo, que la inter-
nacionalización de la música difumina cada día más estas fronteras diferenciativas so-
bre todo en:
− Las escalas mayores y menores, diferenciadas sobre todo por el tercer grado y
de un profuso empleo en la música occidental, y en
El contexto musical donde se da una determinada obra tiene también una gran influen-
cia en ser apreciada o no (Krumhansl, Bharucha y Kessler, 1982) y en el modo en el que se
percibe, como han estudiado Gregory y Varney (1996) examinando la .respuesta emocional a
una misma música entre un grupo de europeos y otro de indúes, comprobando que el propio
estilo cognitivo que genera una determinada cultura condiciona la percepción sonora.
La asimilación progresiva de estos elementos, del mismo modo como se asimila el len-
guaje materno, tal y como lo preconiza el método Suzuki (1969) constituye un dato experimen-
tal que avala la suficiente entidad que tiene la música para ser tratada como un lenguaje pro-
pio, que inserta sus raíces en el fenómeno acústico (Joos, 1948) y que puede llegar a inundar
de significado y expresividad el quehacer humano.
No sólo sucede esto así diacrónicamente, sino que, simultáneamente con otros desa-
rrollos, la realidad corporal cobra una especial significación cuando va acompañada de elemen-
tos musicales como el ritmo o la melodía. Ejemplo inefable de esta expresión lo constituye
cualquier muestra coreográfica en un ballet.
explayarse en este apartado. Baste apuntar solamente la importancia que se dan a esas di-
mensiones en el Curriculum escolar de Primaria.
La cada vez mayor cultura universalizada y la caída de las fronteras y límites culturales
no hace asistir a un tipo de expresión musical unificador, por un lado, y al mismo tiempo identi-
ficador. En la más alta cúspide de la expresión musical, como puede darse en expresiones
complejas, como las sinfonías, su comprensión excede el ámbito cultural en que fueron crea-
das, pero al mismo tiempo nos acerca a una expresividad profunda del hecho musical que está
al alcance de todas las nacionalidades. No extraña hoy día que en diferentes países del mundo
se interprete a Brahms , Schubert, o Liszt, con orquestas de las más variadas nacionalidades y
exista un poso de entendimiento interpretativo en su estética.
La realización de lo bello es una idea que en el clasicismo arraiga con fuerza en la ex-
presión musical. Por delante de lo expresivo, lo hermoso. En música, como en todas las artes,
el sentido de la belleza está estrictamente unido al momento histórico en que se desarrolla, pe-
ro aún siendo así, existen elementos universales que nos hacen definir las fronteras entre la
expresión burda y ruidosa y la sonoridad majestuosa y dignificante de una obra musical, o la
atractiva sencillez de los sonidos sencillos. La educación musical deberá tener en cuenta esta
dimensión y ayudar al alumno a encontrarla en el sonido y en las obras musicales.
Los avances en el conocimiento de los procesos musicales y sus efectos tienen una
rápida aplicación en la terapia de numerosas deficiencias multisensoriales. En el área del len-
guaje, ZoIler (1991) es pionero en utilizar la música en la escuela con niños con problemas de
expresión lingüística derivados de la falta de autoestima, sobrexcitación y conflictos emociona-
les. Mclntyre y Cowell (1991) comprueban los beneficiosos efectos de determinados tipos de
música en un grupo de adolescentes con problemas emocionales que se manifestaban en
agresiones verbales y conductas motóricas violentas. Los datos aportados confirman la utilidad
del uso de la música para canalizar las emociones. Liabman y MacLaren (1991) experimenta-
ron en esta línea el uso de la música en la relajación de adolescentes y en la disminución de
los estados de ansiedad en un grupo de 19 sujetos entre 13 y 18 años. Comparado con un
grupo similar donde en la terapia utilizada no se empleaba la música, el grupo donde sí se utili-
zó una música de características lentas y sugestivas bajó significativamente los niveles de an-
siedad según la puntuación aportada por el State-Trait Anxiety. Estos resultados provocaron
que cada vez más se introduzca en los estudios de los terapeutas la utilización de la música
(Jensen, McKinney, 1990, y Furman, Adamek y otros, 1992). Toma en muchos países fuerza
las asociaciones de musicoterapeutas, aplicadas en tareas relacionadas con diferentes ámbitos
de la salud mental. Citamos algunos estudios realizados:
• Las preferencias musicales como indicadoras del uso de las drogas en los adolescen-
tes (Dent, Galaif, Sussman, Stacy, Alan y otros, 1992).
• El efecto de la música como atenuante del dolor físico (Hekmat y Hertel, 1993), con-
tinuado por Perlini y Viita (1996) constatando experimentalmente la interacción de la
Música con el aumento o disminución del dolor físico.
• La incidencia que tiene la música sobre el cambio de actitudes de los mensajes emiti-
dos por los medios de comunicación (Middlestadt, Fishbein y Chan, 1994).
• El control de la respuesta emocional del niño a la música en relación con las conduc-
tas consideradas de riesgo socialmente, según las preferencias musicales que se de-
tectaban (Kendall, Dimsdale, East, Friedman, 1998).
• La adaptación a cada una de las fases que propone el modelo según el nivel de cada
una es debido a una estimulación certera que enriquecerá y ampliará su desarrollo tan-
to longitudinal como transversalmente, contribuyendo a que el proceso en espiral
Swanwick del desarrollo musical quede insertado en la personalidad global. Teniendo
la referencia en Piaget, Swanwick refleja el desarrollo musical desde los 3 a los 1 5
años en cuatro pisos o niveles o transformaciones. Los procesos que tienen lugar en
esta secuencia van ligados a modos de conocimiento:
Cada nivel se inicia con la exploración en uno mismo, y acaba con soluciones auto-
conscientes a problemas musicales propuestos por uno mismo.
• En el segundo nivel comienza una expresión en sus obras con materiales cogidos del
lenguaje cotidiano.
Una sistematización del desarrollo evolutivo musical hace plantear la cuestión sobre si
las distintas fases van surgiendo fruto del aprendizaje o estimulación o surgen de modo espon-
táneo. Ya se ha hecho referencia en los párrafos anteriores a la importancia de la interacción
con el ambiente. Al tratarse de un aprendizaje específico musical las fases constatan la capaci-
dad desarrollada por los sujetos en las edades que se citan, pero ciertamente no quiere decir
que existan en todos los sujetos. Aquellos que han recibido un entrenamiento musical más in-
tenso desarrollarán antes estas capacidades que los que no lo han tenido, de manera que un
niño de siete años puede desarrollar unas capacidades de interpretación instrumental, por
ejemplo, que un adulto nunca ejercerá por no haber tenido motivación o posibilidad, de aquí la
importancia del sistema educativo y su actuación, sobre el que más adelante nos extendere-
mos.
3. PERCEPCIÓN Y EXPRESIÓN
Los lóbulos temporales del cerebro de los dos hemisferios tienen un papel importante
en el reconocimiento y elaboración musical. Este papel es muy distinto para el lóbulo temporal
derecho y para el lóbulo temporal izquierdo (Barbizet y Duizabo, 1977). Los estudios llevados
a cabo con estimulación mediante microelectrodos implantados han averiguado que el lóbulo
derecho es indispensable para el reconocimiento y la ejecución de las melodías y de la proso-
dia, mientras que el lóbulo temporal izquierdo lo es para la elaboración del lenguaje y las
realizaciones musicales de un orden más elevado. Los estudios de Fabbro, Brusaferro y
Bava (1990) confirman estos resultados más recientemente, así como los de Kester, Saykin,
Sperling, O’Connor et al. (1991). Las lesiones producidas accidental o quirúrgicamente en la
región derecha, por ejemplo, hacían desaparecer la posibilidad de reconocer y tararear una
melodía.
La riqueza acumulada de información musical en cualquier persona, sigue unos circui-
tos sometidos a las leyes neurológicas. Bien es cierto que la actividad que engloba lo que lla-
mamos “Música” es extremadamente compleja y que abarca actividades muy diversas, desde
el reconocimiento de una melodía oída, cantarla, reconocer timbres, ejecutarla en un instru-
mento, leer una partitura, transportarla, componer, reconocer género, estilo, nombre, autor,
apreciar la armonía, etc. Esta complejidad implica diversas funciones cerebrales, que vienen
individualizadas como punto de diferenciación intercultural e interindividual.
Parece existir consenso general entre los autores de que el procesamiento de la infor-
mación musical forma parte del procesamiento general de la información cognitiva (Zenatti,
1969) puesto que cuando se constatan disminuciones de funciones de discriminación percepti-
va llevan también pareja una merma de la discriminación perceptiva musical. Estos datos son
confirmados por los estudios hechos por McLeish y Higg (1982) donde el retraso intelectual
general también implica retraso musical, y Ana Vera (1990) que comprueba que el retraso
mental conlleva también una inferior aptitud musical. En este engranaje en el que está inserta
la percepción musical como parte de un proceso mucho más general del fenómeno auditivo,
pero con características diferenciadas claramente, no se deben olvidar las múltiples conexiones
cerebrales que se estimulan y enriquecen ante el fenómeno musical. La constante estimulación
del córtex cerebral y sobre todo a su enorme plasticidad, que el neurólogo Donal Hebb (1994)
dejó patentamente demostrada, explica que los individuos que desarrollan una actividad ins-
trumental durante un período de tiempo suficientemente amplio enriquecen sus conexiones
neuronales cerebrales en el área cortical somatosensorial. La tomografía computarizada ha
dejado este dato visualmente demostrado (Elbert, Rockstroh, 1996). Según esta investiga-
ción, la propia cartografía cortical representa y determina al mismo tiempo las capacidades
perceptivas. La continua estimulación que provoca la práctica instrumental aumenta el campo
de conexiones dendrítico y por tanto su organización. Cuanto más tempranamente se inicien
estas actividades más duradera será la huella mnémica y mayor nivel de aprendizaje se alcan-
zará en menor tiempo. Por el contrario, la desaferenciación o falta de uso de los miembros re-
lacionados con una actividad concreta tendrá como consecuencia el no desarrollo de la zona
cortical correspondiente y, por lo tanto, una mayor dificultad progresiva para el desarrollo de
esa área a medida que maduran las neuronas (Jenkins, Merzenich y colbs., 1995).
Sobre el procesamiento de cada uno de los atributos musicales por las zonas cerebra-
les las corrientes localizacionistas han intentado, sin éxito, situar con precisión los puntos cere-
brales que sirven de soporte al procesamiento musical. El resultado ha sido comprobar cómo
las funciones propiamente musicales actúan en múltiples zonas interhemisféricas existiendo en
la práctica músical una notable excitación de zonas extensas bilaterales (Sanjosé, 1998: 43).
Esto tiene una repercusión en la consideración del valor educativo de la música en el cerebro
humano por la contribución que supone al desarrollo armónico de la totalidad de las funciones
cerebrales.
Por tanto, el docente deberá equilibrar las estrategias de aprendizaje para que, por tur-
no o de forma simultánea se despierten los mecanismos de nuestra dualidad cerebral” (Sanjo-
sé, 1998: 43-44).
Los sonidos son predecesores del lenguaje, por lo que antes de hablar ejercitamos
una. expresión previa. La búsqueda expresiva de los sonidos que nos rodean así como la pos-
terior elaboración de los mismos en forma de mensajes bien lingüísticos o instrumentales,
hacen de la música un arma de análisis y expresión diferente y única.
La natural curiosidad del niño por saber lo que le rodea encuentra en la música un
campo de desarrollo importante. El fenómeno sonoro como tal, la composición de obras expre-
sivas, la totalización de la música con otros elementos expresivos como la danza, teatro, mimo,
etc, el entendimiento de otras formas de expresión culturalmente diferentes, constituyen formas
de explorar la riqueza expresiva humana bien sea lejana a la propia cultura o la que se puede
dar en el entorno inmediato.
Los diferentes elementos que conforman el lenguaje musical son un puzzle apto para
jugar con ellos en multitud de creaciones, invenciones, juegos y actividades que favorecen la
creatividad e ingenio como pocas artes son capaces de hacerlo. El ejercicio de la creatividad, la
creación, tiene que estar al alcance del niño permitiéndole relacionar las experiencias sonoro-
musicales con su mundo real. Esto se puede conseguir en tres etapas (Del Campo, 1995): ex-
teriorización, modelación y organización de la propia experiencia. La fantasía que posibilita la
reorganización de los actos del individuo a través de la música contribuye al mismo tiempo a un
proceso racionalizador que pasa al plano consciente de la mano de la música. De este modo
reconoceremos con Small (1989) que la capacidad creativa es previa al saber, y que sólo me-
diante el hacer se logra liberarla y aprovecharla al máximo.
Por otro lado los proceso infantiles de socialización y apertura a los demás claves en el
desarrollo de la personalidad egocéntrica infantil, se ven fuertemente reforzados por las activi-
dades que se desarrollan en una clase de música: tocar y cantar en grupo, escuchar a los de-
más, etc...
Como más adelante veremos en los temas el juego es inherente a la condición infantil.
Su utilización como herramienta didáctica es indispensable a un buen educador. Pero el conte-
nido de la palabra juego no es sólo pasatiempo, banal y vacío, sino también aprendizaje, socia-
lizador, creativo, activador de habilidades. Todo esto se puede conseguir mediante lo que Po-
sada (1996) llama “ludis musicalis”. El concepto de los mismos inserta estas características del
juego proponiéndose en los mismos:
− Comunicación.
− Creatividad.
− Educación de la personalidad.
− Aprendizaje.
Primero oírlo, después comprenderlo y codificarlo y más tarde repetirlo, imitarlo. Des-
pués improvisar con el mismo, hasta, incluso, ser capaz de dialogar con él, demostrando que
es posible una comunicación: es este caso una comunicación internacional.
El currículo abarca todo aquello que el medio escolar ofrece al alumno. Aprender no
sólo conceptos, sino también principios y procedimientos y abarca, tanto los medios a través de
los cuales la escuela proporciona esas oportunidades, como aquellos por los que evalúa los
procesos mismos de enseñanza y aprendizaje.
Siguiendo el Real Decreto del MEC 21409 Real Decreto 1513/2006, de 7 de diciembre,
por el que se establecen las enseñanzas mínimas de la Educación primaria, se esta-
blecen las siguientes capacidades a desarrollar en la E.P.:
1. La expresión vocal y el canto, por ser la voz el medio más natural con que con-
tamos en el ámbito musical.
Los bloques de contenido son múltiples relaciones entre sí, pueden dar lugar agrupa-
ciones temáticas muy diversas.
El profesor elegirá de cada bloque los contenidos de cada tipo que considere más ade-
cuados para la unidad didáctica que en ese momento se vaya a desarrollar.
Los criterios que se pueden seguir en el proceso de secuenciación de los objetivos son:
• Continuidad y progresión: se retorna con cada ciclo los objetivos del anterior y
se desarrollan con una mayor amplitud. Esto facilita una progresión en su apren-
dizaje.
a) Primer ciclo:
Bloque 3. Escucha
− Identificación y representación corporal de las cualidades de sonidos del
entorno natural y social.
− Audición activa de una selección de piezas instrumentales y vocales bre-
ves de distintos estilos y culturas.
− Reconocimiento visual y auditivo de algunos instrumentos musicales e
identificación de voces femeninas, masculinas e infantiles.
− Identificación de la repetición (AA) y el contraste (AB) en canciones y
obras musicales.
− Curiosidad por descubrir sonidos del entorno y disfrute con la audición de
obras musicales de distintos estilos y culturas.
− Conocimiento y observancia de las normas de comportamiento en audi-
ciones y otras representaciones musicales.
Bloque 3. Escucha
− Discriminación auditiva, denominación y representación gráfica de las
cualidades de los sonidos.
− Audición activa de una selección de piezas instrumentales y vocales de
distintos estilos y culturas y reconocimiento de algunos rasgos característi-
cos.
b) Segundo ciclo:
c) Tercer ciclo:
Bloque 3. Escucha
− Audición activa y comentario de músicas de distintos estilos y culturas,
del pasado y del presente, usadas en diferentes contextos.
− La actividad el alumno debe ser tenida en cuenta como parte esencial del pro-
ceso de enseñanza y aprendizaje.
− Es necesario prestar una atención especial a la motivación del niño hacia las
actividades de comunicación y expresión.
a) Primer ciclo:
b) Segundo ciclo:
Se quiere comprobar con este criterio si son capaces de mostrar los cono-
cimientos adquiridos en la observación por medio de descripciones e infor-
maciones relevantes sobre elementos del lenguaje visual y musical presen-
tes en las manifestaciones artísticas y en el entorno y de expresar oralmen-
te sus apreciaciones personales sobre el hecho artístico.
Este criterio permite evaluar si son capaces de establecer una relación en-
tre lo que oyen y lo representado en musicogramas o partituras sencillas
con distintos tipos de grafías, así como de representar gráficamente (me-
diante dibujos o utilizando signos gráficos que conocen o inventan) los ras-
gos característicos de la música escuchada.
Con este criterio se intenta valorar si son capaces de seguir un proceso or-
denado y de utilizar criterios adecuados para crear una pieza musical a par-
tir de la selección, combinación y organización de una serie de elementos
dados.
c) Tercer ciclo:
Con este criterio se quiere comprobar el conocimiento que los niños y las
niñas tienen de las manifestaciones y hechos artísticos tanto del entorno
más próximo, como de otros pueblos, su implicación sensible en la obser-
vación de la realidad y su capacidad para formar criterios y opiniones.
• ¿Cómo?
La valoración del propio trabajo es una actitud que se aprende y que no sólo pro-
mueve el conocimiento del proceso expresivo e investigador, sino que también
desarrolla la propia responsabilidad personal.
• ¿Cuándo?
La U.D. debe estar conectada con el currículum, por lo que a la hora de su elaboración
deberá seguir un proceso que haga posible su inserción dentro de la programación prevista. Se
sugieren los siguientes pasos:
• Elección de tema de la unidad didáctica, de acuerdo con los intereses de los alumnos
y las características del centro.
• Selección de los contenidos que se van a trabajar y relación con los de otras áreas.
RESUMEN
tado de Darwin “Las expresiones de las emociones en el hombre y en los animales” (1882),
estudiaban ya estas manifestaciones.
El estudio del contexto sonoro parece una línea de investigación apta para dotar de
significado a los sonidos, las notas y la propia composición armónica de la obra musical. Jor-
dan y Shepard (1987): la significatividad a través de las estructuras tonales:
• Los estudios realizados entre el paralelismo del lenguaje y la música ponen de relieve
una “intuición perceptiva” que adquiere aspectos de gramática, en el sentido de fun-
cionar como un modelo de escucha tanto en el lenguaje como en la música (Chomsky,
1965; Lerdahl y Jackendoff, 1983).
Los elementos gramaticales musicales, siguiendo a Handel (1993: 331 y ss.), que un
adolescente puede comprender y asimilar son:
• Estrictamente hablando, las siete notas musicales que componen la escala. Aquí hay
que tener en cuenta aspectos interválicos de una gran influencia cultural. La profusa
utilización de la tercera menor descendente en el folklore español (Pedrell, 1910), hace
que la facilidad de empleo de este intervalo en España sea superior al de otros países:
− Las escalas mayores y menores, diferenciadas sobre todo por el tercer grado y
de un profuso empleo en la música occidental, y en
− Los elementos armónicos que conforman la polifonía.
El contexto musical
La asimilación progresiva de estos elementos, del mismo modo como se asimila el len-
guaje materno.
La cada vez mayor cultura universalizada y la caída de las fronteras y límites culturales
no hace asistir a un tipo de expresión musical unificador, por un lado, y al mismo tiempo identi-
ficador.
La realización de lo bello es una idea que en el clasicismo arraiga con fuerza en la ex-
presión musical. Por delante de lo expresivo, lo hermoso. La educación musical deberá tener
en cuenta esta dimensión y ayudar al alumno a encontrarla en el sonido y en las obras musica-
les.
• Uso del aparato Somatron como modo de provocar y controlar respuestas positivas a
la música como fuente de satisfacción y relax (Madsen, Standley y Gregory, 1991).
• Las preferencias musicales como indicadoras del uso de las drogas en los adolescen-
tes (Dent, Galaif, Sussman, Stacy, Alan y otros, 1992).
• El efecto de la música como atenuante del dolor físico (Hekmat y Hertel, 1993), con-
tinuado por Perlini y Viita (1996) constatando experimentalmente la interacción de la
Música con el aumento o disminución del dolor físico.
Del mismo modo que en el adolescente el lenguaje hablado puede adquirir niveles de
madurez considerables, se puede aspirar a que esto mismo suceda en el campo musical, dado
que las estructuras cognitivas desarrolladas en paralelo con la maduración física, en mutua im-
plicación, pueden llegar a generar en esta etapa procesos cognitivos de gran expresividad y
creatividad.
Swanwick (1988):
• Refleja el desarrollo musical desde los 3 a los 1 5 años en cuatro pisos o niveles o
transformaciones. Los procesos que tienen lugar en esta secuencia van ligados a mo-
dos de conocimiento:
Cada nivel se inicia con la exploración en uno mismo, y acaba con soluciones auto-
conscientes a problemas musicales propuestos por uno mismo.
• En el segundo nivel comienza una expresión en sus obras con materiales cogidos del
lenguaje cotidiano.
3. PERCEPCIÓN Y EXPRESIÓN
Los lóbulos temporales del cerebro de los dos hemisferios tienen un papel importante
en el reconocimiento y elaboración musical. Este papel es muy distinto para el lóbulo temporal
derecho y para el lóbulo temporal izquierdo (Barbizet y Duizabo, 1977).
Parece existir consenso general entre los autores de que el procesamiento de la infor-
mación musical forma parte del procesamiento general de la información cognitiva (Zenatti,
1969).
Sobre el procesamiento de cada uno de los atributos musicales por las zonas cerebra-
les las corrientes localizacionistas han intentado, sin éxito, situar con precisión los puntos cere-
brales que sirven de soporte al procesamiento musical.
Los sonidos son predecesores del lenguaje, por lo que antes de hablar ejercitamos
una. expresión previa.
La natural curiosidad del niño por saber lo que le rodea encuentra en la música un
campo de desarrollo importante.
Los diferentes elementos que conforman el lenguaje musical son un puzzle apto para
jugar con ellos en multitud de creaciones, invenciones, juegos y actividades que favorecen la
creatividad e ingenio como pocas artes son capaces de hacerlo.
Posada (1996) llama “ludis musicalis”. El concepto de los mismos inserta estas carac-
terísticas del juego proponiéndose en los mismos:
− Comunicación.
− Creatividad.
− Educación de la personalidad.
− Aprendizaje.
A) ¿Qué enseñar?
Los contenidos:
1. La expresión vocal y el canto, por ser la voz el medio más natural con que con-
tamos en el ámbito musical.
Los bloques de contenido son múltiples relaciones entre sí, pueden dar lugar agrupa-
ciones temáticas muy diversas.
Los criterios que se pueden seguir en el proceso de secuenciación de los objetivos son:
Bloque 3. Escucha
Bloque 4. Interpretación y creación musical
a) Primer ciclo:
1. Describir cualidades y características de materiales, objetos e ins-
trumentos presentes en el entorno natural y artificial.
2. Usar términos sencillos para comentar las obras plásticas y musi-
cales observadas y escuchadas.
3. Identificar y expresar a través de diferentes lenguajes algunos de
los elementos (timbre, velocidad, intensidad, carácter) de una obra
musical.
4. Reproducir esquemas rítmicos y melódicos con la voz, el cuerpo y
los instrumentos y patrones de movimiento.
5. Seleccionar y combinar sonidos producidos por la voz, el cuerpo,
los objetos y los instrumentos para sonorizar relatos o imágenes.
b) Segundo ciclo:
1. Describir las características de elementos presentes en el entorno
y las sensaciones que las obras artísticas provocan.
2. Usar adecuadamente algunos de los términos propios del lengua-
je plástico y musical en contextos precisos, intercambios comunicati-
vos, descripción de procesos y argumentaciones.
3. Utilizar distintos recursos gráficos durante la audición de una pie-
za musical.
4. Memorizar e interpretar un repertorio básico de canciones, piezas
instrumentales y danzas.
5. Explorar, seleccionar, combinar y organizar ideas musicales de-
ntro de estructuras musicales sencillas.
c) Tercer ciclo:
1. Buscar, seleccionar y organizar informaciones sobre manifesta-
ciones artísticas del patrimonio cultural propio y de otras culturas, de
acontecimientos, creadores y profesionales relacionados con las ar-
tes plásticas y la música.
2. Formular opiniones acerca de las manifestaciones artísticas a las
que se accede demostrando el conocimiento que se tiene de las
mismas y una inclinación personal para satisfacer el disfrute y llenar
el tiempo de ocio.
3. Reconocer músicas del medio social y cultural propio y de otras
épocas y culturas.
4. Ajustar la propia acción a la de los otros miembros del grupo en la
interpretación de piezas musicales a dos o más partes y de danzas.
• ¿Cómo?
Los procedimientos técnicos y situaciones que se utilicen para evaluar han de acomo-
darse a las distintas capacidades y tipos de contenido, de manera que informen fiel-
mente sobre lo que se quiere conocer.
• ¿Cuándo?
• Elección de tema de la unidad didáctica, de acuerdo con los intereses de los alumnos
y las características del centro.
• Reflexión sobre las competencias expresadas en los Objetivos Generales e identifi-
cación de aquéllas que tienen mayor implicación con el tema.
• Selección de los contenidos que se van a trabajar y relación con los de otras áreas.
• Elaboración de los objetivos didácticos a partir de los Objetivos Generales de área.
• Diseño de las actividades de enseñanza, aprendizaje y para la evaluación, conside-
rando los objetivos didácticos y los contenidos propuestos. Secuenciación y temporali-
zación de las mismas.
• Aplicación en esta unidad de los criterios de evaluación señalados en el Proyecto Cu-
rricular de Centro.
• Puesta en práctica de la unidad didáctica y ajustes y modificaciones en las activida-
des que se consideren necesarias.
EDITA Y DISTRIBUYE: