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Un hombre bajito, vivaz, de perfil azoriniano, que fue soldado en el Río Napo a

los 17 años, y luego, contumaz político y habilísimo “croniqueur”, es uno de


nuestros buenos pero olvidados escritores: Humberto del Águila Arriaga,
risueñamente conocido por la bohemia limeña del veinte como el “Charapa”.

Del Águila nació en la hacienda Pipos, una remota propiedad familiar


ubicada en el límite entre los departamentos de Loreto (por aquellos días
todavía San Martín no existía como departamento) y Amazonas, en 1893.
Estudiante de la Universidad de San Marcos en 1913, compañero de aula de
Raúl Porras, Edgardo Rebagliatti, Bustamante y Cisneros, abogado, Del Aguila
es hombre de biografía desconcertante : “Tenía quince años. Los consejos y
habilitación de un poderoso comerciante español hicieron que me decidiese a
abandonar mi hogar y los estudios, y me lance a la Selva, de pronto me
encontré como jefe de más de cien hombres que habían llegado siguiendo a
ruta que les trazaron los treinta y dos puntos de la rosa de los vientos”.

UNA PAGINA QUE PARECE DE KIPLING

“El Collar del Curaca, de Humberto del Águila, página que parece
arrancada a un libro de Rudyard Kipling” escribió en 1926 en “La Hoguera”,
José Santos Chocano. El autor de “Alma América” no hacía sino reafirmar el
juicio general sobre la obra narrativa de del Aguila, cuya prosa llena de
ornamentos, de admirable lujo verbal y precisa adjetivación le colocan muy
cerca de los mejores modernistas. No en balde uno de sus más admirados
modelos fue Ventura García Calderón, a quien conoció en las circunstancias
más extrañas.

Corría el año 1923, Ventura García Calderón, convertido ya en mentor del


modernismo peruano, fue un día atacado con acrimonia por Manuel Bedoya.
A del Aguila le pareció que la ofensa inferida a su maestro sólo era posible
borrar en el campo de honor. Mandó sus padrinos a Bedoya, y, horas después,
se pactaba el duelo a sable. De ese lance, el “charapa” guarda un recuerdo
indeleble: una cicatriz en el rostro. Años más tarde García Calderón fue el
embajador cultural de varios escritores loretanos y, en especial, de del Aguila,
presentándole a la Editorial Aguilar, de Madrid, donde ha publicado su
hermosa colección de “Cuentos Amazónicos”.

Devorado por la política y el periodismo, el talento narrativo de Del Aguila


se consumió en la fugaz y mañanera crónica, en ese vivir a salto de mata de la
política criolla, que le restó sistema y sosiego a su labor creadora. No
obstante, para sus contemporáneos, para cualquiera que ahora lea sus
cuentos, del Aguila es un escritor que, como pocos maneja el idioma con una
donosura singular y, privilegio de unos cuantos, sabe llevarnos como un mago
por esas realidades inéditas que son materia de sus densos, originales
cuentos.

La mayor parte de la producción del “charapa” permanece inédita.


Guarda dos novelas.: “La Selva Llora por Dentro” y “La Novela de un
Pueblo” que pretende ser el resumen novelado de la historia del Perú. Si su
obra narrativa es prácticamente desconocida en el país, su producción
dramática lo es más aún, siendo ésta importante. Con “Caminos de Luz”,
obtuvo el Primer Premio en el Concurso Latinoamericano convocado con
motivo del Centenario de la Batalla de Ayacucho, así como con “Rebelión en
el Paraíso” el Premio Nacional de Teatro correspondiente a 1957. Otras piezas
son: “La Dama Blanca”, el único drama de valor literario ambientado en la
amazonía peruana; “Las Abandonada”, que fue estrenada en 1922 por la
compañía de Carlos Revoredo.

CRONICA DE GUERRA DESDE EL NAPO

En el semanario “Loreto Comercial”, los lectores de Iquitos empezaron


a leer, desde principios de enero de 1910, unas crónicas firmadas por un
soldado de 17 años apellidado del Águila que, en el Río Napo, y en medio del
traqueteo de los fusiles, se daba tiempo de escribir épicos informes sobre los
choques entre tropas peruanas y ecuatorianas. Asi comenzó la larga
trayectoria periodística de Humberto del Águila quien, a partir de 1914,
perteneció a la redacción de “La Crónica”. Poco tiempo después estuvo en “El
Perú”, triario dirigido por Luis Fernán Cisneros y Víctor Máurtua. Con Andrés
Aramburu, Felix del Valle, Dario Eguren Larrea y Vinatea Reinoso, fundaron en
1920 el hebdomadario “Mundial” donde empezó a escribir sus famosas
“Cartas de Rucio” columna que con afilado humor zaheria el cretinismo
político. En “La Noche”, de Gastón Roger, pseudónimo de Ezequiel Balarezo
Pinillos, firmaba la sección denominada “El chisme del Día”. Esta misma
publicación le envió en 1937 al Congreso de Periodistas de Chile. Más tarde
estuvo de codirector en “Universal”, con Enrique Bustamante y Ballivián y
Jorge Fernández Stoll. Sus últimas actividades periodísticas las realizó en “La
Prensa”, diario en el que trabajó cerca de diez años, hasta 1956.

CON MARIATEGUI : UNA GRAN AMISTAD

En Lima, en su casa de Petit Thouars, Del Aguila nutre su ancianidad con


el recuerdo de famosos amigos, sus libros y el calor hogareño. Compañero
generacional de Abraham Valdelomar, José Santos Chocano, José María
Eguren, el “Charapa” participó de la bohemia de su época en forma intensa.
“Chocano iba siempre a visitarme en la redacción de “Mundial” – dice – de ahí
salíamos con otros amigos a perdernos en la noche limeña. Recuerda a
Eguren: ”Era muy fino en todo y muy silencioso. Cuando hablaba, siempre lo
hacía sobre arte, pintura o poesía”.

Con Mariátegui, a quien conoció en 1911, estuvieron en el baile de Norka


Rouskaya en el cementerio, que escandalizó a toda Lima. “Mariátegui —
evoca— era bajito, tenía la pierna derecha enferma. El rostro pálido y unos
ojos negros, hermosos. Hablaba con voz atiplada y discutía mucho. Era
inteligentísimo y un gran lector”. La amistad con el Amauta fue entrañable.
Juntos trabajaron en “El Tiempo”, en 1917, y parte del 18. Luego formaron “La
Razón”, que hacia oposición a Leguía y a Pardo.

Las recientes promociones de escritores desconocen la obra de este


magnífico descriptor del paisaje amazónico (“La Selva, bajo el Sol de enero,
se llenaba de flores y de aromas. Todo tenía exuberancia de vida. En las hojas
de las palmeras, abiertas como grandes abanicos, los guacamayos hundían el
curvo pico en el moño de las hembras y lanzaban al viento su grito
monótono”), que, a los 74 años, pleno de lucidez y juvenil energía, como el
curaca Tupán de uno de sus más notables relatos, se yergue contra el tiempo
y el pertinaz olvido de las nuevas generaciones.

Publicado en el dirio Expreso el 2 de Abril de 1967


Humberto del Águila Arriaga (Moyobamba, Agosto de 1893 - Lima, 1970) escritor,
periodista, abogado y político peruano. Perteneciente a la generación del Centenario,
destacó como autor de narrativa y dramaturgia.

Reseña biográfica[editar]
Humberto del Águila Arriaga, hijo de Carmen Arriaga y Vicente del Águila, nació en la
hacienda Pipos, propiedad de su familia, en la frontera de lo que hoy sería las provincias
de San Martín y Amazonas, en ese momento era considerado parte del departamento de
Loreto. A los quince años dejó el hogar familiar para ser cauchero. Guiado por un
empresario español, dirigió a un centenar de hombres en la recolección de esta savia.
Ya en Lima, junto a José Carlos Mariátegui, César Falcón y otros funda el diario La Razón,
el primer diario proletario del Perú. El 14 de mayo de 1919 salió a las calles el primer diario
de izquierda peruano. Fue de oposición al civilismo, primero a José Pado y después a
Augusto B. Leguía. Desde sus inicios estuvo muy cerca a los sindicatos y a las luchas de
los trabajadores. Sin embargo, tuvo una corta vida, la última edición fue el viernes 8 de
agosto de 1919.

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