0 valutazioniIl 0% ha trovato utile questo documento (0 voti)
123 visualizzazioni8 pagine
Este documento describe la estructura social y educativa de las altas culturas precolombinas en América, con un enfoque en los mexicas. Explica que los mexicas tenían una de las culturas más desarrolladas, con una sociedad teocrática militar organizada en torno a clases nobles. Su sistema educativo estaba compuesto por dos instituciones: el telpochcalli, de nivel general y obligatorio, y el calmécac, de nivel superior para la élite. Ambas enfatizaban la educación física, militar, histórica y relig
Este documento describe la estructura social y educativa de las altas culturas precolombinas en América, con un enfoque en los mexicas. Explica que los mexicas tenían una de las culturas más desarrolladas, con una sociedad teocrática militar organizada en torno a clases nobles. Su sistema educativo estaba compuesto por dos instituciones: el telpochcalli, de nivel general y obligatorio, y el calmécac, de nivel superior para la élite. Ambas enfatizaban la educación física, militar, histórica y relig
Este documento describe la estructura social y educativa de las altas culturas precolombinas en América, con un enfoque en los mexicas. Explica que los mexicas tenían una de las culturas más desarrolladas, con una sociedad teocrática militar organizada en torno a clases nobles. Su sistema educativo estaba compuesto por dos instituciones: el telpochcalli, de nivel general y obligatorio, y el calmécac, de nivel superior para la élite. Ambas enfatizaban la educación física, militar, histórica y relig
Estructura social y educación en las Altas Culturas
Precolombinas.
Cuando los españoles arribaron a lo que luego llamarían “América” se
encontraron con una antigua y extendida población. Al poco tiempo – trascendiendo las discusiones de los teólogos sobre la humanidad de su condición– comprendieron que debían dominarla y ponerla a su servicio Los llamaron “indios” (por la conocida ignorancia acerca de a dónde habían llegado), y debieron reconocerlos como “nativos” o “aborígenes” (aunque también se usó la expresión “salvajes” o “naturales de la región”; pero éstos son términos que se aproximan demasiado a una concepción zoográfica). En nuestro lenguaje actual, quizá los debieron llamar “NyC”:“nacidos y criados”. Cómo los llamaron, tiene su importancia: nos dice cómo los percibieron y cómo quedó en la tradición esa percepción: el nombre que doy a la cosa, está definiendo desde mí el contenido y atributos de la cosa. ¿Pero cómo se llamaban a sí mismos? Si tomamos el ejemplo de nuestros Pampas, ellos se autodenominaban “gec”: la gente (no repararemos en cuestiones ortográficas, porque al tratarse de poblaciones sin escritura gráfica, toda ortografía no les es propia). Y probablemente éste sea –en todos los idiomas y dialectos primitivos– el origen de las distintas autonominaciones.
La población americana –cuyo origen no ha sido convincentemente
develado– era de una gran diversidad étnica, cultural y en términos de organización social y desarrollo. También era heterogénea su distribución en el territorio. Aun cuando los historiadores demográficos, arqueólogos, antropólogos y etnógrafos discutan cuánta era la población real precolombina, tenemos claro que la mayor densidad se encontraba en la meseta mexicana, la región andina y las islas caribeñas. Esta apreciación general, coloca lo que es nuestro actual territorio en el área de baja densidad poblacional. Pero aun así, también era irregular la distribución interna: la mayor concentración (¿nivel urbano?) se alcanzaba en la región noroeste, disminuyendo hacia el centro, el litoral, la llanura y la Patagonia. Pero así como era heterogénea su distribución, también era diverso y desparejo el grado de desarrollo cultural y productivo y los niveles de organización social y de la autoridad.
Es necesario precisar un concepto: el de desarrollo. Por desarrollo nos
referimos a un grado de organización estructural en todas las áreas de la vida, elaborado necesariamente por comparación entre diversos grupos y sociedades. A partir de este marco conceptual, es que podemos afirmar que en el noroeste se hallaban los grupos de mayor desarrollo, y éste disminuía cualitativamente en la misma proporción en que disminuía la cantidad de población y su concentración.
1.1.2. Los Mexicas.
La meseta mexicana fue conquistada por Hernán Cortés. Allí los
españoles encontraron una de las culturas de más alto desarrollo en América. En ese momento, el sistema era un “imperio” encabezado por los mexicas, que sometían a un conjunto muy amplio de pueblos vecinos, quienes les debían tributación en la forma de provisión permanente de alimentos, hombres para la guerra y sacrificios religiosos. Los fundamentos eran los de una teocracia militar constituida en clase noble. Las expresiones del desarrollo de los mexicas han llegado a nuestros días, y la arquitectura monumental da testimonio de sus alcances. No sólo habían elaborado un complejo y preciso calendario astronómico, sino que sus conocimientos en este ramo parecían superar a los de los europeos. En un clásico trabajo de Pedro HENRÍQUEZ UREÑA (Historia de la cultura en la América Hispánica, Fondo de Cultura Económica, México, 1947), éste apunta: Inicio de cita textual. “La religión dominaba toda la vida de los aztecas, y sus gobernantes tenían funciones sacerdotales. El rito característico de esta religión, el sacrificio humano, tenía su explicación en la mitología; rito extraño para el hombre moderno, pero común en las épocas primitivas de muchos pueblos antiguos, entre ellos los antecesores de la civilización europea, griegos, germanos y celtas. Los dioses, creían los aztecas, se sacrificaron para crear al hombre; el hombre debía a su vez sacrificarse por ellos y alimentarlos. El dios mayor de la mitología azteca, Huitzilopochtli, es el Sol, que nace, combate y muere todos los días; ‘como dios que era –dice el arqueólogo mexicano Alfonso Caso–, desdeña los alimentos groseros de los hombres y sólo puede mantenerse con la vida misma, la sustancia mágica que se encuentra en la sangre del hombre’”. (Página 20). Fin de cita, vuelta al texto principal.
Al mismo tiempo, el autor pone en duda el carácter “imperial” de la
organización azteca (en el sentido del “imperator” romano): más bien, la concibe como una “teocracia democrática”. Cultura tan desarrollada y compleja y sistema religioso-político tan elaborado, se apoyaban necesariamente en un “sistema educativo”. ¿En qué consistía el mismo y qué quedó de él? En primer lugar, es de destacar que la enseñanza era estatal –regida y provista por el estado– y obligatoria. Ambas características evidencian el eje de formación “para el estado” y lo que en nuestro lenguaje reconocemos como “formación del ciudadano”. Y también del soldado, basada en el desarrollo físico y en la adaptación a los rigores e incomodidades. El carácter imperialista de los mexicas se asienta desde principios del siglo XIV bajo la inspiración de IZCOATL. Y como luego harán los españoles con los mexicas, éstos destruyen la historia previa para imponer una nueva ideología. La religión era su sustento y la guerra su instrumento. ¿El objetivo? El control político- económico. Y la educación sistemática el medio de construcción de las bases sociales. En un detenido y crítico análisis, Gregorio WEIMBERG (Modelos educativos en el desarrollo de América Latina, trabajo encargado por la Unesco y que en 1983 publicara Editorial Kapelusz, de Buenos Aires) expone –en lo que nos interesa más directamente– las costumbres y organización de los Aztecas, de los Incas y del gran grupo de los Tupí-Guaraní. Los primeros, ocuparon los valles mexicanos centrales, mientras que el Incario asentó su influencia durante cuatro siglos hasta los extremos de los Valles Calchaquíes y nuestra actual Santiago del Estero, y los últimos cubrieron el centro sur de Brasil, el Paraguay, el Gran Chaco, el Litoral y el actual territorio de la República Oriental del Uruguay. La educación de los mexicas se centraba en dos instituciones de distinto nivel: el telpochcalli y el calmécac. La primera era de carácter universal o popular y la segunda para los hijos de la nobleza:
Inicio de cita textual. “Si bien no puede determinarse con precisión a
qué edad ingresaban los niños o adolescentes mexicas a esos colegios ya que las fuentes son harto contradictorias, cabe destacar ‘que en el calmécac ingresaban los hijos de los principales, mientras que en el telpochcalli estaban los del macehualtin’, dicho sea esto sin desconocer que hubo excepciones. Los primeros, ‘señores por linaje’ como observa Zorita, constituían un grupo social más encumbrado y los otros estaban integrados por campesinos, artesanos y comerciantes, etcétera”. (Página 29). Fin de cita, vuelta al texto principal.
Según Saúl GARCÍA BLANCO (“La actividad físico-deportiva, una práctica
educativa en Mesoamérica”. Revista Interuniversitaria de Historia de la Educación. Nº 14-15, Ediciones Universidad de Salamanca, España, 1996) su diferenciación no era social, sino académica: la primera de nivel general, y la segunda, superior.
Inicio de cita textual. “La diferencia principal entre ambas instituciones,
estriba en su distinto nivel académico y no en la procedencia social de los alumnos. De tal forma, que se debe catalogar el telpochcalli como centro en el que se cursaban enseñanzas primarias, mientras que el calmélcac era la institución de carácter superior de los mexicas”. (Página 77). Fin de cita, vuelta al texto principal.
Más allá de esta diferenciación (que no es menor, porque en el primer
caso estaría definiendo el carácter estamental de la sociedad) en el telpochcalli se desarrollará el físico, la capacidad militar, el conocimiento –general– de la religión y la historia (la propia, la nueva, que fundamenta el sistema político) y las capacidades para el canto, la música y la danza. Los mejores, eran becados al calmécac, ámbito de educación superior y formación de elites (sacerdotes, estrategas, gobernantes). En éste continuaba la educación física y se introducía la lectura, la escritura y el comportamiento social nobiliario y se perfeccionaban las aptitudes musicales. La enseñanza era graduada, según las edades y capacidades de los alumnos. En la adultez, se incorporaban los estudios de anatomía y fisiología y sus aplicaciones medicinales, militares y deportivas.
Inicio de cita textual. “Desde el punto de vista educativo, se aprecian no
pocas semejanzas entre la educación recibida por los jóvenes aztecas y la que se daba en Esparta. Los dos pueblos constituían una minoría respecto a las naciones o estados que las circundaban. Por ello, el principal objetivo de aztecas y espartanos fue la formación de ciudadanos-soldados que pudieran suplir su deficiencia numérica mediante una formación física superior. Asimismo, la educación era estatal y obligatoria, y, en ambos pueblos los niños ingresaban en los colegios públicos aproximadamente a partir de los siete años de edad, recibiendo hasta entonces la enseñanza en el seno de la familia”. (Página 75). Fin de cita, vuelta al texto principal.
Sin explorar el tema educativo, Henríquez Ureña coincide:
Inicio de cita textual. “La enseñanza estaba rigurosamente organizada;
en las escuelas superiores se estudiaban la religión, la astronomía, la historia, las leyes, la medicina y la música; en las escuelas populares se enseñaban la religión y el arte de la guerra”. (Página 22). Fin de cita, vuelta al texto principal.
Pero vale aclarar que la civilización azteca no fue ni la única ni la de más
elaborado desarrollo: era la organización política prevaleciente a la llegada de los españoles y había sido precedida por las culturas de Teotihuacán, la tolteca, totonaca, zapoteca y mixteca, cuya memoria los mexicas trataron de borrar.
El alto grado de desarrollo alcanzado por la organización político-militar
azteca, no puede disimular el hecho fundante de que el mismo se apoyó en una estructura imperial, con el sojuzgamiento y explotación de pueblos vencidos, que no se beneficiaron con esos desarrollos. La reflexión cabe también en relación a los niveles alcanzados por su sistema educativo. Ciertas reivindicaciones indigenistas tienden a olvidar estos rasgos, reinstalando –por otras vías– la visión del “buen salvaje” construida por el idealismo renacentista.
Pero a su vez, numerosas dudas nos quedan como consecuencia de la
reconstrucción posible del sistema educativo mexicano: ¿cuál fue el alcance real de la alfabetización propuesta? ¿Qué inclusión tuvieron en tal sistema los pueblos aliados, tributarios o sometidos al imperialismo mexica? La rápida desaparición de los conocimientos tradicionales y las habilidades lectoras de los “códices” ¿no hablan –precisamente– de su limitada difusión?
1.1.3. Incas.
Inicio de cita textual. “Los abundantes testimonios indígenas y
españoles disponibles, debidamente elaborados por estudiosos modernos, permiten establecer la existencia de un sistema de enseñanza rígidamente organizado y estratificado, que respondía de este modo, y muy satisfactoriamente, al modelo, requerimientos y valores de la sociedad incaica”. (Weimberg, página 35). Fin de cita, vuelta al texto principal.
La cita claramente refiere no sólo a la institucionalidad de la educación
sistematizada, sino a su relación directa con un determinado “modelo de desarrollo”, eje de los análisis del autor.
La imposición de un “idioma único” que los Incas hicieron para todo su
imperio (del sur colombiano al norte chileno-argentino; del mar a la selva) es interpretable en el mismo sentido en que Eric HOBSBAWM (La era del capitalismo, Editorial Guadarrama, Madrid 1983. Capítulo “La fabricación de las naciones”) comprende tal conflictiva imposición en el último tercio del Siglo XIX a la constitución de los sistemas educativos nacionales: el lenguaje es no sólo el más elaborado sistema de intercomunicación humana, sino el más perfecto transmisor de símbolos y percepciones culturales y construcción ideológica. Los incas lo sabían. Y construyeron, además de establecimientos de educación superior (los “yachayhuasi”, y los femeninos “acllahuasi”), una extendida red de escuelas “populares” en las que predominaba la enseñanza práctica. Si el sistema incásico era “segmentado y diferenciador”, lo era porque respondía al carácter estamental y jerarquizado de la sociedad, en la que gobernaba una clase nobiliaria endogámica, descendiente del Sol.
La tragedia de la conquista desestructuró el sistema, porque
desestructuró sociedad y cultura. Y en el mestizaje subsistirán rasgos de las antiguas tradiciones.