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Eventos finales: Una perspectiva

adventista sobre los


tiempos finales
Desde edades antiguas el hombre ha buscado con mucho ahínco conocer el
futuro. Es un asunto que fascina la mente humana. Saber el qué, el cómo, el
dónde y el cuándo de las cosas por venir hechizan su razón y los sume en una
profunda admiración por los eventos que aún no han sucedido.

Sin embargo, los corazones que no están en armonía con la voluntad divina no
aceptan lo que ya está escrito sino aquello que parece misterioso, buscan algo
místico y mítico también. Es decir, si les presentamos las profecías acerca de
los eventos finales descritas en la Biblia, entonces, las cuestionan.
Argumentan sobre la autenticidad del relato bíblico, sobre su origen, sobre su
composición, sobre su forma de trasmisión. De otro lado si les presentas a
seudoprofetas que anuncian la destrucción de la tierra ya sea Nostradamus, los
aztecas y/o cualquier cultura antigua que tenga algo que decir sobre el futuro
son aceptados, pero no es así con la Biblia.

Si de la Biblia se trata, debemos afirmar que ésta es discriminada en todo


sentido, por una sola razón: se jacta de ser la palabra de Dios y la regla
absoluta para alcanzar salvación. De tener un mensaje actual y preponderante
en el mundo en que vivimos. De ser el único libro que tiene profecías
cumplidas al pie de la letra. De ser el libro que tiene información concreta y
correcta de lo que ha de acontecer en el cercano porvenir.

No obstante, aunque el mundo vea a la biblia con cierto escepticismo y trate


de hacerse a la vista gorda. Los planes de Dios siguen su curso y el “Reloj
Divino” sigue descontando los minutos, las horas, días y años para su retorno.
No hay ningún ser humano que pueda interferir con los planes del cielo.

Vivimos en tiempos difíciles, pero no nos hemos percatado.

Vivimos en tiempos difíciles, pero no nos preparamos.

Vivimos en tiempos difíciles, pero no testificamos.

Vivimos en tiempos difíciles, pero no oramos.

Vivimos en tiempos difíciles, y aún no hemos sido salvos.

White afirma que “El tiempo de angustia, que irá en aumento hasta el fin, está
a las puertas.”[1] Y si bien es cierto que estamos en la era de la Iglesia de
Laodicea, y que proféticamente nuestro andar sea lento y un tanto mediocre,
esto no nos autoriza a vivir así. Es más debemos estar listo como las vírgenes
sensatas teniendo suficiente “Aceite” para esperar la llegada del Novio.
“Debemos despertar y pedirle al Señor Jesús que nos sostenga con sus brazos
eternos y nos lleve a través del tiempo de prueba que está ante nosotros.”[2]
El mundo se está volviendo más y más anárquico. Pronto una gran angustia
sobrecogerá a las naciones, una angustia que no cesará hasta que Jesús
venga.[3] Y esto es una prueba más a favor de la Biblia. Mientras que la
“ciencia” afirma que vamos hacia la perfección la BIBLIA AFIRMA QUE
ESTAMOS EN DECADENCIA.
Dios en su misericordia nos ha dado la Biblia que tiene el “MAPA” de la
salvación y nos ha advertido de sus juicios. Y así como antaño Dios dio
señales de sus juicios, así también lo hizo con nosotros en estos últimos días.
Si ha Noé, Abraham y Lot les dio señales y los visitó para advertirles de sus
juicios hoy también lo hace. “Los que se fijaron en la señal de la ruina
inminente y huyeron de la ciudad escaparon a la destrucción. Así también
ahora hemos sido advertidos acerca de la segunda venida de Cristo y de la
destrucción que ha de sobrecoger al mundo. Los que presten atención a la
advertencia se salvarán.”[4]
El problema es que no sabemos cuáles son las señales del fin de los tiempos
porque no se está estudiando la Biblia como debe ser. El tiempo,
supuestamente, no nos alcanza: entre el trabajo, la familia, los amigos, los
hijos, los estudios, el Facebook, el twitter, los deportes, las vacaciones, el
enamorado/a, el novia/a, el esposa/a, etc. El día nos queda corto y de lo poco
que nos queda le damos a Dios.

¡Un cuto express para llevar! ¡Oración instantánea para la meza #2! ¡Un
sermón a la cubana para la #5! ¡Una ES bien cargada para la #6! ¡Qué sea
rápido!

Eso es lo que hacemos con nuestro cristianismo. Pero lo cierto es que antes de
tratar de escuchar y comprender las profecías sobre el tiempo del fin debemos
bajar el ritmo de nuestras ocupadísimas vidas para reflexionar en la Palabra de
Dios para que nos dé “Pan del Cielo”. Porque si no podemos beber el agua de
vida tampoco podremos comer del pan de vida.

Estamos ocupados en saber qué ha de acontecer que no pasamos tiempo


reflexionando en la verdad presente.

“Hay un tiempo de angustia que se aproxima para el pueblo de Dios, pero no


hemos de mantener eso constantemente delante de los nuestros, manejándolos
de tal manera que pasen por un tiempo de angustia de antemano. Ha de haber
un zarandeo entre el pueblo de Dios, pero no es ésta la verdad presente para
llevar a las iglesias”.[5]
Enfocados en el tiempo de angustia y cuando sucederá, perdemos de vista el
propósito real de la iglesia: La verdad presente. Que es en suma, un llamado a
todas las personas para que dejen de idolatrar la creación y para que adoren al
Creador (Apoc. 14:7).[6]
Sabiendo de la debilidad humana y la facilidad con que nos distraemos, Dios
nos dio señales para que nos percatemos del tiempo en que vivimos.

Señales del tiempo del Fin

Cristo advirtió a sus discípulos en cuanto a la destrucción de Jerusalén y las


señales que ocurrirían antes de la venida del Hijo del hombre. Todo el capítulo
24 de Mateo es una profecía concerniente a los acontecimientos que preceden
a este evento, y se usa la destrucción de Jerusalén para tipificar la última gran
destrucción del mundo por fuego.[7]

1. Señales en los cielos y tierra: Cristo declaró que al final de la gran


persecución papal, el sol se oscurecería y la luna no daría su luz. Luego las
estrellas caerían del cielo. Y dice: “De la higuera aprended la parábola:
Cuando ya su rama se enternece, y las hojas brotan, sabéis que, el verano
está cerca. Así también vosotros, cuando viereis todas estas cosas, sabed
que está cercano, a las puertas

2. Falsos profetas: Encontraremos falsas pretensiones; surgirán falsos


profetas; habrá sueños y visiones falsos; pero predicad la Palabra y no os
dejéis alejar de la voz de Dios manifestada mediante su Palabra.

3. Glotonería e intemperancia: La glotonería y la intemperancia se hallan en


el fundamento de la gran depravación moral de nuestro mundo. Satanás
está consciente de esto y constantemente tienta a hombres y mujeres para
que satisfagan sus gustos a expensas de la salud y hasta de la vida misma.
En el mundo, comer, beber y vestirse se convierten en el blanco de la vida.
Precisamente tal estado de cosas existió antes del diluvio. Y este estado de
disipación es una de las evidencias sobresalientes de la pronta terminación
de la historia de esta tierra.

4. Hechos de violencia: La perversidad y la crueldad de ellos llegará a grado


que Dios se revelará en toda su majestad. Muy pronto la maldad del mundo
habrá llegado a su límite como en los días de Noé, Dios derramará sus
juicios.-

5. Guerras y desastres: En las escenas finales de la historia de esta tierra, la


guerra prevalecerá. Habrá epidemias, mortandad y hambre. Las aguas del
abismo rebasarán sus límites. Incendios e inundaciones destruirán la
propiedad y la vida. Debiéramos estar alistándonos para las mansiones que
Cristo ha ido a preparar para los que lo aman.

6. Grandes bolas de fuego: Vi una inmensa bola de fuego que caía en medio
de un grupo de hermosas casas que fueron destruidas instantáneamente.

7. Terremotos e inundaciones: La corteza terrestre se rasgará a causa de las


erupciones de los elementos ocultos en sus entrañas. Estos elementos, una
vez desatados, barrerán los tesoros de aquellos que por años han estado
aumentando sus riquezas al obtener de sus empleados grandes posesiones a
precios de hambre. Y también el mundo religioso será terriblemente
sacudido, porque el fin de todas las cosas está cercano. En incendios,
inundaciones, terremotos, en la furia de las grandes profundidades, en
calamidades por mar y tierra, se da la advertencia de que el Espíritu de
Dios no contenderá para siempre con el hombre.

8. Crímenes, hambres y pestilencia: Satanás está obrando en la atmósfera; la


está envenenando, y nosotros dependemos de Dios para la protección de
nuestras vidas: de nuestra vida actual y eterna. Y por encontrarnos en la
posición en que estamos, necesitamos estar bien despiertos, plenamente
consagrados, completamente convertidos y cabalmente dedicados a Dios.
Pero al parecer permanecemos inactivos como si estuviésemos paralizados.
¡Dios del cielo, despiértanos! Se me ha mostrado que el Espíritu del Señor
se está retirando de la tierra. Pronto se les negará el poder protector de
Dios a todos los que continúan despreciando sus mandamientos.
Diariamente nos llegan informes de transacciones fraudulentas, asesinatos
y crímenes de toda clase. La iniquidad se está convirtiendo en un asunto
tan común que ya no sacude los sentidos como en un tiempo lo hacía.
Estas son las señales de los tiempos del fin y si alguno desea estar preparado,
el tiempo es ahora. No importa lo que ha de venir, lo importante es estar listos
para el retorno de Cristo. Una añeja canción versaba así:

Nada sé sobre el futuro,

Desconozco lo que habrá,

Es probable que en las nubes,

Mi luz venga a opacar.

Nada temo del futuro,

Pues Jesús, conmigo está,

Yo le sigo decidido,

Pues él sabe lo que habrá.


No importa lo que haya de venir, importa estar listo. Si el cielo se desploma
prefiero creer y saber que Cristo volverá y tener una relación salvadora con él,
que saber cuándo se caerá el cielo.

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