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LA MÚSICA HACE OLVIDAR LAS PENAS

Lucy Nohemy Medina Velandia

La música ha sido, es, y será una de las expresiones más grandes de la humanidad.
Por medio de ella todos se entienden, sin importar el lenguaje en que se cante; solo
que las notas, cuando vibran, hacen que quien las oye mueva las caderas, las
piernas o los brazos. Pero, casi en su totalidad, la expresión que más se transmite
es la del movimiento, sin importar la edad. Y qué no decir de nuestra música
colombiana, esa diversidad de géneros que se da en cada una de las regiones; en
la costa Atlántica, por ejemplo, la riqueza es muy grande; allí se tienen ritmos
autóctonos como la champeta, la cumbia, el bullerengue, el fandango, la guacherna,
el mapalé, el merecumbé, el porro, la tambora y, por supuesto, el vallenato; son
muchos los ritmos que enriquecen, engrandecen y alegran la vida de propios y
extraños.

Si se mira la costa Pacífica, ésta no es menos rica que la costa Norte: sus ritmos
tienen más influencia africana y los instrumentos que más utilizan son los de
percusión. Ritmos como el calipso chocoano, el bunde chocoano, las danzas de ese
departamento, el arrullo, el currulao, las contradanzas, el porro chocoano, el pregón,
el tamborito chocoano, son algunos de los compases más escuchados allí, muchos
de los cuales avivan los recuerdos africanos.

En cuanto a la zona Andina, que es quizás la más poblada, también es la más rica
en ritmos. Se pueden nombrar algunos de los más importantes, que hacen que el
cuerpo se contonee tan pronto se escuchan sus notas. Entre los ritmos más
influyentes se encuentran el bambuco, el bolero, la carranga, la contradanza, la
charanga, la danza y el danzón, el merengue, la guabina, la música guasca, la
parranda, el pasillo, el pasodoble, la rumba criolla, el sanjuanero tolimense, el bunde
tolimense, el torbellino, la trova antioqueña y los valses, entre otros.

Una gran riqueza musical y cultural tiene también la región conformada por las islas
colombianas de San Andrés, Providencia y Malpelo; se distinguen por la influencia
de los jamaiquinos. Ritmos como el calipso, la polka, el song y la socca, han hecho
de esta región otra de las más reconocidas, cuyos ritmos hacen mover solas las
caderas.

Y qué no decir de la música de nuestros Llanos Orientales, llena de alegría, de


anécdotas del campo, de caballos y de jinetes que arrean el ganado por esas
sabanas llenas de lindas aves y grandiosos paisajes, donde no se sabe qué es
mejor, si el atardecer o el amanecer. Esta música es también compartida por los
venezolanos, que en ocasiones realizan parrandas completas con coleo y al son de
un buen conjunto de arpa, maracas y cuatro, con sus sombreros llaneros y en cuya
gastronomía se distingue la tradicional mamona. La música interpretada en esta
región es la del joropo, el contrapunteo, los corríos, el galerón, los famosos poemas
llaneros, la piquería, los pasajes, entre otros que, al igual que la música de las otras
regiones, invita al baile y la alegría.

Una región con gran cultura musical es la de la Amazonia, que se distingue por los
merengues andinos, pero con gran influencia de Brasil y Perú.

Pese a los inconvenientes, el pueblo colombiano es considerado como uno de los


más alegres del mundo, que no olvida sus problemas pero que se divierte y trabaja
con gran tesón. Esos momentos de esparcimiento son los que todo ser humano
necesita para desinhibirse, hacer más llevadera la vida y olvidar las penas a través
de la música y el canto.

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