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SIMPOSIO: La relación médico paciente:

consideraciones bioéticas
BIOÉTICA Y
The doctor-patient relationship,
ATENCIÓN DE LA bioethical considerations
SALUD SEXUAL Y Alfonso Mendoza F.1

REPRODUCTIVA RESUMEN
A pesar de los vertiginosos cambios operados en el ejercicio de la profesión por el
propio desarrollo de la medicina en el mundo contemporáneo, la relación médico
SYMPOSIUM: paciente sigue siendo la piedra angular del acto médico. Sin embargo – y ese es
el objetivo del presente artículo – ella requiere ser examinada bajo una nueva luz,
no solamente por lo antedicho, sino también por el relanzamiento de la reflexión
BIOETHICS ética, que nos recuerda que la relación médico paciente es ante todo un encuentro
interpersonal, en el que ambas partes deliberan conjuntamente para tomar las
decisiones más correctas, siempre en el marco de los principios de la bioética y los
AND CARE IN derechos fundamentales de la persona humana.
Palabras clave. Relación médico-paciente, Bioética, Derechos humanos.

SEXUAL AND ABSTRACT


Despite the vertiginous changes in the professional medical practice due to the
development of medicine in the contemporary world, the patient-doctor relationship
REPRODUCTIVE continues being a cornerstone of the medical act. The objective of this paper is
though that this relationship requires to be examined under a new vision, not only
in light of what has been said above, but also because of the relaunching of the
HEALTH ethical reflection that the doctor-patient relationship is first of all an interpersonal
encounter in which both sides deliberate together to take the right decision, always
within the scope of the principles of bioethics and the fundamental rights of the
1. Médico Psiquiatra, Profesor de human person.
Psiquiatría y de Bioética de la Keywords: Doctor-patient relationship, Bioethics, Human rights.
Universidad Nacional Mayor de San
Marcos. Lima, Perú

El autor declara que el presente artículo no ha


sido publicado en alguna otra revista.
Conflictos de interés: El autor declara no
tener conflictos de interés.
Fuente de financiamiento: Autofinanciado
Recibido: 15 setiembre 2017
Aceptado: 30 setiembre 2017

Correspondencia:
m alfonsomendoza@yahoo.com
Citar como: Mendoza A. La relación médico
paciente: consideraciones bioéticas. Rev
Peru Ginecol Obstet. 2017;63(4):555-564

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Alfonso Mendoza F.

Introducción decisiones, fruto no ya del parecer del médico


sino de la deliberación conjunta entre el médico,
Excepto la relación amorosa y la relación madre el paciente y hasta terceras personas implicadas
niño, tal vez ninguna otra relación entre seres en el acto médico (por ejemplo, familiares y, en
humanos haya suscitado tanto interés a lo largo ocasiones, el juez).
de la historia como la relación médico paciente.
Eje vertebrador de la profesión médica, ella mo- Acontecimientos que han modificado la
viliza poderosas fuerzas humanas: fe, esperan- actividad médica
za, confianza, fortaleza moral y aceptación de
la adversidad –la enfermedad– como fenómeno Como señala Rubio Sánchez(1), entre tales cam-
vital y como experiencia racional. En las últimas bios cabe citar el desarrollo de la ciencia en ge-
décadas la medicina ha evolucionado mucho neral y de la ciencia médica en especial: la ten-
más que en cualquier otro período similar de su dencia a la ultraespecialización, que conduce a
devenir histórico. Por lo mismo, la relación médi- que se pierda de vista la integridad y la comple-
ca ha sufrido cambios radicales pero mantenien- jidad del ser humano; la sofisticación creciente
do su carácter de basamento del acto médico. de los procedimientos de diagnóstico y terapia,
Tales cambios no han sido fruto del azar sino que imponen una suerte de barrera tecnológica
la expresión de vastos y profundos estremeci- entre el médico y el paciente, y que han transfor-
mientos sociales que jalonan el advenimiento mado los hospitales en centros de alta tecnolo-
de la modernidad, en el seno de los cuales tuvo gía; la aceptación de la salud como un derecho,
lugar, como diría Von Weizsäcker V, la introduc- con el consiguiente crecimiento de la demanda
ción del sujeto en la historia y el nacimiento de por la atención de salud; y la introducción de las
la democracia, la secularización, el pluralismo y leyes del mercado, que han llevado a que, no
la doctrina de los derechos humanos, y cuyas re- pocas veces, el paciente sea visto más como un
percusiones en el campo médico solo se objeti- objeto de lucro que como una persona doliente
varían hacia la segunda mitad del pasado siglo, y y necesitada de ayuda. Todo ello explica en gran
en cuyo marco se dio la revolución médico sani- medida que, al lado de la admiración que nos
taria que relanzó la reflexión ética en el ámbito produce la constatación de verdaderas proezas
de la atención de la salud. médicas, crezca también la insatisfacción de los
usuarios de los sistemas de salud, hecho que va
En occidente, durante siglos, y en consonancia de la mano con la declinación de los valores éti-
con los preceptos hipocráticos, la relación médi- cos profesionales y el severo enjuiciamiento de
co paciente estuvo signada por el paternalismo la profesión médica por parte de la opinión pú-
médico. En ella era el médico quien, poseedor blica, más atenta que nunca a los casos de ‘mala
del conocimiento acerca de la enfermedad, de- práctica’, con la consecuente pérdida del estatus
cidía por el paciente, asumiéndose que este no y el prestigio de la profesión.
solo desconocía el arte de la medicina sino que,
por la misma enfermedad, que perturbaba su De la relación médico paciente a la rela-
capacidad de juicio, se tornaba incompetente ción clínica
moral. Por tanto, se aceptaba que el médico hi-
ciera todo por el paciente, pero sin la participa- Anota Gracia D(2) que la relación clínica es aque-
ción de este en la toma de decisiones. lla que tiene lugar entre una persona que consi-
dera su salud amenazada y alguien que posee el
La entrada del sujeto en la historia a la que hemos saber y la técnica para hacer frente a la enferme-
hecho alusión antes, es decir el reconocimiento dad y restaurar la salud comprometida o en ries-
de todo ser humano como un agente moral au- go. Tradicionalmente se hablaba de la relación
tónomo, con la capacidad de autodeterminarse, médico–enfermo. Pero, hoy, como resultado de
constituye uno de los elementos claves del mun- los acontecimientos que han afectado la prácti-
do moderno y la fuente de los más significativos ca de la medicina, la cuestión se nos presenta
cambios en la relación médico paciente. Desde mucho más compleja. En primer lugar, el médico
este momento, ella se aleja del paternalismo no es necesariamente quien atiende al paciente
médico y deviene una relación más horizontal y sino algún otro miembro del equipo de salud, en
democrática, en la que la participación del pa- cuyo caso estamos frente a la relación sanitario–
ciente es fundamental en el proceso de toma de enfermo. Sin embargo, sucede que quien consul-

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La relación médico paciente: consideraciones bioéticas

ta no necesariamente está enfermo y si acude a o erótica. La relación médico paciente se situaría


la consulta es justamente para que se determine entre el dúo de la camaradería y la díada de la
su condición. Por tal razón se tiende a emplear amistad genuina y la relación amorosa, que se
la denominación médico–paciente para dicha re- da entre dos personas que aspiran a establecer
lación, pero hay quienes objetan el término pa- un lazo personal, un vínculo afectivo poderoso,
ciente, pues coloca a la persona en una situación una comunión. Laín Entralgo le asigna a la rela-
de pasividad frente al papel activo del médico. ción médico paciente el carácter de una ‘coope-
Por ello se ha sugerido otras denominaciones: ración cuasi diádica de ayuda’, orientada hacia el
‘usuario’, ‘cliente’, ‘consumidor’, aunque ninguna logro, por parte del paciente, del hábito psicoso-
de ellas carece de objeciones. Cabe decir, de un mático que solemos llamar salud. En ella se arti-
modo general, que los administradores de los culan las operaciones objetivantes, que apuntan
servicios de salud tratan con ‘usuarios’, los técni- a tornar objetivas las manifestaciones o signos
cos con ‘pacientes’, y los clínicos propiamente di- de la enfermedad, y las operaciones empáticas
chos con ‘enfermos’. Para el mencionado Gracia o coejecutivas, que implican el situarse bajo el
D, el término relación clínica abarca todos los de- marco de referencia del paciente para sentir,
más. Sin embargo, en nuestro medio lo habitual aun cuando sea brevemente, lo que el pacien-
es hablar de la relación médico–paciente, por lo te siente y penetrar en el sentido que le da a su
que usaremos preferentemente esta denomina- padecimiento. Para Laín una auténtica relación
ción, al lado de la relación clínica o de la relación médico–paciente constituye una verdadera fi-
médico–enfermo, según los casos. lantropía, es decir, la expresión secularizada del
amor cristiano por el prójimo, en la cual se inte-
Fundamento de la relación entre el médico gran la amabilidad, la procura del bienestar del
y el enfermo amigo, la confidencia y el respeto por la dignidad
de la persona humana.
De acuerdo con Laín Entralgo(3), cuya obra fun-
damental nos sirve de guía, diremos que la re- Estructura de la relación médico–enfermo
lación entre el médico y el enfermo adopta en el
mundo actual formas muy distintas según que Desde otra perspectiva, Laín distingue en la es-
la atención se realice en un consultorio privado, tructura de la relación médico–enfermo cuatro
la sala de un hospital, el consultorio en un esta- aspectos principales: el fin propio de la relación,
blecimiento de la primera línea de atención, o el el modo de la convivencia que en ella se estable-
campo de batalla, entre otros, pero, sea como ce, el vínculo propio de la relación y, finalmente,
sea, cuando es correcta, dicha relación tiene la comunicación propia entre el médico y el pa-
como fundamento lo que podría considerarse ciente.
un modo de amistad, la amistad médica, en la
cual una de las partes pone su saber y su volun- El fin propio de la relación clínica es la salud del
tad de ayuda técnica, y la otra su menesterosa paciente. Aquí, precisa Laín, contrariamente a lo
confianza en la medicina y en el médico que la que sostienen algunos, el fin último del médico
atiende. Y ello es válido aun aceptando que la no puede ser la bondad moral del ser humano o
complejidad de la medicina contemporánea im- su felicidad. Estas no son consecuencia necesa-
plica una serie de actos médicos realizados por ria de la salud y dependen por un lado, de lo que
diversos miembros del equipo de salud, puesto cada persona haga por sí misma en ejercicio de
que, en algún momento, se establece siempre su libertad para hacer realidad su proyecto vital
una relación interpersonal. y, por el otro, de esa enigmática determinación
de la vida humana representada por el azar.
Ahora bien, una relación de ayuda puede ser la
de los camaradas, quienes colaboran mutua- El modo propio de la relación médico pacien-
mente en pos de lograr un bien objetivo exterior te consiste en la equilibrada combinación de
a cada uno de ellos, constituyendo lo que se lla- las operaciones objetivantes y las operaciones
ma un dúo; pero también puede adoptar la for- empáticas necesarias para el diagnóstico y tra-
ma de aquellos que, más allá de un determinado tamiento y, en suma, para el acompañamiento
bien objetivo, aspiran a establecer una comu- del paciente durante el proceso de enfermedad.
nión, vale decir, una relación más intensa, que Dado que la relación médico–paciente es ante
puede denominarse diádica, sea esta amistosa todo un encuentro interpersonal, el médico

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Alfonso Mendoza F.

debe intentar siempre aprehender el sentido • El momento operativo, que corresponde a la


que para la persona tiene la enfermedad que conducta y a los procedimientos que aplica el
padece, teniendo en cuenta que hay peculiarida- médico en la atención del paciente.
des en función del modo de enfermar, sea que
estemos ante una enfermedad aguda, una cróni- • El momento ético, que entraña la sujeción a
ca, una predominantemente somática o predo- las normas que regulan la conducta del médi-
minantemente psíquica. co en marco de la relación clínica; y

El vínculo propio de la relación médico–paciente • El momento histórico – social, que comprende


es aquel en el que adquieren una realidad con- los aspectos sociales del médico, del paciente,
creta los actos objetivantes y empáticos antes de la enfermedad y de la propia relación.
mencionados. Si bien este vínculo muestra un
abanico de distintas posibilidades, cuando la re- Aquí precisa subrayar, como anota Rubio Sán-
lación es óptima, el vínculo que une entre sí al chez (óp. cit.) que estos diferentes momentos
médico y al enfermo es el eros terapéutico, la fi- de la relación no son sucesivos. En realidad ellos
lantropía, vale decir el amor al prójimo. Laín nos se producen simultáneamente aunque en cada
recuerda que Paracelso escribía que es el amor tiempo prevalezca uno de ellos, pero siempre
lo que nos hace aprender el arte de la medicina, impregnados por el momento histórico–social
y fundamentalmente nuestra vocación por cui- en el que se produce el encuentro entre el médi-
dar la vida y la salud del prójimo. Años después co y el paciente, y siempre regulados por el com-
Freud dará el nombre de ‘transferencia’ a la in- ponente ético.
tensa relación personal que se da en el curso de
la atención médica, sobre todo cuando se trata La relación clínica: proceso de toma de de-
de enfermedades de evolución prolongada. cisiones

El cuarto aspecto estructural de la relación mé- Gracia D(4) cita a Bergsma J, Director del Dpto. de
dico–paciente es la comunicación, esto es, el Psicología Médica de la Facultad de Medicina de
conjunto de los recursos técnicos, entre los cua- la Universidad de Utrecht, Holanda, quien, coin-
les figura principalmente –aunque no exclusi- cidiendo en ello con Pellegrini E y Thomasma D,
vamente– la palabra, a los que el médico apela con quienes trabajó en la U. de Yale, considera la
en el diálogo transubjetivo en virtud del cual se relación médico paciente como un proceso con-
actualizan las operaciones objetivantes y empá- junto de toma de decisiones más o menos con-
ticas. flictivas, en el que el paciente aporta su sistema
de valores y su enfermedad, y el médico su pro-
Momentos de la relación médico-paciente pio sistema de valores y su competencia cientí-
fico–técnica. La decisión se adopta luego de una
Siguiendo al mismo Laín, la relación clínica com- ponderación de las alternativas disponibles te-
prende cinco momentos principales: niendo en cuenta no solamente los factores bio-
lógicos y médicos sino también los sistemas de
• El momento cognoscitivo, que integra todas valores en juego. Este proceso, complejo y a ve-
aquellas operaciones cuyo fin es el conoci- ces duro, pasa por tres etapas: ordenación de la
miento de la enfermedad (diagnóstico noso- jerarquía de posibilidades; priorización sobre la
lógico); el conocimiento del sujeto que la pa- base de criterios que aspiran a privilegiar la ob-
dece y que la vive de una manera personal e jetividad, controlando las apreciaciones extre-
intransferible (diagnóstico clínico); así como madamente subjetivas; y la elección final. Para
también el conocimiento del curso de la en- Bergsma, la resolución de los conflictos puestos
fermedad y de sus potenciales consecuencias en debate dependería más que de la solidez de
(pronóstico). los aspectos lógicos y filosóficos inherentes al
juicio clínico, de la corrección en el proceso psi-
• El momento afectivo, que comprende las cológico de la toma de decisiones, lo que implica
emociones y sentimientos propios de la rela- prestar la debida atención a los aspectos psico-
ción clínica que experimentan médico y pa- lógicos, sociales y culturales que enmarcan la re-
ciente. lación médico–paciente.

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La relación médico paciente: consideraciones bioéticas

El relanzamiento de la ética en medicina • El nacimiento de la bioética

Reiteramos con von Weizsäacker V, Laín y Gracia Fue el oncólogo norteamericano Van Renselaer
que el rasgo más profundo de la medicina actual Potter quien -en el año 1971– introdujo el térmi-
es la introducción del sujeto en el pensamien- no en su libro titulado Bioética: puente hacia el
to y en la práctica de la profesión médica. En el futuro, en el cual se interroga acerca del futuro
mundo moderno se da el tránsito de una medi- de la humanidad ante los retos planteados por el
cina que implícitamente reducía al enfermo a la creciente desarrollo de la tecnología y su impacto
condición de puro ‘objeto natural’ a un modo de en los ecosistemas que hacen posible lo viviente.
proceder que demanda que el paciente sea visto Gracia(6) recuerda que el mismo Potter la proyec-
como ‘persona’. Para ello, luego de la rebelión del tó “como una nueva disciplina que combinara el
sujeto, que se dio en el marco de las tres grandes conocimiento biológico con el conocimiento de
revoluciones, la inglesa, la norteamericana y la los sistemas de los valores humanos”. La nueva
francesa que signan la entrada a la modernidad, ciencia encontró un campo fértil en los dominios
se tuvo que dar lo que Gracia denomina la ‘rebe- de la medicina, en los que claramente se percibía
lión del paciente’, la misma que se hizo eviden- la necesidad de regular el uso de la tecnología en
te hacia mediados del pasado siglo, y en virtud múltiples situaciones desde el nacimiento hasta
de la cual el paciente ya no solamente demanda la muerte. Y es en el campo médico, siempre se-
una atención de su persona que no haga distin- gún Gracia, que la definición de bioética adquiere
gos entre ricos y pobres, sino que reivindica su su sentido pleno, como el proceso de contras-
condición de agente moral autónomo, es decir, tación de los hechos biológicos con los valores
su capacidad para participar protagónicamente humanos a fin de mejorar la toma de decisiones
en la toma de decisiones en todo aquello que incrementando su corrección y su calidad.
tenga que ver con su vida y su salud. Esta nueva
actitud, como veremos luego, encuentra su con- En un plano más amplio y recogiendo el espíritu
creción en la primera Carta de Derechos de los de lo sugerido por Potter, la bioética se nos pre-
Pacientes que aprueba la Asociación Americana senta, hoy, al decir de Martínez Bullé–Goyri(7),
de Hospitales el año 1973, en EE. UU. de Norte- “como un espacio de reflexión plural sobre el im-
américa, y que sirvió de modelo a documentos pacto del desarrollo científico y tecnológico en
similares en otros países del mundo occidental. la naturaleza y en las personas, orientada a ge-
nerar los criterios que hagan posible cursos de
Principales hitos en el relanzamiento de la acción que cautelen la dignidad de las personas
ética médica así como todo aquello que la sociedad considere
valioso en sí mismo”.
Simón P(5) subraya que los años setenta consti-
tuyen un hito importante en el desarrollo de la • La Carta de los Derechos de los Pacientes
doctrina del consentimiento informado, la ex-
presión más completa y concreta del principio Ya hemos visto que el año 1973 la Asociación
de autonomía, y ello, en primer lugar, porque en Americana de Hospitales promulgó la primera
esa época nace la bioética como disciplina, hecho Carta de Derechos de los Pacientes, que sirvió
que repercute en temas básicos como el modelo de inspiración y modelo a otras similares en el
de la relación médico–paciente y el problema de mundo de la medicina occidental. Ello se dio en
la información y la obtención del consentimiento el seno de un movimiento por el cual los usua-
informado. En segundo lugar, es en el año 1973 rios de los sistemas de salud en EE. UU. de Nor-
que aparece –como ya se ha mencionado– la teamérica exigían se les tratara como personas
primera Carta de Derechos de los pacientes en capaces de participar en el proceso de toma de
el seno de los movimientos sociales en defensa decisiones de lo que se les ofrecía.
de los derechos de los consumidores. En tercer
lugar, la publicación del Informe Belmont (1978), • El Informe Belmont
como respuesta normativa a los errores detec-
tados en el curso de la investigación médica. Y, El año 1972, el New York Times informa de una in-
por último, la sentencia judicial en el caso Can- vestigación sobre la evolución de la sífilis realizada
terbury vs. Spencer (1972), que le dio fuerza judi- en Tuskegee, una zona muy pobre del Estado de
cial a la doctrina del consentimiento informado. Alabama. El estudio se había iniciado el año 1932

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con cuatrocientos varones de raza negra y un gru- Su expresión operativa: la evaluación de la


po de doscientos que funcionaba como grupo de relación riesgo–beneficio.
control. Ninguno había recibido información so-
bre los objetivos del estudio ni tampoco terapia • Principio de Justicia
para combatir la enfermedad, aun cuando desde
1941 se disponía ya de la penicilina. El revuelo que a) Proporcionar a las personas los benefi-
causó esta investigación, y otras similares en las cios y ventajas que les corresponden.
que se habían tomado a los seres humanos como
‘conejillos de Indias’, violentándose así la dignidad b) No imponer a las personas aquellas car-
de la persona humana, llevó al Congreso de los gas que no corresponden.
EE. UU. de Norteamérica a la conformación de
una Comisión Nacional para la Protección de los Su expresión operativa en la ética de la in-
Sujetos Humanos en la Investigación Biomédica y vestigación es la no discriminación en la se-
Conductual, fruto de cuyo trabajo fue el Informe lección de los sujetos de investigación.
Belmont, que vio la luz el año 1978.
A ello habría que añadir, además de la pro-
Los miembros de la Comisión habían recibido tección a los grupos más vulnerables de la
el mandato expreso de identificar los principios población, el acceso igualitario a los servi-
éticos que debían enmarcar la investigación en cios de salud y la asignación equitativa de
seres humanos. Así surgen los tres principios los recursos destinados a salvaguardar la
básicos: respeto por las personas (autonomía), salud pública, así como la correcta gestión
beneficencia y justicia, a los que luego se agregó de los mismos, por lo general bastante li-
el de no maleficencia, inicialmente ligado al prin- mitados.
cipio de beneficencia.
Un año después de la publicación del In-
Simón P resume los contenidos normativos de forme Belmont se planteó que estos prin-
estos principios del siguiente modo: cipios no solamente eran aplicables al cam-
po de la investigación sino a todos aquellos
• Principio de respeto por las personas problemas éticos de la medicina. Agrega Si-
(Autonomía) món P que, el año 1979, dos eticistas, Beau-
champ y Childress, introducen el principio
a) Debe considerarse que todos los indivi- de no maleficencia, separándolo del de be-
duos son entes autónomos mientras no neficencia. La no maleficencia, que cada día
se demuestre lo contrario. cobra más importancia, se presenta como
un conjunto de reglas tales como ‘no ma-
b) Debe respetarse sus criterios, juicios, tarás’, ‘no causarás dolor o sufrimiento a
determinaciones y decisiones siempre los otros’, ‘no incapacitarás a los otros’, ‘no
que no perjudique a otros, y ofenderás a los otros’, y ‘no privarás a los
otros de las cosas buenas de la vida’.
c) Debe protegerse del daño a los indivi-
duos no autónomos, lo cual puede exigir La no observación de los principios de no
hacer caso omiso de sus criterios, jui- maleficencia y justicia, tiene correlato jurí-
cios, determinaciones y decisiones. dico y quien los incumple es pasible de san-
ción en el plano judicial.
El procedimiento operativo de este princi-
pio es el consentimiento informado. • La sentencia judicial del caso Canterbu-
rry vs. Spencer
• Principio de Beneficencia
El Código de Nuremberg de 1948, que se dio lue-
a) No hacer daño. go de un proceso que sentó en el banquillo de
los acusados a veinte médicos y tres administra-
b) Extremar los posibles beneficios. dores que cometieron crímenes de lesa huma-
nidad en nombre de la ciencia médica durante
c) Minimizar los posibles riesgos. el régimen nazi, plantea que el consentimiento

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La relación médico paciente: consideraciones bioéticas

voluntario del sujeto humano es absolutamen- tendrían un nivel jerárquico mayor que los otros
te esencial. Pero, Gracia(8) nos recuerda que el principios y su incumplimiento conlleva una san-
término consentimiento informado fue usado ción legal. Ellos conforman lo que se denomina
por primera vez el año 1957, en California, en ética de mínimos, lo que supone que existe una
el caso Salgo vs. Leland Stanford Jr. Universi- ética de máximos, integrada por los principios
ty Broad of Trustees. Salgo sufrió una parálisis de beneficencia y autonomía, que se dan de la
permanente a consecuencia de una aortografía mano y que prevalecen en el ámbito privado.
translumbar. Por ello denunció a su médico por Pero, el problema es sobre la base de qué crite-
negligencia profesional. En su sentencia el juez rios se deben resolver los conflictos entre estos
señalo que “un médico incumple su deber con principios. Para Gracia, el que uno prevalezca
el paciente y está sujeto a responsabilidad legal sobre otro depende de las circunstancias y de
si retiene cualquier dato que sea necesario para las consecuencias de la decisión que se adopte,
que el paciente pueda emitir un consentimiento pronunciándose porque se privilegien la no ma-
inteligente al tratamiento propuesto… y (que) al leficencia y la justicia sobre la beneficencia y la
hablar sobre el objeto de riesgo debe utilizarse autonomía. Explica que la ley puede obligarnos
una cierta dosis de discreción, compatible con la a no hacer daño y a no ser injustos, pero no pue-
revelación de los datos necesarios para un con- de obligarnos a ser ‘beneficentes’. Por ejemplo,
sentimiento informado”. para un Testigo de Jehová la transfusión de san-
gre no es un acto de beneficencia, en tanto que
En 1972, la sentencia en el caso Canterburry vs. para los demás sí lo es. Lo que es ‘beneficente’
Spencer introduce el criterio de la persona razo- para uno no lo es necesariamente para otro. Au-
nable, en lugar del criterio de la práctica profe- tonomía y beneficencia, anota Gracia, obligan a
sional, en referencia al grado de información que los demás a respetar nuestro propio modo de
se debe proporcionar al paciente, remarcándose entender lo que para nosotros es lo bueno. De
que el derecho a la autodeterminación solo pue- ahí que los principios de autonomía y beneficen-
de ejercerse eficazmente si se le da al paciente la cia reinen en el ámbito privado, mientras que en
información necesaria para que él pueda tomar el ámbito público prevalezcan los principios de
una decisión inteligente. no maleficencia y justicia, y se apliquen por igual
a todos los miembros de la sociedad.
Algunas consideraciones sobre los prin-
cipios: ¿hay diferencias jerárquicas entre Pero, la reflexión ética se plantea también otro pro-
ellos? ¿Son absolutos? blema. ¿Son los principios absolutos o relativos?

Una interrogante clave es si los cuatro principios Sin apartarnos del enfoque de Gracia D, dire-
de la bioética tienen el mismo nivel. Hay quie- mos que desde un ‘principialismo’ estricto, para
nes sostienen que, en teoría, prima facie, todos el cual los principios morales son absolutos, las
los principios tienen igual valor, pero es eviden- circunstancias y las consecuencias no tienen
te que en la práctica no siempre pueden satis- papel alguno en el proceso de toma de decisio-
facerse todos ellos, lo que significa que alguno nes. Pero, bien sabemos que la realidad es tan
prevalecerá sobre otro a la hora de tomar una compleja que ninguna teoría puede aprehen-
decisión moral. En esta línea se sitúa Gracia D(9), derla en su totalidad. En términos del autor, la
cuyo pensamiento al respecto trataremos de se- razón humana no puede desentrañar la realidad
guir en este acápite. De entrada, Gracia sostiene de modo total y absoluto, y los productos de
que la autonomía no es un principio total. Si lo la razón son siempre limitados, provisionales y
fuera, dice, no existiría el derecho penal. Añade abiertos a rectificaciones ulteriores. Ello otorga
que el principio de justicia exige que nadie sea un lugar importante a la evaluación de las cir-
discriminado en razón de su condición social, cunstancias, del contexto, así como también a
económica, cultural, religiosa, etc., lo que garan- la hermenéutica, es decir, a la interpretación de
tiza que todas las personas sean tratadas con los hechos y del modo cómo los actores sociales
igual consideración y respeto. Si esto es así en implicados viven esa realidad, y que se refleja en
el plano social, la misma exigencia es válida en el el modo cómo estructura su relato, su narrativa.
plano biológico, lo que se expresa en el respeto Dicha evaluación es un momento importante del
a la vida y salud de tales personas humanas. Por juicio moral. Por tanto, en el razonamiento que
tanto, los principios de justicia y no maleficencia conduce a una decisión moral hay un momen-

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to ‘principialista’ y otro que puede denominar- Dicho esto, concordaremos en que, para que la
se ‘contextualista’ o hermenéutico, y la solución práctica de la medicina sea éticamente admisi-
en caso de conflicto estriba en aceptar que los ble, el paciente debe ser considerado como una
principios no pueden ser absolutos, que tienen persona doliente y necesitada de ayuda a la par
excepciones, las mismas que solo pueden ser que como un objeto científicamente cognosci-
justificadas en función del contexto y asumidas ble y modificable, procurando tomar decisiones
con extrema prudencia, remarcándose que ellas que sean fruto de una deliberación conjunta,
deben ser las mínimas posibles. salvaguardando, hasta donde ello sea posible,
los principales valores en juego, lo que implica
El médico frente a su paciente en el mundo conocer al paciente como persona y su modo
moderno de sentir y entender la enfermedad. El reciente-
mente fallecido neurólogo Sacks O(10) lo expresa
Para Laín Entralgo (óp. cit.) las cuatro metas que claramente: “El estudio de la enfermedad exige
orientan la motivación del médico en su relación al médico el estudio de la identidad, de los mun-
con el paciente en el mundo moderno son las dos interiores que los pacientes crean bajo el
siguientes: acicate de la enfermedad… Además de la aproxi-
mación objetiva del científico, debemos también
1. La voluntad de ayuda técnica aproximarnos al interior de la conciencia mórbi-
da intentando ver el mundo patológico con los
En este caso el médico actúa movido por su vo- ojos del paciente”.
cación y su interés de ayudar al enfermo con su
conocimiento y destreza técnica. El yo que en él Modelos de la relación médico paciente
prevalece es el denominado ego adiuvans y, en su
práctica, aun cuando eventualmente se vea obli- Según Emanuel EJ y Emanuel LL(11), las últimas
gado a buscar en el paciente los datos objetivos décadas han estado marcadas por el conflicto
de la enfermedad, y por tanto tratarlo como un entre la autonomía del paciente y sus valores,
‘objeto’, lo considera fundamentalmente como y los valores del médico. Dicha confrontación
una persona doliente y necesitada de ayuda. engloba tanto las expectativas de médicos y pa-
cientes como los criterios éticos y legales de los
2. El afán de conocimiento científico códigos médicos, lo que plantea interrogantes
acerca de la relación médico paciente ideal.
Hay quienes, privilegiando el conocimiento cien-
tífico de la naturaleza y sus leyes, se interesan Los autores antes mencionados postulan la exis-
ante todo por lograr un diagnóstico objetivo y tencia de cuatro modelos de la relación médico–
riguroso. En ellos predomina el ego sapiens o ‘yo paciente, poniendo el acento en las concepcio-
cognoscitivo’ y ven al paciente como un objeto nes que cada modelo privilegia en la misma, las
de conocimiento racional. obligaciones del paciente y la manera de conce-
bir la autonomía del mismo. Estos modelos des-
3. El médico ‘funcionario’ tacan las diferentes visiones sobre las caracte-
rísticas básicas de la relación médico–paciente.
Entre los médicos que trabajan al servicio de
una institución de salud, sea estatal, sea priva- Veamos estos modelos:
da, puede prevalecer el ‘yo funcional’ o ego fun-
gens y el paciente ser visto como una pieza de 1. El modelo paternalista
la maquinaria social a la que hay que reparar y
restituir lo más pronto posible y al menor costo. Este modelo presupone la existencia de un cri-
terio objetivo que permite discernir lo que sea
4. El interés de lucro y prestigio mejor para el paciente, sin que la opinión de este
sea la determinante. Se fundamenta en la supo-
Finalmente, hay quienes actúan movidos por el sición de que la enfermedad coloca al paciente
afán de lucro y prestigio. En ellos predomina el en una situación de necesidad y de incompeten-
ego cupiens y ven al enfermo primordialmente cia moral, pues el dolor excesivo o la ansiedad
como un objeto de lucro. y otras manifestaciones de la enfermedad per-

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La relación médico paciente: consideraciones bioéticas

turban el buen juicio del paciente y su capacidad profesional debe ser no solamente un agente
para tomar decisiones. Por tanto, el médico ac- con capacidad científica técnica en su disciplina,
túa como el tutor del paciente, como un buen sino también una persona capaz de establecer
padre que sabe qué es lo mejor para el paciente, una relación interpersonal que respete la digni-
sin que sea necesario la participación de este, dad de la persona humana y sus valores, y con
pero cuidando de situar los intereses del pacien- quien pueda –vía el diálogo transubjetivo– hacer
te por encima de los propios, expresión de un posible se tome una decisión que mejor se ade-
acendrado altruismo. cúe a los sistemas de valores en juego.

2. El modelo informativo Elpaciente como persona y los derechos


humanos
Llamado también modelo científico o modelo
técnico. En él la obligación del médico es propor- En un artículo precedente, Mendoza(12), precisá-
cionar al paciente la información relevante para bamos que, además de los principios de la bioé-
que, dentro de los cursos de acción posibles, sea tica, los derechos humanos constituían un pilar
él mismo quien seleccione aquel que mejor se fundamental en el trato con los pacientes. Resal-
ajuste a su sistema de valores. En este modelo, tábamos, recogiendo la opinión de Camps V(13),
el papel del médico parece reducirse al de un su- que la Declaración Universal de los Derechos
ministrador de información veraz y de un sujeto Humanos, aprobada por la Asamblea General
técnicamente competente en su especialidad. de la ONU el 10 de diciembre de 1948, era para
los filósofos del derecho como Norberto Bobbio,
3. El modelo interpretativo uno de los mayores aportes de la ética al dere-
cho y un compendio de todas aquellas reivindi-
En este modelo el médico ayuda al paciente a de- caciones y exigencias que la humanidad ha ido
terminar los valores, que muchas veces no están haciéndose a lo largo de la historia; añadíamos
bien definidos. Para ello, el médico trabaja con el que en el fondo de tales derechos subyacen los
paciente en la clarificación de sus objetivos, as- principios de autonomía, justicia y solidaridad, y
piraciones y responsabilidades, de modo que re- un reconocimiento al valor de la dignidad huma-
sulten evidentes aquellos cursos de acción que na. Por ello no es de extrañar que el 19 de octu-
se encuadren mejor en el marco de los valores bre del 2005, la UNESCO emitiera su Declaración
del paciente, quien entonces se halla en mejores Universal sobre Bioética y Derechos Humanos,
condiciones para adoptar sus propias decisio- que proporciona un marco universal de princi-
nes. En este modelo el médico actúa como un pios y procedimientos que orienten a los Esta-
consejero, asumiendo un papel consultivo. dos en la formulación de leyes, políticas y otros
instrumentos en el ámbito de la bioética.
4. El modelo deliberativo
Dos conceptos son importantes en este campo,
En este modelo el médico ayuda al paciente a de- el de la persona y el de la dignidad humana. So-
terminar y elegir de entre todos los valores que beranes JL(14), sostiene, siguiendo a Habermas
se relacionan con su salud, aquellos que sean los J, que la idea de la dignidad humana es una de
que mejor sirvan de fundamento para tomar la las ideas más poderosas que el pensamiento se-
decisión más adecuada dentro de las diferentes cular contemporáneo ha recuperado del senti-
alternativas posibles. En ello médico y paciente miento religioso, y que su núcleo fundamental
trabajan conjuntamente, sin que el médico – reside en la afirmación de que el hombre posee
quien actúa como un maestro o un amigo– vaya un valor intrínseco e irreductible, lo que signi-
más allá de la persuasión moral, evitando cual- fica que el ser humano, por el mero hecho de
quier forma de coacción. La decisión final será el serlo merece un respeto incondicionado. Y para
resultado de un diálogo auténtico, signado por Camps V, antes aludida, persona es el ser que se
el respeto y la consideración mutuas. pertenece a sí mismo, que no puede ser reduci-
do a algo distinto de sí mismo como puro objeto,
A la luz de lo expuesto, los autores consideran agregando que esta autopertenencia es el cora-
que el modelo deliberativo es el que mejor se zón mismo de la conciencia y de la libertad (o au-
ajusta a una relación ideal subrayando que un tonomía) que solamente reconoce como límite la
médico humanista en el curso de su quehacer libertad del otro.

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Alfonso Mendoza F.

En consonancia con lo antedicho, el Código de Referencias bibliográficas


Ética y Deontología del Colegio Médico del Perú 1. Rubio SJL. La relación médica. En: Ridruejo Alonso P,
(15)
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1996:505 –28.
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2. Gracia D. Aspectos bioéticos de la medicina. En: Gracia
(que)… En lo concerniente a la sociedad tales
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justicia, y en lo referente a la persona, el respeto 3. Laín Entralgo P. El médico y el enfermo. Madrid: Edicio-
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más, en el acápite referido a las personas, el mis- 4. Gracia D. Procedimientos de decisiones en ética clíni-
mo Código expresa claramente “que la dignidad ca. Madrid: EUDEMA, S.A; 1991.
de la persona obliga a tratar a toda otra persona 5. Simón P. El consentimiento informado. Madrid: Edito-
siempre como un fin y no únicamente como un rial Triacastela; 2000.
medio”, recogiendo así el imperativo categórico 6. Gracia D. El qué y el porqué de la bioética. En: Funda-
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ciente conciencia de replantear el quehacer pro-
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fesional centrando la atención de la salud en la mentación y Enseñanza de la Bioética. Bogotá: Edito-
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se promueve implica un renovado compromiso 10. Sacks O. Un antropólogo en Marte. Barcelona: Edito-
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