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Materia:

Derecho Penitenciario

Tema:
Practica Final

Sustentante:
Ana Iris Peralta Cruz

Matricula:
LR-16-21122

Asesora:
Licda. Joanka Turquin

Fecha:
12/04/2019
Índice
Introducción ............................................................................................................................ 1

1. Establezca la diferencia entre el derecho penitenciario de la Republica Dominicana y


México. ................................................................................................................................... 2

2. Hable de la evolución del derecho penitenciario. ........................................................... 3

3. Antecedentes de la arquitectura penitenciaria, evolución y origen. ................................ 4

4. Describa los diferentes modelos de la arquitectura penitenciaria. ................................ 11

5. Hable da la tipología de la arquitectura penitenciaria. .................................................. 15

Conclusión ............................................................................................................................ 22

Bibliografía ........................................................................................................................... 23
Introducción

El Sistema Penitenciario se ha ido transformando desde su surgimiento hasta la actualidad


Este aspecto se evidencia en el esfuerzo diario de los funcionarios para contribuir a la
aplicación de una serie de medidas encaminadas a lograr que vayan a prisión solo los casos
imprescindibles y transformar el Sistema Penitenciario, con el fin de lograr resultados
efectivos en la educación del interno. Dentro del marco de esta tarea se han realizado
actividades que tienden a flexibilizar al Sistema Penitenciario y que evidentemente han
ayudado al proceso de reincorporación del hombre a la sociedad, humanizando la vida del
interno, aunque ha de llevarse a cabo un trabajo aún más intenso en este aspecto.

El conocimiento que adquiere cada interno a través del sistema penitenciario les permite
revalorizar su vida al margen de sus antecedentes, es decir, contribuye a ese proceso de
adecuada reinserción social. No obstante, el resto del mundo está experimentando un
desamparo práctico en este aspecto, por cuanto se posee una concepción a veces errada, de
lo que es Sistema penitenciario significa.

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1. Establezca la diferencia entre el derecho penitenciario de la Republica
Dominicana y México.

Realizando un análisis entres estos dos sistemas podemos ver que en la República
Dominicana existe un régimen que armoniza las penas privativas de libertad y los derechos
fundamentales. El legislador Dominicano en el texto de la ley establece como su principal
fin que mediante las penas privativas de libertad se llegue a la protección social y la
readaptación del condenado.

La legislación dominicana divide los establecimientos penitenciarios en: Penitenciarias: Aquí


cumplirán condena los reclusos sujetos a penas de privación por encima de dos años,
Presidios: En estos establecimientos sólo deben estar los condenados a penas inferiores a dos
años, Las Cárceles: En estos establecimientos deben estar las personas que aún no han sido
condenados, es decir, presos preventivos e Institutos Especiales: Estos fueron creados para
condenados con características especiales como enfermos mentales, reclusos primarios o que
se encuentren en periodos de prueba.

En parte podemos ver de diferencia con relación a México es que la Constitución establece
en su artículo 22: "Quedan prohibidas las penas de muerte, de mutilación, de infamia, la
marca, los azotes, los palos, el tormento de cualquier especie, la multa excesiva, la
confiscación de bienes y cualesquiera otras penas inusitadas y trascendentales. Toda pena
deberá ser proporcional al delito que sancione y al bien jurídico afectado". Esta definición
muestra una tendencia retributiva, pero acotada a un principio de proporcionalidad.

Consistente con el nuevo alcance de los Derechos Humanos en el régimen constitucional


mexicano expande la esfera de derechos de las personas al diseñarse los tipos penales y sus
sanciones en la legislación; al individualizarse las sanciones impuestas por el juez, al través
de un debido proceso y al ejecutarse las sanciones. De esta forma pena debe ser socialmente
adecuada: justa y humana (Ochoa 2012: 15).

Tanto México y la República Dominicana, han ido implementando diversos Sistemas


Penitenciarios, en búsqueda de garantizar los derechos de los condenados, además de un

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sistema mediante el cual se erradicarán los males que por décadas han afectado el sistema
penitenciario del país, como es en caso de República Dominicana y México con su sistema
la cual buscar reducir la cantidad de reclusos que se encuentran en las cárceles del país.
Ambos países solo buscan garantizar los derechos de los condenados y someterlo a tratos y
condiciones digna de un ser humano.

2. Hable de la evolución del derecho penitenciario.

En la actualidad, la privación de libertad ocupa una posición central en los sistemas de justicia
criminal. Sin embargo, a pesar de lo que su omnipresencia en nuestro imaginario colectivo
puede llevar a pensar, el uso de la privación de libertad como sanción penal es una práctica
reciente. Todavía a mediados del si-glo xviii, la cárcel tenía como principal función retener
a los deudores morosos y a los acusados y condenados en espera del juicio o de la ejecución
de su condena, aplicándose asimismo para sancionar un número limitado de delitos
considerados menores, mientras que los delitos graves se sancionaban primordialmente con
el castigo físico (incluyendo la pena de muerte y la mutilación) o la separación del cuerpo
social mediante el destierro o la deportación.

En apenas un siglo la situación cambió drásticamente y a mediados del siglo xix la cárcel ya
era la forma dominante de respuesta penal, una posición que no ha perdido desde entonces.
Aun existiendo otro tipo de penas (multas, penas privativas de derechos), hoy en día parece
imposible hablar de la justicia penal sin pensar en la prisión. Y ello a pesar de que apenas
nadie afirmaría que la cárcel ha conseguido cumplir adecuadamente ninguno de los fines que
le han sido expresamente asignados en los últimos doscientos años.

La idea de la «cárcel de custodia» fue superada, aunque muy lentamente, a lo largo de los
siglos XVI-XIX, desde la creación de las Casas de Corrección, hasta la aparición del sistema
filadélfico, gracias a la llegada de los sistemas penitenciarios americanos.

Frente a la permanente situación de abandono e inhumanidad aparecieron ideas de reformar


las prisiones. Así pues, John HOWARD fue uno de los primeros que suscitó esta reforma

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penitenciaria en su obra «The state of the Prisons in England and Wales» (Londres, 1777), a
la vez que Beccaria denunciará una reforma referida al sistema de los delitos y de las penas
en 1764.

3. Antecedentes de la arquitectura penitenciaria, evolución y origen.

La arquitectura penitenciaria, esto es, la aplicación de nociones arquitectónicas de forma,


espacio y función a la construcción de prisiones, surge de manera definitiva durante la
segunda mitad del siglo XVIII como coadyuvante de la reforma penal que se lleva a cabo en
ese momento en Europa. Dicha disciplina aparece también unida a la naciente concepción de
Penitenciaría: un nuevo paradigma de reclusión en el que se busca el arrepentimiento del
ofensor a través del silencio, el aislamiento y la penitencia. Así, la arquitectura aplicada a las
prisiones intenta, a través de esta nueva tipología carcelaria, materializar las políticas
públicas del período, enfocadas en humanizar las penas de privación de libertad; y al mismo
tiempo, expresar de manera concreta los ingenios y teorías de filósofos y filántropos, que
desean aplicar nuevas técnicas de control y distribución dentro de los penales, con la
intención de rehabilitar moral y socialmente a los internos.

Con el tiempo, estos nuevos diseños en arquitectura se unen a distintas nociones sobre
administración, seguridad, régimen de trabajo e higiene y pasan a formar parte del cuerpo
teórico-práctico conocido como Ciencia Penitenciaria. Este conjunto de ideas alcanza su
mayor desarrollo en la primera mitad del siglo XIX, aunque sus principios llegan hasta el día
de hoy; por ejemplo, en los nuevos modelos concesionados de construcción y administración
carcelaria en Chile y el mundo. Por este motivo resulta de interés conocer los orígenes y
características del movimiento de reforma carcelaria en Europa, que lleva al surgimiento de
la arquitectura penitenciaria y su relación con la investigación del delito y sus causas.

Durante la primera mitad del siglo XVIII, la realidad penal es eminentemente punitiva:
abundan los tormentos corporales provenientes de épocas anteriores y la pena de muerte se
alza como el castigo ejemplificador por excelencia.

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En Francia, por ejemplo, una ordenanza de 1670 – que rige hasta la Revolución de dicho país
– describe los principales castigos: la muerte, aplicar tormentos físicos sin necesidad de
pruebas para obtener una confesión, el látigo y los trabajos forzados.

La situación de los delincuentes en este periodo ha sido destacada de la siguiente manera:


“Hasta fines del siglo XVIII se consideraba a los delincuentes como malvados o degenerados,
indignos de compasión y ayuda, y cuya eliminación, reclusión o muerte, era lo único que
podía hacer la sociedad para evitar los grandes daños que cometían. Las prisiones eran
establecimientos de castigo, en cuyos calabozos, verdaderas pocilgas, se abandonaba a los
delincuentes, castigándolos corporalmente y se les daba escasa alimentación. Los
condenados a trabajos forzados […] debían trabajar en galeras o en obras públicas, en forma
intensa.”

En este escenario destacan los suplicios o ejecuciones públicas, en los que la acción
castigadora se realiza a manera de espectáculo o ceremonia y donde en cierta manera se busca
restituir el status quo que la sociedad o los monarcas han perdido a través del
quebrantamiento de una ley o norma; es decir, el delito o crimen. Estos actos se ven
potenciados por las nuevas tecnologías de castigo, como es el caso de la guillotina, que
pretende ser un instrumento de ejecución indoloro e igualitario, pero no deja de lado el
sentido de la espectacularidad. Así, tales sanciones cumplían además el doble propósito de
disuadir al resto de la población de delinquir, mostrándoles las consecuencias de ese estilo
de vida u acto.

También está presente la idea de la utilidad de los convictos, a través del provecho que el
país o la comunidad podían obtener de su cuerpo o energía física: trabajos forzados remando,
construyendo en áreas públicas o limpiando caminos. De esta forma el transgresor podía dar
algo a cambio a la sociedad y expiar en cierta medida su culpa; ventajas que se pierden con
la pena capital.

La reforma penal y penitenciaria que impulsan los autores anteriormente señalados tiene
quizás su mayor impacto en las propuestas para la creación de nuevos establecimientos

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penales que ven la luz a finales del siglo XVIII y principios del XIX en Europa. Por esta
época los diseños arquitectónicos aplicados a prisiones comienzan a exhibir varias
características: en primer lugar, como se ha destacado anteriormente, corresponden a la
concretización de propuestas en seguridad, inspección y distribución avanzadas por
humanistas, filántropos y filósofos, entre ellos el mencionado John Howard. De esta manera
los autores de estos proyectos, en conjunto con arquitectos y dibujantes, combinan los ideales
racionalistas del período en una expresión práctica: los edificios penitenciarios. Otro ejemplo
de este trabajo multidisciplinario es la obra del filósofo y jurista inglés Jeremy Bentham El
Panóptico.

Además, y partir de la obra de John Howard, comienza un movimiento de producción de


textos de arquitectura enfocados particularmente en la construcción de establecimientos de
reclusión. La importancia de estas obras es que van dando a conocer los principales
lineamientos en cuanto a diseño, forma, distribución espacial y función que permiten que la
Penitenciaría aparezca como una tipología específica en los proyectos edilicios del periodo,
diferenciada de las construcciones de propósitos múltiples que se utilizaban hasta ese
momento.

Por ejemplo, en una publicación de 1820 pueden encontrarse una serie de propuestas para la
administración de establecimientos penitenciarios, entre las que se destaca que: “Los
mayores requisitos que una buena prisión debe poseer son los medios de seguridad, de
inspección, de clasificación, de empleo continuo de los internos, de entregar comida y abrigo,
instrucción religiosa y moral, espacio para ejercicio y salubridad, separación y atención a los
enfermos.” Otro ejemplo de este tipo de trabajos es Remarks on the form and construction of
Prisons: with aproppiate designs (Elementos sobre la forma y construcción de prisiones: con
diseños apropiados) publicado en 1826 y cuyo principal objetivo es servirle de guía a los
arquitectos al momento de construir una prisión, presentando las mejores experiencias del
periodo sobre esta temática ; y también puede mencionarse la obra del arquitecto francés
Louis-Pierre Baltard, Architectonographie des Prisons, que ve la luz en 1829. De esta manera
se desarrolla cada vez más la idea de que las funciones que cumple una cárcel o penitenciaría
se verán beneficiadas o obstaculizadas por el diseño arquitectónico de la misma.

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Unido a lo anterior, van surgiendo en diferentes países una serie de sociedades benéficas que
tienen como objetivo promover la seguridad, la disciplina y las nociones humanitarias del
periodo en las cárceles. Una de ellas, por ejemplo, es la Philadelphia Society for Alleviating
the Miseries of Public Prison (Sociedad de Filadelfia para aliviar las Miserias de las Prisiones
Públicas) fundada en 1787 y que pone en marcha la Penitenciaria de Eastern State, en
Filadelfia, Estados Unidos.

La cuestión sobre la rehabilitación de los internos y el penitenciarismo cobra tal relevancia


en la primera mitad del siglo XIX que muchos gobiernos organizan verdaderas expediciones
de carácter científico para visitar aquellas prisiones que se consideran como las más eficientes
del periodo. Entre estos viajeros, que en cierta manera imitan la labor de Howard en el siglo
XVIII, se destacan los franceses Alexis de Tocqueville y Gustave de Beaumont, que en 1831
viajan a Estados Unidos para estudiar su sistema penitenciario y evaluar su eventual
aplicación en Francia, editando en 1833 su obra Systéme pénitentiaire aux Etats-Unis et de
son application en France (El sistema penitenciario de Estados Unidos y su aplicación en
Francia); y también el escritor y botánico español Ramón de la Sagra, quien en 1843 publica
en Madrid su Atlas carcelario o colección de láminas de las principales cárceles de Europa y
América, luego de haber visitado los establecimientos penales de estos países. Con lo
anterior, se aprecia la importancia que va adquiriendo el área de la arquitectura penitenciaria,
concebida como coadyuvante de la reforma penal y humanista de las prisiones.

Como ya se ha destacado, en la primera mitad del siglo XVIII no existe un modelo de


construcción para prisiones individuales y específicas, sino que más bien se utilizan edificios
de planta rectangular u otros inmuebles que ya no cumplen su función original. Esta
configuración intuitiva presenta, sin embargo, algunos ejemplos interesantes, como la prisión
de Gante, en Flandes, descrita en la obra de John Howard. Se trata de un edificio de planta
octogonal, en el que se han dispuesto las celdas de los internos rodeando un patio central,
desde el cual los guardias podían realizar sus labores de vigilancia. Este establecimiento,
construido en 1773 por el arquitecto Montfesson, ha sido destacado como el catalizador de
las preocupaciones arquitectónicas en las prisiones, tal como destaca Norman Johnston:

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“Arquitectónicamente, Gante puede considerarse como la primera institución penal a gran
escala en la que se hizo un esfuerzo consiente por que la arquitectura ayudara a la filosofía
del tratamiento.” A partir de esta visita, Howard destaca las cualidades de la inspección
continua y centralizada de los internos; esto es, que los vigilantes se preocupen en todo
momento de cautelar la situación de los presos desde una posición central ventajosa, que al
mismo otorgue una visual panorámica del establecimiento. De esta forma la sociedad, a
través de los guardias, pasaba a un rol activo en el desarrollo reformador de los reos, dejando
atrás las oscuras mazmorras del pasado: “La inspección constante se convertirá en la
condición sine qua non de un buen diseño y administración carcelarios, el mecanismo
mediante el cual el ambiente de la prisión podía ser liberado de sus antiguos abusos y los
prisiones protegidos de la corrupción y los malos comportamientos.”

Pero no es hasta que se comienzan a producir textos en esta materia y a intercambiar ideas
sobre las mejores propuestas de construcción, que la arquitectura aplicada a prisiones genera
dos modelos plenamente característicos. En primer lugar se destaca el modelo radial,
propuesto por el arquitecto inglés John Haviland para la penitenciaria de Eastern State de
Filadelfia. En este caso, el diseño consiste en siete edificios, donde se encuentran las celdas,
que convergen como radios o alas en una estructura circular central, desde el cual los guardias
del recinto pueden realizan la vigilancia centralizada del mismo. En este caso, los tres
primeros radios que se construyen corresponden a edificios de un piso, con cuarenta celdas
cada uno. Los cuatro siguientes radios se construyen de dos pisos, y cada celda posee
calefacción central, agua potable, un retrete y una abertura en su parte superior abovedada
para dejar entrar la luz. De esta manera se mejoraba ostensiblemente el orden, la limpieza y
los regímenes de administración y seguridad internos del establecimiento.

El modelo radial se transforma rápidamente en una sensación, puesto que su disposición en


radios facilita las labores de vigilancia y control de los internos, además de fortalecer la idea
de inspección y la seguridad de los funcionarios, al permitir que la vigilancia se realice desde
la estructura circular central hacia los radios o pasillos en cada edificio. Asimismo, como
cada interno tiene su celda, los guardias pueden inspeccionarlos individualmente, a través de
pequeñas aberturas en las puertas de las celdas. Esto último también facilita las labores de

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separación y distribución de los internos, permitiendo que se desarrollen programas
específicos según tipo de delito o la situación de cada ofensor.

Países como Francia y España envían a arquitectos e investigadores para analizar el régimen
y el diseño arquitectónico aplicado en la penitenciaría de Eastern State. En 1837, se
recomienda la implementación de este sistema en Gran Bretaña, ordenándose la construcción
de la prisión de Pentonville, en Barnsbury, Londres, la que es completada en 1842, con
diseños del arquitecto Joshua Jebb.

El segundo diseño característico del periodo es el propuesto por el filósofo inglés Jeremy
Bentham, en su obra El Panóptico, publicada en 1791. Si bien nunca se construye un
establecimiento con las mismas características que propone el autor, sus principios de
inspección, control y vigilancia de los internos se extienden universalmente por casi todas
las construcciones penitenciarias del periodo. El Panóptico consiste en una construcción
circular, en la que las celdas de los internos se encuentran dispuestas en la circunferencia,
divididas por tabiques que, a la manera de radios, confluyen angostándose hacia el centro del
edificio. En este punto se encuentra una torre en la que habitan los guardias, la que está
equipada con diversos mecanismos e ingenios para evitar que los presos puedan comprobar
su real presencia. Así, el principal objetivo de este diseño es que los inspectores puedan
vigilar sin ser vistos, y que la sola idea de su presencia, que no puede ser comprobada por los
convictos, genere en ellos una sensación de control y disuasión. El autor destaca su intención
en estos términos: “Si fuéramos capaces de encontrar el modo de controlar todo lo que a
cierto número de hombres les puede suceder; de disponer de todo lo que les rodea a fin de
causar en cada uno de ellos la impresión que quisiéramos producir; de cerciorarnos de sus
movimientos, de sus relaciones, de todas las circunstancias de su vida, de modo que nada
pudiera escapar ni entorpecer el efecto deseado, es indudable que un medio de esta índole
sería un instrumento muy potente y ventajoso”

La influencia de estos dos modelos arquitectónicos en el tratamiento penitenciario posibilita


la introducción de una serie de técnicas que van transformando la penitenciaría en una suerte
de laboratorio conductual, en el que los presos se convierten en los sujetos de estudio. Así,

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desde finales del siglo XVIII, se experimenta con diferentes sistemas de administración, entre
ellos los llamados Filadélfico y de Auburn, en los que se van alterando los regímenes de
trabajo y las posibilidades de comunicación entre los internos; todo esto, con el objetivo de
mejorar sus posibilidades de rehabilitación a través de la introspección y el silencio, al tiempo
que se intenta comprender mejor la mente y la disposición al crimen.

De esta manera, el surgimiento de la arquitectura penitenciaria como un área del saber


específica, y la configuración misma del nuevo paradigma penitenciario de la redención a
través de la penitencia, abren el camino a un conjunto de nuevas técnicas de investigación de
la delincuencia y los criminales. En este sentido, los nuevos modelos de construcción radial
y panóptica cumplen un papel esencial, puesto que posibilitan un mejor control y distribución
de los internos, al tiempo que se mantienen la seguridad del recinto y de quienes trabajan en
él: “Las nuevas prisiones actuaron como catalizadoras de una visión clínica, “científica”, de
los problemas sociales, proveyeron del campo experimental para las nuevas ciencias del
crimen y el castigo (criminología y penología), y fueron pioneras en las intervenciones
profesionales que redefinieron las relaciones entre el estado y las clases sociales inferiores.”
Aparece también, a mediados del siglo XIX, la impronta de la ciencia criminalística, que a
través de la antropometría, y luego la utilización de impresiones dactilares, facilita las labores
de filiación y clasificación de los internos; también, surge la escuela de criminología
positivista, que intenta encontrar una tipología criminal común a través de las características
físicas y biológicas de los delincuentes.

Van apareciendo entonces, y asociadas a las prisiones, distintos departamentos de


clasificación y estudio asociados a los delincuentes, todo lo que se hace posible gracias a los
nuevos diseños arquitectónicos. En Chile, por ejemplo, el Dr. Israel Drapkin crea en 1936 el
Instituto de Criminología, ubicado dentro de la Penitenciaría de Santiago; esta última
construida en 1843 según el diseño radial de la Penitenciaría de Filadelfia, en Estados Unidos.
El Dr. Drapkin escribe: “…debemos agregar que la clínica criminológica, o sea, el estudio
del delito, la clasificación del delincuente y la determinación de su índice de peligrosidad, se
hace dentro de los establecimientos penales o establecimientos de readaptación, como sería
más adecuado llamarlos, en organismos técnicos especiales, generalmente conocidos con el

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nombre de Institutos de Criminología.” Los métodos de investigación de estos organismos,
que de acuerdo al autor son los mismos que posee toda ciencia positiva, contemplan la
utilización de fichas en las que se registran todos los antecedentes útiles para el estudio de
cada delincuente, entre ellos: particularidades y características del delito, antecedentes del
delincuente, exámenes médicos y psicológicos – con especial énfasis en la posibilidad de
enfermedades hereditarias- , examen antropológico – tipo morfológico, cefálico y torácico
del sujeto- , y marcas o señas características, entre otros. A través de lo anterior se puede
apreciar el avance de la investigación criminal, que desde los aportes de Beccaria, Howard y
Bentham avanza en conjunto con el desarrollo arquitectónico de los penales, en una relación
que se mantiene hasta hoy, pero que no ha sido estudiada a cabalidad.

Finalmente, podría argumentarse que en cierta forma las nociones de separación celular,
distribución en clases y clasificación según condición procesal y penal aparecen, al menos
en los autores ilustrados como Bentham, como un intento de aplicar el rigor y la lógica
científica al fenómeno social de la delincuencia y la cárcel, como una panacea del poder
restaurador de la racionalidad positiva frente al caos de las relaciones humanas; y en este
sentido se trata de una concepción en sintonía con el pensamiento de autores como Auguste
Compte, que proponen que el mayor bienestar social e individual sólo podría alcanzarse a
través de las metodologías científicas, la experimentación y la investigación.

4. Describa los diferentes modelos de la arquitectura penitenciaria.

Se puede considerar que en el siglo pasado surgieron los primero modelos arquitectónicos
penitenciarios en sentido estricto, en algunos casos con el objeto de alcanzar una adecuada
seguridad y vigilancia de los internos y en otros con miras lograr la readaptación del recluso.

Entre los modelos arquitectónicos carcelarios más conocidos tenemos los siguientes:

I. Modelos cerrados.

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a) El panoptico.- que es considerado como el primer modelo de Arquitectura penitenciaria.
Fue ideado por Jeremías BENTHAM (1748-1832) en Inglaterra. Este tipo de prisión, según
el plano elaborado por Bentham, era un enorme edificio circular, las celdas estaban en la
circunferencia y sus paredes exteriores constituían la muralla del edificio, sus paredes
internas consistían en rejas de fierro y daban a un espacio central, en cuyo centro se ubicaba
la inspección desde cuya torre de vigilancia, un solo guardia podía observar a todos los
reclusos. El espacio superior entre las celdas y la torre de vigilancia estaba cubierto por un
techo de cristal. En la parte externa del edificio existía un foso circular, y más allá de ese foso
un espacio vació que se hallaba cercado con una muralla cuadrangular sin embargo esta
prisión no llego a ser construida por las diferencias surgidas entre Bentham y el rey Jorge III,
aunque posteriormente en Holanda las prisiones de Breda y de Arnheim (1984), así como
algunas norteamericanas se construyeron con arreglo a este modelo, conocido también como
de inspección central.

b) Modelo radial o tipo bastilla.- En este tipo de diseño carcelario se abandona la


interacción de tener una visión del interior de las celdas, sin embargo aún se mantienen la
tendencia de la inspección central. Este modelo arquitectónico penitenciario presenta las
siguientes variantes:

– En Y o en T.

– En cruz.

– En abanico.

– En estrella.

La arquitectura radial recibió su mayor expresión con la construcción de la famosa


penitenciaria del este de Filadelfia, en Estados Unidos (Eastern Penitenciary), que tenía
forma de estrella, iniciada en 1829. Del punto central donde se encontraba el puesto de
vigilancia, salían siete alas de celdas de dos pisos, teniendo cada una doble hilera de celdas
separadas por un corredor.

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Este tipo de prisiones que se caracterizan por ser fuertes, macizas y sombrías, prácticamente
han sido abandonadas por la mayoría de países.

c) Modelo de pabellones laterales:

En este tipo de arquitectura penitenciaria está vinculado con el régimen auburiano. La prisión
edificada par dicho efecto entre 1816-1820 era semejante a una caja de dos bloques, con
largos pabellones rectangulares de celdas de varios pisos, colocadas espalda contra espalda.
Entre dichos pabellones y el muro exterior existía un corredor estrecho, las celdas eran
pequeñas, la luz y el aire solo entraban por las ventanas de los muros exteriores. Las
edificaciones de los talleres y de la administración se hallaban separada de los bloques de
celdas.

Este modelo se prosiguió para la construcción en la famosa prisión de Sing-sing (1828), tuvo
mucho auge en EE.UU.

d) Prisión modelo paralelo, palo de telégrafo, partido en espina o peine simple o doble:

El modelo paralelo fue creado por el arquitecto Francisco E. POUSSIN (1898), quien
construyo la prisión de FRESNES en Francia, que consta de tres pabellones celulares
paralelos entre sí, unidos por un pasadizo central, en uno de cuyos extremos se ubica el
edificio administrativo y en el otro la capilla.

Una prisión con este diseño se compone de un corredor central, denominado “espina”, al cual
llegan los pabellones perpendicularmente. A veces estos pabellones laterales se hallan a un
solo lado del corredor (peine simple), y otras a ambos lados (peine doble), por lo que se le
conoce como “poste de telégrafo”. Como los pabellones celulares se edifican paralelamente
unos a otros, se le denomina también “modelo paralelo”.

El arquitecto Alfredo HOPKINS, introdujo este modelo en los Estados Unidos de Norte
América, y fue su principal difusor. Entre las diversas construcciones carcelarias que se

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diseñó destacan la penitenciaria general de LEWISBURG en Pensylvania, inaugurada en
1932. El modelo paralelo fue reajustado por Hopkins, dando lugar a diversas variantes del
patrón inicial de Poussin. Otra de las construcciones importantes, de acuerdo a este modelo,
realizada por este famoso arquitecto fue la prisión de WESTCHESTER, en el estado Nueva
Cork.

La disposición de la edificación de este modelo permite que por entre los espacios vacíos que
existen entre los pabellones, todas las celdas reciban el sol por la mañana o por la tarde, así
como ventilación adecuada e iluminación natural.

e) Modelos de pabellones autónomos:

Este diseño de construcción carcelaria se basa en la existencia de diversas categorías de


reclusos que deben ser separados entre sí, para el tratamiento individualizado, lo que nos es
facilitado por los otros modelos como el de “espina” o el “paralelo” ya que al tener un
corredor común para todos los pabellones posibilita la Inter-Relación entre las distintas
categorías de internos.

Se propugna entonces la construcción de pabellones separados, con administración


independiente o autónoma, para facilitar la adecuada separación y consecuentemente un
tratamiento diferencial a cada grupo.

II. Modelos abiertos.

Los diseños arquitectónicos que han sido elaborados para los diversos tipos de prisiones
cerradas de mediana o máxima seguridad y de acuerdo a lo regímenes adoptados o
predominantes en cada caso.

En el régimen abierto requieren una arquitectura muy diferente, construcciones


penitenciarias que no necesitan muros, valla o fosos de seguridad.

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La arquitectura de una prisión abierta debe guardar íntima relación con las características del
régimen ya descrito.

Cuello Calón dice que l construcción de la prisión debe tener los diversos servicios,
generalmente alrededor de un patio común y sin muros de contención ni puertas con seguros
especiales.

5. Hable da la tipología de la arquitectura penitenciaria.

En la evolución de la pena privativa de la libertad confluyeron varios elementos que dieron


forma a su arquitectura. Siguiendo un orden cronológico podemos citar a las casas de trabajo
–workhouses–, de cuya existencia se tiene registro en Inglaterra y en Holanda a partir del
siglo XVI, que si bien no estaban destinadas a la sanción penal marcan el comienzo de las
instituciones estatales de confinamiento congregado.

Otro de sus elementos característicos fue la arquitectura celular derivada del convento
monacal y que en la Casa de Corrección de Menores, construida en Roma en 1704, tuvo su
modelo original.

También los ideales de la Revolución Francesa y de los pensadores de la Ilustración que


contribuyeron a poner fin a la penología del Ancien Régime y a reemplazarla por un nuevo
marco punitivo.

Por último, las mejoras en las condiciones carcelarias introducidas hacia fines del siglo XVIII
en Inglaterra, particularmente en los aspectos ambientales e higiénicos.

La aparición de la prisión la diferencia de la cárcel, institución antigua destinada a retener a


los acusados hasta el cumplimiento de la pena y cuya construcción se reducía a la condición
de brindar seguridad.

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La prisión nace con otros y variados fines sociales cuya preponderancia varía según las
épocas y los países: disuadir el delito, el castigo del crimen o la reforma del delincuente,
como así también la de incapacitar a los criminales peligrosos, ante los cuales la arquitectura
emplea respuestas de mayor sofisticación.

La arquitectura penitenciaria como rama del arte constructivo se consolidó a partir de las
ideas reformistas de John Howard (1726-1790). En su célebre tratado The State of Prisons,
cuya primera edición data de 1777, Howard consideró que para evitar los males que asolaban
a las prisiones “el primer asunto a tener en cuenta es la prisión en sí misma”.

Ese texto estableció las condiciones programáticas que debían estar presentes en los edificios
penitenciarios: ubicación, separación de categorías, higiene (agua, ventilación, asoleamiento,
desinfección, etc.), enfermería, capilla, alojamiento nocturno individual, amplios talleres
para la ocupación de los internos, la seguridad contra fugas y la ausencia de sobreocupación,
todas ellas aún hoy de notable vigencia.

Este programa condujo a la adopción de una arquitectura caracterizada por celdas alineadas,
corredores o soportales de vinculación y bloques arquitectónicos oblongos, cuyo ancho
estuvo relacionado con las necesidades de iluminación y ventilación.

Un caso de nuestro particular interés es el de James Bevans, arquitecto cuáquero que destinó
buena parte de su tiempo a los proyectos filantrópicos, proyectando escuelas, asilos para
enfermos mentales, casas de corrección y penitenciarías.

Entre sus proyectos se encuentra el del Asilo para Dementes de Londres, realizado en 1814
para ser presentado ante la Comisión Parlamentaria de Asilos de Dementes. El edificio era
de planta radial con siete alas vinculadas a un cuerpo central. El esquema circulatorio radial
convergía a un corredor anular en el edificio central. Veremos más adelante las implicancias
de esta distribución.

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Las fachadas del edificio respondían a un severo neoclásico, con un pórtico sencillo, y el
ritmo de los aventanamientos era acompañado por arcos de medio punto. El conjunto
presentaba un interesante movimiento de cubiertas motivado por las diferentes alturas
dispuestas para ventilar los locales. El centro del edificio estaba materializado en una
pequeña cúpula que sobresalía del conjunto.

Bevans, que había trabajado anteriormente con Bentham, llamativamente denominó a este
modelo “panóptico”, siendo la primera vez que se empleó este vocablo para referirse a un
edificio radial. Sin embargo el centro estaba ocupado tanto por la capilla, en el nivel superior,
como por las dependencias del personal y servicios en la planta baja, con lo cual no se
materializaba un punto de inspección central.

En los Estados Unidos de América fue otro arquitecto inglés, John Haviland (1792-1852)
quien dio el espaldarazo al partido radial al diseñar la Penitenciaría del Este (1829), templo
del régimen filadélfico (separate system) y modelo en el que se inspiraron las más
importantes realizaciones decimonónicas.
Las autoridades de Pensilvania estaban empeñadas en introducir el régimen de aislamiento
absoluto y decidieron aprobar en 1822 el diseño radial presentado al concurso del año anterior
por John Haviland. Su elección sobre otros proyectos consideró tanto la economía de
construcción como de operación una vez puesto en funcionamiento.

El proyecto de Haviland se basaba en las penitenciarías radiales inglesas, incluso Johnston le


atribuye una notable influencia del plano de Bevans, que hemos visto.20 Para adaptarlo al
régimen de aislamiento absoluto cada celda debió contar con un patio adyacente.

La obra dio comienzo en 1822 y finalizó en 1836. Haviland fue modificando y


perfeccionando el proyecto original a medida que avanzaba la construcción.

En el primer cuerpo construido el acceso a las celdas se realizaba exclusivamente por el


exterior, a través del patio exterior de cada una de ellas. Sobre el corredor interno, la celda
sólo poseía una pequeña abertura por donde los guardias se comunicaban con los presos y les

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proveían sus raciones y materiales de trabajo. De esta forma el corredor originalmente estuvo
concebido para el desplazamiento del personal de la penitenciaría.

En cuanto a la rotonda central, es curioso observar que en un primer bosquejo no existía un


punto desde el cual se tuviese una visual a todos los corredores, sino que éstos convergían a
un pasillo anular que además daba acceso a áreas de servicio. En este aspecto el esquema
circulatorio es similar al plano de Bevans.

En su segunda versión, Haviland elimina los locales del centro y hace converger los
corredores radiales a un hall central de distribución que aporta una mayor claridad a la trama
circulatoria del edificio, siendo aquí donde reside el acierto de su plano que provoca la
admiración de los visitantes. Nótese que en los proyectos de Haviland no existe la capilla en
la rotonda central, lo cual facilitó ésta modificación.

La capilla no resultaba necesaria ya que en el régimen de aislamiento absoluto los penados


no saldrían de sus celdas. Los clérigos predicaban en los corredores pero, ante la dificultad
que esto implicaba, más adelante se impondrán las capillas alveolares. Es esta ausencia la
que invierte la función que dio origen al partido radial, que como hemos señalado en sus
comienzos estuvo concebido para que el centro fuese visible desde los cuerpos radiales.

Basándose en los planos ingleses Haviland buscó la facilidad de supervisión y comunicación


del personal, y aunque estudió otros partidos arquitectónicos optó por el radial,
fundamentando su decisión en los principios enunciados por Howard y en los argumentos
empleados por la Sociedad de Londres.

Entre las ventajas que ofrecía este nuevo modelo edilicio, Haviland mencionó su carácter
compacto, la buena ventilación y la facilidad de inspección debido a la convergencia de
circulaciones.

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En su conformación final el centro de observación permitía tener visuales a todos los
corredores, lo cual facilitaba la supervisión del personal, no así de los internos que
permanecían en sus celdas y que raras veces abandonaban.

La penitenciaría recibió al primer penado en 1829 y años después el plan original de 250
celdas tuvo que ser ampliado. Luego de construidos los tres primeros cuerpos, y debido al
creciente aumento de la población penal, Haviland proyectó los cuatro restantes de dos pisos
y diferentes longitudes.

Al finalizar la construcción, el edificio era el de mayor extensión del país y junto con las
cataratas del Niágara estuvo entre los puntos más visitados por los viajeros. Según Norman
Johnston fue, después del rascacielos, la tipología edilicia estadounidense más empleada en
el extranjero.

Luego del éxito obtenido en la Penitenciaría del Este, Haviland concibió el proyecto para la
Penitenciaría Estatal de Nueva Jersey, como una evolución sobre el que aún se construía en
Filadelfia.

Sus mejoras más notables incluyeron reducir el abanico radial a 180º, a los efectos de acortar
la distancia de la circulación entre el cuerpo de acceso al establecimiento y la rotonda central,
la adopción de dos plantas en todos los rayos y la eliminación de los patios adyacentes a las
celdas. En este edificio el cuerpo de acceso y la rotonda alcanzan una síntesis en un único
bloque, constituyendo un conjunto de mayor compacidad.

No obstante el éxito obtenido por Haviland con sus proyectos radiales, en esa nación
predominó el sistema de pabellones laterales con celdas interiores típico del régimen
auburniano (silent system), cuyo modelo arquitectónico fue la penitenciaría neoyorquina de
Sing Sing.

A comienzos de la década de 1830 el gobierno inglés se propuso examinar los nuevos


desarrollos observados en los Estados Unidos de América. La primera delegación en visitar

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la Penitenciaría de Filadelfia con ese objeto fue la que realizó en nombre del gobierno
británico William Crawford, cuáquero integrante de la Sociedad para la Mejora de la
Disciplina en las Cárceles.

Esa visita fue decisiva para el futuro de las prisiones victorianas. Crawford quedó
impresionado, tanto por el régimen como por el plano de Haviland y recomendó su adopción
en el informe que redactó a su regreso. Allí comparó el plano radial con el circular de la
Penitenciaría Oriental y se manifestó partidario del primero por considerarlo seguro, eficaz e
higiénico.

No obstante el plano adoptado por el gobierno inglés fue el de la penitenciaría de Nueva


Jersey, de Trenton, que fue perfeccionado al extremo por el ingeniero Joshua Jebb.

Jebb desarrolló los detalles técnicos del edificio para la Prisión Modelo de Pentonville, con
sofisticados sistemas de ventilación, incorporó los paseos celulares, dio origen a los estudios
de aislamiento acústico orientados a impedir la comunicación de los internos e incorporó las
capillas alveolares con el mismo criterio.
Los corredores radiales eran abiertos de piso a techo en sus tres niveles, con balcones de
hierro para acceder a las celdas superiores, característica que combinó tanto la disposición
que Carlo Fontana había empleado en la Casa de Corrección de Roma (1704) como los
balcones para acceder a las celdas superiores de la Penitenciaría de Sing Sing (1824).

Jebb consideraba que la disposición general de los edificios de prisiones debían consultar los
siguientes principios:

a) unificación de la seguridad

b) fácil acceso a todas las partes del edificio

c) simpleza en el diseño y economía en la construcción

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d) permitir la máxima comodidad en la supervisión con el mínimo número de empleados

e) superintendencia eficaz por parte del gobernador

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Conclusión

Una cárcel es un recinto cerrado, fuerte y seguro, en el cual los delincuentes se encuentran
obligatoriamente recluidos sin ninguna posibilidad, en principio, de evadirse. Su edificio,
provisto de los dispositivos necesarios de custodia y vigilancia de los reos, debe estar a la
vez provisto de una serie de servicios acordes con el sistema penitenciario adoptado.
Verdadera máquina social de exclusivo uso instrumental de castigo, su arquitectura siempre
ha estado investida del grave carácter que la confiere la justicia. Funcional y simbólicamente
una prisión es la máxima expresión del poder establecido.

Los Sistemas Penitenciarias suelen tener fallas con se habla sobre su implementación y la
inadecuada infraestructura que esta misma ofrece para sus reclusos; así como la insuficiente
cobertura de los servicios médicos, alimentación, recreación, asistencia psicológica, son los
problemas que dificultan la resocialización de los internos; esto debido al desabastecimiento
de medicamentos, a la ausencia de instrumentos y personal médico, al bajo presupuesto que
se le asigna para la alimentación y al inadecuado control nutricional de éstos, facilitando así
el incremento de enfermedades; a la poca importancia que se le brinda a las actividades
recreaciones y la falta de un tratamiento psicológico permanente.

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Bibliografía

derecho, A. (2019). Sobre los orígenes de la arquitectura penitenciaria - Almacén de Derecho.


[online] Almacén de Derecho. Available at: https://almacendederecho.org/los-origenes-la-
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