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POSTSECUNDARIA?
I. Introducción.
depende directamente su grado de desarrollo, lo que a su vez se traduce en el logro de una mejor
calidad de vida para sus asociados. Entre los niveles que conforman un sistema educativo la
educación post secundaria o educación superior guarda especial importancia con dicho logro, ya
que es en esta escala donde un país forma mano de obra calificada y desarrolla la capacidad de
(Ferreyra, Avitabile, Botero Álvarez, Haimovich Paz, & Urzúa, 2017, pág. 1).
Sin embargo, conseguir todo esto no resulta sencillo; para los Estados es difícil ofrecer educación
para todas las personas que cumpla con altos estándares de calidad, siendo este el útero de toda
una serie de repercusiones negativas que llegarán finalmente a hacer de este país, hablando en
términos económicos, uno subdesarrollado, en el que sus miembros vivirán bajo la pobreza y el
Habida cuenta de su importancia, el objetivo de este ensayo será, en primera medida, determinar
quiénes deben ir a la educación superior y quién debe pagar esos gastos, y, en un segundo
aspecto, abordar desde el texto “At a Crossroads: Higher Education in Latin America” las
problemáticas que allí se señalan sobre la educación superior, para finalmente concluir con una
respuesta que sea mucho más acertada tomando ambos puntos de forma complementaria.
es por medio de ella que adquiere las condiciones y capacidades necesarias para vivir en
sociedad. Sin educación, o sea, sin el medio idóneo para desarrollar plenamente todas sus
aptitudes, el humano no sería otra cosa que un animal con un gran aglomerado de potencialidades
por realizar. Así entonces, no hay duda de que el hombre para desarrollarse y posteriormente
Por otra parte, y como lo sostienes diferentes teorías contractualistas, en un pacto social, para
abandonar los peligros y la guerra del estado de naturaleza, los individuos ceden sus libertades a
un ente abstracto y de poder absoluto, el Estado, con la condición de que este garantice el orden
de manera que se facilite la satisfacción de las necesidades de todas las personas. Sin entrar a
estudiar las diferencias entre Hobbes, Locke y Rousseau (principales representantes de esta
teoría), pues no es necesario para el fin de este ensayo, se determina en este punto que en últimas
el hombre renuncia a sus libertades y las cede al Estado para que este le garantice a todos los
De esta manera, si como primera premisa tenemos que la educación es una necesidad
fundamental del hombre para desarrollarse y como segunda premisa que, en razón del contrato
social, es deber del Estado darle los medios a los individuos para satisfacer sus necesidades, el
silogismo no podría terminar con una premisa diferente a decir que quiénes deben tener acceso a
la educación, y en este caso particularmente a la educación post secundaria, son todas las
personas y quién debe garantizar dicho acceso, es decir, asumir los costos, no es otro que el
Estado.
No obstante, como se advertía en la introducción de este ensayo, esta respuesta es insuficiente y
es así por lo facilista de su naturaleza. En este punto se debe asumir una postura más crítica sobre
la educación superior, pues sus problemas no se reducen sólo a determinar hacia quién debe estar
dirigida y quién debe asumir la carga, por lo diáfano que es. De hecho, se puede afirmar con
completa seguridad y sin temor a equivocarse que determinar esto no representa problema alguno
para un sistema de educación superior. Los problemas entonces no están en este punto.
Como lo sostienen Ferreyra y compañía, un buen sistema de educación superior ofrece calidad,
variedad y equidad para maximizar el potencial de los estudiantes dada su capacidad innata,
los autores aclaran que los tres aspectos son interdependientes, también aclaran que el objetivo
calidad en los cuales los estudiantes puedan tener éxito y, consecutivamente, para lograr esto se
Así, podemos entonces considerar que los problemas de un sistema de educación superior, más
allá de determina quiénes son sus beneficiarios y quién debe correr con los gastos, realmente
tratan de la calidad con la que se presta, de la variedad de programas que ofrece y en el carácter
preocupantes. De forma general, el acceso a este nivel de la educación es cuatro veces más
desigual que el acceso al nivel de educación secundaria. De forma particular, mientras que la
probabilidad de acceder a la educación superior es solo del 6 por ciento para los jóvenes en el
percentil más pobre, crece hasta casi el 70 por ciento en el percentil más rico; en los países de
América Central, solo 1 de cada 100 jóvenes en el percentil más pobre tiene acceso a la
educación superior (Ferreyra, Avitabile, Botero Álvarez, Haimovich Paz, & Urzúa, 2017, págs.
77-78).
El acceso a la educación superior está fuertemente asociado, y no de manera lineal, con los
ingresos. Mientras que menos del 10 por ciento de los jóvenes en el percentil más pobre tiene
acceso a una educación más alta, la tasa de acceso aumenta a 22 por ciento para el percentil
medio, y aumenta a aproximadamente el 64 por ciento para el más rico. El gradiente de ingresos
En términos de calidad los datos son más desalentadores; varios indicadores sugieren que la
calidad media de la educación superior en América Latina y el Caribe es, en el mejor de los
casos, moderada, en comparación con la mayoría de las demás regiones; menos del 2 por ciento
de las 500 universidades más importantes del mundo se encuentran en América Latina y el
Caribe, la representación regional más baja después de África; Los indicadores de resultados,
como las tasas de deserción y el tiempo hasta el grado son relativamente altos, lo que sugiere que
diversificado mucho más; muchos países han visto que la inscripción en programas de ciclo corto
(técnicas) se duplicó y, en algunos casos, se triplicó; en Brasil y Colombia, más del 15 por ciento
de los estudiantes están matriculados en programas de educación a distancia (ibídem, pág. 78).
IV. Conclusión.
En definitiva, tomando lo dicho inicialmente sobre quién debe ir a la educación superior y quién
debe asumir los costos, más los datos presentados por Haimovich, habría que concluir este
ensayo sosteniendo que, en todo caso, debe ser el Estado como principal responsable de
garantizar la satisfacción de las necesidades de las personas quien debe asumir la carga del acceso
a la educación, y en cuanto a quiénes deben ir, habría que modificar la respuesta inicial, pues si
bien todas las personas deben poder acceder a la educación, el Estado debe prestar especial
atención a las personas con menos recursos, que son quiénes menos posibilidades tienen de
Así, por ejemplo, y para hacer más concreta la propuesta, el Estado debería optar por un impuesto
a la renta proporcional, pues como lo muestran los hallazgos de Ferreyra y compañía (pág. 78) si
se implementara esta política tributaria los pobres capturarían una mayor proporción de los
Bibliografía
Ferreyra, M. M., Avitabile, C., Botero Álvarez, J., Haimovich Paz, F., & Urzúa, S. (2017). World
http://dx.doi.org/10.1596/978-1-4648-1014-5