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REUNIONES DE EMPRESAS

Y COOPERATIVAS HOTELERAS
Por
Prof. Pedro Ballester

Un tema sugestivo, interesante, apasionante y que necesita un


tratamiento especial y adecuado.
Hablar de turismo y hostelería, y hablar con visión de futuro,
es sumamente delicado, porque lo que se inició como un sencillo fe-
nómeno social, después como un fenómeno socioeconómico, hoy ya,
sin lugar a dudas, y como afirma el profesor Stand, profesor de Geo-
grafía Social en la Universidad de Londres, indudablemente y a esca-
la mundial, el turismo se ha convertido en la industria más impor-
tante del mundo.
Esta afirmación, rotunda y categórica, y que yo la reafirmo en
una convicción personal, significa que hablar de una industria, cuya
importancia es quizás la mayor en el mundo, es sumamente delicado,
pero hay que hacerlo. Hay que hacerlo, porque en visión de futuro,
ese fenómeno socioeconómico va a incrementarse mucho más, muchí-
simo más, infinitamente más.
Lo que hasta ahora se ha considerado como turismo, o sea el via-
jar; llamémosle «demanda de productos y bienes turísticos», y que
se ha venido considerando como un artículo de lujo, en un futuro
inmediato, a corto plazo, quizás, va a caer plenamente en la catego-
ría de consumo usual; es decir, en una sociedad eminentemente tec-
nificada, va a disponerse, como es lógico, de mayor tiempo para el
ocio, y por otra parte, el individuo va a experimentar un desgaste
físico, superior al que hasta ahora ha experimentado.
Por ello, el individuo, inmerso en esta sociedad, va a tener, pre-
cisamente por este doble motivo necesidad absoluta de viajar, para
recuperarse mediante el descanso de ese desgaste superior de energías
que esa sociedad tecnificada le producirá; y en segundo lugar porque
al haber mayor tecnificación habrá mejor producción, lo que supone,
afortunadamente, que el nivel de vida o la renta «per capita» seguirá
siendo superior y entonces se dispondrá de mayor tiempo para el

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ocio. Y una de las formas más serenas, más amenas, más completas
para llenar ese ocio, es, indudablemente, viajar. Entonces ese «tráfico
de masas» que hasta hoy, quizás nos ha sorprendido, yo estimo que
va a ser usual en un futuro inmediato. Es decir, que la demanda de
bienes y productos turísticos va a acrecentarse muchísimo; que ese
tono con las exigencias de esa demanda, y además ese «tráfico de
masas» acumulativo va a exigir a las empresas que, de acuerdo con
métodos modernos de explotación empresarial planificada, ofrezcan
adecuados bienes y servicios a tenor de esta demanda. Y frente a esa
exigencia futura, ¿cuál es la realidad?
Cuando menos en esta provincia, y cuando menos, creo yo, en gran
parte de España, nuestra realidad es la de una estructura empresarial
hotelera, o llamémosla mejor, una estructura empresarial turístico-lio-
telera y de agencias de viajes, excesivamente atomizada.
Una rigidez absoluta en la oferta, y una falta, tristemente real,
una falta casi total, de cooperación entre los círculos participantes en
el mercado de oferta.
La demanda turística va a exigir una modificación, una reestruc-
turación empresarial y una nueva dimensión en la empresa tradicional
y el que no se acomode a esta reestructuración no podrá sobrevivir,
en el sentido de que sobrevivir significa desde el punto de vista em-
presarial, no ir vegetando, no sólo ir superando la obsolescencia de
unas empresas, sino aumentar esa empresa, ponerla a tono con las
exigencias del mercado de demanda.
Si frente a esta situación los empresarios de turismo y hostelería
no se dan cuenta de la necesidad absoluta de una organización a nivel
comunitario, comunitario en el sentido de región, comunitario en ci
sentido de localidad, comunitario en el sentido de grupos económicos
afines, pero con organización en definitiva, que proporcione bienes tu-
rísticos y pueda prestar los servicios de forma eficaz, mediante una
adecuada combinación de los medios de producción y los medios de
distribución, yo, desde esta tribuna, me atrevo a afirmar que el futuro
es pavoroso para nuestro empresariado turístico español. Pavoroso,
porque además el feroz individualismo ibérico nos está perjudicando,
porque «los árboles no nos dejan ver el bosque», porque seguimos
campando cada uno por donde nos da la gana, y estamos todavía muy
lejos, no de lograr la cooperación necesaria —como he dicho, mediante
una organización que sea capaz de combinar en forma económica la

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producción y distribución de bienes y servicios—, sino que ni siquiera


queremos oír hablar casi de cooperación, y cuando menos de fusión y
de unión.
¿Consecuencia? Hoy se trabaja en equipo. En todas partes se tra-
baja en equipo. Hoy está de moda decir, y responde además a una rea-
lidad «yo soy hombre de equipo», el Ministro «forma su equipo», ti
Director de Empresa «forma su equipo», y en la empresa turística
habrá que «formar equipo», habrá que formarlo y mentalizarse con
visión de futuro. Y habrá que ir a la cooperación en una cosa difícil,
pero necesaria: la creación de un «conjunto turístico», y para ello, es.i
empresa futura, o esa empresa turística, deberá emprender una labor
coordinada y de cooperación mutua entre los diversos factores que
configuran la oferta. Es decir, deberá existir una acción coordinada y
una mutua cooperación necesarias para poder construir lo que en eco-
nometría se llama «salvar la distancia entre productor y consumidor».
Va a ser necesario e imprescindible formar la cadena que una los re-
mates del ciclo: demanda y producto salvando las distancias.
Yo quisiera recalcar esto porque quizás muchos de los empresa-
rios españoles no se han dado cuenta todavía de la diferencia del mer-
cado futuro turístico, con otros mercados afines. En economía, en el
mercado de bienes de consumo normales, es el producto el que salva
las distancias hasta el consumidor. Es decir, la lavadora, el frigorífico,
la radio, salva las distancias; el producto va al consumidor. En el caso
del turismo es el consumidor el que tiene que salvar las distancias
para ir al producto; el viajero tiene que salvar las distancias para ir -i
eso que él ha pedido, y quizás digo mal, no eso que «ha pedido», sino
ese producto, y hay que salvar esta distancia y para salvarla hay que
crear esa cadena que procure que el consumidor tenga el producto que
desea y en las condiciones económicas apetecidas.
Porque, no nos engañemos, el turismo rico es maravilloso; el tu-
rismo económicamente potente es sensacional, pero de cada día va ."
ser menos el turismo económicamente potente y de cada día el tráfico
de «masas turísticas» va a imponerse, y esto significa que, a medida
que el nivel de vida aumente, a medida que las estructuras sociales s<
vayan igualando, el «tráfico de masas» se regulará y sistematizará, y
no hablamos de turismo social, ni hablamos de turismo pobre; ha-
blamos de «turismo de masas» que es lo que va imperar y lo que se
está imponiendo.

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En consecuencia, hay que ir a la creación de un «producto turís-


tico conjunto» y a un producto turístico «común», o sea a un «pa-
quete» turístico en forma económica. Al turista, y hoy ya se está
comprobando, no le importa tanto la situación geográfica concreta, <•
la cualificación de un producto, como el que éste sea un complejo,
un paquete turístico. El turista necesita llenar el ocio, necesita des-
cansar; en consecuencia hay que ofertarle toda la gama de servicios en
condiciones económicamente adecuadas al nivel de vida, a la coyun-
tura socioeconómica de cada momento, e incluso habrá que configurar
el futuro socioeconómico en el sentido de intuirlo, de ir a una prospec-
ción de esos niveles para saber qué producto vamos a tener que ofer-
tar, en qué condiciones y ofertarlo en conjunto.

Una gama desde viaje hasta la playa, pasando por alojamiento, por
manutención, por diversiones, por transportes. Creo yo que en el fu-
turo a cada empresa atomizada, a cada pequeña unidad empresarial in-
dividulizada le va a resultar casi imposible ofertar un producto turís-
tico, conforme con la demanda.
Hay que ofertarle al turista, como dijimos, un conjunto, el «pa-
quete» completo de servicios que este turismo demanda. Para ello hay
que formar aquella cadena, y para formarla hay que empezar por men-
talizarnos todos de que, a pesar de que sea muy conveniente tener
«mi empresa», habrá que ir a la superación de una labor promociónû
y de servicios a nivel de unidad empresarial e integrarse en un gran
ciclo, en un complejo de unidades empresariales capaces de afrontar las
exigencias de la demanda. Porque con ello podemos lograr varias co-
sas: podremos conseguir una disminución del riesgo de mercado, fun-
damental e importante. Importante en un mercado coyunturalmente
cambiable.
El turismo es un mercado que está cambiando día a día, de una
sensibilidad especial, que hay que intuir y hay que adivinar, que hay
que estar detectando continuamente. Luego, consecuentemente, al no
ser un mercado estable, al no ser un mercado rígido, al no ser una
demanda fácilmente évaluable, existe un gran riesgo en ese mercado,
riesgo soslayable en parte por los caminos de la unión. Del trabajo
en equipo, de la comunicación entre empresas, obtendremos para nues-
tra empresa turística una mayor seguridad económica. Obtendremos
también lo que es fundamental en toda economía planificada; y hoy

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no se puede improvisar en economía, ni siquiera a nivel individual ob-


tendremos una dirección a largo plazo de la política empresarial y àt
la política de ventas.
A mi me horroriza la experiencia que vivimos y ahí está el Presi-
dente de la Unión de Empresarios del Sindicato Provincial, quien r
veces ha preguntado a un hotelero o a un agente de viajes qué política
empresarial a medio y a corto plazo había previsto y cuál era su polí-
tica de ventas, y se quedaban extrañados preguntándose: ¿qué me es-
tarán diciendo? ¿Para qué tengo yo que tener una política de ventas,
una política empresarial a largo plazo si el hotel se me llena? Pero
es que hoy a lo mejor ya no lo está llenando; es que hoy, aunque se le
llene quizás está perdiendo dinero. Y hoy empieza a darse cuenta de
la necesidad de una política empresarial para un tráfico de masas, no
para un cliente aislado que llega al hotel; no para una demanda indi-
vidualizada, sino para una demanda masificada, y conste además que
es una demanda masificada muy bien controlada por el «tour-operator»,
por el que conforma el mercado turístico, y que tiene además doble ven-
taja frente al empresario atomizado tradicional en la hostelería, una gran
flexibilidad empresarial y sobre todo unos estudios de futuro y una
planificación de política empresarial, y así, junto a su indudable poten-
cial financiero, están ganando la batalla a la pequeña y mediana em-
presa.
Y nos la están ganando, confesémoslo, leal y honradamente, por-
que nos hemos estado preparando para afrontar no la invasión físici
del «tour-operator», sino la invasión de su política empresarial que
ellos han llevado a cabo.
En definitiva, ellos no han sido «ursulinas» desde luego, pero tam-
poco tenían por qué serlo. Iban a su negocio y se han encontrado el
campo abonado por la falta de dimensión empresarial respecto del mer-
cado que se iba configurando. Y no es únicamente esta causa, existe
otra, como una más, y así la apunto, la dispersión de nuestros empre
sarios, ha permitido incidir en el campo de la oferta, e incluso contro-
lar esta oferta.
Por otro lado, con una política coordinada en esta unión de empre-
sarios podremos conseguir una mayor trasparencia del mercado y, con-
secuentemente, al saber cómo va a configurarse ese mercado, que es
lo que va a pedir ese mercado e incluso qué podremos imponer a ese
mercado podremos remodelar nuestra oferta.

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Caso práctico: dice que Mallorca, turísticamente, está gastada en


ciertos aspectos y en ciertos mercados. Yo no lo dudo; no lo dudo, ni
me extraña, ni me asombra ni me asusta, porque es una ley de economía
el desgaste del mercado, el desgaste del producto. Ahí están los elec-
trodomésticos de la sociedad de consumo creándonos a diario nuevos
modelos, que son los mismos en esencia, pero cambiantes en estilo,
diseño y en accidentes, para crear nueva imagen del producto, para
satisfacer la demanda en cada momento. Si Mallorca está gastada, y
digo Mallorca como podría decir otra zona turística, labor nuestra será
la de crear nueva imagen de Mallorca, pero crearla conforme a las exi-
gencias del mercado, y si ese mercado y esas exigencias no son lo sufi-
cientemente transparentes para que nosotros podamos saber cuál sería
esa nueva imagen de Mallorca que se necesita desde el punto de vista
de «producto turístico», inventar e imponer esa imagen, es decir,
forzar la transparencia del mercado para lograr en definitiva el mejor
rendimiento de nuestra oferta. Consecuentemente, con ello también,
lograr evitar inversiones malogradas. Esas inversiones, en las que la
hostelería «a priori» aparece como rentable, en las que la hostelería
debe ser un buen negocio, pero que quizás, luego, en la realidad, I*
micro empresa hotelera, la micro empresa de agencia de viajes se ha
limitado en España, desgraciadamente, y no acuso a las agencias de
viajes, no es acusación sino la simple patentización de un hecho, la
microempresa de agencia de viajes digo que se ha limitado a su fun-
ción estrictamente mediadora, sin tener quizás capacidad ni serenidad
para superar el paso de mediación a creación, nos han condicionado a
que esa microempresa hotelera y que esa microempresa de agencia de
viajes estén, en gran parte, en manos de capital extranjero, porque ellos
sí han hecho la reconversión empresarial con sentido común, con pers-
pectiva de futuro, y con pleno sentido de auténtica financiación em-
presarial.

Por esto, yo tengo fe absoluta, y tengo la convicción de que la ne-


cesidad para el futuro, para afrontar gallardamente ese futuro sin que
ello presuponga en mis palabras anteriores, ni dogmatismo ni pesi-
mismo, puesto que no lo tengo, creo que tenemos un tesoro ahí, pero
que hay que cuidar, tenemos unos talentos que tenemos que multipli-
car, y ahí está nuestra responsabilidad, en saber multiplicar esos talen-
tos que significan el turismo, la necesidad, digo, estriba en saber poner
en línea de ejecución nuestras empresas para que sean rentables; y si

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el turismo hoy es la primera industria en España, y si el turismo y la


hostelería y las agencias de viajes y los restaurantes y salas de fiestas,
si todo el complejo mundo del turismo ha permitido, por qué no va-
mos a decirlo, que nuestra deficitaria balanza de pagos pudiera nive-
larse, ahí está la responsabilidad individual y la responsabilidad colec-
tiva de cada uno de los españoles, en arrimar el hombro, en poner en
línea de ejecución, en templar el fuego, el acero de cada una de nues-
tras empresas, para que esa rentabilidad y esa nivelación de nuestra
balanza de pagos sigan en línea de combate y tengan ejecutoriedad
cada día y cada hora.
Uniones de empresas, pues conveniente. Uniones de empresas, acon-
sejable. Uniones de empresas, absolutamente imprescindibles para confi-
gurar un futuro prometedor y brillante a nuestro empresariado turísti-
co. Uniones de empresas que yo no me atrevo en estos momentos a
describir una por una, sino a insinuar simplemente en función de una
simple enumeración que en modo alguno pretende ser completa, y
mucho menos exhaustiva.
Uniones de empresas cuyas formas más conocidas pueden ser las
de tipo «cartel», lo que se llama «el cartel de empresas», como unión
de diferentes empresas mediante contrato, las cuales están interesa-
das en la misma fase y en el mismo ciclo de producción. Cartel de
empresas para conseguir la finalidad de unificar precios o unificar
condiciones de ventas o incluso unificarse territorialmente para pre-
cios y condiciones de ventas. Indudablemente el peligro fácil, el des-
lizarse por la pendiente del monopolio mediante el cartel de empre-
sas es evidente, es palpable y de ahí el gran peligro del cartel. Otra
forma puede ser mediante el «consorcio». Consorcio que no es más
que asociación y cooperación económica. Quizás sería conveniente un
buen estudio a fondo, y lo brindo como una gran labor del Instituto
de Estudios Turísticos, el realizar un exhaustivo y documentado es-
tudio de cual de las formas de uniones de empresas en el sector tu-
rístico sea la más convenientes, dada la situación empresarial española
y dada la idiosincrasia individual del empresario español. Difícil con-
seguir el consorcio empresarial en turismo, pero quizás aconsejable.
Fusión, recomendada en algunos casos, pero casi prácticamente im-
posible en la estructura económica empresarial española, porque han
de ser sociedades mercantiles donde de cada una se integre en una
nueva y única sociedad. ¡Qué difícil va a ser que en mi empresa, en

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mi pequeña sociedad, yo renuncie a ser la cabeza de ratón para con-


vertirme en cola de león!
¿Holding? Para mí no es una unión de empresas en el concepto
propiamente dicho, es una sociedad de control de diferentes empre-
sas; no explota, sino que controla y gestiona las inversiones de otras
empresas.
¿Trust? Quizás tampoco. Entonces ustedes se preguntarán, ¿y qué
forma de unión empresarial nos aconseja?
Yo apuntaría, para empezar, tímidamente, humildemente, sin me-
sianismos, porque en turismo no hay ni dogmatismos ni hay mesia-
nismos, y sí trabajo honrado, sí esfuerzo diario y sí, sobre todo, pre-
paración y formación profesional, y de ahí la enorme satisfacción de
un hombre como yo que ha vivido la experiencia turística, cuando
comprueba que esa técnica empresarial, que esa promoción empresa-
rial, se está llevando a cabo mediante cursillos como el presente.
Apuntaré, digo, como solución viable quizás cooperativas; coope-
rativas porque la cooperativa tiene para mí unos presupuestos funda-
mentales que pueden encajar perfectamente, para iniciar una labor
entre los empresarios españoles, que permitan, salvando la personali-
dad de cada cual, lo que es muy importante, conseguir unas finalida-
des comunes.
Cooperativa, pues, y ¿qué es la cooperativa? Una reunión volun-
taria de personas que sobre un plano de igualdad se comprometen a
unir sus esfuerzos con objeto de conseguir fines de interés común de
tipo económico-social. La definición ahí está, la definición que no es
mía, tiene contenido, la definición tiene dogmatismo, la definición
tiene todo un programa de actuación futura para aquellos empresarios
que comprendan la importancia de la cooperación.
Una reunión voluntaria de personas que sobre un plano de igual-
dad se comprometen a unir sus esfuerzos con objeto de conseguir fines
de interés común de tipo económico-social.
¿Caracteres de una cooperativa? Primordial y fundamentalmente,
asociación de seres humanos, asociación de personas, no sólo de capi-
tal. Ahí está la fundamental distinción entre cooperativa y sociedad dí
capital o sociedad mercantil, en el justo término de la definición.
¿Otra característica? Necesidad común. Si no existe la convic-
ción de que existe una necesidad y que hay que afrontarla comunita-

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ñámente es inútil crear una cooperativa, pero ahí está ya el fantasma


atemorizando a muchos empresarios, la necesidad común se deja sentir
ya, y ahí están muchos empresarios llamando a las puertas. Llamando
entre otras a la puerta del Sindicato, llamando a la puerta de Organi-
zaciones profesionales, a la puerta de la Administración diciendo «qué
van a hacer ustedes para salvarnos?, y creo que una de las contestacio-
nes más honradas es decirles: ¿y ustedes qué quieren hacer para sal-
varse? Porque en esta respuesta, y a través de la cooperación, quizás
encontrasen Administración y administrados gran parte de la solución
deseada. Sobre todo, unión de esfuerzos para una finalidad común.
Es decir, trabajar todos unidos, porque cooperativa no significa más
que «perar con». Cooperar con, es decir, todos en la cooperativa deben
trabajar y dejar trabajar, todos unidos, unos con otros, para lograr lo
que es finalidad común. Cooperativa por otro lado que como solución
es tan antigua quizás como la historia de la Humanidad, el cooperati-
vismo ha existido siempre, desde los albores de la Humanidad. La
sociedad cooperativa sin embargo, cuando empieza a configurarse, es a
partir del siglo XII. El siglo XII con sus maravillosos gremios, con
sus cofradías, y que si bien en principio nacieron como asociaciones
de tipo religioso-benéfico-social, poco a poco se fueron configurando
como instrumentos de defensa del consumidor y como defensa de inte-
reses profesionales comunes. Apunto brevemente, como anécdota cir-
cunstancial del cooperativismo, que es en 1844 cuando se configuró
exactamente la primera cooperativa, y que nació cerca de Manchester,
en Rodidale. Veinticinco obreros textiles asociados por el hambre, aso-
ciados por la miseria. Como consecuencia del hambre y de la miseria
en que les había sumido la nueva sociedad industrial y el maqui-
nismo se unieron en un pequeño almacén para hacer frente a sus nece-
sidades comunes. Esto evidencia la educación social como individuos,
que les llevó a crear lo que para ellos era la salvación y que hoy ya está
aceptado en todo el mundo como salvación para ciertos aspectos em-
presariales.

¿Cuáles son los principios generales del cooperativismo para esa


función de futuro en la que yo desearía mentalizar al empresario? Por-
que debo decir que yo no creo que a través del cooperativismo vaya-
mos a salvar al empresario de la totalidad de aquellas deficiencias que
acusa, pero lo que sí creo es que podemos y debemos empezar por Ir
creación de cooperativas en un determinado sentido, e ir diversificando

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y ampliando las actividades que puede tener o las funciones que pueda
realizar esta cooperativa, sin pretender que desde el principio lo abar-
que todo. Por esto, bueno será saber cuáles son los principios generales
del cooperativismo.
Yo entiendo que los principios generales del cooperativismo son el
acceso libre y voluntario, es decir, lo que en cooperativismo se llama
«puerta abierta». Todos pueden ser cooperativistas y todos aquellos
que sientan la necesidad común deben ser cooperativistas, y todos aque-
los que sientan deseos de trabajar en función de resolver esa necesi-
dad común deben ser cooperativistas.
Segundo. Control democrático. No es el control de capital sobre la
sociedad cooperativa en función de una mayor o menor participación
económica. Es control democrático: un hombre, un voto. Me parece
bien en la cooperativa, puesto que todos tienen las mismas necesida-
des y que uno de los principios del cooperativismo es el plano de
igualdad entre todos los socios.
Tercero. Distribución de ganancias en proporción al trabajo o a
las transaciones realizadas. Es lo que en cooperativismo se llama «prin-
cipio general de retorno de lo ahorrado», es decir, «los excedentes»,
que son los beneficios, considerando en una simple definición como tal
la diferencia entre el costo de producción y el precio de venta, estos
excedentes para no llamarlos beneficios, ya que en cooperativismo no
se llaman beneficios, se retornan al cooperativista, pero en proporción
o bien a las transaciones que ba realizado como socio a través de la
cooperativa, es decir, el montante total de las compras que ha realizado
a esa cooperativa, si es cooperativa de consumo, o en proporción al
trabajo que ha realizado; es decir, lo que ha aportado su empresa como
trabajo a esa cooperativa, pero este retorno no abarca la totalidad de
los beneficios, puesto que la cooperativa debe crear dos figuras jurídicas
fundamentales; el «fondo de reserva» y el «fondo de obras sociales».
Es decir, que con ello se garantiza la humanización de un conjunto de
personas y de un conjunto de hombres que representan cada uno de
ellos a una empresa, en función precisamente del sentido plenamente
humano del empresario. Hay que crear un fondo de reserva como en
cualquier sociedad, para atender las necesidades del propio desarrollo
de la cooperativa, y crear, por otro lado, un fondo de obras sociales
para cubrir aquellas necesidades de tipo social que cada una de las

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empresas cooperativistas puede tener, y que aisladamente no podría


atender, pero que sin embargo, a través de la cooperativa si puede
realizar.
Cuarto. Interés limitado del capital. Es decir, la cooperativa se
basa no en el ánimo exclusivamente de lucro, sino en el ánimo de re-
solver una necesidad común mediante un trabajo en equipo, mediante
una operación coordinada. Por esto, el interés del capital se devuelve
al socio como recompensa del riesgo económico asumido, pero limitado
a unas proporciones cuales serían el tipo normal de interés en la lo-
calidad.
Por último, en la cooperativa normal de consumo, en la que los
empresarios hoteleros aquí han creado, y que está dando un excelente
resultado, uno de los principios generales es la venta al contado. Ven-
ta al contado que en ciertos aspectos es el fantasma de los cooperativis-
tas, y en gran parte la razón por la cual muchos empresarios no entran
en la cooperativa. Es decir, no se adscriben a la cooperativa puesto que
la cooperativa no puede ofrecerles otra fórmula de ventas más que al
contado, y fuera de la cooperativa existen mayoristas que no venden
al contado. Pero ahí está, en ese crédito «camuflado» de 3, 4 ó 5 millo-
nes que los empresarios deben a veces a esos mayoristas y que les
impide prácticamente romper ese círculo económico para poder entrar
en la cooperativa, puesto que antes deberá abonar al mayorista lo que
le debe de 3, 4 ó 5 meses. Por eso, otra de las misiones de la coopera-
tiva, una vez creada, podría ser la de crear una línea de financiación
dentro de la misma cooperativa, lo que se llama Cooperativa de Cré-
dito y de Ahorro, para poder liberar de esa yugulación económica a
muchos empresarios medianos que realmente desearían entrar a formar
parte de la cooperativa para obtener los beneficios que el cooperati-
vismo presupone, pero que no pueden, en función de una dependencia
económica respecto de unos empresarios, extemporáneos al turismo en
sí, pero necesarios, puesto que son los suministradores de la materia
prima.
¿Ostáculos para el cooperativismo? Casi huelga enunciarlos, por
sabidos. Brevemente, sencillamente, de dos tipos: previos a la consti-
tución de k cooperativa y posteriores a la constitución de la coopera-
tiva. Previos, para md, fundamentalmente, dos: Falta de conciencia
asociativa; es decir, no sentir la necesidad de asociarse quizá porque no
se ha sentido tampoco la necesidad, en función de que no exista o no

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se intuya el peligro. En cuanto existe el peligro aflora a la realidad


empresarial la conciencia asociativa, y en cuanto aflore la conciencia
asociativa, es necesario e imprescindible el que existan unos hombres,
pocos, pero que haciéndose eco de esa conciencia asociativa, sean ca-
paces de aglutinar esfuerzos, de aglutinar realidades, de asumir trabajo
y configurar una cooperativa.
Posteriores. Sobre todo uno. Intereses particulares sobre los inte-
reses comunes. Existen en toda sociedad. Existen en las cooperativas,
pero ahí está la gran labor de una Junta rectora para hacer compren-
der que k cooperativa se basa en una necesidad común, en una igualdad
personal y en una igualdad de deredhos y obligaciones y no en función
de una aportación económica, sino en función de satisfacer una nece-
sidad común de todos.
¿Estructura de la Cooperativa? Muy sencilla. Junta General de
socios como órgano de manifestación de volutades de cada uno de los
socios. Junta Rectora de la Cooperativa como órgano de gestión y de
representación de k cooperativa y un Consejo de Vigilancia como ór-
gano de control de la Junta Rectora.
¿Su importancia en el mundo? En España hemos hablado de co-
operativas. Hace años que estamos hablando de la necesidad de im-
pulsar el cooperativismo. En el campo hotelero, en el campo turístico
todavía no han entrado en pleno funcionamiento las cooperativas. Exis-
ten cooperativas en este sector y en el ámbito turístico, pero más bien
única y exclusivamente como cooperativas de consumo, cuando yo
creo que hoy, en nuestro sector turístico, es necesario e imprescindible
el configurar la gran Cooperativa hotelera, la gran Cooperativa turística,
que sea capaz de asumir, en función de todos aquellos socios coopera-
tivistas que a ella pertenezcan, una gran labor. No sólo la de permitir
al pequeño industrial, al mediano empresario, el ahorro en k s compras
directas de un stock de productos perecederos, sino incluso en una
labor promocional, una labor de financiación turística, una labor in-
cluso me atrevería a decir de «creación de productos turísticos». Por
qué una cooperativa no ha de llegar a montar una planta panificadora
para todos sus socios cooperativistas, o montar su propia red frigorí-
fica, o arbitrar su propia línea crediticia y de ahorro para sus socios,
u ofrecer servicios comunes de cocina, por ejemplo? ¡Cuántos media-
nos empresarios en el concepto de dimensión empresarial, cuántas mi-
croempresas hoteleras no estarían hoy así, en disposición de poder

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afrontar competencias! Porque el mundo sí se ha dado cuenta de la


importancia del cooperativismo. Sí se ha dado cuenta de la importancia
de las cooperativas. Ahí está América. Argentina, por ejemplo, con
3.000 cooperativas y dos millones y medio de socios, y así está Esta-
dos Unidos con 33.000 cooperativas y más de treinta millones de
socios cooperativistas y, sobre todo, con un dato fundamental, con un
cuarto o más de un cuarto de su producción agrícola que se llevan al
mercado a través de la cooperativa. Ahí está India, donde se calcula
que un 50 por 100 de la economía nacional discurre por cuenta de
la cooperativas; ahí está Ceylán con 30.000 cooperativas de crédito
y con nueve millones de socios. Ahí está, en Europa, que es quizá
en donde se ha dado el desarrollo más amplio en el campo coopera-
tivista; Noruega, Dinamarca y Finlandia, que por si les sirve de re-
ferencia, el 30 por 100 de la población se considera que es socio de
alguna cooperativa; y ahí está Alemania, cuyo 80 por 100 de su
población lechera lo es a través del régimen cooperativista. Ahí está,
pues, la cooperativa consiguiendo unas ventajas o pudiendo conseguir
unas ventajas de orden económico para nuestro empresario turístico,
cuales pueden ser entre otros, el ahorro de costos de intermediarios.
La cooperativa no va jamás en contra del intermediario necesario, va
en contra de esa cadena de intermediarios que a veces, por la misma
estructura económica de un país, están entorpeciendo esa cadena y se
están convirtiendo en lo que se viene en llamar el intermediario inútil.
La cooperativa además puede suponer como beneficios, como ventaja
de orden económico al empresario, suplir la falta de información del
mercado, es decir, facilitándoles la información del mercado respecto
de productos de consumo, de productos perecederos, situación de pre-
cios, situación de mercados, etc.; y puede incluso mejorar la calidad
de los productos en aquello que las cooperativas pueden fabricar por
sí u organizar por sí, y servir a los cooperativistas, y, sobre todo,
pueden conseguir para el empresario la disminución de gastos de ven-
ta en aquellos prodtictos, llamémosles productos turísticos, en una
labor conjunta de servicios como anteriormente dije.

Las ventajas en el orden social son evidentes: Comunidad. Es


decir, aprender a trabajar con ayuda mutua, que todos nos necesita-
mos y que necesitándonos, pero laborando unidos, podremos conseguir
una finalidad común. Como afirmó un gran cooperativista francés, la
cooperativa es una acción solidaria que no entorpece el desarrollo de

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••*••#•

lió ESTUDIOS TURÍSTICOS

la autonomía de la personalidad y de su responsabilidad; es decir, la


cooperativa consigue para el empresario la difícil unión de lo colectivo,
salvando lo individual. Ahí se basa la cooperativa y ahí el éxito de la
cooperativa. En el orden moral, quizá bastaría recordar la «Mater et
Magistra», de Juan XXIII, para comprender la importancia que pre-
supone para el empresario la cooperativa.
Yo he pretendido única y exclusivamente, con esta improvisación,
con estas palabras dichas con todo cariño y con todo respeto, una
sola finalidad: despertar al dormido, despertar al dormido si nuestro
empresario está dormido. Alertar conciencias respecto al futuro. Y
lamento no tener ni mejor oratoria, ni mejores conocimientos, ni ma-
yor dogmatismo, para influir sobre ustedes, en esa labor común tam-
bién, que a todos nos corresponde, la de ir despertando conciencias
empresariales acerca de la necesidad de unirse, de hacer frente a ese
futuro turístico, que no es amenazador, si nos unimos; que no es
amenazador si nos ponemos en línea de combate y que nos es necesa-
rio, porque si alguien dijo que viajar es «la manera más elegante de
pasear una ilusión», en el futuro inmediato, a corto plazo, millones
de seres humanos van a querer disfrutar de esa ilusión, y ahí está su
tremenda responsabilidad, queridos amigos, como técnicos, como profe-
sionales del turismo y de la hostelería, en comprender la necesidad
de que para hacer realidad esa ilusión de millones de seres humanos,
nuestras empresas turísticas deberán adecuarse a la estructura socio-
económica de la demanda y ser capaces de dialogar en el tono y la
medida exactas con las exigencias de las circunstancias.
Ahí está su gran responsabilidad. Ahí está nuestra gran responsa-
bilidad, y ahí está, sobre todo, una sugestiva tarea que a todos nos
espera, y para la cual yo quisiera estar con ustedes y ruego a Dios
que esté con todos nosotros.

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