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Y COOPERATIVAS HOTELERAS
Por
Prof. Pedro Ballester
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ocio. Y una de las formas más serenas, más amenas, más completas
para llenar ese ocio, es, indudablemente, viajar. Entonces ese «tráfico
de masas» que hasta hoy, quizás nos ha sorprendido, yo estimo que
va a ser usual en un futuro inmediato. Es decir, que la demanda de
bienes y productos turísticos va a acrecentarse muchísimo; que ese
tono con las exigencias de esa demanda, y además ese «tráfico de
masas» acumulativo va a exigir a las empresas que, de acuerdo con
métodos modernos de explotación empresarial planificada, ofrezcan
adecuados bienes y servicios a tenor de esta demanda. Y frente a esa
exigencia futura, ¿cuál es la realidad?
Cuando menos en esta provincia, y cuando menos, creo yo, en gran
parte de España, nuestra realidad es la de una estructura empresarial
hotelera, o llamémosla mejor, una estructura empresarial turístico-lio-
telera y de agencias de viajes, excesivamente atomizada.
Una rigidez absoluta en la oferta, y una falta, tristemente real,
una falta casi total, de cooperación entre los círculos participantes en
el mercado de oferta.
La demanda turística va a exigir una modificación, una reestruc-
turación empresarial y una nueva dimensión en la empresa tradicional
y el que no se acomode a esta reestructuración no podrá sobrevivir,
en el sentido de que sobrevivir significa desde el punto de vista em-
presarial, no ir vegetando, no sólo ir superando la obsolescencia de
unas empresas, sino aumentar esa empresa, ponerla a tono con las
exigencias del mercado de demanda.
Si frente a esta situación los empresarios de turismo y hostelería
no se dan cuenta de la necesidad absoluta de una organización a nivel
comunitario, comunitario en el sentido de región, comunitario en ci
sentido de localidad, comunitario en el sentido de grupos económicos
afines, pero con organización en definitiva, que proporcione bienes tu-
rísticos y pueda prestar los servicios de forma eficaz, mediante una
adecuada combinación de los medios de producción y los medios de
distribución, yo, desde esta tribuna, me atrevo a afirmar que el futuro
es pavoroso para nuestro empresariado turístico español. Pavoroso,
porque además el feroz individualismo ibérico nos está perjudicando,
porque «los árboles no nos dejan ver el bosque», porque seguimos
campando cada uno por donde nos da la gana, y estamos todavía muy
lejos, no de lograr la cooperación necesaria —como he dicho, mediante
una organización que sea capaz de combinar en forma económica la
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Una gama desde viaje hasta la playa, pasando por alojamiento, por
manutención, por diversiones, por transportes. Creo yo que en el fu-
turo a cada empresa atomizada, a cada pequeña unidad empresarial in-
dividulizada le va a resultar casi imposible ofertar un producto turís-
tico, conforme con la demanda.
Hay que ofertarle al turista, como dijimos, un conjunto, el «pa-
quete» completo de servicios que este turismo demanda. Para ello hay
que formar aquella cadena, y para formarla hay que empezar por men-
talizarnos todos de que, a pesar de que sea muy conveniente tener
«mi empresa», habrá que ir a la superación de una labor promociónû
y de servicios a nivel de unidad empresarial e integrarse en un gran
ciclo, en un complejo de unidades empresariales capaces de afrontar las
exigencias de la demanda. Porque con ello podemos lograr varias co-
sas: podremos conseguir una disminución del riesgo de mercado, fun-
damental e importante. Importante en un mercado coyunturalmente
cambiable.
El turismo es un mercado que está cambiando día a día, de una
sensibilidad especial, que hay que intuir y hay que adivinar, que hay
que estar detectando continuamente. Luego, consecuentemente, al no
ser un mercado estable, al no ser un mercado rígido, al no ser una
demanda fácilmente évaluable, existe un gran riesgo en ese mercado,
riesgo soslayable en parte por los caminos de la unión. Del trabajo
en equipo, de la comunicación entre empresas, obtendremos para nues-
tra empresa turística una mayor seguridad económica. Obtendremos
también lo que es fundamental en toda economía planificada; y hoy
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y ampliando las actividades que puede tener o las funciones que pueda
realizar esta cooperativa, sin pretender que desde el principio lo abar-
que todo. Por esto, bueno será saber cuáles son los principios generales
del cooperativismo.
Yo entiendo que los principios generales del cooperativismo son el
acceso libre y voluntario, es decir, lo que en cooperativismo se llama
«puerta abierta». Todos pueden ser cooperativistas y todos aquellos
que sientan la necesidad común deben ser cooperativistas, y todos aque-
los que sientan deseos de trabajar en función de resolver esa necesi-
dad común deben ser cooperativistas.
Segundo. Control democrático. No es el control de capital sobre la
sociedad cooperativa en función de una mayor o menor participación
económica. Es control democrático: un hombre, un voto. Me parece
bien en la cooperativa, puesto que todos tienen las mismas necesida-
des y que uno de los principios del cooperativismo es el plano de
igualdad entre todos los socios.
Tercero. Distribución de ganancias en proporción al trabajo o a
las transaciones realizadas. Es lo que en cooperativismo se llama «prin-
cipio general de retorno de lo ahorrado», es decir, «los excedentes»,
que son los beneficios, considerando en una simple definición como tal
la diferencia entre el costo de producción y el precio de venta, estos
excedentes para no llamarlos beneficios, ya que en cooperativismo no
se llaman beneficios, se retornan al cooperativista, pero en proporción
o bien a las transaciones que ba realizado como socio a través de la
cooperativa, es decir, el montante total de las compras que ha realizado
a esa cooperativa, si es cooperativa de consumo, o en proporción al
trabajo que ha realizado; es decir, lo que ha aportado su empresa como
trabajo a esa cooperativa, pero este retorno no abarca la totalidad de
los beneficios, puesto que la cooperativa debe crear dos figuras jurídicas
fundamentales; el «fondo de reserva» y el «fondo de obras sociales».
Es decir, que con ello se garantiza la humanización de un conjunto de
personas y de un conjunto de hombres que representan cada uno de
ellos a una empresa, en función precisamente del sentido plenamente
humano del empresario. Hay que crear un fondo de reserva como en
cualquier sociedad, para atender las necesidades del propio desarrollo
de la cooperativa, y crear, por otro lado, un fondo de obras sociales
para cubrir aquellas necesidades de tipo social que cada una de las
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